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Dinastías del imperio Romano

Dinastía Julio-Claudia (27 a. C.-69 d. C.)

Artículo principal: Dinastía Julio-Claudia

Expansión romana a partire de la época Republicana, dentro de Italia (rojo) hasta el 218 a. C., 89 a.
C. (rosa), 44 a. C. (naranja), desde 14 d. C., ya en época Imperial (amarillo), y 117 d. C. (verde).

Los sucesores de Augusto no demostraron ser especialmente dotados, lo que evidenciaba las
debilidades de un sistema dinástico hereditario. Tiberio, Calígula y Nerón fueron especialmente
despóticos e incluso se dejaron llevar por excesos que pusieron a prueba la fortaleza del sistema
consolidado bajo la administración de Octavio.

Dinastía Flavia (69-96 d. C.)

Artículo principal: Dinastía flavia

Esta dinastía de emperadores sobresalió en el aspecto de la administración y la construcción.


Mantuvieron protegidas las fronteras mediante campamentos militares y otorgaron derechos de
ciudadanía latina y romana a los habitantes de algunas ciudades de los territorios provinciales del
imperio.

Dinastía Antonina (96-180 d. C.)

Artículo principal: Dinastía Antonina

Mayor extensión

Mapa del Imperio hacia el año 117 d. C. (arriba) y 150 d. C. (abajo), cuando alcanzó su mayor
extensión.

Los llamados «Cinco Buenos Emperadores» llevaron Roma a su culmen territorial, económico y de
poder: Nerva; Trajano, nacido en el seno de una de una familia de antiguos colonos itálicos
asentados la provincia de Hispania Baetica;3 Adriano, querido emperador que realizó grandes
reformas y visitó numerosas partes del Imperio; Antonino Pío; y Marco Aurelio (junto con Lucio
Vero), pensador a la par que defensor de las fronteras.

Dinastía Severa (193-235 d. C.)


Artículo principal: Dinastía Severa

Crisis del siglo iii (235-284)

Artículos principales: Crisis del siglo III y Emperadores ilirios.

El Bajo Imperio (284-395)

Esta sección es un extracto de Bajo Imperio romano[editar]

El emperador Rómulo Augusto, hijo del general Flavio Orestes, fue ascendido a emperador por su
padre. La presión de los hérulos reclamando las tierras en el centro de la península itálica provocó
la caída de Rómulo cuando contaba con 15 años de edad. En su lugar, el general de los hérulos,
Odoacro, reclamó el trono de Italia (476), confinando a Rómulo en Lucullanum, el Castel dell'Ovo,
en el golfo de Nápoles.45

El Bajo Imperio romano es el período histórico que se extiende desde el ascenso de Diocleciano al
poder en 284 hasta el fin del Imperio romano de Occidente en 476.

Tras los siglos dorados del Imperio romano (período denominado Paz romana, que abarca los
siglos I a II), comenzó un deterioro en las instituciones del Imperio, particularmente la del propio
emperador. Fue así como tras las malas administraciones de la Dinastía de los Severos, en
particular la de Heliogábalo, y tras el asesinato del último de ellos, Alejandro Severo, el Imperio
cayó en un estado de ingobernabilidad que se denomina Crisis o Anarquía del siglo III. Entre los
años 238 al 285 hubo 19 emperadores, ninguno de los cuales murió de muerte natural, y que
fueron incapaces de tomar las riendas del gobierno y actuar de forma coordinada con el Senado,
por lo que terminaron por sumir a Roma en una verdadera crisis institucional. Durante este mismo
periodo comenzó la llamada «invasión pacífica», en la que varias tribus bárbaras se situaron, en un
principio, en los limes del imperio debido a la falta de disciplina por parte del ejército, además de
la ingobernabilidad emanada del poder central, incapaz de actuar en contra de esta situación.

En paralelo a esta crisis política se desarrolló una profunda crisis económica, caracterizada por una
gran inflación y un declive de la agricultura, la industria, el comercio, el medio urbano y el sistema
esclavista. Los períodos donde se intentó restablecer el orden, tales como el Dominado del siglo
IV, introdujeron cambios políticos y económicos muy importantes en la administración y gobierno
del Imperio, tales como la instauración primeramente de la tetrarquía, aunque la consiguiente
división territorial del Imperio en el Imperio romano de Occidente, cuya decadencia aquí se
estudia, y el Imperio romano de Oriente, que sobreviviría 1000 años más. No obstante, el hecho
más relevante de este período de inestabilidad fueron las llamadas invasiones bárbaras, en las que
los bárbaros del norte irían paulatinamente infiltrándose a través de los limes del Imperio, en una
sucesión de guerras fronterizas e invasiones que acabarían por destruir al Imperio: las fronteras
imperiales, privadas de la vigilancia de antaño, se convirtieron en auténticas puertas por donde
penetraron impunemente las tribus bárbaras. Las más audaces fueron los pueblos germánicos,
especialmente los francos y los godos, que arremetieron contra el imperio, atravesando la frontera
de los ríos Rin y Danubio, hasta provocar su colapso.

La tradición occidental ha considerado que el Imperio romano desapareció como entidad política
el 4 de septiembre del año 476, cuando Rómulo Augusto, el último emperador del Imperio romano
de Occidente, fue depuesto por el bárbaro Odoacro. Roma ya había sido saqueada previamente
por Alarico I en el 410, y no quedaba prácticamente nada del orden romano original; Rómulo
Augusto ni tan siquiera gobernaba sobre todos los territorios que habían correspondido al Imperio
de Occidente.

Tradicionalmente se sitúa en el año 476 como fecha que marca definitivamente la caída del
Imperio romano e inicio de la Edad Media, debido a que a partir de esa fecha nadie reclamó el
título de emperador de Occidente, y porque, caída la propia Roma, resultaba paradójico que el
propio Imperio romano pudiera seguir existiendo. Sin embargo, muchos historiadores cuestionan
esta fecha, haciendo notar que el Imperio romano de Oriente pervivió hasta la caída de
Constantinopla el 29 de mayo d

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