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El Adviento es tiempo para hacer renacer la esperanza viviendo en este mundo. Es tiempo para escuchar
buenas noticias en una sociedad en la que la distracción sólo nos permite escuchar la parte fea de la
realidad. Es tiempo para rehacer la ilusión porque el Hijo de Dios viene a él y espera mucho del encuentro
con nosotros.
Nos podemos preguntar no sólo qué esperamos sino, sobre todo: ¿qué es lo que Él espera de mí?
1 diciembre 2019
Evangelio según Mateo (24,37-44)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
37
–Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. 38 Antes del diluvio, la gente comía y
bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; 39 y cuando menos lo esperaban llegó el
diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: 40 Dos hombres estarán
en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; 41 dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán
y a otra la dejarán. 42 Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no
dejaría abrir un boquete en su casa. 44 Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que
menos penséis viene el Hijo del Hombre.
Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de
este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
4. Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que
escucho...
Me pregunto si estoy atento a la vida, a las personas. Pienso en hechos concretos.
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...
¿Qué personas encuentro ahí que siempre están a punto para el encuentro con el Señor?
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
Estar en vela así nos mantiene firmes en la fe, nos da ánimo, nos ayuda a vivir sobriamente
En los comienzos de la Iglesia las comunidades cristianas presentían que Jesús iba a aparecer en cualquier
momento. Todos los cristianos esperaban la venida del Señor. En este ambiente se escribe el Evangelio de
hoy en el que se repite dos veces estad en vela y estad preparados. En él se escogen las palabras de
Jesús que invitan a la vigilancia. Es muy importante que veamos lo que nos dice cada texto evangélico de
la persona de Jesús, qué nos revela de la vida y el alma de Jesús este texto… Siempre Jesús nos habla de
su experiencia, sobre todo de la relación que él tiene con el Padre. Además de pasar largas horas, en la
noche y en la madrugada, en comunicación con el Padre, Jesús vivía siempre en vela, unido a su Padre
con un amor sin límites, hasta el punto de que el Padre y él eran una misma cosa, quien veía a Jesús veía
a su Padre. Y esta unión con el Padre, le ayudaba a encontrarse con cada uno de nosotros y con toda la
humanidad. Descansaba como cualquier persona, pero lo suficiente para estar siempre en vela, pendiente
de su Padre, de las personas que sufren y de la misión que el Padre le había encomendado.
A partir de Jesús, nos damos cuenta del perfil que ha de tener aquel o aquella que quiere seguirle:
Persona muy consciente de su presencia en cada momento de la vida, abierta a las llamadas que él nos
dirige a través de los que sufren, de los acontecimientos y de cualquier circunstancia de la vida. Lo propio
de un cristiano es ver las cosas y la realidad con profundidad, valorarla desde el Evangelio, desde la
persona y vida de Jesús, y tomar decisiones concretas para responder a las llamadas que Dios le hace a
través de la vida.
Y esto no lo hacemos por obligación. Todo parte de habernos encontrado con él, de darnos cuenta de que
sólo él puede llenar nuestra vida y de sentirnos fuertemente atraídos, de tal manera que, sin él, no
podemos vivir. Hoy la vida nos invita a distraernos y a dispersar nuestra atención. Tenemos muchas cosas
para leer, ver y escuchar. Hemos de ver qué lugar ocupa Jesús y los que sufren, en nuestra vida, qué es
para nosotros lo más importante y en dónde centramos nuestra vida.
¿Hasta qué punto soy una persona despierta, consciente y abierta a la vida?
¿Qué lugar ocupan Jesús y los pobres en mis preocupaciones?
¿Qué cosas creo que me pueden ayudar a encontrarme con Jesús y a seguirle de cerca
comprometiendo mi vida con los pobres?