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COMPAÑÍA DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD

PROVINCIA LA MILAGROSA: BOGOTÁ - VENEZUELA


EJERCICIOS ESPIRITUALES 2019 - SANARE
¡EPHATA! - Franquear la puerta… Ir hacia… Encontrarse

EL SEGUIMIENTO DE JESÚS EN LA REALIDAD ACTUAL1 - Lc 18,1-8

1. LA BUENA NOTICIA DEL REINO


En las situaciones de incertidumbre, de crisis o de dificultad, es cuando el Evangelio recupera su
total actualidad. El tema del Reino tiene una funció n central en el mensaje de Jesú s, y está en
relació n estrecha con la misericordia de Dios, siempre con el encargo de llevar una buena nueva a
los pobres, de anunciar a los cautivos su liberació n, y de proclamar un añ o de gracia del Señ or (Lc
4,18ss). Este programa lo resume Lucas en "anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios" (Lc 4,43) 2.
Este reino ha sido anunciado por Jesú s, se ha cumplido en É l y exige de los destinatarios una
respuesta de fe y un compromiso cristiano radical 3. "Aunque en el evangelio segú n san Lucas el
verdadero predicador del Reino es indiscutiblemente Jesú s, no deja de ser significativo que sea el
propio Maestro el que especifique lo que tienen que predicar los Doce cuando Jesú s les confía esa
misió n: "los envió a proclamar el Reino de Dios" (Lc 9,2)"4. Así, pues, esta es nuestra tarea.
La predicació n del Reino aparece también en las instrucciones que Jesú s da a otros
discípulos (Lc 9,60.62; 10,9.11), con lo cual se presenta como la continuació n ló gica de la actividad
de Jesú s a través de sus discípulos (cf. Lc 22,29-30; Hch 1,3) 5. "Es importante advertir que Jesú s no
impartiera enseñ anzas ideoló gicas sobre el tema teoló gico del Reino de Dios, sino que, partiendo
de que comenzaba el Reino de Dios como un amor radical e ilimitado por parte de Dios, hiciera un
llamamiento a cada persona para que viviese aquí y ahora en el amor"6. La expresió n Reino de
Dios o sus equivalentes (el Reino, mi Reino…) es un concepto importante en su teología y está
unido al tema del camino, como objeto de la obra del profeta Jesú s, que en su caminar lo va
haciendo realidad y llegará a su consumació n cuando llegue a la meta del camino"7.
El seguimiento de Jesú s, como camino para entrar en el Reino de Dios y para proclamarlo,
invita a una transformació n radical de la existencia; de ahí las llamadas frecuentes a la conversió n
(3,3.8; 5,32; 15,7.10). La exigencia de una transformació n de la mentalidad está estrechamente
vinculada a la relació n con Jesú s y sus enseñ anzas. En su narració n el tercer evangelista hace
muchas referencias a la pobreza y a la riqueza; inicia con la declaració n del Magníficat: "ha
colmado de bienes a los hambrientos y a los ricos ha despedido con las manos vacías" (1,53);
continú a con la citació n de Isaías hecha propia por Jesú s al "anunciar la buena noticia a los pobres"
(4,18); pasa luego a las bienaventuranzas y a las advertencias (6,20-26) y a un discurso dedicado
enteramente a la cuestió n de la posesió n de los bienes (12,13-34); la enseñ anza se precisa
también por medio de la pará bola de Lá zaro y del rico (16,19-31). El encuentro con el hombre rico

1
Exhortación del Episcopado Venezolano: “No temas, yo estoy contigo” (Is 41,10). CX Asamblea Plenaria Ordinaria. Los desafíos
pastorales de la Iglesia en Venezuela.
2
Kingsbury, J., Conflicto en Lucas. Jesús, autoridades, discípulos. Córdoba 1992, 95.
3
Cf. Fitzmyer, J. A., El Evangelio según Lucas I, 253-254.
4
Idem, 261-262.
5
Idem, 262.
6
Luz, U., "βασιλεία", Balz, H. - Schneider, G., Diccionario exegético del Nuevo Testamento I (α - κ), 603.
7
Rodríguez Carmona, A. Evangelio según san Lucas, XLVI.

1
(18,18-30) está bajo el signo del fracaso, mientras que el encuentro con Zaqueo (19,1-10) es
paradigmá tico de la actitud de acogida de la oferta de salvació n; por ú ltimo, la viuda que ofrece
dos monedas es indicada como ejemplar de la actitud de confianza en la Providencia (21,1-4) 8.
Esto nos sitú a en una época de la Iglesia en la que se está operando una síntesis de las diversas
tendencias precedentes, contrarrestando el riesgo de convertir la fe en una mera filosofía o en una
especulació n espiritual9.

2. LA MISERICORDIA DE DIOS
Con lo dicho anteriormente acerca del Reino de Dios y sus consecuencias éticas, segú n la
concepció n lucana, resulta ló gico establecer su relació n con el tema de la misericordia. Lucas
acentú a en su obra que la salvació n ofrecida por Jesú s "supera toda clase de distinciones sociales;
lo mismo llega a una ‘hija de Abrahá n’ (13,16) que a un ‘hijo de Abrahá n’ (19,9). El mismo Jesú s
ofrece una síntesis extraordinaria de esta apertura del horizonte de la salvació n en la conclusió n
de su encuentro con Zaqueo: ‘El Hijo del hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a
salvarlo’ (19,10)10. Pues bien, las "pará bolas de la misericordia", tan características del tercer
Evangelio, se insertan en esa perspectiva 11. Es muy probable que Lucas conociera una situació n de
desprecio de los cristianos en la sociedad de su tiempo, y esto lo motivara a presentar a Jesú s
precisamente mostrando un interés particular por los má s oprimidos y marginados, por los que
constituyen el desecho de la sociedad12.
Lo que Dios había prometido hacer en los ú ltimos días se está cumpliendo. Jesú s está haciendo
realidad la era mesiá nica. La característica de esta favorable intervenció n de Dios en la vida de su
pueblo, es sobre todo la respuesta a sus necesidades físicas y espirituales. Sin embargo, como en la
escena programá tica de Nazaret (4,16-30), esta actividad salvífica, dirigida especialmente al
pueblo pecador y despreciado en Israel e incluso a los gentiles, despertó la sospecha y la total
oposició n de los fariseos y los escribas13. La intervenció n de Jesú s, que evoca todas las obras
realizadas por Dios a lo largo de la historia, culmina justamente en el acto de la resurrecció n, que
él ha cumplido y mostrado como posible volviendo a la vida al hijo de la viuda (7,11-18). Esta
respuesta es el eco del texto de Isaías leído en la sinagoga de Nazaret para presentar el programa
de su ministerio mesiá nico (4,16-30)14.
Los pobres forman un conjunto heterogéneo. Lucas presenta diversas situaciones, la de los
pobres-miserables y la de los cristianos empobrecidos. Los pobres-miserables son los que tienen
carencias materiales de tipo diverso que les impiden vivir como personas, comprenden un grupo
amplio donde está n incluidos los miserables, mendigos, humillados, hambrientos, lisiados, cojos,
mancos, viudas necesitadas, mujeres estériles. Todos ellos, como los anawim, son los destinatarios
privilegiados del reino de Dios y, por ello, de la obra de Jesú s, que ha sido enviado a evangelizar a
los pobres (4,18). La razó n de este privilegio radica en las promesas de Dios que defiende a todos
los que sufren las consecuencias de las injusticias humanas (cf. Is 61,1-2). Dios no quiere este tipo
8
Cf. Crimella, M., Luca, 31.
9
Cf. García-Viana, L. F., “Evangelio según san Lucas”, en S. Guijarro (ed.), Comentario al Nuevo Testamento, Madrid 1995, 185-188.
10
Cf. Fitzmyer, J. A., El Evangelio según Lucas I, 322.
11
Marshall, I. H., The Gospel of Luke, 597. “The thought of God's love, demonstrated in the ministry of Jesus, for the outcasts of society
and the poor has been a frequent topic in the Gospel already”.
12
Cf. Fitzmyer, J. A., El Evangelio según Lucas I, 322.
13
Cf. Marshall, I. H., The Gospel of Luke, 276.
14
Cf. Grasso, S., Luca. Traduzione e commento, Roma 1999, 38.

2
de carencia y promete la salvació n a los pobres, en el presente urgiendo la cooperació n de los
hombres, cuyas obras en favor de los necesitados será n recompensadas por él (14,13) y en el
futuro compensando esa situació n (16,25)15.
Los cristianos empobrecidos (Lc 6,20-23) "son los perseguidos y calumniados en un contexto
cultural en que se concede mucha importancia a la gloria humana, a la fama y al prestigio personal
como un componente importante de la salvació n. En este contexto, Lucas aplica a los perseguidos
las bienaventuranzas de Jesú s, a las que añ ade cuatro antítesis para darles relieve: es
bienaventurado el que es calumniado y reducido a miseria por su fidelidad a la fe; es la suerte de
los verdaderos profetas. Al contrario, ay del que es alabado por los hombres, porque es la suerte
de los falsos profetas" 16. Lucas no alaba el sufrimiento por sí mismo, sino porque es consecuencia
de la fidelidad a Jesú s por parte de cristianos que relativizan el valor de los bienes humanos y los
subordinan al seguimiento de Jesú s. También son destinatarios de esta oferta de salvació n "los
samaritanos, marginados de la vida religiosa de Israel por considerar deformada su religiosidad y
por negarse a dar culto en el templo de Jerusalén", este grupo aparece "en Lucas con un relieve
especial, pues son modelo de agradecimiento (17,11-19) y de misericordia (10,29-37)" 17.
"La comunidad vive rodeada por un ambiente cultural dominado por una visió n pagana de la
salvació n. Este ambiente tiende a filtrarse constantemente en la vida comunitaria. Por ello Lucas
invita a su comunidad a redescubrir y valorar la verdadera salvació n que ofrece Jesú s a todo el que
se une a É l y a entusiasmarse con ella. Es una salvació n radical, porque comienza en la raíz de la
persona, transforma el corazó n, y es total, porque incluye toda la persona, llegando hasta la
resurrecció n de los muertos. Es una salvació n universal que se ofrece a todos, a judíos y gentiles,
en la que no se excluye a nadie, pero que privilegia precisamente a los excluidos de la salvació n
pagana, a los pobres, pecadores, samaritanos y mujeres" 18.
"Al leer este evangelio de misericordia, pero también de arrepentimiento, de profundas renuncias,
pero centrado en el amor; al contemplar esos milagros inspirados por la magnanimidad, ese
perdó n de los pecados que no responde a ninguna clase de condescendencia, sino que nace de un
don divino para santificar; al ir aprendiendo lo que significa que una joven madre diera a luz, con
infinita ternura, al propio Hijo de Dios, y que éste sufriera incluso hasta la muerte, para reconciliar
al hombre con el Padre; ante esa experiencia, Teó filo tuvo que comprender las causas de la
transformació n moral que se producía a su alrededor y que, indudablemente, ya había comenzado
en su propia vida personal, y tuvo que reconocer que esas razones eran só lidas y fidedignas. El
mundo había tenido realmente un Salvador" 19. "Un gran profeta ha surgido entre nosotros" (7,16):
Este reconocimiento de Jesú s es un paso importante en el descubrimiento progresivo de su
identidad. De aquí en adelante, los discípulos deben emprender el camino hacia la ciudad santa, en
compañ ía de Jesú s. Ellos, a través de este recorrido, irá n descubriendo y entendiendo el sentido
por el cual "el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres" (9,44). Para
comprender estos “hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los
que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra” (1,1-2), el lector, en
actitud de discípulo, y con el encargo de “que conozca la solidez de las enseñ anzas que ha
recibido” (1,4), debe recorrer el mismo camino “que Jesú s hizo y enseñ ó desde el comienzo hasta
15
Cf. Rodríguez Carmona, A. Evangelio según san Lucas, LVII.
16
Idem, LVIII.
17
Idem, LXII.
18
Idem, XXXII.
19
Fitzmyer, J. A., El Evangelio según Lucas I, 436.

3
el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apó stoles que había
escogido, movido por el Espíritu Santo” (Hch 1,1-2).

3. MIRADA COMPASIVA Y ACTITUDES PASTORALES COMO IGLESIA


Como consagrados tenemos el deber y el derecho ciudadano de dirigir nuestra mirada y nuestra
reflexió n hacia el país y su situació n particular, en cuanto afecta a la vida de los destinatarios de
nuestra misió n y en algunas ocasiones y circunstancias bien complejas llega a comprometer
seriamente el futuro de nuestras comunidades.
En la actual situació n de nuestro país “el centro de interés debe estar en el bienestar del pueblo, de
la familia humana, en la promoció n de la dignidad humana y de sus derechos, haciendo énfasis en
el cumplimiento de sus deberes cuando las condiciones normales lo permitan”. “Ante situaciones
de dificultad podemos recordemos las palabras del Papa San Juan Pablo II: ‘Cristo parecía
impotente en la cruz. Pero Dios siempre puede má s’; y el amor vence siempre, ese amor que está
clavado en la Cruz, en los crucificados que va dejando esta perversa ideología y sistema de
gobierno; pero ante esto debemos recordar que el amor vence siempre, y venció desde la cruz,
desde los crucificados, desde el no hombre, desde la nada, desde la muerte”.
En toda circunstancia es necesario favorecer al hombre y a la mujer concretos que sufren y
padecen los males actuales, y anhelan su superació n. Ignorar al pueblo, hablar indebidamente en
su nombre, reducir ese concepto a una parcialidad política o ideoló gica, son tentaciones propias de
los regímenes totalitarios, que terminan siempre despreciando la dignidad del ser humano. Las
actitudes de prepotencia, autoritarismo y abuso de poder, así como la constante violació n de los
derechos humanos, van acumulando sobre sus autores un rechazo que las generaciones futuras les
reclamará n. La Iglesia no alienta los deseos de venganza ni las retaliaciones, pero tampoco
promueve la impunidad de delitos que atentan contra la vida, la dignidad humana y los derechos
fundamentales.

3.1. El drama de la migración


Una de las situaciones que clama dramá ticamente desde su silencio es el fenó meno de la
emigració n. En muchos países, y en nuestro caso, Venezuela, se ha ido convirtiendo en un país en
diá spora. Manos que construían y producían, mentes que investigaban y enseñ aban, van
dejá ndonos para irse a otros países. La emigració n produce situaciones dramá ticas: la dura lucha
por hacerse un lugar en un país extrañ o; la posibilidad de caer en el vicio o en la prostitució n, o en
manos de redes que explotan a sus semejantes; el estigma del rechazo; la tristeza de quienes aquí
se quedan; el regreso en situació n de fracaso de quienes no han encontrado dó nde colocarse (Cfr.
Comisió n Episcopal de Familia e Infancia, Documento “Familia en Migració n”, 15.06.2018, nn. 6-8).
La migració n de millones de personas para huir de la crisis en su país de origen, “es el grito
desesperado de protesta” del pueblo que no quiere perder su dignidad”.

3.2. El mensaje de la Palabra de Dios


La Palabra de Dios nos alecciona al garantizarnos que Dios está siempre al lado de su pueblo, en
especial en sus horas má s difíciles. El libro del É xodo nos enseñ a que Dios guía a su pueblo de la
esclavitud a la libertad, pero que también lo educa, a través de pruebas y dificultades, para que
alcance la madurez necesaria como nació n. Dios, por medio del profeta Isaías, nos invita a no tener
miedo, conscientes por nuestra fe, de que no estamos solos, sino que el Señ or nos acompañ a y nos
fortalece en nuestras vicisitudes. Dios nos quiere decir también que las pruebas, sinsabores y
amarguras de la vida no son señ al de su abandono, sino que pueden ser también ocasió n de

4
crecimiento y de salvació n. La oració n, el ofrecimiento del sacrificio y de las horas adversas nunca
será n inú tiles, aunque no veamos su resultado de inmediato: la oració n perseverante alcanza lo
que pide, como nos garantiza el Señ or en el evangelio (Mt 7,7).
Necesitamos estar muy cerca de Dios para saber acompañ ar y ayudar a la gente. El camino no es
sencillo y aú n no sabemos todo lo que puedan venir de má s dificultades, pero habiendo recibido
“la primera llamada”: "ven y sígueme", y habiendo escuchado la voz del Señ or: "He visto la
opresió n de mi pueblo y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos. He
bajado a liberarlos (Ex 3,7-8), tenemos que seguir avivando la llama de la vocació n y permitir que
la invitació n de Jesú s nos siga cautivando profundamente y que el clamor de los pobres no deje de
interpelarnos y siga estimulá ndonos para ser capaces de dejarlo todo por entregarnos a Dios” y al
servicio de su pueblo. Hemos de engrosar esa lista de personas que lo han dejado todo y han
contestado: "Heme aquí, Señ or, envíame a mí" (Is 6,8).

3.3. Aporte y respuesta de la Iglesia


La Iglesia, cuya misió n espiritual está claramente señ alada por Cristo en el Evangelio, no pretende
sustituir en su papel y vocació n a quienes conocen y manejan la Política. No aspira dominar el
panorama social, sin embargo, estimula al laicado debidamente formado y consciente de sus
obligaciones y derechos ciudadanos, a hacer oír su voz y a intervenir activamente en la palestra
política, con el fin de que los altos principios y valores que la fe cristiana nos transmite se vivan
también en el á mbito de lo pú blico y se traduzcan en obras de bien comú n.
El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos invitan a ser solidarios. La comunidad eclesial
está llamada a favorecer un cambio estructural en pro de la transformació n de nuestra sociedad y
corresponde a cada Iglesia local buscar los medios, los métodos y las estrategias para contribuir a
ese cambio con acciones concretas. No debemos desanimarnos nunca frente a los desafíos de un
presente incierto y difícil: al contrario, puesta nuestra confianza en Dios, que nos da la fuerza para
el testimonio y para hacer el bien, afiancemos las exigencias en favor de la justicia y la libertad, con
el fin de animar la esperanza y rogar por las necesidades concretas de cada comunidad.
Se necesita espíritu profético para mantener la alegría y la esperanza animando y ayudando a
nuestra gente. Darles esperanza es fundamental, llevarles la alegría y la esperanza de Jesucristo
para que salgan a flote”. Aunque las dificultades nos puedan ir asfixiando poco a poco, y haya
mucha gente que pierda la esperanza y se conforme con la miseria, siempre hay mucha gente que
vuelve a la Iglesia, que busca a Dios en medio de las precariedades.

Nos tiene que apasionar la vida contemplativa y misionera, por la posibilidad de estar muy cerca
de Dios para ayudar a la gente. Es verdad que esta vida, como todo proyecto de vida asumido con
responsabilidad, seriedad y madurez, implica renuncia y obligaciones, pero, ante todo, debe ser
fuente de una gran alegría y de una ilimitada posibilidad de proyecció n y de servicio. También es
importante dejarnos sorprender por el Señ or, siempre con algo nuevo, bueno y mejor.
Una vez má s, Dios nos reitera: “No temas, yo estoy contigo”. En sus horas de dolor y prueba, el
creyente se toma con má s fuerza de la mano de su Señ or. En estos momentos de sufrimiento y
lucha, invocamos una vez má s la maternal intercesió n de la Santísima Virgen María, para que Ella,
con su oració n ante su Hijo, nos ayude a superar los males de la situació n actual. Como nos ha
dicho el Papa Francisco: “María es como Dios quiere que sea su Iglesia: Madre tierna, humilde,
pobre de cosas y rica en amor” (Papa Francisco, Fiesta del Inmaculado Corazó n de María, 9 de
junio de 2018).

5
EXHORTACIÓ N PASTORAL EN OCASIÓ N DE LA CXII ASAMBLEA PLENARIA ORDINARIA DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA
Caracas, 11 de julio de 2019
Dios quiere para Venezuela un futuro de esperanza
1. Al finalizar los trabajos de la CXII Asamblea Ordinaria de la CEV, compartimos con todo el
pueblo de Venezuela nuestras reflexiones sobre la actual situació n del país con la finalidad de
poner en evidencia la magnitud de los problemas que nos aquejan, brindar orientaciones que nos
ayuden a darles respuesta, y animar a todos a comprometernos en la construcció n de un futuro
mejor.
Nuestra realidad marcada por el sufrimiento y el dolor de las mayorías.
2. Reiteradamente hemos descrito la compleja y dramá tica situació n política, econó mica y social
que vive Venezuela, y que tiende a agravarse cada día.
3. Esta realidad queda reflejada en el reciente Informe del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos (4 de julio de 2019). Allí se concluye, entre otras cosas, que:
• “existen motivos razonables para creer que se han cometido graves violaciones de los derechos
econó micos y sociales, incluidos los derechos a la alimentació n y la salud, en Venezuela” (n° 75);
• “durante má s de un decenio, Venezuela ha adoptado e implementado una serie de leyes, políticas
y prá cticas que han restringido el espacio democrá tico, debilitado las instituciones pú blicas y
menoscabado la independencia del poder judicial” (n° 76);
• “todo ello ha permitido al Gobierno cometer numerosas violaciones de los derechos humanos.”
(n° 77);
• “miles de personas, principalmente hombres jó venes, han perdido la vida en supuestos
enfrentamientos con fuerzas estatales en los ú ltimos añ os. Existen motivos razonables para creer
que muchas de estas muertes constituyen ejecuciones extrajudiciales perpetradas por las fuerzas
de seguridad” (n° 78);
• “los pueblos indígenas venezolanos son objeto de graves violaciones de sus derechos
individuales y colectivos” (n° 79);
• “el Estado ha denegado sistemá ticamente los derechos de las víctimas de violaciones de los
derechos humanos a la verdad, la justicia y la reparació n.” (n° 80).
4 Ademá s pone en evidencia que existen abundantes casos de detenciones arbitrarias, torturas y
malos tratos por parte de organismos del Estado (n°. 41-46) y sobre el uso excesivo de la fuerza y
muertes causadas en el contexto de operativos de seguridad (n° 47-52). Todo lo anterior ha sido
denunciado desde hace bastante tiempo por diversas instancias nacionales e internacionales.
Ejemplo de estas violaciones al estado de derecho son las recientes actuaciones de ó rganos del
Estado que condujeron a la muerte del Capitá n de Corbeta Rafael Acosta Arévalo y la pérdida de la
visió n del joven Rufo Chacó n, hechos que ya fueron condenados enérgicamente por la Comisió n de
“Justicia y Paz” de esta Conferencia.
5 Otro rasgo muy significativo de la actual situació n es el éxodo de má s de un 12% de la població n
venezolana, impulsado por la situació n política, el empobrecimiento de la clase media y el
menosprecio de los pobres. Una generació n de niñ os y niñ as no han visto a sus padres durante
meses. Si la situació n econó mica y social continua en franco deterioro, el país puede perder en los
pró ximos meses parte importante de su població n.
6 En esta crisis, van ganando terreno el deterioro moral de la sociedad con sus secuelas de
violencia, mentira, corrupció n e irresponsabilidad, y la desesperanza y el miedo de la ciudadanía.
La inmensa mayoría de los habitantes del país rechaza esta situació n porque se encuentra en
abierta contradicció n con los tradicionales valores cívicos, culturales y religiosos que han

6
caracterizado a nuestro pueblo. Los venezolanos seguimos apostando por una convivencia
ciudadana plural, pacífica, en justicia, libertad y solidaridad, como lo establece la Constitució n.
La dignidad de la persona y el bien comú n, valores irrenunciables.
7 Proclamamos como hombres de fe que Dios quiere lo mejor para Venezuela, así lo afirma el
profeta Jeremías: sus designios son de prosperidad, no de desgracia; él nos da un porvenir y una
esperanza (cf. 29,11).
8 Tal como lo afirmamos en el Concilio Plenario de Venezuela, “una de las grandes tareas de la
Iglesia en nuestro país consiste en la construcció n de una sociedad má s justa, má s digna, má s
humana, má s cristiana y solidaria”. Esto postula un decidido compromiso de todos por la defensa
de la dignidad de la persona humana y el bien comú n.
9 Los regímenes políticos, ideologías, organizaciones o instituciones deben estar al servicio de
estos principios fundamentales. Esto exige una decidida promoció n y defensa de los derechos
humanos, y una permanente denuncia de los abusos y violaciones de esos derechos, ya que “todos
los atropellos a esa dignidad son atropellos al mismo Dios”.
10 La renovació n ética y espiritual del país es tarea de todos. Esto nos exige favorecer la educació n
en principios y valores, desterrar de la vida social la mentira como instrumento de manipulació n,
erradicar la corrupció n administrativa y el aprovechamiento de los bienes pú blicos. De igual
forma, construir adecuados mecanismos para superar la violencia familiar y social. Para ello se
hace necesario la participació n de todos los sectores e instituciones en el diseñ o y realizació n de
un proyecto de reconstrucció n democrá tica del país en la justicia, la libertad y la paz, guiado por
metas claras y tareas concretas.
11 También exige comprender que la política tiene como finalidad el bien comú n y no los intereses
particulares. Es perentorio para la recuperació n de nuestro país que quienes se dedican al
ejercicio de la política, o aspiren a hacerlo, lo hagan como una opció n de servicio, - como “una alta
forma de caridad”-, segú n la expresió n del magisterio pontificio. Con políticos responsables,
generosos, honestos, coherentes, capaces de movilizar la població n a la consecució n de grandes
objetivos, se puede superar la crisis, ya que hay que enfrentar problemas y desafíos de gran
magnitud.
La tarea de reconstruir Venezuela: decisiones urgentes.
12 Como afirmamos el pasado mes de enero, ante la realidad de un gobierno ilegítimo y fallido,
Venezuela clama a gritos un cambio de rumbo, una vuelta a la Constitució n. Ese cambio exige la
salida de quien ejerce el poder de forma ilegítima y la elecció n en el menor tiempo posible de un
nuevo Presidente de la Repú blica. Para que sea realmente libre y responda a la voluntad del
pueblo soberano, dicha elecció n postula algunas condiciones indispensables tales como: un nuevo
Consejo Nacional Electoral imparcial, la actualizació n del registro electoral, el voto de los
venezolanos en el exterior y una supervisió n de organismos internacionales como la Organizació n
de las Naciones Unidas (ONU), la Organizació n de Estados Americanos (OEA) y la Unió n Europea,
entre otras; igualmente el cese de la Asamblea Nacional Constituyente.
13 Ante la “emergencia humanitaria” en la que el sistema econó mico y político vigente ha sumido
a toda la població n, es urgente que se permita la entrada masiva y distribució n de la ayuda de
alimentos y medicinas, con participació n y supervisió n internacional, y deslastrada de las
diatribas partidistas y del flagelo de la corrupció n. La Iglesia Cató lica, a través de sus instituciones,
y particularmente las Caritas parroquiales, diocesanas y nacional, renueva su compromiso de
participar, junto a otras organizaciones, en la recepció n y distribució n de esta ayuda humanitaria.
14 Los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, los ó rganos policiales y el Ministerio
Pú blico, en el cumplimiento de sus deberes constitucionales, deben obrar conforme a la justicia y

7
la verdad, y no al servicio de una parcialidad política. Así erradicará n de su seno las prá cticas de
persecució n y tortura, y resguardará n, defenderá n y hará n respetar los derechos de todos, por
encima de cualquier interés personal o partidista.
15 Para contribuir a esa renovació n nacional, reiteramos nuestro compromiso como Iglesia de
seguir fortaleciendo la fe en Jesucristo que sana y libera, y llevando esperanza a nuestro pueblo, a
través del desarrollo de programas de formació n y organizació n que permitan la defensa de los
derechos humanos, la recuperació n de la institucionalidad democrá tica y la reconstrucció n del
país de una forma pacífica. Desde nuestras instituciones educativas, seguiremos brindando una
educació n de calidad que eleve los valores espirituales y ciudadanos de nuestro pueblo.
Conclusió n: Nuestro agradecimiento y oració n
16 Ante la pró xima Asamblea especial del Sínodo de los Obispos sobre la Regió n Panamazó nica,
que tiene como tema “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para la ecología integral”, y que
se realizará en Roma en el mes de octubre, pedimos la oració n de todos. Que esta Asamblea sea
una ocasió n para impulsar la evangelizació n y atenció n pastoral, reflexionar y evaluar la
protecció n y cuidado de los pueblos indígenas y del ambiente en una ecología integral, que
garantice las fuentes de agua y de otras riquezas naturales que son necesarias para nuestro país.
17 Agradecemos y felicitamos a los sacerdotes, diá conos, religiosas y laicos, el esfuerzo que
realizan cada día para mantener viva la esperanza y profundizar la evangelizació n del pueblo
venezolano y, en particular, por las iniciativas para la atenció n de las personas má s vulnerables.
Ratificamos de nuestra parte el “gusto espiritual de ser pueblo”, ya que pertenecemos a él y
buscamos estar cerca de la vida de la gente sin excluir a nadie. Agradecemos también el apoyo que
nos brindan el Papa Francisco, así como la Iglesia y los gobiernos de otros países, y, especialmente
de nuestros vecinos, para que podamos continuar llevando adelante esta obra evangelizadora, y
por la atenció n que brindan a los venezolanos que han emigrado.
18 En nuestras visitas a las comunidades se nos pide constantemente que recemos por Venezuela.
Tengan la seguridad que lo hacemos todos los días. Hemos apoyado y promovido también
mú ltiples iniciativas de oració n y ayuno para implorar a Dios por las necesidades de nuestro país y
para que podamos resolver en paz los problemas que hoy nos aquejan. Queremos convocarlos,
una vez má s a no ceder en el buen propó sito de orar con humildad y trabajar con confianza por el
bienestar de nuestro país.
19 ¡Dios es nuestro auxilio! (cfr. Is 41,10). Pedimos la intercesió n de Nuestra Señ ora de Coromoto
por esta noble causa. Con nuestro saludo y bendició n.
Los Arzobispos y Obispos de Venezuela

Pistas para la reflexión personal:


 ¿Cuá les hechos de la realidad venezolana son los que má s te han impactado durante este añ o?
 ¿Có mo te afecta la situació n actual de Venezuela y có mo te solidarizas con los que má s sufren?
 ¿Có mo está s asumiendo la situació n actual por la que atraviesa Venezuela?
 Desde tu condició n de Hija de la Caridad, ¿Cuá l es tu mejor aporte a esta realidad de
Venezuela?

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