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LA ARGUMENTACIÓN

JURÍDICA

Manuel Atienza

INDICE

Sumario

1. La parcial indeterminación del Derecho

I.1. El Derecho

I.2. Los casos jurídicos

I.2.1. Casos fáciles

I.2.1.1. Concepto

I.2.1.2. Características

I.2.2. Casos difíciles

I.2.2.1. Concepto

I.2.2.2. Características

2.La argumentación jurídica

II.1. Concepto

II.2. Relación con la interpretación jurídica

II.3. El proceso de la argumentación

II.3.1. Los casos fáciles y la justificación interna

II.3.2. Los casos difíciles y la justificación externa


LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA

según Manuel Atienza

La parcial indeterminación del Derecho

I.1. El Derecho

El Derecho, según Manuel Atienza, está compuesto por el conjunto de

normas que regulan la conducta humana. Las normas se clasifican en reglas

y principios jurídicos. Al respecto, Atienza y Ruiz Manero dicen lo siguiente:

Además de estas consideraciones de carácter interno, los principios deben

distinguirse hacia afuera (externamente) de otras pautas de comportamiento

que integran un Derecho. Aquí partiremos de la idea de que los Derechos

están formados por normas (y otras entidades de las que aquí no nos

ocuparemos, como las definiciones) y que las normas pueden, a su vez, ser

reglas o principios (1)

Por un lado, las reglas constituyen mandatos perentorios, que exigen aplicar

la solución prevista por el legislador a los problemas jurídicos que se

presentan y que prohíben cualquier forma de deliberación al respecto. Este

es el caso de la mayoría de las disposiciones del Código Civil. Sobre el

particular, Atienza y Ruiz Manero explican:

Las reglas están destinadas, pues, a que, cuando se dan sus condiciones de

aplicación, los órganos jurisdiccionales excluyan, en cuanto base de su

resolución, su propio juicio acerca del balance de razones posibles y adopten

como tal base el contenido de la regla


Por otro lado, los principios jurídicos constituyen mandatos no perentorios,

que exigen un proceso de deliberación previo a la solución de un problema

jurídico. Sobre los principios, Atienza y Ruiz Manero nos dicen:

No son … razones perentorias porque no están destinadas a excluir la

deliberación por parte del órgano jurisdiccional acerca del contenido de la

resolución a dictar, sino que constituyen meramente razones de primer orden

para resolver en un determinado sentido, cuya fuerza respecto de otras

razones (otros principios) – que puedan constituir, a su vez, razones para

resolver en otro sentido- ha de ser ponderada por el propio órgano

jurisdiccional.

Dicho proceso de deliberación tiene dos etapas: Primero, la ponderación de

los principios jurídicos pertinentes para determinar el principio aplicable a un

caso concreto, y segundo, sobre la base del principio aplicable, la

construcción de una regla ad hoc para resolver el caso.

Los principios jurídicos se dividen en principios en sentido estricto y

directrices. Los primeros exigen una aplicación cabal e inmediata del

principio; en cambio, las directrices constituyen mandatos de optimización,

que exigen realizar la acción más adecuada para alcanzar en la mayor

medida posible un objetivo determinado. El principio de legalidad constituye

un caso de principio en sentido estricto y el principio de seguridad jurídica es

un ejemplo de directriz. Sobre el particular, Atienza y Ruiz Manero escriben:

Los principios pueden ser directrices (pautas que incorporan razones

finalistas) y principios en sentido estricto (que incorporan razones de

corrección). Los principios en sentido estricto ordenan la realización de ciertas

acciones… las directrices, por el contrario, ordenan directamente la


consecución en el mayor grado posible de ciertos estados de cosas que

constituyen objetivos colectivos que se consideran valiosos aunque no con

carácter último…las directrices vienen a ordenar la realización de aquellas

acciones que sean idóneas para producir causalmente dichos estados de

cosas. Por ello…los principios en sentido

estricto tienen prioridad frente a las directrices y no admiten (a diferencia de

estas últimas) ser maximizados.

El juez o el funcionario encargado de resolver una controversia, está

obligado a solucionar los problemas jurídicos que se le presenten sobre la

base de ambos tipos de normas (reglas y principios), salvo que el Derecho

le permita utilizar algún otro criterio de solución, como es el caso de las

buenas costumbres.

I.2. Los casos jurídicos

Según Atienza, en el Derecho se pueden encontrar dos tipos de casos: los

casos fáciles y los casos difíciles.

La clasificación entre casos fáciles y casos difíciles se ha extendido

ampliamente en la Doctrina moderna y se basa en la idea de que en algunas

ocasiones existe una solución legislativa clara para los problemas jurídicos

(casos fáciles), pero en otras ocasiones no (casos difíciles).

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(4) Manuel Atienza y Juan Ruiz Manero, “La dimensión institucional del Derecho y la justificación

jurídica”, Doxa, N° 24, 2001, p. 121.

1.2.1. Los casos fáciles


Concepto

De acuerdo a Manuel Atienza, un caso fácil es aquél que tiene una solución

legislativa previa, la cual se encuentra contenida en una regla del

Ordenamiento jurídico y se caracteriza por ser clara e incontrovertible para

la Doctrina. Sobre este asunto, Manuel Atienza sostiene:

La distinción entre casos fáciles y casos difíciles juega un papel esencial en

lo que cabría denominar como “teoría estándar” de la argumentación jurídica

y también, más en general, en la teoría del Derecho contemporánea… caso

fáciles son aquellos (que ciertamente existen) en los que no hay más que

aplicación pura y simple del Derecho, mientras que en los casos difíciles la

cuestión en litigio no está determinada por los estándares jurídicos existentes;

por eso, estos últimos requieren, a diferencia de los primeros, una labor

interpretativa.

En un caso fácil, el operador jurídico encargado de solucionarlo, se

encuentra obligado a aplicar la solución legislativa prevista en la regla

respectiva, de manera casi mecánica, inmediata y cabal, con prohibición de

realizar cualquier tipo de deliberación al respecto. El operador jurídico debe

obedecer las reglas y no debe deliberar al respecto. Sobre este tema,

Atienza nos dice:

La importancia de la distinción… radica en que la justificación de las

decisiones a tomar en unos u otros casos fáciles (y supuesto que el juez tiene

el deber de aplicar las reglas del Derecho válido y puede identificar cuáles

son esas reglas válidas a través de la aceptación de criterios de

reconocimiento compartidos), la justificación consistiría en efectuar una mera

deducción, el consabido silogismo judicial, cuya conclusión – en esto


conviene insistir- no es una decisión (por ejemplo, “condeno s X a la pena P”),

sino una norma (“debo condenar a X a la pena P”)

1.2.1.1. Características

Por regla general, el juez es quien se encuentra encargado de dar solución

a los problemas jurídicos y por lo tanto es el destinatario natural de las reglas

que forman parte del Ordenamiento jurídico. El juez, frente a las reglas, no

debe deliberar, pues ellas le imponen la solución para los problemas jurídicos

que se le presenten.

Sin embargo, determinar si un caso específico constituye un caso fácil o uno

difícil, implica un acto de deliberación, y para ello el juez debe tener en

consideración tres variables: los hechos ocurridos, la regla aplicable y los

principios jurídicos pertinentes.

Del análisis de esos tres elementos, el juez podrá determinar si se encuentra

frente a un caso fácil o uno difícil. Un caso fácil se caracteriza por tener una

solución clara en una regla del Ordenamiento jurídico; es decir, cuando

sucede que los hechos que lo conforman se subsumen claramente en el

supuesto de hecho de la regla analizada y la solución prevista por ésta

resulta correcta y justa, a la luz de los principios jurídicos pertinentes.

De lo contrario, si lo hechos no encajan adecuadamente en el supuesto de

hecho de la regla, o si resulta controvertible dicha subsunción, o si dichos

hechos no se encuentran previsto en ninguna regla del Ordenamiento, o la

solución dada por la regla resulta incorrecta o injusta, a la luz de los principios

jurídicos pertinentes, no se tratará de un caso fácil, sino de uno difícil. Sobre

los casos fáciles, Atienza y Ruiz Manero afirman:


Un caso es fácil precisamente cuando la subsunción de unos determinados

hechos bajo una determinada regla no resulta controvertible a la luz del

sistema de principios que dotan de sentido a la institución o sector normativo

de que

se trate. Y “que dotan de sentido” puede tener, a su vez – como ya se ha

indicado- un doble sentido: puede tratarse de los valores cuya realización

viene asegurada por el cumplimiento de la regla, o bien de los objetivos

sociales para cuya consecución el cumplimiento de la regla aparece como

medio. Pero, en uno u otro de los sentidos de “dotar de sentido”, es a la luz

de los principios explícitos o implícitos del sector normativo de que se trata

como cabe determinar si un caso es fácil o difícil (7)

De acuerdo a Atienza, la mayor parte de casos son fáciles y por lo tanto en

la mayoría de las situaciones, los jueces tienen la obligación de identificar la

regla aplicable al caso concreto y obedecer su mandato sin realizar mayor

deliberación.

En los casos fáciles, el juez debe justificar su decisión sobre la base de lo

dispuesto en las reglas del Ordenamiento jurídico, utilizando el mandato

contenido en ellas como la premisa normativa de su razonamiento.

1.2.2. Los casos difíciles

1.2.2.1. Concepto

Según Atienza, un caso es difícil cuando, luego del análisis realizado sobre

la base de los hechos, la regla aplicable y los principios pertinentes, se llega

la conclusión de que el caso no encaja de manera pacífica en el supuesto de

hecho de la regla analizada (por ser controvertido), o que el caso no se

encuentra previsto en las reglas vigentes del Ordenamiento jurídico, o que la


solución prevista en la regla analizada resulta incorrecta o injusta, a la luz de

los principios jurídicos pertinentes. Manuel Atienza, citando a Pablo Navarro,

nos dice lo siguiente:

Pablo Navarro ha señalado, por un lado, los múltiples significados con que se

usa la expresión “caso difícil”. “Por ejemplo – escribe-, un caso C es

considerado difícil si:

a) No hay una respuesta correcta a C.

b) Las formulaciones normativas son ambiguas y/o los conceptos que

expresan son vagos, poseen textura abierta, etc.

c) El Derecho es incompleto o inconsistente.

d) No hay consenso acerca de la resolución de C en la comunidad de

juristas.

e) C no es un caso rutinario o de aplicación mecánica de la ley.

f) C no es un caso fácil y es decidible solamente sospesando

disposiciones jurídicas en conflicto, mediante argumentos no

deductivos.

g) Requiere para su solución de un razonamiento basado en

principios.

h) La solución de C involucra necesariamente a juicios morales”…

cabe perfectamente aceptar como caracterización – o, al menos,

como punto de partida para la caracterización – de caso difícil

aquellos que cumplen los requisitos indicados anteriormente bajo

las letras d) a h): las notas b) y c) quedan excluidas porque lo que

recogen son tipos o causas de los casos difíciles; y la nota a),

porque no todos los autores que utilizan la distinción aceptan lo ahí

contenido, es decir, ésta sería, por así decirlo, una nota polémica

(8)

1.2.2.2. Características
De acuerdo a Atienza, los casos difíciles se caracterizan porque en ellos se

presentan problemas de identificación de la regla aplicable, de

interpretación, de verificación de los hechos, de subsunción de los hechos

ocurridos en el supuesto de hecho de la regla, o cuando la solución dada por

ésta resulta incorrecta o injusta a la luz de los principios jurídicos pertinentes.

Sobre los casos difíciles, Manuel Atienza afirma:

Hay que identificar cuál es el problema a resolver, esto es, en qué sentido

nos encontramos frente a un caso difícil. En general, cabría decir que existen

cuatro tipos de problemas jurídicos: problemas de relevancia, problemas de

interpretación, problemas de prueba, problemas de clasificación.

En cualquiera de estas situaciones puede presentarse un déficit o un exceso

de información. Por ejemplo, en caso de problemas de identificación de la

regla aplicable, podría presentarse un caso de lagunas del Derecho o una

antinomia; en caso de problemas de interpretación, podría presentar un

exceso de interpretaciones posibles o un ámbito de aplicación muy reducido

de la regla de acuerdo a su significado literal.

El juez, en cualquiera de estos casos, debe elaborar soluciones para el caso

que se le presenta y justificar su decisión, sobre la base de los argumentos

analógicos o los argumentos interpretativos pertinentes.

Finalmente, debe justificar su decisión final sobre la base de las soluciones

que propone.

II. La argumentación jurídica

II.1. Concepto
Para Atienza, la argumentación jurídica es una teoría prescriptiva, que nos

sólo describe el proceso de justificación de las soluciones de los casos

jurídicos, que realizan los jueces y otros operadores jurídicos, sino que

también prescribe cómo debe realizarse dicho proceso de justificación.

En ese sentido, Manuel Atienza nos dice que la argumentación jurídica es el

proceso que se debe seguir para justificar racionalmente las soluciones que

se dan a los problemas de carácter jurídico. Sobre el tema, Atienza afirma:

Puede pasarse a considerar la argumentación jurídica como un proceso (el

proceso para solucionar un problema jurídico) en el que caben distinguir los

siguientes estadios: 1. Identificación del tipo de problema que hay que

resolver… 3. Establecimiento de hipótesis, esto es, de nuevas premisas… 4.

Justificación de las hipótesis… 5. El quinto y último estadío de la

argumentación consiste en pasar de las hipótesis (de las nuevas premisas),

una vez confirmadas o justificadas, a la solución.

En el proceso argumentativo se utilizan instrumentos lógicos y no lógicos.

Entre los primeros, tenemos el razonamiento silogístico, mediante el cual se

demuestra la validez de una conclusión en base a la aceptación de sus

premisas; entre los segundos, tenemos los argumentos analógicos, que

permiten ir de lo particular a lo particular, sobre la base de las

comparaciones.

En el Derecho, la solución de los problemas jurídicos (conclusión), se justifica

mediante la aceptación de una premisa normativa (enunciado de carácter

jurídico) y otra fáctica (enunciado sobre los hechos del caso analizado). Al

respecto, Manuel Atienza expresa:


La lógica deductiva resulta necesaria y suficiente como mecanismo de

justificación para los casos jurídicos fáciles o rutinarios. Pero, naturalmente,

en la vida jurídica no se dan únicamente este tipo de supuestos, sin que, con

cierta frecuencia, surgen también casos difíciles… estos es, supuestos en

que el establecimiento de la premisa normativa y/o de la premisa fáctica

resulta una cuestión problemática. En tales casos, es necesario presentar

argumentos adicionales – razones- en favor de las premisas, que

probablemente no serán ya argumentos puramente deductivos, aunque eso

no quiera decir tampoco que la deducción no juegue aquí ningún papel.

II.2. Relación con la interpretación jurídica

De acuerdo a Atienza, la argumentación jurídica comprende a la

interpretación jurídica. Cuando una regla no es clara, y por lo tanto la premisa

normativa del silogismo jurídico no se encuentra determinada, su significado

debe aclararse mediante el recurso a las técnicas de interpretación

aceptadas por la Doctrina.

Es decir, la interpretación jurídica forma parte de la argumentación jurídica

en lo que se refiere a la determinación de la premisa normativa de cualquier

decisión jurídica. Las técnicas de interpretación pueden ayudar a ampliar o

restringir el ámbito de aplicación de la premisa normativa del razonamiento

jurídico. Sobre los casos difíciles y la interpretación jurídica, Manuel Atienza

dice lo siguiente:

Hay que identificar cuál es el problema a resolver, esto es, en qué sentido

nos encontramos frente a un caso difícil. En general, cabría decir que existen

cuatro tipos de problemas jurídicos: problemas de interpretación, cuando

existen dudas sobre cómo ha de entenderse la norma o normas aplicables al


caso; por ejemplo: ¿cómo debe interpretarse el art. 15 de la Constitución y,

en particular, ¿qué significa ahí derecho a la vida?

II.3. El proceso de la argumentación jurídica

Manuel Atienza explica que la argumentación jurídica es diferente en los

casos fáciles y en los casos difíciles. En el primer caso, basta la denominada

“justificación interna”; en el segundo caso, además de la justificación interna,

se necesita una “justificación externa”.

II.3.1. Los casos fáciles y la justificación internan

Según Atienza, cuando el caso es fácil, la argumentación jurídica se reduce

a la denominada ”justificación interna”, la cual consiste en justificar la

decisión final del caso en base a la aplicación mecánica de la regla pertinente

(premisa normativa) y la verificación de la realización de los hechos del caso

analizado (premisa fáctica).

La premisa normativa estará constituida por el mandato contenido en la regla

aplicable al caso, el cual se extrae de ésta mediante su simple lectura.

La premisa fáctica estará constituida por los hechos que conforman el caso

analizado, los cuales deben subsumirse claramente en el supuesto de hecho

de la regla aplicada.

En estos casos, el juez deberá aplicar la consecuencia jurídica de la regla al

caso analizado, sin mayor deliberación, y su decisión se encontrará

justificada si se deduce claramente de las premisas normativa y fáctica

establecidas. Sobre este punto, Atienza explica:

Justificar aquí significa que la inferencia en cuestión, estos es, el paso de las

premisas a la conclusión es lógicamente – deductivamente- válido: quien


acepte las premisas debe aceptar también la conclusión; o, dicho de otra

manera, para quien acepte las premisas, la conclusión en cuestión está

justificada. A este tipo de justificación, de la que obviamente no puede carecer

ninguna decisión jurídica, se le suele llamar justificación interna… Ahora bien,

este tipo de justificación sólo es suficiente cuando ni la norma o normas

aplicables ni la comprobación de los hechos suscitan dudas razonables.

Dicho de otra manera, la lógica deductiva resulta necesaria y suficiente como

mecanismo de justificación para los casos jurídicos fáciles o rutinarios

II.3.2. Los casos difíciles y la justificación externa

En un caso difícil no basta la justificación interna. Además de ella, se

necesita realizar una “justificación externa” de la premisa normativa y/o

fáctica, conforme a las siguientes etapas:

El primer paso consiste en determinar la clase de problema que se ha

presentado en él, a saber: problema de identificación de la regla aplicable

(falta de reglas o exceso de reglas), de interpretación de la regla (no hay

claridad sobre su significado), de verificación de los hechos del caso (no hay

claridad sobre su ocurrencia), o de subsunción de los hechos (no hay

claridad sobre su identificación con el supuesto de hecho de la regla).

Una vez identificado el problema, el segundo paso consiste en formular una

hipótesis de solución para el problema identificado. Por ejemplo, si se trata

de un problema de identificación de la regla por déficit (lagunas del Derecho),

se debe crear la regla pertinente; y si se trata de un problema por exceso

(antinomias), se debe elegir una regla y desechar las demás. Si el problema

es de interpretación de la regla por déficit (alcance reducido de su tenor), se

debe hacer una interpretación amplia; si es por exceso (varias


interpretaciones posibles), se debe elegir una interpretación y desechar las

demás.

El tercer paso consiste en justificar la hipótesis formulada. Por ejemplo, en

caso se cree una regla por existencia de una laguna del Derecho, se debe

hacer uso de los argumentos analógicos; asimismo, en caso se elija aplicar

una regla y no otras por existencia de una antinomia, se debe recurrir a los

argumentos que resuelven las antinomias, como “ley posterior” o “ley

especial”.

En caso de realizarse una interpretación amplia de la regla, se debe recurrir

a los argumentos analógicos; en caso de elegirse una interpretación y

desecharse otras, se debe hacer uso del argumento de reducción al absurdo.

Sobre el proceso de la argumentación jurídica, Manuel Atienza dice lo

siguiente:

Hay que construir hipótesis de solución para el problema, esto es, hay que

construir nuevas premisas… (Posteriormente) hay que justificar las hipótesis

formuladas, esto es, hay que presentar argumentos en favor (de dichas

hipótesis)

De acuerdo a Atienza, el procedimiento descrito se denomina

“justificación externa” de las premisas normativa o fáctica de los

casos difíciles. Sobre este punto, Atienza dice:

Con cierta frecuencia, surgen también casos difíciles (que es de los que se

ocupa especialmente la teoría de la argumentación jurídica), esto es,

supuestos en que el establecimiento de la premisa normativa y/o de la

premisa fáctica resulta una cuestión problemática. En tales casos, es

necesario presentar argumentos adicionales – razones- en favor de las


premisas, que probablemente no serán ya argumentos puramente

deductivos, aunque eso no quiera decir tampoco que la deducción no juegue

aquí ningún papel. A este tipo de justificación que consiste en mostrar el

carácter más o menos fundamentado de las premisas es a lo que s ele suele

llamar justificación externa

Finalmente, el cuarto paso consiste en justificar la decisión final del caso en

base al silogismo jurídico, es decir, en base a la aceptación de la premisa

normativa y/o fáctica formulada y justificada de acuerdo al procedimiento

descrito. Sobre este último paso de la argumentación jurídica, Atienza,

afirma:

(En) último lugar, hay que pasar de la nueva o nuevas premisas a la

conclusión. Esto es, hay que justificar internamente, deductivamente, la

conclusión.
BIBLIOGRAFIA

ATIENZA, Manuel. “Las razones del Derecho. Sobre la justificación de las

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ATIENZA, Manuel. “Para una teoría de la argumentación jurídica”. En Doxa.

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ATIENZA, Manuel. “Los límites de la interpretación constitucional. De nuevo

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ATIENZA, Manuel. “Algunas tesis sobre la analogía en el Derecho”. En Doxa.

N° 2, 1985, pp. 223 - 229.

ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, Juan. “La dimensión institucional del

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ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, Juan. “Sobre principios y reglas”. En

Doxa. N° 10, 1991, pp. 101 - 120.

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