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El tiempo de las cosas pequeñas

Sergio Almaraz Paz.-

Isabel Villarroel Mur


Diplomante

I Resumir el texto, precisando los puntos más importantes del artículo.

El gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario antes de


su caída vivía el tiempo de las cosas pequeñas. La revolución
boliviana se empequeñeció, también sus hombres y proyectos. El
pueblo también estaba solo.
La revolución fue achicándose hasta encontrar las medidas
señaladas por los americanos, cuyas proporciones las descubrieron en
la propia miseria del país. La Alianza para el Progreso armonizo con
esta filosofía mostraba sus abalorios. Era el tiempo de la menor
resistencia, de cosas chicas, “sensatas y realizables”.
La revolución desde el gobierno capitula con retrocesos lentos, a
veces imperceptibles. La desnacionalización de las minas está en
marcha; el retroceso ha sido fácil y posible. La política se realiza a
base de concesiones, y entre éstas y la derrota solo hay diferencias
sutiles.

En 1953 llegaron los primeros alimentos norteamericanos.


En 1957 se impuso el plan de estabilización monetaria, se
reorganizó el ejército. Se aceptaron asesores

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norteamericanos. Se votó el Código del Petróleo. Una cosa
predisponía a la otra.
1953 Disponibilidad gubernamental para realizar ciertas
concesiones a cambio de la ayuda norteamericana.
1957 Para operar un crédito destinado a la minería
nacionalizada, se impuso como condición el uso de la
fuerza contra los trabajadores.
1960 Cuando se entregó el petróleo, se creyó que los
americanos dejarían tranquila a la minería nacionalizada.
Para salvarla, indemnizaron a los ex-barones (22 millones
de dólares). Con el tiempo también se perdió el petróleo.
Las concesiones fueron frecuentes, crecientes y
comprometedoras. La revolución se derrumbó paulatinamente. La
contrarrevolución, necesitó varios años para echar abajo lo que
encontraba a su paso.
La experiencia boliviana desemboca en el debate sobre la
revolución. La izquierda tradicional, incapaz de superar sus
insuficiencias; rechazó la única posibilidad que le brindaba la historia
para vencer su alienación. El 4 de Noviembre tuvo la última postura
aberrante: pensaban estar haciendo la “verdadera” revolución; en
realidad era un acoplado más en el carro de la reacción.
Aunque la revolución estaba casi aniquilada y el gobierno se
refugió en su habilidad para sacar algo más de los norteamericanos,
existían puntos de tensión: la minería nacionalizada, YPFB, la
fundición de antimonio, las relaciones con checos y cubanos,
convenios franceses y yugoslavos, el Banco Minero.
La antigua oligarquía y sus retoños se organizaban. La minería
mediana, vinculada a grandes empresas, USAID, la rosca importadora
y los industriales de La Paz, crearon puntos de contacto y mecanismos

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para la acción política y económica, en cuya cumbre situaron intereses
americanos, vinculados con la exportación del estaño.
La revolución estaba condenada, abandonaron obras
fundamentales y los norteamericanos acapararon el poder.
En el ejército empezaron ofreciendo alimentos para luego
dominar en su alto mando. El general Barrientos se refirió a Acción
Cívica como al origen de su carrera política que lo llevó al 4 de
Noviembre. En los años siguientes, los conflictos sociales motivados
por la intervención americana, colocaron a Lechín entre los
presidenciables, para lo cual debía plegarse a la línea norteamericana.
Su lealtad a los trabajadores era un obstáculo, y fue descartado de la
sucesión presidencial. Se produjo el rompimiento del partido y del
movimiento obrero.
El Pentágono trabajó con simplicidad. Partía de una base
ideológica homogénea traducida en construir escuelas rurales a costo
mínimo. Más adelante las escuelitas de “Acción Cívica” rindieron
réditos políticos. Eligieron al General Barrientos.
Hay varios ejemplos de la cooperación norteamericana al ejército
boliviano. Ni el propio mecanismo gubernamental respondía a la
voluntad del gobierno. La mediación extranjera fue necesaria para
influir en funcionarios y dirigentes del partido; el equilibrio estaba
comprometido en el triángulo partido-militares-sindicatos. Contra una
revolución débil surgieron generales fuertes y el gobierno, dependió de
ellos. La derrota era doble: (1) la revolución hubiera de depender de
militares, era signo de capitulación, (2) Que no hubiesen cambiado de
mentalidad, dice del fracaso ideológico.
Con la absorción del poder por los norteamericanos, los
bolivianos empezaron a sentirse incómodos entre sí. Esta
fragmentación tiene lugar en niveles administrativos, prensa y medios
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de cultura; se hace visible en capas altas de la población, pequeños
círculos se disputan el privilegio de ser amigos del extranjero. La
pobreza extrema facilita la colonización; los bolivianos tienen un precio
menor. Hay un cierto nivel en que la pobreza destruye la dignidad; ese
nivel fue descubierto por los norteamericanos y trabajan sobre él.
Los grandes mineros y latifundistas liquidados en 1952, dejaron
un vacío de poder que los líderes políticos y la élite boliviana, trataron
de llenar ingresando al servicio de un nuevo poder. Por otra parte, la
revolución interrumpió el letargo de los campesinos. La conciencia de
sus necesidades los hizo libres. Pero el Estado era pobre. Era otra
oportunidad para la colonización Para los campesinos, la procedencia
de la escuela no importaba, en tanto que era una reivindicación
diferida por siglos. A partir de ello, los norteamericanos pudieron
hablar ante auditorios aymaras y quechuas. La Revolución a ellos
también les abrió las puertas del campo.
Las contradicciones entre el Departamento de Estado y el
Pentágono, agudizadas desde la muerte de Kennedy, precipitaron en
Bolivia un desenlace inevitable. El MNR no era popular en sus círculos
Después de su última convención, no pudo resolverse la designación
de candidato vicepresidencial y cuando el país comprendía que
marchaba directamente a un golpe militar. Los vínculos de éste con
Barrientos eran antiguos Días después, Barrientos recibía un cable de
Paz Estenssoro.

La intervención no estaba limitada a altos niveles de gobierno, tenía


vía libre aun tratándose de burócratas de segundo rango. La
COMIBOL tenía un plan para reorganizar Catavi, rechazado por los
dirigentes sindicales. La huelga paralizó la actividad durante tres
meses. Aquellos proclamaron que estaban dispuestos a llegar “hasta
las últimas consecuencias”. Pensaban que se batían bizarramente
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contra el oportunismo del gobierno de Paz Estenssoro, perdieron de
vista la verdadera batalla se producía entre éste y los americanos.

El gobierno se sentía aplastado por dos presiones. Los dirigentes


mineros, no sabían o no querían saber que los norteamericanos tenían
la cuerda puesta en el cuello del gobierno: sin la reorganización de
Catavi no concederían el dinero que requería COMIBOL para
proseguir sus operaciones. Lo que se buscaba era la liquidación del
sindicalismo minero. Mineros y gobierno cortaron sus últimas amarras
e intensificaron su guerra fría que los llevó al 4 de Noviembre.
Con el poder concentrado por las empresas extranjeras y la
conspiración militar, el gobierno empezó a hundirse. El movimiento
obrero estaba paralizado y dividido, el partido abandonado, y perdida
la orientación del movimiento popular le permitió unirse con la acción
contrarrevolucionaria de la oligarquía que, permitió la formación de un
frente antipopular con la participación de la Izquierda; esa consigna
fue la de “cualquiera menos Paz Estenssoro”.
La desnacionalización de las minas o el rescate libre de
minerales eran objetivos cuya realización dependía del debilitamiento
del gobierno y de una mayor imbecilización de la opinión pública. Con
Noviembre la política norteamericana dio un salto porque la resistencia
estaba paralizada; tuvieron que reconsiderar su propio estilo. Los
créditos se restringieron, determinados proyectos ya aprobados se
cancelaron, las condiciones se tornaron súbitamente más duras. FI
nuevo gobierno no merecía demasiadas consideraciones. Era más
fácil entenderse con militares acostumbrados a obedecer que con
políticos marrulleros. El regateo y los subterfugios movimientistas
habían terminado.
Las cosas pequeñas expresan la filosofía oficial americana;
dispersas, insignificantes, sobre su incoherencia los americanos se
mueven con la ciega confianza de las hormigas. Bolivia es un ejemplo
de este neocolonialismo tonto y sin dignidad.

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II Señalar el argumento central. ¿Qué pretende demostrar el autor?
Almaraz, en este capítulo, pretenden mostrar el desmoronamiento de
los ideales de la Revolución. El año 1964 el golpe de estado de
Barrientos cerraba el acontecimiento político más importante del siglo
XX boliviano, la Revolución Nacional del 52. Esta asonada militar, no
tuvo su origen en la oposición a una Revolución, sino sus raíces están
en una decrepitud interno, desahuciándose, así misma, hasta que le
llegó «el tiempo de las cosas pequeñas».

III Opinión personal sobre el artículo


Este capítulo que corresponde al texto de Réquiem para una
República, muestra las contradicciones culturales y políticas del
proyecto de la Revolución, llevado a cabo por el MNR a partir de la
insurrección popular del 9 de abril de 1952, que lo encumbró en el
poder.
Sin embargo, a pesar de haber diseñado enfatizar que las inquietudes
analíticas sobre las reformas del 52 provienen del horizonte de la crisis
presente, y de los avatares identitarios de la llamada 'nación boliviana'
que supuestamente fue fundada, en su versión moderna, en esos
momentos épicos ocurridos medio siglo atrás. Veamos un poco estos
problemas de identidad y de identificación de los cuales padecen las
elites en Bolivia para comprender la pertinencia de esta mirada al
pasado desde el presente

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