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DE LA PLEBE Y LO PLEBE

A Miguel Ángel, El Divino, nadie le avisó que era plebe.

Foucault nos dijo: “La ‘plebe’ no existe, eso está claro, pero hay ‘plebe’. Hay plebe

en los cuerpos y en las almas, la hay en los individuos, en el proletariado, la hay en la

burguesía, pero con una extensión, formas, energías e irreductibilidades diversas”1.

Miguel Ángel era, claro, el trofeo preferido de la burguesía florentina, a pesar de que

existieron claras manifestaciones de la plebe a lo largo de su vida, aquellas

irreductibilidades, y ha sido mutilado: le han arrancado todos esos defectos de carácter y

a golpe de martillo se creó su mito. Todo asomo de disidencia fue censurado.

Como cualquier otra época, el siglo XVI fue un aficionado entusiasta de la práctica

elitista de patogenizar la otredad, y nadie se libró de su hoz silenciadora.

La producción literaria de Miguel Ángel fue una víctima de esta censura en cada

etapa de su desarrollo, por las diversas transgresiones que representó. En primera, con el

camuflaje filosófico2 que intenta ocultar su homosexualidad y/o justificar al amor entre

hombres, antagonizando a otros grupos y manifestaciones igualmente categorizadas como

plebe. El pecado se quiso disfrazar de virtud para evitar la hoguera. Esta estrategia, años

después le costaría también la publicación y distribución del material, por las

implicaciones sociales y el riesgo ante la iglesia.

En los años posteriores, llegaría una segunda ola de censura: la purga cultural y los

filtros que los que saben han impuesto. La cremaynata favoreció el canon de la escritura

Petrarca, y el repertorio lingüístico de Miguel Ángel, más coloquial y diversificado, lo

hizo ser encasillado, una vez más, como plebe.


Este mecanismo del poder ha sido utilizado para definir el curso de la historia y,

por ende, del desarrollo cultural de la humanidad. Los peldaños más altos de los estratos

sociales se han legitimado siempre gracias a la antagonización de valores y formas de

vida que atentan contra su monopolio.

Miguel Ángel encarna un contraste curioso, y, un excelente ejemplo de cómo

funciona este proceso dicotómico entre lo divino y la plebe. Buonarroti únicamente es

divino en aquellas disciplinas y obras que sirven a la campaña cultural de la burguesía,

mientras que sus restos mutilados, plebeyos, que contradicen directamente las buenas

costumbres, y el camino preaprobado, son descartados.

Por eso no conocíamos a Miguel Ángel poeta.

BIBLIOGRAFÍA

ABATE, Sandro; MARTÍNEZ Cantariño, Facundo.

2018 “Miguel Ángel Buonarroti: el homoerotismo distinguido”, en Zibladone

(Asociación Cultural Zibladone/Universidad Nacional del Sur), no. 11, pp.130-

142.

FOUCAULT, Michel

2019 Microfísica del poder, 1era ed., Edgardo Castro, coordinador, Horacio Pons,

traductor, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores Argentina,

Editorial Siglo Veintiuno.

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