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DIPA 1004.

LA RELACIÓN ENTRE SUPERVISORES BANCARIOS Y


AUDITORES EXTERNOS

Introducción
1. Los bancos desempeñan un papel básico en la economía. Reciben los ahorros del
público, suministran medios de pago de bienes y servicios y financian el desarrollo del
comercio y de la industria. Para llevar a cabo estas funciones de manera segura y
eficiente, deben contar con la confianza del público y de aquellos con los que realiza las
operaciones.
La estabilidad del sistema bancario, nacional e internacional, se considera actualmente
como una cuestión de interés público. que se refleja en la manera en que los bancos en
todos los países, a diferencia de otras grandes empresas comerciales, están sujetos a
supervisión de su saneamiento financiero por los bancos centrales y por otras
instituciones financieras.
2. En la medida en que las operaciones de los bancos aumentan en complejidad, tanto en
el ámbito nacional como en el internacional, la función de las autoridades responsables
de la supervisión bancaria y de los auditores externos resulta cada vez más demandada.
En ciertos aspectos ambos cumplen funciones similares y el incremento de su actuación
se percibe como complementario.
Los supervisores bancarios no solo confían en buena medida en los resultados de del
trabajo de los auditores, sino que solicitan de manera creciente de la profesión contable
la realización de tareas adicionales que puedan contribuir al ejercicio de sus
responsabilidades de supervisión. Al mismo tiempo, los auditores, al llevar a cabo sus
funciones, requieren de los supervisores información que pueda ayudarles en el despeño
más eficaz de sus funciones.
3. El Comité de Prácticas Internacionales de Auditoría y el Comité de Supervisores de
Basilea (The Basle Supervisors' Committee) comparten la visión de que un creciente
entendimiento mutuo y, en su caso, una adecuada comunicación, pueden contribuir a
incrementar la eficacia de la auditoría y de la supervisión de los bancos, en beneficio de
ambas actividades.
4. En la prudente actuación en el negocio bancario están implicadas, con las
correspondientes funciones y responsabilidades, tres diferentes áreas: la propia

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dirección de los bancos, los auditores externos y las autoridades responsables de la
supervisión.
Las funciones y responsabilidades de cada una de estas áreas en los diferentes países
derivan de la legislación vigente y de las prácticas habituales en cada uno de ellos. Esta
Declaración no pretende exigir o cambiar tales funciones o responsabilidades. Por el
contrario, se pretenden favorecer un mejor conocimiento de su naturaleza en el caso de
los auditores y de los supervisores, en la medida en que una interpretación errónea de
tales cuestiones puede afectar negativamente a la confianza que cada uno de estos
estamentos pone en el trabajo del otro.
5. Esta Declaración pretende aclarar esas posibles interpretaciones erróneas y sugerir la
manera en que cada una de estas áreas puede hacer una utilización más efectiva del
trabajo realizado por la otra.
De acuerdo con ello, esta Declaración:
— define las responsabilidades principales de la dirección (párrafos 7 a 10);
— examina los rasgos esenciales de las funciones de los supervisores y de los auditores
(párrafos 11 a 13);
— comprueba los extremos en los que tales funciones son coincidentes (párrafos 34 a
42); y
— sugiere mecanismos para una más eficaz coordinación entre los supervisores y los
auditores en el cumplimiento de sus funciones propias (párrafos 43 a 58).
6. Esta Declaración ha sido redactada teniendo presentes las diferencias que pueden
existir al respecto en los ordenamientos nacionales, especialmente en normas contables,
en técnicas de supervisión y en la medida en que, en algunos países, los auditores
realizan actualmente tareas de requerimiento de las autoridades responsables de la
supervisión de los bancos.
La Declaración reconoce que en algunos países las autoridades responsables de la
supervisión y los auditores externos ya tienen establecidas las estrechas relaciones que
se pretenden en la misma. Los acuerdos previstos en la declaración deben considerarse
como complementarios y no como sustitutivos en relación con las existentes.
Aunque la Declaración no pretende establecer reglas rígidas, se espera que los puntos de
vista contenidos en ella puedan ser relevantes en cualquier situación, aunque
obviamente, pueda ser más directamente aplicable en unos países que en otros.

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Responsabilidades de la dirección de los bancos
7. La principal responsabilidad en relación con la gestión de la actividad bancaria
descansa en el consejo de administración y en los directivos nombrados por la entidad.
Tal responsabilidad incluye asegurar que:
— todos los implicados en las actividades del banco son profesionales competentes y
que existe el adecuado personal con experiencia en las funciones de importancia;
— existen y están en funcionamiento los adecuados sistemas de control;
— las operaciones del banco se realizan con la adecuada prudencia, incluida la oportuna
dotación de provisiones en relación con las posibles pérdidas;
— se observan las normas legales o administrativas, incluidas las relativas a la
solvencia y liquidez; y
— se protege adecuadamente el interés no solo de los accionistas, sino también de los
depositantes y de otros acreedores.
8. La dirección es responsable de la preparación de los estados financieros de acuerdo
con la legislación nacional; tales estados financieros deben presentar una "imagen fiel
de" (o presentar adecuadamente) la situación financiera y los resultados de sus
operaciones de acuerdo con los principios contables aceptados en el país en cuestión, en
la medida en que sean aplicables a los bancos.
Esta responsabilidad incluye asegurar que el auditor que examina tales estados
financieros e informa sobre ellos ha tenido a su disposición toda la información que
pueda afectarles significativamente y, en consecuencia, a su opinión sobre ellos.
La dirección tiene también la responsabilidad de suministrar a los encargados de la
supervisión la información prevista por la ley o por la regulación. Esta información
normalmente incluye los estados financieros, que suelen utilizarse por los supervisores
en su evaluación de la situación financiera del banco.
9. La dirección es responsable del establecimiento y de la actuación efectiva de una
función de auditaría interna, adecuada a su tamaño y a la naturaleza de sus operaciones.
Tal función constituye un componente separado del control interno, desempeñada por
personal especializado, designado por el banco, con el objetivo de determinar si, entre
otras cosas, los controles internos están correctamente diseñados y actúan
adecuadamente.
La dirección es responsable del establecimiento y de la actuación efectiva de una
función de auditoría interna, se desarrolla adecuadamente por personas con los
necesarios conocimientos y competencia técnica, libres de responsabilidades operativas

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y que dependen de la alta dirección, y que emprenden actuaciones adecuadas en relación
con las conclusiones que puedan obtener.
10. Estas responsabilidades de la dirección no se ven en ningún modo disminuidas por
la existencia de un sistema de supervisión por el banco central o por cualquier otra
institución oficial, ni por la obligación de someter a auditoría independiente los estados
financieros del banco.

El papel de las autoridades encargadas de la supervisión de los bancos


11. La función más típica de los supervisores, que normalmente aparece reconocida en
la regulación, es la protección de los intereses de los depositantes del banco. En la
práctica, sin embargo, esta función se ha desarrollado en combinación con un amplio
conjunto de responsabilidades encaminadas a proteger el saneamiento financiero y la
estabilidad del sistema bancario. En algunos países, los supervisores pueden también
dirigir sus actividades a asegurar el cumplimiento de las políticas monetarias o
cambiarias.
No obstante, esta Declaración se ocupa especialmente de los aspectos mas relacionados
con la prudencia en las funciones de supervisión.
12. La atribución última en la que se basa la autoridad de los supervisores bancarios en
la mayoría de los casos es la potestad de autorizar a una entidad para realizar la
actividad bancaria, o de suspender tal autorización.
Al objeto de que se les pueda conceder tal autorización, o con la finalidad de
mantenerla, las entidades deben cumplir determinados requisitos inspirados
normalmente en la prudencia. En sus aspectos concretos, estos requisitos pueden variar
en los diferentes países; en algunos casos se definen detalladamente en la regulación y
en otros pueden estar formulados de manera más amplia, correspondiendo a las
autoridades de supervisión la interpretación en su aplicación a casos concretos.
Sin embargo, los siguientes requisitos básicos suelen encontrarse normalmente en la
mayoría de los sistemas de supervisión:
— las personas que controlan y dirigen la actividad de un banco deben ser honestas y
fiables, y deben poseer la formación y la experiencia adecuadas;
— el banco debe de tener el capital adecuado para hacer frente a los riesgos inherentes a
la naturaleza y dimensión de sus actividades; y
— el banco debe tener suficiente liquidez para asegurar las salidas de fondos.

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Con frecuencia se establecen requerimientos adicionales o más detallados, incluidos los
valores de algunos ratios relativos al capital y a la liquidez. Cualquiera que sea la forma
concreta de la regulación, su objetivo, no obstante, es establecer condiciones para
asegurar que la dirección de los bancos realiza su actividad de manera prudente y que
dispone de los recursos financieros adecuados para hacer frente a circunstancias
adversas y para proteger adecuadamente a sus depositantes de posibles pérdidas.
13. la falta de cumplimiento por banco de las normas o requisitos que condicionan la
autorización puede suministrar a los supervisores motivos para revocarla. Pero tal
revocación, que implica la finalización efectiva de su actividad, puede precipitar la
insolvencia de la entidad crediticia, por lo que normalmente es una decisión que
únicamente se toma como último recurso, a utilizar sólo cuando existan otras
posibilidades de establecer mecanismos correctores.
Como medidas menos drásticas, al objeto de remediar debilidades incipientes, los
supervisores generalmente tienen poder de imponer alguna directrices al banco,
requiriéndole la adopción de determinadas medidas que fortalezcan aspectos concretos
de su actividad, como por ejemplo, el incremento de su capital o la implantación de
controles internos.
Sin embargo, el recurso a los poderes legales no suele ser necesario y la supervisión
general suele conducirse mediante la convicción y el suministro no formal de criterios.
14. uno de los principales pilares de la supervisión prudente es la adecuación del capital.
En muchos países se establece un capital mínimo para la apertura de nuevos bancos y
las comprobaciones de la suficiente del capital son elementos habituales en las
actividades generales de supervisión.
En línea con el método acordado por las autoridades de supervisión representadas en el
"Basle Supervisors' Committee'", la adecuación del capital se mide en muchos países
comparando el capital de un banco con el total de sus archivos y compromisos
adicionales (representados normalmente estos últimos en cuentas de orden), ponderados
para reflejar el riesgo inherente a las diferentes categorías de activos o de compromisos
de éste último tipo. Para las grandes bancos internacionales, los miembros del "Basle
Supervisors' Committee" han acordado un valor mínimo de este ratio del 8 por ciento.
El capital también suele usarse como una referencia para medir o para limitar los riesgos
inherentes a los diferentes tipos de transacciones realizadas por los bancos.

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15. Los bancos están sometidos a diversos tipos de riesgos. El más significativo, de
acuerdo con la experiencia histórica, es el asumido en los créditos (riesgo de que un
deudor no pueda reembolsar su crédito en el debido momento).
No es cometido de las autoridades supervisoras dirigir las políticas de préstamo de los
bancos, pero sí están interesadas en asegurar que tienen procedimientos adecuados en
relación con sus créditos, que se aplican consistentemente. También tratan de asegurar
que los riesgos por este concepto están adecuadamente diversificados, mediante reglas
que establecen límites de clientes individualmente considerados o en relación con
sectores de actividad o países concretos.
Las autoridades supervisoras también suelen controlar y limitar otros riesgos bancarios,
como la liquidez y riesgo de sus fondos, los tipos de interés y riesgos en las inversiones,
el riesgo en operaciones en el extranjero y el de las operaciones al margen del balance
(cuentas de orden).
Cada vez con mayor intensidad, los supervisores tratan de desarrollar sistemas de
medida que puedan captar la exposición a riesgos específicos. Estos sistemas con
frecuencia configuran las bases de controles específicos o de límites relativos a
diferentes categorías de exposición al riesgo.
16. Uno de los más importantes determinantes de la estabilidad de un banco aunque
también uno de los más difíciles de evaluar, es la calidad de sus activos. Es no obstante,
esencial para los supervisores poder confiar en que se han establecido las adecuadas
provisiones en relación, por ejemplo, con los deudores dudosos.
Aun cuando la correcta evaluación de los activos es responsabilidad de la dirección y
constituye con frecuencia una cuestión de criterio, los supervisores tratan de comprobar
que tal criterio se ejerce de manera adecuada y razonables. Por ejemplo, los
supervisores pueden tratar de asegurar que los bancos reconocen adecuadamente el
riesgo derivado de sus inversiones en países fuertemente endeudados, quizás
estableciendo criterios o requisitos sobre la adecuada dotación de provisiones.
17. La adecuada y prudente valoración de los activos es de gran importancia para los
supervisores, ya que tiene influencia directa en la determinación del importe de los
activos netos poseídos por el banco y del neto patrimonial (capital y reservas). Como ya
se ha indicado, la cifra de capital se utiliza normalmente como una variable con la que
los supervisores miden o limitan la exposición al riesgo.
En general, a menos de que realicen sus propios exámenes independientes, los
supervisores se apoyan en buena medida en que le criterio de la dirección sobre la

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correcta valoración de los activos, así como en el examen realizado al respecto por el
auditor.
18. Los supervisores otorgan considerable importancia a la necesidad de que los bancos
tengan una estructura organizativa bien diseñada y que tengan implantados sistemas
eficientes de información y control para la gestión de los riesgos.
De manera similar, los supervisores están interesados en asegurar que los registros
contables se mantienen adecuadamente y que con los procedimientos contables se
aplican de forma que:
— el conjunto de operaciones del banco se registre efectiva y efectivamente;
— la dirección posea mecanismos adecuados para gestionar, controlar y planificar los
diferentes riesgos asumidos; y
— se reduzca la posibilidad de fraudes por el personal, la dirección o los clientes.
El incremento de la complejidad de los mercados financieros ha generado la correlativa
necesidad de sistemas de control interno, diseñados para satisfacer las necesidades de un
creciente número de nuevos tipos de transacciones.
El desarrollo de sofisticados sistemas informáticos de procesamiento de datos ha
incrementado notablemente las posibilidades de control, pero, al mismo tiempo, ha
originado riesgos adicionales derivados de la posibilidad de fallos o fraudes
informáticos.
19. Los supervisores están interesados en asegurar que la calidad de la dirección es la
adecuada a la naturaleza y amplitud de la actividad que realizan los bancos. En aquellos
ordenamientos en los que se realizan con regularidad inspecciones, quienes las llevan a
cabo tienen la oportunidad de evaluar si existen síntomas de debilidades en la dirección.
En otros lugares, los supervisores acuerdan realizar entrevistas regulares con la
dirección, y aprovechan otras oportunidades de establecer contactos con la misma,
cuando surge la ocasión.
Cualquiera que sea la naturaleza de la regulación vigente, el supervisor intenta utilizar
estas oportunidades para formarse una opinión sobre la competencia de la dirección, al
objeto de asegurarse de que tienen ideas claras sobre su estrategia.
De manera similar, tratan de descubrir si el banco cuenta con los medios adecuados para
desarrollar sus funciones, en términos de formación y competencia de su personal, de
equipamiento y de posibilidades de disponer del mismo.

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20. De acuerdo con la naturaleza de las reglas se supervisión, la manera de asegurar que
han sido cumplidas varía en los diferentes países, si bien normalmente suelen utilizarse
principalmente dos técnicas:
— inspecciones; y
— recepción e interpretación de información regular, específicamente solicitada por los
supervisores, y otros datos estadísticos.
Los sistemas de supervisión suelen hacer uso de ambas técnicas, aunque el grado de
confianza depositado en unas y otras varía en los diferentes países.
21. Las inspecciones dependen en ocasiones de los recursos con que cuentan los
supervisores y, excepto en el caso de bancos de reducida dimensión, normalmente
pueden abarcar más de una pequeña parte de las actividades de la institución. En
algunos países, las técnicas de examen tienden a concentrarse en la calidad de los
activos crediticios, en la documentación que los apoya y en la existencia de controles
internos establecidos por la dirección. En otros países, el examen se centra no solo en
los activos crediticios, sino también en otros tipos de riesgos comentados en el párrafo
15. Cuando se utilizan sistemas de clasificación de los créditos, los inspectores
normalmente examinan una muestra de los mismos para averiguar si han sido
clasificados correctamente.
Los inspectores normalmente también prestan atención a las políticas relativas a las
provisiones por insolvencias, juzgando si son adecuadas en relación con la calidad
apreciada en la cartera de préstamos. En el caso de bancos con amplia gama de
actividades o con redes complejas, también suele prestarse atención a la medida en que
se ejerce el control y la gestión del riesgo, globalmente considerada. En circunstancias
especiales, cuando la autoridad responsable de la supervisión es consciente de la
existencia de problemas concretos, la inspección puede ser más minuciosa.
22. El examen de la información requerida por los supervisores y de los datos
estadístico es menos costoso y los gastos ocasionados suelen aceptarse de buen grado
entre los bancos (cuyos propios sistemas internos de información deben adaptarse para
suministrar estos datos) y las autoridades encargadas de la supervisión (que son
responsables del diseño de estos informes y de la interpretación de sus datos).
Este tipo de información suele contener un análisis detallado de la composición de los
saldos de balance (incluida la información fuera de balance o en cuentas de orden) y de
ka cuenta de pérdidas y ganancias. La información debe, en principio, ser suficiente

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para permitir a los supervisores formarse una opinión sobre la exposición del banco a
los diferentes tipos de riesgo.
El examen de los informes remitidos en intervalos regulares permite al supervisor
controlar el desarrollo de la actividad del banco de manera más frecuente y oportuna
que la realización de inspecciones:
— generalmente se diseñan para ser cumplimentadas por el sistema del banco y pueden
no reflejar adecuadamente nuevos tipos de riesgo de actividades concretas o en relación
con instituciones individuales;
— su utilidad para suministrar al supervisor indicios oportunos depende de la calidad de
los propios sistemas de información interna de los bancos y de la precisión con que tal
información se confecciona; y
— incluso con datos fiables y completos, la interpretación de su contenido requiere un
criterio experimentado.

El papel del auditor externo del banco


23. El objetivo básico de la auditoría externa de un banco es hacer posible que el auditor
exprese su opinión sobre si sus estados financieros públicos suministran una adecuada
"imagen fiel" de (o presentan adecuadamente) la situación financiera y los resultados de
sus operaciones en el período al que tales estados financieros se refieren.
El informe del auditor normalmente se dirige a los accionistas, pero puede utilizarse por
otros interesados, tales como los depositantes, otros acreedores y también las
autoridades responsables de la supervisión.
La opinión del auditor ayuda a reforzar la credibilidad de los estados financieros. El
usuario de la misma, sin embargo, no debe interpretarla como una seguridad de la
viabilidad futura del banco, ni como una opinión de la manera en que la dirección ha
gestionado los negocios del mismo, ya que ninguno de estos extremos constituyen
objetivos de auditoría.
24. Al objeto de formarse una opinión sobre los estados financieros, el auditor trata de
obtener seguridad razonable sobre si la información contenida en los registros contables
y en otras fuentes es fiable y suficiente como base para separar los estados financieros y
también si la información relevante se presenta adecuadamente en ellos.
Para tales propósitos, el auditor:
— estudia y evalúa el sistema contable y los controles internos en los que espera poder
confiar.

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— comprueba el funcionamiento de tales controles, como medio de apoyo en
determinación de la naturaleza, programación y alcance de otros procedimientos de
auditoría; y
— aplica las pruebas, investigaciones y otros procedimientos de verificación de las
transacciones y de los saldos contables que considere adecuados en relación con las
circunstancias.
25. Al realizar la auditoría de un banco, el auditor independiente debe tener en cuenta
que algunas de sus características pueden causarle especiales problemas:
— los bancos tienen la custodia de grandes montantes de tesorería, tanto de efectivo
como de instrumentos negociables, cuya seguridad física debe estar garantizada. Ello se
aplica tanto al almacenamiento como al traslado de estos elementos y hace que la
entidad pueda ser vulnerable apropiaciones indebidas o fraudes. Por ello es necesario el
establecimiento de procedimientos operativos, la definición adecuada de los límites de
atribuciones internas de su personal y el diseño de sistemas rigurosos de control interno;
— los bancos realizan un amplio volumen de muy diferentes tipos de transacciones,
tanto en términos de su número como en lo que respecta a su valor. Ello requiere
necesariamente de la utilización de sistemas complejos de contabilidad y de control
interno, así como de una amplia utilización de sistemas informáticos;
— los bancos normalmente operan en la mayoría de los países mediante una amplia red
de sucursales y departamentos, dispersos geográficamente, lo cual implica
necesariamente una gran descentralización de la autoridad y una dispersión de las
funciones de contabilidad y de control, con las correlativas dificultades de
mantenimiento de prácticas y de sistemas contables uniformes, especialmente cuando la
red del banco transciende las fronteras nacionales.
— los bancos normalmente contraen compromisos significativos sin transferencia
alguna de fondos. Tales operaciones, habitualmente reflejados al margen del balance
(cuentas de orden), pueden no implicar entradas contables, por lo que puede resultar
difícil detectar que no han sido registradas; y
— los bancos están regulados por las autoridades gubernamentales y con frecuencia los
requisitos establecidos inciden en los principios de contabilidad y auditoría
generalmente aceptados en la industria. El incumplimiento de los requerimientos
procedentes de la regulación (por ejemplo, las posibles reglas especiales de valoración
para determinados activos) puede tener implicaciones para los estados financieros de los
bancos.

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26. La auditoría detallada de todas las transacciones del banco puede resultar no solo
excesivamente costosa, en términos de tiempo y de recursos sino, también,
impracticable. En consecuencia, el auditor basa su examen en la prueba y evaluación de
los sistemas de control interno diseñados para asegurar la precisión de los riesgos
contables y la seguridad de los activos, en el uso de técnicas de muestreo y de
procedimientos de revisión analítica, y en la verificación y evaluación de los activos y
pasivos.
En particular, ha de prestar especial atención a las posibilidades de recuperación y, en
consecuencia, a los valores actuales, de los créditos, inversiones y activos similares, y a
si en los estados financieros se han puesto adecuadamente de manifiesto a los
compromisos y obligaciones de carácter contingente o similar.
27. Aunque el auditor es el único responsable de su informe y de la determinación de la
naturaleza, programación y alcance de sus procedimientos, una buena parte del trabajo
del departamento de auditoría interna puede serle útil en su examen de la información
financiera.
En consecuencia, como parte de su trabajo, el auditor evalúa la función de auditoría
interna, en la medida en que estima que puede ser relevante en la determinación de la
naturaleza, programación y extensión de sus procedimientos.
28. El trabajo del auditor se sustenta en el ejercicio del criterio profesional.
Entre otras cuestiones, el juicio profesional se utiliza en:
— decisiones sobre la naturaleza, programación y alcance de los procedimientos de
auditoría;
— evaluación de los resultados de tales procedimientos;
— evaluación de la razonabilidad de las estimaciones hechas por la dirección en la
preparación de los estados financieros.
29. El auditor planifica y ejecuta su trabajo de auditoría de manera que pueda tener una
razonable expectativa de descubrir irregularidades en los estados financieros de los
bancos que, individualmente o en conjunto, sean significativos en relación con la
información financiera presentada en tales estados financieros.
El auditor planifica y ejecuta su trabajo de auditoría de manera que pueda tener una
razonable expectativa de descubrir irregularidades en los estados financieros de los
bancos que, individualmente o en conjunto, sean significativos en relación con la
información financiera presentada en tales estados financieros.

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El auditor evalúa la importancia relativa con carácter general, pero también en relación
con saldos e informaciones individuales. La evaluación de lo que pueda resultar
significativo es una cuestión que descansa en el criterio profesional del auditor, pero
resulta influenciada por su percepción de cuales puedan ser las necesidades de los
usuarios de los estados financieros del banco y por su evaluación del riesgo de que
irregularidades significativas en tal información pueda permanecer sin ser detectadas,
así como por las consecuencias de que ello ocurra.
La importancia relativa puede también resultar influenciada por otras consideraciones,
tales como requerimientos legales o procedentes de la regulación, relativos a la
información financiera en su conjunto o a partes concretas de la misma. Por tanto, un
auditor puede aplicar diferentes niveles de importancia relativa para diferentes
componentes de los estados financieros.
De manera similar, el nivel de importancia relativa utilizada por un auditor cuando
elabora su informe sobre los estados financieros de un banco puede ser diferente del
utilizado cuando se realiza informes especiales destinados a las autoridades
responsables de la supervisión.
30. Al formarse su opinión sobre los estados financieros, el auditor procedimientos
diseñados para obtener razonable seguridad de que los estados financieros han sido
formulados adecuadamente en todos sus aspectos significativos.
Dada la naturaleza de las pruebas y otras limitaciones inherentes a la auditoría, junto
con las inherentes a cualquier sistema de control interno, existente un inevitable riesgo
de que algunas irregularidades significativas no sean descubiertas.
El riesgo de no detectar irregularidades significativas resultantes de fraudes es mayor
que el procedente de errores, dado que aquel implica normalmente actuaciones dirigidas
a su ocultación, tales como colusiones, falsificaciones, transacciones deliberadamente
no registradas, o declaraciones erróneas realizadas intencionalmente al auditor.
A menos que su examen ponga de manifiesto evidencia que demuestre lo contrario, el
auditor debe presumir que las manifestaciones son veraces y que los registros y
documentos son genuinos. No obstante, planifica su trabajo desde una actitud de
escepticismo profesional, aceptando que pueda encontrar condiciones o hechos durante
su examen que le lleven a plantarse la existencia de errores o fraudes.
31. Una cuestión de especial importancia para el auditor es obtener seguridad de que se
han seguido por el banco las adecuadas políticas contables y que se han aplicado de
manera uniforme. Los estados financieros de estas entidades se preparan en el marco de

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los requerimientos legales y administrativos existentes en diferentes países y sus
políticas contables están influenciadas por tales regulaciones.
32. Cuando el auditor descubre un error significativo en los estados financieros,
incluidos la inadecuada utilización de un criterio contable, la valoración de un activo
con la que no está de acuerdo o la falta de información sobre alguna cuestión esencial,
normalmente solicitará su adecuada rectificación.
Si la dirección de la entidad se niega a practicar la correspondiente rectificación,
normalmente el auditor emitirá una opinión con salvedades o adversa sobre los estados
financieros. Tal informe puede tener un serio impacto en la credibilidad e, incluso, en la
estabilidad del banco, y normalmente la dirección toma las medidas necesarias para
evitar que se produzca. Del mismo modo, no debe emitir un informe sin salvedades si
no se le ha suministrado la información o las explicaciones que hay considerado
oportunas.
33. Como una tarea suplementaria, aunque no necesariamente forma parte de su
función, el auditor normalmente formula una carta de recomendaciones dirigida a la
dirección. En ella suelen contenerse comentarios sobre cuestiones tales como las
deficiencias en los controles internos u otros errores u omisiones que hayan podido
llamar su atención en el transcurso de su trabajo, pero que no implican una salvedad en
su informe de auditoría, en la medida en que haya podido aplicar procedimientos
adicionales para compensar los puntos débiles del control o porque los errores hayan
sido corregidos en los estados financieros o no resulten significativos.
En algunos países, el auditor también envía, como parte de sus obligaciones legalmente
establecidas, o como práctica habitual, un informe amplio a la dirección o a las
autoridades responsables de la supervisión, sobre materias específicas, tales como
composición de los saldos o de la cartera de préstamos, liquidez, beneficios, ratios,
idoneidad de los sistemas de control interno, análisis de los riesgos bancarios o
cumplimiento con los requerimientos legales o establecidos por las autoridades
responsables de la supervisión.

Relaciones entre las autoridades responsables de la supervisión bancaria y el


auditor
34. En muchos aspectos, el responsable de la supervisión de los bancos y el auditor
realizan tareas complementarias, relativas a las mismas cuestiones, aunque con enfoques
diferentes.

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Así.
— el supervisor está interesado especialmente en la estabilidad del banco, al objeto de
proteger los intereses de los depositantes. Por consiguiente, controla su viabilidad
presente y futura y utiliza los estados financieros como apoyo en la evaluación de las
actividades del banco. El auditor, por su parte, está interesado especialmente en la
presentación de su situación financiera y de los resultados de sus operaciones. Con ello,
también tiene en cuenta las posibilidades de continuidad de sus operaciones
(normalmente por un período que no excede del año desde la fecha a la que se refiere el
balance) al objeto de verificar la correcta aplicación de la hipótesis de empresa en
funcionamiento con la que se preparan los estados financieros;
— el supervisor está interesado en el mantenimiento de un adecuado sistema de control
interno como base de una gestión prudente y saneada de la actividad del banco. El
auditor, en la mayoría de las situaciones, está interesado en la evaluación del control
interno, al objeto de determinar el grado de confianza que puede otorgar al sistema al
planificar y ejecutar su trabajo; y
— el supervisor está interesado en la explicación en la existencia de una adecuado
sistema contable, como requisito previo para obtener información fiables para la medida
y control del riesgo. El auditor está interesado en obtener seguridad de que los registros
contables a partir de los que han sido confeccionados los estados financieros se han
llevado adecuadamente.
35. Es por tanto, necesario que, cuando un supervisor utilice, en el ejercicio de su
cometido, los estados financieros auditados, reconozca que han sido preparados con
propósitos diferentes a aquellos para los que él los utiliza, teniendo especialmente en
cuenta:
— los principios contables que se han utilizado en la preparación de los estados
financieros y su posible utilidad para la finalidad con la que él los emplea;
— la utilización que se haya hecho del principio de empresa en funcionamiento y la
manera en que, de acuerdo con el mismo, se han valorado los activos y los pasivo;
— que los estados financieros han sido preparados utilizando estimaciones hechas por
la dirección y evaluadas por el auditor lo cual hace que la información en ellos
contenida sea, en muchos extremos, subjetiva;
— que la situación financieros del banco puede haber sido afectada por hechos
posteriores, desde que los estados financieros fueron formulados; y

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— que dadas las diferentes finalidades para las que se evalúa y comprueba el control
interno por el supervisor y por el auditor, no puede asumir que la evaluación de éste
último del control interno a efectos de su auditoría resulte necesariamente adecuada para
sus propósitos.
36. No obstante, existen áreas en las que el trabajo del auditor y del supervisor pueden
resultarles mutuamente útiles. Las cartas a la dirección y los informes detallados
realizados por los auditores pueden suministrar a los supervisores valiosos puntos de
vista en aspectos diversos de las operaciones del banco. Esta es la práctica habitual en
bastantes países, en los que tales informes se ponen a disposición de los supervisores.
37. De igual modo, los auditores pueden encontrar importantes puntos de apoyo en la
información originada por los responsables de la supervisión. Cuando se realiza una
inspección o una conversación. Cuando se realiza una inspección o una conversación
con la dirección, las conclusiones son normalmente comunicadas al banco. Estas
comunicaciones pueden ser útiles para el auditor, en la medida en que suministran una
evaluación independiente en áreas importantes, tales como la idoneidad de las
provisiones en relación con los créditos de dudoso cobro, y pueden llamar su atención
sobre áreas concretas de la función del supervisor. Las autoridades responsables de la
supervisión pueden calcular algunos ratios o establecer criterios que se ponen a
disposición del banco, y que pueden resultar de ayuda al auditor en su revisión analítica.
38. Cuando se realizan comunicaciones a la dirección, tanto los supervisores como los
auditores deben ser conscientes de los beneficios mutuos que pueden obtener del
conocimiento de tales comunicaciones. Por ello resulta de interés que se hagan por
escrito, de manera que puedan formar parte de los registros del banco a los que puede
tener acceso la otra parte.
39. Pueden darse circunstancias en las que el auditor o el supervisor tengan
conocimiento de algún tipo de información no disponible para la otra parte, pero que
deba serle comunicada.
Tales circunstancias pueden surgir, por ejemplo, cuando:
— el auditor tenga conocimiento de hechos que puedan poner en peligro la existencia
del banco;
— el auditor o el supervisor detecten cualquier indicio de fraude en la dirección;
— el auditor pretenda renunciar en el curso de su auditoría;

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— el auditor tenga alguna diferencia irreconciliable de puntos de vista con la dirección
en algún aspecto significativo de los estados financieros, de la que surja una opinión con
salvedades o adversa, o bien determine la denegación de opinión;
— el supervisor tenga información que pueda afectar significativamente a los estados
financieros o al informe del auditor; y
— el auditor estime que alguna cuestión deba ser comunicada al supervisor, y la
dirección no lo haya hecho.
40. Al objeto de preservar el interés de ambas partes en relación con la confidencialidad
de la información obtenida en el desempeño de sus respectivas funciones, es normal
que, cuando resulte necesario el contrato entre el auditor y el supervisor, la dirección del
banco éste también presente o, al menos, haya sido informada, si bien en algunos países
están establecidos los procedimientos para los contactos bilaterales de este tipo.
No obstante, aunque no existan tales procedimientos establecidos, las circunstancias que
pueden justificar la comunicación directa entre los supervisores y los auditores son raras
y excepcionales. La condición esencial para que la dirección del banco pueda ser
excluida de la discusión sería que su presencia pudiera comprometer la finalidad de tal
discusión. Algunos países, no obstante, han variado los requerimientos de
confidencialidad para hacer posible que ambas partes puedan intercambiar información
importante y confidencial. Cuando existe un comité de auditoría, de supervisión o
similar, la parte que inicie la consulta bilateral debe evaluar si es necesario que
simultáneamente se ponga en conocimiento de tal comité el problema que ha sido
sometido a discusión.
41. Suele ser cada vez más frecuente en los diferentes países que el auditor realice tareas
concretas o emita informes especiales de acuerdo con la regulación o a petición del
supervisor, al objeto de permitir a este último realizar funciones específicas.
Tales obligaciones incluyen, entre otras, la información sobre si, en su opinión:
— determinados ratios u otras medidas, inspirados en criterios de prudencia, incluidos
en la información del banco a los supervisores, se han realizado de manera correcta;
— se cumplan adecuadamente las condiciones necesarias para mantener la autorización
de funcionamiento del banco;
— las transacciones del banco que haya podido comprobar el auditor en su trabajo están
de acuerdo con la legislación aplicable a estas entidades; y
— los registros y otros sistemas de llevanza de la contabilidad y/o el control interno son
adecuados.

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42. el supervisor tiene un claro interés en asegurar la existencia de altos niveles en la
auditoría del banco. De acuerdo con ello, debe tratar de mantener estrecho contacto con
los organismos profesionales de auditoría. En algunos países el supervisor tiene
competencias reglamentarias en el nombramiento de los auditores, tales como el
derecho a designarlos o revocarlos, o el de encargar una auditoría independiente. Tales
competencias tienen por objeto intentar asegurar que los auditores nombrados por los
bancos tienen la experiencia, medios y competencia necesarios, adecuados a las
circunstancias.
Cuando no exista una razón de peso para el cambio de un auditor, los supervisores
normalmente deben tratar de investigar los motivos por los que el banco no ha sido
designado nuevamente al mismo auditor.
Criterios para una posible ampliación del papel del auditor como contribución al
proceso de supervisión de los bancos
43. Es necesario que la solicitud al auditor para que apoye las tareas de supervisión de
haga en el contexto de un marco adecuadamente definido, incluso previsto en la
legislación nacional. Deben tenerse en cuenta los criterios que se enumeran en los
siguientes pasos.
44. En primer lugar, la responsabilidad primaria en el suministro de información
completa y precisa a los supervisores debe corresponder a la dirección del banco.
El papel del auditor es verificar y prestar credibilidad adicional a esa información. no
asume, por tanto, las responsabilidades del supervisor, pero le asiste en la realización de
juicio más efectivos.
45. En segundo lugar, las relaciones normales entre el auditor y su cliente necesitan ser
preservadas. Deben existir, por tanto, bases reglamentarias para el trabajo o para el
acuerdo entre el banco y las autoridades supervisoras.
Si no existen otros requerimientos reglamentarios o acuerdos contractuales, toda la
información entre los supervisores y los auditores debe ser canalizada a través del
banco, excepto en circunstancias excepcionales. Por tanto, la autoridad responsable de
la supervisión debe solicitar del banco la obtención de la información debe hacerse
llegar al supervisor a través de la entidad de crédito.
En los encuentros entre los auditores y los supervisores deben estar presentes
representantes del banco, excepto en los casos indicados en el párrafo 40; y debe ser
necesaria su conformidad para transmitir a la autoridad responsable de la supervisión

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copias de las comunicaciones del auditor a la dirección y de los informes que el mismo
pueda formular.
46. En tercer lugar, antes de concluir cualquier acuerdo con el supervisor, el auditor
debe tener en cuenta si pueden surgir conflictos de intereses. Si ello ocurre, deben ser
satisfactoriamente resueltos antes del comienzo del trabajo, normalmente obteniendo
aprobación previa de la dirección del banco para la realización del cometido acordado.
47. En cuarto lugar, los requerimientos de los supervisores deben estar específica y
claramente definidos en relación con la información requerida.
Ello significa que el supervisor debe, en la medida de lo posible, describir en términos
cuantitativos las normas mediante las que puede medirse el comportamiento del banco,
por ejemplo, estableciendo los niveles mínimos de ratios que debe cumplir, de manera
que el auditor pueda informar sobre si se alcanzan o no.
Si, por ejemplo, la información se solicita sobre la calidad de los activos crediticios, el
supervisor debe especificar que criterio debe utilizarse en la clasificación de los créditos
auditados de acuerdo con las diferentes categorías de riesgos.
Del mismo modo, cuando sea posible, debe buscarse un entendimiento entre los
supervisores y los auditores en torno al principio de empresa en funcionamiento.
48. En quinto lugar, las tareas encomendadas al auditor por el supervisor deben estar
incluidas en se competencia, técnica y práctica. Aquél puede, por ejemplo, ser requerido
para evaluar la medida en un banco depende de un prestatario o de actividades en un
país concreto, pero no debe hacerlo sin un claro y específico criterio que le permita
juzgar si un determinado nivel de dependencia es o no excesivo.
Además, la auditoría se lleva a cabo en determinados momentos y no de manera
continuada, por lo que, por ejemplo, no resulta razonable esperar que el auditor realice
una evaluación completa del control interno o que evalúe el cumplimiento del banco
con todas las reglas de supervisión, excepto si lo hace con un programa general de
trabajo en un determinado período de tiempo.
49. En sexto lugar, el trabajo que realice el auditor para el supervisor debe tener unas
bases racionales. Ello significa que excepto en circunstancias especiales, debe se
complementario de su cometido habitual de auditoría y que debe poder ser realizado de
manera más rentable o más expeditiva que si lo hubiera realizado el supervisor, debido a
las aptitudes especializadas del auditor o a causa de que con ello se evita la duplicidad.

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50. Finalmente, algunos aspectos del secreto profesional deben ser protegidos, en
especial la confidencialidad de la información obtenida por el auditor en sus relaciones
profesionales con otros clientes y no disponible para el banco o el público.

Ámbitos concretos en los que puede ampliarse el papel del auditor


51. La manera en que puede entenderse el papel del auditor depende del contexto
nacional en el que se desarrolle la función supervisora. Por ejemplo, si ésta tiene una
postura activa, con inspecciones frecuentes y rigurosas, el apoyo solicitado del auditor
normalmente será mínimo. Si, por el contrario, la supervisión es tradicionalmente
menos intensa, basada especialmente en el análisis de la información suministrada por
la dirección de los bancos a los supervisores, más que en la inspección, o si los recursos
disponibles son limitados, los supervisores pueden aprovechar el apoyo que pueda
ofrecerles el auditor al suministrar su opinión sobre la fiabilidad de la información
obtenida.
52. En la actualidad, sin embargo, pocos países practican la supervisión de manera que
no contengan elementos de ambos tipos. En la medida en que aumenta la complejidad
de los bancos, la inspección absorbe cantidades crecientes de recursos en el marco de
las actividades de supervisión.
Las autoridades supervisoras que practican inspección, en consecuencia, tienen que
confiar cada vez más den la información que les suministran los bancos y buscar el
apoyo de los auditores en aquellas áreas en las que sus grandes aptitudes son
aprovechables.
53. En los casos en que los supervisores se han apoyado hasta el momento en el análisis
de los criterios de prudencia con que se elabora la información, suele admitirse también
que su examen "in situ" proporciona una deseable, seguridad. En estos países, en
consecuencia, los supervisores confían de manera creciente en los auditores como apoyo
en la realización de tareas concretas.
54. Entre los ejemplos de las tareas específicas de supervisión en las que puede estar
indicada la actuación de los auditores se encuentran los siguientes:
— la verificación de la información suministrada por los bancos a los supervisores; en
determinados países, éstos últimos pueden considerar de interés solicitar de los bancos
que obtengan del auditor su opinión sobre si esta información se ha obtenido
adecuadamente a partir de los registros del banco;

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— la evaluación de los sistemas de información y control del banco en relación con los
criterios suministrados por el supervisor; con el aumento de la complejidad y del
volumen de las transacciones, y con el incremento de la utilización de sistemas
informáticos, la necesidad de adecuados sistemas de control resulta cada vez más
imperativa.
— la expresión de una opinión sobre la idoneidad de las políticas contables,
especialmente en relación con las provisiones derivadas de pérdidas potenciales. Los
supervisores, cada vez en mayor medida, buscan el asesoramiento de los auditores para
verificar si las políticas contables seguidas son las adecuadas y si los criterios relativos a
los créditos dudosos son los apropiados; y
— el examen de los registros contables y de los sistemas se control relativos a las
actividades fideicomisarias del banco (incluida la custodia de bienes en depósito) en los
países en los que tales áreas no se consideran partes inherentes a las funciones normales
de auditoría. Cuando el volumen de las actividades de este tipo es significativo en el
contexto del tamaño del banco, los supervisores están interesados en asegurar que tales
operaciones están adecuadamente separadas de las propias del banco y que se aplican
los adecuados controles para evitar fraudes o apropiaciones indebidas.
55. En aquellos países en los que auditores y supervisores han mantenido relaciones
estrechas durante un largo período, se han establecido las bases para la confianza mutua
y existe amplia experiencia en estas cuestiones, de modo que ambos se benefician
mutuamente del trabajo del otro. La experiencia de tales países indica que los posibles
conflictos de intereses que, en principio, pueden haber percibido los auditores, tienen en
la práctica menos importancia y que no suponen un obstáculo para un diálogo fructífero.

Necesidad de un diálogo continuo entre y la profesión de auditoría


56. Si los supervisores encuentran ventajas constantes en el trabajo del auditor, deben
confiar en la profesión de auditoría en su conjunto en relación con las áreas que
constituyen actualmente el núcleo del interés de los supervisores. Probablemente ello
pueda conseguirse de manera más eficaz mediante cambios de impresiones periódicos, a
nivel nacional, entre las autoridades responsables de la supervisión y los organismos
profesionales en el ámbito de la auditoría. Tal cambio de impresiones puede referirse a
áreas de interés mutuo, por ejemplo el tratamiento de reclamaciones en países con alto
nivel de endeudamiento. Normalmente resultará de notable interés para los auditores, en

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cuanto a su posibilidad de formarse un juicio adecuado, el conocimiento de la actitud de
las autoridades supervisoras sobre tales cuestiones.
En el curso de estos intercambios de puntos de vista, los supervisores pueden tener
también la oportunidad de expresar sus opiniones sobre las políticas contables y sobre
las normas de auditoría, tanto generales como relativas a procedimientos específicos.
Ello puede ayudar en la aplicación de las normas generales de auditoría a los bancos.
También es conveniente que las organizaciones representativas de estas entidades se
involucren en estos debates, como medio de asegurar que se tienen en cuenta los puntos
de vista de todas las partes interesadas.
57. El intercambios de puntos de vista entre las autoridades responsables de la
supervisión y las instituciones profesionales de auditoría puede también resultar de
utilidad si se refiere a avances en el campo de la auditoría a determinados problemas
contables, tales como las técnicas más adecuadas en el caso de nuevos instrumentos
financieros o de cualquier otra innovación financiera. Estos debates pueden ser de
utilidad en la búsqueda de las políticas contables más adecuadas a las circunstancias.
58. Tanto las autoridades responsables de la supervisión como la profesión contable
están interesados en asegurar que existe uniformidad entre los diferentes bancos en la
aplicación de las adecuadas políticas contables.
Los responsables de la supervisión con frecuencia pueden ejercer una mayor influencia
sobre los bancos en la consecución de la necesaria uniformidad, dados sus poderes
legales o reglamentarios, mientras que los auditores normalmente deben controlar la
adecuada aplicación de tales políticas.
El diálogo continuo entre las instituciones responsables de la supervisión y la profesión
contable puede, en consecuencia, contribuir de manera significativa a la armonización
de las normas contables en el ámbito internacional.

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