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Explicación Numeral 7 SC
Explicación Numeral 7 SC
Sobre todo, ¡y de qué manera única!, está presente en las especies eucarísticas:
el pan y el vino consagrados son verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la
Sangre de Cristo resucitado, glorioso. Es una presencia real “por antonomasia”[1].
Esto supera una pobre concepción que los valores sólo como símbolos, o el modo
desgarbado de celebrar ampliamente con moniciones y extensa homilía para
luego apresuradamente realizar el rito eucarístico, la consagración, fracción y
comunión; o el modo desenfadado de tratar el Cuerpo y la Sangre de Cristo o
distribuir la comunión. ¡Es Él mismo, es su Presencia real y sustancial! Poco se
insistirá ante la grandeza de este Misterio.
“Está presente con su fuerza en los sacramentos, de modo que, cuando alguien
bautiza, es Cristo quien bautiza” (SC 7).
Siempre es Cristo quien bautiza, quien unge con el Santo Crisma, quien absuelve
de los pecados, quien unge a los enfermos… y da eficacia al ministro, que sea
santo o sea pecador e indigno, en ese momento es instrumento de Cristo y actúa
in persona Christi. No están supeditados los sacramentos a la santidad del
ministro (o a su simpatía, o a su oratoria, o…) sino que son eficaces porque es
Cristo quien los realiza y está presente.