La planificación es una acción, o un proceso, inherente a la condición humana, donde
su propósito es reducir o controlar la incertidumbre y reducir la connotación central de prever el futuro y lo hará para las actividades más elementales y para los más importantes proyectos. La planificación responde, de una forma simple y práctica a varios interrogantes. ¿Qué hacer? ¿Para qué y por qué hacerlo? ¿Cómo hacerlo? ¿Cuándo? ¿Con qué y con quién hacerlo? La planificación en salud consiste en la valoración razonada de una serie de circunstancias: geográficas, demográficas económicas, jurídicas, políticas y epidemiológicas; con el fin de concretar las decisiones sobre la cantidad, calidad y tipo de recursos de salud, que deban ofertarse, para cubrir una demanda o necesidad de una población o comunidad, o, para solucionar un problema de salud, en un momento o período determinado. Niveles de planificación Para hablar de realización de un proceso de planificación en salud, debemos establecer en qué nivel estamos dado que puede ir desde la simple preparación de los recursos necesarios para atender un paciente, a través de una consulta médica o hasta adquirir un nuevo equipo para tratamiento o para apoyo de diagnóstico. Por eso contamos con 3 niveles de planificación en salud que son: el nivel macro, nivel intermedio y nivel micro. La planificación a nivel macro comprende todo el conjunto de un país, que les permite a los gobiernos o rectores de la acción socioeconómica alcanzar un mayor desarrollo y bienestar. En el nivel intermedio quienes planifican son los agentes políticos y sociales, los cuales lo hacen para instrumentar un proyecto nacional o territorial de desarrollo. El nivel micro de la planificación sectorial se refiere a las unidades productivas o empresas de servicios a nivel institucional, que debe actuar en el escenario trazado por la macro global. El papel del estado en la planificación de los servicios de salud La razón de ser, o misión del Estado, es mejorar el nivel de desarrollo socioeconómico y lograr mayores niveles de bienestar para la población de un país. Para poder conseguirlo, debe reconocer que hay diferencias socioeconómicas entre sus habitantes, y debe por lo tanto tratar de disminuirlas, y es allí cuando actúa a través de la redistribución del ingreso, en bienes y servicios. Y esto implica el cobro de impuestos o contribuciones a quienes más tengan o ganen, el Estado invierte dichos recursos para proveer los bienes y servicios básicos que la población más pobre no está en condiciones de adquirir. Existe un papel que es indelegable en cualquier sistema político, que le da la legitimidad al estado, y es el de establecer las normas que orienten los procesos económico-sociales y es el papel normatizador. Y cundo se limita exclusivamente a ejercer dicho papel se le conoce como Estado no intervencionista. Cuando el estado actúa adicionalmente como prestador de servicios, como agente industrial o financiero, hablamos del Estado intervencionista. El sistema político genera el modelo de desarrollo económico y social, el cual oscila entre un mercado libre con apertura a la entrada de productos del exterior, de gran predominio en Latinoamérica y el Caribe, impulsado por las corrientes socioeconómicas neoliberales, y un mercado inexistente, o sea que es el Estado el que provee a los habitantes de todos los servicios y bienes necesarios. Del modelo de planificación global, depende la planificación sectorial de salud El poder enfrentar nuevos eventos transmisibles o la reaparición de otros que se presumían superados, que adquieren características de pandemias que se desplazan y afectan la salud colectiva, los desastres naturales y los pactos internacionales como los de antitabaquismo, ha exigido lo planificación coordinada entre naciones de campañas y proyectos, con el liderazgo o la convocatoria de las Organizaciones Internacionales de todo tipo. Los países de Latinoamérica y del Caribe a la par que han adoptado esquemas, con Estados reguladores y con un modelo de planificación global subsidiario, también han entrado en un tipo de Estado descentralizado a nivel territorial, transfiriendo el mayor poder al municipio, al departamento, a la provincia, a las regiones y a los condados. Dicha descentralización opera en lo político, lo administrativo y lo fiscal, con elementos como elección popular de sus gobernantes, o responsabilidad y competencia en la prestación de servicios de educción, salud y saneamiento público, etc. Es por esto que la planificación sectorial ha evolucionado de un esquema centralizado a nivel nacional, cuyo actor principal era el Estado-gobierno, a través del Ministerio de salud a un esquema descentralizado, normalizados por los gobiernos nacionales, pero orientado por los gobiernos territoriales, con una mayor participación de la comunidad, como agentes sociales.