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LAS MARAVILLAS DE GENTES DEL OTRO MUNDO 377

icamente en Lisboa, y enviar su doble y ascetismo puros, o, en fin, por otras causas que no es del caso puntua-
Jre en Padua; un discípulo, con cuer- lizar aquí, desarrollan más el polo positivo de su hipófisis, transformán-
caso al tratar de proyectar a distancia dose en magos y hacedores de los más estupendos prodigios, prodigios
a de uno de tantos animales inferio- que, para el mundo astral o de la cuarta dimensión, no tienen más dificul-
s ley de la embriogenia la de pasar tad que la que tiene la mosca, dueña por sus alas, de la tercera dimensión,
is los grados inferiores de la animali- para aparecer y desaparecer a voluntad de la superficie de dos dimensio-
e, la ley embriogenética no habrá de nes en la que se mueve la hormiga.
DO astral, pues que en el Universo, a Estos últimos seres, al caer de sus ojos ese Velo de ¡sis de la sexuali-
clave de Hermes, de que lo que está dad, cambiada por el Oro del Conocimiento hiperfísico, pueden, pues, ver
ra obrar el misterio de la Armonía, en y ponerse al habla directa con ese mundo fina, que a los demás mortales
> con lo uno. pecadores nos es, sin embargo, no poco conocido, de antes de beber las
Ddremos añadir que, pasada esa edad i tristes aguas del Leleo al descender a la vida física, y nos volverá a serlo,
con la pubertad, esa doble evolución tan luego como con la pérdida del cuerpo carnal, nos emancipemos tam-
stralidad preparatorios para la encar- bién de la jurisdicción de esa diosa Kali, la diosa del Deseo y de la Muer-
así a pasar de lo astral a lo físico) y te, o sea del sexo, en suma, y nos será, en definitiva, cuando-extinguido
otro (o sean elementos de astralidad por completo el terrible Karma determinado por nuestras caídas—la Atlán-
arnación física de nuestra propia mo- tida una de ellas—, volvamos a convivir como antaño hombres y jiñas.
tivo de la misma en el mundo astral Entretanto, seamos buenos Vaqueiros de Alzada, quiero decir, cuide-
generalidad de los hombres, siguien- mos de esa nuestra Vaca astral que, como discípulos del Bien—ese
lesde que la Humanidad cayese en la Bien predicado tan sublimemente por todas las Religiones del Mundo
an más el sexo o polo negativo, por como pésimamente entendido y carnalizado no pocas veces por sus impíos
• su doble al tiempo de morir, o en Ministros—, habremos de tener más o menos pronto, cual el shadú de
iperfísica o anormalizadora; pero hay nuestros cuentos y cual el Buddha de nuestra salvación e iluminación mís-
íes de nacimiento (1), o por santidad tica...
Buscando amorosos e inteligentes y activos, el Reino de Dios y su Jus-
ticia, lo demás habrá de sernos dado por añadidura: ¡El Divino Maná, la
)tt (con cargo a dictámenes médicos),
uicos, de los que ella nunca hizo apre-
), bien administrados, añade éste, ha- esas pretendidas magias que tratan de violar el santo secreto religioso del
cademias acerca dé la aplastante reali- otro mundo con una estúpida impaciencia por levantar el velo isíaco de pro-
cen el por qué tantos artistas, despro- blemas que habrán de aclarársenos por completo con la muerte, al perder al
lesarrollar aquel polo positivo que tiene par el sexo - ese sexo que fué la causa de nuestra caída en este mundo—al
de una vez se han visto aquejados por tenor de aquella frase de Jesús, cuando, al resolver el problema en el otro
negativo del sexo. Ello fué también la mundo del hombre que en éste había casado sucesivamente con varias muje-
ibüa, perdiese su Sabiduría y Sansón res, de que vivirían todos, «no como marido y mujeres, sino como ángeles del
;res, mientras que todos los Parsifales, cielo»!
is imposibles mágicos, que no habrían Esta, y no otra, es la causa de que la mala magia del egoísmo conduzca
:ido al sexo, como el resto del mundo, fatalmente hasta la Octava-Esfera o Ciudad del Dite, caída tras caída, porque
encillez aterradora, encerrada en este acaso, y sin acaso, el sexo, que nos ha traído a este mundo es capaz todavía
rectamente con el matrimonio, que es de otras caídas más hondas de lo que creemos, a mundos más bajos y mise-
se le transciende, heroico; o se le per- rables todavía, mundos que quizá no desconocieron de vista aquellos admira-
11, pues, causar a todo hombre honrado bles artífices que labrasen los capiteles del estilo románico...

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