Está en la página 1de 158

«Luché y sobrevivÍ.

Lo he conseguido hasta ahora, pero


muchas chicas que he conocido no lo lograro n. Espero,
por mí y por mi pu eblo, que podamos dar una oportu-
nidad a nu estras hijas para que no tengan que escapar en
busca de la libertad, sino que puedan aprender, perma-
necer en la escuela ... Las muchachas deben escuchar a
sus padres y resp etarlos, pero también deberían ser res-
petadas. Es una cuestión de confianza: deberían recibir
amor y un poco de libertad; de .lo contrario, sufrirán
como y o suf rÍ. Porque ésta es mi historja, pero no sólo
mi historia. Es también la histo ria 'd c"'muchas, muchas
otras chicas. »

/1

20912632
00
1
Planeta/ Seix Barral I
9 789686 005974
@
I
j
, ".

J .-r
~
I
.I.
./

AMAN

Historia de una joven somalí


p or Am án

tal como le fue conta da a


...
:
Virginia Lee Barnes y Jani ce Bodcly

Planeta / Seix Barral


,~! 1\::,
, .
¡.
,
, ,
COLECCIÓN: PLAN ET A/SEIX BARRAL
l'
"
t

Título original: Amall


Traducción: R. M . Bassols 1 " A mamá, la abuela y Lee,
Cubiert~': foto de Amán , por E rin Eldcr
así com o a mis amigos qu e m e ayu daron,
~994, Aman a nd thc Estat e o f Vir ginia Lee Barn cs y a todo el que haya ayudado a mi pu eblo
e 1994 , Jani ee Bod dy , del prólogo y del epíl ogo

Derechos exclusivos de edición en cas tellano reservados


para tod o cl mundo y pr opi ed ad de la traducción
@ 1994 , Ed itori al Seix Barral, S .A. - Barcelona (Es pa ña)

Reimpresión exclusiva para México de


Editorial Planeta Mexicana. S .A . de C .V . . l'
\
\
Grupo Ed ito rial Planeta de Méxic o
Avenida Insur gent es Sur núm . 116~
Col. Del Valle , Deleg . Ben ito Ju ár ez
C .P. 03100, México , D .F .

ISBN : 968 -6005-97-8

Pr imer a reimpresión (México) : marzo d~;5 ¡. I

.!
Ningun a parte de esta publ icaci ón , incluido el diseñ o de
la cubierta. puede se r rep rodu.:ida , almace nada o
tra ns mitida en man er a alg una ni por ningún med io , ; ,
ya sea eléc trico. químico. mecánico , óptico. de grabació n
o de fotocop ia. s:n per m iso previo del ed itor.

Imp reso en M éxico - Print ed ill Mexi co i


I
J' t

Impreso e n lo s talleres de
O ffset .L ib ra . S .A .
Francisco 1. Madero Núm . 3 1 l-

Col. San Migu e! lztacalco


México . D .F .

Mar zo de 1995
PRÓLOGO

.
Al igual que una novela realista, una narración oral nos
r
permite ser tes ti os del aso del m o .ansfor-
mación a avés de la experiencia cotidiana de vidas co-
rrientes. Ésta es historia, «en primer plano», retratada por
alguien profundamente inmerso en los hechos que des-
cribe, cuyas palabras revelan el oculto entramado de cul-
tura, religión y moralidad que conforma sus actos y los de
los demás. La narración de Amán, la historia de su vida y
de su familia en Somalia, empieza mucho antes de su na-
cimiento y termina poco después de su huida a ~, y
más tarde Tanzania¡ a la edad de diecisiete años . Al mismo
tiempo es un impresionante informe del rápido cambio so -
cial en el árido nordeste de África, y una sincera e íntima
historia personal de los esfuerzos de una niña por «alcan-
zar la mayoría de edad», de su fuerza de voluntad y nota-
ble capacidad de resistencia ante tremendas desigualdades
sociales. .Y es un relato contado de forma bella, desgarra-
dora a veces.
irginia Lee Barnes, la antropólo a con uien Amán
tra a a rincipiopara ofrecer estas memorias e su ju-
ventud, hizo notar en una publicación eruc Ita meses antes
e su temprana muerte que había estado buscando durante
mucho tiempo a una mujer somalí que contara su vida al
mundo. Lee escribió: «Sabía que si· encontraba a esa mu-
jer, ella nos relataría una maravillosa historia, porque la
cultura somalí tiene su propia tradición narrativa brillante;
los somalíes son conocidos en todo el mundo como una na-
ción de poetas..., una gente que es maestra en el arte ver-
bal.» Al igual que otros que han crecido en una cultura en
gran parte oral, Amán tiene unas capacidades impresio-
nantes de recuerdo, y cuando esa facultad va acompañada

7
de un a finura dramática, el r esultado puede resultar cauti- m as uro s ero mu sim ilar a los que se e nc ue n tra n e n
vad or: Las hi storias, por su p ues to , so n tr aslaciones im agi - o tras artes d e Áfl-ica d e Ori en Medio. En Sornalia, tal
nativas de la vida tal com o se vive a la vida tal como se como dice Am án, «La del padre es tu lín ea de sang re prin -
cu enta. Y la m emoria es , por supuesto , sele ctiva: no h ay re - cipal» . La genealogía se sigue excl us iva me n te a través del
cuerdo algun o del pasado que no es té templado por la cir- padr e, retrocediendo va rias ge ne racio nes hast a halla r un
c u ns ta ncia o por la comprensi ón presente. Sin em ba rgo, patri arca fundador común. Los de s cendientes en es ta lín ea
las huellas del yo adulto de Amán en es ta historia de s u paterna constituyen un linaje - u n paterlinaj e, para se r
juventud no se notan; e n su bi ografia se reflejan tem as y exactos- qu e recibe el nombre de s u fund ador. Se forman
preocupaci ones de la cu lt u ra somalí tal como era és ta gru pos m ayo res profundizando aún más en el pasado;
cuando ella creció , en tre los cincuenta y los sese n ta , y co n- Amán se refiere a esto como a tribus, aunque «cla n» y «cla n
tinúa sie n do hoy, a u nque e n una form a lamentablemente familiar» o «fed eración de clanes », son té rm inos e m pleados
a lte rad a . c~m más frecuencia en la prensa occidental. Y más incluso,
Mientras escribo , a co m ie n zos de 1994 , Somalia es un los so m a líe mantienen la .a de ue to . cllOS-SQD
país d e gra n actu a lidad . Inme rso e n un a c rue nta gu erra c i- d escendientes d e un pequeño número de antepasad os u e
vil -« u n a brutal anarquía », como al gunos periodistas es- ) fueron nietos e hi 'os de un so lo nombre, e l mítIco Sarnaa -
cri ben-, exacerbado por una terrible hambruna que la le. Cercano o remoto , cada gru po d escen iente cons tituye
guerra ocas io nó en pa rt e, S omalia es e n la ac tua lidad un una asociación política así co mo una un id ad de pa rentesco.
país trá gi co , una tierra de muerte y d e refugiados . Unos Pero a llí donde los antropólogos y, s in dud a , los mi e mbros
3 .000 so m a líes desRla zad s viven hoy día en a ciudad ca- de los clanes so malíes intentan resolver las co m plejidades
nadiense dond
~
o d oy clases La propia Amán reside e n del sis te m a , Am án habla refresc antern ente de personas:
el ex tra njero. Sin embargo, su historia nos permite retro- «hermanas», «primos», «pa r ien te s». Aunque «La del padre
ce de r en el tiempo hasta una é poca más pacífica , cuando es tu línea de sangre principal » y determina la afiliación po-
Mo gadiscio, la capital, era aclamada como la ciudad más lítica, los so m alíes reconocen la relaci ón co n la familia ma -
segu r a del Áfri ca oriental..., relativamente segura , si eras terna: miembros de los grupos de scendientes de la madre,
una niña huida; segura, una vez sa b ias cómo manejar a los de la abuela paterna y de la abuela materna. Estos paren-
hombres. La narración de Amán, de dificultades y de te scos carecen de la autoridad política y la intensa o b lig a-
triunfo, de «aprendizaje » -conocer el juego de la calle y ción de la familia paterlineal, pero so n, con tod o, impor-
de la sociedad- , nos permite una privilegiada penetración tantes fuentes de apoyo; también lo so n los parientes por
en el mundo del ciudadano más vulnerable de Somalia: la matrimonio. Es frecuente que Amán confíe en se meja n te
niña. Ésta es una historia de niña; y no es aplicable a to- apoyo cuando huye de los hij os de su padre. La familia cen-
dos . "Pero;al mi smo tiemp , cuenta medias imágenes pe- trada en la madre, donde ella creció, contrasta con el id eal
riodisticas de Somalia como tierra de niños hambrientos, somalí: ella no reside con su padre y con los demás hijos
desamparados, y de inhumanos sa qu ea dores «señores de la de éste; y sus medio-hermano y media-hermana maternos
guerra ». con los que vive pertenecen a m bos a linajes di stintos del
Situada lejos de los centros de poder y riqueza con la suyo . Sin embargo, tal como la s novelas d e Nurrudin Fa- (
Somalia colonial e independiente, Amán describe las cos- mh a~,_eILlaS~ meridi~al el hogar-d~ _m á¡(

I.
tumbres sociales de su país como alguien que las vive, aun- difícilmente es único.
que lo hace sin excesiva racionalización teórica. El inglés, ~n_~m~stra_ambigua- sobre su cultura (el~ lo ~
la lengua en que su relato fue grabado, carece de las dis- llama así): ama algunos aspectos_de ella, pero a cspreci a ..1
tinciones de fino grado para las diferentes categorías de pa- m aldice otros. E ntod s estáS cosas, su re la to aporta un Q.
ren tesco. A pesar de esta dificultad, su historia describe un adecuado correctivo a la noción de que la cultura de ter- •
C --
sistema familiar y de arentesco muy diferente e as - - I
mina por completo a la persona, as í como un de safío al jui- _ ,~
I
! cio convencional occidental de que las sociedades musul -
L m a nas son rígidas y homogéneas. Demasiado amen udo se
supone que los ideales sociales de autoridad del hombre y
su m isió n de la mujer no son discutidos por las propias mu-
ca m bia ra lo qu e co ns iderase neces ario. Al principi o, Amán
se mostraba reticente a permitir que el nombre de su país
fu era mencionado siq uier a . A medida que la obra avanzaba
se volvió menos reservada, revelando pu ebl os y ciudades,
r
i

I
jeres musulmanas. Tales ideas niegan a las mujeres perspi- pero sigu ió callando la id entidad de las personas, para qu e
j"
cacia política y roban delicadeza y tensión a las relaciones no pudieran ser deshonradas por su s r evelacion es ... un des-
entre hombres y mujeres , porque pasan por alto la realidad honor que, dada la íntima alianza en tre la políti ca y la fa -
del poder y de la contribución de éstas, así como las ma- milia so m alíes , podría tener angustiosas consecue ncias. La
neras sutiles como ellas pueden aplicar las «re glas» o sub- tarea con el manuscrito terminó en 198 9, cuando Lee en-
vertirlas en su búsqueda de autorrealización. Pero s i bien fermó; murió el veran o siguie n te . Por la 'época de su
Amán se resiste a algunas de las costumbres de su socie- muerte, había completado el borrador, iniciado la intro-
dad, no consigue liberarse de sus valores e inquietudes. Es ducción y hecho algunas averiguaciones so bre posibles ed i-
ambivalente sobre su rebelión, de safía a quienes la casti gan tores.
por defraudar las es pe ra n zas, pero se siente avergonzada y Después de su muerte, un amigo de Lee y profesor d e
azorada, sin embargo, cuando no co ns igue realizarlas . Ha es tud ios r eligioso s de la Universidad Em ory, Martin Bu ss,
interiori zado las obligaciones de su cultura, como todos as u m ió la tarea d e co rregir el manuscrito para manten er
no sotros hacemos implícitamente, y raras veces reflexiona su co here nc ia y evitar repetici on es. Ma rtin, j un ta me nte
so bre ella s como tal es: «Así es co mo era - dice-, as í es co n Penny Or r, hermana y a lbacea de Lee, y John Middl e-
co mo era.» ton , su m entor a cadém ico y p rofeso r emérito de an tro po -
logía de Yale, reanudó la búsqued a de un posible editor, así
como la de algui en qu e presentara el text o . Sobre es te ú l-
CÓMO SE CRE Ó AMÁN timo punto, John con tactó con m igo , y yo accedí, de mo-
mento. Me había enco n tra do con Lee en un par de co nfe-
Este libro fue una empresa de colaboración desde el co- rencias, y estuvimos conversando acerca de nuest ro s co-
mienzo. Sus palabras son las de Amán, pero la manera munes intereses en el nordeste de Áfri ca: la última vez que
como llegaron a tomar forma merece ser comentada. hablamos fue en noviembre de 1989, y ella se enco n tra ba
Vir inia Lee Barne era una antropóloga norteameri- ya en ferm a . Más tarde, cuando conocí a Am án, me enteré
cana que rea izaba el trabajo de campo para su doctorado de qu e Lee le había dado mi nombre y mi número de te-
(Universidad de Hawai) en tre los lu bara, en el noroeste e léfono, con instrucciones de que me pidiera qu e co n ti-
U anda. Con anterioridad había estado en Somalia, en el nuara los esfuerzos para publicar la historia en ca so de que
Cuerpo de la Paz, entre 1965 y 1967; luego regresó allí, en algo le ocurriera a ella. Aunque mi compromiso se inició
1981 , como colaboradora voluntaria en un campo de refu- de otra manera, los deseos de Lee se h"an vis to cu m plidos :
giados en el sur. En , 1982, Amán vivía en Italia, donde co- al parecer, Amán y yo estábamos destinadas a llevarlos
noció a un militar norteamericano con el cual se casó. a cabo.
Poco des ués se tra d ó a vivir a Estados.Unídos tres En el invierno de 1992, leí el m anuscrito, y de inmediato
años más tarde se conocieron. Se hicieron ín- quedé cautivada por esta in stantánea de una sociedad en
timas amigas. En sus frecuentes conversaciones, la histo- transición, tal como aparecía a través de los ojo s de una
ria de la vida de Amán empezó a brotar, y la antropóloga niña. Cuando complet é la investigación , escribí el epílogo
que había en Lee se sintió intrigada. Las dos em peza ro n a antropológico y lu ego en tré en con tac to co n Louise Dennys,
hablar ante una gra bad ora en marcha. Después Lee trans- editor de Knopf Canada, que había expresa do interés por
cribía la narraci ón de Amán, y luego, cuando se encontra- mi trabajo con las mujeres africanas. En Knopf Canada
ban la vez siguiente, se la leía para que ella clarificara o quedaron inmediatamente cautivados por la voz directa de

10 11
Amán; aquella valiente y decidida manera de contar su his- truido, que nos prestó una importante colaboración con la
toria, incluso cuando trata de temas que tan a menudo son ortografía y los términos somalíes. (Para facilitar la legibi-
tabú; la vitalidad que la llevó a convertirseen una mucha- lidad, sin embargo, hemos empleado a veces las formas
cha de las calles fugitiva; y el coraje que una noche la in- más comunes de la prensa internacional, por ejemplo, los
dujo a escapar de una Somalia alborotada después de! nombres geográficos como Mogadiscio, y los nombres de
golpe militar. Pero en la editorial pensaron, y yo estuve de persona como Ahmed, en lugar de Axmed.) Mientras tra-
acuerdo con ellos, que había algunas lagunas en su histo- bajábamos, Amán elegía pseudónimos para las personas a
ria tal como estaba presentada. Esto me obligó a viajar las que ella había identificado originalmente sólo como «m i
hasta la ciudad de Amán para entrevistarme con ella, e! ve- hermana», «mi primo», «mi novio»; aquéllas, cuya reputa-
rano de 199.3. Nos llevamos bien y estuvimos trabajando de ción podría resultar dañada por su relato, seguían sin reci-
manera intensa durante casi toda una semana; las trans- bir nombre. •
cripciones de nuestras conversaciones representaron cente- Aunque la historia de Amán se alza por sí sola como
nares de páginas, y proporcionaron mucho material va- una obra de elocuencia y drama, para los lectores no fa-
lioso, casi otro libro nuevo, con una voz más rica, más re- miliarizados con Somalia he escrito un Epílogo que pro-
flexiva. porciona contexto histórico y cultural para hechos y cos-
Corregí la transcripción y la proveí de un índice; pero, tumbres descritos en su texto, o simplemente aludidos en
a esas alturas, el trimestre universitario se había iniciado, él, donde las relaciones sociales somalíes, y las perspecti-
y la tarea de integrar todo ese material en el texto original vas de las mujeres sobre ellas, son tratadas con más deta-
recayó principalmente en Rebecca Godfrey, una ayudante
de redacción de Knopf Canada titulada en antropología cul- ,.
j

1
lle. Mi propio interés antropológico, que se tradujo en un
libro publicado en 1989, se ha centrado sobre todo en el
tural. Juntas, Louise, Rebecca y yo, discutimos y prepara- I
nordeste de Sud án, una región desértica del norte de ÁfTica
mos el manuscrito página por página; escena por escena, parecida a Somalia, pero separada geográficamente de ella
para su impresión, procurando seguir con la may.or fideli- por las diferencias culturales y religiosas de las tierras al-
dad posible la cronología que Amán había establecido. Con- tas de Etiopía. Durante casi dos años viví en un pueblo si-
sideramos que era esencial satisfacer el convenio de Amán tuado en el Nilo superior entre mujeres que, como las so-
de llamar Rahima a su amiga (Lee), para preservar la fres- malíes, son musulmanes sunitas y están socialmente orga-
cura de la narración en este texto de sus conversaciones nizadas por ascendencia paterlineal, Aunque hay muchas
con Lee y, más tarde, conmigo. Luego, antes de que hubié- diferencias sociales e históricas entre la sociedad de Amán
ramos acabado, llevaron a Amán a Toronto en avión. Una y la del Sudán musulmán -la mejor conocida por mí -,
vez allí, en la sala de juntas de Knopf Canada, le leyeron el las dos se parecen en aspectos importantes. Aparecen aquí
manuscrito durante varios días. Ella corrigió el texto, que destacados los controles pensados para disciplinar la vida
no había oído desde antes de la muerte de Lee, y lo aprobó de las mujeres; al i ual que la rnujeres.d esteJibro,~s
o lo mejoró. -.!!i_ñas _d I Sudán septentrional son «circuncidadas» - su-
La lengua materna de Amán, e! somalí, es poética y rica fren clitoridectomía (excisión del clítoris y labios internos)
en matices. Hace poco tiempo que Amán ha aprendido a e infibulación (corte y oclusión quirúrgica de los labios ex-
hablar el inglés con soltura -y no sabe leerlo ni escri- ternos); los matrimonios de la mujer son, en su mayor
birlo-, pero su sentido de la narración no ha perdido in- parte, arreglados; mujeres y hombres, de manera diferente,
tensidad. Cuando se transcribieron sus palabras al texto es- cumplen un código de honor parecido a los que podernos
crito, mantuvimos sus expresiones y el ritmo de su voz. encontrar en todo el norte de África y en el Oriente Medio
Pero las restricciones de espacio de un simple libro han islámico; las mujeres casadas son propensas a ser poseíd~
obligado a omitir algunos detalles. Fuimos ~yudadas. en por espíritus ca richosos y a partici ar n culto lla-
este proceso de edición por su primo, más Joven e ins- ma o zar. So re la base e ta es semejanzas entre las mu-
''1
13
.eres con quienes h emos trabajado y cu yas so cied ad es he -

Q
mos respetado y al mismo tiempo admirado ~ forma arn-
~i valen te , tomé la pluma para ayudar a terminar la tar~a
e Lee.
Confeccionar Amán ha supuesto UD estimulante proceso SIGNOS
de cooperación, la labor de muchos que creen que es im- -- Fronteras Colonial es
portante que la voz de esta mujer somalí sea oída. . Fronteras ét nicas
Somalíes

-- -
JANICE BODDY ESCALA
O 500 km
Toronto, Ontario,
27 de febrero de 1994
ETIOPÍA
)
..........

".\
/':..::¿~
, '<,
r'" '":;. ,;'"
\ . ¡'---'o_,
'\. 0-::"; Lu gh
N. F..:.D. I
•\ - Waji r
I Haba swcin - I
.:»:: K E N I A
l' S
. • • • • • ••• I

<, _Nairobi \.
.......
~
<,
<,
Mornbasa

TANZANIA

Dar es Sal aa m

14
CAPíTULO 1

B'ISM ALLAH, AR-RAHMAN AR-RAHIM


Todos los nombres de las personas del libro -incluso el
nombre de la ciudad natal de Amán, Mango Village- han
Me llamo Amán. Voy a contar mi historia a todo el
sido cambiados para preservar la intimidad de los particu-
mundo, pero en especial a mi amiga Rahima, que está aquí,
lares. escuchándome. Es también la historia de mi abuelita y de
Amán ha elegido los pseudónimos de este relato de su
mi mamá, así que empezaré con mi abuelita.
vida. Mi abuelita tenía hermanos -no sé cuántos eran- y
Am án significa «digno de conf~nz~», y Rahima,. el nom-
hermanas y muchos primos. Venía de una gran familia. Ha-

@
bre. que ella dio a Virginia Lee Barncs, quiere eClr ~ ­
asiva».
J. B.
bía un rey que era el jefe de toda la zona donde su familia
vivía en aquella época. Y sucedió que hubo una gran gue-
rra tribal-en aquellos tiempos, las diferentes tribus solían
luchar entre sí-, y la tribu de mi abuelita perdió la guerra.
La tribu del rey era mayor, así que ellos ganaron. Cuando
ganaron, hicieron prisioneros a muchos hombres de la fa-
milia de mi abuelita, y los mantuvieron vivos . Por enton-
ces, la gente no mataba a las mujeres y a los niñ~­
racIos ~n la guerra, así que as mujeres y-lo ninos que ha-
bía~d~PJuraQoS1ue~ mantenidos con viaa[~ás
jovencitos seguían también vivos, ya que por lo generalsólo
mataan ajos hombres y alas mudiachos ~ay'or~los
que tenlilll-m.á.l' de -qu iI.!.ce~ños . Pero dio la casualidad ae-
que los hermanos y el padre de mi abuelita fueron todos
muertos. Incluso su madre fue muerta: había muerto acci-
dentalmente durante el tiroteo. Ya ven, la tribu del rey tenía
armas de fuego, pero todos los de latnou de mi a15u-
lita llevaban las armas tradicionales de nuestro pueblo: cu-
chillos cortos, curvados, de doble filo; arcos y flechas, y
an za s.
En cualquier caso, toda la familia de mi abuelita fue

H
muerta excepto sus tres hermanas y tres de sus primas.
Cuando la batalla empezó, las siete muchachas se encara-
maron a un árbol para escapar de la lucha, y, después de

17

1 I
-- -,
que la batalla hubo terminado, volvieron a bajar y fueron a
su casa y encontraron los cuerpos de los padres de mi abue-
[ita, así como los de su s hermanos y sus primos cercanos.
Enterraron a sus parientes muertos, y cuando acabaron de
r
I
tuación, uno se limitaba a VIajar s in parar hasta qu e en-
contraba a alguien que conocía a tu familia o era del
mismo linaje. Mi abuelita me contó que algunos hombres,
cuando veían a las mujeres en esos apuros, se comportaban
enterrarlos , decidieron marcharse de aquella zona , porque vulgarmente... querían examinarte como si fueses un a n i-
lo habían perdido todo: sus vacas y sus cabras les habían mal que ellos quisieran comprar. Te miraban los dientes y
sido robadas, y no tenían nada que comer. Debían mar- el cabello; luego te mandaban dar vueltas para poder verte
charse y encontrar algo que comer, de una forma u otra. todo el cuerpo. Si querías casarte allí, tenías que pasar por
Además, no se podían quedar donde la batalla había tenido todo eso.
lugar, porque había mucha sangre sobre el terreno y mu- Así es como mi abuelita acabó al lado de mi abuelito,
chos cadáveres esparcidos, ería eli ro so quedarse allí Él tenía un buen montón de animales, en especial vacas y
po.r..que animales salvajes como le .ne o ar os acudi- camellos. Mi abuelito era uno de los hombres poderosos.
rían a comerse os cu erpos. Era rico para su época, cuando las personas eran ricas si
Así que rru a 'UClifa , sus tres hermanas y sus tres pri mas tenían muchos animales. A mi abuelito le gustó aquella mu-
huyeron de aquel lugar. Pero los hornbreyde su tribu que chacha, que era hermosa, aunque estaba mendigando, así
habían sido capturados por el re y eran mantenidos con que le dio de comer y luego le pidió que se casara con él.
vida, y cuando preguntaron qué les pasaría, el re y replicó Le dijo que podía conservar a su hermana y a su prima más
qu e qu ería ver cuántos días podía sobrevivir un se r humano pequeñas con ella, y entonces fue cuando mi a buelita se de-
sin co m ida . El rey hi zo co ns truir una só lida casa de . ra cidió a decirle que sí. Me contó que era un hombre duro,
para ello s, y os m et entro m andó cerrar la ca e pero no pudo enc o n trar a nadie mejo r, así que se casó co n
man ra que és ta no tuvi era uerta, só o a e o uno' guje, él. Mi abuelita nunca se casó con un miembro de su pro-
n - tra es ae los cuak él y. su hombres pudierill!....Q}i- pia tribu. Sólo con mi abuelito. Él fue el primero, y tam-
ra d ' - ve~ó m o morían. Estuvo mi rando hasta que bién el último. Aunque él le di o una vid a difícil , ella lo so-
el último murió. Cuando vieron todo' lo que ocurría, las po- portó.
cas personas que se habían quedado en .la zo na se asu sta- Mi abuelita tuvo cinco hijos en total: tres chicos y dos
ron y huyeron. Al final, casi todo el mundo escapó. muchachas. Asimismo tuvo dos abortos, de modo qu e es-
Mi abuelita era una de las mayores del grupo de s ie te tuvo em ba razada siete veces. Casi todos los niños en aque-
muchachas . En aquellos días, si eras una muchacha o una llos tiempos nacían al menos con dos años de separación
mujer, y te escapabas del territorio donde habías estado vi- entre ellos porque la madre tenía que amamantar a sus
viendo hasta el territorio de otra tribu y conocías a un hom- hijos.
bre, lo primero que éste te preguntaba era a qué linaje per- Mi mamá fue la primera niña. Me contó que cuando es-
tenecías... de quién eras hija y quién era tu padre. Cuando taba creciendo, su papá lo tenía todo. Su papá era muy rico
averiguaba exactamente quién eras - que sólo estabas hu- y muy poderoso, pero también muy tacaño. No daba nada, _j'"
yendo del peligro y no formabas parte de una tribu pros- nada, nada. Al final de su vida se llevó a su familia consigo, V
crita o esclava-, en to nces podía pedirte que te casares con l~jos de todas las demás familias, y vivieron solos en una ! .I..§"\...
.
él. Ninguna mujer decía que no, porque todas querían un tierra muy, muy grande, como aquel viejo llamado Gurgati t (;/

lugar donde vivir. La mayoría de mujeres adultas solía ter- de una historia que mi abuela solía contar. U
minar casándose con alguien, no importaba quien fuera. Una vez, hace mucho, mucho, mucho tiempo, Gurgati
Mi abuelita y' las demás no hicieron otra cosa que diri- vivía en el campo con su familia. Necesitaba agua para sus
girse al oeste lo más lejos que pudieron. En el primer lugar animales -cabras, ovejas, camellos y vacas-, así que dijo
donde se detuvieron a pasar la noche con una familia, va- a dos de sus hijos mayores que fueran a buscar agua. Como
rias de ellas se casaron, y en la siguiente parada, algunas ellos nunca habían ido, le dijeron: «Papá, ¿qué hemos de
más abandonaron su pequeño grupo. En este tipo de si- .hacer si no encontramos agua y hemos ido demasiado le-

18 19
jos?» Su papá les respondió: «Id más lejos aún, ..hasta que más joven se alejó un poco y devolvió la comida, y cuando
la encontréis. Seguid la lluvia.» Entonces ellos dijeron: «¿Y volvió junto a su hermano se lavó con agua.
qué pasa si no encontramos nada que comer ni be~er, y ~e:­ La familia les ofreció comida en un gran plato. Pero el
minamos lo que llevamos con nosotros?» Gurgati replicó: hermano más joven se negó a comer con .su hermano ma-
«Cualquier cosa puede ocurrir cuando es~éis caminando e~ yor. Los miembros de la familia le preguntaron por qué, y
busca de agua... Debéis tener cuidado. SI hace calor, carm- él les contó la historia de lo que éste había hecho. Sentía
nad por la mañana temprano, y deteneos cuando llegue el que su hermano estaba sucio porque no había hecho lo
calor, y echaos a dormir, luego empezad a caminar otra vez mandado. Así que la familia dio un plato aparte al hermano
por la noche cuando haga [río.. Si veis algo qu~ ~odéis co- mayor.
mer incluso aunque sea un animal muerto, quiza uno que Y desde aquel día los dos hermanos estuvieron separa-
otro animal haya matado, y estáis realmente hambrientos, dos. El más joven consideraba que su hermano mayor es -
podéis comer de él, pero sólo un poco de la carne, lo sufi- taba sucio porque no había hecho lo ordenado por su pa-
ciente para manteneros con vida. No os llenéis el estómago, dre. Lo que había hecho iba contra nuestra religión (que-
y no os llevéis carne con vosotros, dejad el resto allí. Y brantaba la ley y no cumplía el manclato de su padre). De
cuando lleguéis a un lugar donde podáis obtener agua y co- modo que era muy vil.
mida, antes de hacer otra cosa, arrojad lo que tengáis en el Cuando los dos hermanos volvieron a casa y contaron a
estómago y lavaos. Aseguraos de que no qued~ nada en su padre lo que había sucedido, el anciano no pudo con-
vuestro estómago, porque ese animal estaba baqti (muerto). servar a su lado a su hijo mayor, porque aquello era des-
Como somos musulmanes, debéis tomar un cuchillo para honroso. La gente era muy orgullosa, y no querían a nadie
matar a un animal, y debéis pronunciar el nombre de Alá que estuviera deshonrado o que llenara de vergüenza a la
antes de matarlo.» Así que ellos dijeron: «De acuerdo, familia, así que lo echaron a patadas. Y así fue como se
papá» , y partieron para su viaje. . convirtió en un proscrito, yendo de lugar en lugar, de lugar
Anduvieron durante días y días, tanto, que la comida y en lugar.
el agua que llevaban se les acabó. Por último, tal como su Con el tiempo, el hijo mayor tuvo hijos, y sus hijos hi- I
papá les había dicho, encontraron un animal n;tuerto. Am- cieron lo mismo. Ahora sus descendientes, los midgaan, es- ~l I
bos estaban hambrientos, de manera que comieron de su tán por todas partes. La mayor parte.de ellos es pobre, pero , .o 1

carne. El mayor comió toda la que pudo, pero el más jo- son personas laboriosas y trabajan para los demás, en la '$ ~
ven, sólo un poquito. Le dijo a su hermano mayor: «Come ciudad y en el campo. Son buena gente. Aunque yo des- ~ ' (~
un poco nada más. ¿No recuerdas lo que nos aconsejó ciendo del hijo mayor de Gurgati, todos nosotros, los so- \).('-
nuestro padre? ¡No comas tanto!» Pero el mayor no escu- malíes, somos hermanos y hermanas ... porque todos pro-
chaba; comía y comía. Y cortó algunos trozos de carne para cedemos de la misma sangre, pero estamos separados a
llevársela. Su hermano le decía: «No te lleves nada. ¿No te causa de lo que el hermano mayor hizo.
acuerdas de lo que nuestro padre nos dijo?» Y el hermano Cuando contaba esta historia, mi abuelita decía que hay
mayor respondió: «Déjame, No quiero volver a pasar'por lo múchas personas a las que la vida hace ruines ... la gente
que hemos pasado estos días. Voy a llevarme un poco de los hace ruines, el sistema los hace ruines, yeso es terrible.
carne.» Y no escuchaba a su hermano más joven: de modo ' Ella creía que, como todos nosotros, los somalíes, tenemos
que cogió la carne. una misma lengua y una misma religión, deberíamos ser
. Mientras seguían su viaje en busca del agua, el hermano iguales, incluso si algunas personas no lo ven de esta ma-
mayor comía de la carne. El más joven no la tocaba, y es- nera. La vida es dura, decía ella, y una persona no puede
taba furioso con su hermano. Finalmente encontraron a sobrevivir sola. Todo el mundo necesita ayuda. Deberíamos
una familia acampada cerca de un. pozo de agua. El her- amarnos unos a otros, y cuidamos unos a otros, y ayudar-
mano más joven dijo: «Vamos, hagamos lo que nuestro pa- nos unos a otros, para que Alá nos ayude.
dre dijo: Vomitemos.» El hermano mayor replicó: «[No!» El

20 21
su pa dre no pudo decir qu e no : era la clase de ho mbre (
que cua lqu ier pad re qu erría pa ra su hija. É n aW1ellos d ías
se
r--casaban
_ _ por. aRellido; tod os vendía n su a ellido. De
______

J modo que su padre dec id ió que la casaría-con es te segundo


ho mbre, y aunque ella quería negarse, tu vo que decir que \
sí. Este a nciano tenía o tras dos es posas. Ta m bién el primer
mari do de mamá ha bía tenido o tras dos esposas; aq ue llos
grandes hombres siem pre tenían tr es o c ua tro m ujeres...
y CAP íTULO 2 bu en o, al menos dos o tres. Sabem os que los hombres qu ie-
ren varias esposas ... , lo sa bemos. Y baj o el Isla JÍ1 pu ed es ca-
sarte más de una vez, así que no necesitas hacer nad a m alo.
Mi madre creció en un puebl o ju n to al mar. Era muy bo- Nu est r eligió dice_qu~o ha y u e hacer el.aruor.,s¡ a
nita y muy fu erte. Tenía quince años cuando su padre de- m ujer no es tu es posa. J:!~~. s le_ casaTte con ella. De es ta
, cidió que debía casarse. forma, ningún niño concebi do será un bast a rdo;cl Reqpeilo
~ . .f} Fue en los a ños treinta, jus to a ntes de qu e la gran gue- tend rá el nombre del paore y será halal (legal). Un hombre I
~::r _rra- empezara. y los italianos e:ita ba n ya lu chando en ~ti o­ pu ed e te ner cua tro es posas a l mi sm o tiempo, s i es capaz de J
. ~ pía . Hubo mucho daño y muchos muertos. Las m ujeres m an ten erl as a todas por igual. Es difícil de co nseguir, pero
.~ eran violadas por los hombres blancos, que obligaban a los si no lo haces, más tarde serás cas tigado. Desp ués de la
\ somalíes a ? acer l? que ellos .~o q~erían hacer. ~ los ~om- muerte.
bres les decían: Tra eme a tu hija , traeme a tu mujer, Mi m a- " Mamá qued ó embarazada pronto , y tam bié n po r es ta ra-
dre me contó eso, y mi abuelita m e co ntó es o . Entonces era zó n tuvo que queda rse co n él. Dio a luz a una ni ña que mu -
\ r ió nad a más nacer ; después de perder a su pequeña , em -
\ malo para las personas, muy malo.
Mi abuelito di o en m atrimonio a mi mamá deprisa , a n- pezó a rec hazar a s u m a rido. Él no po día oponerse a ella,
/ , tes de que los italianos pudieran cogerl a. E ra import ante porq ue no hubiera sido bueno pa ra su repu tació n. Además,
hacer que se ca sara para que nadie pudiera meterse co n no q uería ene mis ta rse co n su suegro; los unía un a gran
ella. La dio en matrimonio a un sharif (un descendiente del am istad, y los d os eran a ncianos y gra ndes ho mbres de la
Profeta). Este hombre tenía también una gran reputación: mi s ma tribu . Su marido vio la situación desde am bos la-
un poco de poder, procedía de una buena familia y todo el dos , y decidió dejarla ma rchar.
mundo lo respetaba. A ella no le había gus tad o ninguno de aquellos dos hom-
Cuando el sharif vino a pedir a mi mamá, mi a buelito bres, y se lo había hecho sa ber a ambos, tranquilam ente y
no pudo negarse a dársela en matrimonio. Pero, después de con am a b ilidad. Sin hacerles daño. Decidió no regresar co n
que hubo vivido con él un par de meses, ella empezó a sen-O su papá , a ho ra que había termin ad o co n d os m atrimoni os
tirse sola, porque era joven, y él, viejo. Mi mamá le suplicó arreglados por él. No deseaba qu e su pad re se co nv ir tiera
I que se divorciara. Si hubiése huido de él, habría perdido el en su ene m igo ... y tampoco quería qu edar suje ta a otro ma-
om bre de su padre, y si él se hubiese enfa dado, como era rid o eleg ido por él. Tenía un pri m o po r parte de su pa dre

U un sharif, podría haberla maldecido incluso. Así que lo m -


jor que mi mamá podía hacer era su licarle e IvorCIO. Y
m ren 10 se .
Mamá volvió a casa con su familia después de conseguir
el divorcio. Y luego otro gran hombre - u n imán- la pi-
dió. Era un ·anciano al que toda la tribu de mi madre ha-
que vivía en un puebl o, as í que fue a visita rle y a vivir con
su familia durante a lgú n tiempo.
Conoció a un ofici al so m alí del ejército co lonia l ital ian o,
y él quiso ca sarse con ella . E ra un a migo del primo co n el
que ella vivía . Tenía buena reputación y una bu ena fam ilia,
y estaba en el ejérci to. Cuando él le pidió qu e se casara, ella
bía elegido como líder; un hombre al que escuchaban y en se dij o: «¿Por qu é n o? » El hombre no tenía o tras es posas,
quien confiaban; el mejor hombre de toda la región, así que y vivía en el mi smo pueblo; mi m amá necesita ba u n ca rn-

22 23
bio, y no conocía la región dond e es ta ba viviendo, así que:.. viadas co n largos vestidos blancos, se acerca ron pa ra ha-
De hecho, ella no se cas ó por amor. Sólo qu ería elegi r bla r co n ella . Se quedaron a los pies de la cama, una a un
un hombre por sí mi sma, y ver qué ocurría, para variar. lad o y la o tra al o tro , y la llamaron po r su nombre:
Él se lo dio todo. Estuvieron casados durante mucho - ¿Por qu é es tás siempre llorando? ¿Por qué no no s de-
tiempo -cua tro o cinco años-, y, en ese tiempo, ella cre- jas d ormir? Lloras tocios lo s días, de no che y de d ía, con ti-
ció. Su primer matrimonio había tenido lugar cuando con- nu amente. ¿Por qué lo haces?
taba quince años de edad, y había est ado ca sada sólo cua- - Me gustaría tanto un peque ño -respo nd ió mi
tro meses. Después. de divorciarse, tuvo que qu ed arse en m amá-o Qui ero un hijo.
casa durante tres m eses para ase gurarse de qu e no es ta ba. - Vas a tener un hij o . Pero, esta no che: descansa y
encinta. De haber sido así, en nuestra cultura , hubiese te- duerme. Necesitas dormir también, porque has llo rado mu-
nido que permanecer casada con aquel marido, al menos cho. No te preocupes tanto. Confía en Alá. Manténte tran-
hasta que el hijo hubiera nacido. Así que, unos siete meses quila, y confía en ti misma.
después de su primer matrimonio (ella conta ba dieci séis - Lo haré - re pus o ella.
años), se ca só con el segundo hombre. Cuando contrajo ma- Una de las mujeres puso su m ano sobre la fr ente de mi
trimonio con el tercer hombre, ella tenía só lo diecisiete años. m am á , y la o tra pu so la suy a so bre el vie n tre de m i m amá , (j)
Pero esta vez se había casado por su propia volu n tad ; y ~ ijeron: « iTe~drás muchos peque ños! » -: lue~o se fueron ., /F/
nadie la había entregado a aquel hombre. Era un matri- MI mama ca n to que ella es ta ba co n los OJos a b iertos, y que·jYI
monio feliz. Le gustaba aquel m arido, sabe n ust edes. No es de re pen te no había nadie allí. No sabía si ha bía sido sueño
que estuviera enamorada , era porque él se lo daba todo. o realidad, pero ella creía que era real. Cre ía en ello po r-
Cualquier cosa que una mujer pudiera obtener, ella la con- que se trataba de una persona religiosa .
seguía: una buena casa, ropas, todo. Apro ximadamente una se m a na después del dí a en qu e
Cuando su marido recibió orden de traslado, se muda- es te sue ño había tenido lu gar, suced ió algo. E n aque lla
ron a un pueblo cercano a la frontera etíope, donde per- época, mi mamá te n ía a tres hombres, todos ellos milita-
manecieron un par de años. Para entonces, mi mamá que- res, trabajando para ella en su cas a como cr iados. Uno
ría hijos. El hombre con quien estaba casada había con- compraba las provisiones y preparaba la comida; el o tro
traído matrimonio un montón de veces -cinco o seis-, y limpiaba la casa y planchaba la ropa; y el tercero era un vi -
nunca había tenido hijos, aunque andaba por los cuarenta gilante que trabajaba fuera de la cas a , guardando la puerta
o cincuenta años. Ahora, lo único que mi madre quería era y controlando a la gente que entraba y sa lía. Además de es-
hijos. Por lo general, una mujer tenía hijos a esa edad . Si tos tres hombres, había una mujer co n tra tada que era la
una se casaba a los catorce, quince o dieciséis años, para acompañante de mamá. Podía envia rla de co m pras a la ciu-
cuando llegaba a los dieciséis, ya debía haber tenido su pri- dad, cuando deseaba algo; la mujer iba con ella cu ando mi
mer hijo, al menos. Y a mi madre le gustaban los niños. De- mamá salía; era una criada sólo para mamá, para hacerl e
cía que había sufrido mucho, ocultando su envidia de las' compañía.
demás mujeres que tenían hijos. Hablaba con las mujeres y lo que suce d ió fue que su vigilante fue trasladado a
mayores que ella que vivían en el mismo recinto militar. To- otra localidad, y enviaron otro militar a guarda r la en trada .
das le decían lo mismo: «Mira cuántas veces se ha casado Éste era joven y guapo. Tuvieron qu e presentárselo a ella ,
tu marido. Nunca ha tenido hijos. Nunca los tendr á.» Sa- porque era la señora de la casa. Cuando él la saludó, el co-
bía que ella sí podía tener hijos, porque ya había tenido razón de mamá em pezó a latir más deprisa. Le gus tó aque l
uno, así que comprendió que había llegado el momento de joven desde el primer momento en qu e vio su ro stro . Mien -
terminar aquel matrimonio. Contó que se pasaba todo el tras él decía «Encantado de conocerla», los ojos de ella se
día rezando a Alá. encontraron con los suyos . Ambos sintieron una conmo-
Una noche tuvo un sueño. Había terminado de cenar y ción, y estuvieron mirándose el uno al otro durante un mi -
yacía en la cama. Dos mujeres altas y muy hermosas, ata- nuto más o menos. Ella nunca había sen tido nada parecido

25
en su vida. Explicó al joven cuál era su trabajo, y le dijo zaré a Alá po r ti. Cuando tenga hij os, te los tr aeré , y podrás
I que si quería algo de comer o de beber no tenía más que tratarlos como s i fu esen tus hijos. » Él m e dij o qu e re fle-
I1 pedírselo al cocinero. xionaría sobre todo eso , y que volveríamos a hablar por la
11 '
"
,1 Hacía calor en el lugar donde vivían, y, por la tarde, el mañana. Nos fuimos a dormir.
;1
1, vigilante regaba el jardín para refrescarlo y evitar qu e se le- Al día siguie n te , él le preguntó:
vantara polvo. Mi mamá y su marido solían sentarse fuera - ¿Aú n quieres el divorcio?
:11 al a tardecer a tomar té. Acostumbraban a ofrecer un poco - Sí' - contes tó ella.

~I
de té a su nu evo vigilante, porque el joven se sentaba di- Él era demasiado orgulloso para co nse rva r una muj er
rectamente delante de ellos, a la puerta. Él sa bía qu e gus- qu e no le quería, así que a ña d ió:
taba a la mujer, y ella sa bía qu e gustaba al joven, los dos - Si me divorcio de ti, no tendr ás nada, excep to las ro -
sabían que se gustaban mutuamente, pero no podían de- pas que llevas. ¿Sigues queriendo el di vorcio?
cirse nada. Sin em bargo , mi mamá empez ó a pensar cómo Mi madre me dijo que él no se imaginaba qu e ella pu-
podía salir de aquella ca sa... sa lir del matrimonio. Por fin di era llegar a estar de acuerdo con eso , porque era mucho
decidió decirle la verdad a su marido. Ha cer otra cosa-irse lo qu e perdía; pero le respondió que sí.
a casa de su familia, quedarse un par de m eses y volver al - ¿Es tás segu ra ? - le preguntó él de nu evo.
mismo problema co n el mi smo hombre- no tenía se n tido. Ella dijo:
Así qu e le dij o a su marido que q ue ría el divorcio. Tenía - Sí.
mi edo de qu e la go lpe a ra , a un que nunca lo había hecho -¿Es eso lo que quieres?
hast a entonces . Era el tipo de persona que te lo da tod o , - ¡Sí ! -exclamó m i m amá .
pero también un hombre 'd u ro , por es o los italianos no de- Él se levantó, se vistió y se ma rch ó de la casa. Volvió a l
jaban de ascenderlo en el ejé rc ito . Se trataba de ese tipo de m ecliodía co n el papel del di vorcio en la mano. En mi cu l-
personas qu e te da órde nes y te asu sta. tura, el divorcio, como el matrimonio, es muy fácil de co n- tJ(
Cuando ella le dijo a su marido que quería el divorcio , seguir. Tu marido podía volver del trabajo y decir: «[Es t ás \j.Pv ~'
él se enc o ntra ba en la cama después de haber he ch o el divorciada! [Largo! » Y tú tenías que irte. Se hacía aco rnpa- ~~
amor. Supongo que él quiso hacer el amor, y qu e ella tuvo ñar de un testigo para que le oyera decir un dalqad (e Me rP
que complacerle, porque, si estaba dispuesta a divorciarse , divorcio de ti »). Si lo decía dos veces, s ign ifica ba que ha -
no creo que quisiera hacer el a m o r. Después de decírselo, bía una posibilidad de que se volvieran a juntar... es como
él se levantó y paseó por el cuarto. Le preguntó si es ta ba una se paració n . Pero si lo decía tres veces ... ¡Se acabó!
segura. Hay muchos divorcios, porque existen muchas razones
- Sí, estoy segura - le respondió . para querer un divorcio. El marido desea ca sarse de nuevo,
- No eres feliz, ¿verdad? - le preguntó él entonces. pero tiene demasiadas esposas y no puede mantenerlas a
- No, no soy feliz. todas. Nosotros pensamos que si el matrimonio no fun-
Él le preguntó por qu é quería el divorcio, y ella le contó ciona, ¿por qué quedarse y sufrir? Divorciémonos y probe-
la razón. mos con el siguiente. Aunque te divorcias, no estás sola ,
- ¡Oh, eso ! - excla m ó él-. Debía de habérmelo ima- 'porque siempre tienes la oportunidad de volver a tu ca sa.
II ginado. Nos damos apoyo unos a otros: el hermano te da apoyo, la
"11 Aborrec ía la re spuesta de mi mamá, porque sa bía que él hermana te lo da, el tío te lo da, mamá te lo da, el primo
;11
no podía tener hijos. Pero ella le había dicho la verdad. 'te lo da, papá te lo da. Todos nos ayudamos mutuamente.
'1
A mí m e contó: .J Tanto si tienes un año como cien, es lo mi smo. Si empre tie-
- Me quedé con él mucho tiempo, porque era tan nes tu casa.
\ bueno, tan amable conmigo, y me respetaba tanto. Pero es- El divorcio es fácil... para los hombres. Para las muje-
tas cosas no me ayudaban. Lo que yo quería era un hijo, y res, si tu padre y tu hermano han elegido a tu marido, y tú
\ él no podía dármelo. Así que le dije: «Déjarne marchar. Re- 'descu br es que no puedes permanecer con él, es o es un pro-
I
26 27
;1
blema. Nuestra reli ión dice una mujer puede divor- vida que había llevado antes . Se sentía de maravilla. Y al
,ciarse de ~n hombre. sólo si él viene a tI por etrás, si es cabo de un par de semanas, ¡quedó embarazada!
Impotente, o SI te oblIga al sexo oral. Si lo únIco que ocu- Los británicos y los italianos estaban luchando por Etio-
I pía, y el ex marido de mi mamá, despechado, dijo a su
!
e es que no e gus a, entonces tienes que -hacer que-I¿
_ase mal-hasta que él-quiera divorciarse" Teescap'as, le fal- nuevo marido que el Ejército lo necesitaba para el combate,
I y que él tenía que ir donde estaba la batalla. Mamá se fue
tas al respeto..., hasta que él se cansa y dice «Basta», por-
que sabe que siempre puede conseguir otra mujer. Pero mi con ~u marido a esa nueva ciudad de Etiopía, y se llevó
madre ni siquiera necesitó hacer eso. Me contó que casi no consigo a su hermanito. Un día hubo bombardeo aéreo en
se creía que él se divorciara de ella con tanta facilidad . y la ciudad, y todo el mundo corría. El hermanito de mi
que él no era capaz de imaginar que ella abandonaría todo mamá estaba en la escuela coránica cuando ' cayeron las
lo que poseía sólo porque quería tener hijos. Así que aca- bombas, y, después de que el ataque aéreo hubo terminado
baron divorciándose, y ella se marchó con las manos va- no pudieron encontrarlo. La gente decía que estaba muerto:
cías. Él llamó un coche militar con un chófer para que la Mamá lo buscó por todas palies, pero no pudo encontrarlo.
llevara de vuelta a casa de su familia: y mi mamá no se Mamá me contó que ignoraba cómo, pero sabía que su
llevó nada más que las ropas que llevaba puestas. Se sentía herm,ano estaba vivo. Durante semanas, lo buscó y lo
ansiosa por contarle al vigilante lo que había pasado, por- b~~~o, y ?~ pudo encontrarlo por ninguna parte. Luego re-
que realmente se había enamorado de él. Pero el coche y el cibi ó noticias de su casa de que su padre había muerto de
chófer se encontraban dispuestos para llevarla a su casa, y repente. Su hermano mayor había muerto ya, algún tiempo
su marido estaba allí, así que no pudo decirle nada al vigi- antes, y en la casa sólo quedaban su madre y los niños más
lante antes de irse. pequeños. Así que volvió a su hogar para cuidar de su fa-
Pero como él seguía trabajando en la casa, lo averiguó milia. Además, las mujeres y los hijos de los militares esta-
todo, y al cabo de un par de semanas .fue a visitarla. En ban siendo enviadas a casa, porque la marcha de la guerra
iba empeorando. .
nuestro país, todo el mundo conoce a la familia de todo el
mundo por su nombre, y él pudo encontrarla preguntando ~uando la furia de la guerra disminuyó de nuevo, su
en un si tia y en otro. Mi mamá tenía que quedarse en casa mando le envió una carta para decirle que ella debía vol-
1: con su familia durante tres meses para asegurarse de que ver dond.e. él estaba acantonado. Pero ella no quería dejar
I no estaba encinta; pero, al c - meses el a su familia: su madre estaba aún de luto, y mamá le daba
vi ilante se casaro.....n. Volvieron a la misma población cerca apoyo...gn nuestra cultura, cuando el marido muere la mu-
de la frontera con Etiopía en que ella había vivido con su jer tiene que guardar luto durante cuatro meses y di'ez días.
anterior marido, ¡porque su nuevo mal ido seguía siendo el a e evar toda la ro a blanca, uedarse en casa. No
vigilante de la casa de su ex marido! La diferencia estaba puec e tocar a mano de un hombre, el Islam lo pro I e; ni
en que ella ahora vivía en el barrio de clase más humilde tampoco grasa o aceite, ni tomar una ducha, o lavarse el
de la ciudad, mientras que antes había vivido con lo:~ jefes cabello excepto una o dos veces por semana, y tiene que
militares en un recinto amurallado. Ahora su morada era guardar todos los cabellos que se quedan en el peine, así
una casa de una sola habitación hecha con zarzos y barro, como las uñas que se corta. Cuando el período de duelo ter-
por la que ella y su marido pagaban alquiler, en lugar de mina, invita a varios sheikhs a su casa. Los sheikhs son
una casa de piedra, grande y lujosa, proporcionada por los hombres dedicados al Corán. No sólo cuando muere al-
militares. Pero ia disfrutaba, me contó. No echaba de me- guien, sino siempre que algo no marcha bien, los sheikhs
nos todas las cosas que había tenido, porque estaba ena- ayudan a la gente. Leen el Corán y lo explican. Todos tra-
morada de aquel hombre. Además, se había llevado a su tamos de hacer lo que el Corán dice.
hermano más pequeño con ella para poder tener a alguien .cuando el luto termina, varios sheikhs vienen a tu casa
de su propia familia que le hiciera compañía. Dijo que se con dos o tres mujeres-religiosas. Las mujeres van al baño
sentía feliz, muy feliz, aunque no llevara la misma clase de contigo, te lavan el cuerpo y el cabello y le visten con ro-

,2R 29
t 1 ji, 1) I I I j
pas nuevas de tu color favorito, con todo tu oro si quieres. porque, incluso después de tener a su pequeño, ella se negó
Luego se van y entierran todos los cabellos y las uñas cor- a dejar a su madre y al resto de su familia para irse a vivir
tadas que has ido guardando. Los sheikhs rezan por ti y por con él. Esta vez ; Alá le había dado un chico,' y ella lo llamó
tu marido muerto, y leen el Corán. Después; todo el mundo Hassan. Se lo pasaba bien con su nuevo pequeñín. Además
come, y hay una gran fiesta, y tu luto ha terminado. del bebé, tenía a su madre y a su hermana y a sus herma-
Como mi abuelita estaba de luto y no podía salir de la no~. Aunque S!J hermano más pequeño seguía desapare-
casa, mi mamá quería quedarse con ella y ayudarla. Mandó cido, y todo el mundo decía que estaba muerto, ella sabía
decir a su marido que no podía ir a reunirse con él. Los que se encontraba vivo ; rezaba cada día y cada noche
ti primos de su padre querían llevarse los animales de su pa- por él.
:1 dre, y ella tenía que quedarse allí para proteger la propie- Después de aquello se quedó soltera durante un par de
j: dad. Le dijo que como quien estaba solo era él, debía irse años, y luego se casó con otro hombre del ' que tuvo una
1 a vivir con ellas; que tenían todo lo que necesitaban porque niña que se murió, y ella volvió a divorciarse. Finalmente,
[1
su papá se lo había dejado todo a ellas -animales y casas ,cuando sus hijos estaban crecidos, corioció a mi padre.
y tierra-, y que se trasladarían al territorio de la familia r: Mi padre era el hijo de un jefe. Cuando su padre murió,
11,'
de él en cuanto el período de luto de su madre hubiera ter- .el pueblo votó pa.ra que mi padre se convirtiera en el jefe.
i'
"
minado. Además, dijo ella, él estaba en medio de una gue- .1·
Era como un policía: iba allí donde hubiera conflictos. Se
.,
,
:1
rra europea, ¿por qué quedarse allí y morir?
Pero él no deseaba volver con ella. No quería abando- ,' , ocupaba de los problemas de su tribu o de los que surgían
entre las tribus. Era joven..., bueno, no demasiado jov en .
,1 nar la vida militar. Así que se casó con otra mujer, que vi-
vía en la región donde él estaba destinado. Cuando mamá
lo averiguó, ya se había trasladado con su madre, su her-
! "

',r .;
Mi madre, que había pasado por todos aquellos matrimo-
nios y di vorci os, tendría algo más de treinta años , y mi
papá debía de andar por los treinta y siete o treinta y ocho
mano y la mayor parte de los animales de su padre al lu- -algo así- cuando se casaron. Los dos tenían una edad
gar donde la familia de su ex marido vivía. Había . tenido mediana muy cómoda. Mi papá era guapo, un hombre alto,
también su hijita (mi hermana mayor, Hawa). Se puso fu- moreno -aunque no demasiado-, como chocolate; es-
riosa y celosa, y le dijo que él debía concederle el divorcio; belto, de pómulos altos, como yo. Con unos rasgos muy
así que él se lo dio. hermosos -una bonita sonrisa y bonitos ojos-, todo lo te-
Mamá se sentía feliz de haber tenido una runa, pero nía bonito mi padre. Era muy inteligente. Aun antes de con-
también estaba triste porque había perdido a su padre, a su vertirse en jefe, tuvo hijos y esposas, porque su padre ha-
hermanito y al hombre que amaba. A pesar de todo, tenía bía hecho que se casara cuando era joven. Cuando se casó
que seguir su vida, y, de todas maneras, aun era joven y her- con mi mamá, él ya tenía hijos e hijas que andaban por los
mosa, con un gran apellido por parte de su padre, y todos veinte años. Le gustaban las mujeres hermosas, y mamá lo
los animales de aquél: vacas, cabras y camellos. Todo el era. Tenía ojos castaños claros y el cabello castaño. Así qu
mundo quería a aquella mujer; era hermosa. Tenía monto- se casaron. Él tenía otras dos esposas, una casa en un pue
nes de hombres que la cortejaban; hombres de apellidos fa- blo y un montón de propiedades en las tierras del interior,
mosos deseaban conocerla. Pero ella se había jurado a ~í 't" ... donde gua~ba a sus esposas e hijos,junto con vacas y ca-
·1 ':
misma que jamás volvería a depender de un homb . ue 1 -; ?ras y oveja~campos de maíz y judías; y tema mucnos
~unca volvería a 'un tar su propiedad con la de él:ñi vivi- f·'
r '.' camellos que sUhijo mayor y sus hermanos más jóvenes
, su casa' erviría. Eso era lo que solía decir a los l "; guardaban en el interior, porque los camellos no podían
t
..1,"
hombres que la cortejaban, y ellos se quedaban asombra- permanecer en las zonas más húmedas cerca de las vacas
dos, porque era la única mujer que conocían que se com- y de los campos. Eran una familia grande y rica, compa-
portaba como un hombre. rada con otras personas. La familia de mi mamá tenía tam-
De todos modos, se casó con otro hombre, pero le im- bién lo suficiente para estar tranquilos. '
puso sus condiciones; al cabo de dos años se divorciaron, í :~ , Ahora bien, mi padre era la clase de hombre que,
:~r' ·
30 .~ . . 31
-f.. '
cuando se casaba con una mujer, se la llevaba a su casa y vaya. » Aunque la amaba, también quería a una mujer en su
ella se quedaba con él. Si se cansaba de ella, se divorciaba,
casa. De manera que se casó con otra mujer; una más jo-
y la mujer volvía con su familia. La mujer -no tenía ningún
ven . Mamá se sintió un poco celosa, porque cuando un
poder. Como ya he dicho, mi mamá, cuando su padre m~­
hombre toma una nueva esposa, la anterior se vuelve me-
rió y el hombre que amaba se divorció de ella, había deci-
nos importante; como si esta última no fuese buena de re-
dido que no volvería a depender de ningún hombre. Ella te-
pente. Le dijo que quería divorciarse, porque 'sabía que, de
nía su propiedad, y su marido tenía la suya; si ella se ca- todos modos, él iba a pasar más tiempo con su nueva es-
saba, su marido iría a vivir a casa de su mujer, porque ésa
posa. Aunque él no quería el divorcio, para satisfacerla y te-
era la forma como ella lo deseaba. No quería dejar a su fa- ner paz en el hogar; accedió. Ella no haría más que decirle
milia, pues ella era la única persona fuerte de la casa: la con su voz, fuerte y grave: «[Dame el divorcio! ¡Dame el di-
abuelita tenía asma, y siempre estaba enferma, y también vorcio!» Así que él dijo: «[Ya lo tienesl ] Pero, en realidad
era una persona demasiado buena para defenderse, a sí no se divorció de ella, aunque mi mamá pensó que estaba
misma y a los niños, e impedir que los parientes le quita- divorciada. Trasladó su casa e instaló su hogar con algunas
ran su propiedad. Además, si mamá se iba a vivir con su personas más lejos. para no tener que ver a mi padre; sen-
marido, cocinaría, llevaría la casa para él, y cuidaría de los tía verdadera furia hacia él. Por entonces ya estaba e
niños de las mujeres de quien él se hubiera divorciado, a lo razada de mí.
que había que sumar todos sus animales, y las faenas agrí-
colas. Pero, si ella se pasaba todo el tiempo cuidando de los
hijos de él, ¿quién se ocuparía de su madre? Así uc á
s..e. negó a vivir en casa de mi papá. Ella tenía todo lo que
deseaba -su madre y hermano y hermana y sus dos hiji-
tos, así como toda la propiedad que su padre había de-
jado- y, además, con la intención de cuidar de todo, como
su padre hubiera hecho. La gente la respetaba porque su
apellido era rico y poderoso. No iba a abandonarlo todo por
un hombre, porque el amor que sentía-por su familia era
ma or ue su or por una ~o a-p~ona:--
Papá comprendió por qué quería ella las cosas de aque-
lla manera 'cuando mi mamá le explicó que había perdido
a su padre y a su hermano, y que todos sus maridos se ha-
bían divorciado de ella, y su madre era de otra tribu, y te-
nía un hermanito al que buscar. Pero al cabo de un tiempo
de estar casados, él quería realmente que ella se fuera a vi-
vir a su casa. Mamá volvió a responder que no. Mi papá le
dijo que podría traerse los niños a su casa. Pero ella dijo
que no, porque .la abuela sería incapaz de cuidar de todo;
mi mamá era la fuerte, y quería estar al frente de la casa.
Así que mi mamá se negó en rotundo a ir con mi papá
a vivir a la casa de éste. Al principio, él n-o podía creerlo,
pero la dejó permanecer en su casa durante un tiempo. Al
cabo de cuatro meses, mamá quedó embarazada, mas se-
guía sin querer irse de su casa con él. Entonces mi papá se
dio cuenta de que ella hablaba en serio. Y dijo: «Vaya,

32
I J

jos, y había otras dos mujeres para ayudar. Cuando el bebé


estuvo preparado para nacer, las dos mujeres sujetaron a
1, mamá por debajo de los brazos, de pie, y la abuela se sentó
r
entre las piernas de mamá con un cuchillo para cortar el
cordón y recoger al niño cuando éste saliera. Al cabo de
il una hora y media de tenerlo todo preparado, nací yo.
1; Por la mañana se pusieron en marcha otra vez, mien-
tras mamá sangraba aún. ¡Tenía una niñita! Así es como me
CAPíTULO 3 trajo a mí: mientras se hallaban de camino. Fue hermoso.
~.
Al día siguiente llegaron al lugar donde se enéontraba el
1 :' agua. Las mujeres y los niños estaban cansados. Vieron un
Mi mamá y la abuela llevaban viajando dos días, cami- hermoso árbol espinoso grande y se detuvieron junto a él.
nando kilómetros y kilómetros con sus animales, en busca Dejaron que los camellos se sentaran y bebieran para rela-
de agua. Mamá estaba de nueve meses. Cuando vives en la jarse un poco. Y entonces empezó a llover. Cuando llueve
naturaleza con animales -cabras, ovejas, camellos y va- en el desierto, todo huele bien. Si miras alrededor -a to-
cas-, tienes que buscar agua y hierba para ellos. Así que das partes- ves como las plantas empiezan a crecer. Había
la gente va a donde está el agua, o donde ha llovido ..., hay un montón de flores diferentes, flores que nadie plantaba
que seguir la lluvia. Llamamos a eso sahan (la búsqueda , ,. -Alá lo hacía-, blancas, rojas, púrpuras ... flores silvestres
de agua). A veces lleva días y días encontrar el lugar donde por todas partes. Todo se tornaba verde, y la vida volvía a
, hay agua. , . la normalidad:
Mamá y la abuela se detuvieron a pasar la noche, e hi- Cuando mi papá se enteró de mi existencia, envió a de-
cieron el desayuno por la mañana. Se encontraban en mar- cir a mamá que no estaba divorciada... porque ahora tenía
cha otra vez cuando empezaron los dolores del parto. Yo un bebé. Los hombres se comportan con amabilidad
me hallaba en camino. El día estaba avanzado... era el mo- cuando hay un bebé de por medio. Mi mamá y mi papá se-
mento en que el calor del sol ha desaparecido, y la tierra guían casados, después de todo, y así es como, al cabo de
parece más hermosa bajo los largos y bajos rayos del sol de un año, nació mi hermana Sharifa.
la tarde. Mi mamá sabía que el parto había empezado, pero Mi madre seguía sin aceptar lo que mi padre quería: ser
no quería detenerse porque había mucha gente viajando el jefe. Quería que ella pusiera los animales junto con los
con ella. Mi abuela ya la había visto sujetarse el vientre, y de él, todos juntos. Pero mi madre no estaba de acuerdo en
mi mamá le había dicho que su parto había empezado. eso, y por esta razón acabaron divorciándose. Mi papá es-
Cuando el sol se ponía, los dolores empezaron a hacerse taha enamorado de ella , pero tenía su orgullo. Todo el
1i
más frecuentes, pero ella seguía sin querer detenerse. Fi- mundo le respetaba, y no veía por qué ella no podía respe-
:j nalmente, después de que el sol se hubo puesto, llegaron al tarle también, después de haber tenido dos hijos suyos.
:\ lugar donde habían pensado establecer el campamento Mi papá dijo que si ella quería el divorcio, él no le da-
h para pasar la noche. Mamá le dijo a la abuela que monta- ría nada, y tampoco nos daría nada a mí y a Sharifa. Dijo
:1
,i" ran la tienda en seguida, porque ya había llegado el mo- que no iba a mantenernos, a menos que fuésemos a vivir
mento: iba a tener el pequeño, y además, casi era de noche. con él. ~iempre, cuando se divorciaba, se quedaba los 111-
Así que levantaron rápidamente.la tienda de arbustos, más ños. ASI ocurre en nuestra cultura, perteneces a la familia
o menos en media hora, porque las mujeres del mismo de tu padre: tomas el nombre de pila de tu padre, y el nom-
grupo se ayudan mutuamente. Hicieron una gran fogata bre de pila de su padre, así que no pierdes tu historia. Sa-
frente a la puerta de la cabaña para que la luz iluminara el bes de dónde vienes . No se trata de qué país procedes, sino
interior y así pudieran ver mientras el pequeño nacía. La de qué padre. Una tribu es una gran, gran familia, así que
abuela había ayudado a mamá a dar a luz a todos sus hi- puedes remontarte a un millar de padres, y siguen siendo

34 35
camellos se comen las hojas de los árboles. Después de que
tus raíces. Perteneces muy poco a la parte de tu madre. El }1an acabado con todo, tienes que llevarlos hasta el si-
padre es tu estirpe principal. . guiente lugar donde la hierba aún no ha sido tocada. Avan-
-Si quieres los niños -dijo mi padre, fu.noso-, .pue- zamos, e incluso los camellos dan la sensación de peque-
des llevártelos contigo, pero no vaya darte m un pernque. ñez, porque la tierra llana parece extenderse para siempre
-Estupendo -replicó mamá-o No vaya dejarte mis hi- -tan lejos como pueden ver tus ojos-; llega hasta donde
jas, como hicieron tus otras mujeres, y corre,r ~on ello el ! el' cielo empieza. Avanzamos sobre la polvorienta, seca y
peligro de que tu esposa las azote y no les de bien de co-
mer, [faltaría más! Quiero a mis hijas, eso es todo lo que
t' arenosa tierra hasta que encontramos algún lugar bonito. y
verde. Cuando vas de lugar en lugar, todo lo que tienes has
quiero. de llevarlo sobre un camello. Así que las tiendas en el
Así que se hicieron una promesa mutua: campo tienen que ser fáciles de transportar. Cuando llegas
-No te voy a dar nada. al'Jugar donde tienes previsto quedarte, cavas un agujero,
-No te voy a pedir nada. haciendo un dibujo con los pies, trazando un círculo tan
·i.
y la mantuvieron. grande corno quieres que sea tu tienda. Tienes un armazón
Ahora, si vuelvo la mirada atrás, creo que mi mamá hecho de largas ramas atadas y curvadas, como una col-
amaba a mi papá, y que él la amaba a ella. Se amab~n el mena, y cubres eso con esteras tejidas con paja o con
uno al otro. Pero mi mamá era dura y celosa, y papa an- hierba. Cuelgas un pedazo de tela viejo en la parte de de-
daba tras un montón de mujeres. Él estaba al mando, y lante, yeso es la puertecita. Puedes entrar y salir, y es bo-
mamá quería tener el mando. Así que se perdi~ron uno a~ nita y fresca. Pones una estera o un trozo de tela en el suelo
otro. Pero mamá lo quería, lo sé. De lo contrano, ¿por que y duermes. Como no tienes una maleta, guardas tus perte-
lloraba? Recuerdo que lloró muchísimo. y mi papá la nencias y tus ropas enrolladas en una bolsa, que luego em-
amaba, aunque mamá era la única esposa que se había lle- pleas como almohada. O podrías incluso coger un saco de
vado a sus hijos. judías O de maíz -cu.alquier cosa que quieras- sólo para
Para empeorar las cosas, transcurrido un tiempo de su apoyar la cabeza. Es una vida sencilla.
divorcio, el hermano de mamá, que era el que la seguía en y por la mañana oyes chiqui, chiqui, chiqui, muu, yaaa,
edad, murió de malaria. y es hermoso. Todo vuelve a la vida. Todo se va desper-
Cuando hago memoria, lo primero que recuerdo es es- tando. Por la mañana temprano, se ordeñan vacas y cabras.
tar en campo abierto. No nos quedábamos en un lugar; nos Luego es la hora del desayuno. Tenemos leche con granos
movíamos, nos movíamos, nos movíamos. Me despertaba y de maíz a medio moler calientes, o palomitas de maíz con
veía a mamá desmontando nuestra tienda, y al camello sen- :1-.,< leche -tuestan el maíz al fuego- bup, bup, buppa: palo-
tado allí para que ella cargara la tienda desmontada. Todo ,r:, mitas de maíz. Si tenemos azúcar, hacemos té. Los chicos
el mundo hacía lo mismo. Como formábamos un grupo, . ,t· • ' mayores llevan las vacas y las cabras en busca de ,algo que
nos movíamos como grupo, no como una familia --quizá , ir:· ': comer. Los niños más pequeños van con su mamá, o con
éramos ocho familias; diez familias, quince familias-; to- + las chicas que vigilan a las cabritillas o a las vaquitas. 'Por
dos íbamos juntos. Cuando. nos disponíamos a marchar, las
mujeres desmontaban sus hogares. Ataban a los camellos
por la cola, y todos caminaban en línea, con una persona
' .la noche, todo el mundo regresa y guisamos una gran cena.
;~r: Comemos carne que las mujeres han secado, y juntamos ju-
"1:' días con maíz blanco y hacemos un plato que llamamos
delante como guía. A todos los camellos se les ata u~a >,
;k " amboolo,
cuerda alrededor del cuello y la primera persona de la fila ~.". . "" Después de comeI~ si ellos quieren, los chicos mayores
se limita a sostener la cuerda y tirar de ella, y los camellos, 1 . ' baila n. Yo tenía cuatro o cinco afias cuando estábamos en
galug, galug ... llevan un cencerro alrededor del cuello, y van >t::~'; ":: el campo, ~ero recuerd? haber ido u~ día con los más ma-
caminando emitiendo este sonido, galug, galug, galug. "p.. , ' yores. Hablamos recogido mucha lena por la noche para
En el c;mpo, tienes que estar moviendo cont.inuamente ~~ r:'. poder hacer una gran fogata. La mayor parte del tiempo es-
··.~us animales porque las 'vacas comen mucha hierba y los

"I'

11
tuvimos cantando y hablando. Con el fuego y el humo, los gaba mucho con mi hermanita más pequeña cuando ella te-
mosquitos se marchan. Estamos sentados alrededor de la nía cuatro años y yo, cinco. El suelo se ponía muy caliente
hoguera. Somos sólo unos chicos salvajes, en este hermoso al mediodía, y Sharifa y yo saltábamos... [ah-ah-ah-ah! Co-
lugar. Bailamos y nos divertimos. Éste es mi primer re- rríamos hasta donde estaba la hierba -descalzas- y nos
cuerdo. frotábamos los pies en la hierba. La hierba era áspera. Nos
También recuerdo ..., no muy bien en realidad, pero re- raspaba, y entonces, ¡aaah! Cuando llovía enterrábamos
cuerdo que una noche me encontraba con las chicas que vi- nuestra ropa en el suelo para mantenerla seca, y tomába-
gilaban las ovejas y las cabras cerca de la casa. Yo estaba mos una ducha desnudas, y corríamos desnudas, y, cuando
jugando con los corderitos y con los niños, cuando un car- la lluvia se paraba, cavábamos y recuperábamos ruiestros
nero me dio un topetazo en el pecho. Caí al suelo . Me le- vestidos. Y los sacudíamos y nos los volvíamos ' a poner;
vanté, y me volvió a golpear. Cada vez que me embestía, me ¡EI'a estupendo!
caía al suelo, me levantaba, y él me embestía otra vez . Sharifa tenía cuatro años y era bonita: Una noche en
Cuando me caía, él se marchaba, y entonces yo me levan- que mamá estaba rezando, ella corrió hacia mamá.
taba, y él regresaba, a la carrera, y me golpeaba de nuevo -Mamá, mamá - llo r iqueó- , tengo frío, tengo frío.
en el pecho. Yo lloraba y sentía mucho dolor, pero no sa- Mamá llevaba un chal sobre los hombros, cubrió a mi
bía que debía quedarme quieta en el suelo para que no me hermana con él, entonces se la puso sobre el regazo.
volviera a golpear. Por fin, mi mamá me oyó llorar y acu- - ¿Qué te pasa, Sharifa - pregu n tó mientras le frotaba
dió con un gran palo y golpeó al carnero en la cabeza dos el cuerpecito-, qué te pasa?
veces, y el animal salió corri endo. Pero yo m e puse en- - Ma m á - r espond ió mi hermana-, tengo frío .
ferma . .Mi mamá me dijo que aquella noche había tenido Quería un poco de leche, así que mamá se la clio. Y
una fiebre alta, que tenía sangre en la boca también, y que luego Sharifa empezó a gemir; le subió la fiebre, y comenzó
lloraba mucho. Ahora pienso que debía de haberme roto a tiritar y a tener escalofríos. Como mi padre era un jefe,
una costilla, pero nadie sabía eso entonces. Por la noche, teníamos algunas mantas, y mi madre llevó a mi hermana
cuando me puse tan caliente, mamá me sacó afuera, des- adentro y la cubrió con ellas. Pero mi hermana empezó a
nuda, y me puso sobre su falda para que el aire me refres- estremecerse toda ella y a gemir más fuerte: «Ay... ay... ay... »
cara. Luego se cansó de hacer eso, porque yo resbalé de su Mi padre no se encontraba allí. Él y mi madre se habían
falda dos veces cuando ella se quedó dormida: así que co- divorciado ya, e ir andando desde donde nosotras estába-
gió una piel de vaca, cavó un agujero en el suelo, lo revis- mos, en las tierras del interior, hasta la ciudad donde vivía
tió con la piel, lo llenó de agua y me hizo dormir allí para él llevaba veinticuatro horas. Sería un largo camino para
que mi cuerpo se enfriara, Yo estaba muy caliente porque llevar a una niña tan mayor como Sharifa. Así que mamá
me había puesto muy mala. Mamá dijo que empecé a res- envió a algunos hombres a buscar a papá, a decirle que vi-
pirar con dificultad. Jadeaba, respiraba muy deprisa y to- niera y llevara a su hija al hospital de la ciudad. Sharifa lle-
sía. Algunos dijeron que tenía asma. vaba enferma unos cuatro días . Al cuarto día mi papá llegó,
Mamá llamó a un hombre para que me mirara. El hom- cuando el sol se ponía, y poco después de su llegada mi her-
bre dijo que tenía signos de neumonía y que iba a darrne manita murió. La enterraron a la mañana siguiente. Y re-
un tratamiento para hacer que me sintiera ..mejor. Metió cuerdo que yo estaba sola.
uno de sus bastones especiales en el fuego hasta que se Papá había ido con otro hombre. Mi papá y mi mamá
puso al rojo vivo, y entonces me quemó con él tres veces, hablaron, y él le dijo que lo dejara todo con mi abuela y
a cada lado del pecho, yen la espalda. Se trataba de un es- fuera al pueblo de Mango Village por algún tiempo, hasta
pecialista. Así era como nuestro tratamiento de medicina se que se sobrepusiera a su tristeza. Ella le contestó que no se
hacía en aquellos días. De modo que hizo eso, y yo me sentí iría hasta que hubieran terminado las lluvias, porque aún
un poco mejor. tenía todos los animales, y éstos necesitaban ser alimenta-
A partir de entonces, en mi vida lo recuerdo todo. Ju- dos. Pero después de que las lluvias terminaran iría con él.

38 39
Mi papá se quedó por a llí tres días m ás, y lu ego se marchó . tien en la mejor leche; toda vía calien te, y es dulce. Abdi me
Después de quedarnos un mes m ás en las tierras del in - despert ó y me llevó co n él a ordeñar las vacas. Me dio un
teri or; mi mamá y yo fuimos a Mango Village. Era u n gra n gra n cue nco de madera y lo llen ó de leche, calie n te y con
pueblo, qui zá tenía vari os miles de habitantes. Es un pue- es pu ma . Vin o la n ueva es posa de papá y quer ía esa leche
blo de mango. La fruta crece POI" todas part es, y siem p re para su s hijos. Le preguntó a Abd i por qué me d a ba la m e-
es tá verde a causa d el río. Hay muchos ca na les, así que las jor lech e .
granjas pueden tener agua . Crece. toda clase de verduras y - Bu eno - 1"espond iÓ Abdi - , es tá m uy enferma. Nece-
de frutas diferentes . Crecen com idas di ferentes e n s uelos s ita leche caliente.
diferentes . El s u elo más ce rcano a l río es n egro; si sigues y a mí me s us urró:
un poco POI" allí, ves o tras clases de suelo : uno es rojo; otro, - Bebe, be be má s . ,
fin o y blanco co mo s uelo marino. Lo qu e crece en el s ue lo Yo le vanté el gran cuenco de madera has ta mis labi os,
negro no puede crecer en el rojo o el blanco . y bebí tan d eprisa como puede. E lla es ta ba 'cerca ele m í y
Alrededor de Mango Villa ge hay granjas d onde crece el me observa ba. Yo la miraba a ella , y ella m e miraba a mí.
a zúcar, y hay una fábrica de azú car cerca , la ún ica d e So- - ¡Da te cue nta d e es o ! - gritó ella - o ¡La ha te rmin ad o
malia . Así qu e e ra perfect o. Había un río, y só lo una co r ta tod a !
carret era. y j usto en ese m omento , ¡vomité! Sentía dol o r dentro,
Papá tenía casas en Mango Village, pero mamá no qu e- co mo si algu ien m e es tuv iese ret orciendo, y no p odía deja r
ría vivir en ninguna de e llas. É l dij o que qu ería que ella vi- de vo m ita r.
ni ese y fuese s u esposa, y qu e podía tener una de sus casas - M ira , bruja, mi ra lo qu e has hecho - acusó Abd i a la
p a r a ella, pero m a m á se negó. Querí a conseguir una casa muj er.
que fuera suya . Ella tenía a un pariente en el pu eblo , y no s -¿Qué m e ha hecho vomitar? - le pregun té-o ¿Qué me
quedamos en su casa mi entras buscábamos una cas a para ha puest o e nfer ma?
alquilar: Pronto e nc o n tramos una muy bonita, ce rca del - Sus ojos te po ne n enferma - d ijo Abdi a l tie mpo que
primo de mamá. Durante todo es te tiempo, ella es tuvo muy me se nta ba so bre sus rod illas- o Ouniayo ... esa b ruj a te
tri st e. ec hó m al de ojo.
En total no s quedamos unas tre s se m a nas en Mango Vi- Fue en to nces cuando com pren dí realmen te lo bueno
lla ge antes de volver a la s tierras del interior. Yo es taba muy qu e era qu e m amá se hubiera es forza do por mantener nos
en fer m a entonces, así que fuim os a donde vivía mi padre. a su lad o .
Un m édico del pueblo, m e untó con sang re de oveja - me Al cabo de un tiempo , cuando las llu vias cesaron e n las
la echó por los hombros- , y me quemó con un bastón a l tierras del interior, y es tá bamos e n la es ta ción seca, m amá
rojo vivo, tal como hicieron cuando el carnero m e em b is- acudió a buscarme. Alguna es pecie de enfer medad había
tió. Era doloroso, pero me sentí m ejor, Mi papá quería que em pezado a matar a los animal es del lu gar donde yo es-
me quedara con él hasta que estuviese o tra vez bien d e tab a. Todo el mundo d ecía : «M i vaca h a muerto », «M i ca-
sa lu d. mello h a mue rt o », y «Mi cabra ha muert o ». A m edida qu e
En el grupo de mi padre había un hombre llamado Abdi. los an im al es morían, nosotros, los niñ os, teníamos ca d a vez
Años atrás, otra tribu había llegado .a la tierra' de mi padre, menos leche para beber. Lo s animal es sa n os cogían la en-
mendigando, intentando encontrar comida. Él les di o algo ferm edad porque pastaban e n la tierra donde ya habían
de comer, y por la noche durmieron d elante de su casa. De- mu erto o tros animales . La ge n te perdía a los animales , y,
jaron a un niño. Cr eo que se sin tieron seguros co n mi pa- en aqu ellos días, si no tenías animales, n o tenías nada...
dre, com o si formasen parte de su tribu. Él tomó al pe- Aunque vivie ras en la ci udad en una casa grande y her-
queño y lo crió como si fuese hijo suyo. Abdi era un hom- mosa, segu ía n llamándote pobre si no tenías animal es. Mi
bre adulto ahora y cuidaba de las vacas de mi padre. madre creía realmente en los animales , porque s u padr e
Por la mañana, las vacas tienen mucha leche; es c u a ndo siempre había creído en ellos . Los amaba, y sus a n im a les

41
1j I 1 I j ,1 1 1 / 1I
~ I ~

se morían todos. No puedes quedarte donde hay anima- bie rt o. Alred ed or de la s casas y del daas h hay un a valla baja 1
les muertos, por el peligro con las hienas, los chacales y de ramas en tretejidas . ~ -, r t .. ,,,

los leones . Tienes que irte. Recuerdo cuando mamá vino a Mamá alquiló do s de nuestras cu atro casas a un pa-
buscarme: ella estaba muy, muy triste. Había perdido todo riente.
- o casi todo- lo que amaba: su hermano, su hija, y la ma- Mamá seg u ía estando muy, muy tri st e . No le gus ta ba vi-
yor parte de sus animales. vir en Mango Village: ella procedía de cerc a del mar, y no
Así qu e a los camellos que no se habían muerto , lo s le agradaba el río. Medía m ás de un metro oc he n ta de es-
dej ó con la gen te de mi padre; dejó sus ovejas y ca b ras tatura , era hu esud a y muy fu erte, en es pecia l para mí, ya
con la abuela, y se llevó a sus hijos y sus vacas a Mango que yo era pequeña . Pero se puso en fer ma po r hab er Rer-
Village. Volvimos a vivir en la casa que ella había alqui - dido a tantas personas. Su hermano mayo r había muerto
lado ya. Cuando dejamos aquella casa de Mango Village, antes de qu e hubiera podido crecer; su padre también ha-
ella simplemente pliso un candado y nos marchamos ... y bía mu erto; había perdido a su hermanito' en la gue rra , y
cuando volvimos, pagó el alquiler, y todo estuvo bien. Pero tod o el mundo decía qu e es ta ba muert o; tres de sus hijas
sus ovejas y cabras segu ía n muriéndose, y la abuela estaba habían muert o; y su último herm an o vivo hab ía fall ecido al
cansada de co r rer tras ellas. Como no había ag ua alguna nacer S harifa . Su hermana se había casado , m a rchándose
en las tierras del interior, mamá decidió que las vendería lue o a las tierras del interior co n la en te de su m arid o
antes de qu e se murieran por la se qu ía o de la enferme- allí, sus pequeños emelos habían sido co m i os o r las hi e-
dad. Así que un día las llevó al gran mercado de la ciudad nas a mIsma se ma na . Y a rora a m ayor pa r te de los a ni-
y las ve ndió todas . Y con tra tó a a lgu ie n para que vigilara la e m a m á a bía m ue r to. Era un verda dero desastre.
las vacas . Se pus o enfer ma y se q uedó en cama du ra nte meses. Pero

~
Con el dinero que sacó de la ven ta d e las ovejas y de las ten íamos sufic ien te dinero, y por aque lla época tod o era
..,j-ca bras, compró la casa que teníamos alquilada en Mango muy barato. Sobrevivimos, y mamá se puso m ejor. Me dij o
. .j Village. Las casas están hechas de barro y zarzo. La gente que llevab a enfer m a se is m ese s. Sé qu e es tuvo enferma du -
J" corta hierba y la mezcla con tierra y boñiga de vac a. A ña- rante mu cho tiempo, y todo iba decayendo, de cayendo.
,1.: den agua y lo mezclan un poco más. Hacen un entramado Pero cua ndo ella comenzaba a se n tirse mejor, yo em-
'1 de madera, y una persona en tra dentro del armazón y otra pec é a toser sin parar. ¿Recue rda n qu e el ca rne ro me había
.: persona se queda fuera. Cogen entonces trozos grandes de go lpeado en el pecho, haciéndom e toser? Pues yo no dejaba
j'
la mezcla y simplemente los echan sobre el entramado: tú de toser y toser. Entonces Hawa , la hija de mi mad re co n
lo arrojas desde dentro, y yo lo arrojo desde fuera. Después su marido, el vigila n te, que vivía otra vez co n nosotras, me
~ coges agua y alisas las paredes, y lu ego las enyesas . En las llevó a la gra n ciudad, Mogadiscio, para qu e m e miraran
casas redondas, los tejados de hierba son puntiagudos por ra yos X. Dijeron que había uii agujero en mis pulmo-
como conos . En las casas cuadradas, ponemos paneles de nes -el bacilo de la tuberculosis apenas se había iniciado-
zinc sobre el tejado para que el agua no penetre. Las casas y tendrían qu e ingresarme en un ho spital.
están muy bien ordenadas, son muy regulares. También re- Era de m añana cua nd o m e llevaron al hospital. Mi
sultaban frescas, como las casas del campo, pero las de mamá no podía aco m paña rme porque aún es ta ba dema-
Mango Village son permanentes. siado débil para ir a la ciudad , y mi papá no iría. Así que
Teníamos cuatro de estas casas, dos cuadradas y dos re- mi hermana m e llevó. Las m onjas italianas es ta ba n a llí:
dondas, además de una letrina, todas dispuestas alrededor Blancas dam as con blancos tocados, largos hábitos blancos,
del daash (patio). El daash es donde cocinas, donde guar- ¡y za patos blancos! Llevaban co lla res : gra ndes cruces de
das el agua, donde te sientas cuando la gente te visita... es madera o cue n tas pequeñitas. Cuando la monja me enseñó
como un cuar to de estar. Algunos están a cielo abierto y mi ca ma, m e qu edé so rp re nd ida: nunca había vis to una
otros cubiertos para que no pueda entrar el agua. Si te lo cama como aqué lla en toda mi vida : m anta, sá ba nas, al-
puedes permitir, cubres el daash; de lo contrario, es descu- mohada y m esilla de noche.

42 43
-¿Está segura de que es mi cama? -le pregunté, por- casa usaba un cubo para echarme el agu a por enc ima.
que cuando vivíamos en las tierras del interior, dormíamos ¡Adoraba el agua! Siempre me estaba bañando, pero mamá
sobre esteras en el suelo, y cuando íbamos a la ciudad, lo se enfadaba porque el agua no era barata. Tenías que pa-
hacíamos sobre catres de madera. ga r a a lgu ien para que te la trajera. El agua del pozo, la
- Sí - m e respondió ella-, es para ti . Ponte có m oda, más cara, la utilizábamos para cocinar. La del río no cos-
deja la cesta sobre la mesilla. El almuerzo es ta rá listo ~en­ taba tanto, así que si tenías un poco de dinero, usabas és a .
tro de dos horas. Ve y juega un poco, y haz nuevos amigos. Pero aquí podía quedarme y usar el agua ha sta que de cidía
Pero mi nueva amiga era mi cama, porque realmente la cerrar el grifo.
ama ba . Empecé sentándome en ella y saltando un poco; su - Después de la ducha tomábamos té con leche y ga lletas ,
bía y bajaba, con suavidad... Y la mesilla de noche"". La y luego podíamos jugar. Un día, mientras estábamos ju-
abrí miré dentro y me dije: «¿PaL-a qué la hacen servir?» ga nd o, una niña me preguntó si quería ver a los que es ta-
La usaban para cosas como la pasta de dientes y el jabón, ban loco s, y yo le dije que sí, de modo que' fuimos a bus-
y las pocas ropas que llevabas contigo. No .tenía n un ar- carlos. Podías verlos en su recinto a través de la reja. Era
ario guardarropa grande; las ropas que tuvieras las gua r- terrible ... Mu chas de las personas que vi estaban de snudas.
abas en la mesilla de noche, o bien bajo el colchón. Yo te- y nos arrojaron piedras y nos gritaron . Cada día, yo explo-
ía sólo dos pequeños vestidos en una cestita, además del raba una parte nueva del ho spital, hasta que llegu é a co -
ue llevaba. Tenías que comprarte tú misma el jabón,.y eso nocerlo todo.
era algo que yo no sabía, así que la herm~na .tuv o que El hospital era realmente grande y con muchas seccio-
traerme un poco a la mañana sigu ie n te . Para limpiarnos los ne s di ferentes. Podías ha st a perderte en él, de gr a nde que
di entes usábamos palitos, y yo había traído el m ío co n- era . Ten ía todas la s enferm ed ad es peli grosa s -s ífilis, tu -
mi go, así que no tuv e ningún problema con eso: berculosis, locura, personas sin manos o sin piernas a
Después de jugar con la cama un rato, me fUI a conoc~r causa de la enfermedad , o sin ojos o nariz, con rostros re-
nuevos amigos . Las niñas te miran de una manera extrana pulsivos, personas espantosas- un montón de enferme-
cua ndo eres nueva, ya saben ustedes, así que me miraban dades diferentes. Leprosos, también. Me enteré de todo
y se reían de mí. Pero no me preocupaba. Estaba acos- después de llevar un mes más o menos en el hospital; a
tumbrada a niñas como ésas en casa; me llamaban cosas pesar de las reglas, solía ir a visitar a algunos de esos se-
porque estaba enferma y flaca, y tosía mucho . Yo miraba a res que tenían estas enfermedades, y me hice amiga de
aq ue llas niñas de l hosp ital, y me reía por dentro y m~ , de- ellos. Los ayudaba a conseguir co sas que necesitaban de
cía: «Yo sé lo que está pasando. Tú estás enferma también.» fuera del hospital: me daban dinero y yo les compraba co-
Algunas se me acercaron y hablaron conmigo y me pre- mida o cigarrillos cuando salía. Pero nunca me acercaba
gu ntaron de dónde venía -quién era- cómo me llamaba. a ellos ni los tocaba, porque tenía mi edo, aunque me gus-
Yo hablé con ellas, amable. Yo era muy dura, pero ellas no taban .
lo sabían. Tenía sólo siete años, pero era una verdadera lu- Podías salir del hospital una vez a la semana, y cada se-
chadora. Sin embargo, quer~ ser prudente en el hospital, mana iba a visitar a la prima ele mi hermano y a su fami -
porque me gustaba todo. lia. Mamá seguía enferma, así que ellos también venían a
Sobre todo la comida. Después de jugar un rato sonó visitarme a mí, porque ella les pedía que m e cuidaran. Al
una campana - ¡gong! ¡gong!- ; era n las doce, y la hora de l cabo de un tiempo, sin embargo, conocí a otras niñas, ni -
almuerzo . Era la primera vez que con ' en una mesa. La ñas mayores que tenían once o catorce años, y ellas salían
comida era deliciosa: sopa, y carne, y pan, y ver uras . Todo cada día. Había una valla muy alta que rodeaba el hospi-
resultaba diferente. tal, y altos árboles detrás del muro. Estas niñas se encara-
Después de comer, las monjas nos metieron en la cama maban a los árboles y saltaban la valla. La vuelta no era
y nos dieron medicina. Nos despertamos alrededor de las . ningún problema, porque la puerta principal estaba abierta
cuatro de la tarde, y tomamos una ducha. ¡Vaya duchas! En para que todo el mundo entrara y saliera, a menos que re-

44 45
I I l' I 1 I j I I I I 1I I j j 1 [ j I j f j
l l I ~ lJ I J I J j J

gresaras después de las ocho, cua ndo la hora de visita ha- co nseguir qu e te los .devuelvan. El rostro es la belleza del
bía terminado y la verja es ta ba cerrada. As í que yo hice lo cuerpo.
mismo que las chicas mayores - saltaba por encima de la En aquellos tiempos nadie se quedaba en la cá rce l más \
"
pared y volvía antes de las ocho- , porque ya me se n tía mu- de ve.inticuatro horas , porque, después de que tu jefe y el
cho m ejor. Había crecid o y ga nado peso graci as a las m e- otro Jefe llegaban a un acuerdo , la policía te d ejaba m ar-
dicinas. Los m édico s me decían: «Sa ld rás es te mes. » chal: Eso fu e lo qu e hicieron . Hablaron y se pu sieron de
Una semana a n tes de sa lir, una a m iga m ía y yo estába- acuerdo. Ella se fue con su padre, y yo m e fui co n mi tío .
mos jugando a la pelota. No sé 10 que le pasó, pero lo si- Pasé la no che en casa de mi tío . A la mañana sigu ie n te m e
guiente que supe fue que m e había dado una bofetada. ll ~varon a donde pudiera coger el autobús , pa garon el
Quizá la golpeé co n la pelota... Ella no dio ninguna expli- billete y me devolvieron a cas a , en Mango Village. Habían
cación. De todas maneras, la pelota debía de haberl e hecho pasado casi siete m ese s desde que m e ingresaron e n el
daño, porque estaba hecha de trapos viejos qu e yo hab ía hospital. •
cosido juntos. Pero no esperé a sa ber qu é había suced id o:
le devolví el golpe . Le di co n la cabeza y la agarré por el
cabe llo para go lpearla lu ego co n tra la pared ; perdió dos
di entes. Hubo mucha sang re . E lla segu ía lu ch ando , me ara-
ña ba y me pegaba , y m e m ordía, as í qu e tuv e qu e luch ar.
Aunque era m ayor qu e yo, no pudo derrota rm e, porqu e yo
era tam bié n fuerte.
Llegó ge n te y nos se paró, y el hospital llamó a su fa mi -
lia y a la policía. La poli cí a nos llevó a la co m isaría, y yo
les dij e que llamaran a mi jefe de aquella ciudad . Él y mi
papá er a n primos terceros. Yo sa bía dónd e vivía y có mo se
llamaba, y el nombre de su padre, pero nunca había visto
su casa. La polic ía fue a bu scarlo. El jefe d e la niña llegó
co n su padre, y los tres es tuviero n hablando co n la poli cía,
y la po licía les contó lo que había ocurrido. Los dos jefes y
el padre de la niña siguiero n hablando hasta que llegaron
al acuerdo de qu e mi familia pagaría cuatro camellos y dos
vacas a la suya . Así ocurre en Somalia: si cometes un error,
o matas a alguien, o le sa ltas los dientes de un go lpe, o le
haces daño físico, has de pagar. Tienes que pagar por el
daño que has hecho. Si a lguien te rompe la ventana, tú
quieres que la ventana se a arreglada, ¿n o? Si le ha go un
co rt e grande y feo a alguien, he hecho dañ o a su ro stro, así
que tengo qu e pagar por ese daño, o al m enos en parte. Te-
nemos reglas para todo. Y has de comportarte segú n la s
reglas.
, 1 Los jefes decidieron que serían cuatro camellos y dos va -
cas porque el rostro es una parte ca ra del cue rpo . Tienen
un valor por cada parte del cuerp o. Si te rompo un b razo
, o una pierna, no es un pago tan grande, porque eso se arre-
gla. Lo que más vale son los di entes , porque nunca puedes

46 47
1 niños nos comportábamos bien! No s daban de comer; muy
lla cas abuelas te decían que volvieras a casa.
~n Mango Village podías ir a la casa de cualquiera, y te
h~cJan se n tar y comías con ellos. Así son las cosas allí. Yo
misma tenía muchos lugares a donde solía ir: Incluso ha-
?ía eleg~do mi comida favorita. ¡Sabía quien hacía la me-
~or ~omlda! ¡Y quien no la hacía! A veces decidía a donde
Ir mlentJ:as mi mamá aún estaba trabajando en el mercado.
U~ _ ? I~ , recuerdo. mamá. había dejado de trabajar, y yo
CAPÍTULO 4 m~ diri g ía a ~er a un~ anclan~ señora que me gU,staba, y
mi ~adre paso POI: alh. Un arrugo suyo, un hermano casi,
h~~I~ muerto, y mi papá habría criado a su hijo. Así que se
Mamá empezó a vender frutas y verduras en el mercado, dirigía a la casa de este hijo. Cuando pasó por delante de
porque su prima tenía campos y huertos, y había dicho a nue~tra casa, todos los niños vinieron a decirme: «E h , tu
mi mamá que podía llevarse una carretilla llena de pro- papa pas.a por aquí; sí, sí, tu papá está aqu í.» Yo deseé que
ductos cada día y venderlos, para que comprara comida se detuv~era y entrara. Quería que todos los niños vieran
para los niños. com? nu padre entraba, y que supieran que me amaba;
Por la mañana ella iba al mercado, y allí había de todo. quena esta~- orgullosa de él, y ~ue todos los niños supieran
Alrededor del mercado había algunos puestos: tiendecitas y que , yo tema un padre. Pero el no entró en mi casa, sólo
carniceros. En el mercado vendían las mejores frutas : dife- p~.so por allí, y yo hubiera tenido que ir a la casa de ese
rentes clases de naranjas; diferentes clases de bananas... hIJO para verle. Yeso dolía.
¡Todo fresco! Los vendedores se sentaban afuera, bajo el Mi I~erma~a Hawa era lo bastante mayor para casarse
sol. Había quizá cuarenta o cincuenta. Se sentaban en el ya. Tema. la piel clara, y no sólo eso, también era bonita,
sucio, y nosotros paseábamos por allí, comprando lo que muy bonita, de una gran belleza. Labios llenos, s us dientes
queríamos . Recuerdo que así es como la gente vendía la le- eran superblancos, y tenía las encías negras. Ojos y nariz
che: Tú te llevabas tus recipientes 'de hojalata con asas. Los muy he~losos, cabellos suaves ... todo en ella era hermoso.
llevabas a las mujeres y los hombres que vendían leche y las clucas de piel clara como ella las guardaban dentro
decías: «Déjarne probar tu lechc.» Si no te gustaba, ibas y de la cas~ porque tenían miedo de que alguien lés echara
probabas un poco de otra, tanta como querías. Cuando en- mal de OjO. La gente tiene envidia de esas chicas, así que
contrabas la mejor leche, te llenaban tantas latas como ne- han. de mantenerlas en casa. Deben llevar un shuko (gran
cesitabas. Decías: «¡Pon un poco más! ¡Pon un poco más!» vestido n.egro de largas mangas) para cubrirse. Porque el
«¡Llénalo!» Había diferentes tribus, y una tribu era de per- mal de OJO te pone enfermo. Puedes coger sarpullidos, bul-
sonas un poco sucias, y mamá decía siempre: «[No les com- tos por todo el cuerpo; fiebre; toda clase de enfermedades...
pres leche a ésos!» Era bonito pasarse los días en el mer- ~ntonccs ~endrá un sheikh y te leerá el Corán, rezará por
cado. Me quedaba allí con mamá hasta las siete, cuando ce- ti, y te dara agua para beber. Escribirá una parte del Corán
rraban. en un troz~ de p~pel, q~e llevarás encima para protegerte.
. Otros días me quedaba con la mujer más anciana. En Pregun te a mi ~ama por qué mi hermana tenía la piel
mi cultural las abuelas cuidan de los bebés. Son hermosas, clara. Y ella me dIJO: «La bañaba con agua caliente.» Yo
son aaor;ble~, se pre~~pan...- ¡consfeñtena'los beb és! Las ~ensé: «¡Ajá!» De modo que cuando mamá salió para orde-
abuelas por parte de tu madre, o por parte de tu padre, o nar a las vacas..., aunque yo era pequeña, puse una gran
ólo parientes, no importa. No cobran por ello; es gratis. olla al fuego, y la llené de agua, y añadí más leña al fuego,
Todos los que son mayores vi i an a los niños, cuidan de hasta que el agua empezó a hervir y hervir, Mi mamá vol-
o el mun 1 ven a os niños haciendo algo malo, les
vió y encontró aquella gran olla con el agua hirviendo.
dan azotes y les dicen que no lo hagan. ¡Así que todos los
49
ni l j , j • I I I • j • I l I • i I I l t • t • 1
-¿Para qué es esta agua? - m e preguntó. lo co m praba. También podía tener m esas y más platos, y
- Quiero que me bañes con ella, mamá - respond í yo-. quizá un a radio , y todo es ta ba limpio. A m í me gus ta ba
Quiero volverme de piel clara como mi hermana. aquello. Pero no lo teníamos , y no m e preocupaba. Me se n-
-Me alegro de que no te bañaras tú misma - m e gritó tía feli z co n lo que teníamos . Sabía qu e éra mos pobres.
ella entre risas- , porque te estaba tomando el pelo. E so es y nos gus ta ba aquel lu gar. Era limpio, y la ciudad tenía
una creació n de Alá. Observa como todas las cosas son di- un m ontón de cosas de la s que habíamos ca recido e n
ferentes, los animales son diferentes, los humanos son Mango Villa ge. Me gustaba m ás el olor d el pueblo , s in em -
diferentes. No es una co sa que tú pu edas hacer. bargo; la fr esc a brisa... olía como las flores. En la ciudad
Al cabo de unos meses empezó una sequía , y el río se olía a la co m id a que co ci naban . Por la m añana podía ol e;
secó. No había bastantes verduras y frutas para vender. las especies .
Pero mi madre era fuerte, fu erte. Mu fuerte . Muchas mu- Unos di ez día s d espués de instalarnos la s cosas ernpe-
jeres eran mu fu ertes, puedo d ecir que las verdade zar on a ir mal: mi abuela se puso enferm a, e, ' inmediata-
ti]eres so malíes so n el cereoro ha. Mujeres du- mente d espués, nuestras va cas em peza ron a morirse. Mi
ras , muy espaOila- as. Aprendí mue o e e as. Yo intentaba mam á se levantaba temprano por la mañana, a n tes d e la
es ta r all í, ree m plazar a mi papá , ayudar a mi mamá, de- salida d el sol, para rezar; luego, a la salida del sol, orde-
mostrar qu e, si bien ella no lo tenía a él. yo es ta ba allí para ñaba las vac as. Antes d e rezar, sin e m bargo, ib a a mi rar las
a yudarla. Yo era joven , pe ro es taba ce rca de mi m adre , allí. vacas, para asegu rarse d e qu e tod as es ta ban bi en . Aqu ella
El dinero qu e había ga na do con la ven ta de los a nim ales mañana , c uando fue a mi r arlas , dos de ellas habían
casi ha bía desaparecido. Y ni s iquiera po día ga nar u n po- muerto, y ella no podía creerlo. Llamó a varios ho mbres
quito de dinero, po rque no había llu via . Cada día es taba más para que la ayudaran a arrastrar las dos vacas muertas a
preocupada. Por fin decidió vender la casa y muda rse a Mo- algún lu ga r... No habían e m pezado a oler toda vía , así que
gad iscio , la gra n ciudad qu e hay junto al oc éano. Además, tenían que llevárselas de all í y e n ter ra rlas. Y ca da d ía era
Hawa se cas aba pronto y se iba a Mogadiscio. Mamá pensó lo mi sm o: m ás vacas muertas . Mamá no podía dormir por
que probaríamos a ver si las cosas marchaban mej or allí. la noche; te ní a que quedarse fu era y ver co mo iban mu-
E l lugar al que iríamos a vivir era la casa que yo había riendo una tras o tra. A a lgu nas las mató ella co n s u propia
es ta do visitando cad a se ma na c ua nd o me enc o n traba en el mano , para que la ge n te pudiera comer la ca r ne. S igu iero n
ho spital. La prima de mi hermano Hassan tenía mucha tie- muriendo hast a que sólo quedaron cuatro.
ITa, así qu e nos di o espacio d onde construir una ca sa y Esto no era muy corrien te , y se es ta ba co nvir tie ndo e n
guardar vacas también. En la ciudad mantenían a las vacas un terrible, de sastre . Mi m amá pensó qu e era qumay o (mal
encerrad as en el recinto d e la casa , y por la noche les ata- de ojo). La parte de Mo gadiscio a donde nos habíamos mu-
ban las pa la s. De esa manera podían alimentarlas y vender dado era una zo na pobre, y no había muchas personas que
su leche. Después de vender la casa de Mango Village, tuvieran el ganado que teníamos nosotros. Mi famili a ,
mamá empleó el dinero en comprar más vacas. Se las arre- cuando llegamos a Mango Village, éram os todos guapos,
glaba bastante bien ahora. Contrató a un hombre para que, fresc os y d e aspecto sa lud a ble. La gente tenía muy poca s
junto con mi hermano; llevara nuestras vacas a la ciudad, cosas, y todos se quedaron sorpre nd idos al vernos... niños
porque era un viaje de tres días . Fuimos a la ciudad en un sa nos, va cas sa nas, familia sa na. Así que mamá pensó que
coche. En nuestro nuevo solar, mamá construyó una casa nos tenían en vid ia, y que nos habían ec hado m al de ojo.
redonda de barro y zarzo para mí, para mi abuela y para Mi m amá tenía una parienta que vivía a unos cinc ue n ta
mi hermano, Hassan, Mamá y yo dormíamos una al lado kilóm et ros de la ciudad. Po seía una pequeña granja allí, y
de la otra en un catre de madera. Había una sola sá ba na, algunas vacas, ca bras y ovejas. Así qu e mam á , la a bue la
y ella si empre se aseguraba de que yo estuviera tapada. No y yo llevamos las cuatro vacas a ese lu ga r, y la a b ue la se
era ningún problema. Pero algunas noches me acordaba del quedó allí cuando mamá y yo vol vimos a la ciudad, po rque
colchón de muelles del hospital. Si la gente tenía dinero, se aquello era más sa lud a ble . .

50 51
Yo era joven, pe ro veía el dol or e n el ros tro d e m am á .
Pensé, soy como ella. Am aba a mi mamá , y sen tía el mi smo I vo!vía ta rd e con un poco de a z úcar, y hacíam os té y lo to-
dolor que ella. Como dormía a mi lado, sa bía cuando llo- L ma ba m os para cenar; y volvíamos a d ormir.
raba, cuando es ta ba preocupada, cuando no d ormía..., sa- Mam á sa lía temprano cada ma ñana, co m o si tuvi ese
bía todo es to porque se quedaba de spierta, rezando suave- algo qu e hacer, tal co mo hacía a n tes . Una m a ñana vo lvió
mente a mi lado. Pero nadie m ás lo sabía, porque al día si - : on un. p ~co de té, y tomam os té a que lla noche, y a la ma -
guie n te ella es ta ba e n el m ercado, o con s us animales, tra- nana s lgllle n te, se di spon ía a salir o tr a vez. Yo le dij e:
bajando y ri endo. Nadie más hubi era podido decir lo que - Ma má , ¿a dó nde vas?
es ta ba sufriendo. Pero ahora ella había cambiado; ya no era - Vamos, ven co n m igo - d ijo ella . Ha wa a ú n ten ía qu e
la mi sma muj er. Ni siqu iera se lavaba la ropa. A veces sa- qu ed arse e n cas a, para qu e no le ec hara n mal d e ojo. Pe ro
lía y paseaba du rante kil ómetros y kil ómetros, pen sando lo mam á m e dij o :
que tenía que hacer, hasta qu e tomaba una deci si ón . Y ni - Va m os.
siqu ie ra yo podía ir con ella , porque yo era incapaz de an- Mamá y.y0 a.nd u vimas media ho ra , ha st a qu e-llegarn os
dar tanto. a un a gra n iglesia blanca co n un a mu chedumbre d e perso-
Yo que ría dar a mamá m ás d e lo que ella tenía porque nas se n ta d a ante ella , es pera ndo a lgo. Yo le p regun té:
ya había hecho much o , y luchaba tan duramente para man- - ¿Qu é es es te s itio ? ¿Qué es tás es pe ra ndo?
tenernos con ella. Yo de seaba d emostrar a mi padre que - Es te sit io es d onde las person as qu e no tien en nad a
ella tenía razó n , q ue podíamos a rregla rnos sin él. Q erí a para co mer pueden consegu ir algo d e co m ida - d ijo e lla. Y
que ella descansa ra. yo le pregunté:
- ¿Nos va n a dar ca rne?

n
A veces me encaramaba a u n árbol pa ra es tar más ce rca
d e Alá . Le rezaba y le ped ía po r favor que nos ayudara, que - No - d ijo ella-o No; só lo nos darán arroz o maíz o
nos env iara un poco de dinero . Levantaba la miraba al judías.
. c iclo . Pensaba que podría haber dinero en las nubes. - ¡Ma ravilloso ! - excla m é yo -o ¡As í qu e hoy co mere-
Hawa tr ataba d e co nsegu ir alguna ayuda de su marido mos al go!
para nosotras. No s tr aía un poco de dinero, pero no era y ella respondió:
bastante. Cuando ella le pedía más, porque sa bía lo ser ia - S í, gracias a Dios, hoy com eremos a lgo.
que era nuestra s ituaci ón , él le decía que se había casado Teníamos qu e llegar a aquel sitio a las sie te de la ma-
con ella pero no con toda su familia , y que él no e ra res- ñana más o menos, y las personas que esta ba n e nc a rga das
ponsable de no sotros. Así que mi hermana le pidió el di - de aq ue llo no aparec ían hasta ce rc a del mediodía. Hab ía
vorcio, y él se lo dio sin ningún problema. Entonces ella mucha gente allí. .. muchas mujeres co n ni ños llorando. Ha-
volvió a vivir con nosotros. Y las cosas empeoraron, porque c~a ca lor. ¡Qué calor! No teníamos agua. El estómago va -
teníamos una boca más que alimentar. Y mamá pensaba CIO .. . Un sol mortal... los ni ños que lloraban - n iflos pe-

que ella era la responsable de aquel divorcio, así que sen- quc ños-« porque no tenían nada que comer. Cuando los
tía más dolor. hombres aparecían al fin, todo el mundo quería se r el pri -
Había algunas m añanas e n que no teníamos nada en la mero. Todos se golpeaban unos a otros, se su bía n encima
casa excepto agua. Así que lo que hacíamos era ir a la casa del que es ta ba delante, y se peleaban. Mi mam á hacía lo
de algunas familias que eran del linaje de mamá. Sabíamos mismo que lo s demás, porque era la única m anera d e co n-
que es ta rí a n coci n a nd o la com ida. Ellos no sabían que no- segu ir un poco d e alimento. La com ida podría acaba rse an -
so tros íbamos; sencillamente llegábamos y nos quedába- tes d e qu e todo s hubieran conseguido a lgo, as í que cada
mos allí, y ellos nos invitaban y nos daban comida, y co - uno qu ería se r el primero. Llegaron g ua r d ias para impedir
míamos. Nunca habíamos hecho esto en nuestra vida; ér a- la pelea, y em peza ro n a golpe a r a la ge n te co n sus porras.
mos demasiado orgullosos. Pero lo hicimos un par de días. Uno de ellos dio dos golpes a m amá en la ca beza co n la po -
A veces dormíamos co n el estómago vacío, ya veces mamá rra. Ella se sin tió mareada, y cas i se cay ó al sue lo , pero eso
no la detuvo. Siguió avanzando, co n m igo a su lado, y co n-
52
53

~ ,
'.1

seguimos tres latas llenas d e arroz... Mamá recibió dos; yo, no se lo podía creer; ¡Maravilloso! ¿R ecuerdan como re zaba
una. Volvimos a casa, guisamos el arroz: y hubo una gran yo a Alá? Pues esto era un re galo qu e él no s enviaba . Era
fiesta. Ese día , mi prima - aq ue lla cuyo marido nos había un e nor me alivio.
dado la tierra para que levantáramos nuestras casas- nos Mi primo trajo cincuenta chelines para n osotros al día
dio un poco de azúcar. Cocinamos el arroz con agua, y co - siguiente. Mamá los cogió y se metió en el n eg ocio de la
mimos arroz y té. Y aquello fue delicioso, porque no ha- venta de pan . Iba a la panadería , donde hacían pan a pri-
bíamos probado una comida d ecente desde hacía tres días. m era hora de la m añana, y llevaba co ns igo una gra n bolsa
A la mañana siguiente, la cabeza de mamá apareció hin- y al gunos trapos. Cuando e res un vendedor d e pan, vas a la
chada en la zona en que el guardia le había golpeado. Así panad e ría con tu bolsa y tu s trapos y le d as al panadero el
que ni siquiera pudo rezar, porque cada vez qu e se sen ta ba dine ro del pan y luego envuelv es el pan calie n te, reci én he-
'se mareaba. Se cayó al suelo una vez, y después de eso per- ch o, e n los trapos y lo metes en la bolsa, y e1espués sa les y
maneció echada hasta que se s in tió mejor; Se quedó en casa em p iez as a vender. Gritas: «[Pa n ! ¡Pan! ¡Pan para vender! »,
tres días. Estaba convencida de que el lugar donde vivía- y la ge n te sale d e su casa y te co m p ra todo el que qui e re.
mos traía mala suer te , así que fuimos a ver a otro primo Después d e qu e has acabaelo ele vender una bol sa, pu ed es
nuestro, Habib, por si él tenía alguna forma de ayudarnos. volver a la panadería, pero la mayor palote ele las veces só lo
Fue a pedirle algo de ayuda - u n poco de dinero- y yo la vendes pan para el desayuno y para la cena. Así que m am á
acompañé. Le explicó la s itu a ci ó n, y él le dijo que podía- so lía ir do s veces: una por la m añan a y o tra por la ta rele .
mos mudarnos todos a una d e su s casas r edondas de un a Ganaba un par ele cheline s al día , a vece s hast a tres. Por la
habitaci ón al cabo de cuatro o ci nco d ías , ta n p ront o como n oche , s i había q ue elado a lgo d e p an , lo tra ía a casa , y gui-
él lograra qu e sus oc u pan tes se marcharan. Tamb ién d ijo sábamos carne y salsa para comer con él. S i no quedaba
que iba a hablar con otro primo que tenía una tiendecita , pan, cociná ba m os un potaje de harin a ele m aíz o d e a lTOZ
y que vería lo que podía reunir para ayudarnos. Nos dio y judía s. Al m enos ten íamos co m iela que poner e n la m esa.
veinte chelines aquel mismo día, para que pudiéramos vi- Yo tampoco m e quedé e n cas a . La es posa de Habib co -
vir, y nos compráramos un poco d e comida. Así que tenía- nocía a una muj er qu e trabajaba para un a famili a á ra be, la
mos veinte chelines, y mamá se fue al mercado y compró cual le elijo que sabía de otra familia que necesitaba una
algo de carne, y un poco de todo lo que a cos tu m brá ba m os niña que trabajara para ellos . Yo dije a la esposa ele I-Iabib:
a comer: bananas, fruta, aceite, azúcar, leche... ¡todo! «Sí, qui ero ir a trabajar para ellos.» Ella dij o que podía ir
Tomamos al autobús por la mañana y llevamos un poco un viernes, porque ese día mi mamá no vcnelía pan. El vier-
de comida a la abuela: azúcar, café, fruta, arroz, spaghetti ... ne s, en nuestro país, la mayoría de personas no trabaja,
Carne ya tenían, porque la mujer con quien la abuela vivía porque es el día santo, el día de quedarse e n cas a con la fa-
tenía pollos. Le llevamos todo lo que pudimos. milia. Al viernes sigu ie n te fu imos a ver a es a familia, y ellos
Yo llamaba a la otra mujer «abuela» también, porque me dijeron que iban a tratarme como si fuera su hija. Eran
era vieja. Dos de las vacas estaban preñadas, y tenían un marido y una esposa, y como la esposa era árabe, no sa-
hierba fresca yagua limpia. Nos pasamos dos noches allí, lía ele la casa; por eso m e necesitaban: para ir a la s tienela s
comiendo y hablando, y era hermoso. y hacer también pequeños trabajos en la casa. Dij eron qu e
Luego volvimos a la ciudad. Fuimos a la casa que Ha- me pagarían veinte chelines al mes , y m e darían un luga r
bib nos había dado. Habib podía ayudamos un poco, por- para es ta r, con co m id a y ropa.
que, aparte de la renta de sus otras tres casas, tenía un em- Mamá me dejó allí y dijo que volvería a verme al si-
pleo, además. Lo poquito con que ayudaba era mucho para guiente viernes. La primera noche, la mujer me hizo acos-
nosotras. Y el otro primo dijo que nos prestaría algo de di- tarme en el suelo, sobre una pequeña es tera. Yo no podía
nero para hacer que mamá empezara el negocio que qui- dormir porque el su elo esta ba muy frío, Así que quité los
siera. Si ganaba dinero, mamá se lo devolvería, pero si lo cojines del sofá y los puse en fila en el suelo y me ec hé a
perdía, no le importaba. Eso era más que suficiente. Mamá dormir sobre ellos.

54 55
En mitad de la noche , la muje r á ra be fue a l cuarto de qu e q uedaba en su plato, ella añad ía u na o d o s c uc haradas
baño y me vio dormid a en el suelo so bre lo s coji nes. Me más, y m e d aba el plato sucio e n que ellos habían com ido.
despertó y me dijo: «[No vuelvas a hac er esto! », y m e hi zo Si el m a rido no volvía a cas a, ella me m a nd aba a su tienda
poner de nuevo los cojines en el so fá . Era mi primera no- con su pl ato de co m ida . Eso m e gus ta ba, porqu e e n c ua n to
che, y yo no podía decirle que el su elo estaba demasiado había d oblado la es qu ina , comía un poco d e s u carne , y me
frío para dormir sobre él. No me hubiera import ado si hu- seca ba la m ano y la boca co n un poco d e tie rra d e la ca lle
biese sid o un suelo d e tierra, pero era de cemento. Nunca para que no pudieran ver que había es ta do com ie ndo d e s u
en mi vida había dormido sob re cemento. Yo es ta ba asu s- comida. Aú n s ue ño que ten go hambre, y qu e ella m e es tá
tada, así que me callé. Cuando ella se hubo marchado, me re gañando por lo d el sofá di ciéndome: «Nu nc a vu el vas a
ec hé e n el suelo. Pero seguía sin poder dormir. Me levanté ha cer eso.»
y me sen té e n una de la s sillas , y me quedé dormida. Pero Pensaba que mi m amá j amás vol vería a buscarm e . 'No
ella no me dejó siq uie ra descansar en la s sill a s, porque de- sabía qu é hacer pa ra regr esar a cas a. No sa bía d ónde es-
cí a que yo llevaba los pies sucios. No m e dio ninguna sá- taba mi fam ilia. Durante sie te días, m e esclavizó , pero d e
bana para cu bri r me. Tenía sólo un trocito de tela y un ves- verdad. Y cua ndo m i mam á vino , 1l00-é, y llo r é. Hab ía su-
tido, eso era todo lo que poseía en el mundo. Necesitaba plicad o a Alá que m e d evol viera a mi mam á . Rahim a , te
una sábana para cubrirme, pero tenía que llevar mi vestido asegu ro que el día que ella vino no podía creerlo. Cua ndo
por la mañana. Así que m e ponía el vestido por la noche y abrí la puerta y la vi, me ec hé a llo r ar, y m e apreté co n tra
m e cubría la cabeza con el trocito d e tela, para que lo s mos- mi mamá co n mucha fue rz a , como s i no quisi era d ejar que
quitos no m e picaran. Y m e puse e n ferm a, tosiendo, res - se mar chara o tra vez.
friad a , y co n fi eb r e . - ¿Qué ha pasado? - m e preguntó con expresión preo-
La mujer m e hi zo trabajar como si yo fuese un a perso na cu pa da.
mayor, aunque todavía no tenía ni ocho años. Me hi zo tra- - Ha hecho que durmie ra e n el su elo - res po nd í 110 -
bajar duramente, muy duramente, hasta que hube lavado randa-. Me ha o bliga d o a la var la ropa , m e h a gr itado, no
el último vaso, la última cucha ra . ¡Ah!, y lu ego barrer la me ha tratado bi en...
casa, fregar, hacer la cama ... trabajar como una pe rsona y mi mamá em pezó a llorar tambi én.
mayor. A vec es no era capaz de lav ar la ropa; cua nd o es- Aqu ella m añana era viernes, y el marido se encon tra ba
taba húmeda, pesaba mucho, y yo no podía levantarla, así en casa. Mamá se e nfu re ció ; quería agarrar a la muje r y
que só lo la removía con la mano. romperle el cuello. Lo habría hecho, porque era muy a lta y
Al verme enferma, ella no hacía nada para cu ra rme. Por fuerte, pero el marido estaba allí. La s ujetó y habló co n clla
la noche, cuando hacía frío, tosía y es tornu da ba, y me da- amablemente; le pidió que se calmara y le preguntó qu é ha -
ban escalofríos y lu ego me ponía tan caliente como el bía sucedido. En realidad, él no sa b ía nada de lo ocurrido.
fuego. A la mañana siguiente tenía que levantarme y tra- Cuando le conté lo que su mujer m e había hecho, se e n fu -
bajar. Y ella, aunque sólo quisiera un poco de agua por la reci ó co n ella.
noche, me despertaba para que se la llevara. - ¿Po r qué no se lo contast e a nadie ? - m e p reguntó
No me daba bien de comer; yo estaba hambrienta siem- él-o ¿Por qué no m e lo dijiste a mí? - y se exc usó una y
pre porque sólo me daba las sobras. Por la mañana, su ma- otra vez.
rido no desayunaba. Sólo tomaba un va so de leche y se iba Lo qu e habían acordado co n mi mamá e ra qu e me pa-
a la tienda. Pero cuando ella se despertaba, se hacía un garían veinte chelines por un m es entero, así que lo que él
huevo, o carne frita con muufo (pan llano); comía hasta hizo fue darme los veinte chelines por una se m a na , e n co m -
que se hartaba, y me daba lo que ella no se podía comer, pensación por lo que su muj er me había hecho .
quizá una de sus cuatro rebanadas de pan. A la hora del al- Me fui con mamá y m e quedé e n casa h asta que m e
muerzo, si su marido volvía a casa, comían juntos. Yo te- sentí m ejor. Ahora mamá tenía mi s veinte chelines para
nía que esperar a que hubieran terminado. Entonces, a lo añadir a los cincuenta chelines de Habib, ade más del po-

56 57
qui to de dinero que ga n a ba : se sacaba un p ar d e c he li nes pan llano , con carne y verd uras. Una noch e había spaghetti;
al día. Estaba recuperando e l ro stro que solía tener. Y un a la sigu ie n te , a rro z; a la o tra, potaj e de h arin a d e m a íz; a
día, poco después, nos llevó a la tienda y nos compró ropa la o tra , tortas o muujo.
a todos, porque en aqu ella época la ropa era barata. Mi her- H assan e m pezó a trabaj ar tambi én. Iba a l m ercado co n
m ano tuvo pantalones nuevos y una ca m is a . Yo, un ves tido m amá po r la m añan a , y les llevaba cosas a la ge n te, de
nuevo ; llevábam os un trozo d e tela , que atábam os a lrede- m odo qu e traía un poco de dinero a casa. Al cabo de a lgú n
d or d el hombro y nos e nvo lvía la c in tu ra . Yo escogí uno co n tiempo de d edi carse a la ve n ta d e leche , mi m am á había ga -
un dibujo amarillo brillante, y Hawa elig ió uno muy bonito nado bastante: aho rraba un promedio de cu a tro a cinco
tambi én. Además , mamá nos co m pró chancletas de go ma . ch el ines a l día, yeso despu és de co m pra r nu estra co m ida,
Compró un vestido y sa n da lias para la a buela, y un poco porque e n nuestro p aí s se co m pra todo cada d ía , fresco .
de co m id a. Después se lo llevó todo a la a b ue la ~. pasó la íbam os realmen te bi en. Empezamos a cocina r un a co m ida
noche co n ella . m ás a bu nda n te , para qu e Habib y su familia 'co m ie ra n co n
Cuando mamá vol vió de visita¡' a la nbucl a . dij o que ha- nosotros , porque ellos n os habían ayudado , y habían s ido
bía d ecidido d ejar d e vender pan y qUlo' empezaría a vender tan buenos co n mam á. Un día coci na ba n ellos ; o tro, no so -
leche. Había co noc ido a o tras muje res que ve nd ía n leche, y tros, o cocinába mos ju n tos, y lu ego co mía mos fu e ra , todos
ellas le habían di cho cuán to dinero ga naba n , a lgo m ás qu e d el mi smo pl ato. Éramos una familia gra nde y feli z .
el poquito que ella sacaba con la ve n ta del pan. Decidió Pero a u nq ue es ta ba aho rrando dinero , m am á sab ía que
co m pra r un recipiente de leche . porque la leche puedes Mogadi sci o n o era pa ra nosotros . Le gus ta ba n los a n ima-
ve n derla tod os lo s días, desde la m a ñan a a la noc he . La les , y h ab ía d ecid id o vo lve r a Man go Villa ge después de ha -
gente la necesita con tinuamen te: para el de sayuno, a la ber ah orrado s u fic ie n te dinero . Yo qu ería ay ud a rl a . así qu e
hora d el a lm ue rzo, para la ce na. em pe cé a ven der pan llan o y tortas. Cua ndo le ped í a I-1 a wa
Ahora se marchaba d e casa muy temprano po r la m a - que m e ay u da ra a coce r el m uti[o , ella dij o : «No ... ¡n i ha -
ñana, a la sa lid a del sol, d espués d e haber rezado, y no re- bl ar! » No quería tene r cica tr ices y qu emadu ras e n los bra -
g resa ba hasta d espués del anochecer. Vendía cua tro o ci nco zos. As í qu e la es posa d e H abib m e e nse ñó a ha ce rlo. Mu e-
recipientes de leche al día . Cuando había vendido uno , iba les el m a íz, lo mu el es hast a qu e es h a rina . Lu ego ha ces la
de nuevo al m ercado a co m p ra r otro. No vol vía a casa du - m asa . la go lpeas co n la mano hasta que se q ueda pl a na
rante el día a co mer. Cu ando regresaba por la noche, co m ía co mo el pan de pita , golpeas y go lpeas. Lu ego lo m etes e n
un poco de fru ta , y dentro del recipiente de lech e nos traía 'u n horno de a rcilla d onde la madera se ha qu emado hast a
montones d e co m id a . Algunos días, s in embargo, estaba tan hacerse brasa. El horno es gra n de , ca paz para co n te ne r
cansada que, nada m ás entrar en casa, se echa ba en cama veinte tro zo s d e muuio , tres o c u a tro filas de través, pero
y se quedaba dormida. A vec es tenía los pi es hinchados por- el agujero por el cu a l m etes la m ano es peque ño y calie n te .
que había tenido que andar tanto rato con aquella s pesa - Puedes se n tir el ca lor e n el rostro y e n e l pecho . Has de te-
das ca rgas. Sentíamos mucho respeto por ella - e ra una ner un brazo largo para llegar dentro s in qu emarte . Aún
verdadera luchadora- , y solíamos frotarl e lo s pies por la tengo cicatrices en los brazos de cu a n d o m e quemaba co n
noche cuando estaba ec ha d a . la boca d el horno. Pero aprendí, y a veces aho rraba m edi o
Al llegar la hora en que ella vol vía a casa por la noche, c helín, o un c helín, al d ía . Desayunábam os «gra tis» , porque
todos es tá ba m os exci ta dos ... en especial yo, porque era m ás yo hacía las tortas, y, e n ocas io nes, la cena nos salía gra tis
joven y me gustaban las bananas, ella solía traerme al guna también, si no podía vender todo el p an y nos qu ed aba un
todos los días. Así qu e yo salía a esperar a mamá, y los de- p oco. Empecé a se n tirm e más sana cada día , porque apren -
más también, porque ella siem p re les traía un pastelito o día cada vez m ejor a hacer el muufo y las tortas , y ve n día
algo dulce para que se lo comieran antes de que la cena es- m ás porq ue mi muujo y mi s to r tas tenían m ejo r as pec to .
tuviera lista. Luego cocinábamos una gran comida para to- Así que ganábamos dinero, mi m amá, mi hermano y yo .
mar al caer la noche. Comíamos mucho arroz, y tortas y Un d ía que mamá es ta ba vendiendo leche , se e nc o n tró

58 59
co n su tercer m ar-ido -el oficia l. aq uel que no podía tener
hijos- e n la ca lle. Cu and o él la vio , se si n tió ave rgo nz ado
porque ella ten ía aspec to d e ca nsanc io y es ta ba manc had a
de barro. Ell a hubier a q uerido ir a pedirle ay uda mu chas
veces, porque sa bía q ue él vivía e n la ci ud ad , pero e ra d e-
masiado orgullosa pa ra eso. ¡Y a hora él la veía así! Habl a-
ro n un rato . y él le o freció u n poco d e ay uda. Ella la re-
c hazó, pero é l in si stió: «Al m en os d eja que te ay ude por tu s
hij os.»
CAPíTULO 5
Ell a le dijo d ónde vivía mos, y un a noche nos traj o cinco
kilos de az úcar , un gra n reci pie nte d e aceite para ·coc ina r.
E n Mango Village , nos m udamos un pa r d e veces . El ter-
y gra ndes sacos con aITOZ, té y café. Y d io un poco d e d i-
cer luga r e n que vivimos era la misma casa que mamá ha -
ne ro a m amá . Nos vis itaba de vez e n c ua ndo, y me tra ta ca-
bía vendido cuando no s fui mos a Mogadiscio , porque . e n
ra melos y ga lle tas. Yo le gusta ba, y d eseaba q ue hub iera
realidad le gus taba aquel luga r. Ma ngo VilIage, allí estaba
si do m i padre, pOI-que cm u n ho m b re m uy s impático.
el pa ra íso : ag ua y á rboles y hi e rba . y.... o h, era b ueno vo l-
Nos qu edamos e n Mogadiscio ocho m eses. Pa ra e n to n-
ver a llí. Afuera es taba sucio . lleno de polvo y hací a calor,
ces. las dos vacas p re ñadas qu e la a b uela cuidaba habían
pero d en tro d e las casas s iem pre se es taba fresco. Pintába -
parido ya sus becerros, así q ue poseíam os se is vacas. y
mos d e bla nco, rojo. azul - el color qu e nos gus tara- sa-
mamá te nía bas tante d inero a horrado para que pudiéramos
cos de harina vacíos , y los poníamos debajo d el tejado d e
volver a ca sa.
hoj al ata para resguardar la casa del calor. Pi n tá bam os an i-
Cua ndo regresa m o s a Mango Village , mamá em pezó a
mal es, flores y árboles e n las pa redes . yeso hací a que nues-
hacer pequeños nego cios de nu evo . Es ta vez gua rdamos
tra casa pareciera realmente bonita . Nos asomábamos por
nuestras vacas en la ci udad; había m uc ha ge nte q ue hací a
la ve ntana y habl ába m os co n nuestr os veci nos : «¿Tie ne us-
lo mi smo . Contrataban a a lgu ie n qu e por la m a ñana sacara
ted un poco d e azúcar?», y ellos no s respondía n: «Claro », y
las vacas a pastar fuera de la ciud ad. la s vigila ra durante el
no s d aban un poco . No necesitábam os ir a la tienda ; si nos
res to del dí a , y las llevara de vu elta po r la noche . Tu vo que
hacía falta al go, se lo pedíamos a un veci no.
pagar dinero por ello , pero la ge n te juntaba s us an imales y
Un a de mi s tías por pa rt e d e mi padre vivía co n sus hi -
co n tr a ta ba a un hombre para que los vig ila ra a todos.
jos en el gr u po d e casas al que habíamos regresado. Tenía
Mamá hac ía es o , y vendía la leche d e las vacas, y ve nd ía
tres hijas: una er a m ás o m enos d e mi edad . o tr a e ra m ás
también huevos. Una vez m ás. ella había e m pezado algo
joven, y otra , mayor. La s d os hijas m á s jóvenes no habían
nuevo.
sido ci rcuncidadas todavía. Así ue mi tía y o tra tía es ta-
_ ba pens do e n su Circuncisi ón, le re untaron a m amá
/ si q , ·í~ . ue m e ~ ncida ran .:!.~ ismo d~i
jlla.JlliÍJi.ijo que no, porque no te ma Das ante dine ro , ni
tiempo. Había que in vitar a muché.i'Sj)Ci- ¡1iiS y guisar-u n
montón de co m ida para ellas, así qu e necesitabas d isponer
de dinero, aunque la s personas qu e invitabas te tra ían di -
nero también . Mi madre no qu ería recibir dinero de nadie .
quería hacerlo por sus propios m edios: in vitar a la ge n te a
co mer, ce le brar la fiesta y no deja r que le di eran diner o. Era
una persona reli giosa, y nuest ra reli gión no te perm ite que
aceptes diner o, po rque sería como si estuv ieses ve nd ie nd o

61
60
tu comida, y eso no es buen o. Así qu e les dij o a mi s dos forrn e.» Fuera, las mujeres y las niñ as es ta ba n ca nta ndo y
tías que siguieran con su proyecto y se lo hicieran sólo a bailando. Hacen las circuncisiones fuera de la casa, co n
mis dos primas. mucha gente qu e da palmadas y canta para qu e la ge n te no
Pero mis tías hablaron entre ellas: oiga tus gritos. Hacían «Lulululululululu», y cantaban el
- No , eso no es justo - decían-o No vamos a dejar qu e nombre de mi padre y el nombre de mi linaje, di ciendo qu e
Amán se qu ed e fuera, y hacerlo sólo con las otras dos. No era e l mejor, Yo.m e se n tía orgull osa al oír tod o eso . Me dij e,
es bu eno para nu estro apellido, e! apellido de nu estro her- ¿ po~ qué no? Me pu si eron oro en tod as pa rt es, y dinero en
mano. y además, Amán es la mayor, y sería una verg üen za todas pa rt es, y m e llevaron afuera bajo uno de los a ltos ár-
que se lo hici eran a las más jóvenes y a ella no. boles del patio.
Así que decidieron hacérmelo a mí también, sin dejar Había una mujer grande qu e suje ta ba a las ni ña s mi en-
que mi madre lo supiera. Sabían qu e mamá tenía que ir a tras eran circ unc idadas , una mujer fuerte. Le dieron un ta-
ordeñar las vacas antes de la salida de! sol y que no estaría burete bajo, de cu a tro patas. Y hab ía otra mujer. alta, flaca ,
de vuelta hasta media mañana. Cuando hacen las circu nc i- negra, llamada F átirna, para hac er la circ u nc isió n. La mu -
siones , las hacen por la mañana temprano, antes de que jer grande me cogió de la mano, y me suj etó. Yo le dij e:
ha ga ca lor, y antes de qu e la sa ng re se calien te y em piece a - No tien e POI- qué cogerme tan fuerte, no me vaya es-
co rrer... Por la mañana temprano, en cuan to te despiertas. capa r.
In vitaron a lodo el mundo . Mataron un toro, dos ca bras - Oh, ¡eres una bu ena ni ña! - d ijo ella en to nces-o No
y una oveja , y estuvieron cocinando tod a la noche. A la m a- he conocido nunca a una niña co mo tú. E res un a pequ e ña
ñana sigu iente, mi mamá se fue a ordeñar las ca bras . Mis gra n niña , ¿n o?
tías y sus am igos h ab ía n pasado la noc he en nuestras ca- - ¡Sí! - res po nd í.
sas, y habían tenido qu e levantarse temprano pa ra hacer té - ¿Es tás seg u ra de qu e no te vas a esca par?
y café y un gra n desayuno pa ra toda la ge nte que iba a ve- - No - dije- , y tampoco vaya llora r. Y ust ed no va a
nir. Entonces me desp ertaron. Estaban duchando a mi s dos atarme.
primas, y me dij eron qu e tomara una ducha también. Les Porque ca si siem p re ataban las piernas a las niñas. Y
pregunté por qu é, y me preguntaron a su vez si yo qu ería ella dijo:
se r circ uncidada. Les dij e qu e sí, qu e lo qu ería -tod a~ las - Bie n. Me gus ta eso.
niñas de mi edad lo qu erían , porque no hacerlo era des- Hi zo qu e me se n ta ra en el sue lo, so bre un a hierba seca
honroso-s-. pero que tenía mi edo; además, mi mamá no traída por ella . Me dij o que me quitara el trozo de tela que
quería que me circuncidaran ese día. llevaba puesto. Luego se se n tó en el taburet e y abrió las
Me hablaron amablemente y me hicieron sa be r que pen- piernas, y me puso co n la es pa lda hacia ella, mis piernas
sa ba n hacerlo, tanto si me gus ta ba como si no , así qu e yo junto a las suyas. Por lo gene ra l ataba las piernas de la niña
debía ser buera, tomar una ducha y volver. Fui con mi s pri- a las de ella, y lu ego ab ría las piernas del todo, arra strando
mas, y cuando las tr es hubimos terminado con nuestra du- así la s de la niña con las suyas, al tiempo que suje ta ba los
cha , no s envolvieron en los viejo s pañuelos que las mujeres brazos de la pequeña para que ésta no pudiera moverse.
\
llevan sobre los hombros, y cada una de no sotras recibió - No necesita usted atarme - le aseguré yo, porque qu e-
~ un trozo nu evo de tela... a cada una no s corta ron un gra n
pedazo. Nos afeitaron el pelo , y dos sheikhs no s leyeron el
ría que todo el mundo estuviera orgulloso de mí. Si me hu -
biese atado, parecería como si es tuviese as us tada, y no qu e-
Corán. Nos dijeron que aqu ello no dolía y que debíamos ser ría que lo hicieran así.
buenas; que iban a darnos un montón de oro y un montón - De acuerdo - d ijo ella.
de dinero; la más buena sería la que recibiría más. Saben, Confiaba en mí, realmente confiaba; no me at ó, pero me
nos estaban enga ñ a ndo a no sotras, las niñas. Sobre todo inmovilizó las piernas con las su ya s y me sujetó así, por si
me lo decían a mí, porque yo iba a ser la primera; co mo ya pegaba un brinco. Yo estaba sen tada allí, y ella me dijo lo
tenía nueve años, era la mayor. Así que les dij e: «Con- que iba a ocurrir.

62 63
-No es gran cosa, no te dolerá . - Me dijo que fuera ¡Rahima, Dios mío, no había hecho más que em pe za r!
fuerte, tal como yo había dicho que sería-: No defraud~s Le pregunté si había terminado, y me respondi ó que no,
a tu familia. No te defraudes a ti misma. Los niños se reí- que iba a hacerlo otra vez. De nuevo dijo: «No llevará ni un
rán de ti mañana si lloras hoy. minuto ", y la creí. Y todos los que estaban mirando em pe-
Le dije que no lloraría, que iba a ser fuerte. ¡Y lo fui! zaron a poner oro y más dinero sobre mí - so bre mis pier-
Puso un pequeño recipiente blanco con cenizas de car- nas, sobre mi cabeza-, y siguieron cantando. Cada vez que
bón delante de mí, entre mis piernas. Y la otra mujer, F á- deseaba llorar, miraba a mi alrededor para ver si alguien
tima - era una hermosa mujer- se me acercó. Me dijo su iba a ayudarme, pero sólo veía rostros sonrientes, y sentí
nombre, y me dijo lo tranquila que estaba. Habló conmigo vergüenza otra vez, y abrí la boca y fingí que me reía , pero
amablemente para que no sintiera dolor. Dijo que si yo era me estaba muriendo por dentro. Ella cortó la parte supe-
mala ella podría ser mala también; y mientras me hablaba rior de mis labios grandes, y luego cogió unas espinas cómo
así, iba sacando su s cuchillos y el resto del equipo y los en- agujas y las puso en mi vagina de través, para cerrarla. Co-
jugaba para limpiarlos. Luego tomó un poco. de polvo d~ locó siete espinas, y cada vez que ponía una la ataba con
carbón entre el pulgar y el índice y empezó a Jugar ~on mi un cordel para juntarlas. Cuando hubo terminado, puso en-
clítoris, tirando de él para que se hiciera grande mientras cima Ull poco de pasta negra para detener la hemorragia y
seguía hablando , y yo hablaba con ella también, haciénd~l,e hacer que la herida se secara rápidamente, y después un
preguntas - ¿cuá ndo iba a hacerlo?- y ella me reSp~lldlO, poco de yema de huevo para que sintiera frescor. Luego co-
aunque estaba mintiendo. Una vez lo tuvo todo pl~eparado, gió un trozo de tela y me lió las piernas juntas, desde los
fue el momento; cuando me dijo que cerrara los OJos. Yo le tobillos hasta las caderas. Después me envolvieron en mi
pregunté: vestido otra vez y me llevaron dentro, a la habitación que
- ¿Es ahora? , . tenían preparada para nosotras. Yeso es lo que hicieron a
- Sí es ahora - respondió-o Es ahora. No llevara 111 un las otras dos niñas.
segundo. Cierra los ojos. Cuando los abras, el dolor y tu clí- Al poco rato me puse enferma y tuve fiebre. Y cuando
toris habrán desaparecido. orinaba, era como si me estuviesen matando. ¡Como si sa-
Yo dije: liese fuego! O como alcohol cuando se pone en una herida
-¡Conforme! ._ abierta. Era caliente, el pipí, Y yo lloraba. Tuvieron que ta-
Esta vez sacó incluso el cuchillo; un cuchillo pequeno, parme, pero los dientes me castañeteaban, y todo mi
brillante y afilado, con un pequeño g~ncho. Tiró c~? má: cuerpo se estremecía cuando mi madre volvió. Se puso fu-
fuerza de mi clítoris, y esta vez aparte el rostro y dije a la riosa. No dijo nada, sin embargo, porque había mucha
otra mujer: . . , gente allí. Me estaban dando un poco de sopa cuando ella
-¡Cójame fuerte! -pedí a la otra mujer, y rechin é los entró. Estaba furiosa, pero salió un rato y volvió tras ha-
dientes. berse calmado algo. Trataba de controlarse, mas estaba
Y entonces, Dios mío, Rahima, todo sucedió. Mi cuerpo realmente encolerizada, porque no habían respetado sus
desapareció en un segundo, tal como ellas habían dicho. deseos. La habían menospreciado, tratándola como si ella
Pude oí chust... como el sonido que se produce cuando cor- no fuese nadie, algo que aborrecía al máximo. Creo que to-
tan carne, exactamente así era como ella estaba cortando dos tenían un poco de miedo de mamá, pero permanecie-
mi cuerpo. Lo cortó todo; no cortó los labios grandes, pero ron tranquilos, nadie dijo nada. Y ella controló su ira.
me cortó el clítoris, y los dos labios pequeños negros, que Hablé con mamá. Sabía que estaba furiosa, pero yo me
eran haram (impuros), todo eso lo cortó con;o si ~ese sentía orgullosa, así que le dije que fuera feliz por mí.
carne. Oh, Rahima, pensé que me moría. Abn los OJos y -Lo han hecho porque me aman. ¿Por qué no querías
miré hacia abajo, a mí misma, y vi la sangre manando. Una que me lo hicieran con las otras niñas? No deseo que te pe-
parte de mí sangraba intensamente, y en la pa:te donde ella lees con ellas, porque todos sois mi familia. Los quiero, y
había quitado la carne, la otra carne que se vela era blanca. te quiero a ti.

65
64
Ella comprendió lo que yo se n tía, pero aún es ta ba fu- al mi sm o tiempo, y abrió co m pleta me n te el ag uje ro. F átirna
hubo de coserlo otra vez ... La ni ña tu vo m ás dolor v nece-
f
rio sa.
Tuve puestas las es pinas durante tres días. Lu ego, la mu- sitó qued arse en casa casi un mes. -
jer que me había hecho la ci rcuncisión volvió y me las La ra zón por la ue dan puntos de m ás es pa ra q ue,
quitó. Todo es te tiempo permaneces con las piernas atadas , ~a n do te cases, tu manao se pa qu e eres vil' e n. Si e l- ve
incluso cu a ndo haces pis. No tienes qu e beb er mucho para qu e tienes uñ a güje rO Tln- pOCOñiás granae, pen s-;rá qu e has
ori nar lo m en os posible. No comes much o pa ra no tener es ta do haciendo el to nto. Así que las m ujeres - tu madre y
que hac er ca ca ... Sólo te dan un poco de so pa, co n verdu- la mujer que te circ u nci dó- ha n de asegurarse de que tu
ras, y pan seco, porque quieren que tu cue rpo se se que rá- ag ujero es del tama ño correcto. Por eso ha cen ta ntas su tu-
pidamente. Cuanto más líquido beb es , más pipí ha ces y ras y cosidos. El o tro tip o de circ u nc isió n es SU/1/za. No qui-
más húmedo está todo, y ellas no qui eren eso . Cada vez que tan ni cose n nada, só lo hacen un peq ue ño corte o un a lfi-
orinas, escue ce , así que ec ha n ag ua ca liente co n sa l so bre lera zo para qu e la sa ngre sa lga ... un poco de .a ngre. Ni si-
tus ge nitales mientras haces pip í. La sal es un desinfec- qu iera se s ien te co mo un pelli zco. Hoy en dí a , algunas per-
tante, y el agua ca lie n te calma el dolor. Después de que has so nas di cen: «No co rtes . Ha zle su nna . » Pero e n to nces la
orinado , te secan y te llevan fuera. En el daasli han cavado ge nte lo preferí a así, a la vieja manera , para asegura rse de
un a guj e ro en el su elo y han puest o un poco de carbó n en- qu e s u hija no andaba por a hí tonteando , y el ma rido lo
ce nd ido cubiert o co n ce niza. Echan incienso en él. Hacen preferí a porque podía es tar segu ro de qu e su mujer e ra vir-
que te sie n tes so bre el aguj ero, todavía estás co n las pier- gen . Mu ch a ge n te prefiere a ún la a n tigua mane ra .
nas a ta das, apoyada contra una m ujer senta da en u n tabu- Una muc hac ha que es cos ida no a nda ju ga ndo , porqu e
rete. El humo del fuego con el incienso hace que huelas tiene mi edo del do lor, y teme qu e s u familia pu eda darse
bien, mi entras el ca lor va se ca n do la herida . Al ca bo de tres cue n ta cua ndo hagan la co m probació n ca da se ma na . S i hay
día s de hacer eso todas las m añanas y todas las noches, y un a pue rt a ce rra da y o tra ab ierta, ¿cuál d e las dos es más
cada vez qu e orinas, cicatri za s en segu ida cu a ndo eres una fác il de cruzar? Un ladrón no se di rige a un a puerta ce -
niña buena. rrada.
Después, la mujer que te ha circuncidado vuelve par~ Las personas que tu s padres in vitan a tu c ircu ncisió n
quitarte las espinas, y exa m in a tu circuncisión para ver S I llegan a lre de dor de las dos o las tr es de la tard e. La fies ta
tu agujero es pequeño o gra nde. Usa un palito redondo , del es só lo pa ra mujeres y n i ños, co n un pa r de sheiklis para
tamaño de un mondadientes , y lo mete en el aguj ero. Si tu leer el Corán . Sacas tod os los m uebl es de dos habitacio nes
agujero es mucho mayor que un mondadientes - qu izá por- o tres, y dejas co lc ho nes y coj ines en el suelo . La ge nte , an -
que orinas demasiado deprisa- , mete otro bastoncillo con tes de en tra r, se quita el ca lza do. Llegan en gru po s de pa -
una espina para cerra rlo más. En caso contrario, si tu agu- rientes o de ami gos, y por lo ge ne ra l se s ien ta n co n aq ue -
jero está bien, descansas durante siete días con las piernas llas personas con las cua les han venido. Les tr aes dos cuen-
atadas pero algo menos apretadas. Luego te dan un bastón cos de a gua ca lie nte, uno co n jabón y otro sin él, pa ra qu e
para que te apoyes, entonces caminas despacio, te sien tas se laven las manos antes de co mer. Lu ego sirves la com ida.
poco a poco y te echas de costado con las piernas aún ata- Cada gr u po tiene ante sí una gra n fuente con arroz, ca rne
das. Al cabo de sei s o siete días estás bien y puedes ir donde y ens ala da; y fruta, que traes en o tra fuen te . Una vez han
quieras. comido, les llevas otros cue ncos de ag ua ca lie n te, y se vuel-
Yo estuve bien en siete días, pero una de las niñas que ven a lav a r las manos, p orqu e han co m ido con ellas . Les
fue circuncidada conmigo - la que tenía casi mi edad- das un pafio para que se las se que n, y perfume para qui-
tuvo que ser circuncidada de nuevo, porque la primera vez tarse el o lor de la com ida . Después co me n dulces y dá tiles,
que orinó después de su circuncisión sintió el dolor, y luego toman café, té y bebidas suaves. Tra es in cien so, para que
no orinó nada durante tres días. De modo que cuando la tod os se ahumen el ca be llo co n él, y lu ego un perfume
mujer acudió a quitarle los puntos, hizo de vientre y orinó fuerte, y después tienen que irse, porque o tras personas es-

67
66
tán esperando para se n ta rse y co mer en el lugar qu e ellos
ocupan . La gente espera fuera , ca n ta ndo y ba ilando, por-
que quizá sólo tengas dos casa s, y una de ellas es tá oc u-
pada por los sheikhs qu e leen el Corán y por un par de mu-
chachos jóvenes qu e esperan a los sheikhs y les preguntan
si quieren café o té.
Antes de qu e ca da gru po de m ujeres se vaya, las que han
estado sirviendo la co m ida recol ectan diner o. Tod a m uje r
da un poco, lo qu e sea . Y la mujer qu e sirve tien e qu e re- CAPÍTULO 6
cordar cuánto ha regalado ca da persona pa ra pod er decír-
selo a la mujer qu e está dando la fiesta de la circuncisión .
Porque s i tú en tregas ci nco ch elines, la próxima vez que yo Ahora era un a niña mayor, y m amá me llevó. a l co legio.
vaya a tu casa tendré qu e dar cinco che lines al men os, si no ¡Me com pró unas za pa tillas de tenis! La mayor parte del
m ás. Es un sistema de devolución...; no sé como lo llam an tiempo yo a ndaba descalza, pero ahora iba a empezar la
exactam ente, pero se trata de un bu en sistema. Adem ás de esc uela . Las lluvias era n tan inten sa s qu e el agua nos lle-
ésta, hay otra oca sión en que hacen lo mismo, y es cu ando ga ba a las rodillas. Llevábamos zapatillas de teni s para qu e
una mujer se casa. Una vez recogido tod o el dinero , las mu- los crista les que había por el sue lo no nos co rtaran camino
jeres se marchan, entonces limpias la habitación, y llega de la esc uela. Cuando llegáb amos allí, lavábamos las za pa-
otro gru po y se s ienta; y así hasta las once de la noch e. Al tillas y a veces no po día mos quitarl es tod o el barro. Pero
final de la jorn ada , lavas los pla tos, limpias todo, y luego entonces las pintábamos y las dejábamos como nuevas. Lle-
cuentas el dinero -sabes lo qu e has gas tado para la fiest a, vábamos las zapatillas un dí a y otro, y cada vez qu e se lle-
y sa bes lo que has sa ca do después-; la fiest a de la circ un- naban de barro, las volvíamos a pintar,
. ión ha terminado. Cuando fui a la escue la , me gu stó; yo estaba muy exci-
tad a. Era feliz, sabes. El primer año, fui la m ejor es tud ian-
te. Mu chas de las maestras eran m onjas blancas, y amables
además. Aprendí italiano deprisa . Un hombre som alí ense-
ñaba árabe , y al principio pen sé que era simpá tico también.
Me gustaba aprender cosas en la escuela. Pero las niñas
- todos los niños- empezaron a ponerme apodos. Decían
que tenía la tuberculosis y que por eso me había quedado
en el hospital durante siete me ses (en aquellos tiempos,
ten er la tuberculosis era como ten er el sida ahora... la gente
se apartaba de ti). También decían que mi familia se había
vuelto pobre y que no podíamos permitirnos comer bien, y
que no s habíamos escapado a la ciudad y luego habíamos
tenido que volver... Me contaban mi historia una y otra vez,
y yo aborrecía oírla. Me enfadaba con esos niños y ernpe-
cé a pelearme con ellos. Cada día. Estaba sola, Odiaba a
todo el mundo. Y comenzaba a odiar también la ciudad.
Lo único que m e gustaba era ir a nadar, así que me sal-
itába la escuela para ir al río. Mucha gente nos .decía que
no fuéramos por allí , que era peligroso. Alguna;'s~pe~onas
'¡ . iban a nadar o a buscar agua para sus vacas.ey''rnorían.
.. .

68 ' 69
Muchos de los niños de Mango Village morían de acciden- tras casas nos decían lo mismo . Y no sólo eso; decían que
tes allí: los cocodrilos se los comían, o no sabían nadar y no era bueno para los ojos, que no era bueno ver algo que
el agua se los llevaba. Era como cI tren, el tren que cruza- no es con-ecto ver. ¡Pero a mí me volvían loca las películas!
ba el pueblo, llevando caña de azúcar a la fábrica de azú - E iba cada noche. La película no podía empezar hasta que
car. Cada vez que el tren cruzaba Mango Village, hacía el sol se ponía, porque la pantalla era al aire libre. A veces
sonar una campana -i-ding, din g, ding-« para que todo el nos quedábamos delante del local y pedíamos dinero a la
mundo se apartara, pero a veces corríamos hacia el tren, gente: «No tenemos peniques, tía . ¿Puedes darme uno, tío ,
espe ra nd o conseguir un poco de az úcar, El tren estaba en puedes darme un penique?» La entrada valía ocho centa-
lo alto de la colina, encima del río, e iba tan deprisa que vos, así que solíamos pedir a las personas que ,podían
tenías que correr, y si eras un niño pequeño y tratabas de pagar: «Tío, llévame dentro, dame la mano. ¡Tío, dame la
alcanzarlo, y tus pies resbalaban, podías caer debajo, ¡y pafl. mano! ¡Tía, dame la mano! » Si no podíamos entrar, como
Muchos niños perdían los brazos o las piernas, o morían. la pantalla estaba al aire libre, nos subíamos a un árbol y
La gente decía que había mucho peligro, pero nosotros no . lo veíamos desde allí. A veces eran películas hindís, pero a
escuchábamos. Y el río era lo mismo para mí: una orilla mí no me gustaban, los hombres gritaban demasiado. Pero
segu ra , una orilla in segura. La orilla segura tenía un dique me agradaban las canciones, y todo el baile.
que evitaba que el agua llegara con tanta fuerza, y mantc- Seguí en la escuela, abandonándola y volviendo a ella,
nía alejados a hipopótamos y cocodrilos. Allí lavábamos durante casi tres años. Yo era mala ahora: solía pelearme y
nuestros vestidos, y de allí cogíamos el agua para beber y asustar a las otras niñas... Era fuerte también . Hice amis-
para co cinar , y allí m e e nca n ta ba nadar. No había peligro tad con lo s chicos, y me volví peor porque iba con ellos. Yo
en a que lla o r illa, y c uand o e m pec é a odia r a la ge n te m e sa bía que e ra diferente . Los dem ás ni ños tenían mej ores
iba allí en lugar de ir a la escuela. El agua era lo que más vestidos, mejores zapatos, mejores casas, tenían un padre
me gus ta ba . Si no iba al río a bañarme, me daba tres o cua- que estaba con ellos: todo lo que yo deseaba y no tenía.
tro duchas en casa. Al día. Cada vez qu e tenía calor iba al Un hombre del linaje d e mi abuela era el Comisario del
as eo -i-chu], chu], chu f-« rápidamente, y salía, y luego vol- Distrito. Acababan de trasladarlo a Mango Village. Mi abue-
vía. Mamá dec ía: «[Vas a terminar con el agua! ¡Eres como la no lo conocía, pero todo el mundo podía ir y verlo, y mi
un pez! » Pero me gustaba estar limpia. Yo era muy limpia. mamá y mi abuela habían hablado de visitarlo. Una maña-
La otra cosa que me gustaba eran las películas. El cine na me habían enviado de vuelta a casa porque había llega-
era al aire libre, con una gran pared blanca que lo rodea- do tarde a la escuela. Me sentía nerviosa y sola, furiosa con
ba, y había largos bancos como los que tienen en una igle- todo el mundo. La oficina del Comisario del Distrito, su
sia cristiana. Los niños se sentaban en la parte de abajo y casa y la escuela se hallaban en la misma zona, y cuando
los hombres en la de arriba. Los mayores no querían oír el pasaba por delante de su oficina empecé a recordar su
ruido de los niños. Había películas de blancos, muchas pelí- nombre. Miré el edificio. Era un hermoso edificio blanco.
culas de John Wayne y vaqueros norteamericanos que Entonces me dije a mí misma: «¿Por qué no entras y hablas
hablaban en italiano . No entendíamos la lengua, sólo la con él y le dices quién eres y le pides que te ayude?» Había
acción. Cuando los vaqueros y los indios luchaban.' noso- dos policías en la puerta; les dije quién era yo y que desea-
tros queríamos que ganaran los indios; siempre nos ponía- ba hablar con él. Como conocían a mi padre, porque él era
mos de su parte, porque se nos parecían un poco y lucha- el jefe, me dejaron entrar y fueron a avisarle de que yo esta-
ban como lo hacíamos nosotros. ba esperando ante su oficina, una niña cuyo padre era Fula-
Nosotros no debíamos ir al cine; nuestros padres decían no de Tal. Así fue como entré a ver al Comisario del Dis-
que las películas no eran buenas para nosotros, ver lo que trito .
hacían no era bueno, ver a una mujer desnuda no era Le hablé de la familia de mi madre, y le dije quién era
bueno, sus ropas no eran buenas, no les cubrían los cabe- mi abuela, porque él y mi abuela eran del mismo linaje y
llos -¡y se besaban!- ¡eso no era bueno! A todos en nues- estas personas aman los linajes. Le hablé acerca de mi

70 71
madre y de todo lo qu e nos había sucedido, de cómo había- Vi el coc he del Comisario del Distrito , con un par de
mos vuelto de Mogadiscio, y de que yo tenía probl emas en niños corrie ndo detrás, y corrí pal-a encon trarme con él y
la escu ela. Me miró y me dijo: «Eres una niña fuerte, yeso acompañarlo a nu estra casa . No s se n tamos todos forman-
me gusta. Puedo ver que tien es estirpe, nuestra estirpe. ¿Ves do corro sobre taburetes de cuatro patas. Tod os nuest ro s
qu é fuerte eres? Así es como tien es qu e se r... de sa ngre fuer- vecinos nos miraban y hablab an de no s otros , porqu e co no -
te. » Yo estuve orgullosa entonces. cían su coc he, tenía un Land Rover del Gobierno .
Le conté mi s problem as en la escue la , y qu e no me lle- Le se rvim os té, y escuchamos la radio, y hablamos. Él y
vaba bien co n nadie. Le dij e' qu e el 'maestro ára be era cruel la a bue la hablaron much o. Los do s era n del ca m po y co no -
con m igo, y qu e había em pe zado a azotarme. Le dij e qu e cían los diferentes linajes, así que co n versaro n so bre sus
necesitaba un trabajo, porque quería ayudar a mi mamá . linaj es y sus familias. Yo disfrut é mucho co n aquella yisita .
Me preguntó por qu é no no s ayu daba mi padre, y le co n té Se m archó alre de do r de las ocho de la noch e. Ant es de
que mi mamá y mi papá no se llevaban bien. Le dij e lo qu e irse, nos dijo que él y su mujer tenían un niño pequeñ o,
habían acordado: O no me pidas nada, o devu élveme a los de unos siete m eses, y que necesitaban a algui en qu e cui-
niños... «Yo no voy a darte nada » y «Yo no voy a pedirte da ra de él. Ten ían a dos personas qu e trabaj aban pa ra ellos,
nada ». Mis padres habían m antenido el acu erdo. Se lo pero su es posa qu ería algui en só lo para cuid a r del niño. Me
conté todo. dij o qu e fu era a trabajar a la mañana sigu ien te a su cas a;
Dijo qu e vería qu é podía hacer. Le expliqué donde vivía- desd e allí podía ir a la es cue la si qu ería. Pero yo esta ba
mos, y él me aseguró qu e iría a visitarnos. Yo le respondí: furio sa co n el maestro árabe ; le contest é que no pen saba
«[Le es taré esperando !» Me fu i d irectamen te a casa, y le volver.
co n té a ma má lo que había pasad o . Cinco días despué s de Oh , y dio dinero a mamá como ayuda para ella y para
que me hubieran enviado de la es cue la a ca sa, él vino. E ra la abuela , A mí me dio tr einta chelines para qu e me co m-
a última hora de la tarde - las cinco o las seis, la hora del prara ro pa nueva - vio qu e éramos pobres- , y m e dij o qu e
té-, la hora en que todo el mundo sue le hac er las visi tas. pod ía em pezar a trabajar al día siguien te. Yo era muy feli z.
Todos toman té o café y se sien ta n para relajarse y escu- Besé a mi mamá y a mi abuela, y empecé a salta r de un
char la radio. Las personas mayores se sienta n fuera cada lado a otro . Yo es ta ba orgullosa de qu e aú n tu viéramos
tarde; antes limpian y barren, y echan agua para qu e no buena gen te en la familia y de que mostráramos a los veci-
haya mucho polvo. Los niños se sie n ta n alrededor, y los que nos qu e aún éra m os buena gente. Cuando es tás en el
fueron al cine cu entan la película a los qu e no fueron, as í Gobierno, no vas a menudo a la casa de la ge nte, en espe-
que era como si la hubieras vist . Todas las personas se cial a la casa d e gente pobre. Demostró mucho respeto por
sien ta n allí fuera, y charlan y se dicen «[Eh!» unas a otras. no sotros, y yo quería respetarle también. Estaba enca ntada
Cuando las personas mayores hablan, los niños se sientan de ir a trabajar como hija suya en su casa. Esto era bu eno
en el suelo alrededor de ellas y escuchan, o juegan y corren para mí, y yo sabía que él podía hacerle la vida más fácil
por ahí. Si tienes sed, vas y llamas a una puerta: «Tía, dame a mamá, porque era el que daba las órdenes en toda la
un poco de agua », y te dan agua, y ad emás te preguntan: ciudad .
«¿Quieres comer tarnbi én?» La puerta está abierta en todas No podía esperar a que llegara la mañana. Me de sperté
partes. No sé si aún ocurre lo mismo hoy... Es ponito, una en mitad de la noche y le pregunté a mi mamá qu é hora
cultura muy bonita. Tenemos el mejor país, creo que es el era. Ella dijo: «¡Vete a dorrnir! » ¡Yo estaba dem asiado exci-
mejor país. Las personas mayores te enseñan la forma de tada! Me levanté al salir el sol, me di una ducha, me pu se
portarte bien y de respetar a los demás. No tienes que ir a mi s mejores ropas, y salí. Fui andando hasta su casa. Había
la iglesia para aprender eso. Allí, te predican fuera. Los gente que iba al trabajo, muchas personas por la ca lle, así
mayores son como tus padres... tienes que respetarlos de que no estaba asustada. Algunos me preguntaron a dónde
la misma manera, llamarles «tía», llamarles «tío» o «her- iba, porque aún no era la hora de entrar en la es cuela . Les
mano». dije que iba a trabajar para el Comisario del Distrito, que

72 73
era mi tío ... Había empezado a llamarle «tío» POI- respe to . ba y me usaba. A m í no me gus ta ba. No trataba de e nt rar
Les conté que iba a quedarme en su ca sa, y ellos dij eron en mí, n i nad a. Era la primera vez qu e algui en me hacía
«[Ma ravilloso !» eso . Yo me quedaba allí quiet a, inm óvil, porque él lo qu e-
Cuando llegué a su ca sa conocí a su espos a, y era her- ría así. Pensé qu e si me negaba , qui zás d ejara ele ayudar a
mosa, y también lo era su pequeñín. Estaban allí las otras mi famili a. Pero aquello no es ta ba bi en . Nunca habl áb amos
dos personas que trabajaban pa ra él: un hombre y un a so bre ello , jamás lo mencionábamos, pero los dos sa bíamos
mujer. Me gus tó la casa . Era una gra nde , gra nde, y ad ora- qu e es ta ba mal. Nunca 's e lo con té a nadie.
ble villa . Tenía siete habitaciones, dos cuartos de es ta r, un En to nces su mujer em pezó a en fad a rse co n m igo . Al
comedor c<?n ch im enea, y va r ios dormitorios en un largo princ ip io no decía nada, pero luego em pezó co n: «No, no
corredor. Una verdadera cas a europea antigua. Mi habita- ha ce falta que vaya s al ce n tro ele la ciudad, no tien es por
ción era uno d e los cuartos de in vitados. Tenía una ca ma qu é ir a ver a tu madre tod os los d ías, ha s de qu edarte co n
mucho más cómoda que las del ho spital, más baja y más el beb é. » Era una mujer refinada ... joven , herm osa. Co mo
an cha, con una cabecera. Y había sá ba nas : dos sá ba nas co n su marido di sfrutaba de una buena po si ción, y ella ten ía
una manta encima, y fundas e n las almohadas. Tod o era person as qu e trabajaban a sus órd e nes : pen saba qu e e ra
blanco y limpio. Había una mesita de noche con una lá m- una reina . l-fablé co n ella co mo si yo fuera un a person a
para encima, un armario para gu arda r la ropa y un ves t í- mayor. Le dij e que tenía derecho a ver a mi famili a después
dar con un es pejo . Yo no tenía ropa que met er en el a rma- del trabajo, porque eso era lo qu e su marid o m e había
rio, pero cada no ch e lo abría, miraba dentro y pensaba: di cho. Em pezó a insultarme , porque tenía ce los de mí. Él
«Un dí a vaya llenarlo por co m pleto de ves tidos .» hab ía come nzad o a decirm e que cogiera az úcar y arroz de
Cada noche, m i tío so lía ir a l ci ne o al hotel del Go bier- s u gra n despen sa, que es ta ba llen a ele a lime ntos pues tos en
no a encon tra rse con o tros gra ndes hombres y tomar ca fé recipientes.
y té Y hablaba de política. Yo me quedaba en casa y hacía - Lléva te un po co a tu cas a - mc elijo un día-, pa ra
co m pa ñ ía a su es pos a y al beb é, pues cua ndo los dos cr ia- que tu familia pueda comer.
dos se marchaban por la no che, ella y el pequeñín se ha- A él no le costaba nada , el Gobierno lo pa gaba. Pero a
brían quedado solos si yo no hubiese es tado . su mujer no le gus ta ba eso. Me dij o qu e el úni co d ía qu e
No veía a mi familia más qu e una o dos veces por se m a- podía vis ita r a mi familia era el viernes . Se most raba desa-
na , y eso no era ba st ante. Deseaba poder ver a mi fam ilia . gradab le co n m igo y me in sultaba. Me llamaba saqajaan
Así qu e un día, cuando había terminado mi trabajo y pu es- (n iña asquerosa) .
to al bebé a dormir una siesta , pedí a mi tío si podía ir en No pude más y fui a ve r a mi tío para decirle qu e me
e l coche con él cuan do fuera a la ciudad. Nu estra ca sa es ta- marchaba.
ba a sólo veinte minutos andando, pero deseaba ir en el - Haces bien. No sabía cómo decirte qu e ella quiere que
coche con él. Yo quería que los niños de Mango Village me te vaya s - me respondió al oírme qu e me iba-, así qu e me
vieran con aquel hombre importante en su gran coche. Él alegro de que lo hayas decidido tú mi sma. Pero voy a ay u-
dijo: «De acuerdo, pued es dar un paseo en coche conrnigo.» darte de todas maneras ... Di a tu madre y a tu a buela qu e
y comencé a ir en el coche con él continuamente Iba a ver no se preocupen por nada. Si a lgu na vez nec esitáis algo
a mi mamá, o iba al cine con él - yo en la parte de abajo, (comida o dinero o la ayuda qu e sea), ven a mi ofi cina
él en la de arriba-, y nos encontrábamos a la salida, des- sin más.
pués del espectáculo. Pero a veces el tío llevaba el coche al Cre o que yo le gustaba, pero ¿por qué no quería a su
campo, lo paraba en cualquier parte, y me decía que me mujer? Era hermosa, y estaba abierta. El me dij o que vol-
bajara. Me cogía y me ponía contra el co che, y me sujeta- viera a la escu ela , que iría a hablar con el maestro á ra be y
ba contra el coche así, sus manos sobre mi cuerpo, me le ordenaría que no m e a zotara a unque llegara unos minu-
s ubía la falda, me bajaba la ropa interior, me suje ta ba una tos ta rde o cometiera errores en mis tareas escolares. Le
pierna, y poniendo su ... empezaba a hacer cosas. Me toca- dij e qu e no, que quería esta r sin ir a la escuela algún tiem -

74 75
po y pensar bien las cosas. Me sen tía co nfu ndida e irritada much as cosas nu evas. Ten ía ro pas y za pa tos nu evos. Un d ía
co n todos: con mi padre, con el mundo, y conmigo misma. la vi co n una biciclet a , y ella ya sa bía montarl a. Le pregunté
En la escuela tenía una amiga, Fatoun, que había sido dónde la había conseguido, y m e dijo qu e la se ño ra pa ra
despedida temporalmente ca si al mi smo tiempo que yo. quien trabajaba se la había dado para qu e fuese a co m prar
Mientras yo trabajaba con la familia de mi tío , ella lo ha cía por la mañana temprano. Le pregunté:
para una famili a blanca como criada. Nos veíamos en el - ¿Qu ién te ha enseñado a m ontar?
cin e. Su madre había muerto cua ndo era joven todavía, y - L<;l se ñora para la qu e trabaj o y dos ni ñas blan cas me
su madrastra la había tratado mal. Se se ntía sola tambi én , ense ña ro n ,
de la misma manera qu e yo. Ella era la única persona con - ¿Tienes amigas blancas? - le pregunté.
qui en me entendía, y yo era la úni ca con la qu e se en ten- - ¡Tengo incluso un novio blanco !
día ella . Yo no sa bía qu é era un novio. Ella era m ayor qu e yo y
Un día, cuando es tá bamos hablando , me p reguntó si yo me lo dij o:
quería un empleo como el suyo. Le dije que no, qu e no -« Novio» y «novia» quiere decir qu e él te a ma y qu e
había manera de qu e pudiera trabajar para personas blan- tú lo a mas. Tú no vas co n nadie más, y él no va co n na-
cas , debido a mi familia. Por muchas ra zones, era deshon- d ie más.
ro so trabajar para los blanco s. Recu erdo el Día de la Inde- Segu ía sin en te nderlo, pero se n tía curios ida d .
pendencia, en 1960 , cuando todos ca n tá ba mos y bailába- - ¡Oh ! ¿Tienes más a m igos blancos? Qui siera co nocer
mos a causa de la fiesta, y yo dij e: alguno .
- ¿Por qué hacem os esto? -pregun té. - ¿Quieres conocer personas bla ncas ? - d ijo ella.
- ¡Va mos a tener la lib ertad! - me explicaro n ellos . - S í - respond í- , quiero co nocer a lgu nas, y deseo
-¿Libe rt ad de quién ? -yo no lo en tend ía. aprender a monta r en bicicl et a también.
Dijeron qu e estábam os colonizados por los italianos... Fatoun dijo que iba a ense ña rme. Pero el único lugar
mataban a la ge n te, violaban a las mujeres, nos lo cogían donde podía en señarme estaba dentro del recinto de los
todo, no eran bu enas personas; les gu staba se r los jefes , blancos. Mango Village estaba dividida en do s partes. Los ita-
arimandonear y humillar a la s demás personas, en espe- lianos - los jefes de la fábrica, ingeni eros, y mecánícos, y
cial a los ne gros. y ninguna reli gión permite eso. Nuestra algunos otros jefes- tenían su propio pobl ado qu e ellos lla-
religión dice qu e se amos iguales y dejemos tranquilos a los maban recinto. Tenía una verja alred edor y policía vigilando,
demás. Llévate bien con ellos, si no, vive solo. Decían que y un montón de protección fuera, y todo lo qu e querían den -
era bueno que tuviéramos la independencia, porque a los tro: tiendas, teléfonos, cin es, restaurantes, bares. Pien sa lo
blancos les gustaba mandar a los negros. No sé si es por- qu e qui eras y ellos lo tenían allí. Yo sa bía qu e si qu ería mon-
que nos consideran estúpidos, pero se equivocan. Yo no tar en bicicleta tenía que entrar allí, porque en el pu eblo era
sabía todo eso en tonces. Sabía que mi mamá había tenido vergonzoso que una niña montara en bicicleta. La gente se
que ocultarse de los blancos cuando era una 'niña, pero preocuparía por que la niña pudiera desgan-ar su circunci-
pensaba que ellos se habían ido. Yo no veía que nadie nos sión. Sólo los chicos podían montar. Cuando Fatoun monta-
pegara, o no s colonizara. Yo amaba a todo el mundo y pen- ba en su bicicleta, los niños le tiraban piedras y la insulta-
saba que todo el mundo era igual y normal y deberíamos ban, pero ella no se preocupaba. Estaba loca por a pre nde r a
vivir todos juntos en paz. Pero aquel día descubrí que está- montar, y estaba aprendiendo. Yo qu ería aprender también .
bamos colonizados, que no éramos siquiera libres... ¡y yo Entré con ella en el recinto. Le dijo al guarda de la pu er-
que había pen sado que éram os libres! ta qu e yo iba a hacer un trabajo con ella. Y él me dejó
De modo que dij e qu e no podía ir a trabajar con los entrar. Empecé a aprender a montar en bicicleta, .pero a ú n
blancos. no había visto a sus amigos. Vi a muchas personas blancas,
- Es estupendo - dijo Fatoun-. Yo lo hago. mayores y niños, pero no eran sus amigos. Entonces una
Pero a mí me gustaba la idea también, porque ella tenía noche, ella dijo:

76 77
I II II t
-¿Por qué no vienes te mprano? Iremos a casa de m i - Oh, n o - le co n tes té , co mo s i eso fuese a lgo ver-

a m igo , porque sus padres va n a ir al ci ne. go nzoso.
- Co n forme -con tes té . - Oh , lo sien to - d ijo él-o No te ofendas. No q uería
Salí de casa sobre las cua tro y fui a l lu gar donde ella m olestarte .
trabajaba. Estaba planchando ropa co n una plancha de ca r- - ¿Co no ces mi nombre ? - Ic pregunté-o ¿Sa bes quién
bón. Yo lavé los platos y se q ué la m esa , ella le dij o a d iós a es mi padre? - Todos los hombres blan cos ten ía n qu e cono-
la se ñora, y ento nces - ¡co mo una ex halación!- ¡nos cer el nombre de mi padre, porque era el je fe de la ciuda d-o
habíam os id o! Fuimos en bi cicleta a la casa del muchacho . Soy la hija del jefe.
Yo es peré a nte la casa mi entras ella llam aba a la puert a . - Oh, pe rd ónam e - excla m ó é l-. No qu ería o fende r-te.
Volvi ó a llam a r, y la a briero n. No sa b ía q u ié n eras. - Lla mó a los ot ros dos chicos y les
Había tres , tres chicos. Eran m ayo res qu e nosotras, de dijo-: ¿S abéis qui én es? Mi padre co noce al suyo .
unos quin ce a ños . E l m á s alto ... m e gus tó . Cua ndo los vi Cu ando su po qui én era mi padre , m e vtra t ó co n má s
- los miré en un segu ndo, a los tres- , el a lto era ... ¡gu a po ! respeto.
Llevaba e l ca be llo negro co n ra ya a un lado, co mo E lvis, y Nos ofreciero n zu mo ele na ranj a , y yo lo tomé. Nos qu e-
e n aq ue lla época tod as la s ch icas a maba n a E lvis. Mi co ra - dam os un os minutos m á s, y él trató de e nseñar me a bail a r.
zó n latía , ¡bu m, bum! Todos salieron y m e de d icaro n su Pero yo no podía , era demasi ado tím id a. Quería , pe ro e r-a
a te nc ió n, los tres. Mi a m iga les d ijo m i nomb re , pero ellos de m a siado vergonzosa. Aqu éll a e ra mi pr-imera pe rso na
no me dij e ron cl s uyo . Ella co nocía la len gu a de los blan- bla nca , m ás o m en os de mi edad , qu e m e hablaba . Au nq ue
cos, po rq ue ha b ía estado tra baja ndo para aque lla se ñora ha bía teni do un m aest ro blan co, y un médico bla nco en el
d uran te dos meses. Además, había aprendido italiano en la hospital , era la primera vez que es ta ba co n adolescentes
escue la . Yo sa bía un poquito d e la escue la ta mbi én , pe ro blan cos, y se n tía vergüenza .
era tímida ... no qu ería decir a lgo m al d ich o, a lgo fco . Cu ando íba mos a march arn os , me cogió la man o .
E l más a lto se acercó y dij o : «Ciao», y yo dije: «Ciao. » -¿Cuá ndo nos vere mos o tra vez, hij a del jefe?
Nos invitaron a e n tra r. Tenían música . Yo nunca hab ía o ído Co mo niños jugando . Yo se n tía demasi ada ve rgüe nza
música exce p to por la radi o, pero ellos tcnían un tocadis- para decir nada, po rque pensaba qu e podría no decirlo bien
cos, .v es ta ba n poniendo di scos - d iscos p equ e ños, de cua- y él podría reí rse de mí. Así qu e só lo dij e, «Ajá» , «Ajá »,
renta .Y c inco revolu ci ones , qu e g ira ba n .v g ira ba n-e- y ca n- «Ajá» . E l sa b ía por qu é decí a yo eso, a sí qu e no dij o m ás
tando a l mism o tiempo . Yo nunca había vist o cosas co mo qu e ad iós , y yo dij e adiós, y las dos nos march amos.
aq ué llas , .Y mi boca estaba ... bueno, va sa bes , abi erta. . ¡Rahima! No pude dormir aquella noche. El mu ch ach o
Em pe za ro n a bailar: Yo nunca había bail ado esa clase no se a pa r ta ba d e mi ca beza. A todas p artes donde yo iba ,
de baile. Era un di sco ele los Bcatles . Yo me limitaba a él andaba co n m igo , continuamente co n m igo. Si empre pcn -
mirar, pero en to nces el ch ico alto m e pidió que bailara, y sa nd o en él, estaba loc a por él. Comen cé a ir a hablar co n
yo le dije qu e no sa bía. Él dij o que iba a e nseñarme. Yo no Fatoun durante horas y horas. Iba temprano por la m aña -
en tendía tod o lo que decía; fu e mi ami ga la qu e má s tarde na para habl a r con ella , porque había una posibilidad de
me co n tó lo qu e él había di cho. Él me dijo: «¿Qu ie res qu e poder en co n tra rlo en la calle. Lo hacía to do pa ra verlo. Me
sa lga mos y hablem os? Podemos sa lir y cha rlar un poqui- se n tía en fer ma, es ta ba muy ena morada .
to. » Teníam os mi ed o de que al guien podía ve rn os s i sa lía- Dije a Fatoun que ahora quería un em p leo co n un a
mos a la calle , a sí que fuimos detrás de la casa. Habló famili a blanca. Al principio m e había ncgado, pero a ho ra
much o ... ya sa bes, co mo si ya m e co nociera. Y no dejaba qu ería es ta r cerca de Antony, y la úni ca m an era de co nse-
de deci r «Sí» y «Ajá», porque la mayo r pa rt e de las cosas guirlo era encontrar un trabaj o en el barri o de los bla ncos. .
qu e él decía, yo ni s iq u iera la s com p rend ía. Buscarlo era fácil: ibas de puerta e n puerta, y les pregun-
Hablaba y habl aba. Me dijo q ue su nombre era Antony. tabas s i qu erían una criada. Pronto encon tré una casa, y fui
Me preguntó s i es ta ba trabajando all í, co mo mi amiga. a trabajar allí, y pude ver a Antony de vez en cuando.

78 79
Pero ahora mi familia empezó a hablar. «¿Por qué tra- donde pensábamos que no habría nadie. Él iba en su bici-
baja Amán para los blancos?» Había otra razón por la que cleta hasta allí. No podíamos montar los dos, y yo no tenía
no debíamos mezclarnos con los blancos: eran considera- bicicleta, así que no me quedaba más remedio que andar.
dos sucios. Se trataba de una cuestión religiosa, creo. Cuan- Ya había aprendido a montar bien en bicicleta, porque él
do vamos al baño, nos lavamos. Hagas lo que hagas, te me enseñaba a veces, pero nunca tuve una propia.
lavas. Dicen que los blancos no lo hacen así. Lo que tam- Cuando nos encontrábamos, no hacíamos otra cosa que
bién los convierte en sucios es que no están circuncidados. montar en bicicleta, o pasear e ir a alguna parte a sentar-
No son musulmanes, y los musulmanes son considerados nos a hablar. Él hablaba: le gustaba hablar, y a mí escu-
muy limpios. Así que los hijos de mi padre se inquietaron . charle. Ni siquiera llegamos a besarnos. A veces me -besaba
-¿Qué piensas que somos? - d ijero n, e hicieron pasar la mano. Y nos sentábamos uno al lado del otro. Cuando
un mal rato a mi madre-o Es culpa tuya. ¿Por qué permi- hacía frío, él me abrazaba, para mantenerme caliente', y yo
tes que trabaje? Lo tenernos lodo. Su papá es rico, su papá me ponía su jersey. Era un jersey que olía muy ,bien ; nunca
es esto, su papá es aquello. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué había olido nada tan bueno. Y no estuvimos más cerca que
echas a perder nuestro apellido? ¿Por qué haces esto a eso. Eso era todo lo que yo quería, y todo lo que llegamos
nuestra hija? a conocer: Yo estaba enamorada de aquel chico, como un
Mi mamá se había negado al principio cuando le dije amigo, y él era bueno conmigo.
que quería ir a trabajar para una familia blanca, pero yo le Él iba a la escuela, y nos veíamos casi cada tarde; a
había suplicado, y conseguí que cambiara de parecer. Yo veces nos quedábamos juntos mucho rato. Cuando había
hacía ese trabajo por mi voluntad, porque quería ver a otras personas alrededor, no nos hablábamos, sólo nos
Antony, y también porque quería dar a mi mamá el dinero mirábamos. Eso era su ficien te , vernos el uno al o tro.
que ganara. Pero ellos no veían nada de eso... no podían ver Los hijos de mi padre me hicieron dejar el trabajo, y a
otra cosa que el apellido. A mí no me importaba el apelli- Hassan y a mi madre tampoco les gustaba que trabajara
do. Yo quería algo para comer; no me podía comer el ape- para los blancos. Tuve que dejarlo. Entonces me resultaba
llido. Les dije que no había sido idea de mamá, sino mía, muy difícil verlo. Le dijeron al policía que estaba de guar-
y que pensaba seguir haciéndolo. Ellos dijeron: dia en la verja del recinto de los blancos que no me dejara 1:
I
- No , tienes que volver a la escuela, y vamos a ayudar- entrar; así que Antony empezó a visitarme en el pueblo. Yo I'
le. Has de empezar a vivir en casa de tu padre. No vas a iba al cine por la noche, y él a veces también y trataba de
quedarte más con tu madre. hablar conmigo; la gente nos veía y descubría lo que esta-
Yo les dije: ba pasando. Ahora toda la población empezó a insultarme.
-Ajá. Vaya quedarme con mi madre hasta el día de mi Ya no les había gustado antes, pero lo de ahora era peor: ..
muerte. Y vaya hacer lo que yo quiero, y vaya ir a traba- Yo iba con un chico blanco. Era demasiado duro para él
jar: Y si alguno de vosotros dice algo, iré a la policía. Dejad- también. A veces, yo había visto a los blancos ir a nuestras
me tranquila todos vosotros. granjas y mercados, y los niños corrían tras ellos sólo para
Pero ellos no tenían intención de dejarme tranquila, verlos. Muchos niños de Mango VilIage nunca habían visto
sino de azotarme y de hacerme pasar un mal rato. Me espe- a un blanco, así que cuando llegaba uno, todo el mundo
raban junto a la verja,' así que tenía que deslizarme a escon- quería verlo... ¡Se sorprendían de cómo podía ser un blan-
didas para volver a casa, o quedarme hasta tar-de en el tra- co! Pero algunos niños también les arrojaban piedras.
bajo y regresar a casa cuando era de noche. Tenía miedo Ahora, si nos veían juntos, o si ellos le veían a él solo o si
de ellos. Pero yo estaba enamorada de mi novio, y él lo esta- me veían sola a mí, siempre nos insultaban y nos tiraban
ba de mí. Cada vez nos hablábamos más, ahora yo habla- piedras.
ba y le decía cosas a él también. Lo arreglábamos para -Será menor que no vengas durante un tiempo - le
encontramos a la puesta del sol, cuando yo terminaba el dije. Pero él no quiso escucharme.
trabajo, en el bosque o en los campos o junto al río..., Su padre lo averiguó, y fue a ver a mi familia para decir-

80 81
les que m e mantuvieran lejos d e su hij o. El cuello y el ros- Dij o q ue se ría d emasi ado dur o pa ra m í, pero yo le con tes -
tro se le ponían rojos m ientras hablaba. té: «No importa . Lo qui ero. Puedo hacerlo .» E n to nces ha-
- Es su hijo el que vie ne a la ci ud ad -replicó m am á , bl ó co n algu ie n que m andó av iso pa ra que yo fuera a tra-
e nfadada- así qu e manténgalo usted a par ta do d e mi hij a. b aj a r. Y fu i.
Mi novi o e ra el que lo es taba pasando re almente m al: lo El jefe vivía en Mango VílIage , y nos llevaba e n coche a
a zotaban m ás que a m í, los niños le tiraba pied ra s, le in sul- m í y a d os personas más. Mam á me d espertaba a la s seis
taban, corrí a n tras él y lo go lpeaban y lo e m pujaban . Si n d e la m a ñana . Yo m e daba una ducha y tomaba un pequ e-
e m bargo, él nunca faltaba. Pero un' dí a le di eron e n la cabe- ñ o d esayuno , o m e llevaba a lgo de co mer, Mamá a ndaba
za con una pi edra gruesa. Sangraba y tu vieron que llevar- con m igo la mitad del trecho a recorrer, hasta ve r a alguien
lo a l hospital y p onerle puntos en la cabeza . Su papá se que ella su p ie ra qu e llevaba mi ca mi no, pa r a que, pudie ra
asu stó y lo e nv ió a Europa, y yo m e quedé so la . Y e n casa, ir co n él. Yo es pera ba fr ente a l hotel hast a que m e recogía n
todo el mundo es ta b a furi oso co n m igo. en el Land Ro ver,
Me e nco n trab a co m pletame n te so la, y no m e lle vaba Fatou n pe rdió s u empleo con la señora blanca : el pad re
bi en con nadie. Traté d e volve r a la escuela , lo in tenté d e Anton y había hablado con ella y le hab ía con ta do lo
durante casi un m es, pero lo s niñ os m e fastidiaban d e la m al a s que eran las n egras , y có mo había descubiert o qu e
mi sma manera. E so no e ra bueno . Esta vez hubiera podi- Fatoun jugaba co n mu cha cho s blancos. Fatoun m e pidi ó si
do qu edarme en la escue la - no me dijeron ql~e me fuera---:, p odía hablar con mi tío para conseguirle un e m pleo ta m -
pe ro me march é . Lo s d emá s ni ño s era n telTl~les pa ra I~l. b ién. Lo co nsegu í, y d espués so lía mos ir juntas e n el coche.
- Aho ra va s co n un chico blanco - me d ec ían-e-. No tic- Te níamos q ue es tar en el trabaj o a las oc ho. Las pr im er as
nes di nero, así que te vendes. semanas fueron ma las. Cu ltivábamos cacah uetes y a lgodón
Er a n d os reli gi ones diferentes, do s cu lt uras di fe re n tes, y papa ya s y o tros fr u tos , y mi es palda se resentía de reco-
d os ambientes diferentes. Una muchacha so malí con un ge r algo dó n y d e a rrancar las plantas de cacah ue te . Al te r-
hombre blanco e r a llamada sharm u uto (prostituta ): mina r el dí a es tabas casi muerta ... [acabada! Al cabo de d os
- E res una shannu ulo . De lo con trario, ¿cómo sales con semanas, ¡la es pa lda m e d olía tanto! Pero cuando eres
un hombre bl anco ? jo ven , ¿s a bes, Rahima ?, no te im porta, y además, nos pa ga-
Vari as veces a la sem a na pu edes ver a un gru po d e ni ñas ban bi en - 150 chelines al m es- , yeso era u n bu en s uel-
co m probá nd ose mutuamente las ci rc u ncisio nes. Si no es tás d o , po rque c ua ndo trabaj ábamos para las fam ilias blan cas,
circ u nci da d a, las o tr as niñas no hablar án ni jugarán co nti- yo ganaba 110 chelines .
go . Cuando una niña de tu edad, o mayo.r que tú, te. ~lama Llegam os a conocer a todo el mundo , y era n ama bles
sharm uuto , com p ites allí mi smo, seas quien seas, baj ánd o- con n osotras, as í que le pedí al jefe si podía m os hacer a lgu-
te la braguita y abri endo la s piernas para que todo el n a o tra clase de trabaj o - q u izá limpiar la ofici na-, po r-
mundo vea si eres virgen o no. Si lo eres , ga nas, y la que el trabaj o en los ca m pos era d emasiado du ro pa ra
muchacha que te ha acusado tiene que pedirte excus as o te nosotra s; las dos éra mos d ema siado jóvenes, las m ás jóve-
peleas con ella. Más locura. De manera que a ba nd o né la nes allí. Había d os mujeres que es ta ba n sen ta das en la o fi-
escuela. Tenía doce años, es tab a en el tercer grado, pero era cina durante todo el día; er a n mujeres mayores y ca da u na
tan inteligente como los niños del quinto grado. d e ellas podía ha cer m ás trabaj o qu e nosotras d os juntas.
Me enteré de que se estaban creando e m pleos en un Le p edí al jefe que nos di era su tr abajo, y a ellas las man-
nuevo proyecto agrícola, y de que contrataban a mucha dara a los cam pos como a lo s d emás. É l dijo: «Quizá sea
gente. Así que fui a ver a mi pariente, el Comisario d el Dis- una buena idea. Vosotras sois d emasi ado jóvenes. Os es ta-
trito, y le dije que quería un trabajo. Me dijo que er a dema- réi s sentadas aquí en la o fici na: una d e vosotra s lleva r á los
siado joven para aquella clase d e trabaj o ... y que es taba a libros, y la o tra nos hará el t é.» Fato u n tenía cato rce años,
veinticinco kilómetros de camino d el pueblo, veinticinco de y sab ía leer y escribir italiano m ejor que yo , as í que e lla
ida y veinticinco de vu elta, cincuen ta kilómetr os d ia ri os . rell enaba los nombres - q uién ve nía por la ma ñana y qu ié n

82 83
,
',\1
"

no, qui én cogía una aza d a y quién no- y yo com p robaba


las azadas que entraban y salían , y gua r d a ba la llave. Era
un trabajo fácil. Pero no nos es tá ba m os só lo sentadas allí
tranquilamente; hacíamos té y tostábamos maíz para lo s
demás, y la gente no s tenía sim p a tía.
Había una tienda de comestibles árabe ce rca de nu estra
casa, y lo s 150 che li nes que yo ganaba cada m es iban a
parar directamente al árabe. Yo pagaba nu estra factura
m ensual. Le dije a mam á que comprara cinco chelines de CAPÍTULO 7
co m id a cada día, todo lo que pudiera co nsegu ir con cinco
c he lin es . Él le devolvía dos ch elines en moneda para el mer-
cad o , y le daba azú car, tomate, pasta y arroz - ¡tod o lo que Al ca bo ele tres me ses, volví a ve r a mi tío ~ l Comi sari o
quería!- por valor d e tres chel in es . d el Distrito, y le dij e que quería cambiar d e e m pleo . Había
o tro trabaj o, co mo ca marera en el gran hot el, el lu gar
d onde los o fic ia les del Gobierno se al ojaban cu a nd o es ta-
ban e n la ciudad. El hotel es ta ba más ce rca de mi casa , y
pagaban lo m ismo que e n el proyecto d e la gra nja .
- ¿Po r qu é no ? [Buena idea ! - d ijo él.
r-Ia d a un tu rn o de ocho ho ras : de seis d e la mañana a
dos de la tarde, o d e d o s de la ta rde a d iez d e la noche. El
di rect or y todo el mundo me conocía n, y a todas las per-
so nas m ayores les gustaba. El director d el hotel m e había
di cho que si hacía el turno d e la m añana, podía en tra r a las
si et e , porque tenía un camino muy largo que recorrer,
Debía cr u zar el río desde la otra orilla , y a veces los hipo-
pótamos estaban pastando por el camino a primera hora d e
la mañana, y era peligroso. Así que el director m e d ijo:
-Tómate tu tiempo. Sal de casa a las seis y media, y
llega al trabajo a las siete.
Aqu ello era maravilloso.
- G racias, tío.
Empecé a sacar buenas propinas. Cada día conseguía
cuatro chelines, cinco chelines, seis chelines , en o casi ones
I hasta diez chelines. Cuando los ministros del Gobierno
I. andaban por allí, a veces conseguía sacarme ca s i treinta
ch elines, porque d aban mej ores propinas. Yo era r ápida y
ligera; nunca d ecía que no cua n do me pedían que hi ciera
algo; nunca decía: «E s toy ca nsa d a.» Lo hacía todo. Era feliz
y trataba d e llevarme bi en con todo el mundo para así tener
amigo s .
Antony segu ía en Europa. Llevaba allí cinco meses, y yo
había oíd o que su madre lo echaba de menos: era el m ás
pequeño y el único hijo varón. Me sentía muy sol a s in él, y

84 85
le añor a ba mucho, pero pensaba que no le volve ría a ver mucho rato, nos d imos cuen ta d e que no estábamos so los,
nunca. Empecé a hablar con otros muchachos , y al gunos y nos miramos el uno a l o tr o y nos ec ha m os a reír. Kha-
d e ellos me gus ta ro n, pero no co m o Antony. misi se ri ó también , y nos o freció su habitaci ón por s i d e-
Un d ía, cuando volvía a casa d espués del trabaj o, a pro- seábamos intimidad ... Además, dij o, no quería qu e nadie nos
ximadamente a las seis, mi mamá m e dijo que una señora viera. No íbamo s a hacer nada, sólo queríamos es tar juntos
m e estaba esperando. La reconocí, su marido trabajaba para poder hablar. Fuimos a la habitaci ón d e Kharnisi , y
para el padre d e Antony. Dijo que qu erí a preguntarm e cosas nos se n ta mos en su ca ma, y nos miram os mutuamente y
sobre mi trabajo e n el hotel , porque a ella le gus ta ría tener nos acar icia mos, y yo no podía creer q ue aq ué l fuera mi
un e m pleo allí también. Se d espidió d e mi mam á , pero qu e- Antony. Me había com p ra do un a n illo , y un reloj , y un
ría llevarme afu era para poder hacer.me preguntas so b re el collar d e o ro , y un pa ñu elo, y ropa interior, y... un par d e
trabaj o. Salí con ella, y me dij o: zapatos , c reo . Aquéll os e ra n los prime ros regal os qu e había
- Am á n, he mentido a tu m adre sobre lo del trabaj o . recibido de un ami go, y el primer oro. Cuando es tás a ns io-
¿Qué es lo qu e más te gus ta rí a e n la vid a? sa de un m on tón de cosas d e la s qu e ca reces, y c ua ndo te
- ¿Qué quiere usted decir? Muchas cosas ... las d an tod as a la vez, es demasiado. S entía qu e lo tenía
- ¿E s tás ec hando d e m enos a alg uie n? todo.
- S í - co n tes té-o Estoy ec hando de menos a a lgu ien ... Decidimos ve rnos un a vez' por se ma na en casa de Kha -
- ¿A quién? - d ijo ella -o ¿Qu ieres ver a es a persona ? misi ... Ba sta d e reuniones a l ex te r io r, d e todos m odo s , po r
Vamos , sé sincera . nu estra seguridad . É l iba a la escue la por la ma ñan a, y
- Proba ble men te no le volveré a ver - rep us e. cogió u n e mpleo a tiempo pa rci al co mo agri me nsor por la
- Va m os, no digas eso. tarde : ayudaba a los hombres qu e proyectaban la co ns-
- Pe ro ¿qué le pasa? - pregu n té-o Prime ro m e di ce qu e tru cci ón de casas y ca lles . Ten ía di ecisé is años . y ga na ba un
quiere interesarse acerca del trabajo, y ahora es tá cam- poco d e dinero, a sí que podía ir a donde yo trabaj aba y
biando a otro tema. ¿Qué sucede ? tomar ca fé o un a bebida s uave. A veces ib a so lo; e n a lgu-
- Algu ie n que tú quieres es tá ahora en mi cas a - res- na s ocas io nes, co n sus ami gos. Cua ndo le aco m pañaban
pondió ella . sus ami gos , m e gus ta ba m ás, porqu e m e se n tía má s có mo-
Yo pensé: «¿Algu ie n que yo quiero mucho está e n su da: hablaba con sus ami go s, en vez d e hacerlo co n él. y de
casa? Quiero a mi madre , y ella está ahora mismo e n mi esa m anera c re ía que tal vez la ge n te no comentaría nada
casa. » No pensaba e n Antony, no creía qu e fuera a vo lve r: so b re nosotros. No podía sa lir co n él, porque s ie m p re había
- Mi mad re está e n mi casa, aquí -dije casi para mí- ; al guien por allí qu e yo no quería que no s vie ra juntos. Fu e
mis hermano s y mi s h ermanas... ¡No sé quién hay en su una é poca bonita para los dos, s in e m ba rgo ... Nos teníamos
casa ! mutuam ente, y es o e ra m agnífico.
y ella dijo: Pe ro no pudieron dejarnos tranquilo s . Su padre el pri- l'
I
- ¡Ven a ... ver! m ero. Era un verd adero fascista y odiaba a los ne gros, Ima- il
Cuando cruzamos la valla de su daash, su marido, Kha- gína te, Rahirn a, ¡SU hijo saliendo con una negra! Era un 1,
,,~
misi, y los niños, y Antony, estaban sentados allí. ¡Era él! hombre malo co n una boca mala. Iba a nuestra casa y su
Yo no podía cr eerlo. Yo estaba su cia , acababa d e volv er d el rostro e n ro jecía mi entras gri ta ba a mam á y le dec ía qu e me
trabajo, había andado un par de kilómetros, y estaba can- mataría d e un tiro, y a ella, y a quien fu era, s i n o me a par-
sada y sudada. Pero cuando lo vi, ¡Alá!, lo abracé y lo besé ... taban d e s u hijo. Mi mamá le respondía, también a gritos,
Nunca lo había besado, nunca nos habíamos besado antes en so m a lí: «No sotro s mataremos a su hij o si no le m antie-
d e ' aquel día. Nos besábamos y nos besábamo s y nos besá- ne apa rtado d e nuestra hija.» Cada vez q ue él oía un nuevo '
bamos. ¡SU boca me parecía tan dulce! Nos abrazábamos, rumor sob re Antony y yo, iba a nu estra casa... ¡Llevando a
nós acariciábamos, nos besábamos. Seguíamos fuera de la Kham isi co m o intérpret e! Khamisi e ra e l único so m a lí qu e
casa, en el daash . Después de besarnos durante mucho, él conocía. Pero Khamisi nunca dijo nada so b re Ant ony y

86 87
yo . Siempre mantuvo nuestro secreto. Él y su mujer era n fiesta, nuest r o 'Id . Venden bebidas y co m idas y cara me los.
muy dignos de confianza. Debía de tener miedo, sin embar- ~ el mundo se pone ropa nu eva , muchas muj eres llevan
go, porque si el padre de Antony lo averiguaba alguna vez, alh eña n el pel o y todo el mundo va limpio. Acude ge n te
él perdería su empleo y su vida. El padre de Antony pen- e ca mpo y gen te de la ciudad . El pequeño 'Id es la fiesta
sa ba que los negros eran gente sucia, y él no quería en su- qu e sigue el Ramadán, el mes del ayu no. En el peque ño 'Id
ciarse. Mi mamá sentía lo mi smo por los euro peos. Abo- se bail a durante tres noches; en el gra n 'Id, duran te se i
'Tecía los rumores que oía sobre nosotros. Todo el mundo d ía s.
le decía que yo era l!-na sharm uuto. Sentía mucha vergüe n- Al co m ienzo, la gen te só lo miraba y paseaba . Los ita lia-
za, y los hijos de mi padre me buscaban... Toda mi famil ia nos acudían a la fiesta a observar y a tom ar fot ografí as. A
pasaba vergüenza. La vida era una lucha continua..., con ti- los sorn a líes no les gus ta n las fotografías. Así qu e a veces
nua. Por desgracia. Pero a Antony y a mí no nos importa- tiraban piedras a los italianos; pero ellos seg u ía n ac ud ien-
ba lo que hacían o decían, porque nos queríamos. Si no lo do . Cuando el baile empieza, los hombres se' hall an a un
veía , a vec es no podía dormir, Rahima. Y lo mismo le pa sa- lado y las muje res al otro. Están un os frente a otras. Dos o
ba a él. Yo corría todos los riesgos, y él, también . tres de los hombres e m pieza n a bailar, y bailan y bail an , y
y todos está ba mos creciendo. Yo me las arreglaba bi en a m edida qu e la música va más deprisa, sa lta n lo más a lto
en el trabajo; daba mi sala rio a mamá, pero ahorraba un qu e pu ed en, y luego cada un o toca a la mujer qu e qui e re .
poco de mis propinas para comprarme mi ropa. También Eso significa qu e es tu turn o , qu e te prefi ere a ti y qui ere
recibía ayuda de Antony. Él podía conseguir toda cla se de verte bailar. Entonces las mujeres ha cen lo mi sm o: van a l
com ida - fruta y verduras, y hu evos y pan- a través de la ce n tro y bailan, y bailan y bail an. Cua ndo es tá n a pun to de
co m isa r ía, grati s , y m e mandaba cincue n ta kilos de fruta a aca bar, cada u na de ellas toca a un hombre, y el ho m bre
trav és de Khamisi cada semana. Yo se lo daba todo a mi vuelve al centro, y hace lo mismo o tra vez . Tod o cl mundo
mamá, entonces ella vendía todo el lote a otra persona, la baila ha sta las cuatro o las cinco de la mañana, cua ndo la
cual, a su vez, lo vendía en el mercado. Y mi mamá em pe- luna es una gran luz qu e lo muestra tod o. Es hermoso , her-
zó un nuevo negocio: llevaba mantequilla a otra ciudad moso.
para venderla, y allí compraba rafia para ha cer cestos y Así que aquella noche a nd uvimos paseando y di virti én -
esteras que luego vendía en el mercado. Nos iba mucho donos hast a que oscu rec ió. En to nces fuim os a la plaza ,
mejor. Juntos, íbamos organizando la vida. Pero seguíamos donde habíamos convenido encon tra rnos, y espe rar a
teniendo el mismo problema: Antony y yo nos hacíamos Antony. Llegó a las nueve menos cuar to. Yo est aba a pre n-
mayores, y el problema también crecía... Cuando creces diendo a reconocer la hora en el reloj que él m e había rega -
quieres hacer las cosas a tu manera. Durante un año y lado. Había tantas personas en la estrecha calle, qu e los
medio pudimos estar juntos sólo una o dos veces al mes, vehículos tenían que circular co n lentitud. Subimos al
porque su papá lo mantenía bajo control, y mi familia hacía coche y nos cubrimos la cabeza con el pañuelo para qu e
lo mismo conmigo. nadie no s reconociera. Pero Ahm ed , el hij o de mi herma-
Un día se celebró el gran 'Id - n uestr a festividad islá- no, qu e era ya un muchacho mayor y estaba ca sado -él
mica-, I y hubo una gran fiesta, en que todo el mundo bai- solía azotarme la mayor parte de las veces y siempre no s
laba. Habíamos trazado un plan. Él y dos amigos suyos encontraba, a mí y a Antony- nos descubrió y ec hó a
alquilarían un coche, y se reunirían con Fatoun y conmigo correr detrás de mí. No sé cómo no s encon tró; su herma-
más tarde, alrededor de las nueve y media de la noche. na era una de las chicas que estaba conmigo. Yo iba en la
Entonces nos iríamos. parte delantera con el conductor y Antony; la hermana de
Fatoun, mi sobrina y yo salimos de la casa a las do s de Ahmed, otro amigo de Antony y Fatoun iban detrás. El
la tarde, porque había baile fuera en la ciudad. Es una gran coche andaba muy despacio a causa de toda aquella multi-

Q Id al-frez: La fiesta «de la ruptura del ayuno» . (N. del t.)


tud. Acabábamos de salir de la zona donde la gente es ta ba
bailando, cuando Ahmed nos alcan zó.

88 89
I, I I 1j 1l , j
1[ ..
Abrió la portezuela del coche, me ag arr ó por el cabello Yo sabía qu e Antony es ta ba durmiendo: Llamaba s ua- I
y me arrastr ó fuera . Cuando Antony trató de ayudarme, lo ve~en te al cris ta l de su ven ta na y él se ac ercaba. No podía
abofeteó a Antony en pleno rostro. Cuando dio la bofetada salir porque había rejas en ella, pero mirar su ro stro, o ír su
a Antony, su amigo empezó a gritar en italiano: «Baja d de voz y tocar su cuerpo ya era bastante. Cuando Antony se
aquí antes de que nos maten a todos ... ¡Bajad de aqu í!» y despertaba, Fatoun se iba a ver a su amigo. A veces, Ant on y
decía a las chicas que salieran. Antony tuvo que bajar tam- y yo no s veíamos una vez por semana, o cada dos se m a nas,
bién . Ahmed me arrastró por el cabello, dándome punta- com ~ a~tes , p~ro a~ora me ,toc a ba a mí co rre r el riesgo.
piés y bofetadas, durante todo el camino hasta la casa. Le _Nmgu n arrugo rruo conocia a Antony, exce p to Khamisi
dijo a mamá que si ella no podía mantenerme al ejada de y Fatoun, pero tenía otra ami ga , Zaytuun , que er-a cas i
aquel muchacho blanco, él iba a matarme, o a mandarme com.o. una hermana para mí. Vivíamos cerca, y, nu estras
a otra parte del país, y nunca volvería n a verme ni a sabe r familia s se tenían simpatía.
de mí. Mamá se volvió loca, y dijo: Zaytuun era mayor que yo. Bajita, con gra ndes ojos y piel
- Es toy cansada de todos vosotros. Nadie va a m atar a clara, tenía dieciséis años, y era de Etiopía. Su padre había
mi hijita. Nadie va a tocar a mi hija. Os llevaré a todos a hecho q~e dejara la escuela con doce años . Tenía s iete hijas
los tribunal es y os m eteré en la cárce l. Si al guno de vos o- y tres hij os, pero Zaytuun era la mayor, y la necesitaba en
tros vuelve a tocar a mi hija , veréis lo qu e soy capaz de casa para que cuidara del ho gar; por-que su madre es taba
ha cer". enferma en cama todo el tiempo y no podía sa lir; Ella era
Yeso me dio un poco de valor, como la madre de la casa. y una verdadera ayuda para m í
Así qu e m e diri gí a la co m isa da de poli cí a , co n mi ros- también, porque era la úni ca persona qu e lo sa bía tod o de
tro c u b ierto de m a gull adu ras y de sangre. Les d ije q u ién me m í... incl uso lo de Antony. Siem pre escuc haba mi s probl emas
había go lpeado. Arrestaron a Ahrned es a misma noche . y me ofrec ía un hombro so bre el qu e llorar; y m e daba bu e-
Pero su padre lleg ó a la comisada de policía po co después no s co nsejos, y su mamá tambi én . Era más qu e un a her-ma-
y lo puso en libertad, porque él también estaba en la poli - na para mí. Yo queda a su familia como s i fue se la mía .
cía, y ad em ás trabajaba con el Comisado del Distrito. La Un día yo no trabajaba y fui a su casa . En aquellos ti em -
policía le dijo que se mantuviera lejos de mí... Yo les había pos, aprendíamos a fumar cigarrillos, y s u ca sa era e l único
dicho que él iba a matarme, y ellos dij eron qu e si me pasa- lugar donde podíamos ocultarnos y fumar; sus hermanos y
ba algo irían a su casa y lo arrestarían. hermanas se habían ido a la escuela, su papá estaba e n el
Pero Antony y yo no podíamos vernos. El padre de trabajo y su mamá se encontraba en cama e n su habitación
Antony había visto el rostro de Antony, y él le había conta- de modo qu e teníamos el resto de la casa para no sotras:
do todo lo sucedido. Y la gen te hablaba, muchas personas Zaytuun cocinaba picante, comida caliente, y a mí me g us -
lo habían visto. Su padre le hizo dejar el trabajo y le obli- taba. Aqu el día fui a su casa a almorzar. sobre la una, y me
gó a quedarse en casa por las tardes. Ahora me resultaba quedé a fumar; Volví a casa más o menos a las dos, y
muy difícil verlo. Tenía que entrar yo en el recinto europeo, la mujer de Khamisi me estaba esperando. Cuando la vi
porque él no podía salir; resultaba demasiado peligroso -:-ivay a !- , mi c,or~zón empezó a latir con fue r za , porque
para él. Yo m e despertaba en mitad de la noche, cuando mi siempre me trata buenas noticias, y yo llevaba s in ve r a
mamá se había ido a dormir, a las doce o la una de la Antony casi tres semanas. Ella me dijo:
madrugada. Fatoun y yo habíamos convenido encontrar- - Oh , he venido a preguntarte...
nos. Nos reuníamos más o menos a la una, lo cual era un Yo la interrumpí:
poco arriesgado, y nos arrastrábamos a través de la a la m- - Sí, iba a ir a su' casa mañana a hablarle del trabajo .
brada que rodea el recinto europeo. Éramos delgadas. así Tenía que mentir ante mi mamá, porque no quería qu e
que no necesitábamos hacer más que un pequeño agujero. ella comprendiera lo que estaba pasando.
. Una de nosotras sostenía la cerca mi entras la otra se arras- - Teng o buenas noticias so bre un em pleo -dije~. Van
traba por debajo. a tener una vacante pronto ...

90 91
l'
I
Cuando es tá ba m os fuera , ella m e sus urró : bien. Le ped í que me acom pañara a últi m a hora de esa
- Anto ny se encuentra en mi casa. Lleva a llí desd e las mis m.~ noch e, pa ra pod er verlo, y ella dijo qu e sí, porque
diez y media de la mañana, ¿dónde te habías metido? Es tá tambi én quena ver a s u novio. Aqu ella noche, después de
un poco irritado, porque vino temprano esta mañana ... qu e todo el mundo se hubo ido a dormir; m e levanté - con
Vamos. sumo c uida do, porque dormía en la m isma ca ma qu e mi
Fuimos juntas, pero yo no pod ía es pera r, y eché a correr, madre- y fui al ba ño . Ant es de ves tir me es pe ré un os mi nu -
diciéndole: tos pa ra ver si mamá me vigila ba, luego salí.
- Nos veremos más ta rd e... So bre las doce, ap rox imada men te , Fa to u n es ta ba fue ra ,
Corrí hast a su casa, y en to nces Ant on y y yo em pezamos esperándom~. Atrave samos la ce rc a po r nu est ro luga r
a besamos una y o tra vez, y acarici arnos. Todo era hermo- secre to, y fu irnos a cas a d e Ant ony. Pero él no se despert ó
so aqu ella no che. Lo qu e más m e gus ta ba de él era qu e no cuando llamé a la ven ta na de s u habitación, as í qu e 'fu i co n
se com porta ba com o un blanco; só lo era una persona nor- Fa t? u n a ver a s u novio. E lla hi zo lo mi sm o ~d i o unos go l-
mal. Si com ías , no importaba el qu é, él com ía con tigo . Le pe citos en la ventana- , y él se desp ertó y sa lió . Tod os nos
daba lo mi smo; era co mo tú. Rahim a, tú eres la segu nda s~l udamos ; yo es pe ré mi entras ellos se besaban y se ac a r i-
persona , la segu nda persona blan ca , qu e he vist o así , qu e CIaba n . Nos ma rchamos , y en el ca m ino de vue lta nos detu-
se lo comería todo. Y Ant ony era así, co mieras lo qu e vimos o tra vez en casa de Antony. Volví a llam a r a su ven-
co m ieras, él co mía co n tigo. El té era su bebida favo rita. tana , pero él segu ía sin res po nde r. Sup liq ué a Fatoun qu e
Bebía cerveza también , pero en aq ue lla época yo ign orab a se qu edara un ra to m ás, porqu e yo tenía la es pe ra nza de
qué era eso. Pero s u bebida favori ta era el té. Aqu ella noch e desp ert arlo. Al fin lo co nseguí. Y él no pod ía creer que
to ma m os m uc ho té, y jugamos a las cartas, porque él sabía fuera yo . No nos quedamos mucho rato. Só lo le h ice sa be r
có mo jug á ba mos nosotros . Cen am os a llí. Ellos hicieron la q~le ya estaba de vue lta, y ha blam os un po qu ito ; luego vol-
cena , y com imos juntos pan llano de tri go y ca rne [Tita. VImos a casa.
E ra n una ge n te muy bu ena , personas que co m pre nd ía n lo Seguimos viéndonos de aqu ella man era. No es tá ba mos
qu e significaba el amor; libres, y teníamos mied o de nu estra familia, los dos. Pero
Cuando lleg ó el momento de marcharnos, era tarde y no no s importaba . Corríamos aquel riesgo, pu es sa bíamos
es ta ba oscuro. Pero yo conocía todos los rincones. Así que que nos amábamos y qu eríam os es ta r juntos. La ge nte no
le pregunté: lo comprendía: éra m os de distinto co lor. Pero nosotros no
- ¿Por qué no nos vamos juntos, entramos de escond i- veía mos el color, en es pec ial él... nunca le impo rt ó el co lor
das en mi casa y estamos juntos un poco más? ? e mi piel. Deseábamos haber sido igu ales para pod er es ta r
Pero Khamisi no s dijo: Juntos el resto de nuestra vida, pero es o era a lgo imposible.
- Debería is ten er cuidado. Quizá alguien esté allí, espe- Una noche arreglamos las cosas para poder vernos otra
rándoos . ¿Por qué no os marcháis por sepa rado; entonce s, vez en cas a de Khamisi. Pa samos una maravillo sa tarde, y
nadie dirá nada? Antony, tú te qu edas un rato, y d ejas que cuando llegó la hora de volver a casa, decidimos sa lir jun-
Amán se vaya primero; luego, yo te llevaré hasta la puerta tos -era tarde y Ilovía-, y pensamos qu e no habría nin-
del recinto, dond e es ta rás a salvo. gú n peli gro . Pero no s equ ivoc á bam os . Alguien nos es pe ra-
Así que seguimos su consejo, y aqu ella noche a m bos lle- ba: [Ahmedl Había otros cuatro ch icos co n él, y todos era n
gamos a casa sanos y salvos. muchachos mayores: di eciséis o di ecisi ete a ños. Empeza -
A la semana siguiente fui a Mogadiscio con mamá para ron a pegarnos mucho , en es pe cia l a Antony. Yo comencé
ver a mi primo Habib, porque estaba gravemente en fer mo. a gri tar pidiendo auxilio, mi entras Antony peleaba y gri ta-
Nos quedamos con Habib durante di ez días, y lu ego volvi- ba. Yo es taba h erida de la boca, y él sangra ba también.
mos a casa. Entonces fui a ver a Fatoun, a preguntarl e si Cayó al suelo, y qu edó a llí tendido; en to nces ellos sigu ie-
había visto a Antony mientras yo estaba fuera. Me dijo que ron golpeándole en el es tómago y en los genitales. Yo m e
no, pero que su novio lo veía cada día, y decía qu e estab a ca í cuando me pegaron, pero volví a levantarme y gr ité

92 93
II 1J ( j
pidiendo ayuda. La gente salió de sus casas, y los chicos, 1,
Nos pasamos la noche e nce rrados ... los se is . Antony y yo
al verlos, huyeron, porque no querían ser reconocidos y teníamos una celda para ca d a uno, y los otros chicos es ta-
arrestados. ban e n o tr a celda, todos juntos. Po r la mañana nos hi cie-
Dos hombres lle va ro n a Antony al hospital, y yo me fui ron la mi sma pregunta. Ambos re spondimos que no, tr es o
a casa. Mamá, al ver toda aquella sangre que me cubría, me cuatro veces . Al m ediodía nos sa ca ro n a los dos, y vino mi
llevó también al hospital. Cuando llegué, Antony es ta ba allí jefe co n un sargen to d e la policía. El sa rgen to nos pregun-
ya , y también los policías. Un policía nos miró a Antony y tó qué nec esidad teníamos de pa sar por todo aquell o .
a mí, con todas aquellas magulladuras que teníamos, y nos Antony le dij o que me amaba; m e a ma ba como se r huma -
preguntó: «¿Qu ié n os ha hecho esto? » Tuve que darles el no, m e amaba como muj er, m e amaba co mo novi a ... y m e
nombre de Á.hmed y de los otros chicos, así como mi nom- amaba de todas maneras. y dijo que no veía qué hab ía d e
bre, y contarles toda la historia de lo ocurrido. Y ellos malo e n eso, porque s us padres le habían tr aído d e E u ro-
entonces llamaron al padre y a la madre de Antony. pa cuando él tenía tres años, y había crecido en es ta ti erra,
No había ningún hueso roto, sólo cortes. Yo tenía los así qu e no se se n tía diferente . Sus parientes le d aban
labios cortados, el de an"iba y el de abajo; él, algunos di en- mucha importancia a l asunto, y él no pensaba que la tu vie-
tes flojos y un corte en la cara. Los d os es tá ba mo s magu - ra. Yo les dij e lo mi smo . El sa rge n to hi zo un ges to negati-
llados. Su padre y su madre llegaron al hospital mi entras vo con la ca beza, y come n tó qu e se n tía pena POI" nosotro s;
nosotros nos e nco n trá ba mos a ú n a llí. Como su padre ave- lu ego so n r ió y dij o:
ri guó que el problema era yo , quiso m atarme, y d e no haber - Los d os so is inteli gentes . ¿Lo sa bé is?
es tad o el m édico y la poli cía co n m igo, lo habría hecho , Dij im os que s í, que lo sabía mos, y q ue no veía mos por
pero ellos lo s ujetaron has ta que se calmó. qué estaban dánd ole tanta importancia a todo es to : ÉI"amOS
Cuando el doctor acabó d e cu ra rn os , la policía nos llevó un c hico y una c h ica qu e se gus ta ba n, y nosotros no o bser-
a la comisaría. Nos detuvieron a lo s dos, junto con Ahmed vá ba mos diferencia alguna.
y s us amigo s , y no s meti eron e n la cá rc el por el resto de la - Es o es maravill oso . Pero la realidad es que tú eres
noche, Estoy bastante segura de que el padre d e Antony negra y él es blanco, y Dios no os creó para qu e os convir-
habló con la policía para que nos e n cerra ra n en la cá rcel, tierai s e n marid o y muj er; Así qu e lo m ejor ' qu e podéis
porque pensó que es o nos asustaría. Yo no podía dormir: ha cer; por vues tro propio bien, es man teneros apa rtados
tenía fiebre y todo el cuerpo me dolía de la paliza. Allí no uno d el o tro , y escuchar lo que vu estros padres os a conse-
había cama para ec ha rse, ni siquiera una manta o una jan. Porque lo que ellos os dicen es la verda d. No sois igu a-
almohada. Mi celda era sólo una pequeña, oscura y vacía les, y deberíais p errnancce r así. .
habitación . Pero me alegraba encontrarme en ella, porque Dij o que es ta .vez nos podíam os ir, pe ro qu e a la próxi-
sa bía que estaba a sa lvo del padre de Antony. El padre de m a no nos dejaría sa lir de la cárcel. Como es tá bamos asu s-
Antony había dicho que si su hijo no prometía que se ale- tados, d ijimos que de a cuerd o, y nos dejó sa lir,
jaría de aquella muchacha y que no volvería a verla nunca Pero cu a n to menos veía a Antony, m ás le amaba . Y
más ni a hablar con ella, lo mantendrían en la cárcel. A mí cuanto m ás lo ec ha ba d e menos, m ás quería verle . Yo era
m e dijeron lo mismo. No dejaban de preguntarme: co ns cie n te d el ri esgo qu e es ta ba co r r ien do: se r go lpead a y
- ¿Vas a mantenerte alejada de Antony? se r a r res ta d a por la policía, y arruinar mi nombre. No m e
- No , nunca. Jamás abandonaré a Antony - res po nd í al impo rt aba, sólo lo quería. Pero traté de se r fu erte y man -
policía-o ¿Por qué debería dejarle? ¿Sólo porque es blan- ten erme a leja d a, por él, y por mí también. La cosa co me n-
co? A mí no me importa, yo no lo veo así, y Antony tam - zaba a ponerse fea, y yo estaba cansada de se r la ch ica m ala
poco lo ve d e esa manera. todo el tiempo , porque eso e ra lo que todo el mundo m e
El policía me dijo que iba a quedarme en la cárcel hasta llamaba. Trataba d e ser la buena niña qu e ellos qu erían que
que dijera que no volvería a ver a Antony. Y Antony estaba fuese. Trataba de ser abi erta y hacer amistad co n todo el
diciendo lo mismo en otro lugar diferente de la c árcel. mundo y c ha rl a r con todos; sencilla me n te , ser buena, p ero

94 95
n o funci onó, sabes, porque nadie lo deseaba . Ellos querían do: gente gritando y corriendo . Me incorporé, a larmada,
verme como mala persona, as í que siem p re era la mala. porqu e"ca da vez que oía algo ex t ra ño pen saba que te ndria
Un día, al cabo d e dos meses, decidí arri esgarme otra qu e ver con Antony. Mamá se in corporó tambi én, y pre-
vez y en trar en el recinto de los europeos. Sabía qu e ir a su gu n tó:
casa no era problema mi entras su papá es taba trabajando, - ¿Qu é es tod o ese m id o ?
porque su madre había sido buena conmigo cu a ndo yo tra- - Quéda te en la ca ma , m am á - d ije-oVay a ir a ver qué
bajaba para la ge n te blanca. Su madre era una mujer pasa.
encant adora ... Nunca m e mi raba de la forma co m o lo hacía Pero a n tes de que llegara a salir, oí que la gen te grita ba:
su papá . Me dejaba en tra r en la cas a ; me o frecía algo de - jUn ch ico blan co muert o!
beber y se marchaba a sus qu ehaceres. Sabía qu e yo esta- Empec é a co rre r co n la ge n te . Y allí es ta ba Ant ony, est i-
ba hablando co n su hijo. A veces me dejaba entrar y a vec es rad o en el su cIo. Le habían go lpe ado en la ca beza co n un
no, pero nunca me d ecía nada que me ofendiera. Su expre- des montabl e de hi err o , y habían apu ñalad o a Kh arnis i e n
sión nunca era mal vada. la espalda dos veces co n un cuc h illo . De a lgu na man era
Un día, Antony s u plicó a Khami si que nos dejara reu- habían ave r igua do que yo hab ía id o a la casa de Kh arni si
nimos en su cas a, y él dijo: «No hay problern a. » Su mujer para ver a Antony, y por eso le hab ían matado. Lo ases ina-
envió a una niña co n un mensaj e para mí. Yo me se n tía ron m ientras llevaba a Ant on y a l rec in to . Dejab a a su m ujer
muy feli z, porqu e sa bía qué quería decir, y -¡vaya !- volví e m barazada y a tr es hij os, por mi causa . Los a taca ntes pe n -
por allí de nu evo. saro n que los dos es ta ba n muertos , y hu yeron. Mas An to ny
Es ta vez Ant ony dijo que tenía que volver a casa tem - se levantó . Es ta ba herido en todas pa rt es, pero era fuerte .
prano . Había mentid o a su padre diciéndole qu e iba a cenar Consi gu ió andar de sde donde ha b ía ca ído hasta el farol, y
en cas a de su a m igo en el recinto eu rope o, y dijo que no la ge nte lo vio.
quería llegar tarde porque tenía miedo de que su padre des- La sang re le empapab a toda la cam isa. Lo primero que
cub riera que no se e ncon traba allí. Cenamos a las ocho, y me dij o fue:
cu a ndo él dijo que quería marcharse, había tr anscurrido - Kh a m isi se es tá mu riendo , Ayuda a Kh a rnisi ...
más de una hora. Lo sostuve . Lo besé. Y lloré. Enton ces llegó un a a m bu -
- Sí, ya es hora de irse - d ije-, porque yo tengo que ir lancia, y lo llevaron al hospital. No me dejaron ir e n la
a trabajar mañana, también. ambulanci a con él. Cuando en contraron a Khamisi, ya era
Yo deseaba qu edarme, si él lo de seaba. Pero él es ta ba demasiad o tarde. Había muerto.
asustado, así que añadí: A la ma ñana sigu ien te , e l padre de Ant on y ac ud ió a
- De acuerdo, entiendo ... nu estra casa a bu scarm e. Llevaba un arma, pero yo no es ta-
Sin embargo, nos quedamos un ratito bastante largo, ba allí. Mi mamá me había llevado, la misma noch e que
besándonos..., porque habíamos empezado a. aprender a Khami si mudó, a una ca sa diferente. Sabía qu e yo se ría la
besarnos ahora. ¡No queríamos terminar! Cada vez que él sigu ie n te e n morir si el padre de Antony me e ncon tra ba,
decía de irse, yo agarraba su mano, y le volvía a besar. Y porque mi padre \10 estaba allí para protegerme. Le elijo a l
luego se fue, porque Khamisi me dijo que se esta ba hacien- padre de Antony que me había ido a Mogadi scio. Él casi
do tarde, y tenía que llevar a Antony a la verja antes de que a tacó a mamá, pero los dos hombres qu e lo aco m pa ñaban
su padre de scubriera que no se hallaba en casa de su lo suje taro n. Mamá le dij o que él nunca volvería a verme,
amigo. qu e m e qu edaría en la ciudad .
Cuando salí me fui directamente a casa. Todo el mundo Tres dí as más tarde mi padre llegó de las tierras del inte-
se había acost ado ya . Me lavé la cara, las manos y los pies, rio r. E n to nces me llevó a su ca mpamen to, e n el cual es ta -
y me metí en cama: mamá estaba dormida. Yo me quedé ban sus dos es posas y sus hijos Y sus a n imales . Me quedé
allí, echada, intentando dormir, pero no podía, así que cerré allí un mes y di ecisiet e días. Mi padre m e llevó allí porque
los ojos y pensé en él. Al cabo de media hora oí un estruen- es taba furio so con mi madre. Dijo a s us esposas y a sus

96 97
I ~ 1; ! ~ 111~1~1;
hij os qu e m e vigilara n para que yo no pudie ra escapar: Tu ve ce ncerros d e m ad e r a d el ca mello - galug, galug-:-, y a llí
que quedarme, pero aborrecía es ta r allí porque m e e nco n- es ta ban . Segu im os m archand o, co n Abdi cond uc ie ndo lo s
traba d emasiado lejos d e Ant ony y de mi casa . Aunque ca me llos y nosotras d os d et rá s, r is ue ñas y felices, habla n-
temía al padre d e Antony, sen tía que debía vo lve r. Bu scaba do y saltando. .
alguna fo rm a d e esca par, pero no sab ía cómo, porque s iem- En las tie rras del inte ri o r, la s famili a s qu e so n veci nas
pre había ge n te conmigo . . . se ay uda n mutuamente c ua ndo no tienen un homb re e n la
Al cabo d e un tiempo, mi m edia hermana y yo no s hi ci - familia. Abdi hubo d e ha cer tres paradas para recoger a
mos ami ga s. Yo le conté toda la hi st oria, una y otra vez . al gunos de los muchachos mayores d e las otra s famili a s
Por fin d ecidió d evolverme a la ciudad. Mi padre tenía con sus ca me llos cargado s. Todos juntos viajam os hast a la
muchos chicos m a yores e n aquel lugar, y és tos hacían tur- ca íd a d e la tarde, y entonces nos d etuvimos. Después de
no s cada se mana para llevar a la ciudad un camello ca rg a- ce nar, los mu ch achos trabaron las pat a s de los c inco came-
do d e lech e y mantequilla y jud ías para vende r en el mer- llo s, los o bligaro n él se n tarse, formando un cí rc u lo co n las
cado. Así qu e mi m edia h erman a m e prometió qu e m e lle- pil as d e m antequilla , los recipientes d e leche y los sacos de
varía co n ella d o le llegara s u tum o. ¿Recuerdas a m a íz y d e judí a s. Ell o s hacían el o ficio d e ce rca, y nosotros
•. ~ bdi, el hi" incluse ro e m i pa d re, el que m e di o leche d e dormía m os e n el inte ri o r. Yo es ta ba ec hada muy cerca d e
a- u ena cu a n d o yo es ta ba en ferma? Seguía vivie ndo co n Abdi ; m i media herm ana se e nc o n tra ba a mi lado , y, cerca
mi padre . Ahora , al volver atrás la mirada, pi enso que él se de ella, los ni ños de la s famili as vec inas. Hi cimos un a foga -
se n tía co mo un int ru so , aunqu e todos le queríamos. Era ta dentro d el círcu lo d e ca me llos, y co n Abdi para gu ar-
s ie m pre muy bu eno co n m igo . Mi media h e r m an a d ijo que da mos · nos se n tía mos muy seguras. Aho ra ya no ten ía
habla r ía co n él, porq ue s iempre iba con ellos en los viajes miedo, y estaba con ten ta de vo lver a casa . Me quedé dor-
a la ci udad, y no se nega rí a a lleva rm e . Sól o teníamos qu e m ida.
es perar a que le llegara el turn o. A mí m e pareció que ta r- A la m a ña na s igu ie nte nos levant am os . fu imos a hacer
d aba un año e n tero. Aunque yo había na cid o en las tie r ras pi s , nos lavamos la cara y las m a nos . t' h ic im os té; lu ego
del interior, había crec ido e n Mango Villa ge. Ahora todo m e ca rgamos los ca mellos y nos pu simos o tra vez e n ca m ino .
parecía diferente. Era muy oscu ro por la no ch e , y la casa Caminamos hasta la noche , d espu és de la pu est a d el sol,
no tenía m ás qu e una puerta d e tela. Podías oír a u lla r a c uando llegam os a la c iudad . De pronto no me se n tía ca n-
chacales y hienas. Y había se rp ie n tes tambi én. Yo estaba sa d a. Me fui directamente a casa d e mi ami ga etío pe , Zay-
asustada, aunqu e d ormía con mi s hermanas po r la noche . tuun, para p reguntarle por Ant ony. Y e lla me co n tó tocio lo
Echaba de menos a mi mamá y mi cama, porque aquí dor- que había pasado .
mía en el suelo. Antony había permanecido c inco días en el ho spital , y
Al fin mi hermana me dijo que estuviera preparada. tres m á s e n s u casa . Después había s id o llevado a Eu ro pa
íbamos a salir al día sigu ie n te . Yo no tenía muchas cosas por sus padres. Su padre había d ejado a los dos a llí, y había
que llev ar -sólo mis za pa tos, dos vestidos y un pedazo d e vuelto al ca bo d e un mes. Ant ony se había id o . Eso e ra
tela- as í que reun í todas mi s cosas. Nadie sos pe chaba de todo. Ahora yo es ta ba realm ente perdida. Ahm ed y los hij os
mi hermana, porque e ra una d e las mu chachas a la s qu e d e mi pad re hab ían matad o a Kharnisi y se habían llevado
habían enca rg ado que m e vigila ra n para asegu r arse d e qu e a Antony lejos d e mí. Esta vez, él es ta ba muy lejo s, en un
no me escapaba. Ella me dijo: «Des p ués d el d esayuno , sa l lugar a l c ua l yo no podía ir ni podía verl e, d onde no pod ía
de la casa tal como hacemos s ie rnp re .» Fui con los niños alcanzarl e, y ni siquiera podía llamarle. Porque no sa bía en
pequeños y jugué con una cría de oveja y co n la s cabras qu é lu gar d e Europa se e nco n tr a ba, ni e n qu é direcci ón
durante un rato, y lu ego, les dij e que nece sitaba hacer pi s . vivía.
En cuanto es tu ve detrás de los arbustos , corrí y co rrí hasta
llegar al lugar del sendero d onde mi hermana me había
dicho que esperara. Al cabo de un ra to oí el so n id o d e los

98 99
y empezó a ayu darme. Habla ba con las chicas y las
es piaba para sa be r qué decían de mí. Oía a un a chica
comentar es to y aq ue llo. y volvía y me decía : «Fula na y fula-
na d ijeron "Es to y aque llo" .» En to nces, me iba dircct arn en -
te a la chica y le decía: «¿Po r qu é diji ste eso so bre mí ? ¿Es
verdad que lo díji ste?» Si ella reco nocía que sí, yo no aguar-
daba nad a más. La abofet eaba y la golpeaba. Llevab a un
cuc hi llito conmigo . para asus tar a la gen te, y a veces pa ra
CAPíTULO 8 hacerl es algú n co rte, No m e importaba. Era un a cosa buena
ser fuerte. Aunque delgada, era fuerte. Nunca fall aba~ Es ta-
ba furiosa y tenía es te ánimo , y eso me hacía m uyfuerte .
Ahora la úni ca persona qu e me co mpre ndía era mi Em pecé co n las chicas. y luego me peleé con todo el
amiga Zaytuun. E staba allí cuando la necesitaba. Yo hacía mundo . Con cua lquiera qu e me mirara, co n cua lquiera que
lo mi smo por ella . pero Zaytuun ha cía más por mí, porque d ijera algo m alo de m í. [hal al, una pelea. No me import a-
tenía más ed ad . Era una persona adora ble. La qu ería por ba qu ién, fuera... hombre o muj er; Me daba lo mismo.
eso. Iba a su ca sa y lloraba, y hablaba sobre él. y ella m e Lu ch ar: Esa era mi ven gan za.
dec ía cosa s bu en as: «Ya a volver. No es culpa suya... » Sabía Tod o el mundo. en es pecial las much ach as y las jóvenes.
que no era culpa suya . Rahima, pasé por un infi erno duran- te nía m iedo de mí. Incluso recibía di nero de las m uch a-
te dos meses. La ge nte empezaba a habla r m al de mí. «Oh, chas . Din ero para el cine y refrescos y caramelos qu e so-
su m uc hacho blanco se ha ido. su amante infiel no circun- lían vender en el cine... Ra hima, todas las muchachas me
ciso se ha marchado . Ahora es tá tratando de co nseguir otro daba n algo . Lo co nseguía todo por nada . Al cabo de un
muchacho... » Todo el mundo hablaba so bre mí, diciendo tiempo. cua ndo iba al cine, te nía tres o cuatro entradas
co sa s malas jóvenes. hombres. mujeres. Todo el mu nd o es perá ndome. «Fá tim a dejó es to. Khadija dejó es to . Fu la na
me conocía «Aqu ella muchacha.» Yo no podía dormir, Me dejó cs to .» Respet o.
co nver tí en un animal, porque se n tía envid ia también ... En aque llos tiempos iba a l cine tan a menudo co mo
Sentía envidia de las muchachas y de todos aquello s qu e podía . Una no ch e m e escabullí de casa mientras mamá
tenían más educación que yo. o más dinero. Los odiaba. do rm ía . saltando por enci ma de la cerca. Ma m á qui so azo-
Sabía que la gente hablaba de mí. Yo solía ir a sacar agua ta rm e cua ndo vol ví. Así que sa lté de nuevo la cerca. me fui
del pozo. Aguardas en la cola. con tu jarra, hasta qu e te a casa de. m i hermano y dorm í allí. Por la mañana tern-
llega el tumo. Mientras estás esperando. juegas y hablas. prano, volví a casa y em pecé a hacer un poco de pan. pa ra
Pero yo era muy sensible. Si alguien me dec ía algo malo, qu e m amá lo lleva ra al m ercado a vender: Estaba se n tada
me peleaba. Y todo lo que tocaba. lo estropeaba. Rompía. e n el taburet e de cuatro patas cuando sen tí algo ca liente
un jarrón a alguien: mi familia tenía que pagar; rompía un entre mi s piernas..., algo qu e me em p ujaba. qu e no es ta ba
colla r: mi familia tenía que pagar; ha c ía daño en una d el tod o bien. Traté de levantarme. pero' era co mo si es tu-
oreja...• ¡siempre al go que pagar! Así que incluso mi fami- viese pegada al taburet e. YenCÍ el tab uret e hacia ade la n te,
lia se disgustaba co nm igo. porque yo era una perturbad o- y miré alred ed o r de mí. Era... No podía dar crédito a mis
ra. Era la mala del pueblo, la muchacha mala. ojos.... era sangre. un gran charco de sangre.
Pensé en volverme realmente mala; si te van a llamar Había una señ ora qu e vivía en una de n uestras casas
mala de todas maneras, bien puedes serlo . Hablé con Zay- re dondas. Llamé a su puerta. .
tuun y le dij e: - ¡Halima! -gri té-o ¡Hermana Hali m a!
- Si no peleo. no creo que llegue a tener paz. La única - ¡E n tra. en tra! - dijo ella-o ¿Qué pasa?
manera que tengo es luchar y demostrarles quién soy. - ¡Mira lo qu e me ha ocu rrido! ¡Mira lo qu e me es tá
-No es mala idea -dijo ella. pasa ndo !

100 101
• l i l, l j I j • I ~ I J
Me senté en el suelo, con las piernas abiertas, y dejé que marcharse- , y ahora mi abuela. ¿Por qué todas las perso-
me .m ira ra . Al ver la sangre, dijo: nas que yo amaba se iban? Y cambié: me convert. í en otra
-:-¡Oooh ! Te vi huir anoche, cuando saltaste por encima persona, fría, no hablaba, ni discutía, ni peleaba. Quería
de la cerca, y mira lo que te ha pasado. Has desgarrado tu quedarme en casa sin ver a nadie, porque la gente me ponía
circuncisión, ¡y ahora te tendrán que coser otra vez! furiosa . Mi abuela había sido como una mamá para mí,
- ¡Oh , no, no lo puedo creer! -exclamé, y eché a correr: porque mi mamá... era como un padre: salía y hacía los
En casa cogí un espejo, fui al baño, ' y me miré. Había ne go cios de la familia, traía a casa el dinero, la comida,
muchísima sangre. Me parecía imposible que toda aquella todo . En casa estaba la abuela. y la abuela era una mujer
sangre saliera por un agujero tan pequeño. Pensé que tal pequeña, y amable. Cuando mamá te hablaba, la pían en
vez me estaba muriendo. ¡Aborrecía la sangre! Volví a todas las habitaciones, pero cuando la abuela hablaba, lo
mirarme en el espejo, y vi que estaba cosida. recuerdo, su voz era siempre amable y suave . A veces que-
- jAú n estoy cosida! -grité. ría a la abuela más que a mi mamá. Y ahora la había per-
Volví al lado de Halirna, y le dije: dido a ella también. Rahima, la mitad de mi vida se había
-¡Mentirosa, aún estoy cosida! ¿De dónde sale toda esta ido . Yo estaba allí, pero no estaba en realidad . Durante
sangre? un tiempo, mi mente permaneció con Antony, y el resto del
- Aho ra , eres una mujer - m e contestó ella. tiempo con mi abuela. Yacía echada en la cama y pensaba
- ¿Q u é quieres decir? ¡Yo ya era una mujer antes! en ellos. Si alguien se me acercaba y me hablaba, yo no
- excla m é. quería hablar con él, porque rompía mi concentración, así
- Aho ra - d ijo ella- eres una mujer, has tenido tu pri- qu e le decía, «Ch is t», y seguía echada allí.
mer período. Permanecí así durante un par d e meses, hasta que no
Entonces me sentí un poco feliz . Me consider é madura, pude sopo r ta rl o más. No podía ni respirar, Empecé a salir
sabes . y corrf al mercado a decirle a mamá lo que pasaba. y volví a respirar, Lo primero que hice fue solucionar lo d e
Ella se mostró feliz. Me sonrió. mi empleo en el hotel. Y conseguí otra vez mi trabajo. Mi
- ¡Aho ra ya eres una joven dama! hermana Hawa se había vuelto a cas a r después de morir la
Seguí yendo al cine. Una noche vi una película sobre un abuela, y empecé a ir a su casa a visitarla. Así que tenía el
piloto, yeso era lo que yo quería ser. Ah, pensaba, ¡volar, trabajo, la casa de mi amiga y la casa de mi hermana. Yo
volar, volar! Desde que era una niña y vi mi primer avión, era muy fría ... totalmente diferente de como había sido
quise ser un piloto. Mi sueño era tener aquello de lo que antes de que la abuela muriera. Entonces era como un ani -
carecía entonces. Le decía a mi mamá: «¿Has visto la casa mal.. . salvaje, luchando a cada momento, a cada minuto,
de! juez, la casa del funcionario del Gobierno? Aquellas todo el tiempo. Pero ahora quería paz. Gracias a Alá y a
casas grandes donde viven los jefes italianos.» La casa del Zaytuun, volví a ser Amán.
juez era blanca, y se encontraba cerca de la granja de mi Seguía trabajando cn el hotel, pero los negocios de ma-
tía . Su granja estaba cerca del río, así que en ella crecían má iban cuesta abajo, porque cuando la abuela murió
todos los frutos, todos. Había muchas cosas que me gusta- mamá tuvo que ga star mucho dinero en el funeral, Nos
ban de aquel lugar: ver correr el río, encaramarme a un pasamos siete días leyendo el Corán, y la gente acudía a
árbol y coger el fruto del cacao. Cuando abrías el huta, era casa a comer y a expresar sus condolencias a mamá ... Siete
blanco como el algodón, con semillas grandes y blancas. días, con sus noches, las veinticuatro horas. Todo e! tiem -
Pensaba que sería hermoso tener la casa y la granja de mi po tuvimos comida preparada para todo el mundo; algunos
tía como único hogar. Soñaba con eso: con ser piloto y con de ellos habían hecho un largo camino desde su pueblo.
tener una casa y una granja verde, rica, llena de todos los Después de todo este gasto, mamá se qu edó casi sin dine-
frutos, montones de ganado, toda mi familia a mi alrededor; ro, y no podía permitirse un viaje largo para conseguir la
Aún era mala cuando mi abuela falleció . Primero se me mantequilla y las demás cosas que luego vendía. Cuando
murió Antony -porque era como si estuviese muerto, al eres realmente pobre y estás furiosa, ves las cosas de form
102 103
equi vocada. Mamá se d esanimó al morir la abuela, igual sa b ía qu e a lgo es ta ba en ma rch a , p er o no qu ería e n terarme
que yo. Por es o volví al trabajo, para que el dinero pudiera d e qu é er a. Hablaban d e mí, y m e miraban c ua ndo yo ser-
ir a mamá: los 150 c helines que ganaba los llevaba a casa, vía la m esa, y cuan do les llevaba a lgo, y c ua ndo descarga-
a de m ás de las propinas que conseguía. Como yo estaba e re- ba la s ce n izas . Él me miraba de un a manera diferente.
c ie n cia me co m pra ba mi propia ropa. Antes, m e las había Empezó a venir a casa de mi lío casi todos los viernes,
co m p rad o mamá. (Papá solía comprarme ropa e n fiestas y las cosas co n tin uar o n así du rante d os meses má s o
especiales, también, cua nd o andaba por a llí. ) Empecé a m enos. Mi tío me d ecía: '«Este hombre es mi mejor a rnigo.»
co m p rar me co sas que me gus ta ba n : zapatos, un p a ñuelo, Me hablaba sob re el e m pleo importante d e a q ue l ho m-
un cinturón. Pero es ta ba triste por la s ituació n de m am á . bre. Me dijo que un hermano suy o e ra ministro del Gobi cr-
No podía pensar en otra cosa que en ganar más dinero ... no ; Me co n tó qu e era una familia d e muy a lto ran go. Me
Era mi única obsesión . Después de ir se Antony y de irse la a se guró que yo le gus ta ba al hombre y qu e la principal
abuela, hubo muchos cambios, y mucho dolor; Cuanto más razón por la que visitaba la casa era yo .
crecía, más aumentaban los problemas, y llegué a ca ns a r- - Oh , por eso ustedes hablan d e mí y m e miran d e es a
m e de pensar en có m o ga na r dinero para ayudar a mamá manera tan ex traña.
y a todos los demás que amaba, y a mí misma. - S í - d ijo él-, e res una c h ica intel igente, lo co m p re n-
Al cabo de un tiempo empecé a salir. Conocí a otros chi- d es. Piensa en lo que te he di cho . - Lucgo e m pleó un as
cos, e n especial a uno, un mu chacho árabe, que era , com o palabras que yo od ié-: Piensa e n tu madre, Tod os voso tros
yo, un muchacho tri ste. Su novia - la chica que él amaba- necesit áis ayuda, y es te hombre pued e dárosla.
se había casado co n o tro, porque su papá la había e n tre- Yo a bo rrecí es o. Lo a borrecí d e ve rd ad . Lo primero en
ga do a o tro hombre. É l ha bía pedido que lo trasladaran a mi vida era m i ma má, por todo lo q ue ella lleva ba sufrido
Mango ViIlage para no tener que soportar el dolor de verla y lo que había hecho por mí, y no necesitaba que nadi e m e
todo e l tiempo. Nos ofrecimos uno al otro un hombro so b re lo record a ra : pero es o fu e lo qu e él hi zo. Me se n tí herida .
el qu e llorar; Hablábam os de nuestro problema. Yo le co n- Me: e nfu recí.
taba el mío - q ue él comprendía-, y él me contaba el suyo , - Pe ns a ré e n ell o - re p us e . Y m e marché .
yo comprendía. Caminé y ca m iné durante kil óm etros y kil ómetros, pen -
Pero esta vez yo había crecido. Nacida en 1952, estába- sando e n lo que me había di cho y e n lo que yo hab ía se n-
mos en 1965. Tenía trece a ños. Había tenido la menstrua- tido, y las lá grimas caían sob re mi ropa . Hablaba en voz
c ió n dos veces. R uerdo ue tenía trece años y s iete m es es alta con m igo mi sma - re pitie nd o sus palabras y pensando
cua nd o me casé . - - - - - - - -- - - por qu é la s había di cho: ¿por el dinero? Anduve hasta qu e
Un tío por parte de mi madre me llamó un viernes para no pude más. Me sen té y me e nfu re cí, y volví a llorar, y recé
qu e los ayudara : su esposa acababa de tener un bebé. Me a Alá para que nos ayudara . Me se n té y pensé, pensé , p ensé .
llev ó e n su Land Rover al mercado a comprar alimentos. y decidí ir a por ello : me cas a ría con él. No tenía din ero,
Me dio dinero y me dijo lo que necesitaba; él me esperó en ni tampoco a Antony. Contraería matrimonio, y al m en os
el Land Rover mientras yo compraba las cosas, y cu a n d o tendría dinero, y tambi én a al guien. Pen s é: «Qu izá puedas
hube terminado nos fuimos a su casa. Allí es donde lo verle - a tu novio- algún día. Corno tendrás din ero, pu e-
conocí... a mi futuro marido. Era un amigo de mi tío, de des volv er a la es cuela y completar tu ed ucació n ... » Porqu e
Mo gadiscio. Mi tío tenía una criada que era una mujer Antony er a de una familia ed ucad a . Pensé que qui zá co n-
fuerte, pero libraba los viernes. Así que cociné para ellos y siguiera salir de Mango Villa ge.
lavé los platos, porque cuando las mujeres tienen un bebé En Sornalia, en aquellos tiempos, s i no te cas a bas, no
no coci na n si no tienen que hacerlo. Has de reposar en cas a eras nada. Tenías que casar te, y joven a demás . De lo co n-
durante cuarenta días, y jugar con el niño. trario... ¡deshonrabas a tu famil ia! ,Es una vergÜen za pam
Después de que ese hombre me viera dos o tres veces en ti si no te casas a los ca torce, a los quin ce, a los di eciséis
casa de mi tío ayudando, empezó a hablar conmigo. Yo años . Cuando una chica tiene ya di eci ocho aflos , es de n~-

104 105
1 II IJ " lj Ij

h 'a do vieja , y se considexiLque nadie la Quiere. A los vein-


te, eres supervieja. Yo misma no podía esperar mucho a
casarme. Hawa estaba casada cuando tenía mi edad. Pare-
cía que nadie me quisiera. Decían que era mala, por eso
pensé que quizá nunca tendría una oportunidad. Quería
L qu e e lla tendrá cie rta segu r id a d, Así es nu estra c u ltu ra,
Pero yo no quería hacerlo a sí - ¡n i hablar!- , pues, d e
esa manera, ellos sacaban dinero . Yo qu ería conseguir el
dinero de él primero, s in d eja¡" que mi familia lo s u p iera .
Le dij e que s i estaba d e acuerdo con eso, perfecto , pe ro yo
demostrarles que era capaz de conseguirlo. Y sabía que, no qu ería que nadie lo su p iera hasta d espués.
una vez casada, podría divorciarme. y entonces ellos no Mi tío dij o :
dirían que era una muchacha, sino una mujer, una mujer - ¿Po r qué eres así? A la mayoría de las muchachas le
divorciada. Tendría un poco de libertad. Y podría hacer lo gu sta que la ge n te se lo pida a su padre para no hacerse
que quisiera. una mala reputaci ón, Tal como tú lo quieres. es co m o s i te
Así que decidí casarme con aquel hombre. es ca pas es con él, como si no fue ses nada.
Volví a casa. Iba sucia. Tenía lágrimas por todo el ros- Tenía razón. Todas las muchachas que o co nocí a es pe -
tro, y lleva ba los pies mugrientos, porque había estado raban hasta que al guien aparecía, las pedía a s u familia y
corriendo y andando deprisa. Me duché. Estaba cansada, y pagaba un montón de din ero y ca me llos y armas y ca ba llos
caí dormida. Al día s igu ien te, después del trabajo. me detu- y oro y vestid os.
ve en casa de mi tío. y le dije que había es tado pensando - De bed as es ta r orgullosa - m e dij o mi tío-. Has con-
e n lo que él había dicho, y que estaba de acuerdo e n casar- segu ido un hombre con a pellid o y din ero. y es tá di spuesto
me con su ami go, si él aceptaba mis condiciones. Mi tia m e a hacer lo que tú desees, a pa gar todo lo que tú quieras,
preguntó : «¿Y cuáles son ?» Le dije que no quería que se lo porque le gus tas; y tú no qui e res hacer eso . ¿Po r qu é?
com u n icara a lo s d e la fa m ilia de m i padre ni a nad ie; sim- Pero yo no qu e rí a d ecí rselo ; a unque él era d el linaje d e
plemcnte nos casaríam o s, y d espués de que hubiéram os mi m adre, no qu ería explica r le c uál e ra mi plan . Así que Ic
vuelto. se lo diríam o s a mi padre. Pero antes del matrimo- res po nd í:
nio, yo no quería que él m e pidiera a mi padre o que espe- - Me da vergüenza, porque él es viejo y perten ece a o tro
rara a que mi padre me entregara a él o que me pidiera a linaje .
mis hermanos. Ya que. por lo ge ne ra l, tu familia negoci a . - Co m p.-c nd o - d ijo é l.
El hombre tiene qu e preguntar a tu familia . y s i tu familia Y a ña d ió que iba a co m u n ica r a su amigo qu e yo había
dice que no, y tú lo a mas, os escapáis juntos y o s casáis. di ch o qu e s í, y que el matrimonio tendría lu gar a l ca bo d e
Tienes que ir a vivir al menos a doscientos kilómetros de una se m a na o dos. También pedí a mi tío qu e le hiciera
distancia. La reli ión musulmana no te ermi te ca sarte sa be r que yo quería dinero, un montón de dinero, y o ro y
ce rca de tu fal)1ilia si ellos nQjo aprue ~n. Pero si los hom- vestidos.... pero que qu ería dinero e n mano, por anti cipa-
bres de la familia dicen qu e s í, negocian la clase de vid a do. É l dijo:
que el marido te dará. có m o pagará y qué regalará a la - ¡No te preocupes por es o!
familia. No es que estén vendiendo a su hija; es por re spe- Fui a casa d e Zaytuun. No le comenté nada porque no
to, «Yo he cr ia d o a esta hermosa hija... », y esperan algo a quería que empezara a darme buenos consejos. com o una
ca m bio. Y tampoco están comprando. Cuando tu hija se hermana, a pesar de qu e yo sabía que estaba haciendo mal
casa y se marcha. deja un espacio vací o , vacío. Un regalo las cosas . Quería co ns eg u ir dinero para pod er ay ud a r a mi
hace la tri steza más soportable . Asimismo. un padre va lo - mamá. Pero, aunque hubiese sa bid o eso, Zaytuun m e ha -
ra a su hija. y necesita sa be r que el hombre no se divor- bría dicho que no sigu iera adelante, o le habría di cho a mi
ciará de ella o la maltratará. Cuanto más dinero paga el mamá que me detuviera, y yo no qu ería que ella hi ciera
marido . m ás se gu r o está el padre de que el hombre ama a es o. Mi boca quería decírselo, pe ro m e lo callé. Ella sa b ía
su hija. Y sabe que no querrá divorciarse de ella s i ha que yo le ocultaba algo . y empezó a preguntarm e, co n un
agado mucho. De lo contrario.... fácil viene, fácil se rostro a m a ble . sonriendo; trataba d e a leg ra rm e para que se
va. De modo que un gran regalo le permite al padre saber lo contara. Al ver que no lo hacía, se enfureció y dijo que

106 107
no iba a vo lve r a di ri girme la pala bra. Pero , a pesa r d e todo, e lla, por que él te nía un buen em pleo, que le proporciona-
no se lo dij e. b a a e lla mucho dine ro. ~
Aqu el hombre volvía el viernes, y mi t íome invitó a que - ¿P iens as que m e casé CO Il él por a mo r? - co n tin uó la
fuera a su casa a ayudarles. Pero esta vez yo quería obser- muj er de mi t ío -c-, Me casé con él por din ero . Anda , ¡ve!
varlo, ver qué as pe c to tenía. Fui al cuarto d e es ta r y m e se n té a toma r el té co n ellos .
- S im ple m e n te ve nd ré - le dij e- o No m e sie n to bi en M e hici eron muchas pregunta s sobre mi fam ilia , e n es pe-
hoy. No quiero hacer nada. Sólo vendré y haré compañía a cia l sob re mi padre. Respondí a toda s ellas ... S u po ngo q ue
su esposa. él es taba co m p roba ndo s i yo e ra es tú p ida o no , y pud o
No qu ería trabajar, con la mirada de él clavada en mí. darse c ue n ta de qu e no lo e ra . Empecé a gus ta rle. .. la
Qu ería observarlo yo , y ver qué aspecto tenía , porque no maner a co mo yo hablaba. ,
había mirado mu cho aqu ella ca ra ; cua ndo eres una mucha- Aqu el día, d espués d e qu e terminam os d e tam al' té y de
c ha, no miras a las personas mayo res directamente a la hablar, m e dio d osci ento s chel ines. Eso e ra mu cho d ine ro
cara . Bajas los ojos. Nunca le había mirado completamen- e n aquellos tiempos; mucho más de lo qu e yo ga na ba e n un
te . Esta vez quería verlo. Qu ería estar segura de en qué m e m es. Nuestra familia vivía co n cinco c he lines a l dí a . As í qu e
es ta ba m eti endo. lo cogí. Tod o lo que yo que ría, e n cua lq u ier caso: era din e-
Me daba vergüen za , y mi corazón latía con fu erza , y ro. A partir d e aq uel d ía e m pezó a corn pra r rne cosas ca da
pensaba: «¿Qué va ya decirle s i se pone a hablar co n rn igo ?» se mana: ropas y un reloj y ca de nas d e oro y a n illos y jabo-
Nunca había hablad o co n un hombre mayor, Jam ás había nes. Me lo traía todo. A mí m e gus ta ba mu cho eso. Cuan -
sa lido co n un hombre mayol"j co n c h icos mayore s, sí, pero to m ás m e d aba, m ás m e gus ta ba él; así e ran la s cosas. Y
n unca con u n viejo. Y eso era él... u n viejo . yo no veía el momento de casarme.
Cu ando llegu é a casa de mi tío, e n tré e n la habitación Al cabo de tres se ma nas, d ecidimos ce lebra r la boda. Él
d e su es pos a, pero d ej é la puerta abie rta para poder obser- pasó una noche e n nuestra ciu dad , co n mi tío , pa ra pod e r
varlo. Pero las únicas vec es que podía verlo era cuando yo recogerme por la mañana . Yo acudí all í la noche antes para
ib a al baño o a la co cina . Cada vez que pasaba, le ech a ba hacer los preparativos. Le dije qu e quería sa lir de la ciud ad
una mirada furtiva. A veces él me pillaba mirándole, a temprano a fin de que la ge n te no me viera s u bir a l coche
veces, no. El primer contacto visual m e hizo sen tirme aver- con él. Él es tuv o co n for me. Fui directamen te a ve r a mi
go nza da . Era un viejo limpio, d e bonita piel, mucho cabe- so bri na, que era como una herm ana para mí. Le dije qu e
llo suave; un hombre muy agradable. ¡Pero era como mi la nec esitaría a la mañana si guiente. Me llevó d o s horas
abuelo: un hombre viejo! Gordo, bajo, de piel clara, con explicarle lo que iba a pasar, pero finalmente ell a co m-
una cara ancha. Tendría cincuenta y cinco o cincuenta y prendió, y se mostró d e acuerdo co n m igo. Fui a casa y ce né
se is años - m ás o m enos- , cerca d e lo s sesenta, con un co n mamá. M antuve una agradable charla co n ella y la hice
gra n vientre, un cuerpo limpio y ropas limpias. Se veía que feliz contándole un par d e hi st orias divertidas para hacer-
procedía de una buena familia. la re ír; y le preparé el té. Fue una gr a n, gran ce na , y lu ego
Los hombres comían, y yo comí un poco con la esposa le pregunté si podía pasar la noch e en casa d e mi sob rina
d e mi tío. Por supuesto, ella lo sabía todo, porque su mari- porque era el Ramadán, y habría fiesta y lectura del Corán
do le había contado que s u amigo m e d eseaba. Después de allí. Ella me dij o que s í. Cogí el ves tido que quería llevar
qu e todos hubimos comido por sepa r ad o , los hombres m e puesto, y volví a casa de mi so bri na.
llamaron para que tomara el té co n ellos; yo sola, con los Por la mañana nos levantamos a la s se is y m edia . Le
dos, en el cuarto de estar. había dicho a mi mamá que iría directamente al trabaj o
- Ve a verl os - me dijo ella-o Olvida la timidez. Sé inte- aquel día, y nos volv eríamos a ver po r la noche, cu a ndo
ligente. Sé lista. regresara a ca sa. Pero realmente no iba a traba jar, sabes,
Ella era joven, y astuta también. Se había casado con iba a casarme.
aquel hombre al que yo llamaba «tío », que era mayor que Salimos de la ciudad por la mañana: él, yo , su chó fer y

108 lO9
I~ 1 l I ~ 1I
mi so bri na . Fuimos a otra ciudad porque, como he dich o, - Claro , no hay problema - res po nd ió él.
c ua nd o te escapas y eres joven, tienes que ir a más de c ien- Rahima , me sen tía feli z, mu y feliz.
to cincuenta kilómetros de la ciudad en que vives, si tu - ¡Con fo r m e ! - excl a m é .
papá y tu mamá no te dan en matrimonio. Fuimos a otro É l llevaba una pequeña maleta, y la abri ó a llí mi sm o.
di strito, bastante lejano. Me di o doscientos chel ines .
Puedes casarte a cu a lq u ie r edad en el caso de que tu - S i nec esitas más, házmelo sa be r.
padre lo apru ebe; pero s i lo haces por tu cuenta , has d e Rahirna , nun ca había tenido din ero con tant a facilid ad .
tener más de quince años . Yo era demasiado joven; aunqu e No ca bía" e n mí d e gozo .
a lta y delgada , se notaba mi juventud, pero mi manera de Me lle vó a casa d e mi padre, porqu e yo tenía mi ed o de
hablar era inteligente. Mi marido dijo que iba a re coger a ir a ver a mi madre a ca us a d e lo qu e acababa d e ha cer:
uno de sus amigos para que fuera testigo, por s i el magis- Pensé qu e papá no estaría all í. Pero c ua ndo llegarnos a casa
trado sospechaba que yo era demasiado joven. Aquel hom - de mi padre, Rahirna , é l es/aba allí. Acababa d e regresar d el
bre podía d ecir que m e conocía , que era mi tío, y que yo campo aqu ella tard e. Yo , poro lo ge ne ra l, no tenía mi ed o d e
tenía di eciséis, dieciocho, veinte años ..., los qu e fueran. Así mi padre, pero ahora había co me tido un gra n e rro r.
que lo re cogimos, y vino con nosotros . Cuando llegamos Ant es d e ir a casa d e mi padre, nos hab íamos d et enido
d elante del magistrado, mentí: le asegur é que tenía dieci - e n la de mi tío -el tío qu e me había presentado a mi mari -
s ie te años . El magistrado me miró. El otro hombre dij o que do-, y mi tío había venido con no sotros para habl ar co n
s í, qu e ten ía diecisiete años . todo s los hombres de la famili a de mi padre . Pe ro mi padre
Así fue co m o nos casa mos. Después, mi marido pa gó al no es ta ba c u m p lie ndo co n sus deberes d e jefe aquell a
m agistrado , y llevamos o tra vcz a l a m igo a su casa, y mi noch e. Se e ncon tra ba e n su casa. Así qu e , cua ndo e n tr amos
marido le dio un poco dc din ero. Mi marido quería qu e e n casa de mi padre, nos sepa ra mos: mi so br ina y yo fu i-
pasáramos la noche en su casa, pero yo le dij e: rnos a una de la s cas as red onda s, y los hombres a o tra .
- No , quiero ir a mi casa. Sabes, Rahirna, en cua n to volví a Mango Village y vi a la
Tenía mi ed o de qu e s i pasaba la noch e e n su cas a, famili a d e mi padre, n~e di cue n ta del g ra n CITa r qu e había
pudiera ocurrir al go , y yo no quería eso. Yo no quería que cometido. Cambié d e opinión . Decidí qu e qu ería cl di vorcio ,
él me tocara. Así que le dijc: y de volverle el dinero, porque es ta ba asu stada. Les llevó
- No ..., ni hablar, lIévame a casa. much o, mucho rato, di scutir eso, casi tr es horas. E nv ia mos
- ¿Y s i pasáramos por casa d e mi so b rina para que a los niños a escucha r lo qu e es ta ba n hablando, y los niños
pudieran conocerte? - me preguntó-o Les he hablado de ti. vo lviero n y nos lo co n ta ro n. Cada vez que volvía n, d ecían
- Co n fo rm e - ace p té- , pero a tu casa, no. que mi papá no lo quería. Le decía , a mi marido:
Fuimos a casa de su sobrina, y nos ofrecieron té, paste- - Un viejo co m o usted ... ¿cómo se ca só co n mi hij a ?
les y bebidas suaves. Todo el mundo decía , «Oh , es joven y ¿Qui én le dio permiso para escaparse co n mi hija ? ¿No es tá
lista. Es bonita », y me preguntaban cuál era mi nombre. Yo a vergonzado?
me se n tía tímida y embarazada . Cuando nos despedimos, Mi tío por parte d e mi madre intentaba calmarlo . Pero
todos dij eron que pronto nos volveríamos a ver. mi padre d ecía:
En el coc he , a mitad de camino, le dije que tenía que - iVe a buscar a tu jefe! Quiero habla¡' co n él. No co n
darme algo de dinero. Quería ir a Mogadiscio; la mitad de una m edia-persona, un medio-hombre co mo tú .
mi familia, por parte de mi padre y por parte de mi madre, Estaba realmente furio so . No pudieron acabar el asun-
primos, tíos y tías, estaba allí. Dije que necesitaba ir allí to aquella noche, así que mi marido tuvo que irse. Papá me
para co m pra r m e oro y algunos vestidos. llamó, y mi hermano, y e m pe za ro n a gritarme :
- Cla ro , no te preocupes. Te daré un poco. - ¿Po r qué has he cho est o?
Me preguntó cuánto quería, y le contesté que quería Yo estaba realmente asustada, y le dije qu c quería el
doscientos chelines. divorcio.

110 111
-Consíg ueme el d ivorcio . Dices que soy dem asiado I Le d ije que ta mb ién h acía eso por la familia de Khami-
joven pa ra casarme con él, de todos mo dos, así que no si, porque no le había o lvidado, y le da ba a su mujer un
estoy casada co n él. Qu iero el di vorcio .
Tam bié n gritaro n a mi so brina: I poco d e dinero , pero quería darle más.
- Pero a hora qui ero terminar.
-¿ Po r qu é no se lo co n tas te a tod o el mundo? Sa bes - Amán - elijo ella-, es d emasiado ta rd e. Tu padre ha
qu e ella tiene trece a ños ... ¡Tenías qu e hab erla det enid o!
Mi herman o me llevó a casa de mi mamá , y le co n tó lo
I dado su conse nti m ie n to, y toda tu fam ilia lo ha acep tado .
'1 Aí10,"a , si haces cosas es tú pidas (porque yo dij e que iba a
q ue hab ía suced ido. Ta mpoco ella podía creerlo. Gri taba y escaparme co n el dinero), si haces que tu fam ilia tenga que
le pregu n ta ba a mi hermano: «¿Dón de co noció a ese viejo?» I devolver todo el din ero, en to nces serás maldecida . por tu
Él dijo qu e no e ra c ulpa de su fam ilia, sino de la de ella. ma d re , po r tu padre y p or todo el pueblo. No hagas eso.
Yo le di la ra zón a él... Era el p rimo de mi mad re e l que 1 Esp era a que es tés en su casa, y en to nces haz lo que qu ie-
nos prese ntó . ras. Pero, hasta que vayas a su cas a , no re escapes . Tu
A la ma ñan a sigu ien te, mi so brina me dijo que había j madre tendrá una terrible co n moc ión, porque no sa brá a
ven ido mi marid o , co n s u jefe y co n dos o tr es viejos de dónde has ido , y tu pad r e lo mi smo , y todo el m u ndo que
diferentes lin ajes , para ha bla r co n mi pa d re. Llega ron a . te qu iere. Qu édate, ve a la gran ciudad con él, y en tonces
1.
nu est ra casa a lre de do r de la una de la tarde , y d ijero n que dil e que no lo quieres.
se habían pu est o de ac uerdo, y que habían celebra do la Yo había pensado qu e era fác il es ta r casada, pero me
ce re mo n ia de nu evo , co n mi pa dre presente, para hacer que 1 equivocaba. El m atrimonio era otra cosa. Adem ás, no podía
el matrimo nio fuera válido . Ex plicaro n a mi madre lo que olvidar a Antony. Hi ciera lo que hi ciera, es tuv iera co n quien
ha b ía suced ido, y que ella tenía que aceptarlo... No había l. estuviera, él se hall a ba siempre en mi mente... s iempre en
nad a qu e e lla pudi era hacer, [pero es taba ta n furiosa! m i mente; por más dol or que tuviera, por más enferma que
y yo es taba furiosa ta m bién, porque las cosas no iban m e encon trara, por m ás furiosa que me sintiera, tanto si
tal co mo yo le había pedido a papá que hiciera. Yo quería
i esta ba en el trabajo como en cas a . Lo veía en mi s sueños
qu e me consigu iera el di vorcio . Le había d icho: la mayor parte del tiempo, y m e decía a m í m isma que
- No lo qui ero . Cometí un er ror. No lo vo lve ré a co - algún dí a lo volvería a ver. Decidí ir con aque l hombre con
met er. el que estaba casada, y saca rle todo el dinero que pudiera
Pero no fun cionó. para viaja r a Europa y ver a Antony. Pensaba qu e me resul-
- Tú lo has eleg ido - d ijo mi pad re, y me había casado taría fácil; ése era mi sueño.
co n él.
Me dij o qu e co mo nadie sa bía nad a acerca de mi huida
co n aq ue l hombre , no debía hablar a la ge n te m ás que
del segu ndo matrim onio , porque de lo co n tra rio sería em-
bara zoso pan¡ la fam ilia . Así qu e eso fue lo qu e hice; yau n-
qu e yo le ec ha ba tod a la cu lpa a mi padre, e n realidad era
cu lpa mía .
Fu i a habla r co n Zay tu u n, pa ra co n ta rle cómo hab ía
ca m biado de op in ió n y cómo no qu e d a es tar casada a hora, " ,'-
y có mo había pasaclo tocio . Ella m e preguntó por qué lo
había h echo . ¿Por qu é había acep ta do su dinero?
-Bue n o , sa bía qu e mamá lo pararía, si se en teraba,
pero necesita ba el dinero pa ra m í y pa ra ella. ¿No ves lo
ago tada que es tá mi madre? ¿No ves qu e ya no sale a ha cer
sus negocios co mo a n tes? No le queda d inero.
I

112 113
l
delante de quien fuera. Cuando volvíamos a casa, me azo-
taba otra vez y luego me bajaba las bragas y me hacía abrir
las piemas; encendía una lámpara dc queroseno y me mira-
ba para ver si aún era virgen . Empezó a hacer eso cada vez
que yo salía, de día o de noche, aun cuando sólo fuese al
mercado. A mí no me gustaba. Aunque yo sabía que debía
hacerlo, y no era la única que se comportaba así con su
hija . Todo el mundo lo hacía: Cuando una muchacha se
CAPÍTULO 9 deslizaba hacia el lado malo, era azotada. Sin embargo,
cada vez que ella me azotaba, me sentía avergonzada y
herida. .
De manera que me quedé en casa un par de meses. Mi Al cabo de un mes y medio no pude soportarlo más. Me
marido y mi madre hicieron que dejara el trabajo, porque fui a las tierras del interior, a pasar el resto de los meses
estaba casada. Una vez que una muchacha está legalmente con mi padre, antes de mi boda final. En esta ocasión, yo
casada, se queda en ' casa hasta que' su marido ha hecho iba al campo por mi propia voluntad, para escapar de mi
todos los preparativos para la ceremonia final de la boda. mamá, así que disfruté de ello más que la última vez. Aun-
Asimismo es costumbre quedarse un poquito con tu fami- que me dolía pensar en mamá, estaba contenta de haber
lia antes de dejarlos . Me quedé en casa y ayudé a mi mamá. escapado. Antes de marchar, le di casi todo el dinero que
Mamá y yo éramos las dos únicas que vivíamos en casa tenía, y yo me llevé sólo un poco.
ahora. Tres días después de llegar al campo, papá tuvo que
Mi mamá sintió como si lo hubiera perdido todo cuan- regresar a la ciudad. Cuando eres un jefe, eres como un
do la abuela murió, porque su mamá era como parte de su policía: vas a donde está el problema -a pie, en coche,
ser: incluso desde la muerte de mi abuelo, acaecida mucho como sea-, y lo resuelves. Unas veces es un conflicto entre
antes, las dos lo habían pasado todo juntas. Ella se queda- dos tribus, otras es alguien que tiene dificultades. No
ba ahora en casa y estaba llena de furia y nerviosismo. No importa el problema que sea, mi padre tiene que ocuparse
le importaba si yo me encontraba allí o no, porque algunas de él. Esta vez iba a la ciudad. Le pregunté si podíamos
personas aún murmuraban sobre mí a causa de mi novio enviar a mamá un poco de comida.
blanco, y ella se hartaba de oírlo cada vez que salía de casa. -Claro -dijo él-oEstoy preocupado por ella. Haz que
Estaba irritada conmigo, y yo lo comprendía. Amaba él mi Abdi te ayude a coger un poco de maíz, judías, algo de acei -
mamá... Mi hermana se había ido, mi hermano no paraba te de sésamo, un poco de mantequilla y leche; se lo llevaré
nunca en casa, y mi abuela se había muerto, así que yo cuando vaya.
tenía que estar allí por ella. Me gritaba mucho ... Todo lo Cuando mi papá se marchó, su mujer empezó a pre-
que yo tocaba, hacía, o cocinaba ella lo encontraba mal. Yo guntarme acerca de qué había ocurrido entre mi mamá y
estaba aprendiendo a cocinar un poco mejor porque tenía él. Estaba celosa porque mi mamá CI"a independiente y mi
más tiempo, y trataba de agradar a mamá haciendo buenas padre la amaba, y ella lo sabía.
comidas para ella. Aún tenía el dinero que mj marido me 1 Me gustaba estar con mis hermanos y hermanas, e ir a

había dado, así que compraba buenos alimentos y regalitos trabajar en los campos con ellos. En la granja de mi papá
para ella, pero mamá no me hacía caso. se cultivaban judías, maíz, guisantes y sandías. Era lo que
No mejoraba... Todos los días lo mismo. Empezó a abo- a mí siempre me había gustado: todos aquellos colores, el
fetearme y golpearme, con la mano y con un bastón, y me olor de la fruta ... Después del trabajo, todos los niños juga-
lanzaba insultos que nunca había empleado antes. Yo me ban y corrían por allí. Había baile por las noches, y el vier-
iba a casa de una amiga o al cine, sólo para librarme de nes tenía lugar un baile especial. Los muchachos empeza-
l

eso. Ella empezó a seguirme y a azotarme y a maldccirme ban dando palmadas y cantando, luego hacían chocar dos

114 115
azadas de hierro para que otros j óvenes de los alrededores
bien la boca y resp irara el humo profundam ente. E l hom -
lo oy eran y se unieran al baile. Era realmente divertido con
bre le d ab a go lpes en la es palda y en la cabeza , fu ertes, con
una gran fogata, y bailando durante toda la noche, 'dife-
la m ano abierta, y grita ba al zar qu e salie ra y se identifica-
rentes danzas, con diferentes canciones.
ra ; l ~ de cía qu e sabía qu e es ta ba dentro de ella: ¿po r q ué
Al cabo de doce días, mi papá volvió. Le pregunté cómo
quen a ponerla e n fer ma? Ella tosía y vomitaba en el cue n-
se encontraba mi mamá, y él me respondió que ella se
co, y luego repetían lo mi smo. Cuando m amá es ta ba empa-
había ido con la gente del zar; éstos le habían dicho a
p ad a en sud or y n o podía so po r ta rlo m ás, lo dejaban. An tes
mamá que estaba poseída por un espíritu que llamamos
de ~ arch arse echaban so bre e lla un perf-um e es pecia l. Ca da
zar, y que ese espíritu la estaba poniendo enferma, as í que
rnanana llegaban para hacer es o , hasta qu e llegó el m om en-
necesitaba tener una ceremonia zar, yeso costaba dinero.
to de la gra n ce re m o nia zar.
Habían fijado la fecha de la ceremonia para una se m a na a
El día de la ceremo n ia - vier nes por la m a ñan a -e- vini e-
partir del siguiente viernes. Dije a papá que quería volv er a
ro n. Mis tíos y al gunos de los amigos y pari entes de mi
casa para poder ver a mamá y la ceremonia zar, y él me
mam á habían llegado para pa sar la noch e del jueves co n
prometió llevarme a la ciudad cuando volviera a ir allí.
noso tro s . Por l~ mañana , todo el mundo es ta ba a ns ioso por
Dos días más tarde, regresamos. Papá se marchó para ir
ver la cererno rua , porque la m ayoría de ellos no había vis to
a su casa, y mi mamá empezó a preguntarme so bre cómo
ninguna. Todos nos levantamos temprano co n el fin de
me había ido en el campo, qué había hecho..., y m e pre-
tener la casa prep arada para la ge n te qu e iba hacer la zar.
guntó acerca de la esposa de mi papá, y yo se lo conté todo.
El jefe de lo s zar llegó a m edia m a ñana co n se is de sus
Mi mamá también tenía ce los de ella.
se gu idores. Noso tro s ya había m os lim pi ado la gra n ha bita -
Me con tó a lgo sobre la zar, pero no to dos los detall es.
ción, arreglándola ta m bié n co n cojines y esteras de hier ba '
Parecía más tranquila que cua ndo yo m e marché, y pude
ha?íamos llenado el in censa ri o co n carbones ard ien tes ;
darme cu enta de que me había echado de m enos. Empeza-
dejado a llí ce rca el incienso, y ten íamos el desayuno p re-
mos a hablar más cada día, y yo se lo conté todo: que no
parado ~~ra ellos . Tod os en tra ro n en la habita ció n y se se n-
había hecho nada malo, que nunca había hecho el amor
ta ron. DIJeron a mamá qu e se preparara; debía duch arse y
con nadie, y que al casarme sólo trataba de ayudarnos a
ponerse ropa limpia; y cu a ndo hubiera acabad o, volv er a la
todos. Ella lo comprendió, y lloró, y me perdonó.
habitaci ón. Mi entras ella obedecí a , el re sto de no sotros les
Desde que había fijado la fecha para la gran ceremonia
serv ía el desayuno.
del zar , el hombre que la hacía había envia d o a tres hom-
Cuando mamá volvió a la habitaci ón, iba ves tida con s us
bres ' cada mañana a comprobar cómo se sentía ella. Como
~ej.~res rop~s , y se había puesto al gunas de sus joyas. No s
estaba poseída por un zar, los hombres acudían a casa
pidi ó al go frío de beber, porque tenía mi edo. Le di un vaso
todas las mañanas a echar incienso al zar, para que ella se
de agua . Cuando lo hubo vaciado ya era el m omento de
sintiera mejor. Cuando llegaban, mamá les ofrecía el desa-
e~t.r~r en la otra habitaci ón, donde el hombre que iba a
yuno, y quemaba incienso mientras ellos comían. Después
d~:lglr la zar se hallaba co n sus segu id ores . El jefe de la zar
de desayunar, yo lo limpiaba todo, y ellos le decían a mamá
dijo a mamá qu e sólo debía entrar ell a , y cerr ó la co rtina
que se sentara en el suelo. Le daban a beber tres tacitas de
cuando estuv o dentro . Después, ya no m e fu e posibl e ver
ca fé y me decían que les trajera un gran cuenco lleno de
nada.
tierra por si acaso ella quería vomitar. Un o de los hombres
Pero sí o írlo. Estaban diciendo algo en voz a lta qu e
se sentaba ante ella sobre un taburete de cuatro patas.
sonaba como el Corán. Lu ego en tra ro n a lgu nas de las per-
Mamá llevaba la cabeza cubierta por un paño blanco, y el
sonas de la zar, porque tenían qu e cocina r su propia co m i-
hombre tomaba el quemador de incienso y lo ponía bajo
el paño, muy cerca del rostro de mi m amá, para que ella
respirara el humo del incienso. Ella tosía mucho, y él decía:
l
I
da.' Llevaban una oveja y una cabra vivas - y gra ndes- y
mucha más com ida para co ci n a r. E ra n cu a tro hombres y
unas ocho o nueve mujeres, y algunos ni ños y ni ña s que
«Bien , bien, eso es el signo del zar.» y le pedía que abriera
acompañaban a su madre. Mandaron a los niños a jugar, y
116 , 117
"
I ~ ! Ll I j I ~
todos salimos pa ra que ellos tuv iera n es pacio suficie n te e n luego a l resto de la ge n te. Así que tuvimos que esperar, Ade-
el daash para cocinar. Los hombres mataron la ca br a para más, habían es ta do cocina ndo la carne de oveja para ellos;
qu e las mujeres la guis aran, y ata ron la oveja a un á rbol e n po r eso bail aron du ra n te tanto tiem po... para da r luga r a
es pera de qu e el jefe di era la orden de matarla. qu e la co m ida es tuv iera list a . Fue a ú lt ima ho ra de la ta rde
Al cabo de un rato oím os e l so n ido de tambores y b ai - cua ndo co m iero n, y cua ndo permitieron qu e tod os los
les. Volvimos co rriendo para ver qué es ta ba pa sando. E l dem ás comiera n; nosotros co mi mos ta m bién.
líder se encontraba se n ta do, ya que era el más viejo. Los Antes d e irse di eron a mam á tres la rgos co llares de
demás permanecían de pie. Mamá es ta ba se n tada delante cue n tas unidos en tre sí, y o tros dos se pa rados, un a n illo
del líd er, en medio de un cí rc u lo de personas. La habían de plat a , y perfum e qu e hab ían co m prado co n el din ero
cub iert o con una gran sábana blanca , y pude ver qu e es ta- que e lla les hab ía e nt regado pa ra la ceremon ia. Le di je-
ba temblando debajo de ella. Era como si el es p ír itu la estu- ro n que hiciera lo s iguie nte, ella so la: tod as l ~s m a ñ ar~ as
viera sa cud iendo . El ayudante del jefe no dejaba de go lpe a r tenía qu e qu emar in cien so , y rezar y habl u r co ns igo mi sm a.
el tambor. Todos ca n ta ba n y bailaban, y el humo del incien - Le d aban todo e l eq u ipo q ue necesita ba . Y mam á debía lle-
so llen aba el aire. Después fueron a matar a la ove ja. La var pu est o e l collar siem pre que hic iera eso, ade más de l
entra ro n en el daash , y la dejaron delante del líder, luego velo qu e llevaba du rante la cere mon ia. Le dij eron tod o lo
hicieron qu e mamá se se n tara en un o de los taburet es que ten ía que h acer, y que pod ía ir c ua lqu ier d ía a la casa
pequeños. El jefe tenía un cuenco en u na mano , y hablan- de l jefe de la zar, porque cada sema na te nía n ceremon ia del
do co n el zar, dij o a lgo co m o «Es ta oveja es para ti, tú te ta m bo r a llí. Mam á dij o «Conforme». Y cso fue todo... La
vas a beber su sangre, y qu iero que dejes tra nq u ila a la ge n te empezó a ma rc harse a s us casas, y cuando se hu b ie-
mujer ». Cortaron la garganta de la oveja delante de mamá ron ido, nos pu simos a limpiarlo todo .
y pusieron un cue nco debajo d el cue llo del animal para Mamá em pezó a ir a la casa de aquel ho m bre - dondc
recoger la sa ng re . Toda la sang re fue a parar al cue nco, cele bra ba n la ce re mo n ia ca da se ma na -, y volvía más tran -
ca lien te y burbujeando, y él se la di o a beber a mam á. Ell a qu ila , muy tran quil a . No es taba b ien . no m uy bien, pero no
la , rechazó porque no podía beberla, pero él le dij o que parecía tan ne rv iosa como a n tes . Yo me a legraba de q ue se
tenía que hacerlo, y ella se ob ligó . Yo podía ver su rostro, enco ntra ra mejor, pero también ten ía mi ed o , a ca usa de la
y no tenía el mi smo as pe cto de siem p re . Bebió un poquito , sa ngre fresca que se hab ía bebido. Pe nsaba que iba a co n-
creo, y en to nces oí que decía: «No, no , no puedo' tomar vert irse e n un a person a dife rente, porq ue nunca hab ía visto
m ás. » En ese mismo momento, todos em pe zaron a beber, a un a person a viva beber sang re , y m i mam á era el ti po de
pa s ándose el cuenc o y bebiendo , y comportándose todos person a a quien no gus ta ba n esas cosas. Era un a m uje r reli-
corno si es tuv iese n loco s. Sudaban, y podías ver que tenían giosa . Pen sé que tenía el di abl o de ntro porq ue mamá abo-
a lgo en el cuerpo co mo un demonio. Ni siquiera su s ro s- rrecía la sa ngre , y la había be b ido. S i no hu biese ten ido el
tros eran humanos... parecían diferentes, en es pe cial cua n- diabl o dentro, no creo que hubieran podido o bliga rla a
do bebían la sangre y se relamían la que les qu ed aba en los beber sa ngre. Daba un poco de mi edo. Pe ro ... e lla es taba
I labios. Era terrible. No pudimos so po rt a rlo , y co r rimos. mejor.
Salimos fuera, y yo vomité. Se acercaba el momento de mi ma trim oni o , o sea, cua n-
Después em peza ro n a go lpear el tambor y a bailar. do tend ría que ir a vivir con m i mari d o. El tie mpo me pare-
Cuando el baile se detuvo, todos salieron a tomar un poco cía corto; tenía m iedo de deja r a m i ma má , y te nía m iedo
el aire fre sco, y algunos fueron al baño a lavarse porque de vivir co n aq uel hombre . Deseaba qu e el tiempo ele que
habían su dado mucho. Mamá fue la primera en comer. di sp on ía fuera más la rgo. E ra desgraciad a , sabie ndo qu e
Luego la gente de la zar se puso a comer. Nadie pod ía debería ma rcha rm e, pero me se n tía co ntenta por mi mamá.
comenzar a comer hasta que ellos hubieran probado la Mamá e mpezó a salir y a vo lver tarde a casa. Era la pri -
comida y dado permiso, porque aquél era su se rvicio y ellos mera vez qu e lo hacía . Me dijo qu e nu nca había ido a ba i-
tenían que alimentar primero al diablo y a ello s mi smos , y la r... porque los much achos y las much ach as va n a l ba ile

118 119
por la noche. Nunca iba al cine, ni a ninguna parte, exc ep-
to a hacer s us negocios. Y allí estaba ella, con más de cua- El hombre so lía venir a nu estra c.a sa ca~la. dos o tres
renta años, y se iba a la casa del jefe de la zar cada noche dí cua ndo llegaba s iem pre era bi en reCIbIdo , porque
y volvía a ca sa tarde. Ellos iban a otros pueblecitos, a otras a~~s~s~ábamos só lo mam á y yo. Nos ayu daba. Daba u n poco
ceremonias zar, y mamá empezó a acompañarlos. Cuando u
d e e m ero
a mama' Y ropa' lu ego em pezó a traer envases y.
" , I lb '
llevaba así unas tre s semanas, mamá conoció a un hombre sacos de co m ida, y realmente demostro que ,era e 10m I.C
en otro pueblo. Tenía esposa e hijos, y m am á lo sabía, pero A m í no m e gus ta ba, y me se n tia ce losa: pet o
d e l a casa. I . d la dc
su salud era buena y tenía un apellido. El jefe del zar los nunca 1Q demostré. Mamá es taba re aja a y tranqui .'
cas ó . Todos estábamos en fa dad os y sorprendidos. No podí- modo ue el matrimonio resultó bueno para ella . ~I tl em ~
a m os cre erl o . Vino Hassan. Vino Hawa, Vino la hermana de po se mq e 1ib aacaband
, o , pero lo di sfrutábam os. Habl , abam os
mamá. ¿Cómo es eso? Una gran sorpresa: una mujer está nos comprendíamos , e hicimos las pac es..
en ferm a , busca curación, y aparece con un marido. Todo el y U h e yo estaba en la co cina haci endo la ce na ,
na no c , 10 de
mundo quería saber cómo había sucedido, sobre todo yo y o do alguien llamó a la puerta. Era a 1 co n.
H bib
:lJ .
mi hermana y mi hermano. No pensábamos que mamá vol- cu an . s Cuando mamá terminó de rezar, salió y los
su s arrugo . . b Y si
viera a casarse, porque todos estábamos creci dos y éra m os d é Ellos le dij era n que la n ecesita a n c n su cas a, ,
sa 1u o . . - arlos
de padres diferentes, y mamá se estaba haciendo vieja, así a ella no le importaba , podía vestIrse y aca m pan, .
que nos quedamos muy trastornados. Hassan le dijo que o -¡Yo también voy! - dije . .
se divorciaba o nunca volvería a verle, y se marchó. Pero - ' Pue des venir! _ r cs po nchero n. ,. '
yo me qu ed é, y mi hermana y mi tía se qu edaron . I. ' h
_<. Q ue a pasa
do ). - \Jregu ntó mamá-o ¿Habc Is te n ido
Hablam os co n m amá. Se se n tía cu lpa ble y avergonzada. alguna pelea ? h bí bl ma y
Le preguntamos por qu é lo había hecho; conversamos con Ellos siem pre la llamaban cua ndo a la un pro e " 1
e lla de mujer a mujer. Hawa se había casado tres veces una , tía y la ca beza de a
ella iba y lo resolvía. porque era su
d etr ás de otra, con hombres mayores ... No había amado a familia . Pero ellos dij eron: , .
nin guno de ellos. Yo tenía trece años y estaba casada co n - No , no, no, es algo muy bu en o . Solo queremos que
un viejo de más de cincuenta, y no lo amaba. Mi tía había venga s para que identifiques a una persona.
cel ebrado un solo matrimonio, pero con un hombre que era - ¿Qu ién es es a persona?
mucho mayor que ella. Mi mamá se había casado con otro - Tú misma lo verás . .
viejo, que tenía dos esposas y un montón de hijos, y no lo coche a Mogadiscio , ella no
Durante todo el viaj e en
amaba. ¿Por qué lo hacíamos? Mamá dijo que lo había cesó de preguntar a Habib:
hecho porque tenía miedo. Las cuatro teníamos miedo, por - ¿Qu ién es ? ¿Qué ha pasado?
diferentes razones. Buscábamos alguna seguridad, supon- Él empezó a hacerle preguntas a ella .
go . Ésa es la verdad. Todas acabábamos así, mamá y el darí ' m o es tu hermano aunque fuera un
- ¿Rccor anas ca . ' . ~ )
resto de las mujeres. Y comprendíamos exactamente qué hombre mayor al cab o de vemtlcmCO a nos. , .
sign ifica ba. '1 s
- ¡Sí! - cxc amo e - . I . Iella ' Sí' 'Sicm pre recordare a mi
- T ú te fuiste - d ij o a mi hermana-o Tú te vas a ir hermano! , )
- m e dijo a mí-o Mamá se fue, y no tengo a nadie; nece- _ .y có m o reconocerías a tu hermano . tia. . .
sito a alguien en casa. Tenía miedo. Por eso me he casado. _ Oh - diilJO e lla- , tenía dos m arcas de nac I lm'lcn to en
Todas lloramos, porque nos comprendíamos mutua- 1 Ida y tres señales de quemaduras en e es to mago, Y
mente. :tr:S~~cat~iz en el hombro. ¿Qué ha pasado? ¿Está en tú
-Podemos soportarlo -dijimos-o Sigamos y veamos casa ? 1 h bre
qué pasa. Continuemos con nuestra vida, y deseémonos lo - No , tía-respondió Habib-. E n casa ray un ,om . .
mejor unas a otras, y seamos fieles unas a otras... Busque- que dice ser mi tío, y queremos aseg~rarnos de t~~~í~~ ~~~
mos lo mejor, y sigamos adelante. or ue a muchas personas las enganan co n es .
p q No te excites demasiado hast a qu e lo veamos Y
personas.
120
121
• l j \\
I
comprobemos tod as las cicatrices y se ña les de nacimiento .
Ella dijo:
- Reconocerí a a mi hermano aunqu e tuvi era cie n a ños
- re puso mi mamá-o Sabía qu e volvería. Mi corazón me
di ce qu e el hombre que me es tá es pe ra ndo en tu casa es él.
y em pezó a dar las grac ias a Alá, y a llorar.
Cuando llegamos a llí, mamá dij o:
- ¿Dónde es tá ? ¿Dónde es tá mi herman o?
De manera qu e un par de personas la cogiero n y la lle- CAPÍTULO 10
varon a otra habitación.
- Espe ra hast a qu e los muchachos lo vean - d ijero n.
Aún no habían tr anscurrido di ez minutos, cua ndo ellos Cuando los dos meses hubieron tr anscu rrido , llegó el
salieron; lo sosten ía n, lo llevaban cas i en vola ndas , mi en - día de mi boda. El día en qu e debería irme a vivir co n mi
tras gri ta ba n y lloraban: «¡Tío ! ¡Tío! ¡Tío! ¡Hermano! ¡Her- marido. Yo había de tener una gra n fiesta de desp edida,
man o! » ¡Alá! Él Y mi mam á se recordab an mutuam ente, porque me iba a vivir a Mo gadiscio. Has de bail ar durante
a u nq ue él tenía oc ho a ños cua ndo se perdió. No podían so l- tr es dí as, si pued es perrnit írtelo. La ge n te qu e as is te a l bail e
tarse, se abra zaban , se mi raban , y lloraban. quiere comer y beb er, y tú tienes qu e pa garl o tod o . Eso fue
Nos qu ed am os allí un os dí as . Mam á le p id ió qu e se lo que hicimos, porque mi padre y mi marid o era n hom -
fuese a vivir co n nosot ros, pero él ten ía esposa, y es ta ba b res ricos los dos ; y a m bos ten ían poder. Ba ilas y te lo pasas
enc in ta. Ella era de Etiopía y no hablaba nuestra lengu a . bien du ra n te tres días y tres noc hes. Las dos primeras
Hab ían llegad o a pie, viaja ndo y oc ultá ndose du rante un noch es so n para los jóvenes, pero el gra n dí a , cua ndo tod o
mes , porque se habían esca pa do. Los do s necesitaban des- el mundo tiene qu e estar allí, es el último. El día qu e la
ca nso. Dijo qu e as is tirí a a mi boda, porque és ta ib a a ser novia ha de marcha rse co n s u ma rid o. I!
1
p ronto , y mam á se most ró de acue rdo: Así qu e el último día tu vim os una gra n fiest a e n ca da
- Co n forme - d ijo ella-. Nos irem os, pe ro yo volveré. ca sa, tanto en la de mi madre co mo en la de mi padre. Las
y as í lo hi zo: em pezó a ir por allí cas i tod os los dí as . mujeres y los niños estaban en la casa de mi madre , y mi s
Cuando mamá enco ntró a su hermano, ¡olvid ó qu e es ta- amigos - de todas la s edades , de los tr ece a los veinticinco
ba cas ada ! Su nu evo marido se puso ce loso y em pezó a pre- años-, en casa de mi padre. Los mayores - m i padre y s us
gu n ta rle por qu é se iba siem pre a Mogadiscio ..., ¿qué había amigos, todos los jefes, todos los funci ona rios del Gobier-
allí qu e fuera mejor que él? Y ella le dij o: «Mi herrnan o .» no- se reunían en el hotel donde yo había tr abaj ad o. Cele-
Pregunté a mamá qu é pa saría con s u marido , y me res- braban una fiesta con bebidas, sin alcohol , porque ellos no
pondió: beb en alcohol , sólo té y bebidas suaves . Tuvim os bail e en
- Me casé co n él porque tenía mi ed o de es ta r so la, y no nuestra fiesta hasta las doce. El c hico ára be c uya novia se
por amor; ah ora qu e tengo mi herman o, ya no es toy so la , había casado con otro estaba allí también . Era co mo Zay-
y no lo ne cesito . tuun... Las únicas personas que co nocía n mi s probl emas,
Ya no le importaba di vorciarse o no. Así que íbamos y en especia l Zaytuun, pero él sabía a lgu nos de mi s probl e-
venía mos a Mogadiscio para ver a s u herman o tan a menu- mas y seguía siendo mi amigo. Yo se ntía co mo si tod o
do como nos era posible. Pasamos un a bu en a époc a, pero aquello le estuviera pasando a otra pe rsona.
yo es ta ba asu st ad a porque tenía qu e dejar tod a aque lla feli - Finalmente lleg ó el momento de marchar a casa de mi
cidad e ir co n mi marido . marido, en Mo gadiscio. Mi m am á y las mujeres mayo res
vinieron y me llevaron a otra habitación y me dije ron que
había llegado el momento de prepararme, y qu e debía ir a l
baño con aquella vieja criada y darm e una ducha y vestir- ,

122 123

!
me con mis ropas nu evas. Esa mujer pu ed e. ser de medi a- -Te he traído es to, qu eri da -d" _ E _
na edad o vieja; va co ntigo para se r tu en ferme ra porque gus te. Qu iero qu e d escubras tu rost;!~ y ' m i~~:1 ~ _tq ue te
[avor; a mor mío. s o, po r
eres virgen, _ una vez qu e tu marido t"'Cha de svirgado, no
pUCdes he:cer pis y no puedes ca m ina r, así que-lanecesitas die~~~eJo se march ad' · Yo los miré: había brazal et es, y pen -
para que te cuide y te ayude. Est á s'ólo para ti - te da de e oro y to o - regalos bonitos- o ,
, co mer; te baña , te viste-, lo hace todo por ti hast a qu e te ro pa, y vari os pares de d. li ' lapa , mucha
. _ sa n a ras, y za patos, y bolsos.
L sientes m ejor, aunque tarde much o en oc urr ir.
Me du ch é y me pu se mi mejor vestido nuevo. Mi prima reg;Y~(f~7r.:;~~t~; ~s~aeb~n:r:~I'¡':': ~:r~~ 'j';~b".'e hab;an
hab ía ido co nm igo antes de la boda a una tienda de ro pa para ella también, y para mi so bri na y .: Z la l ega os
a' - .. e pa ra ay tu u n Mi
qu e tenía un sas tre . Elegimos la tela y el sas tre hi zo los ves-
tid os el mi sm o dí a . Uno tenía much as flores, el o tro era ~~~~:~~t~~ :~o~Jfod~: fa~d!a ~~s~ubrir el ros,tro, as í'que
blanco co n larga s ra ya s azules... Mi prima m e puso much o ro n y m e es trechar I mVI. a os en traro n, me mira-
I 1 on a mano. Vier on qu é as pecto tenía
oro y me ec hó much o perfume - jazm ín-, y mis pies fue-
ron t~ñidos de roj o co n alheñ a y de negro con qaddaab . Me
:1
I
n~eq~~~b::v~~~h~~esto, y mir aron los regal os qu e mi mar¡d~
puso un ch al nu evo, co n hilos de oro qu e brillaban y flecos \
Cuando tod o el mundo se m arch ó o b
I qu ería d . M' _" y es ta a cansada y
e n los bordes, y me cu brió el rostro co n él, y luego la mujer , . o rmI:. J cam pa ne ra me llevó al ba ño. Me '_
me sacó de la casa y me meti ó en el coche . Adem ás de la
m ujer; me aco m pañaban mi so brina y Zaytuun .
Cua ndo vas a ir a otra ciudad desp ués de la boda, to do
i
J
I
!
gun to SI qu ena du ch a rm e Yo Id "
y qu er ía irme a la
11 ' d I '
, e IJe qu e no, qu e ten ía frío
pi e
ca ma porqu e es ta ba ca nsada . Así que m e
d evo, e vue ta a la habitación, me dejó en la ca m
I
.\
el mundo alquila coches yte acom paña. Viaj an u no detrás
de otro hasta qu e se llega a mi tad de cami no; en to nces
tod os se detien en , y bailan y ca n ta n y se qu ed an en medi o
de la carretera durante un a hora o dos, só lo bail ando.
(
eseo las bue nas noc hes y se fue . Yo me cu b '
mente Con el chal
mi ed o de
la sri b
,.' con a sa a na por enc ima, porque tenía
a'l me
n comp e ta-
qu e el Il1tentara algo , a u nque era ta rd e y 1, .:
mc:cpa nO~lhel s~ co nsi de ra qu e eres co mo un hu ésped a 1)) l -
II
Luego os besáis y os decís adiós... Qui zá no os volváis a ver. ¡ era e o intent ó. . ¡
I
Una vez dejamos el punto medio del ca m ino , y hubim os Se acercó a mí y yo I ' dii . d b . !
favor d éiarne " . e IJe, s in escu nr mi rost ro : «Por I
viajado durante di ez o quince minutos, me dormí. Cuando , ' J n anquila . Estoy muy cansad a L' lJ '
<<t IO» también ' . . e .» e a me
desperté, estaba delante de la casa de mi marido. Era un lla noch e d : P?I ~ue era vi ej o, As í qu e él se ma rch ó. Aqu e-
gran ed ificio de piedra que había sido pintado de blanco, tarme S bfal mi bien . Pero es ta ba preocupada al desp er-

~~~rfaor~u~al~~I~ae~~ ~~~~~¡a~oon 1~0~~~1~~u~li1~:~0~~e/~~i:~í~


con hermosos y altos árboles en el patio, rodeado de un
muro de piedra . En Mango Village, só lo las casas de los
blancos, la co misa r ía de policía , el ho spital, la escuela y el plan ca l1I~gu~a excusa .pa ra ~egarm e. Qu ería huir; Hice un
cine, só lo esos ed ificios, : es ta ba n hechos de pi edra o de n ay uun y rm sobn na . · Después d e du ch amos y
d esayuna r les dij e Ií .
ce me nto. " qu e sa ieran y avengu aran en qu é 1 '
En el patio había una tienda, donde su hija iba a dar una nos enc~n trabamos . No sa bía mos dónde es tá ba mos uga.1
fiesta para nosotros. Tod o el mundo se enco n traba allí, espe- .que yo solo conocía la parte de Mogadiscio dond ' P?I -
yo hab í . id e m ama y
ramio nu estra llegada. Pero está ba mos cansad os, as í qu e llegadoJ:~~: ~;;Sl da; nIo co nd°cía tod a la ciuda d, y hab íam os
nos fuimos di rectamente a la casa sin unirnos a la fiest a. Mi e a m a rugada.
' Zayt u . bri
compa ñe ra me llevó y m e dejó en la cama del dormitorio. m un y rru s~ rina volviero n, y me lo dij eron. Sabía-
Todo mi cu erpo es ta ba cubierto con el gran cha l de seda de do~deque.I ~os 'fall~b~mos cerca del barrio de la d uda d
los hilillos dorados. Me dijo qu e no mostrara el ro stro a mi lo esta:: c:~~~: ~vla. Era el Ramad án, y tod o el m undo
marido hasta que éste me en tregaiía algunos regalos, qu e se n. ,0, excep to qu e yo no celebraba nad a
llaman wejifur (descubre el rostro). Entonces vin o mi m ari- porque era ~na recren casada, y mi so bri na y Zaytuun ta m-
do y puso regalos alrededor de m í sobre la ca ma . poco lo hac ían , porque viaj aban conmigo. Mi marido ten ía
l.

12
125
, J ,I
dos personas qu e trabajaban para él en la casa, además de sa lí d e Mango Village- , y m e sen tía nerviosa . Po r fin el
un viejo que hacía labores de guardián nocturno, .; ven ía gran momen to llegó . Era n las se is y m edia , y e m pezaron a
todas las noches . Yo miraba a todas partes para ver a dónd e prepa ra rse pa ra ce nar. Primero reza ron las plega ri as del
podía huir. Tenía e l dinero que él m e había dado po r mi ocaso, y lu ego todo el m undo es tuvo oc u pado co n la co rn i-
boda. Era dinero su ficie nte para huir, y yo había decidido d~: só lo había u~ hombre fuera, el guarda nocturno , y tam -
m a rcharme de allí. Cada vez qu e él me miraba, m e ponía bi én es ta ba co m ie ndo. ¿Qué es pe ra ba yo? Tenía una bu en a
en fer m a ; su forma de mirarme, co m o si es tuviera ena mo- opo l~t u n i dad . La puerta perman ecí a a bierta. Rahim a ... y
rado de m í, hacía que m e enfureciera; y cuando se m e ace r- corn ; ~s t a ba flaca. COtT í co mo el vie nto. Me puse los za pa-
caba y m e tocaba ... Había cometido un erro r, y lamentaba tos baj o el ~ra zo para qu e nadie pudi era ve rlos, y en un par
haberle engañado, pero siempre que me tocaba, su m ano de sa ltos fui de la puert a de la casa hasta la verj a . E l guar-
era co m o fu ego. y el tiempo... parecía como si llevara años da nocturno, que es ta ba se n tado co m iendo fuera de la
en aquella casa, aunque no hacía ni veinticuatro horas. Era ve lj~, dij o m á~ tarde q.ue había pensad o qu e yo era un ga to.
in soportable mirarle a la ca ra , no podía. Rahima, COtTt y COITt, y toda s aqu ellas personas carda n
- Tengo que marcharme ahora - d ije a la s dos mucha- de trás de mí.
cha s. - ¡Coged la ! -grita ba n-o ¡Sujetadla! ¡Qu e a lgu ie n nos
- Espe ra al m en os hasta que sea de no che y ellos em pie- ay ude !
ce n a ce na r. Espe ra a que todos es té n ocu pa dos co m ie ndo, y yo no hací a m ás q ue COITe r, zig, zig, zig, zig... Todo el
y en to nces puedes huir. Nosotras iremos detrás de ti, Como mund o m e pe rsegu ía . No pudiero n cogerme, pe ro no deja -
si quisiéramos cogerte, pero no haremos más que seguirte ban dc gri tar:
para no perdernos. .¡ - ¡ Cog~d l a ! ¡Atrapadl a ! - Algu ie n gritó-: ¡Es mi hija!
- Po r si nos se pa ra mos - les dije- , pongám onos de J
1
¡Que algu ie n nos ay ude a coger a mi hij a!
ac ue rdo para e nc o n trar nos e n un lugar qu e conozcamos. Al . Yo corda en la d irecci ón adecuada ... Alá de bió dc gu iar
en trar en la ciudad se ve una tienda Fiat; al otro lado de la mis pasos de esa m anera. Llegu é a l ba r rio de las gra ndes
calle hay un bar, y ce rca del bar una gra n iglesia ca tó lica, ~as~s y los h oteles. Co nocía el luga r. Di las g rac ias a Alá po r
muy vieja, con una esca lina ta delante. Yo correré hasta per- indicarm e el ca m ino co rrec to . Fui a la pu erta de la igles ia;
derlos, y es toy segu ra d e qu e nadie m e alcanzará; en to nces' tu ve qu e su b ir. m ás de treinta escalo nes hasta a llí, porque
me pararé y preguntaré dónde es tá la iglesia. Vosotra s d os cs tab~ co ns tru ida so bre una peque ña co lina. Había ge nte
haced lo mismo. No s enco n trarem os allí, sea la hora que du rmiendo en la escalina ta: un pa r de viejos. Todo el
mundo duerme fuera-incluso en tu propia casa du ermes
I
se a ... La que llegue primero, es perará a las otras... has ta la
mañana.
Como no sab ía m os dónde íbamos a estar aquella noche,
hicimos una gra n ce na . Tuvimos que co m er antes qu e los
fuera cuando ha ce calor-, porqu e nu estro pa ís es s ie m pre
seguro. Me ec hé allí. Es ta ba agotad a y me cos ta ba res pira r;
p e ~'o so nreía pOt' dentro: «[Al fin al , soy libre! » E ra m uy
feliz. Esperé y es peré . Cu ando se calmó mi e n tus ias mo
I
I
demás porque nosotras no celebrábamos como ellos la fies-
ta desd e el alba hasta el crepúsculo. Mi marido es taba en miré alre de dor. Era hermoso : tanta s lu ces - rojas , az u les:
el baño, y aproveché ese momento para prepararme . El oro verdes, todas mezcladas-, nun ca había vis to tantas luces
qu e me había dado la noche anterior por mi w ejifur... Cogí d~ colore~ tan diferentes. Me gus ta ba n las luces. En Ma ng~
es o . Una parte de él lo metí en un pañuelo que anudé alre- Village, so lo la calle prin cipal tenía lu z, as í q ue pOI' la noch e
dedor de la cintura, bajo la combinación, y la otra parte me 'todo lo demás es ta ba a oscuras, a men os qu e hubi era luna ,
la puse a la vista. Estaba di spuesta. El tiempo se hacía lar- luna llena. ¡En Mogadiscio, noche y d ía había lu z! [Aah , me
gu ísimo . Teníamos que esperar hasta la n oche, alrededor de gu staba la lu z!.Y l~s edificios; todo era ta n d iferen te... Mu y
la s siete. La s tres estábamos nerviosas, so bre todo yo . Mi bonito y muy limpio, co n calles de cemento. H abía much os
marido está allí, hablando, y su familia va a ven ir a verme. ta xis, y un m ontón de coches . Y a hora yo ten ía tiempo pa ra
Quería fumar, pero no podía - n o había fumado desde que sentarme y mirar. Me hallaba ocupada mirando las lu ces

126 127
cu ando Zaytuun y mi sobr ina aparecieron. Es ta ban ca ns a- ra ba a dónde ir. Sabía qu e quería marcharme lo m ás lejos
da s. Me reí de ellas , y eIlas se rieron de mí, y no s abraza- posible, a u nq ue no es ta ba segura de por dónd e em pezar.
mos. Reíamos y llorábamos. y yo dij e: «[Estu pe ndo!» Era Tenía mi ed o, porque n o sabía realme nte dón d e me e nco n-
como una broma. Resultaba espantoso, pero parecía una traba - no conocía la ciudad tan bi en - , y mi fa mi lia es ta-
broma. Sólo éra mos unas niñas. Nos se n ta mos y e m pe za- ba al corrie n te de todo s los lu ga res a los cuales yo podrí a
mos a mirar las lu ces y los coches que pasaban . d ir'igirrn e. No co nocía a much as person as en la c iudad,
Permanecimos sen ta das aIlí ca si una hora, observando só lo a mi s parientes y a u nos a m igos, y co mo no es ta ba
los coche s y la ge n te . Lo pasamos muy bien . Al ca bo de un co n mi familia pu es tenía que estar con a migos. De modo
rato excla ma mos: «¡Eh ! ¿Adónde vamos a ir? » qu e ellos a veriguaron dónde m e enco n tra ba y viniero n a
- Buen o, no hay que preocuparse - dije yo-o No esta- bu scarme .
mos perdidas, podemos preguntar a alguien. Sabemos Era por la mañana cua ndo llega ron. Yo no había desa-
cóm o se Ilama el bardo de la ciudad al que queremos ir; así yu na do porqu e tambi én es ta ba practi cando el ay u no . Cuan-
que todo lo que hemos de hacer es preguntar. do me dijeron que iban a devolv erme a casa de' mi marido
Llegaron otros dos viejos que qu erían dormir all í, y se me asust é y m e puse furiosa: yo no qu ería ver nu nca m ás
lo preguntamos; pero ellos , a su vez, no s preguntaron de a aque l hombre. Lo a borrecía, era as í de se nc iIlo: lo a bo-
dónde veníamos, de qu é tribu éra m os , y les contamos la rrec ía. Sabía lo que él iba a ha cerme, por eso lo a bo rrecía .
verdad. Entonces nos dij eron que el barrio que buscábamos AqueIlo no me gus ta ba . y esta ba asustada . Pero ellos me lle-
está detrás de la iglesia, a unos di ez minutos de ca m ino . Yo varo n de vu elta.
quería llegar a casa de mi a m iga . Cuando ella se casó con POI"la noche. mi s hermanos tu vieron qu e irse, despu és
u n hombre de la ci udad, su hermana y yo la hab ía mos de tomar la primera comida de la noche para romper el
acompañado. y no s habíamos quedado una noche. Mi plan ay uno . Después de qu e se fueron , mi marido empezó a
era ir a su ca sa para esconde rme a llí, porque tenía miedo hacerme preguntas: Qu é me h abía pasad o. por qu é me
de diri girme a a lgu na de la s casas de mi s parientes. había esca pa do. Me preguntó si qu ería a lgo de bebe r o de
Eran más o menos las nueve de la noche cuando llega- co me r, y yo le dij e qu e no. No de seaba qu e la co nve rsació n
mos a su casa. Llamamos a la puerta . Su marido abrió y fuera más allá del «no», así qu e cada vez qu e me p regun-
no s dejó pasar. Se sor p rend ieron al verme, porque habían taba algo . yo respondía no . Enton ces dej ó de preguntarme
oído que yo estaba ca sada. Así que les conté que me había cos as, y se limitó a mirarme y a tratar de ser a mable, a un-
es capado. Volvim os a cenar a llí, y sostuvimos una gra n qu e no dejaba de vigilar me para qu e no me esca pa ra de
charla. No s se n ta mos y jugamos a cartas y hablamos hasta nu evo. La puerta es ta ba cerrada co n doble lla ve, y hab ía
la una de la madrugada, de spués la ayudamos a cocinar la vigilantes por todas partes. Era como si es tuviese en un a
última comida de la noche, que se tomaba hacia las tres de cárcel. Yo pensaba en qu é debía hacer. Sabía qu e a hora me
la madrugada durante el Ramadán. vigilaba n muy es trec ha me n te .
Zaytuun tenía que volver a casa. Aunque yo me hubie- Llegó la no che, y de spués de que tomamos la ce na , él
se quedado con mi marido, ella tenía planeado regresar a qui so ir a la ca ma. Yo tenía un mi ed o mortal de lo qu e él
su ca sa al tercer día, de todas maneras. Se fue a la maña- iba a hacerme. Fui a la ca ma y m e ec hé boca a bajo, y le
na sigu ie nte . Dije a mi sobrina que volviera con ella : si dije qu e me dolía el es tó mago. Empecé a gemir, «Ay, ay, mi
a lgu ie n nos buscaba, le sería m ás fácil encontrar a dos per- est ómago» , para que no me tocara. Per o la cosa no fun cio-
so nas ; una persona tendría m ás posibilidades de esconder- nó. El cerró la puerta . La lu z es ta ba e nce ndida. Él IJevaba
se. Les pedí que dij eran a mi familia que no sabían dónde un hoosgunti (la prenda de ropa holgada co n qu e se cubre n
es ta ba, pero qu e m e encontraba bien y que sa bía cuida r de los hombres som alíes). Lo dejó caer a l suelo y se acercó a
mí misma. Se fueron y yo me quedé en Mogadíscio, sola. mí, desnudo. Aquello era es pa n toso... es pa n toso... es pa nto-
Estuve en casa de mi amiga durante tres días. pensando so. Rahima, salté de la cama y me qu edé de pie.
qué iba a hacer, pero no lo sabía . Tenía dinero, mas igno- - ¡E h, tío! - excla mé-, ¿n o te ave rgüe nzas de ti mis-
I

1
128 129

i
mo? Podrías ser mi padre y es tás ahí d esnudo... ¡Ponte la dos ca de nas, así como un as tije ras y un a navaja. Yo no era
ropa! es tú pida. Sabía que m e e nc a de naría a la ca ma y usa ría las
Estaba asustada, y trataba de hacer que se sin tie ra tijer as y la navaj a para a b rir me. También sa bía qu e pod r ía
embarazado... Yo hablaba con voz fuerte para que los veci - m orir s i no me cortaba de la forma ade c uada. ¡Alá ! Pero
nos pudieran oírnos, a ver si se sen tía incómodo y me deja- me era imposible esc a pa r, .tod os m e vigil aban. Cua ndo él
ba tranquila. volviese, yo no podría huir.
- No te p reocupes por eso... - d ijo, al tiempo qu e se y tr ató d e usar es as cosas aq ue lla noch e, Una vez h ubi -
acercaba a m í. m os ce nado, m e dij o qu e fuera a a cost arm e , qu e rí a ir se a
y e ra tan grande, con un vie n tre grande, y yo tan d el- la ca ma temprano. E st aba di spuest o . Como yo sab ía lo que
gada, una muchachita delgada. Traté de escaparme, pero pensaba hacerm e, hablé con él y le dij e que tenía mi ed o
no pude. Menos mal que no tenía mucha energía. Pero y qu e no quería su fr ir ningún d olo r. Le pedí qu e m e lleva-
como él intentaba mantener rígido su pene co n la mano, ra al m édico por la mañana, para qu e él me pusi era una
me arañaba co n las uñas. Yo saltaba arriba y a bajo , tra- inyecci ón ele modo qu e no sin tie ra e l d ol or, y qu e el d oc-
tando de escapar, mientras lloraba y pedía ay uda , per o tor m is mo podía abrirm e . Le prom etí qu e no se lo d ir ía
nadie vino, porque és e es el sis te m a : una vez te has casa- a nadi e; sa bía qu e él se sentiría a ve rgon zad o s i la ge n te
do, aunque llores todo lo que quieras, nadie acudirá a ay u- se e n tera ba d e que temía m ostrarse du ro co n m igo, o d e
darte, porque se trata de tu marido y él tiene que d esvir- que no tenía una erecció n lo bast ante potente como para
garte; todos sa be n qu e resulta muy doloroso, pero ésa es la abrirme.
cos tu m bre. As í que llo r é y gri té, mas nadie vino. - Sé lo que ha s tr aíd o , y sé lo qu e vas a hace r - d ije-,
Menos mal que fue incapaz de hacer nada. No pudo des- y tengo m iedo porque podría morir. Si quieres que mu era ,
virgarme, de manera que se corrió en tre mi s piernas. Fu e ha zlo, De lo co n tra r io , ll évame a l m édico por la m añ an a .
algo asqueroso, pe stilente. El viejo co m prend ió .
- Yo no voy a to carlo - d ije-o Limpia es ta porque r ía . -¿Sa bes qu e e res inteli gente? ¿Po r q ué no pensé yo
Él lo quitó con un trapo, y yo me fui al baño, m e lavé y e n eso?
volví a la habitación. Me puse polvos e n tre las piernas, y Yo sólo quería aplazarlo un día más . (¡Uf! )
perfume, y m e cambié de ropa. Luego los dos nos echa m os - Co n fo r me - ace p tó él-. H ag árnosl o as í.
a dormir. Esa no ch e, m e e n tregué a él, po rqu e es ta ba segu ra de
A la mañana sigu ie n te nos despertamos tarde , alred edor que no podría penetrarm e. Sab ía lo q ue él había hech o la
de las di ez. Me sentía un poco más relajada pues ya sa b ía primera noche, y que no había d ol o r e n ello . Pero él seguía
que él no podía desvirgarme. Aun así, se gu ía buscando una em plea ndo la uña y m e hacía d a ño. Hi zo lo suyo..., y lo lim -
forma de escapar, pero él dejó a cuatro personas vigilándo- pi ó mi entras yo m e iba al baño a la várm elo ... y d o rmim os
me. Su sobrina y una amiga. de ella me hicieron una visita. pacíficamente. .
Empezamos a jugar a las cartas. Eso es cuanto hace la Por la ma ñana me llevó al m édico. Yo quería ca mb ia r
gente durante el día cu a n d o es el Ramadán: juegan a la s d e opinión, pero tenía mi edo porque sa b ía lo q ue é l ha r ía
cartas o duermen. Mi marido volvió a última a ho ra d e la si yo me negaba. Ademá s, quería s alir de la casa pa ra así
tarde con algo e n vuelto e n papel de periódico y lo d ejó tener al guna opo rtunidad d e escapar. Me llevó a u n médi -
sobre el aparador del comedor. Después de c h a rlar un rato co privado, un doctor italiano.
con su sobri na , ésta y su amiga se di spusieron a marchar- - M i padre es un jefe - d ije, e n itali an o, a l m édico-o S i
se. Él y su hija las acompañaron hasta la puerta para d es- usted m e toca, él vendrá y lo m et erá e n la cá rce l, o lo mat a -
pedirlas. Cuando él se hallaba fuera del comedor, d esen- rá, así qu e será m ejor qu e m e d eje tran quil a . Dígale a es te
volví el periódico para ver qué había dentro, porque pensé viejo alguna m entira: qu e no pued e cortarme o a lgo po r el
que m e había traído algún regalo. Cuando tuve el paquete es tilo .
desenvuelto, vi dos candados con sus respectivas llaves y - ¡Qué ni ña tan terrible ... ! -excla mó el m édico.

130 131
Pero le dijo a mi marido que era ilegal que él me des- vían en esta parte de Mogadiscio. Pensé en uno de ellos
virgara, que no tenía permiso para hacerlo, y él no quería - u na mujer- y decidí que la suya era la única casa a
meterse en problemas. Mi marido tuvo que llevarme a otro donde yo podía dirigirme aquella noche. Empecé a pre-
médico. Pero esta vez cambié de opinión cuando estábamos guntar «¿Conoce usted a Fulana de tal?». Pregunté y
cerca de la consulta. pregunté, y encontré su casa. Ella sabía que me había vuel-
- No quiero que lo haga el médico -dije a mi marido-. to a escapar. Todo el mundo lo sabía en la casa.
¿Sabes lo que haremos? Llévame a casa de mi mamá, a mi - ¡Eh! ¡Te has vuelto a escapar! Tenemos que devolverte.
pueblo, y deja que la mujer que me circuncidó lo haga. - E res una mujer también - le supliqué-o Tienes senti-
- ¡No ! Ella no tiene inyecciones ni calmantes. No es un mientos. Estás casada con un hombre al que no amas, te
médico. No tiene instrucción alguna. No, un médico es obligaron a esa boda, y tú sabes ,lo que sufres. ¿Cómo pue-
mejor. des hacer que yo vuelva? Deja que me quede, por favor, her-
Yo ins istí. mana mía... hermana de mi hermano.
-No, no quiero ningún médico. Uno se ha negado; el Seguí suplicando. Y ella comprendió.
otro va a negarse también. No lo quiero ... - Quéda te esta noche, pero vete por la mañana. No
Se enfureció y me llevó a su casa. Durante el camino me quiero tener problemas con la familia.
dijo que había decidido llevarme a casa de mi madre al día - De acuerdo, gracias ... Sólo esta noche.
siguiente, y dejar que lo hiciera la mujer que me había cir- Me dio de cenar, y un lugar para dormir; pero, por la
cuncidado, tal como yo le había sugerido. Pero estaba mañana, después de ponerme el desayuno, me dijo que me
furioso: no quería que nadie supiera que no podía desvir- marchara y me fui.
garme por sí solo. Cuando llegamos a casa, se fue directa- Me dirigí al centro de la ciudad. Anduve, sa bes, miran-
mente a la cama, y se echó a dormir; luego se despertó y do por todas partes, miraba a la gente, miraba los edificios,
salió. miraba las tiendas. En la calle, me compré algo de beber
Yo no tenía ya miedo de él. Debía pensar en la forma de aunque en aquellos tiempos no era decoroso que una mujer
escapar; Empecé a hablar amablemente con las dos sir- comiera y bebiera por la calle, pero más vergonzoso era que
vientas de la casa: entrara en un restaurante, porque allí sólo había hombres.
- Traedme un poco de café. Tengo dolor de cabeza, y En aquella época, las mujeres no iban al restaurante si no
quiero una aspirina. estaban realizando un largo viaje, e incluso entonces se lle-
Dije eso porque sabía que no había aspirina en la casa. vaban la comida fuera del local y comían en el coche o el
Una de ellas fue a lá tienda a buscar aspirina, mientras la camión. (Algunas mujeres podían entrar en un restaurante
otra cocinaba. Ahora sólo tenía que engañar a la hija de mi entonces, pero comían en el patio trasero del mismo.) De
marido ya mi acompañante -mi enfermera-, y mi enfer- todas maneras, yo me compré unas galletas.
mera era mi doncella y no tenía derecho a toca rm e si yo Se hicieron las seis de la tarde, y me metí en un cine.
no se lo permitía. Me puse a rezar a Alá para que la hija de Aún me gustaba el cine. Había muchas chicas, y mujeres y
mi marido se fuera al baño, ¡y lo hizo! Rahima, la puerta hombres. En el intermedio encendieron las luces para que
estaba abierta para mí otra vez, y era de día. Huí de nuevo, la gente pudiera comprar bebidas y caramelos y cacahue-
y corrí , me escapé. Llevaba dinero encima. Me senté. tes tostados, y también ir al servicio. Así que compré algo
Libertad ¡otra noche de libertad! Era muy feliz, a.unque de comer y de beber. Cuando llegó el segundo descanso, vi
estaba tan cansada, y tan asustada. No sabía a dónde ir. a algunas muchachas de mi edad sentadas en sillas, al otro
Ahora tenía que sentarme a pensar con calma en qué per- lado. Yo quería conocer algunas chicas, me levanté y fui
sonas conocía yo, una por una, y en cuáles conocían ellos; hacia aquel lado. Quería hablar con ellas, pero como era
a casa de quién debería ir, y cómo podía encontrar a ese muy tímida, me limité a sentarme cerca de ellas. Al cabo
«quien». de un rato de estar sentada, una me llamó:
Mi hermano tenía algunos primos, y varios de ellos vi- -¡Eh, muchachita! ¿Por qué estás ahí apartada? Ven

132 133
, 1 ~
I I ~\1
aquí, pareces solitaria . ¿Qué estás haciendo ?, ¿de dónde n oche de sueñ o tranquilo , aunque tenía mi edo de lo qu e ib a
vienes?
Yo me sentí encantada de hacer nuevas amigas. Era
a pasar al día siguiente por la mañana.
y por la mañana m e até alrededor d el h ombro izqui er-
I
como si se me abriera una puerta. ¡Fui tan feliz de conocer- d o el sar i que m e había dado y m e lo e nrollé e n la cintura.
las! Empecé a hablar con ellas, y les conté quién era , y cuál Me marché antes de que ella se despertara , porque sa b ía lo
era mi tribu, porque nosotros usamos tribus; en espe cia l que vendría después. .
cuando eres de una buena tribu; estás orgulloso de ti mismo, «¿Po r qué lo has h echo? ¿Por qué? ¿Por qué te has esca-
y lo primero que empleas es tu nombre y el de tu tribu . pado? Tienes que volver... »
.I
- ¡Oh, eres hija de un jefe! y podía decirle a mi familia dónde estaba. Me march é
I No me atreví a confesarles que estaba casada... Sólo les a las se is y media. Me lav é la ca ra , y me fui.
1 dije que era nueva y que acababa de llegar de mi ciudad Anduve... anduve... anduve... anduve. De vez en c ua n do
l' natal. m e detenía y miraba los ed ifi c ios. Era una ciudad vieja,
- ¡Oh, eres de Mango Village! -dijo una de ellas-o¡Nos pero muchas de su s construcciones eran nuevas y altas, y
gusta ese sitio! las viejas estaban pintadas para qu e parecieran nuevas.
Rahima... Hice muchas nuevas amigas. Yo hablaba y Nunca había visto nada igual. Había al gunos á rbo les . así
hablaba... Les pregunté de d ónde eran, dónde vivían , có m o qu e cu a n do m e ca nsa b a m e se n ta ba bajo un o d e ellos y
se llamaban y cuál era su tribu. Una vez sabes de qué tribu miraba a la ge n te y los coc hes y cu a lq u ier vehículo que
es alguien, parece como s i hiciese mucho tiempo que lo pasaba , p orqu e todo aquel tráfico y aqu ella co n moció n e ra
conoces .... Sigues a partir de allí. algo que yo nunca había visto. Me gu st ó, aunque es ta ba un
Aquella noch e yo no tenía un lugar dond e dormir excep- poco as us tada . Era como una turista.
to co n m i familia . Disponía de dinero , pero no sa b ía có mo Al cabo d e un rato fui a co m prar a lgo d e comer y a nd u -
ir a un hotel, y me d aba mucha verg ü en za pedir a al guna ve un po co m ás, y miré la s tiendas ha st a qu e me e nc a m iné
de aquellas muchachas que me dejara pasar la n oche e n su a la Alta Moda. Las ch icas no habían llegado a ú n , pero la
casa. Me quedé e n el cine hasta que dijeron que se iban, y tienda era fantástica. Había al gunas mujeres - m ujeres
salí con ellas . Había decidido ir a casa de mi prima. No blancas- d e pi e e n s u interi or, y hermosos ves tidos por
sabía cómo se tomaba un taxi , aunque sa b ía que los taxis todas partes. Me senté e n la acera d etrás de la tienda hast a
exist ían, De m odo que les dije que quería un taxi, y ellas qu e las muchachas apareci eron. Llegaron despu és del
me acompañaron hasta la parada de taxis y me m eti eron mediodía, cuando salieron de la esc u ela .
en uno de ellos y se despidieron: Jamás olvidaré la primera ve z que fui a una de estas
- Nos veremos mañana. tiendas nuevas del centro de la ciudad: vi una tienda con
Detrás del cine había una gran tienda con ropa europea Un gran escaparate de cristal, ¡y pensé que e ra la calle!
de última moda... Alta Moda.' Les había oído decir que a Cuando entramos en la Alta Moda, había al gunas mujeres
todas ellas les gustaba ir allí a ver la ropa, de mane-a que de pie , de snudas, que no se movían . Miré a un a d e ellas .
convinimos e n que nos encontraríamos en esa tienda al día que yo pensé que estaba viva , pero qu e no se m ovió .
sigu ie n te . No fijamos la hora... Eso quiere decir «desp u és -¿Por qu é hacen es o la s mujeres bl ancas ? - p regu n té a
de que te hayas despertado», ése es nuestro mañana; nin- mi s amiga s.
guna hora establecida, nada. No podía dejar de mira rla. Permanecía siem pre en la
Fui a casa de mi prima y llamé. Estaba segura de qu e mi sma po stura. Las muchach as m e dij eron que no e ra n muje-
me abriría porque era tarde. A través de la puerta le dije res de verdad: estaban hechas de plástico . Miré a una de las
que era yo, y que me dejara e n tra r. Me dio de cenar. Yo mujeres directamente a los ojos, y vi que no parpadeaba.
es ta b a sucia, y me dijo que podía ducharme. Pasé una -Tócala... No tengas miedo.
j Me di cuenta de que me decían la verdad: ¡estaba hecha
1. Sic en el original. (N. del t.) de Iplástico!

134 135
Empezamos a mirar por la tienda . Tod o es ta ba muy vado a su casa vino a recogernos en coc he . Nos llevó a dar
caro, porque era una tienda de alta m oda europea, la única vueltas por ahí, sin parar. No fuimos a nin guna discot eca .
en toda la ciudad . El olor resultaba diferente de las tiendas Había una, pero no en tra m os aquella no che. Mu y pocas
que nos eran famili ares ... porque no hab ía ningún olor, nin - chicas iban a los clubes en aq ue lla época, porque a cua l-
gún olor de la calle, o de los animal es . Era la primera vez quiera qu e fue ra a un club la llamaban sha rm u uto (p ros ti-
qu e veía un sos tén, y me compré uno ... de es os que hacen tuta) , aunque no lo fuera . En el pasado si e ntra bas en un
parecer más grandes tu s pechos. cine te llam aban sh arm u u to , pero todo el mundo empezó a
Luego tom amos un taxi hasta la pla ya ... ha sta el m ar; acostumbrarse a qu e las ch icas fueran al cine ... Ahora lo
Nunca había vist o el océa no. Pero sa bía nadar, por a lgo prohibid o eran los clubes. En aquella época algunas perso-
había crecido junto al río. En la playa había un bar, el Bar nas iban a un club una vez por sem a na, a u nque las mujc-
Lido. Era únicam ente para prostitutas y gen te que bebía res se cu bría n el ro stro. De todas formas , anduvim os dando
alc ohol. No iban chicas ni jóvenes a él porque era deshon- vu eltas por allí; compramos algo de co me r - bocad illos y
roso; sólo personas blanca s y prostitutas y rufian es y ge nte bebidas- y lo tomam os dentro del coc he . •
qu e bebía. De manera qu e lo qu e hi cimos fue sen ta rn os - Amá n - me dijo mi amiga- , será mejor qu e vayam os
enfrente y observar a la s personas que entraban y sa lía n del a probar en casa de mi ami ga, porque no me ha gus tado la
bar: muj eres con vestido corto, y blancos y ne gras besán- expresión de mi madre ho y.
dose, andando ha sta el mar y pasando un bu en rato. Yo le dij e qu e tampoco a mí me había gus ta do, en seg ui-
Una de la s chicas era del lin aje de mi abuela. Me trat ó da se notaba cua ndo a lgu ien no se ntía sim pa tía P OI- ti. Fu i-
como si fuera de la familia, después de que se lo hube m os a buscar a s u amiga, que era mayor - u nos veinticin-
dicho . Me preguntó q ué me pasaba , po rqu e aunque yu so n - co añ os- y vivía co n su m am á porque és ta se había divor-
reía y me reía a veces, se not aba que a lgo iba mal po r mi ciado, y su padre tenía otra esposa que vivía co n él. Me dejó
forma medrosa de comportarme; por el mod o co mo siern- qu edarme, y dormí dos noch es allí.
pre miraba a mi alrededor (yo tenía miedo de qu e a lg uie n Las chicas me dij eron que la noche siguien te iríamos a
pudiera reconocerme) . Me preguntó por qué lo hacía, ¿por una discoteca . Yo me había dejado el vestido en casa de mi
qu é estaba tan asu st ada? prima porque estaba sucio . No podía ir a una «disc o» en
- Me he escapado. - Luego le mentí, sabes . Le dij e-: sa ri, así que tuve que volver a cas a de mi prima en busca
Mi mamá me pe gaba tanto que ya no podía sopo rta rlo más . de mi vestido. Pero cuando llegu é, mi hermano, mi tía, el
Me daba vergüenza decirle que estaba ca sada, ¡era más marido de mi tía ..., la mitad de la familia esta ba allí. Me
joven qu e ella ! Ella dijo: volvieron a coger. Les dij e que mi marido quería raj arm e,
-Ohhh... Así qu e no tienes... ¿Dó nde dormiste a noche? y quizá matarme, y que yo no qu ería morir, por eso me
- E n ca sa de mi prima - le respondí-o Pero me dijo había escapado. Me llevaron de vuelta a Mango Village, con
que no volviera. mamá. Pasé la noche con mi madre, y mi marido se pre-
- Puedes quedarte conmigo. Se lo diré a mi mamá, y si sentó allí a la mañana siguiente; entonces le preguntaron s i
ella no quiere, ten go una amiga. Es una mujer mayor, y dis- lo qu e yo decía era cierto, y él respondió que sí. Mi fami -
pone de habitación propia. Vive con su madre, pero tiene lia se enfureció y le preguntó quién le había autorizado a
su propia habitación . Es del mismo linaje que tú, y podrás que hiciera una cosa semejante. Sobre todo mi mam á esta-
qu edarte con ella . ba furiosa, y le preguntó por qu é no me había llevado a mi
- Muc has gracias. casa para hablar con ella. Él se excusó y le pidió qu e nos
Volvía a se ntir ali vio , y me alegré de haberla conocido . ayudara. Luego le dio un poco de dinero para qu e cele bra-
Pero su madre no me recibió muy bien. Mostró poco ra una fiesta y pagara a la mujer que me había circ u nc ida-
entusiasmo. Volvimos a salir y no s reunimos con las otras do, a fin de que me abriera ella. Entonces todos .los hom -
dos chicas para ir al cine ; después no s enco n tra m os co n sus bres sa lieron, porque es o ah ora era cosa de mujeres.
novios... con todos ellos. El novio de la que me había lIe- Mamá envió aviso a s us amigos y pa rientes para qu e

136 137
I f 1J 1 1 1~ I1 I~ I ~ Ij
vinieran aqu ella tarde. Ellos me saludaron , y mam á em pe- la esc ue la . Me e nce rró y se llevó la llave co n él; d ijo a los
zó a hablar diciéndoles para qué era la fiesta, porque no les criados qu e m e di eran la co m ida por la ven ta na. Mi sob ri-
había dicho nada cuando los había invitado. Les recordó lo na y Zaytuun se habían marchado hacía much o tiempo, y
mal que la gente solía hablar de mí. Ahora estaba casada, la dama que me había s ervido d e acompañant e y e n fer me-
pero mi marido no podía desvirgarme, y por eso ella había m la no che de bodas se había ido tambi én . Ahora es ta ba
llamado a la mujer que había realizado mi circuncisión realm ente sola, y en cerrada como si m e e nco n tra ra en una
para que me abriera. Pero ue antes de que la mujer me cárcel, Además, no había forma de qu e pudi era huir,
abri era u ~ría qu e Jo o el mundo mirara y viera s i o era Cuando mi marido estaba en casa , d ejaba la pu erta de
v irgen . Me di 'o que me uitara mi prenaa ín~a y m e mo~ ­ la cas a abierta, pero s iem p re ponía s u s illa ce rca de la
trm"a a la gente. Así o hice; todos se que aran so rp re ndí- entrad a . Vi que tendría que e ng añ a rle.
os, y a gunos tuvieron que tragarse sus palabras. Después -¿ Po r qu é no salimos y vamos a ver a tu so b rina ? - le
de eso, todo el mundo ca n tó «[l. u lu lu lu lu lu lu !» y no s lo pregunté un día.
pasamos bien cantando y bailando. - Co nfo r m e, podemos ir más tarde, despu és de qu e
A la mañana s igu ien te , la mujer de la circu ncis ió n vino haya almorzado y descanse un poquito. Sobre las cua tro o
y me abrió. Para que los bordes de la herida se volvi eran a los cinc o iremos a verlos.
juntar m etieron en mi vagina un pedazo de algodón empa- - ¡Es t u pcndo ! -excl a mé.
pado en aceite, pero yo me lo quité . Me llevaron otra vez a Alm orzam os y dormimos. No me porté mal co n é l es ta
casa d e mi marido. Yo sa b ía lo que iba a ocurrir aquella vez porque qu ería qu e me sacara . Fui a la ca m a. Le dejé
no che. Después de cenar... Ni s iq uiera pude cenar porque intentarlo una vez más . Pero él no pudo abrirse ca m ino
tenía fiebre ; est aba furi osa, asustada, dolorida y ca ns a da dentro de mí; apenas entr ó un poquito. Qu ería ha cer e l ag u-
d el largo viaje . Además, hab ía sido a b ierta. jcro m ás grande, pero no ag uan tó tan to . Sólo lile hi zo un
Después d e ce na r se di o una ducha y se relajó un po co poquito d e da ño porque se co rrió. Después llegó la ca lma .
antes de ir a la ca m a . Sin importarle si yo es ta ba en fer m a Y(' no qu ería eso, lo od ia ba. Él d orm ía, ro nca ba, pero yo
o no, é l qu ería hacerlo. Y lo hizo. Yo gr ité , dolía mucho: él no dormía ... Yo no d ejaba de pensar co n verdade ra furia en
empleaba el dedo para agrandar el agujero. Yo no había có mo es ca pa r... y dónde...
dejado que la señ o ra de la circuncisión me hiciera un agu- Cuando acabé d e ducharm e, m e fui dircctamente a l dor-
jero grande . Tan pronto como me hubo cortado y abierto mitorio. Mi marido es ta ba a llí. Llevaba una toalla sob re e l
un poquito, pegué un salto, diciéndole que me dolía, que ya hombro, y s u hija se había se n ta d o a s u lado; es ta ba n boca
era suficiente, y me negu é a d ejar que hiciera nada m á s. Así con bo ca y ella le pasaba los brazos alred ed or del cue llo .
que él se encontró co n que el agujero no era bastante gra n- Cuando entré, los d os di eron un respin go. Yo nunca hab ía
de aún. No tenía su fici en te potencia para penetrarme y ter- oído hablar d e que un padre y una hija se besaran e n la
minar el trabajo, así que utilizó el dedo, yeso dolía.. La uña bo ca, aunque ellos fin gían que eran europeo s a causa de su
te corta. Empecé a gritar y a luchar, y él me abofeteó dos dinero y su educación . Pero, no obstante, ¿con tu hija...
veces porque le daba patadas, le mordía y le ara ñaba. Se en la boca? Cuando ella se marchó, sa lió sin decir ni una
corrió durante la lucha... mientras estábamos peleando. palabra.
Hizo eso, nada menos. Esta vez, no lo limpió; corrí al ba ño, - ¿Qué es ta bas haciendo co n tu hija? - le pregunté.
tomé una ducha y luego lo limpié. Mientras me du chaba, - La estaba be sando -con tes tó-o Siemp re beso a mi
él permaneció delante de la pu erta, esperándome. hija porque la quiero. No hay nada mal o en eso. Tú no
Ahora, yo era como una esclava para él. Cuando terrni- sabes lo que so n el amor y los besos porque eres del campo .
n é de ducharme, me cogió y me llevó a la cama, y cerró la - ¡Ooo h ! - excla m é sin decir más.
puerta con doble llave. Si él quería ir al ba ño de fuera me Sabía que aquello estaba mal hech o, aunqu e n o podía
encerraba en casa ec ha nd o la llave de la puerta del antera . explica r por qué. Y él sa b ía qu e yo se n tía qu e había al go
desde fuera. Por la mañana él se fue a trabajar y su hija, a malo en él.

138 139
-No le cuentes a nadie lo ocurrido -me dijo cua ndo
íbamos de camino a ca sa de su sobrina-, porque no hay
nada malo en ello . Es sólo tu mente; tú eres del ca m po y
de un pequeño pueblo, y vosotros siempre pensáis mal.
-No te preocupes - le dije-o Sé lo que está bien y lo
que está mal. No te preocupes.
y entonces huí de nuevo. Él era viejo y gordo, y no
podía con-el: Gritaba como un loco, pero yo me había ido.
Corrí, y corrí, y corrí. Era de noche, y esta vez mucha gente CAPíTULO 11
me persiguió. Mi marido no dejaba de gritar.
- iSoco rro , soc o rro, soco rro ! ¡Es mi esposa, y se ha
escapado! Esta vez encontré a J owara, una much acha a la qu e
COITí hasta una casa , porque en nuestro país la ge n te había conocido cuanclo mamá y yo vivíamos eh Mogadis-
deja abierta la puerta. Corrí hasta aquella casa, y cerré la cio, Me sentí muy feliz cua ndo la vi; hacía mu cho tiempo
puerta detrás de mí. qu e no la había visto. Su padre y su madre habían muerto
- ¡Necesito ayuda! - gr ité entre sollozos-o Necesito cuando ella era joven. Un viejo la había pedido por es posa
ayuda. a sus parientes. y ellos acababan de dársela . Yo sa b ía qu e
La señora me dijo: a ella no le gus taba . También fue muy feliz de verme. Nos
- Ve al baño y salta al otro lacio por encima de la pared . abrazamos. Hablamos lo más rápido po sible antes de qu e
o Ella esperó hasta qu e hube sa ltado por en cima de la su marido sa liera para conocerme. Le sus u rr é.
pa red , y luego le a brió la pue rta a m i ma rido . Pe ro yo m e - ¿Por qué no nos vamos juntas? - suslllTé en su oído--.
había escapado. Nos escapamos y dejamos a es tos viejo s.
Ella dijo:
- Co nforme... Nos iremos mañana.
Pasé allí la noche. Por la mañana, ella y yo no s esc a-
pamos.
Tomamos un pequeño autobús que iba a una ciudad
situada sobre el río a poca distancia de la ca pital. Allí nos
alojamos en un motel. A la mañana siguiente cru zam os el
río, y nos llevaron en un camión hasta una gran ciudad,
Baidoa, que está a mitad de camino de la frontera co n
Kenia. En mi mente había empezado a hacer un plan para
ir a ese país.
El primo de mi padre, a quien yo llamaba «T ío» , era
juez en Baidoa, pero yo no quería ir a su casa porque sabía
que él me devolvería a mi familia. Por la noche fuimos a
pa sear y a ver la ciudad. Baidoa era hermosa ..., una ciudad
adorable; me gustaba la gente. Pero quería ir a o tra ciudad,
para encontrar a un amigo mío. ¿Recuerdas al muchach o
'á rabe de mi boda en Mango VilIage, el que antes de casar-
,me me había ofrecido un hombro donde llorar? Estaban
construyendo un gran hospital en esta pobl ación, y mi
amigo era el electricista del proyecto. Por la mañana paga-

140 141
J
111111111
mas d iez chel ines POI" u n viaje ha sta a llí en un La nd Ro ver sido buen os am igos, y te q uiero como u na am iga, pero soy
del Go b ierno . Todo el mundo co nocía a mi a m igo , y unos un hombre y neces ito u na m ujer, y verte cada noche sería
mu ch ach os nos co nd ujero n hast a su casa. La du eñ a tenía dem asiado fu ert e pa ra m í, porqu e no qu iero forzarte.
o tras cua tro habitaci ones además de aq ue lla en la q ue ella y nos di o vein te c helines para qu e los gas táramos en el
vivía; y él hab ía a lqu ilado una de esas habitacion es. Dije a viaje.
la señora qu e era s u prima ; si so is pri mos , es tá bien que En Ba idoa fuimos al m ismo motel e n el qu e ha b íam os
d urmáis en la mi s m a habitación . E l lugar era mu y herm o- estado an tes. Nos lo pasába m os basta nte bien co n tod o
so y lim pio ... un boni to pueblo . co n só lo algunas casas. esto. ¡Éramos sim p lemen te pájaros lib res . yo y mi amiga!
Cuan do te des piert a s por la ma ñan a , pu ed es ver con clari- Me a legraba de es tar muy lejos de aque l hom bre - m i ma r i-
dad kilómet ro s y kilóme tros . . do-, muy lejos de to do el que pud iera conocerme. Ha b ía
La primera noche q ue pasam os a llí, mi a m igo vo lvió de un a hermosa cascada en aquella ci udad. Fu imos a l m erca -
la faena co n o tros dos ho mbres que tra baja ba n co n él, y do a com prar a lgunos plát a nos y m an gos . y luego fu imos 'a
q ue vivía n tambi én e n la mi sma casa. Cena mos tod os jun- la cascada; nos se ntamos y com imos y co ntemp la mos e l
tos. y habl am os y h a blamos, y escuc ha mos m úsi ca so ma lí agua. Estuv imos se n ta das a llí hast a la noch e, cuando era
po r la radio , y fuim os a pa se ar; El-a de noch e , pero la lun a ho ra de ir al cine .
brillaba ta nt o que seguías pud iendo ver kiló me tros y kiló- Queríamos ver una pelícu la cada noch e , sobre todo yo.
m etros. Uno de los o tros mu chachos e m pezó a habl a r co n En aq ue lla época sie m pre enco ntrabas much a ch os en 'Ios
Jowa ra, así que m i amigo pudo habl a r co nm igo. Nos sepa- cines, te gus ta ra o no . Cu and o ibas a l cinc, si eras un a
ra mos; ella se fue po r un lad o co n ellos y yo m e fu i por un much ach a crecida y es tabas so la o con un a am iga, los chi-
camino di feren te con él. Él y yo ya nos ha bía m os besado cos siem pre se ace rca ban . Mira ban a lrede dor de ellos cua n-
a ntes, y él trató de volverme a besar. pero yo no estaba pre- do las luces estaban encendidas y veían quién había sen-
parada para ello. Lo em pujé, y él ins is t i ó y me d io un beso. tado por a llí. Cuando las luces se apagaban, se leva n ta ba n
Pero no fue un beso agrada ble, no hu bo se ntim iento. Así y se sentaban det rás de ti y empeza ba n una co nve rsación ...
q ue lo e mpujé y lo aparté. Le dij e: «No, no me apc tecc.» Él em pezaba n a habla r co n tigo . Si te negabas a h a bl a r; en to n-
se quedó un poco tras to rn ad o. Cua ndo volvimos, no m e ces se iba n a cua lq u ier o tro luga r. Cua ndo la pe lícu la ha b ía
hablaba de la form a q ue so lía hacerl o . A mi a m iga le pasó term inado, y te m a rch a bas, los much ach os iban detrás de
lo m ismo ... tu vo qu e rec hazar a l o tro hombre. Gracias a ti y te seguían; fu era s a donde fue ras, te seguía n. S i qu e-
Dios. la muj er que era la propiet a ria de la casa se ofrec ió rías , em pezabas a habl a¡' y les dejabas qu e te acompañara n
a dejarnos dormi r co n ella aque lla noch e. a donde ibas , pero si no qu erías, decías se nc illame nte q ue
Al d ía sigu ie nte, mi a m igo vol vió del trabajo a casa a no , y ellos te dejaban . No podían obligarte.
m edi a m a ñana . Me dijo q ue llegaba u n coc he de Ba idoa Así q ue mientras es tábamos en el ci ne, es ta ban los
para tr aer a lgu nas cosas del hospital , y qu e regresa ría a muchachos. Mu ch achos, no ; hombres, hombres mayores.
Baidoa aqu ella mi sma noch e. Dijo que de bería mos es tar Empezaro n a decirnos cosas co mo «¿Que réis a lgo?», «¿De
prep arad a s para poder volve r co n el chó fer en el coc he . Y dónde so is?», y fr ases por el es tilo. Cua ndo la pel ícula hu bo
eso fue todo . ac abado , vini eron detrás de nosotras y hablam os con e llos
- Co n fornle, es tu pe ndo - repuse yo, decid ida a vol ver a dura nt e un m omento, pero no nos gus taron, así q ue nos
Ba idoa y bu sca r otro coc he q ue fuera a Ke nia, m arch a m os y fui mos a nu estro m ot el y pedi m os cenar en
Creía mos qu e Ken ia es ta ba muy cerca . Más tarde des- la ha bitació n.
cu brí qu e no era así. Cada día int entábamos consegu ir un viaje en coche a
Antes de irnos, m i a m igo m e llamó a parte y me llevó a Keni a. Nos qu ed amos ci nco días en Baid oa , y llega m os a
su ha bit a ción . Dijo que no queda que yo est uv iera en fada- conocer a mucha ge nte, hombres y mujeres y fa mil ias , e
da con él. hi ci m os a m igos. Y de esta manera mi tío descubrió que yo
- No quiero perder nues tra a m is tad - dijo él-. Hem os estaba a llí. A la noche siguien te, m i prima y yo estábamos

142 143
en el motel, y llegó la policía. Abrimos la puerta, y allí t~­ intentado ser a mable co n él y devolverle tod o s u dinero.
níamos a mi tío con dos policías. Entraron en nuestra habi- Entonces se incl inó hacia m í y m e dij o :
tación. Yo conocía a mi tío de vista. - Ve, hij a, a donde tú quieras . A partir de ahora eres
- Tienes dos elecciones -me dijo él-: o vienes conmi- libre. Ve a donde quieras. Nadie va a obligarte a nad a.
go o vas con los policías a la comisaría. ¿Cu ál prefieres? - ¿De verdad ? - le pre gunté.
Yo le supliqué: .,' Pero no podía irme en medio de una pelea en tre rru
-Iré con usted, tío . No me envíe a la comisar; a de poli - papá y mi marido. Éste decía:
cía. Por favor, no me haga volver. Mándeme a Kenia, donde - No . No m e voy sin ella ...
no puedan volver a encontrarme. Mi padre estaba muy irritado.
-Ya veremos. Vamos. - ¡Vete! - me ordenó-. ¿No te he di cho que le vaya s?
Al día siguiente nos devolvió a Mogadiscio en un coche ¡Fuera! Ve a donde quieras. ¡Ve di rectamente a ca sa de tu
policial. La policía me llevó a casa de mi jefe, y aquella ~~dre! - Me agarró de la mano y me sacó fuera, luego
misma noche mi tío envió a algunas personas en busca de dIJO-: Vete, y llévate a tu amiguita contigo. Id a ca sa. Id a
mi padre para que le dijeran que fuese a su casa. . donde queráis. Quiero ver si él se atreve a seguirte y to-
Todo el mundo m e vigilaba, y yo no pude dormir en carte.
toda la noche... No hacía más qu e es ta r allí, pen sando qu é ¡Así que me marché! ¡Seguía sin poder creerlo , Rahima !
podía hacer. Cuando mi papá llegó, se volvió loco. Le .d~je Las . do s nos marchamos . Corrimos y corrimos, a unque
que iba a matarm e, qu e no quería volver con aq~el vIeJo~ nadie nos perseguía. Fui a casa de mi prima, y le dij e:
que no quería verl o, que quería irme. ~i papá, el.Jefe y. rm - ¡Lo creas o no, so y una mujer libre!
tío hablaron. Decidieron devolver el din ero a rrn mando, Ella dij o :
pa ra qu e se divo rciara de m í. Le avisaron y él vino, pe ro se - No , no lo creo - d ijo ella-o El tío estaba só lo irrita-
negó a coge r su dinero. " do. No creo qu e hiciera eso.
- N0 lo qui ero - d ijo- , no lo quiero aunque me pa guel.s - Bue no, lo creas o no, eso es lo qu e m i padre dij o.
el doble. Aunque pagu éis cua tro o cinc o veces lo que le di , A la mañana sigu ien te , mi prima fue a casa del jefe, pa ra
no lo qui ero. La quiero a ella. . ' ver lo qu e había pasado. Él le contó que mi rna rido y mi
Mi papá dijo que no había ninguna forma de que el papá habían tenido una gran discusión, y qu e mi papá
pudiera entregarme otra vez: había dicho a mi marido:
- No te quiere. Dice que va a matarse si la hago volver , - No voy a darte ningún dinero ya, porque te ofrecí
a tu lado. devolv értelo y tú te negaste a cogerlo cua ndo fui amable
- No me importa - replicó mi marido-. Si se escapa, contigo, y ahora no tienes nada, ni dinero ni tampoco a mi
o tú la acoges, o hacemos que la acoja alguien más d.e la hija, porque ya cortast e a mi hija, arruinaste su virginidad,
familia. Sabemos dónde puede ocultarse, y ahora no tiene y no vas a conseguir nada más . Estamos en paz.
ningún lugar a dónde ir. Y luego contó que había se pa rado a mi papá y a mi
- ¿Qué quieres que haga? - pre gu ntó mi padre-o Ella marido; y qu e, después de un rato, mi papá se había mar-
no deja de escaparse, y yo la persiguo. He perdido muchos chado . Entonces él habló con mi marido.
negocios por hacer eso, y ya no cuido de mi s negocios. - Ella es como tu hija , más joven que tu hija - le dijo-.
A partir de ahora , si se escapa, tú te en cargarás de atra- Tienes que comprenderlo: si una muchacha no te quiere, no
parla. , . te quiere. Son sólo niñas . Toma tu dinero (hay muchas
- Dám ela ahora -dijo mi marido-. La guardare a rru o~ras muchachas por ahí), muchas otras que tienen un ape-
lado. lhdo y todo, que son de una buena tribu... puedes en con-
- Sa bes, no vas a llevártela por las buenas. Irá contigo, trar una; divórciate de ésta.
si ella quiere. - Pens aré en ello - re puso mi marido.
Mi papá estaba furioso con mi marido porque había Pero yo había empezado a correr y no había vuelto.

144 145
I ~
Eso no es completamente cierto. Una vez volví por mi -Conforme, te costar á cincuenta chelines.
propia voluntad. Me encontré con una muchacha que dijo , Le di los cincuenta chelines y entonces dijo que debe-
que conocía a un viejo que sabía la forma de hacer magia namo:, esperar un par de horas porque tenía que meterse
para conseguir divorcios. Le pedí que me llevara a verle. en la Jungla para recoger algunas hojas.
Ella dijo que cobraba cincuenta chelines... En aquella Cuando volvió me dio un trocito de papel doblado con
época, cincuenta chelines era un montón de dinero, para algo escrito en él, atado con un cordel negro, para que lle-
mí era como cien dólares ... Pero va dije: «No hay proble- vara alrededor del cuello como amuleto . También me dio
ma. Tengo el dinero.» Yo' tenía mucho dinero de todos algunas hojas diciéndome que debía bajar del autobús
modos ... Todo el que había cogido de mi marido, y un poco antes d.e llegar a la ciudad y masticar las hojas hasta que
había ahorrado del que él me había dado . Siempre llevaba s~ volvieran blandas y ponérmelas en el rostro, brazos y
el dinero enrollado en la cintura. pies..., en todas partes donde mi marido pudiera verme allí
Aquel hombre vivía en Afgoi, a una media hora de un donde mi cuerpo no estuviera cubierto . . '
pequeño autobús. Desde la parada del autobús caminamos Me dijo que hiciera lo siguiente: ir directamente a casa
más allá de casas viejas y arboledas. Afgoi está allí donde de mi marido, decirle que lo amaba y que quería volver con
se celebran las luchas de palos cada año . Los hombres se él, en~onces él me diría: «[Nol ¡No quiero que vuelvas! ¡Vete
pegan unos a otros con grandes bastones ... ¡Hay sangre por de rru casa! ¡No vuelvas!», y me echaría de su casa, y a la
todas partes! Hacen eso porque creen que, para que las mañana siguiente se divorciaría.
cosechas sean buenas, hay que regarlas con la sangre. Las -¿Está usted seguro? - le pregunté.
mazas tienen espinas. Se golpean mutuamente con dure- - Sí. ¡Estoy seguro! - m e aseguró el hombre.
za ... en especial en la cabeza porque de ella salc más san- .' Yo no podía creerlo, pero tenía que intentado.
gre. Vienen muchas personas a contemplar esto. Incluso H~ce lo que él dijo. Nos bajamos del autobús, empecé a
turistas para hacerles fotografías. Es una cosa extraña, masticar aquellas terribles hojas, y cuando se ablandaron
espantosa. me la~ puse en el rostro y en los brazos, con mi saliva, y
Su casa estaba en lo más profundo del bosque. Las espere hasta que se secó. Había un largo camino hasta la
mujeres nos invitaron a entrar. Nos dieron unos taburetes casa de mi marido, al otro extremo de la ciudad. Cuando
de cuatro patas para sentarnos. Nos ofrecieron agua, por- ll~~amos allí, era la hora de la cena. Llamé a la puerta. El
que habíamos andado bastante camino. La muchacha que vigilante no podía creer que fuera yo.
nos había conducido allí dijo a las mujeres que queríamos ~brió la puerta, y mi amiga y yo entramos para ver a mi
ver a su marido. Una de ellas entró en una de las habita- mando. Todo el mundo se quedó sorprendido al verme...
ciones y salió en seguida. Dijo que podíamos entrar. Era la hora de la cena, así que todos estaban allí. Mi rnari -
La habitación estaba tan oscura que no se veía nada. d? se quedó mirándome, atónito. Estaba allí por mi pro-
Estaba dividida por la mitad por una gran sábana colgada pia voluntad, nadie me había obligado. Se levantó y pre-
del techo. A un lado nos sentamos nosotras y al otro lado gunto:
se sentó él, y todo lo que hicimos fue hablar. Nunca le -¿Quién te ha traído?
vimos el rostro. -Nadie -le respondí-o Hemos venido mi amiga y yo.
El hombre preguntó cuál era el problema.• , Él salió fuera para ver si había alguien más, pero no
-Estoy casada con un viejo, y quiero divorciarme -le pudo hallar a nadie. Volvió a entrar.
contesté-o ¿Puedes ayudarme? . -Dime la verdad, ¿dónde está el coche que te ha traído?
-Claro. Todo lo que necesito es tu nombre y el nombre ( -No -respondí yo-. Hemos venido andando. ¿No ves
de tu madre y el de tu marido. el polvo ~ue nos cubre y lo sudadas que estamos? ¿No
Me preguntó si yo conocía el nombre de la madre de mi ves lo SUCIa que estoy? Hemos andado kilómetros y kiló-
marido. metros.
-¡No! -respondí. " , - Es to es una sorpresa -exclamó él-o ¿Qué ha pasado?

146
147
¿Algui en ha hablado contigo ? Dime qu é ha su ce d ido ... ¿Qué -Eres un a nma inteli gente - me dij o é l-o Co nforme,
te ha traído de vuelta? pero an tes tienes que ce nar.
- Estoy cansada de andar por ahí. He renunciado . Volví y o me sen tía muy aliviada . Mi corazó n ... tod o m i pech o
a mi casa, y m e di cuenta de que lo mejor para ~lí er~ es tar estaba go lpean do co n fuerza.
en casa con mi marido, así que h e vu elt o . Y mi am iga m e Comí deprisa , y fui la primera en la varme la s m an os
ha ay udad o también, sabe s, hablándome del matrim onio. cuando termin é .
Por eso he vu elto. - Grac ias po r la ce na. Ahora nos vam os.
- ¡Es extrao rdinario ! - exclan1ó él- . Realmente extra- - No , espe ra un momento . Te llevaré.
ordinario. ¡Gracias, Alá! ¡Gracias, Alá! . - No, de veras - d ije yo-, he co m ido dem asiad o y qu ie-
Yo, en mi interior, estaba diciendo. «¡Me n tiroso ! Ese ro pascar. Mu ch as gracias, pero me gus ta ría cam inar:
viejo mentiroso de Afgoi, ¿por qué le creí?» Estab~ furiosa Él in sistió.
y asustada, porque tenía problemas ahora, pero dij e: - No, grac ias - repe tí- o No m e fuerces . Ya es tás o tra
- Pu edes creerme. vez forzándome. ¡No m e fuerces!
Él estaba sorprend ido, y era muy feliz , y todo el mundo - ¡De ac ue rdo, de a cu erdo! - d ijo mi marid o.
en la casa también. Pero su hij a me miraba con extrañez a, ¡Así qu e no s fuim os! Salim os otra vez d e aqu ella cas a ,
y yo seguía asu stada . . ¡y es tuvim os libres! Anduvimos deprisa, d eprisa, deprisa
- ¡Grac ias , Alá! - d ijo mi marido de nuevo---:. i~racI~s ha sta la esqu ina , y tan pronto co mo dimos la vu elta a la
a Ti, Alá! - y em pe zó a abrazarme. Me pregunto S I quena esqu ina , [echamos a co r rer! Cuando finalm ente nos ca nsa-
comer o da rme u na ducha pri m ero , yo y mi am iga, po rqu e mos , nos se nta mos.
teníamos las ro pas sucias. -Ch ica, eres lista, muy list a - d ijo m i amiga-o ¡Has
- No , no, no - d ije-o Comeremos, pero no nos ducha- en gañ ado al viejo!
remos porque no vamos a quedarnos . . , - Bue no, tenía qu e hacerlo, porque el otro hombre me
- ¿Po r qu é? - me preguntó él-o Si has ~uelto , ¿por que en ga ñ ó a mí: se qu ed ó co n mi din ero, ¡y m e puso en peli-
no va s a quedarte? Primero has dicho qu e Ibas a quedarte; gro! Tenía qu e mentir.
'y ahora me di ces que no vas a quedarte! - Yo estaba asustada tambi én - reco noció ella-o Me
I - No - d ije YO-o No quería decir eso. Volveré por la ale gr o de que mintieras .
mañana. Sól ~ he venido a preguntarte si querías que vol- No era demasiado ta rde pa ra qu e fuésemos andand o,
viera. No he traído mi s co sas, y no es toy preparada para porque si vue lves a casa puedes andar durante toda la noche.
pasar la noche aquí hasta que traiga todo lo mío. Las veinticuatro horas del día , hay ge nte andando. Y no tie-
Así que él me preguntó: nen miedo... puedes dormir en la ca lle. Me gus taba todo el
, .?
- ¿Cuá nd o vas a traer tus cosas? ¿Y que cosas tienes . sistema. Cuando no tienes qu e volver a cas a , cua ndo tu
Todo lo que posees está aquí mismo. ¿Qué más hay? ¿Un mamá no pu ede preguntarte «¿Dó nde ha s estado? ». Cuando
par de vestidos más? ¡Dáselos a tu amiga! ¡Dile que se los no te azotan o te dan bofetadas, cuando no hay nadie qu e
quede! te gri te, cua ndo no tienes qu e hacer el té. Podíamos hacer
Yo dij e: . lo qu e nos viniera en gana. Divertirnos, si qu eríamos. Sí, era
- No no estaba en su casa ... Estaba en otr a casa. No me muy bonito. ¡Sentíamos qu e éramos libres!
obligues: Volveré mañana por la mañana... Si no me cr:es,
no vayas a trabajar por la mañana. E.sp érame a l~s dle~.
Como yo había vuelto por mi propia voluntad, el tema
que confiar en mí, y yo insistí. .
- Confía en m í.; ¿Quién me ha obligado a vol ver? Yo
quiero mi casa y a mi marido. Estoy cansada de an~ar por
ahí. Pero no me obligues siempre. Dame un poco de ti empo.

148 149
Ij II I~ I~ , ~

me, dis~into; mis ropas no estaban hechas como las de


el.las; mi forma de actuar' era diferente ... Todo en mí era
dl~erenle, porque yo había nacido en el campo y me había
' I
cnado en un pequeño pueblo. Había muchas personas
blancas en la ciudad, y mucha otra gente también. Y no for-
m.aban parte sólo de una o dos tribus; había un millar de
tribus viviendo juntas. Eso me parec ía hermoso, ¡y la ciu -
dad era tan grande! Caminaba durante todo el día, en cuan-
to me ?es~ertaba, a veces yo sola, si todas las muchachas
CAPíTULO 12 se hablan Ido.
Me gustaba el centro de la ciudad. En mi pafs, todo el
mundo va al c~ntm por la mañana, en especial las mujeres.
Me gustó 10 que veía. En la ciudad, las muchachas po- Compran comida, y ropa, y objetos de oro... Todo. Entre las
dían ir con su novio, o podían ir al cine, sin esconderse de doce y la u.na cierran la tienda, y lodos se van a comer. Los
sus padres. La gran ciudad era un poco salvaje; la gente que no quieren ir a casa se refugian bajo un árbol y des-
hacía lo que deseaba, y era normal. En el pueblo, había cansan, o van a casa de alguien y preguntan si se pueden
mucha vergüenza, todo era vergonzoso. No hables con los qu~dar una hora, quizá dos horas, o tres... y la gente les
hombres: vergüenza. No vayas al cine: vergüenza. Si hacías deja entrar y !es da algo de comer y de beber. Las tiendas
algo que no fuera quedarte en casa y cocinar, eras una shar- vuelven a abrir alrededor de las tres y media o las cuatro
muuto. En mi pueblo, cada vez que pasaba por un sitio , los de la tarde, y permanecen abiertas hasta las nueve de la
muchachos y las muchachas o los hombres y las mujeres noche. La ciudad está siempre atestada... gente andando
mayores decían algo a mis espaldas, y yo pensaba en mi comprando aquí y allá. Y tienen un mostrador, delante del
interior; «Sé lo que estáis diciendo de mí: "¡Mira esa shar- que p,u~des se~tarte y tomar café o té y escuchar' un poco
muuto!"". Lo sabía, lo sentía, y me enfurecía cada vez que de ?1USICa bonita y mirar a la gente que pasa. Siempre hay
lo .decía n . y me convertía en una luchadora: pelea, pelea, algun lugar a donde ir.
pelea..., en una muchacha enfurecida. Odiaba a todo el U,na noche, uno de mis amigos me llevó a una fiesta.
mundo, supongo -excepto a mí misma-, del mismo modo Habla muchos hombres guapos allí. y también un par' de
que ellos me odiaban a mí. Pero en la 'udad nadie sabe blancos, aunque la fiesta era sobre todo para somalíes.
uién so T, nadie.ms odia, todo el mundo me tiene sImp~­ Eran gente educada, y la mayoría trabajaba en bancos o en
tía. Y yo me pregunto por qué11a ' ría ae volveCMcsentía grand~s oficinas del Gobierno. Algunos eran hombres de
a iviada y tenía una nueva visión de la vida. Si no podía negocios, otros trabajaban en el Ministerio de Agricultura
encontrar al que amaba... Tenía que ingeniarme una mane- (gozaban de una posición, todos ellos). Yo me sentía incó-
ra de hallarlo..., a él o a otro como él. De modo que dejé moda por el aspecto que tenía: mi ropa, mi cabello. Tanto
mi camino abierto... todas mis puertas abiertas. por mi vestido como, por mi manera de comportarme yo
Todos los días me encontraba con al menos tres o cua- resulta.ba diferente de las otras muchachas. Yo era natural,
tro amigos, hombres y mujeres, y muchachas. y ellos te- y sencIll.a como un muchacho. Todas las otras chicas eran
nían coches. Todos los días iba a dar una vuelta en coche mu~ refinadas: yo, no. Yeso me trastornaba ... ¿Por qué no
con mis amigos, a conocer gente nueva. Por lo general asis- podía ser como ellas? Me había dejado todos mis vestidos
tíamos a una fiesta en casa de alguien, pero, a veces, todos nuevos en. casa de mi marido. Las muchachas aquí no lle-
íbamos a la discoteca. Las muchachas eran muy elegantes, vaban sans .como nosotras en Mango Village. Sus vestidos
y la manera como hablaban, muy diferente de la de las ~staban COSIdos, eran más cortos, más bonitos. Llevaban
muchachas de Mango Village. Yo pensaba que estas cosas mcl~so. mejores zapatos..., zapatos europeos que yo no
no tenían mucha importancia, pero estaba equivocada. La habla VIStO nunca.
manera como yo hablaba era diferente; el modo de peinar- )
.
.
;

151
150
No disfruté de la fiesta, aunque lo intenté. No sabía bai- preguntó si quería sólo champú o quería el cabello estira-
11'
lar como ellos. No podía bailar porque me sentía incómo- do. Le pregunté qué cosa era estirar, y él dijo que eso hacía
I'~ da. Tenía miedo de que la gente se burlara de mí si lo inten- tu cabello suave, como el de una mujer blanca; así podías
taba. Así que dije no. Yo había bailado antes, pero no como peinarlo sin problemas y moldeado con facilidad. Era casi
¡' ellos bailaban. Esto pasaba en los años sesenta, así que como llevar una peluca. Yo dije: «[Eso es lo que quicro! »
.1
estaban bailando twist y rock-and-roll. Me senté y miré a Otra razón por la que elegí estirarme el cabello fue que él
mi alrededor. Todos los chicos y chicas bebían. Recuerdo el dijo qu e iba a poner productos químicos fuertes para hacer
nombre de las bebidas: Heineken, Amstel, Becks, Tuborg. el cabello suave, y pensé que quizá esos productos mata-
En la gran ciudad se consideran e/bah (civilizado y educa- rían los piojos. Me puso aquella crema fuerte y olorosa en
do) por beber. He oído decir que si bebes pierdes la cabe- el cabello. Estuve sentada allí, con la crema en la cabeza,
za, y te vuelves loco y matas a la gente, yeso te da mala durante un rato -picaba y quemaba-; luego lo lavó, y me
fama. Pero me gustaba la forma como sostenían el vaso. Y dijo que me tocara. Cuando lo toqué, no podía' creerlo: [er'a
su manera de fumar. Yo fumaba, pero lo hacía de forma como seda! Yo tenía el cabello largo, así que le puso unos
diferente; daba una chupada y echaba el humo en seguida. grandes rulos y me metí bajo el secador. Aquella cosa
Aquellas muchachas fumaban, retenían la respiración y caliente me quemaba el pelo y las orejas, y me puso una
hablaban, y no veías que les saliera nada de humo por la toalla alrededor de la frente y mucho algodón. Me quedé
boca o por la nariz. Yo me decía: «[Me gustaría poder hacer allí rato y rato, y pensé: «[Dios! Este calor tiene que matar
eso! ¡Un día lo har é!» a todos los piojos.» finalmente me peinó tal como yo había
Dos chicos entablaron conversación conmigo en la fies- elegido. Hermoso. ¡Levantado por detrás! ¡Y los piojos y las
ta. Me preguntaron de dónde venía, y yo les di nombres liendres habían desaparecido! Era tan hermoso que fuimo s
diferentes y tribus diferentes y ciudades diferentes para que directamente al cine... porque era de noche. Todo el mundo
no pudieran decir a nadie que habían conocido a la seño- me miraba, todo el mundo.
ra de Tal y Cual. Sabía ahora que las personas hablan, y no Mi familia seguía buscándome, pero no me encontraba
queda que mi familia se enterara de que había ido a una porque yo conocía ya la ciudad. Un día podía ir a un barrio;
fiesta en la ciudad. La primera vez que me preguntaron mi al día siguiente, a otro. Y ya no visitaba las casas de mis
tribu, les dije que era etíope. Todo el mundo exclamaba: parientes, aunque todo el mundo sabía que mi familia
«[Oh, eres hermosa!» había dicho que yo era libre.
Al día siguiente me sentí furiosa por ser tan poco refi- En la gran ciudad, las muchachas van a la casa de un
nada. Así que dije a mi amiga que me llevara al peluquero. hombre cuando quieren. Como he dicho, iban donde les
Además, con todo aquel ir arriba y abajo, había pillado pio- apetecía. Podían volver a su casa en mitad de la noche. A
jos... esos pequeños insectos que se te meten entre el cabe- veces iban a dormir con los chicos, sin hacer nada, y vol-
llo si no te peinas adecuadamente, o no te lavas como es vían a casa a la mañana siguiente, mintiendo a sus padres,
debido. Yo veía que las otras muchachas tenían el cabello «He estado con mi amiga» o «He estado en casa de mi tía».
suave, blando... En el campo, casi siempre, el cabello de las Casi seguro que las familias sabían la verdad, porque lo
chicas era largo y rizado, peinado en trenzas. Cuando les hacían a menudo. Pero en Mango VilIage, una muchacha
pregunté cómo se hacían el peinado, dijeron que iban a la no podía siquiera hablar con un chico en mitad de la calle,
peluquería. Así que yo decidí ir también, y hacer que mi donde la gente la viera. Si era de noche, lo disimulabas,
cabello pareciera tan hermoso como el suyo. Poco a poco, pero a la luz del día no podías pararte en la calle y hablar...
iría tomando un aspecto como el suyo, y entonces no ten- Era vergonzoso. Pero aquellas muchachas iban a la casa de
dría más que andar y hablar como ellas. los chicos, y yo fui con ellas .
Cuando entré en la peluquería, el hombre que estaba allí Hice muchos amigos, nuevas amigas y nuevos mucha-
me mostró un libro lleno de las fotos de mujeres blancas chos. Estaba realmente buscando un muchacho blanco, ya
con el cabello peinado en diferentes estilos. Elegí uno. Me que no podía tener a Antony. Los muchachos blancos eran

152 153
los que m e g us ta ba n , y tenían que se r al m en os c in co a ños Algun as de las c h ic as m e d ecí an:
1
1I
mayores qu e yo. Yo era alta, pero delgada, y me gu staba un - An d a , bebe.
1,1 - Na- n a y. No me g us ta - les dije. Nun ca había bebido
,,¡ hombre alto y gua po . Tenía que ser alto, y h ermoso. Aún
I no había encontrado ninguno . Pero había averiguado a lgo. alcohol.
- Da d le tiempo - las ín te rru m p ió uno de los Otl-OS
I A los hombres de Mogadiscio les gu s ta ba yo . En Mango
tipos- o Es nueva , se pued e ver, pobre c h ica ... Dej adl a tran -
VilIage, no gus ta ba a nadie, excep to a mi familia . Si ten ías
la tuberculosi s, nadie quería hablar co n tigo nunca m ás . Los quila. - y me traj o una Fanta .
pocos que hablaban co nm igo eran amigos íntimo s que se n- Tocaban mú s ica somalí.. . só lo una gu ita r ra d e tres cue r-
1
tían s im pa tía y respeto por mi familia . Pero los d emás ... das y una p ersona ca n ta ndo. Lo s hornbres be.bían wh isk y,
1
Nunca tenía un a c ita c u a ndo estaba e n mi pueblo , c ua ndo mu cho . Empe zaron a besar a al gunas de la s c h icas : A veces,
era una muchachita . Jam ás había tenido un novio so rna lí estas s it u acio nes m e daban mi edo , y qu ería esca pa r, pero
co m o a mí m e gus ta ba . Tenía a m igos -so lía ha cer ver qu e sa b ía que nadi e podía obligarme a hacer esas cosas ... ~ e
yo era uno d e los mu chachos- pero nunca había tenido sentía fuerte, muy fuerte , co m o un leó n , a causa de la tribu
un o que m e dij era «Me gus tas» o «Te amo ». a que pertenecía, d e quién e ra yo y de todo . lo q.ue había
Una noche, e n o tra fies ta, co nocí a o tro a m igo . Est a vez pasado. Las d emás tribu s m e parecían todas. ll1fe~-~ores a la
e ra una pequeña fiesta e n un a casa donde vivía n d os h om- mía. Por eso no m e preocupaba... sobre la viol aci ón y todo
bres . Había se is hombres u oc ho , y a lgu nos es ta ba n casa- eso. Nadie sab ía d e violaci ones e n aquell os tiempos en
d os. No sotra s éra mos todas jovencitas . Los hombres d e la nu est ro país. E xis tía n , pero eran raras . Yo quería hacer lo
fiesta e ra n gua pos, realmente g ua pos. Era n m ayo res qu e m ismo q ue mi s ami ga s , as í q ue m e di je : «[Un d ía lo ha ré !
noso tras, a lgunos rondando los treinta años . El que me Todo lo que vea, si me g usta. ¡Algún día lo haré! »
gus ta ba tend rí a unos vein tioc ho, e ra alto , de pi el muy ela ra Urnar y yo hablamos y h abl am os , y ca d a vez qu e yo q ue-
- po rq ue e ra á ra be-, con e l cabello liso. Yo m e mostraba ría algo d e beber o d e co mer, él m e lo traía . ,
tímida Las o tras c h icas lo con ocían ya. Iban allí una o d os Cuando fueron las d oce, todos lo s que beb ían es ta b a n
veces por se m a na . Cuando no tenían otro lugar a donde ir, borrachos . ' Ya era hora de ir se! La casa de mi prima no
solía n ir a la casa d e un hombre, a relajarse y a tom ar una es ta b a demasiado lej os de donde se celeb ra ba la fiest a , as í
copa y c ha rla r ; tambi én a besarse, si querían , eso dependía qu e o tra muchacha y yo fuim os allí y llamamos a la pue r-
de e llas . A veces iban a cua tro , cinco o seis casas diferen- ta. Ella sa b ía que s i a lguien llamaba a s u puerta a una hora
tes la mi sma no che . Si no s ucedía nada en una casa, iban tan avanzada de la noche, ¡tenía que se r yo! Abrió la puer-
a otra. ta, y me quedé allí otra noche .
y allí es ta b a aquel hombre gu a p o . Un hombre que me Cada ve z que iba a su casa tenía una nu eva amiga; ~¡
gus ta b a. Pero se n tía tanta ve rgü en za... Cada vez que lo cada vez ella me preguntaba:
miraba, mi co razón e m pe za ba a latir co n fuerza , y un esca- - ¿Dó nde has conocido a és ta ?
lofrío m e re corría todo el cuerpo. Se me a cercó, y m e dijo Yo te n ía que explicárselo. De todas maneras, a q uella
s u nombre, Urnar: yo le dije e l mío. Alguien no s preguntó mañana hablamos , y ella dijo:
qué queríamos beber. - ¿Po r qué no quieres volv er a casa? ¿Po r qué qui eres
- Fa n ta - ped í yo . hace r s u frir a tu familia?
- ¡No ! ¿Fanta ? ¿De dónde vienes ? Hablar, hablar, hablar, pero mi cabeza es ta ba en o tro
Por s u p ues to, yo le mentía a todo el mundo, pero real- sitio. Dije:
m ente quería decirle a Urnar de dónde venía. Así que le pre- - Oh ... - d ije-o Volveré. Aún no es tiempo . Tengo que
gu n té: divorciarme primero...
-¿ Po r qué quieres sa ber d e d ónde ve ngo? - Pu edes co nsegu ir el divorci o si vuelves a casa -me
- Si fueses d e aquí - m e respondió-, no te co m po r ta - aseguró ella- . Quédate con tu m amá hasta que vay a ~u
rías así. padre y le d é el dinero a ese hombre ... Pero lo que es tas

155
154
haciendo a hora no es bu en o pa ra la fam ilia, y no es bue no más que te lavas lo s pi es o te duchas , sie m pre llevas polvo
pa ra ti. Ere s bon ita , y joven, y tienes un gra n a pe llido. No en los p ies , po rque casi to das nuestr as calles es tán s in pavi-
puedes andar por ahí, una noche aquí, la otra allá, co n a m i- mento. Tomamos una ducha e n casa de una a m iga a n tes de
gas, e n la calle, en el cine, e n el club... Pronto vas a co n- ir a dar una vu elta en coche co n los ch icos que hab íamos
ver tirte e n una prostituta. De veras. No lo haga s , vuelve co nocido. Yo quería verlo todo, todo lo que no había visto.
a casa. Decidimos ir a Marka, una ciu dad junto al m ar. Todo el
- Oh , hermana mía, volveré a casa - d ije en tre so llo- mu n do decía que e ra preci osa , y yo nu n ca la hab ía visto.
zo s- . Iré a re coge r mis cosas, y luego volv eré aq u í. Pu ed es No conocíamos a nadie, así que fuim os a un h otel. Vendía n
llevarme a casa... comida y alcoh ol allí. El du eño era italiano, y por la noche
- ¿Qué cosas? - me p regunt ó. iban hombres allí a ce nar y a beber; y muj eres tambi én . No
.-Co m ~ré un?s vestidos qu e tengo en casa de mi a mi ga sé s i eran prostitutas, o a m igas, o es posas, pero era n mu-
- 1 es po n dí-i- . Ir é a bu scados y podrás lleva rme a casa. jeres somalíes con h ombres bl ancos. Fuimos a l bar d e
- Oc ac uerd o . ¿Es tás seg u ra ? la pl anta baja. Era un lu gar a l a ire libre, co n peque ñas
- Sí - d ije-, iré a buscar mi s cosas y volveré y en to n- so m brillas en las m esas , y había luces d e diferentes co lores
ces m e lleva s a casa. - rojo, ve r de y a m a r illo-; yo ad oraba aq uellas lu ces, as í
- Co n fo r m e - r ep uso ella- . Lo haré. qu e suger í que ce nára mos fu era . Pero los demás dij eron
. Así qu e mi ,ami ga y yo nos m archam os , y m e dij e a m í qu e se ría d ema si ado e m ba razoso, porque ninguno d e n oso-
mi srn a: «[.lam ás vo lveré a tu casa !» tro s sa b ía usar el c uch illo y el tenedor,
No m e importaba lo qu e ella pudiera decir; Pensé : «Vas -No ... Hagamos co mo ellos y di sfrutemos fu era . P ro -
a lla m a rme cualquier cosa de todas maneras, así que llá- bémoslo . Nadie nos conoce aquí, estamos en un a ciudad
m ame lo que qui cras. » Yo sa bía lo que yo era... Sabía que difer ente y la ge n te es diferente . Disfr ute m os y finjamo s
era bu ena e n mi inte rior. Además, nadie m e d escubriría que somos civiliz ados , co mo ellos.
porq~ e u~~ noch~ e~ ta ba aquí, la otra allí, fa noche siguien~ E insi stí, e in sistí; además, la que pagaba era yo, ¡así que
te ~la s all á, la sig u ien te volvía a es ta r aquí, y la otra, en ellos se mostraron d e acuerdo co n m igo! Tod os temblába-
a lg ún otro lugar . m os y se n tía mos ve rgüenza , pe ro yo fi ngía que lo sab ía
Qu ería com p ra r al go de ropa nueva. Fui a varia s tien - todo... La Señorita Sabelotodo. ¡Y e ra la única que no sa-
das dife.l·~ntes y finalmente e ncon tr é lo qu e quería. Compré bía n ada!
te~a Su.flc le n te para saca r dos vestidos para mí y uno para Nos sen ta mos e n una m esa d el rincón, d onde podíamos
n~I arru ga, Dentro d e la tienda tienen un lugar d onde te con- oculta rnos tras unas plantas. El ca m a re ro se nos acercó con
vierte n la tela e n vestido..., sólo pagas un poco m ás de dine- el m enú . Yo no sa b ía leer, pero una d e la s o tras muchachas,
ro . ~l,'egunté cuán to tiempo tardarían, y el hombre dijo que sí. Sin em ba rgo , no pudo entender el menú: filetes, c h u le-
volvi éramos alrededor de las cinco , porque había otros ta s y demás. Así que le dijimos que qu eríamos ce nar, sin
cli entes antes que nosotras . De m odo que nos fuimos a mirar el menú.
pasear, No teníamos ningún lu gar al que ir y nos dedica- Yo estaba acostumbrada a co mer o con una cuchara o
m os a pas:ar por la ca lle , fin giendo qu e íb amos a comprar co n la mano. Había probado los tenedores , y no m e gus ta -
a lgo . E n tra ba mos e n una tienda y preguntábamos cuánto ban - n o se co ge mucha comida- ; la m an o es m ejor, o una
valía a lgo y tocábam os el m ateri al para sa ber de qué es ta- cuchara . Así que cogí una cuchara, y expri m í una lim a enci-
ba he cho. Entrábamos en una joyería y hacíamos lo mi smo: m a d e mi co m id a , lu ego corté una banana sobre el mismo
nos poníamos un collar y nos mirábamos en el espejo . Hi ci- plato , ¡y lo com í! Pero nadie nos vio , porque n os se para ba
m os eso hasta las cinco, que fuim os a re coger nuestros ves- buen a d istanci a d e la s d emás per sona s, y las pl a ntas es ta-
tid os . ban e n tre nosotros. Podías ver el océ a no, y olerlo . Era boni-
Habíamos andado durante todo el d ía. Hacía calor, es tá- to estar fuera junto al mar. Subimos a la habita ci ón y
bamos su da das y teníamos lo s pies cubiertos d e polvo. Por hablamos hasta que fin almente nos dormim os.
156 157
1j I, , j

Cuand o el sol estaba alto, tomamos un autobús de vuel-


ta a casa. En realidad para mí no e ra casa... Iodo era casa
P,aI"~ mí, yo ,sólo iba con mis amigas. Si esta amiga no que-
na Ir a algun lugar conmigo, tenía otra amiga que sí me
acompañaba, de modo que siempre me encontraba en un
lugar diferente. Mi mamá me estaba buscando, sin embar-
go, "! yo e~taba inquieta por que un día mi marido pudiera
verur detras, de mí y. decir, «¿Por qué me mentiste? » y me
Ile.vara con el para siempre, o me matara . Seguía teniendo CAPíTULO 13
miedo, pero estaba disfrutando. Andaba por ahí, y pa saba
el rato.
Dos noches d espués de volver a Mogadiscio, vi a al guien
que co nocía . ¿Recuerdas a Umar, el hombre que había
conocido en una fiesta, el que fue tan amabl e con m igo ? Le
vi en el c inc. Y él tambi én m e vio. Si eres un a mu ch a cha y
te gus ta un hombre, no puedes acercarte a él, porque te d a
'1
vergü enza; él tiene que venir a ti . Pero ne cesitas as eg u ra r-
te de que te ve . Yo s ie m pre llevaba un gra n cha l so bre la
I1
ca beza. Pero cu a ndo lo vi en el cine co m p re nd í que, si ib a
envue lta e n mi c hal, no podría ve rme. Me dije , «[Q u ie ro qu e
me vca !». Cuando se hi zo de no ch e, m e levanté, fin giendo
que iba al se rv icio s in lleva¡" puesto el chal. Cu ando no lo
lle vas, todos los hombres te miran ... eres un a muchacha
bonita. Así qu e él m e si guió , simulando que iba a l se rv icio
tambi én.
El servicio exterior en el cinc es un lu gar un poco oscu-
ro, y allí era donde estábamos . Me sa ludó... Mi co ra zó n
hacía burn, bum, yeso me indicó que lo de seaba, porque
nunca había sentido algo así con otros muchachos qu e
había conocido, excepto con mi novio Antony. Le demostré
que me se n tía muy feliz de verle: tenía mi gran bo ca abi er-
ta de par en par -luCÍa una amplia so n r isa en mi rostro-
de cuando te sientes realmente fcli z d e ver a al gui en. ¡Y él
era feliz también! De modo que nos pusimos d e acue rdo
para enco n tra rnos despu és del cine.
Aqu ella noche me acompañaba só lo una ami ga ... Las
demás habían regresado con su familia . Eran todas peque-
ñas fugitivas, como yo, por una o dos noches , pero al gunas
volvían después . Cuando haces esas cosas - pa sa r la noch e
fuera d e casa- , la gente te llama sharm u uto , pero no lo
éra m os, y lo sabíamos , y es o es lo que cuen ta. Nos había-
mos escapado para sentirnos libres , y no veíamos nad a
malo e n ello. Pero ellos qu erían que nos qu edáramos e n
158 159
ca sa y trabajáramos para la familia hasta que no s casára- cogió la man o. Mi mano es ta ba toda sudada. Qu ería qu e
mos. A las muchachas con las que yo estaba les había pasa- me abrazara con fuerza y me apretara co n tra su c ue rpo,
do eso. pero él era tímido y pensaba que yo podía recha zarlo. Si un
Había muchas chicas de vida desordenada. Había varios hombre hace eso la primera noch e , o la segu nd a , o la pri -
tipos diferentes de mujeres. Las verdaderas sharmuuto eran mera se m a na , antes de co noc er bien a la mu chacha, s i lo
las chicas que vendían su cuerpo en un bar. Iban allí y ha- hac e, es .d es hon roso . Y si la mu chacha se lo cue n ta a las
cían tratos con el hombre blanco, «¿Cuá n to ?». Otras chicas otras muchachas, al hombre le resulta difícil co nc er ta r un a
iban de pu erta en puerta: llamaban y vendían su cuerpo. cita , porque ella s le dicen: «E res m al o ... fuerza s a las c h i-
También algunas muchachas estaban en la calle - jóve nes , cas. » Así que todo el mundo anda co n c u id a do . Los ch icos
de trece, catorce años, o incluso más jóvenes- y lo s hom - andan co n cuidado, v las chicas, tambi én .
bres solían recogerlas. Eran generalmente hombres mayo- Fuim os a co mer ;1 Jungl e Club . Estaba e n la ca n :etera
res los que buscaban aquellas chicas. Pero nosotras no éra- principal, pero muy alej ado de la c iuda d, y e ra un restau-
mos shari n u u tos ; éra m os sólo chicas escapadas ... allí. Un rante tan bonito que no daba cré d ito a mi s ojos cua ndo lo
puñado de crías que quería ver lo que pasaba allí, nada vi. Los árboles so n mu y altos all í, y las ramas forman co mo
más. La mayoría de no sotras era virgen; buenas c hicas. un gra n y es peso dosel alred ed or de ca da ár bo l: baj an s ua-
Cuando sales del cine, no puedes ir directamente co n un vemente hasta el sue lo y crea n un amplio es pacio d entro,
hombre. Tienes que de cirle que se encuentre contigo en una donde ha y es te ras y alm ohadas para qu e el sue lo es té
esquina, para que nadie os vea. Umar llegó, y detuvo el cubierto; es como una habitación . Cortan las ram as para
coche, y nosotras su bimos. Me dijo que m e se ntara d elan- hacer una a ber tu ra , y c ue lga n un pedazo d e tela que ha ce
te, pero yo era d emasi ado tímida. Le d ije: de pu erta, Cua ndo llegas co n el coc he , un os mu chach os
- No. est án esperando para correr delante d el coc he y llevarl o
- No , no - ins is tió él-o Tú te sientas delante. ha st a una habitación arb órea qu e es té vacía. Hay un a gra n
Si te sientas delante, quiere decir que er es s u novia olla de agua caliente esper ándote en la' habi raci ón para qu e
- es tás con él-, eso era lo que pensábamos de todos pu ed as lavarte las manos y limpiarte. Pedimos la co m ida
modos, y yo no quería dar esa impresión... Pero él siguió en nu estra habitación bajo el á rbo l. Se estaba fresco den-
in si sti éndornc, así que le complací y me senté delante. tro. Tenías que quitarte los za pa tos y se n ta r te o ec ha r te e n
- Va m o s a dar un paseo. ¿Tenéis hambre? - nos pre- las es te ras . Nosotros nos echamos, habíamos es ta d o dand o
gu n tó . vue ltas con el coche durante ca si tres horas y est ábam os
- ¡No ! - d ij im os nosotras. Aunqu e pases hambre e n can sados. Y allí fue la primera ve z qu e m e besó. Resultó
casa, si al guien te pregunta si tienes hambre, sobre todo si al go hermoso -magnífica-muy bello, tenía labios cá lidos . Yo
ese alguien es un hombre, las chicas por lo general decimos e ra una bu ena be sadora, porque mi novi o e u ro pe o me
que no, porque nos da vergüenza. De manera que dijimos: había e nse ña do la forma de besar, No s besam os, y nos
- No, no tenemos hambre. be samos . No par ábamos de besarnos. Mi ami ga dijo,
Fuimos a dar un paseo, un largo paseo en coche. Él «¡Bas ta ! ¡A ver si par áis! ». Giramos el farol para qu e no
hablaba y hablaba, y nosotras hablábamos, cantábamos, hubiera much a luz, pero se guimos besándon os ha sta qu e
hablábamos, cantábamos. Era un hombre guapo, muy trajeron la cena. Tomamos carne de ca b ra , leche de cam e-
gu apo, y me apetecía besarle. Pero quería que él fuera el lia y arroz. Una comida delici osa, Pu ed es es ta r toda la
primero en besarme, que hiciera el primer movimiento. noche en tu habitaci ón bajo los árbol es s i qui eres ... Una vez
Sentí mi corazón y todo mi cuerpo... cediendo. que ha s tomado la habitación para cenar, es tu ya para tod a
No s alejamos mucho, mucho, mucho, de la ciudad. la noche. Pero regresamos a cas a de mi a m iga en la ciudad,
Finalmente nos paramos alIado de la carretera, subimos al y Umar fijó una cita para e nc o n tra rnos a la noch e s igu ie n-
techo del coche y nos sentamos encima. Soplaba una brisa te e n el cine .
suave, y la luna se había ido. Hablamos y cantamos, Me Esta vez no tuvo que suplicarme que m e se n ta ra dclan-

160 161
te a su lado . Me se n té a llí por m i propia volun ta d, ¡porque Pasa mos juntos to do el tiempo qu e pudi mos. Yo m e apoya-
era mi sitio! Dimos vueltas por dentro de la ci uda d. Al [in ba en su pecho, y hablábamos y hablábam os: «¿Cuá ndo vas
había encon trado al guien qu e m e gus ta ba de veras. Yo era a volver...?» «Me gus taría ir... » «Me gus tarí a qu ed arme. »
muy exigente, pero me se n tía feli z. Umar m e llevó a la casa Los d os días pa saron co mo si hubiesen sido dos horas .
I donde no s habíamos co noc ido... La casa donde todo el y en tonces llegó el m omento de la partida . Ten ía que irse
mundo estaba siem pre cantando. En aquello s tiempos, ca n- en avi ón, así qu e fuimos al aeropu erto. Era la prime ra vez
,I tábam os mucho; ca n ta r es tab a de moda, y todo el mundo qu e veía el aero pue r to. Yo lo od ia ba porque sabía qu e
tenía la voz bonita . .Aqu ella casa se co nvir tió en nu estro Anton y habí a sa lido en av ió n desd e aquel m ismo aero-
«lugar de cita», sie m pre qu e queríamos ver nos . Al cabo de pu erto , y a hora yo acompañaba a la persona qu e me gus-
s ie te u ocho días, nos habíamos visto todas las no ch es. Yo taba al a eropuerto a despedirle también. Seis de n,osotros
s iem pre llevaba a una a m iga conmigo, nun ca ib a sola, as í fuim os en co che al aeropuerto juntos, y nos qu ed am os allí
que él no tenía otra cosa qu e pedirme qu e un beso . Yo durante m edi a hora, hasta qu e le llegó el m o m ento de s u b~ r
recordaba a mi m a rido - la forma como había hech o las al av ió n. Nos besamos hasta qu e se ma rchó , y yo lloré. El
cosa s-, y qu e todos los hombres son co mo él. Así qu e me dij o adiós co n la mano. Y luego, ya no es ta ba.
s iem pre llevaba a una amiga co nm igo . É l tenía la direcci ón de un a de mi s amiga s, y me escri-
Una noche , Um ar m e dij o qu e tenía qu e march arse al bió un a carta a n tes de qu e hubi era transcu rrid o una se ma-
cabo de d os d ías ... tenía qu e trasladarse a un a ciu dad de la na . E n ella m e decía qu e debía es pe ra rle y no ir co n nadi e
cos ta , donde hay un a fábrica de tr atamiento del pescad o, más; qu e m e m and aría al go de dinero, y qu e yo no debía
porque él trabajaba para u na co m pa ñía pesquera . Ig nora- hacer nada m al o ... No tenía qu e cita r me co n nadi e más,
ba cuán to tiempo tendría que estar allí, pero sabía que sería porqu e él me amaba y quería casarse conmigo. ¡Tantas
I m ás de un mes. Me dij e a mí mi sma : «[Alá ! ¿Por qu e a m í? cosas ! To d o lo qu e no podía decirme cua ndo estaba con-
Todo lo que am o , ¿po r qu é m e lo quitas? Primero , Ant ony, mi go, lo decía en un a carta . Yo no sa bía si decía la verdad
y ahora és te qu e acabo de conocer; y al qu e em p iezo a o m en tía, pero pensé que decía la verdad. ¡Ojal á le hubi e-
amar... ¿Po r qu é?» Es ta ba a sustada y co n mocio nada. Le ra esperado !
pedí que no se fuera, pero él m e dij o qu e, s i no se m ar- y en to nces un d ía, el quint o d ía después de irse U rnar,
chaba, perdería su em pleo, y no quería perderlo, po rqu e me encon traba en el cine, y lo sig uien te qu e su pe fue que
trabajar en el tratamiento de los atunes era un . buen alguien detrás de mí me suje tó por el cue llo y me hi zo vo l-
empleo. Yo le dij e: «Confor rne.» No le amaba tal como ver la cabeza por la fuerz a , retorciéndomela para poder ver
amaba a Ant ony, pero era dulce, un hombre muy dulce , mi ros tro y asegu rarse de qu e era yo. Me o bligó a ponerme
amable y co m pre ns ivo. Aún no le había di ch o mi verdade- de pi e tirándome del cu ell o ... Yo era tan pequeña y del ga-
ro nombre, ni mi verdadera tribu, y tampoco que estaba ducha qu e tuve qu e levantarme, porque dolía la man era
casada. No le había dicho nada de eso . Él me co nocía co mo como m e sujetaba el cu ell o. Algunas personas que es ta ba n
otra persona, algui en qu e yo no era , algu ien totalmente cerca pregunta ron qu é pasaba y le dij eron qu e m e so ltara.
diferente . Pero yo le gu staba por mí mi sma, y yo no era - ¡Déja me ! -grité-o ¡Déjame! Me es tás haciendo da ño
mala, tan sólo ocultaba mi pasado. Ademá s, yo estaba cre- en el cue llo , ¡al m enos có geme de la m ano!
ciendo y de seaba aprender esas cos as en tre hombres y y él m e so ltó el cue llo y m e agarr ó de la m an o. ¡Oh,
mujeres. Sabía que mi corazón bu scaba amor ; eso era lo Rah im a ! ¡Era mi marido! Estábamos a ú n dentro del cine,
que estaba buscando, amor y una vida bu en a. y todo el mundo nos m iraba, a m í y a él. Me cogió de la
Dos días más. Yo no quería separarme de su la do. m ano co n fu erza y m e arrastró fuera . La ge nte salió tam -
- Qu iero pasar cada minuto contigo - le dije- o bi én pa ra ver lo que sucedería. Le dije a la a m iga qu e es ta-
Él vivía con su familia, y no podía llevarme a su casa. Así ba co nm igo que llamara a la poli cía. Le dij e qu e no lo co no-
que nos encontramos fuera, y pasamos mucho tiempo dando cía y qu e qu ería matarme. Mi amiga, no ob stante, lo había
vueltas con su coche, yendo a cualquier lugar, solos los dos. reconocido porque yo le había contado cómo era mi m ari-

162 163
do. Empecé a gri ta r y a pelear y a a ra ña rle. Él m e arras- Decí a «ex ijo que mi mujer vu elva», porque yo era virgen
traba por el brazo. Alguien gritó: aún , en re al id ad , y él que r ía desvirga rm e a l m en os . Yo n o
-¿Por qué la a rras tras ? ¿Adónde la llevas ? ¿Quién eres? podía ni mi rarle a la cara. Me ponía e n ferm a y m e daba
Tod o el mundo pensaba que era mi padre . mi ed o cad a vez que lo veí a. Incluso si en la calle veí a a
- ¡No , no es mi padre! - gritaba yo , enloquecida-o ¡No a lgu ien que se le parecía , m e asustaba. Cu ánto mi edo ten ía ,
es mi hermano! ¡No es pariente mío! No le conozco, y quie- cuá n en lo q u ecid a es ta b a, c uá n todo es ta ba.
re llevarme con él. Entonces el juez m e preguntó :
La gente preguntaba: - Bue no , niñ a, ¿qué ti enes tú qu e decir? Cu ént arn e tu
- ¿Qu ién es ella? ¿Quién eres tú? versi ón de la hi st oria .
Llegó la policía. Él me había arrastrado a ci erta di stan- Yo no tenía mucho que co n ta r, porque en realidad era
cia del cine, pero yo segu ía luchando, y la ge n te trataba de c u lpa mía... Yo m e había casa d o co n él, s in qu e nadie m e
detenerlo y de hablar con él para av erigu ar qui én era . Dijo hubie ra o b lig ado. Así qu e le dije se ncilla mente que no lo
qu e era mi marido. qu ería ... Hab ía co me tid o un erro r, pensaba qu e era un
- ¡N o ! - gri té-o ¡Está minti endo! ¡No soy s u muj er! h ombr e bueno , pero no era un hombre bueno , po rque e n
Cuando la policía nos llevó a la comisaría, tu ve que cuanto m e llevaron a su casa, e m pezó a corta rme co n
r ec onocerle co mo a mí marido. Les dije que me había esca- cu chillos y na vajas y tijeras, d espués de haberme at ad o y
pado. Sí, yo era s u mujer, pero la ra zón de mi fuga era qu e asustado. Ahora yo tenía mi edo de él. Temía que pudiera
él me había cortado y qu ería cortarme otra vez, porque no m atarm e . No dij e nada de ue em i 1 atente, porque, cUéí n-
podía hacer nada con s u pene. Como yo no quería al go así d o d ic es e ' , Ju ez n ecesitaba ru eba s: IJ.O . le ran mejj':
m e hab ía escapado. Pero la policía m e arrestó cuando m e o a los d os e n un a habita ci ó n es pecia l, o . cer
negué a ir a con é l, y m e hi zo pasar la n oche e n la cárcel, el amOl~ p f a e él ti teslgos pudie mn observ amos
hasta la maíi.ana s igu ie n te , cu a ndo nos llevaron a todos a tra vés d e un a gu'e ro en a p are. Í tu m a rido es impo-
a nte el juez. Indiqué a mi ami ga el nombre de mi jefe y tente, pued es o b te ner e ivorci o a l m omento . Pero yo no
dónde vivía , y le pedí que fu era a verle rápidam ente y le quería qu e nadi e m e con te m p lara d esnuda o m e vie ra ha cer
dijera qu e vini era a verme. el am or, así qu e n o dij e nada so b re todo a q uello . Sólo que
Por la ma ñana, mi jefe vino y habló con la policía. Les n o lo qu ería .
pidió que me dieran un día m ás antes de llevarme .an te el Con la ley musulmana e n la m ano, s i tu marido te deja,
juez, para que tu viera tiempo d e habla¡" con mi familia . es una cosa . Pero s i tú te va s y dices d elante d e un jue z qu e
Ellos aceptaron, y él envió a alguien a Mango Village a no qui eres u tu marido, y no hay ninguna otra ra zón -sólo
hablar con mi mamá y con mí familia. Pero me mantuvi e- qu e no lo amas o que no lo deseas- , no pued es librarte del
ron en la cárcel para que no me escapara d e nuevo, y por- c as tigo. Pero s i insi stes e n que no deseas a tu m a rido, aun-
que, además, mí marido era un hombre poderoso: un viejo qu e él no qui era divorciarse d e ti, tienen una especi e de
con dinero. Mamá, Hawa y Hassan vinieron aquella tarde so lució n segú n la cu al no es ta rás divorci ada y no es tarás
a verme en la cárcel. casad a - no puedes casa r te con o tro hombre- , yeso,
A la mañana sigu ien te , la policía me llev ó ante el juez. segú n la ley d el Corán, es malo, muy m alo, muy malo. S i
Cuando llegué al juzgado, mi familia y mi marido ya es ta- n o e res una es posa , ni eres una muje r di vorciada , eres
ban allí. Mi marido fue el primero en hablar. nashuusI!,E . Todo lo qu e tocas es tá r o hi bid o a los d emás.
- H e pagado esto, he pagado aquello. Su mamá hizo Tod o el mun o ti ene mi e o d e ti, co m o s i fu eses un demo-
esto, su papá hizo aquello. Me engaíi.aron. No tengo espo- ni o, exacta m en te como si fu eses un demonio... y com o a tal
sa. No la he tenido tres noches segu idas ... Ellos me la tra- te trat an, Dic en que un pájaro que vu ele sobre tu cabeza no
jeron, y al día siguiente se escapó. Ahora estoy cansado de e nco n tra rá nada que co mer durante a q uel día. Así es co mo
todo, y exijo que mi mujer vuelva, jO que me devuelvan mi e res de m ala. .. al go parecido a una bruja, una persona .
dinero! m al a , m al a.

164 165
1 ~

De manera que el juez me dijo: tenido que pasarnos a nosotros ... ¿Cómo vaya enfrentarme
-¿Quieres 'ser nashuusha, o quieres ir con tu marido? con el mundo? ¿Cómo voy a enfrentarme con nadie?
-No, no quiero ir con él -respondí a lágrima viva-o ¿Cómo voy a hablar con alguien cuando tú me has des-
No quiero ir con él. honrado? 1,
Todo el mundo nos miraba -a mí y a mi familia-, por- Rahima, volvimos a casa, a Mango Village. Traté de
que habían oído hablar de muchachas que se convertían en hablar con mamá durante toda aquella noche, pero ella
nashuusha, pero no lo habían visto nunca directamente, y seguía igual. A la mañana siguiente me escapé de nuevo. ,'1

ahora eso le pasaba a su hija. Miré sus rostros, y escuché Sabía que, a partir de ese momento, siempre que quisiese
a mi corazón y a mi cabeza, y luego miré el rostro de mi volver a casa en Mango Village, tendría que ir do noche JI
I
marido. para que los vecinos no pudieran verme. Y tendría qu~ mar-
/'
-No, no vaya ir con él - decid í al fin-o Haced lo que charme la misma noche. Yo pensaba que no hacía nada Irl
malo, pero todo lo que se me ocurría hacer la gente decía I
queráis, pero no voy a ir con él, nunca más . No quiero
verlo. No quiero tener nada que ver con él. que era malo. Y ahora soy la que es nashuusha . Así que me
-Niña, ¿prefieres realmente que sea así, nashuusha, escapé, otra vez a Mogadiscio, donde estaban mis amigos.
mala? -volvió a preguntarme el juez. Iba en busca de mis amigos.
- Lla m ad m e lo que queráis -repuse.
-¡No! -gritó mi mamá-o ¡No! ¡Dejadme hablar con
ella!
- No, mamá, no lo amo. ¿Quieres que me muera? Por-
que eso es lo que vaya hacer: me mataré si haces que vaya
con este hombre.
¡Rahima, era feo, feo, feo! Para m í, era feo - no era feo
en realidad, pero yo le odiaba para verlo así- y yo lo sen-
tía así. No podía ni mirarle. Estaba muy furiosa. Así que el
juez decretó que: mi marido no me tocaría más; si trataba
de hablarme, yo conseguiría el divorcio; si intentaba ata-
carme, yo conseguiría el divorcio; yo no podría obtener
nada de él si no le decía que iba a ser su esposa; no
había nada entre nosotros, éramos como dos extraños; y él
no podía hablar conmigo y yo no podía hablar con él. Así
que me dije: «Si no puede hablar conmigo, ni tocarme, ¡me
quedo con eso! ¡Olvídate del divorcio! ¿Qué me importa el
divorcio!»
El juez me dio esta mala condición -no divorciada y no
exactamente casada-, y leyó unos versículos del "Corán.
-Podéis iros todos ahora -dijo el juez.
Yo pensé: «[Gracias, Alá! ¡Por fin estoy libre!» Pero todo
el mundo estaba triste... nadie hablaba conmigo... todos
miraban al suelo. Dijeron:
-Nos has puesto en una situación incómoda.
-Nos has dado mala fama. -Mamá estaba llorando
cuando me lo dijo-. Nunca. hemos visto a nadie hacer
eso... Sólo habíamos oído hablar de nashuusha , .y ahora ha

166 167
la ay udába mos. Tenía cuatro hij os, y los ba ñ ábamos y j ugá -
ba m os co n ello s . Éra mos co mo sus hij as. POI- las ta r des éra-
mos lib res de ir a d onde q u is iéra mos . Así qu e a ho ra ten ía-
mos un horari o, no co mo antes, cua ndo vas por a hí tod o el
día y tod a la noch e . Aho ra ten íam os que trabaj a r, lo c ual
e ra buen o para no sotra s, Y también pa ra ella: necesita ba
ay uda. Comíam os y d ormíam os con regul a rid ad... Era
co mo es ta r e n cas a . Incluso nos poníamos sus vestidos .
CAPÍT ULO 14 ¿Dónde hu bie ra podido encon tra r una cosa igual ? Los veci -
nos pen saban que é ram os sus herm anas llegadas d e al gú n
o tro lu gar; Ella te nía un a bonita casa de pi edra co n tr es
De vuelta e n la ciudad, e ncon tré a un a a m iga . dormitorios. Era una persona es tu pe nda, y n os di o tod o lo
- Va m os al lu gar de cita - le dij e- , y veamos s i tien en que tenía.
noti cias de Um ar, Una noche , e n una fiesta, co nocí a un hombre llam ad o
Fuimos allí. E n tonces pregunté si tenían a lgu na noticia, NUl1l: N U llY s ign ifica luz, y había lu z, porque e ra de piel
y ellos me dij eron : muy clara. Bail é c~quella no ch e. Era la primera vez
- Está bi en ; va a venir, va a ve nir. No te preocupes ... No qu e ba ilaba d esde que em pecé a ir a fiesta s . E n tre tanto
pu edes es pe ra r a verl e, ¿ver d ad? Lo qui eres, ¿no? había es ta do observando a las person as, có mo se m ovían ,
Se es ta ban bu rlando un poco de mí. En realidad no te- y yo era un a bu ena a prend iza, Lo a p re nd ía tod o d eprisa.
n ían noti cias de él. Ba ilé una mús ica le nt a , apretada, co n él. Tenía los dientes
Mi vieja a m iga J owara vino a buscarme . Se había esca- muy boni tos, una boca herm osa. Me gus ta n las bo cas lim -
pado de su ma rido y es ta vez no pensaba vo lver co n él. pias. No me import a la bell eza de una pe rsona ; s i su boca
Tenía una pariente c uyo marido e ra militar. É l había sido no huele bien y no es tá limpia, no m e gus ta. Nuur e ra muy
tr asladado a otra ciudad , pero ella aún vivía e n un recinto limpi o . Era c hófer e n la em bajada itali ana. H abl aba itali a-
m ilitar, Jowara dij o qu e aquél e ra el lu gar ideal pa ra ocul- no y muchas o tras lenguas,
tarnos, porque sería difícil que hallaran alguien que resi - Volví a encontrarme con él d os noch es después, e n o tra
d iera a llí. La familia de Jowara también la es ta ba buscan- fiesta. Es ta ve z yo ib a bien ves tida, co mo la s o tras c hicas;
d o. Así qu e fuimos al recinto militar y anduvimos d e puer- mi ca be llo es ta ba bi en, y mi s uñas es ta ban bi en, Nos hacía-
ta e n puerta, preguntando: «¿Co noce usted a la señora mo s nuestros propios vestido s - ves tidos pli s ados- , CO I-tOS
Fulana de Tal? », hasta que al fin la encon tra m os . Le diji- pero no como minifalda, nos llegaban a la rod illa . Ahora no
m os quiénes éramos y nos dio la bienvenida con una boni- se notaba mucha diferencia e ntre yo y las o tras mu chach as .
ta , cá lid a y aleg re son r isa y unos brazos y una cas a abi er- Hablaba co n un a cento much o m ejor. Y era bonita, muy
to s. LF co n ta m os que nos habíamos escapado de nu estros bonita. Todas lo é ramos. Y le gus ta ba a Nuur. Él m e gus -
m aridos, y ella nos respondió qu e podíamos quedarnos taba un poco - era m ejor qu e nada-, así e ra co mo yo lo
tod o el tiempo qu e qui siéramos. Le dijimos qu e no qüerfa- sen tía: m ejor que nad a ... Al menos tien es que probarlo ...
m a s ca us a rle ningún p robl ema, p ero que no ten íam os o tro Nos in vit ó, a mí y a mi a m iga, la noche sigu ien te , y la
lu gar al qu e ÍI: No le co n fesé que yo era una nashuusha s igu ien te y la otra. E ra un gra n, gran bebedor: Pe ro cua n-
(u na mujer dem onio ... una bruja): sólo que m e había esca - to m ás salía co n m igo , más me gus ta ba. Digo gus tar, no
pa do . Ella dij o que tod o lo qu e podía ha cer por nosotras am a r. Yo só lo he am ad o a una persona: Ant on y, Cada vez
era dam os un lu gar para dormir y com ida , todo el tiempo que salía mos por a hí, Nuur traía un bonito regal o : d et all es
que des eáramos. Le dimos la s gracias. que te hacen feli z, cositas que una ch ica necesita. Yo nunca
Po r las m añanas trabajábamo s para ella. Lavábam os la había usado co m p resas, y él m e trajo algu nas el dí a des-
ropa y los platos, limpiábamos la casa, coci ná ba m os y pués d e tener mi período y e nsucia r de sa ng re el as ie n to d e

168 169
1I
su coche. Nunca había probado helados, así qu e me co rn- - ¡Bie n! ¡Bien! ¿Lo ves? No es nada. Tod o el mundo
PI'Ó algu nos, y me gu staron. Y hay otra cosa dulce qu e lla - bebe, es normal. ¡Bue na c hic a !
mamos halwa que a la ge n te le gu sta tomar por la noche, Qu e rían qu e todos es tu vie ra n borrachos como ellos. No
y él me traía algunas todas las noches. Siempre, cuando no s sabían que yo había vomitado.
dejaba, me daba un poco de dinero para qu e tomáramos Pero poqui lo a poco - n o mu cho, pero s í cada noch e ,
un taxi o fuéram os al cine al día sigu ie n te, hasta qu e nos poquito a poco- a prendí a b eb er, aunque nun ca más de un
volvíamos a ver; Era estupendo... Yo no tenía a nadie más vaso .. No sa b ía muchas' cosa s de Nuu r, excep to su nombre
que me diera eso. Mira, no tenía nada: ni ed ucació n, ni yel d e su tribu. Él n o sa b ía nada d c mí tampoco , pero sa lía
dinero, incluso en mi familia mi mam á se había vuel to conmigo todos los días. Ex cepto cuando trabajaba, cada
pobre. Pero yo pensaba: «Si pudiese co nsegu ir un hombre noch e es ta ba co n m igo .
bueno, él podría ayudarnos, a mí y a mi Iamilia. » Una noche salimos todos - los seis-: tres chicas y tres
Le mostré a Nuur dónde nos aloj ábamos, porque él nos hombres . La s otras c hicas eran siem p re mayores que yo ,
rec ogía y nos dejaba cad a noche c ua ndo sa lía mos. Y, por pe ro no es ta ba n casadas. La s muchachas d e la ciu dad pue-
una a m iga d e una ami ga, Jowara conoció a uno d e sus ami - den estar s in ca sarse hasta los di eciocho o los veinte años.
gos, de modo que nos convertimos en un gru po , Y Nuur Cuando es tu ve co n ellas la primera vez pensé qu e les ocu-
hizo amistad con la ge n te que vivía en la casa donde so lía- rría al go. Cr e ía que yo había es pera d o mucho tiempo para
mos e nc o n tra rnos con Umar. Los hombres que vivían allí casar me. Aho ra me hubiera sen tid o ave rgo n zada de co nfe-
se quedaron sorprendidos cua ndo m e vieron salir tan 'pron - sa rles , a cu alqui era d e ellas , qu e esta ba casad a . Todo el
to co n Nu ur, d es pués d e que.ha bía estado pid iendo noticias m undo decí a que yo era una niña. Sin e m ba rgo, me gus ta-
de o tro hombre. Nuur y yo sa limos du rante un m es m ás o ba andar por a hí con ellos. Me se n tía lib re.
m enos, creo , y fue estupendo, es tu pe ndo para mí, y no hici- Fuimos a otra ciudad a ce na r. Cuando volvíam os a
mos nada má s que besarnos. Mo gadiscio, a medio cam ino, nos detuvimos junto a un hos-
Lu eg o em pecé a beber cerveza yo tambi én . Así fue co mo pital que acababan de levantar e n e! ca m po . Alred edor de!
e m pecé: Primero la probé. Nuur quería que la probara por- ho spital había gra njas y terreno sin ed ifica r, Era un lugar
qu e él era un gra n bebedor, e in sistió e in si stió. Así que la donde los jóvenes iban aquellos días, aparcaban el coc he y
probé, y fue terrible ... [Qu é sabo r tan horroroso! ¡Puag! bebían y se besaban. Estaba en campo abierto , era de noche
- ¿Qué tal sa be? - m e preguntó él. y nadie te molest aba. Fuimos allí aquella noche, co mo ha -
- Hor r ib le -excla mé. Me quemaba la bo ca y la lengu a cíamos a m enudo, a escucha r la radio y a hablar. No s se n-
tamos fuera, la tierra es ta ba hermosa... hacía fre sco, la luna I
y las burbujas de gas hacían s-s-s-s dentro d e mi b oca y de '!¡
mi nariz- o¡Ni s iqu ie ra es dulce! ¿Cómo puedes beber es to? nos iluminaba. Los hombres habían bebido mu ch o , pero
¿Por qué no le pones azúcar? siempre bebían. Cuando los hombres paran el coche, sabes
) - ¿Qu ieres un poco de a zúcar? - d ijo él-o Pru ébalo co n que quieren hablar con la chica, o hacer pis, o «algo» .
azúcar en to nces. Así que c ua nd o Nuur redujo la velocidad y se apa rt ó d e
Me trajo el azúcar, una cuc ha r illa y un vaso: echamos la carret era principal por un camino de tierra qu e llevaba
dentro un poco de cerveza con un poco d e azúcar y lo mez- al bosque, le pregunté:
clamos tod o. Lo probé, y sa b ía m ejor. . - ¿Po r qué nos m et emos en tre los á r bo les?
- Bébelo , ahora es tá bu eno. Él dijo que tenía qu e hacer sus nec esidades.
Lo bebí, y lu ego fui al servicio y me obligu é a devolver - De acuerdo - d ije yo.
meti éndome los d edos en la garganta; regresé a la fiesta, No es ta ba preo cupada, porque lo conocía d esde hacía
es tuve un poco m á s, me terminé la otra mitad de aquel bre- m ás de un mes y nunca había hecho nada m al o - n i siq u ie-
baje que él m e había dado y aguardé un poquito; volví al ra lo había intentado-, y tampoco m e lo había pedido. Así
se rv icio, vomité d e nu evo y m e limpié la boca. Y yo era una que todos bajamos del coche e hicimos pi s. Pero él y yo
«b ue na chica »... Todo el mundo aplaudía y me decían : fuimo s los únicos que regresamos al coche. Los d emás se

l"7n 171
. ~

qu edaron entre la maleza . Nosotros esperamos fuera del


automóvil. Yo m e sen té so bre el ca pó . Él subió también, se
ec hó so bre mí y em pezó a abrazarme y a be sarme. Pero a
mí no me gustaba, porque la bebida hace qu e la boca hu ela,
qu e apeste... Su ali ento olía de una forma espantosa. Así
qu e lo apart é a un lado, y le dij e que ya tenía bastantes
besos . Él estaba bo rrach o. Rahima, c ua ndo lo e m pujé para
apartarlo, se volvi ó loco, y m e ag arr ó por el cabello . Era
gra nde , alto y fuerte. En menos de un segundo me tiró a l CAPíTULO 15
sue lo, junto al coc he, y me violó. Me violó y m e desvirgó.
Yo luché, pero él era fuerte y es ta ba borracho, y, además,
em pezó a abofctearrne. Cuando empecé a gritar pidiendo De man era qu e me qu ed é en cas a, co n la' se ñora del
ay uda , m e puso una mano so bre la boca. Ninguno de los reci n to militar. Comía y d ormía y pen saba en lo qu e me
o tros vino a auxilia rm e. Jam ás o lvid aré el dolor qu e sentí. había pasado. Una vez pierdes la virginidad, es tu fin al.
Recuerdo que oí có mo se abría mi circuncisión, con un Pu ed e romperte el co raz ón , Sobre todo la manera co mo yo
so nido com o el d e un trozo de tela qu e se rasgara, mi en- hab ía perdido la mía. Era horrible y es pa n tos o y desh on ro -
tras al mi smo tiempo se ntía el más es pa ntos o de los d olo- so, y s i a lgu ien se e nte ra ba y se lo decía a mi familia, o, para
res. Lu ego perdí el co no ci m ien to. el caso, se lo decía a otras personas... era un a deshonra tre-
Cua ndo me recobré, los cinco m e es ta ba n abanicando m enda. . 'a m atado mi a pe llido . Deseaba es ta r mu er-
on los chales de la s otras chicas. Había sangre... pipí... y ta ara que m i fa mili a no va vIera a m rranne a a a.
suc iedad ,.. por tod as partes, porque yo había es ta do luch an- Me qu eae en el recinto m i itar u rante dos se ma nas.
do incluso a n tes de qu e él me ec ha ra al suelo. Sentía tan to Cada noch e pen saba: «¿Po r qu é lo hizo? ¿Y por qu é no ha
dolor qu e no podía m over las p iernas. Era co mo si es tuv ie- vuelto? ¿Y por qu é no d ice al go , al m en os? ¿Po r' qu é lo
se paralizada. Y la sa ng re no dejaba de manar: No pod ían hi zo ?» Estaba co nve ncida de qu e el haberl o a parta do de un
hacer nada exc epto devolverme a l recinto. Estaba sufriendo empujón cua nd o nos estábamos besando no le había irri-
una hemorragia , pero m e sentía in capaz de ir al hospital: tado de aq ue lla manera, .ni había he cho qu e me aga rra ra
pasaría demasiada vergü en za. Cogieron el pañuelo qu e me por el cabello, me tirara a l suelo y em peza ra a go lpear me.
ro deaba la cabeza, y lo usaron para contener la hemorragia. E m pecé a pensar que era al go que él había planeado, por
Se me declaró una infección... en todo. Jowara me eso, cua nd o grité, nadie ac ud ió . Quizá los hombres habían
ay udó . Me lavaba con agu~te y sa l. Tenía los ge n ita- montado todo el asunto. Cuando pregunté a mi s ami ga s
les hinchados y calientes - me dolían a causa de la infec- por qué no me ayudaron al o írme grita r - cua ndo las nece-
ción-, así qu e yo empleaba un abanico de rafia para sitaba-, dijeron que los hombres las sujetaban y no podían
'refrescarme y sentir m e algo m ejo r. hacer nada. Ellos las tranquili zaron : «No pa sa nada , sólo
Él no vino a verme en absoluto. Una vez me hube re cu- están jugando, y es probable qu e Nuur es té besand o a
perado, me daba vergüenza sa lir a la calle, debido a cómo Am án , y ella no quiera que la bese. » De modo que pen sé
había perdido todo lo que tenía, co n tanta facilidad. Y, ade- que era algo qu e él tenía planead o. Pero seg uía s in poder
más, a ca us a de co n qui én lo había perdido ... Ni siq u iera cre erlo . ¿Por qu é ? ¿Po r qu é había es perado tanto tiempo
lo amaba. Así que m e se n tía muy, muy avergonzada. Soy para hacer a lgo tan desa gradable co mo lo qu e hi zo ?
in capaz de enco ntra r palabras para de scribirlo, pero sé que En aquellos tiempos era vergonzoso in cluso pedirle a
se ntí todo el dolor, toda la vergü enza y todo el di sgusto del una muj er -en es pecia l a una joven- qu e hiciera el a mor.
mundo. Me avergonzaba sa lir con las a m igas que conocí a, Los muchachos no trataban de forzarte porque , tenían
porque ya no era virgen. Ya no tenía nada, realmente... .•
~ :f!~ !.l!LP_ad~e~ ; t~~iª~que -t.l;l~. F~I~an~J.s J uera n a
nada. Era como si estuviese muerta. matarlos. Pero entonces, creo, mu chos hombres co m pren-
-~ . .

172 173
di eron que ~ a mu chacha se lo co ntaha.a.su. fam ilia-.ésta.L pasado , a unque tod os lo sa bían, po rque más ta rd e me
no haría m á s ue ec h<ideJ.éLQl.1 Ilª-ª-ella : «En primer lug a r, hici eron sa ber que es taba n e n te ra dos .
¿que--esfabas haciendo all í?» «¿Po r qu é fuiste co n él?» Las Me puse e nferma, ya qu e no co mía; tod o lo que hacía
muchachas no se lo Qodían co n ta r a s u familia porgue se era 1I01"ar y llorar y p reguntarme : «¿Po r qu é ha te n ido que
.s~!1 tf.~r.:L_º~riiaSlado ".ay~rgºll.1."e-ªa s , .Y tenían miedo de ser pas arm e a mí? ¿Por qu é no es pe ré a Umar? ¿Por qué? ¿Po r
-ª.z;Qt~"~s . Así qu e muchas . chic~e.. lo.guardaban " p~ qu é?» Pues , c ua nd o perdí mi virginidad , pensé qu e era mi
Y.9_t a.mbi én me guardé el se c re to . fin al. Cua ndo e res una n iña te di cen qu e eso es tod o lo qu e
Pensé que tal vez co mo él era haans . extranje o), no tienes. y ' lo hab ía perdido tan fácilm ente; lo hab ía pe rdido
so m a lí, sa bía qu e nunca le se rí a posible cas arse co n m igo; de una manera qu e nun ca pensé que lo haría .
apenas si pueden cas a rse fue ra d e su tribu. Él d eseaba a Jowara me dij o qu e había vis to a Nuu r con o tr a ch ica
aquella bonita muchacha, y quizá só lo m e deseaba para el ,en un a fies ta, y que se lo llevó a pa rte . En to nces le pregun-
sexo . Pero como yo e ra joven y virgen, es probable que al tó por qué lo había hecho , y, ya que lo hab ía' hecho, ¿POI'
principio só lo qui si era mi co m pa ñía . O tal vez había bebi- qué no había vu elto a verme? Porque yo podría haber lla -
d o mucho y d eseaba aco starse con m igo cuan to antes, y mado a mi s hermanos, y ellos habe rle matado , pues su
dejarme lu ego. O había enc o n trado otra c hica , mayor que tribu e ra un a pequeña tribu d e persona s d e Mogadi sci o...
yo, o más bonita que yo , y lo úni co que buscaba er a ver qué Eran todos blancos, co n el cabe llo lacio y los ojos verdes.
podía sacar a n tes d e d ejarme. Se les llama «la tribu d e la ciudad ». Tienen mi ed o d el rest o
Yo es ta ba llena de furia co n tra él, de m od o qu e ten ía qu e d e nosotros , e n es la e mi tribu, po rqu e la m ía es gra n-
verl e una vez más... ver su ros tro y averi gu ar qué te nía de y podero sa. Incluso Mogad iscio fue o rigina lme n te tierra
que deci r. Una noche dije él m i amiga: «Vamos a buscarlo.» de nuestra tri b u. Es m i tierra. Gente d e tribu s co m p leta-
Me había se n tido demasiado ave rgonzada pa ra sa lir porqu e men te d ifere nt es vivc a ho ra allí, pero e n tiem pos re motos
pen saba qu e todo el mundo sabía lo que me había oc u rri do. era tierra de nuestra tribu.
E lla m e acom pa ñó y fu imos a l lugar d e cita donde había Él sa b ía qui énes e ra n los de mi tr ib u, y pOI' esa razó n
co nocid o a Umar. La ge n te me miraba de m anera di feren- no conce bíamos por qu é hab ía hech o a lgo así.
te a como m e había mirado antes - a l menos, eso era lo - Sabe s que podemos matarte - le dijo Jowara-. E llos
que me parecía- ; quizá sólo se trataba de mi imaginación. pued en hacerte lo qu e quier an. Sabes qu e pu ed en obli gar-
y se comportaban co n bastante fri aldad co n m igo . Al menos te a qu e te cases por la fuerza , a u nq ue se as shaanshi , ya
es o er a lo qu e yo creía . Pero nos invitaron a sentarnos y qu e tú la desvirgaste . Sabes que d eberás pagar mucho din e-
nos ofrecieron a lgo de beber. Pedí Fanta aq uella noche, y, ro porque le hi ciste d año. Sabes tod o es to . S i ella te lleva a
sin hacerme ninguna pregunta, m e la s irvie ro n ... Eso fue lo los tribunales, tendrás que pagar un a gra n ca n tidac..l de
que me hizo sospechar. Dijeron que llevaban un par d e dinero . S i qu eda e m ba ra zada , el niño se rá un ba st a rd o, y
noches sin ver a Nuur, pero tal vez aparecería por allí, ese bastardo es tuyo. Tendrás qu e darle mucho dinero. Te
podía esperarle si quería. «Le esperar é.» Yo me mostraba verás o bliga do a casar te con ella . Sabes todo eso, y la has
diferente tambi én. Había mucha ira e n mi rostro. Ellos se ignorado durante d os se manas. No has ido a pedirle per-
comportaban como si quisiesen hacerme p reguntas , pero dón , ni siqu iera sa bes si es tá viva o m ue rta . Sa bes cómo
no se atreví an. No hablam os mucho , ni tampoco can tamos. sa ngró cuando ' la d esvirga st e, la tierra do nde la d erribast e
Si decían algo, era n sólo pregu ntas como «¿Has id o a tu es ta ba cu b ierta de sa ng re , el suelo se veía e m pa pado d e
casa?» o «¿Có m o has estado? », pero nada amistosos igual sa ngre, como si acabasen de m a tar un a vaca . Podría haber
que habían sid o tiempo atrás. mu erto d e la hemorragia e n cu alqu ie r mom ento. ¿Quién te
Yo tenía cuidado, como si todo el mundo su piera lo que . crees qu e eres ?
m e había pasado. No andaba c ha rlotean do -« bla- bla- ' - Tení a mi edo - dijo él-o Estaba as ustado. Co me tí un
bla »- como solía hacer. Observaba a las personas para ve r error.
s i hablaban de m í. Pero nadie comentaba lo que m e había -Muy bi e n : co metiste un erro r, y es ta bas as us ta do.

174 175
Ahora só lo hay dos caminos : o reparas el daño o n ues tra Su piel era clara, pero se vo lvió roja. Esta ba s udando.
fami lia será la encargada d e repararlo. ¿Qué prefie res ? Se bajó del coche y se e nj ugó la cara.
. - Lo arregla ré - m u r m u ró él. - ¡No! - excla m ó-. ¡No pued e ser! ¡No p u ede ser!
- De acuerdo - d ijo Jowara- . Arr églal o en to nces. Dijo que se lo diría a s us padres ; e n to nces, s us padres
Vá mo nos. te n drían qu e ir a habl ar co n s u jefe, y s u jefe iría a h abl a r
Lo traj o a m i casa. Él es peró fuera, en el a uto móvil. Ella cal) el mío . Más ta rde, d espués que los dos jefes hubi e ra n
me dijo que es ta ba a llí. Cuando me acerqué a l coche, mi hablado . lo q ue e llos d ecidie ran, su fa m ilia y mi fa m ilia
co razó n e m pe zó a lati r co n fue rza. Pero se n tía tal fu ria en tendría n que ha cerlo . Yo pen sé: «No, no, no, no qui ero que
mi interior que ac tua ba co mo s i fu ese gra nde y fu erte pa ra mi s pad res se pa n nada de eso.» Así que le d ije :
as us ta rle. Respiraba co n di ficultad. M e acerq ué a l coche y - No, d eja q ue se lo di ga primero a mi famili a. No
me de tu ve junto a él. . co men tes n a d a en tu casa . ¿Quieres casarte conm igo ... ? ¿Sí
- S u be a l coche - d ijo J o w ara- , para que ~1adie pued a o no?
ve ros . -Sí -y s igu ió di ci endo-: ¡pero antes tenemos q ue ase-
Así qu e a brí la po rt e zu el a y m e m etí e n e l as ie n to tra- gurarnos d e que es tás e m ba razad a !
sero. No pronunc ié ni u na pal abra . Mi a m iga e n tró tambi én No dejaba de d eci r eso: «Tene mos que es tar segu ros ... »
y se aco modó a mi lado , ce n -ando la puerta a s us espaldas. Cuando vo lvimos a la casa d el recin to mi litar, la parie n-
Nos a lejamos u n p eq ueñ o tr echo . ta de J o wara m e di jo que m amá ha b ía ve n ido a b u sca rm e ,
- Lo lam e nto - d ijo N u u r en tonces-o Sé qu e lo q ue y q ue e lla le había d icho a mi mamá q ue yo lle vaba fuera
hi ce es ta ba m al. Lo s ie nto. Lo s ie n to. m ucho tiemp o , que no sa b ía dó nde m e e nco n tra ba . Dijo
- Es demasiado tarde: decir <d o siento» no arreglará las que mamá estaba muy preocupada y lloraba, de modo que
cosas. Es toy desvirgada. me aconsejó que fuera a verla . Pe ro yo ten ía miedo de vo l-
Aunqu e, e n realid ad, yo vo lvía a es tar cerrada. Me había ver a casa, a unq ue d eseaba ter r ibl e m e nte ver a mamá. Le
qu ed ado en ca ma durante d os se ma nas, y mi ci rc u nc is ió n asegu ré qu e iría , pe ro todavía no , a l m enos mi entras es tu -
cas i se había vue lto a cerrar. H ab ía perdido la interior, pero viera co m o a hora ... porque mi m am á podría d eci rme:
la ex te rio r; .. se h abía desgarrad o , y c ua ndo vue lves a j u n tar «[Varnos, e nséñame ...! ¿Aún eres virgcn?», y yo no tenía
los bo rd es d e la carne, és tos se j u ntan y c ica triza n. Y hab ía - nada q ue e nseñarle.
mos p ues to un a past a negra - la q ue se usa co mo pega - Nuur vi no una n oche de visita, y lu ego es tuvo sin apa-
m ento c uando la ni ñ a es c irc u nc idada- para que se cerra- recer d os o tr es n oches . Daba excusas... Creo que sabía que
r a y se c ura ra . Pero no es ta ba co mo a n te s . yo n o es ta ba e m bar aza da , que trat aba de e nga ñarle, que
- Me desvirga ste, y lamentas no haberme ay u dado. Tie- aquéll a e ra mi ve nga nza .
nes q ue hacer a lgo. Y creo que es toy em barazada tam b ié n, De manera que em pecé a buscarl e. E r a difícil de e nco n-
porque vo m ito. Aho ra de berás casarte con m igo. trar. Pe ro co nseguí saber s u último nomb re, el nombre de
Yo trataba d e asus ta rlo, No es ta ba e m ba razada... y a u n- su padre, yeso es su fic ie nte pa ra a veriguar la zo na do nde
q ue lo hubiese es ta do , todavía n o pod ía sa be rlo porque a ú n a lg u ie n h abita. Así que fui a aquell a parte d e la ciu dad
no hab ía pa sado un m es . Y yo es ta ba ya casada de todas donde es ta b a s u tribu. É l vivía e n un viejo barrio d e Moga -
formas, di sci o , u n ba rri o donde s u tribu guardó sus ba r cas cuan do
- No - d ijo é l- , no es tás em barazada, no lo estás . Has vin ieron p o r p rim e ra vez a Somali a , y lu ego co ns truyeron
de asegurarte p rim ero a n tes d e d ecidir nada ... Tenemos que a llí casas, muy fu ertes , casas bl anca s . Decí a n que s u tribu
es tar segu ros . había co ns truido la s casas m e zclando arcill a co n leche en
Yo dije: vez d e con agua. Ni s iq u iera el m a r p odía causar daño a
-Estoy segura. Me h as dejado encinta. No paro de aquellas casas . Pa recían casti llos o fortalezas; a lgu nas te-
vo mitar desde el día q ue m e vio las te hasta a hora; ¿y q ué nía n pequeñ as torretas en la parte su perior p ara que las
sign ifica eso? perso nas pudieran vig ilar s us barcas en e l p ue r to .

176 177
Empecé a re correr las estrechas callejuelas, llamando en Llamarnos a la pu erta. Mi entras, mi co razón latía con
todas las puertas de las plantas bajas . fuerza , se n tía qu e sudaba . Una muchacha abrió la pu erta y
- ¿Co noce n a Nuur Haaji? - pregu n ta ba cuando me yo le pregunté si aquélla era la ca sa de. Nuur Haaji .
abrían. - Sí - d ijo ella-o ¿Y tú quién eres?
Finalmente lo encontré. Éramos tres las chi ca s que íba- - Una amiga - respondí-o ¿Podemos entrar?
mos aquel día llamando a las pu ertas del barrio viejo, y - ¡Es pe ra ! - dijo ella. Se volvió a m et er en el interior y
dim os co n un hombre que lo co no cía . pude oír que hablaba con una mujer. Lu ego regresó.
- Ven id primero a mi" ca sa y' bebamos algo - d ijo el - Sí, pa sad .
hombre-, lu ego os llevaré ha sta allí. Entonces salió una mujer que nos saludó y luego no s
Era en uno de aq ue llos ed ificios que parecían un cas ti- preguntó cu ál era mi nombre y qu é deseábamos . Le dij e
llo, tortuoso y con cua tro plantas o cinc o. No s preguntó qu é que estaba buscando a Nuur Haaji ... que yo era una a m iga
estábamos haciendo en aquella zona y por qu é buscábamos de su esposa.
a Nuur Haaji. Se protegían mutuamente. La abu ela ' de - ¿Qué esposa? - pregu n tó ella.
Nuur era de nu estra gen te, así que le dij e qu e yo era de la Le respondí que era amiga de su esposa Zenab, y qu e
familia de su abuela. Él dijo: . ella estaba en el hospital.
- Ah , ¿de modo qu e quieres ver a alguien de tu pueblo? - Anoche, de spués de irse él, empezó el parto y tuve qu e
- me preguntó-. ¿Nunca has es ta do en su cas a? llevarla al ho spital. Ella tuvo un bebé, pero el beb é murió ,
- No -respo nd í. y hemos venido a decírselo a usted, para qu e ust ed le co m u-
- ¿De mod o qu e no co noces a sus hij os? nique qu e lo ne cesitan en el hospital tan pronto com o sea
Yo me dij e a mí m isma: «¿Hijos? » Pero me contuve a posible.
tiempo. Ella tenía la boca abierta de par en par; Entonces llamó
- No , nunca he visto a sus hijos... ni a su mujer. Ésta a otra mujer, más vieja.
se rá la primera vez, y es toy muy exci tada por co nocerlos . - Repite delante de esta persona lo que acabas de decir-
- ¿Quieres ir a ho ra? - pregu n tó él-. Te m ostraré su me - m e pidió.
puerta. Me había sobresaltado al ver a aquella señora mayor
Nos acompañó ha sta la puerta y nos dijo que entrára- - y más al decirme ella que era la madre de Nuur-, y tenía
mos y subiéra mos por la escalera . miedo. Repetí la hi storia lentamente: que el niño había
Empezamos a su b ir; Sin em bargo no llegamos al final ; muerto, y que necesitaban a su hijo en el ho spital en cuan-
no s detuvimos y hablamos co n calm a . Estábamos sorpre n - to le fuer-a posible. La anciana me preguntó qué aspecto
didas. «¿Esposa e hij os ?» «¿Esposa ?, ¿e h íjos? » Nos mira - tenía Nuur, y se lo dije. Entonces murmuró que tenía
mos mutuamente, y nos echamos a reír. Yo es taba tan sor- que se r Nuur, a sí m e enteré de que estaba en el lugar ade-
prendida... No podía dejar de reír. cuado.
Pero también me sentía muy furiosa: él me había de s- - Graci as -dijo ella, y se despidió de nosotras.
truido. Bajamos corriendo por aquellas sinuosas es ca leras de
- Me ha roto el cora zón - d ije a mis amiga s-o Y'rne ha caracol.
roto mi virginidad. Quiero destrozarle la vida. - y seguí - ¡Gra cias a Dios! -exclam é-o ¡Lo he he cho! ¡Lo he
hablando en susurros- : Escuchad, vaya decir una menti- hecho!
ra, y vosotras os estaréis calladas y fin giréis que es verdad . Rahirna, me sentía aliviada... como si hubiese vuelto a
- ¡No , Amán] - dijo una de ellas-o Ese hombre está nacer.
cas ado ... Estás loca, en trar en su ca sa y hablar co n su Fuimos a la casa de una de mis amigas. Había tenido
mujer... ¡Por favor, vámonos! que a ba ndo na r la casa del recinto militar, po rque mamá
- ¡No ! -repliqué-o Quiero asegurarme de que no vuel- sabía que me alojaba allí, y Jowara había desaparecido... NQ
ve a engañar a ninguna otra ch ica. volví a verla más. Creo que su familia la llevó de nuevo con

178 179
su marido. Una de m is a m igas me a lojó duran te dos noch es,
pero al tercer día tuv e qu e marcharme. Volví a la casa del
reci nto mil itar, po rqu e me había dejado allí a lgu nos ves ti-
dos y, ade más, esperaba ten er no ticias de Jowa ra , Su parien-
ta me dij o qu e Nuur iba cada día a la casa a bu scarme. Al
cabo de cua tro día s m e e nco n tra ba e n casa d e un a a miga
- era de noch e- cuando vino Nu ur co n la po licía y me
arrastra ro n a la co m isaría de poli cí a. Dijo a los pol icías qu e
yo había destruido su hoga r; qu e su mujer lo había aban-
don ad o - a unque a ntes hab ía roto tod os los muebl es de la C APÍ T UL O 16
casa- llevándose a sus hijos co n ella; qu e yo había arru i-
nad o su vida. Por su pues to, no les habló del daño qu e me
había hech o. Pero aque l jefe de poli cía era de m i tribu , y Pen sé q ue lo mejor para mí - y para todo ~l m u ndo
cua ndo me llevaron a nte él me preguntó mi no mbre. Ob ser- a hora- sería que no regresa r-a a casa, y me enfren tara a l
vó qu e mi m anera de hablar y la s uya era n igu ales. mun do sola , sin importarme lo qu e pudiera pa sar: As í que
- ¿Quién eres? - pregun tó . deci dí no volver. De tod as man era s no pod ía ir po r la ver-
Le dij e mi no mbr-e, y él m e pregu n tó si yo era hija del güenza que eso s ignificaría para m am á. Tam poco había
jefe de Mango Village. ning una r-azón para ello ... Una vez casada, eres una mujer
- S í, el jefe es mi padre - respo nd í. crecida, a unq ue só lo tengas doce años. Y habría resultad o
- Co no zco a tu padre. No acabo de cre érmelo ... ¿Qué do loroso también. No deseaba otra humi llación . En aquel
es tás haciendo aq uí, en la cárcel, y tan lejos de casa? pequeño pueblo dirían: «Mira , teníamos razón. No pudo
- Es ta ba en casa de mi ami ga - co m encé yo a expli- co nservar a su marid o. No lo quería . Es es to . Es aque llo .
ca rle- y es te hombre les co n tó m entiras a la poli cía , así Es un a sharm u u to » Y yo no qu ería oí r eso.
q ue me arres ta ro n . Además, q ue es ta ba intentando cons tru ir una nueva
- ¿Por qu é? - m e preguntó. vida, po r m al qu e lo hiciera. Hab ía co me nz a do co n un
- Me a ma. Mintió a la policía y les co ntó qu e yo había gr u po inferior - d o r·m ir en la ca lle , nin gún am igo, nadi e
arru inado su vida y s u hoga r, pe ro no lo hi ce, tío, no lo m e conoce- y lu ego em pecé a a prender: Cuando llegu é a
hi ce... Mogadi sci o - la prim era vez qu e me esca pé de mi rna ri-
- Ve a cas a - me dijo él-oTen cu idado y no vaya s por do - , pensaba qu e yo era de una tribu m ejor y que la ciu-
a hí co n es ta ge n te de la ci udad ... Son diferentes de la s per- dad me pe r te necía, porqu e, au nque no había nacido a llí, la
sonas del lugar do nde tú vives . tier ra había pert en ecido a m i tribu . No sabía qui én era el
Me dio su nombre y me dij o que le co n ta ra a mi padre du eño de las cosas a ho ra , o có mo las había adq u ir ido, o
lo qu e acababa de hacer por mí. qu é s is te ma regía . Me llevó algú n tiempo apre nde rlo.
En Mango ViIlage, tu nombre es m ás impo r tan te que
nada . S i eres de u na buen a fa m ilia o de un a bu en a tri bu ,
nad ie te lo pued e q u itar, Eso es lo qu e yo creía. In clu so
cuando mi mamá se vo lvió pobre y yo es taba en ferm a ,
incluso cua nd o era una cría y los demás se bu rlaban de mí
porque había tenido la tubercul osis , yo seguía s iendo de
una buena trib u y m i papá era un jefe. Yo pensaba q ue mi
papá era rico, para m í era rico, muy rico. Todo el mundo
decí a : «¡Oooooh ! ¡Tu padre! » Pero después de haber id o a
Mogadisci o, me di cue n ta de qu e mi padre era po bre... Po r-
que todo lo q ue tenía era sus ani males y su tierra. No se
180
181
I j I j II I j

parecía a la riqueza que la gente tenía en la gra n ciudad. tra s dos , automá ticamente tú hacías el amor. De modo que
Si mi padre quería dinero, tenía que vender parte de su siem p re llevabas a alguien más, para dem ost rar qu e no
ganado o sus cose chas , y el dinero de m amá para su s ne go - ha rí as nad a . Pero los m uc hachos sa be n qu e la chica siem-
cios era como un yo-yo, subía y bajaba. Esta gente de la pre lleva a un a a miga co ns igo, así qu e ellos tr aen a un
ciudad..., ellos sí eran ricos ... compraban esto y vendían amigo ta m b ién : él trae a su am igo y tú traes a un a a m iga ...
aguello, tenían coches y montones de cosas de las qu e no so- Sab en ju gar a muchos juegos: de es ta forma es vergon zo-
tro s ca recíamos . Eso fue lo que vi: en Mo adiscio tu tribu so , de mod o qu e ha zlo así. .. y ento nces ellos tien en o tra
o tu nombre no tenían importancia; sólo valía si eras ri co forma de esquivarlo y lograr su p ropósito.
y po ías comprar lo que querías. Cuando es taba en mi Los ho m bres mayores eran mejores porque te nía n d ine-
casa, yo me había considerado de una familia alta, y era ro, y yo necesitaba dinero para mi familia y pa ra m í. Te lle-
duro para mí hallarme en una situ ación inferior. Llegaba van a ce na r; y aunqu e no hagas nada , te dan algo de din e-
del campo, así que la gen te de la ciudad me cons ideraba ro . Pero siem p re tod o se hacía so bre la base del día a d ía ...
reer-baadi o si I.:Lcivilizar). Yo trataba de subir más y más. Nunca sa bías cómo iba a se r ma ñan a.
Confiaba en que podría moverme hacia arriba, arriba. Yo era una buena co m pañ ía , porque junto a mí nun ca
Pero me en fr en ta ba a una situació n muy peligrosa, te ca nsabas . Cantaba, charla ba, hablaba co n se n tido
como se enfrentan todos los ch icos que se esca pa n. Estás comú n, y sabía có mo m ata r el tiempo. La ge n te se con ta-
realmente cansa da cuando vas por ahí y pasas una no che ba co sa s de mí : decía n que yo era ingen iosa, bu ena narra-
aquí, otra noche allí, y la siguiente sin dormir porque es tás dora, un a có mica . Lo úni co qu e no me ustaba er
en la ca lle. Necesitas un lu gar pa ra vivir a l que pu edas lla- el amo r, porque na le me io u ern o Jara apren der o para
mar casa. Y yo ten ía suerte, porque después de pe rder a eCI IL . 60 0 era comoun alTeb~to , y no m g- t- ~­
Jowara encon tré una a miga: Ma ryan, Ella me co m pre ndía. que-r.:e.o; ultaba doloro so , y yo pensaEa c;le siempre oc urrta
Su hombre era europeo, así que Maryan sabía lo qu e era a . Porlo Clemás, yo era 'una buena co m pañera .
tener problemas, y ser llamada sharm uuto . Su cas a fue Un día me encon traba en casa de Ma ryan , ella es ta ba
como una válvula de escape. Maryan dijo qu e si yo tenía haciend o la co mi da, cuando lla ma ro n a la puerta . Abri ó, y
realmente problemas y no disponía de un lu gar a donde ir, a llí es ta ba él... mi marido. Sólo Alá sabe có mo se me ret or-
ella me daría de comer y me lavaría la ropa. Pero tenía c ió el es tó mago de mi ed o. Le miré y pensé: «¿Por qu é lo
miedo de mi familia, así que no podía quedarme allí. .Podía has traíd o?»
ir sólo por una noche y marcharme a la mañana siguiente. Me levanté y m e lavé las manos. Sab ía que tod o el
Le di las gracias a Alá por ella. mundo me es ta ba mirando, porqu e ellos sa bía n que yo iba
Era peligroso, muy peligroso. Sin dinero ... Un día pue- a escapa r. Fin gí qu e tod o es ta ba bien. Lo sa ludé y lo invité
des "tener un poco, y al día siguiente, nada. Un día comes, a sentarse, lue pr gunt é u ' beber. L . ha bres
al día siguiente, no ... Estás hambrienta. A veces duermes en nu nca a u carse ni u vaso de a ua . El ho m bre trae
la calle. Yo hice frente a todo... a todo aquel peligro. En a a casa el din ero , los ves tidos, la co m ida, y la m ujer lo
ocasiones, los hombres te abandonaban en el bosque; cuan- hace todo por él... le lleva ag ua, y jabón y un a toalla . Mi
do te negabas a hacer el amor con ellos, te dejaban allí, con cora zón y todo mi cuerpo se estre mecía n porque, au nq ue
el peligro de las hienas -o de las serpientes- , o lo q e sea. sa bía que no pod ía lleva rme co n él, es ta ba as us ta da . Pero
Nadie te mataba, pero los animales podían hacerlo. Te fin gí ser fuert e; re í y le pregunté si qu ería té o ag ua o zu mo
arriesgabas a ser golpeada o violada. Ibas con un hombre de na ranj a o lech e... lo qu e quisiera beb er, co mo s i nada
porque podía comprarte un poco de comida. Podrías llevar hubiera oc urrido en tre él y yo . Él dij o: «[Agu a !» Así que fui
a tu amiga contigo, así que él gasta más dinero . Las mucha- y volví deprisa co n el agua y se la d i. Fingí que tenía que
chas iban siempre juntas, en grupos de dos o tres, si no ir a b usca r más agua para mí, y cuando volvía, arroj é el
conocías bien al hombre -lo bastante para saber cómo vaso d e ag ua y me deslicé por la puerta trasera : en menos
era-, porque el hombre pensarla que, si salíais sólo voso- de cinco minutos es ta ba fuera de la casa y del ba rri o. Corrí

182 183
ha st a que vi un pequ eño taxi de tr-es ru edas, lo paré , me trabaj o do méstico , y lo ha ce n po r- muy poco di nero , a veces
m etí en él y dije al hombre qu e ar ra nca ra deprisa, que fuera sin sue ldo, só lo a ca m b io d e co m ida o de casa . En Man go
a donde quisi era , porque alguien que m e perseguía quería Village hay mu chos de ellos... Est án baj o el d ominio de mi
matarme. tribu . Son ge nte bue na, mu y buen a, pero los co ns ide ra n de
Yo no llevaba dinero. Él no paraba de dar vue ltas , por- cas ta baja .
qu e le había di ch o qu e le pagaría cos tase lo qu e cos tase, y Me dij o que po día e n tra r y salir a mi g us to . Yo era
él me crey ó. Todo el tiempo, yo no dejaba de pen sar en qué co mo d e s u fam ilia, co mo s u propia hij a o s u herm an a. As í
ha cer y a dónde ir.. Cu ando es tás as us ta da y el corazó n te qu e m e' q ue dé ... Estaba muy ca nsa da , y me q ue dé un rato
go lpe a en el pecho, no puedes pensar... el desa stre es tá a q ue l d ía.
cerca, y no sabes qu é hacer. Al ca bo de un rato, el chó fer Poco después de es to fue cua ndo me en te ré qu e Urna r
detuvo el co che. hab ía vuel to de s u trabaj o co n la co m pañía pesqu era ; pero
-Escucha, muchachita - me dij o- , ¿a dó nde qui eres yo no pod ía enfre nta r m e él él. Su s a m igos le dij eron qu e yo
ir ? Ya es tás fuera de peligro... Nadie te persi gu e. Y no eres ya no era virge n. Le dij eron qui én me había des virgado,
rica para poder a ndar por ahí todo el dí a y pagarme, De porque Nuur se lo co nta ba él todo el mundo. Le dij eron qu e
modo que, ¿adónde qu ieres ir? yo iba co n un hombre diferente ca da noch e. Le co nta ro n
Le co n tes té qu e no lo sabía , qu e no tenía ningún luga r un montón de menti ra s m ezcl ada s co n a lgo ele verda d . De
a d o nde ir. Le dije la verdad . todas mane ras, Urnar no m e bu scaba. Yo qu e ría verle , lo
- Me ca sé co n un hombre viejo a l qu e no qui ero , y me deseaba mu ch o , porque era un hombre tr anqu ilo . Hab ía
he escapado de él. Pero me pers igue, y yo no soy de aq uí, es ta do con él un tiempo , y nunca hab ía int e nt ado hace r el
po r eso no sé a dó nde ir. No te ngo dinero, así q ue haga amor conmigo, ni siquiera lo había mencionado.
usted lo qu e qui era. Fui a casa de una much ach a qu e lo co nocía . E lla me
Y me eché a llorar'. Él m e pasó un bra zo por los hom- dij o qu e él no qu ería verme a ca usa de lo qu e yo hab ía
bros y me dij o: hech o : no le había espe rado. Me a maba , pero no co nfia ba
- No llo res. en m í. Le su pliq ué much o hast a q ue ella m e dijo qu e lo
Y me llevó a s u cas a . Tenía dos hijos y espos a. Le dijo invitaría a su casa a co rne e Fui a su casa el día qu e ella
a su muj er qu e m e dejara es tar a llí todo el tiempo qu e qui - había d ich o qu e iba a coci na r pa ra un pequeñ o gru po. É l
s iera. estaba a llí. Cuando le vi... ¡Oh, qu é hermoso fue, só lo verl e
Eran una familia a do ra ble. Les co nté toda la hi st oria, y la cara! Tenía ro stro de ángel , un a ca ra de in ocencia , y
ellos se sintieron tri stes, muy tristes . Eran de una tribu muy hací a co m ed ia ... Hablaba mu ch o , no podía mantenerse
inferior -en realidad, los llamaban Add n- , una tribu callado . y cua nd o es tu ve ante él y nos miram os a los ojos.
esclavos. Ori inanamen r de a un otro u a - de otra él so n re ía; yo , tambi én. Él se levantó , a largó los brazos, y
paríe.del Afrl ca. No se parecen a nosotros, son ... diferentes. nos es trecha m os co n fuerza. Se apartó y m e mi ró, y ento n-
Dicen qu e fueron es clavos, pero qu e nadie es su dueño' ces su ros tro tu vo una expres ión enfadada, y volvió a sen-
ahora, y que so n libres: hablan la misma lengua y observan tarse. Yo le pasé un brazo alre de do r del cue llo.
la mi sma religión . Pero tienen un aspecto diferente: una - ¿Có mo es tás ? - p reg u n té-o ¿Qué tal te va?
gran nari z, mi entras que nosotros la tenemos pequeña; el Sus a migos lo miraron y dij eron :
ca be llo rizado, nosotros lo tenemos suave; la pi el ás pe ra, en - ¡E h ! [Habla co n tu amiga! ¿Qué te pasa ? ¡Ella te coge
tanto que nosotros la .tenem os suave. Nadie se cas a con po r el cuel lo, y tú tratas de rech a zarl a! Dile hola a la ch ica.
ellos... Se ca san en tre s í. Pero viven por todas partes , en ¿Dónde vas a encon tra r una chica tan encan ta dora y di vcr-
es pecial a lo largo de los ríos y cerca de la costa. Trabaj an tid a como és ta?
duramente en las granjas y en las ciudades - las chicas y Entonces nos besamos en la m ejill a . Él m e mi ró y d ijo:
los hombres- co m o criados. Puede verse que fueron escla- -¿Estás bi en?
vos porque aún se comportan como si lo fueran: realizan el - S í, ¿cómo te va?

184 185
Nos se nta mos, y hablam os y hablam os . Él no me pre- viejos. No co mo hombres ... A es tas altu ra s, yo no buscaba
gun tó qu é es ta ba haciendo: yo le pregunté so b re su viaje y amor; só lo seg u rida d, y lo s viejos ayudaba n dándote din e-
su trabajo y la pesca... ya sabes, el nuevo lugar y todo eso . ro, y yo quería el dinero en primer lugar para mi mamá y
Después de la comida, los demás se m archaron, uno luego para mí. Me hubiera gustado estar sola; tener una
tras otro. Volví a bes arle - p úd ica me n te, en la m ejill a-, casa y ro pa decentes y ser co mo las demás personas . Algu -
pero él excl amó «No» , y me apartó y dij o qu e no lo nece- no s de aquellos viejos m e qu erí an como a una hija cua ndo
sita ba. m e co nocían y yo les d ecía qu e no iba a hacer nada, qu e
- Yo sí lo necesito - le dij e-o Ha pa sado mu cho tiem- no era lo que e llos pensaban. Pero luego ... Si vas tres o cua-
po desde qu e no s abra zábam os. Tod o es ta ba bi en cuando tro no ch es con ellos y ves que les gu stas, te respetan y te
te fuist e... ¿Qué ha fall ad o? besan, la noche si gui ente sa bes que qu errán quitarte el ves-
- Tú sabes lo qu e falla -respo nd ió él-. Sabes lo qu e tido. Dices no, y no, y te ca ns as de de cir q ~ e no. En es te
ha pasado. tipo de situac io nes , algunas chica s permitían a los hombres
- De acuerdo, es cu lpa mí a, todo es culpa mía. que las «pin ta ra n» «res tregá nd ose» contra ellas. No les per-
- Sí, es cu lpa tu ya -cas i gritó él-o Si no tenía s dinero, mitías que entraran ... Sólo juntabas las pi ernas y ellos la
¿po r qu é no m e esc r-i b iste un a ca r ta? Sé qu e te escapas te. m etían en tre la s pi ernas. «Besa r y restrega r », si qu ería s
Pero s i no qu erías vo lver a casa, lo men os qu e podías hacer segu ir sie ndo vir gen . Ellos hacían su «cosa» en tre tu s pier-
era qu ed arte co n tu a miga y ella me habría e nviado un tele- nas ..., co mo m e hi zo aquel tío cua ndo yo era un a niña . Es
gra ma o una ca r ta , y yo te habría e nviado din ero tod os los asquero so y la ropa te huele ... horriblem ente m al. Pero
meses. No q u isis te es tar co n m igo. Tú y yo hemos te rmi- muchas ch icas lo hacía n.
nado. Mu y pocas muchachas podían tra baj a r en aquellos tiem -
- Co nfol'me, lo acepto - d ije, después de mucho su p lí- pos - m ujeres casadas a veces-, pero si las jóvenes so lte-
ca rle-. Estaba eq u ivoc ada , muy equivocada. No sa b ía lo ras cogían un empleo, eran sharmuuto , Así que los hom-
que iba a suc ede r. ¿Cómo podía sa ber qu e iba a ocurrir algo bres eran la única solució n , y dejarles que te pintaran ...
así? Al mt;DOS sea mos ami gos . suponía ca si un regalo. A algunos de ellos , yo se lo ha cía
- Lo so mos - I-eplicó él- . Y aún es toy di spuesto a ay u- como un favor; ellos me habían hecho un favor, y lo m en os
darte como ami go, mas no como novio. Aunque te a mo , no qu e yo podía hacer por ellos era eso . Yo pensaba que era
puedo ac eptarte. Tod os mi s amigos sabe n quién cres o así de se ncillo : lo que pudiera sacarles, se lo sacaría ; lo qu e
¿Dónde puedo ac eptarte? ¿En una nueva ciudad con gente ellos pudieran sacar de mí, me lo sacaban . Pero hacer es o
nueva? No puedo... Éste es mi país, és ta es mi ciudad, y era duro, muy duro. Todo lo que ves es dolor, dolor, dolor,
és tos so n mis amigos . Y és ta el-es tú. Lo hici ste, es a lgo que No m á s amor, tampoco.
no pu edo olvidar. Pero todo lo qu e necesites..., cua lqu ier . Una vez yo no tenía dinero y era el final del Ram ad~n ...
cos a que desees... Si quieres hablar co nm igo , de lo qu e sea, El 'Id se celebraba al día sig u ie n te . Llevaba bu scando din c-
sa bes có m o e nco n tra r me, ro durante todo el Ramadán, pero sin conseguirlo . Había
Incluso m e dijo dónde vivía . Y fuim os realmente ami- un viejo al que yo le gustaba, que m e había ofrecido dine-
gos. Lo veía una vez por se mana. Prefería se r a m iga suya ro , y yo siem pre le decía que no, no.
qu e nada. Pero el dí a sigu ie n te era el 'Id , y yo no pod ía soporta r-
y en to nces fue cua ndo m e co nver tí de verdad en una lo, saber que mi familia no tendría regalos míos. Porque mi
mu chacha de vida desordenada. Aprendí mucho. Sabía lo familia dependía de mí. Yo les llevaba regalo s continua-
qu e los hombres querían, y podía incluso decir por su m ente. Eran casi las diez, y a las doce de la no che, antes
forma de mirar cuá l era peligroso y cuál no , cuál era m ás del 'Id, cerra ba n las tiendas. Así que fui a ver a aquel hom-
peligroso y cuá l era m en os peligroso . bre, y le dejé que me «pintara », y conseguí din ero . Llegu é
No m e gu staban mucho los viejos, pero al m en os no a la tienda con el tiempo justo y com p ré todo lo qu e de-
era n violentos como los jóvenes. Así que me agradaban los seaba para mi familia.
186 187
Po r la ma ña na tomé el prime," a u to b ús a Mango Villa-
ge ... un a hora y media d e viaje . Es ta ba all í a las ocho. Les
d i las ro pas . Tod o el m u ndo se d uc hó y se puso la ro pa
nueva . Yo es ta ba a llí. Me se ntía muy o rg ullos a. Mu y orgu -
llosa.

C APÍT ULO 17

Me se n tía ca nsada ele es ta r e n la ca lle y 11'0 tener un


lu gar a d onde ir. Había d est ruido la reputa ción de mi fa mi -
lia y la mía p ropia, y no tenía nad a. Las o tras muj eres a las
qu e llamab a n sha n n u u to ... casi todas eJlas ten ían casas y
dinero y tod o lo qu e d eseaban . Y a llí es ta ba yo, co n só lo
cato rce años, una mal a reputación, y nada más. Nin guna
es peranza.
Un dí a , u no.s tres meses d espué s d e perder m i virgini-
.d ad , fui co n dos ami ga s a dar" un pa seo por el centro de la
ciu dad . Era viernes y to das las tienda s es ta ba n cerra das;
había m uy po cas pe rsonas e n la c iudad. Mirábam os los ves -
tid os d e los esca para tes d e Alta Mod a . Había un hombre
blanco, viejo, co n u n coche bla nco que pasaba lentam ente
po r la ca lle, y c u a ndo le vimos, nos hi zo un gu iño. Detuvo
el coche, y nos dijo que s u b iéramos .
- ¡No , no, no! - d ij im o s.
Empez amos a pasear ca lle abaj o, pe ro él nos s ig u i ó e n
el coche y no d ejaba d e decirnos que e n trá ra mos.
- ¡No ! Aquí todo el mundo pued e vernos. Si va ust ed a
al guna pa rte donde nadie n os vea , qui zá su ba mos .
Anduvimos hasta la playa , que se e ncon tra ba a ba stan-
te di stanci a , d onde es tá el prime r merc ado , y no hay nadie
en la calle porque huele mal. Él vi no , n osotras nos cu bri-
m os el ros tro y su bimos las tr es a la parte trasera. É l con-
dujo el coc he fu e ra de la ciudad . No teníam os mi ed o por-
que éramos tres y él es ta ba so lo .
Nos llevó a un restau rante. Todas hablábam os italiano ,
aunque no bi en. Así que le dijim os:
- S ié n tese usted y co ma so lo. Nosotras tres co mere mos
apa rte . Y nos e ncon traremos con usted en el coche. O d éje -
nos del ante del restaurante y e n traremos nosotra s so las .
As í que primero nos dejó, y nosotra s fu imos a nda ndo a l

189
j I I
restaurante, y nos senta mos en una mesa muy lejo s de él. prim era vez que yo lo tom aba , y es ta ba d ulce. As í que co n-
No s envió al camarero diciéndole que nos sirviera todo lo vencí a mi amiga y lo probó. También le gus tó . ¡Fu e es tu-
que quisiéramos tomar. Aquel restaurante . estaba fuera de pendo! El ch ampán nos hi zo hablar demasiado . Creo qu e
la ciudad, en otra población, así que podíamos fumar. estábamos borrachas porque recuerdo que tenía la lengu a
Todas pedimos diferentes marcas de ciga rrillos, para poder pesada, la ca be za pesada y las piernas pesadas. Cu and o me
tener tres paquetes completos al día siguiente. Nos queda- levanté, mi s pi es m e pa recían de elefante: a pe nas podía
mos más de tres horas. levantarlos. Él nos ayu dó , y nosotras nos re ía m os -«j i-j i-
Cuando nos cansamos de aquello, nos levantamos, sali- JI-JI»-, mi amiga y yo . Él andaba en medio y nosotra s a
mos del restaurante y bajamos por la calle. Él cogió el ambos lados, y él nos sostenía PUt- los hombros para qu e
coche y nos siguió. Mientras había gente en la calle, nin- no no s cayéramos. Nos metió en el coch e, y pasamos la
guna de no sotras se detuvo, pero cuando llegamos a un noche en su casa, porque está ba mos bebidas. Tenía un a
lugar despejado de la calle, él detuvo el coche. Subimos herm osa casa , co n una cama eno rme. Los tr es dormimos
rápidamente, y arrancó con rapidez también... Si alguien en esa cama, pero no nos tocó .
nos hubiese visto, nos habría tirado piedras, porque éramos Por la mañana se levantó. Tenía a un hombre qu e tra-
mujeres somalíes con un hombre blanco. Era de noche, y baj ab a para él, haci éndole la limpieza, qu e co m ía fuera. Le
no s llevó a dar un paseo por el ca m po para ver otra pobla- orde nó que nos hi ci era el desayuno. Me despertó , m e di o
ción que estaba junto a la playa . Cuando volvimos a Moga- un beso y m e dij o que m ás tarde volverí a . Nosotras nos
di scio, le indiqué la forma de llegar a un lu gar pr óximo a qu edar íam os en su casa, y aq ue l hombre nos prep ararfa el
la cas a de Ma ryan . de sayun o. Pero por s i no podíamos es pe rar, o si qu eríamos
- Puede deja rnos aquí - d ije-o Muchas gracias po r sa lir a comer, o lo q ue fu era , m e dejó cien che lines . ¡Uf!
tod o . ¿Quién querí a salir, con una ca ma co mo aq uélla, ta n
Él me preguntó s i pod ía volv er a verme de modo qu e con fortable? Rahima, dormim os hasta casi la una; era tan
le dij e: bonita, limpia y suave . Tomamos una ducha... un a bonita y
- S í, ¿por qué no? - le contesté. limpia ducha. Incluso en la gran ciudad, en la mayoría de
Me preguntó s i estaba de acuerdo en vernos la noche casas de mis amiga s, usan un cu bo y un ja rro y te ec ha n el
sigu ien te , y yo dij e qu e s í. agua enci m a . i De modo que nos quedamos baj o aq ue lla
- ¿Qué me dices de ir a un cine, y qu e no s encontremos du cha mucho rato! Cuando él vol vió, hablam os. Entonces
donde nos vimos es ta mañana? se acercó a mí y m e pa só un brazo por el hombro, tratan-
Aquel lugar estaría oscuro de noche. Y aquél era el cine do de atraerme hacía sí. Olía bien, un olor muy limpi o,
al que me gustaba ir siem pre... el que está junto a la Alta pero yo se n tía vergüenza, y, ad emás, él era viejo ... No muy
Moda. Me mostré de acu erdo, y me dio dinero para ir al viejo , pero debía de tener m ás de cuare n ta afia s , ce rca de
cine la noche siguiente. Yo me sentía feliz , porque estaba cincu enta . Era un hombre deportivo ... s ie m pre llevaba pan -
pelada. No veía el momento de que él se marchara y pudie- talones blancos, calcetines blancos, zapatos negros, y una
ra mirar el dinero, a ver cuánto había. Rahima, ¡veinte che- camiseta deportiva blanca. La ropa del colonizador; Se lla-
lin es! Era mucho dinero para mí entonces. maba Carla.
A la no che sigu ien te fui al cine con una de mi s amigas. Dij o qu e tenía qu e irse, pero ¿po r qu é no le espe rá ba-
A las nu eve en punto, él es ta ba allí. El lugar al que nos llevó m os ha st a qu e cerrara la tienda? Nosotras preguntam os a
es ta vez era un re staurante eu rope o... Había muy po co s co ro :
so ma líes allí. Nos sentamos en la misma mesa y él pidió - ¿Qué tienda?
cha m pá n . - La tienda de mi propiedad - res po nd ió él.
- ¿Qué es ch a m pá n ? - pregu n té. Dij o qu e ib a a llevarme a ver la tienda un dí a , pero qu e
- Una bebida dulce -dijo él. podíamos esperarle a qu e regresara y luego sa ld ría mos a
El viejo no dejó de insistir en qu e lo probáramos. E ra la ce nar. Me besó de nuevo y se marchó . Alred ed or de las

190 191
nueve volvi ó y fuim os a un lu gar diferente - u n restauran-
te qu e se rv ía n comida somalí-. Había mucha gente allí, así
que tu vimos que cubrirnos el ro stro y cenar -en mesas sepa-
radas . Después, Carla nos preguntó si íbamos a su casa a
d orm ir. Cuando mi amiga dijo que no, yo no pude decir que
s í. Tenía miedo, de spués de todo lo que había pasado . Así
qu e mi ami ga y yo no s fuimos a casa de ella. Yo aún tenía
los cie n chelines qu e me había dado por la ma ñana, pero
é l me dio ci en chelines más. CAPÍTULO 18
- Id las dos a una tienda ma ñana - d ijo- y compraos
al gunos vestidos bonitos.
- Gra ci as - d ij im os mientras cogíamos el dinero. Yo había ca m bia do mucho : ves tía bien, tenía za pa titos
Él m e dijo que nos enc o n trá ra m os en el mi smo lugar de tacón alto y todo. Iba al peluquero una vez por se ma na,
donde le había conocido el viernes por la ma ñana, Mi y todas las se m a nas me compraba un vestido nuevo. Me
ami ga y yo éramos felices. Teníamos mucho dinero: ¡dos- vol ví más relajada y em pecé a di sfrutar de la vida. Sabía lo
cientos c hel ines, m ás un par que quedaban d e los veinte que había d estruido - ha bía de struido la reputación de mi
que m e había dado aqu ella no che! familia- , pero m e se n tía un po co m ejor d esd e qu e había
Por la mañana fuimos a comprar vestidos, za pa tos, encontrado a Carla.
pa ñu elos , ropa interi or... Todo lo qu e yo necesitaba, y todo Enton ces, mi viejo quiso hacer el .a m Ol: Esta vez no m e
lo que ella necesitaba . Compramos u n poco d e perfu me y opuse, porque él se portaba muy bien con m igo . Era jus to
polv os. Después d e tomar una ducha, nos pusimos un que yo le correspondiera, Tuviera lo qu e tu viera, poco o
poquito de polvos y de perfume. (No llevábamos nada de mucho, me lo daba, sin yo pedírselo siquiera . Hizo el amor
maquillaje ni lápiz de labios .) Cuando volvimos a casa de de una manera diferente de las otras vec es . Pr-imero me besó,
mi amiga, ¡tomamos un taxi! No s pusimos nuestros vesti- lu ego me besó los pechos y los pezones, y lu ego el es tó ma-
dos nuevos y fuimos al ce n tro de la ciudad, al cine. Sali- go; de spués quiso se guir be sando más abajo. Yo le estiraba
m os sob re las nueve, y allí estaba Carla, esperándonos. hacia arriba, pero él seguía queriendo ir más abajo. Yo me
De manera que todos los días eran así. Perfectos. El reía po rque su lengua me hac ía cos qu illas . Él me suje tó las
din ero es ta ba por todas partes. Aquella noche, mi ami ga manos y sigu ió bajando, y me besó en los ge nita les. ¡Yo me
dijo qu e tenía qu e volver a casa. Pero me s u plic ó que me reía con tanta fuerza que me hice pis sobre él! En to nces se
quedara. Yo m e dije: «E n todo caso, ya no eres virgen. ¿De detuvo y yo me levanté; cambié la ropa de la ca ma y nos
qu é tienes miedo? Este hombre es amable, y además un lavamos. Yo seguía riendo cuando terminamos de lavarnos.
viejo , quizá no consi ga hacer mucho. » Así que .después de Entonces hicimos el amor de la m anera corriente.
llevar a mi amiga a su casa, volví con el hombre a la s uy a . A la ma ñana sigu ie n te m e dij o que cogiera un poco de
Él se marchó por la mañana después de besarme y de dinero y me fuera a la tienda so la ; lu ego me besó y m e pre-
darm e dinero . Empecé a dormir en su casa. Estaba con- guntó cuá nd o volvería a verme. Él sa bía que no me vería
tenta d e haber encontrado a alguien que realmente me qui- durante un par de días, hasta qu e hubi era gas ta d o todo el
s iera , pero me dij e que no podía quedarme - no podía vivir dinero, y que en to nces volvería. É l me daba ' cosas. Yo la s
co n él- porque , si mi familia lo averiguaba, ésa serí a la tomaba y le daba lo que él qu ería: mi cuerp o y a m í mi sma.
peor de todas las cosas que yo había hecho: vivir con un Él obtenía lo que quería, y yo o b te n ía lo que qu ería tam-
hombre blanco. Si se en tera ba n , o yo moriría, o moriría él. bién. Era lo que yo tenía qu e hacer para so brevivir. De lo
Me matarían . Pero es ta vez tenía mucho dinero ... bueno, contrari o , me encon tr a rí a d e nuevo en la calle . Yo no m e
el su ficie n te: s ie m p re llevaba algo en el bolsillo. sentía feliz de hacerlo. Pero no había otra manera. Así que
lo hacía ...

10') 193
tJ \ U I ~ f J I I I 1 I ~ I I '1 I ~

Pero él se cansó de eso. - ¿Te im po r ta qu e se lo vuelva a preguntar yo?


-¿Por qué no nos casamos? - m e preguntó un día-o Y - ¡No ! - excl am é YO-o No quiero ver a ese hombre
si tienes miedo de estar aquí, podría llevarte a Europa y nos o tra vez . Me da mied o, y no m e gus ta, y no quiero verlo
quedaríamos allí, o tú podrías quedarte allí y JO me volv e- nunca más .
ría aquí; tú vendrías a verme cada año o yo iría a verte cada - Co nfor me , conforme - me tranquilizó Cad o-o Lo
año. Entonces, quizá después de qu e tuviéramos un peque- siento. Olvíc\alo.
ño, tu familia olvidaría todo esto , y, si tú te hubieses id o Pero al po co tiempo volvió a preguntarme s i yo irí a a
durante mucho tiempo, te echarían mucho de menos. hablar con mi marido, para decirle qu e él le daría tod o lo
Sabes que te quieren, así que nos perdonarían ... te perdo- que le pidi era s i se divorciaba .de mí. Yo esta ba preo cupa-
nadan. da , pero no podía qu edarme tal como es ta ba , porqu e no
- ¡No ! - excla mé-o ¡Estoy casada! hacía más que mentir a todo el mundo; muy poca s perso -
- ¿Qué? - Su expresión fue de total asombro-o ¿Ca sa- nas, apa rte de mi familia, sa bía n qu e es ta bacasada. y yo
da? ¿Casada con qui én? no qu ería seg uir siendo una nashuusha, Era co mo se r" un a
- ¡Con otro viejo! bruja: en tre más d e di ez mil mujeres no hallaría m ás qu e a
Rahirna, se volvió rojo, y azul, y se pu so como loco: un a considerada nashuusha. Así qu e deseaba el div orcio; de
- ¿Por qué no me lo has dicho nunca? . hecho, antes de que nadie averiguara lo qu e yo era. Si Carl a
Mi italiano no era muy bueno - tenía intención de decir se o frecía a pagar a mi marido más de lo qu e mi padre le
una co sa y me salía otra-, pero lo que la ge nte me decía había ofr ec ido , quizá lo aceptara.
lo entendía casi todo. Traté de explicarme, y hablé lenta- Cuanto más pensaba en ello, más me parec ía una bu ena
m ente: idea . A fin de cue n tas , la ge nte de Man go Village. mi m a ri-
- Tú no me lo preguntaste. Sabes, cu ando m e enco n- do y su familia , tod os me co ns ide ra ba n una sh an n u u to ,
traste y me recogist e yo es taba hu yendo de mi marido . No pu est o qu e no es ta ba co n mi famili a y no es ta ba co n mi
quiero a ese viejo. Vaya conseguir el divorcio , y entonces marido. (Ya m e llamaban shan nu u to cua ndo vivía co n
me casaré co n tigo . No te precipites, espera. mi familia ... imagina ahora: yo debía de se r" un a gra n, gra n
:...-¿Pero cuá n to tiempo...? - me preguntó, desarmado-. sha n nuuto. i Me dij e: «Qu izá tu marid o ya no qui era qu e
Te amo... vuelvas ... No tien es más qu e ir y decirle: "Me he co nvcr ti-
- Yo también te amo. do e n una sltarn tu uto , y voy co n blancos."» Porque , s i vas
Mentí. Pero me gustaba.. . Era un hombre bueno, la con blanco s, nadie qui ere que vuelvas. Pien san qu e tien es
manera como me respetaba. También sentía respeto por él. una enfermedad. Nadie de tu cultura qu erría qu e regresa -
Nunca me forzó; si yo decía que no, era no. Ni fuda, ni vio - ra s. Podría s hacer la s paces con tu familia , pero no enco n-
lación, nada. Eso era muy bueno. trarías a ningún hombre que quisi era cas a rse co n tigo . Lle-
Un día me dijo: . varías es a mala fama para el re st o de tu vida, y ellos lla-
- Escucha , ¿por qué no vamos a hablar con tu marido, m arían bastardos a tu s hijos. Aunque te cas a ras co n el
y veamos si quiere aceptar algún dinero por divorciarse hombre blanco, y él se hi ci era musulmán, tu s hij os segu i-
de ti? rían siendo bastardos.
- No , ese hombre ... Si en su momento rehusó dinero de Así qu e un día decidí en fre n ta r me co n mi marido. Fui ,
mi familia, ¿cómo quieres que -lo acepte de otra persona? pero mi corazón ... ¡Alá, mi corazón! Es ta vez Ma ryan fue
-¿Cuánto dinero rehusó? - pregu ntó Carla. conmigo, porque le co n té mi plan. Ella dij o:
- No lo sé - respo nd í- , pero mi papá le ofreci ó dine- - ¿Dó nde conseguirás el dinero? - me preguntó-o ¿Vas
ro, y él dijo que no quería dinero. a vender tu cuerpo?
- ¿Hace mucho tiempo? -preguntó Carla. - Tengo un viejo que me ama y quiere cas arse co n m igo,
-Hace mucho tiempo -dije-o Se negó muchas veces. y yo deseo casa rme co n él.
Entonces Carla soltó: As í qu e la's d os fuim os juntas. Me se ntía 'más segura,

194 195
porque ella era grande, alta y llena de salud. Tenía miedo Dijo que no quería que nad ie supiera que él ac eptaba
de que él me agarrara y se quedara conmigo, pero no podía d inero. Estaba hac ien do el papel de u n gran ho m bre qu e
hacer eso con ella. Po r su pues to fu imos por la noch e, cuan- no lo necesitaba. Exigió q ue noso tro s no se lo dij éra m os a
do nadie podía vernos. nadi e - q uerí a hacerl o tra nquil a m ente , en s ilencio-. É l
Su cara pareci ó decir: «¿Qué es tá haciendo ella aqu í?» traerí a sus testigos y noso t ro s deberíamos llevarle el di ne -
Nos ofreció un asien to y a lgo de beber. ro a su casa el vie r nes po r la noch e.
- Desde qu e usted fu e al juez -empezó a habl a r Ma- Maryan me trajo las bue nas nu eva s.
ryan- , ella no es tá en casa y nadi e sa be dónde pa ra. Se pasa - Es tu pen d o - d ije, llen a de a leg ría-. Iré a busca r el
todo el tiem po en la calle , y ha ec hado a perd er su reputa- dinero a ho ra.
ción ... (Estaba tratando de decir que yo m e había vuelto Pero ella rn e pidió qu e la dejara veni r co nm igo .
muy m al a, así que él deb ía di vorcia rse de m í.) Y va a segui r -Quiero ver a ese bl an co del que tanto hablas, y ver si
en la calle mi entras ust ed es dos sigan casados. Así qu e, es cierto o no , y sa ber qué quiere de ti. •
¿por qu é no le hace ust ed un favo r y acepta el din ero que Lo que ella b uscaba era asegura rse de que yo no ten ía
usted pida, incluso má s de lo que pagó, y se divorcia de probl emas... vendiendo mi cuerpo a más de un hombre.
ella? Es muy joven, só lo tie ne catorce años, y ya es tá en la Yo sa bía dó nd e es ta ba la tienda de Ca rla. So lía ir allí
ca lle. Usted tiene una hij a ... , ¿quiere qu e su hija sea co mo cua ndo me e ncon traba en el ce n tro de la ciudad sólo pa ra
ella? verle. Fu i a la tienda , a lgo te m ero sa por el hecho de decir-
Lloró y lloró, y yo lloré ta mbién. le qu e Ma ryan quería verle . Pero él se di o cuenta: cada vez
- Por favor, tío, por favor - su pliq ué entre so llozos-o que ten ía un prob lema e iba a él, lo descub ría , po rqu e yo
Déjarne, divórciate y coge tu dinero. D éjarne tranquila . No siempre bajaba la cabeza y no hab laba adecuadamente. Así
q uiero ser una bruja , no quiero ten er m al a fa ma. Deseo vo l- que puse la expresión tr is te qu e solía poner.
ver a mi casa y qu ed arme co n mi fam ilia . Po r favor, qu ie- . -¿Qué pasa , cariño, q ué oc urre?
ro casa r me co n qu ien yo qui era. Convinim os en enc o n trar nos en su casa. Cuando llegu é ,
Rezaba a Alá para que él dijera qu e sí. la pu erta es ta ba ab ierta, Entré deprisa , co n el ros tro cu bie r-
- Yo sé muy bien lo qu e tú qui eres se r ; lo que ya eres to para qu e nad ie pudiera verme. Él m e es ta ba espera ndo.
y lo que eras a n tes de co nocer te ... en la calle , co n los Fu imos d irect amente a su habitaci ón y cerramos la pu ert a .
blancos... - Cuén ta m e - d ijo , preocupad o- , ¿q ué sucede? ¿Qué
Pero dijo qu e pen sarí a en ello ; que tendrí a qu e recordar ha p asado? ¿Qu iere tu m arido que vuelvas ? ¿Ha ca m b iado
y anotar todo el dinero qu e había gastado, ca da penique de o pinión?
que había ga stado. - No, no, no - lo tranquili cé- o Mi a m iga quiere ver te
Volví a ca sa de Carla y le dije lo que había pasado. porq ue desea saber de dónde vaya sacar el din ero . Su ho m-
.- Pida lo que pida, se lo daré - m e prometi ó. bre es blanco co mo tú.
y yo dij e: - No hay problema, déjame hablar co n ella .
- Gracias. - Tengo bu en as noticias tambi én - pro seguí, co ntenta- o
Al cabo de di ez dí as, mi m a rido fue a casa de Mary an, ¡Mi m a rido quiere el dinero el viernes !
Dijo que qu ería tres mil chelines en total: mil por cada dal- - ¿Cuá n to ? -pregu n tó Ca rla.
qad ~a da «me divorcio de ti»- , porque, cua ndo uno se - Tres mil.
di vorcia en el Islam, el hombre tiene que decirlo tres veces , -¿Eso es todo? Ya lo tienes , ¡no te preocu pes!
j un to co n el nombre de la m ujer. Y yo tendría que renun- ¡Rahima, era tan feliz ! Cuan do lla m a mos a la puer ta de
ci a r a mi derecho a mi mahr (regalo que te hacen cua d o Maryan, nos a brió ella misma. Su ho m bre itali ano es taba
te casa s) . Lo que ac eptes te lo darán cua ndo te divorcies. allí, y resu ltó que co nocía a Carla... Eran viejos a migos .
Podrí a ser un Corán, podrí a ser un camello , podría se r Prep a ram os la ce na y bebidas para los hombres. Yo tomé
dinero. té aq ue lla noche e hi ce el papel de ni ña buen a . Cerra mos

197
~ I ~ I j I ~
las puertas pa ra que nadi e pudiera vernos. Hablam os y Rahirna , cuando sa lí de s u casa iba sa ltando de aleg ría
habl amos. y grita n do «Lululu lu lu lu». Ma ryan y yo sa ltá bamos y nos
- Gracias por ay udar a Amán - d ijo Carlo- . Realmen- a brazábamos, y corríamos y lu ego nos volvía mos a abrazar.
te la qui ero ... • ¡Est aba libré! ¡Lib re! ¡Libre al fin!
Le co nfesó a Maryan qu e m e a m aba mu ch o , y q ue de- y dej é de se r na shuush a .
seaba casarse co n migo y llevarme a Europa. Pa sé la noche en cas a de Mary an. Habl am os y habl am os
- ¡Pero es dema siado jo ven! - excla mó ella. y ha blam os. Teníamos aún m il che lines, en to nces ella dijo
- Lo sé - re puso ento nces él-. Espera ré lo q ue haga que, como Carla n o qu erí a qu e se los devolviéram os, ¿por
falta. qué no íbamos a casa a ce lebrarlo? Pero primero nos det en -
Llegó el viernes ; Ma ryan y yo recogimos el dinero y fu i- d rí amos en su tienda y le da ríam os la bu en a noti cia. É l se
mos a cas a de mi m arido. s intió muy feli z. Fuimos de tiendas y co m pra mos ropa para
- Es ta m os todos preparados - fue su sa ludo -. Acabe- nu est ras famili a s: su mamá , sus hermanas , mi m amá ...
mos co n ello . para todo el mundo. Compramos una bolsa de az úc a r y un
M aryan sospechaba de él, se dij o: «És tos so n dos de sus m ontón de pasta y de puré de tomate y much o café y
a m igos. Podría coger el dinero y lu ego decir qu e no ha mu chas es pecias... Compramos todo lo qu e nu estras fami -
pasado nada .» lias necesitaban. Ella me co m pró un os pendi entes de o ro
- Necesita m os o tro testigo - exigió . - del tipo qu e llevan las mu chachas jóvenes- muy herm o-
Nosotros no ten em os qu e div orciarnos delante de un sos. Me co m pró dos vestidos ... muy caros y bonitos, y c ha -
juez. Tu marido pu ed e div orcia rse de ti allí donde es tés ... les, za pa tos y ropa interior; Y lu ego fuim os a casa de m i
'j Puede in clu so d ivorciarse en la calle ! Sencillamen te cas ta- ma má .
ñctca los ded os y di ce: «[Vc tc l Está s div orciada. » Tod o lo Todos quedaron sorpre nd idos al verme. ¡En plen o d ía , y
qu e necesita so n testi gos. co n tantos regalos y tanta co m ida !
- Neces ito un terce r testi go - pid ió Maryan-. ¿Pue de - ¿Dó nde has co nsegu ido todo es to? - me pregunt ó mi
us ted llam ar a su vigila nte? m am á-o ¡No qui ero nad a qu e haya s o bte n ido ve nd iendo tu
Porque, al m en os, sa bía mos qu e era de nu estra tribu . cucrpo ...!
Cua ndo hubo hech o veni r a l vigila nte, mi m arido dijo: ¡Como s i yo fu era re a lme n te una sharm u u to s
- Antes de di vorci arme de ti, ¿dónde es tá el dinero ? - Po r favor, no habl e as í - d ijo Ma ryan-. No deje qu e
Mi prim a le di o exac ta men te lo qu e él había pedido : tres los veci nos la oigan. No es verdad lo qu e usted es tá di cien -
mil chelines, mil por cada dalqad. Ella fue co nta ndo los do. Yo he co m p rado todo es to . [C állese . y escuc he lo qu e s u
tres mil che lines , tod os en bill et es de cien, mi entras los me- hija tien e qu e decirle !
tía en la man o del vigila n te, y el vigila n te los contó mi en- Yo no podía hablar. No hací a m ás qu e llorar y a braza-
tra s los iba dejando en la mano de mi marid o . Cu ando tuv o ba a mi mamá. Fuimos tod os a la cas a , y ce rrarnos la pu er-
el dinero, mi marido pronunci ó mi nombre y d ijo qu e se ta . Ma ryan le dijo que m e había di vorciado la noch e a nte-
di vorci aba de mí en los tres dalqads, y yp. no se podía vol- rior. Mi hermana y mi m amá e m pezaro n a ca n ta r «Lu lu lu-
ver a trás. lulululu » para que los veci nos pudieran o írlo.
Me di o los tres dalqads . Si me hubiese dedo só lo d os, - ¡Mi hija se ha div orciado! - co m enzó a gritar mi
cab ía la posibilidad de qu e dij era que a ú n es taba casada. mamá-o ¡Mi hija se ha di vorciado! ¡Mi hij a se ha div o r-
Pero me di o los tres dalqads, delante de tres testigo s y de ciado!
Ma ryan, ¡y yo es ta ba libre!
En to nces dij o qu e iría a l juez a decirle qu e se había di -
vorciado de mí, para qu e el juez borrara lo qu e había pues-
to en el libro so bre mí. Nos es trec ham os la mano , él m e
dij o ad iós y bu ena sue r te ; y yo , lo mi smo .

198 199
me llevó a casa d e M a ry an. És ta dij o que ten ía q ue resol-
ver u n asun to, y qu e podíamos ir todos j u n tos.
- Cla ro - d ij o Carlo- . Vamos .
Por la noche pued es ir e n coc he co n q u ie n qui eras , P OI "-
qu e nadie puede verte, as í qu e fu imos to dos juntos . (E n
aquell os tiempos , incluso e n la gran c iudad , cua ndo ibas e n
coche co n bl ancos , tenía s qu e cu b r irte con e l c ha l hast a q ue
n o hab ía n adi e mirand o, o hasta qu e es ta bas fu e ra de la
CAPíT ULO 19 ciu dad donde vivías, y en tonces te quit abas el cha l, ¡y res-
pirabasl) Yo no llevaba c h a l, as í qu e m e le vanté e l ves tido
y m e cub rí la ca b eza co n él, p orque llevaba tambi én un a
Yo era feli z de ver có mo mi mamá lo c ele bra ba. Le g ran enag ua .
había dado mu chos s us tos porque yo era una mu chacha Nos detuvimo s del ante de un a casa muy bonita , e n e l
sola po r ahí, en la s calles . Mam á invitó a los vec i nos y se b a rrio d o nde viven todos los có ns u les y em bajadores ... un a
lo co n tó . Tomamos un poco d e halwa (el dulce qu e co mes zo na de ge n te bl anca, ri ca, ce rca d el ce n t ro de la c iudad .
cu a n do invitas a la ge n te ), y ga lle ta s. Lu ego fuimos a ver a La casa er a completamente nu eva y blanca. Había un hom -
mi tía y a s u hij a , a llevarl es un regal o y con ta rles la s nove- bre vigila ndo la casa, y M a ryan baj ó y habl ó co n é l. Ent on-
dades. Mi mam á y mi hermana vini eron co n nosotras . Mi ces el hombre abri ó la puerta para d ej arnos e nt rar; Ro-
mamá pregu n tó d ó nd e ha bía m os co nsegu ido el dinero pa ra deando la casa había un he rm oso j a rd ín, con bancos de pie-
pa gar a mi m arido , y Ma rya n le d ijo q ue lo ha b ía pagado dra, y yo rile dije: «[M e gus taría que fuera mi casa! » Ma -
ella ... S u novi o se lo había dado . ry a n a brió la puerta con una lla ve .
Nos quedam os e n Mango Villa ge dos noches , y lu e go - ¿Có m o es que tienes una lla ve ? - le p regunt é, co n bas-
vol vimos a casa a la g ra n c iu d a d . Sabía qu e n o p odía qu e - tante cu riosid a d.
d a rm e e n el pu eblo d espués d e lo qu e había pasado. - Po rq ue es la casa de mi ami go - d ijo e lla.
Qui zá una ve z al m es, había estado llevando dinero a Yo pen sé qu e se trataba d e la casa d e s u hombre blan -
mam á, cada vez qu e Carla m e regalaba ci en chelines, yo co . Miramos a nuestro alred edor.
le daba cin cu enta a ella. Cuand o c o m p raba un vestido - ¿Qué tal te parece todo es to? - m e preguntó.
para mí, compraba uno para mamá. Sabía lo que mi fami- Todo - la easa , la pintura, los muebles- o lía a nu evo .
lia necesitaba, y yo se lo daba. Carla m e llevaba e n co che, El cu a r to de es ta r era hermoso . Me dij e: «Alá , a do ro es to.
y a p a rca ba fuera , a casi do s kil óm etros de di stancia, y yo Algún día dame una casa co m o és ta .»
hacía corriendo el resto del camino. Sólo iba de noche, - Pu edes dormir aquí esta n oche - m e dijo Maryan a l
c ua n d o todo el mundo estaba dormid o . Si é l n o podía lle- tiempo qu e m e tendía la s llaves-o Es tu casa. És ta es tu
varm e e n coche , les daba lo s re galos a un primo, a un casa.
ami go o a un c hó fer... a cualquiera que fuera a M an go - Po r fa vor, no te burles ...
VilIage. ' . ~ - S í, ca riño , es verd ad - in tervino Cad o e n to nces- o Es
Siempre e ra bi en recibida; mi mamá m e hubiera a co gi- tu casa. La alquil é para ti.
do e n cualq u ier m omento. Ella seguía queriéndome. Pero Yo p egu é un salt o y lo mir-é.
yo no deseaba avergonzarla. Así que, después de la cel e- - Tod o lo que hay aquí es tu yo . La casa es tu ya . Tien es
b ra ci ón de mi di vorcio, volvimos a Mogadiscio. Pasé la una d oncella que vendrá por la m a ñana y ha rá todo lo qu e
noche con mi viejo. Nos quedamos en casa e hi cimos el le p id a s . Todo lo que tienes qu e ha cer es do rmir; e ir a r ri-
amor. Volví a vivir una buena época, pero era ... No sé, sen- ba y abajo . El vigil ante es ta rá aquí a la s seis de la ta rd e , y
tía que m e faltaba a lgo. se m a rcha rá a la sei s d e la m añana. La muchacha vie ne a
Poco tiempo d espués de volver a la gran ci u d a d , Carla las s ie te de la m añana y se marcha cuando tú la dejes ir,

200 20\
1 I ' J .I i
Había co mi da por todas partes, y m e habían co m pra do que ob ten ía de Cado m e lo gas ta ba , pero s iem pre co mpra-
toall as, ves tidos , sábanas , jabón ... todo es ta ba allí. [Parte de ba a lgo para mi fam ilia y lo llevaba a casa. Mam á pudo
las cos as no sa b ía s iq u iera có m o se usaban! Todo estaba incluso dedi carse de nuevo a sus negocios: com pra r y ven-
allí, y era muy hermoso. der pan . A veces yo le co n ta ba qu e es ta ba trabaj ando para
Él quería que los dos pasáramos la noche allí, pero yo una familia ... Era una mentira, pero íbamos ha ci endo las
no podía decirle qu e s í delante de Maryan, de mod o qu e le paces, poco a poc o, mamá y yo .
co n tes té qu e no. Llevamos a Ma ryan a casa, y yo m e se n- Me gus ta ba estar co n los ch icos jóven es... A fin de cuen-
tía ta n feli z... No dejaba de besarle. ta s, yo no era má s q ue una adolesce n te, y no ten ía m uch o
- Volvamos a la cas a nueva ... a tu cas a - d ijo él-. Yo en co m ú n co n Carla. Cada noche hab ía una fiesta. Algunos
suje ta ba la llave co n fuerza, como si no quisiera perderla . de los chicos de la ciudad tenían coch e , y a todo ,el mund o
- No , no quiero ir a la casa nu eva. -Tenía miedo por- le gusta ba ir en automóvil. Así que mu chos de nosotros nos
qu e era mu y gra nde, y sabía que él se marcharía a la maña- apretujábamos en uno de ellos, sentá ndo nos un os enc ima
na s igu iente, y yo m e quedaría so la . Así qu e le' dij e-: No , de otros , y . fumábamos , bebíamos y cantábam os. Todo lo
no , no , vamos a dar una vue lta en coche, y lu ego a tu casa; qu e qu eríam os era h acer un a bonita exc u rsió n, y ca nta l'.
en o tr a ocasión dormiremos en la mía. Alguno decí a: «Vamos a llá », y todos los coc hes arra nca ba n
- Bie n, de ac uerdo - res po nd ió él. e iban al mi smo lugar.
Era un hombre realme nte enc a n ta do r. E n una oca sión estaba so la, vo lvía a casa del cine, a las
A la mañana sigu ien te fui a bu scar a al gunas de mi s di ez de la noche m ás o m en os. A es a hora no es fácil enco n-
a m igas. Bu scaba a cualqu ier am iga . No me im portaba tra r un taxi; ' a veces tien es qu e a ndar un troci to a n tes de
quién fuera; sólo quería com partir mi fe licidad~ Las llevé en que pase a lgu no . Era una calle la rga y recta, y en medio de
taxi a mi casa. ¡No podían creer qu e yo tu viera una casa! ella había un a acera co n plantas a ca da lado. Grandes faro-
Ni siq uie ra fui ca paz de abrir la puerta: una de mi s a migas las brillaban a a m bos lados de la ca lle. No me importaba
tu vo qu e hacerlo por mí. La casa tenía el olor de los mue- ca m inar... Había es ta do ca m ina ndo tod a mi vida. Un Volk s-
bles nu evo s. El refri gerador estaba lleno de bebidas y los wagen negro venía lentamente detrás de m í. El co nd uc to r'
armario~ a rebosar de comida. Había flores también. [Estu- me dijo qu e su biera.
pendo! El había puesto la bebida que me gu staba - cham - - ¡Vete al diablo!
pán- en el refrigerador, abrimos una botella y bebimos. - Por fav or - d ijo él-. Te llevaré a ce na r, ¡Te daré tod o
Alreded or de las nu eve y m edia, sonó un go lpeci to en la lo qu e qui eras!
pu erta. Era Carla . No ten ía llave... No sa b ía si guardaría Lo miré, y vi qu e era un viejo.
al guna, pero lo dudaba. Le presenté a mi s amigas, y a ellas -:-iVe te a l diabl o, viejo! ¡Anda co n tu mujer!
les dije qu e era mi novio. Dos de mi s amigas se rieron por- E l s igu ió in si stiendo mi entras co n tin ua ba anclando.
qu e aún no le conocían. A las otras dos las había llevado Esto pasaba delante del Parlamento, delante de los gra ndes
yo a su casa . Nos se nta mos y lo cel ebramos juntos . hoteles. Cuando me acerqué a la parada de ta xis, vi qu e no
No volvería a es tar sin hogar, porque podía quedarme en había ninguno. Esperé un os diez minutos. E nto nces el
mi cas a, dormir hasta tan tarde como quisiera, ir a donde mi smo Volkswagen apareció de nu evo , un hombre salió de
m e apet eciera. Antes siem p re es ta ba en la calle porque no él, y el coche se al ejó. El hombre vino direct amente hacia
tenía más remed io . Aho ra podía sa lir y enco n trar m e con las m í, y cuando lo tuve cerca me di cue n ta de qu e era un poli -
a m igas y traerlas a mi ca sa. Finalmente do s verdaderas cía. Pensé que iba a hablar co n m igo , pero en vez de eso me
a m igas se mudaron a mi cas a , porque también andaban abofet eó, cu a tro o cin co veces , en la cara . Me se n tí marea -
calleje a ndo, y nos qued amos juntas. Mi casa se co nvir tió en da y ca í al sue lo. Y empez ó a go lpea r me co n las botas. Lo
la cas a de las muchachas. La s chicas fug adas sa b ía n qu e siguiente que su pe fue qu e hab ía ge nte a llí, sujetándo le. Yo
podían quedarse co nm igo. seguía en el sue lo . Dos hombres le de cí an: «¿Po r qu é? ¿Por
Nadie de mi famili a sabía nada de mi viejo europeo ; lo qu é? » Un muchach o, de unos quince a ños, me ay udó a

202 I
203
levantarme, di ci endo "He rmana , ¿estás bien ?». Sacudí la hombres bl ancos. La p oli cía no qu ed a que no s volviéra mos
ca beza, y la vista se me aclaró un poco . Entonces miré para europeas. Incluso si veían a una chica somalí e n pantal o-
ver quién me había hecho aquello. Lo sujet aban y le supli- nes co rtos, la detenían. Deb es de ser m ala s i lleva s ropas
ca ba n . No podían lu char co n él porque era un policía. Pero europeas. Pero aquella noche en la co m isaría , m e pregun-
la policía debe proteger a la gente, no golpe a rla. Todo el taba: «¿Có mo pu ede s uceder es to?» Estaba demasiado
mundo es ta ba so r pre nd ido. Pensaban qu e yo debía de se r furi osa para rezar. Me so lta ro n por la m a ñana. Nu nca volví
su mu jer o su hija. Él dijo que no, qu e tenía qu e ar restar- a pascar mu ch o so la d espués de aqu ello . ,1
m e porque yo era una sharm u u to ya qu e llevaba falda
co r ta: era mala para la ciudad , una vergüen za para la ci u-
dad, de modo qu e él tenía que sac a r me de las calles. Yo lle-
vaba un vestido co r to co n un cha l, pero, a unq ue hubiera
sido una prostituta, él no tenía ningún derecho a abo fe-
tcarrn e y a darme puntapiés. Yo sa b ía que el viejo del Volks-
wagen negro le había hecho venir, y que el viejo debía de
se r un hombre importante.
El policía me co gió de la mano y me a rras tró hasta la
comisaría de poli cía s in so lta rme. La com isaría no es ta ba
lejos. El comisario jefe era un pariente de mi padre, pero
ya no es ta ba en ese m omento . Se hab ía ido a casa. Lo pri-
mero qu e qu isiero n hacer fue tom a rme las hu ella s dactil a-
res. Yo había oído decir qu e si te tom an las huellas dacti -
lares, eres un crim ina l. Así qu e m e negu é, y empezaron a
go lpearme en los nudillos para o bligar me a que abriera las
m an os para qu e pudieran tomarm e las hu ellas, Mientras lo
ha cían, llegó el viejo de! Volkswagen negro y les d ijo que
m e m eti eran en una celda hasta el día siguiente .
La ce lda era muy oscu ra ... No había luz, y olía como si
es tuviera llena de orin es. Hacía frío, y no había nada en
ella , nada. Durante toda la noche estuve poniéndome de
pie, sentándome, poniéndome de pie, sentándome. No
podía ec har m e . Rahima, yo es taba muy asustada, pensan-
do enIo que pasaría. Ignoraba si mi famili ase enteraría.
No sab ía si vendrían y me llevarían a la cárcel grande.
Según se decía, e! nuevo Presidente era un fanáti co, y había
orde nad o a la policía que cog iera a las chicas malas . Ahora,
si mi ro hacia atrás en el recuerdo, puedo ver por qué pen-
saba que con eso ayudaría a l país. Los jóvenes que necesi-
taban dinero hacían cualquier co sa. y los blancos que los
reco gían eran una mala influencia. Obligaban a los niños a
ha cer marranadas: sexo oral y otras co sas malas. Yo nunca
hacía eso. Imagino que querían protegernos, pero sólo
arrestaban a chicas somalíes, y a vec es a muchachos ...
Jamás a chicas de la calle blancas y, por su puesto, nunca a

204 205
verme ta rde. Durante el dí a pensaba en él. Em peza mos a
vernos ca d a noche. Cuando m e pregunt ó dónde había co n-
seguido todo aquel dinero, le conté que mi padre era muy
ric o y qu e no éramos d e la gra n ci ud ad . Yo acaba ba de vol-
ver de Egipto, le dij e; y mi hermano, que era cap itá n de la
policía, m e pagaba la casa y la comida para que yo fuera a
la esc uela, pues iba a co nsegu ir un e m pleo muy p ronto, con
el Gobi erno , y bla, bla, bla . Yo no tenía la instru cción nece-
CAPÍT ULO 20 sar ia para trabajar, pero s i la hubiese tenido, me habr ía
gus tado trabajar para el Gobierno. La s mentiras qu e le
co n té er a n la vida que d eseaba vivir'.
Poca s no ches d espués d e la pa sada en la comisada, fui Yo no me m o vía de casa durante el d ía , ':f po r la noch e
al cine co n un grupo de amigos, y co no cí a Rob erto, Era un sa lía co n él. A veces no íbamos a ninguna pa r te, nos qu e-
po co mayor que yo ... Tendría entre diecinueve y veintidós dábamos e n cas a y hacíamos el amor: És a fue la prim era
a ños. Yo le veía bi en , pero él no podía verme a m í, porque vez qu e pensé: «Vaya hacer' el a mor, hacer el a mor de un a
llevaba el ro st ro cu bier to ... toda yo es ta ba cu bier ta ... co n un m anera qu e... » Era algo qu e nun ca hab ía se n tido co n nadi e
ves tido largo y un gra n c ha l. Él sin tió mucha c ur ios idad por m ás. Simplemente hace r el a mor, el a mor; el a mo r; el a mor,
ve rme la cara . Era medi o ital iano , med io so m alí. Acababa Sól o qu ería que m e abrazara.
de llegar d e It ali a. Ten ía la piel ni demasi ado blanca ni Se lo dije a todas mi s a m igas :
demas iado oscura; era un hombre guapo. Pedí a mi amiga -Lo amo.
que le dij era e n so rnalí, qu e él no hablaba muy bien, que s i - ¡Pe nsábam os que amaba s a An to ny!
quería verme la cara , tendría qu c venir a mi casa . Yo no había olvidado a Ant ony, pero se n tía por Robe rt o
- ¡De acu erdo! -excla mó él de inmediato-. ¡De acue rdo ! lo qu e había sentido por Ant on y. Los am aba , a los dos . Yo
Tomamos un taxi hasta mi casa. E ra un ba rri o bonito , cre ía que uno podía amar a m ás de una persona e n la vida,
tranquil o , de clase m edia... Los niños no te tiraban piedras, que Alá nos daba un gra n co razón para a ma r a tantas pe r-
porque era un barrio de blancos, y, ad emás, era de noche. so nas co mo d eseáramos.
Me cambié de vestido, y me pu se unos pantalones cortos... Sí, lo amaba . Si empre es tá ba mos brom eando , e m pujá n-
Nunca llevaba pantal ones c ua ndo salía a la calle; só lo las d on os, acar-ici ándonos... Le gus ta ba mu ch o j ugar'. Una vez
c hicas blancas podían ha cerl o . Pe ro e n cas a podías ir co mo le llamé «[ Bas ta r do ! [Basta rdo !», exac ta me n te as í. ' Veía qu e
te apet eciera. Yo estaba aprendiendo a bailar, y tenía boni- tod os los italianos se llamaban bastardo e n tre s í, y pen saba
ta música. Así qu e puse un poco de música, mi entras mi s que era algo cor rien te. No sa bía lo qu e s ignifica ba, pero él,
amiga s y yo mirábamos para ver si él y sus ami go s ve nía n. sí. Se en fadó tanto que me a bofeteó, y mi s labi os sa n-
Cu ando por fin llegaron , mi corazón ... ¡ah! Les o frecimos graron.
algo d e beber, fumam os ... Ten ía al gunos puros; un a m igo Cu ando es ta ba co n Robe rt o e m pecé a co noce r' a un a
m e los había co m p rado. Había puros sob re la mesa. nueva clase de personas ... d e clase alta. Yo había pa sado
Les gus tó la cas a, y preguntaron de qui én era . Mis ami - por la clase baj a y media . Recordaba có mo hab ía em peza-
gas dijeron que era mía. Ellos dijeron en to nces: «¿Có mo ha do en Mogadiscio, durmiendo en la calle, s iempre s uc ia y
consegu ido ella una casa as í?» Pusimos algunos di scos de asustada y desesp erada. Lenta, muy lentamente, mi vida
Jam es Brown y bailamos. Cuando se fu eron, Roberto pre- había mejorado. Cuando co nocí a Carla dejé de ir co n cual-
gu n tó s i podía volver a verme, y yo le dije qu e sí. quier hombre por dinero. Tenía una casa bonita . Y a un
Roberto tr abaj aba co n s u padre en un tall er; arr eglando joven q ue me a maba. Y, juntos, conocimos a tod os los ho m -
coches, e iba a la escuela durante el día. Nunca terminaba
a n tes d e las diez o la s once de la noche; siem p re venía a 1. Sic en el o rig ina l. (N. del l.)

206 207
bres im portantes d e Mogadisci o. Asi stimos a sus hermos;:~s , escu pió en el rostro; lu ego m e llam ó putana, y les dijo a los
fiestas en gr a ndes villas, d onde tenían tod a clase d e beb i- dem ás que aq uélla era su casa y qu e podían m a rcharse.
das, tod a clase d e música , donde la multitud es ta ba mez- Robe rto m e m iró... No pod ía dar créd ito a sus oídos.
clada co n elegan tes mujeres so ma líes e impo rt antes hom ~ - Ma rc haos - d ijo a sus a m igos , que saliero n d e inm c-
bres del Gobi erno co n vidas inter esantes. Entonces se n tt di ato, a l mi smo tiempo qu e él.
que hab ía llegado a la c u m bre. . Yo CO¡Tí tr as él. Todavía e nvuelta e n la sába na salté a la
Roberto em pezó a a ba ndonar el trabajo para es ta r co n- m otoci clet a detrás d e él y le s u pliqué y le s upliqué que m e
mi go durante el d ía . Por la noche, yo a paga? a tod as l,as l~ces , dejara aco mpañarle. Pe ro él no dejaba de m ald eci nn e, esta-
y cua ndo me preguntó por qu é , le conte~te que , tem~ mi edo ba muy furi oso. Al p rincipio íba mos despacio, y -él me
d e mi hermano; pero, e n realidad, de quien tema mi edo era habl ab a :
d el viejo. Le pedí que a pa rcara su m otocicl et a e n algú n o tro -¿ Por qu é hi ci ste eso? Ni siqu iera m e habría diri gido a
lugar: , ti s i hub iese sab ido que es ta bas haci endo es to . Pensaba que
Una noche Carla dij o qu e vendría a casa, pero yo tema er as hon esta.
hechos planes para ir a un a fies ta co n Roberto . Ant es de Me llamó sharm u uto, Y en to nces un coche se nos acer-
que vinie ra, les dij e a mi s amigas qu e m e taparan co n d os có por d et rás, como si el co nd uctor tratara de embestimos;
o tres mantas para ca le n ta rme el cuerpo, d e m odo qu e mi ré hacia a trás y vi que era un coche bla nco ... ¡el coche
pareciera que tenía fie b re cuando Carla me tocara . Me d e Carl a! De modo que Robert o acele ró y e m pezó a hace¡"
pusi eron baj o un m ontón de sá ba nas y m antas, y yo es ta- zigs-zags: lu ego nos m etimos por ca llej ue las es trechas e n
ba realmente calie nte cua ndo él llegó . la s q ue los coc hes no podían en trar, y d esa pa recim os.
- Lo s ien to - d ije-, es toy enferma, me vaya la cama, Me llevó a la pl a ya , d o nde no había nadie a n uest r o a lre -
no pued o hacerte co m pa ñía. Nos vere mos m añana po r la d edor. Yo le su plicaba y trataba de que m e a brazara y me
no ch e, ¿Te importa m archarte? besara , pero él no paraba d e apartarm e. E m pezó a ab ole-
É l me besó y m e dij o: tea rm e , a u nq ue no co m o había hecho a n tes , no de una
- ¿Quie res que avise a l médico ? .,' m anera s im ula da. Era a lgo rea l.
- No . Tomaré algú n m edicamento , y m e sc n tirc m ejor, - Ese viejo me matará - d ijo. E stuve e n s u casa y fui
Pu ed es irte a casa. co n su muje r durante m ás d e un m es. ¿Po r qu é me m en-
Rahim a, se m archó ... Pero mientras m e a rregla ba p ara tiste? ¿Por qué?
salí¡" co n Roberto , volvió . Yo no es ta ba en la ca m a. sino Me dij o qu e habíamos acabado. Pero yo seguí inte ntán-
arregl ánd o me , cua ndo él llamó a la puerta. dol o:
- ¿Qu ié n es? - pregu n tó mi ami ga . , - ¡No es verdad ! No es mi hombre .
Yo co r r í a la cama y m e tapé otra vez. Le pregunte po r - Ya vuelves a mentir -gr itó él- o ¿Ves? Es tu hombre.
qué había vu elt o. .. No m e di ga s más em bus tes.
- Te he traído una s aspiri nas - me dIJO Carla. Cuando eres joven piensas que puedes co nve ncer a todo
Mientras le es ta b a dando las gracias , Roberto y dos ami - el mundo, te c rees muy inteli gente. Yo pensaba que las
gos llamaron a la puerta. Roberto e n tró directamente e n el m entiras eran el mejor cam ino . Pero él no quería escu-
dormi torio y m e di o un a brazo y un b eso. , _ c har las.
- ¿Qué es tás haciendo e n la ca m a ? -pr~g u n to ex tra na: - No . Hemos terminado. Lamen to haberte conocido.
do- oSabías qu e venía y que teníamo s que Irn os. ¿Por que E staba furi oso, muy furioso, y yo trataba de calmarlo y
no es tás prepa¡"ad a a ú n ? , d e besarle , pe ro él m e apartaba de un em p ujón y m e a bo-
Lo dij o en itali ano que , po r su p uesto , Carla com p re ndJa. feteaba . Mi s m ejilla s es ta ban dol oridas ... y sen tía como si
Yo qu ería que el viejo se m archara a n tes de que Roberto se tuviese fiebre cua n d o me a bofeteaba , Los ojos m e llor aban,
di era cue nta d e quién era . Pero. Carla se había puest? como y me m oqueaba la na riz. Fue una noche muy triste.
loco - ha bía vist o a l joven besarme-o Se levanto y m e Me p reguntó d ónde quería yo que me dejara, porque él

208 209
estaba dispuesto a irse a su casa. Y~ sabí~ que no podía vol-
ver a la mía, así que le pedí que me llevara a casa de Ma-
ryan. No me dijo ni adiós. Se mostró fria , muy Erío. Yo no
podía hacer nada. . .. . : . . . ,
Al día siguiente , Maryan y yo fuimos al taller de su papa
en un taxi. Ella entró y le dijo que yo esperaba fuera, que
quería hablarle. Roberto se me acerc ó y me dijo que baja-
r a del taxi... quería decirme algo . i

- Nu nca más se te ocurra acercarte a mí - sus u rró-, o I


i CAPÍTULO 21
a mi casa, o a mi taller. Nunca más. Sería capaz de matar- ¡
te. Jamás vengas a verme, ni me envíes a nadie. Si quiero,
ya sé dónde encontrarte. Así que d éjame tranquilo, ¡y vete
Yo seguía Con las chicas rebeldes ... mu chachas so ma líes
de cla se alta, l~s qu e no buscaban otra Cosa que div ertirse.
ahora mi smo!
Rahima, quisi e ra no haber nacido. Me sentímuy peque-
Ellas no ne cesItaban sufrir para co nsegu ir din er-o po rqu e
ña. Mi corazón se había pa rtido en dos. Fuimos a casa de
sus _pa d res l? tenían. El padre d e una de las ch icas era
Maryan, y las lágrimas corría n por mi cara . Ella m e soste-
nía y m e a b raza ba. .
dU,en~ de vanas salas de cinc, un o de los homb¡"cs somalíes
mas r.I~Os d e Mogadiscio . ¿Pe ro sa bes qu é le s uced ió? Tod os
- ¡Am á n , sé fuerte! - me decía para consol arme. ,
sus hIJos se volvie ro n mal os. Todas sus he rm osas hij as se
Fui a l cuarto de ba ño y m e la vé la cara co n ag ua fr ía,
~Ieron con hombres blancos . No quería n salir con soma-
hes. ,Pens~~an q ue si se casaban con un hombre blanco,
fría. /.
Al dí a s igu ie n te vino Carla. Yo o d ia ba al viejo por~~ e era I
I podn an VIVIr tal. co mo vivían los a m igos e uropeos de sus
el que había hecho que perdiera al que a maba . Le dIJ,e que I
padres. Esas chicas era n in struidas, habían terminado la
no le a m a ba , que no quería vol ver a verlo nunca mas. Le
segunda enseñanza, les hab ían dad o toda la libertad d el
gri té que podía guarda rse todo lo que m e había dado, y que
~~ndo, pero llevaban la vergüenza a su papá . Una d e sus
hijas s.e convir~ió incluso en alcoh óli ca, y muri ó antes d e
yo le había pagado ya, porque él se había estado acostan-
do co nm igo casi de sd e el día qu e le conocí hasta entonces.
cu.mphr ~os v~mte años. Era amiga mía. Ahora, cuando
y ahora yo me marcharía. Pel-O él siguió viniendo. Empe-
miro ha oia atras e n el r ecuerdo, de todas las familias ricas
zó a traer algunos d e mi s ves tid os, y oro - oro nuevo-e- y
que co nocía , s us hijas, todas, terminaron mal: a lco hólicas
dinero, pero yo no lo cogí. ..
o con hombre~ bla~c?s. Niñas ricas, mimadas, pi enso.
Hice un trato con él, pues yo sabía que me amaba. DIJe
E s todo d emasiado fácil para ellas, así que qu ier'en hacer
que yo iba a tomar mis propias d ecisiones sobre cu ándo verle :
todo. lo que no les está p ermitido. Pero por e n to nces yo
- Vendr ás cuando yo te permita que vengas. Cuando te ': "
admIraba mucho a esas chicas. Me gua rda ba la verdad
diga que te vaya s, te irás. Yo podré tener los amigo s que
so bre, mí misma, y todas aquellas mu chachas sa bía n poco
de nu . .M. uy poco. Yo vi~ía una d oble vida , para mantener-
quiera, hombres o mujeres. ,,,
Si me quería, se mostraría de acuerdo. Acepto. Le dij e
nos a rm mi sma y a rnr mamá. Nadie podía humillarme.
que de acuerdo: volvería con él.
Pero, Rahima, yo esperaba qu e Roberto me perdonara.
Co~o yo era una muchacha d el campo, a q ue llas chicas de
la clUd ad... eran amiga s mías, pero creían qu e sa bía n más
Iba a donde creía que podía estar él. Iba a un cine; si no lo
que. yo . Yo era una persona que aprendía con ra pidez, y vi
encontraba allí, m e marchaba y 'entraba en otro; iba a cua-
tro o cinco cines en una sola noch e. Pero cuando final-
:1 ~Ist ema y la forma como lo usaban. A es tas alturas, lo
u.mco que ellas sa bía n más que yo p roc edía de s u ed uc a-
mente lo vi, iba acompañado de una hermosa mucha cha, c,Ión: sa bía n leer y escribir. En cuanto al mod o co mo ves-
medio europea como él. Al cabo de un tiempo m e enteré
t ía y co m o hablapa... no podrías ver la diferencia en tre
d e que se habían casado.
nosotras. Yo podía cambiar mi dialecto, p ero si hablaba tal
210
211
. "~ O
' :".",'
--~ . :~~~ ..
" ,~ '.

.
:.. .
"',"
'

,
'

."
~
:

como realmen te lo hacía', podías decir de qu é t~ibu era . , - Confon íl e - d ijo él-i-. ¿por qu é no venís todos voso-
Todas las tribus ten ían un acento diferente, aunque tenía- tros a nu estra casa m añan a ?
mos so la mente un a len gua y una reli gión . Hab ían a lqu ilado una bonita villa, co n herm osos m at o-
- Sa béis - d ijo un día una de mi s a m igas-, hay u na rrales de flores a lrede do r de la pu erta . Cua ndo fuim os a llí
orquesta nu eva qu e vien e de Adén, y son muy buenos. a ce na r, había ya unas veinte o treinta personas. Después
Había un so lo club al qu e las muchachas podían en tr ar; de cenar, la orq ues ta tocó pa ra nosotro s, y tod os bail am os.
y, si ibas, tenías qu e and ar co n cu ida do y taparte el ro s- Cad a un o de los mi embros de la orques ta debía de te ner a
tr o . Habíamos oído hablar de ese club; a lgu nas c hicas qu e- tr es o cua tro ch icas a su alrede do r, aun qu e a lgu nas de
daban all í para ir a a lmorza r; pero por la noche iban las aque llas c hicas habían venido co n su novio. Uno de los
prostitutas. Nosotros fuim os en gru po: cinco ch icas y tres mú sicos - el director- era refinad o , pero a mí no me gus-
ch icos . En aquellos tiempos, las muchachas no podían taba aque l tipo . El mí o e ra amist oso, y a bierto a' tod o el
tomar alcohol en un club. Lo que ' hacíamos era que los mund o. Se llamaba Paul. Él y sus a m igos -cra n tod os de
ch icos pedían las bebidas a l ca ma re ro y lu ego se las pasa- Ad én, don de hay so ma l íes, á ra bes e indi os. Él tenía esa
ban a las chicas. Pedían licor fuerte y de cían al ca ma re ro mezcla : árabe e indio. Era ba stante delgad o , de rost ro chu-
qu e lo mezclara con una Coca-Cola o una Fanta, para qu e pado, y era blanco ... No, blanco, blanco, blan co , no; pero sí
nadie lo viera. Yo terminé con un whisky co n Coca-Col a. bast ante blanco. Había , probl em as en Ad én en aque lla
Me lo bebí, y en to nces m e sen tí muy sue lta y dispuesta a época, de mod o qu e mu chos ch icos hab ían venido a So ma -
bailar. lia: ju gadores de 'fú tbo l, m úsi co s, incluso los qu e trabaja-
Cu ando la orques ta hacía una pau sa , la ge n te ib a a ban e n -e l banco . Paul y sus a m igos se se ntían mu y a fortu-
ha bla r con los músicos, a decirles que les gustaba como nadas de tener un contrato para tocar en Somalia.
tocab an. Lu ego, ellos iban a la mesa de otras personas, y Al final de la noch e, nu estro gru po les propuso ir a
se sentaban y hablaban. Uno de los músicos hablaba el cenar en otro momento. Llegó el dí a, y los invit amos a l Jun-
somalí incluso. Sabían mu chas lengu as diferentes. Y se glc Club, el rest aurante donde co mes bajo los ár bo les.
dirigieron hacia nu estra mesa. Iban vestidos de forma muy Nunca hab ían visto un lu gar co mo aqué l, do nde ca da árbo l
bonita, con chaquetas y joyas y perfumes..., un hermoso era como una ca sa, el es pes o Follaj e de las ramas y a tod o
olor. Mientras se acercaban a nosotros , yo trataba de deci- nu estro alreded or, de mod o qu e no pudieran vernos. E l
dir cuál me gus ta ba más. Ele gí al qu e se se ntó a mi lado. cielo es ta ba llen o de es tre llas . Llevam os nu estra propi a
Yo sen tía vergüenza. Pidieron bebidas , y después de beber mú sica para escuchar. La ce na era mu y bu ena: carne de
co n no sotros se fueron a saludar a otras personas. Cuando cabra y arroz. Tenían bebidas también ... bebidas sua ves y
se iba, él me tocó en el hombro y dijo que volvería, que le licor y leche de ca me lla. Comimos, bailam os y habl am os
gua rda ra la bebida. Lo dijo en ingl és, pero entendí lo que baj o las ramas del á rbo l. La a re na era blanca y suave . Eras
qu ería de cir, libre de hacer lo que quisieras.
- Eh, ¿te gus ta? '-:"me preguntó una de mi s amigas . Tarde, a lrede do r de las cinco de la mañ an a, regresamos
- ¡Cálla te ! - excla mé irritada. a Mogadiscio . Paul y yo co nvers a mos un poquito. Él me
En el siguiente descanso, volvió y preguntó si podía bai- habló de Ad én, de cómo era n los árab es y los indios all í, y
lar conmigo. Mucha de mi gente andaba por allí. Él quería de POI" qu é él tenía pa saporte brit áni co : el país había sido
apretarme, y no sotros no hacemos eso en público, así qu e un a colonia . La mayo r parte d e lo qu e decía no lo en tendí.
lo mantuve un poco separado de mí. Entendía muy poquito, muy poquito, de in glés - sólo
Antes de marcharnos preguntó si podía volver a verme. «¿Cóm o te va ?» y «¿Cómo te llamas? »- , no lo bast ante
Le dije' a la amiga con quien yo esta ba que le dij era que sí, , para una gran co nversación. Y en tendí a un .poqu ito de
"
si es que íbamos a reunimos todos otra vez, pero que no árabe. Él probaba las dos len guas, primero una y luego la
quería verle a solas . Yo no entendía mucho el inglés, y su otra. No s comprendíamos. Sabía qu e me gus ta ba, en parte
árabe difería bastante del mío. porque a muchas mujeres les gus ta ba y yo a ú n es ta ba co rn -

212 213
I j I,
pitiendo, tratando de demost rar que es ta ba al niv~l de las La he rma na de tin a a m iga m ía acaba ba de llegar de
demás chicas , y de Roberto. Pero también me gu staba por- Keni a, y tenía muchas cosas para vende r. Era es be lta; una
que era extranjero, nuevo, diferente de los hombres que mujer alta, co n un pecho 'gra nde , pero co n poco es tómago.
conocía en la ciudad. Un d ía, cua ndo se vestía , vi qu e llevaba una de a que llas
y yo le gustaba a él. Antes de irnos del Jungle Club, nos cosas y le pregunté qu é e ra . Y me lo exp licó : s i tenías las
habíamos besado, y habíamos hablado. Le veía de vez en ca de ras gra ndes, te las ha cí a pequeñas; s i tu es tó m ago era
cua nd o en los clubes. Él co n tin uaba pidiéndome qu e salié-
ramos, seguía mandándome a sus amigos a verme. Pero
l grande. lo reducí a ; s i tu trasero te parec ía grande, te lo
hacía pequeño tambi én ; ¡y todo a la vez! Le pregu nt é cuá n-
también salía con ... bueno, tenía una larga lista de chicas . to cos ta ba, y ella dij o qu e iba a regalar me uno. Me gus tó,
y yo estaba tambi én ocu pada . y m e lo puse. [Aho ra los ves tidos m e se n ta ba n bien
Cada día yo tenía cuatro o cinco citas; a vece s, d os ci tas otra vez! '
en una noche. Dejé de salir con somalíes, excepto con algu- Fuimos a un cine aqu ella noche. En mi tad de la pelícu -
nas personas import antes , pero a veces iba a fiestas con la se ntí un terrible dol or, co mo s i a lguien me a rra ncara el
ellos. Una no ch e, Paul y yo nos quedamos bebiendo y bai- es tó mago . No podía respirar. Mi ami ga y s u herman a me
lando y hablando, y pasé toda la noche besándole. Aqu élla so stuvieron por los hombros y m e preguntaron qu é pasa -
fue nuestra noche de amor. Y a partir de en to nces, no s hici- ba. Yo no podía ni hablar. No sab ía si aqu ello había dura-
mos amigos íntimos. Si él salía , tenía qu e ser conmigo. Si do un segu ndo, un minuto o una hora, pero era .m dolor
invitaba a al gui en a o írles tocar, tenía qu e ser yo. Si yo no terrible, y lu ego se había ido. Les dij e que necesitaba ma r-
iba a verle , ven ía él a bu scarm e. charme, se n tía co mo si fu ese a vomita r y tenía el ros tro
Pero, con todo, esto no era lo que yo quería. Algunas " empapado de sudor. Me lleva ro n fuera para l'es p il'a L . Aun-
veces yo de saparecía y volvía co n Carla durante dos o tres qu e el in te rior del cine era a l a ire lib re , hací a dem asiado
días. Otras me iba a casa, a Mango Village. Me sentía can- ca lo r. Respiré y me se n té, lu ego les pedí qu e llam a ran un
sada y co nfusa, porque todo aquello no era lo que yo desea- taxi, y m e fui a casa . Durante un momento se n tía un sudo r
ba, y es ta b a harta de ir a fiestas sin parar. Rahima, me sen- calien te, y a l instante s iguie n te es ta ba hel ada. Pe ro el do lor
tía confusa. Cuando eres joven y lo has visto todo. lo malo había de saparecido.
y lo bueno, y sigues sin ver las co sas claras, es que nec esi- Más tarde , al ca bo de una hora más o m en os, el dolor
tas un hogar. Yo no estaba segura de qué camino tomar ni vo lvió ... y se n tí lo mi smo . Esta vez grité . No era co mo o tro
de qué movimiento realizar. Todo lo que hacía estaba mal, dol or de estómago cua lqu iera ; lo se n tía en la es palda, y
y yo no sabía qu é otra co sa hacer. Lo que yo deseaba era delante, en toda la cintura.
tan sencillo: llevar una vida buena y estar con un hombre En mitad de la noch e me desperté. La ca ma, las sá ba -
al que amara. ¡Pero costaba tanto conseguirlo! nas y la ropa qu e llevaba puesta es ta ba n pegaj osas y húme-
Paul y yo nos veíamos cada vez más y más, y me relajé das. Y parecía como si algo me estuviese apretando, poco
un poco. Me hacía sentirme bien. Estaba siempre a mi alre- a poco. Al principio no su pe que era sa ng re; pen sé sólo qu e
dedor, rodeándome con sus brazos; me había elegido so bre se trataba de sudo r. En aquell os tiempos, nunca co n ta ba el
todas las demás ch icas que le deseaban, yeso hacía que m e tiempo en tre mi s períodos; só lo m e daba cuenta cua ndo
s intiera como una reina..., en la cima del mundo. Aunque venían y cuando terminaban. Pensé qu e podría se r el perío-
yo había tenido a muchos hombres, no había re cibido do, pero nunca había se nti do un dolor as í. Cu and o ence n-
mucho respeto; él, en cambio, me retiraba la silla... era dí la lu z para ir al cu arto de baño y miré lo qu e hab ía moja -
un caballero. Eso resultaba muy, muy agradable, y me gus- do mi camisón, observé que era sang re . Pero esta vez era
taba. mucha sangre. Fu i a hac er pipí, y vi qu e había much a sa n-
Yo solía llevar ropas ajustadas: pantalones, faldas cortas gre en tre mis piernas . Cuando co ntem p lé la cama, parecía
y vestidos. Pero empecé a ganar peso, y la ropa me apreta- como s i acabaran de matar a un animal allí. Me dij e: «No
ba demasiado. Siempre sentía frío . creo qu e una persona pu ed a perder tanta sa ngre. »

214 2 15
.. 't.- . , r ,~:' ' :.' '.1':'" "
.
Desp erté a mi amiga y a su hermana, y ellas dijeron qu e ~stuvieseari·a nca n do el ce re bro. Cuando a brí los ojos y
sí, qu e era demasiada sa ngre. "Me llevaron a un médico. El mi r é, había tres o cua tro person as a mi alred ed or, y u na
doctor me preguntó si es ta ba embaraz ada. Le dije qu e no, mu jer blanca esta ba en tre mi s piernas haciénd o me a lgo en
que nunca me había quedado em barazada. Yo ni siqu iera la vagin a. Cada ve z qu e m e tocaba all í -creo que ten ía un a
sospecha ba qu e es tuviera em ba ra za da, porque cua ndo o b- cuc ha ra, porque es ta ba ras cand o- , se n tía co mo si me ras-
se rvé qu e ganab a peso y que sentía frío , pensé qu e ten ía casen en la ca beza, dentro del ce re bro. Grité, y me suje ta-
la malaria, porque Mango Village es ta ba ce rca del rí o, y la ron, me s uje taro n co n fu erza , hast a qu e hubieron termina-
ge n te decía qu e cu a ndo sien tes frío es qu e tienes malaria. do. Ya no me qu ed ab a energía pa ra gritar o para det ener-
La malaria viene y se va tal co mo oc urr ía co n mi se nsació n los, o siq u iera pa ra mover un dedo... Est ab a all í qui et a, con
de frío. Tien es fiebre y sien tes frío, y a veces vomitas. los ojos abiertos, y no había nada qu e yo pudiera hacer.
Nunca se me ocurrió pen sar- en .u n n iñ o. Quería det en erlos, pero no me sa lía ni un a pal ábra , tan
Pero el doctor me reconoció y dij o qu e es ta ba em ba ra- ca nsada es taba. Pregunté a Alá : «¿Por qué ,no te llevas mi
zada. Mi amiga y su hermana tuvi eron que salir, pero yo les vid a... por qué no me matas? » El dol or era tan gra nde qu e
dije que intentaría salvar al beb é. Eso era lo qu e el doct or ya no podía sopo r tarlo más.
me había dicho, que tratarí a de sal var al niño, porqu e yo Cuando term inaro n, las piernas me temblaban, a l igu al
lo deseaba. qu e tod o mi cuerpo, los dientes me cas ta ñe teaba n, di -di-di -
Mientras yacía en la ca ma, h abía es tado pensando, di, Y no podía det enerl os.
«¿Quié n es el padre?». Yo no sa b ía quién era, porque había A la mañana sigu ien te me d ijeron qu e había tenido u na
dormido con diferentes hombres , no muchos, pero sí fortísima hemorragia y que me habían tenido que some ter
varios. Entonces pensé que un bebé nece sita cuidados. Los a una operación para sacarme el bebé. Ha bía perd ido a mi
jóvenes no podían dárselo s, no tenían nada qu e ofrecer al hijo. Yo me se n tía co n te nta de es tar viva . No me nota ba yo
pequeño. Así que decidí atribuírselo a Carla, en realidad él demasiado tri st e, qui zá porque no había sa bido qu ién era
era el único hombre del qu e yo podía decir: soy su mujer. el padre. Pero ten ía un pequeño se n tim iento , a lgo así co mo,
Vino a la mañana siguiente, y le com uniqué lo que el «¿por qu é lo h e perdido ?». Yo sa bía cuán to lo hubiera qu e-
doctor me había dicho: esta ba embarazada y el médico iba rido si lo hubiese visto .
a sa lvar el pequeño. Le dije qu e era su pequeño. No sabía Estaba muy débil por haber perdido tanta sa ng re. Nadie
en tonces que había una manera de averiguarlo, lo ignora- sa bía aún dónde me encontraba, ni siquiera mi familia,
ba todo acerca de test s de paternidad y todo eso . Pensamos porque yo no quería que lo supieran. No qu ería qu e nadi e
que podrían salvar al niño porque me daban píldoras e lo su piera. Abandoné el hospital al ca bo de oc ho d ías. Es ta-
inyecciones. Carla estaba siempre allí, siem pre allí... Venía ba normal y todo iba bien, así qu e proseguí con mi vida.
cada día al ho spital. Volví a ver a Paul, y le dij e que había habido una urgen cia
La primera noche aún tuve el peor de los dolores. Esta fa m ilia r, que mi abuela había mu erto. A veces era mi bisa-
vez sentí como si alguien quisiera salir..., como si un niño buela la que había muerto... Si empre había a lgu na erne r-
quisiera salir. Era corno si .todo mi vientre qui siera sa lir, y ge ncia en mi familia. Esta vez le conté a Paul qu e había ido
empujaba y gritaba, y hacía fuerzas y gritaba, y entonces a casa para el funeral. Empecé a sa lir co n él un poquito...
algo salió, y cuando miré, era un gran trozo de sangre No volvía tarde, no bebía, no bailaba, el médi co me hab ía
junta, como si fuera rugado..., un trocito de hígado. Pensé di cho que me lo tomara con tranquilidad , que descan sara
que era el pequeño. Así que llamé a la enfermera y le dije y tomara buena com ida sa ludable para recuperar esa sa n-
que había tenido el pequeño. Ella se acercó y miró. gr e. Yo tenía el aspecto de haber estado en el hospital , pero
- No es el pequeño -dijo preocupada-o Se trata de una le mentía y le decía que habíamos tenido una muerte en la
hemorragia, y es muy peligrosa. fa milia . A veces, uno parece es ta r enfermo cu'ando ha hab i-
y la sangre no dejaba de salir... sangre caliente. Al cabo do una muerte en la familia. Así qu e, como él se creyó la
de un rato me desmayé . Me desperté como si alguien me hi storia, le contó lo mismo a sus a mi gos.

216 217
i
. -Te burlas de mí -dije YO-o Estás mintiendo.
-¿Qué quieres como prueba? -preguntó él-. Casé-
monos.
Ésa era la palabra que yo había estado esperando.
-¿Hablas en serio? ¿Significo tanto para ti?
-iSí! -dijo él-. Quiero vivir contigo y conocer a tu
familia.
Yo deseaba decir «Conforme», pero le dije «Lo pensaré».
CAPíTULO 22 A esas alturas, yo hablaba un poco más de inglés y un
poco más de árabe, porque conversaba en esas dos lenguas
cada vez que nos veíamos con él. La comunicación era
Volví a mi antigua vida, pero ahora me sentía cansada mucho mejor.
de esta existencia vacía... muy cansada. Estaba demasiado -¿Qué piensas? -me preguntaba él cada vez que nos
cerca de vender mi cuerpo... demasiado cerca. Ahora podía veíamos, que era a diario-o ¿Lo haremos? Por favor, hagá-
ver el sistema, porque había crecido un poquito. Todo lo maslo.
que les interesaba, aquí en la ciudad, era el sexo. La fiesta, No dejaba de suplicarme. Cuando le dije «De acuerdo»,
y después de que la fiesta hubiera terminado. Yo quería él exclamó «[Bien!», y empezó a dar saltos arriba y abajo.
casarme, demostrar que podía estar casada. Así que me Así que se lo comunicamos a sus amigos y a mis amigos, y
dije: «Bien , esto tiene que terminar. O te casas con el viejo, al cabo de tres días nos casamos. Antes de la boda le pre-
o te casas con el joven, pero ya basta de dar mala fama a gunté de qué religión era, y él dijo que era musulmán, aun-
tu familia y a ti misma. Ya has visto bastante. No es lo que que su padre era cristiano, pero mentía . Más tarde averi-
tú quieres, así que déjalo estar.» Pero yo sabía lo difícil que güé que era cristiano. Fingía que era musulmán para poder
resultaba encontrar a un somalí que quiera casarse contigo casarse conmigo. Yo no podría haberme casado con un
después de que hayas tenido relación con todos aquellos cristiano.
hombres. Porque todo el mundo piensa que eres una shar- Nos casó un sheikh, en su casa, pero no fue una cere-
muuto, y al que se case contigo la gente le va a decir, tu monia tradicional como la de mi última boda. Fuimos a un
mujer es esto o aquello. Y yo no quería oír eso. lugar fuera de Mogadiscio llamado Agaaran. Muchos que
. Me quedé en casa sola durante un par de días, sin salir se escapan van allí. Me cubrí la cara, los hombros y el cabe-
a ningún sitio, pensando. Tenía mucho tiempo para pensar. llo e incliné la cara. Entonces mi amigo, un hombre, le dijo
Carla vino y se quedó un poquito. Él no era lo que yo bus- al sheikh. lo que queríamos, todo lo que queríamos ... casar-
caba. Así que elegí a Paul. Eso, en el caso de que él me qui- nos. Había allí cinco personas, cuatro de nuestros amigos
siera. Si no, tendría que casarme con el viejo, porque él y un testigo. En· ·menos de una hora, nos casaron, y nos
seguía pregunt ándome cuándo nos casaríamos, ahora que marchamos. .
yo había crecido un poquito y estaba libre. Sabía incluso lo Yo sabía que no podríamos quedamos en mi casa. Deci-
que yo hacía, y, a pesar de todo, seguía queriéndome. Me dimos buscar una casa juntos. Él tenía un poco de dinero
dije: «Si no es al joven, toma al viejo, y endereza tu vida.» ahorrado, y su mamá le enviaba algo de dinero desde Id
Cada vez que veía a Paul, él decía que me amaba, así India, donde ella vivía con su hija, y yo también tenía un
que le pregunté: poco. Yo nunca había ahorrado, así que lo mío era como
-¿Qué quieres decir con «te amo»? ¿Me amas sólo nada. Encontramos una casa bonita, en un recinto con tien-
como compañera? ¿Me amas sólo para matar el tiempo das y siete casas, y alquilamos una casa de una habitación
mientras estás en mi país? Aclárame mi posición. con cuarto de estar, comedor y cocina. Y volvimos con
-¿Quieres saber lo que ocurre? ¿Sabes por qué no voy nuestra vida.
con otras mujeres? Es por tu causa. Hermoso. Nuevo matrimonio... Nada de líos. Estábamos

218 219
~~'- '. }~!~~3~':·'·
',! "",
,+:;: '-,
siem pre juntos. Los,am igos venían 'a vemos, invita ció n por
aquí, invitación por a llá . La vida era -al fin- co mo yo la
deseaba.
Al ca bo de do s o tr es m eses; el hombre para el cua l tra-
bajaban los miemb ro s de la orquesta los engañó y no los
pa gó . Dos de los mi embro s de la orques ta regresaron a
casa, pero Paul se qued ó en So rna liay bu scó u n nu evo tra-
bajo . Yo volví a qu ed arme enc inta. El bu scaba un em pleo,
pero no co nsegu ía ninguno porque era un extra nje ro . No
encon tra ba un tr abajo es ta ble en una oficina, donde só lo
vas y lo pid es.. . no. Ten ías ' que conocer a a lgu ien del
Go b ierno... habías de tener a a lgu ie n qu e te ayu da ra, y él
carecía de contact os . Pero era fuerte y no dejaba de bu scar.
Además , los ami gos nos ay uda ba n. En el recinto donde vi-
vía mos había un viejo itali ano . Yo le co nocía de an tes, y nos
hicimos a m igos ; y a l ca bo de un tiem po llegó a ser como
m i padre. Ten ía una tie nda y un a casa ju ntas, y yo so lía ir
a se n ta rme en la tienda. E ra un hombre ma ravilloso y nos
ayudaba m ucho. ,
Rahima, mi marido no encontraba empleo . Yo no pod ía
ir a Carla en bu sca de ay uda. Después de dejarlo, evité
verle porque sa b ía qu e le había herido. Le vi algu nas veces
- desde lejos- , y corrí a esconde rme. No pod ía pedi r a mi
mamá , porqu e ella no tenía dinero. No había forma de
ped írse lo a mi padre. Nunca había hecho realmente las
paces co n él, y a hora ten ía mi ed o de verl e. Me hab ría hecho
matar, porque, a u nq ue se su po nía qu e mi marid o era
musulmán, él segu ía co ns ide rá ndolo co mo un infi el por se r
blanco . Tod os los padres quieren un buen matrimonio para
su hija . Pero tu papá pu ed e co n trolar só lo el prim er .mat ri -
monio ; lu ego, el segundo es cosa tu ya , dep ende de u.
Así que los úni cos que podían ay uda mos era n Alá , al~u­
no s ami gos y aquel viejo italiano que vivía en nu estro recm-
to o Llegó un momento en qu e no pagamos el a lqu iler. No
podíamos pa gar la factura de la lu z. E l viejo pagó por noso-
tr os. Pagaba nu est ra comida, nos dab a dinero, nos llevaba
a comer. Algunos otros am igos nos ayu daban también,
sobre todo Sul ayrn an, un am igo á rabe de Paul , cuy a mujer
era medio eu ro pea y medio de mi tribu. Cuando qu ed é
em barazada, me daba vergüenza ir a las fiestas, y m i ma ri-
do seg uía sin encon trar trabajo , así que m uc hos de nues-
tros am igos nos dejaron.
Cuando ya es ta ba em barazada de sie te m eses, Paul con-

220 22 1
.' Jt .::: .l':. I , I
oído decir que cuando eso te OCUlTe, sientes dolor en el dolor; así que estás consciente cuanto te cortan. Él vio que
vientre. Y pensé que me estaba pasando algo malo con yo no dejaría que me cortara, así que invitó a mi marido,
aquel dolor en la espalda. Pasé dos noches más así. Pusi- a nuestros dos amigos y a todas las enfermeras a que me
mos nuestro colchón fuera, al aire libre, porque hacía calor sujetaran. Me sujetaron, y él me cortó, y metió su mano en
y allí soplaba una agradable brisa. Cuando llegaba el dolor,
mi marido me daba masajes en la espalda con aceite y me
n: i vagina ha~iendo algo. Los dolores del parto desapare-
cieron. y aquel fue un dolor nuevo: el dolor del médico.
traía una palangana para que vomitara en ella y así no Grité pidiendo ayuda.
tuviera necesidad de ir hasta el baño. El dolor volvía a cada Nadie de mi familia lo sabe. Mi mamá, mi papá, mis
hora . hermanos y mis hermanas..., ninguno de ellos. Aquel día
La tercera tarde, mi amiga vino a visitarme. Me vio en quise mucho más a mi mamá porque supe lo que ella había
la cama con la palangana, y preguntó qué pasaba. Yo se lo pasado para tenerme. [Qué dolor! [Qu é dolor! ¡Las
expliqué. madres... ! Tenemos que mostrarles más respeto y valorar-
-Vas a tener el bebé -me dijo. las mucho más porque llevar un bebé nueve meses y tener-
" -No, porque siento el dolor en la espalda, no en el lo es muy doloroso, mucho. Cuando estuve de parto fue
vientre. cuando realmente empecé a valorar a mi madre. Porque,
.,--Eso no quiere decir nada -replicó ella. antes de eso, no sabía todo lo que ella había pasado. Y ella
Había tenido dos niños... Me comentó que los varones no I~abía e:,tado ~n un .hospital. Sujetaba una cuerda, y
te dan dolor en la espalda, y las chicas delante. Le dije que alguien ten ía que Ir y sujetarla a ella. No sé cómo lo hizo
no quería ir al médico a que me metiera el dedo en la vagi- a lo mejor se tumbó en el suelo. Pero sea como fuere el
na. No había ido a visitarme ni una sola vez, y estaba de dolor es el mismo.
nueve meses. Incluso me había caído un par de veces en la Fue terrible. El médico quer ía que yo empujara, pero no
calle, y me había desmayado. La mayor parte del tiempo tenía fuerza alguna para hacerlo, así que ellos empezaron
hacía tanto calor que tenía que llevar agua, agua fría, con- a apretarme el vientre hacia abajo, y casi me rompieron el
migo todo el tiempo. Aborrecía el hospital al que iban a lle- pecho... Yo estaba muy delgada. De todas maneras, con la
varme: era un viejo hospital con enfermeras viejas y médi- ayuda de Dios -gracias, Alá- tuve el peque ño .
cos viejos. Había un hospital nuevo con médicos jóvenes, Me cosieron otra vez en vivo. Eran ocho las personas
pero mucha gente moría allí, y todo el mundo decía que el que me sujetaban. Y me cortaron en tanto lugares... al
viejo hospital era mejor. Así que dije: menos en dos o tres lugares. Cada corte llevaba cuatro o
-Aún no .es la hora. cinco puntos... Imagínate, me cosieron como si yo fuese
-Cierra la boca -me ordenó mi amiga. de tela.
En el hospital, una enfermera me ' recibió y me hizo -¡Alá, ll évame contigo! -era lo único que yo decía, de
pasar para examinarme, mientras ellos esperaban fuera: mi cansada que estaba.
marido, y Sulayman y mi amiga. Luego la enfermera me El bebé que me trajeron era rojo, así que lo rechacé: no
hizo salir a esperar al médico. Tenían un largo banco fuera, creía que un niño rojo pudiera ser mío. Odiaba al peque ño
y nos sentamos en él. Al cabo de un rato no pude seguir porque me había hecho pasar todo aquello. Me dijeron que
sentada. Sentía como si fuese a hacer caca, como si alguien era un chico.
me estuviera pinchando con un palo, y tuve que levantar- -No me importa -contesté. El dolor del niño había
me. Sinceramente pensé que iba a hacerme caca encima. desaparecido, pero el de los puntos era como una serpicn-
Me sentía avergonzada y humillada, y no podía compren- te que me estuviera comiendo. Era punzante, todo era pun-
der por qué. zante.
Cuando el doctor llegó, dijo que las cosas no andaban Por la mañana me trajeron el pequeño de nuevo, y
bien y que tendría que abrirme. Pero yo me negué a dejar entonces lo quise. Pero cuando lleg ó el momento de darlc
que me examinara; no tenían el medicamento que mata el de mamar, me mordía; mis pezones eran muy pequeños y

222 223
,.~
.,
..'
.~

él c hu pa ba con mucha fuerza , como si fuese a comerme, c~an d~ rehusé d ar dc m am ar a l ni ño. In cluso después de
su lengua parecía un cuchillo y me hacía daño. Pero ellos dl~z d ías. segu ía doli éndome c ua ndo el be bé m ama ba , y
me obligaban: «Tienes que darle leche.» Era rojo, pero muy mIS pezon es es ta ba n s iem p re sa ng ¡'a ndo.
hermoso, con mu cho cabello . Y delgado como su padre. Mi m arido volvió con los d os muchachos, y los llevó a
Entonces empecé a quererle. Cuando me desperté, en lo una. casa qu e había alqu ilado pa ra ellos, ce rca dc l club. Una
primero que pensó mi cabeza fue en él: «Qu iero ver a mi muj er ~u e acaba de ten er un hijo tiene qu e qu edarse c ua-
pcque ño.» Cuando había tenido el dolor, no me importaba rent~ .d Ias ~n su casa s in sa lir", seg ún el Islam . De mod o qu e
nada, pero ahora no veía el momento de es tar co n él. Llamé no .fUI a ningu na parte du rante esos cuaren ta d ías, y des-
a la en fer m er a y le pedí que me lo trajeran. El pequeño p.u: s, c ua ndo ese tiempo hubo pasado, salí. La casa donde
es ta ba hambriento, y casi me comía. v rv i a rnos es ta ba ce rc a del tall er en el qu e Roberto ~ra ba.i a­
- Só lo duele la primera vez - m e dijo la en fer m e ra-o ba co n s u padre. Por lo ge nera l, yo tomaba un ta xi, pero en
El dolor desaparecerá. Tu niño necesita leche. es ta ~cas ió l~ fui and ando , fin giendo qu c me ei irig ta a pi e a
Lo intenté de nuevo, por el niño, pero era demasiado, un a tiendecita qu e hab ía m ás all á del tall er mecáni co. Me
se n tía como s i fuera a arrancarme el corazón. Así que lo pus.e mi mejor ves tido , y, co mo e ra de noch e, fui co n una
aparté, y les dij e que no podía. Se lo llevaron y le di eron un arm ga . A m! a m iga le con té qu e neccsitaba co m pra r a lgo
poco de leche, Má s tarde me lo trajeron otra vez, d espués en aq uella tienda, cosa qu e hice, pero mi verdad era in te n-
de haberlo bañado y peinado. Vinieron mi marido, y Sulay- ció n no e ra ésa; mi ve rd adera inten ci ón e ra ve r a Robe rt o,
man; m e traj eron r egalos e hicieron fotos, lu eg o se 'm ar- Fu.e. la prim~l:a. ve z qu e hablam os desd e el dí a en q ue me
c haron. dej ó, Me felicit ó. Fueron palabras muy he rm osas :
Al cabo de dos días, mi marido tuvo que ir a Adén a bus- - Me a legro de qu e tu vieras u n pequeño ... u n hermoso
ca r a los dos nuevos miembros de la orquesta. Se fue mien- peque ño, Me al egro por ti.
tras yo estaba aún en el hospital. El viejo italiano e ra el El m e ~abía amado, pero ah ora era feli z co n s u mujer
padrino del niño, a sí que vino a llevarme a casa. Dos días y co n su VIda, y yo era feliz con lo que tenía . Le dij e qu e
de spués de estar e n casa, mandé a alguien a decírselo a mi fuera a vernos alguna vez , para qu e co nocie ra a l ni ño, y él
mam á. ~e asegur ó que iría. Un dí a nos visitó para ver al niñ o . e
Mi mamá vino, y mi hermana también. Mi mamá había in clu so me compró un regalito.
empezado a aceptar mi matrimonio, pero Hawa lo aceptó La orquesta co men zó a tocar' e n vados lugares, y Paul
en seguida. Mi papá y mi familia me consideraban una em pezó a traer mu cho dinero cada se ma na. Yo il;a co n
sharm uuto , y por lo que se refería a ellos, era como si yo ellos. ~amá se qu edó conmigo y cuidó del pequ e ño porque
es tu viese muerta. Para ellos todo había empezado conmigo yo era Joven aún , y qu ería ir a fiest as. Ella lo sa bía . Ca da
yendo al cine, y luego Antony, y luego el matrimonio con dí a, una criada nos hacía la limpieza y coci na ba, teníam os
un infiel. Mi padre había tratado de ayudarme cuando dejé todo lo que queríamos. Nu estros amigo s e m peza ro n a vol-
a mi primer marido, pero yo me escapé, ellos me trajeron veI:. Esta vez, incluso más am igos: negros, blancos, lo que
de nuevo, y yo volví a escaparme... Ahora, cuando pienso qur er:as. En las .discotecas y e n los clubes, todos los jóve nes
en mi papá y en mi mamá, sé que aquello fue doloroso para qu enan Ser amigos nuestros. Era una vida es tu pe nda .
ellos ... el dolor que les causé, la vergüenza que les causé . Formábamos parte de un buen gru po. Pero había una
Pero yo era una superviviente. No quería sentarme allí y mucha cha qu.e trató d e se r a m iga nu est ra y d e ay uda rnos
esperar: Quería ir y conseguirlo. Ser el fuerte. c~an do CS.t~vll110S pelados . Nos daba dinero, y en aq ue llos
Mamá y mi hermana me trajeron fruta y aceite. Mamá d ías nos visitaba co n tinua men te. Tenía una casa, y un hom-
fue feliz d e ver a mi pequeño. Hawa se quedó durante dos bre q ue la ay udaba con los gas tos . Ib a también al clu b a
días, y luego tuvo que volver a Mango Village, porque esta- conseguir hombres blancos. Contaba un os vein tiséis a ños
ba casada y tenía una familia, ·pero mamá se quedó con- era muy. alta - más de m etro ochenta- y d elgada, excep t~
migo. Fue mamá para los dos. Hasta empezó a pegarme qu e tema gran des p echos. Mi marido sabía que era una

124 225
. ~ . ,; .
II II ,I f 1 r, I1 II
prostituta. Venía a nu'~stra ca~a algunas veces, 'per~ no iba lo sucedido. Entonces dejaron de hablar. Yo me volví loca.
con nosotros... No salíamos con prostitutas en público. ' Les supliqué que me lo dijeran, pero ellas se negaron.
. La orquesta tocaba sólo una vez por semana en el club -Ya se lo advertimos a ella: «¿Por qué lo traes aquí? "
principal. Tenían contratos en otros lugares, au?que no los Yo sabía que estaban hablando de mi marido, pero igno-
suficientes como para estar ocupados todo el uernpo. Una raba quién era la mujer. Cuando ellas se negaron a decír-
noche la orquesta no tocaba, así que me quedé en casa. Y melo, me marché.
ellos salieron: mi marido y su amigo árabe Sulayman. Se Fui a la casa de la muchacha que solía visitarnos. Ella
fueron sobre las seis y volvieron alrededor de las doce. Le pensó también que yo sabía lo que había pasado.
pregunté a qué restaurante habían ido, y me dijo que al , -¡Ya te lo han contado! Sabía que lo harían .
único club que tenía música los fines de semana: el clu,b De manera que yo respondí:
que frecuentaban las prostitutas y los hombres blancos. El -Será mejor que me lo cuentes todo.
y Sulayman habían ido allí a tomar un poco de cerveza y a Y ella me lo contó: me dijo que se había acostado con
bailar. Le pregunté a quién había visto, y él dijo a Fulana y Paul. Y que incluso ella le dio dinero.
a Mengana, las mujeres que nos conocían a mí y a mi mari- No daba crédito a mis oídos. ¿Cómo podía él aceptar
do, las mujeres que llamábamos prostitutas. , dinero de una mujer? No sabía qué decirle a ella. Y no
Paul seguía durmiendo por la mañana, así que pense sabía qué hacer. En realidad, no había nada que hacer.
que me iría a visitar a algunas de esas mujeres. Todas noso- - Lo siento -me dijo ella, que seguía allí sentada delan-
tras teníamos el mismo nombre -sharmuuto-, y daba te de mí-o Pero me gusta, y él me ama también. Yo esta-
igual que vendieras tu cuerpo, te quedaras con un solo ba borracha...
hombre o te casaras con un hombre blanco; una vez que ¿Por qué vendía ella su cuerpo a un hombre, para lue go
abandonabas la casa de tu mamá y a tu mamá, y no te casa- darle el dinero a otro hombre?
bas con un hombre del mismo color que tú, los somal íes te -¿Por qué le pagaste - le pregunté-, cuando nosotros
veían como una prostituta. Pero, entre nosotras, había dife- tenemos dinero y no lo necesitamos?
rentes niveles. Y esto era muy importante. A veces yo visi- Ella dijo que siempre nos había ayudado cuando noso-
taba a algunas de esas mujeres; jugábamos a las cartas y tros éramos pobres. Pero yo insistí:
hablábamos. Me gustaban, e iba a su casa cuando me - ¿Por qué se lo diste mientras te acostabas con él,
encontraba sola, y charlaba con ellas. Te contaban lo que como si le estuvieras pagando?
ocurría por allí, lo que ellas habían pasado, todo el Yo no podía comprenderlo. Cuando uno está tan sor-
dolor que habían soportado y cómo se habían convertido prendido, ni siquiera puede enfurecerse. Así que me mar-
en aquello. ché y fui directamente a mi casa; desperté a mi marido y
Tomé un taxi y fui a la casa de una de las prostitutas. se lo pregunté. Y él dijo que era la verdad: ella lo deseaba,
Cuando las que estaban allí me vieron, pensaron que yo y le obligó; ella le pagó, le obligó a que cogiera el dinero.
sabía lo que había pasado. -¿Por qué haces lo que ella dice, si tú no quieres? - le
-Amán -me dijo una de ellas-, lo siento mucho... No pregunté, porque aquello seguía sin tener sentido para mí- o
sé cómo lo has averiguado... Sucedió justamente anoche... Hay mil hombres que me desean, y yo nunca he hecho
¿Quién te lo ha dicho? nada desde que me casé contigo. Tu mujer acaba de tener
-¿De qué me estás hablando? -pregunté yo. un hijo, y es hermosa, es joven. Hemos organizado nuestra
-¿No lo sabes? vida ... Has firmado un buen contrato y ganas mucho dine-
-No sé, ¿qué? -insistí. ro. ¿Por qué tuviste que ir con esa mujer?
Era demasiado temprano para que yo llegara a su casa -Me obligó -respondió él-o Estaba borracho...
-alrededor de las diez de la mañana, y por lo general ellas Aquello me volvía loca; pero, al cabo de una semana
1,
se levantan muy tarde porque no se acuestan hasta la hicimos las paces de nuevo.
madrugada-, así que pensaron que me había enterado de Pocos días más tarde fui a casa de mi mamá con el

227
226
pequeñín . Le dij e a mi m a rido que nos qu ed a rí amos, cinco ma ner a. Podía enfu recerme; pero, una vez qu e ha bíamos
días en Mango Village. 'E l niño no parecía enco ntrarse muy hech o las paces, se m e pa saba el en fa do. Sin em ba rgo,
bi en , así qu e pensé qu e un cambi o de clima se d a saluda- aqu ello era demasi ado para mí. Todas las mujeres co n las
ble para él. Pero sólo me quedé tres noches. Regresé a mi qu e él se acost aba ... , siem p re era culpa d e ellas. ¿Por qu é
casa la cuarta noch e y dejé a mi pequeño co n m am á. Eran no culpa suya? Yo sa bía lo qu e pa saba, porque ya había
alred edor de las nueve de la noche cu a ndo yo en traba por pa sad o por ello, y nunca había for zado a ningún ho mbre...
la pu erta trasera porque llevaba un gran ces to de fruta qu e ellos m e habían forzado a m í. Así que, ¿có mo podía ser
dejé en la cocina; ademá s, como había caminado un poqui- cu lpa de la mujer?
to , tenía los pies llen os de polvo y no qu erí a ens uc ia r el - Es pera un mom ento - lo interrumpí en s us ex plica-
cu a r to de estar. En la parte de a t rás teníam os una peq e ña ciones-. Has ido dema siado lejos . No es culpa suya, s ino
zona reservada para dejar los za pa tos , y una al fombra en tu ya .
la que limpiarse lo s pi es a ntes de pasa r a l resto de la casa . Má s tarde hi cimos las paces. Pero yo hab ía a pre nd ido a
Entré en la cocina y dejé el cesto llen o de fru ta dentro del ser ce losa. Aqu ell a ch ica for ma ba parte de uno de los gru-
refrigerador, Oí una música sua ve que so naba en n es tra pos de mis ene m igos , y yo sabía cómo ib an a reírse de m í.
habitación. Teníamos tres dormitorios ahora , po rque . des- y e lla sabía lo qu e mi m arido tenía..., eso me d olía más
pués de nacer el niño , nos habíamos mudado a una casa a ún . E lla sab ía có mo hacía él el amor. Cada vez qu e ' pen -
mayor. Nu estro do rmitori o es taba en la parte trasera. La sa ba en eso, no podía so por ta rlo. Cu alquier a mor qu e yo
puerta que daba a él es taba ab ier ta . Así que m e diri gí, sin sin tiera por él' es ta ba muriendo, lentam ente, lentamente.
zapa tos - n ingú n rui do-e-, y en ese mo m ent o percib í un Yo había deseado qu e él se sin tiera libre, ¡pero no tan to!
sonido, co mo de a lguien que respirara con dificu ltad. Me Yo iba cada viernes al club donde toca ba su orquesta, de
pregunté qui én podría es ta r allí. Entré: mi m arido y aque- macla qu e casi ninguno de nuestros a m igos sa bí a lo qu e
lla mujer estaban haci endo el am or. es ta ba oc urrie ndo. Un a noch e, Pa squal c - u n jo ven itali a-
Me quedé allí inmóvil, co mo si fuese una esta tua de pi e- no- pidió a mi s am igos qu e m e dij eran que yo le gus ta ba.
dra, helada. Permanecí quieta mirándoles hacer el amor. Ellos le adv ir tie ro n d e que yo es ta ba casada. Su padre era
Pensé que deb ería volver a la cocina y coger un buen palo un hombre muy importante qu e poseía una se r ie de ed ifi-
con el que golpea rles. Luego m e dij e qu e un palo no era cios, hoteles y casas . Pasqual e em pezó a salir conm igo . Era
bastante... «[coge un cuc h illo !». Mientras segu ía a llí, pen - joven , bastante cabeza loca , y tenía un bonito coche, u n
sando, ella me vio. Los dos me vieron. Dieron un sa lto en Jeep . Resultaba di vertido es ta r co n él, era un ind ivid uo
la cama, y él la apart ó. Ninguno de nosotros podía hablar. feli z. Le gus ta ban las mi smas cosas que a m í. Nos encan-
Nos mirábamos unos a otros. Entonces, él co gió la sábana taba pasear co n el coche ; nos gus taba cantar; nos gus ta ba
y se cubri ó con ella . hablar, nos gus ta ba hacer el a mor. Y a él le gus ta ba m uc ho
- No es lo que piensas -cm pez ó a excus arse-o No es mi co m pa ñ ía , y a mí m e gu staba much o la suya también .
culpa mía... Ell a vino... Aunqu e era itali ano, sa bía hablar el so malí, po rque llevaba
- ¡Es tá mintiendo! -exclam ó ella-o Vino él co n su mu ch os años en el país. De hecho, lo habla ba mu y bien.
amigo; ¡estuvo su plicándome durante dos no ches! Pod íam os co nvers a r sobre cualqu ier cosa: pel ículas, perso-
Sus ropas es ta ban encima de la ca ma de mi niño. Las nas ...; hablábam os y reíam os. Paul y yo no íbamos a nin-
cogí, se las arroj é a su ca ra y le dij e qu e sa liera de mi casa. guna parte co n el o tro, ni a casas de am igos, ni salía mos a
Incluso le di cincuenta centavos para qu e tomara un ta xi. ce nar, na da . Volvíamos a casa , él se ec haba en la cama, y
Ella se vistió muy deprisa y corrió co m o un conejo . yo m e ec haba en la cama.
Cuando yo era joven no co m pre ndía los ce los. .. La s Al cabo de un tiempo m e di cuenta de qu e es ta ba emba-
otras mujeres hablaban de guardar a sus hombres de razada. Paul y yo habíamos hecho el amor después de tener
las otras mujeres o decían que sentían celos, y yo asentía el n iño y después de ten er la pelea, pe ro nunca desde qu e
con la cabeza, aunque nunca había sentido de aquell a yo conocía a Pasquale. Le dij e que es ta ba embarazada.

228 229
I j I j I J I J 'J 1 I 1
-Espera un rnornento... -Se quedó pensativo, luego
añadió-: Llevamos tiempo sin hacer el amor... No puede
ser mío .
-No ... recuerda -dije y~. No hace ni siquiera un mes
que hicimos el amor. .. .
-De acuerdo, pero ya hemos tenido nuestro hijo; somos
demasiado jóvenes y no podernos permitirnos tener otro
más... ¿Por qué no te tomas alguna medicina y lo pierdes?
Yo no sabía que existían tales cosas. Así que dije: CAPÍTULO 23
- ¿De qué estás hablando? ¡Yo no vaya matar a mi hijo!
Él estaba enfadado, pero lo aceptó.
Una noche llegaron noticras de que habían matado a
tiros al Presidente. Todo el mundo estaba asustado. Hubo
mu cho dolor. El día en que lo enterraron , la gen te d el Par-
lamento se se n tó a di scutir quién se rí a el próximo Presi -
dente, y no se ponían d e acuerdo. Sobre las cuatro o las
cinco de la madrugada oím os un gra n ruido que nunca
habíamos percibido, como si se tratase de un terremoto. La
ca sa entera se estremecía. Era el ruido d e los tanques mili-
tares qu e habían sa lido a las ca lles pa ra arres tar a los
ministros: en mitad de la noche, Siyaad Ba rre, un joven
militar, se había apoderado d el país.
Todos mis vecinos salie ron al patio. «¿Qué pa sa?», nos
preguntábamos unos a otros. Fuimos a casa d e un hombre
cuya esposa era policía. Una mujer encantadora, el tipo de
persona que siempre sa be cómo actuar cuando exi st en pro-
blemas . Queríamos enterarnos de qué había s uc ed ido.
- No lo sé -nos re spondió ella-, pero creo que es una
rev olución.
- ¿Po r qué? - le preguntamos. Nunca habíamos oído
hablar de revolución.
Estábamos siempre en guerra con Etiopía y con Kenia
por la tierra. Los blancos habían dividido Somalia en cinco
zonas, y habían dado una parte de Somalia (llamada
N.F.D.) a Kenia, y otra parte (llamada Ogaden), a Etiopía.'
Podría decirse que la tierra pertenece a Sornalia porque los
que viven allí moviéndose junto con sus rebaños so n so ma-
líes. Los únicos kenianos que viven en esa zona so n milita-
res y policías. Los kenianos saben que la tierra y las perso-
nas y todo ' pertenece a los so m a líes . Los blancos les dieron
esa tierra, pero nos pertenece a nosotros. Si realmente

l. t'J.F.D.: Distrito Fronteri zo del Norte . (N. del t.)

231
210
..·.:.~.~~~r'
.::' , '. ,'i1'
fuese tierra kcniana, allí viviría gente keniana. ' Así que yo 1 padre, y eso ~í que era horrible, horrible. No era bueno. La
estaba acostumbrada a pelearme y a odiarles por ese moti- L desgra cia podía caer sobre ti sin ninguna razón.
vo. Cuando oí las noticias, mi primer pensamiento fue que Expulsaron del país a la mayoría de los extranjeros dán -
quizá Etiopía, o Kenia, se había apoderado de nuestro país doles diferentes fechas tope para salir, a algunos sólo vein -
mientras dormíamos. ticuatro horas. A mi marido le dieron diez días ... Le con-
Le pregunté dónde estaban nuestros militares y por qué cedieron más tiempo cuando él dijo que estaba casado con
no habían luchado. una somalí. Él y yo no nos llevábamos muy bien , pero me
-Nuestros militares son los que han tomado el poder dijo: «Vayámonos juntos. » Pensaba que podría incluimos a
-dijo la mujer policía. mí y a nuestro hijo en su pasaporte en la Embajada britá-
-¿Para qué? nica. Así que fuimos allí, y ellos nos infor-maron que podían
Ella me lo explicó: poner al niño en su pasaporte, pero no podían darme un
-Ya sabes que tu tío es ministro y que tu otro tío es pasaporte a mí porque yo no era ciudadana brit ánica. Dije-
diputado, bajo la república, pero ya no volverá a ser así ron que yo necesitaba un pasaporte somalí. Ni siquiera
nunca más. sabíamos por dónde empezar, nunca había necesitado un
Dijo que los coroneles y los capitanes iban a ser minis- pasaporte hasta entonces. Tenía que ir a Mango ViIlage y
tros ahora. Todos estaríamos bajo el gobierno de los mili- conseguir mi certificado de nacimiento, entregarlo en este
tares. despacho y ese otro papel a aquél. Yo corrí por todas par-
Yo sabía que los militares eran muy malos. Incluso la tes. Y empezamos a vender nuestros muebles y a dar parte
policía era mala . Desde que aquel policía me había agarra- de nuestro dinero a mi familia . Mi marido dijo que él se
do en la calle y arrojado al calabozo, yo odiaba a la poli- llevaría a nuestro hijo y me esperaría en Ad én, donde, de s-
cía. Sabía cómo eran, y los militares eran peores que la pués de conseguir el pasaporte, yo podría ir. Pero le dije
policía. que no..., que yo llevaría al niño conmigo.
Nadie dormía, porque ya era de día y no quedamos salir Antes de producirse la revolución no habíamos hablado
del recinto: teníamos miedo. Nos sentamos en el patio y mucho entre nosotros. Estábamos enfadados y celosos uno
rezamos. Cuando aquel ruido cesó y el sol hizo su apari- del otro. Pero ahora trabajábamos juntos, porque éste era
ción, todos empezaron a salir para ver lo que había suce- un desastre mucho mayor que nuestras peleas. Teníamos
dido. La calle se llenó de gente, todos se pr9guntaban - y paz, nos perdonábamos, nos decíamos el uno al otro que
se decían unos a otros- lo que había ocurrido. Habían nos amábamos. Y yo lo decía en serio, porque me daba
detenido a todas las personas importantes de nuestra zona. cuenta de que mi familia era lo único que me importaba.
Al principio hubo sólo mucha confusión. Había soldados A la mañana siguiente, mi marido se marchó. Yo lo
por todas partes. Al cabo de unos días empezamos a sentir había vendido todo. Le había dado incluso la llave de nues-
como si ya no tuviésemos libertad. Parecía que los militares tra casa al otro amigo de mi marido, Ismail, porque Paul
eran nuestros dueños. No podías hacer lo que querías. No confiaba en él. Era un policía de tráfico, y mi marido le dio
había luces en las ' calles. A una hora determinada no se los instrumentos musicales para vender, y con ese dinero
odía salir de casa. Tenías que quedarte dentro. Si salías, comprar el billete para mí y mi hijo, tan pronto como yo
eras detenido, o maltratado. Los militares empezaron a vio- tuviera un pasaporte. Ismail prometió ayudamos hasta que
I al' a .-=:-=-=--::J""'--=-=-=-~
u ieres, Y comenzaron a e ner a las ~
personas pudiéramos abandonar el país.
más viejas qU~ían dinero, a aquellos que eran jefes y a Cada día iba a Inmigración. Y cada día me decían:
cualquiera que estuviera relacionado con el anterior Gobier- «Vuelva usted mañana. Su pasaporte aún no ha sido fir-
no. Era peor para los sornalíes, porque los detenían y los mado. El hombre que lo ha de firmar no está aquí.» Al día
golpeaban. Los extranjeros recibían la orden de «Abandonar siguiente me contaban la misma historia. Era espantoso
el país de inmediato». Pero, con los somalíes... Llamaban a porque el lugar estaba lleno de soldados, y te trataban muy
tu puerta..., se llevaban a tu marido o a tu hermano o a tu mal si intentabas salir del país. Había ido allí nueve veces.

232 233
Mis maletas estaban preparadas. Había comprado algo de ta le dije que quería ver a Ismail. Me indicó que entrara.
ropa para el pequeño y para mí, y regalos para la familia Después de ofrecerme algo de beber me dijeron que Ismail
de mi marido. Todo lo que tenía era un poco de dinero en acababa de volar hacia Roma para una luna de miel con su
el bolsillo, porque le había dado el resto a mamá. Ella se esposa.
había llevado el pequeño a Mango Village. Los militares no Cuando vivíamos cerca del viejo italiano. solíamos usar
estaban allí, así que sería más seguro para él. su teléfono; la familia de mi marido llamaba desde Adén y
Como último recurso, Ismail, que había vendido los ins- dejaba mensajes. Así que fui a verle y le conté lo que había
trumentos de la orquesta para conseguir el dinero con el pasado. Él me dijo que no me preocupara... Yo acababa de
cual comprarme el billete, me acompañó a Inmigración cumplir los diecisiete años; era joven aún. Él había obser-
para averiguar qué estaba pasando. Entró solo, y me dejó vado lo fuerte que yo era; lo soportaría. Él me ayudaría, y
a mí fuera. A él le dijeron la verdad: no tenían intención Alá me ayudaría. .
alguna de darme un pasaporte. Salió y me contó lo que Yo tenía el número de teléfono del lugar donde Paul iba
ellos habían decidido, pero luego me dijo que conocía a una a estar. Así que llamamos. Cuando le conté lo que había
persona importante que podría conseguirme un pasaporte, sucedido, él no quería creerme, porque antes de marchar--
que no me preocupara. se lo había dejado todo casi listo, y luego yo le llamaba para
Fui a su casa varias veces, pero 'a llí no había nadie. De decirle que no se podía hacer nada: todo se había esfuma-
modo que volví a Inmigración para saber qué ocurría. Me do; incluso el dinero se había esfumado, porque Ismail se
dejaron entrar para hablar con el hombre que supuesta- había largado con él, y yo no podía conseguir un pasapor-
mente había de firmar los pasaportes. te. Colgó el teléfono antes de que yo hubiera terminado de
-Siéntate -me dijo-. Escucha, ¿quieres un pasaporte? explicárselo todo. Pensé que se había cortado la comunica-
-Sí -respondí con una voz blanda, suave. ción, pero no volvió a llamar.
~¿Ad ó n d e quieres ir? -preguntó. El viejo italiano me dijo que lo telefoneara de nuevo,
-Con mi marido -dije-o A Adén. que quizá había sido un fallo de la conexión. Volvimos a
-¿Quién es tu marido?, ¿acaso Un infiel? llamar, pero él ya no se encontraba allí. Le dejé un mensa-
~I -Es blanco -respondí-, pero es musulmán. je diciéndole que estaría esperando junto al teléfono. Espe-
1 -Mira -dijo él-, sé que hay muchas sharmuutos como ré mucho tiempo.
1
tú en este país . Nosotros no somos rufianes, que os demos Fui a la casa del italiano al día siguiente, y al otro, pero
pasaportes para que podáis ir a vender vuestro cuerpo. Te mi marido seguía sin llamar. Al tercer día, el viejo me dijo
haré un favor: no vuelvas a aparecer POI" aquí, si no quie- que telefoneara otra vez a mi marido. Llamé y lo encontré.
res dar" con tus huesos en la cárcel. Busca a un hombre que -¿Por qué no me has llamado? -pregunté.
sea negro como tú, y deja tranquilos a los blancos, y deja -No puedo creerme lo que me dijiste. Sí me creo que
de ser una sharmuuto . Ve a buscarte un hombre guapo y Ismail se haya ido a Europa, pero no que te denieguen un
quédate en tu país, ¡y jamás vuelvas por aquí! pasaporte, porque, si pensaban negarse, te habrían dicho
-Gracias, gracias -dije. Yo no veía el momento de salir que no al principio, cuando yo estaba contigo aún. El pasa-
de allí. Me eché a llorar al cen-ar la puerta, y ni siquiera porte tenía tu foto; todo lo que se necesitaba era una firma.
miré atrás, porque pensé que, si lo hacía, ellos podían venir Qué sentido tendría decir que no ... No me lo creo. Por esa
en mi busca y meterme en la cárcel. Mi marido se había razón no quisiste que yo me trajera al niño; sabías que ibas
I ido... Y a mí no me permitían seguirle. Él no podía volver a quedarte. Es probable que tengas otro amante, y que el
a mi lado. Mi dinero, mi casa, mis muebles ..., todo había pequeño no sea mío. Así, te mandaré una carta diciendo
desaparecido. Y yo estaba embarazada, y el niño no tenía que eres libre. ¡A partir de ahora, eres una mujer libre! Y
LPadre . algún día veré a mi hijo. Más tarde o más temprano, lo
Pensé en Ismail. Le había prometido a Paul que me ayu- veré. Adiós, y no vuelvas a llamarme, ¡nunca!
daría, así que fui a verle. Al hombre que me abrió la puer- y colgó.

234 235
Al principi o no llo ré. Me se n tía demasiad o tras to rnada clientes . Durante el ca m ino de vue lta, los m ilita res nos
para pensa r siqu ie ra . Caminé y ca m iné. Terminé a l o tro de tu vieron. Faltaban di ez minutos para las doce, e in tentá-
extremo de la c iu dad. Era tarde, casi m edianoche... Por ba m os volver a casa de Anna a n tes del toque de queda, a
s uer te, los militares habían al argado el toque de qu ed a la m edi anoch e. Cu ando nos acercábam os a la ba rri cad a , las
hasta las d oce . Cuando me di cue n ta de lo lejo s qu e había do s c hicas nos a gach am os e n el coc he para q ue nadi e
llegado, me acordé de Anna, una a m iga mía. Decidí ir a su pudi era vern os. Pe ro nos pa ra ron de tod os mod os. Nos vie-
casa. Se lo conté todo, incluso que es ta ba em ba razada, ron y no s dijeron qu e sa lié ra mos del coc he , só lo nosotras
algo que ella no sabía. Me sentía avergonzada. ¿Cómo iba do s: yo y Anna.
a quedarme en una ciudad donde conocía a todo el - ¿Por qu é? - pregun tó Pasquale.
mundo? Yo había pensado que a cabaría viviendo por mi El sold ado le ordenó que se ca lla ra , eso no era a sunto
cue n ta , y, de golpe, todo aqu ello por lo qu e había trabaj a- suyo. Tod o lo que queda era det en er' a dos sh arm u u tos, y
do se esfumaba. Empezaría de nu evo, aunqu e ignoraba no s orden ó que baj áramos . Así qu e Pasqual c bajó tambi én.
có mo. Lo úni co qu e tenía en la cabeza era marcharme ... - ¡Vete ! - le dij eron en so malí-. Eres un hombre blan -
«Ir a al gún lugar donde nadi e m e co nociera.» Ésa era mi co. ¡Vet e !
única id ea. Le dij e qu e no podía quedarme en Somalia . - No, no pi en so m overme de aqu í - I-cp licó él, tamb ién
¿Cómo em pe za r de nu evo? Estaba em ba razada, tenía ya en so malí.
un niño y había vendido (o regalado) cas i todo lo que po - - No podían creerlo. No podían creer qu e aqu el mu ch a-
seía . Ella me dijo qu e quería irse tambi én. Con los milita- ch o hablara so m a lí. Era un luchador. No le import aba s i lo
res no había nada qu e hacer: violaban a las mujeres y m e- arrestaban o lo go lpea ba n, Dijo qu e no, qu e no iba a dejar-
tían a los homb res en la cárcel. No hab ía n ma ta do a nadie nos..., qu e nosotras no había m os co me tido nin gú n crime n;
en público todavía, pero la s itu a ció n era mal a. Las calles los tres habíamos ido a ce nar; aú n no era med ian och e; es tá-
es ta ba n casi va cí as . Apenas circulaban vehículos porque la bamos a menos de cinco minutos de casa; no habíamos
mayoría de la s personas que tenían coche eran bl ancos o hecho ningún daño a nadi e; e nto nces, ¿por qu é las ch icas
trabajaban para e l Gobierno. tenían qu e ir a la cá rcel? Dijo qu e respond ía de nosotras,
Había habido mu chas compañías extranjeras en el país, porque nos había ido a buscar a nu est ras familias , y tenía
todas bu scando petróleo. Pero casi todas se habían mar- qu e devolvernos.
chado. Al parecer, a la mayoría de los blancos se le había -- S i vais a det enerlas - a ña d ió- , tendréis qu e deten er-
dicho que se marchara, y a la mayoría de los som a líe s la m e a mí también, porque no pienso irme. Si vai s a matar-
habían metido en la cárcel. La única posibilidad que nos las, tendréis qu e matarme a mí tambi én. Y s i vai s a go l-
quedaba era marcharse. Si no tenías pasaporte, sólo podías pe arlas, tendréis qu e golpearm e a mí también , Todo lo qu e
ir a los países vecinos. Mi país y los países vecinos estaban les hagáis a ellas tendréis que hacérmelo a mí tambi én, por-
todos en guerra unos con otros ; pero yo sabía que s i di s- qu e yo no vaya ir a ninguna parte,
ponía s de dinero, en trar en esos países era fácil. Había muchos soldados co n gra ndes armas, La barrica -
Anna y yo estábamos de acuerdo. da es ta ba en un cruce, y en la s cua tro es qu inas de la int er-
- Tenem os que irnos. -Ésa era mi obsesión-o Tenemos sección había gua rd ias. Todos acudieron a los gritos y nos
qu e irnos. rodearon con sus a r m as co m o si realmente pen sasen di s-
- Sa lga m os y tengamos una última noche de diversión pararnos. Me temblaban la s pi ernas. Sabía lo qu e ellos eran
-propuso ella. capac es de hacer: había visto a algunas chi cas después de
Encontramos a Pasquale; aún estaba allí aunque la revo- que ellos la s violaran, las golpearan y les robaran el dinero
lución es ta ba as us ta ndo a todo el mundo. É l era fuerte. y el oro.
Dijo qu e debíamos vestirnos y salir a cenar, co m o si llevá- Los cu a tro hombres que habían es tado habl ando co n
semos una vida normal. nosotros se alejaron y deliberaron en tre s í u nos minu tos.
Cenamos en un restaurante vacío, éramos los únicos -Os podéis ir todos - d ijero n cuando volvieron a nu es-

236 237
II II l I I I , I
tro lado-o Pero vosotras dos no s u bá is nunca más en el Él tenía una gruesa y pesada cade na de oro co n un a
coche de un blanco, ni vayáis con un blanco otra vez , y no gra n cruz qu e pertenecía a su padre, y que le habían dad o
estéis en la calle después de las once. Sois muchachas jó- cuando éste murió. Él se la había dado a nu estro hijo al
venes, y deberíais avergonzaros de andar por las calles nacer; Ahora quería recuperar su cade na de oro. Su carta
haciendo esta clase de vida. seguía:
De modo que nosotras dijimos :
- De acuerdo, señor, lo haremos, lo haremos, gracias, No estés en la ca lle todo el tiempo, porque es des-
gracias, honro so para mi hijo . No sé lo qu e vas a ha cer co n el
Pasquale puso en marcha el motor, nosotras saltarnos al otro niño: dársel o a su padre o qu ed ártelo, no me
interior del coche y nos fuimos. Cuando no s dejó en casa importa, porque sé que no es mío. Yo no pienso vol -
de Anna, los tres estábamos temblando aún. Anna y yo le ver. Estás div orciada. Hemos terminado. Puedes llevar
dijimos que tuviera cuidado al volver a casa, y él nos pro- es ta ca r ta a cua lq u ier sheikh , embajada u ofi cina del
metió que lo tendría. Gobierno . Es tu papel de divorcio.
Aunque era amable conmigo cuando no s veíamos, Pas-
quale nunca me dijo que me amaba... Y con todos aquello s Dolía. No el divorcio - hacía mu cho tiempo que yo
problemas y confusión, no pude hablarle del ni ño. Anna me sa bía qu e nu estro matr-imonio tenía probl em a s- , s ino sus
comentó algo so bre un italiano qu e vivía en el centro de la crueles palabras; ésas dolían de veras.
ciudad . Estaba casado con una so rn a lí y era propietario de No le mandé nada . Nada en absoluto: ni car ta , ni ca de-
un bar; Me dijo que, en una de las habitaciones traseras, na de o ro, nada . Sól o le dij e a Ann a.
hacía a bortos co n un tro zo de a lam bre de u n sos tén; hacía .
'
- Tú y yo hemos de encon trar una m anera de esca par.
la operación cada mañana durante dos o tr es días, y, m ás Hab íam os decidid o hu ir a Kenia. Conocía a person as
~ I
o menos de spués de la tercera vez, em peza bas a sa ngra r en
abundancia y perdías el niño. Al principio estuve de acuer-
qu e habían ido allí, y decían qu e era un hermoso luga r.
Pero no sab ía lo grande qu e era; pen saba qu e estaríamos
11
do ' en intentarlo, pero cuando me contó lo qu e él m e haría en Nairobi en cuanto lleg áramos a la fro n tera ...
y después de pensar en el dolor y en Alá -el Corán dice Comenzábamos a tener un poco más de pa z; nos es tá-
que si matas a alguien, el castigo es el fuego del infierno bamos acos tu m bra ndo a la s ituac ió n , y aprendíamos a vivir
para siempre- , no me vi capaz de pasar por aquello. co n ella. Pero los militares seguía n en todas partes, en el
. Seguí yendo a casa de nuestro amigo italiano para ver control, entraban en la casa que les daba la ga na, y por la
si tenía algún mensaje de Paul para mí, pero nunca lo call e det enían a quien es ellos querían . Cuando nos enco n-
había. Entonces, un día, dijo que tenía una carta para mí. trábamos en el centro de la ciudad donde es ta ba n los so l-
Anna y yo corrimos a casa de ella, donde me la leyó . dados, siempre nos escondíamos si subíamos al coc he
Decía: con alguien. No paseábamos por la ca lle. Algunas tiendas
permanecían cerradas... Mucha gente se había ido para
Amán, ¿cómo te va? Yo estoy muy bien. Todo mar- siempre.
cha bien aquí... Espero que las cosas hayan mejorado Aún seguía habiendo fiestas a veces, pero nun ca ha cía-
en Somalia. y que mi hijo esté a salvo, y todos los mos ruido en ellas. Durante una fiesta conocí a un hombre
demás también. No tengo empleo. Ni tampoco dine- que trabajaba para una compañía petrolífera: Mario. Todos
ro . Me alojo con mi familia. Espero volverte a ver los fines de semana m e llevaba a Mango Village , a ver a mi
algún día, a ti y al pequeño, en especial a mi hijo. CuÍ- mamá y a mi hijo. Su familia vivía en Mango VilIage tam -
date. Y, por favor, mi hijo es aún muy joven y está con- bi én; s u padrastro, un italiano, trabajaba en la f ábri ca de
tigo, y sé qu e va a ser musulmán, porque tú eres a zú car. Su madre era una hermosa mujer turca. Ella co r-
musulmana, y no sé cuándo vaya verle, así que por taba el cabello a mi hijo... Siempre se mostraba muy feli z
favor mándame mi cadena de oro. al verme. Cuando estábamos en Mogadiscio, m e alojaba en

238 239
su casa, puesto que ya no tenía mi propio hogar. Dejé de una lengua que hablan en Kcnia, y que también quería
gastar dinero en mí misma: lo que no le daba a mi mamá marcharse. Ahora nos teníamos la una a la otra, gracias a
lo ahorraba. Mario me dijo que lo hiciera así: iba a ne cesi- Alá. y las dos nos encontrábamos en .la misma fase del
tarlo. Él veía lo mal que estaba la situación, y se acercaba embarazo.
el momento en que él tendría que irse también. Había ave- Descubrimos que no había camiones que fueran direc-
riguado que pensaban trasladarlo a Mombasa, en Kenia. tamente a donde nosotras nos dirigíamos; eso significaba
No sabía que yo planeaba irme también a aquel país. Me que tendríamos que ir saltando de pueblo en pueblo. Los
pregunt ó POI- qué no le seguía cuando se marchara y me camiones no circulaban siempre, porque las carreteras eran
quedaba con él en Mombasa . Supongo que a partir de allí, malas y estábamos en la estación lluviosa. Fuimos cada día
lo que hubiera de ocurrir; ocurriría. a la parada de camiones. Hasta que al fin encontramos uno.
Yo estaba desbordante de amor y no tenía a nadie para Después de hacer los tratos con el camionero, fui a ver
dárselo. Así que cuando me pidió que fuera con él , le dije a mi mamá y a mi hijo por última vez. •
que lo meditada con calma. Durante los dos días siguien- Ya sabes lo que pasa cuando te marchas y hablas con tu
tes no hice otra cosa que pensar. Pensaba en volver a casa, fam ilia: «Cuando me yaya, haz esto y aquello ... si ocurre
a Mango Village, y buscar un trabajo .... quizá en una fábri- algo, haz esto y aquello, y lo de más allá... » Le dije a I-Iawa
ca de azúcar, Pero cuando pensé en quedarme con la gente cómo debía tratar al niño... y cómo debería tratar a mi
entre la cual yo había crecido; en lo bajo que había caído mamá, porque yo solía comprar toda la ropa de mamá y
y en que todo el mundo m e conocía, supe que resultaría ayudar a Hawa . Les dije que si algo me ocurría, tenían que
muy embarazoso para mi familia. Nadie más en Mango hacer esto y aquello. Me di cuenta de que no podía llevar-
Village tenía un niño blanco, excepto una vieja prostituta, me a mi hijo conmigo a Kenia, porque sabía con lo que iba
y yo sabía lo que la llamaban. Y me venía otro en camino. a enfrentarme: una situación muy dificil. Ignoraba a dónde
¿.Cómo hacer frente a eso? Ni siquiera podía enfrentarme me dirigía, y lo que me sucedería. Sabía que el niño se
con la gran ciudad. Pensé realmente en volver a casa, pero encontraba seguro con mamá, y, en cuanto estuviese insta-
entonces me dije que no podía hacer eso. Sabía que tenía lada. podría hacerme cargo de él. Así que me marché de
que irme a Kenia, y estaba contenta de que Mario estuvie- Mango Village y regresé a Mogadiscio.
ra allí también. Entonces le contesté que me iba a Kenia... El día antes de que el camión tuviera prevista su mar-
casi seguro. cha, fui a ver a Anna y le dije que estábamos listas para
A la semana siguiente lo acompañé al aeropuerto, .Y él salir a la mañana siguiente, temprano... más o menos a las
se fue. ocho.
Ahora me tocaba a mí buscar la manera de escapar; -Muy bien -dijo ella-o No hay problemas.
Miré a mi alrededor una y otra vez. A los doce días encon- Salimos aquella noche. Fuimos al Lido -aquel famoso
tré a Laila, una muchacha somalí de Tanzania. Estaba club- y no paré de bailar, porque sabía que al día siguien-
desesperada por ir a Tanzania, porque era donde ella había te me marchaba del país..Estaba segura de que, si me que-
crecido y su familia seguía allí. Su hermano la casó con un daba, ya no podría ser yo misma, alguien me controlaría.
somalí, y se quedó embarazada. Pero como no le gustaba No me gustaban los militares, y no me gustaba lo que esta-
su marido lo abandonó y huyó a Mogadiscio. Había estado ban haciendo. No había forma de quedarse.
vendiendo su cuerpo hasta tener 175 chelines ahorrados. Por la mañana, Laila y yo fuimos a la parada de camio-
Con eso no bastaba para hacer ni la mitad del camino, pero nes. Todo el mundo que se marchaba se encontraba ya allí.
ella no lo sabía. Nos conocimos mientras las dos estábamos Pero Anna no aparecía. Esperamos, y esperamos y espera-
en la parada de los camiones, preguntando sobre los camio- mos más de dos horas, pero ella seguía sin aparecer;
nes ' que se marchaban. Sabía hablar bien inglés, swahili y De manera que nos fuimos '.
sornalí,
Me sentí aliviada cuando Laila me dijo que ella conocía

240 241
I I I 1 l' f I
I clase de odio, como.. ¿por qué eres tú mejor? Piensan que
\ los somalíes parecemos mejores, que tenemos más poder.
que tenemos más dinero. Creen que tenemos más belleza
que ellos. Lo que yo pienso es que ellos' se sienten insegu-
ros y celosos. A las mujeres somalíes no les gusta salir con
hombre kenianos. Si le piden una cita. la muchacha auto-
máticamente dice «[No!». Ellos se vuelven locos, porque eso
hace que se sientan inferiores. Y en cierta forma tienen
CAPíTULO 24 razón, P01:qu los~malíes no se mezclan con otros <ffrica-
nos ...i;o m o aquellos aeqrrien te a e... los que amamos
Addon. .e.er tod lo ue yo sabía era ue el ueblo kenia-
La carretera se encontraba en muy mal estado en el no Rodía~er_malo._muYJI1alo.-con- os -somqlíes. _
camino a Kenia. De Mogadiscio a Baidoa tardamos tres Al día siguiente llegamos a la población fronteriza .
noches. Dormíamos en el gran camión. El camión llevaba Estábamos tan cerca... Podíamos ver los edificios de
pasta, tomates, aceite, azúcar y café a Baidoa. Mi amiga y Kenia. Mientras estábamos mirándolo todo -paseando
yo nos sentábamos en la parte delantera, con el conductor, por todas partes- encontramos a esta señora que cono-
y la parte de atrás iba llena de comida. La carretera era cíamos de casa. Cuando la vi, ¡Alá!, pensé que veía a mi
húmeda y fangosa, y teníamos que bajar y empujar el madre. Conocía a su hija de cuando yo había sido una
camión.... bajar y empujar, empujar... y seguir empujando chica de la calle en la ciudad. Su hija era mestiza: mitad
hasta que se hacía de noche... Fue demasiado empujar. italiana, mitad somalí. Se había ido a Nairobi, y la madre
Pero me olvidé de la guerra y del odio, cuando estuvi- estaba tratando de conseguir un papel para ir a Kenia tam-
mos lejos de tocios los signos de batalla, en el campo. Aque- bién. En aquella época tenías que conseguir un pase, un
llo era hermoso. y olía como las flores. Era la estación de documento de autorización, para entrar en Kenia. Ella lle-
las lluvias - la buena estación en Somalia-, y todo estaba vaba tres meses en la población fronteriza esperando aquel
verde. Hacía fresco. no calor, y la brisa olía muy bien ... papel. Nos preguntó qué hacíamos allí, y le dijimos que
regresaba al paraíso. estábamos haciendo lo mismo que ella: intentar pasar a
Pasamos la noche en Baidoa, y al día siguiente Laila y Kenia. Así que ella nos llevó a su casa. Por el camino nos
yo encontramos un camión diferente. Viajamos en él y lo explicó todo.
pasamos la noche en Lugh, una población situada en una Dijo que no era una cosa tan sencilla conseguir el pase.
isla del río Juba. La vez anterior en que había intentado ir No podías ir directamente a ver al Comisario de Distrito
a Kenia, cuando me escapaba de mi marido, no había lle- keniano, ni a su ayudante, el Oficial de Distrito. Primero
gado tan lejos. Era interesante ver toda aquella nueva zona tenías que pagar dinero a alguna otra persona, y ésta habla-
del país. Mi país y Kenia habían mantenido una gran bata- ría con el Comisario de Distrito en tu nombre. Dijo que ella
lla. y durante el viaje vimos árboles quemados, coches que- conocía a la persona con quien debíamos hablar, y que ríos
macias, incluso pueblos quemados. En cada trocito de ayudaría.
camino por donde pasábamos, podíamos observar algún Nos llevó al lado keniano. Podías entrar en el país
signo de la batalla, y yo nunca había visto aquello en mi durante el día, pero tenías que salir de él por la noche. Fui-
vida. Había gran cantidad de equipo militar abandonado mos directamente a la oficina del Comisario de Distrito, y
por las buenas en la carretera. Pregunté por qué los kenia- ella nos dijo que esperásemos fuera bajo el gran árbol.
nos trataban tan mal a mi pueblo. y por qué sentían aquel Entró, y, al cabo de un rato, salió acompañada de dos hom-
odio contra nosotros. Dijeron que cuando los kenianos y los bres. Nos los presentó, y nos dijo lo que ellos podían hacer
somaIíes lucharon. los primeros perdieron a muchos de los por nosotras: conseguirlo todo en tres o cuatro días. Con-
suyos. Pero yo pienso que hay otra razón también. Es otra vinimos en que hablaríamos aquella noche, ellos vendrían
242 243
a la casa de la señora y nos dirían lo que debíamos hacer; no s... que sabían q ue est ábamo s tr atand o de com prar nues-
Así que dijimos. tro pase a Kenia, y la poli cía qu ería an·es t~rnos . Trataban
- De acuerdo. Gracias. de asusta rnos. La amiga d e mi madre nos dIJO qu e los hom-
Aparecieron cuando se hacía d e noche. Yo pen saba que bres le había n hecho sa ber que querían acosta rse co n noso-
les daríamos dinero, que ellos se ocuparían de nu estros tras... Si qu eríamos el papel, tendríam os qu e irnos a ..la
papeles, y que volverían cuando lo s tuvi eran. Pero querían cama con ellos; no ib an a hacernos un favor por nad a . DIJe-
hablar con nosotras antes de irse, así que nos es pe ra r on a ron qu e el Comisa ri o de Distrito y el Oficial d e Distrito
mí y a Laila para dar un paseo con ellos fuera. aceptaban nuestro din ero, pero que tambi én querían ten er
Yo les dije que estaba cansada y que no podía... Com- nuest ro cuerpo . . Era lo meno s que podíamos hacer como
prendí perfectamente cua nd o uno d e los hombres dijo lo d e agradecimiento por el favor. .. . ,
«Pasea r co n m igo ... ». No so y estúpida. Cu ando llegaron aq uella no ch e, nos dij e ron que quena n
- Te ngo sueño - le dij e-o Estoy cansada..., y e m ba- más dinero. Así que les dim o s d osci entos chel ines m ás, o
razada. sea, un total d e quiniento s c helines. La se ño ra también nos
Se lo solté en la ca r a . Porque sabía que él quería a lgo pedía dine ro tod os los dí a s para la com pra, a sí que nu ~s ­
de mí. tras reservas es taba n d esapareciendo. Aqu ella no che cog ie-
- Necesito dormir, y el bebé también necesita dormir, ron nuestros doscientos c helines y no se quedaron mucho
así que, ¿por qué no terminamos nuestro asunto, y lu ego se rato. Habían pasado sie te días, y seg u ía mos s in el papel. La
van ustedes? sigu ie nte noche que los vim os, es tu vimos demasiado a ma-
A él eso no le gus tó , se notó mucho, pero dijo: bles con ellos . Un o d e los tipos m e llevó fuera . Es ta ba oscu-
- Da d nos trescientos chelines. ro, au nq ue no de ma siad o porqu e se pod ía ver gracias a la
Fu i a la habitaci ón, co n té el dinero, volv í y se lo di. Dije- luna . Él se corrió, y yo lo limpié fr otand o. Es peramos a que
ron que volv erían al día siguiente con el papel. E llos se ocu- los d os de d entro hubieran terminado y en to nces e n tra mos
parían de todo. n osot ro s. Era co m o un negoci o.
A la siguiente noche volvi eron. No se mostraron agra- - Ahora que ya ten éis lo qu e qu e ríais -dije enfadada-:-,
dables y so nr ie n tes como la primera vez, como s i tu viesen ¿cuándo tendremos nu estros papeles? - Yo es ta ba furi o-
malas noticias para nosotras o como si el dinero fues e sa-. ¿Mañana? - ins is tí.
dema siado poco. Observé qu e cada vez que ellos estaban Él dijo que no, que llevaría dos o tres días, pero qu e :sta
allí, la madre de mi amiga se marchaba, dejándonos a los vez tendríamos el papel. Les gustábamos, a él y a su arrugo,
cuatro solos... sabiendo que la s dos estábamos embaraza- y querían ayudarnos . Después de irse, nos lavamos y lava-
das, que llev ábamos pagado un montón de dinero para con- mos nuestros vestidos.
seguir aquel papel y que no queríamos pagar con nuestro El día sigu ie n te fuimos al lado keniano, pero no a la ofi -
cuerpo también. cina del Comisario de Distrito, s ino a l m ercaelo, es pe ra ndo
- Por favor - le dije- , quédese con nosotras la próxi- e nco n trar a alguie n que nos ayudara. Entramos e n una
ma vez que vengan. ti enda a co m p rar soda , y en otra a co m p ra r .un bocado. '!
Pero ellos esta ba n allí, y la mujer hizo lo mi smo: se mar- allí co noc imos a tr es jóvenes... , jóven es limpios , co n bOI1\-
chó. Cuando ella hubo salido , los hombres se acercaron a tos traj es de sa fa r i color caqui. Nos explica ron cómo fu~­
nosotras. Yo no hablaba swahili, pero les dije que quería cionaba aq uello : los hombres qu e tr~baJ3ba~ p~ra el C?m~ ­
ver a mi marido. No sé lo que Laila les dijo en swahili, sario ele Distrito -e incluso el propio Comisari o d e Dl ~tn­
pero ambos se marcharon al fin . La tercera noche no apa- to- se acos ta ba n con las chicas, y tambi én cogía n el dine-
recieron. ro d e las c h icas y se lo repartían. Era co mo un juego pa ra
Al día siguiente fuimos a verles a la oficina d el Comisa- ellos . Un o d e ellos dij o qu e deberíam os llevar nuest~as
rio de Distrito, y ellos no quisieron hablar con nosotras; cosas a s u tienda , poco a poco y sin d ecirle nad a a la se na-
estaban ocupados. Nos dij eron que había gente vigilándo- ra . E lla d ebía d e es ta r del lado de los dos hombres, pen-

244 245
I j

sando que si les ayudaba a que nosotras entregáramos


nuestro cuerpo y nuestro dinero, ellos la: ayudarían a con-
seguir un pase. Más tarde descubrí que tenían razón: eso
era exactamente lo que ella hacía.
Llevamos nuestras cosas poco a poco a su tienda, para
que ella no se diera cuenta de que nos marchábamos. Uno
de lo~ ho.mbres,había e~contrado un camión que se dirigía
a Nairobi. Llevo al camionero a su casa para darle el dine-
CAPíTULO 25
ro, y todo se arregló. Yo no tenía demasiada confianza a
causa de todo lo que nos había sucedido, pero estábamos
di~puestas a marcharnos. Dejamos la casa de la señora y
Corrimos y corrimos . Estábamos en Kenia ahora, en
fuimos a la tienda de los jóvenes a esperar hasta la noche.
N.P.D., y la gente aún era somalí. Nos deteníamos en peque-
Cuando oscureció del todo, los muchachos, Laila y yo fin-
ños lugares donde podíamos comer: arroz, carne y leche. La
gimos que regresábamos al lado somalí, pero dimos un
comida era diferente. Los somalíes tienen una religión y una
rodeo y fuimos a la población keniana y empezamos a
lengua, pero cada tribu tiene su propio acento, y la cultura
andar. Anduvimos y anduvimos y anduvimos durante casi
es diferente, así que la comida es diferente también.
uria hora. Teníamos que alejarnos mucho de la frontera
Al final nos acercamos a un pueblo y pasamos la noche
para que cuando el camión se detuviera a recogernos ni
en el camión. Por la mañana, el camionero tenía que ir a
guardias ni nadie se dieran cuenta. Yo sabía que a veces la
la comisada de policía. Todos los vehículos que entraban
gente no te recoge, y entonces estás muerto, de veras.
en Kenia tenían la obligación de registrarse en la comi sa-
Comido por un león o por una hiena, o muerto por la poli-
ría. Antes de ir a registrarse. nos llevó al otro extremo del
cía keniana. Si la policía te pilla tratando de deslizarte por
pueblo. Allí había muchos árboles grandes y altos, y nos
la frontera, te golpean, o te roban, o te obligan a trabajar
dijo que nos encaramáramos a uno de los árboles y le
en granjas, o te utilizan como obrero..., eso si tienes suer-
aguardáramos. Si nos quedábamos en la calle, la gente quc
te. En otro caso, se limitan a matarte y se libran d~ ti.
pasaba podría ver que éramos diferentes, y quizá se diera
Estábamos también asustadas porque ignorábamos a
cuenta de que intentábamos escapar. Por ello, y para evitar
dónde íbamos, pero estábamos convencidas de que ahora
) nos hallábamos en el buen camino. Finalmente nos detuvi- problemas, tendríamos que subir al árbol. ¿Rccuerdas
cómo mi abuela se había escondido en los árboles? ¡Pues
mos pero no demasiado cerca de la carretera. Los chicos
eso fue lo que hicimos! Nos encaramamos al árbol alrede-
nos dijeron que cuando se acercara, ~l camionero haría
dor de las diez y nos quedamos allí hasta las tres.
parpadear las luces dos veces para hacernos una señal.
Yo tenía calor y estaba mareada. Cuando abría los ojos
Esperamos y esperamos, y al fin vino el camión e hizo par-
- i u [{ !- ¡todo el árbol daba vueltas, y vueltas! Estábamos
padear las luces dos veces. Corrimos a la carretera. El
sedientas... y hambrientas. Podía sentir al niño dando sal-
camión se detuvo. Besamos, agradecidas, el rostro de aque-
llos muchachos. Nos dijimos adiós y buena suerte. Y luego titos en mi interior, dando patadas.
CelTábamos los ojos y rezábamos a Alá para que cl con-
~ltamos dentro del camión y nos alejamos.
ductor regresara.
Cuando volvió, nos traía comida yagua. Fuimos en el
camión hasta la siguiente población, Wajir, y él tuvo que
volver a registrarse en la policía. Tuvimos que darle dinero
para gasolina y comida. Nos llevó a casa de su cuñada, y le
dijo que nos diera algo de comer; a nosotras, que nos lavá-
ramos.
247
246
-Estad listas, volv eremos. utili za ba un a la rga pala para sacar el carbón calien te, y
Pero no volvió. Se llevó todos nuestros chelines, y... deja ba que el horno se e nfr ia ra. Cua ndo a lgu ie n lla m aba a
desapareció. Le pregunté a la señora: la puerta, nos metíamos allí. Si e st aba cocie ndo pan, e n to n-
- ¿Qué pasa? . ces nos escondíamos debajo de la cama .
-Mi cuñado tiene problemas por vuestra causa. Ahora Había algunos mucha chos so lte ros que le alquilaban
vendrá la policía. habitaciones , y ellos querían hablar sob re tribu s. Yo llegu é
Nosotras teníamos mi edo de la policía. .. por el modo a confundirme tr atando d e segu ir la pista d e tod os los dife-
como te trataban cuando te detenían. ¿Adónde podíamos ir? rentes nombres y gr u pos. Asli m e preguntó si de ve rdad yo
Nos dijo que buscáramos a Asli, una vieja señora que. era la hermana d e Lail a , porque no hablaba el swa hili y no
era de la misma tribu que Laila. Ella no podía acompa ñar- parecía conocer a ia mi sma ge n te . Todos habl aban ~le la
nos porque, si la policía la veía con nosotras, la metería en familia que conocían, y se convirtieron en una es pecie de
la cárcel también. Mandó a un niño de cuatro años para segunda familia. Yo me sentía una ex tra ña en~re ellos " .
que nos mostrara dónde estaba la casa de Asli, Pronto Asli se imaginó qu e yo no pertenccia a su tribu ,
Entre las dos llevábamos tres maletas grandes y bolsas... y m e preguntó d e qué tribu era e n realidad. Yo debía salir
Demasiado peso, en especial teniendo en cuenta qu e las dos de su cas a e ir a la de otra muj er. puesto qu e no era de su
estábamos embarazadas. Les pedí que por favor nos echa- tribu y no co nocía la lengua; ella no qu ería qu e m e qu ed a -
ran una mano. Si nos íbamos, no sabríamos la manera de ra allí. .. No d eseaba tener problemas por mi ca us a. Dijo a
volver, y perderíamos todas nuestras cosas. De modo que el Laila que también le causaría problemas a ella , porque no
niño nos echó una mano. Llevó la s bolsas pequeñas. Yo co nocía su lengua.
saq ué una sába na grande d e mi m al et a , env o lví la m al eta Yo es peraba que La ila le res po ndeda: «No, h em o~ hech o
en ella, y luego até los extremos del pañuelo alrededor de el cam ino hasta aquí juntas. y permanece remos Juntas »,
mi cuello... ése es el modo como lo transportábamos en el porque eso e ra lo que habíamos plan ead o e n Somali a. Ella
campo. Laila llevaba la otra maleta en la mano. ¡Estábamos no tenía bastante dinero y yo .la había ay udado pa gando a
cansadas! Llegó un momento en que yo quería dejar la nu estros conductores, las propinas, la co m ida y los regal os.
maleta en medio de la calle. Entonces me dije: «No, esto es Así que esperaba que ella dijera: «No , no, Amán y yo segu i-
lo único que tengo. La llevaré a pesar de todo.» rem os juntas todo el carnino .» Pero no fue ~sí. . '
Llamamos a la puerta de Asli. Ella preguntó quién era. Asli fue a buscar a una vieja señora de mi tnbu . Se vera
El niño dijo: «Hola, tía », y ella abrió. Laila le dijo quiénes claramente que era pobre: llevaba la s ropas raídas y sucias ,
éramos (contábamos a todo el mundo que éramos herma- parecía muy pobre. Cuando le pregunté quién e ra , ella ,me
nas). Asli nos hizo pasar. Le di algunos regalos: pendientes, contestó que yo era demasiado joven, que no co nocena ¡l
un pañuelo para la cabeza que nosotros llamamos un nadie de su familia . Yo le dij e que mi padre era jefe, y qu e
shaash, y algunas sandalias . yo conocía a la mayoría de mi tribu . Ella me contó su his-
Le dijimos que queríamos ir a Nairobi, pero los camio- toria.
nes no salen cada día, sólo cada d os sem a nas . Ella dijo que Había perdido a sus hij os, a su marido y t?do s u ga ~1a-
pronto encontraríamos un camión que nos llevaría , y que do: su casa había sido bombardeada. Los kenian os hab ían
hasta entonces podíamos quedarnos allí. Empezamos a bombardeado aquella zona porque sa b ía n q ue muchos
pagarle diez chelines al día, a veces un poco más, sólo para somalíes estaban vivi endo allí. Lo había perdido tod o ,
agradada. El Gobierno de Kenia quería que todas las fami- incluso uno de sus ojos. Me dijo que ahora vivía en el lu gar
lias informaran de los huéspedes que tuvieran, pero como donde tenía su tierra, el mi smo en el cual había es tado su
nosotras no disponíamos de pasaporte ni de salvocond ucto, casa. Ni tenía s iq u iera serv icio, por lo que usaba lo s arbu s-
ella no podía hacerles saber que éramos huéspedes suy os. tos como retrete. No tenía ni un daash ..., nada .Í -Su cas a e ra
El lugar donde ella solía ocultarnos era en el gran horno
donde cocía el pan. Por la mañana, después de cocer el pan, 1. Daash : Pati o. (N. del 1.)
249
248
como las del campo de que te he hablado: he ch a con una - ¡No ! -excla mé, furiosa-o ¡Ba st a de horno! Me vaya
estructura de ramas y esteras entretejidas. El Comisario de la poli cía de todos modos. ¿Por qué habría de ocultar me?
Distrito tenía que ayudar a esas personas después de que ¡No pienso meterme ahí!
las habían bombardeado, así qu e ella sobrevivía con la poca Ella se en fadó aún más, pero gritó: «¿Qu ién llama?", en
comida que le daban. Me dijo que sería bienvenida s i qu e- swahili. Cuando vio qu e se trataba de un amigo, abrió la
ría ir a vivir con ella, no le importaba, pero qu e no tenía puerta.
ningún lugar donde esconderme. Con qu e fuera a hacer pi s, Entró un hombre y preguntó a Asli qué era todo aq ue l
cualquiera me vería, e informarían de mí al Comisario de griterío.
Distrito, porque a ella no le es ta ba permitido tener un hu és- - Es te demonio ha venido de Somalia -respo nd ió
ped sin comunicarlo. Se encontraba en la misma s ituación ella->, iY ahora no quiere irse de mi casa! Yo nodeseo qu e
qu e Asli: si la pill aban ocultando a so malíe s ilegal es, ten - se quede. Llamé a alguien de su familia. Pero no se qui ere
dría problemas, le pondrían una multa y la meterían en la ir con ella.
cárcel. El hombre me preguntó qué pasaba, as í que se lo
Cuando su pe todo eso le dij e que no; yo no podía hacer conté... todo. Le dije que no era justo, que yo era una jov en
a lgo as í. ¿Por qué había de poner en un co m prom iso a com o Laila, ¿qué diferencia había, sólo porque yo no per-
aquella mujer inocente? ¿Cómo iba a irm e con ella s i no tenecía a su tribu ni hablaba swa hili? Lail a tenía proble-
tenía ningún s itio donde es co nderme, y nunca consegu iría mas. Ni siquiera disponía de un papel, aunque ella decía
un coche qu e me llevara a Nairobi? qu e era una swah ili. ¿Dó nde estaba el papel? ¡Era swa h ili
- Gracias - le dij e-i- ; pero tengo problemas, y voy a de Tanzania , no swah ili de Kenia!
qu ed arme aquí. Si m e cogen y m e lleva n a la pol icía , les - Mire -contin ué dici éndole al ho m bre- , u no de su
diré có mo he llegad o, y podrán encon trar a l co nd uc tor qu e tribu me robó mi dinero y m e dej ó aqu í. Es ta muj er dij o
me robó el dinero. que nos ayudaría hasta que encontráramos un coche qu e
Pensé qu e si había de cre a r problemas a al guien, deb ía no s llevara a Nairobi. En el momento en qu e de scubre qu e
creá rselos a quien se lo merecía, no a aquella ancian a seño- no soy de su tribu, quiere ponerme de patitas en la ca lle.
ra tan amable . Yo le he estado pagando cada día que he permanecido aquí.
- Gracias, tía - le dij e, dándole veinte cheline s y un : Le he dado todo eso.
shaash - . Aprecio de veras su ayuda ... Ahora , váyase. - Es to no es justo -dijo él después de hacer un gest o
Asli se enfadó. de asentimiento hacia mí. Entonces se volvió hacia Asli-.
- No, Amán, tú eres la que te vas. No puedes echarla. Sólo porque ella no es de nuestra tribu.
- No me vaya ir sin Laila - re spo ndí-o Cuando Lail a Sigue siendo somalí.
se vaya, yo me iré. Le di dinero para que m e ayudara a ir ' -Ni hablar -insistió ella- o No sabe hablar la len gu a
a Nairobi. Y ella va a llevarme. y no lleva ningún papel , y yo no quiero problemas con la
La pobre mujer se marchó, mi entras Asli segu ía protes- policía.
tando. - E n ese caso, espera. Yo me cuidaré de ello . ¿Pu ed es
- ¡Mejo r se rá que te vayas! aguardar hasta que vuelva?
Yo sa bía que ella es ta ba asustada, porque si grita ba , la Nos preguntó el nombre: le dij e el mío, y Laila le di o
policía podía oírla. Así que me negué a irme. también el suyo, y el de su papá. Volvió en menos de una
- Traiga a la policía - gri té-o ¡Yo no vay a ninguna hora, con un trozo de papel firmado por el Comisario de
parte! Distrito. Decía:
Mientras estábamos discutiendo, so nó una llamada en Amán es la mujer de (el nombre de él). Laila es la her-
la puerta. Ella m e dijo que me metiera en el horno, pero mana de (el nombre de él). Laila recogió a Amán en (la ciu-
pensé que ni hablar. Quizá nunca saliera de allí. Podría no ' dad de él) y la lleva a Nairobi para quedarse con (la familia
abrirme. de él).

250 251
1, También nos dio un salvoco nd uc to, as í que ya teníamos Todos nos pus imos a m asca r qat . Can tam os y viajamos
permiso para andar por la calle. durante toda la noch e.
- Sé buena - d ijo él a Asli-, y tan pronto co mo sea A la m a ñana sigu ien te llegam os a l lu ga r llamad o Habas-
posible tendré un ca m ió n , y ellas es tará n fu era de tu casa. wein. Allí es d onde fue muerta m uc ha gen te . Es ta ba a un os
Po r favo r; cu ida d e ellas. cie n to sesen ta ki ló me tros d el desi e rt o . Era po lvorie n to, con
- De acuerdo - re plicó ella . la h ierba m uerta y seca . No ha b ía árbo les, ni edificios, así
Aho ra tod o era es tu pe nd o , porque teníam os el papel. que era posible ver a mucha di stan cia . Hay u n lugar donde
Me dijo: han puesto un con trol, y creo que corta n lo s á r bo les a pro -
- No te preocupes , Amán . Laila habla la len gua, y tú no , pó sito para poder ver a cualq uiera qu e tra te de en trar fur-
por eso qui ero que se as tú qui en tenga el papel. El pa pel es tivamente. Son kil ómetros y kiló m e tros sin un so lo árbol.
tu yo. Si alguien te pregunta al go , só lo dil es qu e yo soy tu Pod ía s vedo todo... lejos , lejos, lejos. Y la ca lie n te tierra
marido. Trabajo para el Gobierno. Soy un chó fer d el Comi- pa recí a agua, brillaba co mo el ag ua... ¡Alá!
sa d o d e Distrito, ya sa be n dónde pueden e ncon tr a rme. Hay ge n te que es co m id a por las hienas y los leones .
Yo m e sentía muy feliz. Mu cha ge n te muere en I-labaswein. Vi el brazo de una
y es a mi sma no che, mi entras ce nábamos - q u izá un a muj er. E l resto d e su cuerpo d ebía de habe r sido devorado .
hora y m edia más tarde- , la policía a pareció e n la casa. Ha bía u n a n illo, con una gran pied ra p reci osa , y un reloj.
Yo no sabía có m o había llegado allí... ¡Era como si hubi e- Un bra zo so la me nte. .
sen bajado e n paracaídas! No s llevaron a los doce - a todos Fu imos a la co m isa r ía d e poli cía. Mostram os nu estro s
los que es tá ba m os e n la s habitaciones- excep to a Asli. papeles, y lu ego nos dirigimos a un peque ño restaurant e ,
Fuimos a la co m isa ría ' de policía , nos pusi eron e n fila , pero yo no pude co mer, po rque el qat m e h ab ía ma ta do el
y nos pidieron nuestros papeles. Seis d e los primos d e Asli hambre. Má s ta rd e nos e ncam inamos , co n el cam ió n, a un a
no tenían ninguno, pero yo no había visto que ella los ec ha- ciuclad ce rc a d el rí o . Nu estro cond uc to r co nocía a l Co mí -
ra , ¡aunque a mí sí que m e quería ec ha r ! De todas man e- sar ro de Distrito de allí. Fuimos a su casa, y m ataron una
ras , e nseñé el papel al ofi cial de policía. . cabra para que nos la comiéramos. Después d e tomar un a
-¿ Por qué no m ostrast e el papel a n tes d e que te traj e- buena ce na , al [in pudimos d ormir. A la mañana s igu ien te
ra n hasta aquí? -me pregu ntó, enfadado. nos m a rchamos después d el desayuno.
Yo no dij e nada . Sól o m e qued é se n tada e hice qu e m i Lo primero que comprendí era que en verdad me halla-
vientre pareciera m ás gra nde de lo que era en realidad. ¡Ja! ba en un país di ferente. A m edida que íbamos ha cia el su r,
- Mire - d ijo Laila al policía, en swa h ili-, yo y mi a d onde vivía la gen te keniana , la tierr a em peza ba a ten er
c u ña d a hemos ve nido del ca m po, y es tába mos sólo de paso, más hi e rba. E n Somalia, toda la hi erba ha s ido comi da po r
es per a nd o irnos a Nairobi por la ma ñana. Agu a rdábamos a los a n im a les, pero en Kenia había granjas que forma ba n
que un ca m ió n no s re co giera. limpios re ctángulos ve rdes . Los árbo les no es ta ban juntos
De manera que el oficial dijo a los poli cí as que nos co mo e n Somalia, só lo uno aquí y el o tro a llá .
d evol vieran a casa. Los ,seis primos de Asli no regresaron y la s mujeres er a n di ferentes. No se ponían pa ñu elo e n
nunca . la ca beza. Llevaban las batas a tadas so b re los pechos, y
Nos quedamos ' o tros nueve días , ha sta que un mucha- dejaban los hombros al aire. Yo m e d ije: «¿Qué son es tas
c ho nos enco n tró un camión. Era de noche cu a ndo nos fui - mu jeres?» Pensé que d ebían d e ha be rse afeitado la cabeza,
m os en él. Jamás lo olvidaré. El conductor tenía un poco porque su pelo er a cor to co mo el d e un homb re.
de qat , y m e preguntó si sa bía la forma de masticarlo. Yo -Esas personas son de la tribu Kikuy u - nos infor mó
le dij e: nues tro ca m io ne ro.
-No -respondí (es más bien cosa d e la ge n te del norte , Él podía reconocer a las tribus, pero, para m í ¡to do
aunque una vez había visto hacerlo a gente d el su r)-, pero resultaba tan ex tra ño ! Nunca había vis to u n a muj er negra
quiero probarlo. Haré lo que sea . ¡Soy feliz! con el cabello cor to , ni llevando un ni ño con la bata a tada

252 253
alrededor del pecho en vez del hombro, lo que no me pare- Encontrarnos una tienda y entramos. Desenvolví la tela
ció muy seguro además. Pero, de esa manera, ellas podían y mostré al propietario lo que llevaba. Le gustó.
llevar cestas sobre la cabeza, y no se les caían, - ¿Dón d e está la factura? - m e preguntó. (Él le pre-
Lo primero que observé a continuación fue el frío. guntó a Laila en swahili, y Laila me lo preguntó a m í.)
-No estoy fumando -me extrañé-, y cuando hablo - ¿Pa ra qué quiere la factura? - d ije YO-o Este oro es
me sale humo de la boca. ¿Qué le pasa a este lugar? ¡Aaaah! mío . Éste es mi regalo, el que mi gente me dio, diferentes
-Es el frío -,--me dijo el conductor. personas me lo dieron, por eso no tengo ninguna factura.
- ¿Qué le pasa a este lugar? -pregunté de nuevo-. Ni siquiera sabía que se necesitara una factura. Él se
¡Tengo frío y la boca y la nariz me duelen. negó a comprarlo. Fuimos a otro; lo mismo. Fuimos a otro:
-¡Tienes' mucho que aprender! -exclamó el camionero. igual. Todos se negaban. ¿Para qué necesita usted la factu-
Vimos una mangosta saliendo de detrás de un árbol. ra? Yo traté de explicarme, con un poco de inglés, nada de
Era la primera vez que había visto un animal así en mi swahili, y un poco de árabe ... Yo estaba enfad ad a , triste.
vida. Nos marchamos.
y luego, antes de la medianoche, ¡estábamos en Nairo- No sé lo que ocurrió durante el camino de vuelta, pero
bi! El chófer nos llevó a un motel. Alquilamos una habita- en el centro de la ciudad me caí, me desmayé. Cuando me
ción, con dos camas: diez chelines por ' la primera noche. desperté, estaba sentada en el suelo, empapada de agua, y
No teníamos dinero, así que él pagó por nosotras. Le dimos un hombre indio me estaba dando agua. Laila le explicaba
las gracias, y se marchó. nuestra situación: acabábamos de llegar, estábamos sin
Por la mañana, cuando nos despertamos, yo esperaba comer; habíamos andado buscando a alguien durante todo
que nos resultaría fácil encontrar a la gente que andábamos el día. Entonces él nos llevó a un pequeño re staurante d e
buscando: el pueblo de Laila y el mío. Laila sabía que un su propiedad, y fue amable, nos dio mandasi (una rosqui -
par de personas de su familia estaban allí, pero nadie sabía lla dulce) y leche hasta que ya no tuvimos más hambre. Le
dónde estaban. No podíamos tornar desayuno porque no dimos muchas veces las gracias y regresamos a pie al
teníamos con qué pagarlo. Nos lavamos y yo dije: . motel. No hablamos entre nosotras; ¡estábamos tan cansa-
-¡Vamos a la ciudad! das! De vuelta en el hotel, yo me acosté en mi cama, y ella
Tenía oro. Le dije a Laila que nos íbamos a llevar el oro en la suya, y todo estuvo tranquilo,
y lo venderíamos, para poder tener dinero y poder comer y Al cabo de una hora nos pareció oír voces somalíes. ¡No
pagar el motel. dábamos crédito a nuestros oídos! Ella saltó y yo salté.
No podíamos pagar el billete del autobús, de modo que - ¿H as oído, Laila, un somalí? ¡Chissst!
fuimos andando. Era un largo camino. En la calle vendían ¡Eran dos somalíes hablando! No sabíamos de qué habi-
maíz tostado, gajos de naranja, mangos pequeños, patatas tación salían las voces. Saltamos de nuestras camas, abri-
dulces... Compramos una naranja, la partimos por la mitad mas la puerta y corrimos por el pasillo, escuchando en cada
y nos la comimos por el camino. puerta. Encontramos la voz, y llamamos. ¡Menos mal! ¡Qué
Fuimos a la ciudad, y anduvimos, anduvimos, anduvi- alegría! Era como si viese a mis hermanos: ¡el rostro de una
mos por toda la ciudad. Nadie parecía ser somalí. persona de mi pueblo! Empezamos a llorar cuando los
-¡Más vale que encontremos algunos somalíes! -excla- vimos.
mó Laila. - ¿Qué ha pasado? - nos preguntaron ellos-o ¿Por qué
Buscábamos a cualquier somalí esta vez. Pero no los estáis las dos llorando?
encontrábamos. Y cada vez hacía más calor... Aaah, mi Sólo que éramos muy felices de encontrarnos con
pequeñín estaba dando patadas, muchas patadas. alguien que hablara nuestra lengua, alguien que fuera como
-Olvídate de los somalíes -dije en vista de la situa- nosotros.
ción-. Busquemos una joyería donde podamos vender lo
que llevo envuelto en esta tela: mi oro.

254 255
Le env ia mos un men saj e. Nos qu ed am os en Mom basa
unos veinte días esperando.
EI"a importante que' tu viera papeles kenianos - no só lo
el pa se qu e llevaba conmigo, s ino papeles qu e dij eran que
eras keniana- . De lo contrario . fueras a donde fuera s. la
policía te molestaría . Luu l m e dijo qu e si le daba a lgú n
din ero, ella conseguiría el do cumento para mí. Oc nu evo fui
a una tiend a de em pe ños. Est a vez e m peñ é mi oro. Co nse -
CAPÍTULO 26 guí unos tr es mil chelines, y Luul y yo vo lvimos a Nai ro bi,
donde ella tenía un amigo que podía arregla rm e lo del
papel. '
Nos lleva ro n al Garden View Hotel, donde se alojaban En Na irobi, Luul tomó una habitación en un hot el ca ro
muchos somalíes. En el bar vi a dos muchachas que cono- del ce ntro de la ciudad . Todo era diferente e n Kenia . No me
cía de Moga disci o. E llas también se habían ido a causa de gus ta ba s u comicia... Empecé a vomitar... Me apretaba
los militares . Me dijeron que Luul - u na muchacha que era la nariz... Tod o olía mal para mí. .. Iba a sus rest auran -
como una hermana para mí, alguien a quien yo realmente tes ... Tenía qu e usar un ten ed or... El ten ed or para m í es
admiraba- se encontraba en Kenia también, pero no esta- suc io arque o tras personas lo usan ... Tod o rn e pal"ecta su-
ban seguras de dónde. Las chicas dijeron a Laila el barrio cio allí. --
donde es taban los de su pueblo. Yo volví al hotel. Me quedé No podía qu edarme. Luul se ha llaba demasiado oc u pa-
co n ellas. A sa lvo. da as is tie n do a fiestas todo el tiempo . No m e ay udaba a
A la mañana siguiente, volví al motel, recogí mis cosas conseguir el papel tal co m o m e había prometido ... ¡Y e l
y le dije a Laila que cogiera las suyas y cien chelines que d inero! Ella tenía dinero, pero el hotel se est aba llevand o la
los somalíes m e habían dado. Después de lo que había mayor parte de él. Só lo venía para to m a r u na ducha. qu izá
hecho con Asli, ya no confiaba en ella. Ahora estaba a salvo, dormir un par de horas, y marcharse. Yo me qu edaba la
también ha bía encontrado a su gente, las dos es tába m os a mayor parte del tiempo e n el hotel. Conocí a al gunos so ma-
salvo. ¡Ad iós ! Nunca la volví a ver. líes y me hice s u amiga. Les dije cuá nto deseaba ten er los
Al cabo de tres días, conseguí empe ñar un par de pen- do cumentos kenianos para poder quedarme en Kenia y no
dientes para comprar el billete de autobús. ¿Recuerdas a mi se r detenida. Les dije qu e qu ería ir a Tanzania a ver ;\ mi
amigo Mario? Fui a Mombasa, donde se suponía que esta- tío. Uno de mis amigos me aconsejó que co giera mi pase y
ba Mario. Pero cuando llegué a llí, imagínate a quién encon- la ca r ta en Inmigración y consiguiera un docum ento pro-
tré: ¡a Luul! Seguía siendo la misma: elega nte y bonita, con visional, co m o una especie de pasaporte para un año. Dijo
su oscuro cabello sobre los hombros, ¡y con gafas! Era ins- qu e él me acompañaría a Inmigración. Qu ed amos a un a
truida: sabía leer y escribir inglés e italiano. Todo el mundo hora, y al día sigu ie nte cogimos un ta xi y fuimos a llí.
adoraba a aquella chica. Me dijo que el Inspector General Esperé en la cola, y luego hablé co n un poli cía a través
de Ke nia se había enamorado de ella. Le conté que estaba de una ventanilla... dici éndole cuánto de seaba ir a Tanza-
buscando a Mario. Ella lo conocía. nia. Le di mi papel. Él co gió mi foto. Y¡en m enos de un a
- Am án - m e dijo-, su empresa se trasladó de Mom- hora, [ten ía un pasaporte para un a ño! ¡No pod ía c ree rlo!
basa a Tanzania. Cuando volví al hotel, di cie n chelines a los mu ch a chos por
Pero dijo que conocía a un hombre que trabajaba para ayudarme. Nada más llegar Luul, le dije qu e iba a mar-
la misma compañía, e incluso sabía qu e Mario le había charme, ahora que ya ten ía mi papel. Ella no podía creer-
pedido a ese mismo hombre que le envia ra un telegrama si se qu e me fue ra a un país qu e no hab ía visto nun ca , del
yo aparecía. qu e no conocía la lengua. Dijo que debía ir co n a lgu ien .
- Sé que quiere verte - me dijo Lu ul. Bu scó a Khayrta, una mu chacha que iba a Tanzania, y que

256 257
Luul dijo que me llevaría con ella . Tenía que espe rar un par co mo las drogas: son hojas na tu ra les, no te em borracha s .
de días más, y entonces Kh ayrta podría venir con migo . Eres más inteligente y m ás fue r te, te da ene rg ía cua ndo
Puesto que m e marchaba, y me sentía un poco mejor, es tás so ñolie n to y cansado.
pensé que debería ver la ciudad al menos. Luül me llevó a Yo limpi aba la ca sa de aquellas muj eres y cocin ab a para
un club llamado Starlight. El propietario era un inglés de ellas . A ca m bio tenía un lu gar donde es ta r, y ellas me dab an
cabello rubio. Yo procuraba ocultar mi embarazo ... Me se n- dinero para gas tos. Allí no hab ía un lugar es pec ial para que
tía avergonzada . Él me preguntó si quería se r mod elo . yo d ur miera. Las cosas se organ iza ba n de la sig uien te
- ¿Qué es una modelo? - le pregunté. for ma: si es ta ba en mi habi tación, y venía un a de ellas co n
.)
Él dijo que tenía un amigo en In glaterra, qu e me haría un ho mb re, yo tenía que irm e, y dormir co n las demás. Así
foto s, me mandaría a todo tip o de lugares, y mi fotografía qu e me acos ta ba de habitación e n habitación . Un d ía , des-
estarí a por todas partes . Yo m e dij e: «Mi fot o en el perió- pu és del almuerzo , se n tí aque llos terribles dolores e n la
di co, ¿y todo el mundo rnir ándola? » Pensé qu e ser modelo es pa lda, ca da m edi a hora . Pen sé: «Acaba de em pezar a hora
era como ser la m ayor de las prostitutas. mism o, tien es que hacer mu cho ca mi no a ún, así qu e no
- ¡No ! - excla mé horrorizada- o ¡Nadie m e va a tomar di gas nad a .. Con mi primer hij o hab ía tenido un parto de
una foto! ¡No! tres d ías y tr es noches , y pensé qu e co n és te oc urriría lo
Fui a Tanzania con Kh ayrta, la amiga d e Luul. El a u to- mism o. El dolor no paró de ir y venir durante tod o el dí a ,
bús tardó una noche entera en llegar a Dar es Salaam. La pero no lo mencioné del ante de las chicas . No hacía más
carretera era mala, con muchos baches, y segu ía sie ndo qu e masca r mi qat, y beber té, y hablar. Después de las siete
mal a cuando llegamos a llí. Fuimos a una zo na donde los o las oc ho, cua ndo ellas se marcharon de nu evo, me di un a
so m alíes viven en casas viejas de barro y zarzo, con só lo du cha. ¡Los do lores era n ca da vez más co nt inuos! ¡Aaay!
una pequeña separación entre ellas . No había á rboles . Casi Vomité, pero el dolor no desapareció . Y las mu ch ach as se
tod as las personas que esta ban allí era n mujeres, muj eres habían ido... Me quedé con m i d olor, y el dolor iba a um en-
que hacían negocio cocinando y vendiendo comida, o alqui- tando, aumentando, au me n ta ndo... .
lando habitaciones. Los cond uctores se deti en en a llí a Alred edor de las tr es de la m añan a , la chica en cuya
tomar comida somalí y a mascar un poco de qat , relajarse habitación es ta ba yo volvió co n un marinero , un blan co.
y, quizá, alquilar una habitación. También ha y algunas Me dijo qu e m e fuera porque ella ten ía que hacer lo suyo.
muchachas que es tá n solas : van a un bar, sal en co n hom- Me di o una a lmoha da y un colchó n pa ra dormir. Yo pu se
bres blancos, y todo el mundo las llama prostitutas, pero el colchó n en el daash. Trat é de dormir, pero no pude. No
ésa es su forma de sobrevivir. Todas habitan en la mi sma dejaba de tos er, y toser. Al ca bo de un ra to, el bla nco sa lió,
zona. Khayrta vivía con las chi ca s allí. Así que yo también Me preguntó qué pasab a , si tenía algún proble ma .
me quedé. - No , es toy e nferma - res pond í cas i sin voz .
Un día encontré a Mario en un club. Él vio có mo tr ata- Me ayu d ó y me sostuvo pOI' los hombros m ien tras yo
ba de esconder mi vientre, siem pre me tién dolo para dentro. entra ba en la habitación .
- ¿Es tás embarazada? ~me preguntó. -Estoy de parto - d ije a la chica .
- Sí - le respondí-, lo estoy. - ¡Qué ! -gritó ella .
No preguntó quién era el padre, No hablamos m uc ho . - Sí, lo es toy.
Luego se marchó. Supongo que ya me lo esperaba. Yo so s- - ¿Desde cu á ndo? - me preguntó ella .
pechaba que ocurriría algo así. Fue doloroso, y vergonzo- - Desde ayer - le respondí-, después del a lm uerzo.
so; pero pasó, pasó. Me preguntó por qu é no se lo había dich o, Yo le dije
A esas alturas, yo estaba ya de nueve m eses... ¡Cielos! Y qu e, de tod as maneras, aún me faltab a un largo ca mino. Lo
aún no tenía una casa propia. Seguía con las mujeres soma- sa bía, porque mi ot ro h ijo había na cido al ca bo de tr es días
líes . Me avergonzaba mi barriga, así que me quedaba en y tres noches, así que, como tan sólo había em pezado el d ía
casa y mascaba qat. Hacía que me sin tiera fuerte. No es anterior, aún m e qu ed aba much o ca m ino por recorrer.
11
258 259
Me dij o que m e ec hara en el so fá, y m e di o una gra n cu nci sió n. ~se ' aLes bueno; orde nar, no. En la actuaii-l l
sában a. Yo es ta ba tiritando. Me tapé, y ella me dio algo de dad, en mi pa ís lo ha cen en el h osplta, así que no hay
beber. El hombre se marchó y la chica llamó a una vecina, dolor. Yo co n fío en qu e habrá más mujeres qu e lo harán de
otra mujer so m alí, que era de un lu gar muy cercano a es a manera con sus hijas .
Mango Village . Esta mujer co nocía a m i famili a . Llamó Me qu edé tod o el día en el hospital, sin mi dolor. Todo
a un ta xi y m e llevó a l hospital. E ra por la maña na tem- lo que oía era a las mujeres que es ta ban a mi alre de dor;
prano. cuando gritaban, dec ían: M ama Yangoye (mad re mía,
Hablaron swa hili con la en fer mera, y le dij eron lo qu e m adre mía, eso cre o). Llamaban a su madre. Pero de donde
andaba mal en mi ... parto. Las chicas tu vieron qu e salir. yo vengo, cuando estás de parto, llamas a la hija del Pro -
Nadie podía en tra r en la habitaci ón co nm igo . Les dij eron feta, F átirna . Así qu e pen sé que Mama Yangoye era qui zá
qu e volvieran a las cua tro a vis ita r me. Después de qu e se el nombre de Fátim a en swa hili. '
hubi eron marchado, m e se ntí as us tada . Las dos enfer meras Mi turno ... mi dolor co m ienza. ¡Aay! Y es te¡ vez es real -
est aban hablando en swa hili. Había muchas o tras mujeres m ente - ¡cielos!- fuerte , uno detr-ás de o tro. Así qu e fui a
de parto, y cada una tenía su propia cama. Me dieron una la cama y m e acosté . En Sornalia, s i gritas cua ndo es tás de
cama, y no volví a se n tir dol or. Cada vez qu e oía a una parto es deshon ro so , o sea, tien es qu e agu antarte. Me su bí
mujer gemir o gritar, sa ltaba de la ca ma e iba a ver qu é le la sábana hasta la boca , y la m ordí mi entras m e agarraba
ocu rría, para observa r si el niño iba a nacer, para ver si a la ca ma. No dejaba de tiritar y de es tremecer me . Rezaba
necesitaba a la enfer mera . Si es ta ba realmente co n los dolo- e n so ma lí. Pero el dolor n o desapa recía. ¡Entonces m e d i
res, le levantaba la sá ba na, es pe ra ndo qu e la en fermera c ue nta de qu e allí qui zá no en te ndían nu estra len gu a!
viera si el be bé venía. Y_ésa fue la primera vez que vi a una Recordé que todo el día no paraban de decir, Mama l'Ím -
mujer; a una mujer no circ un isa:::-yas-aoes.J-la artedel gaye ... ¡Tal vez yo deb erí a de deci r eso! Pero me daba dema-
S'-' cue r po pOI' dónde cr niño sal e es.,. diferente. Me hizo ac m - s iada verg üe nza, as í que m e tapé co n la sábana y susu rré a
~ darme de nuestras vacas cua nd o Raría n los ~s la ca bece ra de la cama: ¡Mama Yanyogel El dolor se gu ía
slíñTIar. Qñí'C; nosotra ;I01e neiñó'~pequeño y cos ido, cu an- allí, pero noté qu e el niño llegaba y no ten ía s itio. Sen tí
do vi aquél, pensé que tenía co ño de vaca. Eso fue -lo que co mo si la pi el se me es tuv iera rompiendo , y oía gag, gag,
m e pareció gag. No podía sopo rt a r m ás el dolor; as í que m e quité la
Esa parte de la mujer so m a lí es tá cubierta y cerrada ... sáb ana y grité, gri té , grité, en in glés y en so ma lí. E n ese
Tien e mejor asp ecto. Yo he hablado con hermanos , primos mom ento pasaba por allí un m édico indio, y me vio . Lle-
y amigos que han salido con mujeres europeas, o con muje- vaba unas. tijeras en el bol sillo de la chaque ta . Sacó las tije-
re s que tienen clítoris, y dicen que nosotras lo tenemos ras, y, s in más, ras, ras, ras, em pezó a co rta rme . Y el beb é
m ejor: que es m ás pequeño, más duro, es limpio y menos nació. Un chico .
húmedo. Yo mi sma sé qu e o lemos mejor y somos m e- En Somalia, cuando tien es a un bebé, ponen a l niño en
no s sucias que las mujeres qu e no es tá n circu ncisas . otra hab itación, y te lo traen po r la mañana . Yo es pe raba
Sabes , Rahirna, he oído decir que muchos eu ropeos, qu e aquí ocurriría lo mi smo. La en fer mera me quitó el
muchos blancos, vengan de donde vengan, tratan de edu- niño , y me llevó a o tra habitación . Limpiaron y cos iero n lo
ca r a los africanos acerca de la circ uncisió n . ¿Pero lo acep- qu e el m édico había roto .
ta rían ellos, si nosotros intentásemos ed uc a rles para qu e se Cu and o llegué al hospital, tod o lo q ue llevaba co nm igo
(;' circuncidaran? Ésta es mi cultura y. mi re li ión, y no creo era una sábana, un pañuelo para el cabe llo y una bata
que una nación pue a quitarle a cultura a otra nación. Si corta, Nada más. El dinero lo llevaba ata do en la ci ntura .
las mujeres somalíes cambian, se rá un ca m bio hecho por Me pusieron en una silla de ruedas, y me traj eron a mi hiji -
no sotros, entre nosotros. El h echo de qu e nos manden to . Pero el p equeñ ín es taba desnudo . ¡En So malia te dan

Up al', de que nos digan lo que debemos hacer, resulta ofen-


S~ para el negro o para el musulmán que cree en la cir-
ropas! Así que envo lví a l niñ o con una parte de la sábana
qu e yo tenía . Pensé qu e la enfermera iba a llevarme a otra

261
habitación, que me darían una cama. Pero cuando me con- Casi me morí aquella noche . Cuando el niño lloraba, yo
dujo a una habitación, la cama estaba ocupada y no había quería darle un poco de leche, pero no salía nada, ¡nada!
ni un colchón en el suelo. Se limitaron a dejarme en la Aunque estaba muy cansada, no podía dormir sobre el
habitación. cemento. Al fin llegó la mañana. Fui la primera en salir por
-Búscate un sitio y quédate allí -me dijeron antes la puerta. Vi un carrito con comida. Compré casi todo lo
de irse. que llevaba. Volví a mi habitación y me senté en el suelo.
En el suelo. Creí que iban a volver con un colchón o con Más tarde me trajeron un poco de sopa caliente, y me la
ropas. tomé; entonces sentí que me venía la leche. Di de mamar
Me senté en un rincón, con el bebé envuelto en la sába- al pequeño. Seguía con la sábana doblada, buscando una
na. Yo estaba hambrienta. Todo lo que había comido el día zona que estuviera limpia, porque la usaba ta~bién co~?
anterior lo había vomitado por la noche. Las muchachas pañal para el bebé. Las chicas llegaron a las cuatro a VISI-
sornal íes llegaron a las cinco, pero en recepción les dijeron tarme. Yo estaba sangrando, y tenía la sábana sucia. Cuan-
que aún no estaba lista, que se fueran y volvieran al día do vieron mi situación, fueron a casa y trajeron ropa lim-
siguiente. pia para el pequeño y para mí. Me quedé tres días en aque-
En el hospital no me dieron nada de comer, ni un lugar lla habitación de hospital, y luego las chicas me llevaron
donde dormir. Me llevaron a aquella habitación y me deja- a casa.
ron allí. Así que me quedé sentada rato y rato... con el estó- Una de ellas me prestó su habitación durante la cua-
mago vacío. Quería algo de beber, algo de comer; pero rentena. Al cabo de esos cuarenta días me quedé sola, sin
nadie me daba nada. No podía hablar swahili con las recursos.
demás mujeres. Yo sabía un poco de inglés, pero ninguna Después de aquello, me fui a una habitación de un hotel.
de ellas lo hablaba. Más tarde me di cuenta de que aquel Tenía que hacer algo si quería pagar la factura, y dar de
hospital era un hospital para pobres, un hospital del comer a mi hijo. E hice lo único que sabía, fui a los bares
Gobierno para todo el país, y para las mujeres pobres que con hombres. Quería .hacerlo como las otras chicas, pero
no podían pagarse un hospital. ¡Alá! ¡Qué noche! Jamás la no podía... No me veía capaz de decir: «Dame un poco de
olvidaré. dinero, y me iré a la cama contigo.» Yo me limitaba a ele-
Cuando llevaba allí mucho tiempo, y me di cuenta de gir a un hombre, y si pensaba que podría sacarle algo de
que nadie iba a venir a ayudarme, rajé la sábana: me puse dinero, iba con él, y esperaba que me diera algo al día
debajo la mitad y cubrí al niño con la otra mitad. Tenía el siguiente. Si no lo hacía, entonces había perdido la noche.
estómago vacío, cogí el pañuelo y me lo até alrededor de la Me sentía como si estuviese llena de vergüenza. Aunque lo
i' cintura. Estaba anocheciendo. Abrí la puerta para ver qué hiciera de una manera diferente, yo era una de las prosti-
1 encontraba allí. Había un guardia. Le hablé en inglés. Le ,. tutas.
1:
dije que quería algo de comer; él me respondió que no Al cabo de tres meses a mi bebé le tocaba ir al médico
había nada que comer, la cocina estaba cerrada ya para el para su primera vacuna. Mi hijito iba riendo, feliz y fuerte,
resto del día, y todo el mundo tenía su comida. Repetí que la mañana que lo llevé a la clínica. Recibió una inyección,
tenía hambre, que acababa de dar a luz y me "estaba y, tan pronto como se la administraron, se puso rojo, :m~~­
muriendo de hambre. zó a llorar, y cogió fiebre. Esa misma semana, rru hIJO
- ¡Por favor! -le supliqué-o ¡Tengo dinero! Pero no sé moría. Había estado siete días en el hospital y no pudieron
a dónde ir. ¡Ayúdeme! Le daré el dinero, y usted mismo salvarlo. Cuando el pequeño murió, me volví una mujer
puede comprarme un poco de comida. - A pesar de mi triste, perdida...
insistencia él dijo que eso no estaba permitido, Entonces
cambié mi propuesta-: Llame un taxi, y yo misma iré a
buscar comida.
Me dijo que no estaba permitido abandonar el hospital.

262 263
ha cía ; pero u na muchacha joven no te nía m a nera d e hacer
aque llo c ua ndo e ra so ltera. Y es taba co n los homb res blan-
cos. Pero yo es ta ba casada co n un sorna lí, así que los otros
hom b res d e negocios pod ían decir : «O h, es la es posa de... »,
y qu err ían ay udarme. Ahora form aba pa rt e de un a fa m ilia
so malí.
Todos se ay udaba n e n tre sí a ha c er un trabajo limpio:
nada de e ngaños, nad a d e tr ampas. Yo co m p ra ba es pecias
C APÍT UL O 27 e n tie ndas, á ra bes e indias, e n Dar es Sa laam, y las llevaba
a la s ci udades d e Zambia d onde no tenían ese tipo dc es pe-
c ia . [Ib a incluso a Zanzíb ar! Allí tenían la s mejores ' es pe-
No pude volver a los ba res. Me acordé d e mamá de ci as . Cuando tran sp ortaba mi s es pecias a Zambi a , podía
có mo em peza ba s ie m p re algo nuevo. Yo e mpezaría a lgo ga nar d os m il c he line s en un viaje. Y cua ndo es ta ba e n
nuevo.
Zam bi a , co m praba coches viejos y lo s llevaba a Da r, donde
Aqu ellos días había muchas muj eres qu e era n comer- los ve ndía y ga na ba o tros d os mil chelines.
cia ntes. No vendían en el mercad o , s ino qu e viajaban a paí- Las mujeres no se ha cían la com pe te nc ia. Si ten ías
ses vecinos, vendiendo y co m p ra nd o en tienda s. Los hom- buena m ercan c ía , s iem pre había una tienda que necesitaba
bres e.mn los cond uc to rcs. Much a s d e aquellas muj eres de lo que tú vendías. La prima de mi m a rid o y yo nos hicimos
negocios eran somalíes que formaban parte de una re d. Yo socias. Íb a mo s a Zambia ; íbamos a mu ch o s, muchos lu ga -
conocí~ a l~n hom bre cuya familia era de buenos trabaja- res, hasta Zimbabue, Moza m biq ue y Mal a w i. Era un tra-
d OI~es , m tehge nt es... poseían ca m iones para el transporte y baj o duro, pero nos ay udába mos mutuam e nt e y me gus-
teman un co n tra to co n un a com pañ ía italiana . Después de taba.
q ue e l luto por mi hij o hubo aca ba do, em pecé a encon- Durante ese tiempo, yo segu ía m andado dine ro a Man go
tra rm e co n él a la hora del café o d el almuerzo . É l hab ía Villagc . Oí d ecir que se es ta ba ha ciendo ca da vez m ás di fí-
es tado interesado en mí con a n te r io ridad, y yo nun ca le cil vivir e n Sornali a. Mi primo tenía tel éfon o e n su casa.
había d ad o un a oportu nid ad , pe ro en to nces pude ve r có mo Tod o es ta ba co n tro la do por los militares, pero cn Mango
era en realidad. Sc parecía mucho a mí: s in ed uc a r, se se n- Village había m enos militares porqu e a llí no vivía ge n te
tía ex tra ño a s u familia y quería ha cer las cosas a s u mane- poderosa . Los militares no se preocupaban d e los pu ebl os
ra. Qu ería d emostrarl es quién era . Se trataba de una per- pequ e ños . Aún no era seguro para m í regresar; ten ía
so na ad or a ble: un hombre bueno . No era guapo ni alto, mi ed o de lo que los milita res m e harían c ua ndo volviera a
~ero eso no ~ e importaba ya . Nos casamos ... en una peque- la ci ud a d.
na ?e re m Ol~ Ia co n só lo algunos de nu estros amigos. É l Cuando la compañía de mi marido e m pezaba a ir bien ,
habla trabajado para una com pañ ía italiana que contrat a - y lo mi smo oc u r rí a con mi negocio, m andé a mam á dine-
ba chóferes porque las ca rreteras eran muy malas e ntre ro su fic ien te para qu e comprara un poco d e tierra e n Me ga-
Tanzania y Zambia. Compró su propio cam ió n, y- le n ta , di sci o. Pero H awa quería qu e ella se qu ed a ra e n Mango
muy lentamente, e m pezó a con trata r a o tros..co nd uctores Villa ge, y también m amá quería quedarse co n ella. Co m pró
para que trabaj a ran pagándoles él. Al cabo de muchos añ os un g ru po d e cuatro casas de ba rro y zarzo, y alq u iló dos de
fund ó su propia com pañía de transportes, que se conv irt ió ellas. Una parte d e mí ec haba d e menos a mi hij o, pe ro o tra
en un a de las mayores em presas d el África Ori ental. Era un parte se se n tía feli z de qu e él es tu viera vivie ndo a llí. Ahora ,
ho mbre honrado y un tr abaj ador duro. cuando m iro ha cia a trás en el recu e rd o , pued o ver que lo
Me ay udó a em pezar un negocio. Le d ije: «Na da d e tenía m os todo e n casa, en a quel luga r: tie nes tu casa, tie-
a ndar sentándom e por ahí... No vay a se r un a m a d e casa. . nes tu gra nja, tienes tu s a n imales , tienes a la famil ia a tu
S ie mpre había querido e m pezar un negoci o, co mo m a m á al red ed or. En Mango Villa ge . donde crecí, lo tenía to do.
264
265
l j
lo que todo hijo qu iere dar a sus padres - lo m á s impor-
.. Pero a l. cabo de un tiempo decidí qu e podía te ne r a mi tante que pued es hac er-: qu eda qu e fuera a La Meca. Y
hijo co n rrugo. Yo llevaba una vida maravillosa en Tanzania . eso fue lo que hice a ntes de m archa rme de Áfr ica . Hi ce qu e
Era U? país pacífico, ~ la gente era buena . Tanzania y
Sornalia era n como naciones gemelas : la mi sma comida la mamá viajar a a La Meca .
Tenemos cinco deb eres en nu estra reli gión: cree r en Alá
mi~n:a religión, la misma bondad. No era como Kenia; la y en Mahoma, su Profeta; o rar ; ayudar y dar limosna a los
POIICI? no ~ers eguía a los so rnalíe s, la ge nte no demostra- pobres; ayuna r durante' el m es del Ram adán , Y (el quinto)
ba Od.IO hacia nosotros. Yo tenía un buen marido y un buen reali zar el Haj (la peregrinaci ón) . Todos los musulmanes
trabajo; y~ me veía cap~z de cu ida r de mi hijo. Así qu e su pe han de efec tua r ese viaje al m eno s un a vez en su vida; un
qu e tendna que ser valien te por él. Re gresé sola y o tra vez viaje a la ciuda d sa nta del Islam , e l lu ga r de nacimiento del
fue espantoso cuando llegué a la ciudad: era tal co m o m e Pr ofeta, en Arabia Saudí. Todo hij o desea env iar a sus
temía qu e sed a . Todo es ta ba allí: maltratos, violaciones (.

padres al I-Iaj, si es que pu ed e permitírscl p. E nto nces a mí


dete?ciones, te robaban el dinero de tu propia casa... Era me era posible co m prar un bill et e de avión para m am á. Sin
hOITI?le. Había barricadas por todas partes, y registraban em bargo, a mí también m e gus ta ría ir, por mi padre, qu~
y re gis traban y hacían su fr ir a la ge nte. Los militares ha-
ahora es tá m uerto, y luego po r mí mi sma a n tes de mi
c ~a n lo qu e qu edan. Tenían una exc us a, que era «Po rque lo
mu erte . Tantas cosas malas qu e he hech o ... lavarlas, y \
regresar limpia. Todo el mundo d eb e env ia r a sus pad res a~ I
di go yo ... » ,
¿Re cu e.rdas a mi ~mi ga Anna? ¿La qu e nunca apareci ó Ha] a ntes de qu e mueran. Es r espeto h acer es to. Yo fui
para reunu:se con La~la y co nm igo en el ca m ió n el día de capaz de h acerl o por m am á y a ella le encantó .
nu estra huid a a Kenia ? Después de irm e vo ella se arre - Aquí es do nd e me gus taría ter m inar mi hi stori a . Luc hé
\ pintió de no haberse fugado conmigo. SuG-i6 un in fierno y so brev ivÍ. Lo he co nsegu ido ha st a ahOl~a, pero much,as
\ u~ verdadero infierno. Fue vio la da, go lpeada. Perdi ó lo~ ch icas que h e co no cido... no lo lo graro n. Es pero, por m i y
di entes, Orden aron a ~u m arido que abandona ra el país por mi pueblo, que podamos dar un a opo r tu n idad a nu es-
) porque era norteameri cano , pero ella no podía salir del
tras hijas para qu e no ten gan qu e escapar e n busca de la
p ~ís : no le conced,ían un pa~ap~rte . Entraba y sa lí.a de la lib ertad, s ino qu e pu edan aprender, permanecer en la \
carce!. Yo aborrec ía ver a rru pais de esa manera . Amo mi escue la . Es lo qu e mi abuelita solía decir: «Deberí a mos con- \
pa~s: Amo mi .cu ltlll-a . Quiero ver cómo mi país vu elve a
r unificarse y rru ge n te regre sa a casa.
fiar y respetarnos unos a otros: las much achas deb erían
escuc har a sus padres y respetarlos, pero también deb e-
v - - Cuando llegu é a Mango Village - ¡Alá, hacía cu a tro añ os
rían ser respetadas .» Es un a cuestión de co nfia nza: (~e­
qu e faltaba de a llí-, todo se gu ía verde y hermoso co n el berí an recibir amor Y un poco de lib ertad; de lo co ntrariO,
do, y la fruta y las plantas por todas partes. No era tan peli- su fr irá n co m o yo su fr í. Porque és ta es mi hi storia, pero no
groso como Mogadiscio, porque no sotros no teníamos din e- sólo mi historia . Es también la hi storia de mu chas, mu ch as
ro, poder ni pertenencias. Los militares detenían sólo a los
~íd eres poderosos, a los senadores y a los ministros. Los otras ch icas .
jefes aún resolvían los problemas y pagaban por los daños
hechos a otra tribu . El Gobierno era incapaz de elim inar
es o; la úni ca qu e podía eliminarlo era la tribu.
Mi hij o vivía con m i mamá en su nueva casa. Cuando
llegué allí, le vi jugando fuera con el hijo de Hassan. .Esta -
b~ tan crecido! Lloré y lo abracé muy fuerte . Él m e 'abra _
zo, p~ est~ qu e m e co?_oció . Estaba bi en de salud y a salvo.
Mama CUIdaba del runo tal co m o había cu ida do de todos
nos otros. S~g~ía siendo una mujer grande y fuerte, pero
es taba envejeci endo. Yo la quería mucho, y deseaba darle
267
266
A LGUNO S ANT ECED ENT ES A AMAN
POR J ANICE BOD OY

La región donde Amán crec ió forma parle de la Repú-


bli ca Democrática Somal í. Pero Sorn alia, tal co mo la im a-
gina n los so malíes, no qu eda co rrec ta me n te definida por
las ac tuales front eras políticas. Se extiende a Es tados adya-
ce n tes e incluye Djibouti (la anti gua Sorn ali a Fra ncesa) , la
región mesetaria de la Etiopía orien ta l conocida como Oga-
den , y el Distrito Fronterizo Sep tentrion al de Kc nia, N.F.D.
Aproximadamente una tercera parte de tod os los so malíes
viven en estas zonas, lo cua l explica por qu é Amán di ce de
vez en cua ndo qu e su pu ebl o se enc ue n tra a ambos lad os
de «la frontera ». La actual partición de sus tierras es la co n-
sec ue ncia de las disputas co l . es -en la stuvo
implicado el Impeno amano, y más tarde Gran Br etaña ,
Fr:rnci , Italia .J;:ti p 'a - -quc se iniciaroñ en 1875, crista-
hzaron alreaeaor de com ie nzos el sIglo xx y . - inaron
en 1960 con la uni ' de la Sornalia Británig (septentr io-
nal) a la Somalia Italiana men lonal), y la indep enden cia
bajo el mandato de la ONU .
~

l
' L PUEBLO SOM ALf

La inmen sa mayoría de los qu e viven en la actual Repú-


blica de Somalia (o repúblicas, en vista de la reci ente sece-
sión del Norte) pertenece a un so lo gru po étnico. Su homo-
I gene idad resulta notable en África, donde pa íses cuyas
fronteras fueron determinadas por eu ropeos in sen sibles a
las realidades locales est án cons tituidos ge neralme nte por
puebl os, lenguas y religion es di versos. Aunque el modo de

269
""I
;1 { vid.a, las costumbres y los dialectos -a lo que Amán se cas árabes para al menos dos de los seis clanes familiares I
I

I refiere cuando habla de «acentos-e- varía entre el Norte y somal-íe . La conversioñ:acompañad; de las presiones dél I
I el Sur, y entre las tierras del interior y las ciudades los ~ y del crecimiento de la población, desencade~ 1Ó
somalíes comparten una herencia cultural. «H a bla n la una emigración contraria, ahora proselitista, hacia el SUI~
misma lengua, son sensibles a la misma poesía, su sabidu- que estaba aún en marcha cuando los europeos llegaron a
da (y su experiencia) procede de la economía déTc aIl1cllo la costa a finale s del siglo XIX.
y adoran el mismo Dios.» Su sentido de identidad cultural Hay que señalar dos cosas en este momento: Primera, a
es el producto de una historia en la que se entremezclan los pesar de"l contacto con los árabes, la palabra soinali no apa-
temas de la ascendencia, el Islam y el pastoreo, rece en ningún documento ál-abe antes del siglo XVI, aun-
L~ socied~d somalí se basa en el IlQ m a d is m o pastoril , que, ya en el XIV, tales documentos se refieren a clanes
un tipo de vida que encajaba con el clima senliária'O'C.'le'"l familiares o «tribus» identificables. Esto sugiere que la uni -
país, donde la sequía es frecuente y la caída de lluvia est á dad política somal í puede ser bastante reciente, o más fic-
restringi~a a .~onas mu~ determinadas . A pesar de la rápi- ción que hecho histórico, un punto que tiene' evidente rela-
da urbanización del pais desde finales de la Segunda Gue- ción con los hechos de finales del siglo xx. Segunda: lo que
rra Mundial, aproximadamente el or ciento de los los historiadores llaman «m igrac ió n» o «expa ns ió n» cuan-
~ u e viviendo en zonas rurales , y má"Sde un 00 do describen los movimientos de los pastores a m enudo no
por,ciento vive de la cd;- e gana ~malia es casi única se refiere tanto a una nueva ubicación a gran escala, coor-
en Africa por el papel capital que el pastoreo desempeña en dinada, como al efecto acumulativo de dispersiones y reu -
la economía nacional. niones estacionales: rcalineamientos, pacíficos o no, de
t- Los somalíes contemporáneos son los descendientes hogares y de animales, así como de los recursos qu e los sos-
~ir~ctos de los camelleros que en traron por el Cuerno de tienen a ambos.
A:nca: hace al menos os mil años; gente que lingüistas e Aunque el pastoralismo constituye el rasgo destacado de
historiadores conocen como cusitas orientales. Los erudi- la economía somalí, no ha significado la completa autosu -
tos actuales sugie.ren que un g;.upo depas tor~s cusitas pro- ficiencia. En los tiempos precoloniales, el grano se obtenía
cedente de las tierras altas de la Etiopía meridional se de Etiopía, y los tejidos y demás artículos, de las costas.
esparció a lo largo del río Tana hasta las llanuras del norte Además de ganado, pieles y mantequilla, las mercancías
J de Kenia: Allí se dividieron. Una rama se trasladó poco a que era n trasladadas desde el interior al mar en caravanas
poco hacia el nordeste hasta penetrar en la Somalia meri- incluían café, marfil, incienso y mirra: había tambi én algo
I dional, donde desarrollaron una economía mezcla de agri- de tráfico de esclavos destinado a tierráS?irabe . -Á iO I~"go
c~ltura y pastoreo como la que existe hoy en la confluen- de Gi"s costas, a partir c1elsiglo XIII, osaseiifá m ie n tos de
I c!a de los rí.os Juba y Shebeli. (En esa fértil región del inte- árabes, persas y somalíes islamizados crecieron hasta con-
nor, conocida como Beriaadir; es donde Amán creci ó.) vertirse en poderosas ciudades-estado, de las cuales Moga-
Desde allí, algunos pastores se dirigieron más hacia el discio, capital de la actual república y último ho gar de
Norte; es probable que fuesen en busca de agua y tierras de Amán en Somalia, fue una de ellas. Con el tiempo, algunas
I pastoreo; en el año 1000 de nuestra era ocuparon todo el cayeron bajo la protección política del imperio comercial
Cuerno. oman í, que, durante la primera mitad del siglo XVIII, consi-
r] Al llegar a las costas del Mar Rojo y del Océano Ín d ico , guió arrebatar el control del comercio del Océano Índico
entraron en contacto con el Islam, tal y como era practica- a los portugueses. Descendientes de los primeros merca- \
do por los pobladores árabes y persas ocupados en el deres árabes, persas y portugueses ocupan barrios propios
comercio marítimo. Le endarios matrimonios mixto entre -como aquel en que la familia de Nuur reside- en las ciu-
somalíe~y pi?dosas familias árabes tuvieron lugar en k;;; dades costeras somalíes de hoy.
siglos XI y XIII, asegillando as-CIacom p le ta adopción del
Islam por parte de los sornal íes, y roporcionando patriar-

270 271
I NTERVENCIÓN COLONIAL m en to europeo, y gara n tizaba su superioridad so bre los
past ores somalíes, a r mados co n arcos y lan zas . Pero, co n el
Cu ando , en 1839 , Gr an Bretaña es ta blec ió una es tació n tiempo, a l-mas importadas cayeron en m anos so rna líes,
de ca rg a de carbó n e n Adén (e n la actualid ad perteneci en - tanto dentro co mo fuera d el Ogaden ; al go que sup uso u
te a Yerncn ) para aprovisiona¡" a sus nuevos barcos d e vapor hech o vit al para la batalla qu e Am án cue n ta e n tre la tribi.
qu e operaban e n tre la India y Suez, su s su m in is tr os d e de .s u a b ue la y la tribu en cu ya s tierra s les hab ía si do per
I
ca rne y de o tros p roductos se o b te nían m ediante un tr ata- mit ido vivir. .
iI do co n clan es somalíes del No rt e. La impo rt anci a estra té-
i La for zada y a r bitra ria di visi ón de tierra y d e p ue blos
gica d e Somali a a u me n tó d e m anera es pecta c ula r co n la por pa rt e de las poten ci as co lo n ia les di vid ía a hora' a las
terminación del Canal de Su ez e n 186 9, d esencadenando famili a s, y se paraba sus fuentes d e ag ua de sus trad ic io na-
una lu cha po r el d ominio de la cos ta somalí, y, con el tiem - les á reas de pasto . Esto, a lo qu e hubo qu e a ñad i r la trc-
po , por el de las ticITas, de! interi or también. E l d ominio del menda ca r nice ría llevada a ca bo durante el a va nce etío pe,
co me rc io del Océan o Indico recayó en manos eu ro peas, y acompañ ada de la destrucci ón de los san tuar ios musulma-
la flota qu e poseía una base pa ra re pos ta r e n u n país co mo nes , e ngend ró una resistencia naci onalista so rnalí di ri gid a
Somalia, rico e n ga nado , te n ía una ve n taja es pecífica . E n po r el respe ta do sab io re lig ioso y poet a oral Sayyid
las e nm a ra ña das intrigas dipl omáti cas que sigu iero n -en Moh am m ed 'Abdill e Hasan (a po d ado «el mullali loco » po r
las qu e se enco n traba n in volucradas potencias europeas, los británico s). La violencia so malí se diri gió a l prin cipio \
E tiopía y el jedivato o to ma no e n Eg ip to-, Som ~l~a . fue co n tra E tio pía, y, más tarde, co n tra los intrusos e uropeos
d ividida e n es feras d e influ en ci a extra njera. Los bri t áni c os también. En la Somalia europe a fue conocido co mo el
¡! se aseguraron la mayor parte d el litoral del norte; Francia «leva n ta m ien to derviche» y em pezó en e! norte, en 1899,
I
to mó la punta no roes te q ue es la actual Djibouti. It al ia , que COñÍncu rs iones coniñi'"linajes y clanes so malíes a m igos de
se hab ía es ta bleci do origi nar iamen te e n el Ma r Rojo , en los .b ritánicos. Pronto se ex te nd ió a la zo na itali an a, y só lo
Eri trea, adq u ir ió el co n tro l d e la m ayor palote d e la costa pudo ser sofocado e n 1920 por el bombardeo aéreo britá-
del Océan o Índico d e Somalia. La parte m ás m eridional del nic o de impo rt antes 'fortalezas dervi ches, favorecido ade -
territorio so m a lf, y mucho de lo que es Kenia en la actu a- más por una devastadora epidemia que se desató m á s tard e
lidad, fueron a parar también a m anos británicas. Etiopía , aqu el mismo año. Fue durante el torbellino de com ie nzos
que rea ccionó d e inmediato a la presencia euro p~a y trat ó, de siglo xx, lleno de choques en tre grupos so malíes op ues-
a u nque de manera infructuosa, d e buscar una salida a l mar, tos y la es orádi ca l' si ten ci a d e la guerrilla a l co n trol
se m ovió haci a el Es te, a po derándose de la im por ta n te tic- «infiel», cua nd o la mayor parre--dela - a m ilia aclá"abue1á
na d e past os so m alí d e la es te pa d e Ogaden. a e Amán fue asesinada, y ella y seis hermanas y primas I
- E l á re a atravesada por los pastores so malíes - lib re empezaron su largo camino hacia el matrimonio. --J
[ antes de la divi si ón colonial- incluía pozos e n la s lla n u ras
I costeras y zo nas de pastos regadas por la lluvia e n la s tic-
ITas altas del interior, qu e no poseían ag ua permanente. E l PASTOR EO, MATRIMONIO , FAMILlA, CLA. 0
ga nad o so malí d ependía de sus m ovimi ent~s entre es tas
zo nas al pa so d e la s es tacio nes . La presencia europea se El pastoreo e n Somalia es , <: la vez , un a forma d e ga nar-
limitaba a la s cos tas , y, a co m ie nzos d e siglo, no era es pe- se la vid a y una ética: pe se a la s dife rencias que exis te n
ci alme n te pe rturbadora. Pero Etiopía -sin colo niza r- entre la calidad d e mi embros de un clan, la riqueza o la
clase social, los somalíes comparten una se r ie de valores
\ desempeñó un papel diferente por co m pleto . Su s p eri ódi-
I cas in cursi ones en el Ogaden eran devastadoras. En 1890, magn íficamente adaptados a los requisitos de un duro y
co n el patrocinio italia no, se había asegu rado la admisión despiadado d esi erto. Su cult u ra es tá arrai ga d a e n los m ovi-
mientos regulares de las familias con sus rebaños para
\ n e! Act a General de Bruselas. Esto le daba el derecho,
e
co m o Estado cris tia no, a la co m p ra ilimitada d e a rma- ap rov echar al m áximo los escasos re cursos de agu a y vege-

272 273
tación. Este movimiento se ve realzado por una flexible nen un número de miembros que va de unos pocos cente-
organización social que facilita la dispersión de las perso- nares a varios millares». Sus miembros se comprometen,
nas cuando hace falta, pero, no obstante, permite la acción tanto por su común descendencia como por un contrato
colectiva, y alienta la mutua ayuda. La clave de este siste- revisable, a com artir la~ onsabilidad de la diya (dinero
ma es la genealogía. de sangre), generalmente medido en carne os, en el caso e
De hecho, casi todos los ciudadanos somalíes dicen que - -uno
que - -de sus miembros mate, hiera o insulte a algún
I
pertenecen a una familia muy- extendida, un solo árbol miembro de otro de estos grupos y sea hallado culpable. Un
I
l' ' genea lógico del que cada ramita puede ser trazada en el grupo-diya a la vez paga dinero y lo recibe; se compone de
"
mapa en tiempo y, al menos aproximadamente, en espacios parientes que se han juramentado para vengar con violen-
geográficos relativos. Su sentido de identidad común es cia la injusticia contra los suyos si no se acuerda ningún
debido, en buena parte, a la ampliamente extendida creen- intercambio de camellos, así como para defenderse muíua-
cia de que «todos los somalíes descienden de un padre fun- merite de forma material o agresiva cuando ellos mismos I
dador común, el mm o SmaaleJ lcúáTur1aabrumaaora: actúan mal. -As~ando Amán es juzgada culpable ~n
, m ayor ía de so 'es_remonta 's~ori en gene:1i'óko». Mogadiscio después de habérse peleádo con otra niña y I
amo ocurre con otros puef os musulmanes, esta genealo- haberle roto los dientes en la lucha, representantes de su I
gía conduce de manera convencional hasta Arabia y al lina- gnlpo-diya de aquella ciudad acuerdan una indernnizaci ón., '
je del Profeta. Aunque entre los grupos-diya hay mujeres, el énfasis sobre
A efectos prácticos, cada somalí pertenece a uno de los los hombres en la cita anterior no es enteramente extraño.
seis clanes familiares que algunos (entre ellos Amán) citan Porque la calidad de miembro en los grupos de descen -
como tri uso eua ro de ellos so n netamente pastoriles, o dientes somalíes es calculada patrilinealm ente, desarrollán-
«norteños», y constituyen la mayoría (casi el 85 por ciento) dose a partir de un padre hasta sus hijos e hijas, del mismo
de la población de Somalia; el de Amán es uno de ellos. modo como los apellidos familiares son transmitidos en la
Otros dos son «sureños», y están asociados con el pastoreo Europa Occidental y en Nortearnérica.
y con la agricultura. Los miembros de un clan familiar Los pastores sornalíes no se adhieren a las estrictas pre-
remontan su relación a unas treinta generaciones nombra- ferencias conyugales de otros grupos musulmanes, para los
das y recordadas de un antepasado común. El clan familiar cuales las reuniones de primos cercanos -en especial la
es una imponente federación de grupos de parentesco que descendencia de hermanos- son muy deseadas. Aunque
están ampliamente dispersados y que no suelen operar casi los matrimonios entre parientes próximos no están pros-
nunca como unidad. En vez de eso, el interés común y la critos y se llevan a cabo, las personas tienden con más fre-
mutua ayuda corresponden a sus subunidades divididas en cuencia a casarse fuera de su linaje primario y grupos-diya,
el tiempo, cada una de ellas representando un nivel dife- y pueden ser alentados incluso a contraer matrimonio muy
-{ente de segmentación familiar: el clan. Los miembros de lejos, con otros clanes o con clanes familiares sornal íes. a
éste remontan su parentesco a un ascendiente común, a fin de extender la lista de potenciales aliados de la familia.
través de nada menos que veinte generaciones rpenciona- Sin embargo, las mujeres siguen siendo durante toda SU7
, das de antepasados: el linaje primario, los descendientes de vida miembros de sus grupos natales descendientes; cuan- I
un hombre del clan que vivió hace seis a diez generaciones, do se casan no transfieren su lealtad (ni adoptan el apelli-
que por lo general no se casan entre sí (es decir, son ex ó- do de su marido), y tampoco los grupos de su marido asu-
gamos); y, más importante desde el punto de vista político, men la completa responsabilidad de su comportamiento o
una relativamente estable subdivisión del linaje primario de las injusticias cometidas contra ellas. En Somalia, aún
que es el grupo de pago de compensación. hoy, los grupos patrilineales son grupos políticos; la políti- 1
Este último es «un grupo colectivo de unos pocos lina- ca paren esco. Las ~' e res casadas ue vive en, los
jes pequeños que calculan la descendencia a través de cua- . territorios, clU~aes u hogares e su marido son_~ja­ ~, I
tro a ocho generaciones hasta el fundador común, y que tie-
----
doras de su propio linaje en el extranjero, y se les ordena

274
~--
275

I
que o bserve n buen a co nd uc ta para no manch ar la reputa- qu ed an co n el pad re, o, s i so n m uy Joven es, regresan co n
ción de su famili a . S i, co n todo, tien en hij os en el grupo de él cua ndo han crecido un poco más . Lo s hijos, a fin de
s u marido, es probable qu e también desarroll en c ierto cuen tas, perten ecen a l gru po descendi ente del padre , no de
gra do de lealtad haci a aq ué l a través de sus hijos, al m en os la madre; de él proced e su iden tida d socia l, s u «a pellido» .
mi entras el m a trim onio so brev ive. Así, un a matrona so ma- Pero la m ad re de Amán se queda sus hijos des pués de ca da
lí se ve ar ras trada en va rias di recci ones, como la vida de la d ivo rcio. Tien e bue nas razones pa ra ello : las m ujeres so n
11
I m adre de Am án pone de m ani fies to claramen te . E n esta so cialme nte responsabl es de cria r a los hij os, y las madres
I sociedad , I~ ~ I os de sa ng re dCsbanf -ª.n a 10s ~I a mor te men con ra zó n po r un a descende nc ia co nfiada a l cu ida-
o n ug~ : los pr-im er~s_~on in m útables; los segu ndos, tem- d o de coesposas co n pocos escrú pu los . De mo do q ue el
porales, y muc nosclivorci os so n el resultado de la s ten si o- ha ga!' de Am án -su m adre, la mad re de su m ad re y dos

D nes qr su rge n cua ndo la s es posas so n o bliga das a elegir


en tre los dos.
En Somali a, co mo en tod o el mundo islámi co, a un
hombre se le permite vivir' con cuatro es posas a l mi smo
m edi o hermanos de o tros padres distintos a l suyo - es , en
teoría , poco o rtodoxo, a unque no por e llo ins ólito. Aparte
de la hermana de sa ng re de Am án, S ha rifa, muerta de
malari a a un a temprana edad , todas las personas de su
tiempo , si pu ed e manten erlas a todas igu almente bi en; los hogar so n mi embros de diferentes gru pos descendientes: la
m edio hermanos de madres diferentes so n, en cie rto modo, a bue la de Am án no perten ece a l mi smo lin aj e qu e la m ad re
riv a les en la aten ción de su padre y en los recursos qu e és te de Amán , y su herm ano y herman a perten ecen a lin ajes
posee. Las caesposas deb en , por lo tanto, permanecer vigi- diferentes tamb ién . En total, cinco linajes diferentes, a u n-
lantes para gara ntizar qu e los bien es de su es poso sean que no sean q u izá clanes 1am ilia res ru me uso clan es . La
co m pa r tidos de una manera eq ui ta tiva . Las d ispu tas entre cues t i ón es és ta : en tanto gu e la descendenc ia so ma lí es
la s es posas su po ne n otra fuente de ten sión m atri monial , patril in e~L Rarentesco -;;;' se es, en térm inos gener I s
qu e co nd uce a l di vorci o o a la divi sión de la familia y de 15r a era l; ade más del suyo, Amán co ns idera ajo riernbros
sus reb a ños en gru pos m atrifocal es qu e em pieza n a m over- delos maj es de su m adre y de ~ dos a bue las corno us
se co n indep enden cia unos de o tros. En es te caso, el mari - pari entes .
---
d o es ta blece un turn o de rotación de su residencia entre sus Aun qu e los derech os y deb eres m ás clara me nte de fini -
es posas . dos de a lgu ie n residen dent ro de su pa trilin aje, los parien-
De hech o, la familia ce n trada e n la madre es el funda- tes tiene la ob ligació n ge nera l de ayuda rse mutuam ente ,
m ento de 'Ia sociedad so malí, y no resulta muy sorpre n- sobre todo en tiempos de necesidad. De he ch o , los víncu los
dente qu e tiendan a desarroll arse lazos socia les y emocio- personal es más íntimos de una persona pu ed en ser forj a-
nal es en tre la de scenden cia materna, dando lugar incluso a dos co n parientes maternos, los cu al es ni co m pite n di rec-
h ogares como el de Amán, en el que medio hermanos tie- tam ente por los re curso s familiares ni tien en responsabili -
nen padres diferentes y di spares lealtades de linaj e , siendo dad co lectiva por sus acci on es. Y lazos rnatril atcralcs espe-
I vid ente por su relato la cualidad de parentesco próximo. cíficos (p or eje m plo, a través de parientes «por parte de la
I La familia inmediata de Amán toma forma como un m atri- mad re ») tienen co ns ecue nci as co lec tivas, de linaj e a lin aje:
linaje no oficial que contradice el fuerte én fas is patrllineal clli naj e e ntero de s u mad re es tá vinc ulado a la relaci ón del
del parentesc o formal so m alí. Semejantes visiones del herm an o de la m adre o la hermana de la mad re ( << tío » o
mundo proporcionan una alter na tiva , siendo la perspectiva «tía» ) co n Am án so bre la base del matrimonio de su m adre
fem enina sobre la realidad social ignorada demasiado a co n s u padre. Como el parentesco que se s igue a tr avés de
m en udo por historiadores y antropólogos en favor de ver- las mujeres es «a m is toso», pero 110 co m po r ta a u torida d fo r-
s io ne s oficiales más orden adas, aportadas por el grupo mal , una mujer joven o un hombre joven pued e ac ud ir a él
k\ m ina n te: los hombres m ayores en este ca so. cu ando busque sa n tuario: es el caso de Amán, cuan do se
Cuando los padres, en un país musulmán, se di vorcian, escapaba de un matrimonio no deseado impuest o P OI" los
por lo general, sus hijos, en es pecia l su s hijos varones, se hijos de su padre. Hay a lgo más: cuando Amán bu sca a un

276 277
I
I
1;
,
primo de su hermano en la ciudad, activa a la vez lazos
matrilaterales y maritales... lazos con su hermano a través
de su mamá, y con el linaje de Hassan a través del anterior
matrimonio de su mamá co n el padre de Hassan. Las rela-
-I IJ , I II Ij IJ
Los nombres pe rson ales e n Som alia so n di recciones
socia les y, en cierto m odo, geográficas , po rqu e con tienen
tambi én in formación ge ne alógica . Un niño recibe un nom-
bre personal poco después del naci mi ento, al cual se su ma
ciones maritales y las matrilaterales que flu yen de ellos se el nombre pe rsonal de su padre, y d espués el nombre per-
entrecruzan y ligan las líneas d e parentesco patrilineal cada so na l del padre de su padre, y as í sucesiva me n te , ascen-
vez más numerosas y di vididas en se gmen tos . Im por ta n tes di endo por la escale ra patrilineal hasta el su p ues to funda-
redes regionales de ayu d a mutua se basan en tal es la zo s, y dor de s u clan y, más allá, ha sta su clan fam ilia r. E n ci u-
tambi én en la «vecindad » o en la proximidad física. Todos dades y pu eblos, los que so n mi embro s del mi smo clan, y,
estos condicionantes ponen límites es tructur ales al patriar- d ent ro d e és te, pertenecen a l mi smo linaje , tienden a res i-
cado oficial como fuerza política . dir e n la mi sma zona o barri o . Est o ex p lic a la ca pacidad de
La historia de Amán demuestra claramente la impor- Amán pa ra seguir el ra stro de sus pari entes, d e c uy a hos-
tancia de la familia - en es p ecial del linaje y de la calidad pitalidad puede depender, por el mero hecilO d e pregunta r
de miembro del clan- en la sociedad somalí. Hasta los a lo s extr a ños d ónde se e ncuen tr a cierto «ape llido» . En
niños pequeños co nocen su genealogía, de a h í sus afilia- cualq uie r e nc uen tro con co m pa ñeros som alíes, ella pu ed e
ciones políticas formales, y, co n el tiempo, aprenden las locali zarse a s í mi sma y a o tros en el es pac io socia l, saber
in formales también. I. M . Lewis, un antropólogo c uyo lib ro cuá n es trech a me n te r elacionados es tá n, co nocer la hi st oria
Una dem ocracia pastoril es la obra reconocida so b re el de las interrelaci ones d e sus grupos , así co mo el gra do d e
orden social somalí del norte, desc ribe la im po rt ancia de la lealtad m o ral y m ater ial de los m ism os.
es te co noci m ie n to: E l énfasis somalí en la descendencia patrilineal tra e co n
s igo su correspond ie n te énfasis en la «pu reza » de naci-
Tal como los propios somalíes indican, lo que la mi ento que impone un es tric to co n trol de la sex ualidad de
direcci ón geográfica de una pe rsona es en Europa, su las muj eres. El matrim onio co n no-somalíes es tá prohibi-
genealogía lo es en Somalia. En virt ud de su genealo- d o, incluso cua nd o ambos có"ñyuges so n m us u lma nes, por-
gía de nacimiento, cada individuo tiene un lugar exac- que aquello s que tienen madre so malí y padre no-somal í no
to en la so ciedad, y dentro de una muy amplia gama pu ed en as pira r a ser mi emb ro s d e un clan so rnalí: co mo no
de parentesco consanguíneo (patrilineal) es posible pu eden se r s itua dos d entro d el universo m oral so malí,
para ca da persona seguir su relación precisa con deben por tanto existir fuera d e él. La descendenci a de un
todos los demás. hombre somalí y una mujer no somalí sí puede ser situa-
da, pero su matrimonio no es muy bi en recibido . Al no
Cada una de estas relaciones viene señalada por un tér- es tar vinculados por los dere chos recíprocos y los d eb eres
mino de parentesco que indica su valencia moral, de modo contractuales de la descendencia somalí, los ci ud adanos no
que parientes consanguíneos - pa ri en tes patrilineales mas- somal íes y los residentes extranjeros so n mi rados co n bas-
culinos y femeninos- separados por dos generaciones (antes tante despreci o y co ns ide rad os con sos pecha. Cu and o
de llegar a un antepasado común) son conocidos como «p ri- Amán se e namo ra d e Antony, d e forma in volunta ri a se es tá
mos verdaderos», durante tres generaciones; como «primos resi stiendo al sis te ma so m a lí, saca ndo por ello a la lu z sus
segundos» , durante cuatro generaciones; como «primos ter- id eales , y lo s m edios, las costumbres y las obligacio nes del
ceros», y así sucesivamente, reflejando cada grado una se xo, que so n los que mantienen la solidari d ad d e paren-
correspondiente disminución de solidaridad. No obstante, tesco.
I términos moralmente más próximos - los que se refieren a Es un so rprend e n te y pequeño s alto del género y el
pa rentesco al es tado -nación: la solida ridad basada e n la

U
erma no o a hermana de sangre, por ejemplo-- pueden ser
aplicados a parientes lejanos de cualquier tipo cuando el que ideología d e la desc endencia com ú n hace muy difi cil que
habla está invocando intimidad y obligación. los som a líes acepten las fronteras nacional es que fueron
I

278 279
' . .. .-

i establecidas durante los tiempos coloniales, y que están clan es qu e la inestabilidad política es ca rác te r normati vo ».
¡'
I
reconocidas a nivel internacional. Con la esperanza de Com o todos los homb res so n considerados igua les , -OO
crear un país que abarque a todos los sornalíes, Somalia se existen posiciones definidas cla ras de autoridad políti ca , y
ha visto periódicamente envuelta en guerras fronterizas con la falt a de centralización olítica es la re gla . Linajes a dife-
las vecinas Kenia y Etiopía, donde buena parte de su pue- rentes niveles de seg m en tació n so n gu iae os por sus mayo-
blo reside. res en un con sejo informal de hombres adultos convocado
I~
Sin embargo, la solidaridad de parentesco no es abso- cuando su rge la necesidad. Sin em ba rg o, Amán describe a
luta. Cada antepasado en una genealogía representa una su padre como un jefe, y habl a de jefes de linajes exis te n-
)'
"
potencial escisión así como una unidad. Por lo tanto, el sis- tes en ciudades y pueblos. Algunos consej os de gm pos-diya
tema de lina'e de Somalia es calificado de «segrnen ta ri o» , eli gen o aclaman a un hombre de edad ba sánd ose en sus
y se considera que está bien aaaptaao a un sistema oe VI a calificaciones personales - d q ueza, presti gio , sá bid uría,
móvil. Se caracteriza por una especie de aradoia: las mis- capacidad- para actuar co mo portavoz o , l"eprese nta nte;
mas fuerzas - lealtad, interés mutuo- que empujan a las donde tales figuras no exis tía n, los funcionarios co lo n iales
personas a unirse tam ién pue e empujarlas a rivalidades so lía n di sponer la s co sas para qu e se nombrara uno. Pero
. ntre los clanes y los su grupos que existen aentro e estos. estos hombres no tenían prerro gativa a lgu na indep endien -
Iay dos razones para ello: las lealtades son relativas, ani- te . Tampoco los mayores, entre los so rna líes del su r, m en os
dan dentro de segm en tos cada vez más amplios y, por nómadas, detentaban ninguna autoridad perman ente. El
tanto, más difusos. Los hermanos pu eden ser aliados en vir- título de «jefe» qu e Am án atribuye a c ier tos hombres no
tud de su padre co m ún en una di scusión, por eje m plo, debe se r considerado co mo un a posici ón heredita ria , pol í-
so bre derechos de pasto qu e es ta lle en tre ellos y los hijos tica , prefij ada ; un ~ cfel> es, e n esenc ia, un líder caris má ti-
del hermano de su padre (dado que so n hijos de iguales); co, al guien urerce Roder a través de la rente más ue
y pueden ser enemigos (puesto que son iguales) en una so re a gejjte,
disputa sobre su patrimonio común. Y n esulta so r¡:;r e n- El parentesco en Somalia es el medi o por el qu e se hace
~n t e_ ue cuando agarecen divisiones entre los hiJos e un la política y se di stribuyen los re cursos; recursos és tos qu e
adre poligínico, éstos suelen seguir senderos matrifOCáles. van desde el ganado a los con tratos de co ns trucc i ón del
La lealtad política a CUña persona a e15e, anfe oc o, a la Gobierno. La gente est á , por lo tanto, ansiosa de sa ber
familia inmediata; luego, al linaje inmediato; después, al quién está emparentado con qui én y cómo en el Gobi erno,
clan del linaje, y, más allá de éste, al clan familiar o tribu. Amán me dijo que en las elecc io nes de 1969 ella y algui en
En última instancia, las lealtades de una persona se apoyan qu e ella conocía votaron por miembros de su s propios cla-
en la nación misma. Cada nivel de segmentación define nes o linajes primarios . Con la excepci ó n de los clanes ag rf-
e d ónde está uno en relación con los oJros; enemigos y amI- col as sureños, para los cuales los vínculos con la t icrra so n
gos son ac tlt des- ovisio;a"le; --Zc;n ~~ raras veces políticamente más importantes que el exa cto cálculo ge ne a-
ermanen es. Un conocido proverbio árabe dice a respec- lógico, los somalíes acatan la autoridad qu e ema na de la , /
to: « Y9-J::ontFa-~flIl.Q; o mi hermano contra mi superioridad num érica solamente. El presti gio el o el- V
mi hermano mi rimo contra el mun o. » provienen de la fuerz ruta. Raqiya A dal a, una so ma lí
Parientes paternos que se muestran sustenta ores en u 11 ora e Cultura en el Ministerio de Cultura y Ed u-
contexto pueden ser depredadores en otro, como cuando cación Superior, señala qu e «dada la frecu encia de dispu-
miembros del linaje de mamá amenazan con llevarse los tas locales sobre la tierra, el agua, las mujeres, los invaso -
animales que ella y sus medio hermanos heredan legítima- res y otros derechos, es esencial para ca da familia y lin aje
mente de su padre. El resultado de todo esto «es una socíe- se r lo más amplios posibles, y s u fuerza depende mucho del
ad tan integrada que sus miembros se miran unos a otros número de (sus) hijos ». No es ex tra ño qu e Amán se preo-
como medio hermanos, como parientes, pero también cupe por el tamaño de los grupos de scendientes de los otro s
tan hendidos con la escisión y con las facciones de los con relación al suyo, y a vec es habla de qu e desea evitar a

280 281
, ¡
lJ
los «enemigos» de su familia. Tampoco debe sorprendernos trascender las divisiones del clan apelando a las creencias
que el padre del padre de Amán «hiciera casar a éste muy comunes del Islam, así los varones religiosos expertos
joven la primera vez». Incluso en el estado somalí moder- obran perfectamente fuera del sistema de política familiar;
o, el tamaño y la reputación de un linaje determina en Están excluidos de la participación directa en las luchas, y
gran parte los recursos o las posiciones a los que uno puede se espera que medien en las disputas del clan, no que las
aspirar. Hay que culpar de ello en parte a las políticas colo- resuelvan. El papel religioso complementa así el secular;
niales; sin embargo, desde la independencia de 1960, la donde este último aparece asociado con la divi sión social y
composición de los gobiernos, tanto civiles como militares, la persecución de objetivos materiales individuales, el pri -
ha reflejado también la influencia numérica de coaliciones mero está asociado con la unidad de los somalíes en tanto
de clanes, más que el mérito individual. que musulmanes y su condición de miembros en una
Los matrimonios de linaje exógamo -la norma-, de comunidad universal que se somete a la voluntad de Alá.
forma crítica, si bien imperfecta, equilibran las tencíencias Wadaads y sheikhs celebran matrimonios, dirigen las plc-
divisivas forjando vínculos entre grupos de parientes que, garias semanales y también todas las ceremonias religiosas.
de otro modo, estarían remotamente emparentados y serían Los sheikhs, que están más instruidos, enseñan, además, el
hostiles en potencia. A medida que las mujeres circulan y árabe y los elementos de la teología y de la ley islámicas.
se establecen lazos maternales, linajes distantes se entre- De un hombre religioso se espera que lleve una vida ejem-
mezclan en parentesco inmediato que puede desafiar las plar, que siga más estrictamente que otros el camino del
reglas del patriarcado si llega a convertirse en la base de Profeta . Sin embargo, esta postura no carece de contradic-
una alianza política y econ ómica. Las pretensiones de una ciones, porque él debe la seguridad dc su vida y su sustcn-
familia a la «nobleza» - in flu c ncia y prestigio- se ven ira- to - ta m b ién posee ganado, ne gocios, o granjas- al gru po -
dicionalmcnte apoyadas por el hecho de que aquélla ha diya al que pertenece. En realidad, la frontera entre las es fe-
contraído matrimonios con clanes geográfica y genealógi- ras secular y religiosa es borrosa, ya que los líderes políti-
camente alejados del suyo, porque, como Abdalla señala, cos carismáticos a menudo atraen a sus seguidores porque
«sólo los clanes ricos pueden tener parientes tan lejanos ». son doctos en el Islam. El primer marido dc mamá era uno
De modo que hablar de una «política sexual» en Somalia de estos hombres, procedente de una familia de sheikhs de
es hablar no sólo de política entre 10iñ res y mujeres, sino la costa meridional.
también de política entre hombres (o sus respectivos lina- La divisibilidad de los grupos familiares en unidades
jes y clanes) conducida a través de sus vínculos de paren- pequeñas, relativamente independientes, y el potencial de
tesco con las mujeres: hijas, madres, hermanas, esposas. La tales unidades de unirse en una causa común, encaja bien
importancia decisiva de las mujeres en las relaciones entre con una vida que exige rápida respuesta a las fluctuaciones
linajes en Somalia se hace evidente en los imperativos ambientales y una capacidad de aprovecharse de las reser-
sobre su sexualidad, entre ellos la circuncisión. Incl uso vas estacionales y diseminadas. Los camellos (dromedarios
relaciones puramente patrilineales se forjan a través de las son el ganado más valioso de 10;Somatfes';-prreslU qu e son
mujeres, ya que la condición de miembro en un linaje se capaces de sobrevivir sin agua --el más escaso de los recur-
transmite a sucesivas generaciones a través del cuerpo de sos locales- durante un mes, al tiempo que siguen dándo-
las esposas legales de los hombres. les leche, una parte capital de la subsistencia somalí. Asi-
El matrimonio no es la única fuerza que liga a grupos mismo les proporcionan carne y transporte. También se cría
de descendientes antagonistas; está también el Islam. Es ganado, cabras y ovejas, pero estos animales requieren ser
tradicional que los varones somalíes se dividan a lo largo abrevados con más frecuencia: una vez a la semana en el
de un eje simple: la mayoría son «guerreros» o partidarios caso de ovejas y cabras, y cada tres días, más o menos, en
del laicismo, y una minoría son hombres religiosos (wa- el de las vacas. La división del trabajo se regula en función
daads y, en el relato de Amán, sheikhs). Del mismo modo de estas diferencias. Por lo general, los muchachos y los
como el héroe Sayyid Mohammed 'Abdille Hasan trató de jóvenes se trasladan rápidamente con los camellos a lejanos

282 283
1"'

pa stos secos, en tanto qu e sus madres, hermanos más jóve- Con frec ue ncia, los no m bres de luga re s re fleja n preocu -
ne s y hermanas viajan más lentamente con los reba ños a paciones past oriles: Ca 11dh o-qoys , el lugar de las «u bres
rav és de los pastos más cercanos a las fuentes de agua. Los húmedas »; Geel-weyt a , el lugar qu e «de bilita a los ca me -
reba ños de un hombre so n repartidos entre sus esposa s, llos ». El vocabulario pastoril es también muy em pleado en
quienes tom an las du ras decisiones referentes a su cuidado. los n egocios y en la burocracia. La palabra so m alí raadraa ',
Sus ca mellos son cuidados cole ctivamente y a menudo los lit eralmente «seg u ir a los animal es perdidos o segu ir la
llevan a pastar co n los de parientes de su gru po-diya ; pista de los ladrones de 'ga nado », es una m et á fo ra referida
los derechos del hombre sobre sus camellos no so n absolu- a la investi gaci ón moderna. Layi s , qu e indica la doma de
tos, puesto qu e se em pica a los animales para pa gar co m - un ca me llo joven, se refiere también a los ejercicios es tu-
pen sa ciones, al igual que los reba ños y las manadas aumen- diantiles en un cuaderno escolar; gaa d iid s ignifica tanto
tan en número grac ias a las indemni zaciones re cibidas. ca mellos qu e llevan carga como la flota de lirnusin as del
La mayor parte de aldeas nómad as, co m o aquella en Gobierno. Hugaan , la cue rda que se usa para co nd uc ir un
que Amán na ci ó, tienen sólo de do s a cuatro tiendas trans- cam ello, se aplicó a la Oficina de Ideología (Hugaanka
portables, ca da una de ellas asociada co n una famili a Id eolojiyada) bajo el r égimen soc ia lis ta .
matrifocal , donde los hombres de la cas a s ue len ser her- La imaginería del camello impregna la cultura so ma lí,
m anos, o padres e hijo s. Sin em bargo , por una di versidad ac tual y pa sada . Supone la base de la es té tica y del es tilo
de ra zones, es posible que las famili as qu e viaj an y viven socia l so ma líes . La cría de animales resulta esenci a l para el
junta s varíen de es tac ió n a es tac ió n ; incluso aquéllas pro- se n tido de sí mi sma de la ge n te, al igu al qu e el intercam -
ce de n tes de diferentes gm pos-d iya pu ed en corres idí r, bi o de ga nado es cr uc ia l para m ejo rar y tcjcr sus relacio-
Durante la es tac ió n de las lluvia s - cua ndo el des ierto flo- nes. La preocupación de la m adre de Amá n po r sus ani -
rece, el past o es a bu nda n te y tanto las m an adas co mo los mal es y su permanente deseo de reempl a za r los qu c hab ía n
rebaños pu ed en su bs istir e n proximidad- el clan se co n- perdido a causa de la seq u ía y de la en fermedad re fleja n u n
g!.ega para actos festivos y soc ia les . Se reafi rm an viejos profundo sentido de pérdida, y no es en absoluto idi osin-
azos o se crea n otros nuevos graci as al matrimonio . Los crásico.
pastores ofrecen sacrificios a Alá, los poetas co m po ne n Cu ando el aventurero británi co Richard Burton visitó la
cha nzas, y los hombres y las mujeres jóven es bailan: és ta Somali a del norte a mediados del s iglo X IX , o bservó qu e
es la es tac ió n de la felicid ad qu e Amán desc ribe.
hay miles de canciones, algunas loc al es, otras ge ne ra-
les , sob re todos los temas imaginables , tales como
CAM ELLOS y POETAS cargar camellos, sacar agua y cazar elefantes; tod o
hombre instruido conoce una variedad de ellas.
El pa storeo de camellos es considerado la «más noble ... El país rebosa de «poetas» ... [y] todo hombre
profesión so rna lí»: po se er un gra n número de animales es tien e su posición reconocida en literatura, tan exac ta-
el signo más evidente de riqueza. Los camellos son sacri fi- mente definida como si hubiese sido el blanco de la
cados en festividades religiosas y para proporcionar ho spi- crítica en un siglo de revistas: el fino oído de esta
talidad a invitados honorables. Son m otivo de ene m is ta des ge n te hace que sientan el m ay or de los placeres en
hereditarias, pero también tema de poemas se rios. Son elo- sonidos armoniosos y en ex pres iones poéticas, mi en -
giados y cantados cuando marchan hacia los pozos, mien- tras que un elemento falso O una expres ió n p rosaica
tras son abrevados, o mientras descansan. Los términos suscita su violenta indignación.. ~ En el ca m po , cada
qu e de scriben a los camellos y a la cría del camell o pro- jefe debe tener un panegírico a' se r ca ntado por su
porcionan un lenguaje m etafórico a través del cual poetas, clan, y los más grandes patro cinan la literatura ligera
lírico s y dramaturgos hablan de amor íntimo y deseo ft1Js, manteniendo a un poeta.
trado, de fidelidad marital, de celos...

284 285
I 1 l 1J
j El verso es el género oral más prestigioso y político de tras que a n tes, co mo muchacha joven so la en la ciuda d ,
Somalia. A nivel privado y doméstico, la gente se explica a mentía. «Ra h ima », el nombre que elige para Lee Barn es,
J. los otros en verso, o lo utiliza para contraer y terminar los quiere decir «com pas ivo» : de form a ex pres iva, el término
!\ matrimonios. La poesía es utilizada también para dar deriva de la raíz árabe que también proporciona la pal a-
publicidad a hechos, o «como propaganda en favor o en bra para designar «m a tr iz» . El primo más jo ven de Amán ,
contra de alguna persona, grupo o tema de interés ... Poe - qu e nos ayudó con es te libro , a firmab a qu e Amán es tá bien
mas realmente memorables persisten durante generacio- cons idera da por su familia como narrad ora y person a
nes ... y en muchos casos son conocidos a todo lo largo y lo ingeniosa .
ancho de la península somal í». Las artes retóricas en Soma- Pero quizá lo más importante es que Amán se preocupa
lia son como los medios de comunicación en todas partes: por lo qu e los dem ás dicen de ella, porque las palabras pu e-
constituyen el medio principal por el que se difunde la den sin dud a dañar o ena ltece r un «n om b re»: el suyo y la
información, aunque lo cierto es que están también con- reputación de s u familia . Amán se rebela, hace lo qu e qui e-
l
J,
troladas públicamente. y manipuladas por intereses de
grupo.
La poesía es asimismo el medio del debate político, un
re, fing e desinterés, pero, co n todo, se preocupa. Qu e está
preocupada por lo que los demás dicen, debido a la poten -
cial deshonra suya o de su madre, es evide n te por su feli-
ejercicio de relaciones públicas efectuado por los patroci- cidad al poder demostrar su virginidad cua ndo se casa por
nadores políticos del poeta, elogioso quizá o de una sátira primera vez .
I cruel, pero eminentemente persuasivo. Por lo general, los
versos son exceptuados de las regla s del insulto y de la
ind em n iza ción . Así, sus «in tercam bios de bu rlas pued en lle- L A POS ICiÓN DE LAS MUJERES: GÉ.NERO , HONRA ,
gar a ser de extrema agresividad sin in currir en ce nsura CI RCUNCISI Ó N FE MEN INA
(por otra parte) con ellos es posible inundar de elogios a
alguien, incluso a uno mi smo, elogios que de otro modo En un prólogo, sin terminar, a la narración de Amán,
I quizá resultara embarazoso lanzar». Hay funcionarios Lee Barnes escr ib ió:
II
públicos dedicados a vigilar a los bardos urbanos, cuyos
I
tal entos pueden ser utilizados para dirigir a la opinión Una influencia importante en la viela de Amán fuc
pública contra el Gobierno: aquellos qu e se resisten a acep- la práctica tradicional en su cultu ra de la clitoridec-
tar el patrocinio gubernamental se arriesgan al hostiga- tomía y la infibulación de la vagina (la «circ u ncis ión
miento, al exilio, e, incluso, a la cárcel. fernenina»). En la cultura de Amán, la escisión del clí-
La poesía quizá sea la quintaesencia de la habilidad ver- toris y los labios menores y la su tura ele la vagina
bal som a lí, pero en la narración en prosa de Amán no ha sta que es tá ca si toela ce rrada se lleva a ca bo en un a
resulta menos evidente una manera retórica de ver las so la operación cu a ndo una niña cue nta de se is a di ez
cosas. Su historia, desde luego, está contada: de forma irre- años de eelad. Esta op eración tiene un a profunda
sistible, pero eso no es todo. Amán, al igual que muchos influencia sobre el desarrollo de la ni ña co mo muj er
somalíes, siente un profundo respeto por el poder de la s y como ser sex ua l, tal como queda claro a partir de la
palabras , por su efi caci a y su efecto, por el hablar en sí na rraci ón. La relación de Amán con su prim er ma ri-
mismo como arte. Asistiendo a fiestas en Mogadiscio, llega do, s u fuga, la manera y la ocas ión en qu e ella es «des-
a convertirse en una conversadora dotada en el arte de la virgada », y sus post eriores relaciones co n los hombres
réplica, del giro elegante. Que ella elige las palabras con están toelas profundamente modeladas por su expe-
cuidado resulta evidente por los pseudónimos que emplea riencia co n la circuncisión . El su til, y no tan su til,
para sí mi sma y para su interlocutora. «Amá n» significa . en tre lazam ie nto de sad ismo y sexualida d en un a cu l-
«digno de con fia nza» en árabe; al emplearlo, nos conven - tura que practica la circuncisión fem enina qu ed a rá \
ce de que ella dice ahora la verdad sob re sí mi sma, mien- también claro a partir ele las múltiples expe r ienc ias de

286 287
Am án co n hom bres de di versas edades de su propia u te nsili os a partir de ma teriales loca les; tejer cuerdas, este- I
cultura. ras y alfombras; ir a bu sca r leñ a yagua, a men udo a gran
distancia ; cargar y desca rga r los camellos de tr a nsporte en I
Lee prosi gue seña la ndo que la hi storia de Amán es la de ca da mudanza; tr ansfo rm ar los p roduct o s pas tori les , co mo
una niñ a so m a lí qu e crece, no en un escena rio «tra d ic io- la m antequill a líquida , pal-a vende rlos, así co mo pa ra su
nal », sino durante una época de rápido cambio social. Sus uso: y, au nq ue no en últim o lu gar, cu ida r, ju nto co n s us
expe riencias de los hombres y de la sexualidad hubieran hij as, de l ga nado -ovejas, va cas y ca bras-e- ele la familia .
sido sumamente improbables en el caso de su madre, y m ás Bu en a parte de su trab aj o requi ere qu e ellas es tén a la vista
aún en el de su abuela, una comparación a la que invita el del público; lo mi sm o oc ur re , en cierta medida , en las
relato que Amán hace de la vida de ellas. pobla ciones . Tampoco s uele n a parece r co n el velo pu cst
Según las costumbres som a líes, el es ta tu s socia l de las de los pies a la ca beza, porqu e e llo impediría sus ac tiV ielaj
mujeres es inferior al de los hombres, y los do s sexos son dcsv La sc re ac ió n e l ir ~bi c ~,~ con le..:: prenda negra
I fir memen te mentalizados desd e el nacimiento en ese se n ti- lla m ad a shuk S! n 0 1' tant , rara s veces prac ticadas,

d o ; ambos so n ed uc ados para creer qu e la desi gualdad d excepto en tre algu nos ri cos somalíes urb anos, o e n el caso
sexos es a lgo natu ral , tal com o ~ ac-o ñSej aao porel Islam. de hijas herm osa s, de piel cla ra -co mo Hawa- co n pers-
Pero e hec o e snas mujeres son Iguale5"a nivel I~ pect ivas de m atrim o nio de alcur nia . Ambas cosas resultan ]
co m plem entarias, o subordinadas a los hombres , es obj et o corrie ntes, s in e m ba rgo, en e l enclave de á ra bes, co mo la\
de acalorado debate en la actualidad en el mundo islámi- fam ilia de Mogadisci o qu e em picó a la joven Amán co mo
co . Ahora hay m ás mujeres qu e sabe n leer y escrib ir q ue cria da.
a n tes; las q ue ha n leído el Corán po r sí mismas sos tienen Mujeres y ho m bres aportan habili dades complementa -
qu e su po sición infe rior viene di ctada, no po r el Corán, sino rias a la eco no m ía doméstica so malí; pe ro , en tanto qu e las
por las po steriores interpretaciones patriarcal es de es te labo res de ambos so n ca pita les para la prosp eridad de la
sagrado texto que han co nver tido en ley islámica. Sea cual familia, buena parte del trabaj o físico du ro recae e n las
sea su po sici ón e n la teoría, en la práctica, la s mujeres mujeres y en los jóvenes . Los much ach os y ho mb res so lte-
deben someterse a la autoridad de padres (hombres), her- ro s qu e co nd ucen a los ca mellos llevan un a vida fruga l,
m anos y maridos, y están obligadas a mostrar modestia y ard ua. En la es tac ió n seca, su bs is te n principalm ente co n la
a ejercer el dominio de sí mismas. En otras sociedades lech e qu e les propo rcion an los anim al es qu e tien en a s u
musulmanas, esto ha conducido a la división de las comu- cuidado, qu e du rant e los períodos de se q uía pu ed e se r mu y
nidades en ·esfer as se xualm en te diferenciadas de acción y escasa . Emprenden co n frecuen cia largos viaj es para ase-
espacio físico. Pero un estilo de vida pastoril, con su nece- gura r el agua de los ca me llos y e nco ntrarles past o , perrn a -
sidad de flexibilidad y de movilidad, hace imposible qu e nec iendo todo el tiempo a ler ta, di spuest os a de fend er la
I esta divi sión se mantenga. man ada. Como los ca me llos so n la principal forma de
La casa o tienda rural es la re sidencia primaria de un riqu eza, las enem is tades hereditari as a ca usa dc los a ni-
I nómada so m alí; en una pequeña a lde a , esta casa y su com-
m al es so n co rrien tes a l se r prometidos co mo dot c de la
\ pañ.era es tá n .p ro teg ~ d as por una sencilla valla de arbusto novia, ret enidos co mo co m pe nsac ió n, robad os o recu pe -
I espmoso. A diferen cia de la s casa s urbanas, tal es es tru ctu- rad os.
ras no so n permanentes ni lo ba stante gra ndes como para El pa pel de los hombres casados en la políti ca del clan
permitir una estr icta separación de sexos . Cu ando los pas- pu ed e llevarl es muy lejos de su hoga r du ran le largos perío-
ta s cercanos se agotan y es necesario qu e la familia, o la dos; los hombres casados co nd uce n tambi én ca me llos ,

I aldea, se traslade, las mujeres so n las responsables de des-


m antelar las tiendas y de reconstruirlas en el nuevo ernpla-
zam ien to. Otras tareas de las mujeres - igua lm en te impor-
empren de n negoci os, co m pra n provision es, limpi an pozos ,
y ay udan a a brevar a los re baños. Y, por m uy cooperativa
que parezca la em presa del past oreo, só lo los homb res
\ tantes para el bienestar del hogar- son la fabricación de mayores ejercen derechos de di sp osici ón sobre la prop ie-

288 289
l.l
j

dad familiar. Las mujeres y los varones jóvenes están, por gaciones mutuas a dos familias que, en otro caso, no son
lo tanto, subordinados a ellos; su seguridad de manuten- parientes cercanos, un hecho al que los pagos matrimonia-
ción depende de su relación con padres, maridos, herma- les dan solemnidad. Que las familias y sus grupos descen-

r
l' ñ OS' tíos paternos... Pero, a diferencia de los varones jóve- dientes más amplios son los que se unen resulta evidente
I
ne.s, las mujeres no puede;-aspira?aconvertirse en social=- por el hecho de que, cuando se pregun ta quién ha pedido
mente dominantes. En el sentido estricto de las palabras, a una mujer en matrimonio, por lo general aparece el nom-
/ .una mujer no tiené identidad legal: es siempre una menor, bre dellinajc de su marido, y no sólo el de su marido. Antes
un adjunto al nombre de su pa re . Es representada por o s de que se inicien las negociaciones matrimoniales forma-
parientes varones en casi todas las empresas importantes. les, los parientes de los futuros esposos efectuarán una
Aunque las mujeres pueden poseer y disponer de la pro- extensa investigación sobre la riqueza, fuerza e influencias
piedad por derecho propio, raras veces tienen la oportuni- mutuas, evaluando las perspectivas políticas así 'c om o el
dad de hacerlo así, e en su caso, las leyes . l ' micas carácter y la salud de los futuros cónyuges . Amán, inge-
de la ~erencia, la inmensa maygría e, ~S ,.1!Q..S9ru:es.: nuamente, trata de sortear estas obligaciones familiares
peta as. Toda la propiedad del linaje es vigilada por los cuando intenta ocultar su primer matrimonio a su padre y
hombres mayores: la tierra, los camellos y demás ganado conservar para sí toda riqueza futura .
suelen quedarse con el grupo patrilineal a la muerte del Hay varias clases de pago de matrimonio, y se mueven
propietario, para ser repartido entre sus hijos. en ambas direcciones. Es costumbre que el novio ofrezca a
Somalia es claramente una sociedad dominada por los la familia de la novia un regalo simbólico de ganado o de
hombres, aunque las mujeres tienen una considerable dinero. una vez fijado el compromiso; y se espera que rega-
1 influencia en el hogar, y, a través de éste, pueden influir en le ropas y joyas también a su futura esposa. Bajo la ley islá-
los asuntos públicos. De hecho, los derechos de las muje- mica, el contrato de matrimonio debe ser entonces forma-
r res son considerables. En el matrimonio tienen derecho a lizado en una breve ceremonia ante un sheikh, o experto
una dCJ uada manutención, yt ienen Rlena libertad pmoa religioso; en él, el marido acepta asignar una parte de su
retornar con su familia natal en e caso de ue sean mal- propiedad a su mujer para el uso de ésta en caso de divor-
trataoas. nestecaso, sus hermanos están obligados a pro- cio. Estos bienes, llamados mahr en árabe, pueden adoptar
porCIOnarles el sustento. Están acostumbradas a viajar sin una diversidad de formas -dinero. animales, joyas, tie-
1, carabina por su propia iniciativa, y, como, por la ley islá- rra-, y se convierten en la propiedad personal de la espo-
r mica, tienen derecho a poseer, heredar y transmitir propie- sa. Pero raras veces se le paga de inmediato, siendo guar- I
dad con plena independencia, es probable que pudieran dados en depósito por el marido hasta el momento en que
11 '
intentar hacer valer sus pretensiones en un tribunal reli- se disuelve el matrimonio. Y si es la mujer la que quiere el
gioso. Aunque los matrimonios suelen ser arreglados por divorcio, entonces debe, por lo general, perder su mahr a
las familias, semejante intervención a menudo no hace más fin de asegurarse la libertad... Como ocurre con la madre ,
que seguir el noviazgo iniciado por la propia pareja, y la de Amán, y más tarde con la propia Amán.
fuga tampoco es algo desconocido ni imperdonable. El pri- Cuando se arregla un compromiso, la yarad --los bienes
mer matrimonio de Amán es un caso ilustrativo, aunque de la novia pagados por la familia del novio a la familia de
ella más tarde rechaza a su marido, y así se burla de los la novia- debe también ser negociada. Los parientes de
\ esfuerzos de la familia por acomodar su inicial deseo de más edad de la pareja deciden el importe de la propiedad.
~asars e con él. En tanto que los camellos son la forma preferida de los bie-
El matrimonio arreglado va acompañado de la transfe- nes de la novia -treinta es un número respetable, pero un
rencia de los bienes de la novia, cosa que algunos observa- centenar puede ser exigido para un enlace particularmente
dores consideran degradante para las mujeres. Pero, como deseable-, en las comunidades agrícolas, la propiedad
dice Amán, «Es por respeto». El matrimonio somalí impli- transferida podría incluir una parcela de tierra, mientras
ca algo más que una relación entre esposos; vincula en obli- que en ciudades y pueblos, suele preferirse dinero, suelo o

290 291
edificios. Las cantidades fijadas son reflejo de la condición hombre, el cual no tien e más que re pudiar a su es posa tres
económica familiar, así como de la es tim a en que la novia veces an te testigo s para qu e la unión qu ede disuelta. La
y su familia son tenidas por el novio y su s parientes. Los °
u 'e" ue quiere el divorcio debe, bien provocar a su
bienes de la novia so n transferidos el día de la celebración m arido para que naga eso , o efectuar la peti ción ante
de la boda, que tiene lugar algún tiempo después de qu e se un tribunal reli gio so ; pero, en es te último ca so, sus moti- (
firme el contrato de matrimonio formal. vos - s teri lidad, sodom ía, falta de manuten ción- deben
Una vez que el matrimonio es tá firmemente es ta blecido , se r plenamente-justi fica os. Una es posa a esesperada pu ede
y un divorcio temprano parece improbable, el padre de la tr atar de rem ediar su situación mediante la huida; pero si
novia devuelve una parte de esta propiedad a la familia del su s herman os tien en interés en m anten er es a unión , harán
marido como su dote. También es costumbre que una todos los es fue rzos posibles para e nco ntra rl a y devolverla a
mujer reciba un sus ta ncia l regalo de ganado por parte de su marid o. Con el divorcio, el derech o a a signar su fertili-
su padre o de su s hermanos siempre que vuelva a visitar a dad y ca paci dad de trabajo en el nuevo matrimonio revier-
su familia. Es probable que tal es transferen cias tengan te a s u lin aje, a u nque ella pu ed e es perar tener más ca paci-
lugar en vez de su propia herencia, al igual qu e el derecho dad de elección en la cues tión de un seg u ndo marido. Así,
a ser mantenida pOI' sus hermanos - en caso de qu e se Amán, es pe ra ndo llegar a adulta para co n trolar su propi a
divorcie- viene ga ran tiza do a expe nsas de su futuro dere- vida, di ce qu e hizo su primer matrim onio con el fin de co n-
cho a la herencia. vertirse en div orciada.

~
Parecería que, pese a su situación subordina da, la s La posici ón de una mujer o de una much acha en su
mujeres son bi en atendidas en la sociedad somalí, y, desd e familia y en la familia de su marido a fec ta a la a plicació n
luego, en algu nos casos así s ucede. Pero el sistema es pro- práctica de sus derech os, y esa pos ición de pende, en no
pen so a los abuso s, por uc, de vez en cu ando, por el poder pequeña medida, de su com po r ta mien to: deb e ejerce r el
.9--P6 la _d,gu ez ..-las ija s son en tregaaas-- - latfi iñOi1io autocontrol, tien e que se r paciente y resp on sable, ha de
con tra su voluntad, a menudo a hom6res mayores, incluso most rar obedi encia y deferencia hacia los m iembros va ro-
a hom6res Eruta es y repugnantes-queofrecen unos o ienes nes de más cda d, y manten er una ac titu d de es po n tá nea
de la ñ ovia de masiado teñtadores Rara ser rec azada s. En abnegac ión y sacrificio. Y, lo más importante, cum plir co n
ocasiones, una muchacha pasapor una serie de tales rela- la ética de la solidaridad fa m ilia r, Para co m pre nde r las co n-
ciones, sufriendo repetidos divorcios o viudeces antes de secuencias que todo ello supone para las mujeres , ha y qu e
casarse con alguien que ella aprueba. Las reformas a la ley ten er en cuenta conceptos como honor, nobleza y repu-
familiar de 1975 (después del períoao e la narracIón-dé tación o «nom b re», así como el ideal sorna lí de indepen-
A:maÍÍ) esta@ecIeron que el matrimonio tenía que ser por dencia.
mutuo ' consentimiento, y dio a las mujeres el derecho a Al principio de su narraci ón, A~e nta una leyenga
reclamar no sólo su herencia debida (la mitad de la parte ue revela una contundente di visión de ca t en la socie- 1
asignada a un hermano, según la ley islámica) sino a par-' da somalT;n tre aquellos que han nacid o libres o nobles y
tes iguales con los hombres. Sin embargo, fueron di scutí- los qu e se co nocen como sab, antigu os siervos: los mid-
das por el establishment religioso, y aún no han sido total- g a n los turnaal los yibil: Los sa se t a n di sp erso s
I mente acatadas. en tre los clanes so ma líes, pero no se cas an con sus mi em -
+- Cabría pensar que los elaborados intercambios de pro- bros, y se distingu en de los soma líes nobles por sus activi-
piedad y amplios vínculos sociales que el matrimonio trae dades: son herreros, curtidores, za ateros ca zadores, elu-
consigo conferirían una elevada estabilidad a los matrimo- queros y, egún Ric aro Burton, es pecia listas en la circun-
nios somalíes. Pero éste no es el caso. El divorcio resulta cisi ón y en la in fibulaci ón, actividades és tas qu e los pasto-
algo bastante corriente, y, según los somalíes con quienes ralis tas desprecian. A diferencia de los so ma líes «libres» ,
he hablado, más frecuente en el Sur que en el Norte. Bajo los sab estuvieron antaño unidos a grupos famili ares pas-
la ley islámica, se obtiene más fácilmente por parte del toriles; y algunos lo siguen estando hoy. Como clientes, los

292 293
I1 J 1J
15ab son lo que ningún somalí desea ser: económica y social- buida al sexo o a la posición. La autoridad, así, depende;je
I mente dependientes. Así son también aquellos que otrora que le sea concedido respeto por los demás, sobre todo por
fueron esclavos, los pueblos de descendencia «africana» los seguidores, los dependientes. Debe ganarse... merecerse
que Amán llama addon. Para los somalíes, el pastoralismo y conservarse. Por lo tanto, puede, también, perderse.
significa libertad, dignidad, autonomía. Las mujeres, aun- Es posible anarse el res demostrando agresividad
que no son tan capaces de demostrar estos ideales como los personal, cuando, por ejemp o, uno resiste con éxito las exi-
hombres, también los mantienen. Una historia popular gencias de los otros sobre su propiedad, como mamá hizo
refleja este noble punto de vista: tras la muerte de su padre. Pero también procede de la
riqueza, porque generosidad y hospitalidad son medios
La oveja le pregunta a la gacela por qué huye de para conseguir la dependencia de otros. Como las mujeres,
los seres humanos, en especial si se considera que pese a ser afirmativas, controlan pocos recursos producti-
siempre está hambrienta. Si siguiera a los humanos, vos, son menos capaces de alcanzar esta autoridad que los
argumenta la oveja, tendría a su.disposición los mejo- hombres.
res pastos. La gacela le responde: «Una oveja no lo De igual importancia, sin embargo, es el ideal del auto-
puede comprender. Mi familia y la tuya no se parecen. dominio, expresado tanto por el estoicismo como por los
Nosotros somos los hijos de la libertad y de los espa- controles emocional y físico. Y, abarcando estas preocupa-
cios abiertos. En cuanto a mí, antes prefiero morir ciones, hay un concepto específico de «razón» -'aql, en
sobre mis patas mientras huyo a ser degollada y ser- árabe- a pllamente extendido en el mundo islámico. 'Aql
vida como alimento por un amo que me sacrificará significa sentido social, la capacidad de reconocer y ele
cuando me vuelva gorda o que matará a mis hijos. Mi seguir tanto los ideales culturales como las leyes de Alá. Los
corazón no es el corazón de una oveja.» niños nacen con poca 'aql, pero, a menos que sean enfer-
mizos, están destinados a desarrollada a medida que madu-
La leyenda es particularmente aguda cuando se con- ran. Aquellos que muestran sus emociones por los demás
templa en términos de la vida de casada de Amán y de su indican una falta de 'aql; se considera que el hombre que
madre. no logra ocultar sus sentimientos por una mujer, es con-


Para explicar la participación complaciente de las muje- trolado por otra persona, y entonces pierde el respeto de los
res en un sistema de valores que ellas mismas no pueden demás. Tal como 1. M. Lewis señala: «Ningún hombre cuya
defender por completo y que, a primera vista, disminuye su conducta revele que es emocionalmente dependiente de su
valor, debemos volver a la ideolo ía del honor. El honor esposa, o esposas, puede esperar disfrutar de una reputa-
procede principal y absolutamente e a no eza de los ción de audacia masculina.»
antepasados, que hombres y mujeres comparten en virtud Las mujeres manifiestan sentido social, y así resuelven,
de su descendencia común. El honor también está asocia- en parte, la contradicción entre su aceptación de I~s idea-
\ do con la autonomía, tal como se expresa en la ética igua- les del honor y su incompleta capacidad para reahzarlos,
¡ lita ri a de parentesco segmentario. Pero la verdadera auto- remitiéndose voluntariamente a aquellos que tienen la auto-
nomía no puede ser conseguida por todos: dentro-de la ridad. ldJa Abu-Lughod, un antropólogo que ha estudiado

n
familia y del linaje, las mujeres y los hombres jóvenes -de estos temas entre los beduinos egipcios, señala que «lo
, ahí -la mayoría de los somalíes- son dependientes, políti- voluntario es libre por naturaleza, y así también es un signo
camente más débiles que el patriarca, incapaces de contro- de independencia. La deferencia voluntaria es, por tanto, el
lar recursos por derecho propio. La realidad social de la modo honroso de dependencia».
jerarquía contradice el valor fundamental de igualdad. Pero La deferencia voluntaria implica modestia y decoro: una
cabe hallar cierta reconciliación de los dos en la idea de que mujer se muestra tímida, «vergonzosa», cuando se encuen-
la autoridad ejercida por los superiores es más una recom- tra entre otros más poderosos que ella, y se comporta con
pensa por el valor moral, que adquirida por la fuerza o atri-

294
- cortés sumisión hacia ellos. Tal como Amán dice: «No
------- 295
m iras a las personas importantes a l ros tro. Bajas la mira- dad , es decir, s u s vín culos, a los demás se res humanos. Se
da.» De es te modo, la m odest ia y la 'aql es tán íntimamente considera que todas estas condicio ne s naturales, que las
vincu la das: la mujer buen a es razonable, se comporta bien; m ujeres no pued en co n trolar, representan deb ilid ad y falta
actúa como es de b ido e n la vida social y es tá si nto nizada de in depe n de nci a , la a nt ítesis del ideal so c ia l.
co n su posición relat iva en todas las inte; a cc iones. Se com- Sus fu nciones fisio lógicas dific u ltan tambi én a las
porta co n m odesti a , ecli psán dose a nte s us s u periores, a u n- m ujeres el que pueda n d em o strar p ied a d re ligiosa e n el
qu e no es pasiva o tímida e n toda s las s ituaciones sociales : cump limien to de las leyes islá micas: les es tá p ro hib ido
co n s us igual es se mu estra, y as í se es pe ra que sea, a u daz, entrar e n un lu gar sagrado - u n a m e zqu it a o el mausoleo
volunta ri osa, independiente . Así pues , la p asi vid ad n o es de u n san to - c ua ndo ti enen la m enst ru aci ó n y d ura n te los
tanto un rasgo femenino d e la personalid ad como un co m- cuare n ta d ías p osteriores a l parto , porque en ta les momen -
portami ento tá cti co pa ra ser u tilizado en las c ircunstancias tos son «im p u ras» ; so n consideradas más «co n ta m in a d as»
a prop ia das , un com porta m ie n to q ue los ho mbres j óve nes q ue los h o mbres p o r la re laci ón sex ual, dado que s u con-
tam b ién man ifies ta n en presenci a de hombres mayores . Y tam inación es interna. Según Amán, a una mujer so m a lí
la conform idad es más un signo d e conocimien to social y reci én casada no le está permitido ayu nar a comienzos e
de forta leza interi or que u n s igno de debilida d . Raqiya Ram adá n porq u e se es pera de e lla qu e se e ncue n tre se xu a l-
Abd all a , la ex direc to ra de Cu ltura, d escri be . a la muj er mente d ispo nible para su m ari d o , y no pued e, po r ta n to ,
som a lí id eal co mo «ca p a z, d ot ada de inici ati va , fuerte , p ero logr a r el estado d e pureza ritu al ex igido para e l ayuno. Los
con la fuerza de tipo "femenino", es deci r, no debe trata r d e pun tos d e vis ta sociales de la inferioridad de las m ujeres y
asum ir a tri b u tos m asculinos, y, a lgo de s u ma importancia, los conceptos 're ligiosos d e su natura le za esencial se apo-
no debe desafiar la autoridad del hombre e n ningún caso ». yan mutuamente y se e n tre mezcla n e n e l pensamiento
~gi " a s us s up-edo r~aJ.. comportarse con mudes- somalí.
tia e n p úblico , u n a m uchacha -o un a.mujeras.d validez Del m ismo modo, las ideas sobre lª-Sexu al id a d co nj]i i-
,-;-la pré tc ns ió n de s u RaClre_aJac<;;d ición ho no rabl e, a su n n inquietudes sociales reli iosas. " el la ocial la
","",~.;.;
n""l b;::;,;¡~
"e » . S u re lación es complemen taria : él exhibe virtu - vmcu ac ion sexua p lan tea una amenaza im po rta n te a la
des nobles, la protege y la m a ntiene co mo s u d ependiente; lealtad pa trilineal. POl- más profundo que sea el lazo con
con su m odestia, ella demuestra a l mundo qu e él es mere- yugal, la lealtad a l marido o a la mujer nun ca d ebe ser
cedor de respe to, un res pe to dado libremente, s in em bara- superior a la lealtad debid a a l propio lin aje o a la fam ilia
zo . La con d ucta d e Am á n deb ería se r so pesa da co n tra es te nata l. Así, el m a trimonio parece te ner tod as las caracterís-
id eal : aunqu e su padre fra casa e n s u rela ci ón d e man era ti cas d e u n a in cómoda tregua: cada c óny uge m ira a l o tro
im porta n te , él y sus hij os es peran qu e ella se co mpor te con sospecha; cada un o busca o b te ner a lgo del otro sin
como si no hubiese sido as í. ceder terreno. Y u n a muj er casada ha de comportarse con
En S ornal ia , co mo en toda el África islá mica d el Norte, ho nra y co n di gnid ad porque representa a su fami lia e n el
se considera qu e la sex ualidad de la mujer im pi d e q ue és ta campo ajeno. S u fu erza «de be ser de u n tipo capaz de ocul-
co nsiga el mi smo ni vel de val o r moral que los hombres , ta r la deb ilidad de s u h o m b re ». Tiene que ser un ejemplo
porq ue la a ta m ás q ue a ellos a la natural e za y a l ntu ndo - fís ico y social- d e las muj eres somalíes. Unas líneas de
"m a tcr ia l. La fert" . ad; menina goza d e a lta ~sti ma; es tá u n poe ma tradicional sornalí, e n donde el marido da co n -
asociada co n la a b u ndancia, la p ros peridad y G víclil; có n sejos a su nu eva esposa, son in str u c tivas.
la con tin uac ió n el lin rrj e a trave del aci~ de los
hijos , y co n las vi rtudes de cl emen ci a, m iser ico rd ia y com - La es posa d e un m a ri d o de baja alcurnia nunca
pa sión . Con todo , las mujeres están consideradas co mo h u ele bien , porque n unca quema incienso para sí
soc ia lm e n te menos desarrolladas que los ho mbres. Mens- misma.
trúan d e forma regu lar e involun ta ri a; dan a lu z, y ama- Después de dar a lu z, se vuelve a ún peor; y su mari-
mantan; cuando es tá n em barazadas, m uestran su sexuali- do la abandona.

296 297
I [Por lo tanto] sé ge nerosa con el agua para tu cuer- abre líneas de co m unicac ión en tre el poseído y su etéreo
po y tu alma... poseedor. Espíritu y anfitrión cierran un tr ato: el zar deja-
Mientras estés conmigo jamás dejes de usar el que- rá de provocar en fer me dad en la mujer mientras és ta
mador de incienso... obtenga algunos art ículos que él desea, asi sta con regulari-
Límpiate la boca y los dientes, y usa siem pre tu dad a ceremonias del espíritu , y realice actos rituales peri ó-
sombreador de ojos. dicos tal es como qu emar la combinación de in cienso ad e-
_ -.J.----.. Nadie deberá encontrarte de saseada... cuada. a la identidad del espíritu en su día especial de la
se ma na .
En Somalia y en toda el África del nordeste - en tre, por E n es tas sociedades en qu e las mujeres son apremiadas
ejemplo, los aldeanos sudaneses del norte con qui enes a expresar descontento, la po sesión por un es p ír itu movili-
viví-, las mujeres ca sadas que no se ajustan a estos arduos za el apoyo familiar y da la posibilidad de que maridos y
ideales, que son sometidas a un trabajo excesivo o que son mujeres traten temas qu e de otro modo encontrar ían difí -
incapaces de dar a conocer importantes inquietudes perso- ciles de co men ta r; Pero una enfermedad zar resulta cos to-
nales debido a las es trictas obligaciones del decoro, pueden sa, y los maridos no siempre se muestran comprensivos co n
fingir que es tá n enfermas. No hay deshonra alguna en la el diagnóstico de posesión de su espos a . Además, el esta-
nfermedad, en tanto que es posible que la haya en la co n- blishment religioso musulmán considera el cu lto co n sos-
du cta o en la ira incontrolada, e n esp eci al cu a ndo es expre- pecha, pu es sos tiene que es reprensible trafica r co n ge nios
sada por un a mujer. Según la sa bidu ría local, su e nfer me- poco escrupulos os. Sin em ba rgo , ni maridos ni cléri gos
dad pu ede se r el signo de que un es pír itu ha en trado en su reli gios os niegan los poderes de los espíritus; en el fondo,
cuerpo en un int en to de experimen tar las cosas buenas de su creencia ad m ite la legit imidad del zar co mo un a form a
la vida humana: el perfume, el oro, el in cienso, las ro pas de desagravio honorable.
fina s, las joya s, la ca rn e. e nacidos como es pí ri tus zar en El honor de la familia está encarn ado en el co m po rta-
~n, aar o zar en Somalia, se considera que son un mi ento de las mujeres. El mal comportamiento social de
\ tip-E...,de genio - os «gen ios» de tarclo re ára be- com o los una es posa se refl eja en su marido , pero és te pu ed e div or-
ge nios se men cionan en e orán su existencia su s habi- ciarse a fin de cu entas ; en su padre, sin em ba rgo, se re fle-
lidaa~hechos in"efuta6 es de la~ida . En cua n to se ja de forma indeleble. La mala conduc ta sexual de una hija,
hac~on el con trolde la víctJma, un espíritu resulta extre- en especial, implica falta de solidaridad y de dis ciplina,
madamente difícil de desalojar; sin embargo, es po sible ad emás de debilidad tanto moral como política, por parte
aplacarlo con regalos y procedimiento rituales de spués de de los hombres de su linaje. La acción de la mujer es una
qu e el paciente ha efectuado una «cura» ritual bajo la direc- afirmación pública de que sus superio res no so n merece-
ción de un maestro del culto o de una sacerdotisa. Dicha dores de respeto. La violación de las reglas es castigada, a
cura es puesta en esce na para la madre de Amán, qu e, a veces con la muerte de la mujer, por lo qu e Amán no se
edad m ediana, es diagnosticada como poseída. muestra nada melodramática cuando exp resa su temor de
El propósito de esta ceremonia es inv ocar e identificar qu e pu edan matarla. Este exagerado cas tigo indica el grado
el zar perturbador entre varios candidatos potenciales , cada . en qu e se pretende dar a la sexualidad femenina un uso
uno de ellos con su propio nombre, so cie dad , religión y so cial. Las preocupaciones so cia les son secundadas por las
oc upació n. Los mi embros del culto tocan el tambor y ca n- religio sas ' Raqiya Abdalla escri be : «El Islam co ns idera a
tan los estribillos personales de los espí ri tus, En un sexu alidad e menina como algo activo y como un instinto
momento determinado, el espíritu de la mujer responde lujurioso que, en consecuencia, deb e ser co ntro lado.» En
haciéndola caer en trance, después de lo cua l el ge n io algunas soci eda des tal es controles incluyen la medida prc-
se manifiesta a través del cu erpo de la mujer y da a cono- ca uto ri a de la «circ u ncisión» fem enina .
cer s us exigencias . Este rito, más que resolver el problema Aunque la «circ u ncis ión» fem enina es practi cad a en
- no tiene ninguna de las finalidades de un exorcismo-, muchas sociedades africanas, e inc uso en su fo,:m_a más

298 299
~"dical~-:-~"cisión del c1ítorí s y de los la ·0 5 se uid a de
~( . ~
subraya el cas tigo y el control. ind ica ndo claramente
fibulaclO n oc USlOn e a abertura e a va in a )-, a la niña un sentido del misterio y de la importancia

---
a menud o a parece vincula da al Islam, y la s razones fu n- del sexo, ~a l mis mo tiem po, creando un temo r de s
damental es de la cirugía son m uy va riadas. El proced í-
m iento que yo observé en el S udán musu lmán es casi el
mismo que el descri to po r Amá n; pero s u co ntex to social y
-
males del co m porta m ien o cas to en e a.

S igue su braya ndo qu e la relación en tre virgin idad e infi -


cultural - po r" lo tanto , el s igni fica do del ac to- di fi ere de bu lac ión en la sociedad somalí est á ín timame nte vinculada
manera im p o rt a n te v his tód ca m ente d icha rác tica es a l vigor y la continuidad de l esta tus moral, lo cua l tiene
a n terior a l J1acimiento del Islam . De hech o , los fu ndamen- consecuenc ias para la co ndició n pol ítica y las ganancias
ta lis tas m ~sulman cs la conside ran una «in novació n » económ icas.
(buda ') bá rb a ra y han pe d ido q ue cese. No o bstan te, la
co rrespo nde nc ia de valores patrilineal es e islá m icos - la Las cica trices de la in fibula ción so n ún sello que
insis tencia de am bos en la su perio ridad ma sculi na- pro- da testi m oni o de la intangible pero vita l cualidad de l
picia la co ntinuación de esta práctica en la Sornalia actual. patri monio del grupo socia l, el ho nor de la fami lia y
A..c.mrik,nzos de los afias 80, la circu ncis ió n de la muj er era el patrilin aje. Este se llo y la pu reza sexual de la mujer
.ca . universa c e los somalíé$. y la in fi1julaci on era-;:;; deb en ser tr ansferidos intact os co n el matrimonio a
tipo de operación genera mente realizada. otro lin aj e. Caso de que a lgu no de los do s no es tuvie-
y parece un a ex traña pa radoja que los co ntroles socia- se in tact o , la m uc hacha será total m en te in aceptable
les sobre la sexua lida d de las .mujeres vayan acompañados para ese linaje, ya que la familia implicada evitaría
de un punto de vista liberal de la sexualidad en el Islam. El establecer lazos con un linaje sin honor. La preserva-
Corá n describe el impulso sex ual co mo un apetito na tu ral ción de la pureza y el honor es así ese ncial s i el patri -
a ser sa tisfecho, a u nq ue co n moderació n y dentro de una linaje de la muj er tiene que mantener su estatus
relac ió n matrimon ia l de fidel ida d. Ninguno de los dos social, amplia r sus vínculos de parentesco y aumentar
sexos deberí a co m porta rse de manera licen ci osa, a u nque su patrimonio . És tas so n las ra zones económicas fun -
s uele exis tir u n doble pa trón de m o ralidad. E ntre los ho m - dam ent al es de di ch a costumbre.
bres urbanos somalíes , en es pecia l, la ex perienc ia sexua l
tem prana es una fuente de orgullo , una demostraci ón de su S in em bargo , es ta virg inidad ex terna, vis ible , no es inna-
viri lidad (ya qu e no del domi nio de sí m ismos). Pero, para ta en la m ujer, s ino fabri cada; por ta n to , es posible reha-
la mujer so lte ra, la ex perie ncia sex ual es un a fuen te de des- ce rla, coserla de nu evo, para así oc u ltar su experiencia
hon ra y un sí m bo lo de degradación. sexual. Mujeres que contemplan la posi b ilidad de casarse
La virgin idad fem enina tien e un a lto aprecio en la socie- o tra vez, prostitutas que tratan de in ici ar una nueva vida,
dad so malí. y de estricta imposición a dem ás tanto po r m ujeres que han tenido h ijos pero desean agradar a su
razones de honor fa miliar co m o para que el linaj e qued e m arid o ... todas ellas pu eden valerse de es ta opción.
claro . ~ , .s la' . ul a ción de 1LY.agilliJ. Aunque el procedimiento da lugar a frecu entes compli-
es tá n concebi das par a reducir la se ns ibilidad sexual al' lo caciones m édicas, y de él pued e segu ir la erradicación de!
tanto;-Ia actlvi a erótica; en casi toaoSiO~os , garanti- p lacer sexual en la muj er, hay m uc ho en juego en toda bata-
zan la virginidad ha s ta el pri mer m atri m o ni o . Tal como lla para a bo lir la práctica. La s reformas del Gobierno han
aqiya Abdalla señala : s ido de una desesperan te lentitud a l tratar el tema. Hom-
bres y muj eres te me n -con cierta j ustificación- que su s
. E l principal efecto de la operación es crear en las hi jas no se casarán s i no son circuncidadas; s i una hija no
m uc hachas jóv enes una in tensa conciencia de [su] se casa, es po rque resulta inacepta ble para otros gru pos, y,
sexualidad y ansiedad co n respecto a su im po rt a ncia , en ese caso, el ho no r del suyo dism inuye. No resulta d ifícil
s u significado social. E n ge neral, dicha prá ctica entender que las m uj eres , en semejante contexto, llegu en a

300 301
11
considera r co m o natural e in evitable una práctica qu e cla- todas maneras, yo me negué a so me ter me a mi mari -
ramente les perjudica. Ser circuncidada es una cuestió n de do, o a cooperar con él. Grité y luché, y le mordí seria-
orgullo, y, tal y como deja claro la experiencia de Am án, m ente. Cinco días después de mi boda, el hombre no
con frecuencia es su frida de buena gana, o de forma ambi- era capaz aún de tener relaciones sexuales conmigo.
valente al m enos . Sufriendo la o pe raci ó n , a las niñas les es Entonces me obligaron a ir al hospital donde abrieron
po sible demostrar de una manera ac tiva su valor como mi infibulación. Después de es o se me declaró un a
parentesco patrilineal. Para las niñas y para sus madres, es infección y estuve enferma durante unos días antes de
lo apropiado, e incluso los padres escépticos vacilan en que él me volviera a forzar.
mezclarse en algo que consideran como un asunto de muje- Nunca m e sentí feliz con ese primer marido, y
res. La conformidad está garantizada, no por la fuerza, sino seguí odiándole y luchando con él en cada co n tac to
por el poder de las normas sociales, de manera que una sexual. Finalmente le abandon é, y m e negu é' a volver
niña cuya infibulación es retrasada corre el peligro de hasta que aceptó divorciarse de mí.
sufrir un doloroso rechazo de sus iguales. Y el cuerpo de la
mujer infibulada es estéticamente valorado: es limpio, dice El patetismo de la historia de Amán aumenta co n el
Amán , cerrado y suave y duro. Este tejido de conocimien- conocimiento de que no es la única.
to implícito sostiene al individuo, a la mujer, y modela su Aunque hay numerosas co ntrad icc io nes para las muj e-
sentido del yo y s u realidad so ci al; raras veces es re sistido res dentro del sis te m a de linaje, sus alternativas pu eden se r
o discutido sin coste. peores. En zonas urbanas, ha habido un fuerte descenso de
Dicho esto, un número cada vez mayor de somal íes, matrimonios arreglados. Esto, aunqu e lib erad or de sde el
hombres y m uj eres, so n co nscie ntes de las perjud icial es punto de vist a personal , ha tenido un precio: pocos de es tos
co nsecuenc ias de esa co stumbre, y quieren er ra d icarla, pre- matrim onios duran, y los jóvenes rural es que se traslada n
firiendo la m enos radical operación su m a , en donde só lo el a la ciudad y se casan sin consultar, o s in s iq u iera informar
prepucio del clítoris es eliminado (en al gunos casos, sim - a sus parientes, renuncian a los apoyos qu e la familia ofre -
plemente es co r ta do o pinchado con un alfiler) . Como la ce en el caso de divorcio. Las mujeres rural es qu e han o fen-
infibulación es una marca de distinción étn ica , y ha adqui - dido a sus patrilinajes raras veces consigu en los m edios
rido importancia como un act o de resistencia antiocciden- económicos - co m o animales o tierra- con los qu e ellas
tal - a n tico lo nia l-, quizá una poco política presión por sus hij os puedan subsistir. Más allá de su papel tradi ci onal,
parte extranjera para abandonarla retrasaría su desapa- las mujeres somalíes, en especial s i so n incultas, co mo
rición. Amán, tienen pocas opciones . ,La prostitución , por s u pues-
El horror de Amán a ser «desvirga da », como ella apro- to, es una de ellas; lo cierto es que se ha in crementado de
piadamente señala, su desprecio por el hombre qu e reali- manera espectacular desde la segunda gue r ra mundi al.
zaría esa tarea, su temprano sentido de la relación se xu al Aunque considerada como una depravaci ón por el mund ~
como transacción económica..., todos esos sentimientos se religioso, e.stá también ampliamente vista como una form a
ven reflejados en tres casos de mujeres somalíes qu e Raqi- de rebelión de las mujeres poco di spuestas a jugar el ju ego
ya Abdalla incluye como apéndice en su libro Hermanas el1 del matrimonio/linaje.
la ailicci án, Veamos el caso de Ardo: Como alternativa, una mujer indep endiente podría em -
prender un pequeño negocio, como hace la madre de Amán
Las primeras noches de mi boda fueron realmente durante un tiempo, trocando un artículo de consumo
espantosas y llenas de temor. La costumbre en la doméstico por otros más lucrativos. Esta manera de ganar-
región de Benader es que el hombre desinfibule a su se la vida, corriente entre las mujeres en el mundo subde-
esposa con el pene. Excepto en muy raros casos, es un sarrollado, exige constante trabajo, mucha energía, un cri-
insulto si utiliza un instrumento o si (como en la terio rápido y seguro, y suerte. No resulta extraño entonces
región del Norte) se encarga de ello la comadrona. De que una cuerda pulsada repetidamente por Amán sea la

302 303
búsq ued a de la segu ri dad material. La preocupaci ón no se los años 20, e incluso antes, se em pre ndie ro n proyect os de
limita aI as mujeres somalíes; se ha ido haciendo cada vez plantación a gran escala para el cultivo d e plátanos, algo -
m ás predominante en el África urbana desde los años 50 , dón, cítricos y azúcar; se construyeron carreteras, así co m o
co n la progresiva ero sió n de los apoyos tradicionales de las la infraestructura de una colonia de europeos. Para co m-
mujeres . pensar los problemas ,en el reclutamiento de m ano de obra
El rec urso en el qu e Amán co nfía es su sexua lida d, ga na- entre una población en gran parte nómada, familias italia-
da a su gru po descendiente, atrevid amente proclamada nas y so malíes (sobre todo sureñas ) fu eron es ta blec idas en
co mo suya. Am án vive grac ias a su in genio en la ciudad, colonias de trabajo y contratadas co n empresa s de irri ga -
tratando de usar e lla a los hombres, más qu e de ser usada ción en unas condiciones que proporcionaban tanto suel-
por ellos . Camina por una es trec ha línea en tre el honor y dos para el trabajo en la plantaci ón como asignaciones de
la promi scuidad, y en su intento de protegerse a s í mi sma tierra para uso personal. Cuando los so m a líes se fugaban
y a su familia (y a s í mi sma de su familia ) mi ente, y oc ul- para cu idar de sus intereses en casa, el reclutamiento fo r-
la su verdadero nombre. Sin em ba rgo , y por atrevida qu e zoso co m pensa ba el déficit de mano de obra. Los de co n-
sea s u rebelión , está impregnada de la ide a de qu e, en el dición inferior, en particular los descendientes de es clavos
fondo , no es menos dependiente de los hombres - no es tá (addon) era n los primeros en ser reclutad os.
m en os inmersa en los val ores somalíes- qu e antes. En el período previo a la segunda gu erra mundial , las
ciudades de la Somalia italiana crecieron, y los se rvic ios
básicos de ed ucaci ó n y sa nidad , pagados principalm ente
LA S OMALlA COLONIAL y POSCOLONIAL por Roma, fueron establecidos. Se creó un sistema de
ad m in is tración rural, según el cu al , los residen tes de d is-
Pa ra co m pre nder el mund o de Amán , hay qu e ten er en trito (o comisionados) eran débilmente sec u ndados por
cue nta tambi én su co n tex to soc ia l y político más a m plio : la «jefe s » y ancianos bajo estipendio gubernamental. Casi
realidad del co lo n ia lis m o . Los do s decenios qu e s igu iero n todos esos hombres eran simples vehículos para la s direc-
al hundimiento de la re sistencia derviche en 1920 fueron trices del Gobierno, pero algunos que demostraron lealtad
un a época de consolidación colo n ia l; marcan el período de y cooperación recibieron condecoraciones y la gene rosidad
la temprana vida de mamá. Aunque en el Norte los britá- italianas.
nicos mantenían una presencia estratégica, mostraban un Los jefes eran ayudados e n su papel co mo agentes del
limitado interés por el desarrollo económico de la colo n ia ; residente italiano por una policía rural armada, que, en
toda la zona era considerada co mo un recurso, a ser ín te r- 1930, constaba de unos 500 miembros. Una importante
ca m bia do por futuras ventajas políticas . Pero en la Soma- fuerza policial de 1.475 somal íes, mandada por 85 oficiales
lia italiana, donde Amán y su m amá creciero n, la s ituació n y subalternos italianos, proporcionaba apoyo directo a la
era diferente. Administración. (El número de policías fue reducido más
Con el fin de alivi ar la creciente presión de la poblaci ón tarde a medida que el número de militares de la colonia
en la patria, y de aum entar su prestigio en la co m un ida d aumentó.) Los somalíes no aceptaron gustosos la imposi-
euro pe a , Italia hi zo planes para expo rta r gra nje ros y ción de la ley italiana. Su apreciada independencia había
em presarios co merc ia les a la fértil zo na ribere ña de la sido comprometida, y, para empeorar las cosas, se habían
So ma lia m eridional. A su vez, esperaban de Somalia qu e convertido en súbditos de infieles.
produjera materias primas básicas para la m etrópoli. Aun - En 1925 , Jubalandia, la zona costera del Distrito fron -
que los italianos habían esperado extender su autoridad a terizo Septentrional de Kenia, étnicamente so m alí, fue
las tierras interiores somalíes, de hecho, procedieron de cedida a Italia por Gran Bretaña. Poco después, los italia-
forma muy gradual; la presencia italiana fue se n tida co n nos es ta blecieron un firme dominio sobre sus regiones
más fu erza en la costa . noroccidentales, con la esperanza de expandirse a Etiopía.
Bajo la administración fasci sta, que empezó en Italia en Con este fin se infiltraron en el Ogaden, donde se confabu-

304 305
I I ,~
'1\ 1 ' !l ll A 1 \1 '!A J 01 J

laro n política y mater ialmente con somalíes que buscaban medidas que denigraban la lengua somalí y favorecían la
la reunificación con sus hermanos de las otras zonas divi- adopción de la «civilizada» lengua italiana. La preocupa-
didas. Los etíopes, por su parte, armaron a somalíes hosti- ción italiana por la pureza racial competía con la de los
les a la empresa italiana, con la esperanza de contrarrestar somalíes, como atestiguan los hechos de la vida de Amán.
la ' agresión de Italia y ganar terri torio somalí en beneficio Los contactos entre las razas, aunque corrientes, eran ofi-
propio. cialmente desaprobados, y el matrimonio interracial estaba
En 1934, los preparativos para la invasión italiana de prohibido. No había presencia somalí alguna en el Gobier-
Etiopía desde Somalia y Eritrea 'estaban en marcha. Tra s no ni en la Administración, salvo en los niveles inferiores.
una serie de fútile s discusiones entre las potencias europeas Con todo, se establecieron lazos sociales a través de la divi-
(lo cual equivalía a un apoyo no reconocido a los intereses sión racial, y muchos somalíes se beneficiaron de "nuevas
imperialistas italianos), Etiopía fue invadida en 1935, y oportunidades económicas y educativas bajo el régimen.
conquistada el año sigui ente por el Ejé rcito italiano con la Entre 1930 y 1940, Mogadiscj., dobló su población con cre-
ayuda de 6.000 soldados somalíes y muchos miles de sol - ces, debido, en parte, al licenciamiento de soldados soma-
dados irregulares entrenados por los italianos. Su ofensiva líes. Con el crecimiento de la urbanización y la expansión
hacia la frontera tuvo el apoyo del soport e a éreo. Fu e de la influencia occidental - por no hablar de la concien-
durante el desorden que sigu ió a este acontecimiento cuan- cia histórica somalí, el orgulloso sentido de independencia
do la madre de Amán se casó apresuradamente con un y la solidaridad-, nació un movimiento nacionalista
hombre viejo que tenía otras es pos as , para evita r qu e los moderno.
soldad os blancos la for zaran al concubinato. Durante un En 1940, Italia se unió a las potencias del Eje, y Soma-
breve períod o posterior, la Somalia itali a na incluyó el Oga- lia en tró en la se gu nda guerra mundial. Los italianos se
den y las regiones habitadas por so ma líes del curso supe - apoderaron , aque l mes de julio , de la Somali a britán ica ,
rior de los ríos Juba y Shebeli, acción qu e unió a mi embros pero siete meses más tarde la volvieron a perder. Los alia-
de clanes que habían sido arbitrariamente sepa ra dos por dos prosiguieron su ofensiva para liberal- Etiopía (en favor
las fronteras coloniales unos cuarenta años antes. del emperador Haile Selassie) y ocupar Somalia. La pérdi-
Con la implantación del régim en fascista, los negocios y da del hermano de mamá durante un bombardeo data de
el comercio se llevaban bajo un estricto control. Un sis te- ese período; y sus matrimonios con militares somalíes del
ma de monopolios del Gobierno y de organizaciones apo- ejérci to colonial italiano tuvieron lugar alrededor de este
yadas por el Estado favorecía los es fue rzos italianos; en período también. Después de la derrota italiana, toda
realidad, a los somalíes y a otros súbditos coloniales se les Somalia, excepto el Djibout¡ francés, cayó en manos de la
impedía legalmente participar en cua lqu ier sector de la eco- administración militar británica, y así siguió hasta 1949.
nomía en que rivalizaran con sus colonizadores. Entre 1935 La población italiana en Somalia ascendía a 8.000 per-
y 1940. los italianos incrementaron los proyectos agrícolas sonas en 1941; muchos niños y mujeres fueron repatriados
a gran escala y construyeron nuevas carreteras y nuevos bajo el Gobierno británico, y en 1943 la cifra había des-
mercados. Miles de emigrantes y de ex soldados italianos cendido a casi la mitad. Dados los imperativos de la guerra
participaron en la economía som alí como colonos, "comer- que proseguía, los británicos se vieron obligados a confiar
ciantes, mecánicos.. . Clubes y organizaciones de la vida en la competencia administrativa de funcionarios y técni-
social fascista habían sido importados de la madre patria, cos italianos que no habían mostrado simpatías fascistas ;
Y. «se infiltraron en la vida de la comunidad italiana hasta el re sto fue internado. La fuerza de policía italiana fue
un punto que, sobre todo en el contexto local de Somalia, disuelta y reemplazada por somalíes bajo el mando de ofi-
hoy parece grotesco en extremo». ciales británicos; se inauguró una escuela de policía con
, Con el influjo de los italianos llegaron los reglamentos objeto de preparar a los somalíes para ocupar puestos de
concebidos para preservar su condición racial y enaltecer mayor graduación. Las leyes italianas fueron sustituidas
su dignidad como conquistadores «arios» , incluyendo por las británicas; la administración provincial italiana fue

306 307
reemplazada por otra de estilo británico, que utilizaba
métodos indirectos de gobierno, y se establecieron las bases las tierras de pastoreo, indicando un alejamiento de la con-
para un áu togo bier no local. El padre de Amán, aclamado centración exclusiva en la economía de los colonos. Se
por su grupo de descendencia como su representante, fue reactivó la agricultura de plantación con cosechas como el
por ello autorizado a ayudar a la Administración a hacer alg~dón, el azúcar y los plátanos, pero la propiedad de las
respetar la ley y el orden, por lo cual recibía un salario del haciendas y el control del mercado continuaron en gran
Gobierno, Se abrieron muchas escuelas, aunque sobre todo parte en manos de los colonos italianos. A pesar de su
para chicos, y las aspiraciones nacionalistas siguieron cre- expansión de la economía, el país siguió siendo desespera-
ciendo. Los somalíes respetaban a los británicos por haber damente pobre, y la mayoría de los somalíes vivía tal como
expulsado a los, en apariencia, invencibles amos coloniales, lo había hecho en el pasado.
y por suavizar sus leyes discriminatorias. Políticamente, Somalia se movía hacia la independencia
Al final de la guerra, la Comisión de Cuatro Potencias con la sustitución progresiva de expatriados por somalíes
(Gran Bretaña, Francia, Unión Soviética y Estados Unidos) en la Administración y la policía. Al final del fideicomiso,
asumieron la responsabilidad de redistribuir las ex colo- había sólo unos 3.000 italianos que permanecían en Soma-
nias italianas . La propuesta de Gran Bretaña de reunificar lia, la mayoría de los cuales era residente permanente ocu-
Somalia (exceptuando Djibouti) bajo su control fue recha- pada en el comercio y empleada por empresas de propie-
zada por las otras tres potencias; con el apoyo de los Esta- dad extranjera; los demás estaban en la Administración.
dos Unidos, Etiopía ganó Eritrea y recuperó el Ogaden; Los partidos políticos (con una fuerte influencia por su
las tierras somalíes revertían así a sus antiguos amos. condición de miembro del clan) fueron oficialmente inau-
La Somalia del Norte fue devuelta a Gran Bretaña cn 1948, gurados con unas elecciones municipales en 1954, segui-
y, pese a la vigorosa oposición somalí, la Somalia del Sur das, en 1956, por las primeras elecciones generales de una
fue a parar a Italia como un fideicomiso de Naciones Uni- Asamblea Legislativa, basadas en el sufragio universal mas-
das por un período de diez años, tras el cual el país se culino. Se exigía a los candidatos que supieran hablar y
haría independiente. Durante este fideicomiso nació Amán escribir el árabe o el italiano; en aquella época no existía
en 1952. ninguna escritura oficial de la lengua somalí.
Bajo el mandato de la ONU, los poderes de Italia en Hay que destacar" que, cuando Amán habla de que era
Somalia fueron reducidos, y se inició un movimiento hacia analfabeta, no se refiere al hecho de que no supiera leer ni
el autogobierno democrático. Sin embargo, subsistió la escribir el somalí -sin una escritura normalizada, pocas
fricción entre italianos y somalíes, porque la nueva Admi- personas lo sabían, aunque algunos utilizaban diversas
nistración estaba apoyada por una poderosa fuerza militar adaptaciones del alfabeto árabe-, lo que quiere decir es
que hacía que la cesión pareciera una ocupación militar. No que ella no sabía leer ni escribir el árabe, el italiano o, más
obstante, con la participación de la UNESCO, se realizaron tarde, el inglés. De hecho, no fue hasta 1972, un par de
importan tes avances en la educación, y nuevas escuelas años después de su marcha de Somalia, cuancI -
estatales reemplazaron las escuelas misioneras católicas de no revolucionario socialista decretó una forma de escritura
la era colonial. De menos de 2.000 en 1950, el número de para a engua naciona asada en caracteres romanos, y
niños y adultos de ambos sexos de las escuelps primarias emprendió una fructífera campaña de alfabetización.
había aumentado a unos 31.000 en 1957. Pero la población Elide julio de 1960 terminó el período colonial con
susceptible de ser escolarizada superaba el millón. A pesar una recientemente independiente Somalia británica unida
de los progresos, ' pocos niños .del grupo de edad de Amán a la Somalia italiana para formar la República Somalí inde-
iban a la escuela o permanecían en ella durante un perío- pendiente, con su capital en Mogadiscio. Pese al fervor
do de tiempo apreciable. nacionalista que acompañó a la Unificación v al crecimien-
Durante la administración del fideicomiso italiano, se to de los partidos políticos -así como a la creciente urba-
extendió el cultivo de irrigación y se perforaron pozos en nización, influencia occidental y la diferenciación de clases
que Amán tan claramente detal1a-, la lealtad a la familia
308
309
y al clan segu ía si endo la fuerza política predominante. La Per o Es ta dos Un idos era en tonces ali ado de E tiopía. Aun-
composición del nuevo Gabinete se basaba en un delicado que los norteamericanos ay udaron a mejorar la calidad de
equilibrio de clanes familiares y, dentro de éstos, los clanes . la fue rza de poli cía s om a lí, sus propuestas pa ra el Ejército
Este modelo llegó a ser corriente en la Somalia democ ráti- fueron rechazadas co mo in adecuad as. E n 1962, la Un ión
ca; como el Gobierno controlaba o asignaba importantes So viéti ca irrumpi ó en la b recha co n armamento sofis tica-
recursos, los diversos grupos de descendencia ne cesitaban d o, co nsejeros militares y préstamos... junto co n id eología
estar lo bastante representados allí dentro. Y no es ex tr a ño y ret ó rica política s. E n años suces ivos, Sorna lia se vio mez-
u e una permanente preocupación del nuevo Gobierno

li
clada e n impo rt antes gue r ras fronterizas co n Ke nia y co n
(encerrada en la Constitución somalí d e 1961) fuera d evol- Etiop ía. E n to nces, en las eleccio nes presidenci al es de 1967 ,
ver al redil nacional los territorios somalíes d e Kenia, Dji- u n p residente p ro-unificación (s u reño) se enfrent ó co n un
bouti y Etiopía. p rim er ministro de un clan rival (n ort eñ o ) que a bogaba por
Con independencia de la política nacional y de la s as pi- la re n u nc ia d e los obje tivos territorial es sornalíes y po r ter-
raciones pansomalíes, la mayoría de los somalíes co n ti- minar con la s di sputas fr o nt eriza s a cambi o d e un a co ns i-
nuaban ganándose la vida con sus rebaños y su tierra, d era ble ay u da d e Estados Unidos. La s ituación pol ítica sc
como antes. Dos es tacio ne s lluviosas, ex tre m ada men te es tancó.
pobres, fueron seguidas de unas calamitosas inundaciones La política es ta ba , s in em ba rgo, llena de Iacci on ali sm o
en el otoño de 1961 , que provocaron hambre y enfer medad d e clan y d e corru pc i ón, una situación que persis te d e
generales . La horrorosa de scripción d e Amán acompañan- I forma amp lificada hoy e n día . Algunos es pecialistas c u lpa n
do a su m adre a un puesto de socorro para a liviar el ha m - d e esta' situació n a la «a na rq u ía» inhere nte a l sis tem a se g-
br e en aquella época es tan to más conmovedora a la lu z de
los re cientes d esastres ocunidos en Etiopía y Sudán y la
l. rnentari o d e parentesco sorna lí. Alguno s político s so m a líes
es tán d e acuerdo, y han pedido la elim inació n d el tri bal is-
actual situación somalí.
Para la hace poco independiente Somalia, los problemas
I mo. Pero el problem a ra dica qui zá no tanto cn la cu ltura
so malí per se , como en su in adecuada adap tació n a los co n-
de .combinar dos sistemas judiciales, dos monedas, organi-
zación militar y administración civil, instituciones guber-
I text os económ icos y socia les, tan di fere nt es de aquellos a
los que se dirigí a . Previam ente al es ta b lec im ie n to d el es ta-
namentales locales y centrales, sis te m as de pago, impues- d o-n ación, ali a ' no ex peñmen ta ba el ni vcla cvlO eñ'2a
tos y educación era n monumentales. La gente hablaba I qlie ex is te en la actualida . v' i a a-:-el igu ali ta rismo
ambas lenguas coloniales e n los negocios y en el Gobierno,
así como el árabe. Cuando la administración del Nort e fue I yeTCód igOde conauct cntr ual u e caracte nzaba n las
re aciones d e arentesco hacían difícil que un grupo Do m I-
transferida por primera vez a Mogadiscio, los italianos nara a los dem ás. Por añadi d ura. todoslos aClulfo s es ta añ
(y los que hablaban italiano) obtuvieron ventaja. No obs- I ocupaaos cn una producción de su bs is te ncia, y to dos los
tante, durante el decenio de los 60 , el inglés em pezó a ga na r grupos tenía n acceso a sus m edios o podían ob tenerlos a
terreno, propiciado por la incapacidad del Gobierno de través de alia nzas. Pero, a m edida que So rnalia se fue inte-
establecer una escritura para el so m alí. La hegemonía d e la grand o ca d a vez m ás en la economía global, a través dc la
lengua inglesa no hizo más que intensificar la enemistad ag ricult ura de los colonos y d el trabajo asa lariado, las rela-
existente entre el Norte y el Sur, la cual fue originalmente ciones de propiedad se fueron trans for m a nd o. La sociedad
ventilada en un abortado golpe de Estado llevado a cabo se tornó mucho m ás es tratificada. Los pasto ral is tas ya no
por jóvenes oficiales en tr enado s por los británicos, en 1961, se m antenían só lo a sí mi smos; sus excede n tes eran a hora
enemistad que continúa en la actualidad. extraídos para apoya r a una crecien te clase de comercian-
Dadas sus esperanzas d e una Somalia unificada, el tes y d e éli te es tata l que controla ba valiosos recurso s. La
Gobierno elegido trató de cuadruplicar el tamaño de su com pe te nc ia para acceder a prod uct os, servicios, em p leos
Ejército - S.OOO hombres en el momento d e la indepen- del Gobierno y ayuda ex tranjera se hi zo ca da vez más p ro-
dencia- y se dirigió a Estados Unidos en busca de ayuda. nun ciada. Sin em ba rgo, se conservaba la retórica del pa re n-

310 311
1tesco, invocada por la éli te urbana de multiclanes en su lengua ofic ial del país y formalizó su escritura ofic ial. En
competencia por los recursos estatales. En resumen, el clan 1977, el régimen de Siyaad Barre em pre ndió un a fú til ca m-
se mezcl ó en parte con la clase. Éste es el mundo en que paña para volver a capturar el Ogaden, la cual hizo qu e per-
Amán entra cuando se escapa a Mogadiscio: Su historia diera su credib ilidad en el país y provocó la reducción de
documenta vívidamente el hundimiento de las cos tu m bres la ayuda sov iética. El régimen em pezó a confi a r en la fuer-
tradicionales, las sa lvagu ardas del contrato y del Islam que za bruta para manten erse en el pod er; la o pos ición fue
antaño habían gara n tizado la seguridad de la socie dad, así cruelm ente sile nc iad a, las violaciones de los derech os
como el ascenso dela estra tifi cación de clases en el medio humanos se convirtieron en situac ión co rr ien te. Un int en -
urbano. En elecciones parlamentria de 1 . hllbo to de golpe, la resistencia civil y los ataques de la gue rrilla
esenta y cuatro partidos en una población de a enas cu a- provoc aron sa ng rien tas represalias co n tra los civiles a
tro mi p es a e ña15Itantes, representan o cada uno de ellos man os de las Gorras Rojas, las tr opas de élite del Gobi er-
los sesenta y cu atro linajes y sublinajes importantes" no . Las represalias fueron dirigidas con tra pod erosos cla-
"Estos partidosfiOl-cpresenta an aferentes iCleologms-;-un nes somalíes : los Majeerteen en 1979, los Isaaq en 1988, los
hecho qu e se puso d e manifiesto cuando, después de las Hawiye entre 1989 y 1990. Las atrocidades rivali zaron con
elecciones, todos los mi embros de la oposición cruza ron el las de la antigu a Yugoslavia: de strucción de e mba lses d e
hemiciclo a fin de situa rse en el bando ganador. agu a qu e provocaron la muerte por sed a más de 2.000 per-
Pocos meses de spués de las elecciones, el Presid ente fue so nas, vio lac iones de mujeres en determinadas poblacion es,
asesinado por un sold ado mi entras pasaba revista a las tro- I ejecu ciones su ma rias. Durante las dos últimas se manas
pas en el Norte. E l asesino y el Presid ente pertenecían a de enero de 1991 , una batalla campal entre fuerzas del
su bcla nes rivales del mi smo clan, y aque lla m uerte fue un
cas tigo por las pérdidas su fridas por la familia del soldado
l. Gobi erno y los reb eld es del Cong reso Unido Somalí (USC)
- dominados por los Hawiye y dirigidos por el ge neral
en la violencia previa a las elecciones. El parlamento con-
siguió elegir un sucesor, pero con éxito limitado, dada la
I Mohammed Farah Aideed- terminó co n la ca ída de Me ga-
dis cio y la huida del gene ra l Barre al Sur, donde él y sus
acritud del debate, y las profundas grietas que éste reveló.
El '21 de octubre de 1969, las fuerzas combinadas del ej ér-
I se guidores trataron de reagruparse .
El USC no consiguió unir a Somalia; se escindió a ca usa
cTIoy - la po iCíaSOinalIesse hicieron con el poder en un del nombramiento de un presidente interino, Ali Mahdi , e l
in cruento golpe de Estado bajo el liderato del general de cu a l fue rechazado por Aideed y los líd eres de los demás
dívisi ó Monammed Siyaad Barre. Algunos han hallado grupos armados de la oposición. El USC se dividió por las
pruebas de.rug:ticipaci' 'oviética en este gol e, que un líneas de linaje en faccion es enca bezadas por Ali Mahdi y
año más tarde desembocó en un r égimen socialista apa- el ge nera l Aideed, qu e lucharon entre sí en Mogadiscio co r
rentemente comprometido en superar la divisibilidad de gra ndes pérdidas de vidas humanas. Est a hist oria co ntinú a
las lealtades de clan a través de la imparcialidad adminis- mi entras yo esc ribo.
trativa.
Después del golpe, la Constitución democrática fue su s-
pendida. Los miembros del antiguo gobierno fueron acosa-
dos o encarcelados, y a los expatriados se les requirió su
marcha. Aquí es cuando la vida de Amán en Somalia ter-
mina, con la expulsión de su marido a Adén y su propia y
azarosa fuga a Kenia. La historia de Somalia continúa, por
sup ues to, tanto con triunfos sociales como co n disensiones
políticas. Las reformas de 1975 de la ley familiar constitu-
yeron un desafío a las desigualdades sociales; la campaña
de alfabetización de 1972-1974 estableció el somalí como la

312 313
AGRADECIMIENTOS

Me gus taría da r las gracias a Penny Orf quie n no per-


mitió qu e la historia m uriera y se enca rgó de buscar a per-
sonas qu e nos ayudaran a publicarla; a John Middlcton,
qu e encon tró a Janice; a Jan ice Boddy, por traer- el libro
a Kn op f Canada ; a Louise Dennys, David Kent, Reb ecca
God fr ey, Kath ryn Gai zauskas y a tod os los de Knopf Cana -
da , por su tr abajo y su tiempo; y a Sh a ri fa, por tocla su
ayuda .
AMÁN

Mu ch as personas han prestado su ay uda a es te proyec- .


to, y do y las gracias a todas: en cas a y en los fr entes lite-
rarios, a mi marido, Ronald Wright; en Kn opf Can ad a , a
Lou ise Dennys , Rebecca Godfrey, Kathryn Gaizauskas, Ca-
therine Yolles y Susan Roxborough. Una Beca de Ayuda a
la Investigación en Ciencias So ciales y Humanidad es de la
Universidad de Toronto hi zo posible qu e yo en tre vista ra a
Amán el verano de 1993. Mis gracias va n diri gid as también
a Gamal Gul aid, Claudie Gosselin, Hila rie Kelly, Bella
Porner, Gena Gorrell, Audrey Gla sb ergen, Carole Tuck , Sh a-
rifa, Donya Peroff, John Middleton, Penny Orr, Martin
Buss, Michael Lambek, Jacquelinc Solway, Sh aron Fost er,
Bevcrl ey Sotolov, a los mi embros de la co mu n iclad so ma lí
de Toranto y a mi s muy pacientes investigadores . Gra cias
esp eciales a Amán, por contar su historia, y a Lee Ba rn es,
por traerla al mundo.
J ANICE B ODDY

3 15

También podría gustarte