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De Bono (1985), presenta una manera novedosa de separar cada uno de los aspectos del
modelo de pensamiento, seis en total, simbolizado cada uno por un sombrero con un color
sombrero blanco representa los hechos objetivos y cifras, el sombrero rojo presenta las
emociones, tanto positivas como negativas, el sombrero negro representa por qué algo no se
por tanto, de los otros sombreros. Las ventajas ofrecidas por este método son, en primer lugar,
que la neutralidad brindada por los colores a cada tipo de pensamientos evita cualquier tipo de
sombrero distinto; además, incentiva el pensamiento cartográfico: tomar cada punto de vista,
realizar un mapa del terreno, observar posibles rutas y, finalmente, elegir una.
decisiones, enunciando las ventajas que esta puede aportar, así como los posibles retos que
cuyo fin es el de resolver un conflicto de intereses con otra organización para llegar a un acuerdo
entre ambas.
Una vez en materia, se tiene el sombrero blanco, que representa aquella parte del pensamiento
que se encarga de los hechos puramente objetivos. El verdadero reto de este sombrero es el de
define dos tipos de hechos: los verificados, y los creídos, que representan creencias populares,
pero deben ser sujetas a verificación, y se deben exponer específicamente como tal. La ventaja
que da este sombrero al equipo de negociación es el del asentamiento de bases de datos para el
mapa de pensamiento y la ruta a seguir. Es lógico, entonces, afirmar que la persona a usar este
El segundo sombrero que el autor expone es el del sombrero rojo. Este sombrero se encarga
de las emociones y sentimientos, es decir, todo aspecto no racional del pensar. El propósito de
este sombrero es el de sacar a la superficie todo trasfondo emocional que pueda sesgar el sistema
de pensamiento respecto a un tema en específico. Esta es, también la ventaja que ofrece, pues se
presenta como una forma de catarsis instantánea, evitando que haya sentimientos ocultos una vez
se haya trazado el mapa de pensamiento. Así, pues, se puede decir que la persona apta para usar
este sombrero en un equipo de negociación es aquella que logre identificar sus emociones de
De Bono (1985) prosigue y presenta el tercer sombrero, que es el sombrero negro. Este
sombrero se encarga de evaluar los errores de razonamiento que se presenten en una discusión:
¿es firme y justificada la base? ¿sigue la derivación? Además, se encarga de poner a prueba los
hechos expuestos por el sombrero blanco, es decir, si son erróneos o no son aplicables al
contexto. El principal desafío de este sombrero es que no se debe confundir con los preconceptos
negativos inducidos por los sentimientos, que son responsabilidad del sombrero rojo. El mérito
ofrecido es que alivia la necesidad de ser completamente justo y da rienda suelta al aspecto
negativo y pesimista del pensamiento lógico. De esta manera, es posible proponer este sombrero
para aquel integrante que tenga un pensamiento prevenido, que analice constantemente posibles
errores y riesgos.
del pensamiento de sombrero negro: al exponerse una idea, el pensador de sombrero amarillo
debe enumerar los méritos, e, inclusive, buscar y proponer todas las oportunidades que esta
presenta. El provecho que el sombrero amarillo aporta es que se encarga de todos los aspectos
positivos del sistema de pensamiento, sin embargo, esto último es aquello que sirve como
introducción de las dificultades que presenta. Al usar este sombrero, no se debe confundir el
optimismo con tontería, pues, si bien es positivo, sigue siendo parte del pensamiento lógico, por
lo tanto, no se debe quedar en la simple esperanza sin bases ni una dirección específica a donde
conduzca. En este orden de ideas, se debe asignar este sombrero a aquella persona del equipo de
encargado de la creatividad. Este sombrero representa aquella parte del pensamiento encargada
hipotéticas. Este es el único sombrero que se desprende completamente de los juicios de ideas
debería ser aquella que se aleje del pensamiento estructurado y algorítmico, que es costumbre, y,
por el contrario, tenga como principal característica arriesgarse a evaluar ideas y opciones
espontáneas.
El último, pero no menos importante, es el sombrero azul De Bono (1985), que se encarga se
controlar el tipo de pensamiento necesario para intervenir cada aspecto o etapa de la situación en
cuestión, además de enfocar las prioridades a tratar, sin dejar de tener en cuenta la globalidad del
contexto. Quien use este sombrero en un equipo de negocios, debe ser aquel que tenga el perfil
de liderazgo, que tenga la capacidad de usar todos los sombreros anteriores efectivamente o, al
menos, tener la perspicacia suficiente para saber decidir cuando es necesario usar un tipo de
pensamiento específico.
Una vez resumido cada aspecto del pensamiento según De Bono (1985), esto es, cada
sombrero, y su papel ideal dentro de un equipo de decisión, es necesario discutir los pormenores
La primera cuestión que se puede discutir es el tema del rol del sombrero vs la personalidad.
El sombrero indica eso, un elemento que se quita y se pone, un rol que dicta una serie de
comportamientos y manera de pensar según el que se use. Sin embargo, hay sombreros que son
tan contrapuestos, y hay personalidades tan definidas, que sería una tarea considerablemente
otras palabras, se vería bastante limitado el aporte de una persona cuya personalidad es
De esta manera, también surge la limitación que provoca esta estrategia dentro de un equipo
de negociación, y es que requiere que sea como mínimo de 6 personas, de tal manera que cada
uno de los integrantes del grupo de trabajo jueguen un rol según el sombrero que más se adapte a
su naturalidad, o esencia. Para este punto, el autor propone que los sombreros también pueden
ser concebidos como tres pares: blanco-rojo, negro-amarillo, verde-azul. Es decir, el equipo
podría ser conformado por tres personas. Sin embargo, esta supuesta solución para la
una persona naturalmente sentimental podría ponerse el sombrero blanco y cumplir su par
Quizás una configuración más eficiente sería la de dar a una persona el par blanco-negro, a
otra el verde-azul, y a otra el rojo-amarillo. Aún así, de esta manera sería un problema, por
ejemplo, no confundir esperanzas sesgadas por el sentimiento del sombrero rojo, con los
Estos dos últimos ámbitos que surgen a partir de un análisis a fondo de los postulados que De
Bono (1985) propone, son las características más propensas a cuestionamientos y discusión.
En conclusión, los seis sombreros para pensar de Edward De Bono presentan una
simplificación bastante útil del complejo espectro de pensamiento humano, separando cada
organizacionales. Sin embargo, se puede analizar la manera en que este sistema de pensamiento
es aplicado a la realidad de los equipos de negociación, y surgen dos puntos abiertos a discusión:
¿hasta qué punto sería significativo el aporte de una persona cuyo rol es opuesto a su
apropiada de este método? Sin dudas son dos preguntas que merecen una respuesta certera y,
para darla, se debe hacer un análisis más a fondo, que se sale del alcance de este escrito. Aún así,
es claro que los seis sombreros ofrecen grandes ventajas, que pueden ser maximizadas si estas