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Capítulo 1: “El método en la
psicología comunitaria”
Introducción
El objeto, el lenguaje y el método son aspectos constitutivos de una disciplina científica. El primero
define el campo de acción, el segundo rige la definición de los conceptos explicativos de los fenómenos y
procesos considerados propios de ese campo, a la vez que a través de su empleo marca el sentido, y el tercero
determina los modos de aproximación al estudio de ese objeto y de sus circunstancias. No hay duda de que
los objetos de la psicología comunitaria son la comunidad y los procesos y relaciones psicosociales que en
ella se producen, ambos construidos entre los individuos que integran dicha comunidad y que reciben
asimismo su influencia. La primera identificación de esta rama de la psicología proviene del hecho de
trabajar sobre los fenómenos y procesos psicosociales y psicológicos que se dan en las comunidades, y a su
vez de la incorporación de los miembros de la comunidad en su quehacer. Si bien esta rama de la psicología
ha cobrado popularidad y un cierto prestigio, por una parte sus límites se han perfilado, y por otra se han
hecho más borrosos debido a que un cierto número de trabajos psicosociales se han incluido en esta rama, lo
cual es innecesario ya que una buena investigación psicosocial no necesita de tal subterfugio. Dentro de esa
rama, que es además central y bien constituida, sobre lugar para las encuestas, las entrevistas y otros estudios
realizados sobre categorías sociales de interés. Es cuanto, al lenguaje, la psicología y en la experiencia que ha
ido desarrollando en las últimas cuatro décadas, conceptos que definen tanto su campo de estudio como a ella
misma.
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a trabajar con la comunidad) es internos (líderes y personas interesadas que pertenecen a la comunidad) en el
trabajo comunitario, y la condición de los actores sociales. Esos principios son: reflexión y diálogo,
conocimiento, igualdad, conciencia, poder y control en la comunidad, participación y compromiso,
diversidad, respeto y reconocimiento del carácter creativo de los seres humanos, carácter activo y creador de
las personas, libertad, transformación social, bienestar, liberación.
Los valores mencionados van a influir en las prácticas, a la vez que esas prácticas van a ratificar la
necesidad de guiarse por esos valores, tanto en las elecciones metodológicas como en la transformación de
las técnicas empleadas. La relación entre ética, método y teoría es un aspecto que necesita ser tomado en
cuenta para poder comprender el desarrollo de esta rama de la psicología. Con frecuencia cuando se
mencionan las palabras “ontología”, “epistemología” y “teoría”, pareciera que su carácter abstracto las aparta
de todo tipo de relación con la vida cotidiana, y en general de los aspectos concretos del quehacer diario.
Como si la teoría residiese en un lugar apartado y lejano, y la práctica en cambio estuviese atada y limitada
por el contacto directo con la vida material. La idea de praxis, parece construir un concepto hueco
desprovisto de materialidad, en lugar de ser entendida como la rica relación entre la producción de
conocimiento y las transformaciones que construye la realidad que vivimos cada día. Es en la praxis donde se
produce el método de la psicología comunitaria, a partir de la definición ontologica de los sujetos que lo
emplean y de la relación epistemológica en la cual la práctica produce teoría y la teoría genera práctica. Pues
la praxis no es otra cosa. En la psicología comunitaria esa praxis tiene una orientación ética y responde
asimismo a una dimensión política, en el sentido de que trabaja sobre acciones que se producen en el espacio
público, mediante el ejercicio de la ciudadanía.
Un ejemplo de cómo comenzó a estructurar un método acorde al objeto de estudio es el trabajo de Irizarry
y Serrano Garcia (1979), quizás uno de los primeros, si no el primero, publicado en castellano, que hace
referencia a la aplicación de un método desarrollado específicamente para el trabajo comunitario. Allí los
autores describen un diseño de investigación que incorpora la intervención, que luego, en 1992, Serrano
Garcia explica con mayor amplitud. Se trata de un modelo creado por los autores en la Universidad de Puerto
Rico, durante la segunda mitad de la década del setenta, que respondía a cuatro aspectos fundamentales: 1)
las necesidades tanto de la comunidad con la cual se estaba trabajando, como las de los propios psicologos y
psicologas comprometidos con ese trabajo; 2) la necesidad disciplinaria de sistematizar ese trabajo; 3) la
ausencia de modelos que permitiesen abordar el problema en, y desde, su situación que permitiesen abordar
el problema en, y desde, su situación específica (Serrano Garcia, 1992:212-216), y 4) la explicitación de los
valores y principios que motivaban la acción a realizar.
Irizarry y Serrano Garcia partieron de la necesidad de desarrollar un método que uniese investigación y
acción social, a la vez que concientizarse políticamente (en el sentido amplio del término) a las comunidades.
Esto fue hecho partiendo de la noción de problematización de Paulo Freire (véase el capítulo 8). El punto de
inicio del metodo así concebido es el conocimiento de la comunidad (familiarización), seguido del proceso
de identificación de necesidades. Los pasos principales de ese método son:
1. Familiarización con la comunidad.
2. Identificación de necesidades (realizada junto con la comunidad).
3. Reuniones con líderes y miembros de la comunidad.
4. Trabajo colectivo.
5. Establecimiento y consecución de metas específicas a corto y a largo plazo.
Además estos pasos integran, para los autores mencionados, un proceso mayor de problematización, que
concentra la condición de intervención social que acompaña a la tarea de investigar. Asimismo, en cada uno
de ellos se utilizan diversas técnicas de acuerdo con los objetivos de la investigación destinada a conocer las
necesidades de la comunidad. Algunas de esas técnicas son: la detección y definición de indicadores sociales
presentes en la comunidad; la encuesta con aplicación de cuestionarios; las entrevistas a informantes clave; la
discusión en grupos nominales y en foros de la comunidad, que permite recolectar las opiniones y la
participación de grupos grandes; la revisión y creación de expedientes, entre otras.
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Además, a lo largo del trabajo en algunas ocasiones se produce la socialización sistemática evaluadora del
conocimiento producido. Este aspecto, así como el cuidado puesto por los autores en solicitar siempre el
permiso o la aquiescencia de las personas con las cuales se trabaja y la consulta constante a las personas de la
comunidad, ponen de manifiesto el carácter ético, participativo y dialógico de este método.
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1.En realidad, por comparación con la columna de la izquierda, habría que decir que el investigador/a solo
dialoga con sus pares académicos.
El diario de campo es una técnica de registro de datos muy utilizada en las investigación cualitativas en
las ciencias sociales. Su origen se remonta a los estudios antropológicos de Malinowski, cuando observaba
otras culturas en su ambiente natural, y se sitúa en el centro de una discusión epistemológica y metodológica
sobre el estatuto de la realidad, sobre los datos y los métodos de recolección que permiten su aprehensión.
Para las corrientes científicas que privilegian la metodología cualitativa (etnografía, etnometodología,
investigación fenomenológica, investigación participante, IAP, etc) la realidad humana no puede compararse
con la realidad tal cómo es vista tradicionalmente en las ciencias naturales. Para las ciencias sociales, la
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mirada sobre la realidad está profundamente marcada por la subjetividad del investigador y, de igual forma,
produce marcas en aquellos que son observados. En las ciencias naturales podemos decir que la subjetividad
del investigador poco afecta la realidad del objeto observado, por ejemplo una molécula. En verdad, en el
paradigma de la investigación cualitativa se podría incluso decir que la subjetividad no afecta a la molécula,
ya que el investigador está impregnado por las teorías que quiere comprobar o por los datos que procura
obtener. Así, la subjetividad está presente en toda construcción científica y debe ser considerada cómo una
parte de la objetividad alcanzada por la producción científica que se pretende seria y honesta. Los “datos”
para el paradigma de la investigación tradicional son entidades naturales, objetivas e independientes que no
son afectadas por la subjetividad del investigador. Para los científicos del campo social que trabajan con
investigación cualitativa, en cambio la realidad es siempre subjetiva, pues depende de cómo la percibe el
investigador y de la forma cómo él se relaciona con la realidad percibida.
Con esa premisa los científicos sociales adoptaron la técnica de observación participante, en la cual el
investigador está inmerso en la cultura y en lo cotidiano de la realidad social que pretende investigar, sea esta
una institución, una cultura o una comunidad. En la observación participante los datos son de dos tipos:
descriptivos= que procuran situar el contexto donde ocurre la observación; y reflexivos=q ue consisten en las
ideas, los pensamientos, las dudas y las reflexiones que surgen en la mente del investigador mientras observa.
Para la investigación tradicional solo los datos descriptivos son objetivos, mientras que los demás son datos
subjetivos qué deberían eliminarse de cualquier investigación cualitativa los dos tipos de datos forman parte
de las anotaciones del diario de campo, puesto que constituyen aspectos diferentes de reflexión sobre la
realidad observada, igualmente importantes para la construcción del pensamiento científico.
En el ámbito de la psicología el registro de los cambios comportamentales, cognitivos y emocionales que
ocurren diariamente no sería posible sin la cuidadosa observación de la vida cotidiana de los sujetos
investigados. En ese sentido, Piaget es un claro ejemplo del investigador de campo, pues produjo una vasta
obra basada en observaciones de niños realizando actividades espontáneas y otras inducidas por la
construcción de hipótesis teóricas constantemente puestas a prueba en el diálogo con los niños. Así, podemos
decir que hay un conjunto de datos que surgen naturalmente de la observación espontánea, y otro conjunto de
datos que es construido cada vez que el investigador hace una intervención en el campo de observación y
produce alteración en la realidad, que promueven nuevas observaciones.
Además de un instrumento de investigación, el diario de campo puede utilizarse cómo una estrategia
didáctico-pedagógica. En el campo educativo el diario de campo es una práctica cotidiana en algunas
disciplinas teórico-prácticas y se considera un relato de las experiencias de pasantía. Desde esta perspectiva,
es una estrategia para la autorreflexión tanto del alumno cómo del profesor; registra sus altibajos, sus
conquistas, sus victorias y las emociones que envuelven tanto la relación pedagógica cómo el vínculo con el
equipo de trabajo. En dicho caso las anotaciones del diario de campo ilustran la dialéctica desencadenada por
el propio proceso pedagógico, cómo una toma de conciencia de sí mismo y del otro.
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deben integrar las notas de campo, pues auxilian a comprender el impacto que tales acontecimientos pueden
producir en el medio exterior, así cómo los valores y las hipótesis teóricas que orientan al investigador en su
análisis de los hechos.
Para el primer tipo de notas se requiere el uso de la memoria, la atención y la habilidad de escribir y relatar,
mientras que para el segundo es necesario el uso permanente de la capacidad crítica y de reflexión. Para
entrenar y disciplinar la memoria los autores dan algunas pistas que incluyen no adelantar pequeñas
anotaciones (antes del momento en que se podrán hacer los registros completos) y no hablar de la
observación antes de escribirla.
La forma de anotación varía según las preferencias del investigador. Presentamos a continuación algunas
formas de registro utilizadas en notas de campo de investigaciones cualitativas. En la investigación de
Creutzberg (2000), se registraron cuatro tipos de notas:
1. las notas de campo=q ue constan en las notas reales de campo con detalles de la observación;
2. las notas teóricas=q ué son las percepciones iniciales o preliminares a la compresión y ayudan a
ahondar el conocimiento;
3. las notas metodológicas= con análisis del contenido de las notas de campo y reflexiones sobre la
observación;
4. y las notas de la investigadora=que incluyen registros de los sentimientos y la reacciones de las
investigadora.
A modo de ejemplo, a continuación incluimos algunas notas descriptivas del diario de campo de dicha
investigación:
“Entonces es posible percibir la precariedad. La casa, inacabada-apenas un revestimiento básico, sin
pintura. El piso, de cemento. Las ventanas hechas con tablas. No hay vidrios. Al entrar vi el gato, el loro
(02.1.4)
Llegue a la casa. Cómo era un día de sol, nuevamente todo parecía mejor que en el principio. También la
casa estaba más limpia. En frente a la puerta de la cocina, una tabla impedía la entrada de las gallinas y del
perro (08.1.88)
Otro ejemplo de notas de campo en la práctica pedagógica del Curso de Enfermería de la PUCRS, que
también aparece en el trabajo de Creutzberg, muestra otro estilo narrativo al mezclar los aspectos
descriptivos y reflexivos de las notas:
Lunes después del feriado...Percibí a las alumnas desvinculadas de los pacientes y de las tareas. Pocas
trajeron los materiales solicitados para el collage. Me parece que las barreras nuevamente se instalaron.
Iniciamos el día haciendo un breve comentario sobre el fin de semana.
Optamos por trabajar algunos textos teóricos al principio de la mañana. Enseguida, la propuesta era que
cada alumna se reencontrará con su paciente (niño) y buscará conocer su historia a través de la historia
clínica. También se propuso que cada alumna trabajara con la madre/padre una técnica de collage donde
ellas expresarian cómo les gustaría ser cuidados. Percibí que los días de alejamiento de los pacientes y
familiares no posibilitaron la realización de esta tarea. Esto sucedió naturalmente, o sea las horas pasaron
y la actividad no sucedió.
Acordamos que el collage se hará mañana” (18.11.1996)
Otros investigadores prefieren anotar separadamente las cuestiones referentes a los sujetos y ambientes de
investigación y los comentarios personales, que expresan preocupaciones o sentimientos del investigador en
el campo. Esa elección se percibe en la Disertación de Maestría de Fernanda Amador: Violencia
policial:frente y revés del sufrimiento (1999),q ué utilizó el diario de campo, entre otras técnicas, para
estudiar la vida cotidiana de trabajo de policías militares, cómo se muestra en el siguiente recorte:
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El trabajo de los El fuerte espíritu de grupo necesario para se protejan y realicen su trabajo,
policías funciona también puede ser lo que coloca a los policías en la inminencia de la acción
cómo una violenta.
hermandad Parece necesario que se establezca una relación de confianza entre los
policías para que puedan hacer su trabajo. Es cómo si delegaran al
compañero de trabajo la certeza de que no será alcanzado y que saldrá ileso
de los conflictos. El colega parece funcionar cómo retaguardia importante
para realizar los procedimientos de trabajo. ¿Sin embargo, no se podrían
fortalecer, por el contrario, los procedimientos de acción violenta? ¿La
confianza que se establece en el grupo no favoreceria el uso indebido de la
fuerza?¿De qué confianza se trata?
Cómo se puede observar, las notas de campo pueden ser registradas de maneras muy variadas. Lo
importante es que el diario de campo se constituye en una técnica del trabajo social que incorpora la
subjetividad del investigador, sea a través de notas descriptivas y notas reflexivas, sea a través de
notas teóricas, metodológicas y del investigador. Lo que importa en verdad es que el diario de
campo refleje el proceso de construcción del conocimiento, incorporando a la observación las
reflexiones del investigador mientras observa.
Así, la subjetividad se torna un componente de la objetividad tan deseada en toda investigación
científica.
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Introducción
Este capítulo tiene cómo objetivo reflexionar sobre las bases teóricas que sustentan la noción de
“grupos focales” y su aplicación cómo una técnica de investigación que puede ser utilizada en
psicología comunitaria. Las consideraciones presentadas aquí se originan en dos aspectos que se
complementan: por un lado, buscamos reflexionar sobre nuestra experiencia en la participacion y
orientacion de decenas de investigaciones con grupos focales, en múltiples trabajos realizados
durante los últimos años; por otro lado, examinamos la literatura existente sobre el tema, agregando
a nuestras consideraciones nuevas orientaciones que podrían colaborar para un empleo útil y
cuidadoso de esta técnica. Por consiguiente, se busca ampliar la gama de instrumentos de
investigación usados por los profesionales en su trabajo con las comunidades en que actúan, pues
los grupos focales constituyen una técnica que propicia la comprensión de las interacciones de los
individuos en grupo. Cómo resalta Sarriera (1998), es importante que además de comprender las
interacciones entre los individuos, el profesional se inserte y se familiarice con el contexto
comunitario en el cual desarrollará su futura intervención.
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se basa en un debate racional. Lo racional, en este caso, debe entenderse cómo una posibilidad de
intercambio de puntos de vista, ideas y experiencias (Bauer y Gaskell, 2002).
Cabe resaltar que el uso de grupos focales en la investigación cualitativa no descarta la
posibilidad de, adicionalmente, implementar otras técnicas e instrumentos. Esta, incluso, puede
emplearse para preparar la utilización de otras técnicas, cómo se comentará más adelante (Morgan,
1988; Roso, 1997).
Esta técnica surgió en la Segunda Guerra Mundial, alrededor de 1940 (Roso, 1997). La primera
aplicación de los grupos focales fue llevada a cabo por Robert Merton y sus colaboradores, en una
investigación para un programa de radio, en la Universidad de Columbia 1914. Merton fue invitado
a evaluar en vivo y en directo, durante el programa, las respuestas de los oyentes, pues se había
visto que las técnicas tradicionales de entrevista no eran suficientes. A partir de entonces la técnica
se difundió hasta ser utilizada en las investigaciones de mercado en los Estados Unidos. Luego, se
realizaron muchos estudios y hubo modificaciones en las técnicas de grupo focal con la intención de
adecuarlas a las necesidades de cada investigador (Romero, 2000).
Actualmente se sabe que los grupos focales son una técnica ampliamente utilizada,
principalmente en investigaciones cualitativas, tanto en el área de mercado cómo en estudios de
sociología y psicología social e incluso psicología comunitaria. En todas estas áreas se destaca la
importancia de las percepciones, sentimientos e interpretaciones de los participantes del grupo
(Romero, 2000; Roso, 1997).
Morgan (1988) define el grupo focal básicamente cómo un grupo de entrevista, cuyo objetivo es
acercarse lo máximo posible a las comprensiones que los participantes tienen sobre un tema de
investigación, y que permite también conocer las experiencias y perspectivas de los entrevistados.
Así, se hace posible que se conozca no sólo “qué”, sino “por qué “ los participantes piensan de la
forma en que lo hacen. No es un grupo en el que se hacen preguntas y los participantes responden:
las intervenciones se hacen a partir de los tópicos de investigación seleccionados, buscando la
interacción del grupo, mientras el entrevistador ejerce la función de moderador.
El término “grupo focal” puede concebirse de distintas formas de acuerdo con el autor que se
estudie. Para unos, consiste en una sesión informal de un grupo de personas que representan a los
sujetos del estudio, para discutir diferentes aspectos de un tema específico (Romero, 2000). Para
Guareschi (1996), la cuestión principal de los grupos focales consiste en la utilización de la
interacción grupal para producir datos e insights que, de otras formas, no se obtendrán.
A través de esta técnica se estimula a los participantes a discutir sobre un tema, con flexibilidad, a
partir de algunas cuestiones previamente elaboradas. Esto permite identificar elementos de la
subjetividad tanto individual cómo de grupo, y profundizar las cuestiones de la investigación
cualitativa (Romero, 2000).
Es importante resaltar aquí otra característica de la técnica de grupos focales descubierta a partir
de la semejanza entre palabras, solo que en nuestro caso puede ser una semejanza o una
contraposición entre los temas que están siendo tratados. En la discusión de los grupos, se observa
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innumerables veces que algunos de los participantes solamente recuerdan determinado aspecto
porque alguien del grupo lo mencionó. Pero muchas veces no es exactamente lo que fue dicho, sino
algo relacionado con los fue dicho por otro, lo que complementará la información y le dará más
peso. Puede darse el caso de que el participante del grupo no sea llevado a hablar por el acuerdo con
el tema, sino por oposición o contradicción con lo que fue dicho por alguien. En ese caso, si el
aspecto de la discusión que se suscitó es semejante, acrecienta la comprensión global del fenómeno
o del problema. Si, en cambio, es contradictorio incentiva la discusión, involucrando a todos los
miembros del grupo y exigiendoles que tomen una posición, critiquen, fundamenten, justifiquen, lo
que redundara en una comprensión más global y profunda del tema. Por esto puede decirse que las
“informaciones” (datos) recolectados en un grupo focal son mucho más consistentes,
fundamentadas, que las información recogidas a través de un cuestionario o de una entrevista.
Nuestra experiencia muestra que la mayor dificultad en esta tarea es la constitución de un grupo
focal; es decir, cómo conseguir participantes que realmente puedan dar cuenta del problema y del
objeto de estudio. Esa discusión está vinculada con el problema de la llamada “muestra”, tema que
trataremos con especial cuidado.
En lo que respecta a la organización o al montaje de los grupos focales, muchas investigaciones
que emplean esta técnica se vuelven superficiales y de poco valor pues se aprovechan de
“audiencias cautivas” para realizar su investigación. La audiencia cautiva está relacionada con el
llamado “síndrome de los sophomore”. Se realizaron algunos estudios sobre nuestras
investigaciones y se percibió que en muchos casos, principalmente en las ciencias humanas,
alrededor de 80% de los sujetos de investigación eran sophomores. En el caso de los grupos focales
esta situación puede ser una tentación y una trampa, pues en general a través del reclutamiento
semiforzado de nuestros alumnos. Pero si queremos realizar una investigación con grupos focales
que sea lo más representativa posible de la población foco, debemos hacer un esfuerzo para tener
participantes la representen acabadamente, o sea, que no impliquen sesgos².
En investigaciones de carácter cualitativo, a menudo no se dispensa un cuidado especial a la
representatividad específica, situación que discutiremos a continuación. Lo que queremos subrayar
aquí es que no es tan sencillo conseguir participantes. Cada vez es más difícil reclutar voluntarios,
aún más si es para una discusión de más de una hora; las personas valorizan, cada día más, su
tiempo. ¿Qué hacer entonces? Pues en este caso, tenemos que hacer nuestros cálculos y determinar
de cuántos recursos disponemos para contribuir un grupo focal. Si no contamos con tales recursos,
debemos comenzar a “negociar” de antemano con posibles participantes, motivándolos a propósito
de la importancia de la investigación y mostrándoles los posibles beneficios que obtendrán con su
participación. Y esta no es tarea fácil, principalmente porque necesitamos reunirlos en un horario
específico. Esa es una de las mayores dificultades que enfrentamos cuando realizamos investigación
con grupos focales y no tenemos recursos para remunerar a los participantes. Muchos iniciaron sus
investigaciones y se detuvieron en la mitad, o no produjeron un trabajo satisfactorio, debido a ese
problema. De ahí el llamado de atención sobre este asunto. Es necesaria una divulgación eficaz, en
el medio social en el que se va a realizar el estudio, de los propósitos del mismo, para incentivar la
buena voluntad de la gente. Desde luego, esto se resuelve en el momento en que hay dinero para
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contratar a los participantes a lo que se desea incorporar a cada grupo focal. Es de esta manera
cómo proceden quienes trabajan con grupos focales en la investigación de mercado publicitaria.
En el caso de la psicología comunitaria, pueden surgir problemas al pagar a determinados
participantes, principalmente en el momento de escoger a quien podría ser portavoz de la
comunidad.
Pero volvamos al asunto de la muestra, qué es un tanto complejo. Cómo vimos, tenemos que
dar cuenta de cierta representatividad; es decir, de qué aquello que investigamos a partir de nuestros
grupos pueda, con conciencia sana, ser aplicado a la población qué investigamos. Es evidente que
en una investigación cualitativa, la muestra posee un carácter diferente al de la investigación
cuantitativa. En general, en investigaciones cualitativas, se habla de “construcción de un corpus”
de investigación. Pero, ¿en qué consiste ese corpus? Es precisamente una estrategia empleada para
garantizar que el problema a ser investigado puede ser visto, en la medida de lo posible, en su
globalidad y para eso debe ser investigado en sus diferentes dimensiones. ¿Cómo lograrlo?
Existen varias estrategias. En primer lugar, debemos tener en claro lo qué queremos investigar.
En general, en los estudios sobre comunidades, queremos saber sobre creencias, opiniones,
estereotipos, ideologías, representaciones sociales, hábitos, prácticas, etcétera. Eso es lo que no
sabemos. Ahora bien ¿cómo hacer para que podamos saber cómo se representan, cómo son, tales
objetos desconocidos por nosotros dentro de una comunidad, a través de la técnica de los grupos
focales? En principio, cabe preguntarnos si existen, en esa comunidad, estratos sociales que ,
probablemente, tengan una influencia diferenciadora. Si existen, deberíamos, en teoría, hacer
grupos focales con esos estratos más significativos, a no ser que, en el propio grupo focal, tales
estratos fuesen contemplados. Puede hasta darse el caso de que, para tener una mejor comprensión
del objeto que está siendo investigado, sea conveniente confrontar estratos diferentes. Los estratos
pueden caracterizarse por edad, sexo, educacion, renta, vida rural versus v ida urbana, fe religiosa,
actividad ocupacional y otros parametros qué, pueden ser tomados en cuenta por razones
apropiadas.
Por ejemplo, en una investigación sobre los programas de comunicación en comunidades
populares, trabajamos con grupos focales de 8 personas, 4 hombres (dos jóvenes y dos adultos) y 4
mujeres (dos jóvenes y dos adultas). Así, las variables edad y exo estaban contempladas. La renta y
la educación no se tenían en cuenta, pues había cierta homogeneidad entre los habitantes. Un grupo
constituido de esta manera, para analizar cómo veía los programas de mass media, ofrecía la
posibilidad de brindar información fundamental. Evidentemente, durante la discusión , aparecieron
las diferencias entre personas debido a la edad y al género, por eso no impedía la consecución de
nuestro objetivo y enriquecia la diversidad de información.
Pero, atención a dos cosas: en primer lugar, puede suceder que, como muchas veces ocurre en las
comunidades, tales estratos no sean significativos y no necesiten ser tomados en cuenta, pues hay
una homogeneidad más o menos garantizada en la comunidad y cualquiera de sus miembros podrá
ofrecer informaciones bastante aproximadas. ¿Cómo darnos cuenta de si ése es el caso? Por el
simple hecho de realizar dos grupos focales, o máximo tres, y constatar que no aparecen
informaciones nuevas; o sea, que llegamos a una saturación de los datos. La segunda consideración:
al hablar de muestra en investigación con grupos focales, no estamos pensando en el tipo de
muestra de la investigación cuantitativa, por eso no necesitamos tantos grupos que lleguen a
garantizarnos una significación estadística. Aquí buscamos informaciones suficientes para construir
el corpus, respetando, en lo posible, la diversidad de estratos diferenciados que puedan influir en la
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El moderador del grupo focal tiene el papel de intermediar la discusión del grupo, de manera que
todas las personas puedan expresar su opinión, y contribuir en la profundización del tema para que
la discusión realmente ocurra. El observador tiene la función de observar el funcionamiento del
grupo y, si fuese necesario, puede hacer comentarios; su posición más pasiva y analítica debe
posibilitar una crítica afinada del funcionamiento del grupo.
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Debus (1986) resalta que el moderador puede trabajar con un flujo de debate estructurado o no.
En el primer caso, la actividad se da a partir de una lista de temas preparados previamente y que
comprende aquellos tópicos que serán abordados y las áreas específicas de indagación. La guía
previa de temas permite que se traten todas las áreas pertinentes a la investigación. En el flujo no
estructurado se emplea una guía
de temas muy vaga y los propios participantes del grupo determinan en gran medida el contenido y
el estilo del grupo.
Romero (2000) se refiere al moderador como "moderador-investigador”. Él es quien coordina
las reuniones del grupo, mantiene el foco en el tema, desarrolla las cuestiones formuladas y conduce
el debate.Debe tener la posibilidad de llevar adelante más de un grupo sobre el mismo tema, con los
mismos o con otros participantes, de acuerdo con sus objetivos de investigación. El debate es libre y
el moderador-investigador lo estimulará solamente cuando sea necesario. A pesar de que el grupo
sigue un guión preelaborado para la discusión, sus miembros deben sentirse libres para expresar sus
opiniones y sentimientos.
El moderador debe posibilitar el diálogo y el intercambio a través de una postura que favorezca
que todos los integrantes se sientan libres y a gusto para exponer sus opiniones y sentimientos
(Bauer y Gaskell, 2002). A su vez debe tener la capacidad de moderar, para evitar que uno de los
participantes domine el grupo y para estimular a quienes tengan mayor dificultad de expresión; de
ese modo logrará obtener respuestas del grupo como un todo (Roso, 1997).
Existen algunas estrategias, en cuanto al funcionamiento de un grupo focal, que solamente la
experiencia puede enseñarnos. Entre otras cosas, subrayamos la estrategia de otorgar una mayor
atención a algunos puntos que se mencionan muchas veces rápidamente, pero que pueden ser de
relevancia para profundizar sobre el problema. Pueden, entonces, hacerse algunas preguntas más o
menos de la siguiente forma: "Interesante, fulano dijo algo que, si entendí bien, se refiere a...". O
puede preguntarse directamente: "¿Fue eso lo que usted quiso decir? ¿Puede explicar un poco más?"
Y a partir de lo que el participante diga, poner el asunto en el centro de la discusión, provocando de
esta manera que se profundice sobre la discusión dc cstc tema, que como moderadores nos gustaría
ver más claro y observar cuál es el pensamiento que el grupo tiene sobre el tópico, o sus
divergencias sobre el asunto. Otras preguntas que pueden hacerse en el transcurso de la discusión y
que animan a las personas a hablar más sobre el tema, son expresiones de este estilo:
"interesante lo que el compañero nos está diciendo; nunca había pensado en eso. ¿No quieres
hablarnos un poco más sobre eso?". Y después de que él hable, hacerle la pregunta a todo el grupo
"A ustedes ¿qué les parece? ¿Están o no de acuerdo?"
Ese procedimiento debe hacerse todo el tiempo y no debe dejar "lagunas" por el camino. Si
alguna cosa no quedó clara, se debe retomar la pregunta, reorientar a las personas a hablar sobre el
tema. Como nosotros, profesionales, supuestamente poseemos una referencia más amplia de la
problemática, se hace más fácil controlar constantemente al grupo para ver hacia dónde se dirigen,
dar cuenta de posibles "lagunas” e ir "rellenándolas”. La práctica nos ha mostrado la gran utilidad
de esta modalidad de trabajo.
Finalmente, una observación importante para poder garantizar mejor la "generalización" de las
informaciones. Al llegar al final de la discusión, si se percibe que las declaraciones u opiniones van
repitiéndose y parece que no surgen cosas nuevas, puede plantearse la siguiente pregunta: "Ustedes
creen que lo que discutimos aquí es más o menos lo que las personas en general piensan sobre el
tema?"O"¿a ustedes les parece que lo que la gran mayoría piensa es muy diferente de lo que se dijo
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aquí en nuestra conversación? Esta pregunta puede darnos alguna pista sobre si la discusión del
grupo representa el pensamiento de la comunidad o si el grupo se desvió del tema central. Tenemos,
así, una nueva oportunidad para poder suplir algunas deficiencias y algunas lagunas de la
investigación.
Es, sin embargo, de vital importancia que el moderador logró mantener su imparcialidad. La
parcialidad de un moderador en el grupo puede incentivar que los miembros estructuren la discusión
en función de aquello que imaginan que el moderador considera correcto y, de esa manera, la
deseabilidad social interferirá en los resultados del estudio (Bauer y Gaskell, 2002; Roso, 1997).
Como hemos dicho, además de un moderador, el grupo también debe tener un observador. El
papel del observador es de fundamental importancia y puede señalarse como una de las ventajas de
utilizar grupos focales, puesto que además de percibir las relaciones entre investigador e
investigados, puede observar aspectos muy relevantes de la interacción entre los participantes
(Roso, 1997).
Esta opción se da, en primer lugar, a partir de la definición del problema de investigación, que
debe guiar tanto la elección del método como de la técnica de acuerdo con los objetivos del estudio.
Como ya hemos dicho, los grupos focales se aplican cuando el objetivo es identificar opiniones,
sentimientos, formas de pensar, entender e interpretar las representaciones sociales y la realidad que
envuelve a las personas. A través de los grupos focales es posible relevar los contenidos manifiestos
y latentes, captados a través de la comunicación verbal y no verbal entre los miembros del grupo
(Romero, 2000).
Así, dicha opción se basa en un examen cuidadoso, en el cual el investigador debe preguntarse a
sí mismo en qué medida determinada técnica puede contribuir a la mejor comprensión de su
problema de investigación (Morgan, 1988). Roso (1997) resalta que el grupo focal permite
visualizar una dimensión más social de la comprensión de un fenómeno dado. Si el objetivo es
investigar una cuestión desde el punto de vista del individuo, sería más adecuado el uso de la
entrevista individual.
Según Morgan (1988), la técnica de grupos focales debe aplicarse cuando resulte necesario
generar hipótesis basadas en las informaciones ofrecidas por los insights del grupo, evaluar
diferentes investigaciones o estudios de poblaciones, ayudar a desarrollar entrevistas y
cuestionarios, orientar al investigador hacia un nuevo hallazgo o investigar la interpretación de los
participantes sobre los resultados de otro estudio.
El objetivo principal de la utilización de grupos focales es dar continuidad a una idea lanzada
por el moderador, originando una discusión que permita a los participantes interactuar (Bauer y
Gaskell, 2002).
El grupo focal ofrece la oportunidad de observar varias interacciones en un período de tiempo
limitado.Existe un cierto control sobre los participantes, lo que no sucede en el caso de un diseño de
investigación como el de la observación participante. Además, el grupo focal puede ser usado en
interacción con otras técnicas
Al inicio de nuestras investigaciones, aplicábamos indiferentemente la técnica de grupos focales
con entrevistas, tanto semi-estructuradas como en profundidad. Sin embargo, poco a poco, fuimos
dándonos cuenta de la enorme ventaja de realizar un grupo focal como preparación para los tópicos
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de la entrevista. La dinámica que descubrimos es más o menos la siguiente: el grupo focal, por
plantear una discusión amplia,
generalizada, participativa y, hasta cierto punto, creativa entre los miembros de un grupo sobre un
tema específico, nos indica la estructura y los marcos más amplios del problema o del fenómeno.
Habitualmente, los grandes temas relacionados con el fenómeno o problema serán mencionados en
el grupo focal. En una entrevista dirigida o en profundidad el investigador tiene, de antemano, las
preguntas centrales que darán cuenta de la problemática en estudio. Tendríamos que hacer muchas
entrevistas, a través de "entrevistas-piloto", para tener una guía de entrevista que nos diera la
confianza necesaria para pensar que la problemática global será abarcada. Pues bien, ésa es una de
las grandes ventajas del grupo focal: nos da garantía de poder construir una guía de entrevista que
abarca en forma acabada la problemática que se quiere investigar. Lo mismo se podría aplicar para
el caso de empleo de cuestionarios o de situaciones en que necesitemos previamente tener una
percepción global del fenómeno o problema. Esta percepción nos la brindará la técnica de grupo
focal.
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no se trata, únicamente, de analizar las percepciones y creencias del individuo, sino de cómo estas
percepciones interactúan con otras percepciones y de las construcciones se hacen a partir de ello. El
objeto de estudio es la construcción, la discusión del grupo, siendo la comunidad comprendida y
estudiada cómo un todo.
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Introducción
El psicólogo comunitario, tanto en su práctica profesional como en otras áreas aplicadas de la
psicología, y en general los trabajadores sociales disponen de una serie de instrumentos de
trabajo que hacen viables sus intervenciones. Este capítulo tiene como objetivo presentar una
discusión sobre dos técnicas de acción profesional: la entrevista psicosocial y la visita
domiciliaria.
La entrevista es un instrumento fundamental en la práctica psicosocial, siendo, también, una
técnica importante de investigación científica (Bleger, 1998; Laville y Dionne,1999). Cuando es
concebida como un método científico de relevamiento de datos, es imprescindible que el
entrevistador posea algunos conocimientos teóricos y prácticos sobre la comunicación
interpersonal, que deben ser tenidos en cuenta en el momento de las intervenciones. De esta
forma, la entrevista puede definirse como un proceso en el cual intervienen dos o más personas
en un marco de comunicación, generalmente oral, en el que se distinguen papeles asimétricos: el
del entrevistador y el del entrevistado. Teniendo en cuenta el presupuesto de que la persona se
constituye cómo un ser en relación y dentro de un contexto, surge la oportunidad de observar la
interacción entre las personas y el medio (Martínez, 1992).La entrevista siempre es una
conversación con un propósito definido (Rodríguez Sutil, 1994).También se sabe que lo que
ocurre en la entrevista es determinado en gran parte por la naturaleza de la relación entre el
entrevistado y el entrevistador, y en consecuencia la posición empática y de aceptación de la
demanda son fundamentales (Bleger, 1998).
En la entrevista se debe utilizar un lenguaje claro y accesible, a través de preguntas concretas,
a través y situadas temporalmente, respetando la libertad de respuesta del entrevistado
(Rodríguez Sutil, 1994). El psicólogo o el trabajador social, al actuar en la comunidad, deberá ser
sensible al ambiente, a la persona entrevistada, al tema, y al momento y lugar donde el encuentro
acontece (Martínez, 1992). Así, permite no solamente explorar los contenidos que son expuestos
por el entrevistado, sino que también conocerá sus representaciones, creencias, valores,
sentimientos y opiniones. En este caso, el contenido implica algo más que el significado sencillo
otorgado a la narrativa del entrevistado; se refiere además a otras manifestaciones relacionadas
con el momento de la intervención y de la relación entrevistador/entrevistado (Mackinnon y
Michels, 1990).
Con el objetivo de delimitar las características de la entrevista psicosocial con foco en la
comunidad, es necesario que se haga una reflexión sobre el campo de la psicología comunitaria.
Según Kelly (1992), la entrevista se caracteriza por el énfasis en las relaciones de
interdependencia entre las personas, el medio ambiente, los recursos individuales y colectivos,
la acción social y la prevención. Por lo tanto, en la entrevista comunitaria todas estas
dimensiones deben estar contempladas, ya que presentan una considerable vinculación dentro de
este proceso.
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Las entrevistas en la comunidad pueden ser realizadas por el psicólogo, en forma individual o
acompañado por otros profesionales, y siempre deben respetar la perspectiva de integración
interdisciplinaria y buscar una comprensión más global de los fenómenos. Cabe resaltar que para
que esto sea eficiente, el trabajo con otros profesionales exige que cada uno tenga muy claro su
papel dentro del equipo.
A través del trabajo en equipo se desarrollan las estrategias de integración disciplinaria,
Lćamino propuesto por Porto y Almeida (2002) para denominar la posibilidad de producción
de conocimiento multidisciplinario, interdisciplinario o transdisciplinario. Esto significa que se
generan un conjunto de intervenciones entre las diversas disciplinas científicas para la
producción de conocimiento, en particular para el análisis de objetivos complejos, así como para
la integración de conocimientos y estrategias de intervención en torno a problemas particulares.
Almeida Filho (1997) define la multidisciplinariedad cómo el conjunto de disciplinas que se
agrupa alrededor de un tema o problema, desarrollando investigaciones y análisis particulares
realizados por diferentes especialistas pero, la mayoría de las veces, los especialistas continúan
produciendo a través de prácticas fragmentadas a pesar de tomar en cuenta múltiples
dimensiones de un problema. La interdisciplinariedad, a su vez, es caracterizada también como
la reunión de diferentes disciplinas alrededor de una misma temática pero, en este caso, los
profesionales toman en cuenta el objeto de estudio de forma integral y aun cuando trabajan de
manera fragmentada logran diferentes grados de integración. En cuanto a la
transdisciplinariedad, se refiere a la articulación completa entre un amplio conjunto de
disciplinas referentes a un campo teórico y operacional específico. Es este tipo de intervención la
que posibilita el desarrollo de teorías y conceptos transdisciplinares.
La visita domiciliaria
Una de las formas de trabajo en equipo en las comunidades es la visita domiciliaria. La visita
domiciliaria no es una práctica específica de los psicólogos; los primeros profesionales que
realizaron esta actividad fueron los trabajadores sociales. Actualmente, además de éstos, otros
profesionales del área de la salud tales como médicos, enfermeras, odontólogos y nutricionistas
también trabajan con esta modalidad de atención. Se evidencia así que cada vez más la
psicología debe estar abierta al conocimiento de nuevas formas de intervención, que a su vez
estén integradas por otros profesionales, con el fin de lograr una comprensión más amplia de los
fenómenos y un mayor acercamiento a la comunidad.
La visita domiciliaria se caracteriza por ser una intervención eminentemente en equipo. En
este sentido, es interesante que el psicólogo busque en este espacio el desarrollo de un trabajo de
atención cada vez más integral con los pacientes, familiares y la comunidad, facilitando de esta
manera hacer efectiva la tan deseada transdisciplinariedad.
En Brasil, a pesar de que existe un importante movimiento en este sentido, la visita
domiciliaria no es aún frecuente, especialmente en lo que se refiere a los servicios públicos de
salud, aunque el propio Sistema Único de Salud (SUS) la considera como instrumento
fundamental para la actividad de educación sanitaria (Brasil, Ministério de Saúde, 1990).
En un artículo sobre visitas domiciliarias realizadas por estudiantes de medicina a niños
enfermos, Henley (1999) subraya la importancia del contacto de los estudiantes con la realidad
de las familias con que trabajan. La intervención en el contexto posibilita una comprensión más
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profunda del comportamiento de las personas que viven en la comunidad, de sus hábitos y
actitudes, lo cual favorece también un acercamiento entre el puesto de salud y la comunidad
(Patterson y Mulley, 1999).
Para Campanini y Luppi (1996) el principal objetivo de la entrevista efectuada en el domicilio
es la profundización y comprensión del ambiente familiar a partir del estudio y la observación
del mismo. Patterson y Mulley (1999) resaltan que en el 80% de los casos, familiares y amigos
también están presentes durante la entrevista, contribuyendo con los profesionales que la
realizan. A través de esta práctica, otros aspectos se mostrarán relevantes, tales como el
fortalecimiento del vínculo entre la comunidad y el equipo técnico, la comprensión de la relación
entre el comportamiento y el ambiente, un acompañamiento más riguroso cuando es solicitado
por el Tribunal de Menores o por los Consejos Tutelares, así cómo la posibilidad de realizar una
adecuada intervención preventiva. De esta manera, la visita domiciliaria propicia un
entendimiento más completo de los procesos comunicacionales, la estructura ambiental y la
interacción de los miembros en la familia y en la comunidad, facilitando la comprensión del
proceso de salud-enfermedad en un contexto determinado.
Durante la visita domiciliaria el paciente o la familia visitada perciben al entrevistador como
una gran fuente de ayuda (Oliveira y Berger, 1996). Sin embargo, existen otros casos en los
cuales esta confianza no se establece de forma inmediata y el éxito de la entrevista dependerá
mucho de la habilidad del entrevistador (Mackinnon y Yudofsky, 1988).
Así, se espera que el psicólogo tenga una buena habilidad técnica para el trabajo en relaciones
humanas y una alta cuota de sensibilidad para establecer un vínculo positivo, que favorecerá la
integración con las personas a través de la comunicación con las comunidades en las cuales
actúa.
Boyce, Cook, Jump y Roggman (2001) comentan algunas pautas fundamentales que deben
ser tenidas en cuenta en las visitas domiciliarias, tales como evitar la rotación de los
profesionales que realizan las visitas, cuidar la forma como esta visita se estructura y la calidad
de las intervenciones durante el proceso. La efectividad de los profesionales en la utilización de
interacciones y de estrategias para involucrar a las familias parece estar relacionada con la
percepción que las familias tienen de la posibilidad de mejorar su calidad de vida.
Se sabe, también, que el hecho de que el equipo de salud se desplace hasta la residencia de un
miembro de la comunidad puede movilizarla como un todo. Por eso, es importante considerar el
significado de la solicitud de la visita y de la demanda, así como analizar las implicaciones para
quien la solicitó. Debe tenerse en cuenta si el pedido de visita es el primer contacto con la
familia, si éste fue hecho directamente por el sujeto, por otra persona o por una institución, y
también si fue solicitado por imposibilidad del sujeto de movilizarse hasta el servicio de
atención. De esta forma, la solicitud puede ser evaluada por el profesional que atenderá el caso,
que definirá cuestiones tales como el momento y la modalidad de la visita (Campanini y Luppi,
1996, Oliveira y Berger, 1996).
Es muy importante que el psicólogo y el trabajador social, en cuanto miembros de un equipo
de salud que en cierta manera invade el espacio privado de los hogares de las personas, realicen
permanentemente un cuestionamiento ético del lugar de poder que ocupan frente a los pacientes,
los familiares y al mismo equipo al cual pertenecen. Recordemos que muchas veces, al menos en
Brasil, los programas de salud
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relacionados con el cuidado de la familia están dirigidos a la población marginal. Así, deben ser
contemplados los cuestionamientos de orden ético para que esta intervención pueda promover la
salud de los individuos a través de la potenciación de los recursos de la comunidad.
Patterson y Mulley (1999) analizan algunos aspectos controvertidos en relación con la visita
domiciliaria. Éstos se refieren a la duración ideal para la realización de la entrevista; qué
profesionales deben estar presentes; el tipo de persona que se beneficia con la visita; en qué
medida y grado las visitas pueden influir en la calidad de vida, remisión de enfermedades y
aspectos psicológicos de las personas. Según los autores, en algunos casos se observa eficiencia
en la atención y en otros no. Por lo tanto, esta práctica debe ser analizada con profundidad.
Tanto en la visita domiciliaria como en la entrevista participativa o de grupo, el papel que el
profesional ocupa frente a la comunidad debe ser de agente promotor de la salud, ya
que él es parte y no el centro del proceso. En este sentido la visita domiciliaria es considerada
como un instrumento óptimo de intervención para el psicólogo y el trabajador social en la
comunidad, siendo de gran importancia la observación de la relación interpersonal y la
comprensión de cómo se da en un determinado momento. Además, puede estimularse que
otras personas, que no sean el foco central de la atención, participen más activamente en la
comunidad, pudiendo funcionar esta inclusión como una estrategia de intervención.
En el área de la psicología comunitaria existe una carencia de materiales teóricos y
metodológicos sólidos referidos a las técnicas de intervención. Esto ocurre, en gran parte, por la
importancia dada a la intervención en la singularidad de cada contexto, ya que es la vivencia en
la comunidad la que orientará el trabajo. Sin embargo, resulta fundamental generar más
producciones teóricas y metodológicas en este sentido, con el fin de fundamentar las actividades
que el psicólogo viene realizando en este ámbito, así como cuestionarlas con
espíritu crítico y ético.
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