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El líder es una persona que se preocupa por su formación, por estar al día, por
conocer a fondo aquello a lo que se dedica, por estar al tanto de las últimas técnicas de
tratamiento y conducción del personal.
El líder no dará nunca nada por sentado; analizará todo, hasta los pequeños detalles,
con sentido crítico.
El líder favorecerá una cultura que fomente la formación, facilitando aquella ayuda
que sea posible: organizando cursos, concediendo ayudas, valorando (premiando) la
formación de los integrantes de su entorno cercano para su que logren avanzar
profesionalmente.
En un mundo tan cambiante como el actual, la ventaja competitiva de una
organización reside principalmente en la valía de sus equipos humanos.
FASE 1: YO NO SÉ LO QUE NO SÉ
La mayoría de las personas dejan de reconocer el valor del liderazgo.
Creen que el liderazgo es sólo para unos pocos: las personas que están en la
cima de las organizaciones.
Si hubieran sabido que el liderazgo es influencia y que en el curso de cada día la mayoría
de los individuos tratan usualmente de influir cuando menos sobre otras cuatro personas,
quizá se les habría despertado el deseo de aprender más sobre el tema.
Es una lástima, porque mientras una persona no sepa qué no sabe, no crece.
FASE 2: YO SÉ QUÉ NO SÉ
Por lo general en algún momento de nuestra vida, estamos situados en una
posición de liderazgo sólo para mirar a nuestro derredor y descubrir que nadie
nos sigue. Es entonces que comprendemos que necesitamos aprender cómo
dirigir. Y por supuesto, allí es cuando es posible que el proceso tenga su
comienzo.
Pero cuando traté de dirigir a las personas en el mundo real, me encontré con la amarga
verdad. Ello me movió a comenzar a reunir información y a aprender de ella. También
se me ocurrió otra idea: Escribí a los diez máximos líderes en mi campo y les ofrecí cien
dólares por media hora de su tiempo, de modo que pudiera hacerles preguntas. (Eso era
una gran cantidad de dinero para mí en 1969)
Durante los años que siguieron, mi esposa Margaret y yo, planeamos ir de vacaciones a
los lugares cercanos a donde esas personas vivían. Si un gran líder en Cleveland decía
sí a mi solicitud, aquel año nos íbamos de vacaciones a Cleveland, de forma que pudiera
reunirme con él. Y mi idea realmente dio resultado. Aquellos hombres compartieron su
sabiduría conmigo y aprendí como no pude haberlo hecho de otro modo.
Todos en el auditorio parecieron inclinarse hacia adelante. «Creo que, dentro de unos
veinte años, vas a ser un gran líder y deseo animarte a que hagas de ti mismo un
estudiante de liderazgo de por vida.
En diez años vas a desarrollar una competencia que hará tu liderazgo altamente efectivo.
Y en veinte años, cuando tengas sólo treinta y nueve años, si has continuado aprendiendo
y creciendo, otros probablemente comenzarán a pedirte que les enseñes liderazgo. Y
algunos se asombrarán.
Se mirarán uno al otro y dirán «¿Cómo llegó a ser tan sabio de pronto?» «Brian, puedes
ser un gran líder, pero esto no ocurrirá en un día. Comienza a pagar el precio ahora».