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Superando el dualismo mente cerebro

Luis Eduardo Arango S [Mqc]

Compañeros de AMEBA a propósito de los más recientes chats del día de hoy,
les recomiendo esta lectura que aparece en un texto que hice público el año de
2017 intitulado “¿Tiene sentido el sentido?”, en el cual tuve a bien incluir como
parte del mismo unos apartes de la obra de sicólogo clínico español Marino
Pérez A, uno de los impulsores de la corriente filosófica del materialismo
filosófico, que bien la pena tener en cuenta en tanto a superar el dualismo mente-
cerebro.

Escuchemos, pues, a Pérez:

“El libro no va contra el cerebro, ¿Quién podría ir contra el cerebro


o siquiera tratar de rebajar su importancia? El libro va contra el
cerebrocentrismo, esa tendencia a explicar las actividades humanas
como si fueran cosa del cerebro. El libro tampoco va contra la
neurociencia sino, acaso, contra la filosofía que implica o, al
menos, cierto uso de ella consistente en un reduccionismo fisicalista
según el cual todo sería reductible al cerebro. El libro va contra el
cerebrocentrismo, esa tendencia a explicar las actividades humanas
como si fueran cosa del cerebro. El caso es que esa tendencia
cerebrocéntrica ha llevado a descuidar el papel que tienen la
conducta y la cultura en la conformación del ser humano,
incluyendo la configuración del propio cerebro”1.

[…]”Así, el cerebro no es visto sólo como causa sino, y tanto más,


como efecto de las conductas y de los sistemas culturales. Tan real
y material como l cerebro es la conducta y la cultura, irreductibles
entre sí”2.

1 1
Pérez, Marino, “El mito del cerebro creador. Cuerpo, conducta y cultura”, Alianza Editorial S.A., Madrid,
2011, p. 11
2
Opus cit. p.12
[…]”No se trata de negar el papel del cerebro ni la importancia de
la neurociencia, sino de situar las cosas en su sitio que, por lo que
aquí respecta, supone la perspectiva de una integración cerebro-
conducta-cultura, entendida de forma recíproca”3.

[…]”Como alternativa, se ofrece el materialismo filosófico, que


tanto se opone al dualismo como al monismo. El materialismo
filosófico distingue tres géneros de materialidad: realidades físicas,
realidades psicológicas y realidades objetivas abstractas y
culturales. En este línea, el cerebro, la conducta y la cultura
resultan tres realidades irreductibles entre sí y a la vez mutuamente
integradas”4.

[…]”Poniendo al cerebro en su sito: en el cuerpo y en la cultura,


desarrolla el punto de vista coevolutivo cuerpo-conducta-cultura.
El cerebro se pone en su sitio, no en un pedestal, sobre los hombros,
sino incorporado en el cuerpo y andamiado en la cultura. Como se
dirá, sin andamios no hay cerebro que valga. […]El cerebro se verá
como dependiente de hábitos y experiencias y de instituciones
sociales y culturales”5.

[…]”Esta tendencia a adscribir atributos psicológicos al cerebro,


por más que practicada por eminentes neurocientíficos y filósofos
del ramo, no deja de incluir en la así llamada falacia mereológica
(del griego meros: parte), consistente en atribuir a las partes de un
organismo los atributos aplicables a un todo. En realidad, quien
piensa, razona, decide, etc., es el ser humano, la persona, no su
cerebro”6.

Pars pro toto.

[…]”La ironía sería, por tanto, que la explicación cerebral sea


después de todo una tendencia cultural. El problema es que el
camino del cerebro puede ser una dirección equivocada para
3
Ibídem, p. 14 2
4
Ibi, p. 15
5
Ibi, P. 15
6
Ibi, p. 23
mejorar la vida no sólo porque allí no se encuentren las claves sino
porque lleve a la gente a dimitir de su «responsabilidad» y a perder
la capacidad de mejorar el mundo y a sí mismos como personas
humanas, no posthumanas, autómatas o zombis” 7.

[…]“Se da la ironía de que dentro del atolladero dualismo-monismo


puede que el dualismo sea mejor que el monismo, al menos no reduce
una realidad a la otra ni incurre en un monismo encubridor de un
fisicalismo por no decir directamente un materialismo grosero. Es
quizá por ello que los neurocientíficos se agarran al monismo
neutral, según el cual la sustancia básica no sería ni física ni
espiritual sino una especie de materia neutra que tiene de ambos
aspectos. El monismo neutral tiene su filósofo de referencia en
Baruch Spinoza (1632-1677). De ahí la reivindicación de Spinoza
frente a Descartes. Sin embargo, el monismo neutral no deja de ser
una especie de “monismo dualista» que contraviene la lógica, como
decir pansiquismo moderado (o como aquella chica que estando
embarazada decía que estaba «poco embarazada»). Al fin y al cabo,
el dualismo, dentro de su error, es plural y así supone la
discontinuidad y la codeterminación (atributos de la idea de
materia)”8.

[…] “El consumidor siempre tiene razón ya que tiene todos los
derechos de su parte y no debe tener ningún problema porque éstos
deben tener solución. En este contexto cultural, la explicación del
cerebro es poco menos que perfecta. Los problemas se deben a la
lotería genética, a desequilibrios químicos o a neuronas espejo, no a
la persona, no son de su responsabilidad, y la solución es la
medicación u otro arreglo en la mecánica del cuerpo. El yo parece
ser más que nada un yo neuroquímico y la sociedad una sociedad
posthumana”9.

7 3
Ibi, p. 28
8
Ibi, p. 75
9
Ibi, p. 28
[…]”En este contexto se entiende que el interés por explicaciones
situadas en el cerebro puede ser debido más a una tendencia cultural
que a avances científicos que se impusieran por su peso, con la
connivencia del declive de las humanidades, con seguridad condición
y reflejo del mismo fenómeno. La ironía sería, por tanto, que la
explicación cerebral sea después de todo una tendencia cultural. El
problema es que el camino del cerebro puede ser una dirección
equivocada para mejorar la vida no sólo porque allí no se encuentran
las claves sino por que lleve a la gente a dimitir de su responsabilidad
y a perder la capacidad de mejorar el mundo y a sí mismos como
personas humanas, no posthumanas, autómatas o zombis” 10. [Ver el
Apéndice (#3) al final del ensayo [infra, p .58]

Como un ejemplo significativo, y una prueba más, de que no es nuestra


intención entablar un juicio en contra la respetada dimensión científica del
psicoanálisis, pero sí, de poner sobre la mesa el asunto no menos problemático
de la «reificación» (cosificación del ser) a causa del desempeño cerrero y miope
de un reduccionismo «ad usum», dejaremos que sea el profesor Francisco J.
Ramos, a quien hemos traído para que nos haga un aporte en función
integradora, con lo hasta aquí expuesto, por considerarlo potentemente
ilustrativo en clave de crítica al modelo socio-económico actual.

Veamos lo que nos dice al respecto Francisco J. Ramos en su texto “la estética
del pensamiento III. La invención de sí mismo”:

[…]”De esta perspectiva, un cuerpo no solo está sujeto a sus


condicionamientos, sino que también lo está al conjunto de
condiciones por las que transmigran sus deseos e insatisfacciones.
El esfuerzo con que cada cuerpo persevera en su existencia es un
esfuerzo marcado por la condición patógena de la existencia y por
el usufructo sociohistórico que las instituciones llevan a cabo de las
formas de sujeción de la individualidad. Así, por ejemplo, si el
capitalismo ha terminado siendo el engranaje de un portentoso
aparato, puesto en vigor por la experiencia histórica de la propia
cosa mentale, y dedicado a la captura del deseo, entonces nada
10 4
Ibi, p. 28
extraño tiene que, dadas las condiciones, el conatus humano
responda a la lógica, estructuralmente perversa de una confección
uniforme de la vida y de la muerte, concebida para la irrestricta
reproducción del capital. La utopía capitalista es crear un universo
de mentecatos en el que el anhelo de cada individuo, empezando
por el del propio capitalista, y sea cual fuera su condición social, se
vea recompensado con la participación en los espectros de la
«plusvalía del goce», como dice Jacques Lacan” 11. (Negrillas
responsabilidad nuestra)

11
Ramos, Francisco, “Estética del pensamiento III. La invención de sí mismo”, Editorial Fundamentos, 5
Madrid , 2008, p 222

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