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Leí con sorpresa y desagrado la nota publicada en esta sección el miércoles 23 por
el epistemólogo Juan Manuel Torres bajo el título “Batallas por la verdad científica”.
El artículo resume la mayoría de las falacias sobre la supuesta “controversia”
alrededor de la idea del diseño inteligente , que no es sino creacionismo
encubierto bajo una presunta fachada científica que, como en la fábula del
zorro y los cerditos, no resiste el menor de los soplidos.
La estrategia aquí es disfrazar al diseño inteligente (DI) de ciencia que (cito) “se
funda sobre sólidos avances en física, bioquímica y biología molecular”. Esto es
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absolutamente falso: nada hay en el DI que tenga un basamento científico, y
sus investigadores e instituciones están directa o indirectamente ligados a lobbies
de tendencias religiosas más o menos evidentes o reconocidas.
Pero veamos algunas de las incongruencias del artículo (que nada tienen de
original, ya que se basan en las cantilenas que reaparecen una y otra vez en
diversos foros): 1. “Las teorías no son verdades probadas”: he aquí una confusión
entre el uso coloquial de la palabra “teoría”, un conocimiento especulativo, y su
uso epistemológico que alude a una serie de conceptos, postulados y
razonamientos que ofrecen una explicación sobre fenómenos en estudio.
La teoría de la evolución es justamente eso: un impactante corpus de
observaciones, datos, demostraciones y predicciones alrededor del origen
de la vida en la Tierra y de los cambios subsiguientes .
2. “El DI no indica la existencia de Dios o su rol en la creación”: ¿nos están tomando
el pelo? ¿Hablan de “diseño” y de “inteligencia” para explicar la diversidad y
complejidad de la vida y quieren hacernos creer que no se remiten a un ser
superior? 3. “La complejidad de ciertas estructuras, como el ojo, no son explicables
por la teoría de la evolución”: este argumento tiene una rica tradición histórica y
también una transparente refutación . El ID propone que algunas estructuras no
pueden haber aparecido aleatoriamente, sino a través de una cierta voluntad, ya
que las chances de existencia por azar son demasiado bajas. Esto es una falacia
estadística, ya que se razona hacia atrás : se llegó a algo en particular, y era
prácticamente imposible ... pero se olvida que en el camino hubo múltiples
resultados, algunos de los cuales eran plausibles biológicamente y muchos otros no.
Justamente el ojo, blanco de las críticas de los creacionistas y los
proponentes del DI por su enorme complejidad, es un hermoso ejemplo de
evolución darwiniana.
Los “errores” en la estructura de la retina no parecen dignos de un diseñador
inteligente, sino de la acumulación de cambios al azar.
4. Es importante destacar que el DI no es capaz de realizar predicciones testeables
experimentalmente, lo que sí es común en el marco de la teoría evolutiva.
5. El DI suele adoptar posturas teleológicas, en las que los cambios en la naturaleza
ocurren “para algo”. No olvidemos que en términos biológicos “evolución” significa
simplemente cambio, y no “mejoría” o avance.
6. Se citan autores y trabajos falsamente y fuera de contexto: veamos lo que dos de
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