Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Curia General
Entenza, 301 - 08029 Barcelona - España
Tel.93.439.43.04/05
Fax. 93.430.43.03
www.manyanet.org e-mail: sup.general@manyanet.org
Circular n. 3
Nadie duda, estudiando sus muchos escritos y recordando sus actitudes, gestos y
palabras, que el papa Juan Pablo II fue un gran “enamorado” de la familia a través de la
cual, en tantas ocasiones lo subrayó, “pasa el futuro de la humanidad”; por ello animaba
a trabajar incansablemente y unidos, en el marco de la nueva evangelización, a favor
de las familias cristianas y de la vida, sin olvidar, además, que el mejor ejemplo de
vivencia evangélica en la historia del día a día es la Sagrada Familia, inspiradora de la
vida del hogar y también de la pastoral familiar.
Estas convicciones y actitudes del recordado Santo Padre nos permiten entender
mejor el sentido profundo y tan actual de todas las intervenciones que tuvo en relación
con el gran acontecimiento de la canonización del P. Manyanet desde los inicios del
mismo. El 12 de julio de 1982 el papa Juan Pablo II firmó el Decreto sobre la
heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios. En su primera parte afirmaba que el
padre: “… consideró ya el apostolado dirigido a las familias como una de las tareas
prioritarias, por lo cual fundó nuevas familias religiosas para hacer presente el mensaje
de la Familia de Nazaret y llevó a cabo el empeño de su vida y apostolado: Un Nazaret
en cada hogar”.
El papa Juan Pablo II supo asumir “el plan de Dios” sobre él; hombre de
profunda oración, familiarizado con el dolor y el sufrimiento, recordó una y otra vez
que la familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez
primera los valores que les guiarán durante toda su vida. En la exhortación apostólica
“Familiares consortio” (1981) escribía: “Deben amar de manera particular a la familia.
Se trata de una consigna concreta y exigente. Amar a la familia significa saber estimar
sus valores y posibilidades, promoviéndolas siempre. Amar a la familia significa
individuar los peligros y males que la amenazan, para poder superarlos. Amar a la
familia significa esforzarse por crear un ambiente que favorezca su desarrollo.
Finalmente, una forma eminente de amor es dar a la familia cristiana de hoy, con
frecuencia tentada por el desánimo y angustiada por las dificultades creciente, razones
de confianza en sí misma, en las propias riquezas de naturaleza y gracia y en la misión
que Dios le ha confiado”.
El futuro “se fragua”, en gran parte, en la familia, y, desde esta convicción los
hijos e hijas del P. Manyanet debemos vivir y trabajar con esperanza poniendo las
bases, a través de una educación personalizada e integral, de un porvenir más humano
y “familiar” para todos; desde el misterio de Nazaret aprendemos con Jesús a vivir en
comunión y fraternidad y esto lo proponemos a todos como un camino de felicidad.
Juan Pablo II nos dejó un gran legado simbolizado en la frase que dio inicio a su
pontificado: “No tengáis miedo; abrid las puertas a Cristo”. Las puertas del corazón y
las puertas del hogar, como María y José en Nazaret. Gracias San José Manyanet.
Gracias beato Juan Pablo II. Y para todos los mejores deseos de una Feliz Pascua de
Resurrección.