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Vitamina C
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Contenido

Resumen Resumen
La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico-L, es una vitamina
Función
soluble en agua. A diferencia de la mayoría de los mamíferos y otros
Papel en la inmunidad
animales, los humanos no tienen la capacidad de sintetizar la vitamina C y
Biodisponibilidad deben obtenerla de la dieta. (Más información)
Deficiencia La vitamina C es un cofactor esencial en numerosas reacciones
La IDR enzimáticas, p. ej., en la biosíntesis de colágeno, carnitina y neuropéptidos,
y en la regulación de la expresión de genes. También es un potente
Prevención de Enfermedad
antioxidante. (Más información)
Enfermedad cardiovascular
Los estudios de cohorte prospectivos indicaron que un mayor estado de
Cáncer
vitamina C, evaluado por medio de la medición de la vitamina circulante, se
Diabetes mellitus tipo 2 asocia con riesgos menores de hipertensión, enfermedad coronaria y
accidente cerebrovascular. (Más información)
Resultados adversos del embarazo
Existe cierta evidencia que sugiere que la vitamina C podría ser un
Enfermedad de Alzheimer
complemento útil a la práctica médica convencional para reducir la lesión
Cataratas miocárdica y la arritmia después de un procedimiento cardíaco o cirugía en
pacientes con enfermedad cardiovascular. (Más información)
Gota
No hay datos suficientes para sugerir una relación entre el estado de la
Mortalidad
vitamina C y el riesgo de desarrollar un tipo determinado de cáncer. La
Tratamiento de Enfermedad mayoría de los estudios observacionales que examinaron la ingesta de
Enfermedad cardiovascular vitamina C con relación a la incidencia de cáncer no encontraron alguna
asociación. Ensayos controlados aleatorios no reportaron ningún efecto
Sepsis
por parte de la suplementación de vitamina C en el riesgo de cáncer. (Más
Cáncer información)
Resfriado común La evidencia actual de la eficacia de la vitamina C intravenosa en pacientes
Asma con cáncer se limita a los estudios observacionales, las intervenciones no
controladas, y los reportes de casos. Existe la necesidad de ensayos
Toxicidad del plomo
clínicos de fase II grandes y de más larga duración que evalúen la eficacia
Fuentes de la vitamina C en la progresión del cáncer y la supervivencia general.
Fuentes alimenticias (Más información)

Suplementos En general, el uso regular de suplementos de vitamina C acorta la duración


del resfriado común, pero no reduce el riesgo de enfermarse. Tomar
Seguridad
suplementos una vez que los síntomas del resfriado ya han comenzado no
Toxicidad
tiene beneficios comprobados. (Más información)
Cálculos renales
Los suplementos de vitamina C están disponibles en muchas formas, pero
Interacciones con drogas hay poca evidencia científica de que una forma sea mejor absorbida o más
Daño oxidativo efectiva que otra. (Más información)
Recomendación del LPI No hay evidencia científica de que grandes cantidades de vitamina C (hasta
10 gramos [g]/día en adultos) ejerzan efectos adversos o tóxicos. Se
Autores y Críticos
recomienda un nivel de ingesta superior de 2 g/día para evitar que algunos
Referencias adultos experimenten diarrea y trastornos gastrointestinales. (Más
información)

La vitamina C suplementaria aumenta las concentraciones de oxalato en la orina, pero aún no se sabe si un aumento en
el oxalato en la orina aumenta el riesgo de cálculos renales. Las personas predispuestas a la formación de cálculos
renales pueden considerar evitar la suplementación con vitamina C en dosis altas (≥1 g/día). (Más información)

Función
La vitamina C (ácido ascórbico-L) es un potente agente reductor, lo que significa que dona electrones fácilmente a las
moléculas receptoras (Figura 1). Con relación a este potencial de oxidación-reducción (redox), dos funciones principales de
la vitamina C son como un antioxidante y como un cofactor de enzima (1).

La vitamina C es el principal antioxidante no enzimático, soluble en agua, en el plasma y los tejidos. Incluso en pequeñas
cantidades, la vitamina C puede proteger a las moléculas indispensables para el cuerpo, como las proteínas, los lípidos
(grasas), los carbohidratos y los ácidos nucleicos (ADN y ARN), del daño causado por los radicales libres y las especies
reactivas de oxígeno (ERO) que se generan durante el metabolismo normal, por las células inmunitarias activas y por la
exposición a toxinas y contaminantes (p. ej., ciertos medicamentos de quimioterapia y humo de cigarrillo). La vitamina C
también participa en el reciclado de la reacción redox de otros antioxidantes importantes; por ejemplo, la vitamina C
regenera la vitamina E de su forma oxidada (véase el artículo sobre la Vitamina E).

El papel de la vitamina C como un cofactor también está relacionado con su potencial redox. Al mantener metales unidos a
enzimas en sus formas reducidas, la vitamina C asiste funciones mixtas de oxidasas en la síntesis de varias biomoléculas
críticas (1). Estas enzimas son monooxigenasas o dioxigenasas (véase la Tabla 1). Los síntomas de la deficiencia de vitamina
C, tales como la cicatrización deficiente de las heridas y el letargo, probablemente se deben al deterioro de estas
reacciones enzimáticas dependientes de la vitamina C que conduce a la síntesis insuficiente de colágeno, carnitina, y
catecolaminas (véase Deficiencia). Además, varias dioxigenasas involucradas en la regulación de la expresión de genes y el
mantenimiento de la integridad del genoma requieren vitamina C como un cofactor. De hecho, la investigación ha
descubierto recientemente el papel crucial que desempeñan las enzimas, como las TET dioxigenasas y las demetilasas de
histonas con dominio de Jumonji, en el destino de las células y los tejidos (Tabla 1). Estas enzimas contribuyen a la
regulación epigenética de la expresión de genes al catalizar reacciones involucradas en la desmetilación del ADN y las
histonas.
[Figura 1 - Clic para Agrandar]

Tabla 1. Enzimas que Requieren Vitamina C como Cofactor en Mamíferos (1, 2)

Enzimas* Funciones

Monooxigenasas

Dopamina β-monooxigenasa Biosíntesis de Norepinefrina (Noradrenalina)

Peptildiglicano α-amidante monooxigenasa Amidación de hormonas peptídicas

Dioxigenasas

Isoenzimas 3 prolil 4-hidroxilasa Hidroxilación del colágeno

Isoenzimas 3 prolil 3-hidroxilasa Hidroxilación del colágeno

Isoenzimas 3 lisil hidroxilasa Hidroxilación del colágeno

Isoenzimas del 4 factor inducible por hipoxia (HIF) Hidroxilación de HIF

Hidroxilasa tri-metil-lisina Biosíntesis de carnitina

Hidroxilasa γ-butirobetaína Biosíntesis de carnitina

4-Hidroxifenilpiruvato-dioxigenasa Metabolismo de tirosina

Familia de dioxigenasas de translocación diez-once (TET) Desmetilación del ADN

Demetilasas de histonas con dominio de Jumonji Desmetilación de histonas

*Las monooxigenasas catalizan la hidroxilación de un sustrato, mientras que las dioxigenasas catalizan una reacción que
acopla la hidroxilación de un sustrato específico con la conversión (descarboxilación) de α-cetoglutarato a succinato.

La capacidad de la vitamina C para influir en el estado de metilación del ADN y en las histonas en las células de los
mamíferos apoya el papel de la vitamina en la salud y enfermedad más allá de lo que se entendía previamente, en
particular salvaguardando la integridad del genoma (3, 4).

Papel en la inmunidad
La vitamina C afecta a varios componentes del sistema inmunológico humano in vitro; por ejemplo, se ha demostrado que
la vitamina C estimula ambas producción (5-9) y función (10, 11) de leucocitos (glóbulos blancos), especialmente neutrófilos,
linfocitos, y fagocitos. Medidas específicas de funciones estimuladas por la vitamina C incluyen motilidad celular
(10), quimiotaxis (10, 11), y fagocitosis (11). Los neutrófilos, fagocitos mononucleares, y linfocitos acumulan vitamina C en
altas concentraciones, las cuales pueden proteger estos tipos de células del daño oxidativo (12-14). En respuesta a
microorganismo invasores, leucocitos fagocíticos liberan toxinas no específicas, como radicales superóxidos, ácido
hipocloroso ("cloro"), y peroxinitrito; estas especies reactivas de oxígeno matan patógenos y, en el proceso, pueden
dañarse los leucocitos también (15). Se ha demostrado que la vitamina C, a través de su funciones antioxidantes, protege
los leucocitos de un daño oxidativo auto-infligido (14). Los leucocitos fagocíticos también producen y liberan citoquinas,
incluyendo interferones, los cuales tienen una actividad antiviral (16). Se ha mostrado que la vitamina C aumenta la
producción de interferones in vitro (17). Otros estudios han informado que la vitamina C mejora la capacidad de
destrucción quimiotáctica y microbiana de los neutrófilos y estimula la proliferación y diferenciación de linfocitos B y T
(revisado en 18).

El público en general piensa que la vitamina C estimula la función inmunológica, pero los estudios en humanos publicados
hasta la fecha son conflictivos. Es probable que los resultados dispares se deban a problemas en el diseño del estudio, a
menudo relacionados con una falta de comprensión de la farmacocinética y requisitos de la vitamina C (19, 20).

Finalmente, la vitamina C aumenta la biodisponibilidad del hierro de los alimentos al mejorar la absorción intestinal del
hierro no hemo (véase el artículo sobre Hierro) (21).

Biodisponibilidad
Experimentos farmacocinéticos de eliminación y reposición demostraron que la concentración de vitamina C en el plasma
está fuertemente controlada por tres mecanismos primarios: absorción intestinal, transporte en el tejido y reabsorción
renal (22). En respuesta al incremento de dosis orales de vitamina C, la concentración de vitamina C del plasma se eleva
abruptamente en ingestas entre 30 y 100 mg/día. La concentración de ascorbato en el plasma alcanzan un estado estable
en concentraciones entre 60 y 80 micromoles/L (µmol/L). Esto se observa normalmente en dosis de 200 a 400 mg/día en
adultos jóvenes sanos , con cierto grado de variación individual (23, 24).

Un cien por ciento de la eficacia en la absorción es observada cuando hay una ingesta de vitamina C en dosis separadas de
200 mg a la vez. Las dosis más altas (>500 mg) resultan en que se absorba la vitamina C fraccionadamente menos a medida
que aumenta la dosis. Una vez que la concentración de vitamina C en el plasma alcanzan niveles de saturación, vitamina C
adicional es excretada en gran parte por la orina. Notablemente, la administración de vitamina C vía intravenosa sobrepasa
el control de absorción en el intestino de modo que se pueden alcanzar concentraciones alta muy altas de vitamina C en el
plasma; dentro de unas pocas horas, la excreción renal restaura la vitamina C a las concentraciones basales del plasma
(véase Tratamiento del Cáncer) (25).

Mientras que la concentración de vitamina C en el plasma refleja la ingesta dietética reciente, se cree que la vitamina C en
los leucocitos (glóbulos blancos) es un indicador de las reservas corporales. Sin embargo, la concentración de vitamina en
los leucocitos no refleja con precisión la vitamina C en varios tejidos y puede subestimar específicamente la captación de
vitamina C en el músculo esquelético (26). No obstante, las concentraciones de vitamina C en el plasma ≥50 µmol/L son
suficientes para saturar el tejido muscular en vitamina C.

También hay ciertas evidencias limitadas que sugieren que las personas que portan ciertos polimorfismos en los genes
implicados en el transporte de la vitamina C y los mecanismos de desintoxicación pueden tener menores concentraciones
de vitamina C en el plasma incluso con altas ingestas de vitamina C (véase también Complicaciones vasculares de la
diabetes mellitus) (revisado en 27).

Debido a la farmacocinética y estrecha regulación de la vitamina C en el plasma, la suplementación con vitamina C tendrá
efectos variables en vitamina C repleto (concentraciones de plasma cerca a la saturación) versus sub-óptima
(concentraciones de plasma <50 µmol/L), ligeramente deficiente (concentraciones de plasma <23 µmol/L), o severamente
deficientes (concentraciones de plasma <11 µmol/L) en individuos (28). Estudios científicos investigando la eficacia de la
vitamina C para prevenir o tratar enfermedades necesitan evaluar el estatus de la línea de base de la vitamina C antes de
embarcarse en una intervención o análisis estadístico (22, 29-31).
Para una discusión más detallada sobre la biodisponibilidad de diferentes formas de vitamina C, véase el artículo separado,
La Biodisponibilidad de Diferentes Formas de Vitamina C.

Deficiencia
Una deficiencia severa de vitamina C ha sido conocida por muchos siglos como una enfermedad potencialmente fatal, el
escorbuto. A finales de 1700, la marina Británica estaba consciente que el escorbuto podía curarse comiendo naranjas o
limones, aunque la vitamina C no sería aislado hasta principios de 1930. Los síntomas del escorbuto incluyen hemorragia
subcutánea, deficiencia en la cicatrización de heridas y fácil aparición de moretones, caída de cabello y dientes, y dolor e
hinchazón en las articulaciones. Tales síntomas parecen estar relacionados con el debilitamiento de los vasos sanguíneos,
tejido conectivo y óseo, los cuales contienen colágeno. Los síntomas iniciales del escorbuto, como fatiga, pueden ser el
resultado de la disminución de los niveles de carnitina, la cual se necesita para derivar energía de la grasa, o de la
disminución de la síntesis de catecolamina norepinefrina (véase Función). El escorbuto es raro en países desarrollados
porque este puede ser prevenido con un mínimo de 10 mg de vitamina C diariamente (32). Sin embargo, han ocurrido
casos en niños y ancianos con dietas muy restringidas (33, 34).

La Ingesta Diaria Recomendada (IDR)


La ingesta diaria recomendada (IDR) para la vitamina C está basado en la cantidad de vitamina C ingerida, necesaria para
mantener la concentración de vitamina C en los neutrófilos con una mínima excreción urinaria de vitamina C y se propone
que provee suficiente protección antioxidante (Tabla 2) (35). La ingesta recomendada para los fumadores es 35 mg/día más
alta que para los no fumadores, porque los fumadores están sujetos a un incremento de estrés oxidativo por las toxinas en
el humo de cigarrillo y generalmente tienen concentraciones más bajas de vitamina C (36).

Tabla 2. Ingesta Diaria Recomendada (IDR) para la Vitamina C

Etapa de la Vida Edad Machos (mg/día) Hembras (mg/día)

Infantes 0-6 meses 40 (IA) 40 (IA)

Infantes 7-12 meses 50 (IA) 50 (IA)

Niños 1-3 años 15 15

Niños 4-8 años 25 25

Niños 9-13 años 45 45

Adolescentes 14-18 años 75 65

Adultos 19 años y más 90 75

Fumadores 19 años y más 125 110

Embarazo 18 años y menos - 80

Embarazo 19 años y más - 85

Período de lactancia 18 años y menos - 115

Período de lactancia 19 años y más - 120

Prevención de Enfermedad
La cantidad de vitamina C requerida para ayudar a prevenir enfermedades crónicas es superior a la cantidad requerida
para prevenir el escorbuto. La información con respecto a la vitamina C y la prevención de enfermedades crónicas está
basada en ambos estudios cohorte prospectivos observacionales y ensayos controlados aleatorios (29, 37). Estudios de
cohorte prospectivos pueden examinar la incidencia de una enfermedad específica con relación a la ingesta de vitamina C
o el estado corporal en una cohorte de participantes que son seguidos a lo largo del tiempo. En contraste, los ensayos son
estudios de intervención que pueden establecer una relación causal entre una exposición y un resultado, p. ej., al evaluar el
efecto de la suplementación con vitamina C en la incidencia de enfermedad crónica en participantes aleatoriamente
asignados para recibir ya sea vitamina C o placebo por una determinada duración de tiempo.

Enfermedad cardiovascular
Disfunción endotelial
La disfunción endotelial se considera como un paso temprano en el desarrollo de la aterosclerosis. Las alteraciones en la
estructura y función del endotelio vascular que recubre la superficie interna de todos los vasos sanguíneos están asociados
con la pérdida de la vasodilatación dependiente del endotelio mediada por el óxido nítrico normal. la disfunción endotelial
resulta en la vasoconstricción generalizada y anormalidades en la coagulación. La medición de la dilatación mediada por
flujo (DMF) de la arteria braquial es frecuentemente usada como un marcador funcional de la función endotelial; los
valores de la DMF están inversamente correlacionados con el riesgo de eventos cardiovasculares futuros (38). Un meta-
análisis del 2014 de 44 ensayos controlados aleatorios en sujetos con o sin enfermedades crónicas resumió el efecto de la
vitamina C suplementaria en la función endotelial midiendola DMF (19 estudios), evaluando el flujo sanguíneo del
antebrazo (20 estudios), o mediante análisis de onda de pulso (5 ensayos) (39). Se encontró que la suplementación a corto
plazo con vitamina C reduce la función endotelial en sujetos con falla cardíaca, aterosclerosis o diabetes mellitus, pero no
tuvo efecto en aquellos con hipertensión. La vitamina C también limitó la función endotelial que se indujo
experimentalmente en voluntarios sanos (39). Se observó una mejora en la función endotelial con dosis diarias de vitamina
C por encima de 500 mg (39).

Hipertensión
La hipertensión es un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovascular, incluyendo la enfermedad
coronaria, el accidente cerebrovascular y la fibrilación auricular. Un análisis que combinó datos de tres cohortes, grandes,
independientes, prospectivas, (1) Estudio de Salud de Enfermeras I (NHS1, por sus siglas en inglés; 88,540 mujeres, edad
media de 49 años); (2) Estudio de Salud de Enfermeras 2 (NHS2; 97,315 mujeres, edad media de 36 años); y (3) Estudio de
Seguimiento de Profesionales de la Salud (HPFS, por sus siglas en inglés; 37,375 hombres, edad media de 52 años), no
encontró asociación entre el nivel de ingesta de vitamina C y el riesgo de desarrollar hipertensión (40). Por otra parte,
cuando se midió la concentración de vitamina C en el plasma, los estudios transversales han indicado consistentemente
una relación inversa entre la concentración de vitamina C en el plasma y la presión arterial tanto en hombres como en
mujeres (41-43). Un seguimiento de 15 años de aproximadamente 2,500 participantes en el estudio de Desarrollo de
Arterias Coronarias en Adulto Jóvenes (CARDIA, por sus siglas en inglés) encontró que una mayor cantidad de vitamina C en
plasma y una puntuación de calidad dietética más alta se asociaron de forma independiente con un menor riesgo de
desarrollar hipertensión (44).

Curiosamente, no hubo relación entre la puntuación de la dieta y el riesgo de hipertensión en aquellos con la vitamina C en
plasma más baja, y la vitamina C en plasma se asoció positivamente en las personas con puntuaciones bajas en la dieta
(44).

Un meta-análisis de 29 ensayos controlados aleatorios pequeños de corta duración (duración media, 8 semanas) en 1,407
participantes (10 a 120 sujetos por ensayo; incluidos sujetos normotensos e hipertensos) encontró que la suplementación
con 60 a 4,000 mg de vitamina C (dosis media, 500 mg) redujo la presión arterial sistólica en 3.84 mm Hg y la presión
arterial diastólica en 1.48 mm Hg (45). Se necesitan ensayos a largo plazo de buena calidad para examinar si el efecto
antihipertensivo de la vitamina C se mantiene a lo largo del tiempo y eventualmente resulte en un riesgo reducido de
eventos cardiovasculares.

Es importante que las personas con presión arterial significativamente elevada no se basen únicamente en los
suplementos de vitamina C para reducir su hipertensión. En su lugar, deben buscar o continuar el tratamiento con
medicamentos antihipertensivos y hacer cambios en la dieta y el estilo de vida, en consulta con su proveedor del cuidado
de la salud.

Riesgo de enfermedad cardiovascular


La enfermedad coronaria (EC) está caracterizada por la acumulación de placa dentro de las arterias que suministran sangre
al corazón (aterosclerosis). Después de años de acumulación y daño a las arterias coronarias, la EC puede culminar en un
infarto del miocardio o ataque al corazón. Muchos estudios de cohorte prospectivos han examinado la relación entre la
ingesta de vitamina C por la dieta y suplementos y el riesgo de padecer enfermedad coronaria, de los cuales los resultados
han sido agrupados y analizados en dos análisis diferentes (46, 47). En el 2004, un análisis combinado de nueve estudios de
cohorte prospectivos encontró que la ingesta de vitamina suplementaria (≥400 mg/día en un promedio de 10 años), pero
no la ingesta dietética de vitamina C, estaba inversamente asociada con riesgo de EC (46). Al contrario, un meta-análisis del
2008 de 14 estudios de cohorte concluyeron que la ingesta dietética, pero no suplementaria, de vitamina C estuvo
inversamente relacionada con el riesgo de EC (47). El estudio prospectivo grande más reciente de cohorte encontró una
asociación inversa entre la ingesta dietética de vitamina C y la mortalidad de EC en mujeres japonesas, pero no en los
hombres (48). A pesar de la variable asociación dependiente de la fuente, estos análisis indican una asociación inversa
generalizada entre las altas ingestas de vitamina C y el riesgo de EC.

Las limitaciones inherentes a la metodología de evaluación dietaría, tales como sesgo de recuerdo, errores de medición, y
confusión residual, pueden contar como algunas de las asociaciones inconsistentes entre la ingesta de vitamina C y el
riesgo de padecer la EC. Para superar tales limitaciones, algunos estudios prospectivos midieron las concentraciones de
vitamina C en plasma y suero como un índice más confiable de la ingesta de vitamina C y un biomarcador del estatus de
vitamina C en el cuerpo.

El Estudio Prospectivo Europeo sobre Dieta y Cáncer (EPIC), un estudio de cohorte prospectivo de Norfolk, investigó la
relación entre el estatus de la vitamina C e incidentes de insuficiencia cardíaca en adultos sanos (9,187 hombres y 11,112
mujeres, entre 58.1+/-9.2 years) (49). Después de un promedio seguido de 12.8 años, la vitamina C del plasma estuvo
inversamente asociada con incidentes de casos de insuficiencia cardíaca. Específicamente, la vitamina C del plasma
oscilaba entre aproximadamente 23 to 70 µmol/L en los hombres y 33 to 82 µmol/L en las mujeres; a través de este rango,
cada 20 µmol/L de incremento de la vitamina C en el plasma se asoció con una reducción en 9% del riesgo de insuficiencia
cardíaca. Auto-informes del consumo de frutas y verduras; evaluado por cuestionarios de frecuencia de alimentos — no se
asoció con un riesgo menor de insuficiencia cardíaca congestiva (49). Esto resalta el hecho de que las limitaciones asociadas
con los métodos de evaluación como los cuestionarios de frecuencia de alimentos, se pueden superar mediante el uso de
biomarcadores de la ingesta de nutrientes (50, 51).

Una revisión de 2017 de ocho ensayos controlados aleatorios publicados encontró resultados inconsistentes de siete
ensayos que informaron sobre el efecto de la suplementación con vitamina C en el colesterol sérico y triglicéridos,
estableció factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (52). Sólo un ensayo grande en más de 14,000 hombres
mayores que participó en el Estudio de la Salud de Médicos II (PHS II, por sus siglas en inglés) reportó sobre los resultados
cardiovasculares. El PHS II encontró que la suplementación con vitamina C (500 mg/día) durante un promedio de ocho años
no tuvo un efecto significativo en mayores eventos cardiovasculares, infarto total al miocardio, o mortalidad cardiovascular
(53). Notablemente, este estudio tuvo varias limitaciones (54), incluyendo la medición del nivel de vitamina C y el
reclutamiento de una población adecuadamente nutrida.

Se necesitan estudios de mejor calidad para examinar el efecto de la vitamina C en los puntos finales cardiovasculares con
riesgo elevado de enfermedad cardiovascular.

Accidente cerebrovascular
Un evento cerebrovascular, o accidente cerebrovascular, se puede clasificar como hemorrágico o isquémico. El accidente
cerebrovascular hemorrágico ocurre cuando un vaso sanguíneo debilitado se rompe y sangra en el tejido cerebral
circundante. El accidente cerebrovascular isquémico ocurre cuando una obstrucción dentro de un vaso sanguíneo bloquea
el flujo de sangre al cerebro. La mayoría (~80%) de los eventos cerebrovasculares en países de altos ingresos son de
naturaleza isquémica y se asocian a la aterosclerosis como una condición subyacente (55, 56).

Con respecto a la vitamina C y la enfermedad cerebrovascular, un estudio de cohorte prospectivo que siguió a más de
2,000 residentes de una comunidad rural japonesa durante 20 años encontró que el riesgo de accidente cerebrovascular
en aquellos con las concentraciones de suero de vitamina C más altas fue 29% más bajo que en aquellos con las
concentraciones de suero de vitamina C más bajas (57). De manera similar, el Estudio Prospectivo Europeo sobre Dieta y
Cáncer (EPIC)-Norfolk, un estudio de cohorte prospectivo de 10 años en 20,649 adultos, encontró que los individuos con
concentraciones de vitamina C en el plasma en el cuartil superior (25%) tuvieron un 42% menos riesgo de accidente
cerebrovascular en comparación con aquellos en el cuartil más bajo (≥66 µmol/L vs. <41 µmol/L) (58). Tanto en la
población japonesa (57) como en el Estudio Prospectivo Europeo sobre Dieta y Cáncer (EPIC)-Norfolk (58), las
concentraciones de vitamina C en la sangre estuvieron altamente correlacionadas con la ingesta de frutas y verduras. Por
lo tanto, como en muchos estudios sobre la ingesta de vitamina C y el riesgo de enfermedad crónica, es difícil separar los
efectos de la vitamina C de los efectos de otros componentes de las frutas y verduras. Por ejemplo, se sabe que el
potasio — que se encuentra en niveles altos en guineos, papas y otras frutas y verduras — es importante en la regulación
de la presión arterial, y la presión arterial elevada es un factor de riesgo importante para el accidente cerebrovascular
(véase el artículo sobre Potasio). Un meta-análisis del 2013 de 17 estudios de cohorte prospectivos reportó un riesgo 19%
menor de accidente cerebrovascular con las ingestas dietéticas de vitamina C más altas versus las más bajas y un riesgo
38% menor con las concentraciones de vitamina C circulantes más altas versus las más bajas (59).

Un ensayo, aleatorio, doble ciego, controlado con placebo en más de 14,000 hombres mayores que participaron en el
Estudio de la Salud de Médicos II (PHS II) encontró que la supementación con vitamina C (500 mg/día) por un promedio de
ocho años no tuvo un efecto significativo sobre la incidencia o la mortalidad por cualquier tipo de accidente
cerebrovascular (53). Otros ensayos tampoco demostraron evidencia de algún efecto de la vitamina C en el riesgo de
accidente cerebrovascular. Un meta-análisis de 10 ensayos que examinaron vitaminas antioxidantes, de las cuales cinco
incluyeron vitamina C, no encontró asociación entre ninguna vitamina antioxidante (vitamina C, vitamina E, o β-caroteno),
administrada por sí sola o en combinación, y el riesgo de accidente cerebrovascular (60).

Cáncer
En general, los estudios de cohorte prospectivos observacionales no reportaron ninguna asociación o alguna asociación
inversa modesta entre la ingesta de vitamina C y el riesgo de desarrollo de cierto tipo de cáncer (37, 61-63). A continuación,
se proporcionan detalles adicionales para aquellos subtipos de cáncer con información científica sustancial obtenida de
estudios de cohorte prospectivos. Los ensayos aleatorios, doble ciego, controlados con placebo que han examinado el
efecto de la suplementación con vitamina C (por sí sola o en combinación con otros nutrientes antioxidantes) sobre la
incidencia de cáncer o la mortalidad no han mostrado ningún efecto (64).

Cáncer de seno
Dos grandes estudios prospectivos encontraron que la ingesta dietética de vitamina C se asocia inversamente con la
incidencia de cáncer de seno en ciertos subgrupos. En el Estudio de Salud de Enfermeras, las mujeres premenopáusicas
con antecedentes familiares de cáncer de seno que consumieron un promedio de 205 mg/día de vitamina C de los
alimentos tenían un riesgo 63% menor de cáncer de seno que aquellas que consumieron un promedio de 70 mg/día (65).
En la Cohorte de Mamografía Sueca, las mujeres con sobrepeso que consumían un promedio de 110 mg/día de vitamina C
tenían un riesgo 39% menor de cáncer de seno comparado con las mujeres con sobrepeso que consumían un promedio de
31 mg/día (66). Estudios de cohorte prospectivos más recientes no reportaron ninguna asociación entre la ingesta de de
vitamina C dietética o suplementaria y el cáncer de seno (67-69).

Cáncer de estómago
Varios estudios observacionales han encontrado que el aumento en la ingesta de vitamina C dietética está asociado con un
menor riesgo de cáncer gástrico (estómago), y los experimentos de laboratorio indican que la vitamina C inhibe la
formación de compuestos cancerígenos N-nitroso en el estómago (70-72). Un estudio caso-control anidado en el Estudio
Prospectivo Europeo sobre Dieta y Cáncer (EPIC) encontró un riesgo 45% menor de incidencia de cáncer gástrico en
individuos en el cuartil más alto (≥51 µmol/L) versus el más bajo (<29 µmol/L) de la concentración de vitamina C en el
plasma; no se observó alguna asociación entre la ingesta dietética de vitamina C y el cáncer gástrico (73).

Se sabe que la infección con la bacteria Helicobacter pylori (H. pylori) aumenta el riesgo de cáncer de estómago y se asocia
con un menor contenido de vitamina C en las secreciones de estómago (74, 75). Aunque dos estudios de intervención no
mostraron una reducción en la incidencia de cáncer con la suplementación con vitamina C (35), algunas investigaciones
sugieren que la suplementación con vitamina C puede ser una adición útil a la terapia standard de erradicación de H. pylori
para reducir el riesgo de cáncer gástrico (76). Debido a que la vitamina C puede inactivar la ureasa (una enzima que facilita
la supervivencia de H. pylori y la colonización de la mucosa gástrica en pH bajo) in vitro, la vitamina C puede ser más
efectiva como un agente profiláctico en las personas sin aclorhidria (77, 78).

Cáncer de colon
Al agrupar los datos de 13 estudios de cohorte prospectivos con 676,141 participantes, se determinó que la ingesta
dietética de vitamina C no se asoció con el cáncer de colon, mientras que la ingesta total de vitamina C (es decir, de
alimentos y suplementos) se asoció con un riesgo 19% menor de cáncer de colon (79). Cada uno de los estudios de cohorte
usó cuestionarios de frecuencia de alimentos autoadministrados al inicio de estudio para evaluar la ingesta de vitamina C.
Aunque el análisis se ajustó a varios factores de riesgo conocidos y de estilo de vida, los autores notaron que otros
comportamientos saludables y/o la ingesta de folato pueden haber confundido la asociación.

Linfoma no Hodgkin
Un estudio prospectivo, basado en la población, el Iowa Women’s Health Study, recolectó datos base en la dieta y
suplementos usados en 35,159 mujeres (entre 55-69 años) y evaluó el riesgo de desarrollar linfoma no Hodgkin (NHL)
después de 19 años de seguimiento (80). En general, una asociación inversa entre la ingesta de frutas y verduras y el riesgo
de padecer linfoma no Hodgkin fue observado. Adicionalmente, una ingesta dietética, pero no suplementaria, y otros
nutrientes antioxidantes (carotenoides, proantocianidinas, y manganeso) estuvo inversamente asociada con el riesgo de
linfoma no Hodgkin. Otro estudio prospectivo, grande, multicéntrico — la Iniciativa de Salud de las Mujeres — que siguió a
154,363 mujeres posmenopáusicas durante 10 años encontró que la ingesta de vitamina C suplementaria y dietética se
asoció inversamente con el linfoma difuso de células B, un subtipo de linfoma no Hodgkin (81).

Otros tipos de cáncer de lugares especí cos


El Estudio de la Salud de Médicos II fue un ensayo aleatorizado, controlado con placebo, que examinó el efecto de la
vitamina E (400 IU/día), la vitamina C (500 mg/día), y un suplemento multivitamínico sobre el riesgo de cáncer en 14,641 de
médicos varones de mediana edad por más de 10.3 años (7.6 años de tratamiento activo más 2.8 años de seguimiento
después del tratamiento) (82). La suplementación con vitamina C no tuvo ningún efecto sobre el riesgo general de cáncer ni
sobre el riesgo de cáncer de próstata, vejiga o páncreas; hubo una reducción marginal de cáncer colorrectal con la vitamina
C en comparación con el placebo (82).

Diabetes mellitus tipo 2


En los Institutos Nacionales de Salud (NIH) — el estudio de Dieta y Salud de la Asociación Americana de Personas Jubiladas
(AARP) que incluyó 232,007 participantes, el uso de suplementos de vitamina C durante al menos siete veces a la semana se
asoció con un riesgo 9% menor de desarrollar diabetes mellitus tipo 2 comparado con el uso sin suplemento (83). En una
cohorte de 21,831 adultos seguidos durante 12 años en el estudio EPIC-Norfolk, se encontró que altos niveles de vitamina
C en el plasma estaba fuertemente asociada con un riesgo reducido de diabetes (84). Además, varios estudios transversales
reportaron asociaciones inversas entre las concentraciones de vitamina C circulante y marcadores de resistencia a la
insulina o intolerancia a la glucosa, como la concentración de hemoglobina glicosilada (HbA1c) (50, 85, 86). Sin embargo, los
estudios controlados aleatorios a corto plazo han encontrado efectos de la suplementación con vitamina C en la glucosa en
ayunas, insulina en ayunas y concentraciones de HbA1c en individuos sanos (87). No se sabe si la vitamina C suplementaria
podría mejorar los marcadores de control glicémico en sujetos con riesgo de diabetes.

Resultados adversos del embarazo


Un meta-análisis del 2015 de 29 ensayos aleatorios controlados encontró que la administración de vitamina C durante el
embarazo, por sí sola o en combinación con algunos otros suplementos, no logró reducir el riesgo de muerte fetal, muerte
perinatal, restricción del crecimiento intrauterino, parto prematuro, rotura prematura de membranas, y preeclampsia (88) .
No obstante, la suplementación con vitamina C llevó a un riesgo 36% menor de desprendimiento de placenta y a un
aumento de significativo de la edad gestacional en el nacimiento (88). Otro meta-análisis de 50 ensayos controlados
aleatorios en 276,820 mujeres no encontró ningún efecto de la vitamina C, por sí sola o combinada con vitamina E o
multivitaminas, cuando se suplementa durante el embarazo (comenzando antes de las 20 semanas de gestación), en los
riesgos de pérdida fetal general, aborto espontáneo, y malformación congénita (89).

Fumar cigarrillos durante el embarazo causa restricción del crecimiento intrauterino y partos prematuros, entre otras
complicaciones del embarazo (90, 91), y es la causa principal de enfermedad respiratoria infantil (92). Por algunas razones
aún no claras, fumar se ha asociado con un menor riesgo de preeclampsia durante el embarazo (93). Un análisis
secundario de un ensayo multicéntrico, aleatorio, doble ciego, controlado con placebo en casi 10,000 mujeres embarazadas
no encontró reducción en el riesgo de preeclampsia con suplementos de vitamina C (1,000 mg/día) y vitamina E (400
IU/día), independientemente del estado de fumador de las mujeres durante el embarazo. Sin embargo, la suplementación
con antioxidantes resultó en riesgos reducidos de desprendimiento de la placenta y el parto prematuro en las mujeres que
fumaron durante el embarazo pero no en las no-fumadoras (94). Otro ensayo piloto multicéntrico encontró una mejor
función pulmonar durante la primera semana de vida y un menor riesgo de sibilancia durante un año de edad en bebés
cuyas madres fumadoras fueron asignadas aleatoriamente para recibir vitamina C (500 mg/día) en vez de un placebo
durante el embarazo (95). El estudio de La Vitamina C para Reducir los Efectos de Fumar durante el Embarazo sobre la
Función Pulmonar de los Infantes [VCSIP] es un ensayo en curso diseñado para confirmar estas observaciones preliminares
utilizando mediciones más precisas de la función pulmonar en una muestra más grande de mujeres asignadas al azar para
recibir suplementos de vitamina C o placebo (96).

Enfermedad de Alzheimer
En los EE. UU., la enfermedad de Alzheimer (EA) es la forma más común de demencia, que afecta a 5.5 millones de
personas de 65 años y más (97). Estrés oxidativo, neuroinflamación, deposición de placa β-amiloide, marañas formadoras
de proteína Tau y muerte de células neuronales en el cerebro de los sujetos afectados por la EA se han asociado con el
deterioro cognitivo y pérdida de memoria. Se encontró que las concentraciones más bajas de vitamina C en el fluido
cerebroespinal y la matriz extracelular cerebral de un modelo de ratón de EA aumentan el estrés oxidativo y aceleran la
deposición de amiloide y la progresión de la enfermedad (98). En otro modelo de ratón de EA que carecía de la capacidad
de sintetizar vitamina C, la suplementación con una dosis alta versus baja de vitamina C redujo la deposición de amiloide
en la corteza y el hipocampo y limitó los impedimentos de la barrera hematoencefálica y la disfunción mitocondrial (99).

La mayoría de los grandes estudios basados en la población que examinan la relación entre la ingesta de vitamina C o su
suplementación con la incidencia de EA han reportado resultados nulos (100). En contraste, los estudios observacionales
reportaron concentraciones de vitamina C en el plasma menores en pacientes con EA en comparación con sujetos
cognitivamente sanos (101) y se encontró mejor función cognitiva o menor riesgo de deterioro cognitivo con una mayor
cantidad de vitamina C en plasma (100).

Pocos estudios han medido la concentración de vitamina C en el fluido cerebroespinal, que refleja mejor el estatus de la
vitamina C en el cerebro. La vitamina C se concentra en el cerebro a través de una combinación de transporte activo al
tejido cerebral y la retención a través de la barrera hematoencefálica (100). Aunque la vitamina C del fluido cerebroespinal
se mantiene en concentraciones muchas veces más altas que la vitamina C en plasma, la función precisa de la vitamina C
en la función cognitiva y la etiología de la EA aún no se comprende completamente (102). En un pequeño estudio
longitudinal de biomarcadores en 32 individuos con EA probable, una mayor proporción de vitamina C en el fluido
cerebroespinal a plasma en la base se asoció con una tasa más lenta de deterioro cognitivo al año de seguimiento (103). La
integridad de la barrera hematoencefálica dañada puede afectar la capacidad del cerebro para retener la vitamina C y por
lo tanto mantener una alta proporción de vitamina C entre el fluido cerebroespinal y el plasma. La importancia de la
proporción de vitamina C en el fluido cerebroespinal a plasma en la progresión de la EA requiere más estudio.

El efecto de la suplementación con vitamina C, en combinación con otros antioxidantes, en los biomarcadores de fluido
cerebroespinal y la función cognitiva se ha examinado sólo en unos pocos ensayos con pacientes con EA. En un pequeño
(n=23), ensayo abierto, la suplementación combinada con vitamina C (1,000 mg/día) y vitamina E (400 UI/día) a pacientes
con EA que tomaron un inhibidor de colinesterasa aumentó significativamente los niveles de antioxidantes y redujo la
oxidación de lipoproteínas en el fluido cerebroespinal después de un año, pero no tuvo efecto en el curso clínico de EA
comparado con los controles (104). Se obtuvo un resultado similar en un ensayo controlado aleatorio, doble ciego, en el
que se combinó la suplementación con vitamina C (500 mg/día), vitamina E (800 UI/día), y el ácido α-lipoico (900 mg/día)
durante 16 semanas redujo la oxidación de lipoproteínas en el fluido cerebroespinal, pero no obtuvo beneficios clínicos en
individuos con EA leve a moderada (n=78) (105). En este último ensayo, se observó un mayor declive en puntuaciones del
Mini Examen del Estado Mental (MEEM) fe observado en el grupo suplementado, sin embargo, la importancia de esta
observación permanece inconclusa. Un tercer ensayo controlado con placebo en adultos mayores con deterioro cognitivo
leve (edades, 60-75 años) encontró que la suplementación de vitamina C por un año (400 mg/día) y vitamina E (300 mg/día)
mejoró la capacidad sanguínea antioxidante, pero sin efecto en los puntajes MEEM (106).

En este momento, parece prudente evitar la deficiencia o insuficiencia de vitamina C, en lugar de la suplementación en
individuos repletos, para promover un envejecimiento cerebral saludable (101).

Cataratas
El cristalino del ojo enfoca la luz, produciendo una clara detallada imagen en la retina, una capa de tejido en la pared
posterior del globo ocular. Cambios al cristalina relacionados con la edad (engrosamiento, pérdida de flexibilidad) y daño
oxidativo contribuyen a la formación de cataratas, p. ej., nubosidad u opacidad en el cristalino que interfiere con un claro
enfoque de las imágenes en la retina.

En los seres humanos, la concentración de vitamina es aproximadamente 15 a 20 veces mayor en el humor


acuoso — fluido que llena las cámaras anterior y posterior del ojo) que en el plasma, lo cual sugiere que la vitamina C
puede estar desempeñando un papel importante en el ojo (107). Disminución de las concentraciones de vitamina C en el
cristalino del ojo se han asociado con una mayor severidad de las cataratas (108). Un meta-análisis de estudios
observacionales encontró un riesgo reducido de catarata relacionado con la edad con mayores ingestas de vitamina C en
estudios caso-control y con mayores concentraciones de vitamina C circulante en estudios transversales. Sin embargo, no
se encontraron asociaciones de este tipo en los análisis agrupados de los estudios de cohorte prospectivos (109). De hecho,
dos estudios de cohorte prospectivos en hombres suecos (110) y mujeres (111) reportaron que una dosis alta de
suplementos con un solo nutriente de vitamina C se asociaron con un mayor riesgo de cataratas, especialmente en
aquellos en terapia con corticosteroides.

Una revisión de 2012 de nueve ensayos controlados aleatorios no encontró un efecto sustancial por parte del β-caroteno,
la vitamina C, y la vitamina E, administrados individualmente o en combinación durante 2.1 a 12 años, en el riesgo de
cataratas o cirugía de cataratas (112). Aunque los ensayos actualmente no respaldan el uso de suplementos con vitamina C
de dosis altas en la prevención de cataratas, se observa una asociación inversa consistente entre la ingesta diaria alta de
frutas y/o verduras (>5 porciones/día) y el riesgo de catarata (113).

Gota
La gota, una condición que aflige a más del 4% de adultos estadounidenses (114), está caracterizada por concentraciones
anormalmente altas de ácido úrico (urato) en la sangre (115). Cristales de urato pueden formarse en las articulaciones,
resultando en inflamación y dolor, como también en los riñones y el tracto urinario, resultando en cálculos renales. La
tendencia de exhibir elevados niveles de ácido úrico en la sangre y la enfermedad de la gota es a menudo heredada; sin
embargo, una modificación en la dieta o el estilo de vida pueden ser provechosos en ambos tratamiento y prevención de la
gota (116). En un estudio observacional que incluyó 1,387 hombres, altas ingestas de vitamina C fueron asociadas con
concentraciones séricas más bajas de ácido úrico (117). En un estudio transversal realizado en 4,576 afroamericanos, las
probabilidades de tener hiperuricemia se asociaron con ingestas dietéticas altas en fructosa, bajas en vitamina C, o con
altas proporciones de fructosa a vitamina C (118). Un estudio prospectivo que siguió a una cohorte de 46,994 hombres
durante 20 años encontró que la ingesta diaria total de vitamina C se asoció inversamente con la incidencia de gota,
mientras que mayores ingestas se asociaron con mayores reducciones de riesgo (119). Los resultados de este estudio
también indicaron que la vitamina C suplementaria puede ser útil en la prevención de la gota (119).

Un meta-análisis del 2011 de 13 ensayos controlados aleatorios en individuos sanos con altas concentraciones séricas de
ácido úrico reveló que la suplementación con vitamina C (una dosis media de 500 mg/día durante una duración media de
30 días) redujo moderadamente las concentraciones séricas de ácido úrico en 0.35 mg/dL comparado con placebo (120).
Esta reducción se encuentra dentro del rango de variabilidad del ensayo y es poco probable que sea clínicamente
significativa (121). Un ensayo abierto, de ocho semanas, controlado, aleatorizó a 40 sujetos con gota para recibir ya sea
alopurinol (estándar de cuidado), vitamina C, o ambos tratamientos (122). El efecto de la vitamina C, solo o con alopurinol,
disminuyendo el ácido úrico en suero fue moderado y mucho menor que el alopurinol solo. El ensayo no examinó el efecto
de la vitamina C en otros resultados asociados con la gota (122).

A pesar de que los estudios observacionales sugirieron que la vitamina C suplementaria puede ser útil para prevenir la gota
incidente y recurrente, los estudios de intervención realizados hasta el momento no lo han demostrado. Además,
actualmente hay poca evidencia para apoyar el papel de la vitamina C en el tratamiento de los pacientes con gota (123).

Mortalidad
Dos grandes estudio de cohorte prospectivos evaluaron la relación entre la ingesta de vitamina C dietética y suplementaria
y la mortalidad. En el Vitamins and Lifestyle Study, 55,543 hombres y mujeres (entre 50-76 años) fueron cuestionados como
línea base sobre el uso de suplementos dietarios durante los 10 años previos (124). Después de cinco años de seguimiento,
el uso de la vitamina C suplementaria se asoció con una ligera disminución del riesgo de mortalidad total, aunque ninguna
asociación fue encontrada con enfermedad cardiovascular — o una mortalidad específica de cáncer. En el segundo estudio
de cohorte prospectiva, el Diet, Cancer, and Health Study, 55,543 adultos daneses (entre 50-64 años) fueron cuestionados
como línea de base acerca de su estilo de vida, dieta, y el uso de suplementos durante los 12 meses previos (125). No se
encontró ninguna asociación entre la ingesta de vitamina C dietética o suplementaria y la mortalidad después de
aproximadamente 14 años de seguimiento. En contraste, un meta-análisis del 2014 de 10 estudios de cohorte prospectivos
en 17,696 mujeres con cáncer de seno encontró un menor riesgo de mortalidad total y específica del cáncer de seno con
una mayor ingesta de vitamina C suplementaria y dietética (126). Un meta-análisis del 2012 de de 29 ensayos no encontró
ningún efecto de la vitamina C oral, administrada por sí sola o en combinación con otros antioxidantes, en la mortalidad
por todas las causas (127).

En paralelo a estos estudios de evaluación dietética, se observó una fuerte asociación inversa entre la vitamina C en el
plasma y la mortalidad por todas las causas, la enfermedad cardiovascular y la enfermedad cardíaca isquémica (y el cáncer
en hombres solamente) en el estudio multicéntrico prospectivo de cohorte EPIC-Norfolk (128). Después de
aproximadamente cuatro años de seguimiento en 19,496 hombres y mujeres (edades 45-79 años), se observó una relación
dosis-respuesta tal que cada aumento de 20 µmol/L en la vitamina C en el plasma se asoció con una reducción de riesgo
estimada del 20% en mortalidad por todas las causas. De manera similar, las concentraciones más altas de vitamina C en
suero se asociaron con menores riesgos de mortalidad por cáncer y por todas las causas en 16,008 adultos de la Encuesta
de Evaluación Nacional de Salud y Nutrición (NHANES) III (1994-1998) (129).

Tratamiento de Enfermedad
Enfermedad cardiovascular
Complicaciones de procedimientos cardíacos y cirugías
Lesión miocárdica periprocedimental: La angioplastia coronaria (también llamada angioplastia coronaria transluminal
percutánea) es un procedimiento no quirúrgico para el tratamiento de la cardiopatía coronaria obstructiva (CHD, en inglés),
incluyendo la angina de pecho inestable, el infarto al miocardio agudo y la CHD de múltiples vasos. La angioplastia consiste
en insertar temporalmente e inflar un pequeño globo en la arteria obstruida para ayudar a restablecer el flujo de sangre al
corazón. La lesión miocárdica periprocedimental que ocurre en hasta un tercio de los pacientes que se someten a una
angioplastia sin complicaciones aumenta el riesgo de morbilidad y mortalidad en seguimiento.

Un ensayo aleatorizado, controlado con placebo, ha examinado el efecto de la vitamina C intravenosa administrada a
pacientes con angina estable que se someten a angioplastia coronaria electiva (130). La administración de una infusión de
vitamina C de 1 gramo (g) una hora antes de la angioplastia redujo las concentraciones de marcadores de estrés oxidativo y
mejoró la perfusión circulatoria en comparación con el placebo (130). Otro ensayo aleatorizó a 532 pacientes para recibir
una infusión de 3g de vitamina C o un placebo (solución salina) dentro de las seis horas previas a angioplastia coronaria
(131). El tratamiento con vitamina C redujo sustancialmente la incidencia de lesión miocárdica periprocedimental, según se
evaluó mediante una reducción en las concentraciones de dos marcadores de lesión miocárdica, a saber, creatina quinasa
y troponina-I (131). Un ensayo controlado aleatorio evaluó el efecto de la administración de vitamina C y vitamina E sobre el
daño por reperfusión en pacientes que sufrieron un infarto al miocardio agudo y se sometieron a una angioplastia
coronaria (ver más abajo) (132).

Lesión por reperfusión miocárdica: La lesión por reperfusión se refiere al daño tisular que se produce en el momento de
la restauración del flujo sanguíneo (reperfusión) después de una isquemia transitoria. El músculo cardíaco puede volverse
privado de oxígeno (isquémico) como resultado de un infarto al miocardio o con pinzamiento aórtico durante la cirugía de
injerto de derivación arterial coronaria (IDAC). El aumento de la generación de especies reactivas de oxígeno (EOR) cuando
se restaura el suministro de oxígeno del músculo cardíaco podría ser un contribuyente importante al daño del miocardio
que ocurre en la reperfusión (133). La lesión de reperfusión miocárdica conlleva complicaciones, tales como arritmias por
reperfusión (véase Fibrilación auricular) y miocardio aturdido.

La vitamina C se agota durante y después de la cirugía cardíaca (134) y esto puede deberse a la extinción de las EOR, a la
regeneración de otros antioxidantes, y/o una síntesis masiva de catecolaminas (dopamina, epinefrina, norepinefrina) (135).
Dos ensayos aleatorios controlados realizados en la década de los 90 informaron una disminución en el estrés oxidativo
inducido por la reperfusión y la lesión miocárdica con la administración de vitamina C intravenosa (136) u oral (137) antes
de la cirugía IDAC (revisado en 135). Se ha diseñado un ensayo más reciente aleatorizado, doble ciego, controlado con
placebo para examinar el efecto de la administración de vitamina C y vitamina E sobre el daño por isquemia-reperfusión en
99 pacientes con infarto al miocardio agudo sometidos a angioplastia coronaria (132). La infusión de vitamina C (ascorbato
de sodio: 3.20 mmol/min durante 1 hora, luego 0.96 mmol/min durante 2 horas) antes de la reperfusión, seguido de una
suplementación oral con vitamina C (1 g/día) y vitamina E (400 IU/día) durante 84 días impidió efectivamente una reducción
en la capacidad antioxidante en reperfusión y durante las siguientes seis a ocho horas. el protocolo también limitó la
disfunción microvascular (es decir, mejoró la perfusión de la microcirculación) y mejoró la fracción de eyección del
ventrículo izquierdo al alta (en el día 84) (138, 139). Sin embargo, no se observaron diferencias en el tamaño del infarto
entre el tratamiento con vitaminas antioxidantes y el placebo (138).

Fibrilación auricular: La fibrilación auricular es el tipo más común de arritmia cardíaca. También es una complicación
común de la cirugía post-cardíaca, que conlleva un mayor riesgo de morbilidad cardiovascular (p. ej., insuficiencia cardíaca,
accidente cerebrovascular) y mortalidad. Tres meta-análisis de estudios de cohorte prospectivos y ensayos aleatorios
controlados han reportado una reducción general del riesgo de fibrilación auricular postoperatoria después de la
administración de vitamina C principalmente por vía oral (140-142). En la mayoría de los ensayos, los participantes
recibieron 2 g de vitamina C antes de someterse a una cirugía de reemplazo de válvula o ICAD y 1 a 2 g/día durante cinco
días después de la cirugía. Aunque sólo una minoría de los ensayos administraron vitamina C por vía intravenosa, esta vía
de administración pareció ser más efectiva para reducir el riesgo de fibrilación auricular — probablemente debido al
alcance de concentraciones plasmáticas más altas (140). Es importante señalar que un análisis de subgrupos en uno de los
meta-análisis mostró una reducción de la fibrilación auricular postoperatoria con vitamina C en ensayos no basados en los
EE. UU. (10 ensayos) pero ningún efecto de la vitamina C en ensayos basados en los EE. UU. (5 ensayos) (140).

Lesión cerebral por isquemia-reperfusión


Un pequeño ensayo controlado aleatorio realizado en 60 pacientes con accidente cerebrovascular isquémico mostró que la
administración intravenosa de vitamina C (500 mg/día por 10 días, iniciado el día 1 después del accidente cerebrovascular)
no tuvo efecto en los marcadores séricos de estrés oxidativo o resultados neurológicos en comparación con el placebo
(143).

Complicaciones vasculares de la diabetes mellitus


La enfermedad cardiovascular (ECV) es la principal causa de muerte en personas con diabetes mellitus. El papel del
aumento del estrés oxidativo en la ocurrencia de complicaciones vasculares en sujetos con diabetes ha llevado a la
hipótesis de que una mayor ingesta de nutrientes antioxidantes podría ayudar a disminuir el riesgo de ECV en sujetos
diabéticos (144). Un meta-análisis de 2018 de ensayos controlados aleatorios investigando el efecto de los suplementos de
vitaminas antioxidantes en pacientes con diabetes tipo 2 encontró que la mayor parte de las mejoras en los marcadores de
estrés oxidativo y el control de la glucosa en la sangre podrían atribuirse a la vitamina E (145). Otro meta-análisis de los
ensayos no encontró efectos de las vitaminas E y C, solas o en combinación, sobre las mediciones de la función de las
células β y la resistencia a la insulina (146). Sin embargo, la mayoría de los estudios fueron pequeños y de corta duración y,
por lo tanto, no evaluaron las consecuencias del uso a largo plazo de vitaminas antioxidantes en el riesgo de
complicaciones vasculares en pacientes diabéticos. Un ensayo aleatorio controlado con placebo de 12 meses en 456
participantes con diabetes tipo 2 tratados con metformina examinó el efecto de la vitamina C (500 mg/día) o del ácido
acetilsalicílico (aspirina; 100 mg/día) sobre los factores de riesgo de complicaciones relacionadas a las diabetes como las
ECV (147). Tanto la vitamina C como la aspirina redujeron la glucosa en la sangre en ayunas y las concentraciones de HbA1c
y mejoraron el perfil de lípidos en la sangre en pacientes tratados con metformina. En comparación con el placebo, se
encontró que ambos tratamientos tenían más probabilidades de limitar los factores de riesgo que contribuyen a las
complicaciones relacionadas con la diabetes, así como a reducir el riesgo de futuros eventos cardiovasculares durante un
período de 10 años (estimado utilizando la puntuación de riesgo de Framingham) (147).

Es de destacar que es posible que las diferencias genéticas entre los pacientes diabéticos influyan en el efecto de la
suplementación de la vitamina C en el riesgo cardiovascular. En particular, un alelo específico del gen de la haptoglobina
(Hp), a saber, Hp2, parece estar asociado con un mayor riesgo de complicaciones vasculares diabéticas. Los portadores de
dos copias del alelo Hp2 (Hp2-2) expresan una proteína Hp que tiene una menor eficacia para unir y eliminar la
hemoglobina pro-oxidante libre (Hb) del plasma, en comparación con las proteínas Hp codificadas por los genotipos Hp1-1
y Hp1-2. Cuando se volvieron a analizar los resultados del ensayo Women’s Antioxidant Vitamin Estrogen (WAVE) basado en
el genotipo Hp, la terapia antioxidante (1,000 mg/día de vitamina C + 800 UI/día de vitamina E) se asoció con una mejora de
la aterosclerosis coronaria en mujeres diabéticas con el genotipo Hp1-1 pero con un empeoramiento de la aterosclerosis
en aquellas portadoras del genotipo Hp2-2 (148). Los resultados de otro estudio realizado por los mismos investigadores
sugirieron que la vitamina C no pudo prevenir la oxidación de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) por
complejos in vitro de Hb-Hp2-2 glicados ni la restauración de la función dañada de HDL en ratones diabéticos portadores
del genotipo Hp2-2 (149).

Sepsis
La sepsis y el shock séptico — definidos como presión arterial baja inducida por sepsis persistente — están asociadas con
tasas de mortalidad elevadas en pacientes en estado crítico (150, 151). Debido a que las respuestas inflamatorias
sistémicas implican un estrés oxidativo excesivo, se ha sugerido que el suministro de nutrientes antioxidantes como la
vitamina C puede mejorar el resultado de pacientes en estado crítico en unidades de cuidado intensivo. Además, la
hipovitaminosis C es común en pacientes en estado crítico, especialmente en aquellos con shock séptico, y persiste a pesar
de la terapia nutricional enteral/parenteral la cual proporciona las cantidades recomendadas de vitamina C (152). Es
probable que los requerimientos de vitamina C aumenten en esta población debido a la respuesta hipermetabólica
impulsada por la reacción inflamatoria sistémica (152, 153). Se encontró que la administración intravenosa de 50 mg o 200
mg de vitamina C por kg por día durante 96 horas a pacientes con sepsis ingresados en la unidad de cuidado intensivo
corrige la deficiencia de vitamina C. La vitamina C también evitó el aumento de las puntuaciones de la Evaluación de Fallo
Orgánico Secuencial (SOFA) y del Sistema de Clasificación de Severidad de Enfermedad (APACHE) II — que se utiliza para
evaluar la gravedad de la enfermedad y el riesgo de mortalidad — observado en pacientes tratados con placebo (154). La
infusión de vitamina C también disminuyó la concentración de marcadores de inflamación y lesión endotelial en pacientes
en comparación con placebo (154). En otro ensayo controlado, aleatorio, doble ciego, en 28 pacientes en estado crítico con
shock séptico, la infusión de 25 mg de vitamina C por kg cada seis horas por 72 horas limitó significativamente el
requerimiento del vasopresor norepinefrina — disminuyendo tanto la dosis como la duración del tratamiento — y mejoró
dramáticamente la tasa de supervivencia de 28 días (155). Se han reportado resultados similares en pacientes sépticos que
recibieron vitamina C por vía intravenosa (1.5 g/6 h), hidrocortisona (50 mg/6 h), y tiamina (200 mg/12 h) hasta el alta
hospitalaria. En comparación con el estándar de atención, este cóctel de intervención redujo en más de la mitad la
duración media del uso de vasopresores (18.3 h versus 54.9 h) y redujo las probabilidades de mortalidad en casi un 90%
(156). Aunque la administración intravenosa de vitamina C parece ser segura y adecuadamente tolerada, existe un riesgo
no despreciable de nefropatía por oxalato (una causa poco frecuente de insuficiencia renal) en estos pacientes en estado
críticos (157).

Cáncer
Ruta de administración
En estudios realizados en los años 70 y 80 por Linus Pauling, Ewan Cameron y sus colegas, sugirieron que grandes dosis de
vitamina C (10 g/día inyectados por vía intravenosa durante 10 días seguidos de al menos 10 g/día por vía oral
indefinidamente) fueron útiles para aumentar el tiempo de supervivencia y la mejora de la calidad de vida de los pacientes
con cáncer terminal (158). La controversia sobre la eficacia de la vitamina C en el tratamiento del cáncer se produjo, lo que
llevó al reconocimiento de que la ruta de administración de vitamina C es crítica (22, 159). En comparación con la vitamina
C administrada por vía oral, la vitamina C intravenosa puede resultar en concentraciones de vitamina C en el plasma de 30
a 70 veces más altas (25). Las concentraciones plasmáticas más altas logradas a través de la administración intravenosa de
vitamina C son comparables a las que son tóxicas para las células cancerosas en cultivo. El mecanismo anticancerígeno de
la acción intravenosa de la vitamina C está bajo investigación. Este puede implicar la producción de altos niveles de
peróxido hidrógeno, selectivamente tóxico para las células cancerosas (22, 160-162), o la desactivación del factor inducible
por hipoxia, un factor de transcripción de supervivencia que protege las células cancerosas de varias formas de estrés (159,
163, 164). Es probable que la vitamina C también desempeñe un papel en el mantenimiento de la integridad del genoma y
en la protección contra la transformación celular a través de la regulación del ADN y de las enzimas de desmetilación de
histonas (véase Función) (165).

Seguridad
La evidencia actual de ensayos clínicos controlados indica que la vitamina C intravenosa es generalmente segura y bien
tolerada en pacientes con cáncer. Es de destacar que debido a que la administración intravenosa de 80 g de vitamina C
precipitó la anemia hemolítica en dos sujetos con deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa, los pacientes que van a
recibir una infusión de vitamina C en dosis altas se examinan sistemáticamente por este trastorno genético (166). Cuatro
ensayos clínicos de fase I en pacientes con cáncer avanzado encontraron que la administración intravenosa de vitamina C
en dosis de hasta 1.5 g/kg de peso corporal (equivalente a aproximadamente 100 g/día para un peso promedio [70 kg] por
persona) y 70 a 80 g/m2 fue bien tolerado y seguro en pacientes pre-examinados (167-170). Unos pocos estudios
observacionales en pacientes con cáncer sometidos a quimioterapia y/o radioterapia informaron que el tratamiento
complementario con vitamina C intravenosa se asoció con una reducción de los efectos secundarios asociados con el
tratamiento y una mejor calidad de vida (171). Un estudio de fase I en nueve pacientes con cáncer pancreático metastático
demostraron que se podían alcanzar concentraciones milimolares de vitamina C en plasma de forma segura cuando se
administraba junto con los medicamentos para la quimioterapia contra el cáncer, la gemcitabina y el erlotinib (168).

Sensibilidad a la vitamina C
Los ensayos retrospectivos de formación de colonias in vitro revelaron que las células leucémicas de los pacientes
mostraron una sensibilidad variable al tratamiento con vitamina C: las células leucémicas de siete de los nueve pacientes
que experimentaron un beneficio clínico significativo fueron sensibles a la vitamina C in vitro (es decir, "respondedores");
las células leucémicas de los seis pacientes restantes no eran sensibles a la vitamina C (es decir, "no-respondedores"). Por
lo tanto, los ensayos de sensibilidad a la vitamina C in vitro pueden proporcionar un valor predictivo para la respuesta
clínica al tratamiento con vitamina C intravenosa. Los mecanismos que subyacen a la sensibilidad diferencial a la vitamina C
están bajo investigación. Los experimentos in vitro realizados con 11 diferentes líneas de células cancerosas demostraron
que la sensibilidad a la vitamina C se correlacionó con la expresión de la catalasa, una enzima involucrada en la
descomposición del peróxido de hidrógeno (172). Aproximadamente la mitad de las líneas celulares analizadas eran
resistentes a la citotoxicidad de la vitamina C, una respuesta asociada con altos niveles de actividad de catalasa.

La sensibilidad a la vitamina C también puede determinarse por la expresión del transportador-2 de la vitamina C
dependiente del sodio (SVCT-2), que transporta la vitamina C a las células (173). Los niveles más altos de SVCT-2 se
asociaron con una mayor sensibilidad a la vitamina C en nueve niveles diferentes de líneas de células cancerosas de cáncer
de seno, pero se expresó débilmente en tejidos normales. Finalmente, las mutaciones en los genes que codifican para las
desmetilasas TET dependientes de la vitamina C, mutaciones que son comunes en las células cancerosas, también pueden
contribuir a la resistencia al tratamiento con vitamina C (165).

E cacia
La evidencia actual de la eficacia de la vitamina C intravenosa en pacientes con cáncer se limita a los estudios
observacionales, las intervenciones no controladas, y los informes de casos (174, 175). Se necesitan ensayos clínicos de
fase II más grandes y de mayor duración que evalúen la eficacia de la vitamina C intravenosa en la progresión de
enfermedad y supervivencia en general (176). Para obtener información sobre el uso de dosis altas de vitamina C por vía
intravenosa como complemento del tratamiento del cáncer, visite el sitio web del Programa en Medicina Integral del
Centro Médico de la Universidad de Kansas.

Resfriado común
El trabajo de Linus Pauling estimuló el interés público en el uso de dosis superiores a 1 g/día de vitamina C para prevenir el
resfriado común (177). En los últimos 40 años, numerosos ensayos controlados con placebo han examinado el efecto de la
suplementación con vitamina C en la prevención y tratamiento de resfriados. Un meta-análisis de 2013 de 53 ensayos
controlados con placebo evaluó el efecto de la suplementación con vitamina C en la incidencia, duración, o gravedad del
resfriado común cuando se toma como un suplemento diario continuo (43 ensayos) o como terapia para el inicio de los
síntomas del resfriado (10 ensayos) (178). Con respecto a la incidencia de resfriados, se observó una diferencia entre dos
grupos de participantes. La suplementación regular con vitamina C (0.25 a 2 g/día) no redujo la incidencia de resfriados en
la población general (23 ensayos); sin embargo, en pacientes con estrés físico intenso (p. ej., corredores de maratón,
esquiadores, o soldados en condiciones subárticas), la suplementación con vitamina C redujo a la mitad la incidencia de
resfriados (5 ensayos). También se observó un beneficio de la suplementación regular con vitamina C en la duración de los
resfriados, con un mayor beneficio en niños que en adultos: El efecto combinado de la suplementación con vitamina C fue
una reducción del 14% en la duración del resfriado en niños y una reducción del 8% en adultos. Finalmente, no se observó
ningún efecto significativo de la suplementación con vitamina C (1-8 g/día) en los ensayos terapéuticos en los que se
administró vitamina C después de que ocurrieron los síntomas del resfriado.

Además, una revisión sistemática de 2013 realizada por los mismos investigadores identificó sólo dos pequeños ensayos
aleatorios, doble ciego, controlados con placebo que examinaron el efecto de la vitamina C en la incidencia de asma
inducida por infección respiratoria (179). Un ensayo encontró que la suplementación con vitamina C (1 g/día) durante 14
semanas redujo el riesgo de ataques de asma precipitados por infección respiratoria. El otro ensayo asignó al azar a
sujetos diagnosticados con asma relacionada con la infección para recibir 5 g/día de vitamina C o un placebo durante una
semana; se encontró que una proporción menor de participantes presentaba hipersensibilidad bronquial a la
histamina — que caracteriza el asma crónica — en el grupo de vitamina C en comparación con el grupo control (revisado en
179). Estas observaciones deben confirmarse en ensayos más grandes y bien diseñados.

Estas observaciones deben confirmarse en ensayos más grandes y bien diseñados.

Asma
Una revisión sistemática de 2013 identificó 11 estudios controlados aleatorios que evaluaron el efecto de la vitamina C en el
asma (ocho ensayos) o la broncoconstricción inducida por el ejercicio (tres ensayos) (180). La broncoconstricción inducida
por el ejercicio es un estrechamiento transitorio de las vías respiratorias que ocurre después del ejercicio y es indicada por
una disminución de ≥10% en Volumen Espiratorio Forzado en 1 segundo (VEF1, o en sus siglas en inglés FEV1). En los tres
ensayos que incluyeron un total de 40 participantes con broncoconstricción inducida por el ejercicio, la administración de
vitamina C antes del ejercicio (una dosis de 0.5 g en dos días posteriores en un ensayo, una dosis única de 2 g en el
segundo ensayo y 1.5 g diariamente durante dos semanas en el tercer ensayo) redujo significativamente la disminución
inducida por ejercicio en FEV1. Entre los cinco de los ocho ensayos en sujetos asmáticos que informaron sobre los
resultados del FEV1, ninguno encontró una diferencia entre la suplementación con vitamina C y el placebo (180).

Toxicidad del plomo


A pesar de que el uso de pintura con plomo y gasolina con plomo se ha suspendido en los EE. UU., la toxicidad del plomo
sigue siendo un problema de salud importante, especialmente en los niños que viven en áreas urbanas. Se ha observado
un crecimiento y desarrollo anormales en los bebés de mujeres expuestas al plomo durante el embarazo, mientras que los
niños que están expuestos crónicamente al plomo tienen más probabilidades de desarrollar problemas de aprendizaje,
problemas de conducta, y tener un CI bajo. En los adultos, la toxicidad del plomo puede causar daño renal, presión arterial
alta y anemia.

Varios estudios transversales han informado una asociación inversa entre el estatus de la vitamina C y la concentración de
plomo en la sangre. De hecho, en un estudio de 747 hombres mayores, la concentración de plomo en la sangre fue
significativamente mayor en aquellos que informaron ingestas totales de vitamina C dietética con un promedio de menos
de 109 mg/día en comparación con aquellos con mayores ingestas de vitamina C (181). Un estudio mucho más grande de
19,578 personas, incluyendo 4,214 niños de 6 a 16 años de edad, encontró que concentraciones más altas de vitamina C en
suero se asocian con concentraciones de plomo en la sangre significativamente más bajas (182). Una encuesta nacional
estadounidense de más de 10,000 adultos encontró que las concentraciones de plomo en la sangre estaban inversamente
relacionadas a las concentraciones de vitamina C en suero (183).

Fumar cigarrillos o la exposición de segunda mano al humo del cigarrillo contribuye a aumentar la concentración de plomo
en la sangre y a un estado de exposición crónica de bajo nivel al plomo. Un ensayo de intervención en 75 fumadores
varones adultos encontró que la suplementación con 1,000 mg/día de vitamina C dio como resultado una concentración de
plomo en la sangre significativamente más baja durante un período de tratamiento de cuatro semanas comparación con
placebo (184). Una dosis más baja de 200 mg/día no afectó significativamente la concentración de plomo en la sangre,
aunque las concentraciones de vitamina C en suero no fueron diferentes de las del grupo que tomó 1,000 mg/día.

El(los) mecanismo(s) por el(los) cual(es) la vitamina C reduce la concentración de plomo en la sangre no se conoce(n), sin
embargo, se ha propuesto que la vitamina C podría inhibir la absorción intestinal (184) o mejorar la excreción urinaria de
plomo (185).

Fuentes
A diferencia de las plantas y la mayoría de los animales, los humanos han perdido la capacidad de sintetizar la vitamina C
de forma endógena y, por lo tanto, tienen un requisito dietético esencial para esta vitamina (véase La Ingesta Diaria
Recomendada). Los resultados de 7,277 participantes en la Encuesta Nacional de Salud y Examen Nutricional de los EE. UU.
(NHANES) del 2003-2004 indicaron que aproximadamente el 7.1% de los individuos de edades de ≥6 años eran deficientes
en vitamina C — basado en concentraciones de vitamina C en suero <11.4 µmol/L (36). El estudio nacional identificó que los
fumadores y aquellos con un estatus socioeconómico más bajo tienen un mayor riesgo de deficiencia de vitamina C (36).

Fuentes alimenticias
Como se muestra en la Tabla 3, diferentes frutas y verduras varían en su contenido de vitamina C, pero cinco porciones
(equivalentes a 2½ de taza) de una variedad de frutas y verduras deben tener un promedio de entre 150 y 200 mg de
vitamina C, especialmente si se consumen frutas ricas en vitamina C. Si desea verificar el contenido de vitamina C, consulte
la base de datos de composición de alimentos del USDA.

Tabla 3. Algunas Fuentes Alimenticias de Vitamina C

Alimento Porción Vitamina C (mg)

Kiwi, Zespri SunGold 1 fruta (81 g) 131

Zumo de pomelo, rosado, crudo ¾ taza (6 onzas) 94

Jugo de naranja, crudo ¾ taza (6 onzas) 93

Fresas 1 taza, enteras 85

Zumo de pomelo, blanco, crudo ¾ taza (6 onzas) 70

Kiwi 1 fruta (74 g) 69

Naranja 1 mediana 65

Pimiento rojo dulce, crudo Morrón ½ taza, picada 59

Brócoli, cocidos ½ taza 51

Pomelo, crudo ½ mediana 44

Coles de bruselas, cocidas ½ taza 37

Papa, blanca, pulpa y piel 1 mediana, horneada 22

Tomate, rojo, maduro, crudo 1 mediano 17

Guineo, crudo 1 mediano 10

Manzana, cruda 1 mediana 8


Espinaca, cruda 1 taza 8

Suplementos
La vitamina C (ácido ascórbico-L) está disponible en muchas formas, pero hay poca evidencia científica de que una forma
sea mejor absorbida o más efectiva que otra. La mayoría de las investigaciones clínicas y experimentales utilizan ácido
ascórbico o su sal de sodio, llamado ascorbato de sodio. El ácido ascórbico-L natural y sintético son químicamente idénticos
y no se conocen diferencias con respecto a las actividades biológicas o la biodisponibilidad (186).

Ascorbatos minerales
Las sales minerales de la vitamina C se consideran menos ácidas que la vitamina C y, por lo tanto, se consideran
"tamponadas." Algunas personas las encuentran menos irritantes para el tracto gastrointestinal que el ácido ascórbico. El
ascorbato de sodio y el ascorbato de calcio son las formas más comunes, aunque hay otros ascorbatos minerales
disponibles. El ascorbato de sodio proporciona 111 mg de sodio (889 mg de ácido ascórbico) por 1,000 mg de ascorbato de
sodio, y el ascorbato de calcio generalmente proporciona de 90 a 110 mg de calcio (890-910 mg de ácido ascórbico) por
1,000 mg de ascorbato de calcio.

Vitamina C con avonoides


Los flavonoides son una clase de pigmentos vegetales solubles en agua que se encuentran a menudo en las frutas y
verduras ricas en vitamina C, especialmente las frutas cítricas y las bayas . Hay poca evidencia de que los flavonoides en la
mayoría de las preparaciones comerciales aumenten la biodisponibilidad o la eficacia de la vitamina C (187). Algunos, pero
no todos, estudios en modelos animales como las cobayas deficientes en vitamina C o ratas genéticamente escorbúticas
encontraron un aumento en la ingesta de vitamina C en circulación periférica y órganos específicos en presencia de
flavonoides. Sin embargo, los estudios realizados en seres humanos no encontraron diferencias en la biodisponibilidad de
la vitamina C de la fruta entera rica en flavonoides o el jugo de fruta y la vitamina C sintética (revisado en 186).

Vitamina C y metabolitos
Un suplemento, Ester-C®, contiene principalmente ascorbato de calcio e incluye pequeñas cantidades de metabolitos de la
vitamina C, ácido deshidroascórbico (ácido ascórbico oxidado), treonato de calcio y cantidades mínimas de xilonato y
lixonato. Si bien estos metabolitos pretenden aumentar la biodisponibilidad de la vitamina C, el único estudio publicado en
humanos que abordó este problema no encontró diferencias entre el Ester-C® y los comprimidos de vitamina C disponibles
comercialmente con respecto a la absorción y excreción urinaria de la vitamina C (187). El Ester-C® no debe confundirse
con palmitato de ascorbilo, que también se comercializa como "éster de vitamina C" (véase más abajo).

Palmitato de ascorbilo
El palmitato de ascorbilo es un éster de vitamina C (es decir, ácido ascórbico unido a un ácido graso). En este caso, la
vitamina C se esterifica al ácido graso saturado, el ácido palmítico, lo que resulta en una forma soluble en grasa de la
vitamina C. Se ha agregado palmitato de ascorbilo a varias cremas para la piel debido al interés en sus propiedades
antioxidantes, así como a su importancia en la síntesis de colágeno (188). Aunque el palmitato de ascorbilo también está
disponible como un suplemento oral, la mayoría probablemente se hidroliza a ácido ascórbico y ácido palmítico en el tracto
digestivo antes de que se absorba (189). El palmitato de ascorbilo se comercializa como "éster de vitamina C," que no debe
confundirse con Ester-C® (véase arriba).

Otras formulaciones de vitamina C


Un pequeño ensayo, cruzado, controlado con placebo en 11 hombres mostró que la administración oral de 4 g de vitamina
C resultó en una mayor concentración de vitamina C en plasma durante un período de cuatro horas cuando la vitamina C
fue encapsulada en liposomas en comparación con la vitamina C no encapsulada (190). Aunque la encapsulación liposomal
podría aumentar la biodisponibilidad de la vitamina C, las concentraciones de vitamina C en el plasma fueron mucho más
bajas que las logradas con la administración intravenosa de vitamina C (190).

Para una revisión más detallada de la investigación científica sobre la biodisponibilidad de diferentes formas de vitamina C,
véase La Disponibilidad de las Diferentes Formas de Vitamina C.

Seguridad
Toxicidad
Se han identificado varios posibles efectos adversos para la salud de dosis muy grandes de vitamina C, principalmente
basados en experimentos in vitro o reportes de casos aislados, e incluyen mutaciones genéticas, defectos de nacimiento,
cáncer, aterosclerosis, cálculos renales, "escorbuto de rebote," aumento del estrés oxidativo, exceso de absorción de
hierro, deficiencia de vitamina B12 y erosión del esmalte dental. Sin embargo, ninguno de estos supuestos efectos adversos
para la salud se han confirmado en estudios posteriores, y no existe evidencia científica confiable de que las dosis de
vitamina C de hasta 10 g/día en adultos sean tóxicas o perjudiciales para la salud. La preocupación de la formación de
cálculos renales con suplementos de vitamina C se discute abajo.

Con la última Ingesta Diaria Recomendada publicada en el 2000, se estableció por primera vez un nivel máximo de ingesta
tolerable (NM) para la vitamina C (Tabla 4). Se recomendó un NM de 2 g (2,000 mg) diarios para evitar que los adultos
generalmente sanos experimenten diarrea trastornos gastrointestinales (35). Estos síntomas generalmente no son graves,
especialmente si se resuelven con la interrupción temporal de la suplementación con vitamina C.

Tabla 4. Nivel Máximo de Ingesta Tolerable (NM) para la Vitamina C

Grupo Etario NM (mg/día)

Infantes 0-12 meses No es posible establecer*

Niños 1-3 años 400

Niños 4-8 años 650

Niños 9-13 años 1,200

Adolescentes 14-18 años 1,800

Adultos 19 años y más 2,000

*La fuente de la ingesta debe provenir sólo de alimentos y fórmula.

Cálculos renales
Debido a que el oxalato es un metabolito de la vitamina C, existe cierta preocupación de que una ingesta alta de vitamina C
podría aumentar el riesgo de cálculos renales de oxalato de calcio. Unos (24, 191, 192), pero no todos los estudios (193-195)
han reportado que la vitamina C suplementaria aumenta las concentraciones de oxalato en la orina. Se ha examinado en
varios estudios epidemiológicos si un aumento en los niveles de oxalato se traduciría a una elevación en el riesgo de
cálculos renales. Dos grandes estudios de cohorte prospectivos, uno siguiendo a 42,251 hombres durante seis años y el
otro siguiendo a 85,557 mujeres durante 14 años, reportaron que el consumo de ≥1,500 mg de vitamina C al día no
aumentó el riesgo de formación de cálculos renales en comparación con los que consumían <250 mg a diario (196, 197).
Por otro lado, otros dos estudios prospectivos grandes informaron que un alto consumo de vitamina C se asoció con un
mayor riesgo de formación de cálculos renales en hombres (198, 199). Específicamente, el Estudio de Seguimiento de
Profesionales de la Salud recolectó datos en la ingesta dietética y suplementaria de vitamina C cada cuatro años en 45,619
profesionales de la salud masculinos (40-75 años) (198). Después de 14 años de seguimiento, se encontró que los hombres
que consumían ≥1,000 mg/día de vitamina C tenían un 41% mayor riesgo de cálculos renales en comparación con los
hombres que consumían <90 mg de vitamina C a diario. En el estudio de Cohorte de Hombres Suecos, el uso
autoinformado de suplementos de vitamina C con un solo nutriente (tomados siete o más veces por semana) en la base se
asoció con un riesgo dos veces mayor de cálculos renales incidentes entre 48,840 hombres (edades 45-79 años) seguidos
durante 11 años (199). A pesar de los resultados contradictorios, puede ser prudente que las personas predispuestas a la
formación de cálculos renales con oxalato eviten la administración de suplementos de vitamina C en dosis altas.

Interacciones con drogas/fármacos


En general, la evidencia que sugiere que los medicamentos específicos pueden disminuir las concentraciones de vitamina C
en la sangre en los seres humanos es limitada. Los bloqueadores de los canales de dihidropiridina del calcio (p. ej.,
nicardipina, nifedipina) pueden inhibir la captación de vitamina C por las células intestinales in vitro. Sin embargo, no se ha
reportado ninguna reducción en las concentraciones de vitamina C en la sangre en humanos con estos medicamentos
(200). La aspirina puede afectar el estatus de la vitamina C si se toma con frecuencia (201).

Al contrario, hay reportes de casos sugieren que la vitamina C suplementaria puede disminuir las concentraciones en la
sangre de algunos medicamentos, como la flufenazina (el medicamento antipsicótico, Prolixin) y el indinavir (el
medicamento antirretroviral, Crixivan) (200). Existe cierta evidencia, aunque controvertida, de que la vitamina C interactúa
con medicamentos anticoagulantes como la warfarina (Coumadin). Las dosis grandes de vitamina C pueden bloquear la
acción de la warfarina y, por lo tanto, disminuir su eficacia. Las personas que toman anticoagulantes deben limitar su
ingesta de vitamina C a <1 g/día y su médico debe controlar su tiempo de protrombina después de la terapia con
anticoagulantes (200). Además, la vitamina C puede unir el aluminio en el intestino y aumentar la absorción de compuestos
que contienen aluminio (p. ej., antiácidos que contienen aluminio, aglutinantes de fosfato que contienen aluminio). Las
personas con insuficiencia renal pueden estar en riesgo de toxicidad por aluminio cuando se toma vitamina C
suplementaria al mismo tiempo que estos compuestos (200, 201). Finalmente, la vitamina C suplementaria puede
aumentar las concentraciones de estrógeno en la sangre en mujeres que usan anticonceptivos o terapia de reemplazo
hormonal (200).

El efecto potencial de los antioxidantes durante la quimioterapia no se conoce bien, pero es probable que sea un problema
si un agente quimioterapéutico específico actúa a través de un mecanismo oxidativo, lo cual es poco común (171). No está
claro si la vitamina C administrada por vía parenteral podría disminuir o aumentar la eficacia de los fármacos de
quimioterapia — en particular, los agentes de alquilación (p. ej., ciclofosfamida, busulfán), antibióticos antitumorales (p. ej.,
doxorubicina, bleomicina), y trióxido de arsénico. Se recomienda a los pacientes que hablen con su oncólogo antes de usar
los suplementos de vitamina C (200, 201).

Debido a que también se ha descubierto que las altas dosis de vitamina C interfieren con la interpretación de ciertas
pruebas de laboratorio (p. ej., bilirrubina sérica, creatinina sérica y el análisis de guayaco en heces para detectar la sangre
oculta), es importante informar a su proveedor de cuidado de la salud de cualquier reciente uso de suplemento.

Suplementos antioxidantes e inhibidores de la HMG-CoA reductasa (estatinas)


Un ensayo aleatorio controlado de tres años en 160 pacientes con enfermedad coronaria documentada y concentraciones
bajas de HDL en la sangre descubrió que una combinación de simvastatina (Zocor) y niacina aumentó la concentración de
HDL, inhibió la progresión de estenosis de las arterias coronarias (estrechamiento) y disminuyó la frecuencia de eventos
cardiovasculares, tales como el infarto al miocardio y accidente cerebrovascular (202). Sorprendentemente, cuando se
tomó una combinación de antioxidantes (1,000 mg de vitamina C, 800 UI de vitamina E, 100 μg de selenio y 25 mg de β-
caroteno por día) con la combinación de simvastatina-niacina, se disminuyeron los efectos protectores. Dado que los
antioxidantes se tomaron juntos en este ensayo, no se puede determinar la contribución individual de la vitamina C. En
contraste, un ensayo mucho más grande en más de 20,000 hombres y mujeres con enfermedad coronaria o diabetes
mellitus encontró que la simvastatina y una combinación de antioxidantes (600 mg de vitamina E, 250 mg de vitamina C y
20 mg de β-caroteno por día ) no disminuyeron los efectos cardioprotectores de la terapia con simvastatina durante un
período de cinco años (203). Estos hallazgos contradictorios indican que se necesitan más investigaciones sobre las
posibles interacciones entre los suplementos antioxidantes y los fármacos reductores de colesterol, tales como los
inhibidores de la HMG-CoA reductasa (estatinas).

¿Promueve la vitamina C el daño oxidativo en condiciones siológicas?


Se sabe que la vitamina C funciona como un antioxidante altamente efectivo en organismos vivos. Sin embargo, en
experimentos de laboratorio, la vitamina C puede interactuar con algunos iones de metal libres y conducir a la generación
de radicales libres potencialmente dañinos. Aunque los iones de metal libres generalmente no se encuentran en
condiciones fisiológicas, la idea de que altas dosis de vitamina C podrían promover el daño oxidativo in vivo ha recibido
mucha atención. Se ha dado publicidad generalizada a algunos estudios que sugieren un efecto pro-oxidante de la vitamina
C (204, 205), pero estos estudios resultaron ser defectuosos o sin relevancia fisiológica. Una revisión exhaustiva de la
literatura no encontró alguna evidencia científica creíble de que la vitamina C suplementaria promueva el daño oxidativo en
condiciones fisiológicas o en humanos (206).

Recomendación del Instituto Linus Pauling


La evidencia combinada de estudios metabólicos, farmacocinéticos y observacionales, y de ensayos aleatorios controlados
apoya el consumo de suficiente vitamina C para alcanzar concentraciones plasmáticas de al menos 60 µmol/L. Si bien los
adultos jóvenes generalmente sanos pueden alcanzar estas concentraciones plasmáticas con una ingesta diaria de al
menos 200 mg/día, algunos individuos pueden tener una capacidad de absorción de vitamina C inferior a lo que se
documenta actualmente. Por lo tanto, el Instituto Linus Pauling recomienda una ingesta de vitamina C de 400 mg al día
para adultos para garantizar concentraciones tisulares repletas (29) — una cantidad sustancialmente mayor que la Ingesta
Diaria Recomendada pero con un riesgo mínimo de efectos secundarios.
Esta recomendación se puede cumplir a través de los alimentos si la dieta incluye al menos varias porciones de frutas y
verduras ricas en vitamina C (p. ej., frutas cítricas, kiwi, pimientos; véase Fuentes alimenticias) como parte de la ingesta
diaria recomendada de frutas y verduras. La mayoría de los suplementos vitamínicos proporcionan al menos 60 mg de
vitamina C.

Adultos mayores (>50 años)


Aún no se sabe con certeza si los adultos mayores tienen mayores requerimientos de vitamina C, sin embargo, se ha
encontrado que algunas poblaciones mayores tienen ingestas de vitamina C considerablemente por debajo de la Ingesta
Diaria Recomendada de 75 y 90 mg/día para mujeres y hombres, respectivamente (207). Una ingesta de vitamina C de al
menos 400 mg al día puede ser particularmente importante para los adultos mayores que tienen un mayor riesgo de
enfermedades crónicas relacionadas con la edad. Aún no se han realizado estudios farmacocinéticos en adultos mayores,
pero hay cierta evidencia que sugiere que la eficiencia de uno de los mecanismos moleculares para la captación celular de
vitamina C disminuye con la edad (208). Debido a que maximizar las concentraciones de la vitamina C en la sangre puede
ser importante para proteger contra el daño oxidativo a las células y las moléculas biológicas, una ingesta de vitamina C de
al menos 400 mg al día podría beneficiar a los adultos mayores que tienen un mayor riesgo de enfermedades crónicas
causadas, en parte, por el daño oxidativo, tales como la enfermedad del corazón, accidente cerebrovascular, ciertos tipos
de cáncer, y la catarata.

Autores y Críticos
Escrito originalmente en 2004 por:
Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Noviembre 2002 por:


Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Septiembre 2003 por:


Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Diciembre 2004 por:


Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Enero 2006 por:


Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Septiembre 2009 por:


Victoria J. Drake, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Noviembre 2013 por:


Giana Angelo, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Julio 2018 por:


Barbara Delage, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Revisado en Diciembre 2018 por:


Anitra C. Carr, Ph.D.
Profesora Asociada de Investigación
Departamento de Patología y Ciencias Biomédicas
Universidad de Otago
Christchurch, Nueva Zelanda

Revisado en Diciembre 2018 por:


Alexander J. Michels, Ph.D.
Investigador Asociado
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Traducido al Español en 2019 por:


Natsumi Then Shimazaki
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Originalmente traducido al español en 2012 por Guillermo Sandoval y editado por Andrew Quest (Ph.D.) y Lisette Leyton
(Ph.D.), todos provenientes de la Universidad de Chile. Estos esfuerzos fueron patrocinados por el projecto Anillo
#ACT1111, CONICYT-Chile, programa PIA.

Derechos de autoría 2000-2019 Instituto Linus Pauling

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