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Los 69 albergues públicos con que cuenta el Camino de Santiago están gestionados por la empresa de

Florentino Pérez, la cabeza de la constructora ACS, el grupo que ha sido el mayor adjudicatario de servicios
en Galicia y cuya filial, Clece, gestiona estos alojamientos para peregrinos.

Green Capital Power, capitaneada por el yerno de Florentino, ha paralizado con sus denuncias un Plan Eólico
que repercutía en empresas y cooperativas del sector productivo de carácter mediano no monopolista como
Feiraco o Cortizo. A principios de año, GCP ya controlaba la quinta parte de la energía eólica que se produce
en Galicia, y en aumento. Tienen previsto levantar 17 parques eólicos en Galicia.

En cuanto a obra pública, ACS llegó en 2014 a tener 68 millones de euros de negocio, aunque hoy en día no
llega a 7 millones, y compite con Acciona, y otras tres o cuatro empresas de la burguesía gallega. Lo cierto es
que el 20% de la obra pública la gestionan cuatro empresas que cada año se turnan en la cabeza del rankin.

El proceso de monopolización es creciente, asfixia las posibilidades de desarrollo local, comarcal, y


provincial. Hay que tener en cuenta que cada pregrino genera un 18% más de empleo que cualquier otro tipo
de turista. El Camino genera 61 mil millones de euros al año. Además hay que tener en cuenta que es un tipo
de turismo con futuro. Más del 80% de los caminantes volverán en el futuro como turistas. Este es el pastel
que está en juego, y este es el tejido que Florentino quiere devorar en su contienda de competencia
monopolista en Galicia. Y ya de paso, por el camino, se nos lleva por delante a todas las pymes que lo hemos
puesto en pie.

Consideramos que la única política posible para preservar el Camino de la voracidad de las grandes empresas
y monopolios es la de una Ley antimonopolio que favorezca la competencia empresarial, y elimine los
abusos monopolistas. Para los caminantes, porque los 6 euros que cuesta la noche en el Camino pueden
quedarles poco tiempo de vida, así como a los puestos de trabajo que dependen de él. Y para los gallegos de
las comarcas afectadas, que verán como sus condiciones de vida se degradan, bien porque pierden sus
puestos de trabajo o sus medios de vida, bien porque se ven obligados a trabajar en condiciones precarias
para un monopolio como ACS o Acciona. Y ya sabemos cómo se las gastan.

Necesitamos una Ley antimonopolio que potencie las pymes y el cooperativismo, y que, aplicada en un
ámbito como el del Camino, potenciará el crecimiento del tejido productivo y el tejido social, eliminando el
tapón que suponen empresas como ACS para el progreso de nuestra tierra.

Si además, esto lo combinamos con un plan de reindustrialización de Galicia y una correcta política de
desarrollo del mundo rural, el Camino puede convertirse en una fuente de creación de riqueza y empleo en
manos de los gallegos, y no de los acuerdos que se firma en el palco del Real Madrid Florentino Pérez, a
quien sabemos que asesoran los expertos de la banca norteamericana, JP Morgan.

Durante los años de crisis hemos visto como una parte de las riquezas del país pasaban de los trabajadores y
las empresas a los bancos y monopolios, especialmente a los extranjeros. Defender el Camino y otro modelo
productivo para Galicia, es defender nuestros puestos de trabajo, nuestros medios de vida, y la capacidad de
de Galicia para crear riqueza y empleo con nuestros propios recursos.

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