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FALLO PELLETIER

Tribunal de Conflictos, 30 de julio de 1873

Objetivo: objeto conseguir que se declare arbitraria e ilegal, y posteriormente nula y sin efecto, el

secuestro judicial del periódico que Pelletier pretendía publicar, secuestro que se llevó a cabo el

18 de enero de 1873 al amparo de la ley sobre el estado de sitio

La interpretación que hizo el Tribunal de Senlis del decreto de 19 de septiembre de 1870 y como

se registra Jurisprudencia Administrativa del Consejo de Estado Francés

“Que la Ley de 16-24 de agosto de 1790, título 2, art. 13 dispone que: «Las funciones de

los tribunales ordinarios son distintas y seguirán siendo independientes de las funciones

de los tribunales administrativos. Los jueces no podrán, si no quieren incurrir en

prevaricación, alterar del modo que fuere las operaciones de los cuerpos administrativos,

ni citar a declarar a los administradores por hechos relacionados con sus funciones»; Que

el decreto de 16 de Fructidor del año III añade lo siguiente: «Se reiteran las prohibiciones

impuestas a los jueces de conocer, sea del modo que fuere, de las actuaciones de la

Administración»; Que el artículo 75 de la Constitución del año VIII, sin pronunciarse

sobre la prohibición impuesta a los tribunales civiles de conocer de los actos

administrativos, y refiriéndose exclusivamente a la prohibición de citar ante los tribunales

civiles a los administradores por hechos derivados de sus funciones, disponía que: «Los

agentes del gobierno, a excepción de los ministros, no podrán ser perseguidos por hechos

derivados de sus funciones salvo que así lo decida el Consejo de Estado, en cuyo caso, las

diligencias se llevarán a cabo ante los tribunales ordinarios»; Considerando que el

conjunto de estos textos establecía dos prohibiciones distintas que, pese a derivarse

ambas del principio de separación de poderes cuya aplicación pretendían garantizar, se


referían no obstante a objetos diferentes y no producían las mismas consecuencias desde

el punto de vista jurisdiccional; Que la prohibición impuesta a los tribunales ordinarios de

conocer de los actos de la Administración, cualesquiera que éstos fueren, constituía una

regla de competencia absoluta y de orden público, destinada a proteger los actos

administrativos, y sancionada por el derecho reconocido a la autoridad administrativa de

proponer la declinatoria y de plantear el conflicto de atribuciones, cuando —

contrariamente a esta prohibición— se sometiera a la jurisdicción de los tribunales

ordinarios el conocimiento de un acto administrativo. Que la prohibición de demandar a

agentes del gobierno sin previa autorización, destinada sobre todo a proteger a los

funcionarios públicos contra demandas temerarias, no constituía una regla de

competencia, sino que creaba un motivo de inadmisión que obstaculizaba cualquier

acción judicial contra dichos agentes por hechos relacionados con sus funciones, aun

cuando tales hechos no tuvieran un carácter administrativo y constituyeran crímenes o

delitos cuya competencia incumbía a los tribunales ordinarios; Que este motivo de

inadmisión era competencia exclusiva de los tribunales ordinarios y no podía dar nunca

lugar, por parte de la autoridad administrativa, a un conflicto de atribuciones;

Considerando que el decreto dictado por el gobierno de Defensa Nacional, que deroga el

art. 75 de la Constitución del año VIII, así como toda disposición de las leyes generales y

especiales que tenga por objeto obstaculizar las demandas dirigidas contra los

funcionarios públicos sea cual fuere su nivel, no tuvo más efecto que el de suprimir el

motivo de inadmisión resultante del defecto de autorización con todas sus consecuencias

legales y devolver así a los tribunales ordinarios su plena libertad de actuación dentro de

los límites de sus competencias; pero que es posible que haya tenido también como
resultado la ampliación de los límites de su jurisdicción, suprimiendo la prohibición,

impuesta por otras disposiciones distintas de las que derogaba, específicamente el

decreto, de conocer de los actos administrativos y de prohibir, en este caso, a la autoridad

administrativa que proponga la declinatoria y plantee el conflicto de atribuciones; Que

esta interpretación es incompatible con la ley de 24 de mayo de 1872 que, mediante la

instauración del Tribunal de Conflictos, volvió a consagrar el principio de separación de

poderes y las normas de competencia que de ésta se derivan. Considerando, por otra

parte, que procede en este caso aplicar la legislación especial sobre el estado de sitio;

Considerando, en efecto, que la demanda interpuesta por el Señor Pelletier, ante el

tribunal de Senlis, contra el general de Ladmirault, comandante del estado de sitio en el

departamento de Oise, el Señor Chopin, prefecto de este departamento, y el señor Leudot,

Comisario de Policía en Creil, tiene por objeto conseguir que se declare arbitraria e ilegal,

y posteriormente nula y sin efecto, el secuestro judicial del periódico que Pelletier

pretendía publicar, secuestro que se llevó a cabo el 18 de ene. de 1873 al amparo de la ley

sobre el estado de sitio; y, en consecuencia, que se ordene la restitución de los ejemplares

indebidamente confiscados y se condene a los demandados solidariamente al pago de

2.000 francos en concepto de daños y perjuicios; Considerando que la prohibición y el

secuestro del periódico, ordenados por el general Ladmirault, en su calidad de

comandante del estado de sitio en el departamento de Oise, constituyen una medida

preventiva de alta policía administrativa adoptada por el general Ladmirault, en su

calidad de representante de los poderes públicos, en el ejercicio y dentro de los límites de

los poderes excepcionales que le confería el art, 9 n.º 4 de la ley de 9 de agosto de 1849

sobre el estado de sitio, y cuya responsabilidad incumbe al gobierno que le delegó dichos
poderes. Considerando que la demanda de Pelletier se fundamenta exclusivamente en este

acto de alta policía administrativa; y que, salvo en el caso de dicho acto, el demandante

no imputa a los defensores ningún hecho personal que, por su naturaleza, pueda

comprometer su responsabilidad como particulares, y que en realidad la demanda va

dirigida contra el acto en sí mismo, encarnado en la persona de los funcionarios que lo

ordenaron o que colaboraron en su puesta en marcha; Considerando que, desde todos los

puntos de vista antes expuestos, el tribunal de Senlis carecía de competencia para conocer

de la demanda del Sr. Pelletier;...”

En este fallo se puede evidenciar la sentencia donde aparentemente se reconoce por primera vez

la falla del servicio; como impero la autoridad, apoyándose del estado de sitio, para relacionar

un poco este fallo a nuestro país Colombia, podemos decir que el estado de sitio se encontraba

legalmente regulado en la constitución de 1886, en su artículo 121 el cual decía: "Artículo 121.

En los casos de guerra exterior, o de conmoción interior, podrá el Presidente, previa audiencia

del Consejo de Estado y con la firma de todos los Ministros, declarar turbado el orden público y

en estado de sitio toda la República o parte de ella. Mediante tal declaración quedará el

presidente investido de las facultades que le confieran las leyes, y, en su defecto, de las que le da

el Derecho de gentes, para defender los derechos de la Nación o reprimir el alzamiento. Las

medidas extraordinarias o decretos de carácter provisional legislativo que, dentro de dichos

límites, dicte el presidente, serán obligatorios siempre que lleven la firma de todos los ministros.

El Gobierno declarará restablecido el orden público luego que haya cesado la perturbación o el

peligro exterior; y pasará al Congreso una exposición motivada de sus providencias. Serán

responsables cualesquiera autoridades por los abusos que hubieren cometido en el ejercicio de

facultades extraordinarias".
Bajo el amparo del estado de sitio, el gobierno Colombiano intentó controlar el avance de la

subversión y grupos al margen de la ley, sin embargo, se tradujo en la violación

sistemáticamente de los derechos humanos y las libertades ciudadanas por parte de algunos

agentes del Estado. Su permanencia en las Instituciones Colombianas, 70 de los 105 años que se

mantuvo vigente la Constitución de 1886, derivó en autoritarismos que permitieron la

criminalización de la protesta, la persecución política y la limpieza social.

Posteriormente tras la promulgación de la Constitución de 1991 el estado de sitio fue

reemplazado por los estados de excepción contemplada en el artículo 112 de la Carta Política

Colombiana.

Como lo sustenta Morand-Deviller (2010) el derecho colombiano, la falla probada se ha

constituido en el título de imputación de responsabilidad por excelencia, en la medida que las

actuaciones irregulares de la administración, han constituido el fundamento tradicional de

responsabilidad del Estado; en efecto, si se analiza la jurisprudencia del Consejo de Estado, esta

ha sido la mayor expresión de responsabilidad administrativa, a pesar de que la responsabilidad

objetiva es de más vieja data dentro de nuestro sistema jurídico.

Bibliografía

Morand-Deviller, Jacqueline. (2010). Curso de Derecho administrativo, traducción de Zoraida

Rincón Ardila y Juan Carlos Peláez, Universidad Externado de Colombia, Bogotá.

Jurisprudencia Administrativa del Consejo de Estado Francés, (2015) las grandes sentencias de

la jurisprudencia administrativa, imprenta nacional de la agencia estatal

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