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Traumatology - Volume VI, Issue 3, Article 3 (October, 2000)


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Psicoterapia Sensorio Motora (PSM): Un método para procesar los recuerdos
traumáticos
Pat Ogden, M.A. and Kekuni Minton, PhD.
Hakomi Somatics Institute and Naropa University - Boulder, Colorado - USA
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Abstract
La psicoterapia tradicional trabaja con los elementos cognitivos y emocionales del
trauma, pero carece de una técnica que trabaje directamente con los elementos
fisiológicos, a pesar del hecho que el trauma afecta profundamente el cuerpo y muchos
síntomas de los individuos traumatizados son somáticos.
En los síntomas del trauma se encontraron implicados, relaciones alteradas entre los
niveles de información cognitivos, emocionales y sensoriomotores (del cuerpo).
La psicoterapia sensoriomotora (PSM) es un método que integra los procesos
sensoriomotores (SM) con los procesos cognitivos y emocionales en el tratamiento del
trauma.
Las respuestas somáticas no asimiladas evocadas en el trauma, involucrando ambas
respuestas las defensivas y de hiperalerta, están mostrando su contribución a muchos
síntomas de TEPT y son elementos críticos en el uso de la PSM.
Usando el cuerpo, en lugar de la cognición o la emoción, como punto primario de
entrada en el procesamiento del trauma, la PSM directamente trata los efectos del
trauma sobre el cuerpo, lo cual a su vez facilita el procesamiento cognitivo y emocional.
Este método es especialmente beneficioso para los clínicos que trabajan con
disociación, reactividad emocional o afecto aplanado, estados de congelamiento o
hiperalerta y otros síntomas de TEPT.
En este articulo, discutiremos la PSM, enfatizando las técnicas de procesamiento SM,
las cuales pueden ser integradas con los abordajes tradicionales que tratan esos
síntomas. La habilidad del terapeuta para regular interactivamente los estados alterados
de los pacientes y también incrementar en ellos la autoconciencia de sus sensaciones
corporales internas, es crucial en este abordaje, y se describen tres sesiones ilustrando la
aplicación clínica de este método.
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La PSM es un método para facilitar el procesamiento de las reacciones SM no


asimiladas del trauma y para resolver los efectos destructivos de estas reacciones sobre
las experiencias emocionales y cognitivas.
Estas reacciones SM consisten en patrones secuenciales físicos y sensoriales que
involucran una excitación del sistema nervioso autónomo y una respuesta orientada a la
defensa, la cual busca resolver, apuntando al descanso y la satisfacción del cuerpo.
Durante un evento traumático la respuesta puede lograrse una resolución satisfactoria y
exitosa por la lucha/huida. Sin embargo para la mayoría de los pacientes traumatizados,
esto no ocurre. Estos están inundados por el retorno de lo disociado, reacciones
incompletas o ineficaces SM en forma de imágenes intrusivas, sonidos, olores,
sensaciones corporales, dolor físico, constricción, parestesias y la incapacidad para
modular la alerta.
Estas reacciones SM no resueltas, condicionan los procesamientos cognitivos y
emocionales, a menudo interrumpiendo la habilidad de la persona traumatizada para
pensar con claridad o para obtener información precisa de sus estados emocionales (van
der Kolk, 1996).
A la inversa, las creencias mentales y los estados emocionales condicionan el
procesamiento somático. Por ejemplo, una creencia tal como “estoy indefenso/ inerme”
puede interrumpir el proceso SM de una defensa física activa; una emoción como el
miedo puede causar procesos SM tales como una escalada de hiperalerta.
La mayoría de los abordajes psicoterapéuticos favorecen los procesamientos
emocionales y cognitivos sobre los corporales, y está demostrado que tales abordajes
pueden traer gran alivio a los síntomas del trauma.
Sin embargo, como los síntomas somáticos son importantes en los estados traumáticos
(McFarlane, 1996, Pág. 172) la eficacia del tratamiento del trauma puede ser
incrementada agregando intervenciones que faciliten el procesamiento SM.
Proponemos que las intervenciones de procesamiento SM pueden ayudar a regular y
facilitar el procesamiento emocional y cognitivo, y encontramos que confrontando los
problemas somáticos, abordando directamente el procesamiento SM, puede ser útil en
restaurar el funcionamiento normal saludable en víctimas de trauma, independiente de la
naturaleza del trauma original.
Sin embargo, también encontramos que el procesamiento SM solo es insuficiente; la
integración de los tres niveles de procesamiento, SM, emocional y cognitivo, es esencial
para que ocurra la recuperación.
En este artículo discutiremos la PSM, un método comprensivo que usa el cuerpo como
el primer punto de entrada en el tratamiento del trauma, integrando así mismo los
procesamientos emocionales y cognitivos.
Enfatizaremos los procesamientos SM, los cuales involucran un rastreo completo
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(seguido en detalle) de la secuencia de movimientos físicos y sensaciones asociadas con


las reacciones SM no asimiladas, como los impulsos motores, la tensión muscular,
temblores y otros varios micro movimientos, cambios en la postura, respiración y ritmo
cardíaco.
Estas sensaciones corporales son similares al “sentir la sensación” de Gendlin (1978),
en que ellas son sensaciones físicas, pero mientras que el “sentir la sensación” incluye
componentes emocionales y cognitivos, la sensación a la que nos referimos es
puramente física. Se les enseña a los pacientes a distinguir entre sensaciones físicas y
emociones-basadas-en-el-trauma mediante aguzar la conciencia de las sensaciones, de
como ellas fluctúan en textura, calidad e intensidad, hasta que estas mismas sensaciones
se hayan estabilizado, y los pacientes sean capaces de experimentarlas como diferentes
de las emociones.
El procesamiento SM es similar a la “experimentación somática” de Peter Levine
(1997) en el rastreo de la sensación física, pero difiere en el propósito. Para Levine,
rastrear la sensación física es una finalidad en sí misma, su acercamiento no incluye
específicamente mapas terapéuticos para abordar el procesamiento emocional y
cognitivo.
Semejante a la “experimentación somática” la PSM promueve el procesamiento SM
cuando es necesario regular reacciones SM, a menudo en el caso de shock y trauma no
relacional, pero el procesamiento SM es mas a menudo usado como un preludio al
procesamiento holístico en todos los tres niveles: cognitivo, emocional y SM. (N del T:
trauma relacional es el trauma causado por la relación con otro, el no relacional es el trauma
causado por otras circunstancias, ej., accidentes, operaciones, etc.)

Por ejemplo, el procesamiento de información afectivo y cognitivo de un paciente


traumatizado puede ser ´conducido ´ o ´guiado´ por un estado de alerta subyacente
alterado, causando una escalada emocional y pensamientos que rotan y rotan en ciclos.
Cuando el paciente aprende a auto-regular su hiperalerta a través del procesamiento SM,
puede ser capaz de distinguir con mas precisión entre reacciones cognitivas y afectivas,
que son meramente sintomáticas de ese estado de alerta alterado, y aquellos contenidos
emocionales y cognitivos verdaderos y que necesitan ser trabajados.
A medida que esto ocurre, el abordaje de la PSM, puede cambiar desde el
procesamiento SM solamente, a incluir procesamientos emocionales y cognitivos, y a
tratar también una dinámica de relación y transferencial.
El uso de la interacción terapéutica de la PSM para trabajar los temas de relaciones y
promover la auto regulación puede ser muy efectivo en la resolución del trauma
relacional. Entonces, la PSM puede ser usada en el tratamiento del trauma relacional,
tanto como en el shock y en el trauma no-relacional.
Antes de discutir la PSM mas completamente, primero abordaremos la cuestión de
cómo la experiencia es procesada en los niveles cognitivos, emocionales y SM, y los
efectos de de las reacciones SM no resueltas en todos los niveles del procesamiento de
la información.
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La noción de procesamiento jerárquico de la información de Ken Wilber (1996)


describe las jerarquías de evolutivas y funcionales entre esos tres niveles de experiencia
organizada (cognitiva, emocional y SM), una jerarquía que refleja el desarrollo
evolutivo del cerebro humano.
Funcionalmente los tres niveles de procesamiento de la información son dependientes
mutuamente y entremezclados (Damasio, 1999; Leroux, 1996; Schore, 1994),
clínicamente encontramos que es importante para el terapeuta -observar el
procesamiento de la información del paciente en cada uno de los tres niveles de
experiencia, relacionados pero distintos, -diferenciar cual nivel de procesamiento
sostendrá mas exitosamente la integración de la experiencia traumática en algún
momento de la terapia, y -aplicar técnicas específicas que faciliten el procesamiento en
ese nivel específico. Tal abordaje, de último apoyará el procesamiento “holístico” en el
cual los tres niveles operarán sinérgicamente.
La jerarquía de procesamiento de información de los niveles (emocional, cognitivo,
SM) generalmente se correlaciona con los tres niveles de la arquitectura del cerebro,
descrita por McLean (1985):
a. el nivel de procesamiento de la información SM (incluyendo sensaciones e
impulsos de movimiento programado) es iniciado en primer lugar por las
porciones bajas del cerebro,
b. el procesamiento emocional por la parte intermedia, área límbica del cerebro, y
c. el procesamiento cognitivo por la parte superior, la corteza frontal.
Estos tres niveles interactúan y se afectan unos a otros simultáneamente, funcionando
como un todo cohesivo, con el grado de integración de cada nivel de procesamiento
afectando la eficacia de los otros niveles, como describen Fisher & Murray (1991):
El cerebro funciona como un todo integrado, es un conjunto de sistemas que están
jerárquicamente organizados. Las funciones integrativas del “nivel superior”
evolucionan desde, y son dependientes de la integridad de las estructuras del “nivel
inferior” y de la experiencia SM.
Los centros altos (corticales) del cerebro son aceptados como aquellos responsables de
la abstracción, percepción, razonamiento, lenguaje y aprendizaje. La integración
sensorial, y la asociación entre los sentidos, ocurren en contraste principalmente en los
centros inferiores (subcorticales). Las partes inferiores del cerebro son conceptualizadas
como desarrollándose y madurando antes que las estructuras superiores; el desarrollo y
funcionamiento óptimo de las estructuras superiores, es dependiente, en parte, del
desarrollo y óptimo funcionamiento de las estructuras inferiores. (p.16)
El procesamiento SM es en muchas maneras fundacional de los otros, e incluye rasgos
de una más simple y primitiva forma de procesamiento de información que sus
contrapartes mas evolucionadas.
Con su asiento en las inferiores y ancestrales estructuras cerebrales, el procesamiento
SM se apoya en un número relativamente alto de secuencias fijas de pasos, es la manera
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en que trabaja. Algunas de estas secuencias fijas son bien conocidas, como el reflejo de
alerta, el de lucha/huida y el de congelamiento. Las secuencias más simples son reflejos
involuntarios (ej, la reacción del tendón de la rodilla o reflejo patelar) que es el mas fijo
y rígidamente determinado. (N del T: es el clásico reflejo de extensión de la pierna al percutir el
tendón rotuliano)

Más complejos son los patrones motores que aprendemos en edades tempranas, que
luego se vuelven automáticos, como caminar y correr.
En los reinos de mayor evolución, cognitivos y emocionales, encontramos menos y
menos secuencias de pasos en el procesamiento, y mayor complejidad y variabilidad de
respuesta. Entones, el procesamiento SM está directamente más asociado con todos los
procesamientos del cuerpo: los modelos de acciones fijas de la defensa activa, cambios
en la respiración y el tono muscular, activación del sistema nervioso autónomo, y otros.
La naturaleza de estas jerarquías es tal que los niveles superiores de procesamiento a
menudo influencian y dirigen los niveles inferiores. Podemos decidir (función
cognitiva) ignorar la sensación de hambre y no actuar sobre ella, aún cuando los
procesos fisiológicos asociados con el hambre, como la secreción de saliva y la
contracción de los músculos del estómago, continúe. En la teoría cognitiva, esto es
llamado “procesamiento arriba-abajo” (Leroux, 1996, p.272), indicando que los
niveles superiores de procesamiento (cognitivo) pueden, y a menudo lo hacen,
desestimar, abortar o interrumpir los niveles inferiores, actuando sobre o interfiriendo
con los procesamientos emocionales o SM.
La actividad del adulto esta a manudo basada sobre el procesamiento arriba-abajo.
Schore (1994) nota que, en los adultos, las “áreas superiores corticales” actúan como un
“centro de control”, y que la corteza orbital jerárquicamente domina la actividad límbica
subcortical. (p.139). Una persona puede pensar acerca de que va a hacer durante el día,
trazar planes, y luego estructurar el tiempo para cumplir con sus objetivos. Mientras
lleva adelante estos planes, puede tener sentimientos de cansancio, hambre o
incomodidad física. Es como si nos moviéramos alrededor de nuestras experiencias
somáticas y sensoriales, sabiendo que están allí, pero sin permitirles ser el determinante
primordial de nuestras acciones.
En contraste, las actividades de un niño pequeño está a menudo dominadas por el
sistema SM (Piaget, 1952) y emocional (Schore, 1994), en otras palabras por procesos
abajo-arriba. Las sensaciones táctiles y kinestésicas guían la conducta temprana de
apego, así como ayudan a regular la fisiología y conducta del infante (Schore, en
prensa). Los infantes y los niños pequeños exploran el mundo a través de esos sistemas,
construyendo redes neuronales que son la base para el desarrollo cognitivo posterior
(Piaget, 1952; Hannaford, 1995).
Programados para ser gobernados por los estados somáticos y emocionales, los infantes
responden automáticamente a los indicadores SM y afectivos y no están regulados por
la cognición o el control cortical (Schore, 1994). El infante es “una criatura
subcortical… (que) carece del sentido de la modulación de la conducta, lo cual es
posible por el desarrollo del control cortical” . (Diamond, Baldvin, 1963, p. 305).
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Similarmente, la gente traumatizada con frecuencia se experimenta a sí misma como


estando a merced de sus sensaciones, reacciones físicas y emociones, habiendo perdido
la capacidad de regular esas funciones.
En suma, los procesamientos abajo-arriba y arriba-abajo representan dos direcciones
generales de procesamiento de la información.
-El procesamiento arriba-abajo es iniciado por la corteza, y a menudo involucra la
cognición. Este nivel superior observa, monitorea, regula y dirige a los niveles
inferiores: al mismo tiempo, el funcionamiento efectivo del nivel superior es
parcialmente dependiente del efectivo funcionamiento de los niveles inferiores.
-El procesamiento abajo-arriba, por otro lado, es iniciado en los reinos SM y
emocional. Estos niveles inferiores de procesamiento son más fundamentales, en
términos devolución, desarrollo y función: estas capacidades se encuentran en especies
primitivas y están casi intactas dentro de los tempranos estadíos de la vida humana.
Preceden el pensamiento y forman una base para los modos de procesamiento
superiores.
El inter juego entre procesamiento arriba-abajo y abajo-arriba tiene implicanciones
significativas para que ocurra el trauma y el tratamiento del mismo. La psicoterapia ha
mantenido tradicionalmente las técnicas arriba-abajo para manejar los procesos
alterados abajo-arriba, a través de la sublimación consciente y voluntaria de los
procesamientos SM y emocionales. Esto se logra mediante la actividad, la descarga de
la conducta, distracción o desestimación cognitiva. Cuando la experiencia SM es
perturbadora o abrumadora, la regulación consciente arriba-abajo puede llevara la
persona a calmarse, modular el grado de excitación o desorganización en el sistema,
como se evidencia en el ejemplo siguiente:
“Harriet….tenía un problema y encontró una manera para comenzar a controlarlo.
Cuando una alucinación comenzaba, podía tratar de imaginarse la biblioteca de su
casa. Podría mirar a los estantes imaginarios y comenzar a contar los libros,
focalizando en cada uno lo mejor posible mientras contaba. Pronto su alucinación se
detendría… estaba imponiendo un control arriba-abajo, que destruiría la señal
alucinatoria abajo-arriba. Estaba a propósito encendiendo su corteza de tal manera
que suprimiera el cerebro inferior, sacándola de su episodio así como una cognición
nos despierta de un sueño.” (Hobson, 1994, p.174).
Mientras que la técnica mencionada más arriba es una manera efectiva de manejar las
alucinaciones y proveer alivio significativo, y por lo tanto puede ser un primer paso
importante en la terapia, no aborda el problema en su totalidad. Se liga con la cognición,
pero ignora el proceso SM. Tal procesamiento arriba-abajo solo puede manejar las
reacciones SM, pero no efectuar su completa asimilación. Por ejemplo, un paciente
puede aprender a mitigar la excitación, la alerta, convenciéndose a sí mismo que el
mundo ahora es seguro, pero la tendencia subyacente del estado de alerta que sube a
grados abrumadores puede no ser completamente resuelta.
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La experiencia traumática y la híper alerta de los niveles emocionales y SM puede ser


redirigida a través del trabajo arriba-abajo, pero el procesamiento, digestión y
asimilación de las reacciones SM al trauma puede no ocurrir.
De la misma manera que un paciente que viene a terapia con un duelo no resuelto debe
identificar y experimentar la pérdida (procesamiento emocional), un paciente que
exhibe reacciones SM no resueltas debe identificar y experimentar esas reacciones
físicamente (procesamiento SM). Adicionalmente, la conciencia del paciente y las
reacciones del procesamiento a nivel SM ejercerán una influencia positiva sobre el
procesamiento emocional y cognitivo, desde que, como hemos comprobado, el
funcionamiento óptimo de los niveles superiores es de alguna manera dependiente del
adecuado funcionamiento de los niveles inferiores. El procesamiento SM es a menudo
precursor del procesamiento holístico, o sea la función sinérgica de los niveles de
procesamiento emocional, cognitivo y SM.
En la PSM, la dirección arriba-abajo es más prioritaria, que implementar el
procesamiento SM. Se le pide al paciente que registre plenamente (un proceso cognitivo
arriba-abajo) la secuencia de sensaciones físicas e impulsos (Proceso SM) así como
ellos progresan a través del cuerpo, y descartar temporariamente emociones y
pensamientos que surjan, hasta que las sensaciones corporales e impulsos se resuelvan
al punto de quietud y estabilización en el cuerpo.
El paciente aprende a observar y seguir las reacciones SM no asimiladas
(primariamente, la alerta y las reacciones defensivas) que fueron activadas en el
momento del trauma. El procesamiento abajo-arriba librado a sí mismo no resuelve el
trauma, pero si el paciente es dirigido para emplear las funciones cognitivas de
seguimiento y articulación de la experiencia SM, mientras voluntariamente inhibe la
conciencia de emociones, contenidos y pensamientos interpretativos, la experiencia SM
puede ser asimilada. Es más, es crucial que la dirección cognitiva sea ligada al proceso
para ayudar al sujeto a aprender la autorregulación.
Para emplear tal dirección cognitiva arriba-abajo, se impone un tipo de relación
terapéutica específica. Semejante a la interacción de la madre con el niño, el terapeuta
debe funcionar como “una corteza cerebral auxiliar” (Diamond et al. 1963), para que
los pacientes, a través de la observación y articulación su experiencia SM, puedan ser
capaces de notar, describir y trazar esas experiencias por ellos mismos.
Tal comunicación relacional es un proceso de “regulación psicobiológica interactiva”
que asemeja la sintonía de la madre y la interacción con los estados emocionales y
fisiológicos de su niño (Schore, 1994). Schore escribe que el terapeuta debe actuar
como un “regulador afectivo de los estados mal regulados del paciente, para proveer un
ambiente facilitador del crecimiento para regular las estructuras afectivas inmaduras del
mismo” (Schore, en prensa-b, p. 17).
Definiendo auto-regulación, Schore (en prensa-b) diferencia entre formas interactivas y
no-interactivas, describiendo la auto-regulación como ambas, “regulación interactiva
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en contextos interconectados, vía una psicología de dos personas” y “auto regulación


en contextos autónomos vía una psicología de una persona” (p.13-14)
Cuando la auto regulación está completamente desarrollada, el paciente puede observer,
articular y eventualmente integrar sus propias reacciones SM, así como utilizar las
relaciones (con los otros) para la auto regulación.
Sin lo que Schore llama la “capacidad adaptativa para deslizarse entre esos modos de
regulación dual” (p.14), las reacciones SM de alerta y las respuestas defensivas son
material para ser hiperactivo o hipo activo, como podremos ver en la siguiente sección,
y dejan a las personas traumatizadas a merced de sus cuerpos.

Respuestas físicas de defensa


La amenaza convoca a las defensas físicas y psicológicas, el objetivo de las cuales es
evaluar y reducir el estrés y maximizar las oportunidades de sobrevivir (Nijenhuis &
Van der Hart, 1999). Para el propósito de este artículo, nos focalizaremos en la defensa
física, mas que en la psicológica (tales como proyección, formación reactiva,
desplazamiento, racionalización o minimización), dejando sentado que ambos tipos de
defensa pueden ser respuestas a situaciones traumáticas. Las defensas físicas son
ejemplos de la relativa fijeza de los patrones de acción mencionados en la sección
previa, cuya función efectiva, aumenta los niveles de procesamiento dependiendo de su
eficacia.
Las defensa físicas pueden preceder a reacciones emocionales y cognitivas en
situaciones traumáticas agudas. Hobson escribe: “Los procesamientos de abajo-arriba
se hacen prioritarios en situaciones de emergencia, cuando es ventajoso cortocircuitar
la corteza y activar un patrón motor generado directamente desde el tallo cerebral. Si
vemos un auto viniendo hacia nosotros sorpresivamente, instantáneamente sacamos el
nuestro de su camino, reaccionamos automáticamente, y luego (aunque sea un segundo
mas tarde) nos damos cuenta del peligro y sentimos miedo” (1994, p. 139).
Sin embargo, durante un trauma más prolongado, los impulsos de la defensa física
voluntaria, que son mediados a través de los niveles cognitivos, tales como
pensamientos de golpear o llegar al teléfono, pueden aparecer.
Las defensa físicas pueden ser activas o pasivas (Levine, 1997; Nijennuis y Van der
Hart, 1999). Las defensas activas se manifiestan a través de una amplia variedad de
impulsos físicos y movimientos dependiendo de la naturaleza de la amenaza, y varían en
intensidad de actividad. Incluyen la lucha/huida y una multitud de otras reacciones
posibles como los reflejos de corrección del equilibrio, apartarse de una rama caída,
levantar un brazo para defenderse de un golpe, clavar los frenos para prevenir un
accidente, retorcer la mano de un asaltante, y otros similares.
Adicionalmente, la respuesta de orientación (escanear y adaptarse al entorno) es la mas
alta de todas y toda la atención del organismo está focalizada en la amenaza. Los
sentidos se vuelven híper sensitivos para el mejor olfato, vista y gusto del peligro
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(Levine, 1997; Van Olst, 1972) para prepararse para la evaluación y respuesta posterior
(Hobson, 1994).
En el reino animal, las respuestas activas de defensa se vuelven un freezing
(congelamiento) pasivo cuando una respuesta activa puede amenazar la supervivencia
(Nijenhuis y Van der Hart, 1999). Para los humanos, en cambio, cuando las defensa
activas son imposibles o nocivas, son reemplazadas por defensas pasivas como
sumisión, obediencia automática, y congelamiento (freezing). (Nijenhuis & Van der
Hart, 1999). Nijenhuis y Van der Hart (1999) escribieron:”….aplicando los recursos
para resolver problemas (tratar de huir, luchar o defenderse) podría ser
inevitablemente frustrante y no productivo para un niño que está siendo abusado física
o sexualmente o es testigo de violencia. En algunas situaciones, la defensa activa
motora puede verdaderamente aumentar el peligro y ser entonces menos adaptativa que
la pasiva, maneras mentales de lidiar…” (pag. 50)
Aún mas, la defensa pasiva puede ser la mejor opción cuando la activa es inefectiva, y
cuando la víctima es incapaz de escapar de un asalto.
Mientras Levine (1997) afirma que el hiper alerta y la defensa activa precede a la
defensa pasiva y la inmovilidad, Nijenhuis (e.g., Nijenhuis, Vanderlinden & Spinhoven,
1998) y Porges (1995, 1997) ambos notan que el estado de congelamiento no siempre es
precedido por la defensa activa o hiperalerta. En algunos casos, como los mencionados
mas arriba, un individuo puede automáticamente tener defensas pasivas sin tratar
primero las activas. También, las defensas pasivas solas son empleadas en la infancia,
mucho antes de la capacidad para la lucha/huida.
En la defensa pasiva, la respuesta de orientación comúnmente activa, la cual incluye el
uso efectivo de los sentidos, mecanismos de escaneo y capacidades de evaluación,
puede volverse lenta e inefectiva. La función cognitiva de resolver problemas puede
estar severamente disminuida y confusa, lo cual podría levar a un enlentecimiento
general de la cognición o “adormecimiento psíquico” (Solomon, Laror, y McFarlane,
1996, p. 106), un adormecimiento de los sentidos y la lentitud de las respuesta
músculo/esqueléticas (Levine, 1997). Los músculos pueden estar extremadamente
tensos pero inmovilizados o fláccidos. Los pacientes pueden decir que en ese estado, se
encuentran difícil el movimiento, y pueden hasta sentirse paralizados.
Frecuentemente, la completa ejecución de movimientos efectivos de defensa física no
tiene lugar durante el trauma en sí mismo. Como hemos visto, una víctima puede
congelarse instantáneamente en lugar de actuar, un conductor puede no tener tiempo
para ejecutar el impulso de apartar el auto para evitar el impacto, o una persona puede
tener mas fuerza cuando trata de librarse de un asaltante. Con el tiempo, tal secuencia
de movimientos defensivos ineficaces o interrumpidos contribuye a los síntomas del
trauma. Herman (1992) observa: “Cuando no es posible la resistencia ni el escape, el
sistema humano de auto defensa se abruma y desorganiza. Cada componente de la
respuesta común al peligro, habiendo perdido su utilidad, tiende a persistir en un
estado alterado y exagerado mucho después que el peligro ha pasado” (p.34)
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Las personas traumatizadas pueden exhibir una propensión por tanto la hiperactividad
como la defensa pasiva, o una alternancia entre las dos. Cuando las defensas se vuelven
hiperactivas, ellas se manifiestan como una defensividad habitual, agresión contra sí o
los otros, hiperalerta, hipervigilancia, excesiva actividad motora e incontrolables
ataques de rabia, y más reacciones similares.
Las defensas pasivas habituales se pueden manifestar como patrones crónicos de
sumisión, desamparo, incapacidad para formar vínculos, sentimientos de inadecuación,
obediencia automática, y la repetición del rol de víctima. La persona puede parecer falto
de vitalidad e inexpresivo, y fallar para defenderse del peligro o estar orientado hacia el,
o aún tratar de obtener ayuda.
Los movimientos de defensa física interrumpidos o inefectivos pueden alterar la
capacidad total del procesamiento SM, similar a la manera que una supresión repetida
de una emoción particular interrumpe la capacidad total del procesamiento emocional.
Patrones de respuestas SM no exitosas pueden volverse habituales, afectando
negativamente el saludable y normal interjuego entre arriba-abajo y abajo-arriba
procesamiento y entonces contribuir a los síntomas de trauma.

El modelo de modulación
Figura 1 Modelo de Modulación: Zona de excitación óptima
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La escasa tolerancia a la excitación es característica de individuos traumatizados (Van


der Kolk, 1987). Las líneas de arriba y abajo del diagrama marcan los límites del grado
óptimo de excitación de una persona, los cuales Wilbarger y Wilbarger (1997) llamaron
la “zona óptima de excitación”. Cuando la excitación queda en esta zona, una persona
puede contener y experimentar (no disociándose de) los afectos, sensaciones,
percepción sensorial y pensamientos que ocurren dentro de esta zona, y puede procesar
la información de manera efectiva.
En esta zona, la modulación puede ocurrir natural y espontáneamente. Esta zona óptima
es similar a la “ventana de tolerancia” de Siegel, dentro de la cual “variadas
intensidades de excitación emocional pueden ser procesadas sin interrumpir el
funcionamiento del sistema” (1999, p. 253).
Durante el trauma, la excitación inicialmente tiende a elevarse más allá de los límites
superiores de la zona óptima, lo cual alerta a la persona de la amenaza posible (Van der
Kolk, Van der Hart y Marmar, 1996). En la lucha/huida vigorosa y exitosa, esta
hiperexcitabilidad es usada a través de la actividad física (Levine, 1997) y sirve al
propósito de defender y restaurar el equilibrio al organismo.
En la resolución ideal de la excitación, el nivel retorna a los parámetros de la zona
óptima. Sin embargo, este retorno a la línea de base no siempre ocurre, lo cual
contribuye significativamente a los problemas de hiperalerta que son característicos de
las personas traumatizadas.

En relación a la disipación de la energía siguiendo la hiperexcitación, Levine (1997)


escribe que los síntomas de trauma “…derivan de los residuos congelados de energía
que no ha sido resuelta y descargada”…y el individuo expuesto al trauma “… debe
descargar toda la energía movilizada para desactivar esa la amenaza o se trasformará
en una víctima.” (p. 19-20).
Aunque estemos de acuerdo que la descarga de energía puede ser un elemento en la
terapia del trauma, como la expresión de una emoción también puede serlo, no
acordamos con el modelo de descarga. Creemos que los síntomas del trauma derivan de
reacciones no asimiladas en los tres niveles de procesamiento de la información, y que
estas reacciones deben ser integradas a través de restaurar el equilibrio y la sinergia
entre los procesamientos abajo-arriba y arriba-abajo. Mas que “completar la respuesta
de congelamiento” por la descarga de energía (Levine, 1997, p. 111) nuestra atención
inmediata está en enseñar al paciente a modular los procesos SM, lo cual a veces
significa estimular la excitación si el paciente es hipoexcitado.
La hiperalerta involucra “una actividad excesiva de la rama del simpático, lo cual
conduce a incrementar los procesos de consumo de energía, manifestándose como un
incremento del ritmo cardíaco y la respiración y como una sensación de ´latido´ en la
cabeza” (Siegel, 1999, p. 254).
A largo plazo, tal hiperalerta puede alterar los procesos cognitivos y afectivos, el
individuo se siente abrumado y desorganizado por el ritmo acelerado y la cantidad de
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pensamientos y emociones, los cuales pueden estar acompañados de recuerdos


intrusivos. Como Van der Kolk, Van der Hart, et al. (1996) afirman: “Este hiperalerta
crea un círculo vicioso; la recuperación de recuerdos dependientes de estado causa un
incremento de aparición de recuerdos traumáticos, e intrusiones involuntarias del
trauma, que conducen a su vez un mayor estado de alerta” (Van der Kolk, Van der
Hart, et al., 1996, p. 305).
Tales recuerdos dependientes de estado pueden incrementar la tendencia de los
pacientes a “interpretar los estímulos actuales como recordatorios del trauma” (p.305),
perpetuando el modelo de hiperalerta. Van der Kolk puntualiza que el elevado estado de
hiperalerta es fácilmente gatillado en las personas traumatizadas, causándoles “…la
incapacidad de confiar en sus sensaciones corporales para prevenirles contra
amenazas, y cesan entonces de estarlo para ejecutar la acción adecuada” (p.421) por
lo tanto hay una respuesta defensiva efectiva alterada.
En el extremo opuesto del Modelo de Modulación, “…una excesiva actividad de la
rama parasimpática, conduce a un incremento de la conservación de los procesos de
energía, manifestándose como un ritmo cardíaco y respiratorio mas lento y una
sensación de `adormecimiento´ y `cierre´ dentro de la mente” (Siegel, 1999, p.254).
Tal estado de hipoalerta puede manifestarse como `adormecimiento´, una sensación
corporal interna de entumecimiento, lentitud en las respuestas músculo/esqueléticas,
disminución del tono muscular, especialmente en la cara (Porges, 1995). Aquí los
procesos cognitivos y emocionales están también alterados, no por la hiperalerta, sino
por la hipoalerta.
Tanto la hiperalerta como la hipoalerta conducen a la disociación. En la hiperalerta, la
disociación puede ocurrir a causa de la intensidad y el acelerado ritmo de las
sensaciones y emociones que abruman los procesos cognitivos y por lo tanto las
personas no pueden estar conectadas con la experiencia actual.
En la hipo alerta, la disociación puede manifestarse como una reducida capacidad para
los sentidos o aún la percepción de hechos significativos, una incapacidad de evaluar
adecuadamente situaciones de peligro o de pensar claramente, y falta de motivación.
El cuerpo, o una parte de él, se vuelve como adormecido, y la víctima puede
experimentar la sensación de `dejar su cuerpo´. Adicionalmente síntomas debilitantes y
a largo plazo pueden incluir “constricción emocional, aislamiento social, retraimiento
de los deberes familiares, anhedonia y un sentido de extrañeza” (Van der Kolk, 1987,
p. 3) junto con “…depresión…y falta de motivación, como reacciones psicosomáticas o
estados disociados” (Van der Kolk, McFarlane, and Van der Hart, 1996, p. 422). Como
podemos ver, estos síntomas son reminiscencias de defensas pasivas, en las que la
persona no puede defenderse activamente contra el peligro.

Figura 2. El Modelo de la Modulación: La respuesta bi-fásica al trauma.


13

El individuo traumatizado puede encontrarse primordialmente tanto por arriba como


por debajo de los parámetros de la zona óptima de alerta, o moverse incontrolablemente
entre estos dos estados (Van der Kolk, 1987, p 2).Esta alternancia bi-fásica entre la
hiperalerta y el adormecimiento o el congelamiento (Van der Kolk, p. 3), los segmentos
mas alto y mas bajo de modelo de modulación de la Fig 2, pueden volverse la nueva
norma en el resultado de un trauma.
Cuando la alerta de una persona está fuera de la zona óptima de cualquier lado del
espectro, los mayores niveles de procesamiento están alterados, y el procesamiento
holístico será reemplazado por una acción refleja abajo-arriba. Como Siegel (1999)
nota, los estados internos fuera de la “ventana de tolerancia” están “caracterizados
por o una excesiva rigidez o una volubilidad. Estos estados son inflexibles o caóticos, y
como tales no son adaptativos ni al entorno externo ni al interno” (p.255).
Siegel sigue diciendo: “En los estados mentales mas allá de la ventana de tolerancia, la
capacidad mediadora prefrontal (procesos cognitivos) para responder flexiblemente
está temporariamente apagada. El “modo superior” de procesamiento integrativo
(cognitivo) ha sido reemplazado por el “modo inferior” de respuesta refleja
(sensoriomotor)”. (El texto en negrita ha sido agregado; pp. 254-255).
El trabajo de Stephen Porges (1995,1997) que explica una relación jerárquica entre los
niveles del sistema nervioso autónomo, ha tenido implicaciones importantes para la
regulación de ambas respuestas, defensivas y de hiperalerta.

Concluye que la hipoalerta (descrita mas arriba) es debida a una rama específica del
Sistema Nervioso Parasimpático, el “complejo dorsal vagal” que causa que el
organismo conserve la energía reduciendo drásticamente el ritmo cardíaco y
respiratorio. La otra rama del S N Parasimpático, el “complejo ventral vagal” al cual
Porges llama “el sistema de involucramiento social” es el vagal “inteligente” o “vivo”
porque regula ambos sistemas el dorsal vagal y el simpático.
Este sistema “inteligente” es mucho más flexible que los otros dos niveles más
primitivos del SN Autónomo, los cuales si están mal regulados, tienden a los extremos
de hipoalerta o hiperalerta.
El Sistema de Involucramiento Social (SIS) da al humano una inmensa flexibilidad de
respuestas al medio (1995, 1997). Por ejemplo, durante una situación social, la
interacción y la conversación pueden cambiar rápidamente de un momento de
animación y afectivo fuerte, a la calma y la escucha reflexiva al siguiente.
Esta rama “inteligente” del S N Parasimpático regula el Simpático y “congela”
(parasimpático dorsal vagal) la respuesta al trauma y permite al ser humano sintonizar
finamente su alerta a las necesidades de la situación.
Este sofisticado mecanismo de “freno” del SIS facilita la regulación completa de la
alerta y está conectado a la “regulación psicobiológica interactiva” de Schore.
14

En una modulación efectiva, el SIS regula las funciones más extremas del sistema
nervioso autónomo. Bajo el estrés del trauma un individuo puede al comienzo tratar de
usar el SIS para modular, pero, si no es efectivo, la regulación interactiva/
involucramiento social, tiende a cerrarse. Si esto ocurre, la persona tiene comprometida
la capacidad de usar las relaciones para la regulación, y en cambio vuelve a los sistemas
SM y emocional, mas primitivos.
El funcionamiento saludable de lo cognitivo está disminuido. Como veremos mas abajo,
el la PSM el SIS es activado y la interacción efectiva terapeuta/cliente sirve para regular
y modular la alerta.
Después que el terapeuta ha cumplido su rol (en otras palabras, se ha vuelto una
“corteza auxiliar” para el paciente), este puede aprender las capacidades de auto-
regulación para observar y rastrear las reacciones SM. Esto es, la habilidad del terapeuta
para regular interactivamente la alerta mal regulado del paciente, crea un ambiente en el
cual el paciente puede comenzar a acceder a su propia habilidad para regular la alerta
(Schore, en prensa-b) independientemente de la interacción relacional.
A través de este proceso, el paciente es ayudado a moverse de los estados de
congelamiento y/o hiperalerta a una plena participación con el SIS.

Psicoterapia sensorio-motora (PSM): Procesos y Discusión de casos


Lo esencial de la PSM es:
1-Regulación de los estados afectivos y SM a través de la relación terapéutica, y
2-enseñar al paciente a autorregularse por medio del contacto pleno de la mente,
rastreando y articulando los procesos SM independientemente.
Creemos que el primero promueve la reinstalación y el desarrollo del SIS del paciente a
través de la regulación interactiva, mientras que el último promueve una asimilación
independiente de las reacciones SM.
El último es un prerrequisito para el primero. Como observa Schore, la “regulación
interactiva del terapeuta con los estados del paciente le permite a este último comenzar
a identificar verbalmente la experiencia afectiva (y SM)” . (El texto entre paréntesis
está agregado, Schore, en pressa-b, p. 20). La regulación interactiva provee las
condiciones bajo las cuales el paciente puede de manera segura contactar, describir y
eventualmente regular su experiencia interna.
El terapeuta debe cultivar en el paciente una conciencia precisa de las sensaciones
corporales internas; el primer camino de la interacción terapéutica es que el terapeuta
observe y contacte los estados SM, y el segundo que el paciente mismo se dé cuenta de
estas sensaciones internas corporales sin que el terapeuta lo promueva. Las sensaciones
corporales internas son una miríada de sensaciones físicas que se están produciendo
continuamente dentro del cuerpo a través de cambios en la bioquímica, y los
movimientos de los músculos, ligamentos, órganos, fluidos, respiración y otros.
15

Estas sensaciones corporales son de un carácter físico diferente como sensaciones de


frialdad, tensión, adormecimiento, electricidad, palpitación y vibración, y por supuesto
muchas otras. Sin embargo, cuando los pacientes son interrogados para que describan
las sensaciones, frecuentemente lo hacen con palabras como “pánico” o “terror”, las
cuales se refieren a estados emocionales y no a las sensaciones mismas.
Cuando esto ocurre, el paciente es invitado a describir cómo experimenta la emoción
físicamente: por ej., el pánico puede sentirse en el cuerpo como taquicardia, temblor y
respiración agitada. El enojo puede experimentarse como tensión en la mandíbula, un
impulso de huir acompañado por una sensación de pesadez e inmovilidad en los brazos.
De manera similar, una creencia acerca de sí mismo, tal como “Soy malo” puede ser
experimentada como un debilitamiento en la espalda, un peso en la cabeza, y tensión en
los glúteos.
A través de cultivar la toma de conciencia de las sensaciones y la habilidad para la
descripción verbal, los pacientes aprenden a distinguir y describir las variadas y sutiles
cualidades de la sensación. Desarrollar el vocabulario para la sensación precisa, ayuda
al paciente a expandir su percepción y procesar las sensaciones físicas, de la misma
manera que familiarizarse con una variedad de palabras que describen la emoción les
ayuda en la percepción y procesamiento de las emociones.
A medida que el paciente describe sus experiencias traumáticas o síntomas, el terapeuta
observa su nivel de alerta, buscando una híper o hipo alerta. La tarea del terapeuta es
“sostener” la alerta del paciente en el límite óptimo del Modelo de Modulación,
permitiendo procesar el suficiente material traumático, pero no tanto que el paciente se
disocie demasiado no permitiendo el procesamiento.
Cuando la alerta alcanza tanto el límite superior como inferior, se le pide al paciente que
temporarlmente descarte sus sentimientos y pensamientos y en su lugar siga en detalle
el desarrollo de las sensaciones físicas y movimientos hasta que estas sensaciones se
calmen y los movimientos se completen a sí mismos.
De esta manera, el terapeuta actúa como una corteza auxiliar, interactivamente
modulando los niveles de alerta del paciente, cuidando para que no pasen mucho fuera
de la zona óptima de alerta, donde se volvería difícil o imposible procesar información
sin disociarse.
Al mismo tiempo, los pacientes desarrollan su capacidad de auto-regularse a medida
que aprenden a limitar el monto de información que deben procesar en un momento
dado, lo cual desarrolla la capacidad para auto-regularse independientemente de su
relación con el terapeuta y los previene de estar abrumados con una gran cantidad de
información viniendo de su interior.
Cuando un paciente describiendo un trauma del pasado experimenta pánico, el terapeuta
le pide desestimar el contenido del recuerdo y solo sentir el pánico, como una sensación
corporal. Cuando el paciente reporta un temblor en sus manos y latidos rápidos del
corazón, el terapeuta lo instruye a rastrear esas sensaciones a medida que cambian o su
“secuencia”. Como puntualiza Levine, “una vez que se vuelven conscientes, las
16

sensaciones internas casi siempre se transforman en alguna otra cosa” (Levine, 1997,
p. 82). El temblor cambia de afectar solamente las manos a involucrar los brazos, que
comienzan a agitarse fuertemente, y luego gradualmente se aquietan y suavizan; el
ritmo cardíaco también retorna eventualmente a su calma.
Solo cuando esta experiencia SM se ha asentado, es posible describir el contenido
adicional, e incluir el procesamiento cognitivo y emocional.
El terapeuta debe aprender a observar en preciso detalle, momento-a-momento en el
paciente la organización de la experiencia SM, focalizando tanto en los cambios sutiles
(como el color de la piel, la dilatación de las alas de la nariz o las pupilas, ligera tensión
o temblor) como en los mas obvios (desfallecimiento en la columna, rotaciones en el
cuello, empujar con la mano, o cualquier otro movimiento muscular grosero).
Estas experiencias SM usualmente no son notorias para el paciente hasta que el
terapeuta las muestra a través del simple “contacto” con una frase como, “parece que su
brazo está tenso”, o “hay un ligero temblor en su pierna izquierda” o “su mano se cerró
en un puño”.
Cualquier terapeuta está familiarizado para notar y contactar estados emocionales
(“parece asustado”) para facilitar el tomar conciencia del paciente y procesar sus
emociones; el procedimiento es similar para las reacciones SM.

Mindfulness es la clave para que los pacientes se vuelvan más y mas concientes de sus
reacciones SM internas y puedan incrementar su capacidad de autorregulación.
Mindfulness es un estado de conciencia en el cual la propia conciencia es dirigida hacia
la experiencia interna del aquí-y-ahora, con la intención de observarla simplemente más
que de cambiar esta experiencia.
Por lo tanto podemos decir que Mindfulness une las facultades cognitivas del paciente
para sostener el procesamiento SM, más que permitir a los procesos de liberación del
trauma abajo-arriba incrementarse y tomar el control del procesamiento de la
información. Para enseñar Mindfulness, el terapeuta hace preguntas que requieren una
“mente plena” para contestar, tales como: “¿que siente en su cuerpo? ¿Dónde
exactamente experimenta la tensión? ¿Qué sensación siente en sus piernas ahora?
¿Qué pasa en el resto de su cuerpo cuando cierra el puño?”
Preguntas tales fuerzan al paciente a salir de un estado disociado y de una ideación del
futuro o del pasado y experimentar el momento presente en el cuerpo. Tales preguntas
también alientan al paciente a dar un parar de involucrarse en la experiencia traumática
y relatar desde el lugar de un ego observador, un ego que “tuvo” una experiencia en el
cuerpo mas que un ego que “es” esa experiencia corporal.
Para personas traumatizadas, la completa experimentación de sensaciones puede ser
desconcertante o producir temor, experimentar intensas sensaciones físicas puede
evocar sentimientos de estar fuera de control, debilidad o de estar sin ayuda alguna.
17

Por otro lado, las personas traumatizadas están a menudo disociadas de las sensaciones
corporales, experimentando el cuerpo como anestesiado o adormecido.
Nuestra visión es que fallas en las respuestas defensivas activas, junto con la
incapacidad de modular la excitación o alerta, puede ser la fuente de tales experiencias
corporales estresantes, y que ese distrés puede ser al menos aliviado de alguna manera
ayudando al paciente a experimentar la secuencia somática de la respuesta defensiva
activa. Subsecuentemente, los clientes pueden acceder a las sensaciones sin disociarse o
sentirse con disconfort.
Para ilustrar los puntos más arriba citados, vamos a describir tres sesiones con Mary,
una mujer de mediana edad, exitosa mujer de negocios, quien sufrió trauma relacional y
shock por ser violada repetidamente por su tío entre los 4 y 10 años de edad.
A pesar que ella sufría de ataques de pánico, depresión, y algo que ella llamaba “no
vínculos” no tenía claros recuerdos del trauma hasta un altercado reciente con una
figura de autoridad que le gatilló ´flashbacks´ acompañados de insomnio y trastornos
físicos como hiperalerta, temblores incontrolables, sangrado vaginal no experimentado
anteriormente, y ataques de inmovilidad que duraban por una hora.
Mary contó que durante el abuso ella había tratado de resistirse a su tía al comienzo,
pero eventualmente se sometió y “miraba desde cielorraso”.
A medida que Mary contaba su historia, hablaba rápidamente, con pocas pausas que
pudieran darle una oportunidad de interacción verbal con el terapeuta.
Su Sistema de Interacción Social (SIS) era escaso; era como si ella se estuviera
hablando a sí misma, incapaz de usar las relaciones para interactivamente regular su
alerta. Mary aparecía cada vez más aislada y sola a medida que hablaba. Por momentos
experimentaba pánico e hiperalerta, y se juzgaba repetidamente por haber permitido el
abuso. “¿Porqué me habré cambiado de ropa alguna vez frente a él?: ¿Por qué no le
conté a mi madre lo que estaba pasando?”. También se condenaba por su incapacidad
para defenderse del abuso, interpretando su disociación y congelamiento como una
debilidad, una respuesta común de los sobrevivientes de traumas (Nijenhuis & Van der
Hart, 1999, p. 54).
La primera sesión de Mary ilustra un punto importante: En el estado inicial de la terapia
usualmente el terapeuta ayuda al paciente a regular su alerta. Esto se logra al comienzo
a través de la regulación interactiva dentro de la relación terapéutica, que establece las
condiciones bajo las cuales el paciente puede aprender la autorregulación. Obviamente,
un rapport saludable en la relación entre el paciente y el terapeuta debe ocurrir para que
se dé esta regulación interactiva.
En el caso de Mary, el terapeuta facilitó la regulación interactiva a través de rastrear los
cambios y movimientos en su cuerpo, haciendo afirmaciones de contacto, demostrando
habilidad para tolerar el distrés de Mary y tolerando la descripción de sus experiencias
traumáticas sin alejarse o ponerse en hiperalerta. Gradualmente Mary comenzó a
ablandarse en su cuerpo, hablar más lentamente y a involucrarse en una interacción
recíproca con su terapeuta.
18

Fue difícil para Mary al comienzo estar conectada mentalmente con sus sensaciones
corporales, porque cuando trataba de hacerlo, la hiperalerta, temblor, pánico y terror se
volvían intolerablemente abrumadores. Semejante a la noción de Levine acerca de
“intercambiar…una respuesta activa por una de desamparo” (Levine, 1997, p. 110), el
terapeuta sabía que si Mary podía experimentar completamente una secuencia física
defensiva, esos síntomas podían disminuir. Para logar eso, le pidió a Mary si ella podría
estar dispuesta a experimentar empujando con sus manos contra un almohadón
sostenido por él, y notar que pasaba en su cuerpo. Mary consintió y a medida que ella lo
hacía, comenzó a experimentar primeramente náuseas y un aumento de su miedo, lo
cual es común cuando se trabaja por primera vez activando una secuencia defensiva que
hubo fallado en el pasado.
El terapeuta luego le pidió a Mary que temporariamente descartara todo recuerdo y
simplemente focalizara en su cuerpo para encontrar una manera de empujar que la
hiciera sentir cómoda. El sentido de control de Mary se fue incrementando a medida que
ella era animada a guiar su exploración física y a decirle al terapeuta cuanta presión usar
para resistir contra el almohadón, en que posición colocarse, y otras cosas. A medida
que Mary comenzaba a experimentar la defensa física activa, el terapeuta registraba su
cuerpo y hacía comentarios de contacto tales como “la fuerza del empuje se está
incrementando” y “parece que te estás afirmando “, etc. Mary fue también instruida a
tener plena atención en los detalles de sus sensaciones: “¿que pasa en tu cuerpo cuando
empujas?”; ¿Qué sientes en tu espalda y tu columna?”.
Mary eventualmente experimentó una secuencia completa de respuesta activa de
defensa: levantando los brazos, empujó tentativamente con ellos primero,
incrementando la presión e involucrando en ello los músculos de su espalda, pelvis y
piernas. El terapeuta continuó pidiendo atención plena en las sensaciones, y Mary
comenzó a experimentar placer físico al empujar, diciendo: “se siente bien!”
A causa de que muchos pacientes traumatizados son anhedónicos (de an- hedonia, o sea
incapaces de sentir placer físico) experimentar y saborear sensaciones placenteras puede
incrementar su capacidad para sentir placer y puede cambiar también su relación con el
cuerpo, el cual puede haberse sentido como “el enemigo”, o la fuente de sensaciones
desconcertantes y dolor físico. Cuando la secuencia defensiva había sido explorada
completamente y completada, Mary estaba mas calma y capaz de poner su atención en
las sensaciones sin volverse hiperalerta, en otras palabras, ella estaba ahora situada
dentro de la zona óptima de alerta del Modelo de Modulación.
La intención en la PSM es trabajar en el límite del Modelo de Modulación, accediendo
lo suficiente al material traumático para poder trabajar con el, pero no tanto que el
paciente se sienta abrumado y disociado. Para este propósito, a medida que Mary volvía
a describir el trauma (era su decisión, no la del terapeuta) era instruida para estar
completamente atenta a sus sensaciones corporales. A medida que describía su
experiencia de abuso sus mandíbulas comenzaban a tensarse, su hombro derecho y el
brazo se contraían, y su respiración se dificultaba—todo ello posibles signos de
respuestas defensivas emergiendo espontáneamente.
19

Después de hacer afirmaciones de contacto, observando estos signos físicos, tales como
“su mandíbula y su brazo parecen estar tensos y su respiración esta cambiando“ , el
terapeuta dirige a Mary a conectarse en sus sensaciones corporales: “Tómese unos
momentos para sentir que está pasando en su cuerpo antes de seguir adelante“. Mary
describe la tensión y dice que su cabeza parece querer darse vuelta hacia la izquierda, y
en ese momento ella recuerda una pared que estaba a su izquierda durante el abuso
infantil. En lugar de interpretar sus dichos, o volver al contenido de sus recuerdos, el
terapeuta la dirige a “permita ese movimiento de su cuello y note que pasa luego”.
En este punto, Mary no describió más el pasado, sino que estaba atenta solo a las
experiencias corporales presentes. A medida que se concentraba en su cabeza y cuello
dándose vuelta hacia la izquierda, estaba también conciente de sus impulsos físicos que
parecían involuntarios, como si estuvieran sucediendo “por ellos mismos”. Su cuerpo
parecía tener vida propia a medida que ella era alentada a concentrarse en sus
sensaciones y movimientos. Mary reportaba que “mi mano quiere cerrarse en un puño“
el terapeuta la alentaba a “sentir el impulso y permitir que suceda” sin hacerlo
voluntariamente.
Mientras que el empujar el almohadón había sido completamente voluntario, la mano de
Mary, ahora lentamente comenzó a cerrarse espontáneamente en un puño.
Mary dijo que su brazo quería “golpear”. La secuencia del movimiento defensivo
estaba ahora emergiendo sin la dirección conciente del arriba-abajo, ni del paciente, ni
del terapeuta. Este dijo: “sienta el impulso de pegar y note que pasa luego en su
cuerpo”. Mary fue alentada a simplemente observar y permitir los micromovimientos
involuntarios y los gestos, más que a “hacerlos” voluntariamente.
El procesamiento SM estaba ocurriendo espontáneamente, a través de la atención de la
mente a las sensaciones corporales y a los impulsos, y por la dirección cognitiva dada
de suspender el contenido y las emociones y sostener los procesamientos del cuerpo.
A medida que el terapeuta dirigía a Mary para observar sus sensaciones y sus
movimientos involuntarios, su mano derecha se cerraba en un puño, su antebrazo se
tensaba, y su brazo lentamente se levantaba de su regazo sin intención conciente de su
parte. Mary dijo que estaba empezando a sentir pánico, y el terapeuta le pidió que solo
experimentara los signos físicos del pánico (lo que Mary reportó como un incremento
de su ritmo cardíaco y constricción) mas que la emoción.
Esta es una directiva importante para separar la emoción basada en un trauma de las
sensaciones, entonces el procesamiento SM puede ocurrir sin la interferencia de los
procesos emocionales o cognitivos, y sin sobrecargar a Mary con más información de la
que ella podría manejar efectivamente.
Gradualmente la cabeza de Mary volvió al centro, y su brazo derecho progresó, con un
movimiento lento de levantarse y golpear acompañado de un estremecimiento
(internamente esta experiencia de estremecimiento es similar a los estremecimientos que
pasan por el cuerpo cuando uno se enfría). Después de algunos minutos de
procesamiento SM durante los cuales ambos, Mary y el terapeuta, siguieron lentamente
20

la progresión no intencional de los movimientos, el brazo de Mary finalmente volvió a


descansar en su regazo. Mary continuó con los estremecimientos, a fue instruida a
“quédese con los estremecimientos y sensaciones tanto tiempo como le sea tolerable”
Todo el tiempo Mary fue alentada a confiar en su cuerpo permitiendo que los
movimientos ocurrieran sin tratar de dirigirlos, o cambiarlos de alguna manera, y fue
también alentada a parar en cualquier momento si sentía demasiado disconfort como
para seguir adelante.
Como la constricción física de la “exposición” gradual al recuerdo traumático puede ser
extremadamente intensa antes de empezara desenvolverse y suavizarse, los pacientes
necesitan que el terapeuta los ayude a seguir el proceso SM. Son también alentados para
auto-regularse, es decir parar si se vuelve demasiado intenso.
Eventualmente los estremecimientos pararon, y Mary dijo que se sentía aliviada y tenía
una sensación de electricidad recorriendo su cuerpo. El terapeuta la alentó a “saborear”
su sensación física y sentir el alivio, y a describir estas sensaciones en detalle.
Describiendo un ablandamiento en sus músculos, una disminución del ritmo cardíaco y
un sentimiento de pesadez confortable en su cuerpo, Mary dijo que se sentía en paz por
primera vez en semanas. Hablando del abuso, ella fue menos crítica consigo misma,
diciendo que estaba enojada porque su madre no había notado la conducta de su tío, y
aquella niña de casi 4 años no debería preocuparse por cambiarse de ropa en frente de
un pariente. Mientras que ella no había trabajado directamente con sus auto-críticas, o
emociones asociadas con la experiencia traumática, trabajando con el procesamiento
SM había habido un efecto positivo tanto en sus procesamientos emocionales como en
sus pensamientos (cognitivos). Hacia el final de esta sesión, el terapeuta ayudó a Mary a
tratar su procesamiento emocional y cognitivo. Mary dio una completa expresión a su
tristeza y llegó a nuevas comprensiones mientras se volvía también más completamente
consciente a sus reacciones SM. Experimentó una nueva integración y reorganización
en los niveles físicos, emocionales y cognitivos de su experiencia, como si estos tres
niveles hubieran sido tratados simultáneamente.
En su próxima sesión, Mary reportó que sus patrones de sueño habían retornado a la
normalidad, y estaba mucho mas calma en general. Sus ataques de pánico habían casi
terminado, y quería continuar explorando su trauma infantil, mas confiada en su
habilidad para hacerlo y con expectación acerca de su capacidad personal.
Mary estaba más dispuesta a interactuar con el terapeuta, lo cual quedaba demostrado
porque hacía preguntas, involucrada en un diálogo, en contraste con su monólogo
original, y en su relación con el terapeuta para calmarse. En sesiones siguientes, Mary
fue desarrollando su habilidad para defenderse activamente y establecer vínculos, lo
cual expandió su capacidad para involucrarse en una regulación interactiva, porque la
habilidad de defenderse activamente y establecer vínculos incrementaba su seguridad en
las relaciones.
Fue cada vez mas capaz de procesar elementos emocionales y cognitivos del trauma y
de tratar temas relacionales con el terapeuta, mientras retornaba frecuentemente al
21

procesamiento SM, cuando los impulsos físicos y las sensaciones emergían, o cuando se
sentía otra vez hiperalerta o disociada.
Eventualmente tuvo una sesión de terapia en la cual confrontó el recuerdo del momento
que se disoció por primera vez y “miraba desde el cielorraso lo que él (su tío) estaba
haciendo a otra niña pequeña” mientras otra parte de ella era sometida al abuso.
Sin embargo, ahora había desarrollado la habilidad de rastrear sus sensaciones
corporales, y sentía mas confianza en su capacidad de atravesar esas experiencias.
Mary escribió:
“En la época de esta sesión había estado experimentando recientemente lo que parecía
ser como una nueva oleada de recuerdos tempranos que habían traído un incremento
en los niveles de activación físicos y emocionales de terror y desesperación. Esta vez,
sin embargo, sentí como que sabía que podía atravesarlo, había estado allí antes y
sabía que era un proceso y los pasos que conducían a una experiencia mas completa y
mejor.”
En esta sesión Mary fue otra vez instruida por el terapeuta a estar completamente alerta
de su cuerpo, y a medida que ella recordaba el trauma, se volvía mas consciente de las
reacciones físicas que había tenido de niña. Experimentaba los componentes físicos del
sometimiento y la disociación de su cuerpo (adormecimiento, flaccidez muscular,
sentirse paralizada) junto con el impulso de pelear (tensión en sus mandíbulas y brazos).
La conciencia de las sensaciones se vuelve la fuerza unificadora para resolver esta
“división disociativa” como ella se dio cuenta: “esta desintegración no es
verdadera…yo soy dos cuerpos en el mismo cuerpo, haciendo dos cosas diferentes”.
A medida que Mary experimentaba esta división somática y procesaba los
componentes físicos de ella (como el impulso de pelear con su tío), era capaz de
experimentar la pena asociada con el abuso sin disociarse de su cuerpo. Mas capaz de
procesar cognitivamente, sus creencias negativas acerca de sí misma eventualmente
fueron reemplazadas por un sentido de completad de haber sido capaz de defenderse a
través de la sumisión y la disociación, sabiendo que estas defensas pasivas habían sido
efectivas en su situación en particular y dándose cuenta que las defensas activas en ese
momento podrían haber hecho que su trauma hubiera sido peor.
En un momento de la sesión, Mary dijo orgullosamente, “no hay nada malo conmigo,
mire lo que hice!” refiriéndose a su disociación como una forma de sobrevivir a un
abuso intolerable.
Poco tiempo después de esta sesión la terapia de Mary concluyó.
Seis meses más tarde escribió:
“Me doy cuenta que ha habido un duradero y profundo cambio, tanto en mi cuerpo (la
manera en que lo siento) como en mi sentido de integración y habilidad para
permanecer presente en situaciones de miedo, recuerdos y sensaciones que podrían
haber sido previamente tan abrumadoras que las hubiera suprimido…
22

También me siento emocionalmente integrada en una nueva forma. Es como si la parte


de mí que había sido víctima…de abuso no esta más sola y tiene otras partes más
fuertes, más completas y resistentes mezcladas con ella. Yo no siento mas esa
desesperada necesidad de contacto (con el terapeuta) para bucear en mis recuerdos.
Lo puedo hacer ahora por mí misma.”
Conclusión
La PSM fué enteramente desarrollada desde la práctica clínica, y a pesar que no había
una investigación formal y empírica en ese momento, hay muchos reportes anecdóticos,
tanto de pacientes como de terapeutas que atestiguan la eficacia del método.
Los profesionales que aprendieron la PSM reportan que a menudo reducen síntomas de
TEPT como pesadillas, ataques de pánico, explosiones de cólera, e hiperalerta, y que la
habilidad de registrar las sensaciones corporales ayuda a los pacientes a experimentar la
realidad presente más que reaccionar como si el trauma estuviera aún ocurriendo.
Tanto la reducción de síntomas de distress basados en el cuerpo y el incremento de la
capacidad para registrar las sensaciones corporales y la regulación interactiva parece
ayudar a los pacientes a ser mas capaces de trabajar con otros elementos del trauma,
como el apego, el darle significado, y los patrones disociativos que habían sido
previamente ocultados por los estados del cuerpo y la incapacidad de utilizar la auto-
regulación interactiva.
La PSM provee al paciente con herramientas para lidiar con las reacciones corporales
perturbadoras, y ellos frecuentemente reportan sensaciones de mayor seguridad a
medida que empiezan a aprender como limitar el monto de información que deben
procesar en un momento dado focalizando la atención en una sensación.
Los pacientes también reportan que sus sentimientos de seguridad están aumentados
cuando experimentan el potencial para protegerse físicamente y defenderse.
Debe ser notado que los pacientes quienes experimentan defensas hiperactivas en forma
de rabia incontrolable, pueden también incrementar sus sensaciones de seguridad
aprendiendo a sentir los precursores físicos de los ataques de agresividad, y en ese
momento comenzar a hacer mindfulness.
Esta intervención incrementa la autorregulación y previene la escalada de excitación al
punto de descargarla a través de la agresión u otra conducta indeseable.
Por otro lado, los terapeutas que usan PSM reportan que algunos pacientes no pueden,
o no están interesados en procesamientos corporales, como lo estaba Mary. Tales
pacientes deben aprender lentamente y sin dolor a experimentar las sensaciones y estar
abiertos al valor potencial de hacerlo.
Deben aprender gradualmente de sus propias experiencias somáticas, que prestar plena
atención a las sensaciones corporales y los movimientos puede ser seguro y aún
placentero. Adicionalmente, los individuos severamente disociados o desorganizados
pueden no ser capaces de estar atentos a las sensaciones sin desorganizarse o disociarse
a su vez.
23

Debe tenerse en cuenta que acceder a muchas sensaciones, muy rápidamente, en


particular antes que los pacientes sean capaces de observar sus experiencias y poner a
un lado el contenido y los estados emocionales, pude ser contraproducente y puede en
los hechos incrementar la disociación y exacerbar los síntomas de TEPT.
Los terapeutas deben proceder adecuadamente de acuerdo al ritmo de cada paciente y su
habilidad para integrar. Sin embargo, un paciente ocasional puede permanecer incapaz o
no querer trabajar con el procesamiento SM, encontrando las sensaciones corporales
demasiado abrumadoras y distresantes, u también encontrando un abordaje somático
como no interesante o atractivo. En tales casos, el procesamiento SM está
contraindicado y el terapeuta debe usar otras técnicas.
A pesar que hemos focalizado casi exclusivamente en el procesamiento SM en este
trabajo, el espectro complete de la PSM integra los procesamientos SM con los
procesamientos emocionales y cognitivos.
Durante las sesiones terapéuticas, el terapeuta bebe evaluar momento tras momento
cual nivel de procesamiento encarar que pueda producir el efecto mas positivo y
completo. Procesamientos emocionales y cognitivos a menudo son necesarios, y en los
hechos pueden tener un efecto positivo en el procesamiento SM posterior.
Deberíamos notar que mientras este trabajo ha enfatizado los procesamientos SM, otros
mapas terapéuticos numerosos y técnicas que incluyen al cuerpo existen en el abordaje
total desarrollado por los autores y sus colegas que manejan en diferentes formas las
relaciones dinámicas, patrones psico estructurales y la disociación.
Sobre todo, es importante destacar que el objetivo último y mas importante de la PSM
es promover el procesamiento holístico al integrar los tres niveles de nuestro ser:
cognitivo, emocional y sensoriomotor.

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Volume VI, Issue 3, Article 3 (October, 2000)

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