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El Blog de Guido Mendoza

Fantinato
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¿El idioma quechua tuvo un origen costeño?


Por: Guido Mendoza Fantinato
Publicado el día 13 de diciembre de 2014
Desde inicios del siglo pasado, algunos investigadores empezaron a inclinarse por la posibilidad que la
costa peruana hubiese constituido el territorio original del idioma quechua y que durante los últimos
milenios de la historia de la Civilización Andina su expansión progresiva le permitió asentarse en
diversos lugares de la amplia geografía andina, como por ejemplo en la sierra sur peruana. A través de
esta visión, la adopción del quechua como idioma oficial del Tawantinsuyo, durante el apogeo de las
elites cusqueñas a partir del siglo XV, habría representado tan solo un peldaño más en esta larga
historia.

Sin embargo, diversos estudios en los últimos años han empezado a cuestionar estas hipótesis y
recientes trabajos parecen arrojar datos importantes que abonan las nuevas tesis que señalarían más
bien un origen serrano de este idioma. Así, los nuevos postulados que indican su origen en la sierra
centro-norteña peruana muestran interesantes perspectivas que llevarían a revisar una serie de
planteamientos desarrollados durante las últimas décadas acerca de la evolución y base geográfica de
este milenario idioma andino1.

Las tesis sobre los orígenes costeños del quechua.-

Todo apuntaría a indicar que un artículo publicado en el año 1911 por el historiador peruano Manuel
González de la Rosa, donde se postulaba los orígenes costeños del quechua a partir de la variedad
observada entre el quechua del Cusco y el quechua costeño, marcó el punto de partida de las teorías
sobre los supuestos orígenes costeños del quechua. A partir de esta visión, se enfatizaba que “dado el
poco tiempo que había durado la dominación inca sobre las regiones marítimas, esa lengua no podría
haber sido introducida allí por los cuzqueños sino que su presencia en el litoral debía ser anterior al
Tahuantinsuyo”2.

1
Se sugiere revisar el artículo del autor: “El quechua y las bases de una filosofía andina: apuntes de un proceso ancestral”,
publicado el día 14 de septiembre de 2013 en el blog: www.guidomendozafantinato.com
www.guidomendozafantinato.com

A criterio de César Itier, este artículo pudo ser el origen de la hipótesis formulada cuatro décadas
después por el historiador peruano Raúl Porras Barrenechea. Así, en el prólogo a su edición del famoso
Lexicón de Domingo de Santo Tomás a inicios de la década de 1950, Porras Barrenechea detectó
también las diferencias entre el dialecto cusqueño y la versión costeña del quechua, por lo que “supuso
que la presencia del quechua en las regiones marítimas era anterior al Tahuantinsuyo y que esta lengua
se había propagado hacia el sur del Perú desde la costa centro-meridional” 3.

Con base en ello, todo indicaría que estos planteamientos tuvieron una notable influencia en los
trabajos posteriores desarrollados por Gary Parker, Alfredo Torero, Rodolfo Cerrón-Palomino y Gerald
Taylor, con lo cual se afianzó la tesis del origen costeño del idioma quechua entre varios
investigadores durante las últimas décadas.

Revisando la tesis sobre los orígenes costeños del quechua: los nuevos planteamientos de Cerrón-
Palomino.-

En un trabajo publicado por Rodolfo Cerrón-Palomino en el año 2010, efectúa una revisión de sus
planteamientos iniciales sobre el origen costeño del quechua, señalando una interpretación alternativa
por la cual le asigna una procedencia más bien centroandina a este idioma, “en conexión íntima con la
génesis y el desarrollo de la civilización Chavín” 4.

Cerrón-Palomino enfatiza la existencia de un pre-protoquechua (pre-PQ) que “habría tenido como


asiento originario la sierra centro-norteña peruana, ocupando un espacio coincidente con el que abarca
el Quechua Central actual, que se localiza en los departamentos de Ancash, Huánuco, Pasco, Junín y
sierra norte de Lima. Descartamos un emplazamiento inicial costeño de la lengua primordial, como se ha
propuesto, basándonos en evidencias de corte etnohistórico y onomástico" 5.

Dentro de estas evidencias, Cerrón-Palomino menciona varios asuntos interesantes, específicamente


referidos al valle del río Chillón, al que califica como una verdadera frontera étnica y lingüística cuya
historia se remontaría a épocas muy antiguas anteriores al esplendor del Tawantinsuyo. Y es que los
datos existentes sobre esta zona constituirían, a criterio de este investigador, en las claves principales
para entender no sólo las razones sobre la presencia extraña del quechua en la costa central sino
también, al mismo tiempo, subrayar que el quingnam era el idioma ancestral que se hablaba en este
territorio.

2
ITIER, César. “Las bases geográficas de la lengua vehicular del imperio inca”. En: Boletín del Instituto Francés de Estudios
Andinos. Tomo 42, No. 2. Lima, año 2013. Páginas 241-242.
3
Ibid., página 242. Itier subraya que “las líneas que Porras dedicó a este tema tuvieron un enorme impacto, pues tanto Gary
Parker (1963) como Alfredo Torero (1964) asumieron la existencia de un dialecto quechua costeño extinto y cuya formación y
presencia en el litoral era anterior al Tahuantinsuyo. Los argumentos toponímicos de González de la Rosa, por más escuetos
que fueran, convencieron a varios lingüistas de que ese quechua costeño presentaba un cambio r > l en posición inicial de
palabra”.
4
CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo. “Contactos y desplazamientos lingüísticos en los Andes centro-sureños: el puquina, el aimara y
el quechua”. En: Boletín de Arqueología PUCP, No. 14. Lima, Pontifica Universidad Católica del Perú, año 2010. Páginas 272-274.
5
Ibid., páginas 256-257.

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Así, menciona que “en el diario de viaje de su segunda visita pastoral, iniciada en julio de 1593, el
arzobispo Toribio de Mogrovejo, a su paso por la costa norte, partiendo de Carabaillo, deja entrever que
en todos los pueblos y doctrinas correspondientes a las actuales provincias de Huaral, Huaura y Barranca
se hablaba un idioma ajeno al quechua, ya que apenas se lo nombra como “lengua” a secas, lo que
contrasta cuando, al internarse en las serranías de Ancash, se hace mención explícita a la “lengua
general de linga”6.

Cerrón-Palomnio menciona que este dato valioso, aportado nada menos que por el arzobispo Toribio de
Mogrovejo, será confirmado por el historiador Bernabé Cobo algunas décadas después al observar que
los “naturales de Caraguayllo y sus términos eran de la una nación (de las dos que habitaban en el valle
de Lima), cuya lengua corre desde allí adelante por el corregimiento de Chancay y banda del
septentrión”7.

Por lo tanto, con base en esta información, Cerrón-Palomino deduce que en esta zona se habría hablado
ancestralmente un idioma muy distinto al quechua. Así, destaca que “la lengua a la que hace mención el
jesuita historiador sería la quingnam (por otro nombre conocida como “pescadora”), la quinta entidad
idiomática de la costa centro-norteña prehispánica. En apoyo de esta hipótesis hay que señalar que
buena parte de la onomástica –nombres de curacas y topónimos- que aparece registrada en los
documentos relativos a los señoríos étnicos del Chillón y Huaura dados a conocer por María
Rostworowski acusa un origen extraño no solo al quechua y al aimara sino también al mochica, dejando
la posibilidad de asignársele precisamente al quingnam…” 8.

¿Cómo se produjo entonces el desarrollo del quechua con relación al aimara y el puquina?-

Reubicado el territorio originario del quechua en la sierra centro-norteña peruana según Cerrón-
Palomino, sus investigaciones le llevan a insistir en su propuesta inicial acerca de que el aimara tuvo
originalmente una localización costeña, centro-sureña más específicamente, con proyecciones hacia las
estribaciones serranas inmediatas. Mientras que con relación al puquina, señala que debería entenderse
como un idioma de localización circunlacustre inicial, con una ocupación continua en toda la región
altiplánica, territorio compartido por el uro a lo largo del eje acuático Titicaca-Coipasa 9.

Estos planteamientos de Cerrón-Palomino le llevan a indicar que el primer “amoldamiento” del quechua
dentro del arquetipo del aimara (en su versión sureña), se debió producir durante el apogeo de los Wari
en el llamado Horizonte Medio (siglos VII al X de nuestra era), época en la que se generó un dominio
cultural de su población aimara hablante sobre las poblaciones quechua hablantes centroandinas. Sobre
este asunto, sus investigaciones le llevan a insistir en la hipótesis del expansionismo Wari como el
principal agente responsable de la difusión del aimara por diversos lugares del territorio andino. Y

6
Ibid., páginas 256-257.
7
Ibid., páginas 256-257.
8
Ibid., páginas 256-257.
9
Ibid., páginas 272-274.

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frente a ello descarta definitivamente que el quechua haya sido el idioma de los Wari, “por razones de
índole cronológica y dialectal”10.

No obstante, Cerrón-Palomino insiste en la hipótesis del origen chinchano de la variedad del quechua
sureño peruano, el cual habría sido impulsado por los propios chinchas así como por los chancas , lo
que habría traído como consecuencia el desplazamiento del aimara en esta región tras el colapso del
poderío de los Wari hacia el siglo X de nuestra era. Y es “que los argumentos de tipo etnohistórico,
arqueológico y lingüístico desarrollados, si bien controvertidos alguno de ellos, refuerzan la tesis del
carácter relativamente “reciente” de la variedad quechua mencionada” 11.

Sin embargo, frente a estos argumentos, es importante recordar que las investigaciones de César Itier le
llevan a plantear serios cuestionamientos a la hipótesis de la supuesta “transferencia” del quechua
sureño hacia el Cusco gracias al “activo comercio de los Chinchas” así como al cuestionable “gran
poderío militar” de los Chancas. Y es que este investigador sostiene, en contraposición a lo que señalan
las investigaciones de Cerrón-Palomino, que fue el quechua y no el aimara el idioma que hablaron e
impulsaron los Wari durante el Horizonte Medio (siglos VII – X de nuestra era). Con base en ello,
durante la etapa de su decadencia, hacia el siglo X de nuestra era, habrían sido las vecinas elites
cusqueñas las que adoptarían el quechua, idioma de gran prestigio en ese momento, para iniciar un
complejo proceso de integración regional que desembocaría finalmente en el apogeo del
Tawantinsuyo algunos siglos después12.

Adicionalmente, con relación al puquina y apoyado en argumentos provenientes de la lingüística, la


mito-historia y la arqueología, Cerrón-Palomino insiste en identificarla como “la lengua particular” de los
incas míticos, “cuyas huellas persistirán en el léxico institucional incaico, remodelado sucesivamente en
labios de los incas históricos, primeramente por el aimara y luego por el quechua, según se tratara de la
lengua oficial de turno”13. Y refuerza esta hipótesis postulando, “en consonancia con la tesis de la
cobertura altiplánica del puquina en territorios que hoy se reparten el aimara y el quechua…una primera
etapa de aimarización de la región, tras la debacle de Tiahuanaco, seguida por otra, esta vez de
quechuización, impulsada por el expansionismo incaico en tiempos prácticamente históricos…” 14.

10
Ibid., páginas 272-274.
11
Ibid., páginas 272-274.
12
ITIER, César. “Las bases geográficas de la lengua vehicular del imperio inca”. Op. cit., páginas 240-241.
13
CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo. “Contactos y desplazamientos lingüísticos en los Andes centro-sureños: el puquina, el aimara y
el quechua”. Op.cit., páginas 272-274.
14
Ibid., páginas 272-274.
Al respecto, se sugiere revisar el artículo del autor: “Nuevas aproximaciones sobre el Aimara, el Quechua y la “lengua secreta”
de las elites cusqueñas durante el apogeo del Tawantinsuyo”, publicado el día 8 de diciembre de 2014 en el blog:
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