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Alberto Acosta1
9.9.2000
Desde el primer día de su Independencia hasta ahora, las antiguas colonias latinoamericanas,
“arrastran una pesada piedra colgada del pescuezo, piedra que crece y agobia: la deuda externa,
nacida del apoyo británico en armas y soldados, se multiplica por obra de usureros y mercaderes.
Los prestamistas y sus intermediarios, sabios en artes de alquimia, convierten cualquier guijarro en
joya de oro.”
¿Quién le entiende al presidente ecuatoriano Gustavo Noboa? Una vez más, con motivo de
la reciente Cumbre del Milenio en Nueva York, con pocas horas de diferencia y con pocos
metros de distancia, presentó un doble discurso:
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Ecuatoriano. Economista.
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Noboa apostó categtóricamente por la continuidad de la política neoliberal con
la cual desea incorporar al Ecuador en la globalización del capital, anunciando,
simultáneamente, “guerra a los sectores de izquierda que impiden las
privatizaciones”.
Con este discurso de doble lado, afiladado para avanzar sin demora en el ajuste y mocho
para no hacer nada que lo afecte, Noboa se mantendrá en la senda neoliberal. Quizás busca
algunas condonaciones de la deuda externa para inversiones sociales. Y con éstas, a través
de prácticas clientelares, intentará doblegar la resistencia de amplios sectores organizados
en la sociedad ecuatoriana. En este contexto hay que leer los alcances de la renegociación
de la deuda comercial -cambio de los Bonos Brady y Eurobonos por Bonos Global- y
también las próximas conversaciones en el Club de París.
La rápida aceptación de la propuesta ecuatoriana por parte de los acreedores era obvia. Para
los tenedores de papeles el acuerdo planteado representa un negocio redondo. El gobierno
les cambió los Brady y Eurobonos por Bonos Global A (vencimiento en el año 2030) y
Bonos Global B (vencimiento en el año 2012). Por cada 100 Global A podrán optar los
acreedores por 65 Global B.
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Así, el descuento global obtenido no es tan grande como lo pintan, y la disminución del
servicio sería solo en los primeros años. Adicionalmente, los nuevos papeles están bien
protegidos, como lo veremos a continuación:
- Los plazos para el servicio de los nuevos papeles son similares a los del
Plan Brady.
En lo que se refiere al descuento logrado, las cifras son contradictorias. El gobierno habla
de una reducción del 40% del monto total de la deuda. Para lograrlo, según documentos
oficiales del 26 de julio, presentados públicamente, se debían emitir Bonos Global B (a 12
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años) por 1.250 millones de dólares y Bonos Global A (a 30 años) “aproximadamente” por
2.700 millones de dólares. La suma de estas cifras nos da un valor total de 3.950 millones
para los Bonos Global, lo cual comparado con los 6.650 millones de dólares que
representaban los Bonos Brady y los Eurobonos, significa una rebaja de 40,6%, monto que
podría subir por efecto del “manejo activo de deuda” al 47%.
Si se considera las cifras oficiales mencionadas, así como el hecho de que el Ecuador ya
entregó los colaterales para financiar el pago del capital, nos encontramos con que el
descuento no sería del 40%, sino de apenas un 29%. Pero eso no es todo, de conformidad
con otras cifras oficiales extraídas del Decreto presidencial N° 618, publicado en las
páginas 2 a 6 del Registro Oficial N° 147 del 22 de agosto, el gobierno emitirá 1.250
millones de dólares en Bonos Global B y 4.500 millones de dólares en Bonos Global A,
destinados “exclusivamente” para el canje con los Bonos Brady (par, discount, PDI e IE) y
con los Eurobonos. Esto nos da un nuevo total en Bonos Global de 5.750 millones de
dólares y no de 3.950 millones de dólares, como sostenía inicialmente el gobierno. Este
pequeño cambio implica una reducción del descuento inferior al 14%.
Frente a las diferencias establecidas en estos cálculos, en ambos casos con cifras oficiales,
los voceros encargados de la renegociación reaccionaron incómodos y nerviosos: el asunto
se explicaría por las necesidades de una “ingeniería financiera”, dicen.
En cualquier caso el descuento conseguido es mínimo para los intereses nacionales. Los
mismos acreedores esperaban que al menos se solicite un 50% de rebaja real, en papeles
que tenían una cotización inferior al 70 y 75%. Por eso, a la postre, los acreedores, en
especial quienes especularon con la compra de papeles de la deuda externa ecuatoriana en
plena moratoria, lograron cuantiosas ganancias. Así, para mencionar un caso, la Telefónica
de México, que habría adquirido unos 630 millones de Bonos Brady hace muy pocos
meses, con un descuento de más del 70%, habrá hecho multimillonarias ganancias con el
simple anuncio del acuerdo que llevó las cotizaciones de los papeles ecuatorianos a niveles
reales cada vez más elevados.
El saldo de tan promocionado acuerdo es, entonces, muy pobre para el país. Constituye un
arreglo más dentro de la larga cadena de la deuda eterna. No demuestra creatividad. No
considera la capacidad real de pago de la economía nacional. No hay cláusulas de
contingencia para prever una caída del PIB o una reducción del precio del petróleo u otro
fenómeno del Niño. No se pensó en un período de gracia hasta que se recupere la economía
ecuatoriana, que experimentó una caída aparatosa del 8% en el PIB el año pasado y del
9,4% en términos del ingreso per cápita. Tampoco incorpora otros temas como la legalidad
de la deuda o el reclamo de la deuda ecológica. Como en tantas otras ocasiones, se entregó
amplios beneficios a los acreedores, muchos de ellos ecuatorianos. Mientras que el
Ecuador, en suma, perdió una gran oportunidad. Desperdició un momento histórico para
propiciar un arreglo definitivo de su deuda. Ecuador pudo ser el motor de un proceso
sustentado en la justicia y la transparencia, que podía desembocar en un arbitraje
internacional ante el fracaso reiterado de los espacios tradicionales de renegociación, como
ha sucedido ya seis veces con el mismo Ecuador en el Club de París.
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No hay muchas expectativas de la reunión en el Club de París
Por eso, la estrategia del equipo renegociador no augura cambios sustantivos en las
conversaciones que se sostendrán esta semana en dicho Club. Allí, como lo han reconocido
voceros gubernamentales, apenas se aspira a una simple refinanciación de las deudas
vencidas, dentro de los Términos de Houston (que podrían obligar a que el Ecuador se
ponga al día en las obligaciones atrasadas).
El gobierno está empeñado en lograr el VII Acuerdo, superando los atrasos que desde 1996
equivalen a unos 600 o 700 millones de dólares. Luego de un primer contacto en mayo, se
realizaron conversaciones con los diversos miembros del Club -Alemania, Italia, España,
Japón, Francia, Noruega, Inglaterra, EEUU e Israel-, con los cuales estudia, además, las
posibilidades de condonaciones o de canje de deuda para proyectos de desarrollo social.
En este proceso el gobierno cuenta con la asesoría del FMI; esta renegociación está
contemplada en la Carta de Intención suscrita en abril del 2000 y de la cual se deriva la
profundización acelerada del ajuste estructural y las privatizaciones. Está claro que el
gobierno no presentará ninguna propuesta que busque de alguna forma un arreglo dentro de
los términos del HIPC: para voceros oficiales es inconveniente asumir una posición de
"pordioseros", pues significaría un alejamiento de las inversiones extranjeras…
En estas condiciones, a esta nueva negociación en París quizás se la “endulce” con algunas
condonaciones bilaterales de deuda (conseguidas también por las gestiones de las campañas
del Jubileo 2000; recordemos por eso busca el gobierno un acercamiento con dichos
grupos), las cuales, como ya sucedió en 1988 y 1992, aunque sean por cantidades pequeñas,
permitirán mantener el triunfalismo gubernamental y de su equipo renegociador. Los pocos
recursos que se liberen darán la oportunidad al gobierno para que, a través de su frente
social, con un amplio despliegue populista, asegure respaldos de sectores empobrecidos de
la sociedad mientras radicaliza la dolarización, las privatizaciones y el ajuste neoliberal.
Una vez más se hará realidad la advertencia del Libertador Bolívar, cuando afirmó que los
prestamistas y sus intermediarios, aupados por los grandes de medios de comunicación y
los organismos multilaterales de crédito, son capaces de hacernos creer cualquier guijarro
es una joya de oro...
Estas realidades explican el discurso del presidente ecuatoriano en Nueva York. No hay
duda, él es uno de esos gobernantes que cuando habla pone (a veces) direccionales a la
izquierda, para seguir curvando hacia la ultraderecha.-