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EL CONFLICTO ES MI VOCACION1
Con esa vocación, entonces, ¿se moriría de tedio un país nórdico? Ríe, y apenas
si lo piensa dos veces: “Estaría conciliando conflictos matrimoniales”, dice Alberto
Merlano Alcocer, un hombre que no revela sus 56 años entre pecho y espalda,
pero si su origen caribe, de Sincelejo. Su gracia mayor es la de haber armado una
teoría sobre el conflicto y la conciliación, con la fe y la disciplina de su alma de
cura; con una entrega tan apasionada, que hace ya doce años maneja uno de los
puestos más bravos del país: el de vicepresidente administrativo de ECOPETROL,
es decir, vérselas todos los días con la beligerante Unión Sindical Obrera, en una
zona, el Magdalena Medio, donde se cruzan todos los cables: la subversión, las
Fuerzas Armadas, los paramilitares, la huelga, los desaparecidos, los
secuestrados, las amenazas de muerte y, en efecto, los crímenes.
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Reportaje realizado por Sergio Otálora, publicado por la revista EL MUNDO AL VUELO de
AVIANCA, número 226 de Noviembre 1997.
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Tal vez por no serlo. Mis mejores amigos, en el colegio, en la universidad, eran los
conflictivos. Yo era una de las pocas personas con las que ellos podían tener una
relación normal. De hecho, cuando ellos peleaban con sus novias yo las recogía,
me convertía en el conciliador, el que trataba de levantarle la moral a la
abandonada.
Creo que todos los he podido manejar. No tengo enemigo serio en ninguna parte,
ni relaciones tirantes con nadie. Otra cosa es que se puedan establecer relaciones
profundas con una persona con la que haya tenido conflictos. Me precio de no
tener confrontaciones, aun en ECOPETROL, que es bastante difícil. Tengo mis
enemigos, esos que lo ven a uno malintencionado o maquiavélico, pero ellos no se
declaran abiertamente como tales.
Entre los años 1992 y 1994 hubo una confrontación aguda, pero en estos tiempos
ha bajado a raíz de medidas ejecutadas como la protección de los trabajadores y
de los directivos, y de la iniciativa que se tomó en el desplazamiento de la gente
amenazada de muerte; también la USO se apersonó de los programas de paz en
el Magdalena Medio, con un congreso en el que participaron el sector petrolero,
los obreros y grupos de guerrilla que se comunicaron a través de la radio; se puso
a funcionar la comisión mixta de derechos humanos, es decir, los trabajadores y la
administración hemos realizado una labor conjunta para tratar de construir un
clima de paz y servir de intermediarios entre la guerrilla y el gobierno para sacar al
petróleo de la guerra. La idea no es tan enredada: se trata de que la insurgencia
no la ataque, para destinar parte de los recursos que se van en defensa, en
acciones sobre los desplazados por la violencia. Implica, además, la
desmovilización del ejercito y de la guerrilla.
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Pero esto es un vaivén: un día parece que hay acercamiento, y otro se rompe
la comunicación y quedamos en ceros...
Para llegar a la paz en Colombia ¿Es inevitable una presión militar de las
Fuerzas Armadas?
El estadista, el que maneja la guerra al más alto nivel, debe estar exento de odio.
Es entendible que quien está en el monte echando bala, odie, porque si no, puede
titubear al disparar, y morir. Todo karma, dicen los orientales, debe ser vivido para
que se acabe. Eso ocurre con la guerra y el odio: deben ser experimentados para
demostrar su inutilidad. No creo que en un país como el nuestro se pueda manejar
la guerra con alguien que crea que la solución del problema sea la aniquilación
del otro.
EL SINDROME DE ESTOCOLMO
Muchos dicen que sí. Yo también lo creo. Desde una perspectiva más positiva, la
comprensión del otro se asocia con el amor, jamás se le puede ir a uno la mano
amando al otro, pero desde el punto de vista social, de pronto el exceso de una
tendencia puede ser negativo.
Mi padre era muy cálido, mi mamá era la que impartía la disciplina, dentro de un
esquema muy costeño: la matrona que premia y castiga: el padre adopta una
posición distante, el mío actuaba así, pero era muy amoroso.
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¿Cómo es eso de poner la otra mejilla, así las agresiones sean cada vez
peores?
Gandhi decía que la no-violencia es para los que no temen morir. No es una
prédica para el que no esté preparado. Es para aquellos que tenga un nivel de
conciencia que les permita estar dispuestos a morir antes que matar.
TIRO AL YANG
Sigo siéndolo. Estuve en el seminario, sigo teniendo una vocación de lucha por la
transformación de la sociedad, el objetivo es claro, tanto ayer como hoy, pero la
ideología cambió. Hay más flexibilidad, menos dogmatismo. Soy un creyente pero
de otro tipo. Tengo una filosofía basada en las ciencias naturales, no se trata de
que estas prueben a Dios, sino que la visión científica sea compatible con una
concepción espiritual del mundo.
Pero es que el ying y el yang de Merlano. Y él, como buen conocedor del alma
humana, sabe que a la final nadie en este mundo, ni el más cuerdo de los
mortales, está más allá del bien y del mal.