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Para este momento Israel estaba a punto de pasar el Jordán, y se preparaba para invadir y pelear por
la tierra que Dios les había prometido, ya Moisés había muerto y Josué se encontraba al mando por lo que
decidió enviar secretamente a dos espías a reconocer la ciudad de Jericó la cual era la primera que tenían que
conquistar. Jericó era una ciudad que se encontraba resguardada tras enormes murallas cuyo acceso se hacía
imposible, sin embargo, Josué sabía que Dios se las había entregado y por eso envió dos hombres con el
propósito de espiar. Fue aquí cuando esto dos hombres entraron a la casa de una ramera llamada Rahab y esta
fue una mujer que supo aprovechar la oportunidad que Dios le ofreció para salvarse.
II. LA FE DE RAHAB.
Rahab es una mujer cuyo nombre es seguido por su oficio, el de ramera, una posición muy poco
honrosa, pero que al mismo tiempo nos representa a cada uno de nosotros como pecadores necesitados de
Dios. En la Biblia se nos habla de como por la fe esta mujer logro grandes cosas. Por ejemplo, Hebreos nos
dice que por su fe logro ser salva de la destrucción: “Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con
los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz”, (Hebreos 11:31). Santiago nos dice que por la fe
Rahab realizo obras que agradaron a Dios y fue justificada: “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue
justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?”, (Santiago 2:25). Fue
esta mujer a la cual la Biblia llama Rahab la ramera que logro por su fe ser salva no solo de la destrucción que
les avecinaba a todos los habitantes de Jericó, sino también fue justificada. Veamos como en estos pasajes del
libro de Jueces se expresa la fe de Rahab.
En primer lugar, vemos en Rahab una fe que reconoce el gran poder de Dios. Cuando el rey de Jericó
se enteró que unos espías andaban merodeando la ciudad envió hombres a capturarlos pero Rahab decidió
esconderlos. Pero ¿por qué los escondió? ¿Acaso no sabía que eran los enemigos que querían destruir su
ciudad? ¿Por qué no los entrego a los soldados con el fin de ayudar a salvar la ciudad? Bueno la razón por la
cual hizo de esta forma fue porque sabía que ningún ejército ni fortaleza, ni muros por muy altos y fuertes que
estos fuesen eran suficientes para detener a Dios. Ella sabía que el fin había llegado y que lo mejor era
acercarse al Señor Todopoderoso.
Vemos aquí un aspecto interesante de la fe de esta mujer y es el hecho de creer que solamente Dios
podía salvarla de la destrucción que venía. Ella había escuchado las grandes proezas de Dios: Porque hemos
oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que
habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los
cuales habéis destruido. Todos sabían que Dios estaba con Israel y por eso sus corazones desmayaban y esta
mujer cuando vio la oportunidad de ayudar a estos dos espías los escondió para después rogarles misericordia.
Todos debemos estar conscientes que sin Dios todos estamos perdidos, nadie puede salvarse por sus propios
medios, por ello como esta mujer debemos creer en Dios el único que puede salvarnos.
En tercer lugar, vemos en Rahab una fe que conduce a la obediencia. Como consecuencia de su
suplica por misericordia, aquellos hombres le mandaron a que atase un cordón de grana en la ventana de su
casa con el fin de que cuando llegase el ejército israelita, su vida fuese perdonada junto con todos aquellos
que estuviesen en la casa con ella, ninguno tenía que salir de la casa porque de lo contrario morirían. Ahora
bien, esta mujer no espero ni un día para colgar el cordón de grana sino en el mismo momento lo hizo
mostrándonos su gran fe. Así debe ser la fe que expresemos, un fe que nos haga obediente a su palabra porque
solamente así seremos salvos. La Biblia es clara al enseñarnos que el único camino al Padre es Jesús, y que no
hay otra forma de ser salvos, solo aquellos que obedecen y se entregan a Cristo alcanzan la misericordia de
Dios. La grana tiene un color rojizo característico y el solo ver ese cordón de grana rojizo colgado en la
ventana de Rahab nos recuerda aquel acto de fe que también Israel hizo al pintar con la sangre de los corderos
los dinteles de las ventanas y las puertas el día que Dios envió su última plaga en Egipto: la muerte de los
primogénitos, y en ambos casos es un símbolo de la sangre de Cristo que iba a ser derramada en la cruz del
Calvario para perdón de nuestros pecados. Nuestra fe tiene que verse reflejada en la obediencia a Cristo, en
creer que gracias a su sacrificio hoy podemos ser salvos.
CONCLUSIÓN
La fe es clave para nuestra salvación y la mujer que la Biblia llama como Rahab la ramera nos
enseña mucho acerca de ello. Al estudiar su vida podemos aprender al menos cuatro cosas de la fe:
(Jos. 2:2-5). ¡Qué sorpresa! Rahab era una mujer que vendía su
cuerpo, y quizá se hubiera ganado una buena recompensa por
entregar a los espías, pero por el contrario, Rahab los ocultó y
les salvó la vida, dando evidencia de su inesperada expresión de
fe.
No importa qué tan grande haya sido nuestro pecado, por la obra
de Cristo en la cruz podemos tener salvación. Rahab no fue
redimida por haber escondido los espías; no se ganó el favor de
Dios por eso. Aunque actuó con fe, ella nos enseña que Dios por
su gracia y misericordia puede redimir incluso al más pecador de
los pecadores. De hecho, aun esta misma fe de Rahab es solo
eso: fe, no una obra como tal. Y fue esa fe la que la salvó.
“Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe,
y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe”, Efesios 2: 8-9.