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Antecedentes de violencia en el Perú de las bandas delincuenciales

La delincuencia es un problema que hemos venido aquejando desde inicios de la


historia republicana en nuestro país, es a partir del siglo XIX las conductas desviadas
empezaron a tener mayor incidencia y complejidad en el territorio nacional.
El Perú no fue ajeno a la investigación de la delincuencia y de los delincuentes a través
de la historia, ya que en 1900 Mariano Prado y Ugarteche presentaron el texto: El tipo
criminal: sin mencionar algunos autores pioneros en la investigación criminológica,
aunque en aquella época se refería a los delincuentes, cuando se hablaba de indígenas,
ya que se consideraba a este como un delincuente nato.
(Corcuera, 2019) En los años 90, la atención pública en temas de seguridad se
concentraría en la aparición de pandillas y delitos callejeros, como el hurto y el robo.
Los trabajos académicos de la época tenían un marcado acento en el crimen, la
juventud y las pandillas. Al entrar en el nuevo milenio algunas pandillas fueron
lentamente mutando en bandas delictivas locales, dedicadas a robos ocasionales.

(Villegas, 2015) Las ciudades que en su mayoría son capitales que evidencian la
proliferación de este fenómeno son Arequipa, Cuzco, Chimbote, Chiclayo, Iquitos,
Huamanga y Lima. Las investigaciones al respecto indican como factores generadores
de la violencia y bandas delincuenciales a las secuelas del terrorismo, la necesidad de
protección y compañía de los jóvenes campesinos desplazados frente a la violencia, los
problemas económicos, y la discriminación hacia la cultura de la población campesina.

Aunque no existen muchos textos que analicen la evolución del crimen en Perú, es
previsible suponer que la sofisticación del crimen es un fenómeno multicausal. Por
tanto, una explicación lineal no siempre será la más precisa. No obstante, existen casos
específicos que han sido, razonablemente explicados. Aunque sus conclusiones no son
generalizables, éstas nos permiten comprender algunos fenómenos cuyo patrón es
repetitivo, al menos en el norte del país.
Nureña ha documentado la evolución de los “Pulpos” en la ciudad de Trujillo, en el
norte del Perú, a partir del año 2000. Los Pulpos fueron inicialmente una pandilla
perniciosa que luego se dedicó al hurto para, finalmente, devenir en el robo de
automóviles de transporte público (taxis). Por esa época, el robo de coches era una
modalidad generalizada en esa ciudad. El objetivo, al principio, era la venta de
autopartes, pero en un momento dado el mercado de piezas robadas de autos se
sobresaturó, lo que no hacía rentable dicha actividad.
El cambio en el mercado ilegal traería como consecuencia un cambio en la modalidad
delictiva. Los siguientes robos tendrían por objeto el cobro de un “rescate” por el auto
robado. De pronto, se dio paso al secuestro de vehículos. La generalización de esta
estrategia dio un paso más en la evolución del mercado ilegal. Poco a poco, estas
bandas delictivas empezaron a brindar protección a cambio de un pago mensual: “un
cupo”. El pago garantizaba que los miembros de la banda o de otras no robaran los
coches y, en caso de que ocurriera, la organización que brindaba protección lo
recuperaría como parte de su servicio. Sin darse cuenta, la repetición de esta práctica
haría surgir una nueva modalidad que luego se extendería por toda la ciudad, dándose
un tránsito del hurto a la extorsión.
Desde mediados de la década de los 2000 hasta la fecha el mercado de la extorsión se
ha extendido en el norte del país y se ha convertido en una modalidad generalizada.
No sólo afecta al transporte público, sino que también ha alcanzado a empresas y
comercio en diversos niveles económicos, desde importantes compañías exportadoras
a nivel nacional hasta pequeños comerciantes cuyos ingresos son bastante reducidos.
En algunas zonas, aun cuando el pago por un cupo es bastante pequeño, parece que
más que el monto individual es el número de cupos lo que hace atractivo el mercado.
Ciertamente, en Perú la economía, la sociedad y sus hábitos han cambiado y las
modalidades delictivas también. Es previsible pensar que las estructuras criminales
también se han sofisticado, lo que ha generado una mayor complejidad al estudiar,
comprender y combatir el problema. Aunque no se puede hablar de un momento
específico, las bandas criminales tradicionales han dado paulatinamente paso a
organizaciones criminales complejas.
ANTECEDENTES CRIMEN ORGANIZADO
El crimen organizado es un fenómeno relativamente nuevo en Perú. A efectos legales
se hace necesaria una definición que permita delimitar el fenómeno a sancionar por la
justicia. Por eso, en el año 2013 se promulgó la Ley 30077 contra el crimen organizado.
En esta norma, el fenómeno se define del siguiente modo:
“… se considera organización criminal a cualquier agrupación de tres o más personas
que se reparten diversas tareas o funciones, cualquiera sea su estructura y ámbito de
acción, que, con carácter estable o por tiempo indefinido, se crea, existe o funciona,
inequívoca y directamente, de manera concertada y coordinada, con la finalidad de
cometer uno o más delitos graves señalados en el artículo 3 de la presente Ley”
(Artículo 2, inciso 1).
Poco antes de la promulgación de la ley había quienes negaban la existencia del crimen
organizado peruano. Esto es de alguna manera comprensible, por lo poco estudiado
del tema.
Regularmente, las fuentes de información para estudiar el impacto del crimen están
asociados a las encuestas y los métodos cuantitativos. Existen, por ejemplo, encuestas
sobre comisarías, victimización o empresas, entre otros. Aunque estas herramientas
académicas son importantes aportes, no son el método más adecuado para abordar un
tema como el crimen organizado. No es posible hacer una lista del tema –al menos no
sin las dificultades legales del caso– y no es posible aplicar una encuesta a sus
miembros, por ejemplo.
Consideramos que el estudio de estos fenómenos es más provechoso por medio de
métodos cualitativos que difícilmente son generalizables pero que brindan una
aproximación más precisa a la dinámica de una organización criminal. En este punto,
los estudios al respecto son muy escasos.
Una fuente importante de información de estos temas se encuentra en las acciones
que el Estado ha realizado para desarticular algunas de estas organizaciones. Hace
unos años, en Perú se publicó el libro “Megaoperativos” , que da cuenta de la
respuesta que ha dado el Estado desde las acciones de la Policía Nacional del Perú
(PNP) a las organizaciones de criminales de mayor escala entre los años 2015 y 2016.
(Corcuera, 2019)
Antecedentes normativos del crimen organizado
El termino banda criminal posee antecedentes normativos que se remontan al Código
Penal de 1924. En este precedente legislativo nacional la banda era considerada una
circunstancia agravante en los delitos patrimoniales de hurto. En efecto, como se
mencionó anteriormente, el artículo 238º sobrecriminalizaba los hurtos que eran
cometidos por quien actuaba “en calidad de afiliado a una banda”. ROY FREYRE,  al
comentar esta disposición legal, señalaba que por banda debe considerarse “a la
organización, más o menos jerarquizada, compuesta de tres o más sujetos, con armas
o sin ellas, por lo común delincuentes habituales, que se asociaron para cometer
delitos múltiples e indeterminados”(Pasión por el Derecho, 2019)
Antecedentes normativos de las bandas criminales
Aquella misma función de calificante penal, también le fue asignada inicialmente
asignada a la banda en el Código Penal de 1991. Es más, incluso en algunos delitos ella
era referida como una estructura delictiva alterna a la noción de organización criminal
o de asociación delictiva. Así, por ejemplo, según la redacción del párrafo final del
artículo 189º, que introdujo el Decreto Legislativo 896 del 23 de mayo de 1998, se
reguló como agravante específica de segundo grado o nivel, que el agente de un delito
de robo lo cometiera “en calidad de integrante de una organización delictiva o banda”.
Algo similar ocurrió en la redacción original del inciso 1 del artículo 257º-A del Código
Penal, que fuera incorporado por la Ley 27593 de 13 de diciembre de 2001. En dicha
norma legal se consignó como circunstancia agravante específica de los delitos
monetarios, el que el agente hubiese actuado “como miembro de una asociación
delictiva o en calidad de integrante de una banda”.
Ahora bien, fue el Decreto Legislativo 1244 el que introdujo en la Parte Especial del
Código Penal, el artículo 317°-B para tipificar y sancionar de modo autónomo un nuevo
delito bajo la denominación de “Banda Criminal”. Se trataba de una disposición penal
inédita para nuestra legislación, pero cuya construcción normativa adolecía de una
técnica legislativa muy deficiente. El texto legal incorporado fue el siguiente:
El que constituye o integre una unión de dos a más personas; que sin reunir alguna o
algunas de las características de la organización criminal dispuestas en el artículo 317°,
tenga por finalidad o por objeto la comisión de delitos concertadamente; será
reprimidos con una pena privativa de libertad de no menor de cuatro años ni mayor de
ocho años y con ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa.
Al parecer la fuente legal extranjera seguida por el legislador nacional fue el párrafo
final, del inciso 1, del artículo 570º ter del Código Penal español. Efectivamente, esta
norma penal hispana reprime el delito de grupo criminal precisando lo siguiente. “A
los efectos de este Código se entiende por grupo criminal la unión de más de dos
personas que, sin reunir alguna o algunas de las características de la organización
criminal definida en el artículo anterior, tenga por finalidad o por objeto la
perpetración concertada de delitos”.
Sobre la necesidad y utilidad de este nuevo delito, la Exposición de Motivos del
Decreto Legislativos 1244 sólo da explicaciones difusas e incoherentes que denotan
graves carencias de soporte técnico y criminológico. Por ejemplo, se llegó a mencionar
lo siguiente: “No pretendemos redundar en lo que otros ya han señalado, pero sí dar
por sentado algunos puntos sobre su configuración y su relación con el delito de
asociación ilícita para delinquir, tipificado en el artículo 317, del código penal, todo ello
con la finalidad de aterrizar en el objetivo del presente documento, cual es, dar cuenta
de la carencia o la inexistencia de un tipo penal que sancione a aquellos grupos
criminales que, sin presentar la complejidad de las grandes organizaciones criminales
de corte empresarial en su conformación, la permanencia en su duración y la
periodicidad en su accionar ilícito, afectan con mucho mayor ámbito, frecuencia y rigor
a nuestra sociedad”(Ídem). (Pasión por el Derecho, 2019)

Bibliografía
Corcuera, J. (7 de Junio de 2019). Real Instituto elcano. Obtenido de
http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?
WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari65-2019-corcueraportugal-
crimen-organizado-peru-crecimiento-expansion-fenomeno-extorsivo-nivel-nacional

Pasión por el Derecho. (20 de Junio de 2019). Pasión por el Derecho. Obtenido de
https://lpderecho.pe/banda-criminal-legislacion-penal-peruana-victor-prado-
saldarriaga/

Villegas, F. (2015). Las Pandillas juveniles de Lima. Historia y relevancia de la violencia


delincuencias en Peru. Lima.

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