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IV CURSO LATINOAMERICANO VIRTUAL DE NUTRICION INFANTIL

Módulo 4: Lactancia materna: impacto a corto y largo plazo en la salud del niño

Autores: Dr. Horacio F Gonzalez, Bioq. Silvana Visentin.

El propósito de este módulo es difundir la información disponible del impacto de la lactancia


sobre la salud infantil a corto y largo plazo.

Características de la leche humana

La leche humana es referencia en la alimentación de lactantes sanos nacidos a término. Es la


única fuente de alimento que contiene todas las cantidades exactas de nutrientes necesarios
para apoyar el crecimiento y desarrollo de los neonatos a término durante los primeros seis
meses de vida (1).

La leche materna es un fluido vivo que se adapta a los requerimientos nutricionales e


inmunológicos del niño a medida que éste crece y se desarrolla. Se distinguen: la leche de pre
término, el calostro, la leche de transición y la leche madura.

La leche de pre término contiene mayor cantidad de proteína y menor cantidad de lactosa que la
leche madura, siendo esta combinación más apropiada, ya que el niño inmaduro tiene
requerimientos más elevados de proteínas. La lactoferrina y la IgA también son más abundantes
en ella. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en un recién nacido de muy bajo peso
(MBPN), menos de 1.500 g, la leche de pre término no alcanza a cubrir los requerimientos de
calcio y fósforo y ocasionalmente de proteínas, por lo que debe ser suplementada con estos
elementos. Es conveniente hacerlo con preparados que vienen listos y que se denominan
"fortificadores de leche materna".

La leche de término está compuesta por agua (88% de agua y su osmolaridad semejante al
plasma, permite al niño mantener un perfecto equilibrio electrolítico), proteínas (30% de caseína
y 70% de proteínas del suero como alfa-lactoalbúmina, seroalbúmina, beta-lactoglobulinas,
inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento,
hormonas y prostaglandinas), hidratos de carbono (el principal es la lactosa), grasas (ácidos
grasos saturados, monoinsaturados, poliinsaturados, colesterol) vitaminas (hidro y liposolubles),

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minerales (calcio, fósforo, hierro, cinc), elementos traza (cobre, cobalto, selenio, cromo,
magnesio, aluminio, cadmio, iodo), hormonas (ocitocina, prolactina, esteroides suprarrenales y
ováricos, prostaglandinas, hormona liberadora de gonadotropina, factor de liberación de
hormona del crecimiento, insulina, somatostatina, relaxina, calcitonina, neurotensina, hormona
de liberación de la tirotrofina, hormona tiroideo estimulante, tiroxina, triiodotironina y
eritropoyetina), nucleótidos (el factor de crecimiento epidérmico, el factor de crecimiento similar
a la insulina y el factor de crecimiento de nervios) y enzimas (enzimas proteolíticas, peroxidasa,
lisozima, xantino-oxidasa, alfa-amilasa, lipasa y otras) (2).

Las ventajas de la lactancia materna se extienden más allá de las propiedades de la leche
humana en sí. Un conjunto de interacciones nutricionales, ambientales, socioeconómicas,
psicológicas y genéticas hacen que la lactancia materna influya sobre la salud del lactante y la
madre que amamanta (3).

El amamantamiento ofrece al lactante una nutrición ideal: hormonas, factores de crecimiento,


citokinas, células, anticuerpos, que van cambiando en el tiempo a medida que el niño crece y va
adaptándose a sus necesidades. Permite, además, la más equitativa accesibilidad, sin dañar el
medio ambiente. Los niños amamantados son más saludables que otros niños, y las
investigaciones indican que los beneficios sobre la salud se prolongarían en la vida adulta (3)

La alimentación exclusiva al seno materno permite el normal crecimiento hasta los 6 meses de
edad, y puede ser prolongada hasta los 2 años o más, señalando que la alimentación
complementaria se debe iniciar a los 6 meses.

La leche materna humana es rica en células inmunes, incluyendo los macrófagos, células madre
y numerosas otras moléculas bioactivas. Algunas de estas moléculas bioactivas son derivadas
de proteínas y/o lípidos, mientras que otros son derivadas de carbohidratos tales como los
oligosacáridos. Los oligosacáridos de leche humana (HMO) poseen propiedades prebióticas,
facilitando el desarrollo de flora intestinal considerada saludable: Bifidobacterias y Lactobacilos.
Este papel de los oligosacáridos es vital para el desarrollo de una microbiota diversa y
equilibrada, esencial para una apropiada respuesta inmune innata y adaptativa que ayuda a

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colonizar hasta 90% del bioma del bebé (4,5). Esto reduce las probabilidades de tener
gastroenteritis durante el primer año de vida.

Los oligosacáridos son muchos más que los clásicamente descriptos Galacto oligosacaridos
(GOS) y fructo oligosacaridos (FOS), que dan su carácter único a la leche humana (6).

La grasa y la lactosa de la leche materna, respectivamente, proporcionan entre el 50% y 40% de


la energía total de la leche. Sin embargo, la composición de la leche humana es dinámica,
cambia con el tiempo, a lo largo de días, semanas, meses, adaptándose a las necesidades
cambiantes del lactante en crecimiento. Las variaciones también se presentan según la etapa de
la lactancia (edad del lactante), dieta materna, salud materna y exposición ambiental (7). Pero
hay además una gran variabilidad entre individuos, que depende del microbioma de la leche
materna, factores genéticos, tipo de nacimiento, localización geográfica, y estado nutricional de
la madre (7, 8).

Algunos de los nutrientes mantienen una concentración constante en la leche materna,


independientemente del estado nutricional de la madre. Pero otros dependen del estado
nutricional del nutriente en la madre o de su ingesta y se observan importantes variaciones. Los
ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, entre ellos Acido Araquidónico (ARA) y
Docosahexaenoico (DHA) son un claro ejemplo de las variaciones en la leche materna en
diferentes culturas y hábitos alimentarios (9).

La evidencia de los cambios de los ácidos grasos en la leche humana producidos por la ingesta
materna llevó a recomendar una ingesta entre 100 y 200 mg de DHA/día a las madres en
periodo de lactancia (10-12)

Otro ejemplo de los cambios ocurridos en leche materna según estado nutricional e ingesta es la
Vitamina A. Los depósitos de vitamina A de los recién nacidos dependen de la leche materna
para cubrir sus necesidades y reservas hepáticas. Las concentraciones de retinol disminuyen en
todas las madres durante el primer año posparto, independientemente que la madre sea bien
nutrida o no, disminuyendo progresivamente la transferencia de vitamina A de la leche materna
al bebe (13). Esto refuerza el concepto de la necesidad de suplementación de vitamina A
durante la lactancia (14).

Las proteínas son estructuras de 30 aminoácidos o más. Algunos de ellos son esenciales, es
decir se incorporan al organismo con la dieta, porque no hay procesos metabólicos en el humano

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que los sintetice. El primer año de vida de los lactantes es un periodo crítico de rápido
crecimiento y desarrollo, maduración del sistema inmune y desarrollo sano de la programación
metabólica, que debe ser sostenido por una alta tasa de síntesis proteica. La lactancia materna
es el único alimento de los primeros meses de vida que provee el total de proteínas y
aminoácidos requeridos. Los lactantes prematuros, por su excesivamente alta tasa de
crecimiento, tienen muy altas necesidades de todos los nutrientes. Los requerimientos fueron
estimados por un método factorial basado en la composición del feto. La incapacidad para
alcanzar los altos requerimientos proteicos tiene un impacto negativo en el crecimiento y lo pone
en riesgo de afectar el neurodesarrollo (15).

La leche Humana es el alimento preferido para los prematuros por sus efectos protectores, pero
no provee adecuadas cantidades de nutrientes y debe ser fortificada. Las altas cantidades de
proteínas estimadas para cubrir sus necesidades, siempre se hicieron bajo cierto temor de
afectar la salud de los prematuros. Este temor todavía se mantiene por eso a veces la ingesta de
los prematuros es baja. (16)

Los fortificadores para leche humana, manufacturados con leche bovina disponibles en el
mercado, se usan rutinariamente en pacientes nacidos con menos de 32 semanas de gestación
previo al egreso de la internación. Recientemente han sido revisadas las recomendaciones (RDI)
y sugieren hasta 4.2 g de proteinas y 135 kcal/kg/d (17).

Un estudio reciente sobre leche materna de prematuros nacidos antes de las 32 semanas de
gestación y con menos de 1500 gr, muestra que la proteína presentaba una concentración media
de 1.1± 0.37 gr/100 ml (r: 0.2-2.2). Este tenor de proteínas disminuyó a lo largo del periodo de
lactancia (18).

El mismo estudio completa la información de los resultados de la composición de leche materna


de madres de recién nacidos pre termino. La media de grasa fue 3.2 ± 0.85 g (r 1.1-6.1 g),
lactosa 6.6 ± 0.34 g (r:5.5-8.0 g) y energía 60 ± 11 kcal (r:39-94 kcal) por 100 mL, valores que se
mantuvieron más estables que las proteínas.

Otro estudio de composición de leche materna en niños de término muestra que las proteínas
también disminuyen significativamente desde el primer mes hasta el sexto u octavo mes. La
primera semana presenta 2.2 ± 0.3 g/dL, mientras que entre el primero y segundo mes la media
es de 1.5 ± 0.3 g/dL y entre el séptimo y octavo 1.2 ± 0. g/dL (19).

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El mismo estudio muestra también variaciones significativas de las concentraciones de lípidos,


pero no con una clara tendencia de disminución como ocurre con las proteínas. La media de
grasas 2.7 ± 1.0 g/dL la primera semana, 3.1 ± 1.5 g/dL entre el primer y segundo mes, y 3.2 ±
1.6 g/dL entre el séptimo y octavo mes posnatal. Mientras que la lactosa se mantuvo estable, sin
variaciones significativas desde el primero al octavo mes (de 7.1± 0.3 a 7.1± 0.4 g/dL).

Impacto de la lactancia materna exclusiva (LME) a corto y mediano plazo

La lactancia materna exclusiva (LME) reduce el riesgo de tener otitis media en un 50% mientras
que el riesgo de infección respiratoria alta se disminuye en un 63% y el de infección respiratoria
baja en 72% (3).

El amamantamiento se asocia con menor mortalidad infantil, menor prevalencia de síndrome de


muerte súbita, y mejor desempeño en las pruebas de desarrollo cognitivo en el corto y mediano
plazo. Estudios epidemiológicos de gran escala demuestran que los niños que fueron
amamantados presentan un desempeño promedio más alto en las pruebas de cociente
intelectual y función cognitiva que los niños que fueron exclusivamente alimentados con fórmula,
incluso cuando factores confusores como peso de nacimiento, edad gestacional, educación
materna y situación socio económica se ponen en consideración (20-22).

En el niño amamantado se observó incremento volumétrico de la sustancia blanca total, de la


sustancia gris subcortical y aumento del espesor de la cortical del lóbulo parietal (23,24), además
de una relación positiva entre el tiempo de lactancia y el cociente intelectual (CI) (20,25). Los
niños alimentados con fórmula presentaron mayor tiempo de latencia de las ondas de
transmisión, sugestivas de un retraso o inmadurez de la mielinización (26).

Durante la última década varios estudios hicieron hincapié en la composición de ácidos grasos
poliinsaturados de cadena larga de la leche materna y su influencia en el desarrollo cognitivo del
lactante. El Ácido Docosahexaenoico (DHA) de la leche humana ha sido individualizado y
estudiado debido a que puede ser incorporado a la membrana celular de sistema nervioso
central (SNC). Jensen y cols realizaron un estudio para evaluar la suplementación materna con
DHA (27). Trabajó sobre la hipótesis de aumentar el contenido de DHA en la leche y de esa
forma mejorar el funcionamiento de los niños amamantados. Las madres fueron suplementadas
con 200 mg de DHA o placebo durante 4 meses post parto. Perfil lipídico del plasma y leche
materna y plasma de los niños se obtuvo al final del periodo estudiado. El DHA en la leche

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materna y en plasma del lactante fue significativamente superior en los que recibieron
suplementación con DHA. No hubo efectos sobre agudeza visual a los 4 u 8 meses, ni sobre
pautas de neurodesarrollo a los 12 meses. Sin embargo, el índice de desarrollo psicomotor fue
mayor a los 30 meses en el grupo suplementado (p<00.1), pero sin efectos sobre el índice de
desarrollo mental a la misma edad. Los resultados sugieren que la mayor ingesta de ácidos
grasos (n-3) tendría efectos benéficos.

Otros autores hacen referencia a la taurina como posible factor beneficioso en la leche materna.
Bajos niveles plasmáticos de taurina fueron asociados con bajas puntuaciones en las pruebas de
desarrollo mental a los 18 meses de vida y a los 7 años de edad (28). Otros factores entre los
componentes de la leche materna, fueron hallazgos de otros estudios. Los niños recién nacidos
pre término amamantados mostraron mejores resultados parcialmente atribuidos a la presencia
de insulin-like growth factors (IGFs) y sus proteínas transportadoras (IGFBP). Los resultados
pusieron en evidencia que la IGFBP-2 y la IGF-II en la leche materna son factores relevantes
para el desarrollo temprano de los recién nacidos pre término (29).

El amamantamiento también favorece el contacto físico y psicológico entre la madre y el niño.


Algunas investigaciones sostienen que las hormonas maternas como la ocitocina y la prolactina,
tendrían efectos sobre la atención (30).

En el primer trimestre de vida, la inmadurez renal limita la capacidad de este órgano para llevar
adecuadamente la sobrecarga de solutos.La incorporación de leche de vaca con alta carga
proteica y de sodio, predispone a la deshidratación por diuresis osmótica que se agravada en
casos de fiebre o diarrea en niños pequeños. A esto se añade el hecho de que la manipulación o
preparación de estos alimentos sin buenas condiciones de saneamiento aumentan las
infecciones, fundamentalmente las enfermedades diarreicas.

La alergia alimentaria puede ser otra complicación, el aumento de la permeabilidad intestinal a


macromoléculas, sumado a la inmadurez del sistema inmune, condiciona la aparición de cuadros
atópicos en niños genéticamente predispuestos (31). Se observaron beneficios de la lactancia
materna sobre la reducción del riesgo de enfermedades atópicas. Estos beneficios pueden ser
explicados por los factores inmunológicos de la leche humana, de los cuales los más importantes
son la presencia de IgA secretoria, oligosacáridos, y lactoferrina. Se encontró un efecto protector
transitorio de la LME, sostenida por al menos 4 meses, sobre dermatitis atópica, rinitis y asma en

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lactantes y niños pequeños. También se observó una disminución del 27% de eczemas en
poblaciones de bajo riesgo y de hasta el 42% en lactantes con historia familiar positiva (32).

Se debe tener en cuenta en los estudios, que siempre están en juego los estímulos del sistema
inmunológico y los factores socio-ambientales, como la situación socioeconómica, el número de
convivientes, la higiene, o el acceso al agua potable y cloacas, los que pueden ser importantes
factores confusores tratándose de estudios observacionales. Si bien la hipótesis de la higiene es
motivo de debate, pareciera que la falta de exposición a agentes infecciosos incrementa la
susceptibilidad al desarrollo de enfermedades alérgicas. En ese sentido los más de 100
oligosacáridos presentes en la leche materna, muchos de ellos con conocido efecto prebiótico,
constituyen un estímulo importante para el sistema inmunológico.

En el año 2012 una publicación de la Academia Americana de Pediatría describió el efecto


protector de la LME sobre las enfermedades inflamatorias del intestino (OR 0,69; IC del 95%:
0,51 a 0,94), la diabetes mellitus tipo 1 (OR 0,71; IC del 95%: 0,54 a 0,93) y la enfermedad
celíaca (OR 0.48, 95% CI 0,4 a 0,89). Esta conclusión se basó en un meta-análisis de 6 estudios
observacionales y retrospectivos en los cuales en 5 de los 6 se encuentra una asociación entre
el aumento de la duración de la lactancia materna y un menor riesgo de desarrollar enfermedad
celíaca. En ese meta-análisis, la introducción del gluten durante la lactancia, se asoció con un
menor riesgo de desarrollar enfermedad celíaca (OR 0,48, IC del 95%: 0,4-0,59) (33,34).

Sin embargo, en el 2015, otro estudio demostró no haber encontrado un efecto protector de la
lactancia materna, al momento de introducción del gluten, sobre el riesgo de desarrollar
enfermedad celíaca. (OR 0.88, 95% CI 0.52–1.51) (35).

La alimentación materna evita el desarroloo de caries y favorece el buen desarrollo orofacial y


mandibular.La alimentación con biberon ocasiona una mayor necesidad de correcciones
odontológicas durante la infancia y la adolescencia (36).

El amamantamiento es un estímulo que favorece al maxilar inferior para avanzar de su posición


distal con respecto al superior a una posición mesial. Es el llamado primer avance fisiológico de
la oclusión. De esta manera se evitan retrognatismos mandibulares y se obtiene mejor relación
entre el maxilar y la mandíbula. Con la ejercitación de los masticadores y faciales en el acto de
lactar, disminuye el 50 % de cada uno de los indicadores de maloclusión dentarias (resalte,

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apiñamiento, mordida cruzada posterior, mordida abierta, distoclusión, rotaciones dentarias) que
afectan la función dentofacial y la estética del niño (37).

Un componente importante de la leche materna que impacta sobre la salud ósea del lactante es
el ácido palmítico (ácido hexadecanoico). Representa alrededor del 25% de los lípidos en su
composición, de los cuales un 60-85% se encuentra en la posición 2 del triacilglicerol. Los
triacilgliceroles de la leche materna, con su ácido palmítico en la posición sn-2, son digeridos por
la lipasa pancreática; ésta –por su acción sobre los carbonos 1 y 3– produce la hidrólisis de los
ácidos grasos y libera ácidos grasos saturados, tanto palmítico y esteárico como sn-2-
monoacilgliceroles, los cuales luego formarán micelas mezcladas con las sales biliares que
serán adecuadamente absorbidas. Contrariamente a este camino, el ácido palmítico de los
triacilgliceroles de las fórmulas, proveniente del aceite de palma en la posición sn-1 y sn-3, al ser
hidrolizado, forma ácido palmítico libre. Estos ácidos grasos libres se unen al calcio en un
proceso de saponificación y forman un complejo no absorbible que contribuye a la baja
absorción de calcio y grasas, a la menor ganancia de peso y al endurecimiento de la materia
fecal. Este efecto del aceite de palma ha sido demostrado en niños de término y pretérmino, y en
animales de experimentación. La consecuencia fisiológica es la disminución de la
biodisponibilidad de calcio, que tiene un efecto negativo demostrable también en el esqueleto,
con disminución de la densidad mineral ósea de los lactantes (38-41).

Impacto de la lactancia materna exclusiva a largo plazo

Fue estudiado el impacto de la lactancia materna sobre el desarrollo de enfermedades malignas.


Se estudiaron niños de 0 a 15 años, con diagnóstico de leucemia y los factores predictivos a los
que estuvieron expuestos que afectaran el temprano funcionamiento del sistema inmune, que
incluyó vacunas, enfermedades, medicaciones y patrón de alimentación al seno materno (42).
Los resultados mostraron que el amamantamiento por un periodo superior a seis meses tuvo un
rol protector en el desarrollo de leucemias. El mismo resultado obtuvieron otros autores (43), y
fue también el resultado de un meta-análisis (44). Sin embargo, los resultados no parecen
contundentes, ya que el mismo autor del meta análisis antes citado no halló evidencias en una
población con leucemia linfoblástica aguda (45). Otras publicaciones hacen referencia a una
débil, o insuficiente evidencia para afirmar que el amamantamiento tiene un efecto protector en
enfermedades malignas como la leucemia (46,47).

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En los últimos años varias revisiones sistemáticas y meta análisis se ocuparon de alimentación
materna y enfermedades crónicas no comunicables. En un meta análisis examinaron la relación
entre lactancia materna y obesidad en niñez y adolescencia (1 a 18 años) ajustados por al
menos 3 factores confusores importantes: peso materno, ganancia de peso en embarazo y
tabaquismo. Nueve estudios con más de 69,000 participantes que completaban criterios de
inclusión mostraron que el OR fue 0.78 (95% CI: 0.71, 0.85), demostrando un efecto significativo
de la lactancia materna en la reducción del riesgo de obesidad en la niñez y adolescencia (48).
Sin embargo, en otra revisión de 70 estudios elegibles según criterios de inclusión, la lactancia
materna se asoció inversamente con el IMC (discretamente más bajo que con alimentación con
formula). Las conclusiones de los autores fueron que la media del IMC es más bajo en sujetos
amamantados. Sin embargo, la diferencia es pequeña y parece fuertemente influenciada por
sesgos de las publicaciones y factores confusores (49).

También se estudió la presión arterial y el colesterol que parecieran ser ligeramente más baja en
niños que recibieron alimentación materna. Sin embargo, los estudios que examinan la
morbimortalidad de enfermedades cardiovasculares no encuentran un efecto protector o las
evidencias son débiles (50-54).

Se observó que la relación talla/edad de los niños amamantados presentaba una disminución del
crecimiento lineal (–0.29 Z-score) respecto de los niños que recibieron otro tipo de alimentación,
luego de 1 año de seguimiento, evaluados por las referencias de crecimiento de Estados Unidos
(National Center for Health Statistics) (55). Sin embargo, otros estudios demuestran que los
adultos que recibieron leche materna presentaron una talla superior: la cohorte del estudio Boyd-
Orr, en el que estudiaron 2995 adultos nacidos en el Reino Unido entre 1920 y 1930 hallaron que
los hombres presentaron una talla superior (+ 2,5 cm, p = 0.002), mientras las mujeres mostraron
una diferencia de + 1.0, aunque no fue estadísticamente significativo (p = 0.12) (56). Resultados
similares fueron observados por Victora y cols en una población brasilera (57). Estudios de la
última década hacen referencia a los componentes bio activos (hormonas y factores de
crecimiento) presentes en la leche materna, como grelina, leptina e insuline like growth factor-1 (
IGF-1) que están comprometidos en la regulación del apetito, la ingesta, el metabolismo y la
composición corporal. Estos componentes que no están presentes en las fórmulas que
sustituyen la leche materna, podrían explicar, los hallazgos de estudios epidemiológicos, que
muestran que los niños que son amamantados presentan una mayor talla en la vida adulta
(58,59).

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CONCLUSIONES

El valor de la alimentación natural, la leche humana y la acción de ofrecerla, el amamantamiento,


es difícilmente reemplazable. La lactancia a través del vínculo que influencia el patrón de
comportamiento de las madres que exhiben mayor atención sobre sus hijos, mas caricias, y
menos depresión, estimula el desarrollo cognitivo.

Las acciones para promover el amamantamiento se justifican por el beneficio de ese acto
materno para el recién nacido, la protección que le confiere contra diferentes enfermedades, el
aumento del bienestar psíquico del lactante y la madre, así como la buena estimulación en las
edades tempranas de la vida.

Es importante fundamentar por qué amamantar para motivar a las madres a hacerlo. Los profesionales
de la salud deben transmitir estos mensajes.

RECOMENDACIONES

 Poner en contacto al recién nacido con la madre inmediatamente después del parto, alimentación a
libre demanda con mamadas frecuentes y evitar el uso de otros líquidos y tetinas.
 Lactancia materna exclusiva hasta los seis meses.
 Es beneficioso que los niños continúen después de los seis meses de lactancia exclusiva, con
lactancia materna hasta el segundo año de vida mientras reciben alimentación complementaria y
segura.
 Si una madre no puede estar con su hijo durante su horario de trabajo, debe amamantarlo con
frecuencia durante el tiempo en que se encuentren juntos. Un amamantamiento frecuente garantiza
la producción de leche materna.
 Si una mujer no puede amamantar a su hijo en el lugar de trabajo, debe extraer la leche dos o tres
veces durante la jornada laboral y guardarla en un recipiente limpio. Es posible guardar la leche
materna a una temperatura ambiente por un máximo de ocho horas sin que se altere.
 Existe la posibilidad de que las madres infectadas con el VIH/SIDA transmitan la enfermedad a sus
hijos al amamantarlos. Las mujeres embarazadas y las que son madres por primera vez deben
saber que si están infectadas con el VIH pueden contagiar a sus bebés durante el embarazo, al dar

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a luz o por medio de la leche materna, por lo tanto, deben consultar a un agente capacitado de la
salud para que les ofrezca orientación y consejo sobre cómo reducir el riesgo de infectar al recién
nacido.
Es importante considerar que sociedades científicas e instituciones internacionales realizan
recomendaciones y actualizaciones de gran valor:

• La Sociedad Internacional de Investigación en Leche Humana y Lactancia (The International Society


of Research in Human Milk and Lactation) realiza una compilación de los títulos relevantes de la
bibliografía cada 2 meses que se encuentran disponibles en su página web (https://isrhml.net)

• La Sociedad Argentina de Pediatría, en Información a la Comunidad, ofrece una página de


información sobre los beneficios de la lactancia materna (http://www.sap.org.ar/comu-temas-50-
la_lactancia.php).

• Unicef presenta en su página oficial, en su capítulo “Para la Vida”, información general muy
interesante sobre lactancia materna, escrita de manera muy accesible para quien esté interesado en
informarse (http://www.unicef.org/spanish/ffl/04/1.htm).

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