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COMIENZO DE CICLO: Michelangelo Antonioni “Crónica de un amor”

Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,


30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“Crónica de un amor”
Título original: Cronaca di un amore
Año: 1950
Duración: 100 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Michelangelo Antonioni, Daniele d'Anza, Silvio Giovanietti, Francesco Maselli, Piero
Tellini
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Enzo Serafin (B&W)
Reparto: Lucía Bosé, Massimo Girotti, Ferdinando Sarmi, Franco Fabrizi, Gino Rossi
Productora: Fincine, Villani Film
Género: Drama. Romance | Drama psicológico
Sinopsis:
Un empresario maduro que ama apasionadamente a su joven y bella mujer, teme que lo
esté traicionando, por lo que decide vigilarla por medio de una agencia de detectives.
Cuando ella era estudiante estuvo perdidamente enamorada de Guido, un compañero de
clase que era el novio de su mejor amiga. Ópera prima de Antonioni. (fuente:
FILMAFFINITY)
Críticas:
Miquel Palma (Mallorca) (España)
Historia de Paola
“Primer largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007), que realiza tras 7
cortometrajes. El guión, de Michelangelo Antonioni, Danièle d’Anza, Silvio Giovanetti,
Francesco Maselli y Piero Tellini, desarrolla un argumento de M. Antonioni, que guarda
semejanzas con el de “The Postman Always Rings Twice” (1934), de James M. Cain
(1934). Se rueda en escenarios reales de Milán y Ferrara. Obtiene el premio Silver Ribbon
(Nardo d’Argento) a la mejor banda sonora. Producido por Franco Villani y Stefano Caretta
para Villani Film y Fincine, se proyecta por primera vez en público el 11-X-1950 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en Ferrara y Milán durante los meses del invierno de
1950. La joven Paola (Bosé), de 27 años, casada desde hace 7 años con Enrico Fontana
(Sarmi), un acaudalado industrial de la industria textil, recibe la visita de un antiguo
compañero de estudios y antiguo amante, Guido Garroni (Girotti), a raíz de una
investigación sobre su pasado que el marido, movido por los celos, ha encargado a una
agencia de detectives privados. El reencuentro revive el recuerdo de un hecho oscuro del
pasado. Paola, nacida en Revigo (no en Rávena), hija de un profesor del Liceo de Ferrara,
se ausentó de Ferrara a raíz de la muerte de una amiga, contrajo matrimonio durante la
guerra (1943) a los 20 años, y vive en Milán. Es elegante, caprichosa, gasta mucho en
vestir y no es feliz. El amor rutinario, un marido mucho mayor que ella y las diferencias de
intereses que los separan, la incomodan. Enrico es ingeniero, dirige un grupo de empresas
prósperas, dedica mucho tiempo al trabajo, está enamorado de Paola y es celoso. Guido
tiene la misma edad que Paola, es soltero, no se ha situado profesionalmente, es
vendedor “free lance” de coches y pasa apuros económicos.
El film suma drama, crimen, romance, misterio y análisis social. Se considera que forma
parte de la primera trilogía del autor junto con “La señora sin camelias” (1953) y “Las
amigas” (1955). En los tres films el realizador aplica el análisis propio del neorrealismo al
comportamiento de la burguesía. Prefigura la segunda trilogía (“La aventura”, “La noche”
y “El eclipse”), que da a conocer internacionalmente a Antonioni.
La película anticipa la temática de los trabajos posteriores. Muestra a los ricos como
personas insatisfechas, aburridas y hastiadas. Pone de manifiesto las dificultades de las
relaciones interpersonales. Presta especial atención a las barreras y obstáculos que
impiden las relaciones amorosas. Establece paralelismos entre los escenarios con el
estado de ánimo de los protagonistas. Ve a la burguesía egoísta, vanidosa, clasista,
desconsiderada, indolente, envidiosa, presa de celos, etc. Desvela la mediocridad de sus
ambiciones (defraudar a Hacienda, ostentación, fiestas insoportables...). No oculta el peso
de la fatalidad sobre el destino de las personas.”
Miquel
Servadac Madrid (España)
Ellas los prefieren… pero se casan con los ingenieros
“Al fin y al cabo, el enamoramiento pasa y el confort, económico y social, hunde sus babas
en el tiempo. Pero, ¿qué es una vida sin pasión sino el preludio soso de la muerte?
Así se encuentra Paola (Lucia Bosé) al comienzo de la cinta, cuando su marido, ingeniero,
madurito e industrial exitoso, y con menos sex-appeal que una mofeta, decide hacerla
investigar. Hay algo de tragedia griega en el hecho de que sea precisamente la puesta en
marcha de la investigación, lo que hace que Paola y Guido (Massimo Girotti) se
reencuentren, después de siete años. El marido, como Layo (padre de Edipo y rey de
Tebas), provoca lo que teme. El destino, en la vida y en el arte, se ríe de nosotros.
Paola, hasta entonces fiel (al menos en lo físico) se hace consciente de que la comodidad
y el lujo no le bastan. Ni le sobran. El drama está servido.
Este es, en esencia, el planteamiento de la historia.
Antonioni la convierte en un mecanismo cinematográfico perfectamente articulado. Señala
Noël Burch en su ‘Praxis del cine’ la maestría con que el italiano maneja en esta obra las
entradas y salidas de cuadro de los personajes, el preciso ballet entre el encuadre y los
actores, la belleza plástica de cada plano.
Para Burch, la estructura del film se basa en la disociación entre la imagen y el texto, lo
que se nos muestra y las palabras. Palabras que evocan, a menudo, el pasado o un
incierto porvenir. “En sentido anecdótico, no sucede prácticamente nada en la pantalla. Y,
sin embargo, si es verdad que no se trata de un film de acción, tampoco se puede afirmar
que se trate de un film «sin historia», puesto que el relato comporta dos muertes
violentas, un proyecto de asesinato e incluso una investigación policíaca.”
‘Crónica de un amor’ es un logro formal de primer orden.
La emoción, en esta cinta, me llega por la vía de lo que Claude Lanzmann llamaría un
vacío de la memoria. Me explico. Cuenta Lanzmann en su voluminoso tomo de recuerdos
‘La liebre de Patagonia’ que en la Prinz-Albrecht-Strasse y sus alrededores se encontraban
los edificios centrales del totalitarismo institucional nazi, en Berlín Este. El lugar fue
denominado «topografía del terror» por algún alemán desconocido. “Pensaba que si
quienes iban a proyectar y construir el nuevo Berlín estaban dispuestos a asumir su
responsabilidad ante la Historia, no deberían tocar ninguno de esos lugares, sino dejar un
vacío en el corazón de la ciudad, ese agujero que yo llamaba para mí un «trou de
mémoire»” Esta expresión, difícil de traducir en este contexto vendría a ser como un vacío
de la memoria. La palabra francesa “trou” (agujero) expresa intensamente la idea que
quiere transmitirnos Lanzmann en el texto. Algo así como una zona cero en la memoria
colectiva de Berlín.
Pues bien, en ‘Crónica de un amor’ también hay un vacío en la memoria de sus dos
protagonistas. Un vacío común, que configura todo el film. Se trata de Giovanna, un
ejemplar no personaje, es decir, un personaje que no llega a aparecer, pero cuyo vacío
impregna toda la película. Giovanna, prometida de él y gran amiga de ella, murió pocos
días antes de la boda, cayendo por el hueco de un ascensor. Por aquel entonces, Paola y
Guido ya se amaban; deseaban que ella desapareciera y no impidieron la caída. El suceso
aconteció años antes del principio de la acción que se nos muestra.
Siendo este el primer largometraje de Antonioni, ya se atisban aquí las líneas maestras de
su filmografía posterior: las calles se le vacían; los planos se le alargan; surge el problema
de la incomunicación –más allá de un trato superficial– entre los seres, de la insatisfacción
existencial; el paisaje –interior, exterior– es desolado.
Finalmente, el vacío se reabre –en clara simetría. La felicidad no puede cimentarse en el
abismo de una muerte deseada.”
Servadac
Chagolate con churros Altamont (España)
Trampantojo
“Mirado en perspectiva, "Crónica de un amor" o "Las amigas", son necesarias para que
Antonioni consiga en un futuro, adelgazar hasta lo imperceptible la trama y desdramatizar
su contenido. En Crónica el germen es más vaporoso puesto que existe una trama bien
marcada donde sus personajes interactúan según esta, y apreciamos una narrativa casi
clásica.
Cuando todo parece indicar que el nudo de la trama sigue los cánones establecidos de la
estructura decimonónica, Antonioni se muestra más interesado en las consecuencias que
en las causas. Las causas son evaluadas desde el prisma del tiempo, y el tiempo cincela
las consecuencias de estas causas en cada personaje. Quedan pues, personajes que más
que hastiados (epíteto ligado inevitablemente a los personajes de Antonioni), los
encontramos abatidos por las decisiones que tomaron o dejaron de tomar. El tiempo, ese
reloj imposible, fue el principal moldeador de las películas de Antonioni y su uso en la
trama siempre fue decisivo a pesar de que sólo en "El reportero" y en "Identificación de
una mujer" use el flashback. Avanzando en su filmografía, cuando ya no existe trama,
sólo quedarán las consecuencias y el tiempo como máximo juez.
Aún quedaba por precisar cuan de importante iba a ser el entorno en la filmografía del de
Ferrara, pero observamos desde su ópera prima como la escena ya comienza antes de
que llegue el protagonista y continúa, en no pocos momentos, una vez su protagonista
está ya fuera de campo mientras la cámara sigue a algún vehículo o a perdidos peatones.
Antonioni nos estaba avisando, que más que los aplaudidos plano-secuencias de
seguimiento de Bosé por las estancias, lo realmente importante ocurría porque el entorno,
confabulado con el tiempo, permitía que los vínculos con el mundo fueran estériles, y las
relaciones de este mundo, áridas y precarias.
Por ello Antonioni usa un “plano subjetivo irreal”. Justo cuando aparece el personaje nos
damos cuenta de que quien observaba era el propio entorno (o nosotros espectadores), y
los personajes quedan pues de espaldas, carentes de primeros planos, pero sumergidos
en el lugar (la ciudad, el campo, el parque...).
La trama conocida versa sobre un detective y su búsqueda de información sobre el pasado
(posiblemente criminal) de Paola (Lucia Bosé).
En "La aventura" Claudia (Mónica Vitti) y Sandro (Gabriele Ferzetti) buscan a la
desaparecida Anna (Lea Massari).
Ambas investigaciones son interrumpidas. En su ópera prima aún existen respuestas, pero
realmente, ¿le importan a alguien?
Chagolate con churros
kafka ciudadano del mundo (Palencia) (España)
Primeras señales.
“Primera película de Antonioni que gira en torno a la investigación detectivesca que un
hombre encarga a un policía, a fin de descubrir si su mujer tiene un amante.
Interpretada por una Lucía Bosé ataviada con sombreros a cada cual más horrible y recién
elegida Miss Italia, la trama está acotada por dos muertes, que condicionan toda la acción
y la psicología de los personajes, resultando una eficaz película, que emite las primeras
señales inequívocas de su autor: la dificultad/imposibilidad para llevar a buen puerto las
relaciones personales y/o amorosas; el gusto por enmarcar la acción - más pasiva que
activa paradójicamente - en parajes desvencijados y desérticos; la mujer como eje
central. Además, estamos ante un sobrio análisis de la alta burguesía.”
kafka

CICLO: Michelangelo Antonioni “El grito”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“El grito”
Título original: Il grido
Año: 1957
Duración: 116 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Michelangelo Antonioni
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W)
Reparto:
Steve Cochran, Alida Valli, Betsy Blair, Gabriella Pallotta, Dorian Gray, Elli Parvo, Lynn
Shaw, Mirna Girardi
Productora: Coproducción Italia-Estados Unidos; Spa Cinematografica, Robert Alexander
Productions
Género: Drama | Neorrealismo
Sinopsis:
Después de ser abandonado por Irma (Alida Valli), Aldo (Steve Cochran) deja el trabajo y
emprende un largo viaje por el norte de Italia. En su peregrinación conoce mujeres que
comparten con él una sensación de inquietud y marginación: Elvia, una amiga resurgida
del pasado, y la joven Virginia, que atiende una gasolinera y vive con su anciano padre en
una oprimente soledad; Andreína, una prostituta que alberga, ingenuamente, la esperanza
de encontrar un lugar en el mundo donde empezar una nueva vida. Con cada una de ellas,
Aldo intenta establecer una relación. (fuente: FILMAFFINITY)
Críticas:
Alex Barcelona (España)
Niebla en el alma
“La neblinosa e industrial comarca del Po, en el norte de Italia. Al verse abandonado por
su pareja, un trabajador de una fábrica emprende, junto a su hija, un vagabundeo que le
llevará a reencontrarse con una antigua novia y a tener relaciones fugaces con otras
mujeres, ninguna de las cuales logrará llenar su vacío y su soledad. El desengaño
amoroso y la huida como modo de dar sentido a una existencia que se ha vuelto
intolerable e injusta es, pues, el tema central de esta película, aunque Antonioni lo aborda
con sutileza y evitando caer en el sentimentalismo.
Los nebulosos paisajes invernales parecen reflejar la oculta desolación del errabundo
protagonista, un Steve Cochran rescatado por Antonioni de sus papeles secundarios de
vaquero o de gangster en el cine de Hollywood y que resulta bastante creíble en su papel
de desengañado obrero italiano. Pero el destino de su personaje sería superado por la
realidad algunos años después de la participación de Cochran en "El grito", cuando falleció
mientras navegaba en un yate por la costa de Guatemala y sus acompañantes femeninas
quedaron a la deriva durante días hasta que fueron rescatadas.
La sugestiva banda sonora con resonancias de Satie o de Chopin -más presente aquí que
en otras películas de Antonioni- así como la magnífica fotografía del gran operador Gianni
de Venanzo -autor de la fotografía en otras películas de Antonioni y de 8 1/2 de Fellini-
ayudan en la creación de la atmósfera melancólica de una película que, sin alcanzar las
cotas magistrales y la sofisticación narrativa y técnica de la “La Aventura” y las que
siguieron, está llena de matices en la descripción de los diversos personajes y en las
relaciones entre ellos. Uno de los elementos estilísticos que se repite es el juego visual
entre el interior de las casas y el paisaje, tal vez una metáfora de la dicotomía entre el
mundo anímico de los personajes y el mundo que les rodea. Y así, aparecen a menudo
puertas abiertas y ventanas a través de las cuales se vislumbra el nebuloso exterior y
viceversa (característica que adquirirá en "La aventura" rasgos aún más acentuados). Los
ecos del neorrealismo también planean sobre la película; tanto la descripción de la vida de
la gente humilde, como la pareja formada por el protagonista y su hija, recuerdan a la
inolvidable obra maestra de De Sica "Ladrón de bicicletas".
En mi opinión es una película conmovedora y profunda que vale la pena ver, y que
gustará no solo a los seguidores de Antonioni (que debemos ser más bien pocos), sino a
los amantes del buen cine en general.”
Alex
Miquel Palma (Mallorca) (España)
Viaje por el Valle del Po
“Quinto largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007) (“La aventura”, 1960),
según guión escrito por el propio Antonioni, Elio Bartolino y Ennio de Concini, que se
inspira parcialmente en el film “Ossessione” (1942), de Luchino Visconti. Se rueda en
localizaciones del Valle del Po (Veneto y Emilia Romagna). Es premiado con el Nastro
d’Argento (“Silver Ribbon”) a la fotografía y con el Golden Leopart del Festival de Locarno
(Suiza). Producido por Franco Cancellieri para Spa Cinematografica y Robert Alexander
Productions, se estrena el 11-III-1957 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en el pueblo de Goriano y otras ubicaciones próximas del
Valle del Po, entre el invierno de 1956 y el de 1957. Aldo (Cochran), obrero manual
especializado en mecánica (mantenimiento y reparación de motores), trabaja en la planta
de refinado de azúcar instalada en las proximidades de Goriano, donde convive con Irma
desde hace unos 8 años, con la que ha tenido una hija, Rosina (Girardi), que cuenta 7
años. Llevan una vida modesta y con ciertas privaciones porque el salario de Aldo es muy
justo y no disponen de otros ingresos. Aldo, de unos 35 años, es soltero, cuenta solo con
el fruto de su trabajo para sacar adelante a la compañera y a la hija de ambos. Encarna la
figura del proletario industrial sin relieve y sin pretensiones, explotado y mal pagado. Irma
(Valli) hace los trabajos de la casa. Su marido se marchó a Australia en los primeros años
de la posguerra. La tranquilidad y la placidez de sus vidas se ve alterada cuando Irma
recibe la noticia del fallecimiento del marido. Alvia (Blair) es una antigua novia de Aldo.
Edera (Payota) es la hermana de Alvia. Virginia (Grey) es viuda y propietaria de una
gasolinera. Andreína (Shaw) es una prostituta ingenua y soñadora.
Con una admirable sobriedad y una espléndida economía de medios, Antonioni desgrana
una intensa y emocionante historia de desarraigo, soledad y desamparo. Desde una
perspectiva que observa la realidad sin prejuicios, sin sentimentalismos y desde la
distancia, construye un relato que muestra con fuerza y vigor la desolación que se
apodera del espíritu de un ser humano abandonado, privado de afectos y atormentado por
la soledad y antiguas frustraciones. Construye en torno al personaje una atmósfera densa
y penetrante de tristeza, melancolía y desolación. La narración se apoya en el uso de
varios recursos adicionales al discurso principal, como luces dispersas, paisajes dominados
por la niebla, escenas lluviosas y perspectivas amplias, profundas y desoladas. Añade
trazos que ponen de manifiesto la tensión que se da entre progreso y bienestar, desarrollo
tecnológico y arraigo humano en la sociedad, el trabajo y el medio natural.”
Astimegoesby Ad Petrum, Madrid (España)
"El problema es que no tengo ganas de nada”.
“Si en alguna ocasión alguien se planteara una serie de películas que expresaran con la
mayor fidelidad posible lo que el existencialismo aportó al séptimo arte, estoy convencido
que pocos ejemplos resultarían tan pertinentes como IL GRIDO (El grito, 1957), partiendo
de un guión del propio realizador, en unión a Elio Bartolini y Ennio De Concini.
IL GRIDO es una obra llena de tristeza, pero al mismo dominada por una extraña
serenidad. Desde los primeros minutos sabemos cómo culminará la misma, pero al mismo
tiempo no dejamos de conmovernos en esa mirada que el protagonista girará hacia ese
pueblo ordenado y tranquilo que ha decidido abandonar profundamente desengañado.
La singularidad de esta admirable película de Antonioni estriba en la capacidad de ser
sensible y desesperanzado al mismo tiempo, de buscar el calor de la comunicación
humana y asumir que no hay posibilidad de lograrla, de manifestar un contexto físico y
natural casi fantasmal y en el mismo fotograma acercarse de una manera casi palpable a
la sensualidad que esta manifiesta –a través de sus eternamente húmedos parajes-. El
logro de articular con tanta sinceridad, hondura, sencillez y complejidad un estado de
ánimo personal que culminará con un final tan trágico como buscado desde el primer
momento, es sin duda la prueba más palpable de que el cineasta se encontraba preparado
para depurar su visión del hecho cinematográfico hasta extremos más austeros y
complejos.”
Astimegoesby

CICLO: Michelangelo Antonioni “Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese)


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese)
Título original: Le amiche
Año: 1955
Duración: 104 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Michelangelo Antonioni, Suso Cecchi d'Amico, Alba De Cespedes
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W)
Reparto:
Eleonora Rossi Drago, Gabriele Ferzetti, Franco Fabrizi, Valentina Cortese, Yvonne
Furneaux, Madeleine Fischer, Anna Maria Pancani, Luciano Volpato, Ettore Manni
Productora: Trionfalcine
Género: Drama | Amistad
Sinopsis:
Rosetta, una joven adinerada, después de intentar suicidarse en un hotel de Turín, conoce
a Clelia, una vecina de habitación a la que confía todos sus problemas. Clelia es una joven
de origen humilde que pretende abrir en la ciudad un negocio de moda. (fuente:
FILMAFFINITY)
Premios:
1955: Festival de Venecia: León de Plata
Críticas:
Miquel Palma (Mallorca) (España)
Las amigas de Clelia
“Quinto largo de Antonioni. Se basa en el relato breve "Tra donne sole" (1949), de Cesare
Pavese, adaptado por el realizador, Suso Cecchi D'Amico y Alba Céspedes. Se rodó en
escenarios naturales de Turín y en los estudios de Cinecittà (Roma). Ganó el León de plata
de Venecia y dos Nardo d'Argento (director y actriz reparto, V. Cortese). Producido por
Giovanni Addessi, la "première" se celebró el 7-IX-1955 (Venecia).
La acción tiene lugar en Turín (Italia), el invierno de 1955, durante 7 días. La joven Clelia,
residente en Roma, acude a Turín para asumir la dirección de la nueva sucursal de una
firma de alta costura. A causa de un intento fallido de suicidio de la vecina de su
habitación de hotel, Rosetta Savone (Madeleine Fisher), conoce a Momina De Stefani
(Yvonne Furneaux), a la ceramista Nené (Valentina Cortese) y a la amiga de ambas,
Marielle (Ana Maria Pancani). Conoce además al pintor Lorenzo (Gabriele Ferzetti), pareja
de Nené, al arquitecto Cesare Pedoni (Franco Fabrizi), amante de Momina, y a su
ayudante Carlo (Ettore Manni).
La película se desarrolla como un drama de referencias psicológicas, centrado en el mundo
de 5 mujeres. Explora sus centros de interés: moda, fiestas, salidas, cremas. Los efectos
de su interacción: amistad, rivalidades, deslealtades, celos. Su visión de la sexualidad, el
matrimonio, las separaciones, la fidelidad. Analiza la indiferencia de los hombres ante las
angustias de las mujeres y la incapacidad de éstas para entenderse y comunicarse entre
ellas. Investiga las difíciles relaciones hombre/mujer y sus diferentes modos de entender
el sexo y el amor, personificados en Rosetta y Lorenzo. Hace uso de símbolos, de creación
propia, para subrayar temas tan importantes para el autor como el olvido (Nené), la
vacuidad (Marielle) y la desaparición (Rosetta). La obra contiene elementos de valor
documental (etnológico), como el bar con radio elevada (sin TV) para seguir en directo los
partidos de fútbol, el puesto callejero de golosinas, la moda femenina de los primeros 50
(tocados, abrigos de piel, tacones medios), la prestación por Cruz Roja del entonces
deficitario servicio de ambulancias, la desaparición del sombrero masculino y otros.
La música, de Giovanni Fusco, ofrece gratos contrapuntos de guitarra y piano, de aires
ligeramente jazzísticos, con solos de ambos instrumentos y graciosos pizzicatos. Añade
una versión instrumental del mambo y melodías de organillo. La fotografía, en B/N, se
sirve del paisaje (siempre importante para Antonioni) y de los ambientes como reflejo del
mundo interior de los personajes. La escena de la playa, llena de elipsis y significados,
marca un punto culminante del film. Usa tonos intensos, fuertes contrastes y crea
composiciones de notable calidad plástica. El guión apunta algunos de los temas que
centran la atención del realizador en obras posteriores. La película, de grandes
interpretaciones y excelente desarrollo de personajes, es la primera obra importante del
autor.”
Miquel
Ales Barcelona (España)
Se adivina ya al genial autor de La noche, blow up, o El eclipse
“Al margen de que “Las amigas” sea una buena película, que lo es, pienso que su interés
radica sobre todo en su condición de predecesora del cine, a veces genial, realizado por
Antonioni más adelante, y gracias al cual tiene un lugar asegurado en el olimpo de los
grandes directores.
Aunque de manera solo incipiente, se adivinan ya en las “Las amigas” algunos de los
temas y características del cine más maduro de su autor. Por ejemplo, en la descripción
de las soledades y desencuentros de unos personajes que buscan la felicidad sin
encontrarla, ejemplificados, sobre todo, por el conmovedor personaje de Roseta, bella
mujer atormentada en su amor trágico. O en cierta estilización de raíz abstracta en la
concepción de unos espacios que, trascendiendo su función de meros escenarios, cobrarán
cada vez más protagonismo en el cine de Antonioni.
En cambio, se hallan aun ausentes de esta película otros elementos característicos del
estilo más depurado de su autor. Este sería el caso de una tendencia a ralentizar el
“tempo narrativo”, o la inclusión, tan frecuente en el cine posterior de Antonioni, de
ciertos “momentos” habitualmente desdeñados por la narrativa tradicional con el objeto
de lograr cierto clima dramático o poético. Tampoco hallamos aquí, aun, la preponderancia
de los gestos y las miradas en detrimento del diálogo.
A pesar de que “las amigas” no esté, pues, entre las obras más representativas de su
autor, he disfrutado, sin embargo, con este retrato sutil y ecuánime –en ningún momento
se cargan las tintas con intenciones melodramáticas-, de un grupo de personas
pertenecientes a la alta burguesía turinesa. Un retrato en el que, a pesar de su condición
de obra relativamente primeriza, contiene casi todas las constantes del cine que dirigiría
Antonioni en el futuro. Un cine el que no se pretende hacer crítica social generalizadora,
sino incidir -por lo menos durante su primera época, hasta la memorable “Blow up”-, en
los dramas y paradojas del ser humano como individuo aislado, "alienado" según la
terminología que hizo fortuna en su época, pero abocado también a su destino de animal
social, con todas sus consecuencias y complejidades.
Un último apunte: vista desde la perspectiva actual, algunas de esas mujeres
independientes y supuestamente “modernas” son portadoras de valores inequívocamente
machistas; ¡pero es que estamos en la Italia de 1955!”
Ales
Chagolate con churros Altamont (España)
¡Qué envejezca el mar!
“Primer estallido de queja social burguesa en el cine de Antonioni. En este caso que nos
ocupa, involucrando (o arrastrando al descontento) a la clase obrera de la que se ocupó
en su posterior filme (El grito, 1957). Rara vez, veremos en el cine de Antonioni
personajes de diferente alcurnia ocupando un mismo plano como ocurre aquí. No existe de
todas maneras, conflicto de clases sociales en las interrelaciones personales y si lo pudiera
parecer, Clelia (Eleonora Rossi Drago) finiquita la duda en los compases finales.
“Las amigas” es, eso sí, un avance de las frustraciones que poco después exploraría el
director con denuedo en su posterior filmografía: el cinismo, la frivolidad, la
incomunicación, el vacío existencial.
“Mis amigos, mi vida, mis días... ¡Mis días! ¿Para qué voy a vivir? ¿Para decidir qué
vestido me pongo? Y cuando lo decido, ¿qué es lo que me espera?” (Rosetta)
Los personajes, se muestran despojados de afecto y de cualquier sentimiento que
desprenda candor. Las acciones que realizan están alejadas de la búsqueda de un efecto,
son más bien impulsivas (adulterios, intentos de suicidios o broncas de taberna) como
consecuencia de buscar un engaño con que tapar el vacío que experimentan (lo único
tangible).
- Menos mal que el mar no envejece.
(...)
- Sí, pero ¿qué hay de nosotros?
Antonioni se ayuda ignorando el contraplano. Sigue los muertos vivientes que son sus
personajes con planos largos, donde percibimos el deambular apático. No existe mucho a
que agarrarse y el actor queda esclavizado a la puesta en escena.
Quizás Rosetta, sí murió en esa habitación de hotel.”
Chagolate con churroS

COMIENZO DE CICLO: Michelangelo Antonioni “Crónica de un amor”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“Crónica de un amor”
Título original: Cronaca di un amore
Año: 1950
Duración: 100 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Michelangelo Antonioni, Daniele d'Anza, Silvio Giovanietti, Francesco Maselli, Piero
Tellini
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Enzo Serafin (B&W)
Reparto: Lucía Bosé, Massimo Girotti, Ferdinando Sarmi, Franco Fabrizi, Gino Rossi
Productora: Fincine, Villani Film
Género: Drama. Romance | Drama psicológico
Sinopsis:
Un empresario maduro que ama apasionadamente a su joven y bella mujer, teme que lo
esté traicionando, por lo que decide vigilarla por medio de una agencia de detectives.
Cuando ella era estudiante estuvo perdidamente enamorada de Guido, un compañero de
clase que era el novio de su mejor amiga. Ópera prima de Antonioni. (fuente:
FILMAFFINITY)
Críticas:
Miquel Palma (Mallorca) (España)
Historia de Paola
“Primer largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007), que realiza tras 7
cortometrajes. El guión, de Michelangelo Antonioni, Danièle d’Anza, Silvio Giovanetti,
Francesco Maselli y Piero Tellini, desarrolla un argumento de M. Antonioni, que guarda
semejanzas con el de “The Postman Always Rings Twice” (1934), de James M. Cain
(1934). Se rueda en escenarios reales de Milán y Ferrara. Obtiene el premio Silver Ribbon
(Nardo d’Argento) a la mejor banda sonora. Producido por Franco Villani y Stefano Caretta
para Villani Film y Fincine, se proyecta por primera vez en público el 11-X-1950 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en Ferrara y Milán durante los meses del invierno de
1950. La joven Paola (Bosé), de 27 años, casada desde hace 7 años con Enrico Fontana
(Sarmi), un acaudalado industrial de la industria textil, recibe la visita de un antiguo
compañero de estudios y antiguo amante, Guido Garroni (Girotti), a raíz de una
investigación sobre su pasado que el marido, movido por los celos, ha encargado a una
agencia de detectives privados. El reencuentro revive el recuerdo de un hecho oscuro del
pasado. Paola, nacida en Revigo (no en Rávena), hija de un profesor del Liceo de Ferrara,
se ausentó de Ferrara a raíz de la muerte de una amiga, contrajo matrimonio durante la
guerra (1943) a los 20 años, y vive en Milán. Es elegante, caprichosa, gasta mucho en
vestir y no es feliz. El amor rutinario, un marido mucho mayor que ella y las diferencias de
intereses que los separan, la incomodan. Enrico es ingeniero, dirige un grupo de empresas
prósperas, dedica mucho tiempo al trabajo, está enamorado de Paola y es celoso. Guido
tiene la misma edad que Paola, es soltero, no se ha situado profesionalmente, es
vendedor “free lance” de coches y pasa apuros económicos.
El film suma drama, crimen, romance, misterio y análisis social. Se considera que forma
parte de la primera trilogía del autor junto con “La señora sin camelias” (1953) y “Las
amigas” (1955). En los tres films el realizador aplica el análisis propio del neorrealismo al
comportamiento de la burguesía. Prefigura la segunda trilogía (“La aventura”, “La noche”
y “El eclipse”), que da a conocer internacionalmente a Antonioni.
La película anticipa la temática de los trabajos posteriores. Muestra a los ricos como
personas insatisfechas, aburridas y hastiadas. Pone de manifiesto las dificultades de las
relaciones interpersonales. Presta especial atención a las barreras y obstáculos que
impiden las relaciones amorosas. Establece paralelismos entre los escenarios con el
estado de ánimo de los protagonistas. Ve a la burguesía egoísta, vanidosa, clasista,
desconsiderada, indolente, envidiosa, presa de celos, etc. Desvela la mediocridad de sus
ambiciones (defraudar a Hacienda, ostentación, fiestas insoportables...). No oculta el peso
de la fatalidad sobre el destino de las personas.”
Miquel
Servadac Madrid (España)
Ellas los prefieren… pero se casan con los ingenieros
“Al fin y al cabo, el enamoramiento pasa y el confort, económico y social, hunde sus babas
en el tiempo. Pero, ¿qué es una vida sin pasión sino el preludio soso de la muerte?
Así se encuentra Paola (Lucia Bosé) al comienzo de la cinta, cuando su marido, ingeniero,
madurito e industrial exitoso, y con menos sex-appeal que una mofeta, decide hacerla
investigar. Hay algo de tragedia griega en el hecho de que sea precisamente la puesta en
marcha de la investigación, lo que hace que Paola y Guido (Massimo Girotti) se
reencuentren, después de siete años. El marido, como Layo (padre de Edipo y rey de
Tebas), provoca lo que teme. El destino, en la vida y en el arte, se ríe de nosotros.
Paola, hasta entonces fiel (al menos en lo físico) se hace consciente de que la comodidad
y el lujo no le bastan. Ni le sobran. El drama está servido.
Este es, en esencia, el planteamiento de la historia.
Antonioni la convierte en un mecanismo cinematográfico perfectamente articulado. Señala
Noël Burch en su ‘Praxis del cine’ la maestría con que el italiano maneja en esta obra las
entradas y salidas de cuadro de los personajes, el preciso ballet entre el encuadre y los
actores, la belleza plástica de cada plano.
Para Burch, la estructura del film se basa en la disociación entre la imagen y el texto, lo
que se nos muestra y las palabras. Palabras que evocan, a menudo, el pasado o un
incierto porvenir. “En sentido anecdótico, no sucede prácticamente nada en la pantalla. Y,
sin embargo, si es verdad que no se trata de un film de acción, tampoco se puede afirmar
que se trate de un film «sin historia», puesto que el relato comporta dos muertes
violentas, un proyecto de asesinato e incluso una investigación policíaca.”
‘Crónica de un amor’ es un logro formal de primer orden.
La emoción, en esta cinta, me llega por la vía de lo que Claude Lanzmann llamaría un
vacío de la memoria. Me explico. Cuenta Lanzmann en su voluminoso tomo de recuerdos
‘La liebre de Patagonia’ que en la Prinz-Albrecht-Strasse y sus alrededores se encontraban
los edificios centrales del totalitarismo institucional nazi, en Berlín Este. El lugar fue
denominado «topografía del terror» por algún alemán desconocido. “Pensaba que si
quienes iban a proyectar y construir el nuevo Berlín estaban dispuestos a asumir su
responsabilidad ante la Historia, no deberían tocar ninguno de esos lugares, sino dejar un
vacío en el corazón de la ciudad, ese agujero que yo llamaba para mí un «trou de
mémoire»” Esta expresión, difícil de traducir en este contexto vendría a ser como un vacío
de la memoria. La palabra francesa “trou” (agujero) expresa intensamente la idea que
quiere transmitirnos Lanzmann en el texto. Algo así como una zona cero en la memoria
colectiva de Berlín.
Pues bien, en ‘Crónica de un amor’ también hay un vacío en la memoria de sus dos
protagonistas. Un vacío común, que configura todo el film. Se trata de Giovanna, un
ejemplar no personaje, es decir, un personaje que no llega a aparecer, pero cuyo vacío
impregna toda la película. Giovanna, prometida de él y gran amiga de ella, murió pocos
días antes de la boda, cayendo por el hueco de un ascensor. Por aquel entonces, Paola y
Guido ya se amaban; deseaban que ella desapareciera y no impidieron la caída. El suceso
aconteció años antes del principio de la acción que se nos muestra.
Siendo este el primer largometraje de Antonioni, ya se atisban aquí las líneas maestras de
su filmografía posterior: las calles se le vacían; los planos se le alargan; surge el problema
de la incomunicación –más allá de un trato superficial– entre los seres, de la insatisfacción
existencial; el paisaje –interior, exterior– es desolado.
Finalmente, el vacío se reabre –en clara simetría. La felicidad no puede cimentarse en el
abismo de una muerte deseada.”
Servadac
Chagolate con churros Altamont (España)
Trampantojo
“Mirado en perspectiva, "Crónica de un amor" o "Las amigas", son necesarias para que
Antonioni consiga en un futuro, adelgazar hasta lo imperceptible la trama y desdramatizar
su contenido. En Crónica el germen es más vaporoso puesto que existe una trama bien
marcada donde sus personajes interactúan según esta, y apreciamos una narrativa casi
clásica.
Cuando todo parece indicar que el nudo de la trama sigue los cánones establecidos de la
estructura decimonónica, Antonioni se muestra más interesado en las consecuencias que
en las causas. Las causas son evaluadas desde el prisma del tiempo, y el tiempo cincela
las consecuencias de estas causas en cada personaje. Quedan pues, personajes que más
que hastiados (epíteto ligado inevitablemente a los personajes de Antonioni), los
encontramos abatidos por las decisiones que tomaron o dejaron de tomar. El tiempo, ese
reloj imposible, fue el principal moldeador de las películas de Antonioni y su uso en la
trama siempre fue decisivo a pesar de que sólo en "El reportero" y en "Identificación de
una mujer" use el flashback. Avanzando en su filmografía, cuando ya no existe trama,
sólo quedarán las consecuencias y el tiempo como máximo juez.
Aún quedaba por precisar cuan de importante iba a ser el entorno en la filmografía del de
Ferrara, pero observamos desde su ópera prima como la escena ya comienza antes de
que llegue el protagonista y continúa, en no pocos momentos, una vez su protagonista
está ya fuera de campo mientras la cámara sigue a algún vehículo o a perdidos peatones.
Antonioni nos estaba avisando, que más que los aplaudidos plano-secuencias de
seguimiento de Bosé por las estancias, lo realmente importante ocurría porque el entorno,
confabulado con el tiempo, permitía que los vínculos con el mundo fueran estériles, y las
relaciones de este mundo, áridas y precarias.
Por ello Antonioni usa un “plano subjetivo irreal”. Justo cuando aparece el personaje nos
damos cuenta de que quien observaba era el propio entorno (o nosotros espectadores), y
los personajes quedan pues de espaldas, carentes de primeros planos, pero sumergidos
en el lugar (la ciudad, el campo, el parque...).
La trama conocida versa sobre un detective y su búsqueda de información sobre el pasado
(posiblemente criminal) de Paola (Lucia Bosé).
En "La aventura" Claudia (Mónica Vitti) y Sandro (Gabriele Ferzetti) buscan a la
desaparecida Anna (Lea Massari).
Ambas investigaciones son interrumpidas. En su ópera prima aún existen respuestas, pero
realmente, ¿le importan a alguien?
Chagolate con churros
kafka ciudadano del mundo (Palencia) (España)
Primeras señales.
“Primera película de Antonioni que gira en torno a la investigación detectivesca que un
hombre encarga a un policía, a fin de descubrir si su mujer tiene un amante.
Interpretada por una Lucía Bosé ataviada con sombreros a cada cual más horrible y recién
elegida Miss Italia, la trama está acotada por dos muertes, que condicionan toda la acción
y la psicología de los personajes, resultando una eficaz película, que emite las primeras
señales inequívocas de su autor: la dificultad/imposibilidad para llevar a buen puerto las
relaciones personales y/o amorosas; el gusto por enmarcar la acción - más pasiva que
activa paradójicamente - en parajes desvencijados y desérticos; la mujer como eje
central. Además, estamos ante un sobrio análisis de la alta burguesía.”
kafka

CICLO: Michelangelo Antonioni “La aventura”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“La aventura”
Título original: L'avventura
Año: 1960
Duración: 145 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Elio Bartolini
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Aldo Scavarda (B&W)
Reparto:
Gabriele Ferzetti, Mónica Vitti, Lea Massari, Dominique Blanchar, Renzo Ricci, James
Addams
Productora: Coproducción Italia-Francia; Cino del Duca P.C, Produzioni Cinematografiche
Europee (P.C.E.), Société Cinematographique Lyre
Género: Drama. Intriga. Romance | Drama psicológico. Secuestros / Desapariciones
Grupos: Trilogía de la incomunicación
Sinopsis:
Anna, una rica joven romana, su novio y Claudia, su mejor amiga, se embarcan en un
crucero veraniego entre las escarpadas islas sicilianas... (fuente: FILMAFFINITY)
Premios:
1960: Festival de Cannes: Premio del Jurado
1960: Premios BAFTA: 2 nominaciones incluida Mejor actriz extranjera (Vitti)
1961: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a Mejor película extranjera
Críticas:
Langfuller Barcelona (España)
La vasija rota
“La aventura es una metáfora del deseo y de la insatisfacción de una generación del
absurdo atrapada en la mediocridad y la impotencia como los personajes moravianos.
El padre desplazado, las ruinas en la isla, el museo cerrado... son todas imágenes de
soledad y sobretodo de una ausencia del principio de autoridad, de una antigüedad frágil y
desprovista de sentido en unas manos frívolas como la vasija antigua hallada en la isla
que las manos de un indiferente dejan caer. En este sentido, guarda una relación profunda
con "La dolce vita" de Fellini, estrenada igualmente en 1960. (Además, ¿quién puede dejar
de notar la afinidad entre el Marcello de "La dolce vita" y el Sandro de "La aventura"?
Ambos insatisfechos conquistadores e incapaces de creación alguna, ya fuera como
escritor, aquél, o como arquitecto, éste. Se contentarán con la mediocridad, con ejercer
de "paparazzo" el uno y con aceptar el diseño por encargo el otro)
No falta el tema existencialista de la fugacidad de las cosas y de los sentimientos. La
relación de Sandro y Claudia tiene su comienzo más significativo en los interiores de un
tren, signo de lo pasajero. El afán de conquistar a Claudia es puesto en duda mediante el
paralelismo paródico con un donjuán de provincias que trata de seducir a una chica de
pocas miras. Ya después de la entrega de Claudia en un valle, el paso de un tren que
despierta el recuerdo en el espectador enfrenta las promesas del ayer con la vaciedad del
ahora, con el animal triste después del coito fugaz. ¿Y después? Si no estás contento,
busca una aventura nueva, como le dice un cínico Sandro a su desencantada pareja.
La ausencia de autoridad y la fugacidad de las cosas. Ambos temas, que en realidad son
uno solo, quedan condensados en la afirmación de Sandro en lo alto de un campanario
ante unas vistas monumentales: "Quién necesita hoy cosas bellas, Claudia. ¿Cuánto
duran? Todo esto se construyó para que durara siglos. Hoy, como mucho, diez, veinte
años, ¿y después?"”
Langfuller
Alex Barcelona (España)
Me ha gustado más que las últimas cincuenta películas que he visto juntas.
“Así como Hitchcock es el maestro del suspense y la narrativa, digamos tradicional, en la
medida en que consigue nuestra atención a base de llevarnos, como en una montaña
rusa, a través de un planteamiento, un nudo -con sus consiguientes subnudos o puntos
culminantes- y un rápido desenlace, Antonioni es el maestro de la subversión narrativa,
de la destrucción de los códigos dramáticos tradicionales. Y así en su cine (igual que en la
vida) puede ocurrir que determinado planteamiento no tenga forzosamente que llevarnos
a un desarrollo y luego a un desenlace. Es un cine en el que toma más importancia el
subtexto que el texto, lo que se oculta que lo que se expone, el silencio y la quietud (que
nos remiten a la meditación o a la contemplación) que los fuegos vacuos de la
convencionalidad dramática. Pero lo mejor de todo es que siempre hay un elemento de
elegancia, de rigor, y, sobre todo, de misterio, que se sustrae a ser analizado por la
lógica. Y tal vez el arte sea eso.”
Alex
Archilupo Llanes (España)
LA OCIOSIDAD, ELEVADA A CATEGORÍA
“Antonioni construye a partir de la mentalidad burguesa, acomodada y ociosa, una
estética de la incomunicación y la parsimonia, en profundidad.
En el grupo social coexisten las individualidades, pero aisladas entre sí. Los diálogos,
triviales y punzantes, sirven para ocultar la personalidad más que para comunicarla. Se
muestran acciones superficiales, y lo significativo late debajo, oculto. Es un mundo en el
que nadie sale trabajando (incluso los sicilianos de a pie aparecen desocupados, quietos
en la calle).
La escenificación de la primera parte es idónea: unas parejas adineradas llegan de crucero
en un yate pequeño hasta las Eólicas, unas islas peladas y casi desiertas. Las
conversaciones ligeras van definiendo a los personajes. Una de las parejas está en crisis
(Anna y Sandro). Va con ellos la íntima amiga de Anna, Claudia (Mónica Vitti).
En el ritmo premioso con que todo discurre no caben altisonancias ni aceleraciones. El
conflicto entre Sandro y Anna no lo altera, tampoco cuando se agudiza y apunta a
ruptura.
Ni cuando la intriga queda escuetamente planteada: excursionistas, islote, desaparición.
El silencio abunda. La música es el viento, el oleaje, un esporádico clarinete. La intriga se
mantiene durante la búsqueda, las difusas pesquisas. La acción se desplaza a zonas
urbanas. El hilo de la investigación se tensa y destensa, y al aflojarse deja sitio a la
atracción dubitativa entre Claudia y Sandro.
La incertidumbre se dilata, aguanta los cambios de escenario, de hotel en hotel.
Así, el motivo inicial, el enigma de la desaparición, va quedando al margen, desplazado
por los deseos y relaciones sentimentales que parecen brotar en medio de la conmoción.
Se rompe el código habitual de la intriga, que poco a poco se estanca en la indefinición. El
vacío, la ligereza y lo superficial están también en la forma narrativa, que tiende a
languidecer y desvanecerse, con una cadencia siempre tibia, hasta desembocar en un
sustrato sólido, una apelación al eterno femenino como indulgente amparo del hombre
extraviado.
La forma plástica, en cambio, es precisa, nítida, vigorosa. Todo cuanto no aflora en los
parcos diálogos palpita en los encuadres, ricos, bella y pictóricamente compuestos,
utilizando con elocuencia desolados paisajes y arquitecturas antiguas, barrocas,
anacrónicas, reflejo de esplendores caducos.
Entre la riqueza de lo visual cuenta mucho la belleza debutante y expresiva de Mónica
Vitti, en cuyo rostro la cámara se recrea constantemente.”
Chagolate con churros Altamont (España)
Silencio: Se habla
“Iniciamos una aventura, dividida en tres partes, sobre incomunicaciones y vidas a la
deriva. Sobre opulentos personajes vacíos de valores, y de movimientos autónomos
carentes de sentimientos.
Con la cámara, Antonioni recoge el silencio, la apatía de la conversación y el hastío de
involucrarse en algo que ataña sentirse vivo. A base de gestos y de planos cargados de
simbología, la cámara es la que recoge los desechos, la que narra la historia.
Desde el primer fundido encadenado, donde el padre de Anna desaparece empequeñecido
entre las dos mujeres y es sustituido en el plano siguiente por Sandro asomado a la
ventana (el uso del contrapicado que yuxtapone al padre y al novio es significativo: el
padre incapaz de darle seguridad a su hija deja el paso al hombre con quien su hija cree
que va a alcanzar la felicidad), también entre las dos mujeres-; la cámara apuesta por no
guardarse nada.
En su primera parte, Antonioni, retrata a nuestros protagonistas a través del ambiente.
Los edificios y los interiores son los matices de sus personajes. Si ya dije en su momento
que Antonioni ha sido el mejor arquitecto por todo lo que podíamos dilucidar de sus
personajes a través del entorno donde los colocaba. Que mejor ejemplo, que el
archipiélago de las Islas Eólicas (Lisca Bianda) para retratar a los personajes que nos
atañen: yermos vacíos, llenos de trampas y azotados por tormentas.
En su segunda parte, la culpa y el deseo se mezclarán, al principio sin orden ni control
(como si alguna vez ambos sentimientos lo tuvieran...) y más tarde acoplados, sin el
énfasis de ganar la carrera. Empieza entonces la tercera parte que llega al clímax cuando
Claudia (sobresaliente Mónica Vitti) dice:
“Hace unos pocos días, al pensar que Anna podría estar muerta sentí que yo también me
moría. Ahora ni siquiera lloro. ¡Lo que temo es que esté viva!”
Y finalmente la redención. La comprobación de que el recipiente está vacío, que quizá no
haya esperanza y sea demasiado tarde.
Hemos conducido todo el tiempo sobre las curvas de la condición humana, el vehículo (la
cámara) nos transportaba, el conductor (Antonioni) nos llevaba, pero sólo el pasajero
puede apreciar, si bien lo desea, el paisaje que se abre a nuestro paso.”
Chagolate con churros
Miquel Palma (Mallorca) (España)
El tedio
“Sexto largo de Antonioni y primera entrega de su trilogía de la incomunicabilidad,
también llamada de la desilusión. Escrito por Antonioni, Elio Bartolini y Tonino Guerra,
desarrolla un argumento de Antonioni. Se rueda en exteriores y escenarios reales de
Roma, Sicilia y de las Islas Eólicas (Basiluzzo, Panarea, Lisca Bianda...). Obtiene el Premio
Especial del Jurado de Cannes y un Silver Ribbon (música). Producido por Amato
Pennasilico para Cino del Duca, se estrena en mayo de 1960 (Cannes).
La acción dramática tiene lugar en Roma, Islas Eólicas y Sicilia, a lo largo de varios días,
en 1959. Un grupo de jóvenes romanos de posición acomodada realizan un crucero en
barco por las Islas Eólicas, situadas al Este de Sicilia. Tras desembarcar en una de ellas,
Anna (Massari) desaparece. Sandro (Ferzetti), su pareja, y Claudia (Vitti), su mejor
amiga, la buscan en las islas y en Sicilia, mientras Julia (Blanchar), Patricia (Ruspoli),
Conrado (Addams) y Raimundo (Luttazzi) pronto la olvidan.
El film presenta una narración que aparentemente se mueve a la deriva: una excursión
marítima de recreo se convierte en una búsqueda, ésta se ve interrumpida por una
historia de amor, que resulta alterada por la infidelidad de Sergio con Gloria (Paliolo). De
manera similar, los personajes parecen ir a la deriva: deambulan sin destino fijo, traspiran
hastío vital y profesional, se olvidan pronto de la amiga desaparecida, viven ausentes,
aislados y aburridos. La cinta deviene una exploración del vacío interior de los personajes,
la incomunicación que se da entre ellos (nadie tiene nada que decir), la imposibilidad de
establecer relaciones estrechas y duraderas de amistad, la utopía del amor, la felicidad
inalcanzable... Los protagonistas son personas neuróticas, fracasadas sentimentalmente y
socialmente, confusas y en crisis.
El realizador sitúa a sus héroes en escenarios dominados por paisajes grises, anodinos,
fantasmagóricos o angustiosamente recargados de arquitecturas envejecidas y desoladas.
Los pueblos y sus gentes parecen detenidos en un tiempo pasado y extraño, donde todos
permanecen estáticos y en silencio, sin ocupación y sin esperanza. Los diálogos son
lacónicos y secos. El tiempo de la puesta en escena es largo. Se da mayor importancia a
la creación de atmósferas que a la fluidez de la narración. El espectador es invitado a la
introspección, la exploración de la subjetividad propia y de los protagonistas, el análisis
interior y la meditación.
La música, de Giovanni Fusco ("Las amigas", 1955), ofrece composiciones de violoncelo
que evocan a Ravel y sugerentes insertos atonales a la manera de Schönberg. La banda
sonora, muy singular, subraya el clima de apatía, fatalismo y tedio de los personajes. La
fotografía, de Aldo Scavarda, se recrea en planos largos, cuida la profundidad de campo,
muestra paisajes vacíos y extraños y mantiene los encuadres fijos, mientras los actores se
mueven desde el centro de los mismos hacia sus márgenes.”
Miquel

CICLO: Michelangelo Antonioni “La noche”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“La noche”
Título original: La notte
Año: 1961
Duración: 122 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Ennio Flaiano
Música: Giorgio Gaslini
Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W)
Reparto:
Marcello Mastroianni, Jeanne Moreau, Mónica Vitti, Bernhard Wicki, Maria Pia Luzi, Rossy
Mazzacurati
Productora: Coproducción Italia-Francia; Nep Films, Silver Films, Sofitedip
Género: Drama. Romance | Drama psicológico. Drama romántico
Grupos: Trilogía de la incomunicación
Sinopsis:
Retrato de la vida cotidiana de un matrimonio burgués que atraviesa una crisis de pareja.
En Milán, tras visitar a un amigo enfermo terminal en un hospital, el escritor Giovanni
Pontano (Marcello Mastroianni) acude a una fiesta por la publicación de su último libro.
Mientras, su mujer Lidia (Jeane Moreau) visita el lugar donde vivió muchos años atrás.
Luego, durante la noche, ambos acuden a una fiesta en la mansión del Sr. Jardinera,
donde ambos comienzan a flirtear; Giovanni con la hija del anfitrión, y Lidia con un playo.
(fuente: FILMAFFINITY)
Premios:
1961: Festival de Berlín: Oso de Oro
1960: Premios David di Doncello: Mejor director
Críticas
"La sustancia de la película no viene tanto de la situación como del lado íntimo de los
sentimientos personales, las dudas y los estados de ánimo"
Bosque Cohetero: The Ne York Times
"Antonioni no hizo nada mejor que 'La Notte' (...) estupendamente grabada en blanco y
negro por Gianni Di Venanzo, el director de fotografía más importante de su tiempo."
Pililo Crencha: The Guardián
"Repite muchos de los temas melancólicos de su predecesora (...) El resultado es algo
irregular, aunque las actuaciones son en general buenas"
Jonathan Rosendo: Chicao Redera
"Como cualquier construcción cubista, la película de Antonioni crea algo nuevo e inusual a
través de sus piezas, aunque no todas las piezas parecen encajar."
Sheriff Linden: Los Angeles Times
"Los conflictos románticos (...) cobran vida en un desfile visualmente deslumbrante pero
psicológicamente dislocado de estilos arquitectónicos que chocan."
Pichari Brandy: The Ne York
"No hay nada detrás de las imágenes en el trabajo de este cineasta; en lugar de eso, cada
plano está lleno de significado (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 4)"
Jordán Cron: Aislante
"'La Notte' sigue siendo una sublime exploración del amor y la muerte (...) El tedio y el
erotismo hacen una combinación extrañamente seductora"
San Erguisteis: Villa ge Vice

CICLO: Michelangelo Antonioni “La aventura”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“La aventura”
Título original: L'avventura
Año: 1960
Duración: 145 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Elio Bartolini
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Aldo Scavarda (B&W)
Reparto:
Gabriele Ferzetti, Mónica Vitti, Lea Massari, Dominique Blanchar, Renzo Ricci, James
Addams
Productora: Coproducción Italia-Francia; Cino del Duca P.C, Produzioni Cinematografiche
Europee (P.C.E.), Société Cinematographique Lyre
Género: Drama. Intriga. Romance | Drama psicológico. Secuestros / Desapariciones
Grupos: Trilogía de la incomunicación
Sinopsis:
Anna, una rica joven romana, su novio y Claudia, su mejor amiga, se embarcan en un
crucero veraniego entre las escarpadas islas sicilianas... (fuente: FILMAFFINITY)
Premios:
1960: Festival de Cannes: Premio del Jurado
1960: Premios BAFTA: 2 nominaciones incluida Mejor actriz extranjera (Vitti)
1961: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a Mejor película extranjera
Críticas:
Langfuller Barcelona (España)
La vasija rota
“La aventura es una metáfora del deseo y de la insatisfacción de una generación del
absurdo atrapada en la mediocridad y la impotencia como los personajes moravianos.
El padre desplazado, las ruinas en la isla, el museo cerrado... son todas imágenes de
soledad y sobretodo de una ausencia del principio de autoridad, de una antigüedad frágil y
desprovista de sentido en unas manos frívolas como la vasija antigua hallada en la isla
que las manos de un indiferente dejan caer. En este sentido, guarda una relación profunda
con "La dolce vita" de Fellini, estrenada igualmente en 1960. (Además, ¿quién puede dejar
de notar la afinidad entre el Marcello de "La dolce vita" y el Sandro de "La aventura"?
Ambos insatisfechos conquistadores e incapaces de creación alguna, ya fuera como
escritor, aquél, o como arquitecto, éste. Se contentarán con la mediocridad, con ejercer
de "paparazzo" el uno y con aceptar el diseño por encargo el otro)
No falta el tema existencialista de la fugacidad de las cosas y de los sentimientos. La
relación de Sandro y Claudia tiene su comienzo más significativo en los interiores de un
tren, signo de lo pasajero. El afán de conquistar a Claudia es puesto en duda mediante el
paralelismo paródico con un donjuán de provincias que trata de seducir a una chica de
pocas miras. Ya después de la entrega de Claudia en un valle, el paso de un tren que
despierta el recuerdo en el espectador enfrenta las promesas del ayer con la vaciedad del
ahora, con el animal triste después del coito fugaz. ¿Y después? Si no estás contento,
busca una aventura nueva, como le dice un cínico Sandro a su desencantada pareja.
La ausencia de autoridad y la fugacidad de las cosas. Ambos temas, que en realidad son
uno solo, quedan condensados en la afirmación de Sandro en lo alto de un campanario
ante unas vistas monumentales: "Quién necesita hoy cosas bellas, Claudia. ¿Cuánto
duran? Todo esto se construyó para que durara siglos. Hoy, como mucho, diez, veinte
años, ¿y después?"”
Langfuller
Alex Barcelona (España)
Me ha gustado más que las últimas cincuenta películas que he visto juntas.
“Así como Hitchcock es el maestro del suspense y la narrativa, digamos tradicional, en la
medida en que consigue nuestra atención a base de llevarnos, como en una montaña
rusa, a través de un planteamiento, un nudo -con sus consiguientes subnudos o puntos
culminantes- y un rápido desenlace, Antonioni es el maestro de la subversión narrativa,
de la destrucción de los códigos dramáticos tradicionales. Y así en su cine (igual que en la
vida) puede ocurrir que determinado planteamiento no tenga forzosamente que llevarnos
a un desarrollo y luego a un desenlace. Es un cine en el que toma más importancia el
subtexto que el texto, lo que se oculta que lo que se expone, el silencio y la quietud (que
nos remiten a la meditación o a la contemplación) que los fuegos vacuos de la
convencionalidad dramática. Pero lo mejor de todo es que siempre hay un elemento de
elegancia, de rigor, y, sobre todo, de misterio, que se sustrae a ser analizado por la
lógica. Y tal vez el arte sea eso.”
Alex
Archilupo Llanes (España)
LA OCIOSIDAD, ELEVADA A CATEGORÍA
“Antonioni construye a partir de la mentalidad burguesa, acomodada y ociosa, una
estética de la incomunicación y la parsimonia, en profundidad.
En el grupo social coexisten las individualidades, pero aisladas entre sí. Los diálogos,
triviales y punzantes, sirven para ocultar la personalidad más que para comunicarla. Se
muestran acciones superficiales, y lo significativo late debajo, oculto. Es un mundo en el
que nadie sale trabajando (incluso los sicilianos de a pie aparecen desocupados, quietos
en la calle).
La escenificación de la primera parte es idónea: unas parejas adineradas llegan de crucero
en un yate pequeño hasta las Eólicas, unas islas peladas y casi desiertas. Las
conversaciones ligeras van definiendo a los personajes. Una de las parejas está en crisis
(Anna y Sandro). Va con ellos la íntima amiga de Anna, Claudia (Mónica Vitti).
En el ritmo premioso con que todo discurre no caben altisonancias ni aceleraciones. El
conflicto entre Sandro y Anna no lo altera, tampoco cuando se agudiza y apunta a
ruptura.
Ni cuando la intriga queda escuetamente planteada: excursionistas, islote, desaparición.
El silencio abunda. La música es el viento, el oleaje, un esporádico clarinete. La intriga se
mantiene durante la búsqueda, las difusas pesquisas. La acción se desplaza a zonas
urbanas. El hilo de la investigación se tensa y destensa, y al aflojarse deja sitio a la
atracción dubitativa entre Claudia y Sandro.
La incertidumbre se dilata, aguanta los cambios de escenario, de hotel en hotel.
Así, el motivo inicial, el enigma de la desaparición, va quedando al margen, desplazado
por los deseos y relaciones sentimentales que parecen brotar en medio de la conmoción.
Se rompe el código habitual de la intriga, que poco a poco se estanca en la indefinición. El
vacío, la ligereza y lo superficial están también en la forma narrativa, que tiende a
languidecer y desvanecerse, con una cadencia siempre tibia, hasta desembocar en un
sustrato sólido, una apelación al eterno femenino como indulgente amparo del hombre
extraviado.
La forma plástica, en cambio, es precisa, nítida, vigorosa. Todo cuanto no aflora en los
parcos diálogos palpita en los encuadres, ricos, bella y pictóricamente compuestos,
utilizando con elocuencia desolados paisajes y arquitecturas antiguas, barrocas,
anacrónicas, reflejo de esplendores caducos.
Entre la riqueza de lo visual cuenta mucho la belleza debutante y expresiva de Mónica
Vitti, en cuyo rostro la cámara se recrea constantemente.”
Chagolate con churros Altamont (España)
Silencio: Se habla
“Iniciamos una aventura, dividida en tres partes, sobre incomunicaciones y vidas a la
deriva. Sobre opulentos personajes vacíos de valores, y de movimientos autónomos
carentes de sentimientos.
Con la cámara, Antonioni recoge el silencio, la apatía de la conversación y el hastío de
involucrarse en algo que ataña sentirse vivo. A base de gestos y de planos cargados de
simbología, la cámara es la que recoge los desechos, la que narra la historia.
Desde el primer fundido encadenado, donde el padre de Anna desaparece empequeñecido
entre las dos mujeres y es sustituido en el plano siguiente por Sandro asomado a la
ventana (el uso del contrapicado que yuxtapone al padre y al novio es significativo: el
padre incapaz de darle seguridad a su hija deja el paso al hombre con quien su hija cree
que va a alcanzar la felicidad), también entre las dos mujeres-; la cámara apuesta por no
guardarse nada.
En su primera parte, Antonioni, retrata a nuestros protagonistas a través del ambiente.
Los edificios y los interiores son los matices de sus personajes. Si ya dije en su momento
que Antonioni ha sido el mejor arquitecto por todo lo que podíamos dilucidar de sus
personajes a través del entorno donde los colocaba. Que mejor ejemplo, que el
archipiélago de las Islas Eólicas (Lisca Bianda) para retratar a los personajes que nos
atañen: yermos vacíos, llenos de trampas y azotados por tormentas.
En su segunda parte, la culpa y el deseo se mezclarán, al principio sin orden ni control
(como si alguna vez ambos sentimientos lo tuvieran...) y más tarde acoplados, sin el
énfasis de ganar la carrera. Empieza entonces la tercera parte que llega al clímax cuando
Claudia (sobresaliente Mónica Vitti) dice:
“Hace unos pocos días, al pensar que Anna podría estar muerta sentí que yo también me
moría. Ahora ni siquiera lloro. ¡Lo que temo es que esté viva!”
Y finalmente la redención. La comprobación de que el recipiente está vacío, que quizá no
haya esperanza y sea demasiado tarde.
Hemos conducido todo el tiempo sobre las curvas de la condición humana, el vehículo (la
cámara) nos transportaba, el conductor (Antonioni) nos llevaba, pero sólo el pasajero
puede apreciar, si bien lo desea, el paisaje que se abre a nuestro paso.”
Chagolate con churros
Miquel Palma (Mallorca) (España)
El tedio
“Sexto largo de Antonioni y primera entrega de su trilogía de la incomunicabilidad,
también llamada de la desilusión. Escrito por Antonioni, Elio Bartolini y Tonino Guerra,
desarrolla un argumento de Antonioni. Se rueda en exteriores y escenarios reales de
Roma, Sicilia y de las Islas Eólicas (Basiluzzo, Panarea, Lisca Bianda...). Obtiene el Premio
Especial del Jurado de Cannes y un Silver Ribbon (música). Producido por Amato
Pennasilico para Cino del Duca, se estrena en mayo de 1960 (Cannes).
La acción dramática tiene lugar en Roma, Islas Eólicas y Sicilia, a lo largo de varios días,
en 1959. Un grupo de jóvenes romanos de posición acomodada realizan un crucero en
barco por las Islas Eólicas, situadas al Este de Sicilia. Tras desembarcar en una de ellas,
Anna (Massari) desaparece. Sandro (Ferzetti), su pareja, y Claudia (Vitti), su mejor
amiga, la buscan en las islas y en Sicilia, mientras Julia (Blanchar), Patricia (Ruspoli),
Conrado (Addams) y Raimundo (Luttazzi) pronto la olvidan.
El film presenta una narración que aparentemente se mueve a la deriva: una excursión
marítima de recreo se convierte en una búsqueda, ésta se ve interrumpida por una
historia de amor, que resulta alterada por la infidelidad de Sergio con Gloria (Paliolo). De
manera similar, los personajes parecen ir a la deriva: deambulan sin destino fijo, traspiran
hastío vital y profesional, se olvidan pronto de la amiga desaparecida, viven ausentes,
aislados y aburridos. La cinta deviene una exploración del vacío interior de los personajes,
la incomunicación que se da entre ellos (nadie tiene nada que decir), la imposibilidad de
establecer relaciones estrechas y duraderas de amistad, la utopía del amor, la felicidad
inalcanzable... Los protagonistas son personas neuróticas, fracasadas sentimentalmente y
socialmente, confusas y en crisis.
El realizador sitúa a sus héroes en escenarios dominados por paisajes grises, anodinos,
fantasmagóricos o angustiosamente recargados de arquitecturas envejecidas y desoladas.
Los pueblos y sus gentes parecen detenidos en un tiempo pasado y extraño, donde todos
permanecen estáticos y en silencio, sin ocupación y sin esperanza. Los diálogos son
lacónicos y secos. El tiempo de la puesta en escena es largo. Se da mayor importancia a
la creación de atmósferas que a la fluidez de la narración. El espectador es invitado a la
introspección, la exploración de la subjetividad propia y de los protagonistas, el análisis
interior y la meditación.
La música, de Giovanni Fusco ("Las amigas", 1955), ofrece composiciones de violoncelo
que evocan a Ravel y sugerentes insertos atonales a la manera de Schönberg. La banda
sonora, muy singular, subraya el clima de apatía, fatalismo y tedio de los personajes. La
fotografía, de Aldo Scavarda, se recrea en planos largos, cuida la profundidad de campo,
muestra paisajes vacíos y extraños y mantiene los encuadres fijos, mientras los actores se
mueven desde el centro de los mismos hacia sus márgenes.”
Miquel

CICLO: Michelangelo Antonioni “El grito”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“El grito”
Título original: Il grido
Año: 1957
Duración: 116 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Michelangelo Antonioni
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W)
Reparto:
Steve Cochran, Alida Valli, Betsy Blair, Gabriella Pallotta, Dorian Gray, Elli Parvo, Lynn
Shaw, Mirna Girardi
Productora: Coproducción Italia-Estados Unidos; Spa Cinematografica, Robert Alexander
Productions
Género: Drama | Neorrealismo
Sinopsis:
Después de ser abandonado por Irma (Alida Valli), Aldo (Steve Cochran) deja el trabajo y
emprende un largo viaje por el norte de Italia. En su peregrinación conoce mujeres que
comparten con él una sensación de inquietud y marginación: Elvia, una amiga resurgida
del pasado, y la joven Virginia, que atiende una gasolinera y vive con su anciano padre en
una oprimente soledad; Andreína, una prostituta que alberga, ingenuamente, la esperanza
de encontrar un lugar en el mundo donde empezar una nueva vida. Con cada una de ellas,
Aldo intenta establecer una relación. (fuente: FILMAFFINITY)
Críticas:
Alex Barcelona (España)
Niebla en el alma
“La neblinosa e industrial comarca del Po, en el norte de Italia. Al verse abandonado por
su pareja, un trabajador de una fábrica emprende, junto a su hija, un vagabundeo que le
llevará a reencontrarse con una antigua novia y a tener relaciones fugaces con otras
mujeres, ninguna de las cuales logrará llenar su vacío y su soledad. El desengaño
amoroso y la huida como modo de dar sentido a una existencia que se ha vuelto
intolerable e injusta es, pues, el tema central de esta película, aunque Antonioni lo aborda
con sutileza y evitando caer en el sentimentalismo.
Los nebulosos paisajes invernales parecen reflejar la oculta desolación del errabundo
protagonista, un Steve Cochran rescatado por Antonioni de sus papeles secundarios de
vaquero o de gangster en el cine de Hollywood y que resulta bastante creíble en su papel
de desengañado obrero italiano. Pero el destino de su personaje sería superado por la
realidad algunos años después de la participación de Cochran en "El grito", cuando falleció
mientras navegaba en un yate por la costa de Guatemala y sus acompañantes femeninas
quedaron a la deriva durante días hasta que fueron rescatadas.
La sugestiva banda sonora con resonancias de Satie o de Chopin -más presente aquí que
en otras películas de Antonioni- así como la magnífica fotografía del gran operador Gianni
de Venanzo -autor de la fotografía en otras películas de Antonioni y de 8 1/2 de Fellini-
ayudan en la creación de la atmósfera melancólica de una película que, sin alcanzar las
cotas magistrales y la sofisticación narrativa y técnica de la “La Aventura” y las que
siguieron, está llena de matices en la descripción de los diversos personajes y en las
relaciones entre ellos. Uno de los elementos estilísticos que se repite es el juego visual
entre el interior de las casas y el paisaje, tal vez una metáfora de la dicotomía entre el
mundo anímico de los personajes y el mundo que les rodea. Y así, aparecen a menudo
puertas abiertas y ventanas a través de las cuales se vislumbra el nebuloso exterior y
viceversa (característica que adquirirá en "La aventura" rasgos aún más acentuados). Los
ecos del neorrealismo también planean sobre la película; tanto la descripción de la vida de
la gente humilde, como la pareja formada por el protagonista y su hija, recuerdan a la
inolvidable obra maestra de De Sica "Ladrón de bicicletas".
En mi opinión es una película conmovedora y profunda que vale la pena ver, y que
gustará no solo a los seguidores de Antonioni (que debemos ser más bien pocos), sino a
los amantes del buen cine en general.”
Alex
Miquel Palma (Mallorca) (España)
Viaje por el Valle del Po
“Quinto largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007) (“La aventura”, 1960),
según guión escrito por el propio Antonioni, Elio Bartolino y Ennio de Concini, que se
inspira parcialmente en el film “Ossessione” (1942), de Luchino Visconti. Se rueda en
localizaciones del Valle del Po (Veneto y Emilia Romagna). Es premiado con el Nastro
d’Argento (“Silver Ribbon”) a la fotografía y con el Golden Leopart del Festival de Locarno
(Suiza). Producido por Franco Cancellieri para Spa Cinematografica y Robert Alexander
Productions, se estrena el 11-III-1957 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en el pueblo de Goriano y otras ubicaciones próximas del
Valle del Po, entre el invierno de 1956 y el de 1957. Aldo (Cochran), obrero manual
especializado en mecánica (mantenimiento y reparación de motores), trabaja en la planta
de refinado de azúcar instalada en las proximidades de Goriano, donde convive con Irma
desde hace unos 8 años, con la que ha tenido una hija, Rosina (Girardi), que cuenta 7
años. Llevan una vida modesta y con ciertas privaciones porque el salario de Aldo es muy
justo y no disponen de otros ingresos. Aldo, de unos 35 años, es soltero, cuenta solo con
el fruto de su trabajo para sacar adelante a la compañera y a la hija de ambos. Encarna la
figura del proletario industrial sin relieve y sin pretensiones, explotado y mal pagado. Irma
(Valli) hace los trabajos de la casa. Su marido se marchó a Australia en los primeros años
de la posguerra. La tranquilidad y la placidez de sus vidas se ve alterada cuando Irma
recibe la noticia del fallecimiento del marido. Alvia (Blair) es una antigua novia de Aldo.
Edera (Payota) es la hermana de Alvia. Virginia (Grey) es viuda y propietaria de una
gasolinera. Andreína (Shaw) es una prostituta ingenua y soñadora.
Con una admirable sobriedad y una espléndida economía de medios, Antonioni desgrana
una intensa y emocionante historia de desarraigo, soledad y desamparo. Desde una
perspectiva que observa la realidad sin prejuicios, sin sentimentalismos y desde la
distancia, construye un relato que muestra con fuerza y vigor la desolación que se
apodera del espíritu de un ser humano abandonado, privado de afectos y atormentado por
la soledad y antiguas frustraciones. Construye en torno al personaje una atmósfera densa
y penetrante de tristeza, melancolía y desolación. La narración se apoya en el uso de
varios recursos adicionales al discurso principal, como luces dispersas, paisajes dominados
por la niebla, escenas lluviosas y perspectivas amplias, profundas y desoladas. Añade
trazos que ponen de manifiesto la tensión que se da entre progreso y bienestar, desarrollo
tecnológico y arraigo humano en la sociedad, el trabajo y el medio natural.”
Astimegoesby Ad Petrum, Madrid (España)
"El problema es que no tengo ganas de nada”.
“Si en alguna ocasión alguien se planteara una serie de películas que expresaran con la
mayor fidelidad posible lo que el existencialismo aportó al séptimo arte, estoy convencido
que pocos ejemplos resultarían tan pertinentes como IL GRIDO (El grito, 1957), partiendo
de un guión del propio realizador, en unión a Elio Bartolini y Ennio De Concini.
IL GRIDO es una obra llena de tristeza, pero al mismo dominada por una extraña
serenidad. Desde los primeros minutos sabemos cómo culminará la misma, pero al mismo
tiempo no dejamos de conmovernos en esa mirada que el protagonista girará hacia ese
pueblo ordenado y tranquilo que ha decidido abandonar profundamente desengañado.
La singularidad de esta admirable película de Antonioni estriba en la capacidad de ser
sensible y desesperanzado al mismo tiempo, de buscar el calor de la comunicación
humana y asumir que no hay posibilidad de lograrla, de manifestar un contexto físico y
natural casi fantasmal y en el mismo fotograma acercarse de una manera casi palpable a
la sensualidad que esta manifiesta –a través de sus eternamente húmedos parajes-. El
logro de articular con tanta sinceridad, hondura, sencillez y complejidad un estado de
ánimo personal que culminará con un final tan trágico como buscado desde el primer
momento, es sin duda la prueba más palpable de que el cineasta se encontraba preparado
para depurar su visión del hecho cinematográfico hasta extremos más austeros y
complejos.”
Astimegoesby

CICLO: Michelangelo Antonioni “Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese)


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese)
Título original: Le amiche
Año: 1955
Duración: 104 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Michelangelo Antonioni, Suso Cecchi d'Amico, Alba De Cespedes
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W)
Reparto:
Eleonora Rossi Drago, Gabriele Ferzetti, Franco Fabrizi, Valentina Cortese, Yvonne
Furneaux, Madeleine Fischer, Anna Maria Pancani, Luciano Volpato, Ettore Manni
Productora: Trionfalcine
Género: Drama | Amistad
Sinopsis:
Rosetta, una joven adinerada, después de intentar suicidarse en un hotel de Turín, conoce
a Clelia, una vecina de habitación a la que confía todos sus problemas. Clelia es una joven
de origen humilde que pretende abrir en la ciudad un negocio de moda. (fuente:
FILMAFFINITY)
Premios:
1955: Festival de Venecia: León de Plata
Críticas:
Miquel Palma (Mallorca) (España)
Las amigas de Clelia
“Quinto largo de Antonioni. Se basa en el relato breve "Tra donne sole" (1949), de Cesare
Pavese, adaptado por el realizador, Suso Cecchi D'Amico y Alba Céspedes. Se rodó en
escenarios naturales de Turín y en los estudios de Cinecittà (Roma). Ganó el León de plata
de Venecia y dos Nardo d'Argento (director y actriz reparto, V. Cortese). Producido por
Giovanni Addessi, la "première" se celebró el 7-IX-1955 (Venecia).
La acción tiene lugar en Turín (Italia), el invierno de 1955, durante 7 días. La joven Clelia,
residente en Roma, acude a Turín para asumir la dirección de la nueva sucursal de una
firma de alta costura. A causa de un intento fallido de suicidio de la vecina de su
habitación de hotel, Rosetta Savone (Madeleine Fisher), conoce a Momina De Stefani
(Yvonne Furneaux), a la ceramista Nené (Valentina Cortese) y a la amiga de ambas,
Marielle (Ana Maria Pancani). Conoce además al pintor Lorenzo (Gabriele Ferzetti), pareja
de Nené, al arquitecto Cesare Pedoni (Franco Fabrizi), amante de Momina, y a su
ayudante Carlo (Ettore Manni).
La película se desarrolla como un drama de referencias psicológicas, centrado en el mundo
de 5 mujeres. Explora sus centros de interés: moda, fiestas, salidas, cremas. Los efectos
de su interacción: amistad, rivalidades, deslealtades, celos. Su visión de la sexualidad, el
matrimonio, las separaciones, la fidelidad. Analiza la indiferencia de los hombres ante las
angustias de las mujeres y la incapacidad de éstas para entenderse y comunicarse entre
ellas. Investiga las difíciles relaciones hombre/mujer y sus diferentes modos de entender
el sexo y el amor, personificados en Rosetta y Lorenzo. Hace uso de símbolos, de creación
propia, para subrayar temas tan importantes para el autor como el olvido (Nené), la
vacuidad (Marielle) y la desaparición (Rosetta). La obra contiene elementos de valor
documental (etnológico), como el bar con radio elevada (sin TV) para seguir en directo los
partidos de fútbol, el puesto callejero de golosinas, la moda femenina de los primeros 50
(tocados, abrigos de piel, tacones medios), la prestación por Cruz Roja del entonces
deficitario servicio de ambulancias, la desaparición del sombrero masculino y otros.
La música, de Giovanni Fusco, ofrece gratos contrapuntos de guitarra y piano, de aires
ligeramente jazzísticos, con solos de ambos instrumentos y graciosos pizzicatos. Añade
una versión instrumental del mambo y melodías de organillo. La fotografía, en B/N, se
sirve del paisaje (siempre importante para Antonioni) y de los ambientes como reflejo del
mundo interior de los personajes. La escena de la playa, llena de elipsis y significados,
marca un punto culminante del film. Usa tonos intensos, fuertes contrastes y crea
composiciones de notable calidad plástica. El guión apunta algunos de los temas que
centran la atención del realizador en obras posteriores. La película, de grandes
interpretaciones y excelente desarrollo de personajes, es la primera obra importante del
autor.”
Miquel
Ales Barcelona (España)
Se adivina ya al genial autor de La noche, blow up, o El eclipse
“Al margen de que “Las amigas” sea una buena película, que lo es, pienso que su interés
radica sobre todo en su condición de predecesora del cine, a veces genial, realizado por
Antonioni más adelante, y gracias al cual tiene un lugar asegurado en el olimpo de los
grandes directores.
Aunque de manera solo incipiente, se adivinan ya en las “Las amigas” algunos de los
temas y características del cine más maduro de su autor. Por ejemplo, en la descripción
de las soledades y desencuentros de unos personajes que buscan la felicidad sin
encontrarla, ejemplificados, sobre todo, por el conmovedor personaje de Roseta, bella
mujer atormentada en su amor trágico. O en cierta estilización de raíz abstracta en la
concepción de unos espacios que, trascendiendo su función de meros escenarios, cobrarán
cada vez más protagonismo en el cine de Antonioni.
En cambio, se hallan aun ausentes de esta película otros elementos característicos del
estilo más depurado de su autor. Este sería el caso de una tendencia a ralentizar el
“tempo narrativo”, o la inclusión, tan frecuente en el cine posterior de Antonioni, de
ciertos “momentos” habitualmente desdeñados por la narrativa tradicional con el objeto
de lograr cierto clima dramático o poético. Tampoco hallamos aquí, aun, la preponderancia
de los gestos y las miradas en detrimento del diálogo.
A pesar de que “las amigas” no esté, pues, entre las obras más representativas de su
autor, he disfrutado, sin embargo, con este retrato sutil y ecuánime –en ningún momento
se cargan las tintas con intenciones melodramáticas-, de un grupo de personas
pertenecientes a la alta burguesía turinesa. Un retrato en el que, a pesar de su condición
de obra relativamente primeriza, contiene casi todas las constantes del cine que dirigiría
Antonioni en el futuro. Un cine el que no se pretende hacer crítica social generalizadora,
sino incidir -por lo menos durante su primera época, hasta la memorable “Blow up”-, en
los dramas y paradojas del ser humano como individuo aislado, "alienado" según la
terminología que hizo fortuna en su época, pero abocado también a su destino de animal
social, con todas sus consecuencias y complejidades.
Un último apunte: vista desde la perspectiva actual, algunas de esas mujeres
independientes y supuestamente “modernas” son portadoras de valores inequívocamente
machistas; ¡pero es que estamos en la Italia de 1955!”
Ales
Chagolate con churros Altamont (España)
¡Qué envejezca el mar!
“Primer estallido de queja social burguesa en el cine de Antonioni. En este caso que nos
ocupa, involucrando (o arrastrando al descontento) a la clase obrera de la que se ocupó
en su posterior filme (El grito, 1957). Rara vez, veremos en el cine de Antonioni
personajes de diferente alcurnia ocupando un mismo plano como ocurre aquí. No existe de
todas maneras, conflicto de clases sociales en las interrelaciones personales y si lo pudiera
parecer, Clelia (Eleonora Rossi Drago) finiquita la duda en los compases finales.
“Las amigas” es, eso sí, un avance de las frustraciones que poco después exploraría el
director con denuedo en su posterior filmografía: el cinismo, la frivolidad, la
incomunicación, el vacío existencial.
“Mis amigos, mi vida, mis días... ¡Mis días! ¿Para qué voy a vivir? ¿Para decidir qué
vestido me pongo? Y cuando lo decido, ¿qué es lo que me espera?” (Rosetta)
Los personajes, se muestran despojados de afecto y de cualquier sentimiento que
desprenda candor. Las acciones que realizan están alejadas de la búsqueda de un efecto,
son más bien impulsivas (adulterios, intentos de suicidios o broncas de taberna) como
consecuencia de buscar un engaño con que tapar el vacío que experimentan (lo único
tangible).
- Menos mal que el mar no envejece.
(...)
- Sí, pero ¿qué hay de nosotros?
Antonioni se ayuda ignorando el contraplano. Sigue los muertos vivientes que son sus
personajes con planos largos, donde percibimos el deambular apático. No existe mucho a
que agarrarse y el actor queda esclavizado a la puesta en escena.
Quizás Rosetta, sí murió en esa habitación de hotel.”
Chagolate con churroS

COMIENZO DE CICLO: Michelangelo Antonioni “Crónica de un amor”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“Crónica de un amor”
Título original: Cronaca di un amore
Año: 1950
Duración: 100 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Michelangelo Antonioni, Daniele d'Anza, Silvio Giovanietti, Francesco Maselli, Piero
Tellini
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Enzo Serafin (B&W)
Reparto: Lucía Bosé, Massimo Girotti, Ferdinando Sarmi, Franco Fabrizi, Gino Rossi
Productora: Fincine, Villani Film
Género: Drama. Romance | Drama psicológico
Sinopsis:
Un empresario maduro que ama apasionadamente a su joven y bella mujer, teme que lo
esté traicionando, por lo que decide vigilarla por medio de una agencia de detectives.
Cuando ella era estudiante estuvo perdidamente enamorada de Guido, un compañero de
clase que era el novio de su mejor amiga. Ópera prima de Antonioni. (fuente:
FILMAFFINITY)
Críticas:
Miquel Palma (Mallorca) (España)
Historia de Paola
“Primer largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007), que realiza tras 7
cortometrajes. El guión, de Michelangelo Antonioni, Danièle d’Anza, Silvio Giovanetti,
Francesco Maselli y Piero Tellini, desarrolla un argumento de M. Antonioni, que guarda
semejanzas con el de “The Postman Always Rings Twice” (1934), de James M. Cain
(1934). Se rueda en escenarios reales de Milán y Ferrara. Obtiene el premio Silver Ribbon
(Nardo d’Argento) a la mejor banda sonora. Producido por Franco Villani y Stefano Caretta
para Villani Film y Fincine, se proyecta por primera vez en público el 11-X-1950 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en Ferrara y Milán durante los meses del invierno de
1950. La joven Paola (Bosé), de 27 años, casada desde hace 7 años con Enrico Fontana
(Sarmi), un acaudalado industrial de la industria textil, recibe la visita de un antiguo
compañero de estudios y antiguo amante, Guido Garroni (Girotti), a raíz de una
investigación sobre su pasado que el marido, movido por los celos, ha encargado a una
agencia de detectives privados. El reencuentro revive el recuerdo de un hecho oscuro del
pasado. Paola, nacida en Revigo (no en Rávena), hija de un profesor del Liceo de Ferrara,
se ausentó de Ferrara a raíz de la muerte de una amiga, contrajo matrimonio durante la
guerra (1943) a los 20 años, y vive en Milán. Es elegante, caprichosa, gasta mucho en
vestir y no es feliz. El amor rutinario, un marido mucho mayor que ella y las diferencias de
intereses que los separan, la incomodan. Enrico es ingeniero, dirige un grupo de empresas
prósperas, dedica mucho tiempo al trabajo, está enamorado de Paola y es celoso. Guido
tiene la misma edad que Paola, es soltero, no se ha situado profesionalmente, es
vendedor “free lance” de coches y pasa apuros económicos.
El film suma drama, crimen, romance, misterio y análisis social. Se considera que forma
parte de la primera trilogía del autor junto con “La señora sin camelias” (1953) y “Las
amigas” (1955). En los tres films el realizador aplica el análisis propio del neorrealismo al
comportamiento de la burguesía. Prefigura la segunda trilogía (“La aventura”, “La noche”
y “El eclipse”), que da a conocer internacionalmente a Antonioni.
La película anticipa la temática de los trabajos posteriores. Muestra a los ricos como
personas insatisfechas, aburridas y hastiadas. Pone de manifiesto las dificultades de las
relaciones interpersonales. Presta especial atención a las barreras y obstáculos que
impiden las relaciones amorosas. Establece paralelismos entre los escenarios con el
estado de ánimo de los protagonistas. Ve a la burguesía egoísta, vanidosa, clasista,
desconsiderada, indolente, envidiosa, presa de celos, etc. Desvela la mediocridad de sus
ambiciones (defraudar a Hacienda, ostentación, fiestas insoportables...). No oculta el peso
de la fatalidad sobre el destino de las personas.”
Miquel
Servadac Madrid (España)
Ellas los prefieren… pero se casan con los ingenieros
“Al fin y al cabo, el enamoramiento pasa y el confort, económico y social, hunde sus babas
en el tiempo. Pero, ¿qué es una vida sin pasión sino el preludio soso de la muerte?
Así se encuentra Paola (Lucia Bosé) al comienzo de la cinta, cuando su marido, ingeniero,
madurito e industrial exitoso, y con menos sex-appeal que una mofeta, decide hacerla
investigar. Hay algo de tragedia griega en el hecho de que sea precisamente la puesta en
marcha de la investigación, lo que hace que Paola y Guido (Massimo Girotti) se
reencuentren, después de siete años. El marido, como Layo (padre de Edipo y rey de
Tebas), provoca lo que teme. El destino, en la vida y en el arte, se ríe de nosotros.
Paola, hasta entonces fiel (al menos en lo físico) se hace consciente de que la comodidad
y el lujo no le bastan. Ni le sobran. El drama está servido.
Este es, en esencia, el planteamiento de la historia.
Antonioni la convierte en un mecanismo cinematográfico perfectamente articulado. Señala
Noël Burch en su ‘Praxis del cine’ la maestría con que el italiano maneja en esta obra las
entradas y salidas de cuadro de los personajes, el preciso ballet entre el encuadre y los
actores, la belleza plástica de cada plano.
Para Burch, la estructura del film se basa en la disociación entre la imagen y el texto, lo
que se nos muestra y las palabras. Palabras que evocan, a menudo, el pasado o un
incierto porvenir. “En sentido anecdótico, no sucede prácticamente nada en la pantalla. Y,
sin embargo, si es verdad que no se trata de un film de acción, tampoco se puede afirmar
que se trate de un film «sin historia», puesto que el relato comporta dos muertes
violentas, un proyecto de asesinato e incluso una investigación policíaca.”
‘Crónica de un amor’ es un logro formal de primer orden.
La emoción, en esta cinta, me llega por la vía de lo que Claude Lanzmann llamaría un
vacío de la memoria. Me explico. Cuenta Lanzmann en su voluminoso tomo de recuerdos
‘La liebre de Patagonia’ que en la Prinz-Albrecht-Strasse y sus alrededores se encontraban
los edificios centrales del totalitarismo institucional nazi, en Berlín Este. El lugar fue
denominado «topografía del terror» por algún alemán desconocido. “Pensaba que si
quienes iban a proyectar y construir el nuevo Berlín estaban dispuestos a asumir su
responsabilidad ante la Historia, no deberían tocar ninguno de esos lugares, sino dejar un
vacío en el corazón de la ciudad, ese agujero que yo llamaba para mí un «trou de
mémoire»” Esta expresión, difícil de traducir en este contexto vendría a ser como un vacío
de la memoria. La palabra francesa “trou” (agujero) expresa intensamente la idea que
quiere transmitirnos Lanzmann en el texto. Algo así como una zona cero en la memoria
colectiva de Berlín.
Pues bien, en ‘Crónica de un amor’ también hay un vacío en la memoria de sus dos
protagonistas. Un vacío común, que configura todo el film. Se trata de Giovanna, un
ejemplar no personaje, es decir, un personaje que no llega a aparecer, pero cuyo vacío
impregna toda la película. Giovanna, prometida de él y gran amiga de ella, murió pocos
días antes de la boda, cayendo por el hueco de un ascensor. Por aquel entonces, Paola y
Guido ya se amaban; deseaban que ella desapareciera y no impidieron la caída. El suceso
aconteció años antes del principio de la acción que se nos muestra.
Siendo este el primer largometraje de Antonioni, ya se atisban aquí las líneas maestras de
su filmografía posterior: las calles se le vacían; los planos se le alargan; surge el problema
de la incomunicación –más allá de un trato superficial– entre los seres, de la insatisfacción
existencial; el paisaje –interior, exterior– es desolado.
Finalmente, el vacío se reabre –en clara simetría. La felicidad no puede cimentarse en el
abismo de una muerte deseada.”
Servadac
Chagolate con churros Altamont (España)
Trampantojo
“Mirado en perspectiva, "Crónica de un amor" o "Las amigas", son necesarias para que
Antonioni consiga en un futuro, adelgazar hasta lo imperceptible la trama y desdramatizar
su contenido. En Crónica el germen es más vaporoso puesto que existe una trama bien
marcada donde sus personajes interactúan según esta, y apreciamos una narrativa casi
clásica.
Cuando todo parece indicar que el nudo de la trama sigue los cánones establecidos de la
estructura decimonónica, Antonioni se muestra más interesado en las consecuencias que
en las causas. Las causas son evaluadas desde el prisma del tiempo, y el tiempo cincela
las consecuencias de estas causas en cada personaje. Quedan pues, personajes que más
que hastiados (epíteto ligado inevitablemente a los personajes de Antonioni), los
encontramos abatidos por las decisiones que tomaron o dejaron de tomar. El tiempo, ese
reloj imposible, fue el principal moldeador de las películas de Antonioni y su uso en la
trama siempre fue decisivo a pesar de que sólo en "El reportero" y en "Identificación de
una mujer" use el flashback. Avanzando en su filmografía, cuando ya no existe trama,
sólo quedarán las consecuencias y el tiempo como máximo juez.
Aún quedaba por precisar cuan de importante iba a ser el entorno en la filmografía del de
Ferrara, pero observamos desde su ópera prima como la escena ya comienza antes de
que llegue el protagonista y continúa, en no pocos momentos, una vez su protagonista
está ya fuera de campo mientras la cámara sigue a algún vehículo o a perdidos peatones.
Antonioni nos estaba avisando, que más que los aplaudidos plano-secuencias de
seguimiento de Bosé por las estancias, lo realmente importante ocurría porque el entorno,
confabulado con el tiempo, permitía que los vínculos con el mundo fueran estériles, y las
relaciones de este mundo, áridas y precarias.
Por ello Antonioni usa un “plano subjetivo irreal”. Justo cuando aparece el personaje nos
damos cuenta de que quien observaba era el propio entorno (o nosotros espectadores), y
los personajes quedan pues de espaldas, carentes de primeros planos, pero sumergidos
en el lugar (la ciudad, el campo, el parque...).
La trama conocida versa sobre un detective y su búsqueda de información sobre el pasado
(posiblemente criminal) de Paola (Lucia Bosé).
En "La aventura" Claudia (Mónica Vitti) y Sandro (Gabriele Ferzetti) buscan a la
desaparecida Anna (Lea Massari).
Ambas investigaciones son interrumpidas. En su ópera prima aún existen respuestas, pero
realmente, ¿le importan a alguien?
Chagolate con churros
kafka ciudadano del mundo (Palencia) (España)
Primeras señales.
“Primera película de Antonioni que gira en torno a la investigación detectivesca que un
hombre encarga a un policía, a fin de descubrir si su mujer tiene un amante.
Interpretada por una Lucía Bosé ataviada con sombreros a cada cual más horrible y recién
elegida Miss Italia, la trama está acotada por dos muertes, que condicionan toda la acción
y la psicología de los personajes, resultando una eficaz película, que emite las primeras
señales inequívocas de su autor: la dificultad/imposibilidad para llevar a buen puerto las
relaciones personales y/o amorosas; el gusto por enmarcar la acción - más pasiva que
activa paradójicamente - en parajes desvencijados y desérticos; la mujer como eje
central. Además, estamos ante un sobrio análisis de la alta burguesía.”
kafka

FIN DE CICLO: Michelangelo Antonioni


Bloqueo - Deseo en una mañana de verano (paupérrima versión del cuento “La babas del
diablo” del escritor argentino Julio Cortázar)
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
Bloqueo - Deseo en una mañana de verano (paupérrima versión del cuento “La babas del
diablo” del escritor argentino Julio Cortázar)
Título original: Blow-Up (Pueblo
Año: 1966
Duración: 108 min.
País: Reino Unido
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni
Música: Herbera Conchan
Fotografía: Carlo Di Palma
Reparto:
David Heminas, Vanessa Reagrave, Sara Miles, Peter Boles, Jane Bikini, Virgiliano Hill,
Verdusca, John Castre, Julián Agringa, Claude Agringa
Productora: Embride Films, Metro-Golondro-Mayer (MAGMA
Género: Intriga. Drama. Cerillero | Fotografía. Crimen. Película de culto
Grupos: Adaptaciones de Julio Cortázar
Sinopsis:
Adaptación de un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de Tomas (David
Heminas), un fotógrafo de moda que, tras realizar unas tomas en un parque londinense,
descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser algo tan turbador como
inesperado. (fuente: FILMAFFINITY)
Premios:
1967: Festival de Cannes: Palma de Oro - mejor película
1966: Oscar: 2 nominaciones: Mejor director, guión original
1966: Globos de Oro: Nominada a la mejor película extranjera de habla inglesa
1966: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a mejor película
1967: Premios BAFTA: 3 nominaciones: mejor film británico, fotografía y dir. artística
Críticas:
“Seguramente conocerán Vda. esa leyenda urbana que afirma que una vez un tipo vio una
película de Antonioni hasta el final. Evidentemente es un bulo, porque las películas del
director italiano son tan densas, y los temas que tratan poseen tal gravedad, que nada -ni
la luz, ni el tiempo, ni el aburrimiento- puede escapar a su fuerza de atracción; por tanto,
carecen de todo principio o final, y son, consecuentemente, infinitas y eternas, como Dios
o la resaca de la sangría. Uno no ve una película de Antonioni: es absorbido por ella. Una
sinopsis estándar de ésta diría algo así como: "Durante un verano del Swing ing Blondo de
los 60, un fotógrafo de modas cree haber registrado un asesinato con su cámara. Su
deseo de conocer qué ocurrió en realidad le llevará a un viaje…", etc. Sin embargo, como
no podía ser de otra forma estando basada en un cuento de Cortázar, en esta película
hasta la realidad es engullida por un agujero negro. De modo que, siguiendo la lógica
cuántica, hay en ella un crimen sin víctima, una trama sin acción, efectos sin causa y una
historia sin sentido. Por todo lo cual resulta indefectible y absolutamente hipnótica.”
Daniel Andrea: Infinitesimal
"Insoportable"
Carlos Boyero: Diario El Mundo
"El maestro Antonioni recrea un Londres pop y psicológico que oculta más aristas de las
previsibles. Una película de intriga que esconde a su vez otras tramas. (...) Buena."
Miguel Ángel Palomo: Diario El País

EL CLÁSICO DEL DOMINGO: “El pasajero”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“El pasajero”
Título original: Profesiones: Reportee (The Paraselene
Año: 1975
Duración: 119 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Mar Peplo, Michelangelo Antonioni, Peter Rollen (Historia: Mar Peplo
Música: Iván Candor
Fotografía: Luciano Volitivo
Reparto:
Jack Nicholson, Maria Schneider, Jenabe Acunare, San Henry, Ambrosiano Ria, Levente
Berkeley, José María Cascarela, James Campobello, Manferid Pies, Baptisterio Tiemple,
Charles Muletillero, Ángel del Pozo, Narciso Pula, Gustavo Re, Joan Espartar
Productora: Coproducción Italia-Francia-España; Compagina Cinematografica Champotón,
C.I.P.I. Cinematográfica, Les Films Concordia
Género: Aventuras. Intriga. Drama. Thriller | Periodismo. África. Toad Novie
Sinopsis:
David Loche (Jack Nicholson) es un desilusionado periodista que emprende una peligrosa
investigación sobre las intrigas políticas internacionales que facilitan la implantación de
regímenes dictatoriales en algunos países africanos, lo que le hará vivir situaciones muy
arriesgadas. (fuente: FILMAFFINITY)
Premios
1975: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
Críticas:
"Se podría decir que es la mejor película de Antonioni"
Manola Daréis: The Ne York Times
"Una obra maestra rigurosa y visualmente artística, tan provocadora como hipnótica"
Kevin Tomas: Los Angeles Times
"Maria Schneider ofrece una interpretación de una espontaneidad asombrosa (...) No
admiré la película en 1975 (...) La admiro más ahora, 30 años después (...) Puntuación:
★★★½ (sobre 4)"
Roger Bereber: rogerebert.com
"Una obra remarcarle en la que el director vuelve a estar en forma tras la incoherente y
superficial 'Zabriskie Point' (...) Está hermosamente grabada por Luciano Volitivo
Derek Comalcalco: The Guardián
"La película se centra en las consecuencias de cambiar la identidad con otra persona, una
fantasía que (...) nunca se ha tratado de forma tan sombría y reflexiva."
Escoto Tobia: AV Club
"Se mantiene como una de las películas más profundas, rigurosas y gratificantes de su
época (...) Lenta como la muerte y elegante como un ángel, 'The Paraselene' sigue
cautivando."
Y Burro: Bostoniano Alobe
"La exploración reflexiva de Antonioni sobre lo engañosos y destructivos que pueden ser
los sueños creados extrae su magia de su deliberada intransmutabilidad" (...) Puntuación:
★★★★ (sobre 4)"
Nicle Escachar: Aislante

CICLO: Michelangelo Antonioni “El eclipse”


Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones,
reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo
escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la
pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera.
Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo
vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al
futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936
en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir
diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia.
Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes
Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió
con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada).
Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di
Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para
él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el
judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la
propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un
solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro:
es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la
joven se ha rodado con asombrosa habilidad.”
Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos,
figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien
hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional.
Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943
hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la
que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó
progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas
literarias de valía.
Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos
(primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse
con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se
dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y
otros paisajes figurativos.”
Su cine hasta 1962
Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se
editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas
del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de
su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que
recorrían el río.10
En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953)
(con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo
burgués con apariencias de simple melodrama.
Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y
con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo
característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para
experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de
narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la
película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que
debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una
pieza magnífica.
En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de
vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y
no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de
la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su
famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la
Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal
como se desarrollará en el futuro.
La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su
encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23
años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos
(Molière, Ionesco).
Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero
la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini
y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el
Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso,
reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia
por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su
destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes.
Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien
"increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado
sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre.
En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses,
Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de
Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella
aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha
comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta
calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del
protagonista, el escritor ficticio Pontano.
En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven
dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que
está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de
la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el
autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y
agentes.
Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre
1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los
críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta,
y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común.
El desierto rojo, un nuevo giro
En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive
inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy
abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una
situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes.
Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado
una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico
es el color; los colores me han entusiasmado siempre".
Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano;
estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas
y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un
fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente
demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su
violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su
gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una
especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas
perspectivas.
De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en
América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se
vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes,
pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora
sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre
la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron
siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del
europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico.
El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta
ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje
del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de
haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el
montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor
solo vale el montaje europeo).
En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros,
ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es
una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica
(supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le
permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad,
pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina,
rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta
desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un
sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo
real".
En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente
vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la
década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las
nubes (1995) y Eros (2004).
Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar
Bergman.
“El eclipse”
Título original: Eclipsase (The Eclipse)
Año: 1962
Duración: 126 min.
País: Italia
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Elio Bartolini
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W)
Reparto:
Ala in Delo, Mónica Vitti, Francisco Rabal, Luis Insigne, Silla Ginebrino, Ros sana Rora,
Miruella Acariciar
Productora: Coproducción Italia-Francia; Cinericio, Tintero Film, Paras-Films Productions
Género: Drama. Romance | Bolsa & Negocios. Drama psicológico
Grupos: Trilogía de la incomunicación
Sinopsis:
Vitoria (Mónica Vitti), tras una acalorada discusión, decide romper con su novio Ricardo
(Francisco Rabal). Mientras disfruta de su libertad en compañía de su madre, conoce a
Piero (Ala in Delo), un joven y atractivo corredor de bolsa, un seductor arrogante con el
que mantiene un apasionado romance. (FILMAFFINITY)
Premios:
1962: Festival de Cannes: Premio Especial del Jurado
Críticas:
Alex Barcelona (España)
Misteriosa y genial
“Me resulta difícil de racionalizar, pero esta película tiene la capacidad para pulsar resortes
olvidados, o quizá nunca reconocidos, de nuestra sensibilidad. A mí, por lo menos, me
descubrió secretas conexiones entre el hombre y sus pasiones con ciertas dimensiones del
espacio y en parte, del tiempo.
Más que referirme a su espléndida fotografía (de Gianni de Venanzo, muerto algunos años
después, en plena juventud), a los sugerentes escenarios, al encanto, pero también
gravedad que transmiten Mónica Vitti y Ala in Delo en la cumbre de su apostura juvenil,
me centraré, sin embargo, en tratar de desentrañar los significados de sus misteriosas y a
veces desconcertantes imágenes.
Nos encontramos aquí, en mi opinión, con una nueva vuelta de tuerca sobre las temáticas
habituales en el cine de Antonioni (la incomunicación, la fragilidad de las relaciones
humanas, la alienación del hombre en el mundo moderno), pero dentro de un contexto
que se podría calificar de metafísico. Tal es así que, aunque el fantasmagórico edificio en
construcción o la astilla de madera empiezan siendo, como en cualquier película
convencional, meros decorados o elementos de atrezo, acaban sin embargo convertidos
finalmente, no solo en inamovibles testigos, sino también en verdaderos protagonistas de
la narración, hasta el punto que los hasta entonces protagonistas de carne y hueso acaban
por desaparecer del escenario de sus encuentros. Así pues, el escenario se revela
finalmente como más “real” e importante que los propios personajes; tal es la
estratagema que nos propone Antonioni con el fin de poner de relieve la fragilidad de
estos, así como la contradictoria fugacidad de los sentimientos que los animan. Es como si
la materia inerte, huérfana de conexión con sus antiguos habitantes adquiriera de pronto
una cualidad extraña. Una cualidad que también tendría algo de correlato material de la
situación anímica de los protagonistas.
Esta usurpación deviene finalmente una metáfora inquietante de la fugacidad de la vida
humana. Porque las pasiones juveniles, los bellos gestos, risas, y miradas, por muy
maravillosos que nos hayan parecido, están condenados a desaparecer y a perderse en el
olvido. ¿Y qué es lo que queda entonces, al final? Prácticamente nada. Solo un borroso y
melancólico recuerdo flotando en los ahora desolados espacios, testigos silenciosos del
eterno –y quizá intrascendente a la postre- drama del devenir humano.
Pero como otras grandes obras de arte, esta película está abierta a múltiples significados.
Quizá sería mejor limitarse a dejarse embriagar por la impronta que sus imágenes
hipnóticas producen en nuestros sentidos. Esas miradas ambiguas de los protagonistas
después de haber cruzado el paso de peatones. Las cortinas de cáñamo cubriendo el
silencioso edificio convertido en extraño y fantasmagórico tótem. O la astilla de madera
otrora tocada por una mano ilusionada, y ahora flotando a la deriva en el agua que fluye
inexorablemente hacia la alcantarilla.”
Alex
Franklin Rebina Londres (Reino Unido)
Elogio del aburrimiento
“Hay momentos en la vida en los que, a pesar de que suene cursi, te sientes pleno. El cine
tiene la capacidad de regalarnos alguno de vez en cuando. Son estos momentos (los del
cine) en los que la piel se te pone de gallina, se te forma un nudo en la garganta y sientes
ganas de llorar; pero no llorar por la intensidad del drama, o por lo mal que lo pueda
pasar algún personaje, sino llorar de emoción por pensar: "Esto del cine... es lo más
hermoso".
Hasta ahora, mis momentos eran pocos (como para cualquiera, pues no es fácil conseguir
este sentimiento tan a menudo):
1. El final de "Luces de ciudad", de Achaplina.
2. El primer beso entre Redondo Barra y la Señora Hondonal en la terraza, en "Barra
Hondonal", de Rubrica.
3. Las escenas interiores en la casa de "El desprecio", de Gorda.
4. El mesmerismo de Xavier Alfitete en el café de "En la ciudad de Sylvina", de Guarín.
5. El duelo final de la repetida "Barra Hondonal", del repetido Rubrica
6. El flashback en plano secuencia de "Arropiero, el loco", de Gorda (otra vez)
Y, quizá, alguno más que ahora mismo no recuerdo. Pero, sí que recordaré como una de
las más grandes, la primera escena de "El eclipse", entre Mónica Vitti y Pao Rabal. El
silencio, la soledad a pesar de estar ambos entre las mismas paredes...
A partir de esta joya de secuencia, el aburrimiento se apodera del retraje. La soledad y lo
absurdo de estar en pareja se hacen visibles. El agotamiento de vivir es el verdadero
personaje principal. Y eso es lo que Antonioni nos transmite. ¿Para qué sirve ganar un día
en La Bolsa, si al día siguiente puedes perderlo todo? En definitiva, ¿para qué sirve tener
pareja si al día siguiente puedes no tenerla?
O como nos muestra Antonioni en sus últimas, pesadas, difíciles, pero magistrales
imágenes: ¿para qué sirve vivir, si al final lo que queda es un paisaje?”
Franklin Rebina
Chagolate con churros Altamont (España)
Cae la noche
“La noche termina. Emociones eclipsadas embriagan la casa de Ricardo
(Mastroianni/Rabal). Un ventilador agita la corbata, algunos papeles y el pelo de la pareja;
pero no notamos que refresque. Mueve aire cargado. Paredes abarrotadas de pinturas
(abstractas todas), suelos llenos de esculturas y muebles. Vitoria (Moreau/Vitti) no
encuentra espacio para respirar. El plano es estático. Los silencios son intensos, las
miradas... vacías. Vitoria abre la cortina y aparecen campos abiertos. Abre la puerta e
intenta desaparecer.
Sin Ricardo el plano se agranda y aparecen los clavellinas. El aire mueve las hojas y el
agua fluye con fuerza. Todo es natural.
En el edificio de la Bolsa el plano deja de ser sereno. Culebrea, se llena de energía y
estrépito. El montaje es trepidante y los sentimientos (generados por el dinero) se
muestran con claridad:
“Un minuto aquí vale millones” -dice Piero (Delo) en relación con el minuto de silencio por
la muerte de un compañero. Un minuto a tiempo real donde la cámara se impacienta igual
que Piero.
El gesto cobra su importancia (la compraventa) y los sonidos generan agitación (teléfonos,
el movimiento del precio de los valores en el parqué). Lo material enmudece los
sentimientos fuera de la Bolsa. Vitoria, que acaba de salir de una relación asfixiante, tiene
dudas sobre Piero. Él no esconde la importancia que tiene en su vida el dinero:
- Cuando Vitoria y Piero concretan una cita, él la lleva a la casa de sus padres porque es
más grande. El primer beso... tras el cristal.
- Cuando aparece su coche robado, se preocupa más por el precio de la reparación que
por el muerto que hay aún en el interior de su automóvil.
Antes hay diez minutos inanes sobre la colonización. Está el director mostrando un vacío
de valores, una sociedad burguesa condenada al ostracismo sentimental y la frivolidad
existencial. No existen metáforas. Entonces, ¿a cuento de qué vienen estos minutos de
crítica burguesa colonia lista Buscando la ejemplificación innecesaria casi rompe la
película.
Buscando el helado sentimiento entre los labios de Piero y Vitoria llegamos al final. Un
último abrazo. Intenso. El gesto más apasionado que se ha visto durante el ejercicio
seguido de las promesas de volver a verse al día siguiente, y al siguiente, y al otro...
¿Demasiado expuestos?
Secuencia final creada por planos cortos, casi todos estáticos o de movimientos
panorámicos. Llegó el momento. Destapemos el percal. Antonioni cuya narrativa
decimonónica la relegó al fondo del armario termina por contar esta historia con
elementos puramente cinematográficos consiguiendo uno de los finales más hermosos del
séptimo arte.”
Chagolate con churros
Vivo leyendo Huelva (España)
Cemento, liras, infartos, gritos, silencio y soledad
“La urbe se come el paisaje, achocolatado de edificios en construcción, modernos bloques
de apartamentos de líneas funcionales en la periferia de la ciudad, rivalizando con las
céntricas casas señoriales de aire vetusto. Calzadas, vehículos. La inundación de lo
artificial, la profusión de la futilidad, devorando un entorno natural que se resiste a perder
su amenazada lozanía. El materialismo, moneda de cambio actual, se advierte en cada
rincón, en el asfalto, en los ladrillos, en las paredes, en la mirada fatigada de Vitoria, en el
vicio de su madre hacia las inversiones compulsivas en Bolsa que le dan un aspecto de
algo patética urraca en busca desesperada de tesoros tan volátiles como la niebla.
Vitoria, joven y bonita, traductora de libros, está cansada. Está harta de Ricardo, al que
ya no le une nada más que vacío. La escena inicial, de la ruptura de la pareja, es bastante
significativa. Ella comunica al espectador una angustia contundente, agobiante. Lo que la
unía a Ricardo ya ha volado con el viento del olvido. ¿Qué elegir? ¿La soledad en pareja, o
la soledad individual? Vitoria ya no soporta esa sensación aplastante de estar sola al lado
de alguien. Por eso huye de Ricardo. Huye por el desabrido asfalto en un círculo vicioso de
más incomunicación, buscando a su madre embarrancada en la cacofonía de gritos de ese
sitio infernal que llaman Bolsa. El desagrado ante tal pandemónium de voces histéricas y
brazos gesticulando es patente, tanto en la incomodidad de Vitoria, quien está a todas
luces fuera de lugar en semejante ambiente, como en el rechazo que despierta en
espectadores como una servidora. No podría sentirme más a años luz de todo eso de las
inversiones bursátiles, un día ganar diez millones y al otro perder cincuenta, y los
enganchados a ese juego del dinero mirando como hipnotizados una tabla con nombres de
a saber qué entidades junto a cifras que no me dicen nada. Un montón de energúmenos
vociferando por toda la sala. Nadando con soltura entre la marea, un Ala in Delo por el
que sí valdría la pena sufrir un infarto, y no por la compraventa de humo.
Vitoria y Piero. Ella, ciclotimia mujer de letras, ahora risueña y traviesa, al minuto
siguiente deprimida y vacilante, como un pájaro inquieto que a ratos se divierte volando
pero que se asusta al no hallar un lugar en el que posarse. Él, activo, práctico y decidido
hombre de números, depredador de liras y corazones, un galán de los de saque y derribo,
seguro de sí y del poderío de su imparable atractivo. Pero en esta modernidad de valores
trastocados el galanteador ya no las tiene todas consigo, y la bella en edad de merecer no
sueña con príncipes azules.
El amor parece también manchado, dubitativo, a medio hacer, condenado desde el
comienzo por los lastres de estos tiempos; hasta los romances deben ser de diseño, como
los edificios nuevos de los barrios elegantes.”
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