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Primera sesión

¿QUÉ ES LA
ADOLESCENCIA?

Objetivo

Al finalizar esta sesión podrás discutir las imágenes mediáticas de la adolescencia y


construir una definición de esta etapa del ciclo vital con sustento en la investigación
que facilite la aproximación a tus estudiantes de secundaria.

Actividades previas

1. Anota tres palabras que definan la adolescencia.

2. ¿Qué opinas sobre las siguientes frases?


“La adolescencia es la etapa de la rebeldía”
“La adolescencia es la etapa de los complejos”
“La adolescencia es la etapa de los exabruptos emocionales”
“Los adolescentes son inmaduros e impulsivos, no piensan antes de actuar”

3. ¿Qué recuerdas de tu adolescencia? ¿Cómo definirías a tus amigos y


amigas adolescentes? Cuando eras adolescente, ¿qué recuerdos tienes
de lo que te decían los adultos?

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1. ¿Hemos inventado la adolescencia?

Aunque nos resulte difícil de imaginar, la adolescencia no ha existido desde siempre


ni en todas partes del mundo; por el contrario, la adolescencia como etapa del ciclo
vital ha sido construida en un un contexto y momento histórico determinados (Papalia,
Wendkos y Duskin, 2011). De hecho, su existencia es relativamente reciente y se
asocia a sociedades urbanas occidentales e industrializadas (Craig y Baucum, 2009)
que postergan la entrada al mundo adulto para la reproducción del orden social y
mantienen a los menores de la comunidad en espacios formativos como las escuelas o
universidades. En ese sentido, la existencia de la adolescencia se encuentra muy ligada
a la escolaridad, al desarrollo y expansión de la educación secundaria.

En muchas partes del mundo (en ciertos grupos étnicos africanos o amazónicos, en
algunas sociedades preindustriales o campesinas), los niños y niñas entraban (y entran)
rápidamente en el mundo adulto al madurar físicamente o cuando comienzan a
desempeñarse como aprendices en algún oficio o vocación (Papalia et al., 2011). En
algunas colectividades, el paso de la niñez a la adultez está simbolizado en ritos de
transición, como ceremonias simbólicas, cambios de nombre o desafíos físicos que están
seguidos de uno o dos años de aprendizaje de roles adultos y a los 16 o 17 años estos
roles se asumen sin más (Craig y Baucum, 2009).

Sin embargo, desde hace un par de siglos, el cada vez más exigente mercado
laboral requiere de personas con mayor instrucción (Arnett, 2007). En consecuencia,
la preparación para la adultez se dilata y el periodo entre la niñez y la adultez al que
llamamos adolescencia se extiende y complejiza, adquiriendo características propias
que estudiaremos ampliamente en las siguientes sesiones. En palabras de Kett (1993):

“En Europa y América la adolescencia pasó prácticamente


inadvertida como etapa de la vida hasta mediados del siglo XIX.
En la segunda mitad del siglo, se la descubrió gradualmente, pero
este proceso de descubrimiento entra un elemento de invención
en el sentido de que, aunque los cambios sociales arrojaron nueva
luz sobre los años de la adolescencia como fase definida del ciclo
vital, los rasgos psicosociales atribuidos a los jóvenes estaban
imbuídos de los valores de los psicólogos, educadores, y padres
de clase media” (p. 664).

2. ¿La adolescencia como problema?

En el imaginario existen estereotipos muy claros y poco esperanzadores sobre la


adolescencia que, además, siguen extendiéndose a través de medios de comunicación
masiva. La adolescencia suele asociarse con conductas de riesgo sin razón aparente,
a estados intensos de ira o tristeza y es considerada, por excelencia, la edad de los
problemas psicológicos.

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¿Cuál es el origen de esta manera de entender la adolescencia? La idea de la
adolescencia como época de rebeldía se remonta a inicios del siglo pasado, con el
surgimiento de la teoría planteada por Hall (1904), quien afirmaba que los jóvenes, en su
intento de ajustarse a las exigencias de la vida adulta, pasaban un periodo de “tormenta
y estrés” (del inglés “storm and stress”). Este autor proponía que la adolescencia era una
etapa turbulenta, llena de conflictos y en la que el estado de ánimo sufre alteraciones
(Santrock, 2006).

Sin embargo, esta mirada de la adolescencia surgió de estudios con adolescentes


problemáticos, es decir, un segmento con características muy particulares que
seguramente tenía elevados niveles de estrés; pero que no era representativo de
la población adolescente. Pasando por alto esta consideración, los resultados se
generalizaron, diseminando ideas que no reflejan los verdaderos retos de la adolescencia
y que no permiten construir una mirada auténtica de la complejidad de esta etapa.
Lamentablemente, esta imagen de la adolescencia circula hasta el día de hoy y sigue
extendiéndose por los medios de comunicación masiva, que no brindan una imagen
objetiva de la adolescencia (Feldman y Elliot, 1990). En el Perú, por ejemplo, 34% de las
menciones en medios de comunicación impresos sobre los y las adolescentes se refiere
a ellos y ellas como infractores de la ley (UNICEF, 2018).

Denominaremos “mitos” a este tipo de ideas sobre la adolescencia; es decir, aquellas


que no tienen suficiente sustento científico o que son producto de malas lecturas de
la evidencia. A lo largo de este curso, intentaremos derribar algunos de los mitos más
difundidos. Las investigaciones de Hall y la imprudente generalización de sus hallazgos
han consolidado dos mitos sobre la adolescencia que, por desgracia, siguen vigentes:

Mito número 1
La adolescencia es una etapa
de dolor, rebeldía y sufrimiento.

Mito número 2
La adolescencia es un
fenómeno universal ya que está
determinada biológicamente.

Los llamamos “mitos de origen” porque fundan el campo de la adolescencia; es decir


nacen junto con las primeras aproximaciones a teorizar en torno a la adolescencia.

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Ahora bien, en los años 20, Margaret Mead (1928) realizó estudios con adolescentes de
Samoa, un conjunto de islas ubicadas en la Polinesia. Encontró que los y las adolescentes
de este contexto difícilmente exhibían los signos de estrés y conflicto de sus pares
occidentales de esa época. Por el contrario, mostraban relaciones sociales armónicas,
exploraciones sexuales desinhibidas, libres de culpa, temor y sanciones sociales. Tenían
relaciones bastante amables y exentas de conflicto con sus padres y madres y con
otros adultos de la comunidad. ¿Entonces? Si la adolescencia, como decía Hall, estaba
determinada biológicamente, todos los adolescentes deberían ser iguales en todas
partes del mundo. Estos hallazgos permitieron cuestionar que la rebeldía, la tormenta y
el estrés son propios de esta etapa y, más importante aún, permitieron establecer que la
adolescencia varía culturalmente. Para reforzar esta idea, Offer et al. (1988 en Santrock,
2006) realizaron una investigación con adolescentes de distintas partes del mundo como
Estados Unidos, Israel, Italia, Turquía y Alemania, por mencionar algunas. En este estudio,
se encontró que el 73% de los participantes tenía una imagen positiva de sí, se sentían
alegres la mayor parte del tiempo, valoraban el colegio y el trabajo, se consideraban
capaces de controlarse y tenían un buen vínculo con sus familias. Nuevamente, estos
hallazgos nos permiten derribar los mitos 1 y 2 sobre esta etapa.

Entonces: No hay tormenta ni hay estrés. Como se mencionó al principio, la


adolescencia es un fenómeno reciente en sociedades occidentales urbanas que
postergan la entrada a la adultez (Valsiner, 2000). Ella emerge como un fenómeno,
sobre todo del siglo XX, originado por la segregación por edad durante la escolaridad,
lo cual es reciente en las sociedades occidentales urbanas que posponen el ingreso
al mundo adulto.

3. ¿Qué define la adolescencia?

Ahora bien, ¿qué es la adolescencia? Es una etapa de muchos cambios a varios


niveles: físico, emocional, psicológico, social, mental, del crecimiento y cerebral que
ocurren simultáneamente y en un periodo corto de tiempo que toma diferentes formas
de acuerdo con el contexto cultural de cada adolescente. Los cambios demandan
una adaptación tanto por parte del adolescente como por parte de su entorno
(Pease e Ysla, 2015). La gran cantidad de cambios simultáneos sitúan al adolescente
en una posición vulnerable psicológicamente; es decir, algunos adolescentes tendrán
más dificultades que otros para lidiar con todos estos cambios y adaptarse a ellos y
necesitarán más apoyo de un ambiente sensible a sus necesidades (Craig y Baucum,
2009; Papalia et al., 2011).

Para tener una idea de la complejidad de esta etapa, podemos comparar lo que
sucede en la adolescencia en la siguiente situación. Imaginemos que tienes un nuevo
trabajo. Ello despertará mucho entusiasmo y dará lugar a muchas expectativas; pero
también surgirán miedos y muchas preguntas sobre cómo será el nuevo lugar. Te
preguntarás seguramente si te sentirás a gusto, si tus expectativas serán satisfechas.
Imagina que, además, en tu primer día de trabajo, te mudas, lo cual trae consigo
mucha alegría; pero también el estrés propio de la adaptación a un nuevo espacio.
Imaginemos que también ese mismo día decides cambiar radicalmente tu apariencia.

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¿Cómo crees que te sentirías ese primer día de trabajo? Probablemente abrumado,
confundido, con muchas preguntas en la mente. La adolescencia es algo así como
ese primer día en el que suceden muchos cambios simultáneamente en lo biológico,
cognitivo, emocional y social. Todos estos cambios demandan enfrentarse a situaciones
para las que nuestra mente no está preparada porque tiene pocos saberes previos
y esquemas para resolverlos. La vulnerabilidad psicológica de los y las adolescentes
puede entenderse como esa sensación al final de ese primer día de trabajo: la
sensación de que están pasando muchas cosas al mismo tiempo y la incertidumbre
de no saber si uno podrá con todo.

4. Lo biológico y lo cultural en la adolescencia

Si bien el inicio de la adolescencia está marcado biológicamente por los cambios


puberales (Papalia et al., 2011), su vivencia, su devenir y el fin de esta etapa está pautado
culturalmente; esto es, no existe un único criterio para determinar cuándo se deja de ser
adolescente (Valsiner, 2000). La manera como se viva la adolescencia y el cuándo esta
termina dependerán de las expectativas de cada colectividad (Rogoff, 2003). Además,
los y las adolescentes no solamente cambian de un contexto a otro, sino que la vivencia
de la adolescencia también cambia en el tiempo.

Por eso Perinat (2003) plantea que no es posible entender la psicología adolescente sin
un análisis sociohistórico del contexto en el cual se desenvuelve dicha adolescencia.
Es decir, los y las adolescentes que tenemos hoy en nuestras aulas serán distintos de
quienes fuimos nosotros y nosotras como adolescentes y serán distintos de sus hijos e hijas
cuando estos sean adolescentes. Esta es una consideración que no podemos pasar por
alto, sobre todo, cuando escuchemos o digamos frases como “los y las adolescentes
de ahora están cada vez peor, son más desobedientes, más egoístas”. Consideremos
que la adolescencia de nuestros días está en el marco de un contexto muy distinto,
con cada vez más requerimientos, una mayor tendencia a la globalización, lo cual
representa todavía más demandas para ellos y ellas (Santrock, 2006).

Entonces, la adolescencia no es una etapa de crisis,


patologías y rebeldía, sino una etapa llena de retos,
de toma de decisiones difíciles, de adaptación, de
reconstrucción de uno mismo y de búsqueda de un
lugar en el mundo, para lo cual los y las adolescentes
necesitan oportunidades y apoyo del mundo adulto.

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Síntesis:

● Contrario a lo que se difunde en los medios, la adolescencia no es una etapa


tormentosa, de rebeldía y estrés en la mayoría de los casos.

● La vivencia de esta etapa y la duración de la misma dependerá de las exigencias


de cada contexto cultural.

● La adolescencia es una etapa de cambios simultáneos a múltiples niveles donde


emerge un potencial que tendría que ser estimulado.

Para la acción

1. ¿Qué puedo hacer yo como docente para ayudar a poner en valor


las diversas maneras de vivir la adolescencia de acuerdo con las
particularidades culturales en las que se desenvuelven los y las
adolescentes?

2. Como hemos visto, existen mitos en torno a la adolescencia, ¿cuáles otros


mitos creo que tengo yo sobre la adolescencia? ¿Cómo puedo ayudar
desde mi trabajo en el aula a hacer visibles esos mitos y evitar que se
reproduzcan?

3. Vuelve a tus respuestas de las preguntas 1 y 2 de las actividades


previas. ¿Cambiarías alguna de tus respuestas a partir de la discusión
que hemos tenido?

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Referencias

● Arnett, J.J. (2007). Suffering, Selfish, Slackers? Myths and Reality About Emerging Adults.
Journal of youth and adolescence,23 (1), pp. 23-29. doi: 10.1007/s10964-006-9157-z.

● Craig, G. y Baucum, D. (2009). Desarrollo psicológico. México: Pearson Educación.

● Feldman, S. y Elliot, G. (1990). At the Threshold. The Developing Adolescent.


Massachusetts: Harvard University Press.

● Hall, S. (1904). Adolescence: Its psychology and its relation to physiology, anthropology,
sociology, sex, crime, religion, and education (Vols. I & II). Englewood Cliffs, New Jersey:
Prentice-Hall.

● Kett, J. (1993). Descubrimiento e invención de la adolescencia. Journal of Adolescence


Health, 14(8), 664-672.

● Mead, M. (1928). Coming of age in Samoa. United States: William Morrow and Co.

● Papalia, D., Wendkos, S. y Duskin, R. (2011). Psicología del desarrollo. México D.F.:
McGraw-Hill.

● Pease, M. e Ysla, L. (2015). El potencial que emerge: cognición, neurociencia y


aprendizaje en adolescentes universitarios. En M. Pease, F. Figallo y L. Yzla (Eds.)
Cognición, neurociencia y aprendizaje. El adolescente en la educación superior
(27-69). Lima: Fondo Editorial PUCP.

● Pease, M., Cubas, A. y Ysla, L. (2012). Mitos y realidades sobre los adolescentes y sus
aprendizajes. Lima: MINEDU. Recuperado de http://www.minedu.gob.pe/DeInteres/

● Perinat, A. (2003). Los adolescentes en el siglo XXI. Un enfoque psicosocial. Barcelona:


UOC.

● Rogoff, B. (2003). The cultural nature of human development. New York: Oxford
University Press.

● Santrock, J. (2006). Psicología del Desarrollo. El Ciclo Vital. Madrid: Mc Graw Hill.

● UNICEF (2018). 10.5 millones de motivos para seguir trabajando. Recuperado de https://
www.unicef.org/peru/spanish/10.5_millones_de_motivos_para_seguir_trabajando_-_
Web.pdf

● Valsiner, J. (2000). Culture and Human Development. New York: Oxford SAGE.

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