0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
36 vistas62 páginas
Michelangelo Antonioni fue un destacado cineasta y escritor italiano del siglo XX. Comenzó su carrera como crítico de cine antes de dirigir su primera película, Crónica de un amor, en 1950. Sus primeras obras exploraban temas como la incomunicación y el aislamiento a través de historias sobre la burguesía italiana. En la década de 1960 dirigió su trilogía, compuesta por La aventura, La noche y El eclipse, que le dieron reconocimiento internacional. Más tarde dirigió otras obras
Michelangelo Antonioni fue un destacado cineasta y escritor italiano del siglo XX. Comenzó su carrera como crítico de cine antes de dirigir su primera película, Crónica de un amor, en 1950. Sus primeras obras exploraban temas como la incomunicación y el aislamiento a través de historias sobre la burguesía italiana. En la década de 1960 dirigió su trilogía, compuesta por La aventura, La noche y El eclipse, que le dieron reconocimiento internacional. Más tarde dirigió otras obras
Michelangelo Antonioni fue un destacado cineasta y escritor italiano del siglo XX. Comenzó su carrera como crítico de cine antes de dirigir su primera película, Crónica de un amor, en 1950. Sus primeras obras exploraban temas como la incomunicación y el aislamiento a través de historias sobre la burguesía italiana. En la década de 1960 dirigió su trilogía, compuesta por La aventura, La noche y El eclipse, que le dieron reconocimiento internacional. Más tarde dirigió otras obras
COMIENZO DE CICLO: Michelangelo Antonioni “Crónica de un amor”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio,
30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “Crónica de un amor” Título original: Cronaca di un amore Año: 1950 Duración: 100 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Michelangelo Antonioni, Daniele d'Anza, Silvio Giovanietti, Francesco Maselli, Piero Tellini Música: Giovanni Fusco Fotografía: Enzo Serafin (B&W) Reparto: Lucía Bosé, Massimo Girotti, Ferdinando Sarmi, Franco Fabrizi, Gino Rossi Productora: Fincine, Villani Film Género: Drama. Romance | Drama psicológico Sinopsis: Un empresario maduro que ama apasionadamente a su joven y bella mujer, teme que lo esté traicionando, por lo que decide vigilarla por medio de una agencia de detectives. Cuando ella era estudiante estuvo perdidamente enamorada de Guido, un compañero de clase que era el novio de su mejor amiga. Ópera prima de Antonioni. (fuente: FILMAFFINITY) Críticas: Miquel Palma (Mallorca) (España) Historia de Paola “Primer largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007), que realiza tras 7 cortometrajes. El guión, de Michelangelo Antonioni, Danièle d’Anza, Silvio Giovanetti, Francesco Maselli y Piero Tellini, desarrolla un argumento de M. Antonioni, que guarda semejanzas con el de “The Postman Always Rings Twice” (1934), de James M. Cain (1934). Se rueda en escenarios reales de Milán y Ferrara. Obtiene el premio Silver Ribbon (Nardo d’Argento) a la mejor banda sonora. Producido por Franco Villani y Stefano Caretta para Villani Film y Fincine, se proyecta por primera vez en público el 11-X-1950 (Italia). La acción dramática tiene lugar en Ferrara y Milán durante los meses del invierno de 1950. La joven Paola (Bosé), de 27 años, casada desde hace 7 años con Enrico Fontana (Sarmi), un acaudalado industrial de la industria textil, recibe la visita de un antiguo compañero de estudios y antiguo amante, Guido Garroni (Girotti), a raíz de una investigación sobre su pasado que el marido, movido por los celos, ha encargado a una agencia de detectives privados. El reencuentro revive el recuerdo de un hecho oscuro del pasado. Paola, nacida en Revigo (no en Rávena), hija de un profesor del Liceo de Ferrara, se ausentó de Ferrara a raíz de la muerte de una amiga, contrajo matrimonio durante la guerra (1943) a los 20 años, y vive en Milán. Es elegante, caprichosa, gasta mucho en vestir y no es feliz. El amor rutinario, un marido mucho mayor que ella y las diferencias de intereses que los separan, la incomodan. Enrico es ingeniero, dirige un grupo de empresas prósperas, dedica mucho tiempo al trabajo, está enamorado de Paola y es celoso. Guido tiene la misma edad que Paola, es soltero, no se ha situado profesionalmente, es vendedor “free lance” de coches y pasa apuros económicos. El film suma drama, crimen, romance, misterio y análisis social. Se considera que forma parte de la primera trilogía del autor junto con “La señora sin camelias” (1953) y “Las amigas” (1955). En los tres films el realizador aplica el análisis propio del neorrealismo al comportamiento de la burguesía. Prefigura la segunda trilogía (“La aventura”, “La noche” y “El eclipse”), que da a conocer internacionalmente a Antonioni. La película anticipa la temática de los trabajos posteriores. Muestra a los ricos como personas insatisfechas, aburridas y hastiadas. Pone de manifiesto las dificultades de las relaciones interpersonales. Presta especial atención a las barreras y obstáculos que impiden las relaciones amorosas. Establece paralelismos entre los escenarios con el estado de ánimo de los protagonistas. Ve a la burguesía egoísta, vanidosa, clasista, desconsiderada, indolente, envidiosa, presa de celos, etc. Desvela la mediocridad de sus ambiciones (defraudar a Hacienda, ostentación, fiestas insoportables...). No oculta el peso de la fatalidad sobre el destino de las personas.” Miquel Servadac Madrid (España) Ellas los prefieren… pero se casan con los ingenieros “Al fin y al cabo, el enamoramiento pasa y el confort, económico y social, hunde sus babas en el tiempo. Pero, ¿qué es una vida sin pasión sino el preludio soso de la muerte? Así se encuentra Paola (Lucia Bosé) al comienzo de la cinta, cuando su marido, ingeniero, madurito e industrial exitoso, y con menos sex-appeal que una mofeta, decide hacerla investigar. Hay algo de tragedia griega en el hecho de que sea precisamente la puesta en marcha de la investigación, lo que hace que Paola y Guido (Massimo Girotti) se reencuentren, después de siete años. El marido, como Layo (padre de Edipo y rey de Tebas), provoca lo que teme. El destino, en la vida y en el arte, se ríe de nosotros. Paola, hasta entonces fiel (al menos en lo físico) se hace consciente de que la comodidad y el lujo no le bastan. Ni le sobran. El drama está servido. Este es, en esencia, el planteamiento de la historia. Antonioni la convierte en un mecanismo cinematográfico perfectamente articulado. Señala Noël Burch en su ‘Praxis del cine’ la maestría con que el italiano maneja en esta obra las entradas y salidas de cuadro de los personajes, el preciso ballet entre el encuadre y los actores, la belleza plástica de cada plano. Para Burch, la estructura del film se basa en la disociación entre la imagen y el texto, lo que se nos muestra y las palabras. Palabras que evocan, a menudo, el pasado o un incierto porvenir. “En sentido anecdótico, no sucede prácticamente nada en la pantalla. Y, sin embargo, si es verdad que no se trata de un film de acción, tampoco se puede afirmar que se trate de un film «sin historia», puesto que el relato comporta dos muertes violentas, un proyecto de asesinato e incluso una investigación policíaca.” ‘Crónica de un amor’ es un logro formal de primer orden. La emoción, en esta cinta, me llega por la vía de lo que Claude Lanzmann llamaría un vacío de la memoria. Me explico. Cuenta Lanzmann en su voluminoso tomo de recuerdos ‘La liebre de Patagonia’ que en la Prinz-Albrecht-Strasse y sus alrededores se encontraban los edificios centrales del totalitarismo institucional nazi, en Berlín Este. El lugar fue denominado «topografía del terror» por algún alemán desconocido. “Pensaba que si quienes iban a proyectar y construir el nuevo Berlín estaban dispuestos a asumir su responsabilidad ante la Historia, no deberían tocar ninguno de esos lugares, sino dejar un vacío en el corazón de la ciudad, ese agujero que yo llamaba para mí un «trou de mémoire»” Esta expresión, difícil de traducir en este contexto vendría a ser como un vacío de la memoria. La palabra francesa “trou” (agujero) expresa intensamente la idea que quiere transmitirnos Lanzmann en el texto. Algo así como una zona cero en la memoria colectiva de Berlín. Pues bien, en ‘Crónica de un amor’ también hay un vacío en la memoria de sus dos protagonistas. Un vacío común, que configura todo el film. Se trata de Giovanna, un ejemplar no personaje, es decir, un personaje que no llega a aparecer, pero cuyo vacío impregna toda la película. Giovanna, prometida de él y gran amiga de ella, murió pocos días antes de la boda, cayendo por el hueco de un ascensor. Por aquel entonces, Paola y Guido ya se amaban; deseaban que ella desapareciera y no impidieron la caída. El suceso aconteció años antes del principio de la acción que se nos muestra. Siendo este el primer largometraje de Antonioni, ya se atisban aquí las líneas maestras de su filmografía posterior: las calles se le vacían; los planos se le alargan; surge el problema de la incomunicación –más allá de un trato superficial– entre los seres, de la insatisfacción existencial; el paisaje –interior, exterior– es desolado. Finalmente, el vacío se reabre –en clara simetría. La felicidad no puede cimentarse en el abismo de una muerte deseada.” Servadac Chagolate con churros Altamont (España) Trampantojo “Mirado en perspectiva, "Crónica de un amor" o "Las amigas", son necesarias para que Antonioni consiga en un futuro, adelgazar hasta lo imperceptible la trama y desdramatizar su contenido. En Crónica el germen es más vaporoso puesto que existe una trama bien marcada donde sus personajes interactúan según esta, y apreciamos una narrativa casi clásica. Cuando todo parece indicar que el nudo de la trama sigue los cánones establecidos de la estructura decimonónica, Antonioni se muestra más interesado en las consecuencias que en las causas. Las causas son evaluadas desde el prisma del tiempo, y el tiempo cincela las consecuencias de estas causas en cada personaje. Quedan pues, personajes que más que hastiados (epíteto ligado inevitablemente a los personajes de Antonioni), los encontramos abatidos por las decisiones que tomaron o dejaron de tomar. El tiempo, ese reloj imposible, fue el principal moldeador de las películas de Antonioni y su uso en la trama siempre fue decisivo a pesar de que sólo en "El reportero" y en "Identificación de una mujer" use el flashback. Avanzando en su filmografía, cuando ya no existe trama, sólo quedarán las consecuencias y el tiempo como máximo juez. Aún quedaba por precisar cuan de importante iba a ser el entorno en la filmografía del de Ferrara, pero observamos desde su ópera prima como la escena ya comienza antes de que llegue el protagonista y continúa, en no pocos momentos, una vez su protagonista está ya fuera de campo mientras la cámara sigue a algún vehículo o a perdidos peatones. Antonioni nos estaba avisando, que más que los aplaudidos plano-secuencias de seguimiento de Bosé por las estancias, lo realmente importante ocurría porque el entorno, confabulado con el tiempo, permitía que los vínculos con el mundo fueran estériles, y las relaciones de este mundo, áridas y precarias. Por ello Antonioni usa un “plano subjetivo irreal”. Justo cuando aparece el personaje nos damos cuenta de que quien observaba era el propio entorno (o nosotros espectadores), y los personajes quedan pues de espaldas, carentes de primeros planos, pero sumergidos en el lugar (la ciudad, el campo, el parque...). La trama conocida versa sobre un detective y su búsqueda de información sobre el pasado (posiblemente criminal) de Paola (Lucia Bosé). En "La aventura" Claudia (Mónica Vitti) y Sandro (Gabriele Ferzetti) buscan a la desaparecida Anna (Lea Massari). Ambas investigaciones son interrumpidas. En su ópera prima aún existen respuestas, pero realmente, ¿le importan a alguien? Chagolate con churros kafka ciudadano del mundo (Palencia) (España) Primeras señales. “Primera película de Antonioni que gira en torno a la investigación detectivesca que un hombre encarga a un policía, a fin de descubrir si su mujer tiene un amante. Interpretada por una Lucía Bosé ataviada con sombreros a cada cual más horrible y recién elegida Miss Italia, la trama está acotada por dos muertes, que condicionan toda la acción y la psicología de los personajes, resultando una eficaz película, que emite las primeras señales inequívocas de su autor: la dificultad/imposibilidad para llevar a buen puerto las relaciones personales y/o amorosas; el gusto por enmarcar la acción - más pasiva que activa paradójicamente - en parajes desvencijados y desérticos; la mujer como eje central. Además, estamos ante un sobrio análisis de la alta burguesía.” kafka
CICLO: Michelangelo Antonioni “El grito”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “El grito” Título original: Il grido Año: 1957 Duración: 116 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Michelangelo Antonioni Música: Giovanni Fusco Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W) Reparto: Steve Cochran, Alida Valli, Betsy Blair, Gabriella Pallotta, Dorian Gray, Elli Parvo, Lynn Shaw, Mirna Girardi Productora: Coproducción Italia-Estados Unidos; Spa Cinematografica, Robert Alexander Productions Género: Drama | Neorrealismo Sinopsis: Después de ser abandonado por Irma (Alida Valli), Aldo (Steve Cochran) deja el trabajo y emprende un largo viaje por el norte de Italia. En su peregrinación conoce mujeres que comparten con él una sensación de inquietud y marginación: Elvia, una amiga resurgida del pasado, y la joven Virginia, que atiende una gasolinera y vive con su anciano padre en una oprimente soledad; Andreína, una prostituta que alberga, ingenuamente, la esperanza de encontrar un lugar en el mundo donde empezar una nueva vida. Con cada una de ellas, Aldo intenta establecer una relación. (fuente: FILMAFFINITY) Críticas: Alex Barcelona (España) Niebla en el alma “La neblinosa e industrial comarca del Po, en el norte de Italia. Al verse abandonado por su pareja, un trabajador de una fábrica emprende, junto a su hija, un vagabundeo que le llevará a reencontrarse con una antigua novia y a tener relaciones fugaces con otras mujeres, ninguna de las cuales logrará llenar su vacío y su soledad. El desengaño amoroso y la huida como modo de dar sentido a una existencia que se ha vuelto intolerable e injusta es, pues, el tema central de esta película, aunque Antonioni lo aborda con sutileza y evitando caer en el sentimentalismo. Los nebulosos paisajes invernales parecen reflejar la oculta desolación del errabundo protagonista, un Steve Cochran rescatado por Antonioni de sus papeles secundarios de vaquero o de gangster en el cine de Hollywood y que resulta bastante creíble en su papel de desengañado obrero italiano. Pero el destino de su personaje sería superado por la realidad algunos años después de la participación de Cochran en "El grito", cuando falleció mientras navegaba en un yate por la costa de Guatemala y sus acompañantes femeninas quedaron a la deriva durante días hasta que fueron rescatadas. La sugestiva banda sonora con resonancias de Satie o de Chopin -más presente aquí que en otras películas de Antonioni- así como la magnífica fotografía del gran operador Gianni de Venanzo -autor de la fotografía en otras películas de Antonioni y de 8 1/2 de Fellini- ayudan en la creación de la atmósfera melancólica de una película que, sin alcanzar las cotas magistrales y la sofisticación narrativa y técnica de la “La Aventura” y las que siguieron, está llena de matices en la descripción de los diversos personajes y en las relaciones entre ellos. Uno de los elementos estilísticos que se repite es el juego visual entre el interior de las casas y el paisaje, tal vez una metáfora de la dicotomía entre el mundo anímico de los personajes y el mundo que les rodea. Y así, aparecen a menudo puertas abiertas y ventanas a través de las cuales se vislumbra el nebuloso exterior y viceversa (característica que adquirirá en "La aventura" rasgos aún más acentuados). Los ecos del neorrealismo también planean sobre la película; tanto la descripción de la vida de la gente humilde, como la pareja formada por el protagonista y su hija, recuerdan a la inolvidable obra maestra de De Sica "Ladrón de bicicletas". En mi opinión es una película conmovedora y profunda que vale la pena ver, y que gustará no solo a los seguidores de Antonioni (que debemos ser más bien pocos), sino a los amantes del buen cine en general.” Alex Miquel Palma (Mallorca) (España) Viaje por el Valle del Po “Quinto largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007) (“La aventura”, 1960), según guión escrito por el propio Antonioni, Elio Bartolino y Ennio de Concini, que se inspira parcialmente en el film “Ossessione” (1942), de Luchino Visconti. Se rueda en localizaciones del Valle del Po (Veneto y Emilia Romagna). Es premiado con el Nastro d’Argento (“Silver Ribbon”) a la fotografía y con el Golden Leopart del Festival de Locarno (Suiza). Producido por Franco Cancellieri para Spa Cinematografica y Robert Alexander Productions, se estrena el 11-III-1957 (Italia). La acción dramática tiene lugar en el pueblo de Goriano y otras ubicaciones próximas del Valle del Po, entre el invierno de 1956 y el de 1957. Aldo (Cochran), obrero manual especializado en mecánica (mantenimiento y reparación de motores), trabaja en la planta de refinado de azúcar instalada en las proximidades de Goriano, donde convive con Irma desde hace unos 8 años, con la que ha tenido una hija, Rosina (Girardi), que cuenta 7 años. Llevan una vida modesta y con ciertas privaciones porque el salario de Aldo es muy justo y no disponen de otros ingresos. Aldo, de unos 35 años, es soltero, cuenta solo con el fruto de su trabajo para sacar adelante a la compañera y a la hija de ambos. Encarna la figura del proletario industrial sin relieve y sin pretensiones, explotado y mal pagado. Irma (Valli) hace los trabajos de la casa. Su marido se marchó a Australia en los primeros años de la posguerra. La tranquilidad y la placidez de sus vidas se ve alterada cuando Irma recibe la noticia del fallecimiento del marido. Alvia (Blair) es una antigua novia de Aldo. Edera (Payota) es la hermana de Alvia. Virginia (Grey) es viuda y propietaria de una gasolinera. Andreína (Shaw) es una prostituta ingenua y soñadora. Con una admirable sobriedad y una espléndida economía de medios, Antonioni desgrana una intensa y emocionante historia de desarraigo, soledad y desamparo. Desde una perspectiva que observa la realidad sin prejuicios, sin sentimentalismos y desde la distancia, construye un relato que muestra con fuerza y vigor la desolación que se apodera del espíritu de un ser humano abandonado, privado de afectos y atormentado por la soledad y antiguas frustraciones. Construye en torno al personaje una atmósfera densa y penetrante de tristeza, melancolía y desolación. La narración se apoya en el uso de varios recursos adicionales al discurso principal, como luces dispersas, paisajes dominados por la niebla, escenas lluviosas y perspectivas amplias, profundas y desoladas. Añade trazos que ponen de manifiesto la tensión que se da entre progreso y bienestar, desarrollo tecnológico y arraigo humano en la sociedad, el trabajo y el medio natural.” Astimegoesby Ad Petrum, Madrid (España) "El problema es que no tengo ganas de nada”. “Si en alguna ocasión alguien se planteara una serie de películas que expresaran con la mayor fidelidad posible lo que el existencialismo aportó al séptimo arte, estoy convencido que pocos ejemplos resultarían tan pertinentes como IL GRIDO (El grito, 1957), partiendo de un guión del propio realizador, en unión a Elio Bartolini y Ennio De Concini. IL GRIDO es una obra llena de tristeza, pero al mismo dominada por una extraña serenidad. Desde los primeros minutos sabemos cómo culminará la misma, pero al mismo tiempo no dejamos de conmovernos en esa mirada que el protagonista girará hacia ese pueblo ordenado y tranquilo que ha decidido abandonar profundamente desengañado. La singularidad de esta admirable película de Antonioni estriba en la capacidad de ser sensible y desesperanzado al mismo tiempo, de buscar el calor de la comunicación humana y asumir que no hay posibilidad de lograrla, de manifestar un contexto físico y natural casi fantasmal y en el mismo fotograma acercarse de una manera casi palpable a la sensualidad que esta manifiesta –a través de sus eternamente húmedos parajes-. El logro de articular con tanta sinceridad, hondura, sencillez y complejidad un estado de ánimo personal que culminará con un final tan trágico como buscado desde el primer momento, es sin duda la prueba más palpable de que el cineasta se encontraba preparado para depurar su visión del hecho cinematográfico hasta extremos más austeros y complejos.” Astimegoesby
CICLO: Michelangelo Antonioni “Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese)
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese) Título original: Le amiche Año: 1955 Duración: 104 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Michelangelo Antonioni, Suso Cecchi d'Amico, Alba De Cespedes Música: Giovanni Fusco Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W) Reparto: Eleonora Rossi Drago, Gabriele Ferzetti, Franco Fabrizi, Valentina Cortese, Yvonne Furneaux, Madeleine Fischer, Anna Maria Pancani, Luciano Volpato, Ettore Manni Productora: Trionfalcine Género: Drama | Amistad Sinopsis: Rosetta, una joven adinerada, después de intentar suicidarse en un hotel de Turín, conoce a Clelia, una vecina de habitación a la que confía todos sus problemas. Clelia es una joven de origen humilde que pretende abrir en la ciudad un negocio de moda. (fuente: FILMAFFINITY) Premios: 1955: Festival de Venecia: León de Plata Críticas: Miquel Palma (Mallorca) (España) Las amigas de Clelia “Quinto largo de Antonioni. Se basa en el relato breve "Tra donne sole" (1949), de Cesare Pavese, adaptado por el realizador, Suso Cecchi D'Amico y Alba Céspedes. Se rodó en escenarios naturales de Turín y en los estudios de Cinecittà (Roma). Ganó el León de plata de Venecia y dos Nardo d'Argento (director y actriz reparto, V. Cortese). Producido por Giovanni Addessi, la "première" se celebró el 7-IX-1955 (Venecia). La acción tiene lugar en Turín (Italia), el invierno de 1955, durante 7 días. La joven Clelia, residente en Roma, acude a Turín para asumir la dirección de la nueva sucursal de una firma de alta costura. A causa de un intento fallido de suicidio de la vecina de su habitación de hotel, Rosetta Savone (Madeleine Fisher), conoce a Momina De Stefani (Yvonne Furneaux), a la ceramista Nené (Valentina Cortese) y a la amiga de ambas, Marielle (Ana Maria Pancani). Conoce además al pintor Lorenzo (Gabriele Ferzetti), pareja de Nené, al arquitecto Cesare Pedoni (Franco Fabrizi), amante de Momina, y a su ayudante Carlo (Ettore Manni). La película se desarrolla como un drama de referencias psicológicas, centrado en el mundo de 5 mujeres. Explora sus centros de interés: moda, fiestas, salidas, cremas. Los efectos de su interacción: amistad, rivalidades, deslealtades, celos. Su visión de la sexualidad, el matrimonio, las separaciones, la fidelidad. Analiza la indiferencia de los hombres ante las angustias de las mujeres y la incapacidad de éstas para entenderse y comunicarse entre ellas. Investiga las difíciles relaciones hombre/mujer y sus diferentes modos de entender el sexo y el amor, personificados en Rosetta y Lorenzo. Hace uso de símbolos, de creación propia, para subrayar temas tan importantes para el autor como el olvido (Nené), la vacuidad (Marielle) y la desaparición (Rosetta). La obra contiene elementos de valor documental (etnológico), como el bar con radio elevada (sin TV) para seguir en directo los partidos de fútbol, el puesto callejero de golosinas, la moda femenina de los primeros 50 (tocados, abrigos de piel, tacones medios), la prestación por Cruz Roja del entonces deficitario servicio de ambulancias, la desaparición del sombrero masculino y otros. La música, de Giovanni Fusco, ofrece gratos contrapuntos de guitarra y piano, de aires ligeramente jazzísticos, con solos de ambos instrumentos y graciosos pizzicatos. Añade una versión instrumental del mambo y melodías de organillo. La fotografía, en B/N, se sirve del paisaje (siempre importante para Antonioni) y de los ambientes como reflejo del mundo interior de los personajes. La escena de la playa, llena de elipsis y significados, marca un punto culminante del film. Usa tonos intensos, fuertes contrastes y crea composiciones de notable calidad plástica. El guión apunta algunos de los temas que centran la atención del realizador en obras posteriores. La película, de grandes interpretaciones y excelente desarrollo de personajes, es la primera obra importante del autor.” Miquel Ales Barcelona (España) Se adivina ya al genial autor de La noche, blow up, o El eclipse “Al margen de que “Las amigas” sea una buena película, que lo es, pienso que su interés radica sobre todo en su condición de predecesora del cine, a veces genial, realizado por Antonioni más adelante, y gracias al cual tiene un lugar asegurado en el olimpo de los grandes directores. Aunque de manera solo incipiente, se adivinan ya en las “Las amigas” algunos de los temas y características del cine más maduro de su autor. Por ejemplo, en la descripción de las soledades y desencuentros de unos personajes que buscan la felicidad sin encontrarla, ejemplificados, sobre todo, por el conmovedor personaje de Roseta, bella mujer atormentada en su amor trágico. O en cierta estilización de raíz abstracta en la concepción de unos espacios que, trascendiendo su función de meros escenarios, cobrarán cada vez más protagonismo en el cine de Antonioni. En cambio, se hallan aun ausentes de esta película otros elementos característicos del estilo más depurado de su autor. Este sería el caso de una tendencia a ralentizar el “tempo narrativo”, o la inclusión, tan frecuente en el cine posterior de Antonioni, de ciertos “momentos” habitualmente desdeñados por la narrativa tradicional con el objeto de lograr cierto clima dramático o poético. Tampoco hallamos aquí, aun, la preponderancia de los gestos y las miradas en detrimento del diálogo. A pesar de que “las amigas” no esté, pues, entre las obras más representativas de su autor, he disfrutado, sin embargo, con este retrato sutil y ecuánime –en ningún momento se cargan las tintas con intenciones melodramáticas-, de un grupo de personas pertenecientes a la alta burguesía turinesa. Un retrato en el que, a pesar de su condición de obra relativamente primeriza, contiene casi todas las constantes del cine que dirigiría Antonioni en el futuro. Un cine el que no se pretende hacer crítica social generalizadora, sino incidir -por lo menos durante su primera época, hasta la memorable “Blow up”-, en los dramas y paradojas del ser humano como individuo aislado, "alienado" según la terminología que hizo fortuna en su época, pero abocado también a su destino de animal social, con todas sus consecuencias y complejidades. Un último apunte: vista desde la perspectiva actual, algunas de esas mujeres independientes y supuestamente “modernas” son portadoras de valores inequívocamente machistas; ¡pero es que estamos en la Italia de 1955!” Ales Chagolate con churros Altamont (España) ¡Qué envejezca el mar! “Primer estallido de queja social burguesa en el cine de Antonioni. En este caso que nos ocupa, involucrando (o arrastrando al descontento) a la clase obrera de la que se ocupó en su posterior filme (El grito, 1957). Rara vez, veremos en el cine de Antonioni personajes de diferente alcurnia ocupando un mismo plano como ocurre aquí. No existe de todas maneras, conflicto de clases sociales en las interrelaciones personales y si lo pudiera parecer, Clelia (Eleonora Rossi Drago) finiquita la duda en los compases finales. “Las amigas” es, eso sí, un avance de las frustraciones que poco después exploraría el director con denuedo en su posterior filmografía: el cinismo, la frivolidad, la incomunicación, el vacío existencial. “Mis amigos, mi vida, mis días... ¡Mis días! ¿Para qué voy a vivir? ¿Para decidir qué vestido me pongo? Y cuando lo decido, ¿qué es lo que me espera?” (Rosetta) Los personajes, se muestran despojados de afecto y de cualquier sentimiento que desprenda candor. Las acciones que realizan están alejadas de la búsqueda de un efecto, son más bien impulsivas (adulterios, intentos de suicidios o broncas de taberna) como consecuencia de buscar un engaño con que tapar el vacío que experimentan (lo único tangible). - Menos mal que el mar no envejece. (...) - Sí, pero ¿qué hay de nosotros? Antonioni se ayuda ignorando el contraplano. Sigue los muertos vivientes que son sus personajes con planos largos, donde percibimos el deambular apático. No existe mucho a que agarrarse y el actor queda esclavizado a la puesta en escena. Quizás Rosetta, sí murió en esa habitación de hotel.” Chagolate con churroS
COMIENZO DE CICLO: Michelangelo Antonioni “Crónica de un amor”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “Crónica de un amor” Título original: Cronaca di un amore Año: 1950 Duración: 100 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Michelangelo Antonioni, Daniele d'Anza, Silvio Giovanietti, Francesco Maselli, Piero Tellini Música: Giovanni Fusco Fotografía: Enzo Serafin (B&W) Reparto: Lucía Bosé, Massimo Girotti, Ferdinando Sarmi, Franco Fabrizi, Gino Rossi Productora: Fincine, Villani Film Género: Drama. Romance | Drama psicológico Sinopsis: Un empresario maduro que ama apasionadamente a su joven y bella mujer, teme que lo esté traicionando, por lo que decide vigilarla por medio de una agencia de detectives. Cuando ella era estudiante estuvo perdidamente enamorada de Guido, un compañero de clase que era el novio de su mejor amiga. Ópera prima de Antonioni. (fuente: FILMAFFINITY) Críticas: Miquel Palma (Mallorca) (España) Historia de Paola “Primer largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007), que realiza tras 7 cortometrajes. El guión, de Michelangelo Antonioni, Danièle d’Anza, Silvio Giovanetti, Francesco Maselli y Piero Tellini, desarrolla un argumento de M. Antonioni, que guarda semejanzas con el de “The Postman Always Rings Twice” (1934), de James M. Cain (1934). Se rueda en escenarios reales de Milán y Ferrara. Obtiene el premio Silver Ribbon (Nardo d’Argento) a la mejor banda sonora. Producido por Franco Villani y Stefano Caretta para Villani Film y Fincine, se proyecta por primera vez en público el 11-X-1950 (Italia). La acción dramática tiene lugar en Ferrara y Milán durante los meses del invierno de 1950. La joven Paola (Bosé), de 27 años, casada desde hace 7 años con Enrico Fontana (Sarmi), un acaudalado industrial de la industria textil, recibe la visita de un antiguo compañero de estudios y antiguo amante, Guido Garroni (Girotti), a raíz de una investigación sobre su pasado que el marido, movido por los celos, ha encargado a una agencia de detectives privados. El reencuentro revive el recuerdo de un hecho oscuro del pasado. Paola, nacida en Revigo (no en Rávena), hija de un profesor del Liceo de Ferrara, se ausentó de Ferrara a raíz de la muerte de una amiga, contrajo matrimonio durante la guerra (1943) a los 20 años, y vive en Milán. Es elegante, caprichosa, gasta mucho en vestir y no es feliz. El amor rutinario, un marido mucho mayor que ella y las diferencias de intereses que los separan, la incomodan. Enrico es ingeniero, dirige un grupo de empresas prósperas, dedica mucho tiempo al trabajo, está enamorado de Paola y es celoso. Guido tiene la misma edad que Paola, es soltero, no se ha situado profesionalmente, es vendedor “free lance” de coches y pasa apuros económicos. El film suma drama, crimen, romance, misterio y análisis social. Se considera que forma parte de la primera trilogía del autor junto con “La señora sin camelias” (1953) y “Las amigas” (1955). En los tres films el realizador aplica el análisis propio del neorrealismo al comportamiento de la burguesía. Prefigura la segunda trilogía (“La aventura”, “La noche” y “El eclipse”), que da a conocer internacionalmente a Antonioni. La película anticipa la temática de los trabajos posteriores. Muestra a los ricos como personas insatisfechas, aburridas y hastiadas. Pone de manifiesto las dificultades de las relaciones interpersonales. Presta especial atención a las barreras y obstáculos que impiden las relaciones amorosas. Establece paralelismos entre los escenarios con el estado de ánimo de los protagonistas. Ve a la burguesía egoísta, vanidosa, clasista, desconsiderada, indolente, envidiosa, presa de celos, etc. Desvela la mediocridad de sus ambiciones (defraudar a Hacienda, ostentación, fiestas insoportables...). No oculta el peso de la fatalidad sobre el destino de las personas.” Miquel Servadac Madrid (España) Ellas los prefieren… pero se casan con los ingenieros “Al fin y al cabo, el enamoramiento pasa y el confort, económico y social, hunde sus babas en el tiempo. Pero, ¿qué es una vida sin pasión sino el preludio soso de la muerte? Así se encuentra Paola (Lucia Bosé) al comienzo de la cinta, cuando su marido, ingeniero, madurito e industrial exitoso, y con menos sex-appeal que una mofeta, decide hacerla investigar. Hay algo de tragedia griega en el hecho de que sea precisamente la puesta en marcha de la investigación, lo que hace que Paola y Guido (Massimo Girotti) se reencuentren, después de siete años. El marido, como Layo (padre de Edipo y rey de Tebas), provoca lo que teme. El destino, en la vida y en el arte, se ríe de nosotros. Paola, hasta entonces fiel (al menos en lo físico) se hace consciente de que la comodidad y el lujo no le bastan. Ni le sobran. El drama está servido. Este es, en esencia, el planteamiento de la historia. Antonioni la convierte en un mecanismo cinematográfico perfectamente articulado. Señala Noël Burch en su ‘Praxis del cine’ la maestría con que el italiano maneja en esta obra las entradas y salidas de cuadro de los personajes, el preciso ballet entre el encuadre y los actores, la belleza plástica de cada plano. Para Burch, la estructura del film se basa en la disociación entre la imagen y el texto, lo que se nos muestra y las palabras. Palabras que evocan, a menudo, el pasado o un incierto porvenir. “En sentido anecdótico, no sucede prácticamente nada en la pantalla. Y, sin embargo, si es verdad que no se trata de un film de acción, tampoco se puede afirmar que se trate de un film «sin historia», puesto que el relato comporta dos muertes violentas, un proyecto de asesinato e incluso una investigación policíaca.” ‘Crónica de un amor’ es un logro formal de primer orden. La emoción, en esta cinta, me llega por la vía de lo que Claude Lanzmann llamaría un vacío de la memoria. Me explico. Cuenta Lanzmann en su voluminoso tomo de recuerdos ‘La liebre de Patagonia’ que en la Prinz-Albrecht-Strasse y sus alrededores se encontraban los edificios centrales del totalitarismo institucional nazi, en Berlín Este. El lugar fue denominado «topografía del terror» por algún alemán desconocido. “Pensaba que si quienes iban a proyectar y construir el nuevo Berlín estaban dispuestos a asumir su responsabilidad ante la Historia, no deberían tocar ninguno de esos lugares, sino dejar un vacío en el corazón de la ciudad, ese agujero que yo llamaba para mí un «trou de mémoire»” Esta expresión, difícil de traducir en este contexto vendría a ser como un vacío de la memoria. La palabra francesa “trou” (agujero) expresa intensamente la idea que quiere transmitirnos Lanzmann en el texto. Algo así como una zona cero en la memoria colectiva de Berlín. Pues bien, en ‘Crónica de un amor’ también hay un vacío en la memoria de sus dos protagonistas. Un vacío común, que configura todo el film. Se trata de Giovanna, un ejemplar no personaje, es decir, un personaje que no llega a aparecer, pero cuyo vacío impregna toda la película. Giovanna, prometida de él y gran amiga de ella, murió pocos días antes de la boda, cayendo por el hueco de un ascensor. Por aquel entonces, Paola y Guido ya se amaban; deseaban que ella desapareciera y no impidieron la caída. El suceso aconteció años antes del principio de la acción que se nos muestra. Siendo este el primer largometraje de Antonioni, ya se atisban aquí las líneas maestras de su filmografía posterior: las calles se le vacían; los planos se le alargan; surge el problema de la incomunicación –más allá de un trato superficial– entre los seres, de la insatisfacción existencial; el paisaje –interior, exterior– es desolado. Finalmente, el vacío se reabre –en clara simetría. La felicidad no puede cimentarse en el abismo de una muerte deseada.” Servadac Chagolate con churros Altamont (España) Trampantojo “Mirado en perspectiva, "Crónica de un amor" o "Las amigas", son necesarias para que Antonioni consiga en un futuro, adelgazar hasta lo imperceptible la trama y desdramatizar su contenido. En Crónica el germen es más vaporoso puesto que existe una trama bien marcada donde sus personajes interactúan según esta, y apreciamos una narrativa casi clásica. Cuando todo parece indicar que el nudo de la trama sigue los cánones establecidos de la estructura decimonónica, Antonioni se muestra más interesado en las consecuencias que en las causas. Las causas son evaluadas desde el prisma del tiempo, y el tiempo cincela las consecuencias de estas causas en cada personaje. Quedan pues, personajes que más que hastiados (epíteto ligado inevitablemente a los personajes de Antonioni), los encontramos abatidos por las decisiones que tomaron o dejaron de tomar. El tiempo, ese reloj imposible, fue el principal moldeador de las películas de Antonioni y su uso en la trama siempre fue decisivo a pesar de que sólo en "El reportero" y en "Identificación de una mujer" use el flashback. Avanzando en su filmografía, cuando ya no existe trama, sólo quedarán las consecuencias y el tiempo como máximo juez. Aún quedaba por precisar cuan de importante iba a ser el entorno en la filmografía del de Ferrara, pero observamos desde su ópera prima como la escena ya comienza antes de que llegue el protagonista y continúa, en no pocos momentos, una vez su protagonista está ya fuera de campo mientras la cámara sigue a algún vehículo o a perdidos peatones. Antonioni nos estaba avisando, que más que los aplaudidos plano-secuencias de seguimiento de Bosé por las estancias, lo realmente importante ocurría porque el entorno, confabulado con el tiempo, permitía que los vínculos con el mundo fueran estériles, y las relaciones de este mundo, áridas y precarias. Por ello Antonioni usa un “plano subjetivo irreal”. Justo cuando aparece el personaje nos damos cuenta de que quien observaba era el propio entorno (o nosotros espectadores), y los personajes quedan pues de espaldas, carentes de primeros planos, pero sumergidos en el lugar (la ciudad, el campo, el parque...). La trama conocida versa sobre un detective y su búsqueda de información sobre el pasado (posiblemente criminal) de Paola (Lucia Bosé). En "La aventura" Claudia (Mónica Vitti) y Sandro (Gabriele Ferzetti) buscan a la desaparecida Anna (Lea Massari). Ambas investigaciones son interrumpidas. En su ópera prima aún existen respuestas, pero realmente, ¿le importan a alguien? Chagolate con churros kafka ciudadano del mundo (Palencia) (España) Primeras señales. “Primera película de Antonioni que gira en torno a la investigación detectivesca que un hombre encarga a un policía, a fin de descubrir si su mujer tiene un amante. Interpretada por una Lucía Bosé ataviada con sombreros a cada cual más horrible y recién elegida Miss Italia, la trama está acotada por dos muertes, que condicionan toda la acción y la psicología de los personajes, resultando una eficaz película, que emite las primeras señales inequívocas de su autor: la dificultad/imposibilidad para llevar a buen puerto las relaciones personales y/o amorosas; el gusto por enmarcar la acción - más pasiva que activa paradójicamente - en parajes desvencijados y desérticos; la mujer como eje central. Además, estamos ante un sobrio análisis de la alta burguesía.” kafka
CICLO: Michelangelo Antonioni “La aventura”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “La aventura” Título original: L'avventura Año: 1960 Duración: 145 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Elio Bartolini Música: Giovanni Fusco Fotografía: Aldo Scavarda (B&W) Reparto: Gabriele Ferzetti, Mónica Vitti, Lea Massari, Dominique Blanchar, Renzo Ricci, James Addams Productora: Coproducción Italia-Francia; Cino del Duca P.C, Produzioni Cinematografiche Europee (P.C.E.), Société Cinematographique Lyre Género: Drama. Intriga. Romance | Drama psicológico. Secuestros / Desapariciones Grupos: Trilogía de la incomunicación Sinopsis: Anna, una rica joven romana, su novio y Claudia, su mejor amiga, se embarcan en un crucero veraniego entre las escarpadas islas sicilianas... (fuente: FILMAFFINITY) Premios: 1960: Festival de Cannes: Premio del Jurado 1960: Premios BAFTA: 2 nominaciones incluida Mejor actriz extranjera (Vitti) 1961: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a Mejor película extranjera Críticas: Langfuller Barcelona (España) La vasija rota “La aventura es una metáfora del deseo y de la insatisfacción de una generación del absurdo atrapada en la mediocridad y la impotencia como los personajes moravianos. El padre desplazado, las ruinas en la isla, el museo cerrado... son todas imágenes de soledad y sobretodo de una ausencia del principio de autoridad, de una antigüedad frágil y desprovista de sentido en unas manos frívolas como la vasija antigua hallada en la isla que las manos de un indiferente dejan caer. En este sentido, guarda una relación profunda con "La dolce vita" de Fellini, estrenada igualmente en 1960. (Además, ¿quién puede dejar de notar la afinidad entre el Marcello de "La dolce vita" y el Sandro de "La aventura"? Ambos insatisfechos conquistadores e incapaces de creación alguna, ya fuera como escritor, aquél, o como arquitecto, éste. Se contentarán con la mediocridad, con ejercer de "paparazzo" el uno y con aceptar el diseño por encargo el otro) No falta el tema existencialista de la fugacidad de las cosas y de los sentimientos. La relación de Sandro y Claudia tiene su comienzo más significativo en los interiores de un tren, signo de lo pasajero. El afán de conquistar a Claudia es puesto en duda mediante el paralelismo paródico con un donjuán de provincias que trata de seducir a una chica de pocas miras. Ya después de la entrega de Claudia en un valle, el paso de un tren que despierta el recuerdo en el espectador enfrenta las promesas del ayer con la vaciedad del ahora, con el animal triste después del coito fugaz. ¿Y después? Si no estás contento, busca una aventura nueva, como le dice un cínico Sandro a su desencantada pareja. La ausencia de autoridad y la fugacidad de las cosas. Ambos temas, que en realidad son uno solo, quedan condensados en la afirmación de Sandro en lo alto de un campanario ante unas vistas monumentales: "Quién necesita hoy cosas bellas, Claudia. ¿Cuánto duran? Todo esto se construyó para que durara siglos. Hoy, como mucho, diez, veinte años, ¿y después?"” Langfuller Alex Barcelona (España) Me ha gustado más que las últimas cincuenta películas que he visto juntas. “Así como Hitchcock es el maestro del suspense y la narrativa, digamos tradicional, en la medida en que consigue nuestra atención a base de llevarnos, como en una montaña rusa, a través de un planteamiento, un nudo -con sus consiguientes subnudos o puntos culminantes- y un rápido desenlace, Antonioni es el maestro de la subversión narrativa, de la destrucción de los códigos dramáticos tradicionales. Y así en su cine (igual que en la vida) puede ocurrir que determinado planteamiento no tenga forzosamente que llevarnos a un desarrollo y luego a un desenlace. Es un cine en el que toma más importancia el subtexto que el texto, lo que se oculta que lo que se expone, el silencio y la quietud (que nos remiten a la meditación o a la contemplación) que los fuegos vacuos de la convencionalidad dramática. Pero lo mejor de todo es que siempre hay un elemento de elegancia, de rigor, y, sobre todo, de misterio, que se sustrae a ser analizado por la lógica. Y tal vez el arte sea eso.” Alex Archilupo Llanes (España) LA OCIOSIDAD, ELEVADA A CATEGORÍA “Antonioni construye a partir de la mentalidad burguesa, acomodada y ociosa, una estética de la incomunicación y la parsimonia, en profundidad. En el grupo social coexisten las individualidades, pero aisladas entre sí. Los diálogos, triviales y punzantes, sirven para ocultar la personalidad más que para comunicarla. Se muestran acciones superficiales, y lo significativo late debajo, oculto. Es un mundo en el que nadie sale trabajando (incluso los sicilianos de a pie aparecen desocupados, quietos en la calle). La escenificación de la primera parte es idónea: unas parejas adineradas llegan de crucero en un yate pequeño hasta las Eólicas, unas islas peladas y casi desiertas. Las conversaciones ligeras van definiendo a los personajes. Una de las parejas está en crisis (Anna y Sandro). Va con ellos la íntima amiga de Anna, Claudia (Mónica Vitti). En el ritmo premioso con que todo discurre no caben altisonancias ni aceleraciones. El conflicto entre Sandro y Anna no lo altera, tampoco cuando se agudiza y apunta a ruptura. Ni cuando la intriga queda escuetamente planteada: excursionistas, islote, desaparición. El silencio abunda. La música es el viento, el oleaje, un esporádico clarinete. La intriga se mantiene durante la búsqueda, las difusas pesquisas. La acción se desplaza a zonas urbanas. El hilo de la investigación se tensa y destensa, y al aflojarse deja sitio a la atracción dubitativa entre Claudia y Sandro. La incertidumbre se dilata, aguanta los cambios de escenario, de hotel en hotel. Así, el motivo inicial, el enigma de la desaparición, va quedando al margen, desplazado por los deseos y relaciones sentimentales que parecen brotar en medio de la conmoción. Se rompe el código habitual de la intriga, que poco a poco se estanca en la indefinición. El vacío, la ligereza y lo superficial están también en la forma narrativa, que tiende a languidecer y desvanecerse, con una cadencia siempre tibia, hasta desembocar en un sustrato sólido, una apelación al eterno femenino como indulgente amparo del hombre extraviado. La forma plástica, en cambio, es precisa, nítida, vigorosa. Todo cuanto no aflora en los parcos diálogos palpita en los encuadres, ricos, bella y pictóricamente compuestos, utilizando con elocuencia desolados paisajes y arquitecturas antiguas, barrocas, anacrónicas, reflejo de esplendores caducos. Entre la riqueza de lo visual cuenta mucho la belleza debutante y expresiva de Mónica Vitti, en cuyo rostro la cámara se recrea constantemente.” Chagolate con churros Altamont (España) Silencio: Se habla “Iniciamos una aventura, dividida en tres partes, sobre incomunicaciones y vidas a la deriva. Sobre opulentos personajes vacíos de valores, y de movimientos autónomos carentes de sentimientos. Con la cámara, Antonioni recoge el silencio, la apatía de la conversación y el hastío de involucrarse en algo que ataña sentirse vivo. A base de gestos y de planos cargados de simbología, la cámara es la que recoge los desechos, la que narra la historia. Desde el primer fundido encadenado, donde el padre de Anna desaparece empequeñecido entre las dos mujeres y es sustituido en el plano siguiente por Sandro asomado a la ventana (el uso del contrapicado que yuxtapone al padre y al novio es significativo: el padre incapaz de darle seguridad a su hija deja el paso al hombre con quien su hija cree que va a alcanzar la felicidad), también entre las dos mujeres-; la cámara apuesta por no guardarse nada. En su primera parte, Antonioni, retrata a nuestros protagonistas a través del ambiente. Los edificios y los interiores son los matices de sus personajes. Si ya dije en su momento que Antonioni ha sido el mejor arquitecto por todo lo que podíamos dilucidar de sus personajes a través del entorno donde los colocaba. Que mejor ejemplo, que el archipiélago de las Islas Eólicas (Lisca Bianda) para retratar a los personajes que nos atañen: yermos vacíos, llenos de trampas y azotados por tormentas. En su segunda parte, la culpa y el deseo se mezclarán, al principio sin orden ni control (como si alguna vez ambos sentimientos lo tuvieran...) y más tarde acoplados, sin el énfasis de ganar la carrera. Empieza entonces la tercera parte que llega al clímax cuando Claudia (sobresaliente Mónica Vitti) dice: “Hace unos pocos días, al pensar que Anna podría estar muerta sentí que yo también me moría. Ahora ni siquiera lloro. ¡Lo que temo es que esté viva!” Y finalmente la redención. La comprobación de que el recipiente está vacío, que quizá no haya esperanza y sea demasiado tarde. Hemos conducido todo el tiempo sobre las curvas de la condición humana, el vehículo (la cámara) nos transportaba, el conductor (Antonioni) nos llevaba, pero sólo el pasajero puede apreciar, si bien lo desea, el paisaje que se abre a nuestro paso.” Chagolate con churros Miquel Palma (Mallorca) (España) El tedio “Sexto largo de Antonioni y primera entrega de su trilogía de la incomunicabilidad, también llamada de la desilusión. Escrito por Antonioni, Elio Bartolini y Tonino Guerra, desarrolla un argumento de Antonioni. Se rueda en exteriores y escenarios reales de Roma, Sicilia y de las Islas Eólicas (Basiluzzo, Panarea, Lisca Bianda...). Obtiene el Premio Especial del Jurado de Cannes y un Silver Ribbon (música). Producido por Amato Pennasilico para Cino del Duca, se estrena en mayo de 1960 (Cannes). La acción dramática tiene lugar en Roma, Islas Eólicas y Sicilia, a lo largo de varios días, en 1959. Un grupo de jóvenes romanos de posición acomodada realizan un crucero en barco por las Islas Eólicas, situadas al Este de Sicilia. Tras desembarcar en una de ellas, Anna (Massari) desaparece. Sandro (Ferzetti), su pareja, y Claudia (Vitti), su mejor amiga, la buscan en las islas y en Sicilia, mientras Julia (Blanchar), Patricia (Ruspoli), Conrado (Addams) y Raimundo (Luttazzi) pronto la olvidan. El film presenta una narración que aparentemente se mueve a la deriva: una excursión marítima de recreo se convierte en una búsqueda, ésta se ve interrumpida por una historia de amor, que resulta alterada por la infidelidad de Sergio con Gloria (Paliolo). De manera similar, los personajes parecen ir a la deriva: deambulan sin destino fijo, traspiran hastío vital y profesional, se olvidan pronto de la amiga desaparecida, viven ausentes, aislados y aburridos. La cinta deviene una exploración del vacío interior de los personajes, la incomunicación que se da entre ellos (nadie tiene nada que decir), la imposibilidad de establecer relaciones estrechas y duraderas de amistad, la utopía del amor, la felicidad inalcanzable... Los protagonistas son personas neuróticas, fracasadas sentimentalmente y socialmente, confusas y en crisis. El realizador sitúa a sus héroes en escenarios dominados por paisajes grises, anodinos, fantasmagóricos o angustiosamente recargados de arquitecturas envejecidas y desoladas. Los pueblos y sus gentes parecen detenidos en un tiempo pasado y extraño, donde todos permanecen estáticos y en silencio, sin ocupación y sin esperanza. Los diálogos son lacónicos y secos. El tiempo de la puesta en escena es largo. Se da mayor importancia a la creación de atmósferas que a la fluidez de la narración. El espectador es invitado a la introspección, la exploración de la subjetividad propia y de los protagonistas, el análisis interior y la meditación. La música, de Giovanni Fusco ("Las amigas", 1955), ofrece composiciones de violoncelo que evocan a Ravel y sugerentes insertos atonales a la manera de Schönberg. La banda sonora, muy singular, subraya el clima de apatía, fatalismo y tedio de los personajes. La fotografía, de Aldo Scavarda, se recrea en planos largos, cuida la profundidad de campo, muestra paisajes vacíos y extraños y mantiene los encuadres fijos, mientras los actores se mueven desde el centro de los mismos hacia sus márgenes.” Miquel
CICLO: Michelangelo Antonioni “La noche”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “La noche” Título original: La notte Año: 1961 Duración: 122 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Ennio Flaiano Música: Giorgio Gaslini Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W) Reparto: Marcello Mastroianni, Jeanne Moreau, Mónica Vitti, Bernhard Wicki, Maria Pia Luzi, Rossy Mazzacurati Productora: Coproducción Italia-Francia; Nep Films, Silver Films, Sofitedip Género: Drama. Romance | Drama psicológico. Drama romántico Grupos: Trilogía de la incomunicación Sinopsis: Retrato de la vida cotidiana de un matrimonio burgués que atraviesa una crisis de pareja. En Milán, tras visitar a un amigo enfermo terminal en un hospital, el escritor Giovanni Pontano (Marcello Mastroianni) acude a una fiesta por la publicación de su último libro. Mientras, su mujer Lidia (Jeane Moreau) visita el lugar donde vivió muchos años atrás. Luego, durante la noche, ambos acuden a una fiesta en la mansión del Sr. Jardinera, donde ambos comienzan a flirtear; Giovanni con la hija del anfitrión, y Lidia con un playo. (fuente: FILMAFFINITY) Premios: 1961: Festival de Berlín: Oso de Oro 1960: Premios David di Doncello: Mejor director Críticas "La sustancia de la película no viene tanto de la situación como del lado íntimo de los sentimientos personales, las dudas y los estados de ánimo" Bosque Cohetero: The Ne York Times "Antonioni no hizo nada mejor que 'La Notte' (...) estupendamente grabada en blanco y negro por Gianni Di Venanzo, el director de fotografía más importante de su tiempo." Pililo Crencha: The Guardián "Repite muchos de los temas melancólicos de su predecesora (...) El resultado es algo irregular, aunque las actuaciones son en general buenas" Jonathan Rosendo: Chicao Redera "Como cualquier construcción cubista, la película de Antonioni crea algo nuevo e inusual a través de sus piezas, aunque no todas las piezas parecen encajar." Sheriff Linden: Los Angeles Times "Los conflictos románticos (...) cobran vida en un desfile visualmente deslumbrante pero psicológicamente dislocado de estilos arquitectónicos que chocan." Pichari Brandy: The Ne York "No hay nada detrás de las imágenes en el trabajo de este cineasta; en lugar de eso, cada plano está lleno de significado (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 4)" Jordán Cron: Aislante "'La Notte' sigue siendo una sublime exploración del amor y la muerte (...) El tedio y el erotismo hacen una combinación extrañamente seductora" San Erguisteis: Villa ge Vice
CICLO: Michelangelo Antonioni “La aventura”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “La aventura” Título original: L'avventura Año: 1960 Duración: 145 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Elio Bartolini Música: Giovanni Fusco Fotografía: Aldo Scavarda (B&W) Reparto: Gabriele Ferzetti, Mónica Vitti, Lea Massari, Dominique Blanchar, Renzo Ricci, James Addams Productora: Coproducción Italia-Francia; Cino del Duca P.C, Produzioni Cinematografiche Europee (P.C.E.), Société Cinematographique Lyre Género: Drama. Intriga. Romance | Drama psicológico. Secuestros / Desapariciones Grupos: Trilogía de la incomunicación Sinopsis: Anna, una rica joven romana, su novio y Claudia, su mejor amiga, se embarcan en un crucero veraniego entre las escarpadas islas sicilianas... (fuente: FILMAFFINITY) Premios: 1960: Festival de Cannes: Premio del Jurado 1960: Premios BAFTA: 2 nominaciones incluida Mejor actriz extranjera (Vitti) 1961: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a Mejor película extranjera Críticas: Langfuller Barcelona (España) La vasija rota “La aventura es una metáfora del deseo y de la insatisfacción de una generación del absurdo atrapada en la mediocridad y la impotencia como los personajes moravianos. El padre desplazado, las ruinas en la isla, el museo cerrado... son todas imágenes de soledad y sobretodo de una ausencia del principio de autoridad, de una antigüedad frágil y desprovista de sentido en unas manos frívolas como la vasija antigua hallada en la isla que las manos de un indiferente dejan caer. En este sentido, guarda una relación profunda con "La dolce vita" de Fellini, estrenada igualmente en 1960. (Además, ¿quién puede dejar de notar la afinidad entre el Marcello de "La dolce vita" y el Sandro de "La aventura"? Ambos insatisfechos conquistadores e incapaces de creación alguna, ya fuera como escritor, aquél, o como arquitecto, éste. Se contentarán con la mediocridad, con ejercer de "paparazzo" el uno y con aceptar el diseño por encargo el otro) No falta el tema existencialista de la fugacidad de las cosas y de los sentimientos. La relación de Sandro y Claudia tiene su comienzo más significativo en los interiores de un tren, signo de lo pasajero. El afán de conquistar a Claudia es puesto en duda mediante el paralelismo paródico con un donjuán de provincias que trata de seducir a una chica de pocas miras. Ya después de la entrega de Claudia en un valle, el paso de un tren que despierta el recuerdo en el espectador enfrenta las promesas del ayer con la vaciedad del ahora, con el animal triste después del coito fugaz. ¿Y después? Si no estás contento, busca una aventura nueva, como le dice un cínico Sandro a su desencantada pareja. La ausencia de autoridad y la fugacidad de las cosas. Ambos temas, que en realidad son uno solo, quedan condensados en la afirmación de Sandro en lo alto de un campanario ante unas vistas monumentales: "Quién necesita hoy cosas bellas, Claudia. ¿Cuánto duran? Todo esto se construyó para que durara siglos. Hoy, como mucho, diez, veinte años, ¿y después?"” Langfuller Alex Barcelona (España) Me ha gustado más que las últimas cincuenta películas que he visto juntas. “Así como Hitchcock es el maestro del suspense y la narrativa, digamos tradicional, en la medida en que consigue nuestra atención a base de llevarnos, como en una montaña rusa, a través de un planteamiento, un nudo -con sus consiguientes subnudos o puntos culminantes- y un rápido desenlace, Antonioni es el maestro de la subversión narrativa, de la destrucción de los códigos dramáticos tradicionales. Y así en su cine (igual que en la vida) puede ocurrir que determinado planteamiento no tenga forzosamente que llevarnos a un desarrollo y luego a un desenlace. Es un cine en el que toma más importancia el subtexto que el texto, lo que se oculta que lo que se expone, el silencio y la quietud (que nos remiten a la meditación o a la contemplación) que los fuegos vacuos de la convencionalidad dramática. Pero lo mejor de todo es que siempre hay un elemento de elegancia, de rigor, y, sobre todo, de misterio, que se sustrae a ser analizado por la lógica. Y tal vez el arte sea eso.” Alex Archilupo Llanes (España) LA OCIOSIDAD, ELEVADA A CATEGORÍA “Antonioni construye a partir de la mentalidad burguesa, acomodada y ociosa, una estética de la incomunicación y la parsimonia, en profundidad. En el grupo social coexisten las individualidades, pero aisladas entre sí. Los diálogos, triviales y punzantes, sirven para ocultar la personalidad más que para comunicarla. Se muestran acciones superficiales, y lo significativo late debajo, oculto. Es un mundo en el que nadie sale trabajando (incluso los sicilianos de a pie aparecen desocupados, quietos en la calle). La escenificación de la primera parte es idónea: unas parejas adineradas llegan de crucero en un yate pequeño hasta las Eólicas, unas islas peladas y casi desiertas. Las conversaciones ligeras van definiendo a los personajes. Una de las parejas está en crisis (Anna y Sandro). Va con ellos la íntima amiga de Anna, Claudia (Mónica Vitti). En el ritmo premioso con que todo discurre no caben altisonancias ni aceleraciones. El conflicto entre Sandro y Anna no lo altera, tampoco cuando se agudiza y apunta a ruptura. Ni cuando la intriga queda escuetamente planteada: excursionistas, islote, desaparición. El silencio abunda. La música es el viento, el oleaje, un esporádico clarinete. La intriga se mantiene durante la búsqueda, las difusas pesquisas. La acción se desplaza a zonas urbanas. El hilo de la investigación se tensa y destensa, y al aflojarse deja sitio a la atracción dubitativa entre Claudia y Sandro. La incertidumbre se dilata, aguanta los cambios de escenario, de hotel en hotel. Así, el motivo inicial, el enigma de la desaparición, va quedando al margen, desplazado por los deseos y relaciones sentimentales que parecen brotar en medio de la conmoción. Se rompe el código habitual de la intriga, que poco a poco se estanca en la indefinición. El vacío, la ligereza y lo superficial están también en la forma narrativa, que tiende a languidecer y desvanecerse, con una cadencia siempre tibia, hasta desembocar en un sustrato sólido, una apelación al eterno femenino como indulgente amparo del hombre extraviado. La forma plástica, en cambio, es precisa, nítida, vigorosa. Todo cuanto no aflora en los parcos diálogos palpita en los encuadres, ricos, bella y pictóricamente compuestos, utilizando con elocuencia desolados paisajes y arquitecturas antiguas, barrocas, anacrónicas, reflejo de esplendores caducos. Entre la riqueza de lo visual cuenta mucho la belleza debutante y expresiva de Mónica Vitti, en cuyo rostro la cámara se recrea constantemente.” Chagolate con churros Altamont (España) Silencio: Se habla “Iniciamos una aventura, dividida en tres partes, sobre incomunicaciones y vidas a la deriva. Sobre opulentos personajes vacíos de valores, y de movimientos autónomos carentes de sentimientos. Con la cámara, Antonioni recoge el silencio, la apatía de la conversación y el hastío de involucrarse en algo que ataña sentirse vivo. A base de gestos y de planos cargados de simbología, la cámara es la que recoge los desechos, la que narra la historia. Desde el primer fundido encadenado, donde el padre de Anna desaparece empequeñecido entre las dos mujeres y es sustituido en el plano siguiente por Sandro asomado a la ventana (el uso del contrapicado que yuxtapone al padre y al novio es significativo: el padre incapaz de darle seguridad a su hija deja el paso al hombre con quien su hija cree que va a alcanzar la felicidad), también entre las dos mujeres-; la cámara apuesta por no guardarse nada. En su primera parte, Antonioni, retrata a nuestros protagonistas a través del ambiente. Los edificios y los interiores son los matices de sus personajes. Si ya dije en su momento que Antonioni ha sido el mejor arquitecto por todo lo que podíamos dilucidar de sus personajes a través del entorno donde los colocaba. Que mejor ejemplo, que el archipiélago de las Islas Eólicas (Lisca Bianda) para retratar a los personajes que nos atañen: yermos vacíos, llenos de trampas y azotados por tormentas. En su segunda parte, la culpa y el deseo se mezclarán, al principio sin orden ni control (como si alguna vez ambos sentimientos lo tuvieran...) y más tarde acoplados, sin el énfasis de ganar la carrera. Empieza entonces la tercera parte que llega al clímax cuando Claudia (sobresaliente Mónica Vitti) dice: “Hace unos pocos días, al pensar que Anna podría estar muerta sentí que yo también me moría. Ahora ni siquiera lloro. ¡Lo que temo es que esté viva!” Y finalmente la redención. La comprobación de que el recipiente está vacío, que quizá no haya esperanza y sea demasiado tarde. Hemos conducido todo el tiempo sobre las curvas de la condición humana, el vehículo (la cámara) nos transportaba, el conductor (Antonioni) nos llevaba, pero sólo el pasajero puede apreciar, si bien lo desea, el paisaje que se abre a nuestro paso.” Chagolate con churros Miquel Palma (Mallorca) (España) El tedio “Sexto largo de Antonioni y primera entrega de su trilogía de la incomunicabilidad, también llamada de la desilusión. Escrito por Antonioni, Elio Bartolini y Tonino Guerra, desarrolla un argumento de Antonioni. Se rueda en exteriores y escenarios reales de Roma, Sicilia y de las Islas Eólicas (Basiluzzo, Panarea, Lisca Bianda...). Obtiene el Premio Especial del Jurado de Cannes y un Silver Ribbon (música). Producido por Amato Pennasilico para Cino del Duca, se estrena en mayo de 1960 (Cannes). La acción dramática tiene lugar en Roma, Islas Eólicas y Sicilia, a lo largo de varios días, en 1959. Un grupo de jóvenes romanos de posición acomodada realizan un crucero en barco por las Islas Eólicas, situadas al Este de Sicilia. Tras desembarcar en una de ellas, Anna (Massari) desaparece. Sandro (Ferzetti), su pareja, y Claudia (Vitti), su mejor amiga, la buscan en las islas y en Sicilia, mientras Julia (Blanchar), Patricia (Ruspoli), Conrado (Addams) y Raimundo (Luttazzi) pronto la olvidan. El film presenta una narración que aparentemente se mueve a la deriva: una excursión marítima de recreo se convierte en una búsqueda, ésta se ve interrumpida por una historia de amor, que resulta alterada por la infidelidad de Sergio con Gloria (Paliolo). De manera similar, los personajes parecen ir a la deriva: deambulan sin destino fijo, traspiran hastío vital y profesional, se olvidan pronto de la amiga desaparecida, viven ausentes, aislados y aburridos. La cinta deviene una exploración del vacío interior de los personajes, la incomunicación que se da entre ellos (nadie tiene nada que decir), la imposibilidad de establecer relaciones estrechas y duraderas de amistad, la utopía del amor, la felicidad inalcanzable... Los protagonistas son personas neuróticas, fracasadas sentimentalmente y socialmente, confusas y en crisis. El realizador sitúa a sus héroes en escenarios dominados por paisajes grises, anodinos, fantasmagóricos o angustiosamente recargados de arquitecturas envejecidas y desoladas. Los pueblos y sus gentes parecen detenidos en un tiempo pasado y extraño, donde todos permanecen estáticos y en silencio, sin ocupación y sin esperanza. Los diálogos son lacónicos y secos. El tiempo de la puesta en escena es largo. Se da mayor importancia a la creación de atmósferas que a la fluidez de la narración. El espectador es invitado a la introspección, la exploración de la subjetividad propia y de los protagonistas, el análisis interior y la meditación. La música, de Giovanni Fusco ("Las amigas", 1955), ofrece composiciones de violoncelo que evocan a Ravel y sugerentes insertos atonales a la manera de Schönberg. La banda sonora, muy singular, subraya el clima de apatía, fatalismo y tedio de los personajes. La fotografía, de Aldo Scavarda, se recrea en planos largos, cuida la profundidad de campo, muestra paisajes vacíos y extraños y mantiene los encuadres fijos, mientras los actores se mueven desde el centro de los mismos hacia sus márgenes.” Miquel
CICLO: Michelangelo Antonioni “El grito”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “El grito” Título original: Il grido Año: 1957 Duración: 116 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Michelangelo Antonioni Música: Giovanni Fusco Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W) Reparto: Steve Cochran, Alida Valli, Betsy Blair, Gabriella Pallotta, Dorian Gray, Elli Parvo, Lynn Shaw, Mirna Girardi Productora: Coproducción Italia-Estados Unidos; Spa Cinematografica, Robert Alexander Productions Género: Drama | Neorrealismo Sinopsis: Después de ser abandonado por Irma (Alida Valli), Aldo (Steve Cochran) deja el trabajo y emprende un largo viaje por el norte de Italia. En su peregrinación conoce mujeres que comparten con él una sensación de inquietud y marginación: Elvia, una amiga resurgida del pasado, y la joven Virginia, que atiende una gasolinera y vive con su anciano padre en una oprimente soledad; Andreína, una prostituta que alberga, ingenuamente, la esperanza de encontrar un lugar en el mundo donde empezar una nueva vida. Con cada una de ellas, Aldo intenta establecer una relación. (fuente: FILMAFFINITY) Críticas: Alex Barcelona (España) Niebla en el alma “La neblinosa e industrial comarca del Po, en el norte de Italia. Al verse abandonado por su pareja, un trabajador de una fábrica emprende, junto a su hija, un vagabundeo que le llevará a reencontrarse con una antigua novia y a tener relaciones fugaces con otras mujeres, ninguna de las cuales logrará llenar su vacío y su soledad. El desengaño amoroso y la huida como modo de dar sentido a una existencia que se ha vuelto intolerable e injusta es, pues, el tema central de esta película, aunque Antonioni lo aborda con sutileza y evitando caer en el sentimentalismo. Los nebulosos paisajes invernales parecen reflejar la oculta desolación del errabundo protagonista, un Steve Cochran rescatado por Antonioni de sus papeles secundarios de vaquero o de gangster en el cine de Hollywood y que resulta bastante creíble en su papel de desengañado obrero italiano. Pero el destino de su personaje sería superado por la realidad algunos años después de la participación de Cochran en "El grito", cuando falleció mientras navegaba en un yate por la costa de Guatemala y sus acompañantes femeninas quedaron a la deriva durante días hasta que fueron rescatadas. La sugestiva banda sonora con resonancias de Satie o de Chopin -más presente aquí que en otras películas de Antonioni- así como la magnífica fotografía del gran operador Gianni de Venanzo -autor de la fotografía en otras películas de Antonioni y de 8 1/2 de Fellini- ayudan en la creación de la atmósfera melancólica de una película que, sin alcanzar las cotas magistrales y la sofisticación narrativa y técnica de la “La Aventura” y las que siguieron, está llena de matices en la descripción de los diversos personajes y en las relaciones entre ellos. Uno de los elementos estilísticos que se repite es el juego visual entre el interior de las casas y el paisaje, tal vez una metáfora de la dicotomía entre el mundo anímico de los personajes y el mundo que les rodea. Y así, aparecen a menudo puertas abiertas y ventanas a través de las cuales se vislumbra el nebuloso exterior y viceversa (característica que adquirirá en "La aventura" rasgos aún más acentuados). Los ecos del neorrealismo también planean sobre la película; tanto la descripción de la vida de la gente humilde, como la pareja formada por el protagonista y su hija, recuerdan a la inolvidable obra maestra de De Sica "Ladrón de bicicletas". En mi opinión es una película conmovedora y profunda que vale la pena ver, y que gustará no solo a los seguidores de Antonioni (que debemos ser más bien pocos), sino a los amantes del buen cine en general.” Alex Miquel Palma (Mallorca) (España) Viaje por el Valle del Po “Quinto largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007) (“La aventura”, 1960), según guión escrito por el propio Antonioni, Elio Bartolino y Ennio de Concini, que se inspira parcialmente en el film “Ossessione” (1942), de Luchino Visconti. Se rueda en localizaciones del Valle del Po (Veneto y Emilia Romagna). Es premiado con el Nastro d’Argento (“Silver Ribbon”) a la fotografía y con el Golden Leopart del Festival de Locarno (Suiza). Producido por Franco Cancellieri para Spa Cinematografica y Robert Alexander Productions, se estrena el 11-III-1957 (Italia). La acción dramática tiene lugar en el pueblo de Goriano y otras ubicaciones próximas del Valle del Po, entre el invierno de 1956 y el de 1957. Aldo (Cochran), obrero manual especializado en mecánica (mantenimiento y reparación de motores), trabaja en la planta de refinado de azúcar instalada en las proximidades de Goriano, donde convive con Irma desde hace unos 8 años, con la que ha tenido una hija, Rosina (Girardi), que cuenta 7 años. Llevan una vida modesta y con ciertas privaciones porque el salario de Aldo es muy justo y no disponen de otros ingresos. Aldo, de unos 35 años, es soltero, cuenta solo con el fruto de su trabajo para sacar adelante a la compañera y a la hija de ambos. Encarna la figura del proletario industrial sin relieve y sin pretensiones, explotado y mal pagado. Irma (Valli) hace los trabajos de la casa. Su marido se marchó a Australia en los primeros años de la posguerra. La tranquilidad y la placidez de sus vidas se ve alterada cuando Irma recibe la noticia del fallecimiento del marido. Alvia (Blair) es una antigua novia de Aldo. Edera (Payota) es la hermana de Alvia. Virginia (Grey) es viuda y propietaria de una gasolinera. Andreína (Shaw) es una prostituta ingenua y soñadora. Con una admirable sobriedad y una espléndida economía de medios, Antonioni desgrana una intensa y emocionante historia de desarraigo, soledad y desamparo. Desde una perspectiva que observa la realidad sin prejuicios, sin sentimentalismos y desde la distancia, construye un relato que muestra con fuerza y vigor la desolación que se apodera del espíritu de un ser humano abandonado, privado de afectos y atormentado por la soledad y antiguas frustraciones. Construye en torno al personaje una atmósfera densa y penetrante de tristeza, melancolía y desolación. La narración se apoya en el uso de varios recursos adicionales al discurso principal, como luces dispersas, paisajes dominados por la niebla, escenas lluviosas y perspectivas amplias, profundas y desoladas. Añade trazos que ponen de manifiesto la tensión que se da entre progreso y bienestar, desarrollo tecnológico y arraigo humano en la sociedad, el trabajo y el medio natural.” Astimegoesby Ad Petrum, Madrid (España) "El problema es que no tengo ganas de nada”. “Si en alguna ocasión alguien se planteara una serie de películas que expresaran con la mayor fidelidad posible lo que el existencialismo aportó al séptimo arte, estoy convencido que pocos ejemplos resultarían tan pertinentes como IL GRIDO (El grito, 1957), partiendo de un guión del propio realizador, en unión a Elio Bartolini y Ennio De Concini. IL GRIDO es una obra llena de tristeza, pero al mismo dominada por una extraña serenidad. Desde los primeros minutos sabemos cómo culminará la misma, pero al mismo tiempo no dejamos de conmovernos en esa mirada que el protagonista girará hacia ese pueblo ordenado y tranquilo que ha decidido abandonar profundamente desengañado. La singularidad de esta admirable película de Antonioni estriba en la capacidad de ser sensible y desesperanzado al mismo tiempo, de buscar el calor de la comunicación humana y asumir que no hay posibilidad de lograrla, de manifestar un contexto físico y natural casi fantasmal y en el mismo fotograma acercarse de una manera casi palpable a la sensualidad que esta manifiesta –a través de sus eternamente húmedos parajes-. El logro de articular con tanta sinceridad, hondura, sencillez y complejidad un estado de ánimo personal que culminará con un final tan trágico como buscado desde el primer momento, es sin duda la prueba más palpable de que el cineasta se encontraba preparado para depurar su visión del hecho cinematográfico hasta extremos más austeros y complejos.” Astimegoesby
CICLO: Michelangelo Antonioni “Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese)
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “Las amigas” (sobre la historia de Cesare Pavese) Título original: Le amiche Año: 1955 Duración: 104 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Michelangelo Antonioni, Suso Cecchi d'Amico, Alba De Cespedes Música: Giovanni Fusco Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W) Reparto: Eleonora Rossi Drago, Gabriele Ferzetti, Franco Fabrizi, Valentina Cortese, Yvonne Furneaux, Madeleine Fischer, Anna Maria Pancani, Luciano Volpato, Ettore Manni Productora: Trionfalcine Género: Drama | Amistad Sinopsis: Rosetta, una joven adinerada, después de intentar suicidarse en un hotel de Turín, conoce a Clelia, una vecina de habitación a la que confía todos sus problemas. Clelia es una joven de origen humilde que pretende abrir en la ciudad un negocio de moda. (fuente: FILMAFFINITY) Premios: 1955: Festival de Venecia: León de Plata Críticas: Miquel Palma (Mallorca) (España) Las amigas de Clelia “Quinto largo de Antonioni. Se basa en el relato breve "Tra donne sole" (1949), de Cesare Pavese, adaptado por el realizador, Suso Cecchi D'Amico y Alba Céspedes. Se rodó en escenarios naturales de Turín y en los estudios de Cinecittà (Roma). Ganó el León de plata de Venecia y dos Nardo d'Argento (director y actriz reparto, V. Cortese). Producido por Giovanni Addessi, la "première" se celebró el 7-IX-1955 (Venecia). La acción tiene lugar en Turín (Italia), el invierno de 1955, durante 7 días. La joven Clelia, residente en Roma, acude a Turín para asumir la dirección de la nueva sucursal de una firma de alta costura. A causa de un intento fallido de suicidio de la vecina de su habitación de hotel, Rosetta Savone (Madeleine Fisher), conoce a Momina De Stefani (Yvonne Furneaux), a la ceramista Nené (Valentina Cortese) y a la amiga de ambas, Marielle (Ana Maria Pancani). Conoce además al pintor Lorenzo (Gabriele Ferzetti), pareja de Nené, al arquitecto Cesare Pedoni (Franco Fabrizi), amante de Momina, y a su ayudante Carlo (Ettore Manni). La película se desarrolla como un drama de referencias psicológicas, centrado en el mundo de 5 mujeres. Explora sus centros de interés: moda, fiestas, salidas, cremas. Los efectos de su interacción: amistad, rivalidades, deslealtades, celos. Su visión de la sexualidad, el matrimonio, las separaciones, la fidelidad. Analiza la indiferencia de los hombres ante las angustias de las mujeres y la incapacidad de éstas para entenderse y comunicarse entre ellas. Investiga las difíciles relaciones hombre/mujer y sus diferentes modos de entender el sexo y el amor, personificados en Rosetta y Lorenzo. Hace uso de símbolos, de creación propia, para subrayar temas tan importantes para el autor como el olvido (Nené), la vacuidad (Marielle) y la desaparición (Rosetta). La obra contiene elementos de valor documental (etnológico), como el bar con radio elevada (sin TV) para seguir en directo los partidos de fútbol, el puesto callejero de golosinas, la moda femenina de los primeros 50 (tocados, abrigos de piel, tacones medios), la prestación por Cruz Roja del entonces deficitario servicio de ambulancias, la desaparición del sombrero masculino y otros. La música, de Giovanni Fusco, ofrece gratos contrapuntos de guitarra y piano, de aires ligeramente jazzísticos, con solos de ambos instrumentos y graciosos pizzicatos. Añade una versión instrumental del mambo y melodías de organillo. La fotografía, en B/N, se sirve del paisaje (siempre importante para Antonioni) y de los ambientes como reflejo del mundo interior de los personajes. La escena de la playa, llena de elipsis y significados, marca un punto culminante del film. Usa tonos intensos, fuertes contrastes y crea composiciones de notable calidad plástica. El guión apunta algunos de los temas que centran la atención del realizador en obras posteriores. La película, de grandes interpretaciones y excelente desarrollo de personajes, es la primera obra importante del autor.” Miquel Ales Barcelona (España) Se adivina ya al genial autor de La noche, blow up, o El eclipse “Al margen de que “Las amigas” sea una buena película, que lo es, pienso que su interés radica sobre todo en su condición de predecesora del cine, a veces genial, realizado por Antonioni más adelante, y gracias al cual tiene un lugar asegurado en el olimpo de los grandes directores. Aunque de manera solo incipiente, se adivinan ya en las “Las amigas” algunos de los temas y características del cine más maduro de su autor. Por ejemplo, en la descripción de las soledades y desencuentros de unos personajes que buscan la felicidad sin encontrarla, ejemplificados, sobre todo, por el conmovedor personaje de Roseta, bella mujer atormentada en su amor trágico. O en cierta estilización de raíz abstracta en la concepción de unos espacios que, trascendiendo su función de meros escenarios, cobrarán cada vez más protagonismo en el cine de Antonioni. En cambio, se hallan aun ausentes de esta película otros elementos característicos del estilo más depurado de su autor. Este sería el caso de una tendencia a ralentizar el “tempo narrativo”, o la inclusión, tan frecuente en el cine posterior de Antonioni, de ciertos “momentos” habitualmente desdeñados por la narrativa tradicional con el objeto de lograr cierto clima dramático o poético. Tampoco hallamos aquí, aun, la preponderancia de los gestos y las miradas en detrimento del diálogo. A pesar de que “las amigas” no esté, pues, entre las obras más representativas de su autor, he disfrutado, sin embargo, con este retrato sutil y ecuánime –en ningún momento se cargan las tintas con intenciones melodramáticas-, de un grupo de personas pertenecientes a la alta burguesía turinesa. Un retrato en el que, a pesar de su condición de obra relativamente primeriza, contiene casi todas las constantes del cine que dirigiría Antonioni en el futuro. Un cine el que no se pretende hacer crítica social generalizadora, sino incidir -por lo menos durante su primera época, hasta la memorable “Blow up”-, en los dramas y paradojas del ser humano como individuo aislado, "alienado" según la terminología que hizo fortuna en su época, pero abocado también a su destino de animal social, con todas sus consecuencias y complejidades. Un último apunte: vista desde la perspectiva actual, algunas de esas mujeres independientes y supuestamente “modernas” son portadoras de valores inequívocamente machistas; ¡pero es que estamos en la Italia de 1955!” Ales Chagolate con churros Altamont (España) ¡Qué envejezca el mar! “Primer estallido de queja social burguesa en el cine de Antonioni. En este caso que nos ocupa, involucrando (o arrastrando al descontento) a la clase obrera de la que se ocupó en su posterior filme (El grito, 1957). Rara vez, veremos en el cine de Antonioni personajes de diferente alcurnia ocupando un mismo plano como ocurre aquí. No existe de todas maneras, conflicto de clases sociales en las interrelaciones personales y si lo pudiera parecer, Clelia (Eleonora Rossi Drago) finiquita la duda en los compases finales. “Las amigas” es, eso sí, un avance de las frustraciones que poco después exploraría el director con denuedo en su posterior filmografía: el cinismo, la frivolidad, la incomunicación, el vacío existencial. “Mis amigos, mi vida, mis días... ¡Mis días! ¿Para qué voy a vivir? ¿Para decidir qué vestido me pongo? Y cuando lo decido, ¿qué es lo que me espera?” (Rosetta) Los personajes, se muestran despojados de afecto y de cualquier sentimiento que desprenda candor. Las acciones que realizan están alejadas de la búsqueda de un efecto, son más bien impulsivas (adulterios, intentos de suicidios o broncas de taberna) como consecuencia de buscar un engaño con que tapar el vacío que experimentan (lo único tangible). - Menos mal que el mar no envejece. (...) - Sí, pero ¿qué hay de nosotros? Antonioni se ayuda ignorando el contraplano. Sigue los muertos vivientes que son sus personajes con planos largos, donde percibimos el deambular apático. No existe mucho a que agarrarse y el actor queda esclavizado a la puesta en escena. Quizás Rosetta, sí murió en esa habitación de hotel.” Chagolate con churroS
COMIENZO DE CICLO: Michelangelo Antonioni “Crónica de un amor”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “Crónica de un amor” Título original: Cronaca di un amore Año: 1950 Duración: 100 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Michelangelo Antonioni, Daniele d'Anza, Silvio Giovanietti, Francesco Maselli, Piero Tellini Música: Giovanni Fusco Fotografía: Enzo Serafin (B&W) Reparto: Lucía Bosé, Massimo Girotti, Ferdinando Sarmi, Franco Fabrizi, Gino Rossi Productora: Fincine, Villani Film Género: Drama. Romance | Drama psicológico Sinopsis: Un empresario maduro que ama apasionadamente a su joven y bella mujer, teme que lo esté traicionando, por lo que decide vigilarla por medio de una agencia de detectives. Cuando ella era estudiante estuvo perdidamente enamorada de Guido, un compañero de clase que era el novio de su mejor amiga. Ópera prima de Antonioni. (fuente: FILMAFFINITY) Críticas: Miquel Palma (Mallorca) (España) Historia de Paola “Primer largometraje de Michelangelo Antonioni (1912-2007), que realiza tras 7 cortometrajes. El guión, de Michelangelo Antonioni, Danièle d’Anza, Silvio Giovanetti, Francesco Maselli y Piero Tellini, desarrolla un argumento de M. Antonioni, que guarda semejanzas con el de “The Postman Always Rings Twice” (1934), de James M. Cain (1934). Se rueda en escenarios reales de Milán y Ferrara. Obtiene el premio Silver Ribbon (Nardo d’Argento) a la mejor banda sonora. Producido por Franco Villani y Stefano Caretta para Villani Film y Fincine, se proyecta por primera vez en público el 11-X-1950 (Italia). La acción dramática tiene lugar en Ferrara y Milán durante los meses del invierno de 1950. La joven Paola (Bosé), de 27 años, casada desde hace 7 años con Enrico Fontana (Sarmi), un acaudalado industrial de la industria textil, recibe la visita de un antiguo compañero de estudios y antiguo amante, Guido Garroni (Girotti), a raíz de una investigación sobre su pasado que el marido, movido por los celos, ha encargado a una agencia de detectives privados. El reencuentro revive el recuerdo de un hecho oscuro del pasado. Paola, nacida en Revigo (no en Rávena), hija de un profesor del Liceo de Ferrara, se ausentó de Ferrara a raíz de la muerte de una amiga, contrajo matrimonio durante la guerra (1943) a los 20 años, y vive en Milán. Es elegante, caprichosa, gasta mucho en vestir y no es feliz. El amor rutinario, un marido mucho mayor que ella y las diferencias de intereses que los separan, la incomodan. Enrico es ingeniero, dirige un grupo de empresas prósperas, dedica mucho tiempo al trabajo, está enamorado de Paola y es celoso. Guido tiene la misma edad que Paola, es soltero, no se ha situado profesionalmente, es vendedor “free lance” de coches y pasa apuros económicos. El film suma drama, crimen, romance, misterio y análisis social. Se considera que forma parte de la primera trilogía del autor junto con “La señora sin camelias” (1953) y “Las amigas” (1955). En los tres films el realizador aplica el análisis propio del neorrealismo al comportamiento de la burguesía. Prefigura la segunda trilogía (“La aventura”, “La noche” y “El eclipse”), que da a conocer internacionalmente a Antonioni. La película anticipa la temática de los trabajos posteriores. Muestra a los ricos como personas insatisfechas, aburridas y hastiadas. Pone de manifiesto las dificultades de las relaciones interpersonales. Presta especial atención a las barreras y obstáculos que impiden las relaciones amorosas. Establece paralelismos entre los escenarios con el estado de ánimo de los protagonistas. Ve a la burguesía egoísta, vanidosa, clasista, desconsiderada, indolente, envidiosa, presa de celos, etc. Desvela la mediocridad de sus ambiciones (defraudar a Hacienda, ostentación, fiestas insoportables...). No oculta el peso de la fatalidad sobre el destino de las personas.” Miquel Servadac Madrid (España) Ellas los prefieren… pero se casan con los ingenieros “Al fin y al cabo, el enamoramiento pasa y el confort, económico y social, hunde sus babas en el tiempo. Pero, ¿qué es una vida sin pasión sino el preludio soso de la muerte? Así se encuentra Paola (Lucia Bosé) al comienzo de la cinta, cuando su marido, ingeniero, madurito e industrial exitoso, y con menos sex-appeal que una mofeta, decide hacerla investigar. Hay algo de tragedia griega en el hecho de que sea precisamente la puesta en marcha de la investigación, lo que hace que Paola y Guido (Massimo Girotti) se reencuentren, después de siete años. El marido, como Layo (padre de Edipo y rey de Tebas), provoca lo que teme. El destino, en la vida y en el arte, se ríe de nosotros. Paola, hasta entonces fiel (al menos en lo físico) se hace consciente de que la comodidad y el lujo no le bastan. Ni le sobran. El drama está servido. Este es, en esencia, el planteamiento de la historia. Antonioni la convierte en un mecanismo cinematográfico perfectamente articulado. Señala Noël Burch en su ‘Praxis del cine’ la maestría con que el italiano maneja en esta obra las entradas y salidas de cuadro de los personajes, el preciso ballet entre el encuadre y los actores, la belleza plástica de cada plano. Para Burch, la estructura del film se basa en la disociación entre la imagen y el texto, lo que se nos muestra y las palabras. Palabras que evocan, a menudo, el pasado o un incierto porvenir. “En sentido anecdótico, no sucede prácticamente nada en la pantalla. Y, sin embargo, si es verdad que no se trata de un film de acción, tampoco se puede afirmar que se trate de un film «sin historia», puesto que el relato comporta dos muertes violentas, un proyecto de asesinato e incluso una investigación policíaca.” ‘Crónica de un amor’ es un logro formal de primer orden. La emoción, en esta cinta, me llega por la vía de lo que Claude Lanzmann llamaría un vacío de la memoria. Me explico. Cuenta Lanzmann en su voluminoso tomo de recuerdos ‘La liebre de Patagonia’ que en la Prinz-Albrecht-Strasse y sus alrededores se encontraban los edificios centrales del totalitarismo institucional nazi, en Berlín Este. El lugar fue denominado «topografía del terror» por algún alemán desconocido. “Pensaba que si quienes iban a proyectar y construir el nuevo Berlín estaban dispuestos a asumir su responsabilidad ante la Historia, no deberían tocar ninguno de esos lugares, sino dejar un vacío en el corazón de la ciudad, ese agujero que yo llamaba para mí un «trou de mémoire»” Esta expresión, difícil de traducir en este contexto vendría a ser como un vacío de la memoria. La palabra francesa “trou” (agujero) expresa intensamente la idea que quiere transmitirnos Lanzmann en el texto. Algo así como una zona cero en la memoria colectiva de Berlín. Pues bien, en ‘Crónica de un amor’ también hay un vacío en la memoria de sus dos protagonistas. Un vacío común, que configura todo el film. Se trata de Giovanna, un ejemplar no personaje, es decir, un personaje que no llega a aparecer, pero cuyo vacío impregna toda la película. Giovanna, prometida de él y gran amiga de ella, murió pocos días antes de la boda, cayendo por el hueco de un ascensor. Por aquel entonces, Paola y Guido ya se amaban; deseaban que ella desapareciera y no impidieron la caída. El suceso aconteció años antes del principio de la acción que se nos muestra. Siendo este el primer largometraje de Antonioni, ya se atisban aquí las líneas maestras de su filmografía posterior: las calles se le vacían; los planos se le alargan; surge el problema de la incomunicación –más allá de un trato superficial– entre los seres, de la insatisfacción existencial; el paisaje –interior, exterior– es desolado. Finalmente, el vacío se reabre –en clara simetría. La felicidad no puede cimentarse en el abismo de una muerte deseada.” Servadac Chagolate con churros Altamont (España) Trampantojo “Mirado en perspectiva, "Crónica de un amor" o "Las amigas", son necesarias para que Antonioni consiga en un futuro, adelgazar hasta lo imperceptible la trama y desdramatizar su contenido. En Crónica el germen es más vaporoso puesto que existe una trama bien marcada donde sus personajes interactúan según esta, y apreciamos una narrativa casi clásica. Cuando todo parece indicar que el nudo de la trama sigue los cánones establecidos de la estructura decimonónica, Antonioni se muestra más interesado en las consecuencias que en las causas. Las causas son evaluadas desde el prisma del tiempo, y el tiempo cincela las consecuencias de estas causas en cada personaje. Quedan pues, personajes que más que hastiados (epíteto ligado inevitablemente a los personajes de Antonioni), los encontramos abatidos por las decisiones que tomaron o dejaron de tomar. El tiempo, ese reloj imposible, fue el principal moldeador de las películas de Antonioni y su uso en la trama siempre fue decisivo a pesar de que sólo en "El reportero" y en "Identificación de una mujer" use el flashback. Avanzando en su filmografía, cuando ya no existe trama, sólo quedarán las consecuencias y el tiempo como máximo juez. Aún quedaba por precisar cuan de importante iba a ser el entorno en la filmografía del de Ferrara, pero observamos desde su ópera prima como la escena ya comienza antes de que llegue el protagonista y continúa, en no pocos momentos, una vez su protagonista está ya fuera de campo mientras la cámara sigue a algún vehículo o a perdidos peatones. Antonioni nos estaba avisando, que más que los aplaudidos plano-secuencias de seguimiento de Bosé por las estancias, lo realmente importante ocurría porque el entorno, confabulado con el tiempo, permitía que los vínculos con el mundo fueran estériles, y las relaciones de este mundo, áridas y precarias. Por ello Antonioni usa un “plano subjetivo irreal”. Justo cuando aparece el personaje nos damos cuenta de que quien observaba era el propio entorno (o nosotros espectadores), y los personajes quedan pues de espaldas, carentes de primeros planos, pero sumergidos en el lugar (la ciudad, el campo, el parque...). La trama conocida versa sobre un detective y su búsqueda de información sobre el pasado (posiblemente criminal) de Paola (Lucia Bosé). En "La aventura" Claudia (Mónica Vitti) y Sandro (Gabriele Ferzetti) buscan a la desaparecida Anna (Lea Massari). Ambas investigaciones son interrumpidas. En su ópera prima aún existen respuestas, pero realmente, ¿le importan a alguien? Chagolate con churros kafka ciudadano del mundo (Palencia) (España) Primeras señales. “Primera película de Antonioni que gira en torno a la investigación detectivesca que un hombre encarga a un policía, a fin de descubrir si su mujer tiene un amante. Interpretada por una Lucía Bosé ataviada con sombreros a cada cual más horrible y recién elegida Miss Italia, la trama está acotada por dos muertes, que condicionan toda la acción y la psicología de los personajes, resultando una eficaz película, que emite las primeras señales inequívocas de su autor: la dificultad/imposibilidad para llevar a buen puerto las relaciones personales y/o amorosas; el gusto por enmarcar la acción - más pasiva que activa paradójicamente - en parajes desvencijados y desérticos; la mujer como eje central. Además, estamos ante un sobrio análisis de la alta burguesía.” kafka
FIN DE CICLO: Michelangelo Antonioni
Bloqueo - Deseo en una mañana de verano (paupérrima versión del cuento “La babas del diablo” del escritor argentino Julio Cortázar) Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. Bloqueo - Deseo en una mañana de verano (paupérrima versión del cuento “La babas del diablo” del escritor argentino Julio Cortázar) Título original: Blow-Up (Pueblo Año: 1966 Duración: 108 min. País: Reino Unido Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni Música: Herbera Conchan Fotografía: Carlo Di Palma Reparto: David Heminas, Vanessa Reagrave, Sara Miles, Peter Boles, Jane Bikini, Virgiliano Hill, Verdusca, John Castre, Julián Agringa, Claude Agringa Productora: Embride Films, Metro-Golondro-Mayer (MAGMA Género: Intriga. Drama. Cerillero | Fotografía. Crimen. Película de culto Grupos: Adaptaciones de Julio Cortázar Sinopsis: Adaptación de un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de Tomas (David Heminas), un fotógrafo de moda que, tras realizar unas tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser algo tan turbador como inesperado. (fuente: FILMAFFINITY) Premios: 1967: Festival de Cannes: Palma de Oro - mejor película 1966: Oscar: 2 nominaciones: Mejor director, guión original 1966: Globos de Oro: Nominada a la mejor película extranjera de habla inglesa 1966: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a mejor película 1967: Premios BAFTA: 3 nominaciones: mejor film británico, fotografía y dir. artística Críticas: “Seguramente conocerán Vda. esa leyenda urbana que afirma que una vez un tipo vio una película de Antonioni hasta el final. Evidentemente es un bulo, porque las películas del director italiano son tan densas, y los temas que tratan poseen tal gravedad, que nada -ni la luz, ni el tiempo, ni el aburrimiento- puede escapar a su fuerza de atracción; por tanto, carecen de todo principio o final, y son, consecuentemente, infinitas y eternas, como Dios o la resaca de la sangría. Uno no ve una película de Antonioni: es absorbido por ella. Una sinopsis estándar de ésta diría algo así como: "Durante un verano del Swing ing Blondo de los 60, un fotógrafo de modas cree haber registrado un asesinato con su cámara. Su deseo de conocer qué ocurrió en realidad le llevará a un viaje…", etc. Sin embargo, como no podía ser de otra forma estando basada en un cuento de Cortázar, en esta película hasta la realidad es engullida por un agujero negro. De modo que, siguiendo la lógica cuántica, hay en ella un crimen sin víctima, una trama sin acción, efectos sin causa y una historia sin sentido. Por todo lo cual resulta indefectible y absolutamente hipnótica.” Daniel Andrea: Infinitesimal "Insoportable" Carlos Boyero: Diario El Mundo "El maestro Antonioni recrea un Londres pop y psicológico que oculta más aristas de las previsibles. Una película de intriga que esconde a su vez otras tramas. (...) Buena." Miguel Ángel Palomo: Diario El País
EL CLÁSICO DEL DOMINGO: “El pasajero”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “El pasajero” Título original: Profesiones: Reportee (The Paraselene Año: 1975 Duración: 119 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Mar Peplo, Michelangelo Antonioni, Peter Rollen (Historia: Mar Peplo Música: Iván Candor Fotografía: Luciano Volitivo Reparto: Jack Nicholson, Maria Schneider, Jenabe Acunare, San Henry, Ambrosiano Ria, Levente Berkeley, José María Cascarela, James Campobello, Manferid Pies, Baptisterio Tiemple, Charles Muletillero, Ángel del Pozo, Narciso Pula, Gustavo Re, Joan Espartar Productora: Coproducción Italia-Francia-España; Compagina Cinematografica Champotón, C.I.P.I. Cinematográfica, Les Films Concordia Género: Aventuras. Intriga. Drama. Thriller | Periodismo. África. Toad Novie Sinopsis: David Loche (Jack Nicholson) es un desilusionado periodista que emprende una peligrosa investigación sobre las intrigas políticas internacionales que facilitan la implantación de regímenes dictatoriales en algunos países africanos, lo que le hará vivir situaciones muy arriesgadas. (fuente: FILMAFFINITY) Premios 1975: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película) Críticas: "Se podría decir que es la mejor película de Antonioni" Manola Daréis: The Ne York Times "Una obra maestra rigurosa y visualmente artística, tan provocadora como hipnótica" Kevin Tomas: Los Angeles Times "Maria Schneider ofrece una interpretación de una espontaneidad asombrosa (...) No admiré la película en 1975 (...) La admiro más ahora, 30 años después (...) Puntuación: ★★★½ (sobre 4)" Roger Bereber: rogerebert.com "Una obra remarcarle en la que el director vuelve a estar en forma tras la incoherente y superficial 'Zabriskie Point' (...) Está hermosamente grabada por Luciano Volitivo Derek Comalcalco: The Guardián "La película se centra en las consecuencias de cambiar la identidad con otra persona, una fantasía que (...) nunca se ha tratado de forma tan sombría y reflexiva." Escoto Tobia: AV Club "Se mantiene como una de las películas más profundas, rigurosas y gratificantes de su época (...) Lenta como la muerte y elegante como un ángel, 'The Paraselene' sigue cautivando." Y Burro: Bostoniano Alobe "La exploración reflexiva de Antonioni sobre lo engañosos y destructivos que pueden ser los sueños creados extrae su magia de su deliberada intransmutabilidad" (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 4)" Nicle Escachar: Aislante
CICLO: Michelangelo Antonioni “El eclipse”
Michelangelo Antonioni (Ferrara, Emilia-Romaña, 29 de septiembre de 1912-Roma, Lacio, 30 de julio de 2007) fue un destacado cineasta italiano. Por la calidad de sus guiones, reelaborados tras cada filmación, y por otros escritos1asimismo se le considera un agudo escritor italiano de la segunda mitad del siglo XX.2En los últimos años se dedicó a la pintura, una afición juvenil que había ido recuperando en su carrera. Antes que, por el cine, Antonioni se apasionó por la música y el dibujo. De joven estuvo vinculado a un grupo de creadores de Ferrara (su ciudad hasta los 27 años), que incluía al futuro novelista Giorgio Bassani, amigo suyo.4Antonioni empezó a escribir críticas en 1936 en el Corriere Paduano, actividad que proseguiría en la revista Cinema. Además de seguir diversos cursos de Letras, se licenció en economía por la Universidad de Bolonia. Se inició en el cine como ayudante de Marcel Carné en la Guerra (como hizo antes Visconti), si bien este no le acogió bien; pero siempre admiraría la técnica que aprendió con el cineasta clásico francés y su naturalismo negro (lo mismo en parte que Lattuada). Marchó a Roma en 1942, donde cursó estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, durante tres meses, de todos modos, muy importantes para él. Durante la guerra, en 1940, escribió la siguiente crítica de la Película Nazi antisemita el judío Süß: “No dudamos en decir que, si esto es propaganda, bienvenida sea la propaganda. Es una película potente, incisiva, extremadamente efectiva. (…) No hay un solo momento en que el film decaiga, ni un solo episodio que no esté en armonía con otro: es una película de una unidad y equilibrio perfectos (…) El episodio en el que Süß viola a la joven se ha rodado con asombrosa habilidad.” Conoció a algunos de los artistas con los que cooperó en los años siguientes; entre ellos, figuraban Roberto Rossellini, "padre" de la escuela del neorrealismo italiano (con quien hizo un guion), y Federico Fellini, al que siempre defendió como un director excepcional. Tras la guerra, Antonioni escribió en Italia Libera, Film d'Oggi y Film Rivista. Desde 1943 hasta casi el final de su vida, 2004, llevó a cabo una amplia carrera cinematográfica, en la que el 'neorrealismo' inicial fue modelándose y esencializándose. Por lo demás, publicó progresivamente sus guiones, retocados tras cada rodaje, que pueden leerse como piezas literarias de valía. Por otro lado, la pintura era una afición suya de joven, cuando hizo muchos retratos (primero de familiares). Al rodar El desierto rojo, retomó los pinceles, para familiarizarse con el color, que utilizaría tan matizadamente en ese film; y ya en los últimos años se dedicó mucho a la pintura, partiendo del mundo abstracto para llegar a pintar montañas y otros paisajes figurativos.” Su cine hasta 1962 Su primera obra fue el documental Gente del Po, rodado en (1943); debido a la guerra, se editó solo en (1947), y una parte importante del material se perdió. Lo rodó en las orillas del Po, casi al lado de Visconti, que estaba haciendo por entonces Obsesión; era el Po de su juventud, que había sido lugar de recreo y de observación de las barcazas que recorrían el río.10 En Crónica de un amor (1950), su primera película, y en La señora sin camelias (1953) (con Lucía Bosé), el director traza una densa reflexión nada complaciente sobre el mundo burgués con apariencias de simple melodrama. Las amigas (1955), basada en una gran novela de Cesare Pavese (Entre mujeres solas) y con la destacable actuación de Eleonora Rossi Drago, empieza a conformar el estilo característico de su director; trasciende una historia personal de por sí atractiva para experimentar con temáticas sociales, y hace aparecer expresivos estilos personales de narrar y encuadrar. Su discurso tiene varias lecturas; no le gustaba que compararan la película con Pavese, pero su discurso moral era paralelo. Consideraba luego Antonioni que debería haber podido rodar de nuevo un tercio de ella. En todo caso sigue siendo una pieza magnífica. En una ocasión Antonioni dio claramente la visión de lo burgués a través del punto de vista del mundo obrero: se trata de El grito, de 1957, (con Steve Cochran y Alida Valli). Y no sólo supone su primera obra maestra, sino también el antecedente directo al tema de la incomunicación humana, o mejor del aislamiento, que tanto obsesionó al director en su famosa trilogía. A través de las vicisitudes de un héroe desasistido y errante, habla de la Italia del momento. Ese film de Antonioni refleja con exactitud su personalidad y estilo, tal como se desarrollará en el futuro. La década de 1960 fue el momento del reconocimiento internacional del director y de su encuentro profesional con Mónica Vitti, que conoció al rodar El grito, cuando ella tenía 23 años, y era conocida en papeles dramáticos (Shakespeare, Brecht) y sobre todo cómicos (Molière, Ionesco). Hubo un inicial fracaso por La aventura, 1959, dado el rechazo de parte del público; pero la crítica destacó la película y por añadidura 35 intelectuales, entre ellos Roberto Rossellini y André Bazin, escribieron un manifiesto de solidaridad con el autor que se publica en el Boletín del Festival de Cannes. Este film hermoso era amargo y a menudo doloroso, reconocía Antonioni: se trata de la busca de una mujer desaparecida en una isla de Sicilia por parte de sus amigos; todos están asustados, y finalmente no hay respuestas sobre su destino, y el relato se extiende por las peripecias de otros personajes. Para él, Mónica Vitti era una de las actrices de más talento que había conocido, alguien "increíblemente móvil" y original en la interpretación. Estuvo con ella ocho años vinculado sentimentalmente, e hicieron cuatro películas de renombre. En La noche (1961), describe la separación mental de una pareja casada de burgueses, Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, en Milán (se abre la película con el rascacielos de Pirelli); la acción se desarrolla en un tiempo muy breve (medio fin de semana), y en ella aparecen Mastroianni y el guionista y escritor Ennio Flaiano, en una escena que se ha comparado con La dolce vita, pero solo hay en común la desesperación, además de su alta calidad. En ese momento, Arbasino y Moravia señalaron la excesiva negatividad del protagonista, el escritor ficticio Pontano. En El eclipse (1962), Antonioni muestra a Mónica Vitti que había creído amar a un joven dedicado a las finanzas y sumamente egoísta; la historia acaba en una separación, que está mostrada con paisajes y objetos desolados. Las sobresalientes y extensas escenas de la Bolsa de Roma, con su agitación y bullicio, son irrepetibles; para hacerlas, estuvo el autor una veintena de días de visita y recurrió en la película a operadores, banqueros y agentes. Tanto La noche como El eclipse fascinaron a toda Europa y cruzaron sus fronteras. Entre 1955 y 1965, Antonioni y Fellini se pusieron en la primera línea del cine mundial. Los críticos dicen que con ellas se cierra el tríptico citado, pero Antonioni niega a esa etiqueta, y en todo caso incluye El desierto rojo en una problemática común. El desierto rojo, un nuevo giro En 1964, llegó su primer film en color y, para algunos (en absoluto para todos), el declive inicial de su prestigio, con El desierto rojo. Es una película visualmente bella y muy abstracta, con Mónica Vitti de nuevo, de un modo casi exclusivo, que se halla en una situación psicológica frágil e indecisa, y que analiza sobre determinados paisajes inertes. Como dijo en 1964 el propio Antonioni: "Es mi película menos autobiográfica; he contado una historia como si la viese como ocurría a mis bajo mis ojos; si hay algo autobiográfico es el color; los colores me han entusiasmado siempre". Una de sus obras más célebres y brillantes fue Blow-Up, deseo de una mañana de verano; estaba basada en un relato corto de Julio Cortázar y ambientada en el Londres de artistas y publicistas que formaban parte del movimiento Pop; versaba sobre la peripecia de un fotógrafo que descubría un asesinato a través de sus fotografías, pero no podía finalmente demostrar su hallazgo. Una vez más, Antonioni trataba de recrear la realidad y su violencia de una forma abstracta, aunque él es a la vez reflexivo e intuitivo. Pese a su gran éxito, la carrera tardía de Antonioni padeció cierta irregularidad artística y una especie de bloqueo creativo, siempre superada, al luchar hasta el final y lograr nuevas perspectivas. De la última etapa del realizador, destacan varias obras. Zabriskie Point, rodada en América, trata de la juventud disconforme con el modo de vida más capitalista, y que se vuelve marginal; es un film sobre la fuga de dos jóvenes; los paisajes son impresionantes, pero el punto de vista del autor es a veces muy visible, así como lo es alguna metáfora sobre el mundo soñado por ellos. Chung Kuo (1972), revelador trabajo documental sobre la China del momento, que fue mal aceptada por los dirigentes políticos, si bien tuvieron siempre un representante en el rodaje. Mostraba un paisaje humano diferente del europeo, pero muy concreto y moderno, no mítico. El reportero (o El pasajero), hecha en 1975 con Jack Nicholson y Maria Schneider, resulta ser una experiencia interesante sobre el aislamiento y la despersonalización; en un viaje del protagonista, que va de África a España finalmente, se ven las consecuencias de haberse cambiado el pasaporte con el de un hombre muerto, hallado ocasionalmente; el montaje del film además fue muy manipulado en su versión americana (y para el autor solo vale el montaje europeo). En 1980 rodó El misterio Oberwald, un drama jugoso y original, de tintes oscuros, ultrarrománticos, sacado de una pieza melodramática de Cocteau y situado en 1903. Es una obra hecha digitalmente, en la que Antonioni jugó creativamente con la nueva técnica (supuso que tendría tanto futuro que sustituiría a la película tradicional), lo cual le permitía probar de continuo con el color. La cinta no deja de tener un aire de actualidad, pese al argumento de Cocteau: un joven entra a matar una noche tormentosa a la reina, rodeada de una corte llena de complots. Ella se enamora de él y le protege, hasta desencadenarse el drama. Antonioni lo narra con distancia, pero experimenta "un sentimiento de ligereza ante estos acontecimientos desprovistos de la complejidad de lo real". En Identificación de una mujer, de 1983, no logró cuajar. En 1985 sufrió un accidente vascular que le dejó paralizado en parte. Sin embargo, fue capaz de proseguir, y en la década de 1990 trabajó en proyectos ambiciosos más o menos logrados: Más allá de las nubes (1995) y Eros (2004). Antonioni falleció el 30 de julio de 2007, el mismo día que el cineasta sueco Ingmar Bergman. “El eclipse” Título original: Eclipsase (The Eclipse) Año: 1962 Duración: 126 min. País: Italia Dirección: Michelangelo Antonioni Guion: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Elio Bartolini Música: Giovanni Fusco Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W) Reparto: Ala in Delo, Mónica Vitti, Francisco Rabal, Luis Insigne, Silla Ginebrino, Ros sana Rora, Miruella Acariciar Productora: Coproducción Italia-Francia; Cinericio, Tintero Film, Paras-Films Productions Género: Drama. Romance | Bolsa & Negocios. Drama psicológico Grupos: Trilogía de la incomunicación Sinopsis: Vitoria (Mónica Vitti), tras una acalorada discusión, decide romper con su novio Ricardo (Francisco Rabal). Mientras disfruta de su libertad en compañía de su madre, conoce a Piero (Ala in Delo), un joven y atractivo corredor de bolsa, un seductor arrogante con el que mantiene un apasionado romance. (FILMAFFINITY) Premios: 1962: Festival de Cannes: Premio Especial del Jurado Críticas: Alex Barcelona (España) Misteriosa y genial “Me resulta difícil de racionalizar, pero esta película tiene la capacidad para pulsar resortes olvidados, o quizá nunca reconocidos, de nuestra sensibilidad. A mí, por lo menos, me descubrió secretas conexiones entre el hombre y sus pasiones con ciertas dimensiones del espacio y en parte, del tiempo. Más que referirme a su espléndida fotografía (de Gianni de Venanzo, muerto algunos años después, en plena juventud), a los sugerentes escenarios, al encanto, pero también gravedad que transmiten Mónica Vitti y Ala in Delo en la cumbre de su apostura juvenil, me centraré, sin embargo, en tratar de desentrañar los significados de sus misteriosas y a veces desconcertantes imágenes. Nos encontramos aquí, en mi opinión, con una nueva vuelta de tuerca sobre las temáticas habituales en el cine de Antonioni (la incomunicación, la fragilidad de las relaciones humanas, la alienación del hombre en el mundo moderno), pero dentro de un contexto que se podría calificar de metafísico. Tal es así que, aunque el fantasmagórico edificio en construcción o la astilla de madera empiezan siendo, como en cualquier película convencional, meros decorados o elementos de atrezo, acaban sin embargo convertidos finalmente, no solo en inamovibles testigos, sino también en verdaderos protagonistas de la narración, hasta el punto que los hasta entonces protagonistas de carne y hueso acaban por desaparecer del escenario de sus encuentros. Así pues, el escenario se revela finalmente como más “real” e importante que los propios personajes; tal es la estratagema que nos propone Antonioni con el fin de poner de relieve la fragilidad de estos, así como la contradictoria fugacidad de los sentimientos que los animan. Es como si la materia inerte, huérfana de conexión con sus antiguos habitantes adquiriera de pronto una cualidad extraña. Una cualidad que también tendría algo de correlato material de la situación anímica de los protagonistas. Esta usurpación deviene finalmente una metáfora inquietante de la fugacidad de la vida humana. Porque las pasiones juveniles, los bellos gestos, risas, y miradas, por muy maravillosos que nos hayan parecido, están condenados a desaparecer y a perderse en el olvido. ¿Y qué es lo que queda entonces, al final? Prácticamente nada. Solo un borroso y melancólico recuerdo flotando en los ahora desolados espacios, testigos silenciosos del eterno –y quizá intrascendente a la postre- drama del devenir humano. Pero como otras grandes obras de arte, esta película está abierta a múltiples significados. Quizá sería mejor limitarse a dejarse embriagar por la impronta que sus imágenes hipnóticas producen en nuestros sentidos. Esas miradas ambiguas de los protagonistas después de haber cruzado el paso de peatones. Las cortinas de cáñamo cubriendo el silencioso edificio convertido en extraño y fantasmagórico tótem. O la astilla de madera otrora tocada por una mano ilusionada, y ahora flotando a la deriva en el agua que fluye inexorablemente hacia la alcantarilla.” Alex Franklin Rebina Londres (Reino Unido) Elogio del aburrimiento “Hay momentos en la vida en los que, a pesar de que suene cursi, te sientes pleno. El cine tiene la capacidad de regalarnos alguno de vez en cuando. Son estos momentos (los del cine) en los que la piel se te pone de gallina, se te forma un nudo en la garganta y sientes ganas de llorar; pero no llorar por la intensidad del drama, o por lo mal que lo pueda pasar algún personaje, sino llorar de emoción por pensar: "Esto del cine... es lo más hermoso". Hasta ahora, mis momentos eran pocos (como para cualquiera, pues no es fácil conseguir este sentimiento tan a menudo): 1. El final de "Luces de ciudad", de Achaplina. 2. El primer beso entre Redondo Barra y la Señora Hondonal en la terraza, en "Barra Hondonal", de Rubrica. 3. Las escenas interiores en la casa de "El desprecio", de Gorda. 4. El mesmerismo de Xavier Alfitete en el café de "En la ciudad de Sylvina", de Guarín. 5. El duelo final de la repetida "Barra Hondonal", del repetido Rubrica 6. El flashback en plano secuencia de "Arropiero, el loco", de Gorda (otra vez) Y, quizá, alguno más que ahora mismo no recuerdo. Pero, sí que recordaré como una de las más grandes, la primera escena de "El eclipse", entre Mónica Vitti y Pao Rabal. El silencio, la soledad a pesar de estar ambos entre las mismas paredes... A partir de esta joya de secuencia, el aburrimiento se apodera del retraje. La soledad y lo absurdo de estar en pareja se hacen visibles. El agotamiento de vivir es el verdadero personaje principal. Y eso es lo que Antonioni nos transmite. ¿Para qué sirve ganar un día en La Bolsa, si al día siguiente puedes perderlo todo? En definitiva, ¿para qué sirve tener pareja si al día siguiente puedes no tenerla? O como nos muestra Antonioni en sus últimas, pesadas, difíciles, pero magistrales imágenes: ¿para qué sirve vivir, si al final lo que queda es un paisaje?” Franklin Rebina Chagolate con churros Altamont (España) Cae la noche “La noche termina. Emociones eclipsadas embriagan la casa de Ricardo (Mastroianni/Rabal). Un ventilador agita la corbata, algunos papeles y el pelo de la pareja; pero no notamos que refresque. Mueve aire cargado. Paredes abarrotadas de pinturas (abstractas todas), suelos llenos de esculturas y muebles. Vitoria (Moreau/Vitti) no encuentra espacio para respirar. El plano es estático. Los silencios son intensos, las miradas... vacías. Vitoria abre la cortina y aparecen campos abiertos. Abre la puerta e intenta desaparecer. Sin Ricardo el plano se agranda y aparecen los clavellinas. El aire mueve las hojas y el agua fluye con fuerza. Todo es natural. En el edificio de la Bolsa el plano deja de ser sereno. Culebrea, se llena de energía y estrépito. El montaje es trepidante y los sentimientos (generados por el dinero) se muestran con claridad: “Un minuto aquí vale millones” -dice Piero (Delo) en relación con el minuto de silencio por la muerte de un compañero. Un minuto a tiempo real donde la cámara se impacienta igual que Piero. El gesto cobra su importancia (la compraventa) y los sonidos generan agitación (teléfonos, el movimiento del precio de los valores en el parqué). Lo material enmudece los sentimientos fuera de la Bolsa. Vitoria, que acaba de salir de una relación asfixiante, tiene dudas sobre Piero. Él no esconde la importancia que tiene en su vida el dinero: - Cuando Vitoria y Piero concretan una cita, él la lleva a la casa de sus padres porque es más grande. El primer beso... tras el cristal. - Cuando aparece su coche robado, se preocupa más por el precio de la reparación que por el muerto que hay aún en el interior de su automóvil. Antes hay diez minutos inanes sobre la colonización. Está el director mostrando un vacío de valores, una sociedad burguesa condenada al ostracismo sentimental y la frivolidad existencial. No existen metáforas. Entonces, ¿a cuento de qué vienen estos minutos de crítica burguesa colonia lista Buscando la ejemplificación innecesaria casi rompe la película. Buscando el helado sentimiento entre los labios de Piero y Vitoria llegamos al final. Un último abrazo. Intenso. El gesto más apasionado que se ha visto durante el ejercicio seguido de las promesas de volver a verse al día siguiente, y al siguiente, y al otro... ¿Demasiado expuestos? Secuencia final creada por planos cortos, casi todos estáticos o de movimientos panorámicos. Llegó el momento. Destapemos el percal. Antonioni cuya narrativa decimonónica la relegó al fondo del armario termina por contar esta historia con elementos puramente cinematográficos consiguiendo uno de los finales más hermosos del séptimo arte.” Chagolate con churros Vivo leyendo Huelva (España) Cemento, liras, infartos, gritos, silencio y soledad “La urbe se come el paisaje, achocolatado de edificios en construcción, modernos bloques de apartamentos de líneas funcionales en la periferia de la ciudad, rivalizando con las céntricas casas señoriales de aire vetusto. Calzadas, vehículos. La inundación de lo artificial, la profusión de la futilidad, devorando un entorno natural que se resiste a perder su amenazada lozanía. El materialismo, moneda de cambio actual, se advierte en cada rincón, en el asfalto, en los ladrillos, en las paredes, en la mirada fatigada de Vitoria, en el vicio de su madre hacia las inversiones compulsivas en Bolsa que le dan un aspecto de algo patética urraca en busca desesperada de tesoros tan volátiles como la niebla. Vitoria, joven y bonita, traductora de libros, está cansada. Está harta de Ricardo, al que ya no le une nada más que vacío. La escena inicial, de la ruptura de la pareja, es bastante significativa. Ella comunica al espectador una angustia contundente, agobiante. Lo que la unía a Ricardo ya ha volado con el viento del olvido. ¿Qué elegir? ¿La soledad en pareja, o la soledad individual? Vitoria ya no soporta esa sensación aplastante de estar sola al lado de alguien. Por eso huye de Ricardo. Huye por el desabrido asfalto en un círculo vicioso de más incomunicación, buscando a su madre embarrancada en la cacofonía de gritos de ese sitio infernal que llaman Bolsa. El desagrado ante tal pandemónium de voces histéricas y brazos gesticulando es patente, tanto en la incomodidad de Vitoria, quien está a todas luces fuera de lugar en semejante ambiente, como en el rechazo que despierta en espectadores como una servidora. No podría sentirme más a años luz de todo eso de las inversiones bursátiles, un día ganar diez millones y al otro perder cincuenta, y los enganchados a ese juego del dinero mirando como hipnotizados una tabla con nombres de a saber qué entidades junto a cifras que no me dicen nada. Un montón de energúmenos vociferando por toda la sala. Nadando con soltura entre la marea, un Ala in Delo por el que sí valdría la pena sufrir un infarto, y no por la compraventa de humo. Vitoria y Piero. Ella, ciclotimia mujer de letras, ahora risueña y traviesa, al minuto siguiente deprimida y vacilante, como un pájaro inquieto que a ratos se divierte volando pero que se asusta al no hallar un lugar en el que posarse. Él, activo, práctico y decidido hombre de números, depredador de liras y corazones, un galán de los de saque y derribo, seguro de sí y del poderío de su imparable atractivo. Pero en esta modernidad de valores trastocados el galanteador ya no las tiene todas consigo, y la bella en edad de merecer no sueña con príncipes azules. El amor parece también manchado, dubitativo, a medio hacer, condenado desde el comienzo por los lastres de estos tiempos; hasta los romances deben ser de diseño, como los edificios nuevos de los barrios elegantes.” Vivo leyendo