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Dory (voz de Ellen DeGeneres en su versión original) es uno de

los personajes más optimistas que tiene el universo animado, y


esta característica tan particular es, justamente, su mejor
instrumento para asimilar los problemas (los propios y los ajenos)
y no dejarse amedrentar por sus limitaciones o, en tal caso, por lo
que piensen los demás. Un mensaje simple y sencillo que cala
hondo, más allá de las humoradas y las aventuras, sobre todo si
pensamos que no deja de ser una película para los más chicos.

La historia arranca un año después de que Marlin (Albert Brooks)


cruzara el océano para reencontrarse con el pequeño Nemo.
Dory pasó a formar parte de esta anaranjada familia de peces
payasos, más que nada, por no tener otro lugar a dónde ir. Pero
pronto empieza a tener algunos recuerdos aislados, flashes que
van y vienen de sus destartalada memoria, que le indican que,
allá afuera (y alguna vez), formó parte de una hermosa familia
junto a su mamá y su papá, peces cirujanos (es la especie, no su
profesión, ja) que hicieron todo lo posible para preparar a su
retoño para enfrentarse a un mundo en desventaja.

Esta pulsión interior de pertenecer, tan propia de los seres


humanos, es lo que impulsa a la pececita a iniciar una nueva
odisea, casi imposible, para hallar a su familia en algún lugar de
California. Una vez más, su falta de memoria a corto plazo y la
incapacidad para seguir instrucciones es su mayor obstáculo,
pero Marlin y Nemo se ofrecen a acompañarla, porque eso es lo
que hacen los amigos.

Así comienza una nueva travesía, de esas que siempre forman


parte del nudo central de las películas de Pixar, donde los
personajes (generalmente) deben encontrar la forma de volver a
casa. Sólo que acá es diferente: Dory no está perdida (desde un
punto de vista literal), está buscando su verdadero lugar en el
mundo.      

Esta búsqueda los acerca hasta el Instituto de la Vida Marina, un


acuario gigantesco cuya misión principal es rescatar, rehabilitar y
liberar a los animalitos que más lo necesitan. La determinación de
Dory la lleva a adentrarse en las instalaciones del lugar para
encontrar a sus papás y, de paso, hacer buenas migas con Hank
(Ed O'Neill), un pulpo malhumorado con su propia agenda, y un
montón de criaturas que podrán, o no, ser de ayuda en esta
misión.      

Todo aquello que nos enamoró de Dory (y nos hizo reír hasta las
lágrimas) cobra un nuevo significado con esta segunda parte.
Nada queda librado al azar y se nota la maestría de Andrew
Stanton a la hora de delinear personajes y un sinfín de
situaciones hilarantes (realmente hilarantes) que esconden otras
más emotivas y llenas de buenos sentimientos. Dory es la
verdadera protagonista, pero es su interacción con los otros lo
que impulsa esta gran historia.

Visualmente, “Buscando a Dory” no tiene punto de comparación.


La hiperrealidad del océano y sus criaturas, enseguida se
contrasta con lo caricaturesco de algunos personajes, una
cualidad muy especial que debe estar presente porque, al fin y al
cabo, esta es una película sobre animalitos parlanchines.

Mi recomendación es verla en su idioma original (y quedarse


hasta el final de los títulos). Los chistes toman mucha más
relevancia y algunas sorpresas se pierden en el doblaje latino,
correcto pero con falta de efecto en cuanto a ciertas voces se
refiere. Igual, esto es sólo un detalle menor porque la esencia
sigue estando en su historia y sus personajes, algunos de ellos
increíblemente bizarros (y muy queribles) que se suman para
esta segunda parte.

Al final resulta que “Buscando a Dory” era algo que


necesitábamos sin siquiera saberlo. Una secuela totalmente
necesaria que le da un poquito más de sentido, y una hermosa
historia de fondo, a este entrañable personaje.

Dejen el raciocinio de lado y sumérjanse (literal y


metafóricamente) en esta nueva aventura pixariana liderada por
una protagonista que comprende a la perfección sus limitaciones,
pero no por ello deja que las adversidades ganen la partida.
Nada mejor que seguir el consejo de Dory, porque cuando las
circunstancias de la vida nos derrotan sólo se puede seguir
adelante…, obviamente nadando.      
“Buscando a Dory”: 7 aportes sobre el
TDAH, la memoria funcional y la crianza
La esquina del experto entrada del blog de Bob Cunningham (EdM)
Jun 16, 2016
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Buscando a Dory, la muy esperada continuación de Buscando a Nemo se


presenta en las salas de cine a nivel nacional el 17 de junio. El personaje
principal es Dory, un pez con pérdida de la memoria a corto plazo.

La película tiene mucho que ofrecer a las familias. Estas son las 7 aportaciones
que considero más importantes para las familias con dificultades de
aprendizaje y de atención en general, y con TDAH y dificultades con
la memoria funcional en particular:

1. Muchos chicos se sentirán identificados con las dificultades que tiene


Dory con la memoria
La pérdida de la memoria a corto plazo es una condición inusual. Además, es
mucho más extrema que el TDAH y las dificultades del funcionamiento
ejecutivo. Aun así, los problemas de Dory les seguirán pareciendo muy
familiares a los chicos que tienen dificultades de atención.

Ella se distrae muy fácilmente. Es impulsiva. Tiene problemas para seguir


instrucciones que constan de varios pasos. “Mis pensamientos”, murmura Dory
en una escena, “abandonan mi cabeza”.

Esa afirmación probablemente resonará en muchos chicos. Una diferencia


fundamental entre ellos y Dory: muchos niños que tienen dificultades con la
memoria funcional o de atención tienen muy buena memoria para otras cosas.

2. La mamá de Dory es el tipo de padre que aspiro llegar a ser

En los recuerdos que tiene Dory, su mamá Jenny es infinitamente paciente.


Ayuda a Dory a practicar estrategias como hacer rimas, cantar y jugar a
representar roles. Jenny es realista pero optimista.

“No todo en la vida es sencillo”, le dice a Dory. Es una conversación difícil que
termina haciendo que hija se sienta segura. Dory dice: “Siempre hay otra
manera”.

Mi única objeción con Jenny es una escena que insinúa que ella está
intentando ocultar a Dory sus temores sobre el futuro de su hija. Dory la
escucha por casualidad cuando habla sobre ello. En mi experiencia, los chicos
siempre perciben esas preocupaciones, sin importar cuánto se esfuercen los
padres/madres en ocultarlas. Es por esto que aconsejo hablar abiertamente y
discutir esas preocupaciones con su hijo, en lugar de pretender que no le
preocupa.

3. El papá de Nemo es el tipo de padre que yo soy con demasiada


frecuencia

Marlin es el papá de Nemo. Él se siente frustrado y es rudo con las personas.


Se comporta así con Nemo y Dory, a quien considera parte de su familia. Es
sobreprotector y subestima la habilidad de Dory de hacer cosas por ella misma.

En un momento intenso, Marlin le dice algo hiriente a Dory. Y para un chico que
tiene dificultades con la memoria, ella recuerda muy bien la cosa desagradable
que él le dijo.

Pero Marlin no es representado como el villano en Buscando a Dory. Él es más


bien como un espejo. Algunos padres (como yo), puede que reconozcamos
mucho de él en nosotros. La buena noticia es que al final él se da cuenta.

4. La película destaca tanto las destrezas como las dificultades de Dory


Dory habla mucho sobre sus capacidades y sus limitaciones, y ¡muchas veces
lo hace al mismo tiempo! Después de que el pulpo Hank dice que ha perdido
uno de sus tentáculos, Dory rápidamente hace el cálculo y dice que ahora lo
deberían llamar un “septópodo”. Y añade: “puede que no sea buena
recordando cosas, ¡pero sé contar!”. Y obviamente ella tiene un excelente
vocabulario y entiende los conceptos para crear una palabra como septópodo.

Dory reconoce que tiene muchas destrezas, no solo en matemáticas y con el


vocabulario. Dos de sus mayores habilidades son la perseverancia y solucionar
problemas. Incluso algunos de los personajes repiten: “¿Qué haría Dory?”.

5. La película intenta con gran esfuerzo comprender la impulsividad de


Dory

Elogiar a Dory fuera del enfoque convencional es una cosa. Pero aceptar
completamente sus actos impulsivos, y a menudo arriesgados hasta el punto
de fomentar que otros los realicen, es otra cosa. Hacia el final de la película,
Dory dice a Hank: “Las mejores cosas en la vida ocurren por casualidad”. Yo no
estoy tan seguro de eso.

Lo que siento más genuino es un comentario que hace el papá de Dory al


comienzo de la película. Mientras corre detrás de su impulsiva hija, le ruega:
“¿Podemos detenernos un momento para proponer un plan?”. Es uno de los
muchos momentos en Buscando a Dory en el que puedo imaginarme a
millones de padres asintiendo. Sí, también nosotros nos hemos sentido de esa
manera.

6. ¿Qué hay sobre Becky y Gerald?

Buscando a Dory es increíblemente solidaria con Dory. Se siente como un


golpe en el estómago cuando los personajes reaccionan negativamente hacia
ella. Y la variedad de reacciones de los personajes menores da a las familias
muchas ideas para discutir con sus hijos. Hay otros personajes cuyas aptitudes
y limitaciones también se muestran de una manera muy clara. Un buen ejemplo
es Destiny, el tiburón ballena que es miope.

Pero hay un par de personajes cuyas diferencias parecen representadas


principalmente para hacer reír. La película no destina mucho tiempo a la pájara
Becky o al león marino Gerald. Sin embargo, sus escenas también pueden
conducir a momentos de enseñanza: ¿Por qué Marlin duda de las habilidades
de Becky? ¿Por qué Nemo confía en Becky? ¿Cómo los otros leones
marinos pueden ser mejores amigos de Gerald?

7. Dory tiene excelentes habilidades sociales

A pesar de sus dificultades con la memoria, Dory hace amigos fácilmente. Y


siempre está preocupada por los otros aunque no pueda recordar la razón.
Dory se ha ganado a Hank, Destiny, Nemo y Marlin. Todos la apoyan. Yo
también. Y usted también lo hará.

Al principio de Buscando a Dory, a sus padres le preocupa su habilidad para


hacer amigos (también me imagino a millones de padres asintiendo con sus
cabezas). Pero las habilidades sociales, como todo lo demás, pueden
enseñarse y practicarse. Me encantó la escena donde los padres de Dory la
ayudan a que practique decirle a otros niños que ella tiene dificultades con la
memoria.

Hay mucho para sentirse cautivado con esta película. Y me recordó de alguna
forma la misión de Understood de ayudar a 1 de cada 5 chicos con dificultades
de aprendizaje y de atención. Con las estrategias adecuadas, los chicos
pueden progresar en la escuela y en la vida, o en el caso de Dory, en el
océano.

Para mayor información sobre la película, revise: Buscando a Dory: La


conexión con las dificultades de aprendizaje y de atención, una conversación
en video que tuve con mis colegas en Facebook Live.

Las opiniones, puntos de vista, información y cualquier contenido en los blogs


de Understood.org son responsabilidad únicamente del escritor del blog y no
necesariamente reflejan los puntos de vista, valores, opiniones y creencias, ni
están avaladas por Understood.
 Ciencia

Esto es lo que sucede en el


cerebro de Dory
Por
 Andrea López
 -
julio 15, 2016

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Disney•Pixar
Este 2016, la olvidadiza pero optimista Dory regresa a la pantalla grande
en Buscando a Dory, una nueva producción de Pixar, secuela
de Buscando a Nemo.

La historia se sitúa un año después de que Marlin y esta pececita


emprendieran su primera aventura submarina en busca de Nemo. En
esta ocasión, la pez cirujano azul y negro (Paracanthurus hepatus)
intentará reencontrarse con sus padres cruzando el océano en compañía
del dúo de peces payaso (Amphiprion ocellaris).

El problema es que Dory, con su pérdida de memoria a corto plazo, sólo


logra recordar que su familia vivía en Morro Bay, California.

¿Qué sucede en el cerebro de la protagonista que le impide retener


información por más de algunos segundos? ¿Por qué, a pesar de
presentar esta condición, puede recordar el domicilio de sus padres?
Aquí te lo contamos.

Disney•
Pixar
La memoria a corto plazo es un acto cognitivo complejo que implica la
participación de múltiples regiones de la mente. De acuerdo con
expertos de la Sociedad Max Planck para la Promoción de las Ciencias,
las oscilaciones entre estas zonas son cruciales para la retención de
datos.
La parte frontal del órgano, por ejemplo, está implicada en la memoria a
corto plazo, mientras que el proceso de la información visual ocurre
principalmente en la parte posterior. Por ello, para recordar lo que vimos
recientemente, estas regiones distantes necesitan coordinar e integrar
los datos recibidos, función que el cerebro de Dory no desarrolla
adecuadamente.

El equipo de Stefanie Liebe, Nikos Logothetis, Gregor Rainer y Gregor


Hoerzer llegó a esta conclusión tras registrar la actividad eléctrica tanto
en el área visual como en la parte frontal de las mentes de un grupo de
monos. Así, observaron que en estas regiones se registran fuertes
sincronizaciones en conjunto, lo que ayuda a recordar cosas tan sencillas
como nombres o rostros.

En el caso de la información que resulta ‘familiar’ al paciente por


exposición repetitiva, como que la familia de Dory reside en Morro Bay,
es más probable que se retenga. También es el caso de la dirección P.
Sherman, calle Wallaby 42, Sidney que la pez cirujano logra recordar
tras repasarla una y otra vez.
ANÁLISIS

Buscando a Dory
César Noragueda   - Jun 22, 2016 - 15:44 (CET)
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 País: Estados Unidos


 Año: 2016
 Género: Animación, aventuras
 Dirección: Andrew Stanton y Angus MacLane
 Guión: Victoria Strouse (Personajes: Andrew Stanton)
 Reparto: Animación
 Web oficial: Buscando a Dory
El pez más querido y desmemoriado del cine regresa para
deleite general en esta secuela de Buscando a Nemo, dirigida
por Andrew Stanton, como la otra, y con el debut de Angus
MacLane, trece años después de que Pixar diera su mayor
campanada.
Stanton es uno de los cineastas clave de este estudio de
animación americano, justificadamente famoso dada su
extraordinaria trayectoria. Lleva en él desde sus inicios; fue uno de
los guionistas de la transformadora Toy Story (John Lasseter,
1995), se estrenó en la dirección de largometrajes con la
menor Bichos, una aventura en miniatura (1998), coguionizó luego
la vigorosa Toy Story 2 (Lasseter, Ash Brannon y Lee Unkrich, 1999)
y la imaginativa Monstruos S.A. (Pete Docter, Unkrich y David
Silverman, 2001), se encargó de dirigir, como decíamos, la que
puede ser considerada la mejor de todas las películas de
Pixar, Buscando a Nemo (2003), y más tarde, de la
deliciosa WALL•E (2008) y, fuera del estudio y de la animación
pero también para Disney, de ese aceptable y sincero
entretenimiento y fracaso económico que fue John Carter (2012).
Según cuenta el propio Stanton, le gusta la idea de Miguel Ángel
de retirar del mármol todo lo que no era necesario y descubrir la
escultura oculta, y eso es lo que pretendía hacer al darle vueltas a
qué necesitaba contar de los personajes de Buscando a Nemo, y
se percató de que le preocupaba Dory, de que algo había que
relatarle a los espectadores sobre sus orígenes y sus carencias. Y
esto no es una pose intelectual: la elección narrativa para esta
secuela es, de hecho, la que más lógica tiene de todas las
posibles, y no simplemente porque Dory sea, de lejos, el
personaje más brillante con que contaban; de veras era preciso,
en caso de continuar la historia, despejarnos los enigmas en torno
a ella y la vida que había llevado antes de Marlin y Nemo con
pérdidas de memoria a corto plazo.

Y como el trabajo en Pixar es muy colaborativo, Stanton echó


mano de la coguionista más inteligente que, según dice, pudo
encontrar para darle al filme la perspectiva femenina que hacía
falta al centrarse en Dory, y esa fue la poco prodigada Victoria
Strouse. Entre los dos han aportado un libreto que, si bien no
llega a las cotas de genialidad de aquel que Stanton escribió a
seis manos para la primera parte, sí resulta satisfactorio en
todo momento.
'Buscando a Dory' pisa fuerte en uno de los terrenos que son la
especialidad de Pixar, el de lo emotivo. Porque la fuerza
emocional del estudio sigue intacta

Que Buscando a Dory sea posiblemente la secuela de Pixar más


esperada porque el filme precedente se perciba, quizá, como el
mejor del estudio, o el que más interiorizaron los espectadores
cuando llegó a las salas de cine, no parece una idea muy
descabellada al saber que ha sido el estreno animado más
exitoso de la historia en Estados Unidos. Y es imposible que los
que han tenido oportunidad de verla se hayan decepcionado
porque, ya en el mismo comienzo, en el que sólo oímos una voz
encantadora, la película nos atrapa con brío, y durante su
impoluta y conmovedora secuencia inicial, que causa
escalofríos de puro gusto por tanto que habíamos esperado
volver a ver novedades sobre Dory, somos conscientes de que ni
nos va a soltar ni queremos que nos suelte de ninguna manera.

Si Buscando a Nemo se reveló, sobre todo, como un viaje


oceánico en busca del pececillo desaparecido, en el que las
curiosidades del mar se aprovechaban para apuntalar el devenir
de la aventura, su continuación es un viaje triple: por un lado, a
lo largo de unas instalaciones humanas dedicadas a la exhibición y
el tratamiento de la vida marina; por otro, el de un pulpo llamado
Hank y la elección de sus prioridades; y además y muy
especialmente, el de la misma Dory a través de sus recuerdos
furtivos, que son lo que la incita a moverse en busca de su familia,
y de la consciencia de quiénes en verdad la componen.

Se ve con claridad que les ha salido más trepidante que su


predecesora pues, si bien la ansiedad de Dory por hallar a sus
familiares se equipara a la que tenía Marlin por dar con Nemo, los
interludios dialogados y de piezas humorísticas son más breves
entre secuencia y secuencia de acción, y el tramo final alarga
bastante más la trepidación y el desasosiego debido a las
peripecias que se encadenan, y su clímax, con un tratamiento
inesperado, de veras que sabe a gloria. De la absoluta brillantez
en las técnicas de animación de Stanton y Pixar, que aquí incluyen
algún sorprendente plano subjetivo, a estas alturas no podemos
dudar; se presupone, se da por hecho que no nos defraudarán en
ese sentido y, faltaría más, no lo hacen.

Si algo podemos lamentar de esta agradecida secuela, algo que


tenga un peso considerable como para ser apuntado, es que los
golpes cómicos sólo dan en el centro del blanco y consiguen
que el espectador se eche a reír en determinadas ocasiones.
Por lo general, se contemplan con una sonrisa más o menos
embelesada y entusiasta, pero su ingenio es visiblemente
inferior al de los que nos hacían despepitarnos en Buscando a
Nemo. Las escenas de los leones marinos, por ejemplo, no se
pueden comparar con las de las gaviotas de la primera película,
siendo que ambas recurren al comportamiento de estos animales
y “explican” los sonidos que emiten para generar humor.

Además, realmente no contribuye con ninguna nueva sátira


social ni tan siquiera absurda, como las que vimos en el
encuentro de los tiburones o la organización de escapistas del
acuario en el filme precedente. Sin embargo, pisa fuerte en otro
de los terrenos que son la especialidad de este estudio de
animación, el de lo emotivo, y Stanton y MacLane son capaces de
retener muy pronto nuestra empatía y zarandear nuestros
sentimientos siempre que se lo proponen. Porque la fuerza
emocional de Pixar permanece intacta.

Conclusión

8.5

10
No cabe duda de que Buscando a Dory es inferior a la primera
película porque, como hemos dicho, la comicidad no resulta tan
aguda ni encontramos los esfuerzos satíricos que sí había en su
antecesora. Pero, dado que la planificación visual y la técnica
animada siguen siendo tan apabullantes como de costumbre y,
sobre todo, se muestra lo emocionalmente poderosa que cabía
esperar, sirve como nueva constatación de la maestría de Pixar.

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