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La demanda en este caso plantea que el señor Clemente Vargas Bernal sufrió un
daño que no estaba en el deber jurídico de soportar porque la norma que dispuso
la disolución y liquidación de la entidad para la cual trabajaba fue declarada
inexequible, con efectos retroactivos, por la Corte Constitucional. Ocurre, sin
embargo, que al momento de su retiro del servicio, el actor recibió una bonificación
por despido injusto equivalente a $130 154 683,38 (…) en cumplimiento de lo
dispuesto en el artículo 9 del Decreto 1065 de 1999 (…) el demandante resultó
beneficiado con la medida especialmente diseñada por el gobierno nacional para
evitar que la decisión de liquidar la Caja Agraria y de suprimir los empleos y
terminar unilateralmente los contratos de los trabajadores vinculados a ella,
produjera un quebrantamiento del principio de igualdad frente a las cargas
públicas. Por ello, no puede afirmarse válidamente que persiste un daño
antijurídico susceptible de ser indemnizado puesto que, contrario a lo ocurrido en
el precedente previamente comentado (…) en este caso la administración ya
adoptó medidas tendientes a compensar o indemnizar la afectación sufrida por el
actor. (…) La bonificación prevista en el artículo 9 del Decreto 1065 de 1999 a
favor de los antiguos empleados de la Caja Agraria no sólo mitigó los efectos
negativos generados por la decisión de suprimir los cargos y terminar
unilateralmente los contratos de trabajo, sino que también compensó el valor de
los salarios y prestaciones sociales dejados de percibir. De ahí que la Corte
Constitucional, en la sentencia de tutela interpuesta por varios trabajadores de la
Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, en contra de esta y el Banco Agrario
de Colombia , haya señalado que dicha prestación tuvo un carácter
“compensatorio y reparador”: (…) Los anteriores argumentos desvirtúan la
existencia del daño antijurídico aducido en la demanda porque al señor Vargas
Bernal le fue reconocido una indemnización que tuvo por objeto restaurar el
principio de igualdad frente a las cargas públicas que resultó quebrantado por la
decisión de disolver y liquidar la Caja Agraria y de terminar unilateralmente el
contrato de trabajo que ella había suscrito con la entidad. (…) Esta situación no se
modifica por el hecho de que el Decreto 1065 de 1999 hubiera sido declarado
inexequible en su totalidad con efectos retroactivos, pues el acto de contenido
particular mediante el cual se reconoció al demandante la indemnización de que
trata el artículo 9 ibídem tiene pleno valor en tanto se encuentra amparado por la
presunción de legalidad. Ello por cuanto la declaratoria de inexequibilidad no
afecta la validez de las situaciones particulares y concretas creadas al amparo de
la norma que ha sido expulsada del ordenamiento mientras no haya sido anulado
por la jurisdicción competente, lo cual no ha sucedido en este caso, o al menos no
existe constancia de ello.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
SUBSECCION B
ANTECEDENTES
I. Lo que se demanda
Indice Final
R = Rh. índice Inicial.
1.1. Señalaron los actores que el señor Clemente Vargas Bernal fue retirado del
cargo que ejercía en la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero S.A., hoy en
liquidación, en la cual llevaba laborando desde el 7 de junio de 1975, en aplicación
de los Decretos Ley 1064 y 1065 de 1999, mediante los cuales el Presidente de la
República junto con los ministros de Hacienda y Crédito Público y de Agricultura y
Desarrollo Rural y el director del Departamento Administrativo de la Función
Pública, suprimieron esa entidad, pero que posteriormente, fueron declarados
inexequibles por la Corte Constitucional, mediante la sentencia C-918 de fecha 18
de noviembre de 1999.
1.3. Manifestaron los actores que para la época del despido, el señor Vargas
Bernal ejercía el cargo de profesional especializado 1 grado 23, con un sueldo de
$3 500 000, junto con los auxilios y primas reconocidas de acuerdo con la
convención colectiva de trabajo, monto que dejó de percibir con ocasión de la
terminación unilateral de su contrato de trabajo. Afirmaron que para esa época el
señor Vargas había adquirido el derecho de hospitalización, cirugía,
farmacéuticos, y en general servicios médicos, para él y su familia, por haber
cumplido 15 años laborando como empleado de la Caja de Crédito Agrario
Industrial y Minero S.A., hoy en liquidación, y que con la liquidación de la entidad,
perdió esos beneficios. También perdió el derecho a créditos blandos y con
intereses bajos para los estudios de su hija y para adquirir una vivienda, así como
la posibilidad de acudir a centros de recreación, de salud, capacitaciones
laborales, viáticos, reajustes de salario, y lo que es peor, el derecho a la pensión.
1.4. Con ocasión de la terminación laboral del señor Clemente Vargas, tuvo
también que cancelar los créditos que tenía con CONCASA, por el valor de $16
000 000, y hacer “sacrificios enormes” para poder pagar la cuota del crédito
hipotecario que había adquirido en la entidad donde laboraba que en la actualidad
está en la suma de $6 000 000.
Trámite procesal
3.1. El a quo consideró que las pretensiones del actor estaban dirigidas a solicitar
el pago de los perjuicios ocasionados tras la expedición de los Decretos Leyes
1064 y 1065 de 1999 que suprimieron la Caja de Crédito Agrario Industrial y
Minero S.A y que posteriormente fueron declarados inexequibles por la Corte
Constitucional. Agregó que según la sentencia C-702 del 20 de septiembre de
1999, el artículo 120 de la Ley 489 de 1998 es inexequible, por cuanto su
contenido no fue discutido en primer y segundo debate ante la Cámara de
Representantes, lo que conllevó el incumplimiento de los numerales 2 o y 3o del
artículo 157 de la Constitución Nacional, acerca de los requisitos para que un
proyecto de ley se convierta en ley de la República. Entonces, el Congreso de la
República expidió irregularmente el artículo 120 de la Ley 489 de 1998, y por el
contrario, cuando el gobierno nacional expidió los Decretos Leyes 1064 y 1065 de
1999, simplemente se limitó a ejercer las facultades extraordinarias, que para
dicho momento, legalmente poseía. De lo anterior concluyó que la causa eficiente
del daño fue el trámite irregular que le dio el Congreso de la República al
artículo 120 de la Ley 489 de 1998, para aprobarlo como artículo integrante
de una Ley de carácter general. Así concluyó que la demanda se debió dirigir
contra esa corporación pública, “y no exclusivamente, contra las entidades
públicas que en nombre del gobierno nacional suscribieron los Decretos Leyes
1064 y 1065 de 1999. Por lo tanto, como la demanda no se dirigió contra el
Congreso de la República, se concluye que el contradictorio no está debidamente
integrado por la parte pasiva, y que el daño no es imputable a las entidades
públicas demandadas.”
3.2. Por último, si bien quedó acreditado que el empleo del señor Clemente
Vargas Bernal fue suprimido, lo cierto es que no fueron probados los efectos
perjudiciales sufridos por dicha circunstancia. Por el contrario, se probó que el
demandante recibió por concepto de indemnización y/o bonificación, la suma de $138
154 683, según la copia del cheque n.° 0001628 del Banco Agrario de Colombia,
visible a folio 211 del cuaderno 2, y una liquidación por el total de $146 022 743, una
vez hechas las deducciones de ley.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
I. Competencia
7.1. También se valorarán las copias simples, ya que la Sección Tercera de esta
Corporación en reciente fallo de unificación de jurisprudencia 2, consideró que las
mismas tendrán mérito probatorio, en virtud de los principios constitucionales de
buena fe y lealtad procesal, en tanto se hayan surtido las etapas de contradicción
y su veracidad no haya sido cuestionada a lo largo del proceso. Adujo la Sala, que
una interpretación contraria implicaría afectar el acceso a la administración de
justicia y la prevalencia del derecho sustancial sobre el procesal.
8.7. Clemente Vargas Bernal, junto con José Manuel Pastrana Agaméz, Graciela
Piñeros Galvis, Fabio Mauricio Montealegre Beltrán y Luis Armando Maestra
Reyes, demandaron en un proceso ordinario laboral a la Caja de Crédito Agrario
Industrial y Minero S.A. en liquidación, el Banco Agrario de Colombia S.A., la
Nación-Ministerio de Hacienda y Crédito Público y la Nación-Ministerio de
Agricultura y Desarrollo Rural, con el fin de: solicitar el reintegro de los
trabajadores a sus cargos antiguos mientras se terminaba el proceso de
liquidación; exigir lo anterior también con fines del derecho pensional que pronto le
iba a asistir a los empleados, quienes sólo estaban a la espera de cumplir con la
edad establecida en el artículo 41 de la convención colectiva de trabajo; obtener la
devolución de unos viáticos indebidamente retenidos por el empleador; obtener el
pago de la bonificación con corte hasta el 30 de junio de 1999 y no hasta el 27 de
junio de 1999 como lo hizo la Caja de Crédito Agrario; obtener el pago de
perjuicios por concepto de daño emergente y lucro cesante causados con ocasión
del despido a la fecha de la sentencia condenatoria de ese despacho; entre otros.
la Ley 527 de 1999 admite como medios de pruebas los mensajes de datos, entendidos como “la información
generada, enviada, recibida, almacenada o comunicada por medios electrónicos”, la Sala valorará esta
información. El mismo criterio ha sido aplicado antes por la Subsección C y el pleno de la Sección Tercera,
como una forma de propender por la utilización de las nuevas tecnologías en la dinámica de las relaciones
intersubjetivas, y por supuesto en la actividad probatoria dentro de los procesos judiciales. Véanse la
sentencia de 24 de octubre de 2013, exp. 26.690 y el auto de 6 de diciembre de 2012, exp. 45.679, ambos con
ponencia de Jaime Orlando Santofimio.
Ese proceso cursa en el Juzgado Sexto Laboral del Circuito de Bogotá (demanda
sin fecha visible, f. 219 c. 2).
8.8. Lina María Vargas es la hija de Clemente Vargas Bernal (registro civil de
nacimiento, f. 203 c. 2).
V. Análisis de la Sala
10. Antes de abordar los elementos que conforman la responsabilidad del Estado,
la Sala encuentra necesario hacer unas aclaraciones sobre la jurisdicción
competente y la acción procedente con miras a obtener las declaraciones y
condenas solicitadas por los actores.
Debe anotarse que, pese a que entre los perjuicios materiales cuya
indemnización se pretende, se relacionan algunos de carácter
salarial y prestacional, ello no supone que, necesariamente, el
proceso deba ser llevado por la vía de la acción laboral, pues, de
una parte, las demás pretensiones incoadas en la demanda no
podrían ser objeto de estudio por parte del juez laboral porque
excederían el límite de su competencia material; de otra parte,
admitir que siempre que estén de por medio perjuicios cuya
indemnización deba tasarse de acuerdo con criterios laborales debe
ejercerse una acción ante la jurisdicción especial del trabajo, traería
consecuencias no queridas por el derecho, como que la acción de
reparación directa jamás resultaría apta para reclamar perjuicios
antijurídicos causados por actuaciones, hechos u omisiones
administrativas si dentro de ellos hay algunos derivados de una
relación laboral7.
Eso, si fuese aceptado por la Corte -que entonces tendría que entrar
en diferenciaciones arbitrarias dentro del articulado de los decretos
cuyo encabezamiento los presenta como decretos leyes-, conduciría
a la inhibición, por supuesta falta de competencia, respecto de los
artículos que se estimasen materialmente derivados de facultades
no legislativas, y a que dichos preceptos tuviesen que ser
demandados ante el Consejo de Estado (art. 237-2 C.P.).
11. Entendida la legitimación en la causa como “la calidad que tiene una persona
para formular o contradecir las pretensiones de la demanda por cuanto es sujeto
de la relación jurídica sustancial”8, es evidente que este presupuesto se cumple en
el caso sub-júdice como quiera que la actora formuló su petitum contra la Nación,
que es la persona jurídica llamada a resistirlo. Tampoco hubo indebida
representación pues la Nación actuó representada por los ministros de Hacienda y
Agricultura y por el director del Departamento Administrativo de la Función Pública
quienes, en los términos del artículo 149 del C.C.A., modificado por el artículo 49
de la Ley 446 de 1998, son las personas de “mayor jerarquía en la entidad que
expidió el acto o produjo el hecho”.
11.1. Ahora bien, teniendo en cuenta que los Decretos-Ley 1064 y 1065 de 1999
fueron suscritos, además de los mencionados funcionarios, por el presidente de la
República, y para aclarar la posición del Departamento Administrativo de la
Presidencia de la República, según la cual carece de legitimación para ser
demandada en el presente caso (párr. 2.), la Sala resolverá el interrogante de si
también estaba llamada a concurrir al proceso en representación de la Nación.
11.2. El artículo 1° del Decreto 4657 de 2006 9, atribuye a esta entidad la función
de asistir al presidente en su calidad de jefe de gobierno, jefe de Estado y
suprema autoridad administrativa, en el ejercicio de sus atribuciones
8
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 4 de septiembre de 1997, expediente 10.285, C.P. Ricardo
Hoyos Duque.
9
“Por el cual se modifica la estructura del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República.”
constitucionales y legales con relación al Congreso y a la administración de
justicia. A su turno, el inciso segundo del artículo 149 del C.C.A., modificado por el
artículo 49 de la Ley 446 de 1998, dispone:
10
Autos de 13 de octubre de 2011, exp. 41.719, C.P. Jaime Orlando Santofimio, de 6 de agosto de 2009, exp.
36.760 C.P. Mauricio Fajardo Gómez, de 26 de marzo de 2009, exp. 33.963. C.P. Myriam Guerrero de
Escobar y de 28 de abril de 2005, exp. 28.244, C.P: María Elena Giraldo Gómez.
11
[3] “Conforme al artículo 1° del Decreto 4657 de 2006”.
12
Autos de 13 de octubre de 2011, exp. 41.719, C.P. Jaime Orlando Santofimio. En el mismo sentido, véanse
los autos de 6 de agosto de 2009, exp. 36.760 y de 27 de mayo de 2009, exp. 34.144, ambos con ponencia de
Mauricio Fajardo Gómez.
11.5. De manera que la representación judicial de la Nación en los procesos
contencioso administrativos solo puede recaer sobre el director del Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República cuando la controversia versa
sobre actos administrativos que han sido suscritos exclusivamente por el
presidente, pues de lo contrario, serán los ministros o directores de los
departamentos administrativos, según el caso, los llamados a ejercer esta labor. Y
no podría ser de otra forma pues, si el inciso tercero del artículo 115 constitucional
establece que la responsabilidad por la aplicación de los actos expedidos en
conjunto con el presidente recae sobre ellos y no sobre aquél, carecería de
sentido que sea el Departamento Administrativo de la Presidencia de la República
la que concurra al proceso en calidad de parte.
11.7. En el asunto bajo examen, se tiene que el Decreto-Ley 1064 de 1999 fue
suscrito por el presidente la República, el ministro de Hacienda y Crédito Público y
el director del Departamento Administrativo de la Función Pública, en tanto que en
la expedición del Decreto-Ley 1065 participó, además de los anteriores
funcionarios, el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural. Esto significa que el
director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República no
debía asumir la representación judicial de la Nación.
13.1. En la sentencia del 27 de marzo de 2014 15, que versa sobre pretensiones
similiares de otro empleado de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero, la
Sala hizo un análisis en detalle acerca de la evolución de la responsabilidad del
Estado por el hecho del legislador y la génesis de las primeras condenas en las
que se imputaron daños ocasionados en virtud de la expedición de leyes a título
de riesgo excepcional o de daño especial por violación del principio de igualdad
frente a las cargas públicas.
13.2. También se menciona en ese fallo que esta responsabilidad fue acogida por
la jurisprudencia de esta corporación con mayor facilidad una vez introducido el
artículo 90 en la nueva Constitución, pues según esa disposición, el Estado
“responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables
causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas”, abriendo así la
posibilidad de exigir reparación por los daños causados, no sólo por quienes
ejercen funciones administrativas y jurisdiccionales, sino también por quienes
cumplen funciones legislativas. Así lo entendió la Corte Constitucional al declarar
15
Exp. 27364, C.P. Danilo Rojas Betancourth.
la exequibilidad del artículo 86 del Código Contencioso Administrativo, que regula
las condiciones para la procedibilidad de la acción de reparación directa:
16
[12] “El artículo 58 constitucional modificado por el artículo 1 del Acto Legislativo 01 de 1999,
contempla: “(…)Por motivos de utilidad pública o interés social definidos por el legislador, podrá haber
expropiación mediante sentencia judicial e indemnización previa. Este se fijará consultando los intereses de
la comunidad y del afectado. En los casos que determine el legislador, dicha expropiación podrá adelantarse
por vía administrativa, sujeta a posterior acción contenciosa-administrativa, incluso respecto del precio’”.
17
[13] “Artículo 336. Ningún monopolio podrá establecerse sino como arbitrio rentístico, con una finalidad
de interés público o social y en virtud de la ley.// La ley que establezca un monopolio no podrá aplicarse
antes de que hayan sido plenamente indemnizados los individuos que en virtud de ella deban quedar
privados del ejercicio de una actividad económica lícita. (…)”.
18
[14] “Artículo 365. Los servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber del
Estado asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional. (…) Si por razones de
soberanía o de interés social, el Estado, mediante ley aprobada por la mayoría de los miembros de una y
otra cámara, por iniciativa del Gobierno decide reservarse determinadas actividades estratégicas o servicios
públicos, deberá indemnizar previa y plenamente a las personas que en virtud de dicha ley, queden privadas
del ejercicio de una actividad lícita”.
Respecto a la supuesta omisión señalada por el demandante la
Corte considera que se deriva de una lectura restrictiva del artículo
86 del Código Contencioso Administrativo, pues el demandante
supone que el término administrativo empleado en el enunciado
normativo acusado restringe el alcance de los supuestos de
procedencia de la acción de reparación directa a los hechos
administrativos, las omisiones administrativas y las operaciones
administrativas.
19
Sentencia C-038 de 2006, M.P. Humberto Sierra Porto.
cualquier otro caso en que el ejercicio de la función legislativa cause al
administrado un daño que no está en el deber jurídico de soportar, lo que
comprende, principalmente, los eventos en los cuales se presenta un rompimiento
del principio de igualdad frente a las cargas públicas o se defrauda el principio de
confianza legítima.
13.4. Así, por ejemplo, en la sentencia de 25 de agosto de 1998 20, la Sala Plena
de lo Contencioso Administrativo encontró responsable al Congreso de la
República y al Ministerio de Relaciones Exteriores por los perjuicios causados a la
parte actora por la aplicación de la Ley 6 de 1972, aprobatoria de la Convención
de Viena, que reconoce inmunidad a los agentes diplomáticos extranjeros en
Colombia21. El Consejo de Estado consideró que, pese a que al Estado era
soberano en el manejo de las relaciones internacionales y que el tratado había
sido regularmente incorporado a la legislación interna, su aplicación en este caso
había originado un rompimiento del principio de igualdad frente a las cargas
públicas porque el privilegio de la inmunidad privó a los actores de la posibilidad
de demandar al autor material del daño ante los jueces nacionales con miras a
obtener la reparación de los perjuicios ocasionados 22.
20
Exp. IJ-001, C.P. Jesús María Carrillo, reiterada luego en las sentencias de 28 de septiembre de 2012, exp.
24.630, C.P. Stella Conto Díaz del Castillo y de 9 de octubre de 2013, exp. 30.286, C.P. Hernán Andrade
Rincón.
21
Los hechos que dieron lugar a la sentencia fueron los siguientes: En el año de 1991 un ciudadano
colombiano murió luego de ser arrollado por un vehículo conducido por un agente diplomático
norteamericano. La familia de la víctima intentó obtener compensación por los perjuicios sufridos ante la
Corte Suprema de Justicia, pero la demanda fue rechazada debido a la inmunidad de que gozan los agentes
diplomáticos extranjeros en Colombia en virtud de la Convención de Viena (aprobada por la Ley 6 de 1972).
Posteriormente acudieron ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo en ejercicio de la acción de
reparación bajo el entendimiento que el Estado debía responder por los perjuicios causado por el accidente
debido a que la inmunidad del agente diplomático tenía origen en un tratado internacional que había sido
negociado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y posteriormente aprobado por el Congreso de la
República.
22
“El ejercicio de la titularidad de las relaciones internacionales por parte del Estado implica una actuación
suya cuyas consecuencias conforme al art. 90 de la C.P. deben ser por él asumidas y en el caso los afectados
perdieron la oportunidad de demandar al autor material del daño y al propietario del vehículo automotor,
todo lo cual justifica fehacientemente la responsabilidad patrimonial del Estado Colombiano en la especie.
En todo caso, la garantía de acceder a la administración de justicia (art. 229 de la C.P) no puede sufrir
excepción y para que se haga efectiva en el caso sub-judice se abre paso la demanda contra el Estado
Colombiano quien legítimamente conduce sus relaciones internacionales, asume obligaciones de la misma
estirpe mediante tratados, promulga, cumple y hace cumplir sus propias leyes. En el sub-judice, estima la
Sala, que es pertinente aplicar el régimen de la responsabilidad por daño especial, que es el que corresponde
aplicar cuando por la actividad legítima del Estado se causa un daño. En el caso presente la incorporación
a la legislación nacional del texto de la convención de Viena de fecha del 18 de abril de 1961, en desarrollo
de una operación compleja de naturaleza pública consistente en la negociación y firma del dicho tratado, su
incorporación como ley nacional y la sujeción a los controles jurisdiccionales de conformidad con la
constitución y su aplicación produjo un daño consistente en el desequilibrio de las cargas públicas que los
actores no deben soportar.”
13.5. Posteriormente, en la sentencia de 29 de julio de 2013 23, la Sección Tercera
–Subsección B– de esta Corporación señaló que el principio de confianza legítima
puede resultar vulnerado cuando el legislador deroga normas o disposiciones que
reconocen incentivos o beneficios a los particulares previo el cumplimiento de
ciertos requisitos, sin tener en cuenta, mediante la creación de un régimen de
transición, la situación de todas aquellas personas que al momento de la
derogatoria no tenían un derecho adquirido, pero sí la expectativa legítima y
razonable de que podrían acceder a tales beneficios por tener proyectos en
ejecución y por haber cumplido con todas las exigencias normativamente
impuestas para el efecto24:
14. En el caso resuelto por la Corte Constitucional, ocurrió algo distinto, pero que
sirve perfectamente para ilustrar el punto que permitirá establecer si en el sub-
examine existe un daño antijurídico susceptible de ser indemnizado: y es que una
vez se constató que se había producido un enriquecimiento sin justa causa a favor
del Estado por cuenta de la creación de un impuesto inconstitucional, se ordenó la
devolución de los dineros con el fin de reparar el daño causado. Esta decisión
evitó que los contribuyentes afectados por el pago del tributo sufrieran un daño
antijurídico capaz de comprometer la responsabilidad extracontractual del Estado
pues es obvio que una vez se dispuso la devolución de los dineros, desapareció la
afectación patrimonial que les hubiera servido como fundamento para ejercer la
acción de reparación directa.
14.1. La demanda en este caso plantea que el señor Clemente Vargas Bernal
sufrió un daño que no estaba en el deber jurídico de soportar porque la norma que
dispuso la disolución y liquidación de la entidad para la cual trabajaba fue
declarada inexequible, con efectos retroactivos, por la Corte Constitucional.
Ocurre, sin embargo, que al momento de su retiro del servicio, el actor recibió una
bonificación por despido injusto equivalente a $130 154 683,38 (ver supra párr.
8.2.), en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 9 del Decreto 1065 de 1999,
que establecía lo siguiente:
14.5. Esta situación no se modifica por el hecho de que el Decreto 1065 de 1999
hubiera sido declarado inexequible en su totalidad con efectos retroactivos, pues
el acto de contenido particular mediante el cual se reconoció al demandante la
indemnización de que trata el artículo 9 ibídem tiene pleno valor en tanto se
encuentra amparado por la presunción de legalidad. Ello por cuanto la declaratoria
de inexequibilidad no afecta la validez de las situaciones particulares y concretas
creadas al amparo de la norma que ha sido expulsada del ordenamiento mientras
no haya sido anulado por la jurisdicción competente, lo cual no ha sucedido en
este caso, o al menos no existe constancia de ello.
30
[26] Sentencia C- 531 de 1993, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
31
Sentencia SU-879 de 2000, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa, reiterada en la sentencia T-1366 de 2000, M.P.
Cristina Pardo Schlesinger.
el sentido de no establecer la falta de legitimación en la causa por activa de Lina
María Vargas Rojas, de conformidad con las consideraciones de la presente
providencia (ver supra 7.1.).
FALLA