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PS.

MIGUEL ROSELL BIENVENIDO AL RESTO DE TU VIDA

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Índice

Sesión Primera ................................................................................................................ 3


Introducción ............................................................................................................... 3
En este cursillo ........................................................................................................... 4
Conclusión ................................................................................................................. 4
Sesión Segunda ................................................................................................................ 6
Quién y cómo es Dios.................................................................................................... 6
Introducción ............................................................................................................... 6
1. La Revelación de Dios .................................................................................. 6
2. ¿Quién es Dios? ............................................................................................ 7
3. Los atributos de Dios .................................................................................... 8
Atributos Naturales .................................................................................................... 8
Atributos Morales ...................................................................................................... 9
4. Aprendiendo a orar ..................................................................................... 11
5. Conociendo a Dios...................................................................................... 11
Sesión Tercera ............................................................................................................... 13
Quién y cómo es el hombre ......................................................................................... 13
Introducción ............................................................................................................. 13
1. ¿Quién es el hombre?.................................................................................. 13
2. ¿Cómo es el hombre?.................................................................................. 14
3. La caída del hombre.................................................................................... 14
a) Satanás y el hombre caído ...................................................................... 15
Conclusión ............................................................................................................... 17
Sesión Cuarta ................................................................................................................ 18
La responsabilidad del hombre.................................................................................... 18
Introducción ............................................................................................................. 18
1. El fútil intento del hombre .......................................................................... 18
2. ¿Qué tal un pequeño ejemplo?.................................................................... 20
3. A los escogidos ........................................................................................... 20
4. Siguiendo con el ejemplo de la jarra........................................................... 21
5. El pecado y su raíz ...................................................................................... 22
6. El trono de mi corazón................................................................................ 23
7. La muerte .................................................................................................... 23
Conclusión ............................................................................................................... 25
Sesión Quinta ................................................................................................................ 26
La respuesta de Dios.................................................................................................... 26
Introducción ............................................................................................................. 26
1. El amor de Dios que le llevó a la cruz ........................................................ 27
La salvación no depende del hombre, sino de Dios ................................................. 28
Sólo en Cristo hay salvación .................................................................................... 29
2. La resurrección de Jesús ............................................................................. 29
3. Nueva vida .................................................................................................. 30
4. Señor y amigo ............................................................................................. 32
Conclusión ............................................................................................................... 33

¡Bienvenido al resto de tu vida! 2


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¡BIENVENIDO AL RESTO DE TU VIDA!

Sesión Primera

Introducción

Cuando las personas han sido tocadas por el poder de Dios, y han venido a salvación, se
inicia en ellas todo un proceso de vida y de cambio, en la dirección de Dios, cual es el
ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos” (Romanos 8: 29).

Entendiendo que siendo ya Cristo tu Salvador de facto, y tu Señor, se ha producido en


tu vida esa reconciliación que fue predestinada por Dios desde antes de la fundación del
mundo:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes
de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en
amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1: 3-5)

Habiéndose producido esa bendita reconciliación con Dios (2 Corintios 5: 20), ahora en
tu corazón hay paz. Dijo Jesús:

„La paz os dejo, mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón ni tenga miedo‟ (Juan 14: 27)

Ahora ya no hay temor en tu corazón porque sabes que el Dios Todopoderoso es tu


Padre ¡Cristo en nosotros es paz con el Dios Eterno!

Con que Dios es Eterno, El te ha concedido el don de la vida eterna, y siendo de ese
modo, tú ya sabes que eres salvo:

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”
(Romanos 8: 16)

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”
(Romanos 8: 14)

Por haber sido salvado por la gracia de Dios, mediante la fe, la cual es también de Dios,
(Efesios 2: 8, 9), un día Le verás cara a cara y no te avergonzarás, sino que te alegrarás
como ahora te alegras experimentando esta nueva amistad con El ¡El nunca te
defraudará!

Ahora ya eres hijo de Dios. No todos los hombres son hijos de Dios, sólo los que tienen
a Cristo:

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„A lo suyo vino (Cristo), y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron,
a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios‟ (Juan 1: 11,
12).

En este cursillo

En este cursillo, veremos cuáles son las características básicas del cristianismo; verás
que no es una mera religión, sino el que Cristo vaya siendo formado en ti, porque de eso
se trata: „...hasta que Cristo sea formado en vosotros‟ (Gálatas 4: 19b), lo cual implica
el proceso de santificación en el que deberemos seguir avanzando:

“pues la voluntad de Dios es vuestra santificación…” (1 Tesalonicenses 4: 3)

Tus pecados del pasado ya han sido perdonados y olvidados por Dios gracias a Cristo
¡ahora empieza tu verdadera vida!:

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo” (Romanos 5: 1)

„Si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son
hechas nuevas‟. (2 Corintios 5: 17)

Exclamó el apóstol Pablo:

„Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí...‟
(Gálatas 2: 20)

¡Cuando Cristo vive en nosotros por la fe, entonces realmente estamos vivos!

En este nuevo caminar, necesitaremos entender muchas cosas, rehacer patrones de


pensamiento (Romanos 12: 1, 2), reconsiderar muchas cosas para verlas como Dios las
ve, y no como solíamos verlas. El que Cristo viva en mí significa que yo debo morir a
mí mismo en cuanto a mi egoísmo, orgullo, rebeldía etc., es decir, “hacer morir” el Ego
o el Yo egoísta y pecaminoso. De todo ello trata este cursillo, entre otras cosas.

Para entender el cristianismo tal y como Dios lo entiende, deberemos aprender cada día
de la Palabra de Dios, la Biblia. Ella es la que te instruirá, ayudado por el Espíritu
Santo. Dijo el apóstol Pablo:

„Toda la Escritura (la Biblia) es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra‟ (2 Timoteo 3: 16, 17)

Conclusión

 La obra más importante en la vida es conocer y seguir a Cristo.

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 El resultado de esa salvación es paz con Dios (Juan 14: 27).


 La vida eterna se recibe cuando se recibe al Autor de la eternidad y de la vida.
 Sólo es hijo de Dios aquél que tiene al Hijo de Dios en su vida.
 El cristianismo, es Cristo en ti. Cristo formándose en ti.
 Habiendo nacido de nuevo, Dios ya no tiene memoria de tus pecados pasados.
 El alimento de Dios es Su Palabra: „Escrito está: No sólo de pan vivirá el Hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios‟ (Mateo 4: 4).
 La vida cristiana hay que entenderla como Dios la entiende.

¡Hay mucho que aprender, y reaprender! Pero para que ello sea posible, no nos vamos a
centrar en principio ni en ti, sino en Quién es más importante. No eres tú, ni soy yo... es
Dios. Esto haremos en la siguiente sesión.//

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Sesión Segunda

Quién y cómo es Dios

Introducción

Dios no cambia. Dice la Biblia que El es el mismo ayer y hoy y por los siglos (Hebreos
13: 8). Lo que El ha dicho, es lo que El sigue diciendo. El no cambia porque es eterno.
El te ha amado siempre, y tú no lo sabías... Ahora todo es diferente. Ahora empiezas a
conocerle y por consecuencia, a amarle. Ahora, estando en Cristo, Dios ya no es lejano,
ya no es un desconocido. Dios ahora es cercano a ti, y se te irá revelando de forma
personal. Tu meta en la vida ahora es conocerle y amarle. Cuanto más le conozcas, más
le amarás, porque Dios es amor, y eso hace que busques el dar a conocer estas Buenas
Nuevas a otros, así como ha sido contigo.

¡Conocerle y darle a conocer será tu estilo de vida de aquí en adelante, así como
obedecerle!

Llegados a este punto, empecemos, sucintamente, a ver Quién y cómo es Dios. Antes
veremos como ese Dios maravilloso se ha dado a conocer a su cria tura, el hombre.
Empecemos pues, por Su revelación.

1. La Revelación de Dios

Ya a partir del primer versículo, la Biblia habla de Dios (Génesis 1: 1). De un extremo a
otro de Su Palabra, la Biblia, Dios se revela a sí mismo, esa revelación es vital para
nosotros, sin la cual, no sabríamos nada suficiente acerca de Él.

Antes de que llegara la Palabra escrita, Dios se manifestó por la obra de la creación.
Esta muestra la gloria, poder y Deidad del Creador (ver Salmo 19: 1; Romanos 1: 20).
Todo hombre sabe, si es honesto, que hay un Creador sólo por contemplar lo creado.
También por la conciencia, los hombres poseen una cierta noción de la voluntad de Dios
(Romanos 2: 15).

Sin embargo, la humanidad caída no puede nunca por sí misma llegar a Dios, ni de
forma general, ni individual. La diferencia está, como iremos viendo, en que Dios llega
al hombre a través de Jesucristo.

Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, nos dio a conocer al Padre. Es más, El dijo
claramente que nadie llega al Padre sino por él mismo (Juan 14: 6), y también dijo que
nadie podía venir a Cristo, si no le fuere dado del Padre:

“Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del
Padre” (Juan 6: 65)

Dios, además de revelarse por Su Palabra y por Su Hijo, tambié n se revela por Su
Espíritu. Siendo uno verdadero creyente, el Espíritu Santo, es Quién mora en la persona

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salva y le da luz constantemente sobre cómo agradar a Dios, revelando Su voluntad


conforme se va obedeciendo a lo que previamente ha ido dando a ente nder. Dijo Jesús:

„Cuando venga el Espíritu de verdad (el Espíritu Santo), El os guiará a toda verdad...‟
(Juan 16: 13)

Fíjate que en pocas palabras hablando de Dios, hemos hablado de Tres Personas: El
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ese es el verdadero Dios, el Creador de todas las
cosas.

2. ¿Quién es Dios?

En la Biblia, en el libro de Deuteronomio capítulo 6, versículo 4, leemos la declaración


del Dios de Israel, el único y verdadero Dios, a Su pueblo Israel:

„Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es‟.

Parecería que esta declaración de fe nos habla de una sola Persona, pero observándola
atentamente vemos que no es así; y aún más si analizamos el hebreo original, que sería:

“Sh‟má Israel YHVH Elohenu, YHVH ejad”. Traducido al castellano es: “Escucha
Israel, Jehová es nuestro Dios, Jehová es una unidad”

Así pues, la mejor traducción sería ésta: “...Jehová es una unidad”.

De paso quiero decirte que tanto “Jehová” como “Yahwé”, son en castellano el nombre
de Dios que Israel usaba, entre otros. Este es el nombre de Dios con el cual se dio a
conocer a Moisés en el Antiguo Testamento. Este nombre significa: “YO SOY EL QUE
SOY” (ver Éxodo 3: 14).

Pero aquí, la palabra clave es “ejad”, que traducida al castellano es “unidad”. Dios es
una unidad.

Evidentemente, sólo será posible concebir una unidad en base a dos o más
individualidades o singularidades. Hablamos de una unidad de cosas, o de personas. No
puedes unir algo que sea singular. Se une un elemento a otro y eso representa una
unidad de dos o más elementos, según cuantos sean.

Ya en el Antiguo Testamento, Dios se revela a su pueblo como una unidad de Tres


Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta es la Trinidad.

Nosotros creemos en un Dios que es Tri-Uno o Trino.

Cada una de estas Personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, desempeñan


funciones diferentes, pero cada una es Dios.

Jesús claramente mencionó al Padre, a Sí mismo y al Espíritu Santo en Mateo 28: 19,

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„Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo‟.

Hay un versículo en el libro de Isaías (en la Biblia) que realmente me toca. Define en
unas pocas palabras Quién y cómo es Dios; además nos muestra claramente la
implicación que tiene con nosotros, los que le amamos. Dice así:

„Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el
Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu,
para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los
quebrantados‟ (Isaías 57: 15).

Dios es el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, el Santo. Dios se define a sí mismo
como el Inalcanzable a efectos del mero esfuerzo humano; sin embargo, El que habita
en la altura y la santidad, también habita con el quebrantado y humilde de espíritu, es
decir, con el que reconoce su necesidad de Dios y espera en El. Dios es el que nos
vivifica en espíritu.

3. Los atributos de Dios

A la pregunta ¿Quién es Dios?, hemos hablado de Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el
Espíritu Santo, que constituyen los Tres, un solo Dios. Llegados a este punto no
tenemos por menos que abordar la cuestión que no puede venir más que en segundo
lugar; ¿Cómo es Dios? Aquí es donde deberemos mencionar lo que se denominan los
atributos de Dios, las características por los que se distingue de Sus criaturas.

Atributos Naturales

Dios es Soberano. La palabra soberano significa el superior o el más alto, supremo en


poder, superior en posición antes todos los otros. Cuando decimos que Dios es soberano
estamos diciendo que Él es el número uno, el único, gobernador en el universo.
Aplicación: La idea de la soberanía es un alentador único, porque asegura al cristiano
que nada está fuera del dominio de Dios, y que Sus planes se llevan a cabo
triunfalmente (Romanos 8:28).

Dios es Eterno. Nunca ha habido un tiempo cuando Dios no existió. Dios no tiene
principio ni tiene fin. Aplicación: Siendo eterno, Dios no está limitado por el tiempo.
Habiendo existido siempre, Él ve el pasado y el futuro tan claramente como el presente.
Con esta perspectiva, Él tiene un conocimiento óptimo en cuanto a lo que es mejor para
nuestras vidas. Sabiendo esto, deberíamos estar dispuestos a confiar en Él con nuestras
vidas. “Fíjate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus verdades”. (Proverbios 3:5-6)

Esto no significa sólo que Dios haya existido siempre, y que siempre existirá (Salmo 90:
2; Juan 1: 1; Hebreos 9: 14), quiere decir, además, que nuestras nociones del tiempo y
del espacio no Le son aplicables (2 Pedro 3: 8). Estos dos elementos son creación suya,
y por lo tanto, el Creador no está atado o supeditado a ellos.

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Dios es Omnisciente. Dios posee todo el conocimiento que hay que tener. Nada le pilla
por sorpresa. Aplicación: Considera la omnisciencia en relación con la seguridad eterna
del creyente. Si Dios todo lo conoce, entonces es obvio que nada puede venir a la luz
después de la salvación, la cual Él ya nos hizo saber por cuanto Él ya nos salvó.
Sabiendo todo acerca de nosotros, Él aún perdonó todos nuestros pecados, y nos aceptó
para siempre dentro de Su familia.

Dios es Omnipresente. Dios está presente infinitamente y personalmente en todas partes


a través de todo el tiempo y el espacio, pero no en un sentido panteísta, impersonal, es
decir, como si no pudiera distinguirse de su creación. Aplicación: Dios está presente en
todas partes. Si Dios está en todas partes, es disparatado pensar que podemos ocultarnos
de Él. En el Antiguo Testamento leemos acerca de Jonás que intentó huir de Dios, pero
él terminó dentro del vientre de un gran pez, y Dios estuvo presente en aquel
acontecimiento. Por otra parte, también significa que un creyente en la Actualidad podrá
experimentar la presencia de Dios en todo momento y las bendiciones de andar con Él
en un sentido muy intenso.

Dios es Todopoderoso. Dios es todopoderoso, teniendo mucho más poder para obrar
que la suma total de todas las cosas. Aplicación: Porque Dios es todopoderoso, el
creyente es guardado seguro en su salvación. Nuestra salvación tiene lugar porque el
evangelio “es poder de Dios para salvación” (Romanos 1:16). Además, la
omnipotencia de Dios es vista en Su poder para crear (Génesis 1:1); en Su preservación
de todas las cosas (Hebreos 1:3), y en Su cuidado providencial por nosotros.

Dios es Inmutable. Dios nunca cambia en Su naturaleza o atributos. Aplicación: La


Biblia contiene miles de cosas que Dios ha prometido hacer para aquellos q ue le
pertenecen. Podemos estar seguros y confiados de que Él guardará y hará cumplir Su
palabra.

Atributos Morales

Dios es Perfecto. Es imposible para Él que haga o causa algo que sea imperfecto.
Aplicación: Porque Dios es perfecto, Él demanda la perfección de aquellos que
desearían estar en Su presencia. Jesús dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro
Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Esta norma imposible nos
muestra que la salvación no es humanamente posible (Mateo 19:23).

Dios es Justo. Es imposible para Él hacer algo que sea injusto o falso, ya sea para Él
mismo o para el hombre. Aplicación: La justicia de Dios es con más frecuencia
aplicable en el área del juicio. Cuando los hombres permanezcan ante Dios para ser
juzgados, entonces recibirán plena justicia. Esto es tanto un consuelo (para aquellos que
han sido injustos en la vida, pero que ahora confían en Él para salvación) como una
advertencia (para aquellos que creen que pueden huir de las consecuencias de hacer e l
mal) (Romanos 1:18).

Dios es Amor. (1 Juan 4: 8; Gálatas 2: 20b; 2 Timoteo 1: 7) El amor de Dios es perfecto


e infinito. Su amor es dado libremente y sin consideración alguna al grado de mérito del
sujeto. Es incondicional. Aplicación: El amor divino es aquel que busca lo bueno para el
sujeto amado. El mismo amor se expresa en acción. Dios es nuestro ejemplo. Él

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demostró su amor por nosotros enviando a Jesús para morir en nuestro lugar (Romanos
5:8). ¿Cómo podemos hoy día demostrar el amor a alguien más?

Dios es Santo. (Juan 17: 11; Hechos 4: 27; Juan 14: 26). Hay tantos textos en la Biblia
que declaran esta realidad que sería prolijo enumerarlos todos. El término santo
significa separado, puesto aparte. Dios se distingue radicalmente de los hombres
pecadores. En el Antiguo Testamento, la santidad de Dios se hacía patente en la
distancia que mantenía entre Sí y los hombres. Sólo los sacerdotes podían ofrecer
sacrificios. El lugar Santísimo del Templo era accesible solamente al sumo sacerdote, y
sólo una vez al año (Levítico 22: 20). Con todo ello, el Señor enseñaba que nadie podría
estar ante Su presencia sin ser santo como El es santo (1 Pedro 1: 16). Esto sólo fue
posible a través de Jesús, ya en el Nuevo Testamento. A través de su sacrificio en la
cruz, del derramamiento de Su preciosísima sangre, El pagó el precio de esa santidad, y
ahora tú y yo somos santos porque hemos recibido el beneficio de Su santidad; de
hecho, es Su misma santidad que nos cubre. Por ella, tenemos acceso libre a la presencia
de Dios (He. 12: 14).

Dios es Verdad. Él es la verdad absoluta. Aplicación: En Juan 18:38, Pilatos preguntó:


“¿Qué es la verdad?” El hombre está constantemente buscando la verdad, pero
torcidamente, porque la busca en otras fuentes y no en Dios. Jesús dijo : “Yo soy la
verdad”. Pero el hombre ha detenido la verdad con injusticia (Romanos 1:25). Cuando
una persona acude a Jesús, su búsqueda de la verdad concluye y empieza la libertad.
Jesús dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (Juan 8:32).

Dios es personal:
Muchos piensan que Dios es una fuerza impersonal que vaga por el espacio, ¡Nada más
alejado de la realidad!

Dios es Personal. Este es a menudo un hecho que mucha gente pasa por alto. Mucha
gente, al preguntarles sobre si creen en Dios dicen: “Bueno, algo tiene que haber...”.

Una “Fuerza” nunca podrá llegar a ser Padre; y Dios es Padre. No obstante, eso no
anula Su Poder...

Dios es amor, y ese amor de Dios es incondicional y sacrificial. Quiere esto decir que no
hay que hacer nada especial para merecer su amor.

Todo lo que, como hijos de Dios por adopción, hemos venido a ser, Dios ya lo tenía
perfectamente dispuesto:

„Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Mi embrión


vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego
formadas‟. (Salmo 139: 13, 16)

Dios le dijo al profeta Jeremías:

„Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di


por profeta a las naciones‟ (Jeremías 1: 5)

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4. Apre ndiendo a orar

Dios nos ha dado un don muy especial para poder hacerle llegar nuestro mensaje, la
Biblia lo llama ORAR.

Dios está atento a nuestro clamor siempre:

Dijo David en el Salmo 34:

„Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos‟ (v.15)

Y en el Salmo 94, leemos así:

„El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no oirá? (v.9)

Tenemos toda la libertad de acercarnos a nuestro Padre Celestial y hablar con Él. Orar
es estar en verdadera comunión con Él en el Espíritu.

No te preocupes en cuanto a las palabras que has de usar, los paganos del tiempo de
Jesús pensaban que por usar vana palabrería repetitiva Dios les iba a escuchar. Pero
fíjate en lo que Jesús enseñaba a sus discípulos: „Y orando, no uséis vanas repeticiones,
como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos, no os hagáis, pues,
semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que
vosotros le pidáis‟ (Mateo 6: 7, 8)

Dios no quiere que le “recitemos” algo que previamente alguien escribió a modo de
“rezo”.

Quizás pienses que no sabes qué tipo de “lenguaje” has de usar. Dios quiere que te
dirijas a Él con convencimiento y fe. El siempre escucha a Sus hijos.

Además, leemos en el Salmo 139 de nuevo, lo siguiente:

„Oh Señor, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi


levantarme. Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y
mi reposo y todos mis caminos te son conocidos; pues aún no está la palabra en mi
lengua, he aquí, oh Señor, tú la sabes toda‟ (v. 1-4)

Dios ha hablado, y lo ha hecho en Su Palabra, la Biblia. Allí encontramos Su dicho.

5. Conociendo a Dios

Hay mucha gente que dice creer en Dios. Cualquier religioso te dirá que cree en Dios.
No obstante, la cuestión no estriba en creer en Dios sino ¡en creer a Dios!

La Biblia dice que los demonios creen en Dios:

„Tú crees que Dios es uno, bien haces. También los demonios creen y tiemblan‟
(Santiago 2: 19)

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¡Los demonios tienen más temor de Dios que muchos hombres y mujeres! porque a
pesar de que son rebeldes y están inexorablemente perdidos, saben Quién es Dios. Ellos
no sólo creen en Dios, ¡hasta Le obedecen sin más cuando Dios les ordena algo! La
diferencia es que Le obedecen porque no tienen más remedio.

Tú y yo obedecemos a Dios porque Le amamos.

Muchos creen en la existencia de Dios; pero hay una gran, y enorme distancia entre
creer en la existencia de Dios y creer a Dios. ¡Sólo se puede creer a Dios cuando se le
conoce personalmente!

El gran privilegio del hijo de Dios es conocer a su Padre Celestial. Creer a Dios es tener
la seguridad de que lo que El dice, El cumple. Creer a Dios, sólo puede ser
consecuencia directa de conocerle. Le vamos conociendo más conforme El se r evela a
nosotros, y es en Su Palabra, la Biblia donde le conocemos; de ahí la absoluta
importancia de leerla y aprenderla.

Conclusión:

 Dios no cambia (Hebreos 13: 8); el hombre sí.


 La vida cristiana es conocer a Dios y obedecerle.
 Dios se revela por Su Palabra, y por lo creado. Dios por Su Espíritu habla a nuestra
conciencia.
 Dios es Tres Personas.
 Los atributos de Dios son los Suyos propios, que le distinguen de Sus criaturas. Dios
es Eterno, es Omnisciente, Omnipresente, Todopoderoso, etc.
 Dios oye, ve, entiende, habla. Dios es Personal. Ese Dios ama a sus hijos con un
amor incondicional.
 La oración es estar en comunión activa con Dios.
 Creer a Dios te llevará a conocerle personalmente.

Para seguir entendiendo las cosas de Dios, es recomendable comprender cómo es la


creación más importante de Dios: El hombre. Eso lo veremos en la siguiente sesión//

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Sesión Tercera

Quién y cómo es el hombre

Introducción

Así como Dios no ha sido creado, el hombre sí lo ha sido. El hombre es creación de


Dios. El hombre no se hizo a sí mismo como algunos intentan enseñar hoy en día.
Tampoco es producto de ninguna evolución; no proviene de ninguna especie animal
previa, llámesele primate, por ejemplo.

¡Lo único que tiene el chimpancé en común con el ho mbre es un mismo Creador!

El hombre no controla su destino, y nunca llegará a ser Dios, como enseña la llamada
“Nueva Era”. Este es el mismo engaño y seducción de Satanás dirigido a Eva. El
hombre no es Dios. El hombre es una creación de Dios, pero eso sí, la creación más
maravillosa que Dios ha hecho.

1. ¿Quién es el hombre?

Dice la Biblia (1 Tesalonicenses 5: 23) que el ser humano es tripartito, es decir, que está
formado de tres partes definidas aunque interdependientes: cuerpo, alma y espíritu. El
hecho de que el hombre sea tripartito, nos recuerda que Dios es Trino.

La Biblia dice que Dios, en Su propósito inicial, hizo al hombre a Su imagen, conforme
a Su semejanza, y lo hizo con un propósito, el de señorear sobre todo lo creado en la
tierra (Génesis 1: 26-30). También enseña la Biblia como fue creado el primer hombre,
Adán.

„Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz
aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente‟ (Génesis 2: 7)

Vemos que el ser humano fue creado directamente por Dios, cuerpo (del polvo), alma y
espíritu.

Dios vio que no era bueno que el hombre estuviera solo, y dijo : „...le haré ayuda idónea
para él‟ (Génesis 2: 18). Decidió, entonces, crear a la mujer, y fue así:

„Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía,
tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios
tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre‟ (Génesis 2:21, 22).

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2. ¿Cómo es el hombre?

El hombre fue creado a imagen de Dios, por lo tanto tiene un carácter y personalidad,
aunque después de la caída todo cayó en total depravación.

Antes de la caída, Adán y Eva tenían en común con su Creador algo que les definía por
encima de todas las demás criaturas corporales: Su libre voluntad. Sin embargo, el
hombre fue diseñado para depender de su Creador. En primera instancia, Dios esperaba
que el hombre, libremente, decidiera sujetarse a su Hacedor. No obstante, Adán se
sujetó a su mujer, habiéndose ella previamente sujetado al diablo al desobedecer a Dios.
Como resultado de todo ello, la humanidad entera murió “…en Adán todos mueren…”
(1 Co. 15: 22), tanto física como espiritualmente.

El ser humano caído tiene su propio y depravado sentido del bien, y así vive su vida
aquí en la tierra. En realidad el hombre natural es amador de sí mismo. La Biblia lo dice
claramente:

“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3: 19)

El que ama su pecado, no puede amar a Dios, y esa es la condición de todos los
hombres sin Cristo.

La Biblia tiene todo que decir al respecto. El hombre (hombre y mujer), fueron creados
por Dios no sólo para señorear sobre la creación de Dios, sino para tener una amistad
muy íntima con Él, estándole sujetos. Una vez creados, reflejaban a Dios en sus vidas.
Antes de la caída, Adán y Eva eran puros y mantenían una relación perfecta con el
Creador. Este es un patrón a buscar como cristianos. Era una relación de amor perfecto
entre el Creador y sus criaturas humanas. No obstante, eso duró poco.

3. La caída del hombre

Cuando Dios terminó Su creación (Génesis 2: 1), vio y consideró que todo lo que había
hecho era bueno en gran manera (Génesis 1: 31). La muerte no estaba en el mundo. De
hecho, no había enfermedades, ni catástrofes naturales, ni ningún tipo de deficiencia. El
clima era ideal, todo rebosaba de vida.

El hombre fue levantado por Dios para regir todo lo que Él había creado. La
responsabilidad de todo estaba en las manos de Adán. Y así fue por pocos años. Hasta
que usando de su libre albedrío, Eva fue engañada por Satanás, prefiriendo de hecho
romper su relación con Dios al decidir creer las promesas mentirosas del diablo (leer
Génesis 3), arrastrando a Adán, que consintió en todo.

Entre otras cosas, esto produjo la interrupción de la comunicación entre el Creador y


sus criaturas.

El relato del Génesis es diáfano:

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„Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que el Señor había
hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del
huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la
mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como Dios sabiendo el bien y el mal‟ (Génesis 3: 1-4).

La desobediencia de la mujer y luego del hombre (Génesis 3: 6), desencadenó maldición


de parte de Dios. Esa maldición vino sobre toda la tierra hasta hoy.

„...maldita será la tierra por tu causa (la de Adán), con dolor comerás de ella todos los
días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el
sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra...‟ (Génesis 3: 17-19).

Al estar el hombre separado de Dios, la muerte entró en el mundo. No sólo la muerte del
mismo hombre (Génesis 2: 17), sino la muerte de todo lo creado sobre la tierra.

Esta caída hay que entenderla en toda su medida; significa condenación. El hombre se
condenó a sí mismo al salirse de la cobertura sobrenatural de Dios su Creador. Por lo
tanto, hemos de entender que el hombre natural, es decir, el hombre sin Cristo (1
Corintios 2: 14) está condenado, porque está separado de Dios. Esta es la consecuencia
del mal uso de la libertad y de la libre voluntad que le fueron otorgadas al ser humano.

Por lo tanto, el hombre es un ser totalmente depravado.

Dice la Biblia:

„...la muerte entró por un hombre (Adán)...porque así como en Adán todos mueren...‟ (1
Corintios 15: 21, 22)

El resultado de la desobediencia de Adán ha quedado bien patente a través de toda la


historia de la humanidad: Pecado, maldad, guerras, enfermedades, hambres, desgracias,
y un tan largo etcétera que todos conocemos tan bien ¡Basta sólo echar un vistazo al
telediario de cualquier día!

El hombre no fue creado para ser Dios. Y esto es lo que muchos irresponsables no
entienden aún. El pretender ser dios de tu vida, te lleva a una inexorable perdición. El
hombre no fue creado para eso.

La caída del hombre facilitó el plan de exaltación de Su Hijo y de los que un día
estaremos glorificados con Él (Ro. 8: 29-31)

a) Satanás y el hombre caído

Creyendo el hombre la mentira del diablo de que iba a ser independiente y dueño de sí
mismo, muy al contrario, se vio en las manos del Enemigo de su alma. Al obedecer a
Satanás, el hombre se hizo esclavo de él hasta hoy.

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Satanás, el antiguo Lucifer, que tanto odia a Dios, así odia al hombre porque fue creado
a Su imagen.

¿Por qué Dios autorizó la tentación de Satanás? El hombre, como ser libre, debía
libremente escoger amar a Dios. Libremente escogió lo contrario.

Satanás, que significa “adversario”, el que fuera un precioso querubín, en su día se


rebeló contra Dios. Quiso ser igual a Dios y arrastró a la tercera parte de los ángeles en
su caída (Ezequiel 28: 12-19; Isaías 14:12-19; Apocalipsis 12: 3, 4). Satanás es un
rebelde. Jesús de Nazaret dijo de él que es el “padre de mentira” (Juan 8: 44b). La
Biblia dice que su función es “robar, matar y destruir”. No actúa de manera clara, casi
siempre lo hace solapadamente a través de mil argucias y engaños ¡incluso se disfraza
como ángel de luz para engañar a muchos! (2 Corintios 11: 14).

La rebelión del hombre recuerda a la de Satanás. ¡Satanás quiso ser como Dios, el
hombre quiere ser Dios de sí mismo!

El destino de Satanás será el “lago que arde con fuego y azufre” (Mateo 25: 41;
Apocalipsis 20: 10). Ese también será el destino de todo hombre y mujer que no se
arrepiente de su rebeldía (Apocalipsis 20: 15).

Todo lo que Dios le ordenó al hombre era que no comiera de cierto fruto de cierto árbol;
el árbol de la ciencia del bien y del mal, que estaba en el huerto del Edén (Génesis 2: 16,
17). Era algo sencillo de cumplir. Sin embargo, el problema estaba, no tanto en cuanto a
comer del fruto de ese árbol, sino en el por qué de dicha acción.

El motivo por el cual Eva comió, y luego Adán, fue porque “el árbol era bueno para
comer” (según su percepción), porque era “agradable a los ojos” (atracción por la vista),
y “árbol codiciable para alcanzar sabiduría” (codicia en acción, para llegar uno a ser
algo en sí mismo, fuera de Dios) (leer Gn. 3: 6)

En otras palabras, creyeron el engaño de la serpiente (Satanás) de que serían como Dios,
es decir, serían dueños de sí mismos.

Este es el mismo engaño que subsiste en la sociedad hoy en día; la gente quiere ser
independiente y ser dueña de sí misma, ignorando que hay un Dueño del universo y que
nadie se pertenece a sí mismo. Adán y Eva llegaron a codiciar el pensamiento de que
podían “ser” en sí mismos; ese atributo sólo lo tiene Dios. De hecho, el nombre de Dios
es JEHOVÁ que significa, como vimos: YO SOY.

El hombre no puede tener vida en sí mismo. Sencillamente, no es así. El pretender esto,


es dar la espalda a Dios el cual sí es la vida; y perderse para siempre.

El pecado de Adán trajo otra consecuencia añadida: El hombre ya no pudo, ni puede,


hacer nada por sí solo para restaurar lo que él mismo rompió, y sigue rompiendo cada
día. El hombre natural es esclavo de su pecado.

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“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos
5: 12)

Todos los hombres que siguieron a Adán y Eva fueron alejándose paulatinamente más y
más de Dios, sólo hay que leer el relato del Génesis. El mismo Dios declaró: „...el
intento del corazón del hombre es malo desde su juventud...‟ (Génesis 8: 21). Esto
quiere decir que desde que el ser humano tiene uso de razón, peca y es un pecador. Esta
es la realidad.

La Biblia asegura que: „No hay justo, ni aun uno...Por cuanto todos pecaron, están
destituidos de la gloria de Dios‟ (Romanos 3: 10, 23).

En Isaías 53: 6, encontramos:

„Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino...‟

El hombre no es básicamente bueno, sino básicamente malo. Es malo porque decidió


apartarse del Único que le puede hacer bueno: Dios, el único bueno (Lucas 18: 19). Esta
es la verdad, y en la próxima sesión veremos más de todo ello.

El estado del hombre, es en términos teológicos, de depravación total.

Conclusión

 El hombre es una criatura de Dios con todo lo que eso implica: Creado para depender
de su Creador.
 El hombre es un ser tripartito: Cuerpo, alma, y espíritu. Eso nos recuerda que Dios es
Trino.
 Fue creado directamente por Dios: Cuerpo, alma y espíritu.
 El hombre fue creado a la imagen de Dios: Quiere esto decir que tiene personalidad,
mente, voluntad, sentimientos, espíritu.
 El hombre busca su identidad en mil cosas, pero ésta sólo procede de Dios, su
Creador.
 La caída del hombre es sinónimo de: El hombre pretendiendo ser como Dios.
 El hombre creyó el engaño del Enemigo de su alma, el diablo, y éste,
consecuentemente, tomó autoridad sobre aquél. El hombre natural (sin Cristo), es
esclavo del diablo, ¡y aún cree que es libre!
 Dios permitió la tentación del diablo para que el corazón del hombre fuera probado.
El acto de amor del hombre creado, hacia Dios debía ser libre, como lo es el de Dios
hacia el hombre.
 El hombre por sí, ya no puede volver a restaurar lo que él mismo rompió.
 La Biblia dice que el hombre es malo desde su juventud (Génesis 8: 21)//

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Sesión Cuarta

La responsabilidad del hombre

Introducción

En la sesión anterior vimos la condición del hombre antes y después de la caída. Dios,
cuando acabó su obra, nos relata el Génesis que todo lo hizo bueno. Dios creó al
hombre inocente, en lo que se denomina santidad pasiva. No obstante, ese amor del
hombre debía ser probado, porque está escrito que Dios prueba la mente y el corazón:

„Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según
su camino, según el fruto de sus obras‟ (Jeremías 17: 10)

La prueba fue sencilla. Sólo pretendía poner a la luz la intención del corazón y de la
mente de Adán y Eva. Con todo, tristemente, fracasaron.

Desde entonces, el hombre ha intentado “llegar al cielo” inventando mil religiones;


hasta construyéndose una torre, la de Babel (ver Génesis 11). Nada de eso le ha servido
nunca, ni le servirá.

1. El fútil intento del hombre

El hombre, como ser espiritual que es, busca algo que pueda darle paz. No hay que
olvidar que Dios ha puesto una conciencia en cada ser humano.

Mucha gente piensa que, como Dios es amor, se Le podrá convencer con cualquier
“declaración de buenas intenciones”, practicando, muy sinceramente, una religión
determinada, ya que, como algunos dicen inconsecuentemente “todos los caminos
llevan a Dios‟‟. A través de cualquier ritual religioso o humanista, “haciendo el bien a
los demás”, siendo “buena persona”, etc.

En la sociedad, hoy en día, y a través de los medios de comunicación, se nos dice que el
entorno del individuo es el que definitivamente le marca para siempre. Se presenta
como solución el acceso a la educación. Sin desmerecer el beneficio particular y social
de la misma, es menester decir claramente que ésta no es ninguna verdadera solución
definitiva. Partimos de la premisa de que no siempre el trasfondo social del individuo le
marcará definitivamente. Ha habido grandes hombres de Dios los cuales nacieron en el
seno de familias muy pobres, o de barrios de gran marginalidad. Drogadictos y
borrachos sin remisión se han convertido a Cristo y sus vidas han cambiado
radicalmente.

De la misma manera que la verdad no cambia porque se la crea o no, el creer cualquier
cosa no es sinónimo de verdadera fe. De hecho, el ser humano fue creado para creer, por
eso, muchos llegan a estar “sinceramente equivocados”.

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La imagen que algunos tienen de Dios es la de un ancianito de blancas barbas que de tan
“bueno” que es, es permisivo, y que en aras de una supuesta tolerancia mal entendida,
permitirá al final que todos entren en el Cielo sin más. Sin embargo, la Biblia no enseña
eso, sino lo contrario:

„El Señor no tendrá por inocente al culpable‟ (Nahúm 1: 3)

Por otro lado, algunos han pensado que Dios es como una especie de anciano de barbas
negras, siempre malhumorado, que está pendiente, palo en ma no, de que alguien caiga
para atizarle. Esto es también incorrecto. La Biblia dice que:

„Dios es tardo para la ira y grande en misericordia‟ (Éxodo 34: 6).

En el amor de Dios reside su santidad y su justicia.

Sería agradable poder convencernos, de que en el fondo todo ser humano tiene una
„chispa‟ de bondad, que con un poco de suerte puede convertirse en una llama, pero eso
no es verdad, y pensar así lleva imparablemente a un humanismo pela giano que aleja de
la convicción que da el Espíritu Santo en las conciencias (ver Juan 16:7-11).

Por el contrario, el profeta Isaías escribió:

"Todos nosotros somos como suciedad y todas nuestras justicias como trapo de
inmundicia y caímos todos nosotros como la hoja y nuestras maldades nos llevaron
como viento" (Isaías 64:6)

Dios considera las mejores acciones y obras del hombre natural, ¡como trapos sucios!
¡Eso suena bastante fuerte! Quiere decir que aunque el hombre natural fuera capaz de
cumplir con los Diez Mandamientos (cosa improbable), esto no le justificaría ante Dios.
Es preciso que el corazón del hombre sea regenerado, porque el hombre tiene un
verdadero problema de dureza de corazón. Dijo Jesús:

„Oí, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la
boca, esto contamina al hombre...lo que sale de la boca, del corazón sale...Del corazón
salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los
hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias...‟ (Mateo 15: 11, 18, 19)

Esa dureza de corazón atrae la justa ira de Dios:

„Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el
día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios‟ (Romanos 2: 5)

Algunas personas quieren evitar este punto diciendo que el amor de Dios cancela la ira.
El problema es que malentienden el amor de Dios. Si prestamos cuidadosa atención a lo
que dice este versículo que hemos leído, lo que vemos es que es el mismo pecador el
que acumula o atesora ira para sí mismo. ¡El mismo se auto condena!

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Si un hombre comete un asesinato, ¿acusamos al juez por emitir un veredicto de


condena? ¡No! Fue el asesino el responsable de su destino. El asesino se auto condenó
cuando cometió el asesinato; el juez sólo aplicó el código de justicia.

Así pues, el hombre por sí mismo, ni es bueno, ni puede llegar a serlo, ni nunca podrá
llegar a agradar a Dios con sus propios esfuerzos, obras, buenas intenciones o
cumplimiento de una religión determinada.

La humanidad, por tanto, está condenada; o más bien, auto condenada.

2. ¿Qué tal un pequeño eje mplo?

Hay un ejemplo que nos puede ayudar a entender como Dios ve el asunto en cuanto a
esos esfuerzos humanos por llegar a Él.

Imagínate que alguien tiene en su mano una jarra de cristal llena de agua sucia, ¿qué
haría para que en vez de tener esa agua sucia que no sirve para nada, pudiera tener agua
limpia y cristalina que pudiera calmar su sed? ¿Añadiría agua limpia a la sucia? Estoy
seguro que no haría esto. Añadir agua limpia al agua sucia, sería inútil. Lo que haría
sería vaciar la jarra, limpiarla, y entonces ya estaría preparada para ser rellenada de agua
limpia.

La inmensa mayoría de nosotros por años hemos intentando añadir agua limpia, que
simbolizaría nuestros pobres esfuerzos por hacer lo correcto, al agua sucia. ¡Al final no
teníamos más que, más agua, y agua siempre sucia!

Pero, ¿Quién puede vaciar la jarra, que representa nuestro ser pecador, de su contenido
de suciedad, que simboliza el pecado; limpiarla del todo y añadir agua limpia, que
calme la sed de amor, de justicia, de sentido?

3. A los escogidos

Algunos piensan que pueden hacer algo para conseguir que Dios les ame; no saben, o
no entienden que Dios es amor.

„Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El‟ (Juan 3:
16, 17)

„Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros‟ (Romanos 5: 8)

Cristo no murió cuando nosotros empezamos a pensar en El y a considerar vivir de


acuerdo a sus principios y enseñanzas, El murió mucho antes de que nosotros siquiera
consideráramos esta posibilidad. Así es el amor de Dios. Respecto a Sus hijos, fue Él
quien nos escogió, no nosotros a Él:

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“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para
que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al
Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15: 16)

4. Siguiendo con el ejemplo de la jarra

Vaciar la jarra (que soy yo) de su contenido de agua sucia, es sinónimo de conversión.
Eso sólo lo puede hacer Dios por Cristo (Ro. 5: 1), y lo hace en las personas que salva.

Es Cristo por su sangre, el que limpió mi vida, y me dio Su Espíritu (1 Jn. 1: 7)

“El os dio vida, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef. 2: 1)

Estábamos en ausentes de Dios, pero Él aun en esa nuestra ausencia por causa del
pecado, nos dio la vida.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios” (Efesios 2: 8) “Porque por gracia habéis sido salvados, mediante la fe…” (Lit.
Gr.)

La gracia de Dios nos dio la vida, y el conducto fue la fe.

Todo el proceso de nuestra salvación se debe a la gracia, la cual podemos entender


como el favor gratuito e inmerecido de parte de Dios. La manera como opera esa gracia
es mediante la fe. Así pues, no somos salvos “por fe”, sino por gracia mediante la fe;
por lo tanto somos salvos ahora (aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de
ser – 1 Juan 3: 2).

Usando una ilustración muy clara y expresiva, podemos entender que la gracia es como
el alimento, y la fe es como la cuchara o el tenedor con que tomamos la comida. No es
el tenedor el que alimenta, sino la comida, pero tomamos el alimento con el tenedor o la
cuchara.

Siguiendo con ese ejemplo; la gracia es el alimento que produce la salvación, y la fe es


el tenedor con el que el alimento, que es la gracia, es ingerido. Tanto una cosa como la
otra son de Dios.

(Ef. 2: 1) Dios nos abrió la boca y con su cuchara llena de alimento, nos la metió en la
boca, y eso cuando ni siquiera éramos conscientes de que teníamos necesidad de ese
alimento.

Esto se produjo de forma instantánea, ya que esa fe no la teníamos nosotros por no ser
nuestra.

Tanto la gracia como la fe son un don de Dios, y por tanto nada tienen que ver con
nosotros. La gracia de Dios es la que actuó para darnos vida, por medio de la fe.

Esa fe entró en nosotros, por causa de Su gracia, la cual opera para fe. Esto nos faculta a
creerle a Dios. Esa fe es creer que lo que Dios ha dicho en Su Palabra El lo hace y lo va

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a hacer, no sólo en otros, sino también en mí. Por esa fe que es un don de Dios, puedo
creer.

5. El pecado y su raíz

Lo que hizo que la relación con Dios se rompiera fue el pecado. El pecado es el fruto de
un corazón no regenerado.

Imaginemos un árbol, concretamente un manzano, imaginémoslo cargadito de


manzanas. Aquí viene la pregunta: ¿Llamamos al árbol manzano, porque los frutos que
da se llaman manzanas? O, por el contrario, ¿Diremos que tiene manzanas, porque el
árbol es un manzano?

Llamamos manzanas al fruto, porque el árbol que las da es el manzano.

Lo mismo ocurre con la palabra pecado. Una cosa son los pecados (fruto) y otra el
pecado (raíz).

El verdadero problema del hombre no está en el fruto, sino en la RAÍZ de su vida.

La Biblia se refiere a esa raíz, como nuestro corazón, para decirlo sencillamente, el ser
humano tiene un problema de corazón.

Y dice la Biblia: „Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y perverso‟
(Jeremías 17: 9)

El corazón es engañoso. El corazón no regenerado es el resultado de la rebelión del


hombre natural, del hombre sin Cristo. Este corazón se levanta como enemigo de Dios
(Ro. 5: 10).

Dios quiere cambiar nuestro corazón. Así oraba David cuando pecó ante Dios (2 Samuel
11 y 12):

„Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu nuevo dentro de mí‟
(Salmo 51: 10)

Pídele a Dios que limpie y renueve tu corazón siempre

Sigue diciendo el salmo más abajo:

„Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no


despreciarás tú, oh Dios‟ (Salmo 51: 17)

El corazón contrito y humillado es aquél que arrepentido, reconoce su verdadera


necesidad de Dios. Es aquél que no se auto justifica ni se defiende ante Dios; es aquel
que se rinde ante Dios.

¡Dios siempre atiende ante un corazón así!

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6. El trono de mi corazón

¿Quién está sentado en el trono de tu corazón? ¿Quién manda? ¿Quién dirige tu vida?
La verdad es que sólo hay dos opciones: o Dios, o tú.

Si la respuesta es que “YO” estoy en el trono de mi corazón esa es exactamente la


definición que la Biblia hace de pecado, porque el pecado, es una condición en la que tú
y yo nos declaramos a nosotros mismos los señores, reyes, dueños y jefes de nuestras
vidas. Eso es precisamente lo que nos hace inaceptables para Dios, porque Él nunca nos
destinó para dirigir nuestras propias vidas, sino para ser Él Quien las dirija.

Dios nos creó para depender de Él. Nunca nos creó para que viviéramos vidas
independientes de Él. Esto nos protege de soberbias y egoísmos.

Jesucristo es el único capacitado para sentarse en el trono de nuestro corazón y


amorosamente dirigir nuestra vida.

¿Significa esto que Dios anulará nuestra personalidad? De ninguna manera. Nuestra
personalidad será santificada cada vez más, crecerá y se desarrollará como es debido.

Seguir a Cristo es sinónimo de libertad.

„Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres‟ (Juan 8: 31, 32)

Llegados a este punto ya entendemos mejor la diametralmente opuesta manera de vivir


de esta sociedad en la que vivimos, y formamos parte, aunque no pertenecemos a ella
Donde ésta dice: „Independencia, rebeldía, pluralismo, “yo tengo mi verdad y tú la
tuya”, Cristo dice: “Depender de Mi, sujetaos a Mi, Yo soy la verdad”.

El diablo, la serpiente antigua, engañó a Eva y a Adán, asegurándoles que serían como
Dios, sabiendo el bien y el mal (Génesis 3: 5). Automáticamente, por creer al diablo,
nuestros primeros padres sacaron a Dios, su Padre, del trono de sus corazones, y se
instalaron ellos mismos como dioses de sí mismos en dichos tronos. Esa es la raíz del
pecado; o si se quiere, “el árbol del pecado” del cual fructifican: el egoísmo, el orgullo,
la vanagloria, la ira, el rencor, la avaricia, el temor, la envidia, la fornicación, el
adulterio, la desobediencia, la hechicería, la sodomía, y un larguísimo etc.

Este “árbol del pecado” es un árbol de muy variado fruto de muerte.

7. La muerte

„...el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte‟ (Stgo. 1: 15b)

La verdadera muerte no es la física, sino la espiritual. La muerte espiritual es la


separación eterna de Dios.

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Ahora mismo, en esta vida, Dios muestra su amor para con el pecador y para con el
justo haciendo salir el sol sobre ambos y haciendo llover sobre ambos (Mateo 5: 45).
Esto puede hacer creer al impío que todo va bien y que no necesita a Dios, pero pensar
así es un error. La vida en este cuerpo es limitada y luego hay que partir, muchas veces,
cuando menos se espera.

La gente sin Dios teme la muerte física, y es natural, porque no saben a dónde van. Si
no tienes a Cristo, debes temer morir, porque una vez el pecador no arrepentido parte de
esta vida su destino final está ya fijado. La Biblia le llama infierno. El infierno es un
lugar real, destino de las almas que no tienen a Cristo. Esas almas son totalmente
conscientes de lo que les ocurre; están vivas, sus cinco sentidos están del todo sensibles,
percibiendo el horror de ese lugar. Llegados a este punto, sería recomendable leer la
historia real (que no es una parábola) de “El rico y Lázaro” (Lucas 16: 19-31)

Dice la Biblia en Hebreos 9: 27

„De la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio‟.

No hay una segunda oportunidad.

El cristiano verdadero sabe a dónde va. Sabe que va junto con su Señor porque Cristo
vive en él. Sólo aquel que tiene el Espíritu de Cristo es de Cristo (Romanos 8: 9).

„El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida‟ (1
Juan 5: 12). Así de sencillo.

El que tiene al Hijo es el que Le tiene sentado en el trono de su corazón. El Hijo de


Dios, por su Espíritu aniquila la raíz de pecado, y el árbol de pecado de muerte, muere;
y consiguientemente, sus frutos.

El que no tiene al Hijo de Dios, tiene un perverso árbol de pecado de muerte en el trono
de su corazón que va echando y echando raíces, llenando todo su ser de frutos de
pecado.

Este último es el proceso de la muerte eterna.

La única manera de morir al pecado, es que Cristo esté sentado en el trono de mi


corazón.

Dice la Biblia:

„Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro‟ (Romanos 6: 23)

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Conclusión

 El amar a Dios debe constituir un acto genuino y verdadero.


 Las “mil religiones”, el humanismo, la educación etc. no “alcanzan el Cielo”.
 Necesitamos tener una imagen correcta de Dios. El carácter de Dios se nos muestra
en Su Palabra.
 En el amor de Dios reposa Su santidad y Su justicia.
 Dios ama al impío, mucho antes de que éste se convierta (Romanos 5: 8)
 Lo que separa a Dios del hombre es el pecado, porque Dios es santo.
 El pecado, como raíz, es la manera independiente, hedonista y rebelde del no
cristiano de vivir. Es cuando el “Yo” está sentado en el trono de su corazón.
 Hay que aprender a separar el pecado (raíz), de los pecados (fruto).
 Jesucristo es el único que debe sentarse en el trono de nuestro corazón.
 La muerte espiritual es la separación eterna de Dios.
 Después de la muerte física, viene el juicio (Hebreos 9: 27)//

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Sesión Quinta

La respuesta de Dios

Introducción

A pesar del pecado del hombre y el desprecio que éste suele dirigir a las cosas de Dios,
nuestro Dios no ha dejado de ser un Dios de amor, ya que esa es su naturaleza.

A fin de reencontrarse con el hombre, Dios ya dispuso de un plan perfecto el cual ideó
antes de hacer el mundo y todo lo creado (1 Pedro 1: 20). En este plan, El mismo jugaba
un papel exclusivo. El mismo había de hacer cumplir Su justicia sobre sí. Su justicia
demandaba la pena capital: La muerte, y sólo Él podía pagar ese precio tan elevado. Ni
tú ni yo podíamos hacerlo sin con ello perecer eternamente. Él lo hizo porque desde
siempre amó a Sus escogidos.

Ese precio no fue ficticio, fue muy real. Dios se hizo hombre, este es Jesucristo, y murió
en la peor de las muertes que el hombre, satánicamente inspirado, jamás haya
concebido: La cruz. Jesucristo fue premeditadamente a la cruz, llevado por el odio y la
indiferencia de un mundo que amaba (Jn. 3: 16).

Por ese odio e indiferencia El dio su vida. Así, pagado el precio de la demanda de
justicia de Sí mismo, nos abrió la puerta para llegar a la misma presencia de Sí mismo.

„Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en


quebrantos, y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió la boca...Verá el fruto de la aflicción de su alma,
y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y
llevará las iniquidades de ellos‟ (Isaías 53: 3-7, 11)

Este tremendo relato profético, nos habla de la persona de Cristo hombre, el que fue a la
cruz por nosotros. La Biblia nos enseña que Cristo se despojó de toda su gloria, la gloria
que siempre había tenido en el cielo junto a Su Padre:

„Cristo Jesús, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz‟ (Filipenses 2: 6-8)

El Dios de todo lo creado, el Alto y Sublime, El que habita la eternidad, El que los
cielos de los cielos no le pueden contener, en la Persona del Hijo, un día, de eso hace ya

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dos mil años, nació de una virgen, por nombre María (Mateo 1: 18) en un pesebre, en
una cabaña de pastores, a las afueras de una población de pastores, Belén. ¡El Dios
sublime y glorioso se humilló hasta tal punto! Esto es inconcebible para la mente del
hombre, sin embargo, la grandeza sin límites de nuestro Dios, reposa en Su humildad.
Ahí, El nos da un buen ejemplo.

De este hecho glorioso, proféticamente la Biblia lo declaró por boca de Miqueas, 750
años antes de que ocurriera:

„Pero tú Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el
que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la
Eternidad‟ (Miqueas 5: 2)

También la Biblia nos dice cómo iba a venir el Mesías, esto fue por boca de Isaías, 730
años antes de que ocurriera:

„El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará un hijo y
llamará su nombre Enmanuel‟ (Isaías 7: 14)

Enmanuel significa “Dios con nosotros”.

Como creyentes, lo único que nos separaba de Dios era nuestro pecado. Por eso Jesús
dio su vida en la cruz. Así de nefasto es el pecado. El que El viniera a este mundo, se
hiciera hombre, y muriera por ti y por mí, fue el acto de amor más grande jamás
escuchado y jamás imaginado.

1. El amor de Dios que le llevó a la cruz

El amor es siempre un acto sacrificial. Siempre tiene un precio. El amor no es barato. A


Dios le costó lo más querido y sublime, su propio Hijo. Y esto nos demuestra hasta que
punto a ti y a mí nos ama; ¡nos ama de igual manera que a Su Hijo!

Ya desde el Antiguo Testamento, el Dios de Israel fijó una pauta sacrificial para el
perdón de los pecados: El sacrificio de animales; en concreto de corderos. Estos tenían
que ser sin mancha ni defecto (como lo fue Jesús, el Cordero de Dios, sin pecado). En el
libro del Éxodo, capítulo 12, los hijos de Israel, por mandato de Dios, debían
aprovisionarse de un cordero sin mancha ni defecto cada familia y sacrificarlo. Debían
tomar su sangre y derramarla por el dintel de sus casas. Allí instauró Dios la fiesta de la
Pascua. Esta fiesta solemne se celebró cada año, más tarde en Jerusalén. El sacerdote
del Antiguo Pacto debía derramar la sangre del cordero pascual, esto simbolizaba la
sangre que un día derramaría el verdadero Cordero de Dios, Cristo Jesús, por el pecado
de todos los hombres.

¿Por qué el derramamiento de sangre? Dice Hebreos 9: 22 que “sin derramamiento de


sangre no se hace remisión”; es decir, no hay perdón de pecados. Como ya vimos, dice
la Biblia que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6: 23), es decir, que el pecado
lleva a la separación eterna de Dios; el infierno.

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La sangre simboliza la vida (Génesis 9: 4). Cristo derramó su sangre, es decir, dio Su
vida, por nosotros, para que no muriéramos eternamente.

Por eso Pablo declara: „Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en Su
sangre, por El seremos salvos de la ira‟ (Romanos 5: 8, 9).

„En Cristo tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados...‟ (Efesios 1: 7)

Espiritualmente, como cristianos, es la sangre del Cordero de Dios la que nos cubre y
nos hace aceptos al Padre. La sangre del Hijo es sinónimo de Su santidad, la cual nos
hace santos. Observa bien que no es tu santidad, fruto de tus hipotéticos méritos
propios, sino la santidad de Cristo en ti la que te hace ser hijo de Dios.

¡Pídele a Dios que te de comprensión de lo que todo esto significa; del precio que El
tuvo que pagar para que tú pudieras reconciliarte con El!

Si Jesús no hubiera derramado Su sangre, jamás hubiéramos podido venir a salvación.

Para los que creemos en Cristo, ya no hay ninguna condenación. Declara la Biblia:

„Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús‟ (Romanos
8: 1)

Fuimos absueltos en la cruz de Cristo. Todos nuestros pecados que nos acusaban y
condenaban fueron destruidos en aquella cruz. Tal y como exclamó el apóstol Pablo:

„Vosotros estáis completos en Cristo que es la cabeza de todo principado y potestad... Y


a vosotros, estando muertos en pecados...os dio vida juntamente con El, perdonándoos
todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos
era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz‟. (Colosenses 2: 10, 13-
15)

La salvación no depende del hombre, sino de Dios

El hombre sin Dios no puede en un momento dado buscar la reconciliación con Dios
exclusivamente por sí mismo, esto es imposible. Leemos en Génesis 8: 21 “…el intento
del corazón del hombre es malo desde su juventud…” Vemos que esto es cabal.
Clarísimamente se ve que la intención del hombre desde que es consciente de sus actos
es la maldad; es ir en la dirección opuesta a la voluntad de Dios, y a Dios mismo.

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien
busque a Dios” (Romanos 3: 10, 11)

Esta es la realidad de la humanidad por sí misma. No sólo que no haya un solo justo de
entre los hombres, exceptuando a Jesús, sino que por sí mismo, ningún hombre puede
entender las cosas de Dios (1 Co. 2: 14), nada que tenga que ver con asuntos como la
santidad, la voluntad de Dios, etc. Tampoco, y como consecuencia de todo ello, hay a
quien le nace por sí solo el desear saber de Dios y de sus caminos. Insisto, por uno
mismo.

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La realidad es que el hombre no puede elegir ser salvo, y aquí no hablamos de buscar el
escapar del infierno por simple sentido del miedo, sino de anhelar el agradar a Dios,
sencillamente porque el hombre natural, no puede captar nada de todo esto.

La salvación es de Dios, y a quien Dios la quiere dar, conforme al puro afecto de Su


voluntad (Ef. 1: 5)

Por ello, los que hemos venido a salvación, nos gozamos en que Dios haya tenido
misericordia de nosotros.

Sólo en Cristo hay salvación

„Y en ningún otro hay salvación (Cristo Jesús), porque no hay otro nombre bajo el cielo
dado a los hombres en quien podamos ser salvos‟ (Hechos 4:12)

Jesús en hebreo se pronuncia Yeshúa, y significa Salvador. El es el Salvador. Nada ni


nadie puede salvar sino sólo el Salvador, Este es Jesús de Nazaret. Él lo dijo muy claro
cuando expuso lo siguiente:

„Porque el Hijo del Hombre (Jesús) vino a buscar y a salvar lo que se había perdido‟
(Lucas 19:10) Los que se habían perdido eran sus ovejas, las cuales venía a salvar.

Vamos a agradecerle en este mismo momento lo que hizo por nosotros. No tenía por
qué haberlo hecho; la única razón y motivo, Su amor por nosotros. Agradezcámosle, tal
y como lo hizo el apóstol Pablo:

„Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a
sí mismo por mi‟ (Gálatas 2:20)

El hombre no es una víctima, es reo condenado, y no es que Dios estaba obligado en


modo alguno a salvar a nadie. Por propio sentido de justicia, nadie debía ser salvado.
Por propio sentido de justicia, todos merecíamos un mismo destino: el infierno. Sólo por
Su misericordia hemos venido a vida, pagando Él un p recio altísimo.

2. La resurrección de Jesús

Mahoma, Buda, Confucio, Lao Tsé, por citar algunos pocos viejos avatares, murieron y
están esperando comparecer ante el Juicio de Dios (Apocalipsis 20: 11-15). Lo que
quede de sus cuerpos, que es nada, permanece en sus respectivas tumbas; sin embargo,
¡la tumba de Cristo está vacía! Cristo Jesús no sólo murió ¡sino que resucitó!, es decir,
después de muerto volvió a la vida (Juan 20)

De nada hubiera servido Su muerte si al cabo de tres días, como ya estaba profet izado
(Oseas 6: 2; 1 Corintios 15: 4) no hubiera vuelto a la vida. Cristo no sólo murió por
nosotros, sino que resucitó para darnos vida eterna. Tal y como El resucitó, los que
hayan muerto en El resucitarán también (1 Tesalonicenses 4:13-18).

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Era imposible que la muerte le pudiera retener por cuanto El era Justo, e injustamente
fue llevado a la muerte. Pensando Satanás que así le iba a derrotar, lo que consiguió fue
todo lo contrario: La victoria del Cordero de Dios, y por extensión, la victoria de todos
los que somos Suyos.

Cristo resucitó de entre los muertos, y cuando apareció en cuerpo a los discípulos, les
comisionó a que fueran por todo el mundo y que predicaran el Evangelio a toda criatura
(Marcos 16: 15). También les mandó que hicieran discípulos, así como ellos eran
discípulos (Mateo 28: 19, 20). Esto va también por nosotros, los discípulos de esta
época, hasta que El vuelva a por nosotros, los que Le amamos.

¡Cristo vuelve otra vez!

„He aquí, vengo pronto! (Apocalipsis 22: 7).

No sólo vino como Cordero. Ahora vuelve como León. Cristo, el Mesías, es el León de
la tribu de Judá (Apocalipsis 5: 5). El prometió que volvería primeramente a por los
Suyos (1 Tesalonicenses 4: 13-18; 1 Corintios 15: 51-54). Esto es la resurrección de los
muertos en Cristo, y el Arrebatamiento de éstos y de los que estamos vivos. Todos
tendremos un cuerpo de gloria (1 Corintios 15: 44). En el cielo cenaremos en las Bodas
del Cordero (Apocalipsis 19: 7-9), y luego volveremos con Cristo en gloria a este
mundo a juzgar este mundo (Mateo 25: 31-46; 1 Corintios 6: 2). En ese momento,
Cristo se sentará en Su trono en Jerusalén y se iniciará lo que la Biblia llama el Milenio
o el Reino Mesiánico (Isaías 2; 9: 6, 7; 11: 1-10; Apocalipsis 20: 1-10). En él, Cristo
reinará en Persona en esta tierra. ¡Qué gran privilegio ser copartícipe de estas cosas
junto con Aquél que nos salvó!

Luego la Biblia nos habla en el libro de Apocalipsis de un cielo nuevo y de una tierra
nueva (Apocalipsis 21). Dios recreará todas las cosas, y siempre, siempre viviremos con
El (Apocalipsis 22: 5).

Lo que está por delante de nosotros es tan grande que sólo echar un vistazo nos deja del
todo anonadados. Por eso es tan importante crecer en santificación, reconociendo el
Señorío de Cristo en todas las áreas de nuestra vida.

El Señor Jesús dijo: „El que no está conmigo, contra Mí está; y el que conmigo no
recoge, desparrama‟ (Mateo 12: 30). También dijo: „Vosotros sois mis amigos, si
hacéis lo que Yo os mando‟ (Juan 15: 14).

Dijo también: „Si me amáis, guardad mis mandamientos ‟(Juan 14: 15).

Sólo podemos ser amigos del Señor si Le obedecemos. La obediencia al Señor será tu
nueva forma de vida, ¡que te llevará a la Vida!

3. Nueva vida

Sin ningún tipo de titubeo puedes creer que siendo Jesús tu Salvador y Señor, has vuelto
a nacer. El mismo Jesús le dijo a aquel fariseo, Nicodemo, que „el que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de Dios‟ (Juan 3: 3).

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Esta es nueva vida; Cristo viviendo en ti. Este nuevo nacimiento espiritual debe verse
acompañado de un crecimiento espiritual.

Dijo el apóstol Pedro:

“Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por
ella crezcáis para salvación” (1ª Pedro 2: 2)
El Espíritu Santo que está en ti (1 Corintios 3: 16) es Quien llenará tu vida con Su
presencia y poder.

También a través de los hermanos en la fe El obrará en ti, de la misma manera que


quiere obrar y fluir a través de ti para satisfacer las necesidades de otras personas.

El Señor quiere tener intimidad contigo. No olvides esto, ¡Se trata de una relación!

Cada día de nuestra vida, nos enfrentamos casi sin darnos cuenta con situaciones,
pensamientos, tentaciones, etc. Es precisamente en esos momentos, cuando
necesitamos no depender de nuestras ideas o conceptos, sino de la Palabra de Dios y de
Sus principios.

¡Guarda Su Palabra en tu corazón!


Es importante que medites cada día en la Palabra de Dios. Esta meditación deberá ser
activa, nunca pasiva. La meditación en la Palabra de Dios, permitirá que el Espíritu
Santo te hable a través de Ella y, no sólo te de conocimiento intelectual, sino que
además, y principalmente, produzca un cambio en tu corazón y en tu manera de pensar.
Esa manera de pensar será más la de Cristo. Esto producirá verdadero crecimiento
espiritual en tu vida.

Verás que la memorización de la Palabra te ayudará en gran manera también. Es preciso


tener la Palabra de Dios en la memoria porque, entre otras cosas, el Espíritu Santo te la
traerá a la mente en situaciones muy diversas, y te ayudará a entender la voluntad de
Dios en ese instante y sazón.

Dice el Salmo 119:11,

„En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti‟.

„Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento‟ (Romanos 12:2)

La Biblia dice que nuestra lucha no es contra “sangre ni carne”, es decir, contra los
demás seres humanos, sino contra: „...principados, contra potestades, contra
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes‟ (Efesios 6: 12).

Tienes un enemigo, el diablo, que intentará atacarte, porque no está dispuesto a perder
el control que tenía sobre ti. El estaba más contento antes, cuando te seducía y
acompañaba en tu viaje a la destrucción eterna, pero ahora que has cambiado el rumbo y
el Señor está al mando de tu vida, está furioso, y tratará por todos los medios de

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desviarte. Tu mejor defensa contra él es la Palabra de Dios, pero no guardada en tu


biblioteca, o en el cajón de la mesita de noche, sino en tu corazón y en tu boca:

„Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios‟


(Efesios 6: 17).

En esa porción de la epístola a los Efesios, (Efesios 6: 10-18), se nos exhorta a que nos
vistamos de la “armadura de Dios”. Esta armadura es descrita con detalle, y sería bueno
que meditaras sobre este pasaje en cuestión.

Jesús venció al diablo cuando le tentaba en el desierto. Jesús le venció con la Palabra de
Dios. Cada vez que Jesús decía: „Escrito está...‟ era un aldabonazo contra el príncipe de
las tinieblas. Al final tuvo que dejarle e irse. Esta porción de la Escritura, está en Mateo
4: 4-11.

4. Señor y amigo

Ni tú ni yo tuvimos que morir en la cruz del Calvario; ni tú ni yo tendremos que pagar el


precio que sólo Jesús podía pagar y de hecho pagó. El nos ha re galado la vida eterna al
darnos a Su Hijo. Dice la Biblia en Efesios 2: 8, 9

„Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don (regalo)
de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe‟.

Aunque esto sea así, como así es, no quita el hecho de que Dios espera que ahora que te
has reconciliado con El empieces a vivir la vida que a Él le place. Recuerda lo que dijo
Jesús: „Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que Yo os mando‟ (Juan 15: 14). Ser amigo
de Dios es el privilegio más alto que criatura alguna de Dios pueda alcanzar ¡Tú y yo lo
tenemos a causa de Su amor!

Ahora ya sabes que Jesús es tu mejor amigo.

En Juan 15:15, leemos: „...os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre os las he dado a conocer‟.

No pienses en Jesús como en un Dios lejano, acuérdate lo que leímos del apóstol Pablo
cuando dijo: „Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo
en mí y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí‟ (Gálatas 2: 20)

¿Cabe mayor sentido de la cercanía y de la amistad que éste?

Por ahí algunos enseñan que hay que tener un “encuentro” y un “reencuentro” con
Jesús. La verdad es que en el momento en que uno nace de nuevo, tiene su personal
encuentro con Cristo. Jesús nunca estará lejos de ti, porque vive en ti.

A medida que lees la Biblia con fe, irás comprendiendo muchas cosas y tu comunión
con Dios se fortalecerá. Su Espíritu hará que las verdades de la Biblia se conviertan en
algo muy personal para ti.

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Recuerda: Dedica tiempo cada día para estar con Él. Para algunas personas lo ideal es
tener un tiempo por la tarde, a otros les va mejor al comenzar el día, antes de ir a
trabajar, lo verdaderamente importante es que apartes este tiempo para estar con Él, de
acuerdo a tu propio horario.

Conclusión

 Las elecciones del hombre conllevan sus merecidas consecuencias.


 El plan de Dios para rescatar al hombre requería el cumplimiento de Su justicia;
para ello El debía morir.
 Dios Hijo se despojó de Su gloria y se hizo hombre. Nació de una virgen, María,
en un pesebre.
 La sangre representa la vida. Cristo derramó Su sangre, es decir, Su vida, por
nosotros.
 Si Jesús no hubiera derramado Su sangre, jamás hubiéramos podido hacer las
paces con Dios.
 El perdón está establecido para cada hombre y mujer de este planeta.
 La tumba de Jesús está vacía. El resucitó de entre los muertos.
 La Segunda Venida de Cristo en gloria está muy próxima. Antes El vendrá a
rescatarnos de la ira que se ha de derramar sobre este mundo.
 ¿Has nacido de nuevo?¡Ahora te toca crecer! Busca la intimidad con tu Señor.
 Medita y memoriza Su Palabra. Pasa un tiempo cada día a solas con Dios.
 Ponte cada día la armadura (Efesios 6: 10-18), y aprende a usar la espada del
Espíritu: La Palabra de Dios.
 Esta paz por Cristo que disfrutas, es el regalo de Dios para ti. Esto te ha de
hablar de Su inmenso amor por ti.
 Jesús es ahora tu mejor amigo. El nunca te fallará. //

Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid España


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FIN

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