La adquisición de la conducta consiste en explicar la presencia o la
desaparición de conductas del repertorio de un organismo, de inmediato recurrimos a los principios que rigen su adquisición y su extinción. En el condicionamiento operante, la adquisición involucra ya sea un incremento en la frecuencia con la cual ocurre una respuesta, o bien la aparición de una operante que antes no se había observado. Debido a la naturaleza de la conducta operante, estos dos tipos de adquisición realmente no están separados el uno del otro; sin embargo se les distingue por razones de conveniencia. La extinción en el condicionamiento operante involucra una reducción en la frecuencia con que ocurre una operante cuando ésta deja de ser reforzada. Antes de abordar los métodos y procedimientos para incrementar y reducir de forma selectiva la probabilidad de ocurrencia de una conducta operante ya existente, echemos un vistazo a estos conceptos en relación con la conducta respondiente.
Adquisición de la conducta respondiente
Por otra parte la adquisición de la conducta respondiente, la
adquisición es una cuestión simple, ya que tanto su ocurrencia inicial como su tasa, dependen casi totalmente de la presentación de estímulos evocadores. Hay otras variables de importancia en la mayoría de las respondientes específicas, pero por ahora las vamos a omitir. Por lo tanto, para provocar una respondiente que nunca antes ha sido efectuada, solo será necesario presentarle al organismo un estímulo evocador efectivo. Para incrementar selectivamente la tasa con que un organismo reacciona con una determinada conducta respondiente, solo será necesario incrementar la tasa de presentación del estímulo evocador de esa respuesta.
Una respondiente cambia muy poco o nada durante la existencia de
un organismo. Sin embargo, como mencionamos en el Capítulo I, un estímulo previamente inefectivo para evocar una respondiente, podrá llegar a adquirir ese poder evocador.
Adquisición de la conducta operante
En lo concerniente a, las operantes no tienen estímulos evocadores.
Por ejemplo, no existe un estímulo que evoque la palabra operante en todos los niños, o un estímulo que evoque en todas las ratas la operante de presionar una palanca. La creación de nuevas operantes, o el incremento de la frecuencia de las operantes ya existentes, se lleva a cabo mediante estímulos reforzantes que van después de la conducta, y no por estímulos evocadores que la preceden. En el Capítulo 1 vimos que los reforzadores eran aquellos estímulos que seguían a la conducta y daban como resultado un incremento en su frecuencia.
Hable del incremento de la frecuencia de la conducta operante
Para proliferar la tasa de ocurrencia de una respuesta que ya existe
en el repertorio de un organismo, solo es necesario que las ocurrencias de esa conducta vayan seguidas de estímulos reforzantes. Por ejemplo, si un animador hace algún ademán o gesto particular, y el auditorio que tiene en frente responde de manera positiva (riéndose o afirmando con la cabeza lo que se dijo), se incrementará la tasa con que ocurre ese ademán o gesto. Sin embargo, antes de que una operante pueda ser incrementada, será necesario esperar a que haya una ocurrencia de la respuesta, ya que no hay estímulo evocador que la produzca.