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Balboa y el descubrimiento del Mar del Sur

El día jueves 25 de septiembre de 1513, una expedición española, pionera en la exploración de


la zona meridional del istmo de Panamá, avistó desde la cordillera del Chucunaque una
inmensa masa oceánica. Emocionada por su hallazgo, la hueste descendió a las zonas llanas,
con la intención de llegar a la costa. Nadie pudo advertir entonces la enorme extensión de este
mar, que pronto sería profusamente representado en las cosmografías americanas de los
tiempos coloniales.

Cuando los conquistadores se dirigían al litoral, se enfrentaron con los guerreros del cacique
Chiapes, hombre reputado entre los indígenas del Darién. Los aborígenes fueron vencidos
fácilmente, y varios de los derrotados se subordinaron a la expedición hispana, que se dividió
entonces en tres grupos para explorar la ribera marítima. El primero en llegar a la playa fue el
contingente liderado por Alonso Martín, quien habría sido el primer europeo en navegar por
estas aguas, a bordo de una pequeña canoa.

Vasco Núñez de Balboa, líder de la hueste, fue informado del éxito de sus subordinados. Junto
a 26 hombres, con quienes bajó desde las serranías, tomó posesión -en nombre de Dios y la
Corona- del gran océano ubicado tras el margen occidental de América. Ello ocurrió el 29 de
septiembre de 1513, día de San Miguel Arcángel, con cuyo nombre se bautizó a la bahía que
acogió este acto fundacional.

"Mar del Sur" fue la denominación escogida para estas aguas incógnitas, dada la perspectiva
visual que se obtiene desde las costas del Darién panameño, donde la línea del horizonte
queda relegada a los confines más australes. Este nombre fue sustituido progresivamente por
el de "Océano Pacífico", que surgió durante el célebre viaje de circunnavegación iniciado por el
portugués Hernando de Magallanes (1480-1521), y que fue llevado a término por la nave
Victoria, al mando del español Juan Sebastián Elcano (1476-1526). El buen clima y la quietud
de las aguas que acompañaron a los navegantes desde que abandonaron el extremo
meridional del Cono Sur hasta que llegaron a las Islas Molucas, habría originado el nombre de
Mare Pacificum entre los tripulantes de la flota.

Magallanes, a bordo de la Trinidad y al servicio de los Reyes de España, ingresó al Mar del Sur
el 27 de noviembre de 1520, tras recorrer el estrecho que hoy lleva su nombre, y que aún hoy
invoca la cautela de los marinos en virtud de la bravura de su oleaje y de su clima
impredecible. Tras Magallanes, muchos navegantes europeos emularían esta gran travesía. El
descubrimiento de este paso fue decisivo para la política económica hispana, pues, en virtud
del Tratado de Tordesillas, significó la apertura de una ruta comercial soberana hacia el lejano
Oriente y los puertos americanos que se desarrollarían junto al Pacífico.

Entre los eruditos que han sido cautivados por el carácter épico del descubrimiento del Mar
del Sur se encuentra el gran investigador chileno José Toribio Medina (1852-1930), quien, en
una brillante memoria histórica, presentada a la Universidad de Chile, escribió sobre las gestas
de Balboa y Magallanes.
Vasco Nuñez de Balboa

Este hombre nació en Jerez de los Caballeros en España hacia 1475. Cuenta Castillo que
Balboa, siendo muy joven, vio partir la expedición de Colón. No tenía experiencia como
marino. Sin embargo, como no podía ser cura o abogado, carreras prestigiosas en aquel
entonces, decidió ser marino.

Años más tarde se aventurará con Rodrigo de Bastidas al mismo rumbo a donde habían salido
Colón y sus carabelas. “Bordea las costas de Colombia desde Cabo de la Vela hasta el Golfo de
Urabá y por un naufragio llegan a República Dominicana, donde se convierte en criador de
cerdos”, dice el historiador. Según él, es tan mal negociante que a pesar de ser la carne de
cerdo la más consumida en la isla, Balboa entra en quiebra y adquiere múltiples deudas por las
que sabe que será ajusticiado. Para evitar un castigo que pueda costarle la vida, decide escapar
en un barco como polizón con su perro Leoncico.

El barco en el que decide escapar es la expedición de Fernández de Enciso. “Cuando lo


descubren en altamar, Enciso siente temor porque la ley en aquel entonces decía que si un
marino permitía que un polizón que tuviera dedudas en tierra firme estuviera en su barco,
tenía que asumir las deudas de esa persona que se había escondido en el barco. Pensaron en
arrojarlo al mar pero deciden no hacerlo pues entienden que van a hacia un territorio
desconocido para ellos, pero no para Balboa que ya había ido con Rodrigo de Batidas a
recorrer ese trayecto”, explica Castillo.

El fin de Balboa

De usurpador y delicuente fue tachado Balboa, por haber arrebatado a Fernández de Enciso la
gobernación de Santa María. Envidias y conspiraciones actuaron y estas noticias llegaron al rey
Fernando el Católico, quien ordenó ajuiciarlo sin contemplación. No obstante, cuando se supo
de la hazaña del marino, el Rey dio la orden de perdonarle todo error cometido. Pero ya era
tarde. Pedrarias Dávila, quien había sido nombrado gobernador y luego suegro de Balboa fue
quien presidió la decapitación del hombre, quitándole la gloria. Dice Castillo que en palabras
de otros expertos, se dice que sino hubiera muerto, Balboa hubiese sido el más grande de
todos los conquistadores de América.

Quinientos años más tarde, en las páginas de Castillo y en la memoria de los panameños, su
figura se erige mirando al océano que una vez contemplara y por el que el Papa de aquel
entonces cantaba el “tedeum”, uno de los himnos cristianos.

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