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Seminario del Buen Pastor

Arquidiócesis de Acapulco

Alumno: Alberto Hernández Campos


Profesor: Pbro. Lic. Roy Luis García Zamora
Materia: Cristología
Grado: 1° de Teología

Noviembre del 2020

“CONCIENCIA MESIÁNICA”

La realidad humana de Jesús tenía la unidad propia de un sujeto personal, que


es el Hijo encamado, y la complejidad propia de su constitución divino-humana.

Jesús tenía la vida intelectiva, afectiva y desiderativa correspondiente a


su humanidad. Su alma, creada y finita, tenía la perfección y los límites propios
de un hombre de su tiempo y lugar, pero a la vez la dotación necesaria para
cumplir su misión.

La unión hipostática es un misterio que desborda nuestra capacidad de


comprensión, la constitución de la conciencia de Jesús es igualmente un
misterio.

Es por esto, que Para comprender la conciencia de Jesús: Tenemos que


pensarla desde la nuestra y como la nuestra, pero no podemos medirla por ella
y reducirla a ella, sino, a la inversa, debemos medir y pensar lo mínimo nuestro
desde lo máximo de Cristo.

Además, hay acercamiento para poder realizar una psicología de Jesús,


por ejemplo, La Teología oriental y no pocos autores occidentales consideran
un desacato a la vez un imposible intentar penetrar en la conciencia de Cristo,
elaborando la correspondiente psicología.

Lo que se logra con este intento no pasa de ser la psicología general,


propia de un judío galileo del siglo I, pero no nos ofrece nada específico de
Jesús. Si su conciencia está determinada por la persona divina, entonces escapa
a nuestras posibilidades.

En el NT apenas encontramos base para elaborar esa psicología y


describir esa conciencia en el sentido moderno. Los evangelios presentan una
personalidad coherente y rectilínea, consciente de sí y entregada a una misión,
a la que permanece fiel hasta el final. Esto, lo podemos vislumbrar en dos
pasajes bíblicos, El niño Jesús hallado en el templo y el segundo Hasta la muerte
en la Cruz.

Por otro lado, logramos vislumbrar otros elementos en la historia vivida


de Jesús, Él no hizo ni teología ni cristología mediante afirmaciones directas
sobre su persona y misión, que difícilmente hubieran podido ser entendidas e
integradas por los oyentes dentro de su comprensión del Mesías y de Dios. Pero
tuvo unas formas de actuar, comportarse y marchar hacia a su misión.

De esta manera Jesús fue explicitando su conciencia de portador del


Reino, de profeta escatológico y de Hijo amado. (Lc 2, 41-50) Es en esa historia
encontrada en los evangelios, donde nos está dada de hecho la conciencia de
Jesús en la medida en que es realizada, aun cuando no esté explícitamente
formulada.

Si bien es cierto que para comprender qué saber general y qué conciencia
de sí mismo y de su misión tenía Jesús no tenemos otro camino que su propia
historia interpretada en la luz del NT, la lectura que bajo la acción del Espíritu
Santo ha ido haciendo la Iglesia y nuestra propia con naturalidad en la fe con él.
Entre ellos tenemos los claro ejemplos de las Bodas de Cana, la curación del
leproso, o la curación de numerosos enfermos.

Posteriormente vemos en diversas épocas el giro que va dando estas


posturas: La Patrística no planteó en explicitud el problema de la ciencia y
conciencia de Jesús. Se contentó con afirmar la integridad y perfección de su
humanidad. La Edad Media planteó el problema no en clave de conciencia sino
de «ciencia»: qué es lo que sabía Jesús y por qué cauces lo sabía.

Santo Tomás en su sistematización clásica de la ciencia de Cristo


distingue: La ciencia beatífica o propia de los bienaventurados, la ciencia infusa
o propia de los ángeles y la ciencia adquirida o experimental, propia de los
hombres.

En la edad moderna, Se da el giro moderno del objeto hacia el sujeto. De


la ciencia sobre lo otro externo a la conciencia del yo íntimo, de la metafísica a
la historia, del concepto a la experiencia. Allí se invirtieron los términos del
planteamiento anterior hasta afirmar que el hombre Jesús no había tenido
conciencia ni de su mesianidad ni de su filiación divina.

La conciencia de Jesús sobre sí mismo tiene como punto de partida y


contenido primordial su condición de Hijo respecto de Dios invocado 'abba,
Padre. La conciencia que Jesús tiene de su relación con Dios es un momento
interno de la unión hipostática.

Por otro lado, Balthasar acompasa el saber de Jesús a la misión: sabía


todo y sólo lo necesario para realizarla Es relativa al Padre y a su voluntad y por
ello constituida como obediencia, que pueda llevar consigo la ignorancia, el
sufrimiento y la entrada en la muerte en cuanto forma absoluta de fidelidad al
Padre. Es una conciencia soteriológica y preexistente, hasta el punto de sentirse
afectada por la situación y el pecado de los hombres, de cada uno de ellos. Es
conciencia filial (referida al Padre) pero a la vez Pneumática o referida al
Espíritu Santo.

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