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Reflexiones: Minería y Paradigmas

Por Aarón Morales F

A partir de la segunda mitad del siglo pasado en la sociedad se fue haciendo cada vez más
notorio el cambio de la edad industrial a una que se le ha convenido en denominar post-
industria, era cuántica, o edad del conocimiento, en la que valores intangibles –principalmente
el conocimiento– han pasado a reemplazar a los valores tangibles tradicionales –bienes de
capital y poder político– como la base de la riqueza social. Y, entendamos, la base del
conocimiento es el hombre, la persona humana educada y su desarrollo se convierte en clave
para el desarrollo social.
La minería está, obviamente, inmersa en ese panorama lo que hace urgente la revisión de los
paradigmas que quizás, y cada vez con más dificultades, les fueron útiles en el pasado pero que
han quedado definitivamente superados. Ya no son solo inútiles sino dañinos. Seguir pensando
que la base de la riqueza son los minerales y que los volúmenes y los costos de producción, la
clave de los resultados financieros, ya no tiene sentido. Ya no alcanza para pagar planillas.
Los sucesos de La Oroya (Doe Run), Tambogrande (Piura), Yanacocha (Cajamarca), Tía María
(Arequipa), Las Bambas (Apurimac), y muchos más deberían haber hecho recapacitar a sus
líderes que siguen pensando que tales sucesos se deben sólo a los “antimineros” y no a la
incapacidad de buscar objetivos y propósitos diferentes que entiendan que el hombre debe ser el
fin supremo de la sociedad, como lo dice a la letra el Artículo 1 de la Constitución. Se siguen
usando las herramientas de siempre, ministros dependientes, periodistas sometidos, Tampoco
alcanzan para pagar planillas. El tradicional mundo minero tiene que replantear su misión,
cambiar su discurso: dejar de caminar mirando al suelo. La minería ya no se justifica per se.
Entender que los minerales ya no son los recursos que proclamaba la era industrial es una
principal clave para el cambio de mentalidad; persistir en esa creencia ha llevado a la empresa y
al sector a considerar como de interés secundario la formación de personas. El sector minero no
está formando gerentes, nunca lo hizo; sólo se dedicó formar operadores repetitivos que cuando
llegaron a gerentes siguieron repitiendo los errores. En esta era del conocimiento ninguna
entidad se puede dar ese lujo, pero la minería cree que se lo puede dar porque sigue aferrado a
que su principal riqueza son los minerales y que el resto carece de valor; y esa, su principal
debilidad.
Los minerales sólo son entes inertes, solo una circunstancia, pero no un recurso. La formación
de personas ha sido la principal deuda de la minería con la sociedad peruana. Es su pasivo
estructural más importante y, los pasivos hay que pagarlos para evitar multas, moras y una
declaración de insolvencia. Y eso le está sucediendo a la minería.
La presente edad del conocimiento obliga a que las entidades trabajen con una visión
panorámica, holística, en el espacio-tiempo. La minería hasta ahora sólo trabajó por sí y para sí,
con una visión interna y operacional, con la minería como el objetivo per se, como en la
Colonia. La mayoría de las empresas mineras importantes declaran que su misión es producir
concentrados o metales y maximizar la riqueza de sus accionistas; se han quedado en esa visión
interna que no permite la formación ni de personas ni de gerentes. Tiene que entender ya que
extraer minerales no es crear riqueza; que la sociedad le está exigiendo la conversión de activos
agotables –los minerales– en recursos permanentes –el conocimiento. Y que éstos, los
permanentes, sólo pueden ser de naturaleza intangible y resultado de la creación humana. La
minería tiene urgentemente que definir el producto que la sociedad le exige. ¿Cuál es el
intangible que debe producir la minería? ¿Quién, en el sector, se está haciendo la pregunta?

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Y, para terminar, aclaremos que el sector minero no son sólo las empresas, son, además, el
Gobierno, las poblaciones aledañas a las operaciones, la universidad, los partidos políticos y las
diversas organizaciones de la sociedad civil. Todas, deberían sentarse en la mesa a buscar cuál
es el intangible que debe producir ese ente político. Todas están en falta porque se han dedicado
a pelearse por una torta cada vez más chica engañados por los espejismos que producen las
alzas de precios en el mercado de metales.
Lima, noviembre 2020

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