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01 El Llamado de Abram (Gen. 11.27 - 32 12.1 - 9) PDF
01 El Llamado de Abram (Gen. 11.27 - 32 12.1 - 9) PDF
Introducción
Los judíos, en especial los fariseos, en los tiempos de Jesús, sentían un profundo orgullo por
su procedencia. Ellos mismos se hacían llamar como hijos de Abraham, el primer patriarca
de lo que sería el pueblo escogido de Dios, el pueblo de Israel. Esto se debía a la creencia de
que, por el solo hecho de ser “hijos de Abraham”, eran salvos, puesto que ser descendiente
de Abraham significaba ser parte de ese linaje escogido por Dios para ser su pueblo.
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“Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.”
La figura del “hijo” en la palabra de Dios, siempre se entiende desde el punto de vista que,
un hijo siempre buscará imitar a su padre. Jesús reconoce las obras de Abraham. Si los
fariseos fuesen verdaderos hijos de Abraham, harían las obras que Abraham hizo, y eso
llevaría a que fuesen verdaderos hijos de Dios. No por ser hijos de Abraham, sino por hacer
lo que Abraham hizo: Tener fe en Dios y, por lo tanto, obedecerle en todo.
Abraham es uno de los personajes históricos bíblicos que valen la pena estudiar. En Abraham
vuelve a aparecer la promesa de un salvador, en el cual todas las naciones de la tierra serían
benditas. En Abraham vemos el surgimiento de una nación completa, que perdura hasta hoy,
si lo vemos desde el punto de vista del linaje, que sería el caso del pueblo de Israel. Pero es
también en Abraham donde vemos el surgimiento de un pueblo cuyo número sería como las
estrellas del cielo. Y, en Abraham, seguimos viendo un reflejo de Cristo. En la vida de
Abraham podemos ver el evangelio.
Abram es hijo de Tharé, y es hermano de Nachôr, y á Harán. Harán tendría un hijo, llamado
Lot, el sobrino de Abram, personaje del que hablaremos en un tiempo más.
Esta familia era de Ur de los Caldeos, un lugar que se estima estaba localizado en
Mesopotamia, y cuya deidad principal era Nannar. Es decir, era un lugar pagano. Abram, al
parecer, creció ahí y vivió en un entorno donde el nombre de Dios no era adorado.
Abram se casó con Sarai, la cual era estéril, es decir, no podía tener hijos.
Harán, el hermano de Abram, murió. Al morir Harán, Tharé, tomó a Abram, a Sarai y a Lot
y los llevó a una ciudad que también se llamaba Harán. Y se asentaron allí.
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población de personas. Serás reconocido, y todas las familias de la tierra serán bendecidas
por medio de ti.
- Señor, aquí está mi hogar ¿No sería más fácil empezar desde aquí?
- Señor, pero ¿Qué hay de mi papá? No lo puedo dejar solo.
- Señor, mi mujer es estéril ¿Cómo podrás crear toda una nación a partir de ella y de
mí?
Abram tomó a su mujer Sarai, a su sobrino Lot, tomo sus cosas y se fue hacia el lugar que
Dios lo guió. Obedeció, y la razón de su obediencia fue su fe. Cuantas cosas pudo haber
dejado atrás Abram al irse donde Dios los guió. Quizás tenía otra fe, otro Dios en qué creer,
en Nannar quizás, el Dios de Ur como lo dijimos antes. Dejó a su parentela, su familia, y se
llevó consigo a su esposa estéril y su sobrino para ir a vivir a una tierra extraña, desconocida,
todo bajo la promesa de que Dios haría de él un gran pueblo.
Cristo nos hace el mismo llamado. Y muchos de nosotros se acercan a Él, con un corazón
humilde, genuino, honesto, para ofrecerles su corazón, pero no con la fe que el Señor busca
de nosotros. En Lucas 9 vemos algunos ejemplos de esto:
Lucas 9:57-62 Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor,
te seguiré donde quiera que fueres. (58) Y le dijo Jesús: Las zorras tienen
cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde
recline la cabeza. (59) Y dijo á otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que
primero vaya y entierre á mi padre. (60) Y Jesús le dijo: Deja los muertos
que entierren á sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de
Dios. (61) Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que
me despida primero de los que están en mi casa. (62) Y Jesús le dijo:
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Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino
de Dios.
Seguir a Cristo no es garantía de nada en esta tierra. El Señor Jesús le dijo al primero que se
le acercó, en otras palabras: “básicamente no tengo nada en esta tierra, si quieres seguirme,
debes saber que lo que te espera es dejarlo todo para no tener nada más que a mí”. Al segundo
le exige que deje de lado sus deberes familiares, que no entierre a su propio padre. Al tercero,
le mostró que seguirle significaba dejar atrás a aquellos que podían desviar el camino que
Jesús señalaba, aun cuando fuese la familia.
Seguir a Dios requiere fe. Por fe confiamos en la Biblia, en su Palabra. Por fe sabemos que
todas las promesas que aparecen en su Palabra son verdad. Y por fe debemos morir a
nosotros mismos para vivir en Cristo. La Biblia dice que debemos dejar de lado todo lo que
éramos para pasar a ser hijos de Dios.
Cuando creemos en Dios, una respuesta a esto es que empezamos a reconocerle como nuestro
Señor y la alabanza es parte de nuestra vida.
Pero Cristo, dejó su gloria en los cielos para bajar a las partes más bajas de la tierra. Si Abram,
por dejar su antigua tierra fue el comienzo de la formación de un pueblo escogido de Dios,
Cristo, al dejar su gloria en los cielos, fue la consumación de la promesa de Dios a Abram,
en el cual TODAS las familias de la tierra han sido bendecidas. Pero, más que eso, Cristo
abrió las puertas para que nosotros, gentiles, también podamos ser parte de ese pueblo que
Dios estaba formando para sí.