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CONSTELACIONES

Palabras que visitan.


Musicar con María Zambrano

Cintia Rolón
Uno

Llegarán otros días, llegarán otras voces.

Sonreirás a solas. Los gatos lo sabrán.

César Pavese Los gatos lo sabrán

A quien pueda interesar, a quien corresponda.


Hay premura en los trazos abigarrados sobre el exiguo espacio de
papel. La carta escrita en un invierno francés, está fechada a escasos
días del cruce de frontera. De las carreteras catalanas por los Pirineos
Orientales. A pie. Bajo la lluvia. Tras la derrota. En el exilio. El pedido
de ayuda se dirige a quien pudiera ser el destinatario:
“dotado de la sensibilidad” […] “para hacerse cargo de la situación de
seres tan poco estimados en nuestra patria, como somos los
intelectuales” […]” en momentos en que toda claridad ha de
extremarse hasta bordear la crudeza”.
La rúbrica de María Zambrano signa el texto. Pero es el dolor quien la
escribe, modula el tono, colorea su tinte, y propaga aire para que las
palabras respiren, aún entrecortadas, en medio de una atmósfera
entumecida de emborronados, bombas, rasgaduras y muerte. La
escritura se agolpa hacia los bordes de las páginas, con marginalias al
filo de querer brincar. Saltar al vacío, desde el vacío mismo, hacia la
nada del mundo. Letras mudas de un grito sordo El acopio de grafías
desvaría al colapsar con la estrechez de esas hojas. En tal disyunción,
podrían, quizás, improvisar un cuerpo, menguar la herida.
Carta-phármakon, remedio y veneno. Epístola peregrina, embarco y
provisión para el viaje, promesa de un puerto.
“Pero hoy me encuentro en la calle, sin saber si mi marido ha muerto
y teniendo que elegir entre el campo de concentración o ir a que
Franco me fusile. Mi deseo es ir a América –Argentina o Méjico -
donde creo podré vivir. Más, ¿cómo llego?”
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Porque la ruta del agua dispone derivas, una carta lanzada al mar,
deviene naufragio de palabras. Ellas, a fuerza de nado, procuran no
diluirse en mareas de olvido. Criaturas anfibias, a boca-nadas,
sobreviviendo. Viviendo sobre, cuando vivir, sobra. A- brazadas
entre las olas para mantenerse a flote, aunque los pies desciendan y
la pleamar arrastre. Cuerpos de sal y tinta, espuman en un mar de
letras.
Carta: ubicuidad que nombra sostén y confín. Brecha irremediable.
Cita del desencuentro. Castillos de arena. Barajas del azar. Diálogo
inconcluso. Caligrafía amatoria. Mapa sindonde. Paradoja que
ofrendan el espacio y el tiempo pactando un secreto: desear.
Deshoras.
Infinitos epistolarios enhebrarán y rasgarán la vida en María
Zambrano. Como gesto imposible y entrañable de una caricia a
distancia. Un intersticio fugaz, habitable de un entredós intelectual.
Pliegos. Cartas. Pieles sucesivas, deshojadas una a una, para
reencontrarse en carne viva.
“[…] no, no es que duela, es una sensación como de quien ha sido
despellejado, como San Bartolomé, una sensación ininteligible, pero
que es […]”.
Tras la derrota, en el exilio. Pero de pie. Porque:
“Lo que en el fracaso queda, es algo que ya nada ni nadie, puede
arrebatarnos. Y este género de fracaso era entonces y sigue siendo
ahora la garantía de un renacer…”.
Renacer cada vez que se vuelve a salir al alba, al camino. Comenzar.
Acaso el fin de la filosofía, la música, la poesía, las artes, amistades
que tramaron la escritura en esta autora, no sea más que comenzar.
Comenzar a pensar. Pensar modos de preguntas con respuestas
suficientemente asimétricas, incesantes, que no clausuren la
posibilidad de retornar del interrogante de donde emergieron. Para
que pensar pueda respirar.
En el instante inasible de la Aurora, despuntan sobre la orilla cartas
errantes, palabras náufragas, trozos de llamadas. Ma(r)e-escritura;
obituario en el que ondean, también, cadáveres semánticos. La
República esparce su bandera en el mar, el día después y del otro
lado de la orilla. Rojas, las aguas, doradas las costas, la mañana,
morados los cuerpos que sobre-vivieron. “Por una gota de luz, toda la
sangre de España” - tiembla un poeta.
Las manos que piensan, sueltan la pluma que escribe. Ligera, ésta
vuela sobre la espalda, para brotar en alas ¿Respirar? Sólo por las

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membranas húmedas de las branquias. Piernas tambaleantes
rematan en una aleta caudal. Una cabellera andante crece enredada
entre sueños. La mutación se ha iniciado. La sirena anclada en los
bosques de Sabres, se ha puesto a cantar ¿Podrán esta vez, los
navegantes, escuchar?
“De Vd. espero al menos, una contestación adecuada a mis
desesperadas circunstancias.
Le saluda
afectuosamente, su amiga

María Zambrano”.
Dos
- ¿Cómo definiría poesía?
En una ocasión dije que la poesía era un caracol nocturno en un
rectángulo de agua, pero desde luego, se le ve la raíz irónica a esa no
definición, es decir, un caracol nocturno no se diferencia gran cosa de
uno diurno y un rectángulo de agua es algo tan ilusorio como una
aporía eleática.

José Lezama Lima. Conversaciones


La respuesta del poeta no es floreo de una esgrima intelectual. Ni
apelación retórica, burla o sátira. La ironía intenta extraviar las
coordenadas que todo interrogante óntico pretende territorializar.
Desorganizar sus jerarquías y procesos lógicos. Prefiere el
desplazamiento oblicuo del cruce de alfil. Con lo imprevisto,
descompone el mundo en fragmentos para compasarlo por lo
infinitamente pequeño. Pequeño como un caracol. ¿Caracol nocturno?
¿En que se diferenciaría del diurno?
Un niño respondería que no es lo mismo: el caracol nocturno, que el
diurno, que el gris de caparazón multicolor ¿Podría ser el poeta
deudor de la mirada del niño? ¿Y de su lengua?
Escribe José Luis Pardo (Nunca fue tan hermosa la basura, 2010):
“Los niños […] no tienen derecho a la palabra ni palabra derecha,
recta, correcta. No están del todo fuera del lenguaje (en el caos, en la
nada) ni al margen de la casa, sino simplemente en las afueras del
lenguaje, en los márgenes de la casa. Los niños no hablan ni dejan
hablar, no dicen ni callan: cantan, bailan, balbucean, tararean,
tartamudean, gesticulan, gritan, lloran. Saborean, pero no saben”.

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Niños y poetas parecen compartir cierto recodo gramatical.
Habitantes de y habitados por una lengua marginal, misteriosa
geografía que se extiende entre las palabras y las cosas, los desborda
el asombro. Se abisman en el detalle. Desasimiento de lo abstracto
que da sitio a lo singular de las cosas, del mundo y de sí.
Poema - erizo, arrojado en medio de la ruta. Se lo alza, se lo arropa y
se le escucha murmurar a lo bajo. Poema- caracol, minúsculo, ligero;
con su casa a cuestas, trazando palabras-baba-saliva a medida que
crece.
¿Qué hay de caracol en la razón poética? ¿Lo nimio, lo humilde, lo
austero?
“De la razón poética es muy difícil, casi imposible, hablar. Es como si
hiciera morir y nacer a un tiempo; ser y no ser, silencio y palabra, sin
caer en el martirio ni en el delirio que se apodera del insomnio del
que no puede dormirse, solamente porque anda a solas. ¿Lo
llamaríamos desamparo? Tal vez. Terror de perderse en la luz más
aún que en la oscuridad, necesidad de respiración acompasada,
necesidad de la convivencia, de no estar sola en un mundo sin vida; y
de sentirla, no sólo con el pensamiento, sino con la respiración, con el
cuerpo, aunque sea el minúsculo cuerpo de un pequeño animal, que
respira: el sentir de la vida, donde está y donde no está, o donde no
está todavía [...]”
Tres
“Sobre los hombros del poeta anidan también los pájaros; con los
brazos abiertos ante la creación, el poeta se abre a todas las cosas,
se ofrece íntegramente sin ofrecer resistencia a nada, quedándose
vacío y quieto para que todas las criaturas aniden en él; se convierte
en simple lugar vacío donde lo que necesita asentarse y vaga sin
lugar, encuentre el suyo y se pose. Tal puede ser el símbolo del
poeta”.
María Zambrano
Pensamiento y poesía en la vida española
“En un otoño de indecible belleza”, en Morelia, María Zambrano
escribe Filosofía y Poesía (1939) situando la pugna entre estas dos
formas, en sí mismas insuficientes de conocimiento. Ambas formas de
la palabra, entrañan actitudes que revelan no sólo una dicotomía en
cuanto a su expresión, sino respecto al saber. Nupcias desencantadas
en los modos de estar y conocer del lenguaje.

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Tal escisión ocurre en Grecia a partir de la condenación platónica a
los poetas; con ella sobrevendrá su destierro al exilio y el triunfo del
pensamiento filosófico.
“Desde que el pensamiento consumó su toma de poder, la poesía se
quedó a vivir en los arrabales, arisca y desgarrada diciendo a voz en
grito todas las verdades inconvenientes; terriblemente indiscreta y en
rebeldía...”
Rememoración que, aun siendo el exilio de los poetas una de las
omisiones más obsecuentes en la historia del pensamiento occidental,
sobrevive resonando como memoria del olvido, en los sentidos que
nos habitan y subsisten.
“A veces, unas cuantas palabras ignoradas alcanzan un eco que
resuena por espacio de siglos. Es que en ellas transparece una actitud
esencial. Palabras que son hechos y como los hechos, aunque hayan
sido realizados por alguien […] parecen tener siempre algo de
impersonal. Puede olvidarse quién las dijo y pueden olvidarse hasta
las palabras mismas. Pero queda actuando, vivo y duradero, su
sentido.”
Difícilmente, recusa la autora, podría la Filosofía haber nacido del
asombro, “según nos dicen textos venerables.” De haber sido así, no
se hubiera plasmado el pensar inmediatamente en filosofía
sistemática. Sistema en tanto esa “forma de la angustia y la forma
del poder […] de una soledad obstinada”. Tampoco recurriría a la
abstracción, puesto que la filosofía ha procedido siguiendo un
movimiento doble. Más que “una idealidad de la mirada”, como
correlato esperable del pasmo extático, ciega su visión respecto a la
abundancia y singularidad de lo viviente. Para desprenderse, luego,
con diligencia, “de las múltiples maravillas que lo suscitan”. Del
asombro no nacen ni la abstracción ni el sistema. El pasmo es abrazo
prendado de aquello que lo enamora, necesariedad, avidez de su
infinita presencia.
María Zambrano corrobora entonces como admiración y violencia
conviven sin aniquilarse en ese primer momento del pensamiento
filosófico. Estima que, en tal dualidad, residiría, el conflicto originario
de la filosofía:
“El ser primeramente pasmo extático ante las cosas-reales, vivientes,
plenas- y el hacerse violencia enseguida para liberarse de su
presencia y de lo que ellas indican”.

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La filosofía es, para ella, “un éxtasis fracasado por un
desgarramiento. ¿Qué fuerza es esa que la desgarra? ¿Por qué la
violencia, la prisa, el ímpetu de desprendimiento?”
Teoría significa originariamente, mirada, contemplación, modo de
considerar algo. Las perturbaciones de la mirada lo son de los
conceptos y viceversa. Las cosas ante los ojos, se presentan como
teoremas. La intensidad de su presencia es la experiencia vedada, de
aquí en más. No sólo que las cosas están vivas, sino que están
viviendo. El vértigo de la razón se abisma ante el desbordamiento de
lo viviente, de su singularidad.
“Algunos de los que sintieron su vida suspendida, su vista enredada
en la hoja, o en el agua […] y quedaron aferrados a lo presente e
inmediato, a lo que regala su presencia y dona su figura, a lo que
tiembla de tan cercano: ellos no sintieron violencia alguna […] ni se
dispusieron a subir el camino que lleva del simple encuentro con lo
inmediato hasta aquello permanente, idéntico, Idea. Fieles a las
cosas, fieles a su primitiva admiración extática, no se decidieron
jamás a desgarrarla […]”
Este género “de desasosiego y una plenitud inquietante, casi
aterradora”, se llamó poesía “¿y quién sabe si algún otro nombre
borrado?”.
Contrapunto -urdimbre de un ensayo que indaga los itinerarios de
ambos logos, caminando a espaldas uno del otro.
Poesía: palabra puesta al servicio de la embriaguez. “Da lo que no
hay y finge lo que no es”. El poeta no renuncia, ni busca. Ante sí,
ante sus ojos, oídos y tacto, tiene lo que mira, escucha, toca y lo que
aparece en sueños, fantasmas mezclados con otros errantes que
forman un mundo abierto a la posibilidad.
Estar poeta: pasión por el Afuera.
“El poeta enamorado de las cosas se apega a ellas, a cada una de
ellas y las sigue a través del laberinto del tiempo, del cambio, sin
poder renunciar nunca a nada: ni a una criatura, ni a un instante de
esa criatura, ni a una partícula de la atmósfera que la envuelve, ni a
un matiz de la sombra que arroja, ni del perfume que expande, ni del
fantasma que ya en ausencia, suscita”.
Una posesión azarante lo toma como si excediera las fuerzas
humanas. Es más que humano lo que en su cuerpo le habita. Se
siente morada, nido de algo que lo posee y lo arrastra Por ello lo
expresa, y le reprochan que “habla sin saber”. Recibe sin buscar y lo
dona.

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Estar poeta: no someterse a ninguna soberanía salvo la del instante y
la singularidad. En ello reside su Ética.
Cuatro
“Nadie consigue pronunciar tu nombre. Sólo yo conozco la inflexión
perfecta. Fáltales la ternura en que fluye y la dulzura en las
consonantes. No saben distinguir el color de la nota musical exacta.
Por eso yo respondo cada día inventando un nombre: azul, pájaro,
brisa, luz. Palabras comunes que se pueden decir sencillamente aun
sin conocerte y sin amarte.”
Si
lvina Ocampo, Cornelia frente al espejo.

María Zambrano, filósofa, poeta, ensayista, mujer de la calle. Perita


en lejanías, habitó del lado del viento y la orilla. Procuró restituir su
infinito al pensar, en tanto ética del vivir. Perpetua extranjera para el
campo del pensamiento occidental, lo musicalizó dispensándole
aquello de lo que éste principalmente, depuso: ritmo, latido,
entrañas, diapasón, partituras, atriles y oídos. Musicalidad. Se
distinguió, “entre todos”, por obsequiar una de las más lúcidas
críticas a la razón discursiva. Le hizo hacer al castellano delirar hasta
el colapso, escucharse en duermevela, acoger las ruinas, reinventarse
desde ellas, apasionarse en miniaturas: pensando. Filóloga incisiva
surcó una geopoética de la lengua que pujó desde sus blancos lo
innombrable, convocando palabras, espectros, fragmentos anárquicos
esparcidos por la memoria, que muevan pensar. Lluvia de aurora,
pensamiento del rocío, razón poética, eventuales huellas en arena
mojada, la evocan en su condición de “pájaro impensado” que echó a
volar.
Peregrina de sí, supo que la lengua y la vida le fueron donadas como
querencia resbaladiza. Manojos de estudiantes arroparon su temblor
docente en las aulas; otros tantos la extrañaron sin jamás conocerla,
en la mayor orfandad con que la guerra despoja de las cátedras
universitarias, sólo, las inteligencias combativas.
Escritura bastarda, delatora sigue siéndolo para una patria empeñada
en silenciar sus crímenes, a golpes de botas, en nombre de la Patria,
Dios, o el tirano de turno. Poderes que en(callaron) sus ideas,
adoquinando su nombre en una calle o estación de tren. La ineptitud
poética que cualquier despotismo ostenta, deviene potencia por la
que el arte inventa estrategias para sortear censuras, salvar las letras
y poner la libertad a bailar. Por ello, entre monumentos y homenajes,
los burócratas de ideas y las derechas de turno siguen sin advertir

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que la calle se torció en desvío, eligió perderse en un laberinto y que
María Zambrano, pasajera incesante, junto a sus gatos zodiacales
saludan desde la ventanilla del vagón.
La Academia le imputa Ser y no Ser. En su indigencia no cuenta más
que con dos opciones y un solo verbo, preferentemente requerido
como sustantivo. Ser: muy intelectual, muy mística, muy literaria. Y
No Ser: francesa ni secuaz. Lastres que persisten de una metafísica
empeñada en pensar orinando de pie y que se afincan en las lógicas
intelectuales hegemónicas, en la pereza de la doxa.
Pitonisa del pensamiento presocrático; apasionada irrenunciable del
saber griego, amante incondicional de Spinoza y Nietzsche. Dolores,
amores, sabores hilaron amistades con Miguel de Unamuno, Antonio
Machado, Miguel Cervantes, Federico García Lorca, León Felipe, José
Bergamín, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Emilio Prado, Ramón
Gaya, Rafael Dieste, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Carlos Barral, José
Gaos, José Ángel Valente, Jesús Moreno Sanz, Clara Janés, Maruja
Mallo, Dulce Suayna Loynaz, Rosa Chacel, Pablo Picasso, Octavio Paz,
Carlos Fuentes, César Vallejo, José Lezama Lima, Virgilio Piñera,
Cintio Vitier, Fina García Marruz, Reyna Rivas, Lydia Cabrera, Elémire
Zolla, Elsa Morante, Alberto Moravia, Elena Crocce, Victoria Guerrini,
Elena Laurentis, Simone Weill, Albert Camus, René Char, Roger
Caillois, Alan Guy, Emil Ciorán, Julio Cortázar, Victoria Ocampo,
Alejandra Pizarnik, Héctor Cichione.
No construyó escuela ni sistema; en ello se jugó en una Ética
afirmada en el No a las Razones arquitectónicas, imperiales, que
durante siglos han y siguen tiranizando Sentidos y Valores,
clausurándolos en Verdades. No mera contienda ideativa, sino
pugnando una estética, un posicionamiento político, un modo de vida.
Por vocación nerítica alojó en el Arca de Noé, una diversidad de
especies nocturnas, mutantes, de linajes excéntricos: la estirpe de
Antígona con sus enmurados/das vivientes y artistas
transterrados/das, camadas felinas y semiseres larvales de condición
zoológica, parroquianos/nas de soledades sedientas, ánimas
indecisas, místicos ensoñados, lengüilargas revoltosas. Tamaña
familia errante maulló su muerte, entre la sombra de un naranjo y un
limonero.
Aficionada al eterno retorno, María Zambrano, regresa al alba,
trasmutada en Ana de Carabantes. Eso, ella o ello, de identidad
trasvolada. Lo incesante: buscar a su hermano secuestrado.
Continúa en el exilio.

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Cinco
“Pensar, vivir, mar casi indistinguible / Yo –eso- tiemblo, / infinito
que se estremece sin cesar. / Sombras de mundos ínfimos, / sombras
de sombras / cenizas de alas. / Pensamientos a nado maravilloso, /
que os deslizáis en nosotros, entre nosotros, lejos de nosotros, / lejos
de aclararnos, lejos de penetrar nada, / extranjeros en nuestras
casas, / vendedores siempre ambulantes, / polvos para distraernos y
dispersarnos la vida”.

Henry Michaux Pensamientos


El Seminario “Musicar con María Zambrano” realizado en el espacio
teórico de San Isidro durante el 2013, procuró atender gestos
perimidos, lenguas muertas, razones poéticas. Jirones de olvidos que
sólo en su condición de excepcionalidad, en su sobrevuelo espectral,
visitarían las aulas universitarias, alcanzando ocasionalmente insuflar
en sus improbables moradores: viento, efusión, arrebato, “música
callada”, cierto perfume a duermevela que los anima. Aroma a
almoraduj.
No es la opción elegida, presentar a María Zambrano, como alguien
que nació, pensó y murió, para dar “marcha” en lo inmediato con lo
que realmente interesa: su pensar. No lo es, si ello elude el
engorroso entramado que teje, y desteje en la misma puntada, a la
vez, su escritura, vida, pensamiento. ¿Cómo decirlo? Leer a María
Zambrano es dar con la fisicalidad de sus palabras, aún en su trazo
inefable. Escuchar esa neuralgia de palabras que fue surcando,
también en su absoluta literalidad, o desnudez, si esto fuera posible.
Esquirlas de carne componiendo una escritura agujereada, única
intemperie descosida, para una existencia desasida. Palabras que
visitan: soledad, exilio, partida, corazón, entrañas, patria. Hambre.
Pero conjugado de todas las maneras posibles. Hambre de existir,
poesía que diga hambre y que por hambre, grite. Si se quiere, el
desarrollo en negativo de aquello que Artaud reprochara a Lewis
Carroll:
“Es la obra de un hombre que comía bien. Y esto se nota en sus
escritos”
Y en este punto, parafraseando en negativo el enunciado anterior, y
sustituyendo uno de sus términos, se trata en todo caso de “la obra
de una mujer que no comía bien. Y esto se nota en sus escritos”.
Hambre generizado y corporeizado. Propiciar diversidades que en esa
conjunción disyunta, escritura y mujer, dan que pensar. Y que la
mención aséptica “como alguien que”, impediría problematizar.

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Aporías. Sea si son los estudios sobre mujeres lo mismo que estudios
de géneros. Si categorías que nuclean “mujeres y psicoanálisis”,
“mujeres y filosofía”, “la creación en la mujer”, perpetúan discursos
esencialistas binarios, (mujer/femenino, hombre/masculino) y
exclusiones. Sea si las teorías críticas feministas seguirán siendo
parques temáticos optativos en la facultad, o eternas convidadas de
piedra en las lecturas de cátedras. Sea si la centralidad recaerá en la
imputación a la Razón Patriarcal. O esto interesa por las preguntas
que impulsa.
Para entrever indicios de lo olvidado, prácticas significantes
forcluídas. Para “sacar las palabras del silencio”. Señalar lagunas del
saber dominante, que abran lo no pensado. Visibilizar el lugar
vacante de pensadoras, escritoras, en la historia del pensamiento
occidental: apéndice de libros, bandas teloneras, perennes invitadas.
Cuerpos devorados por la Historia Trágica. Atendiendo que lo
femenino, declina en plural.
Y transmitir, desde esas voces acalladas, modos de memoria: aquel
modo en que la ausencia se queda para permanecer como pregunta.
O ese otro, en que el olvido de lo escrito deviene calígrafo para
escribirnos.
Seis
Si el pensamiento no barre la casa por
dentro, no es pensar.
María Zambrano
Delirio y Destino
¿Gestos perimidos?
Pensar sucede cuando una ocurrencia nos tumba, un guiño nos
dibuja, un salto inesperado nos impele a mutar de umbral. No sé si
el pensamiento es geométrico, y retrata líneas, rayas, puntos, como
pretendieran los filósofos antiguos. Si presenta, acaso, dobleces,
arrugas, si es mineral, sutil. O si hay algún secreto costado por el
que pensar derrapa hormonas disidentes con órdenes simbólicos
contrariados ofrecidos y retaceados en una lengua ¿sin sexo ni
muerte? Pero ¿Cuál pensar se alienta si se le sustrae corpografía,
fuerza, intensidad? ¿Si se le resta el gesto indisciplinado? Gesto en
tanto itinerario y cruce, que sin intención propia, simplemente,
acontece.
Cualquier experiencia universitaria podría corroborarlo. Cierta
ecolalia docente, aquella misma con la que se sojuzga a los y las
estudiantes, plantearía la conveniencia de penser autrement.

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Proposición de Michel Foucault y fuente bibliográfica de por medio
(¿será el prólogo del segundo volumen de Historia de la Sexualidad?).
Fosilizada en fórmula, una vez inoculada sólo bastaría esperar el
hechizo como respuesta del alumnado. No pensar de otro modo, sino
que lo repitan del mismo modo.
Mientras tanto ¿podría conjeturarse el gesto del filósofo francés? Uno
posible ¿Alguien nos contará, que en este aforismo está jugando su
última carta? ¿Qué asoma la relación que hay entre pensar y morir?
Lo paradojal de su propuesta para sí: ¿pensar de otro modo cuando
el tiempo se abrevia, en vísperas de su muerte segura, pronta a
venir? O justamente por ello, porque ya no podrá seguir pensando de
otro modo, dona su legado. Porque las palabras no coinciden consigo
mismas, el tiempo es solo distancia respecto de sí, porque pensar
asoma como discurso fisurado de aquello que vamos adviniendo y
ello nos certifica nuestra condición de mortales. Lo redundante en tal
afirmación que celebramos como primicia: porque si no es de otro
modo, -no- es- pensar.
¿Gestos perimidos, lenguas muertas?
María Zambrano escribe sobre su experiencia de pensar:
“aparecen como círculos concéntricos o tangentes en el pensamiento.
Llegué a dibujarlos, a encontrar la metáfora del pensar que luego se
desgranaba. Así tuve frutos, y formas y flores del pensamiento: la
granada, la sierpe, los bienaventurados. En fin, títulos nacidos de un
parto o germinación interminable. Era como si la naturaleza misma se
pusiera a pensar”. Pensar entretejido de “un saber tratar con todo
género de realidades, casarse con todo, saber tratar especialmente
con lo otro-con los dioses, el animal, la planta, el viejo, el niño, el
enfermo, el monstruo”.
Piedad. Alma. Corazón. Entrañas. Sagrado. Éstas y una proliferación
de categorías en desuso, que cualquier ortodoxia contemporánea
desestimaría o doblegaría para aggiornarla a la jerga dominante.
Nominaciones inusuales, colapso de palabras y sentidos, conceptos
derrotados, especímenes lingüísticos en desaparición.
Y el murmullo imperceptible de esa lengua muerta cuyos saberes y
pasiones se hallan en extinción. Porque el genérico “hombre” en
María Zambrano recibirá el nombre de “heterodoxo cósmico”, o
“criatura viviente”. Porque hay un canto que revela lo que de insecto
musical hay de abeja, de cigarra en toda alma. Y más si es femenina.
Porque enriquecerá la cita de Empédocles: “Dividiendo bien el logos-
distribuyéndolo por las entrañas” para invitar a entrañar el logos,
hacerlo viviente, móvil, palpitante, sudoroso, respecto a la necrofilia

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de la Razón. Esas entrañas que evocan lo oscuro, el abismo, raíces de
la tierra, venas, alcantarillas en las ciudades. Cuestión de carne,
cuerpo abierto, vísceras ligadas a lo íntimo que entraña una metáfora
central en su pensamiento: la del corazón.
“En su ser carnal el corazón tiene huecos, habitaciones abiertas, está
dividido para permitir algo que a la humana conciencia no se le
aparece como propio de ser centro”.
Gestos dirimidos, lenguas muertas, razones poéticas.
“De la razón poética es muy difícil, casi imposible hablar”.
Estuve a punto de decir-lo, cerca de amar-lo, a(penas) de nombrar-
lo. Un casi: tensionando insuficiencia y potencia, de lo viviente, por,
en los confines del lenguaje.
Razón poética, logos que cae, fiesta del impoder del lenguaje.
Gesto ético del pensar que entrañe poesía. Con palabras-viento,
palabras efusión, palabras-ritmo. Ritmo no como fluir, observa Martín
Heidegger, sino como juntura. Labor poética para restituirnos el
enigma. No para hacer un enigma del mundo sino para retornarle al
mundo su condición de enigma.
Lo grave en estos tiempos graves, no es que todavía no podamos
pensar, sino que aun, no podamos poetizar.
Siete
La razón poética asume una disposición dialógica a lo
incondicionalmente otro. Va recogiendo, experenciando y pensando lo
Otro que la Razón a lo largo de los siglos y reinado, fue desdeñando.
Porque según María Zambrano, “en la vida nada ha de ser
humillado.” Oficio cartonero de algún modo que halla en el desecho,
maravillas, posibilidades de vida, circulación y reciclaje En esta
consideración por lo nimio, encuentra “viviendo” todo aquello
arrojado al descarte. Oye la lluvia llover; escucha el gemido de una
piedra. Reivindica las fuerzas no humanas que el pensamiento
occidental reniega en su idolatría por el “Sujeto”, noción que
difícilmente encontramos en sus escritos, por tratarse, entre otras
cuestiones, de “una especie de esclavitud, un concepto”. Los libros
no serán para ella colecciones de pensamientos, “ni siquiera la forma
privilegiada del pensar” sino seres vivientes. Con todo lo que ello
implica: presencia física, respiración, vibración, peso, número sonido.
El libro está de pleno en la physis.
“Sin él algo faltaría en la creación. Una criatura, nada menos”.

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Por ello, la razón poética tiende sus manos a cuanta forma
existencial habita el universo; aun aquellas que no advinieron y las
que, yéndose, moran la comunidad de vivos y muertos,
transmutadas. Logos sumergido que dialoga con los sueños, las
pasiones, la poesía, la música, los géneros literarios y filosóficos
menores, los delirios, lo sagrado.
Es dable imaginar las ideas de María Zambrano dialogar con otras de
autores con cuerpos de pensamiento relevantes. Sentarse en una
mesa en París, con Gilles Deleuze, café, whisky, cigarrillos. Pensar:
simulacro y razón poética, devenir minoritario en el pensar ¡cuán afín
consideraría esta propuesta! Devenir mujer-devenir negro- devenir
felino, devenir ¿de izquierda? En esto María Zambrano re-encontraría
lo que ha sido su posición política, siempre a babor. O
problematizando los géneros literarios en su relación con la vida,
insistencia que trazó en ella, un modo de vivir. Podría tal vez
compartirle al filósofo francés, sus observaciones al respecto. Como
el triunfo de la filosofía sistemática y la razón tecno científica
derrotaron formas literarias que además del ensayo, fueron los
diálogos filosóficos, las guías, los tratados breves, la confesión, y
tantas más, hoy por hoy, géneros inclasificables para la filosofía. Pero
más importante aún, formas de escritura que nacieron y tuvieron su
apogeo en los países del sur de Europa, España e Italia. Formas
escriturales y de racionalidad subordinadas a ciertos lugares de
producción intelectual. Derrotadas, confinadas a la periferia.
Diagramas, líneas de poder, que dan cuenta las condiciones de
producción histórica de cuerpos de pensamiento, el triunfo y
hegemonía de unos sobre otros otros. De allí que los grandes
sistemas, a los que la Filosofía rinde pleitesía, sean de países
centrales, Alemania, Francia, colonizadores intelectuales por
excelencia.
El retiro del Ser en Martín Heidegger bien podría extender puentes
con el olvido de Lo Sagrado en María Zambrano. De camino al habla,
el habitar poético, en uno, con los Claros del bosque y el impecable
ensayo de Filosofía y Poesía, entre otras posibilidades. También lo
griego y el regreso al pensamiento presocrático, referencias
ineludibles para ambos, que orientaron sus ideas y pensar. Uno, en
alemán; otra, en castellano ¿Pensar en castellano?
Allí donde Maurice Blanchot tramaría lo neutro a partir de Heráclito,
María Zambrano invocaría que la razón poética no fue invención
alguna en su producción de pensamiento, sino que la encontró ya
escrita por este pensador presocrático. Seguramente, se la sopló al
oído y ella lo murmuró como médium. De letra y puño cada uno,
aduce que ni lo neutro es polémico tampoco la razón poética. El libro
13
“Thomas el oscuro”, en francés y con anotaciones al margen, formaba
parte de la biblioteca ambulante de la autora. Mantiene relaciones
sorprendentes con sus escritos heterónimos, “Ana de Carabantes” y
“Otras huellas”. El poeta surrealista francés René Char: un amigo en
común entre ambos. La experiencia de soledad y la escritura, otra
amiga compartida. La invisibilidad de uno y otra, académica,
intelectual, un modo de estar, no estando. Podrían morirse de risa y
reírse de muerte juntos, al advertir las disputas a cargo de aquellos
(esos que emulan lo que estos pensadores más combatieron) sobre si
sus obras o de-sobras, integran el canon literario o filosófico.
Walter Benjamín y su exigencia metodológica: “pasarle a la historia
el cepillo a contrapelo”. Es decir, escribir la historia desde el punto
de vista de los vencidos, contra la historiografía alemana de época,
cuyos partidarios entran siempre “en empatía con el vencedor”. Hay
claras resonancias en esto con los postulados zambranianos.
Viabilizar el pasaje de una Historia Trágica, siempre en mayúscula,
del lado de los victoriosos, que exigen sangre, cuerpos, muerte, a lo
que ella denomina Historia Ética. En “La Tumba de Antígona”, María
Zambrano, interviene el mito de Sófocles, tuerce el destino de su
protagonista, y escenifica estas vicisitudes, al compás del eco de la
guerra civil española, y la lucha fratricida.
Las relaciones entre filosofía y poesía han sido minuciosamente
estudiadas; una mención ineludible lo es la del poeta Friedrich
Schiller en “Poesía Filosófica”. Pero sobre todo se ha abordado en el
siglo XX, después de Friedrich Nietzsche y Martín Heidegger.
“Iluminaciones” de Walter Benjamín, “Mínima Moralia” de Theodor
Adorno, “Presencias Reales”, de George Steiner, “Esferas”, de Peter
Sloterdijk. “Intelección por la belleza”, del argentino Leopoldo
Marechal, “Logopoeia” en Ezra Pound, son algunas referencias de
filósofos y literatos, que dieron cuenta de esta búsqueda. Pero esta
reflexión adopta en la obra de María Zambrano relieves
absolutamente diferentes. No es un tópico marginal u ocasional, sino
la médula de todo su pensamiento, abordado como problematización
teórica y del vivir para ella, acuciante. No se tratará de simple
conjunción, o banal cosmética, sino de hacer de la palabra un gesto
poético y creador.
Acaso, ¿es dable imaginar las ideas de María Zambrano dialogar con
otras, de autores con cuerpos filosóficos y literarios relevantes? ¿Para
qué? ¿Para autorizar el decir de una pensadora irrelevante, a falta de
lectura, en estos y otros campos académicos? ¿Apuntalar su
escritura enlazándola con las de “otros grandes”: Albert Camus, Jean
Paul Sartre, Emil Ciorán, Máximo Cacciari, Friedrich Nietzsche, ¿por

14
señalar algunos? ¿Medir su producción intelectual, ética y estética
para confirmar cuán cerca está?
Soñar amistades tan improbables, aunque no imposibles, relevantes
como el andar silencioso de un diminuto caracol entre orillas, cuando
gobierna la Noche.
Ocho
¿Será el olvido un modo de memoria? ¿Y la transmisión un modo de
olvido? ¿Habrá antídotos para la narcolepsia en las aulas
universitarias? ¿Quién recordará donando gestos perimidos en la
docencia, en la clínica, en leer, escribir y pensar? ¿Y vivir?
“Y buscamos esta palabra de acción dislocadura de un alma que no
corre hacia nada sin el fuego del amor”
Palabra de acción dislocadora. Gesto: delta de cuerpos. Gesto de
interponer cuerpos desencajados a otros adormecidos: esos
recitativos que nos habitan, ruido mudo de palabras dóciles,
acostumbradas, previsibles, clisheteadas. Ensayar lo inconveniente,
lo disonante.
Repetir interpretación psicoanalítica. Repetir interpretación
psicoanalítica en Freud. Repetir interpretación psicoanalítica en Freud
y Lacan. Interponer: Arte.
Arte conectado a interpretación no es un dislate. Así lo llamaba
Sigmund Freud en sus inicios y otro tanto después: arte
interpretativa ¿Alguien avista las posibilidades que este cuerpo
interpuesto, abre? ¿Qué hizo de esta enseñanza freudiana borrar uno
de los términos y privilegiar otro, hasta cercenarlo como máquina
enloquecida abrochadora de significados? ¿Se recuerdan las analogías
que Freud indagó entre el lenguaje del sueño y la poesía? ¿Y la
esmerada cantidad de páginas introductorias para ingresar ese
material desdeñado en la racionalidad de época: los sueños? Acerca
de los sueños: ¿podría conjeturarse como uno de los grandes sueños
freudianos la creación de un Instituto para la formación de analistas?
No solo para alejar la función del analista del sacerdote y el médico,
figuras de autoridad en ese entonces. Sino para arrimar otro diseño
universitario para la enseñanza (imposible) del psicoanálisis:
Según Freud:
“(…) universitas literarum, una unión más estrecha entre la ciencia
médica y las ramas de saber que corresponde al ámbito de la
filosofía.”.

15
“¿Qué propone este “instituto”? -escribe el psicoanalista argentino
Germán García- Una conexión con la resolución de problemas
artísticos, filosóficos o religiosos; así como aportar desde el
psicoanálisis revelaciones de importancia para la historia de la
literatura, la mitología, la historia de las culturas y la filosofía de las
religiones”.
Y el estatuto de verdad en la obra de Lacan: Es en la medida que una
interpretación pertinente suprima el síntoma será “que la verdad se
especifica por ser poética”. Lacan, quien se auto-designa ser
insuficientemente poeta, advierte que no será por la lógica articulada
que el analista “sienta” el alcance de su decir, por más que él incurra
en ella. Nos consta.

Arte interpretativa, arte grupal; clínica poética, razón poética;


filosofía mística, logos musical. Ambigüedad que se produce por el
enlace de dos palabras que, en principio, se nos ocurren, extranjeras
entre sí. O ambigüedad también porque damos por sentado que arte,
clínica, filosofía, son sustantivos que se pueden adjetivar. Adjetivos
como atribuciones ¿o podemos liberarle también la asignación
identitaria al adjetivo para pensarlo como modos de estar de las
palabras ocasionales? ¿Cómo leer entonces, palabra analítica?
Del gesto interesa su intensidad, vibración, temperatura, color; “su
fuego de amor” Sino, interponer cuerpos, “palabras de acción
dislocadoras” sería meramente chocar, golpear zamarrear. Codear
para abrirse paso.
Allí estaba Sócrates, el gran orador, enseñando lo que le fuera
transmitido por Diótima de Mantinea acerca del Amor. Eros: a ratos,
exuberante por ser hijo de Recursos y a ratos, con su andar, pobre,
descalzo, por ser hijo de Poros. El Maestro y sus discípulos celebran el
Banquete. Puede apreciarse en cada uno de los discursos de los
invitados que es el amor; también que el pensamiento es diálogo.
Hasta la llegada de Alcibíades. Quien no va a hablar del amor, sino
que poseído por la pasión declarará su amor a Sócrates.
Acontecimiento que irrumpe. Alcibíades se abandona entregándose
en palabras enamoradas al Maestro.
No se trataría, desde esta perspectiva, de hablar de clínica, arte,
poesía, amor o muerte. En definitiva, hablar de algo. Sino de hablar
por aquello que a uno le hace decir. Como un enamorado. Delirar de
amor. En el principio era el delirio.
Nueve

16
Vivo en posibilidades —
morada
más hermosa que la palabra —

en ventanas más numerosa —

óptima —en puertas —

Emily Dickinson. Poema 657

María Zambrano publica a los 29 años el ensayo “Porque se escribe”


(1933). Afirmación positiva de aquello que en este escrito conviene
escuchar, acompasando su cadencia, a modo de susurro.
¿Alguien siente la necedad de lo que se dice? Vocerío. Ruidos. Hablas
parlanchinas con pisadas presurosas. Trivialidad de palabras
maniatadas a lo circunstancial, nos asaltan, saquean y se fugan
dejándonos en el cuerpo esa desazón a desierto.
“Escribir es defender la soledad en que se está”.

Una parada. Intervalo que crea el gesto de retirada: ausentarse para


escribir. Y en el mismo ademán, un alto en el fuego de esa lengua
desbocada que se aparta bisbiseando.

“Es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero
desde un aislamiento comunicable, en que precisamente por la
lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de
relaciones entre ella”.

¿Puede escucharse la diferencia entre un estar solitario, ermitaño, y


otro modo específico de la experiencia de soledad? Paradoja, palabra
bisagra: soledad que une separando, que se repliega de lo cotidiano
para regresar transformada. “Soledad sonora” que, al alejarse,
comunica.

17
“Habiendo un hablar, ¿por qué el escribir? […] Hablamos porque algo
nos apremia y el apremio llega de fuera, de una trampa en que las
circunstancias pretenden cazarnos, y la palabra nos libra de ella. Por
la palabra nos hacemos libres, libres del momento, de la circunstancia
apremiante e instantánea. Pero la palabra no nos recoge, ni por
tanto, nos crea y, por el contrario, el mucho uso de ella produce
siempre una disgregación; vencemos por la palabra al momento y
luego somos vencidos por él, por la sucesión de ellos que van
llevándose nuestro ataque sin dejarnos responder. Es una continua
victoria que al fin se transmuta en derrota.
Y de esta derrota, derrota íntima, humana, no de un hombre
particular, sino del ser humano, nace la exigencia del escribir. Se
escribe para reconquistar la derrota sufrida siempre que hemos
hablado largamente.
Y la victoria sólo puede darse allí donde ha sido sufrida la derrota, o
sea, en las mismas palabras.”

Cuando al hablar hacemos de las palabras servidumbre rastrera,


“aves de presa” para saciarnos a nuestro antojo, escribir. Escribir
para procurar el silencio, la pausa necesaria, Para darnos un tiempo
en sí para sí. Para demorarnos en ellas ensoñando una posible
amistad. Soledad también que nos acompaña en el sueño.
Experiencia de la soledad para que “las palabras nos visiten”. Y a las
“traidoras”, salvarlas “de su vanidad, de su vacuidad” ¿Quién
aprende, aspira, enseña a soportar la soledad?

“¿Qué es lo que quiere decir el escritor y para qué quiere decirlo?


¿Para qué y para quién? Quiere decir el secreto; […] “Hay cosas que
no pueden decirse”, y es cierto. Pero esto que no puede decirse, es lo
que se tienen que escribir. Descubrir el secreto y comunicarlo, son los
dos acicates que mueven al escritor El secreto se revela al escritor
mientras lo escribe y no si lo habla. El hablar sólo dice secretos en el
éxtasis, fuera del tiempo, en la poesía. La poesía es secreto hablado,
que necesita escribirse para fijarse, pero no para producirse. […]” La
poesía descubre con la voz el secreto. Pero el escritor lo graba, lo fija
ya sin voz. Y es porque su soledad es otra que la del poeta. En su
soledad se le descubre al escritor el secreto, no del todo, sino en un
devenir progresivo. Va descubriendo el secreto en el aire y necesita ir
fijando su trazo […]”

18
Punto final. Dejo acá a María Zambrano escribiendo en su “soledad
sedienta” palabras tales como: victoria, derrota, libros, potencia,
bombas, libertad, secreto, combate, fidelidad, lucha, gloria,
comunidad, amor, Dios. Como si el destino le dictara al oído, cada
uno de estos gestos sonoros que irían componiendo en un cercano
futuro y hasta el final, el pentagrama de su vida. ¡Cuán inusitadas
dimensiones cobrarían cada uno de estos singulares surcos horadados
en este escrito!

Esa ruptura sin retorno con su Maestro José Ortega y Gasset porque
“nací para ser hija, discípula, para obedecer y ya ves”. Cantando con
Miguel Hernández frente a las bombas explosionando en Madrid.
Porque si habrían de morir, lo hicieron cantándole a la libertad.
Regresando de Chile, tras la derrota de la República. Por ello mismo.
Porque es la derrota lo que le impelerá a luchar; lo que motive el
combate, no su resultado. Caminando a pie, junto a Antonio
Machado, hasta pisar suelo extranjero, Le Perthus. Porque no habrá
otra patria para todo artista e intelectual que no sea junto al pueblo y
en su dolor. Ese dolor aquí y allí, del lado de la patria. Viviendo-
muriendo la peor de las experiencias: el exilio político, la pérdida de
una comunidad, una suerte de esclavitud. Exilio, además, de esos
cuerpos amigos: separarse de familiares, compañeros, olores,
lugares, el acento de la lengua y también de papeles, apuntes, libros.
Añorarlos perdidamente. Soledad que alude no solo la ausencia de
otros, sino la ausencia de sí misma: condición existencial efímera,
diaria, errante, ese no tenerse. El hogar, un perenne vagar. Y volver
a nacer y crear múltiples lenguas, patrias, amores y amistades.

Y en Morelia, “en ese silencio de piedras, poblado de palabras por


decir” seguir escribiendo. Enseñando la libertad en Grecia el mismo
día y a la hora que caía España. Recitar poemas del poeta peruano
César Vallejo a cada inicio de clase. De los alumnos, aprender a
pedir” por favor”, a retroceder lo altanero de esa lengua española.
Toques y tambores en esas ínsulas extrañas, Cuba, mientras, baila y
entona cantes y melismas.

París, Roma, y dieciséis años entre las montañas, en los bosques de


Le Jure francés. Estudiantes universitarios que en España por vez
primera escuchan su voz en una grabación, leyendo “Claros del
bosque”. Volver a España:

19
¿Regresar? Si yo nunca me he ido.

Seguir escribiendo, despertar a la memoria de tantos jóvenes y


arremeterle a esa transición democrática empeñada en seguir
silenciando, los crímenes de guerra, el terror, la mutilación. Primera
mujer que recibe el Premio Cervantes (1988), el mayor galardón que
se ofrece a la literatura en castellano. Celebración a la que no asiste.
Enmudecida.

Escribe Cristophe Bident:

“La decisiva fuerza del reconocimiento supone también que, de él, o


en él, no se concede nada definitivamente […] Imposible reconocer
sin la sensación impávida y alertada de ser mortal: sin la experiencia
no experimentada ni la amenaza no resuelta de la muerte”.

Esa palabra silenciada que nos habita, a punto de emerger, bien


podría evocar esa voz femenina, palabra de una mujer: María
Zambrano. Ángel del límite, dama peregrina, una existencia mitad
humana, mitad sirena y mitad gatuna. Cifra de un “no sé qué, que se
queda balbuciendo”. Y aun así, se levanta y canta.

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Cuentan los hombres dignos de fe
Fabio García
a Verónica M. González

“Solo digo que me entretiene”, dijo K.,


“porque así obtengo la posibilidad
de echar un vistazo a ese ridículo embrollo
del que en determinadas circunstancias
depende la existencia del hombre”.
F. Kafka

¿Cómo era tu cara antes de nacer?


Anónimo. (Koan Zen)

Según la firma, el Bosco fechó en 1475-80 “Los siete pecados


capitales”. En este óleo se representa la ira, la soberbia, la lujuria, la
pereza, la gula, la avaricia y la envidia; en los ángulos la muerte y el
juicio universal/el infierno y el paraíso respectivamente. En el centro
domina un Cristo resucitado, que se asoma dentro de una gran
pupila, en latín nos dice “Dios te ve”. La amenaza nos recuerda el
juicio final.
A diferencia de los primeros cristianos, en el cual la imagen de Jesús
era la de un pastor amigo de los hombres, un maestro muy próximo
a la filosofía, en la edad media se afianza la idea del Cristo como juez
y rey.
El Bosco nos recuerda la fantástica mirada de la deidad, el vértigo de
la misma encerrada en la posibilidad de ver todo el universo en un
mismo instante: la tierra, cada animal, cada ola del mar, cada nube,
cada árbol, cada grano de arena y cada acto de cada hombre.

23
Ese ojo del juez supremo al que nada se le escapa, nos representa
también esa memoria universal con la cual de dirimirá la sentencia.
La idea de la visión divina aún prevalece entre nosotros. Por ejemplo,
en el billete de un dólar el ojo de Dios está dentro de un triángulo en
la cima de la pirámide.
Dentro de las construcciones más curiosas inventadas por el hombre,
los laberintos y las prisiones, son de las más llamativas, tanto por su
forma como por su finalidad.
Recordemos el siguiente relato que rescatan Bioy y Borges en una
antología:
“Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los
primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congrego a
sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan
perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a
entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo,
porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y
no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de
los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad
de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado
y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró el
socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja
ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía un
laberinto mejor y que si Dios era servido, se lo daría a conocer algún
día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaldes y
estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó
sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo
amarró encima de un camello veloz y le dijo: “¡Oh, rey del tiempo y
sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un
laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; Ahora el
Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay
escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que
recorrer, ni muros que te veden el paso”.
Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto,
donde murió de hambre y de sed.
La gloria sea con Aquel que no muere”.
Historia de los dos reyes y de los dos laberintos.
R.F. Burton. The Land of Midian Revisited (1879).

24
Jeremy Bentham (1748-1832), fue un filósofo, economista y jurista
británico, con gran interés en la arquitectura, Foucault dice: “El sueño
de Bentham, el panopticón, en el que un solo individuo podía vigilar a
todo el mundo, es en el fondo el sueño, mejor dicho, uno de los
sueños de la burguesía (porque ha soñado mucho). Este sueño se
llevó a cabo. Tal vez no lo ha realizado bajo la forma arquitectónica
que Bentham proponía, pero debe recordarse además lo que decía a
propósito del panopticón: es una forma de arquitectura, por
supuesto, pero es sobre todo una forma de gobierno; es para el
espíritu. Veía en el panopticón una definición de las formas del
ejercicio del poder”.
Este edificio tenía la ardua tarea al igual que la deidad de vigilar a
cada uno de las personas, ningún detalle se puede escapar, todos y
cada uno de los movimientos pueden ser observado por los
guardianes desde la torre central, cada médico puede controlar a sus
pacientes, cada maestro puede disciplinar a cada alumno.
La amenaza del ojo omnipresente del guardián evitara las
tentaciones, el deseo. La pesadilla soñada por Kafka y Orwell se
concretiza.
“La prisión es el único lugar donde el poder puede manifestarse en su
desnudez, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como
poder moral. “Tengo razón en castigar, puesto que tú sabes que está
mal robar, matar...” Esto es lo fascinante de las prisiones; por una
vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como feroz
tiranía en los íntimos detalles, cínicamente y al mismo tiempo es
puro, está enteramente “justificado”, puesto que puede formularse
enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su
bruta tiranía aparece entonces como dominación serena del Bien y el
Mal, del orden sobre el desorden”
El cinismo es tal, que los padecimientos son naturalizados, así mismo
la colaboración, un tanto por ignorancia otro tanto por cobardía
reafirma la exclusión.
Hay viajantes, guías y guardianes. Ante de la pluralidad de caminos,
Sartre nos dice: “la elección es posible en un sentido, pero no es
posible no elegir. Puedo siempre elegir, pero tengo que saber que, si
no elijo, también elijo”. Elegimos el norte porque hemos renunciado
al sur, al este y al oeste.
La pluralidad implica la existencia de múltiples sentidos y de la
libertad para elegir.

25
El guía debe acompañar en la búsqueda individual. Debe suspender la
validez y permitir la búsqueda.
El poder transfiere las políticas de las cárceles a lugares más sutiles:
fábricas, hospitales, escuelas. Generando protagonismos extraños en
los profesionales, ya que se le agrega a su tarea específica la de
vigilar.
Las razones para justificar el discurso del amo son múltiples. La
principal es la del funcionamiento; para que el mismo ocurra, el
“dueño” del conocimiento se debe transformar en amo. Foucault nos
dice: “La noción de amor al amo plantea, creo, otros problemas. Es
un cierto modo de no plantear el problema del poder, mejor dicho, de
ponerlo de modo que no se pueda analizar. Y ello debido a la
inconsistencia de la noción de amo, visitada sólo por diversos
fantasmas: el amo con su esclavo, el maestro con su discípulo, el
amo con su obrero, el amo que dicta la ley y dice la verdad, el
maestro que censura y prohíbe”.
La disciplina descansa en la voz de quien encarna el poder, y la
pasión declina bajo los preceptos dictatoriales.
Por eso siempre es importante pensar ¿Cuál es la meta?, ¿Qué se
busca?
Durante la década del 60, en pleno apogeo del expresionismo
abstracto, un grupo de artistas se proponen hacer un arte para todos.
Más tarde esta corriente se va a llamar arte Pop (arte popular). Entre
sus representantes encontramos a Andy Warhol, Roy Lichtenstein,
Tom Wasslmann, Claes Oldenburg, entre otros.
Los artistas del Pop art encontraban su inspiración en elementos de la
vida cotidiana, reivindicaban objetos vulgares que se pueden hallar
en cualquier ciudad.
Uno de los lugares favoritos para estos artistas eran los
supermercados, allí se puede encontrar miles de artefactos, comidas,
ropas, logos, etc. todo les servía de inspiración para realizar sus
obras.
Las nuevas naturalezas muertas serán ahora, latas de sopa Campbell
´s, latas de cerveza, cajas de jabón en polvo, botellas de Coca-Cola,
etc. Es más, Warhol pensaba que, “Lo bueno de este país es que
América empezó la tradición por la cual los consumidores más ricos
compran esencialmente las mismas cosas que los pobres. Puedes
estar mirando la tele y ver una Coca-Cola, y puedes saber que el
presidente bebe Coca-Cola, Liz Taylor bebe Coca-Cola, y piénsalo, tú

26
también puedes beber Coca-Cola. Una Coca-Cola es una Coca-Cola y
ninguna cantidad de dinero puede brindarte una mejor Coca-Cola que
la que está bebiendo el mendigo de la esquina. Todas las Coca-Colas
son iguales y todas las Cocas-Colas son buenas. Liz Taylor lo sabe, el
presidente lo sabe, el mendigo lo sabe y tú lo sabes”.
En ellos hay una estética y un elogio de la frivolidad. Muchos venían
del campo de la publicidad. Warhol por ejemplo fue ilustrador
comercial, escaparatista y trabajo en revistas como Vogue, Glamour,
Tiffany & Co., The New Yorker, entre otras.
Ellos sabían que la publicidad agrega metalenguaje. A pesar que la
primera intención es ofrecer los productos, genera como efecto un
plus, una mayor expectativa sobre el mismo, aunque este no lo
posea. La ambigüedad del lenguaje, paradójicamente enriquece la
performance de los objetos en el mercado, como dice Foucault, “Los
signos son máscaras”. Ningún detalle escapa. Sigamos con el caso de
la Coca-Cola, desde el sabor, que debe ser siempre igual, nos brinda
la ilusión de un re-encuentro.
Con respecto a la forma de la botella, a modo de ejemplo, una
pregunta ¿Qué les sugiere las curvas de la misma?, una guitarra,
evoca la cintura una mujer, vamos bien, además se agarra de la
cintura para beberla. Al igual que la idea de gotas de agua, nos da la
sensación de frío, aun sabiendo que cuando sacas una botella de la
heladera difícilmente este goteando el envase, salvo si la misma está
rota. El efecto cuando se destapa la gaseosa y sale por el pico, se
asocia a la idea de la eyaculación, desde ya la idea de placer está
implícita, también cualquiera sabe que pude destapara cualquier
cantidad de Coca-colas y nunca va a salir por el pico como la
propaganda, salvo, si la agitamos, simplemente son ejemplo de
teatralización y generación de sentidos.
Los publicistas saben que, a fuerza de repetir, las mercancías se
vuelven familiares. Bajo un estímulo se genera una respuesta
deseada, de esta forma no hay diferencia entre los perros y los
hombres. Así se destruyen los deseos y los hombres se transforman
en objetos de fácil manipulación.
En una entrevista Foucault dice, “Las técnicas del yo, para mí,
pueden encontrarse en todas las culturas, en diferentes formas. Del
mismo modo que es necesario estudiar y comparar las diferentes
técnicas de la producción de objetos y la dirección de hombres a
través del gobierno, también deben estudiarse las técnicas del yo. Lo
que dificulta el análisis de estas técnicas, son dos factores. Primero,
las técnicas del yo no requieren del mismo aparato material que la

27
producción de objetos, por lo cual a menudo son técnicas invisibles.
Segundo, con frecuencia se relacionan con las técnicas de conducción
de otros. Como ejemplo, si tomamos las instituciones educativas,
advertimos que alguien está conduciendo a otros, y enseñándoles a
conducirse a sí mismos”.
La idea es no pensar. Total, hay tantas recetas para repetir. Es más,
si “la realidad”, se nos presenta ordenada, lógica, con sus sentidos
bien establecidos, todo es comprensible, tal vez demasiado
comprensible. Berger y Luckmann, nos comentan, que “La realidad de
la vida cotidiana se presenta ya objetivada, o sea, constituida por un
orden de objetos que han sido designados como objetos antes que yo
apareciese en escena. El lenguaje usado en la vida cotidiana me
proporciona continuamente las objetivaciones indispensables y
dispone el orden dentro del cual éstas adquieren sentido y dentro del
cual la vida cotidiana tiene significado para mí. Vivo en un lugar que
tiene significado para mí. Vivo en un lugar que tiene un nombre
geográfico; utilizo herramientas, desde abrelatas hasta autos
deportivos, que tienen un nombre en el vocabulario técnico de la
sociedad en que vivo; me muevo dentro de una red de relaciones
humanas –desde el club al que pertenezco hasta los Estados Unidos
de América-, que también están ordenadas mediante un vocabulario.
De esta manera el lenguaje marca las coordenadas de mi vida en la
sociedad y llena esa vida de objetos significativos”.
Todo aquel objeto que no aparezca en los medios se transforma en
apócrifo. En cambio los productos que aparecen, por ejemplo en la
TV, curiosamente los intuimos superiores, a los otros productos que
no aparecen en los medios en cambio ¿quién lo conoce?
Cuando logra imponerse una marca, logra una tendencia sobre todo
de sentido, en la misma está implícito el status, la exclusividad, etc.
Eco nos informa, por ejemplo, que un automóvil de marca, aporta un
imaginario acerca del conductor que lo maneja, más allá de su
utilidad.
Una idea similar ocurre con la moda, trajes, pantalones, etc. rotan
constantemente. Y como dice Alfonso Reyes “La moda dura el tiempo
que tardan las clases de menores recursos en comprarse lo mismo”.
Recordemos las siguientes ideas, “La conciencia siempre se dirige a
los objetos” (Berger y Luckmann), es más, la seducen los objetos y la
vigilia se adormece en la promesa de felicidad. Porque, encontramos
otro problema, se puede desea solo lo que existe, por ejemplo,
Descartes decía, yo no puedo desear volar (es un pensamiento del
1600), porque es imposible.

28
Pero a nosotros nos ocurre lo contrario, el mercado sabe de
antemano todo lo que nos puede hacer feliz, sabe “que” necesitamos.
“El mercado no obliga a consumir crea la necesidad de consumir.
Anuncia alegrías a los que consumen y tristezas a los que no pueden
comprar. Los discursos de mercado simulan tener lo que nos hace
falta: felicidad” (Percia). La publicidad es avasallamiento y como un
video clip, no puede haber, pausa, silencios, pensamiento, todo es
acción, porque si, hay distracción, no compramos o cambiamos de
canal. Anécdota: una maestra de jardín de infantes, me contó, que
los chicos de ciudad conocen los pollos, las gallinas, solamente como
se presentan en las heladeras de los supermercados.
Warhol al mejor estilo Kafka, nos comunica, que “Nacer es como ser
secuestrado. Y luego vendido como esclavo. La gente trabaja sin
parar. La maquinaria siempre está en funcionamiento. Incluso cuando
duermes”.
Tal vez en los sueños, en lo irracional de los sueños, en los
pensamientos, en los errores, en los olvidos, en una mirada, en una
conversación, en un síntoma, en lo inútil, en el recuerdo de una tarde
cualquiera, en un encuentro se desperecen nuevas posibilidades.

Bibliografía
Bentham, J. El panóptico. Prólogo de Michel Foucault, Editorial La
Nave de los Locos, México. 1989.
Deleuze, G. Lo que dicen los niños. Clínica y crítica. Editorial
Anagrama. 1996.
Percia, M “Cap. 4: De la inconclusión, la polifonía y el dialogismo”,
en: Una subjetividad que se inventa, Lugar Editorial, Buenos Aires.
1994.
Foucault, M. Tecnologías del yo, Introducción de Miguel Morey.
Paidos, Barcelona. 1990.
Marcuse, Herbert El hombre UnidimensionalPrefacio a la edición
francesa. Editorial Hyspamerica, Buenos Aires, 1984.

Pasillos
Historia de abortos y héroes

29
Fernando Stivala

Pasillo infinito. Pasillo desolado, deshabitado. O habitado por voces,


por cuerpos/muchedumbres que lo circulan automáticamente. Pasillo
donde los ecos hablan, donde nunca llega el final. Luces blancas que
amenazan con apagarse. Madrugada, frío de invierno, pasillo de
otoño.
Cartel Gigante: GUARDIA. De adentro unas señas, parecen decir que
se entra por el costado.
- “¿a qué hora van a atendernos, a la señora le duele la pierna?”
Golpes, urgencia. Todos los que van a la guardia están en urgencia.
Pero la de ellos era la más urgente.
- “disculpa, estoy embarazada y tengo perdidas”;
- “tenés que ir a la guardia de ginecología, se entra por el costado de
la puerta principal, al fondo, pasando el kiosco, segundo piso”
No hay puertas al lado de la entrada principal.
Policía: “entrá por la puerta principal, al fondo, pasando el kiosco,
arriba”.
¿Por qué un policía en el hospital?
Otra vez “al fondo”, ellos nunca imaginaron que ese fondo, en el
pasillo, no existía.
Ellos entraron por la puerta principal, se animaron a cruzar el pasillo,
no se veía fondo y caminaron infinitamente. No se sabe cuánto
tiempo pasó en ese caminar. Las voces del pasillo parecían hablarles
“el tiempo no es el tiempo cronológico”. ¿Cuánto tiempo transcurrió
en esa noche? Noche que parecía no tener fin.
Noche eterna. En la misma noche habitaron ternura, abrazos, ritual
de amor con almohadones, acolchados, lecturas, besos y caricias. En
la misma noche empezó a habitar dolor, llanto, gritos, impotencia,
enojos. Ellos vivieron la simultaneidad de las intensidades. Los dioses
tenían preparada esa noche para ellos. Mientras él preparaba un té,
los latigazos empezaron a aparecer. Primero unos retorcijones, lo
esperado; después no pararon los pinchazos, las contracciones. Dos
cuerpos: uno desnudo, desprotegido, queriendo salir de su propio
cuerpo, pidiéndole que pare. El otro vestido, impotente, no sabiendo
que hacer, quizás dormir era lo único que lo podía sacar de ese
estado. Apagar la conciencia.

30
La insoportable arrogancia del cuerpo.
Alguna vez, alguien dijo “no se sabe lo que puede un cuerpo”. ¿Buena
o mala noticia? Un cuerpo no sabe que quiere comprobar su
fertilidad, un cuerpo no sabe que quiere confirmar su fertilidad, un
cuerpo no sabe cómo reaccionar ante la fertilidad. El cuerpo no para.
Dos cuerpos se confundieron en uno para soportar el “perdimos” de
una tarde dominguera. Ese “perdimos” se eternizo en un instante, en
un orgasmo, en un mensaje de texto “me dio re positivo”, en una
pelea (o varias), en una habitación hospitalaria con uvas y
almohadones (eso si era hospitalario), en un baño con vómitos,
mierda y sangre. Todo eso es el cuerpo. Ese “perdimos” se eternizo
en un pasillo eterno.
De nuevo las voces del pasillo “en el hospital general no se cura,
proviene de la policía, de ningún modo de la medicina. La medicina
cura, pero fuera del hospital general”. Los mismos pasillos que
alojaron a Alejandra, parecían adelantarles, vaticinarles lo que les iba
a pasar. Ellos igual siguieron. ¿2do piso? No, primero. Todo era
eterno. Subir por el ascensor lento, eterno. Bajar por las escaleras,
eterno. Tocar un timbre. SALA DE MATERNIDAD. Otro cuerpo entre
dormido y despierto los recibió cabeceando. Un cuerpo de enfermera
los hizo esperar. Ella menos dolorida, él menos enojado. Espera
eterna entre caricias. Otro cuerpo de enfermera la hizo entrar.
Y las voces de los héroes aparecieron. Las voces de lo público, del
sacrificio, del hospital, de lo gratuito, de la salvación, de los buenos.
¡¡AY, LOS BUENOS!! Siempre por el Otro, pero ese otro no es el
cuerpo que tiene enfrente, es Otro más grande, que no está ahí, es
trascendente. Dios, Estado, Hospital, Médico, Familia, Vida, Hijos,
Buenos.
Volvamos a la sala de Maternidad (que de vida no tenía nada) y a las
voces de los héroes.
- “¿hay algo que nos quieras contar?”
- “¿Qué significa esto?”
- “¿Dónde se informaron, consultaron páginas?”
- “hace rato que no soy más policía”
- “ustedes hagan lo que quieran, yo no estoy a favor”
Vueltas y vueltas para nombrar lo innombrable. La naturaleza ama
esconderse, pero no enroscarse. ¿Lo innombrable para quién? Para
ese Otro que no es la situación que está ahí. No es ni para los

31
cuerpos médicos, ni para los cuerpos padecientes. Es para los
cuerpos héroes y para los cuerpos víctimas. Películas de superhéroes
ya vimos mil veces. Esa situación ya estaba programada. Pero no
fueron los dioses que la habían preparado. Los dioses son más
inteligentes, no arman situaciones tan obvias. Los dioses se ríen de la
escena bizarra que vivieron ellos entre la cocina y el baño, entre los
vómitos y el té, entre las hamburguesas y el aborto, entre los gritos y
el sueño. En cambio, Dios y Estado ya habían programado esta
situación. Escena aburrida, moral, con consejos y cursos sobre
“¿cómo funcionar ante un aborto?” o “guía para atender a
adolescentes que quieren interrumpir la vida” (¿por qué solo para
adolescentes?), o “¿Cómo convencer siendo afectuoso? Poné cara
entre tierna y pelotuda, hacé que entendés la situación mientras
escribís en la historia clínica, intentá convencer con cariño que no
está bien lo que están haciendo, sé facilitadora” ¿¿FACILITADORA DE
QUE?? ¿¿CURSOS DE QUE?? ¡¡¡ESAS COSAS NO SE APRENDEN!!!
Pinchazo que silenciaron los retorcijones. Ellos, se fueron sin hablar
con nadie. Volvieron a cruzar el pasillo, pero esta vez tenía fondo, la
salida. Ellos volvieron abrazados, a descansar de esa noche eterna y
ambigua.
Esos pasillos que por fin abandonaron, 42 años antes también fueron
testigos de este fragmento de “Sala de psicopatología”, poema de
Alejandra Pizarnik:
“De modo que arrastré mi culo hasta la sala 18,
en la que finjo creer que mi enfermedad de lejanía, de separación
de absoluta NO-ALIANZA con Ellos
-Ellos son todos y yo soy yo-
finjo, pues, que logro mejorar, finjo creer a estos muchachos de
buena voluntad (¡oh, los buenos sentimientos!) me podrán ayudar,
pero a veces -a menudo- los recontraputeo desde mis sombras
interiores
que estos mediquillitos jamás sabrán conocer (la profundidad,
cuanto más profunda, más indecible) y los puteo porque evoco a mi
amado viejo, el Dr. Pichon R., tan hijo de puta como nunca lo será
ninguno
de los mediquitos (¡tan buenos, helas!) de esta sala,
pero mi viejo se me muere y éstos hablan y, lo peor, éstos tienen

32
cuerpos nuevos, sanos (maldita palabra) en tanto mi viejo agoniza en
la
miseria por no haber sabido ser un mierda práctico, por haber
afrontado
el terrible misterio que es la destrucción de un alma, por haber
hurgado en lo oculto como un pirata -no poco funesto pues las
monedas
de oro del inconsciente llevaban carne de ahorcado, y en un recinto
lleno de espejos rotos y sal volcada-
viejo remaldito, especie de aborto pestífero de fantasmas sifilíticos,
cómo te adoro en tu tortuosidad solamente parecida a la mía,
y cabe decir que siempre desconfié de tu genio (no sos genial; sos
un saqueador y un plagiario) y a la vez te confié,
oh, es a vos que mi tesoro fue confiado,
te quiero tanto que mataría a todos estos médicos adolescentes para
darte a beber de su sangre y que vos vivas un minuto, un siglo más,
(vos, yo, a quienes la vida no nos merece).”
Ellos, esos dos días anduvieron por la ciudad. Por la ciudad que creen
perdida, por la ciudad que se quieren escapar. Uno más seguro que el
otro, uno con más literalidad que el otro; pero ambos quieren
escapar.
Taxis sin cambio y subtes fueron testigos de ellos.
Villa Urquiza y Coghlan a la madrugada.
Belgrano y el Centro un sábado al mediodía.
Esta vez, otro consultorio. También desolado, con las luces y las
máquinas apagadas. Esta vez no había que cruzar ningún pasillo, ese
consultorio los recibió sin hacerles sentir la eternidad de la salvación.
Otro cuerpo. Cuerpo de médico sin el héroe a cuestas. Cuerpo que te
recibe, que te aloja, que te hospeda, que te hace pasar. Cuerpo sin
salvación es cuerpo que no se pone colorado por decir que eso lo
hace por debajo de la mesa, que no se sonroja por llevarse unos
mangos a la casa, que no juzga porque sabe que la pureza es solo
una fachada de los guardapolvos blancos.

33
Cuerpo que no hizo ningún curso sobre aborto, dice desde la intuición
que sabe lo que pasó. “¿Ustedes lo buscaban?” preguntó. Ahí dijo
todo, no dio rodeos, no solemnizó, no juzgó, no preguntó más. La
naturaleza ama esconderse, pero no enroscarse. En esa pregunta los
volvió a hospedar, sin ser un hospital. Ellos se fueron tranquilos,
abrazados.
Casi siempre perdimos, pero a veces, encontramos abrazos en otros
perdidos.
No se metieron en un cine, pero sí en una cafetería de la calle
Córdoba. Una chamana amiga se emocionó entre cafés con leches,
diarios, tostados y ecografía. Recorrieron librerías de la calle
Corrientes, filosofaron y sacaron conclusiones entre lo público y lo
privado, entre la trascendencia y la inmanencia. Volvieron al
departamento donde todavía se escuchaban los alaridos de la noche
anterior, tomaron un licuado, comieron, se bañaron, se calmaron,
leyeron, miraron tele y se durmieron.
Soñaron con libros que pueden ser bicicletas.
Ellos… quieren seguir caminando por pasillos, que no tienen fondo.


El ojo indagador: “devenir imperceptible” en Film de Beckett*
Gabriela Cardaci

Ese fetichismo ve en todas partes agentes y acciones: cree que la


voluntad es la causa en general; cree en el «yo», cree que el yo es
un ser, que el yo es una substancia, y proyecta sobre todas las cosas
la creencia en la substancia- yo - así es como crea el concepto «cosa»
... El ser es añadido con el pensamiento, es introducido
subrepticiamente en todas partes como causa; del concepto «yo» es
del que se sigue, como derivado, el concepto «ser» ...
Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos.

La primera manifestación del teatro de la crueldad


no puede ser sino el punto de partida de la venganza
de mi eterna historia de perpetuo perseguido.

34
Artaud, Estados preparatorios.

Ser es ser perseguido

En Film (1965) un hombre huye de algo que lo persigue y que parece


amenazarlo. Según la idea de Beckett, en el final de la película se
revela que lo que persigue al hombre que vemos perturbado es el yo
(la cámara, el ojo), trabajado como percepción de sí
(autopercepción). Beckett (1967) encabeza el guion con la frase de
Berkeley: Esse est percipi («ser es ser percibido»). Presenta así la
idea general del film:

“Suprimida toda percepción extraña, animal, humana, divina, siendo


mantenida la inevitabilidad de autopercepción. Búsqueda del no-ser
en fuga de la percepción extraña descomponiéndose en inevitabilidad
de autopercepción. Ninguna valoración de verdad en lo anterior,
considerado como simple conveniencia estructural y dramática. Con
el fin de ser representado en esta situación, el protagonista se divide
en objeto (O) y ojo (E), el primero en fuga, el último en persecución.
Hasta el final del film no quedará claro que el percibidor que persigue
no es algo extraño, sino el yo. (…) El film es completamente mudo,
salvo el «¡sssh!» de la primera parte. El clima del film es cómico e
irreal” (pp. 31-32).

La lectura que Deleuze hace de Film, a partir de la concepción del


devenir en la filosofía de Henry Bergson, trastoca la indicación de
Beckett. Si para Beckett la “búsqueda de no-ser en fuga” culmina en
la autopercepción inevitable, Deleuze encuentra en esa búsqueda una
fuga de ser como oportunidad de “devenir imperceptible”. “Si es
cierto que «ser es ser percibido» (Berkeley), “¿es posible escapar a la
percepción? ¿Cómo volverse imperceptible?” (Deleuze, 1993, p. 40).
“Cómo deshacernos de nosotros mismos y deshacernos a nosotros
mismos” (Deleuze, 1983, p. 101).
Así, entre la indicación de Beckett y la lectura de Deleuze, lo que se
advierte es un pasaje del yo como perseguidor y como encierro hacia

35
la aparición de la posibilidad de un umbral o puerta de salida de esa
representación. La lectura de Deleuze parece captar, en Film, al yo en
un instante de vacilación o, dando un paso más, en el instante de su
disolución. Desplazamiento del yo como agonía (Beckett), hacia la
agonía del yo (Deleuze). Del hombre arrinconado en sí mismo hacia
un hombre siempre en la víspera de sí mismo. Punto de viraje, en el
final de Film, que transforma la vida perseguida hasta el punto del
encierro, en un movimiento (devenir) incapturable de la vida:
“Volverse imperceptible es la Vida, sin cesar ni condición” (Deleuze,
1993, p. 43).

En la narrativa de Beckett, esta tensión entre la persecución y la fuga


alrededor de eso que se nombra yo, puede leerse en la presencia de
una distancia y una vacilación que toma las formas del
desconocimiento, la extrañeza, la ajenidad o la desapropiación de eso
que habla en nombre de yo:

“Yo, del que no sé nada” (Beckett, 1953, p. 53). “¿Qué diría, si


tuviera voz, ¿quién habla así, diciéndose yo? (…) que alguien
responda simplemente. Es el mismo desconocido de siempre, el único
por quien existo, en el hueco de mi existencia” (Beckett, 1955, p.
92). “A veces me llamo tú, si soy yo el que habla” (Beckett, 1953, p.
60). “Esta voz que habla, sabiéndose mentirosa, indiferente a lo que
dice (…) ¿es acaso una voz? (…) Ella sale de mí, me llena, clama
contra mis paredes, no es la mía, no puedo detenerla, no puedo
evitar que me desgarre, me sacuda, me asedie. No es la mía, no
tengo, no tengo voz y debo hablar, es cuanto sé” (p. 56). “¿Hay una
sola frase mía en lo que digo? No, yo no tengo voz, no tengo vela en
este entierro” (p. 104).

Pero ese distanciamiento revela, al mismo tiempo, la experiencia


terrible de coincidir con esa representación: yo. Esto es lo que parece
ocurrir para Beckett, como se verá más adelante, en esos
“encuentros” frente a la cámara (al ojo) en Film. Una coincidencia
que equivale, muy frecuentemente en Beckett, a coincidir con la
crueldad y la tiranía (por ejemplo, dar la lección o cumplir un castigo
inespecífico en El innombrable; ceder ante los imperativos quedando
siempre como un imbécil en Molloy).

36
“Es su voz la que a menudo, siempre, se ha mezclado con la mía,
hasta el punto de cubrirla a veces por entero, hasta el día en que me
abandonó de veras, o en que ya no quiso abandonarme, no sé. Sí, no
sé si está aquí en este momento o si está lejos, pero no creo
engañarme mucho al decir que no tendré que volver a sufrir sus
impertinencias. Durante sus ausencias, trataba de recuperarme, de
olvidar lo que me había dicho acerca de mí, acerca de mis infortunios,
infortunios ridículos, dolores absurdos, respecto a mi verdadera
situación, palabra detestable” (Beckett, 1953, p. 59).

Film

Beckett (1967) divide la película en tres partes: la calle, la escalera y


la habitación. El protagonista se divide en objeto (O) –percipi– y ojo
(E) –percipiere– (p. 31): el hombre y la cámara. E persigue y O por
angustia, se fuga. E percibe a O desde atrás, hasta el final del film.
Beckett anota que la angustia es experimentada por O: “O entra en
percipi” (p. 31), por convención, si E sobrepasa un ángulo de 45°
(“ángulo de inmunidad” que E intenta mantener durante todo el film).
Sin embargo la “inmunidad” se sobrepasa en tres oportunidades: en
forma inadvertida en las dos primeras partes (la calle y la escalera),
cuando E procede a reducir velozmente el ángulo; en forma
deliberada en la tercera parte (la habitación), cuando O es
arrinconado por E.
La secuencia desplegada por Beckett para la realización puede
sintetizarse como sigue: desde la primera aparición en la calle, O se
fuga de ser percibido por E. En la calle, O camina apresurado pegado
al muro de la izquierda. Viste un abrigo oscuro y largo con el cuello
levantado, el sombrero que le cubre hasta los ojos, un pañuelo que le
cubre el rostro. Ya en la escalera, O entra en el vestíbulo y sube hacia
la habitación. Lo hace con la misma actitud apresurada que en la
calle, atento a no ser percibido. La experiencia de ser percibido por E
les ocurre, antes que a O (en la habitación), a una pareja en la calle y
a una anciana en la escalera. Para Beckett, la presencia de esos
“encuentros” previos tiene la función de “sugerir lo más pronto
posible lo insoportable del escudriñamiento de E” (p. 75). La
expresión de los rostros frente al encuentro (para los tres casos: la
pareja, la anciana y O) debe mostrar “la agonía de ser percibido” (p.
37). Ya en la habitación, a la percepción de O por E se agrega la
percepción de la habitación por O. O se dedica a eliminar toda
posibilidad de ser percibido: expulsa de la habitación al gato y al

37
perro, tapa con una manta la jaula del loro y la pecera, cierra la
cortina, tapa el espejo, rompe una imagen de dios que cuelga de la
pared, rompe una por una las fotografías de su pasado que llevaba en
su portafolio. Finalmente, en el desenlace, ya instalado en la
mecedora, O es confinado a la percepción de sí, lo que Beckett llama
“el asedio propiamente dicho” (p. 59). Es el momento en que se ve
por primera vez a E y en el que se advierte que E (la cámara) es la
percepción que O tiene de sí mismo. Mientras O se acomoda en la
mecedora para dormir, E se aproxima cautelosamente hasta que se
detiene frente a él. O se despierta sobresaltado y fija su mirada en E.
Es el momento en que se reconoce que E es el rostro de O, pero con
distinta expresión, “imposible de describir, ni severidad ni benignidad,
sino más bien intensa atención y el ojo visible (el otro tiene un
parche) que no pestañea”. (pp. 67-68). Beckett anota para la escena
final la siguiente secuencia:

“Corte a O todavía a medio levantar, mirando hacia arriba. O cierra


los ojos y vuelve a caer sobre mecedora, reanudándose balanceo. Se
cubre el rostro con las manos. Imagen de O balanceándose, con la
cabeza entre las manos pero aún no inclinada. Corte a E. Como
antes. Corte a O. Sentado, inclinado hacia delante, con la cabeza
entre las manos, balanceándose con suavidad. Sostener mientras el
balanceo va cesando” (pp. 68-70).

Devenir imperceptible en Film

¿Espejo? Ese vacío cristalizado que tiene dentro de sí espacio para


continuar siempre hacia adelante sin parar: pues el espejo es el
espacio más hondo que existe.

Quien mira un espejo, quien logra verlo sin verse, quien entiende que
su profundidad consiste en ser él vacío, quien camina hacia dentro de
su espacio transparente sin dejar en él vestigio de su propia imagen,
ese alguien entonces ha percibido su misterio de cosa.

Clarice Lispector. Agua viva

38
¿Qué es lo insoportable de ser percibido? Para Deleuze (1993) no
puede ser el hecho de ser percibido por terceros, dado que cada
percibiente posible puede a su vez ser percibido. Y en todo caso,
frente a la percepción de un tercero es posible retirarse: “se produce
pues algo espantoso en sí en el hecho de ser percibido, ¿pero qué?”
(p. 40). Lo insoportable de ser percibido es la imposibilidad de salida,
el encierro: “Así pues era eso lo espantoso: que la percepción fuera
de uno a través de uno, «insuprimible» en ese sentido” (p. 42).
Deleuze encuentra en la realización de Beckett una intención
fundamental no revelada del todo en las indicaciones y esquemas del
guión: la de agotar todas las posibilidades de la percepción hasta
“devenir imperceptible”. Ve en el hombre de Film, interpretado por
Buster Keaton, al obispo Berkeley huyendo de su propia sentencia:
«ser es ser percibido». Si el obispo Berkeley “está harto de ser
percibido (y de percibir)”, Beckett “ha agotado «todas las dichas del
percipiere y del percipi»” (p. 40).

“¿Cómo deshacernos de nosotros mismos y deshacernos a nosotros


mismos? (…) cuando se ha dicho que mientras estemos vivos
subsistirá al menos una percepción, la más temible, la de uno mismo
por sí mismo? Para plantear el problema y llevar adelante la
operación, Beckett elabora un sistema de convenciones
cinematográficas simples. Sin embargo, nos parece que sus
indicaciones y esquemas, y los momentos que él mismo distingue en
su película, revelan sólo a medias su intención” (Deleuze, 1983, p.
101).

¿Por qué para Deleuze, Beckett agota todas las posibilidades de la


percepción? En el montaje propuesto por Deleuze, Film se separa en
tres “casos”, que se corresponden con las tres grandes imágenes
elementales del cine: la acción, la percepción y la afección. Deleuze
trabaja Film a partir de la concepción de la imagen de Henry Bergson,
que supone la identidad entre la imagen y el movimiento (devenir) y
la identidad, a su vez, de la imagen-movimiento y la materia
(Deleuze, 1983, p. 91). En Bergson, “la identidad de la imagen y el
movimiento tiene por razón la identidad de la materia y la luz. La
imagen es movimiento como la materia es luz” (p. 92). El modelo de
Bergson retomado por Deleuze es el de un “devenir radical” (Bergson
1907, p. 278).

39
“un estado de cosas que no cesaría de cambiar, una materia-flujo en
la que no serían asignables ningún punto de anclaje y ningún centro
de referencia (…) ¿cómo estarían las imágenes en mi conciencia si yo
mismo soy imagen, es decir, movimiento? Y, en este nivel, ¿es que
puedo siquiera hablar de mí, de ojo, de cerebro, de cuerpo?”
(Deleuze, 1983, pp. 89-90).

Este continuo devenir se nos escapa. Para Bergson, escapa a la


percepción, a la intelección y al lenguaje. Somos –dice– presas del
vértigo frente al espectáculo de esta movilidad universal.
Acostumbrados a la “tierra firme”, no podemos adaptarnos “al
balanceo y al cabeceo” (como sí le ocurre al personaje de Film en el
final, que cabecea y se balancea en la mecedora). Necesitamos
“puntos fijos a los que amarrar el pensamiento y la existencia (…) No
tenemos ningún interés en escuchar el zumbido ininterrumpido de la
vida profunda” (Bergson, 1957 [1934], p. 27). Necesitamos formas.
Es la “ilusión” que Bergson se propone examinar: creer que se puede
“pensar lo inestable por medio de lo estable, lo moviente por lo
inmóvil” (Bergson 1907, p. 278). Lo estable es la forma. Pero “no hay
forma, puesto que la forma es inmóvil y la realidad es movimiento. Lo
que es real es el cambio continuo de forma” (p. 304). Se lee en El
innombrable (1953):

“Por último, entre el centro y el borde hay margen, y muy bien puedo
estar situado en algún lugar entre los dos. Igualmente es posible, no
me lo oculto, que también yo me vea arrastrado a un movimiento
perpetuo, en compañía de Malone, como la tierra con su luna.
Entonces, me habría quejado sin motivo del desorden de las luces,
simple efecto de mi obstinación en suponerlas siempre las mismas y
vistas siempre desde el mismo punto. Todo es posible, o casi. Pero lo
más sencillo, realmente, es considerarme fijo en el centro de este
lugar, cualesquiera que sean su forma y su extensión. Esto es
también, sin duda, lo más agradable para mí. En suma: nada,
aparentemente, ha cambiado desde que estoy aquí; el desorden de
las luces puede ser una ilusión; temer de cualquier cambio; inquietud
incomprensible” (Beckett, 1953, p. 42).

En la escritura de Beckett, ese movimiento infinito de la vida informe,


que deja al lenguaje en su intento de nombrarla (fijarla), siempre
retrasado o adelantado, siempre caído en la sospecha de mentir,
siempre vacilante, siempre negado, siempre en la ambigüedad o en la

40
duda de lo afirmado; ese movimiento arrastra, en primer lugar y
sobre todo, eso que se nombra yo. Así, el “fundamento” que le da
existencia al personaje de Malone Muere (1951), la única propiedad
que ostenta es, precisamente, lo sin fundamento ni sustancia, lo sin
forma ni certidumbre:

“Hice míos para siempre lo informe y lo inarticulado, las hipótesis


vanas, la oscuridad, el largo camino a tientas, el escondrijo. Tal es el
fundamento del que desde hace casi un siglo no me he, por así
decirlo, separado” (Beckett, 1951, p. 9).

A partir de la pregunta: “¿Cómo reproducir la soltura y la variedad de


la vida?”, Bergson (1907) sitúa en el artificio que el cine produce, un
modelo posible de reproducción de esa movilidad (p. 307). Esta
referencia lleva a Deleuze (1983) a plantear la figura del “universo
como cine”. A diferencia de las otras artes “que apuntan más bien a
un irreal a través del mundo”, el cine “hace del mundo mismo un
irreal o un relato”: con el cine, no es que una imagen se convierta en
mundo, sino que el mundo pasa a ser su propia imagen (pp. 88-89).
El conjunto infinito de todas las imágenes constituye una especie de
“plano de inmanencia”: “es un mundo de universal variación,
universal ondulación: no hay ejes ni centro” (p.90). Sin embargo, en
ese flujo en constante variación hay cortes, intervalos o desviaciones.
El modelo sería entonces el de movimientos e intervalos entre
movimientos. En los intervalos o desviaciones entre movimientos
también hay imágenes, pero de otra naturaleza. Son un tipo de
imágenes especiales, las “imágenes o materias vivas”, puntos de
anclaje o centros de referencia (p.95). Son las imágenes-acción, las
imágenes-percepción y las imágenes-afección. Deleuze sitúa en ellas
lo que llamamos subjetividad.

“Y cada uno de nosotros, imagen especial o centro eventual, no


somos otra cosa que una composición de las tres imágenes, un
consolidado de imágenes-percepción, imágenes-acción e imágenes-
afección” (p. 101).

Para Bergson (1907) “tomamos vistas casi instantáneas sobre la


realidad que pasa (…), la percepción, la intelección, el lenguaje
proceden en realidad así”. (pp. 307-308, citado en Deleuze 1983, p.

41
89). Cuando nuestra percepción y nuestro lenguaje distinguen
cuerpos (sustantivos), cualidades (adjetivos) y acciones (verbos),

“(…) las acciones han sustituido el movimiento por el lugar al que


éste se dirige o de un resultado que él obtiene; y la cualidad ha
sustituido el movimiento por la idea de un estado que persiste a la
espera de que otro lo reemplace; y el cuerpo ha sustituido el
movimiento por la idea de un sujeto que lo ejecutaría o de un objeto
que lo padecería, o de un vehículo que lo transportaría” (Deleuze,
1983, p. 92).

Pero ¿qué lenguaje puede ser capaz de decir este movimiento de la


vida sin finalidad, sin cualidad y sin agente? Un lenguaje así es
precisamente lo que George Bataille (1951) parece haber encontrado,
a propósito de Molloy (1951), en la escritura de Beckett : la expresión
de un movimiento en el que el lenguaje queda despojado de las
significaciones que sostienen nuestras existencias cotidianas,
“nuestras culturas, nuestras actividades y nuestras casas” (p. 176).
Lenguaje desposeído de “ese mundo calculado” que es nuestra
humanidad. De ahí que Bataille hable de la “ausencia de humanidad”
de Molloy (Bataille, 1951, p. 175). El lenguaje –escribe– “liberado de
esas servidumbres, ya no es más que el castillo deshabitado cuyas
aberturas flojas dejan entrar el viento y la lluvia (…) tiene la
autoridad de las ruinas” (p. 176). En ese panorama del lenguaje
como ruina, abandonado a la intemperie, ¿cómo no quedaría
arrasada a su vez, o en primer lugar, esa representación que dice la
propiedad de aquel que habla: yo? Molloy sabe que, cuando habla,
antes que ser él quien habla, presta oídos a un rumor o a un
balbuceo en el silencio. Antes que ser él quien tiene ciertas
impresiones o pareceres, se advierte cambiar junto a algo que ha
cambiado en alguna parte.

“Y cada vez que digo, Me decía esto o aquello, o que adopto una voz
interior que me dice: Molloy, y a continuación una hermosa frase más
o menos clara y simple, o me encuentro en la obligación de prestar a
terceros palabras inteligibles, o, refiriéndome a otro, salen de mi boca
sonidos articulados casi de un modo correcto, no hago más que
someterme a las exigencias de una convención que me pone en la
disyuntiva de mentir o callar. Porque todo ocurría de modo muy
distinto. De modo que no es que yo dijera Tal como van las cosas,
dentro de poco tiempo, etc., sino que estas frases son

42
aproximaciones a lo que quizá me habría dicho caso de haber sido
capaz. De hecho, yo no me decía nada en absoluto, sino que oía un
rumor, una mutación en el silencio, y le prestaba oídos, al modo de
un animal que se estremece y finge estar muerto, supongo. Y
entonces, a veces, nacía confusamente en mí una especie de
conciencia, la que expreso al decir: Yo me decía, etc., o Molloy, no lo
hagas, o ¿Nombre de su madre?, dijo el comisario, cito de memoria.
O lo expreso sin caer tan bajo como en la ‘oratio recta’, sino por
medio de otras figuras, igualmente falaces, como, por ejemplo, Me
parecía que, etc., o tenía la impresión de que, etc., porque no me
parecía nada en absoluto y no tenía impresión alguna de ningún
género, sino que simplemente en alguna parte había cambiado algo
que me obligaba a cambiar yo también, o que obligaba a cambiar
también al mundo, para que en definitiva nada quedara cambiado”
(Beckett, 1951, p.121).

Si en el universo de las imágenes-movimiento “todo reacciona sobre


todo (…) las imágenes actúan y reaccionan sobre todas sus caras y
en todas sus partes” (Deleuze, 1983, pp. 94-95), las imágenes vivas
en cambio, como una especie de imágenes “descuartizadas”, reciben
acciones sólo en alguna de sus partes “especializadas” (receptiva o
sensorial) y ejecutan a su vez reacciones desde algunas de sus
partes. Es como si esta cara especializada “aislara algunas
[imágenes] entre todas las que concurren y coactúan en el universo.
Aquí es donde podrán constituirse universos cerrados, «cuadros», en
el sentido de la pintura.” (p. 95). Imágenes vivas, entonces, como
imágenes interferidas en lo moviente del universo. En El innombrable
(1953) se lee que eso que se dice yo, antes que ser agente que
proyecta y percibe el mundo, es tropiezo de la mirada en la pantalla
del mundo.

“Pero en realidad, esta pantalla contra la cual mis miradas tropiezan,


con todo y seguir viendo aire en ella (…) El aire, el aire, tratemos de
ver qué se puede sacar de este viejo tema. De un gris justamente
transparente en mi proximidad inmediata, se extiende fuera de este
círculo encantado en finos velos impenetrables, de un tono apenas
más oscuro. ¿Soy yo quien proyecta esta débil claridad que me
permite distinguir lo que ocurre ante mis narices? No veo, de
momento, la utilidad de suponerlo así. La más profunda noche a la
larga se deja taladrar hasta cierto punto, como he oído decir, sin
ayuda de otra luz que la del cielo ennegrecido y de la tierra misma.
Nada nocturno aquí. Este gris, no por ser primero tenebroso y

43
después francamente opaco, deja de ser de una luminosidad intensa”
(p. 48).

Deleuze distingue entonces dos sistemas de referencia: uno es el


plano de inmanencia, “el conjunto infinito de imágenes, el conjunto
de los movimientos, de las acciones y reacciones como luz que se
propaga en todas las direcciones, sin resistencia y sin pérdida” (p.
92). La imagen-movimiento corresponde entonces a esa universal
variación, la percepción total. El otro es el de la percepción subjetiva,
sustractiva. Sus dos caras límites son la percepción y la acción. El
intervalo entre ellas es la afección. La imagen-movimiento deviene
imagen-percepción (o percepción de percepción) cuando lo que
percibo es la “acción virtual” que las cosas percibidas ejercen sobre
mí. La imagen-movimiento deviene imagen-acción (o percepción de
acción) cuando lo que percibo es la “acción posible” que ejerzo sobre
ellas. En el intervalo entre la percepción y la acción, la imagen-
movimiento deviene imagen-afección (o percepción de afección).
Entre el movimiento recibido y el movimiento ejecutado está la
afección, también ella movimiento, pero no de traslación sino
movimiento de expresión (pp. 100-101).

“Ella surge en el centro de indeterminación, es decir, en el sujeto,


entre una percepción en cierto sentido perturbadora y una acción
vacilante. Es una coincidencia del sujeto con el objeto, o la manera
que el sujeto se percibe a sí mismo, o más bien se experimenta o se
siente «por dentro»” (pp. 99-100).

Deleuze encuentra en Film las tres imágenes-movimiento referidas a


la percepción subjetiva. Primero, en la calle y la escalera, percepción
de acción: el personaje actúa y puede evitar el riesgo de ser percibido
deteniendo la acción. Segundo, en la habitación, O percibe (la
habitación, los animales y los objetos) y la cámara percibe (a O). Es
la imagen-percepción o percepción de percepción. El personaje
elimina toda posibilidad de percibir (y de ser percibido). El tercer
momento es el del personaje en la mecedora. Suprimidas tanto la
posibilidad de percibir una acción posible (percepción de acción) como
de percibir la acción virtual de las cosas percibidas sobre él
(percepción de percepción), queda la percepción de afección, el
afecto o la percepción de sí.

44
El final de Film sugiere que, con el cese del movimiento de la
mecedora, el personaje muere. Aquí se ubica el punto de giro que
introduce la lectura de Deleuze.

“Pero nada acaba en Beckett, nada muere. Cuando el personaje


muere (…) es que está empezando ya a moverse mentalmente. Se
encuentra tan a gusto como un tapón de corcho flotando en el océano
embravecido. Ha dejado de moverse, pero está en un elemento en
movimiento” (Deleuze, 1993, p. 43).

Si para Beckett en el desenlace nos encontramos con la agonía,


Deleuze ubica en ese momento final del personaje con los ojos
tapados y el cese del balanceo de la mecedora, con la pérdida del
movimiento personal, el comienzo del movimiento. Es el afecto como
devenir: “Pues el afecto no es un sentimiento personal, tampoco es
un carácter, es la efectuación de una potencia que desencadena y
hace vacilar al yo” (Deleuze y Guattari, 1980, p. 246). Mientras que
Beckett indica como punto de cierre de la fuga, lo inevitable de la
autopercepción, la lectura de Deleuze permite localizar allí, en el
punto de agotamiento del sí mismo, el comienzo de un movimiento
fuera de sí. Búsqueda de fuga de ser (percibido) como movimiento
incapturable de la vida. Devenir “impersonal y sin embargo singular,
que ya no tiene más Sí mismo para distinguirse o confundirse con los
demás” (p. 43). Deleuze hace girar así hacia el infinito el punto de
cierre de Film: “¿Acaso no es eso lo que hay que hacer, dejar de ser
para volverse imperceptible, según las condiciones planteadas por el
obispo Berkeley? (…) Volverse imperceptible es la Vida, «sin cesar ni
condición», alcanzar el chapoteo cósmico” (p.43). Es, quizás, la
mecedora metamorfoseada en transatlántico.

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felicidad, el erotismo y la literatura. Ensayos 1944-1961. Buenos
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45
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Filmografía

Film. Dir. Alan Schneider. Guión Samuel Beckett. Reparto Buster


Keaton. Prod. Evergreen Theatre, Inc., 1965.

46
Calesitas

Luz Barassi

No es tu fotografía lo que llevo en el alma,


muchacha sin rasgos:
es tu mirada,
justamente lo que no era tuyo,
lo que no era tú.

Mario Levrero

Poco se sabe acerca del momento en el que los niños abandonan el


interés por las calesitas. Parecería que, discreta y secretamente,
-pero de pronto-, el mundo comienza a estirarse, a perder toda
regularidad y a salirse de los estrechos márgenes de la repetición y
del círculo, de algunas hipnosis, de ciertos mareos, de cierta madre
que practica el estar a la espera, atenta, que aparece, y reaparece. Y
todo simulando una eternidad infantil vigorosamente festejada.

David Matza, sociólogo norteamericano, entre los años 60 y 70


afirmó de manera novedosa ante las discusiones sociológicas de
aquella época, que los jóvenes que circulan por los carriles de la
delincuencia suelen entrar “transitoriamente en un limbo entre la
convención y el crimen, respondiendo alternativamente a las
demandas de cada uno, coqueteando ora con una ora con otro, pero
posponiendo el compromiso, evadiendo la decisión”. No
comprometido con ninguna posibilidad (legal, ilegal, informal) se está
en una “deriva”. Podemos afirmar, yendo más allá, que la condición
de aquello que llamamos lo adolescente, necesita de esos estados y
de los tiempos que insumen, indefinibles. Nada de círculos ni de giros
en espiral: devenires imprevisibles.

47
Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los
otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. Los que
merodean son mayores que él, no sabe bien por qué, pero se siente
más cómodo en esa movida que en su casa, con los abuelos. Y todos
lo conocen y lo saludan y le hablan, y eso le gusta.
Algunas otras veces Miguel aparece en la casa de su madre, ahora
que tiene la oportunidad. Le gusta quedarse en su cama, en el medio
entre ella y el que está con ella, como si todavía fuera un niño.
Después de aquel acto abominable, Miguel piensa que robar no es
para él. Pero la escuela tampoco. Sin embargo, a veces, percibe a las
dos cosas como obligaciones diferentes que se le imponen sin
preguntar. Todo es muy extraño, porque no sabe muy bien por qué le
había pegado tanto a esa señora. Él no quería, sinó, no se sentiría tan
mal cuando lo recuerda. Justamente él, que sabe tanto de eso de los
gritos, de los golpes, del miedo de la mujer que sufre, del niño
acorralado. Lo primero que piensa es que todo aquello fue un error y
es lo que les dice a quienes esperan una explicación, pero hay algo
que insiste, que no cierra y que lo inquieta bastante, que trata de
anular, a veces con la compañía, con el humo, con el alcohol.
Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los
otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar.

En la internación en el instituto, Miguel conoció lo que es estar


preso. De algún modo había sido una realidad imaginada cuando
pensaba en su papá. Claro que una manera de conocerlo fue pasar
por ahí, entenderlo un poco y decidir o más bien, pedirle a la vida, no
volver a caer. La cárcel es casi el único lugar del que no se puede
salir corriendo, no hay muchos otros parecidos. Hasta podría decirse
que es más fácil salirse de sí, que de la cárcel.

Muchos consideran que si bien la privación de la libertad instituida


como prisión, tiene un efecto deteriorante y criminógeno
(reproductor de clientela carcelaria, estigmatizante, fijador y
potenciador de roles desviados y condicionante de males mayores),
un discurso penal latinoamericano preventivista y punitivista sigue
dominando al pensamiento jurídico y a todas las derivaciones
ejecutivas, “no porque sea verdadero, sino porque es la única opción
de la política demagógica de prisonización masiva divulgada desde los
Estados Unidos a la brutalidad exterminadora de América Latina. Se
trata de una teorización falsa frente a una política genocida, sin otro

48
discurso que la manipulación del miedo y del odio.” Miguel podría
asentir a esta idea, si alguien se la diera a conocer.

Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los


otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. De vez en
cuando, en medio de las risas de los otros, recuerda lo que fue vivir
con su mamá. Lo imagina como un pasaje por sucesos tibios y
plenos. Pero enseguida se trepan imágenes de gritos y golpes que
todavía lo enturbian. Aprendió a no hacerle demasiado lugar a esas
cuestiones y quedarse para sí con el miedo y el odio: son emociones
que conoce y entiende y que lo encuentran con facilidad en la calle,
en miradas y en gestos.
Sucede a veces, que cuando es tomado por pensamientos de esas
cosas, se oyen tiros en el barrio. Antes le daban susto; ahora una
curiosidad y una expectación que lo convocan a mirar, a buscar, a
tratar de entender.
Por ahí sucede que Miguel se encuentra con un mensaje de esa
chica que lo busca. Le incomoda la certeza de que él no está
disponible para tanto, se trata de algo más difícil que arrimarse a los
disparos que suenan en la noche. Es más grande ella, como de
veinte, grandota y gorda y a Miguel le gusta, pero lo inquieta. Le
molesta esa risa nerviosa que le impone. En realidad, podría decir,
cuando está fresco, que el mundo entero con su peso y su exigencia,
está en su contra. Y esa furia que lo tiene a veces y que intenta
mitigar o no, por momentos parece habitarlo, encarcelarlo.

Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los


otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. Así tomado,
disimulando un poco, suele ir a la escuela o al taller de teatro que le
ofrecieron cuando dejó el instituto. Eso, extrañamente, le divierte
bastante, hacer de pibe canchero, ponerse ropa de otros, que los
compañeros siempre lo elijan a él para personificar al actor principal,
al cheto, al galán. Del taller surgió la gorda, la que le gusta bastante,
pero también hay otras pibas y pibes y otras maneras de estar entre
ellos.
Para algunos de aquellos que actuamos convocados por la arista
más punitiva del Estado, la pregunta incesante es qué operación cabe
ante la violencia que se desata entre los jóvenes capturados por la
criminalización secundaria, definida como el proceso de selección de
aquellos en los que recae todo el sistema penal: la policía, los

49
tribunales, el castigo, la rehabilitación, la vigilancia. Qué decir ante la
incesante pregunta por el diagnóstico, por el pronóstico, por las
medidas de cuidado, de seguridad, de cura.
Muchos afirman que ha llegado para quedarse, el ocaso de las
ideologías de la resocialización y que esto es coincidente con la crisis
de un estado providente (que en realidad nunca existió en
Latinoamérica pero que ha dejado la estela de las buenas
intenciones). Las ideologías re –en las que se incluyen los
tratamientos psicológicos impuestos-, dicen, llevan sobre sí un
sustrato autoritario porque pretenden modificar las elecciones de las
personas. Y se propone entonces, que la prisión y sus demás
derivados (patronatos, métodos de cura y vigilancia, implicación de
los padres cuando los que delinquen son sus niños o adolescentes) se
ofrezcan como posibilidad de preparación para un estado de menor
vulnerabilidad. Afianzando la autoestima, anoticiando a las víctimas
de los procesos sociales que los producen como estereotipos,
enseñándoles a “abstenerse de un ofrecimiento grosero a la trampa
del poder punitivo”. Una propuesta pedagógica.
Esto y no sin otras herramientas políticas, quizás sea alguna vez
posible para un particular que es llamado “el grupo vulnerable”.
¿Pero, qué hay de lo singular en cada joven que debemos describir,
desde la psicología o el trabajo social, para los jueces? ¿Qué de cada
pequeña historia del conurbano pobre de nuestra gran ciudad, que
transita casi las mismas calles?
Y dicen que es en el ocaso de toda respuesta, en donde emerge la
invención.

Hace un tiempo en San Miguel, Provincia de Buenos Aires se


trabaja con algunos jóvenes, que forman parte de la población
sociocultural e institucional más pobre del Gran Buenos Aires. Día a
día se está ofreciendo un espacio de “trato”, que no es de
“tratamiento”, ni de “tratos”. Ni de la culpa, ni de la expiación, ni de
la explicación, ni de la prospección. Un tiempo no establecido que
podría llamarse de “mediación para jóvenes en conflicto con la ley
penal”, pero que podría ser también el espacio de la “deriva”, de la
“pregunta”, de la “espera”, y arriesgo, del “aguante”. Desde un
contexto hostil, la mano dura de la ley ofrece una mano tendida que
se da, sin saber nada de ante-mano. Un gesto sutil y a veces
inadvertido. Un guiño.
Una invitación a que el adolescente en cuestión pueda invitar, él
mismo, a quien él quiera acompañarlo. ¿Y a qué o a dónde? A

50
hacerse preguntas, a buscar pistas de respuestas posibles por aquí y
por allá, porque en la idea de buscar, es que estos atrevimientos se
auto engendran y generan movimiento donde antes había silencio y
quietud, muerte, golpes, cárcel.
Parafraseando a Marcelo Percia, sabemos que no sería feliz desde
nuestro lugar clínico enfocarnos en las esperanzas (de que el Estado
ofrezca soluciones, dinero, inversión de recursos, cuerpos
profesionales, trabajo, escuelas, de que el joven cambie, mejore,
deje de drogarse, deje de correr peligros, abandone el robo, trabaje,
se lleve bien con los padres y se esté de novio). Porque la esperanza
inmoviliza y entonces resta. Porque como él escribe, “la esperanza
anhela lo previsto mientras que la espera vive atenta a lo
inesperado”. Y lo inesperado de sí es condición de lo adolescente.
Pulsa descubrimiento, si podemos acogerlo.
Mediación, entonces, como clínica de la espera, espacio que no
tiene valor de intercambio, que no genera “buen concepto”, que no
promete mejorar la condición formal ante el proceso penal. Que
recibe con una sonrisa expectante. Un encuentro entre desconocidos
que se quieren conocer un poco. Formado por quien quiera, para el
que quiera: mediación como “espera impugnadora de lo inexorable y
productora de posibilidad”. En la promesa de lo confidencial, surge allí
la posibilidad de que alguien afirme –provisoriamente o no- como
modo posible de vida, el robo. O como práctica de goce, el consumo.
Pero también, que aparezca, imperceptible, una punta de un ovillo
que empieza por el curioso deseo vergonzoso de un amor que asoma.
O del gusto por una actividad que no reditúa más que en cierto placer
de exhibirse ante los otros un poco fugado de sí. O de la posibilidad
de una queja por el destrato al ser mirado como niño que nada puede
decidir, o como adulto que ya debe estar presto para ejercer un oficio
y mantener a padres y hermanos (ejerciendo como únicas opciones la
albañilería o la venta ambulante o la limpieza de coches). O del
descubrimiento de que quizás la amistad entre pares pueda cursar
por otros carriles que los de la aventura delictiva.

En ese espacio del signo de interrogación, Miguel reía un poco


desconcertado porque su madre contó, al fin, cómo fue que
misteriosamente, se encontraron entre las vías del tren cuando él
debía estar en la escuela, la primera vez que se escapó y ella debía
estar en la oficina en donde oficia de portera. El creía que ella lo
había seguido, desconfiada de sus promesas de buena conducta, pero
no, ella volvía de su trabajo antes de tiempo a causa de una protesta
gremial. Sin saberlo hasta ese momento, se descubre que ella lo

51
busca en todos lados, desde el triste día que el padre de él y pareja
de ella se lo arrancó de sus brazos, siendo Miguel un nene muy
chiquito, casi sin memoria.
Suele ser difícil conversar con una madre. Aún más cuando no se la
conoce sino a partir de aquellos fragmentados recuerdos de
ausencias, tantos años atrás. Aún más porque lo que reclama
argumentos es aquello. Es incómodo, lejano y cercano a la vez.
Sospecharse abandonado y también querido y buscado como un
tesoro oculto, y todo sin tener mapas en la mano. Ella se pregunta
incesantemente cómo llegar a él, que le fue robado de sus brazos.
Surge que tal vez jugando a las escondidas, porque él le anda
proponiendo eso y no mucho más.

Alguien podrá sospechar que una terapia andaría por los mismos
rieles. Sin embargo, creemos que montar una escena en la que
alguien representa al tribunal, y que se suma al espacio, le quita una
intimidad y un limbo que suele diluir espacios re malogrados. Se trata
de la propuesta de trabajo en torno a lo que por aquí lo trae al joven,
que es la infracción a la ley penal. Un mediador/preguntador propone
el juego. Y entonces, la ausencia de profesionales contratados para la
evaluación, la re-sociabilización, la re-habilitación, la re-distribución
de la energía libidinal de modo conveniente al bien común, hace que
la propuesta se centre no en la cura, sino en la vida. De ese oficio de
argumentar y argumentarse, creemos, puede ir naciendo, una fuente
de diálogo que se derrama y que construye subjetividad ampliando
los márgenes de lo posible. Que soporta derivas, que no promete ni
pide promesas de salvación. Una propuesta clínica como política
pública a un problema público que es la progresiva desaparición de
ese espacio que Erickson sabiamente había llamado “moratoria
social” para los adolescentes pobres.

Algunas veces Miguel recorre trechos cortos y se detiene entre los


otros buscando unas cervezas, algo de vino, fumar. Ese estar entre
murmullos y risas sin demasiado sentido le permite arrojarse a
cualquier idea que se impone, atrevida. Hoy le dan ganas de caminar
solo. Recorre unas cuadras más y llega a la placita saludando con la
mano; hay otros pibes reunidos, haciendo qué sé yo. Toma entonces,
con sus manos pequeñas y heladas los fierros de la rueda giratoria,
calesita extraña, sin piso, sin caballitos ni autos, sin sortija, sin
postes de donde sujetarse y mirar alrededor. Gira corriendo
alrededor, aferrado, suma velocidad mientras corre en círculo, llega el
momento oportuno y levanta los pies y flota a la vez que gira y siente
52
la brisa en su cara y un cosquilleo lindo. Un paso más, por qué no, y
suelta los brazos, impulsado por una alegría que viene quién sabe de
dónde ni por qué. El impulso lo empuja hacia afuera y luego de un
instante vuela, vuela, vuela y desaparece.

Bibliografía

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conflicto, el marxismo y el pensamiento crítico respecto de la cuestión
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Percia, M (2014) “sujeto fabulado II. figuras” Buenos Aires, La Cebra,
2014.

DERIVAS DE ‘LO GRUPAL’


(Lecturas de Eduardo Pavlovsky) *
Rocío Feltrez
Deja, iba a decir deja todo esto. Qué importa quién
hable, alguien ha dicho qué importa quién hable.
Samuel Beckett. Textos para nada.

53
La historia, con sus intensidades, sus debilidades, sus furores
secretos, sus grandes agitaciones febriles y sus síncopes, es el cuerpo
mismo del devenir. Hay que ser metafísico para buscarle un alma en
la lejana idealidad del origen.
Michel Foucault. Microfísica del poder.
No más mente a la conquista laboriosa de su unidad, sino la erosión
indefinida del afuera; no más verdad resplandeciendo al fin, sino el
brillo y la angustia de un lenguaje siempre recomenzando.
Michel Foucault. El pensamiento del afuera.

Sobre el agotamiento del lenguaje


Lo grupal no sólo es el nombre de una publicación periódica
impulsada por Eduardo Pavlovsky y Juan Carlos De Brasi que alcanzó
diez libros entre los años 1983 y 1993. Lo grupal es, también, el
nombre de un movimiento disidente del pensar.
El neutro lo, aparece como una astucia para escapar de los lugares
fijos que el lenguaje nos impone (Percia, M., 2010): movimiento que
entiende que resulta difícil pensar otro mundo mientras nos
mantengamos desligados del problema del lenguaje.
¿Por qué pensar que se dispone de él como si se tratara de un objeto
inerte, manso, domesticable? Si las palabras se acurrucan en las
venas. Si una idea da cosquillas. Si ¿quién habla? es la pregunta
inextinguible que relaza el pensar al infinito.
La astucia del neutro ‘lo’ abandona el afán de obturar el derrame
inevitable de ese cuerpo siempre vivo. Tras el agotamiento de unas
fórmulas que embalsaman lo viviente, de una lengua estacada en
lugares comunes, el neutro ‘lo’ precipita lo impensado. El
agotamiento del lenguaje no sólo dice el tedio de unas palabras
conquistadas por el sentido común. Sugiere, también, que el lenguaje
se derrama, obstinado, más allá del intento demasiado humano de
asir lo inasible. La lengua agotada, se vuelve gota insumisa.

‘Lo’ Pavlovsky
Quizá convenga anteponer a «Pavlovsky» también el neutro lo, en un
intento de rodear algo de esa experiencia incapturable que se trama
entre psicoanálisis, teatro, política, filosofía y estética. Experiencias
que se baten más allá de las fronteras disciplinarias. Una obra teatral
es, también, espacio de pensamiento. La escritura de un drama lleva

54
el pulso de las experiencias clínicas, aunque las voces de esas figuras
dicen más de lo que el cuerpo que escribe cree decidir.
Lo Pavlovsky incomoda a las disciplinas. Fuerza a abandonar el afán
de establecer límites claros, ordenar, clasificar, separar, rotular; lleva
a abandonar todo querer-asir.
No se trata de borrar, con el neutro lo, a ese cuerpo rabioso que vibra
en el escenario. El neutro lo nos invita aun más allá de la experiencia
personal, un más allá de los lugares comunes, y más allá podría ser
un hermoso modo de invocar a esa presencia inclasificable que anda
desbordante. Más allá no como espacio trascendental desligado de lo
inmanente sino como movimiento de impugnación de lo que es;
cuerpo que no se conforma con las formas de vida de las que éste
cuerpo social, ésta civilización, está siendo capaz.

Amistad
Un texto, una obra, puede ser esa experiencia que cuando se arroja
al aire como trama disponible, como urdimbre de pensamientos que
no esperan la caricia narcisista del reconocimiento, hace estallar en
preguntas a la Razón.
Entre lecturas, nos asalta el deseo de indagar las constelaciones
amistosas que acompañaron los días de los textos de Eduardo
Pavlovsky. Pintar el entramado social que gestó cada letra, trazar los
desvíos, pausas y envites. Imaginar la densidad de la tinta que pintó
cada palabra.
Es cierto que pensar gusta de soledad, pero quizá convenga
sospechar de las soledades que no se dejan acompañar por otras
soledades que también insisten en fabular ideas para un mundo por
venir. Amistad es condición del ejercicio del pensar. Amistad, con
Nietzsche, como lecho duro: muelle de roca en el que descansamos
incómodas. Umbral que se posa sobre el mar y dispone a la belleza
del paisaje, mientras es blanco de las olas más inquietas.

Presencias leídas
En Kafka y sus precursores (1951), Borges sugiere que cada escritor
crea, en su escritura, a sus precursores. Así como la escritura
kafkiana creó ciertas presencias, Pavlovsky también tramó las suyas.
Hay ideas, experiencias, y acontecimientos que rastreamos en los
textos de Pavlovsky: líneas de pensamiento trazadas por Gilles
Deleuze y Félix Guattari; el teatro de Samuel Beckett; el Cordobazo;

55
ideas de Ángel Fiasché, Marie Langer, Wilhelm Reich; los grupos
Plataforma y Documento, conformados tras la ruptura con la
Asociación Psicoanalítica Argentina; las estrechas relaciones entre
psicoanálisis y marxismo que acompañaban aquellos años
efervescentes; la experiencia de “La Casona”; la Psicoterapia de
Grupos con niños y adolescentes; el Psicodrama Psicoanalítico y el
Grupo Experimental Psicodramático Latinoamericano gestados junto a
Fidel Moccio y Carlos Martínez Bouquet; las Escenas Temidas del
Coordinador de Grupos y la Multiplicación Dramática, elaboradas
junto a Hernán Kesselman y Luis Frydlewsky, entre otras.
No buscamos sistematizar “la obra” de Eduardo Pavlovsky, sino más
bien cartografiar algo de esas presencias que tejen los textos.
Convidar las derivas de una experiencia de lectura.

Historias (una revuelta anti-mayúscula)


¿Cómo te cuento todo eso, hermano, cómo?
Eduardo Pavlovsky. Rojos globos rojos.

Relatar un viaje. Los sesenta, los setenta. Algunos y algunas de los y


las que nacimos rozando los noventa recibimos relatos escritos con
letras fosilizadas que poco dicen de esos cuerpos que temblaron de
alegría, de miedo, de amor, de furia. En las aulas, los relatos de «la
historia» suelen transmitirse con la misma impasibilidad con que un
lunes a las doce del mediodía un señor con traje y corbata comenta
que murieron veintitrés pibes y pibas en un bombardeo en la frontera
de Gaza. Se habla sin sentir ni el peso ni el color ni la textura de lo
que se dice cuando se dice; sin notar que algunas palabras gritan las
heridas de la civilización.
Los pizarrones se atestan con líneas de tiempo que intentan
condensar en dos metros verdes y veinte palabras el bombardeo a la
Plaza de Mayo del cincuenta y cinco, la Noche de los Bastones Largos
y la Dictadura Militar del setenta y seis, desoyendo que lo vivo no
anda tanto sobre líneas sino que gusta más bien de perderse en
laberintos; olvidando que entre representación y representación pasa
la vida.
Muchos y muchas de los y las estudiantes de la Facultad de Psicología
de la Universidad de Buenos Aires quizá no saben que alguna vez,
allá por mil novecientos sesenta y nueve, bajo el gobierno de facto de
Juan Carlos Onganía, la ciudad de Córdoba estalló a gritos. Y que

56
esas voces retumbaron en el país con una potencia tan inmensa que,
a los pocos días, el gobierno de Onganía cayó. Y que el Cordobazo fue
uno de los acontecimientos que marcó el inicio del proceso de ruptura
con la Asociación Psicoanalítica Argentina que se cristalizó en mil
novecientos setenta y uno.
Hay desde ésta perspectiva un modo de pensar la idea de historia.
Inclinación hacia una historia que, como escribe Hugo Vezzetti,
“busca explorar una trama de procesos y acontecimientos, múltiples,
heterogéneos, siempre parciales; no busca reconstruir totalidades
sino problemas; y no es un reducto de certezas sino que su motor es
la curiosidad” (Vezzetti, H., 2007)
¿Cómo relatar algo de eso? En los prólogos de algunos libros
publicados aquellos años, encuentro indicios de esas historias que no
entran en las aulas; historias que se escriben con minúscula y en
plural. Como si en esos espacios dialógicos y testimoniales, cuando
logran librarse de la tentación de convertirse en exhibidores del
narcisismo de las pequeñas diferencias o de las formalidades
complacientes, los cuerpos se sintieran a gusto.
Algunos prólogos de textos de Eduardo Pavlovsky anteriores a la
publicación Lo grupal nos dejan pensar ciertos debates que tenían
lugar aquellos años; tensiones que se dibujan en un intercambio
epistolar, un diálogo, y hasta en la soledad del relato íntimo. Prólogos
como narraciones que nos dan indicios de modos de pensar, de
hacer, de vivir. Relatos que cuentan, también, el ritmo de los días de
los textos.

Un prólogo
Pavlovsky comienza a escribir Psicoterapia de grupo en niños y
adolescentes (1968)impulsado por una conversación informal que
entabló con Ángel Fiasché en 1966. Decide escribir el primer capítulo
de ese libro en forma de diálogo, en un intento de plasmar algo de
ese encuentro.
Mientras en la primera edición el libro es prologado por un Emilio
Rodrigué que trata de «usted» a un tal «doctor Pavlovsky», en el
prólogo de la segunda edición (1973) encontramos un intercambio
epistolar cargado de afecto, tensiones, ideas y diferencias entre una
constelación amistosa: Hernán Kesselman, Armando Bauleo, Emilio
Rodrigué y Eduardo Pavlovsky. Resulta difícil narrar la intensidad que
circula entre esas letras. Se siente el rechinar de unas plumas
agitadas.

57
Interesa la mezcla de ideas, inquietudes, preguntas y fuerzas que
circulaban en el campo intelectual, político, social aquellos años.
Palabras impulsadas por un deseo de transformación.
Rodrigué ve en el Cordobazo el punto de inflexión que los hermanó:
“Y pensar que en el 66 te trataba de usted, compañero de ruta. ¡Es
como hablar de usted con el espejo! Faltaba que llegara mayo del 69
con el Cordobazo para que recibiéramos el puntapié inicial que nos
lanzó en órbita. Y mirá que hemos hecho un viaje muy especial desde
ese entonces, donde hemos sido náufragos y cazadores, ya que
hemos perdido muchas cosas en la búsqueda de las medidas de
nuestra liberación. Este es el viaje que hemos compartido con
Armando y Hernán y con la observadora participante Mimi. Ello
explica la endiablada promiscuidad epistolar de este prólogo”.
(Pavlovsky, E., 1968, p. 12)
En el prólogo al primer volumen de la publicación Cuestionamos
(1971), Marie Langer también dice encontrar en el Cordobazo un
punto de inflexión. Allí escribe: “a nosotros, como institución, nos
despertó el Cordobazo” (Langer, M., 1971, p. 17). Advierte que la
ruptura con la Asociación Psicoanalítica Argentina no es impulsada
por un cuestionamiento al psicoanálisis en sí, sino más bien por una
crítica a las omisiones que comete el pensamiento psicoanalítico.
Ubica, en principio, dos puntos fundamentales hacia donde se dirige
la crítica: i) Las ideas de Freud que hablan de una sociedad dada y un
hombre inmodificable. ii) La institucionalización del psicoanálisis y su
pacto con la clase dominante.
Luego de la ruptura, se generan dos movimientos disidentes:
Plataforma y Documento. En alguna ocasión, Pavlovsky comenta que
lo que el “psicoanálisis de izquierda” se proponía era la adecuación de
su discurso a una práctica posible, y esta práctica era vivida como
práctica de transformación, no de consolidación. (Pavlovsky, E.,
1987, p. 14) Para algunos, esa ruptura fue vivida como una
oportunidad para trabajar, enseñar y pensar por fuera de la
protección asfixiante de la institución psicoanalítica.
El intercambio epistolar es retomado por Armando Bauleo. Parece
continuar con algunas de las cuestiones que se podían leer en la
publicación Cuestionamos; inquietudes que acompañan el ritmo de
una época: ¿Cuáles son las implicancias de pensar la práctica
psicoanalítica por fuera de la lucha de clases? ¿Cómo involucrar otras
significaciones allí donde el discurso psicoanalítico hegemónico se
presenta como apolítico? ¿Qué interpretar y cómo hacerlo? Bauleo
propone una «lectura ideológica» de la situación. Pavlovsky responde.

58
Comienza diciendo que nunca podrá saber si él, Kesselman y Bauleo
se dicen «hermanos» por los derroteros de su relación afectiva, o por
el hecho de ser los tres «hijos» de Marie Langer. Quizá la mítica
presencia de esa mujer sostenga esa palabra que alguna vez eligieron
para nombrarse. Hermanos de ruta. Enamorados del psicoanálisis, de
los grupos. Comunidad de analizantes .
Pavlovsky piensa con Wilhelm Reich. Desde allí, la ideología
pequeñoburguesa aparece como un cáncer que, al infiltrarse en el
proletariado, ayuda a negar su inserción de clase. Se anima a decir
que esa podría ser la explicación a una situación con la que se suelen
encontrar en la clínica: los niños de familias humildes quieren “jugar
a ser niños ricos”. Como si la «familia proletaria» estuviera
contaminada por la ideología dominante. Luego se hace presente
Rodrigué, con las pequeñas elucubraciones de su incipiente cabecita
negra, tal como decide, con un gesto burlón, llamarlas.Sabe que, en
ese estilo epistolar, reposa una intención pedagógica. Lo lúdico puede
comprenderse desde lo lúdico, y es allí, entre esas letras, que la
constelación brilla. Rodrigué escribe el prólogo el 9 de Marzo de 1973,
dos días antes de que Héctor Cámpora asumiera como presidente de
la Nación. Plantea el problema de la política y las diferencias
ideológicas que los separan. La diferencia es el peronismo, escribe
Emilio. “Armando, Tato, ¿no se dan cuenta de que el país está en
guerra?” (Pavlovsky, E., 1968, p. 13) Tres meses después, el día 20
de Junio, se produciría la masacre de Ezeiza.
Finalmente, Kesselman toma la posta. Su escritura parece urgente.
Critica fuertemente al tecnicismo modernista al que responde el
psicoanálisis neutral y apolítico, al purismo cientificista de izquierda
que anestesió al pensamiento, a la fiebre del consumo que gestó
modos de vida que impidieron que los intelectuales se asumieran
como «hombres de pueblo», “mientras el pueblo, la vida misma,
pausadamente, pasaba por la calle” (Pavlovsky, E., 1968, p. 15)
Insiste en la necesidad de tomarse a ellos mismos, a ese grupo de
intelectuales, hermanos, amigos, como blanco del análisis crítico:
cuestionar sus propias formas de intervención. Poner en marcha una
crítica del nosotros mismos. Invita a demorarse metros antes de la
línea de llegada de esa carrera epistolar. Demorarse para comenzar a
pensar. Intimar con los problemas de esos tiempos, para que la
producción intelectual y la práctica clínica comiencen a marchar al
ritmo del pueblo. Se desliza una invitación a pensar:
“¿Nos vamos juntos, entonces, para seguir corriendo hacia otro lado
sin abandonar nuestro instrumento, pero codo a codo con los que
tienen nuestros mismos intereses y entre ellos, es decir, ni tan
adelante del ritmo de marcha del pueblo en su conjunto que no se
59
llegue a escuchar lo que decimos ni tan atrás que nos perdamos de
su vista?” (Pavlovsky, E., 1968, p. 16)
El Cordobazo hermanó, de algún modo, a esas inquietudes que
intentaban impulsar un movimiento de transformación. Luego del
zarpazo amoroso, aparecieron las historias, las guerras y exclusiones.
El cuerpo social secretó, de algún modo, la siguiente pregunta: ¿Qué
formas de organización somos capaces de crear tras la ruptura con
las instituciones que criticamos?
Interesa detenerse en una de las propuestas que Hernán Kesselman
lanza en ese prólogo del setenta y tres: poner al nosotros mismos
como blanco del análisis crítico. Cuestionar las “propias” formas de
intervención. Se trata de una apuesta que podría mantener en su
horizonte la pregunta por aquello que está pudiendo un cuerpo
colectivo. ¿Cómo no sentir las resonancias de estos planteos de
principios de los setenta con algunos de los problemas que se dibujan
por estos días? La pregunta por aquello de lo que es capaz un cuerpo
social se mantiene en el horizonte. Ensayar una crítica de nosotros
mismos quizá hable de un intento que no tiene que ver estrictamente
con un programa revolucionario. Quizá interesa pensar una analítica
del deseo como posición, o mejor, como disposición; un estado de
sensibilidad frente a aquellos fenómenos micropolíticos que traman
los ritmos de un cuerpo social.
Un cuerpo disponible, que está crítico en lo que va pudiendo, tal vez
(sólo tal vez) pueda narrar algo de lo que la Razón no logra asir.

Secretar
Quizá no se trate tanto de contar secretos o detalles curiosos como
de narrar historias que puedan secretar preguntas del cuerpo social.
Construir problemas para comenzar a pensar.

Flechazos
Estar a la hora del mundo. Esa es la relación entre
imperceptible, indiscernible, impersonal.
Gilles Deleuze y Félix Guattari. Mil Mesetas.

Los derroteros del cruce con ideas de Gilles Deleuze y Félix Guattari,
y la obra de Samuel Beckett, quizá sea el convite más intenso que
ese cuerpo rabioso nos invita a transitar. Tanto el encuentro con la

60
obra de Beckett –desde aquel flechazo de Esperando a Godot, en el
cincuenta y siete– como la lectura de la obra de Deleuze y Guattari,
pueden pensarse como acontecimientos que diseminaron en la
experiencia Pavlovsky un pulso singular.
A la hora de pensar esa experiencia, algunas ideas de Deleuze y
Guattari se presentan como pistas ineludibles. Se lee en El Anti Edipo
(1972): “Ello funciona en todas partes, bien sin parar, bien
discontinuo. Ello respira, ello se calienta, ello come. Ello caga, ello
besa. Qué error haber dicho el ello” (p. 11) “Yo y no-yo, exterior e
interior ya no quieren decir nada” (p. 12) “(…) solo hay el deseo y lo
social, y nada más. Incluso las formas más represivas y más
mortíferas de la producción social son producidas por el deseo” (p.
36), “(…) nada de Papá y Mamá. El inconciente es huérfano” (p. 56).
Ideas que nombran algo de eso que Pavlovsky venía haciendo en
clínica y teatro, incluso antes de encontrarse con esas lecturas.
La experiencia Pavlovsky participa de una ética del cuerpo que
intenta ir más allá de la lógica de lo personal y la tiranía del yo. Una
ética a la que le interesan los estados eintensidades por las que
pasan los cuerpos afectados por el mundo social. En Mil Mesetas
(1980), Deleuze y Guattari convidan una idea que Pavlovsky retoma
para pensar los estares clínicos y teatrales:

“un cuerpo no se define por la forma que lo determina, ni como una


sustancia o sujeto determinados, ni por los órganos que posee o las
funciones que ejerce (…) un cuerpo sólo se define por una longitud y
una latitud: es decir, el conjunto de los elementos materiales que le
pertenecen bajo tales relaciones de movimiento y de reposo, de
velocidad y de lentitud (longitud); el conjunto de los afectos
intensivos de los que es capaz, bajo tal poder o grado de potencia
(latitud). Tan sólo afectos y movimientos locales, velocidades
diferenciales. (…) Existe un modo de individuación muy diferente del
de una persona, un sujeto, una cosa o una sustancia. Nosotros nos
reservamos para él el nombre de haecceidad ” (Deleuze, G.; Guattari,
F., 1980, p. 264)

Eduardo Pavlovsky se detiene especialmente en el problema de la


individuación. En el libro número 8 de la publicación Lo Grupal,
escribe un texto cuyo título anticipa las resonancias de una
experiencia de lectura: Samuel Beckett, hoy: Gilles Deleuze (1990).
Allí intenta pensar los cruces entre las ideas de Deleuze-Guattari y las
obras de Samuel Beckett. Afirma en esas líneas que usualmente los

61
estudios sobre Beckett trabajan sobre complejas metáforas que
obturan la intensidad del universo beckettiano, desatendiendo otros
indicios que encuentra más interesantes. Sugiere que algunas
conceptualizaciones de Deleuze, permiten pensar “otra dimensión del
universo beckettiano, que no deja de coincidir en última instancia,
con la permanente resistencia de Beckett a ser interpretado a través
de la construcción de dispositivos metafóricos” (Pavlovsky, E., 1990,
p. 30). Esta puesta en cuestión de la compulsión interpretativa o
interpretosis , no se reduce al análisis de la obra de Samuel Beckett
sino que se enmarca en un movimiento de pensamiento que intenta
conmover algunas de las lógicas que sostenían las prácticas
“grupalistas” tradicionales. Pavlovsky explicita algo de la operación de
lectura realizada en aquel texto:

“hemos intentado a través de estas líneas elaborar ciertos niveles de


lectura del universo beckettiano, generalmente más ligado a la
filosofía del pesimismo y del deterioro o de la incomunicación
humana, que a la creación y gestación de nuevos dispositivos y
formas complejas de individuación en la dramaturgia universal, que
han servido muchas veces de modelo (conciente o inconcientemente)
a las vanguardias teatrales contemporáneas” (Pavlovsky, E., 1990, p.
32)

Ciertamente, la obra de Samuel Beckett deja pensar el problema de


la individuación, cuestión abordada por Deleuze y Guattari en varias
oportunidades. Muchos de los textos del dramaturgo irlandés dejan
pensar individuaciones sin sujeto que dan cuenta de estados que
dicen lo que pasa por un cuerpo. Composiciones impersonales,
preindividuales, que ponen en cuestión la lógica de la propiedad y se
ríen de la ficción del origen, de las causas localizables. Pavlovsky
escribe:

“Qué son El Innombrable, Malone Muere, Molloy, o las últimas obras


de Beckett, sino sujetos sin rostro, voces que hablan a los
personajes, que ya no tienen forma o sustancia propias (…) En las
últimas obras de Beckett, no hay sujetos definidos. Tan sólo
relaciones de movimiento y de reposo, de velocidades y de lentitud
entre elementos no formados, moléculas y partículas de todo tipo.
Individuaciones sin sujeto, que constituyen agenciamientos
colectivos. Nada es subjetivable (…) Toda la literatura de Beckett
presenta disoluciones de formas y de las personas, liberación de

62
movimientos, velocidades, retrasos, afectos, como si algo se
escapase de una materia impalpable a medida que el relato
progresa.” (pp. 14 y 24)

Esa tensióninextinguible que implica la puesta en cuestión de la


existencia de una unidad de sí mismo (persona, sujeto, yo) resuena
con el modo en que Gilbert Simondon entiende el proceso de
individuación. En La individuación a la luz de las nociones de forma y
de información (1958) Simondon intenta pensar las condiciones en
que un individuo se individúa, entendiendo en principio que la
individuación es un proceso inagotable, siempre abierto. Comienza
poniendo en cuestión ese pensamiento que atraviesa las dos vías
según las cuales suele abordarse la realidad del ser como individuo.
Una de estas vías, la hilemórfica, responde a la tradición
aristotélicasegún la cual un individuo se engendra por el encuentro de
forma y materia. La otra, afirma que el ser como individuo no se
engendra sino que (pre)existe como unidad, fundado sobre sí mismo.
Simondon afirma que el pensamiento que sostiene estas dos vías
“supone que existe un principio de individuación anterior a la
individuación misma, susceptible de explicarla, de producirla, de
conducirla.” (Simondon, G., 1958, p. 23)Escribe:

“Para pensar la individuación es preciso considerar el ser no como


sustancia, o materia, o forma, sino como sistema tenso,
sobresaturado, por encima del nivel de la unidad, consistiendo no
solamente en sí mismo, y no pudiendo ser pensado adecuadamente
mediante el principio del tercero excluido” (Simondon, G., 1958, p.
27)

Interesa especialmente la idea de un sistema tenso, abierto, móvil,


sostenido en una indeterminación que dispone. Quizá en esta misma
línea pueda pensarse el pasaje de los grupos a ‘lo grupal’.

Ética de lo abierto. Estar manada


Muchas de las ideas que sostienen lo que se conoce
comomultiplicación dramática resuenan con líneas teóricas trabajadas
por Deleuze y Guattari. Esta ficción podría pensarse así: alguien
presta una escena, hace disponible una trama, un relato, para ser
dramatizado. Cada uno de los cuerpos presentes improvisa otra

63
escena que resuena con la escena inicial. Los múltiples sentidos
convulsionan algo de ese sentido “primero” que un cuerpo vive,
quizá, como dolor, pesadez, angustia o hastío.
Tal comoafirma Pavlovsky, Las escenas temidas del coordinador de
grupos (1978) es un trabajo precursor del libro que condensa las
ideas sobre la multiplicación dramática. Pavlovsky, Frydlewsky y
Kesselman ubican dos modos de estar del coordinador o de la
coordinadora en un grupo : una forma que se despliega en base a
modelos referenciales conocidos, y otra desde la intuición o
creatividad. Estar molar y estar molecular. Se trata de dos momentos
que se entrecruzan constantemente. Desde esta lectura, en el
primero momento orientan la experiencia personajes acompañantes,
modelos teóricos. Hay algo del cuerpo tenso, rígido que dice ese
estado, ese momento. En el segundo, se produce una ruptura con
esos personajes acompañantes y adviene la experiencia de soledad,
salto al vacío. Podría pensarse esa desnudez característica de este
segundo estado como experiencia de manada. En Mil Mesetas (1980)
Deleuze y Guattari retoman una distinción que Elías Canetti sugiere
respecto a los juegos de multiplicidades. Masa y manada aparecen
como dos tipos de multiplicidades que por momentos se oponen y por
momentos se combinan. Lo interesante de la manada es que cada
cuerpo permanece solo a pesar de estar rodeado de otros cuerpos.
Habla de una soledad que se podría pensar como ex-posición:

“En las constelaciones cambiantes de la manada, el individuo se


mantendrá siempre en el borde. Estará dentro, e inmediatamente
después en el borde, en el borde, e inmediatamente después dentro.
Cuando la manada forma un círculo alrededor de su fuego, cada cual
podrá ver a sus vecinos a derecha y a izquierda, pero la espalda está
libre, la espalda está abiertamente expuesta a la naturaleza salvaje”
(Deleuze, G.; Guattari, F., 1980, p. 40)

No se trata de un estado ideal ni de dos momentos que se excluyen


mutuamente. “Los árboles tienen líneas rizomáticas, y el rizoma
puntos de arborescencia” (p. 40), escriben Deleuze y Guattari.
Sospechamos de los lugares puros.
En alguna ocasión, se pensó a la multiplicación dramática como una
de las propuestas que mejor orientan al trabajo grupal. (Percia, M.,
1989, p. 91) La multiplicación dramática no se gestó tanto como
«técnica» sino como modo de pensar lo grupal, como posición clínica,
ética, estética y política. Invención que intenta romper con el

64
reduccionismo interpretativo al que los grupos suelen ser
condenados. Alguien hace disponible una escena, una obra que se
ofrece a la producción de otras versiones. Retazo de commedia
dell’arte ; esa existencia que, pese a estar bañada de solemnidades,
deja ver, en movimiento, las pulsaciones de lo absurdo. En base a la
resonancia que ese texto provoca, otros cuerpos producen una serie
de escenas. La escena original se conmueve, los sentidos se
multiplican. Cuerpos lúdicos. ¿La trama del drama se agujerea?
¿Desterritorialización? ¿Desdramatización? ¿Deshabituación?
¿Estallido del yo? Momento de vacilación. Demora que inyecta duda.
Incomodidad que relanza los dados. Estar manada.
Como sugerimos antes, en Pavlovsky resulta imposible separar la
experiencia clínica de la que ensaya en teatro. Ambos son pensados
como espacios de experimentación y producción de modos de
existencia. En muchos de sus obras teatrales, decide no especificar
las indicaciones para la puesta en escena. Pavlovsky hace disponible
un texto escrito para que, en el escenario, el texto dramático hable el
ritmo del cuerpo del actor. Como sucede en Paso de Dos (1990):
“El texto escrito de Paso de Dos se transforma en texto dramático
cuando el cuerpo de los actores penetra el entrelineado autoral. Si el
texto escrito es la expresión molar, el texto dramático se constituye
en el entretejido molecular: ‘entre’ las pausas, ‘entre’ las palabras, en
los cambios de ritmo y velocidad, en la penetración de los cuerpos
bordeando o atravesando el texto, en imágenes y afectos que van
surgiendo en todo ese proceso molecular del trabajo artesanal del
ensayo.” (Pavlovsky, E., 1993, p. 33)

Luis Frydlewsky muere en 1984. Tres años más tarde, Hernán


Kesselman y Eduardo Pavlovsky escriben La obra abierta de Umberto
Eco y la Multiplicación Dramática.Deciden incluir a Luis como autor.
Dicen que era tan despistado que olvidó llevarse esas ideas y éstas
todavía pululan por el aire. Encuentran en la Obra Abierta (1962) de
Umberto Eco indicios para pensar esa máquina de multiplicar. Eco
rodea el problema de lo abierto. Dice que la apertura y el dinamismo
de una obra –y, se podría pensar, de una vida– consisten en hacerse
disponibles. Entienden a la escena primera –y considero esto como
uno de los puntos más interesantes– como una escritura vacilante.
Vacilación que se puede pensar, también, en las criaturas de la
narrativa de Samuel Beckett. (Pavlovsky, E., 1993, p. 21) En su Obra
Abierta, Eco escribe: “la obra permanece inagotable y abierta en
cuanto ‘ambigua’” (Eco, U., 1962, p. 71)

65
Quizá convenga pensar a la multiplicación dramática desde la idea de
producción maquínica de sentido. En La lógica del sentido (1969),
Deleuze ensaya una teoría del sentido en base a una serie de
paradojas. Piensa sentido como producto. Encuentra indicios en la
idea de paradoja y sinsentido. Allí escribe: El sentido expresado como
acontecimiento (…) emana del sinsentido como de la instancia
paradójica siempre desplazada, del centro excéntrico eternamente
descentrado” (Deleuze, G., 1969, p. 186) No se trata del
desciframiento de un sentido oculto, sino de la producción de algo
que no tenía existencia. Deleuze escribe: “No buscamos en Freud al
explorador de la profundidad humana y del sentido originario, sino al
prodigioso descubridor de la maquinaria del inconciente, por la que el
sentido es producido, siempre producido en función de un sinsentido”
(p. 81)
Sería interesante revisar las ideas que sostienen la multiplicación
dramática. Hacer hablar a estas matrices de sentido, pensar qué de
esas ideas interesa ypreguntarnos de qué otras ficciones disponemos
para seguir pensando los estares grupales.
El neutro lo es el guiño de una ética de lo abierto amantede las
derivas. Una ética que entiende que la indeterminación dispone. Que
no interesa un mundo descifrado. Que la incertidumbre también hace
temblar de amor. Que pensar es movimiento infinito. Que lo
incapturable del lo es la picardía que conserva, para siempre, el
misterio de lo vivo.

Bibliografía
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(Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda, Buenos
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Lacan, J. (1936) Más allá del ‘principio de realidad’ en Escritos I, Siglo
XXI, Buenos Aires, año de edición
Nietzsche, F. Así habló Zaratustra. Traducción A. Sánchez Pascual.
Altaya, Barcelona, 1997.
Pavlovsky, E. (1968) Psicoterapia de grupo en niños y adolescentes.
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1973.
Pavlovsky, E.; Martínez Bouquet, C., Moccio, F. (1970) Psicodrama
psicoanalítico en grupos. Ediciones Kargieman, Buenos Aires, 1975.
Pavlovsky, E., Moccio, F., Martínez Bouquet, C. (1971) Psicodrama.
Cuándo y por qué dramatizar. Editorial Fundamentos, Buenos Aires,
1981.
Pavlovsky, E. (1983) Último diálogo con Luis Frydlewsky En
Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal.
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Pavlovsky, E. (1985) La poesía en psicoterapia.En Pavlovsky, E. De
Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial
Búsqueda, Buenos Aires, año de edición
--------- (1986) Psicoterapia, psicodrama y contexto sociopolítico En
Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal.
Editorial Búsqueda, Buenos Aires, año de edición

67
--------- (1987) Por una ética de la enunciaciónEn Pavlovsky, E. De
Brasi, J. C. (Compiladores.) (1983-1993) Lo grupal. Editorial
Búsqueda, Buenos Airesaño
--------- (1987b) Creatividad en los grupos terapéuticos En
Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal.
Editorial Búsqueda, Buenos Aires año
--------- (1987c) La obra abierta de Umberto Eco y la multiplicación
dramática. En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-
1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda. Buenos Aires año
--------- (1988) Psicodrama analítico. Su historia. Reflexiones sobre
los movimientos francés y argentino En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C.
(Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda, Buenos
Aires, año
--------- (1990) Samuel Beckett. Hoy: Gilles Deleuze.En Pavlovsky, E.
De Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial
Búsqueda, Buenos Airesaño
--------- (1991) Dos estares del coordinador En Pavlovsky, E. De
Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial
Búsqueda, Buenos Aires, año
--------- (1991) Apuntes sobre el cuerpo del actor En Pavlovsky, E.
De Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial
Búsqueda.,Buenos Aires año
--------- (1993) Estética de la multiplicidad, En Pavlovsky, E. De
Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial
Búsqueda, Buenos Aires año
-------- Pavlovsky, E.Teatro completo I. Atuel, Buenos Aires, 1997.
Percia, M. (1989) Introducción al pensamiento grupalista en la
Argentina y algunos de sus problemas actuales. En Pavlovsky, E. De
Brasi, J. C. (Compiladores) (1983-1993) Lo grupal. Editorial
Búsqueda, Buenos Aires, año
--------- (2009) Beckett, hoy: Pavlovsky. Deleuze, hoy: Pavlovsky. La
rabia de ser siempre otro. En Biblioteca Digital Teoría y Técnica de
Grupos II. http://ubagruposdos.blogspot.com
--------- (2010) Lo grupal y la cuestión de lo neutro. En Biblioteca
Digital Teoría y Técnica de Grupos II.
http://ubagruposdos.blogspot.com
Simondon, G. (1958) La individuación a la luz de las nociones de
forma y de información. La Cebra/Cactus, Buenos Aires, 2009.

68
Vezzetti, H. (2007) “Historias de la psicología: problemas, funciones
y objetivos”. En Revista de Historia de la Psicología, 28 (1), 147-166.
 ----------------------------------------------------------------

Geometrías ficcionales

Patricia Mercado

“No te olvides de estar en


varias partes a la vez,
en forma casual a veces,
ubicua tantas otras”.

(Arnaldo Calveyra)

1.

Un viento transversal empuja la arquitectura de las cosas. Sopla el


corazón largamente camino. Aliento de lo que vive, aquí.
Hacer y deshacer, alumbramiento de las consistencias que hacen
morada en las formas.
Maraña de fuerzas que germinan la trama viva de los cuerpos. Roce
fecundo con lo otro: mundo, sentido, lenguaje.
Movimiento que teje las pieles envolviendo como un racimo soleado,
el amasijo de esa carnalidad ensamblándose, desencajándose.

69
Haciendo otro de todo lugar, inasibles los cuerpos en la estela de
sensaciones donde perseguimos la incertidumbre de la existencia.

“El mundo de las cosas visibles, las huellas que dejan no aclaran si
las cosas están presentes o ausentes”.

(Alberto Girri)

Foucault supone el espejo y el cadáver como huellas de ubicuidad del


cuerpo, espesor donde emplazar la utopía.
Estallido que jamás se reúne salvo en el vértice ilusional de las
imágenes especulares donde el cuerpo se aprende como unidad. De
tus ojos la gracia de estar de cuerpo presente frente a mí.
Inmovilidad del muerto que contemplamos en su caja y nos deja
situar la consternación de lo que palpita. Rigor mortis de la mesa de
disecciones donde pensamos lo que hemos decidido no pensar jamás.
Junto a las flores la imposible palabra sin pábilo. Oscura laxitud de los
nombres ese desasosiego. Diré que quise vivir la vida. Lo diré donde
la lengua madre acaba. Donde los niños fornican sin infancia. Donde
no he venido a estar, expatriada congestión de furiosa ternura.

¿Dónde acontecen los cuerpos?


Transcurrir de un aquí en que los disciplinamientos esculpen la carne
del yo soy, y dibujan el atlas de visibilidades que una época es capaz
de tolerar.
Esa ubicuidad donde se aloja el fragor de los cuerpos no es solo las
capturas de la normalidad, es también el deslizarse a un lugar otro en
el lugar mismo del espacio que hace posible una otredad.
Alojar lo ajeno, lo extraño de los cuerpos, poner a hervir las certezas
en que nosotros hace consenso arrasando vitalidades en pugna.

Los cuerpos crecen clavados en la cruz del sentido común, te amo


¿me amas?, asidos a los maderos de la espacio temporalidad
cartesiana.

70
Eje en la nave central de la eclessia donde ofician las atribuciones
que supimos conseguir. Feligreses prosternados en las recitaciones
del mercado, hoy comeremos y beberemos.
Axis mundi del cosmos en que los cuerpos se abrazan al palo
sacrificial de las lógicas identitarias.
Los cuerpos sitiados en las ataduras del uno, se dan a lo reproductivo
de los órdenes que le dan ubicuidad. Centro patrón de proxemias en
las lógicas de la propiedad y el ser. Puntal en el ojo de dios donde
emana antropomórfico, familiar, nuestro.

Los cuerpos dan carnadura a una simbólica de lo social y a la vez


desisten de esa razón de ser, se dejan caer en el ardor del desvío en
que los sexos desmontan los enclaves de ese coloniaje.

Acaso las gestualidades estéticas y clínicas puedan imaginarse como


cercanía de lo inhabitable, como conmoción.
Los cuerpos entonces, animalidad proliferante, trazan instantes en
diagonal-clinamen- diseminando la centralidad de los territorios de la
identidad, desfondando por sus aberturas la gesta teleológica en que
apacientan.
Vagabundeo en que se dejan ir del destino, a contramano de las
buenas intenciones en que fueron concebidos en la cama de sus
padres. Desarraigo del árbol genealógico que se solaza en lo
orgiástico del injerto. Baste mirar la serpiente desflorada en el
manzano a deshora.

Fuga de las especies por su costado monstruoso, singularidad dada a


la mezcla con la alegría de lo vivo.
Desmontaje ese ir en la periferia de lo imaginante que se disemina.

“Cansado

por carecer de antenas,


de un
ojo en cada omóplato

71
y
de una cola auténtica,

alegre, desatada,
y
no este rabo hipócrita,

degenerado,

enano”.

(Oliverio Girondo)

Torsiones en los planos donde se enuncia humano lo gregario


sufriente, símil ese que se hace veraz en el gesto de crueldad
cotidiano.

2.

Travesía de la escritura la vorágine de palabras arañando lo


inapresable.
Balbuceo que se sumerge en el desplazamiento y desmarca los
bordes de la letra.
Deambular del objeto a lo advenedizo, movimiento narrativo de lo
alfabetizado. Palabrerío del vagabundeo: llamar, regalar, ofrecer,
tocar, esperar, habitar.
Vocear el cuerpo, alfabeto entre sombras y silencio.

72
Vocear, torsiones de la nocturnidad, como un mundo de incontables
hemisferios besándose apenas en su ecuador.
Lo dicho y lo acallado atraviesan la sensorialidad que alimenta cada
acción, cada gesto.
Indecible de la sensorialidad levemente contorsionada en los bordes
de la figuración.
Las palabras vociferan en la orilla de la carne y caminan lo abisal del
día.
Escribir, soñar un cuerpo, porque toda escritura es una anatomía
ficcional.
No será en el frio del mármol donde se escriba, no, lapidario nombre
de la piedra. No bajo la luz lacerante del bisturí que mira en lo
invisible del dolor. La lluvia escribe los cuerpos de a gotas, justo
cuando se rozan impensadamente. El perro ladra y escribe a mitad de
la tarde. Las palomas, elípticas, escriben sobre la avenida que ellos
cruzan por última vez.
¿Y qué dirá tu boca después, cuando la vida pase?
Arena la letra que insiste en hacernos vivir, vamos viento por el
borde incandescente de la sed, salpicados en océanos de silencio,
presentimos que la vida es eso, así, llamando.
El texto lame la ubicuidad de los sentidos. Libaciones de lo dulce y lo
salado antes de escupir el perfume agrio del esfuerzo, estallido rojo
apenas desfallece las fresias en tu mano.

Traer los cuerpos a la letra como quién se entrega al injerto en que


se inscribe lo fabulado de cualquier función. Desgarro tergiversando
las declinaciones de lo diurno.

“A través de la escritura el saber reflexiona sin cesar sobre el saber,


según un discurso que ya no es epistemológico sino dramático.”
(Roland Barthes).

Pensar interfiriendo las fisiologías en curso, pensar digo, en la


escritura.

73
Escribir con los pies, cruzar el limes del imperio para vivir en la
barbarie de la otra lengua, renuncia a la paz armada del
disciplinamiento académico.

La mutación es movimiento de composición de los cuerpos.


Y acaso la escritura escuche la sonoridad, la rítmica de ese
advenimiento, rechinar de instantes construyendo y destruyendo la
trama de lo vivo.
¿Cuántas veces se nace hasta nacer? Vuelven los cuerpos a buscarse,
vuelven en el extravío, imposible lugar esa orfandad.
El pensamiento de la modernidad ha ceñido el desvalimiento a
geometrías diestras en filiaciones causales que domestiquen las
intensidades de lo que existe.
Entonces, el cuerpo deviene racionalidad.
Saber imperante donde la escritura se escapa por las tachaduras,
reverso de lo ficcional.
La escritura, entonces, balbucea la incertidumbre de los cuerpos.
Amasa las figuras que habitamos en la voracidad de la historia y trae
sueños de algún lugar, impulsándonos a viajar. Himen de la tierra y
el cielo ese pliegue que es piel, emoción, nombre.

La escritura cabalga en el revoltijo de olores sabores texturas como


influencia.
Polisémicos puentes de lo simultáneo entre las imágenes del cuerpo,
imperceptibles giros en la recta que nos separa del sueño.
Incrustaciones, grafos en los músculos, la sangre, el hueso.

“Los cuerpos no son de lo pleno, del espacio lleno ( el espacio está


por doquier lleno) son el espacio abierto, es decir, el espacio en un
sentido propiamente espacioso más que espacial, o lo que se puede
llamar todavía el lugar. Los cuerpos son lugares de existencia, y no
hay existencia sin lugar, sin ahí, sin aquí, he aquí, para el este”.

(Jean Luc Nancy)

74
Adecuación del vestido, danos la palabra nuestra de cada día, en los
ágapes de la cultura, sus instituidos. Dentellada, también, en la
veladura en que dormitan los fantasmas de la percepción.
La veladura entonces es velamen de un tránsito hacia la deformidad y
el juego con las formas.
Bestialismo de la cruza, degenerada razón poética que promete
devastar un mundo. Desliz ese lugar otro, desamarra gramatical que
forcejea en el umbral de la casa humana.

3.

“Pero aquí
no sé qué quiere decir
¿Lo
sabe alguien?¿Qué son
las leyes de
transhumancia y derivación?

¿Somos traducciones,
transubstanciaciones,

derivados del árbol y del pez?

Descansa bajo mi ramaje

y créeme: yo sería

tu hibrido más raro

75
de rosal zarza himalayo;

tú no me
reconocerías, ya que todas
las agitadas
huellas de humanidad
se esfuman, de debajo
de mis espinas y hojas

serías arrebatado, lejos,


hasta tu
propio, tabulado cielo
-nadie
más conoce el camino-

te encontrarías otra vez con la


Gorgona, con el Monstruo,
y lo matarías
aceptando así el Destino

(el mundo es insensato)”

(H.D)

Los cuerpos reverencian su inexistencia arropados por la atribución


humana. Personas en la casa de muñecas deseosas de los abalorios
que crecen en los árboles del patio del vecino. Lo humano, vestidura
bautismal en el abrazo de la grey, deletrea los gestos de la
domesticación con esmerada parsimonia. Matar en dosis mínima,
cotidiana, los brotes de la imaginería. Lo humano celebra sobre
fatuas escaleras el inventario de lo poseído y lo anhelado con número
preciso. Cantidad, astucia antropomórfica, res extensa donde se

76
enclava el bazar de lo societario. Metástasis de la crueldad la
dentellada certera sobre ternuras por nacer. Inimputable, a salvo de
la alteración de vivir, dibuja lo humano una rítmica de atenuantes:
del amor, cierta coloración sentimental, del odio, la impotente
hostilidad del resentimiento. Nada que recuerde el centellante
cromatismo de la sensorialidad donde los cuerpos naufragan.

El monstruo se desliza entre los ropajes, indómita fragilidad que


fractura la perfección humana, naciendo y muriendo entre flujos non
sanctus.
El monstruo se come las flores y los pájaros para escucharlos cantar,
invoca los fulgores de la carne, instante oscuro en la profecía
civilizatoria.
Acontecer ahí, en los incesantes desmontajes de la forma, pulsar
hacia lo innombrable.
El acontecimiento aparece como decir balbuceante, puesta en
suspenso de toda afirmación.
Temblor que irrumpe en la forma, que sacude la cáscara de los
binarismos. Nueva configuración ese extravío que desatiende las
referencias del atlas y del diccionario.
Inquietud del silencio aquello que permanece intacto.
El monstruo trae la revuelta en lo atávico.
Los cuerpos desencajados de la foto de familia, deslizados en los
márgenes de anatomías apetecibles, lejos de las coloraciones de lo
bien nacido.
Los cuerpos rotos y raros que no sentaremos con las visitas.
Deformidad la errancia de una voz que brota órgano por órgano y
derrama gérmenes en las superficies húmedas del mundo.
Protuberancias huecos que se deslizan del eje de las simetrías y se
revuelcan en el desnivel erótico de lo que quiere vivir. Tenue
desmesura de la irregularidad imposible al cálculo. Aquí nacen
amargas las palabras del estómago, aquí tibio el gesto de besar la
flor.
Indeterminación de la piel, simulación de la vitalidad lo que hace
presencia en las formas.
Aquí, apenas la estela que decimos cuerpo. Híbridas fecundidades en
la porosidad del transcurso, los cuerpos imbrican la ausencia.

77
Darnos a la deriva de esa pulsación en los pliegues del calco, donde
inasible se dice lo vivo.
Jauría de imágenes suturadas en la retina humana se derraman en un
génesis apócrifo. Jonás copula con la ballena. Y las certezas migran.
El monstruo respira en el traspié de la recitación del destino.
Se anuncian en el aire dolores nuevos, sabores nuevos, días
incandescentes, policromía de la deriva..
Soledad la epifanía de fuerzas como olas que pueden volver sobre lo
dado para fundar lo que del deseo insiste. Los cuerpos recuperan así
la rareza de su singularidad y se dan alegres a la renuncia de
cualquier unidad.

El monstruo inaugura palabras en la boca estrecha y abismal del


catecismo.
Vociferantes los cuerpos abrazan el azar, su condición de lugar otro
justo a punto de ser engullidos por los decálogos de alguna filiación.
Ansia de una desmentida feroz de los espejos en el juego de
inventarnos en los intersticios, en ese instante de silencio antes del
llanto, la carcajada, el vino. Voces las rítmicas de vitalidades en fuga,
texturas evanescentes que perfuman la mañana al desplazarse.
Hendidura en la inercia de los muros que ciñen la fabulosa mezcla.
Navegar es preciso, el agua disuelve la rectitud de la convicción más
ardua, todo a punto de empezar, todo acabado.

La monstruosa belleza de la vida, caderas adentro de toda desidia, de


toda energúmena norma. Capaz de caminar impávida la distancia que
va de los sepulcros al amanecer.

78
“No es que estuviese presa sino que estaba situada. Tan situada
como si allí me hubiesen fijado con el simple y único gesto de
apuntarme con el dedo, apuntarme a mí y a un lugar”.

(Clarice Lispector)

Como si toda existencia se desplegara en una sucesión indeterminada


de planos. Así, vivir apenas, ir y venir por superficies donde se
deslizan indolentes pasos. Y cada uno se arrojara a otro. Así,
exhalada extensión del acontecer.
Como si estar en el mundo fuera plantar la infinitud de una explanada
que inexorablemente será interferida por otra también.
Cabalgaduras de incontables dimensiones, de movimientos incesantes
sin jinete alguno. Alteridad, infinitud el roce de los planos que
sostienen lo sin techo del mundo.
Los planos de la existencia germinan diseminados a lo largo de lo que
se inscribe como potencia de la vida.
Afán de extensión, vitalidad. No sabría como decir eso que veo
moverse a lo largo y a lo ancho ahora mismo, ese vaivén que se
alarga como manifestación.
Erguido el árbol se lanza hacia lo alto y proyecta la sombra de la
mirada más arriba de los ojos, el vuelo del pájaro dibuja una
transversal, incrusta otro plano. Entonces árbol y pájaro, construyen
una breve casa en el cielo, invisible para seres que no acepten volar.
Incontables intersecciones abrigan la infinitud de lo que es dado a
existir. Interdicción el plano del nombre donde cada cosa aloja las
nutrientes de su misterio.
Árbol, pájaro y mirada dibujan aquella mañana en la intemperie de la
vida. Casas evanescentes esos planos andariegos en permanente
travesía. La acción crea espacios, actuante deseo que compone
intersecciones vívidas fugaces.
Lo visible y lo invisible despliegan planos de existencia en
irremediable descomposición. Y mientras acontece, expansión y
límite, hacen estallar efímeros frutos sustanciosos y dan de comer a
los sueños.
Estelas esos planos donde habita la sospecha de lo nacido. Paralela
del horizonte donde amanece lo que habrá de morir.

79
¿De qué mano escapan los planos del acontecer?

Manifestación en entredicho, extensión de signos en fricción


impidiendo el epitafio del relato único. Tensión que sujeta las
fronteras del mundo más cerca del movimiento capaz de engendrarlo,
que de la mortaja de las formas donde hemos perecido.
Infinidad de planos en la centralidad de una forma provisoria.
Intención que imagina y se detiene un instante en el cristal que hace
figura en lo inimaginable. Cristal en la inmensidad de un mar sin
nombre.
Eso ausente, vastedad del imposible camino, hasta que un ínfimo
plano hace nido en medio del naufragio.
Y deja al ojo y al corazón la tarea de presentirlo en los límites de su
silueta, proyectando el abrazo de esas líneas constructivas hasta los
confines del mundo.
Así, geometrías cotidianas mediante, solo así, nuestra casa alcanza el
sueño del pájaro, que sabe anidar en el vacío del cielo. Y habita la
paz y la tormenta con la dignidad de los trashumantes, que
agradecen sol y lluvia cada día, como alimento del camino.

Derrotero de lecturas

Agamben, G. ( 2002 ) Lo abierto. Buenos Aires, Adriana Hidalgo


editora, 2002.

Barthes, R. (1978) El placer del texto y Lección inagural. Buenos


Aires, SXXI editores, 2008.

Burton, T. (1982) Vincent. USA, Walt Disney Producciones, 1982.

Calveyra, A. (2012) Poesía reunida. Buenos Aires, Adriana Hidalgo


editora, 2012.

80
Eliade, M. (1967) Lo sagrado y lo profano. Barcelona,
Guadarrama/Punto Omega, 1979.

Foucault, M. (2009 ) El cuerpo utópico. Las heterotopías. Buenos


Aires, Ediciones Nueva Visión, 2010.

Girondo, O. (1942) Persuasión de los días. Buenos Aires, Losada,


1998.

Girri, A. (2010 ) Poemas selectos. Buenos Aires, Corregidor, 2010.

Doolitle, H. (1972) Definición hermética. México, Universidad


Iberoamericana /Artes de México, 1997.

Lispector, C. (1964 ) La pasión según GH. Buenos Aires, El cuenco de


plata, 2010.

Nancy, J. ( 2000 ) Corpus. Madrid, Arena Libros, 2003.

Percia, M. (2010) Inconformidad. Arte Política Psicoanálisis. Buenos


Aires, La Cebra, 2010.

Sarduy, S. (1987) Ensayos generales sobre el barroco. Buenos Aires,


Fondo de Cultura Económica, 1987.

Escrito ni mio: La experiencia Percia


Ricardo Klein

81
Mi hija –alumna de psicología de la UBA- me comenta su duda acerca
de en cual cátedra cursar Teoría y Técnica de Grupos. Dudo; mi duda
me sorprende. Mi histórica respuesta sería que cursara en la que yo
no estoy.
Hoy, esa enunciación, me da pena por ella. Y ante su inquirir sobre el
por qué de la misma, sale de mi boca: - Por la experiencia Percia.
Me consta el desagrado posible de esta idea en Marcelo Percia.
Supongo que él preferiría que lo llamara por el colectivo: experiencia
Grupos II. Insisto en llamarla así por la marca de origen de esta idea,
que advino con el relato vertido.
Denomino “experiencia Percia” a la posibilidad; en términos
deleuzianos, a la potencia que la cursada pulsa. No produce en sí –
por la mera situación de cursarla- experiencia; pues nada puede
aseverar que ocurra; sí que están dadas las condiciones de
posibilidad. Condiciones de que cada cursante –atravesado, afectado
por la vivencia- realice una experiencia.
¿Y cuál será esa experiencia? Pregunta sin respuesta; lo cual no es
igual a pregunta nula. Pregunta a tentar ser respondida por cada
parlante-cursante. Si eso ocurre, un devenir aconteció. La vivencia
trabajó en él y, el que inició la cursada, devino otro. La “experiencia
Percia” imprime a la materia un quantum que excede a los
contenidos, al material ideico. Y esto no por la falta de peso o sentido
de las ideas vertidas –que además ponen en jaque a saberes
consagrados (y repetidos)- sino por la profunda convicción de que el
aprendizaje se halla en directa relación al grado de afectación de
dicho proceso. Afectación clave del devenir (en la cursada, en la
vida).

a- Vivencia y experiencia
Vivencia y experiencia son dos términos a veces usados como
sinónimos en el medio psi. Considero que esta equiparación produce
una pérdida de riqueza, que la diferencia entre ambas nos brinda.
Al principio fue el hecho. Registrado por un observador, a la manera
de: “el recién nacido tomó la teta y chupó de ella”. Freud mediante,
sabemos que lo primero que toma el bebé es leche –objeto de la
necesidad-. Lacan mediante sabemos que el bebé existe para el
observador; pues para el recién nacido no hay aún bebé. Soma a
transformar en cuerpo unificado, vía encantamiento .

82
Bebé que vivencia –pues hecho es para un observador-; en este
caso, vivencia de satisfacción. Vivencia que tratará de ser
reproducida, de igual manera, de igual forma. Vivencia que sacia el
hambre, chupando leche. Vivencia que se repite.
Y se repetiría sin cambios hasta el destete si la madre –como la
perra, la gata o la elefanta- diera leche solamente. Encuentro dispar
entre un humano constituido –la madre- y otro a advenir –el bebé-.
Volvamos a la vivencia .
Vivencia de satisfacción. Leche. Chupar. Otra vez. Vivencia
nuevamente. Más leche. Volver a chupar. Repetir la vivencia. Más que
leche. Diferencia. En el encuentro desparejo en el cual el bebé busca
leche, se encuentra con un plus. La madre ofrece el pecho a ese bebé
buscador de leche. Apuntalamiento de la pulsión en la necesidad –
dice Freud-. Bebé en cuya boca discurre algo más que leche. Entrada
del deseo, lo pulsional se filtra convirtiendo la leche en objeto perdido
para siempre .
El observador anota: “el bebé tomó la teta y la chupetea aún luego
de tomar”. Ya no es sólo leche; no solo chupa, ahora chupetea. Algo
se modificó. Pasaje de la necesidad al deseo, de la vivencia de
satisfacción a la experiencia de satisfacción . Cambio en la conducta
del bebé que a partir de ahora chupeteará el pecho, chupeteará el
dedo alucinando al pecho materno. Además –hasta producir nuevas
experiencias- chupeteará al mundo como modelo vincular de
contacto. Luego de nuevas experiencias, ésta se incluirá en y con
aquellas.
Valga este relato como apoyatura del andamiaje para diferenciar
vivencia y experiencia. Veamos las características de la vivencia y de
la experiencia, tentando conceptualizarlas.
La vivencia se repite a sí misma, sin aprendizaje, sin modificación.
Una vez trazado el surco, la tendencia vuelve a reproducir el pasaje
por el mismo una y otra vez. La ligaré al proceso primario como
modalidad de funcionamiento, tendiente a la descarga de la
excitación, a producir lo que Freud denomina identidad perceptiva.
La vivencia intenta repetirse. Y en cada repetición, difiere. El viviente
va por lo mismo. Si adviene diferencia, registra repetición. La
vivencia es como el hábito: no sólo piensa de determinada manera,
sino que torna no posible pensar de otra. A veces –en algo de lo que
acontece- lo novedoso se le impone. Experiencia. Algo de la otredad
fue alojado; alguna extranjería, asumida .

83
La experiencia implica algo nuevo, diferente. Diferencia que no es
meramente cuantitativa sino cualitativa; diferencia que modifica,
transforma; diferencia en la cual y de la cual se aprende. Diferencia
producida por una distinta ligazón de la excitación, que no queda
atrapada en su mera intensidad, ni en la reproducción de sus
condiciones de descarga. Articulo la experiencia al proceso
secundario, tendiente a lograr identidades de pensamiento. Me consta
que la experiencia de satisfacción del bebé -a la cual nos referíamos
antes- no está ligada a la identidad de pensamiento; me consta
también que sólo una experiencia con las características de lo
diferente podría producir el salto a lo humano, constituyendo también
en este caso algo nuevo: el proceso primario. Valga pues el ejemplo
en tanto apuntalar el concepto de experiencia del que trato de dar
cuenta .
Vemos así que vivencia y experiencia son conceptos diferentes, con
registros diferentes. Hay personas que con una vivencia hacen
experiencia. Hay otras que para lograr esa experiencia precisan dos,
tres, cuatro, …n, vivencias. Hay otras que acumulan vivencias sin
lograr experiencia jamás. No alcanzaría con explicarles (a estas
personas) el pasaje, ya que la experiencia está producida por una
determinada manera de unir lo vivencial y cómo ésta es tramitada. Es
la manera de articularlas que produce la experiencia, no la manera de
vivenciarlas. A la vez, es la manera de vivenciarlas que propicia que
la experiencia acontezca. Y dependerá de la experiencia de la persona
cómo serán vividas sus vivencias.

Decía Huxley : “Experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces


con lo que te sucede”.

Agreguemos que existe la posibilidad de vivenciar los hechos de


otros, -(¡como si pudiera hacer una tajante división yo/otro!)-. El
viviente humano puede hacer experiencia aprendiendo de los sucesos
de otros. Y escribo de otros -y no ajenos- pues esta experiencia
adviene si el hablante vivencia lo acontecido, sin ajenizarse; o sea,
afectándose o, mejor aún, dejándose afectar. Esto puede acontecer al
mirar una excelente obra de teatro .
Llegando a estas líneas, quiero descartar en la posible lectura que
realices de estas líneas, la construcción de la subjetividad en
términos de diferentes capas geológicas. Algo así como: una vivencia,
dos, tres… una experiencia. Construida sobre ésta, otra vez. Otra
más; y así hasta ver el que hoy soy; el ser como un resultado

84
construido de todas mis vivencias y experiencias realizadas. Prefiero
pensarlo más a la manera de un tablero de go, en permanente
movimiento, en el cual los territorios son delimitados por cada ficha
jugada, que redefine –como si fueran acontecimientos- la partida. Las
partidas, a la vez, recomienzan y se entrecruzan. El siendo –gerundio
que prefiero referir más que al ser-, mejor aún el viviendo, acontece
en los cruces, entrecruzamientos, encrucijadas, entre vivencias y
experiencias.
Por último recordemos el decir popular que expresa que el hombre es
el único animal que se golpea dos veces –si es que somos en extremo
optimistas- con la misma piedra. ¿Cuántas vivencias necesitamos
para hacer experiencia respecto a las piedras con las que tropezamos
al caminar?
Con estas ideas volvamos a lo que he denominado la “experiencia
Percia”. Decía que es una posibilidad; una potencia que la cursada
pulsa. Condiciones –si se deja afectar- de realizar una experiencia. ¿Y
cuál será la experiencia? Pregunta a tentar ser respondida por cada
parlante-cursante.
Si eso ocurre, un devenir aconteció, y el que inició la cursada devino
otro. Para ese devenir, responsable hace falta. Vayamos, pues, a la
búsqueda de responsable.

b- A la búsqueda de responsable
Me hallo a la búsqueda. Busco responsable. Léase bien, no un
responsable. Busco, significa aquí, que ando pesquisando responsable
como idea.
En mis épocas universitarias, responsable tenía mala prensa.
Quedaba pegado a una cadena de significación en las antípodas del
deseo, de la mano del deber ser, de la obligación, herramienta al
servicio del SuperYo.
Muchos años después, responsabilidad fue resignificado para mí, de
la mano de Perls . Por último, fue parte de la experiencia Percia en
mí. El concepto me era afín. La modalidad de verterlo me produjo
admiración por la claridad y sencillez, ya que por medio de un relato
mítico pensado de manera diferente, la idea era resignificada a la vez
que develaba muy claramente su ligazón al origen religioso del
mismo. Religioso si toma las “sagradas escrituras” –o sea, el Antiguo
Testamento- como tales. Prefiero leerlas como lo hacen Graves y
Patai, y por eso pensarlas como míticas.

85
Valga relatarlo:
Y creó Dios a Adán y Eva a su imagen y semejanza. Les dio el Paraíso
y les prohibió comer del árbol del conocimiento. Y fue Adán que, –
siendo a imagen y semejanza del Creador- quiso ser como Dios, y
comió del árbol. Y vino Dios a preguntarle por aquello que hizo, y
éste le respondió: -Yo, nada.
- Vamos Adán –lo increpó Dios- ¿Qué hiciste?
Y respondió Adán: -Ella me dio la manzana de comer.
Y Dios lo expulsó del Paraíso.
¿Por qué lo expulsó? ¿Sólo por comer del árbol prohibido? ¿Para qué
lo puso Dios allí, si no quería que comiera?
Lo expulsó por cobarde, por pusilánime; por no hacerse cargo de su
ingesta. Como si dijera: -Si querés ser como yo, hacete cargo de tus
actos. Hacete cargo de sentir culpa, y subsanala haciéndote
responsable de tu acto, de tu elección.

O sea que la culpa es un sentimiento surgido de la irresponsabilidad.


Coloco a alguien en el Ideal –con sus valores, ideas y prohibiciones- y
si no lo acato, siento culpa. Si construyo o me apropio de ideales para
mí, si actúo responsablemente acorde a ellos, si a medida que voy
cambiando los modifico responsablemente, la culpa no existe. Por
esto la culpa es inversamente proporcional a la responsabilidad.
Dios echa a Adán por irresponsable, no por pecador; o mejor dicho,
por el pecado de no hacerse cargo de sus actos.

Por lo expuesto, cada uno de nosotros es responsable de la vida que


vive –sea por acción u omisión-.
Y vuelvo sobre mis pasos, pues me consta que la idea “se” entiende,
a la vez que es mal entendida. Reitero que no hablo de
responsabilidad con un deber ser. Que no me refiero a ser
responsable desde el sentido común, por el cual tal responsabilidad
refiere a una modalidad del ser (responsable) que impone acciones
desde un código que las decreta.
Digo responsable de las acciones elegidas, de las decisiones tomadas,
de aquello por lo cual responde. Aún el responder por despegarse de
aquellas elecciones acontecidas por quien las realizó (fui) y ya no

86
decido continuarlas (ser). Por desenajenarme de ese ser monolítico,
único que debiera ser.
Diferencia entre ser responsable como dador de identidad, y hacerme
responsable de lo que hago deviniendo aquel que antes no se hallaba.
Si Adán le hubiera respondido a Dios que comió del árbol y que
estaba exultante, y que Eva y el sexo (conocimiento según el bíblico
texto) era disfrutable, el pecado original –de irresponsabilidad- no
hubiera tenido lugar, la expulsión del Paraíso tampoco –quizá hubiera
sido una salida consensuada-, y la culpa hubiera desaparecido de la
faz de la Tierra con otra historia para los humanos. Miles de años de
historia para que las iglesias –hoy los psicoanalistas- trabajen la
culpa… irresponsablemente.
Diferencia entre el devenir y el ser, entre lo a acontecer y el repetir
del ritual. Surge preguntar: ¿Devenir profeta (de mí) o ser sacerdote
del templo (del debiera ser)?

c- Devenir de profetas y sacerdotes


De todos los innumerables profetas y los más incontables aún
sacerdotes, me interesa tomar solamente a Moisés y Aarón; no son
únicos; si tienen como característica exclusiva el ser hermanos. Y es
esa hermandad de origen en la cual quiero poner el foco.
Moisés y Aarón son hermanos. El nacimiento del primero está
rodeado de mítico canto –de la princesa egipcia- a la vera del Nilo. Ya
Rank desarrolló en El mito del nacimiento del héroe como Moisés
difiere de los demás relatos. El resto cae de su nacimiento, de la
elevada cuna en que fueron originados; Moisés es encumbrado al
palacio faraónico. Nacido de esclavos, es príncipe de Egipto.
Pasan los años. Moisés –luego de vibrar ante el padecimiento y la
injusticia respecto de los esclavos hebreos en Egipto- tiene una
vivencia, un acontecimiento, que signará su vida. Arde una zarza en
el desierto sin quemarse. Escucha una voz. Ésta le dice que se halla
en un sagrado lugar . ¿Era sagrado? ¿La vivencia lo tornó sagrado,
sin serlo con anterioridad? ¿El ritual -puesta en escena de lo mítico-
de descalzarse, hizo que adviniera en sagrado?
Moisés pregunta a la voz por su nombre. Intento de captura de lo
divino por lo humano al poder nombrarlo. La respuesta por su ser es
esquiva. No define atribuciones , no se deja atrapar en una
nominación ni en una imagen. Ni siquiera en un ser. Hace recordar la
estrategia de Ulises frente al cíclope ante idéntica pregunta. Nadie;
fue la respuesta del Laértida .

87
Dios responde “Seré el que seré” en su escritura original hebrea, y le
da un mandato. Moisés lo representará; hablará en su nombre.
Primer profeta entre los hebreos, que medió entre Dios y “su” pueblo.
Devendrá profeta. No quiere el puesto, trata de evadirlo (¿Por qué
yo?, pregunta); arguyó su no saber hablar adecuadamente. El profeta
precisa que alguien hable por él. Su hermano Aarón es el candidato
elegido. Devendrá luego en el primer sacerdote. Hasta aquí, el relato.
Moisés, el profeta, se retira de lo cotidiano; vive en el desierto,
migra, deviene extranjero; extranjero en su irse fuera de aquí; y
vuelve a ser extranjero al retornar alter-ado a su lugar de origen. El
sacerdote no es extranjero; si saliese fuera de los confines de su
reino, tendería a extender los límites de éste a fin de que lo
extranjero del afuera se torne feligrés de lo propio.
El profeta genera hijos en/con lo extranjero; él mismo proviene de
otros mundos. No constituye dinastías. El sacerdote –lugar heredado-
es hijo de la tribu; adviene por herencia y la transmite.
El profeta habla en/con actos. El sacerdote reproduce rituales. El
tiempo del primero es el futuro; el del segundo es el pasado; a lo
sumo, el presente.
El profeta legisla; el sacerdote es (poder) ejecutivo. El primero es
juez realizando justicia, legislando; el segundo aplica la ley ya hecha.
El profeta tiene a Dios por interlocutor; con los hombres, su hablar es
difícil. El sacerdote –de palabra fácil- media entre Dios y los hombres.
El primero es incorruptible, puede llegar a pelear con Dios por su
pueblo, puede equivocarse, más no corromperse; el segundo es
corruptible ; es venal, político; modifica su decir según el soplar de
los vientos del pueblo. El profeta es siempre minoritario; el
sacerdote, mayoritario.
El profeta percibe lo sagrado; el sacerdote habita lo sacro…

d- Lo sagrado (sin profandades)


Pensar espacios sagrados luego de lo expuesto sobre el relato
edénico puede sonar a sacrilegio. Lejos de mí esa intención. Raíces
comunes entre lo sagrado y lo sacrílego develan su funcionar como
oxímoron. Sólo que sagrado no remite en estas letras a sacro, ni a
eclesiástico –fuera esto de la religión que fuese-. Sagrado alude a un
espacio que deviene tal. Devenir que abreva en Deleuze, y antes en
Heráclito.

88
La oposición comúnmente realizada entre lo creyente y lo otro –decir
ateo o infiel sería referido en relación al primer término que le daría
identidad por oposición- disocia lo sagrado de su potencia, quedando
capturada en las mazmorras de los credos, transformando dicha
potencia en un combo en el cual queda engrillado el poder -nivel más
bajo, ordinario, de la potencia-. Perdida la posibilidad de crear
espacios sagrados en los acontecimientos vitales cotidianos, lo
sagrado halla morada -y propiedad- en los templos, las iglesias, en
las curias y los estamentos de poder de cada sesgo religioso. Lo
religioso –maravilla que en su origen (re-ligare) daba posibilidad de
trabajar en religar lo humano- entierra en los cimientos de sus
edificios las cualidades y legalidades de sus pertenencias que, en
lugar de ligar lo humano, sólo liga la captura de sus pertenencias . Lo
sagrado devino sacro; la posibilidad de tornar un espacio en sagrado
queda eslabonado de forma “inevitable” a su sacralización. Lo
sagrado y singular se pierde en la masificación de los grupos
humanos, que hacen de lo sagrado credos.
Al iniciar estos desarrollos intuía la posibilidad de diferenciar sagrado
de sacro. Recurrí para esto al diccionario de la lengua española,
infructuosamente. Las raíces de ambas son comunes, carecen de
diferenciación. Al comentar mi intuición hallé ecos al respecto. La
presencia de dos líneas divergentes producía comprensión –más allá
de los etimológicos orígenes-. Es más, en sus definiciones del
diccionario, ambas estaban presentes. Antes de estas definiciones
(de-finir), valga referir que en este escrito reservaré lo sacro para
remitirlo a los credos y pertenencias religiosas diversas, y lo sagrado
a aquello que –existiendo en estas esferas- se desliga (o mejor dicho,
nunca se halló “obligatoriamente” ligado) de todo acervo que
implique pertenencia a cualquier religión constituida.
Dice el diccionario de lo sagrado en sus primeras tres versiones,
ligadas a los credos, ser: “según rito dedicado a Dios o al culto
divino”; “aquello que por alguna relación con lo divino es venerable”;
“que es perteneciente o relativo a la divinidad o a su culto”.
La cuarta acepción –cual bisagra- dice: “que por su destino o uso es
digno de veneración y respeto”. Bisagra pues si la veneración puede
elevar mi mirada hacia los cielos, también es posible desligarla de
esas alturas.
En la quinta acepción vierte: “entre los antiguos, decíase de todo
aquello que con gran dificultad se podía alcanzar por medios
humanos”. Exigencia de trabajo que tornaba lo sagrado dentro de la
esfera humana. Y es ésta la idea que me interesa indagar.

89
La sexta da cuenta de lo oximorónico citado: “a veces, como en latín,
detestable, execrando”.
Las versiones siete, ocho y nueve son derivas hacia otros lugares
(véase): “fuego, libro sagrado, cáscara hierba, historia sagrada,
letras sagradas”.
La décima y onceava dan cuenta de la riqueza de lo sagrado para los
humanos. Crear espacios sagrados –además de ligar lo trascendente
aquí en la Tierra y no en los cielos (siguiendo la quinta versión)-,
posibilita comprender lo sagrado como lugar de refugio donde lo
humano fuera alojado más allá de los juicios morales. Estos refugios
luego cayeron bajo esfera de lo religioso. Cito: “lugar privilegiado de
refugio para los delincuentes”; o bien, “cualquier recurso o sitio que
asegura de un peligro (acogerse a sagrado)”.

Hasta aquí, el diccionario. No es mi intención extenderme en largos


debates acaecidos en torno a lo sagrado durante los siglos pasados.
Tomaré pocos autores, sólo aquellos que llevan mi pensamiento hacia
el centro del blanco.
Rudolf Otto, en su libro Lo sagrado, dice de lo sagrado que es aquello
numinoso, misterioso; lo describe como una “experiencia no racional
y no sensorial o el presentimiento cuyo centro principal e inmediato
está fuera de la identidad”. Mircea Eliade, en su obra Historia de las
creencias y de las ideas religiosas, da cuenta de lo que denominó
experiencia de hierofanía, que es la “toma de conciencia de la
existencia de lo sagrado al manifestarse por objetos del Cosmos
natural opuesto al mundo profano”.
El problema planteado en ambos autores es que lo sagrado –si bien
puede no ser religioso- se opone a lo sensorial (Otto) y a lo profano
(Eliade), quedando en un mundo que deviene trascendente al salir
del cuerpo y de lo cotidiano.
Valga el aporte que realizan al considerar lo sagrado como una
experiencia por fuera de la razón y de la identidad (Otto), y su
manifestarse por objetos del cosmos natural, o sea cotidiano (Eliade).
Agrega Otto que lo sagrado es misterio, algo imposible de explicar
con palabras, inexpresable.
Rolando Toro, en su libro Biodanza, integrará lo sagrado y lo profano,
situando la experiencia de lo sagrado como pasible en lo cotidiano de
todo hablante. Siguiendo esta senda, es posible tornar sagrado
aquello en donde nuestros pies se apoyan. Sin credos, sin iglesias, lo

90
sagrado es el instante presente vivido, es el lugar en el cual la
presencia honra el encuentro.
Imagínate … no solo que tienes lugares sagrados, sino además la
capacidad de crearlos; y que pueden ser compartidos… Imagínate
una pareja que crea el dormitorio como espacio sagrado. Y lo sagrado
tiene legalidades propias acerca de qué es pasible de ser hecho en
ellos… Imagínate que fuera un espacio donde sólo se puede hacer el
amor, dormirse y divertirse… Imagínate que para, por ejemplo
discutir, hubiera que salir de allí… Imagínate…

Una última ficción


Un rey llamado Layo consulta el oráculo consagrado de Delfos. La
respuesta es conocida. Si en el Edipo de Sófocles, Layo –al igual que
Edipo después- intenta evitar su destino –precipitándose
inexorablemente en él-, el Layo de esta épica que relato –semejante
al Edipo homérico que carece de trágico final-, se ríe. La sibila lo
mira, curiosa. Esto no ocurre todos los días; más bien, nunca había
acontecido. Aquel mortal se ríe. No intentará burlar al oráculo, no
consumará su destino ni será consumido por éste; piensa en un hijo
suyo por venir, piensa en el vaticinio oracular de la pitonisa, siente su
hijo y su futura paternidad; y se ríe. La estupefacta sibila escucha en
el irse de Layo su riente decir: “¿mi hijo matarme? Mi hijo…
¿matarme? No! Para nada. Y la risa continúa.
Meses después nace su hijo. Nunca será Edipo (que significa pies
hinchados, hinchazón producida al quedar el bebé de Sófocles
colgado de ellos de mano del esclavo que debía matarlo). Crece feliz
en Tebas y, fiel a la tradición, va a Delfos. El oráculo le vaticina su
destino. El hombre, hijo de aquel Layo, mira a la pitonisa; sonríe. No
intenta burlarlo; se limita a sonreír. En el vínculo con sus padres,
sagrado para él, las palabras oraculares son desestimadas.
Responsabilizándose de su elección, dispuesto a vivir el drama vital
de la vida humana, se libera de la tragedia sin entrar en ella; burla la
trampa trágica de vivir creyendo el vaticinio, adueñándose de su
destino .
Parafraseando el relato borgiano del ajedrez , la palabra prohibida en
este relato es Edipo. ¿Cuál es la figura de sujeto en el Edipo Rey de
Sófocles? Y la Esfinge, guiñando un ojo, responde: Destino!

Bibliografía

91
Anónimo: Antiguo Testamento, Ed. Estrellas, traductor Meir Haleví
Leteris, Buenos Aires, 1945.
Anónimo: Bible de Jérusalem, Éditeur Desclée De Brouwer, Paris,
1975.
Borges, J. L.: Ficciones, Emecé Editores, Buenos Aires, 1986.
De Quincey, T.: El misterio de la Esfinge, Ediciones La Cebra, Buenos
Aires, 2013.
Durkheim, E.: Las formas elementales de la vida religiosa, Ed. Akal,
Madrid, 1992.
Eliade, M.: Historia de las creencias y de las ideas religiosas, Ed.
Paidós, Buenos Aires, 2010.
Freud, S.: La interpretación de los sueños, Ed. Amorrortu, Buenos
Aires, tomo V, 1984.
Freud, S.: Psicología de las masas y análisis del Yo, Ed. Amorrortu,
Buenos Aires, tomo XVIII, 1984.
Freud, S.: Tres ensayos para una teoría sexual, Ed. Amorrortu,
Buenos Aires, tomo VII, 1984.
Graves, R.: Los mitos griegos, Ed. Losada, Buenos Aires, 1967.
Graves, R. & Patai, R.: Los mitos hebreos, Ed. Losada, Buenos Aires,
1969.
Klein, R.: En el camino de la Gestalt. Aportaciones a la teoría y
técnica gestáltica, Psicolibro ediciones, Buenos Aires, 2011.
Otto, R.: Lo sagrado, Ed. Claridad, Buenos Aires, 2008.
Rank, O: El mito del nacimiento del héroe, Ed. Paidós, Buenos Aires,
1981.
Real Academia Española: Diccionario de la lengua española, 19°
edición, Madrid, 1970.
Toro, R.: Biodanza, Ed. Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2007.

LAS M AQ U I N A S
DE

92
MACE D ONIO
Jamás abolirán el azar
Ricardo Sidelnik

En la torcida Rue de Toulon,


cuando pisaban las serpentinas muertas del alba,
Treviranus dijo:
-¿Y si la historia de esta noche fuera un simulacro?
La Muerte y la Brújula. Jorge Luis Borges

"Nicht dasein, sondern etwas werden"


Ricardo Sidelnik

No pintar la cosa sino el efecto que esta produce


Mallarme

Esto no es un Escrito,
Son puertas,… invitaciones, fragmentos, enigmas,
para entrar en habitaciones, recorrer pasillos y corredores in-
conexos del pensamiento,
Un lector atrevido y con sed se “embriagará de comprensión”
ante tanta des-critura y negación de la “posibilidad de decir algo
absoluto”.
Se disponen incompletudes, para que el interesado componga el
desafío de armar el puzzle, que más le convén (z) ga, el desorden es
la forma y lo neutro la posibilidad.
El tema son las instalaciones estéticas, - dispositivos maquinicos de
enunciación-,

93
redes conceptuales extendidas rizomaticamente a partir de múltiples
narraciones.
Aparatos para la des-habituación y la provocación del acontecimiento.
Transiciones para el pasaje del “hábito al hábitat”.

Invitaciones lectoras
• Leer con detenimiento las frases, degustar la variedad
tipográfica, (se trata de “neologismos gráficos”), el gesto acústico de
las palabras, y los “silencios de los blancos”. Son Posadas para
Descansar entre Líneas.
• Al final, regresar sobre los pasos, comenzar una nueva
experiencia: el “Ritornello” pero ahora solo las palabras en negrita,
tal vez se encuentren nuevos significados.
Son “subdivisiones prismáticas de la Idea”.
• Si gusta, hacer una nueva lectura siguiendo el propio itinerario,
sin respetar los órdenes, juntar aquellas ideas que interesan, saltar
de charco en charco, de meseta en meseta, pensar conexiones y
continuidades propias… (salir de paseo, por el Azar, al azar, como
Leopold Bloom.) Que sea 16 de junio, leer es decidir.
• Por último acompañar la lectura con la música de Debussy,
“Preludio a la Siesta de un Fauno”, que se ofrecerá como amigable
complemento de confort a la imaginería. Adelante y Suerte.
• https://www.youtube.com/watch?v=c5YDgkK3Co0

Fabricadas a partir del lenguaje, las máquinas, son esta fabricación


en acto; son su propio
nacimiento repetido en ellas mismas; entre sus tubos, sus brazos,
sus ruedas dentadas, sus
sistemas metálicos, el ovillo de sus hilos, guardan el procedimiento
dentro del cual están
guardadas (Foucault 1973).

¿Qué es un dispositivo? Ciertamente, el término, tanto en el empleo


común como en el foucaultiano, parece referir a la disposición de una
serie de prácticas y de mecanismos (conjuntamente lingüísticos y no

94
lingüísticos, jurídicos, técnicos y militares) con el objetivo de hacer
frente a una urgencia y de conseguir un efecto (G. Agamben, 2005).

Ricardo Piglia hace referencia


a La Máquina de Narrar de Macedonio en su novela “La Ciudad
Ausente”,
“Hay una máquina fuera de cauce que libera relatos
y hay quienes la quieren callar”
Una INSTALACIÓN
estética
“j a m á s abolirá el a z a r”…

66 mesetas, discontinuas, fragmentadas,… 66,


Máquinas de guerra nómadas,…”Sal Paradise” (Jack Kerouac)
Viajando, por la ruta 66…
https://www.youtube.com/watch?v=x0N_3DurHLY (Pappo, ruta 66)

““Una meseta no está ni al principio ni al final, siempre está en el


medio. Un rizoma está hecho de mesetas. Gregory Bateson emplea la
palabra “meseta” {plateau) para designar algo muy especial: una
región continua de intensidades, que vibra sobre sí misma, y que se
desarrolla evitando cualquier orientación hacia un punto culminante o
hacia un fin exterior.””

”E mer gen cia S del s en ti d o”… O quizás ?...


ac to de cirugía…
fisura en lo cotidiano…
ruptura f e r o z del sentido común…
signo de i n t e r r o g a c i ó n en suspenso…?
apuesta por la evidencia…
d e s c u b r i m i en
to insólito…

95
r e v e l a c i ó n de una problemática colectiva.
I rrupción feroz y provocativa…
I n v i t aci ó n a las subjetividades…
D e sa f í o a las potencias…
Ac c ión de apertura…
C i s u r a… y entre…
H i a n c i a… y dónde…
IN- t e n s ió n… y por qué?
Aparició n que In-cómoda…
m ol e s t i a que molesta
u r g e n c i a …llamando,
mensaje para las afectaciones e intensidades

i m p r e +v i s t o ++ político
trac ción de la habitualidad silenciada
s o rpr e s a para lo atrapado en los espacios ocupados por la
inocencia,

tram p a para los que queriendo mirar no han podido ver.


posibi lidad in - migrante, con el sentido del que viaja al lugar
Imaginado.

Ri es g o en producción.
Viru len cia vertiginosa
A –con- te -ci –mie n -to para intrigar.
ma q ui na de devenires…
ar t i fic io para coralizar…
e n g r a n a j e polifónico…
e f e c t o de exploración…
paradigma estético

96
a u x i l i o de iluminación
misterio que sospecha…
s a l t o al vacío vaciado
c-a-b-l-e a tierra… t i e r r a que aloje un cable…

p er ma n en cia empeñada de urbanidad…

es pa ci o en fu g a hacia a la imaginación.

T ro pe zón con la interferencia…


Objeto que nos mira pensando
i d e a que nos piensa mirando

i n te n ci ó n que se nos viene encima…


p o é t i c a del tiempo y del espacio…
p ro pó si to de la curiosidad….
C u e r p o en intromisión…
C o s a que interrumpe…
e…stor bo que tensiona

cuerpo arrojado sobre un enigma


{ enigma } arrojado sobre los cuerpos…

A… divi ¿ nan? z a !! a resolver.


res pue s ta a una pregunta no formulada…?
a*r …e n * a movediza moviéndose…
la ¨ be *+ rin = to seduciendo al extravío…
d + es··a + f + í# o de la confusión…
hosti ga miento al estado de las cosas…

97
acontecimiento incomodante
i nc ita ción del poder…
e qu i l i br i o inestable…
e n f re n ta miento estético…
*c * ar* na + da* a lo sensible
nudo en espera para ser des-atado…
rayo que no cesa de caer dos veces en el mismo lugar…
ready - made modelo Duchamp…
hotelería para la emoción…
m o e b i u s en moEbi-miento…
Borde dibujando portulanos…

“g o l p e de d a d os”
“Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir”
John M. Keynes
(Giordano Bruno, proclamo en” la Cena de las cenizas”:
“El mundo es efecto infinito de una causa infinita”)
No se trata
De brújulas
O de rumbos… ¿pre·meditados?,
(“La naturaleza es una esfera infinita,
cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.”
Pascal.)
Sino
arte de navegación,… devenir motocicleta…. tiempo no pulsado
Con la “onda” de los hipsters y los beatniks de los 50.
https://www.youtube.com/watch?v=FpnZktNuN-4 (Busco mi destino,
Steppenwolf)
Carto grafi…A nD O
La Rosa de los Vientos

98
Sopla los pensamientos.
La experiencia sensible, hace su LABOR
Que los i n c a u t o s sean los trabajados,
Que devengan
Metas, (“arrojados a la tempestad”)
Tráfico,
P l i e g u e s,
Prismas por resolver...

Entre un paso y el siguiente …” un guijarro en el cielo”. Isaac


Asimov
Levantó el pie para pasar por encima de una muñeca de trapo que
sonreía abandonada en la cuneta, y cuya desaparición todavía no
había sido notada. Aún no había terminado de bajar el pie...
Para Joseph Schwartz todo ocurrió entre un paso y el siguiente. Había
levantado el pie derecho para pasar por encima de la muñeca de
trapo y se había sentido mareado durante un instante, como si
hubiera quedado atrapado fugazmente en el interior de un ciclón que
hubiese vuelto su cuerpo del revés. Cuando volvió a bajar el pie
derecho dejó escapar todo su aliento en una exhalación jadeante, y
se sintió caer y resbalar lentamente sobre el césped.
Esperó con los ojos cerrados durante bastante rato..., hasta que
acabó abriéndolos.
¡Era cierto! Estaba sentado sobre el césped, en el mismo sitio donde
antes había estado caminando sobre el pavimento.
¡Y las casas habían desaparecido! ¡Todas las casas blancas, cada una
con su jardín, que se alineaban a ambos lados de la calle..., todas
habían desaparecido!
Y Schwartz no estaba sentado en un jardín, porque el césped crecía
en abundancia y estaba descuidado, y había muchos árboles a su
alrededor, y se veían más árboles recortándose contra el horizonte.
Fue entonces cuando se llevó la mayor de todas sus sorpresas,
porque algunas hojas de los árboles tenían un color rojizo, y un
instante después Schwartz sintió la seca aspereza de una hoja
muerta en la curva de su mano. Schwartz era un hombre de ciudad,
pero sabía reconocer el otoño cuando lo veía.

99
¡El otoño...! Y, sin embargo, él había levantado el pie derecho en un
día de junio, cuando toda la vegetación estaba teñida de un verde
fresco y resplandeciente.

“golpe de dados”
“Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir”
Disrupt…+++…… ir,
Bi….furc ///++ Ar,
Inflexión { /// } Ar,

i mplosion /// ***Ar,

frag ///---/// Men ///---/// T…** Ar…

“A n t e N I * + z a r s e”,
(Todo pensamiento emite un golpe de dados”)

Destituir el espacio, hacerlo elástico… “M e s e t e A r l o”


Transformarlo… de Caleidoscopio, en Acertijo.

Dice Zizek, “mirar al sesgo”, hacer foco por entre las texturas,
indagar lógicas, espiar tramas que resisten a la des-territorializacion.

¿…………..?

100
instalar?
intervenir?
des-habituar?

¿…………..?
instalar,
intervenir,
des- habituar?

¿…………..?
intervenir,
problematizar un problema?
“resolver” un dispositivo?

T a p e o s, S u e l t i t o s, y M inia tu r a s

Desde de la multiplicidad.
Cada uno, solo una parcialidad y no la totalidad sino en
relación con los demás. (singular/plural) (Ser con otros). Jean Luc
Nancy.

Parménides (tal como Plotino) en el tema de lo uno y lo


múltiple, describe al centro del circulo como lo uno a partir de donde
se irradian múltiples rayos que alcanzan la totalidad de la
circunferencia.

La esfera de Pascal de Borges, un texto con indicios, pistas, y


misterios…
…dijo william blake, “si las puertas de nuestra percepción no
estuvieran oscurecidas por lo relativo de nuestra posición en el

101
enigmático y fascinante universo, veríamos en cualquier cosa la
trama del infinito”.

¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se


ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por
cambio de costumbre.
James Joyce.

Instalando lo extraño inquietante. Devenir imperceptible


(para decirlo a la manera de Paul Klee, lo visible no es más que un
fragmento de lo real).
.
Schelling, el filósofo alemán del romanticismo, define la noción
de "extrañeza inquietante" (en alemán unheimlich) como
"lo que debía de haber quedado oculto, secreto, pero que se ha
manifestado".

Un dispositivo estético es una maquina de enunciación, un


artefacto vociferante , amplificador “parlante” de lo no pensado,
(Jean-Louis Déotte), una puesta en escena de tensiones y potencias,
un escenario para la aparición de lo inesperado, un aparato de
posibilidades y narrativas para lo grupal:

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido


terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo
porque los cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre
con asombro que por milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y
comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de
modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida
un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse
en salud.

102
Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor
inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo.
A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la
Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha
ocurrido ahora.
Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele
ocurrir
John M. Keynes

Lo inesperado, (estético), jamás abolirá el azar.

(Para el demonio de Laplace, Dios no juega a los dados. Lo que


significa que, si volviera a lanzar el mismo dado con un movimiento
idéntico, volvería a poner sobre la mesa el mismo número. O, para lo
que nos ocupa, el mismo universo).

A modo de C O D A final
R iToR neLLoS
“Juguetes de pensamiento para jugar pensando,
o
para pensar jugando”
- UN INSTANTE MALLARME-
…escritura escalonada, articulada en series de mesetas discontinuas,
que a fuerza de relecturas nos permiten advertir como el sentido se
desliza
desde las palabras, entre las palabras,
a pesar de las palabras.
Palabras dibujadas con caracteres de formatos diversos,
mayúsculas, minúsculas, itálicas, arial, etc.
(Silvia Rivera, “La emergencia del sentido, en la superficie del
lenguaje”)

103
”E mer gen cia S del s en ti d o”… O quizás ?...
ac to fisura …
ruptura f eroz …
signo de i n t e r r o g a c i ó n …?
apuesta
d e s c u b r i m i en
to
re velación
I rrupción feroz
I n v i t aci ó n
Desafío
Ac c ión
C i s u r a… H i a n c i a…
IN- t e n s ió n…?
A parició n m ol e s t i a
urgencia …
men saje
i m p r e +v i s t o ++
trac ción
s o rpr e s a
tram p a
posibi lidad in - migrante,

Ri es g o
Viru len cia
A –con- te -ci –mie n -to

ma q ui na ar t i fic io … engranaje
efecto paradigma
auxilio

104
misterio
salto
c-a-b-l-e tierra

p er ma n en cia

es pa ci o en fu g a

T ro pe zón
objeto
idea

I n te n ci ó n

poética
p ro pó si to…
Cuerpo
Cos a
e…stor bo

cuerpo enigma

{ enigma }

A… divi ¿ nan ? z a !!

res pue s ta …?
a*r …e n * a

105
la ¨ be *+ rin = to
d + es··a + f + í# o
hosti ga miento …
acontecimiento
i nc ita ción
e qu i l i br i o
e n f re n ta miento
*c * ar* na + da*
nudo
rayo que no cesa
ready - made
hotelería
moebius
Borde…
“g o l p e de d a d os”

Ellas —las ligeras, las imperiosas máquinas y, en el centro


de todas ellas, el procedimiento supremo, que enlaza en su
cristal enceguecedor, en su tejido sin fin, en su profunda
mina, el agua y el fuego, el lenguaje y la muerte.

Raymond Roussel

Notas acerca de la transmisión en la universidad
Sebastián L. Salmún
El Dictado
"De un lapsus o error ortográfico puede nacer una
historia... sería una pena expulsarlo del mapa de lo posible con la
goma de borrar; es mejor explorarlo como turistas de la fantasía"
Gianni Rodari

106
Gramática de la Fantasía
“La vida universitaria homologa a los medios de comunicación.
Transmisión en vivo, absorción instantánea y acrítica de lo audible;
lectura de un material efímero, sin destino más allá del ciclo lectivo”
Alejandro Kaufman,
Apuntes sobre la experiencia universitaria.

El Dictado de palabras es una práctica pedagógica que se instituye


generalmente en y desde aquello que se conoce socialmente como la
"Escuela Primaria". El dictado de palabras, tiene como finalidad que
los alumnos, fundamentalmente aquellos que están ingresando en el
amplio mundo de las reglas ortográficas a las que luego se le
sumarán reglas gramaticales y muchas otras, aprendan cómo deben
escribir las palabras: cuándo se indica que debe ponerse una B, o una
V, o una C, o una Z, una S, o una combinación ajustada de ellas, de
una NV, o una MB, o MP, etc. Ordenador del campo ortográfico, el
dictado es terreno de lo unánime . El que dicta cree que gobernar es
enrejar las plazas de los textos con sus topadoras de acentos, zetas y
ve cortas, apartando del arenero, los juegos, maquillando la
urbanidad de las hojas con planes futurista y gestión presuntamente
oportuna Pero los dictados engendran docilidades, automatismos,
estatuas, clasificaciones. Mensuran el saber, tildan los aciertos. Ahora
bien, la ubicación de esta tarea en un aparente espacio y tiempo
definidos (escuela primaria) no impide percibir su trascendencia más
allá de dichas fronteras específicas. El dictado, luego de su
formulación explícita y dedicada a la educación de los niños y a la
institución en ese mismo acto de una preparación en la infancia de “el
molde del adulto por venir” (Alvarado Maite, Guido Horacio en Incluso
los Niños) sintetiza en sí, toda una serie de objetivos pedagógicos
que le dan consistencia a su vigencia instrumental, histórica y
propositiva. Porque instituye a su vez, y aquí es donde vamos a
detenernos, una lógica de transmisión de saberes, que se conserva
pero en otras formas o modalidades, en otras fachadas, en diferentes
ámbitos del conocimiento, entre ellos, el que nos convoca, la
universidad. Deja de ser una tarea áulica para pasar a ser una
secuencia de tejidos que muta en su superficie (enunciado) e impone
diagramas de certezas y formatos de lecturas. Es decir, el dictado
(primario, primitivo germen) se hace presente como lógica
irreductible en el ámbito de las enseñanzas, de las trayectorias
educativas a través del amasado a veces imperceptible de posiciones
naturalizadas repartidas entre quienes enseñan y aprenden. Delimita

107
un espacio donde los trabajos, las monografías, los exámenes,
recorren caminos prefigurados para los que no hay oposición, ni
conjeturas factibles, sino sólo cotejo de la producción individual,
personal o en grupo, con el conglomerado ideal del texto original. De
este modo y a partir de esta lógica del dictado, se excluyen las
grietas y discusiones especulativas porque si su escritura es una
escritura tensa, cronometrada, memorística, que aloja la imitación de
las formas de las palabras y no su juego interno, sus contradicciones
etimológicas o su errancia insondable, la lógica de los escritos que
pondera es reproductiva y repetitiva, marcha rítmica sin intervalos ni
improvisación de la lengua, espejo programático del camino unilateral
(allí es cuando la universidad se transforma en única verdad).

Entonces, ¿Cómo intervenir esta lógica que no hace sino proliferar el


ideal de la corrección?¿Qué particularidades adquiere en el espacio en
el que desarrollamos “nuestro” trabajo de transmisión, la Facultad de
Psicología de la Universidad de Buenos Aires, teniendo en cuenta que
está atravesada a su vez, por toda una serie de discursos singulares
(el psicoanalítico, el psicológico, el psiquiátrico, el político, el
público)?
Pensamos que es necesario un recorrido conceptual que no se exima
de hacerle un lugar a la sensibilidad de la literatura, es decir, a la
sensibilidad de los escritores, de los poetas y a la audacia de los
ensayistas. Con ellos establecer puentes entre el dictado y el diálogo,
escansiones requeridas para un prolífico arco de contradicciones y
discordancias, para el encaje de bloques que forman parte del
rompecabezas académico en función de caminar por sus bordes, de
hurgar en sus pliegues, de desdibujar sus selladas fronteras.
Y construir a partir de los libros, de sus lecturas no homologadas una
“sensibilidad conceptual” que espera ser descubierta en el oficio de su
potencia.
La Construcción de la Sensibilidad Conceptual
“Los conceptos no nos esperan ya acuñados, entonces: hay que
crearlos. Se crean en función de los problemas. En fin, los problemas
evolucionan”.
Gilles Deleuze
El Abc Deleuze. La penúltima entrevista
Pruebas, evaluaciones, parciales, exámenes, notas, recuperatorios.
Los alumnos sentados, agolpados, expectantes ante la cerca de
madera y hierro que simula dividir el mundo en dos, siendo que
además de ello los contiene, los controla, los condensan. Sus manos
108
anclan en el puerto de la clase, mientras la humedad de las lapiceras
resbala. "Que nada se caiga del banco", ni las ideas, ni la atención, ni
fundamentalmente la memoria. Los apuntes del repaso
desacomodados, el entrenamiento mnémico, la plegaria del creyente,
la superstición, la estadística, la incomodidad, la ansiedad estudiantil
¿Cuánto falta para que empiece – cuánto para qué termine? ¿Cuándo
entregan las notas? La hoja ojean, auscultan, miden (tema 1, tema 2,
tema 1, tema 2) cuchichean, repasan las citas, nerviosos infiltran
discursos inaudibles hasta que empieza el examen. En la universidad
cuatrimestre a cuatrimestre se riegan algunas de estas escenas en
las aulas. Invaden sus puertas y sus silencios, sus bolsillos en las
descascaradas paredes. Arropan temores, arrojan amores, arrugan
linealidades y la apuesta profesionalista, racionalista, se regodea en
su propagación acrítica.Una vez en las aulas, en sus esquinas y rutas,
en sus bordes y pulmones, los saberes yacen, se habitúan, se
vuelven agua estancada.
Entonces, ¿cómo conmover el amontonamiento de información
absorbida que obtura la desconcentración de los saberes instituidos a
través de ciertos ejercicios de poder y formación?
Conmover quiere decir sensibilizar y hallar modos de introducir
nuevas ideas donde todo parece planteado. Arriesgar novedades:
arriesgar pupilas, arriesgar oídos, renunciar vientres, vértebras. Es
construir una sensibilidad conceptual en el cuerpo físico, y en el
cuerpo de las ideas. Es con Juan L. Ortiz “perder las letras y perder
la ciudad”. Pero no para abandonarse en el viaje místico a las tierras
de las promesas superadoras, sino para dejar su “suciedad” y así
“reencontrarlas sobre el vértigo-más puras en las relaciones de los
orígenes. O más ligeras, si prefieres, como en ese domingo y en esa
fantasía que serán...”
Se instituye “sensibilidad conceptual” cuando las experiencias y
testimonios biográficos se transforman en ficciones para hallar en
ellas intensidades, voces, pulsos y ritmos.
Es seguir a Sigmund Freud en su “vivísima curiosidad por saber de
dónde el poeta, personalidad singularísima, extrae sus temas (…) y
cómo logra conmovernos con ellos tan intensamente y despertar en
nosotros emociones de las que ni siquiera nos juzgábamos acaso
capaces” .
También quiere decir formalizar los circuitos de la explicación que
motorizan los conceptos pero evitando la racionalización temerosa y
compulsiva en el encuentro con la experiencia sensible del
sufrimiento, del amor, de las pasiones. Es en el aula, espacio
temporal que los alumnos y docentes nominan “clase”, la disposición
a intervenciones sobre la mecanografía de los grupos. Es decir, es
109
encauzar una crítica a la mecanografía de los slogans teóricos, de las
frases célebres, de los idiomas sectarios y técnicos que circulan de
modo corriente en la universidad y que consolidan la conformidad
condescendiente (y la tranquilidad de las certezas) de los grupos. No
es sustituir esa mecanografía por otro recurso técnico imperante e
imponente que redirija sus teclas hacia una nueva unidad, por
ejemplo participativa, sino posibilitar aquello que habita en los
laberintos dibujados entre las teclas de dicha mecanografía en el
rodar de las hojas que la atraviesan, en los segundos anteriores al
estallido de las letras en la cinta, en lo que sucede después del punto
final.
La sensibilidad conceptual es finalmente, intervenir escribiendo, para
que la ignorancia, la incertidumbre no se oponga al soplido deseante,
y velar por la imprudencia de habilitar un decir que se desarraigue de
la verdad imaginada, hacia los detalles y las sutilezas.
Intervenir Escribiendo.
"El no atinar, el no poder atinar, con la solución es tragedia general
de todo escribir. Yo acepto esa tragedia, esa desviación traicionera de
lo que se habla, ese no pensar del todo en ninguna cosa”
Jorge Luis Borges,
La Indagación de la Palabra.
La época actual es una época que se destaca por la proliferación de
discursos de la autoayuda, con sus pastores y feligreses, con sus
exclusivos y únicos autores, que difunden su palabra mediáticamente
a millones de televidentes que ansiosos esperan las recetas, los tips,
las fórmulas, “soluciones” a veces por la vía de los ejercicios mentales
o de respiración, a veces en el entrenamiento de las emociones, y en
general a través del consumo de productos que van, sin importar la
edad de aquel a quién se esté considerando, desde los gadgets de la
tecnología a las medicaciones en gotas y pastillas de la moda .
Son los tiempos de las atribuciones del manual DSM IV (como nos
ilustra Mario Pujó, “deme cuatro”) o DMS V, de la metralla que dictan
sus clasificaciones diagnósticas y etiquetas volviéndonos a todos
portadores de alguna de sus patologías y trastornos. Son tiempos de
fragmentación y de segmentación y la presencia de dichos manuales
no es sin consecuencias en el campo de las prácticas y políticas de
salud mental. La industria farmacológica se expande a través de los
negocios, los sistemas de salud se burocratizan, las artes se
estandarizan, y así, se mueren en los legajos clínicos, las historias.
Son tiempos de neoliberalismo. Y tal como lo afirma Jorge Aleman “el
neoliberalismo no es sólo una máquina destructora de reglas, si bien

110
socava los lazos sociales, a su vez su racionalidad se propone
organizar una nueva relación entre los gobernantes y los gobernados,
una “gubernamentabilidad” según el principio universal de la
competencia y la maximización del rendimiento extendida a todas la
esferas públicas, reordenándolas y atravesándolas con nuevos
dispositivos de control y evaluación: como insistió Foucault
explicando la génesis del neoliberalismo, es la propia población la que
pasa a ser objeto del saber y del poder”.
Hace ya varios años se viene gestando (y gestionando) una facultad
de psicología ensimismada en sus expectativas, recluida en sus
conflictos y encapsulada en sus mitologías. Y si bien hay una
discusión por venir respecto de los planes de estudio actualmente son
muy pocas las ocasiones en las que desde la facultad, sus
representantes académicos exponen y comunican de forma sencilla,
saberes sobre determinados temas, conflictos, preguntas, situaciones
vigentes, perspectivas futuras relativas a la salud mental y a los
intereses o necesidades de la población (y ese espacio hoy está
siendo ocupado por discursos llamados de la autoayuda).
Entonces ¿Qué responsabilidad asume la universidad pública, en
particular la facultad de Psicología en este contexto, frente a los
discursos que escriben el entramado actual de la sociedad? ¿Puede
intervenir sobre ellos?
Intervenir escribiendo. Es la escritura un ejemplo privilegiado de
intervención para armar puentes comunes entre la universidad y el
universo de lo público. Nos interesa con Diego Tatian plantear
“¿Cómo pensar lo común entre la universidad y los movimientos
sociales?”. Lo común como “efecto de una voluntad de encuentro” y
“conquista conjunta de acciones y nociones que precipitan una
convergencia política”, entonces, “la creación de una novedad”.
La escritura reserva la posibilidad de circulación de las palabras que
promueven curiosidad, sospecha, perplejidad al descubrimiento. La
escritura puede dar cuenta de aquello que en ella se dicta como
inevitable impulso de dominio, pero, a la vez, armar diversos
paréntesis lectores frente a la lógica que desde los dictados se
implementa. Escritura es cartografía de intervenciones, de prácticas
que rompen la idea de adentro y afuera instituida en la universidad.
No una escritura que como caja negra, sólo pueda ser leída por los
expertos. Escritura sin sordera, sin modorra, escritura rigurosa,
legible. Escritura que altere y que a la vez, organice. Quizás, de este
modo, las relaciones de transmisión en la universidad y de la
universidad con el colectivo social se modifiquen.
Sería una apuesta interesante de practicar, de convocar, de inventar,
es decir, una apuesta a no dictar.
111
Referencias Bibliográficas
Aleman, J. (2013): Conjeturas acerca de la izquierda lacaniana.
Buenos Aires, Grama, 2013.
Alvarado, M y Guido, H. (1993): Incluso los niños. Buenos Aires, La
Marca Editora, 1993.
Borges, J.L. (1928): La indagación de la palabra en El idioma de los
argentinos. Buenos Aires, Contemporánea, 2012.
Deleuze, G. (1988): El abc Deleuze. La penúltima entrevista. Buenos
Aires, Devenir Imperceptible, colectivo editor, 2010.
Freud, S. (1907): El poeta y los sueños diurnos. Traducción López
Ballesteros, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1981. Tomo II.
Jerusalinsky, A: “Gotitas y comprimidos para niños sin historia”. En
Ensayos y Experiencias Nº 60: Diagnósticos en la infancia. Buenos
Aires, Noveduc, 2005, pp 77-94.
Kaufman, A.: “Apuntes sobre la experiencia universitaria I” Revista
Pensamiento de los Confines, Nº 14:. Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2004, pp 63-69.
Ortiz, J. L. http://www.paginadepoesia.com.ar
Percia, M (2009):“Lo Intelectual como crisis de la unanimidad”. En
Biblioteca Digital de Teoría y Técnica de Grupos II
http://www.ubagruposdos.blogspot.com
-------------- (2013) “La modorra del monstruo”. En Biblioteca
Digital de Teoría y Técnica de Grupos II
http://www.ubagruposdos.blogspot.com
-------------- (2010) “Lo grupal, la cuestión de lo neutro”. En
Biblioteca Digital de Teoría y Técnica de Grupos II
http://www.ubagruposdos.blogspot.com
Pujó, M.:“El psicoanálisis ante el DSM IV” Revista Psicoanálisis y el
Hospital. No 34. Buenos Aires, Ediciones del Seminario, 2008, pp 19-
31.
Rodari, G. (1983): Gramática de la fantasía. Buenos Aires, Editorial
Colihue, 2005.
Tatián, D.: “De la universidad pública a la universidad común”. Diario
Página/12, Buenos Aires, 2013

112

Tensiones institucionales: Críticas, resistencias y posibilidades

Verónica Scardamaglia
Mariano Fiumara

“Un poco de posible sino me ahogo”


Guattari-Deleuze ¿Qué es la filosofía?

Una escuela, un hospital.


Insistencias que forman instituidos que trabajan. Insistencias que
organizan espacios, tiempos, cuerpos. Insistencias que producen
anclajes casi inamovibles.
Un hospital, una escuela.
Resistencias que inventan otras formas para llevar adelante las
prácticas. Resistencias que centran sus apuestas allí donde pocos
están, allí donde pocos miran. Resistencias que encuentran cuerpos
colectivos para sostenerse, que inventan alianzas para encontrarse,
que cuerpean inventos y alianzas para resistir.

Un hospital…

En el Hospital de emergencias psiquiátricas “Torcuato de Alvear”


concurren talleristas que trabajan de manera voluntaria desde 2007
con todos los servicios. Organizan talleres de poesía, teatro, futbol,
danza, música, artes y oficios . En la sala de internación del Servicio
de Adolescencia, instalan espacios en los que se puede dibujar, hacer
artesanías, tocar música, jugar juegos de mesa, desarrollar
actividades deportivas. Facilitan momentos para compartir
meriendas, mateadas, escuchar música, conversar. Junto con otros

113
trabajadores del hospital, organizan salidas y festejos. A veces,
simplemente sostienen una presencia en la sala.

Una escuela…

Extra Muros, proyecto pedagógico complementario, funciona desde el


año 2010. Inscripto en los mandatos fundacionales de la EEM 2 DE 13
“Ernesto Che Guevara” de Parque Avellaneda, surge de una
confluencia de ideas y experiencias que toman como eje la urgencia
de abrir las prácticas pedagógicas del aula y de la escuela tanto al
escenario del Parque Avellaneda como al de la Cuidad de Buenos
Aires.
Se sostiene en la importancia de considerar la potencia de las
prácticas pedagógicas pensadas como invención de posibilidades que
sitúen a lxs jóvenes como protagonistas y al docente como
coordinador-facilitador. Se trabaja entonces desde intervenciones e
instalaciones estéticas .
Desde Extra Muros se intenta desnaturalizar lo cotidiano de las
prácticas escolares atravesadas por una serie de tensiones: Prácticas
pedagógicas modernas – prácticas actuales en torno a las TICS
(Tecnologías de la Información y las Comunicaciones). Usos de
cuerpos, espacios y tiempos en adultos – en jóvenes. Lugares y
modos que asumen las relaciones de poder-saber instituidas. Modos
de estar y de relacionarse instaurados en la actualidad.
En el inicio, coordinaban el espacio docentes que se ocupaban tanto
del diseño, implementación y coordinación de talleres y otras
cuestiones como la articulación con los tiempos y espacios
institucionales. Desde 2012 esto se hace junto con los estudiantes.
Se trabaja en conexión con las autoridades y la asesora pedagógica
en la transversalización de contenidos así como también en la
comunicación a docentes, estudiantes y adultos responsables. Se
elaboran también salidas pedagógicas e invitaciones a la escuela para
desarmar aquello visto como adentro-afuera.

Espacios diferentes, posiciones compartidas: Del Entretener

“Ustedes siempre están divirtiéndose”


Pasillos institucionales

114
Espacios públicos, prácticas centradas en jóvenes.
Trabajadores que intentan desmarcar formas instituidas.
Tensiones, intenciones. Desgastes, resistencias
Establecimientos de distinta índole, inscripciones institucionales
disímiles.
Las mismas críticas. Algunas inquietudes, varias preguntas.
Muchas veces, la operatoria de la banalización ocupa ideas y
prácticas. La banalización puede pensarse como engendro
espectacular de la axiomática neoliberal. Plantea Debord (1967) “El
concepto de espectáculo unifica y explica una gran diversidad de
fenómenos aparentes. Sus diversidades y contrastes son las
apariencias de esta apariencia organizada socialmente, que debe ser
a su vez reconocida en su verdad general. Considerado según sus
propios términos, el espectáculo es la afirmación de la apariencia y la
afirmación de toda vida humana, y por tanto social, como simple
apariencia”.
Lo banal, como una de las figuras característica de la formación
histórica contemporánea para producir una rápida (in)digestión de
aquello que pueda aparecer/parecer como diferencia. Es decir,
cualquier situación que resulte inédita, que parezca salir del libreto.
Sostiene De Brasi (2008) “La banalización es una igualación
pretoriana, es un dispositivo de poder muy, muy fuerte. La
banalización está generada, gestada y normada también (…) es la
afirmación de lo igual como norma. No lo igual como proceso y como
logro.” Lo banal, entonces, como eso que cierra, no
sólo por superfluidad sino por la capacidad de clausura.
En este sentido, las prácticas que se vienen situando suelen quedar
abrochadas a las categorías light del entretenimiento. Se dice de ellas
“entretienen a los chicos”, “sólo juegan y se divierten”. Atribuciones
que sostienen una lectura banalizada de lo que se está haciendo.
¿A qué responde el malestar que genera quedar ubicado como objeto
de esta atribución?
Entretener puede querer decir matar el tiempo, tratar de apartar o
cubrir una situación inconveniente, inducir una distracción en un
momento tedioso o de una experiencia desagradable, desalojar un
aburrimiento. Capturado por la lógica del espectáculo (como
promueven, entre otros, los medios masivos de comunicación) el
entretenimiento queda asociado a una operatoria de alienación, a una

115
maniobra para obturar el encuentro con algunas coordenadas vitales,
su crítica y posibilidades de transformación. Entretenimiento como
manipulación del pensamiento e instauración de sentidos
convenientes para lógicas dominantes, como política de lo banal,
como negocio funcional que aquieta inquietudes y atenúa potencias.
¿Cómo podríamos abrir la idea de entretenimiento? ¿Qué implica
situar el entretenimiento en una sala de internación psiquiátrica, en
una escuela media? ¿se refiere a trabajadores del entretenimiento?
¿sólo se trata de entretener? ¿Es posible pensar la dimensión clínica,
pedagógica, política de eso que algunos designan como
entretenimiento? Quizás se pueda pensar el entretenimiento como
fuerza capaz de propiciar movimientos donde el tedio, el desgano, las
largas horas en la cama son moneda corriente. Entretenimiento, clave
para lo cotidiano de un trabajo clínico, pedagógico. Entretenimiento,
intención de favorecer otras conexiones entre compañeras/os y
propiciar mejores condiciones para la convivencia. Entretenimiento,
coartada para habilitar espacios para el diálogo, para enhebrar
historias y saberes. Entretenimiento, contraseña para generar
conexiones.
Dice Deleuze: “En cierto modo, yo no creo en la cultura, pero sí creo
en los encuentros, y los encuentros no se hacen con gente. (…) se
hacen con cosas, vaya, se hacen con obras. Yo me encuentro con un
cuadro, sí, me encuentro con un aire musical, me encuentro con una
música. (…) Los encuentros con la gente siempre son catastróficos,
pero yo, como dices, cuando voy el sábado o el domingo al cine, no
estoy seguro de tener un encuentro, pero salgo un poco, estoy al
acecho: ¿no hay nada que encontrar– un cuadro, una película?
Entonces es formidable. (…) y por ello hay que salir quedándose
dentro, y no hacer otra cosa.”
Quizá estar al acecho, practicar una disponibilidad, estar ahí , aludan
a lo que sucede cuando se participa de un encuentro. Encuentros que
cuando suceden, implican. Encuentros que no pertenecen a nadie: allí
uno es tomado por sorpresa .
No se encuentran sujetos, no se encuentra el grupo. No se trata
simplemente de personas que se reúnen de manera proyectada y con
las mejores intenciones. Tampoco se lo piensa como oportunidad
para el advenimiento de algún sujeto o se certifique la formación de
alguna constelación grupal. El encuentro se produce como colisión,
como enredo entre ideas, intensidades, afectos, ritmos, cosas que
atinan (en) cuerpos.

116
Entonces, encuentros que incomoden posiciones estabilizadas, que
cosquilleen fijezas (de esas que clausuran sensibilidades).
Quizá encuentros en los que participe la posibilidad de una asunción.
Experiencias que puedan dar con algún relato que las aloje , que
tracen algún contorno que se asuma como soporte. También que, de
paso, dé paso a alguna referencia, a algún pliegue en la existencia.
Quizá participar de encuentros que posibiliten descentramientos, que
despisten de la tiranía de ciertas formas instaladas, de
ensimismamientos en versiones despóticas que se imponen como
absolutas.

Los talleres intentan acompañar en el marco de la internación,


practicar un apuntalamiento respecto de la salida del dispositivo
hospitalario. A su vez, circulan en el espacio historias, protestas por
el encierro y la medicación, desgarros vividos, incertidumbres por
vivir. Algunas veces, esas voces que resulta difícil que sean
escuchadas en otros espacios, posibilitan pensar algo de las
condiciones institucionales, desnaturalizándolas.
Extra muros en una escuela intenta acompañar lo pedagógico desde
la posibilidad de ir más allá de la geografía del edificio, más allá de la
organización compartimentalizada del aula, más allá de la soledad del
currículum. A su vez, Extra muros hace circular i(nte)rrupciones que
se sitúan como oportunidades de trabajo pedagógico. Extra muros se
permite alojar las incomodidades y pensarlas.

De rítmicas institucionales
“No tiene sentido si no tiene ritmo” Duke Ellington

Podemos situar coordenadas desde las que se trabaja: horarios y días


asignados, orientaciones en las actividades según el día, momentos
de encuentro para pensar lo que se está haciendo y lo que se puede
hacer.
En el hospital, la mayoría de los espacios suelen ofrecerse por la
tarde (aún los sábados), momento en que disminuye la atención
profesional y de actividades. Esta distribución horaria implica
extensos períodos de inactividad, lo que precipita el tedio, el
aburrimiento y la irritabilidad; inquietudes que revientan (en) los
servicios, que estallan (en) cuerpos institucionalizados, que muchas

117
veces terminan en lo que se sanciona como “episodios de violencia”:
rotura de vidrios, lastimaduras, peleas, agresiones al/del personal.
Situaciones que recaen sobre cuerpos, algunos que deben hacerse
cargo de estas demandas masivas de atención e intervención, con el
desgaste que esto produce.
Las actividades que proponemos se inician con una convocatoria
recorriendo el comedor, los dormitorios y el patio. Muchas veces
Apatía, Hastío, Abulia y Efectos Adversos de la medicación ocupan la
escena a la hora de proponer las actividades . Por eso, parte de lo
que se hace implica paciencia y respeto para impedir que las
propuestas que se intentan llevar a cabo se tornen obligatorias o se
transformen en intrusiones violentas. De ahí también que se habilite
el deambular , la entrada y salida a las actividades, respetando los
diferentes momentos, formas y ritmos que se van presentando.
En la escuela, desde Extra Muros se trabaja fuera de la cuadrícula
temporal instituida. Las reuniones se realizan los viernes de 12.45 a
14.45hs. y al espacio concurren alrededor de 25 estudiantes, si bien
cada viernes se trabaja con 15 (no siempre lxs mismxs). Se mantiene
continuidad de propuestas e información de lo que se está trabajando
a través de un grupo secreto de Facebook. Las intervenciones e
instalaciones estéticas pueden realizarse tanto en los recreos, en los
actos escolares así como irrumpiendo en la escuela, en algún espacio
barrial u otros espacios que puedan surgir.

Consideramos que estas prácticas se desmarcan de las concepciones


tradicionales (y progres) sobre el trabajo grupal que suelen evocar a
conjuntos de personas que reiteran sus encuentros de manera
periódica, en días y horarios programados, en torno a una secuencia
de actividades o contenidos, en el mismo espacio, con los mismos
coordinadores y los mismos participantes.
En estos escenarios no es posible predecir las condiciones con las que
nos vamos a encontrar. Al momento de realizar las actividades no
solemos encontrarnos con un conjunto estable de participantes, no
hay tarea específica definida, ni consigna establecida cuya
funcionalidad puedan fijarse de antemano. Tampoco hay técnica que
prefigure la dinámica y/o garantice el “éxito” en los encuentros. Las
metas (en el sentido de alcanzar un objetivo planificado, predefinido)
no funcionan como patrón de referencia a la hora de considerar estas
prácticas. No se establecen roles que interpretar.
En este sentido, nos interpela la cuestión el encuadre. ¿Cómo insinuar
criterios de composición que soporten eso que suele ser leído como

118
dispersión y merodeo, figuras indeseables para la modalidad clásica
taller-aula? ¿Cómo establecer coordenadas mínimas en las que
apoyarse para trabajar? ¿Cómo evitar quedar capturados por las
mismas? La posibilidad de un encuadre extensible opera como
ejercicio permanente de invención y transformación, valiéndose de lo
que (se) disponga (en) el momento . No se trata de impartir un modo
correcto de conducta ni adiestrar según ideas de normalidad (estar
sano / estar educado). Mientras consignas y metas, suelen pedir
acatamiento y resultados según modelos naturalizados de éxito,
desempeño y productividad, estas propuestas se contentan con
habilitar conexiones posibles. En este sentido, podemos pensar que la
intensión (clínica, pedagógica, política) que nos mueve trata de
habilitar espacios que puedan alojar diferentes pliegues y despliegues
del estar.
En dichas circunstancias, quizá interese destacar el hecho de
practicar una disponibilidad. Esto es, proponer sin forzar, apuntalar
espacios compartidos sin invadir ritmos y respetando los diferentes
modos que se presenten de transitarlos. Se trata de tramar una
presencia desembarazada de ciertos ideales de adaptabilidad
(mejoría, cura, comportamiento adecuado, buen entendimiento,
aprendizaje exitoso) que vemos asentados sobre la necesidad de
distinguir lo normal de lo anormal –formulado en términos de lo sano,
lo enfermo, lo que está bien, lo que está mal, lo adecuado, lo
inadecuado y demás automatismos disciplinarios.
Entonces, practicar una disponibilidad como invitación y posibilidad
de encuentros. Disponibilidad como virtualidad siempre vacante.
Disponibilidad como estar permeable para viabilizar posibles,
mantenerse accesible para habilitar complicidades. Disponibilidad
como trabajo sobre la presencia para hacer de ella una morada
posible. Disponibilidad como dar curso. “Un curso es una especie de
materia en movimiento (…), y... por eso es musical; y del cual cada
uno, o cada grupo, o en última instancia cada estudiante, toma lo que
le conviene. Un mal curso es algo que, literalmente, no conviene a
nadie. (…) Ni que decir tiene que hay quienes se duermen a la mitad,
y no se sabe por qué misteriosa razón se despiertan en el momento
que les interesa. No hay una ley que diga por adelantado: «Esto le va
a interesar a tal»; tampoco es que les interesen los temas, es otra
cosa. Un curso es emoción. Es tanto emoción como inteligencia. Si no
hay emoción, no hay nada, no hay ningún interés. Así que el
problema no es seguirlo todo, ni escucharlo todo: se trata de
despertarse a tiempo para aferrar lo que te conviene, lo que te
conviene personalmente“(Deleuze, 1988).

119
Por otra parte, practicar una disponibilidad discute el enunciado
“poner el cuerpo”, esparcido tanto en el ámbito clínico, educacional,
militante, artístico, religioso, entre otros. “Poner el cuerpo” muchas
veces insinúa un tinte sacrificial y de cierta épica militante en el
trabajo que se realiza. De esta manera, parece funcionar como
jactancia de quienes creen romper barreras de contacto, que creen
franquear ciertos juegos de distancia entre cuerpos, clases,
jerarquías, saberes. “Poner el cuerpo” como heroísmo de quienes no
se detienen a pesar (¿a pensar?) de crueldades y maltratos
instituidos. Noble entrega de quienes se ofrecen a tareas complicadas
y en pésimas condiciones, anteponiendo ante todo la labor que los
requieren. Nos interesa pensar que depositar el cuerpo en un
establecimiento, concurrir diariamente arras(tr)ado por obligatoriedad
y costumbre, entregarse a explotaciones laborales, soportar los
trajines de las burocracias, exponerse a las condiciones actuales del
tráfico y del sistema de transporte, mantenerse horas en actividades
sedentarias, lidiar con ambientes saturados de estimulación visual y
auditiva, ofrecerse a consumos excesivos, someterse a la crueldad de
algunos mandatos estéticos, también constituyen formas de prestarse
(poner el cuerpo) a juegos de violencias instalados en los modos de
vivir en la actualidad.
En tiempos de capitalismo cognitivo mercantil (Rolnik), en una
cultura de la mortificación (Ulloa) poner el cuerpo se impone como
mandato naturalizado.
¿Existe alguna situación en la que el cuerpo no se encuentre, de
algún modo, allí?
Trabajar en Educación pública, en Salud pública implica la posibilidad
de elegir la escuela, el hospital como espacios de compromisos y de
luchas. Implica recorrer escenarios en los que el Estado se muestra
con crudeza y desnudez.
Trabajar con jóvenes se transforma así en la posibilidad de dejarse
interpelar por insolencias, desfachatez, curiosidades, irreverencias.
Este posicionamiento invita a jugar juegos en los que las relaciones
saber-poder constantemente despliegan y repliegan sus formas y sus
fuerzas para desafiarnos a ver si, algunas veces, logramos ir más allá
de ellas.
Referencias Bibliográficas

Barrilete Cósmico (2011) Pedagogía mutante. Buenos Aires. Editorial


Tinta Limón, 2011.

120
Debord, Guy (1967). La sociedad del espectáculo. La marca editora.
Buenos Aires, 2008.
De Brasi, Juan Carlos (2008). Entrevista: Una ética de la
responsabilidad. En Recepción y devenir de Deleuze y Guattari en la
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Deleuze, Gilles; Guattari, Félix (1991). ¿Qué es la filosofía?
Anagrama. Barcelona. 1999. Deleuze, Gilles (1988). El ABC de
Deleuze. Devenir imperceptible ediciones. Buenos Aires, 2011.
Nancy, Jean-Luc. (2004-2002) 58 Indicios sobre el cuerpo. Extensión
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Percia, Marcelo (2004) Deliberar las psicosis. Lugar Editorial. Buenos
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_____________ (2011). Inconformidad. Arte Política Psicoanálisis.
Editorial La Cebra, 2011.
Taber, Beatriz y Altschul, Carlos (2005). Pensando Ulloa. Libros del
Zorzal. Buenos Aires, 2005.
Rolnik, S.: (2006) La dictadura del paraíso www.lavaca.org.
Wagner, Marisa (1998) Los montes de la loca. Ediciones Baobab.
Buenos Aires. 1998.


Pensar algo de lo insoportable. Y de lo otro

Verónica P. Scardamaglia

Una facultad, un aula, algunas discusiones.

121
Alguien recuerda el debate “No matarás” (2004) en torno a una carta
de Oscar del Barco .
Curiosidad, rodeos, muchos interrogantes. Algo se detuvo para ser
pensado.
Decisiones en torno a la muerte. Decisiones sobre la posibilidad de
matar.
Lo religioso, lo ético, lo histórico, lo político, lo revolucionario,
tensionándose.
Una época, transmisión enrarecida.

Un debate

Lógica criminal de la violencia. Violencia y política. Pasión y violencia.


Violencias organizadas. Violencia política. Ritual de la violencia.
Violencia y calidades institucionales. Violencia guerrillera. Figuras de
la violencia. Violencia de las ideas. Violencia en la sociedad argentina.
Tipos de violencia. Extremo de la violencia. De la violencia a la
barbarie. Genealogía de la violencia política. Violencia armada.
Presencia cotidiana de la violencia. La tragedia de la violencia en la
política. Concepción de la violencia en los enfrentamientos sociales. El
recurso a la violencia extrema como medio de la política. Cualidad
diferente de la contra-violencia. Desvío de la violencia en la guerrilla
y en la política. Una violencia que no es de muerte.
El eco de la voz de León Rozitchner brama: “Esta reducción que
homogeneiza a la violencia olvida que la violencia de los que se
rebelan contra quienes los someten es una acción violenta contra la
violencia instalada como sistema en las relaciones sociales: que es
una contra-violencia cuya lógica y cualidad es radicalmente diferente
a la otra: la de quienes primero la habían impuesto. Donde en una, la
de quienes se defienden, domina y prevalece siempre el valor de la
vida y de la población mayoritaria, mientras que en la otra
concepción, la de quienes la ejercen para dominar socialmente, la
vida individual y colectiva es desdeñada y utilizada para el objetivo
primero de su ambición devastadora.”
Resuenan algunas huellas de historias pasadas, de historias
acalladas, de historias enrarecidas: Lucha armada. La sangre
derramada no será negociada. Patria o muerte. Vencer o morir. Ya
van a ver cuando venguemos a los muertos de Trelew. Perón o
muerte. Cinco por uno. “Faltaron armas, no hombres” .

122
Otras formas de resistencias, “una violencia necesaria para la
transformación”, contraviolencia revolucionaria. “Esa violencia en
manos de los pueblos, no es violencia, es justicia” . “Apóstol de la paz
y de la no violencia” .
La clandestinidad, una decisión de embarazo consultada con la
organización, pastillas de cianuro, el minuto, la contraofensiva
peronista. La decisión de no delatar aún con las vejaciones de las
torturas. Los leprosos. “Nuestra violencia generó muchos monstruos
”. Infiltrados por la CIA. “Morir antes que ellos me maten” .
Decisiones de vida y de muerte ante un mundo con la posibilidad real
de transformarse en otra cosa.

Visibilidades de la muerte

“Aquí la única certeza es la muerte” . El lugar de la muerte. Haber


causado intencionalmente la muerte. “No existe ningún "ideal" que
justifique la muerte de un hombre”. La muerte ocasionada por la
tortura. Historia de dolor y muerte. Condenados a muerte. Las
muertes causadas en el pasado. Sombría prédica de la muerte ajena
para el futuro. La muerte ajena provocada por motivos de
fundamentalismo historicista. Justificar unas cuantas muertes más.
Incitar la muerte de otros. La lucha armada y las muertes. Difundir
ideologías de la muerte. Muertes cuantiosas. La sangre y la muerte.
La muerte de su líder histórico. La mesa de tortura y la muerte. La
muerte del “líder de la burguesía”. Procesar esas muertes. No
expropiarles el sentido de sus muertes. Vínculos anudados con la
muerte. El problema de la muerte que viene dada por la mano del
hombre. La guerrilla y la muerte. “Allí me di cuenta que la muerte
individual no existe, que la vida verdadera es la de la sociedad, no la
de uno mismo”. Compromiso de la vida con la muerte. Una lucha que
culminaría en la muerte. Salvarse de la muerte al entregarse. La
muerte prometida. Asumir la propia muerte. La responsabilidad de la
muerte. Aceptación de la muerte como necesaria. Tragedia
convocada por la muerte. Relación con la muerte. Privilegia la muerte
sobre la vida. La madre abre a la vida pero también a la muerte.
Haberle dado muerte a la madre como significante fundador de todo
sentido. Si la muerte aparece no será porque la busquemos. Violencia
de aniquilamiento y de muerte. La contra-violencia como una
experiencia de vida y no de muerte. La cadena de la muerte no se
interrumpe.

123
Nuevamente, un bramido interroga: “¿Quién puede desbaratar ese
mandamiento si no es aquél que puede aceptar la muerte sobre sí
mismo: aquél que está dispuesto a negarlo porque está también
dispuesto a recibirla? ¿Estamos seguros de que el combatiente busca
sólo la muerte, como si fuera Cristo, y no es el amor a la vida lo que
lo mueve? ¿No será esa la mirada de los que miran siempre, sin
riesgo, desde afuera?“ “¿Sólo es asesinato la violencia de muerte
inmediata, a donde quedaría restringido el imperativo del “no
matarás”, y no la violencia morosa que carcome día a día, hora a
hora, la vida de los hombres y los aniquila?”
Día a día. Hora a hora.
Muertes como posibilidad real, y no como amenaza de inseguridad
mediática.
Un novio de 13 años por efectos de la gripe A. Una tuberculosis sin
atender. Una ambulancia que no llegó a un abuelo de 50 años.
Cromañón. Demasiados gatillo fácil. El paco. La injusticia por mano
propia. Un bebé que cayó de un tercer piso. Una golpiza machista con
olor a alcohol. Un suicidio de 15 años. Una madre y una sobredosis.
Un accidente de auto en la puerta de una escuela. Una confusión
narco que ajusta cuentas en un cuerpo joven abierto volquete
escuela. El frío. Un incendio. Otro mensaje narco enclavado en la reja
de otra escuela. Una patología cardíaca desclasada. Un tornado. Un
secuestromuerte por las redes de trata. Otra confusión narco que se
desangró en un patio de los monoblocks de un barrio. Otra
ambulancia que no entró en un barrio.
Automatismos de clase, de profesión que disciplinan argumentos,
justificaciones, sentimientos. Resignación a un destino cristiano de
victimización e indolencia.
Profesiones divorciadas de injusticias y pobrezas. Conciencias
escandalizadas acomodadas en el calor de un consultorio-diván.
Algunos murmullos incesantes: la muerte es tu destino inmediato, tu
vida no vale la pena, no hay lugar para vos, eras un aborto, hay que
matarlos a todos.
¿Qué sensibilidades políticas se dejan tocar por muertes evitables?
¿Cómo se registran?
Trabajar en algunos barrios enseña que una práctica usual en
latinoamérica homenajea a lxs muertos queridxs con imponentes
murales coloridos, muchas veces, en la esquina que vio crecer esas
muertes jóvenes. Escribe Blanchot en La comunidad inconfesable:
“Sólo una cosa: al morir, no únicamente te alejas, estás aún

124
presente, porque he aquí que me concedes este morir como la
concesión que sobrepasa toda pena, y donde me estremezco
suavemente en lo que me desgarra, perdiendo el habla contigo,
muriendo contigo sin ti, dejándome morir en tu lugar, recibiendo ese
don más allá de ti y de mí”.
¿De qué juegos de afectaciones se es capaz en determinadas
composiciones?
Nos interesa dejarnos interpelar por los encuentros-desencuentros
con lo otro. Encuentros y desencuentros que tantas veces asume la
violencia como forma.
Plantea en alguna de sus clases Deleuze respecto de Spinoza: “Un
caballo es ante todo, no una forma, sino un conjunto igual a X
partículas. Pero decir ≪Igual a X partículas≫ no es suficiente. ¿Qué
es entonces lo que define este conjunto? Una cierta relación de
movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud. No hago alusión
a ninguna forma diciendo que es una infinidad de partículas
sometidas a relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de
lentitud. Por otra parte, diciendo que es un poder de ser afectado,
que es el grado de potencia caballo, no me refiero a ninguna
subjetividad. Ya no se trata de decir cuál es la forma de un cuerpo.
Spinoza lanza su ¿qué es lo que puede un cuerpo?”
¿Qué afectaciones produce el encuentro-desencuentro con lo otro?
¿Cómo se piensa lo otro? ¿Qué operaciones políticas se sitúan
respecto de lo otro? Sitúa Mónica Cragnolini en “Temblores del
pensar”: “Tanto en Blanchot como en Derrida, el otro es el “extraño
extranjero”, el distante, por ello mi relación con él escapa al poder de
reducción o aseguramiento. Para Derrida, la alteridad está presente
en la mismidad como huella o diferimiento, con esa presencia que
tiene la muerte en el nombre propio (nuestro superviviente), y la otra
lengua en la “propia” lengua, en tanto lengua heredada y atravesada
por lo otro.”
Lo “extraño extranjero” que sabe de las capturas de la lógica
identitaria, que sabe de la tiranía que la modernidad instala desde la
identidad como principio. Que algunas veces olvida que esto ha
producido un modo de organizar el mundo regido por el principio de
lo igual. Ese principio que descarta y excluye. Que activa, entre
tantas otras cuestiones, la proliferación incesante de clasificaciones
engendradas en aquel suelo histórico político. En las clasificaciones, lo
otro queda situado a partir de lo mismo. Algo de la naturaleza del
signo se juega aquí. El signo así como fuera interpelado por los
maestros de la sospecha, quienes sitúan nuevas posibilidades de

125
interpretación y fundan con ello la posibilidad de una hermenéutica.
Dice Foucault:“Esto nos ha puesto en una situación incómoda puesto
que estas técnicas de interpretación nos conciernen a nosotros
mismos, puesto que nosotros, intérpretes, nos hemos puesto a
interpretarnos mediante estas técnicas. Y es con estas técnicas de
interpretación, a su vez, que debemos interrogar a esos intérpretes
que fueron Freud, Nietzsche y Marx; en forma tal que somos
perpetuamente reenviados en un perpetuo juego de espejos.”
Dice LaIdentidad: serás siempre igual a ti mismo hasta la muerte.
Conservarás tu esencia, no la traicionarás. No cambiarás. Eterno,
para siempre y en correspondencia con sí mismo. Serás fiel reflejo de
la imagen del espejo.
Asegura LaClasificación, ampliaré tu reinado. Disimularé tus ropas.
Dibujaré nuevos contornos para que tu vida sea eterna.
La operación de la lógica identitaria nos lleva siempre a uno de los
dos extremos de las oposiciones binarias. Esta lógica conlleva los
imperativos de conservación, de correspondencia, de militancia por la
igualdad de sí.
En este sentido, la operatoria de la lógica de propiedad y conquista
del capitalismo da materialidad a las ciencias humanas, en tanto
cuerpo de saberes disciplinarios y disciplinantes al servicio de la
producción. Producción de productos, ya se trate de lavarropas,
televisores, autos, computadoras como de prácticas, verdades,
subjetividades, profesiones, enfermedades, curas, modos de relación.
En este sentido, será a través de la lógica de la representación, que
se garantice la fijeza de lugares socialmente establecidos,
previamente asignados, científicamente consignados.
Pensar lo otro no implica situarlo en un registro de lo identitario.
Pensar lo otro significa destruir las identidades pensadas como
corsets. Plantea Suely Rolnik en “El malestar en la diferencia”: “La
irrupción de un acontecimiento nos convoca a crear figuras que
vengan a dar cuerpo y sentido a la regimentación de las diferencias
que él promueve. (…) Son quiebres, rupturas, demoliciones, que
pueden variar en ritmo e intensidad, pero que acontecen forzosa y
repetidamente a lo largo de nuestra existencia. Imposible evitarlo:
tales quiebres son el efecto de una implacable disparidad entre, por
un lado, la infinitud del ser en cuanto pura producción de diferencia y
por el otro, la finitud de los modos de subjetivación en que se
expresan las diferencias, cristalizaciones provisorias del ser formando
figuras, lo humano propiamente dicho.”

126
Microfascismos progres

Derrida llama differance a la oportunidad del acontecimiento de lo


desconocido en lo conocido. Escribe: “…la différance nos mantiene en
relación con aquello de lo que ignoramos que excede la alternativa de
la presencia y la ausencia. Una cierta alteridad -Freud le da el
nombre metafísico de inconsciente- es definitivamente sustraída a
todo proceso de de presentación por el cual lo llamaríamos a
mostrarse en persona. En este contexto y bajo este nombre el
inconsciente no es, como es sabido, una presencia para sí escondida,
virtual, potencial. Se difiere, esto quiere decir sin duda que se teje de
diferencias y también que envía, que delega representantes,
mandatarios; pero no hay ninguna posibilidad de que el que manda
‘exista’, esté presente, sea el mismo en algún sitio y todavía menos
que se haga consciente”.
Introduce una variación que permite recuperar el diferir como modo
de abrir paso a lo no representado. Escribe Marcelo Percia “Derrida
(1968) introduce un artificio para remover en el sustantivo diferencia
la potencia del verbo diferir tanto en su sentido de rechazar,
demorar, desviar o reservar como en el del desacuerdo, la alteración,
la desemejanza, la polémica. Propone un neografismo: si la palabra
diferencia se escribe en francés différence, sugiere anotar différance
(con a) para reponer el movimiento de sentidos acallados en el
sustantivo de empleo habitual. Percibe que lo neutro de la diferencia
es lo difiriente.”
Desde la lógica identitaria, lo otro queda reducido a lo ya conocido y
desde allí se establecen diferentes operaciones que lo niegan en tanto
que aquello no representado.
Lo otro como aquello que estalla las referencias.
La fuerza del capitalismo cala hondo, insiste y desdibuja intentos de
otros modos de relación con lo otro. Existen y proliferan
microfascismos cotidianos que (a)saltan por doquier. Se trata de
gestos casi inútiles que vienen a recordar el imperio del YO. Se trata
de sutiles ninguneos que hacen visible la pseudo inocencia del “no me
dí cuenta”. Se trata de micrológicas cotidianas (De Brasi) que activan
un variado menú de acciones. Se trata de una gama homogénea de
opciones que muchas veces genera una escalada de enfrentamientos
ciegos que refuerza aquel lenguaje que se buscaba destronar. Modos
que sólo reinstalan y refuerzan aquellas formas que se buscaba

127
denunciar. Modos que sólo resitúan juegos de dominación y
enfrentamiento que descomponen y entristecen.
¿Qué posibilidades tiene entonces el registro de lo otro en tanto otro?
¿Cómo se dice lo otro?
Asistimos a nuevas modas progres, políticamente correctas que
pregonan la tolerancia, el respeto por las diferencias, el valor de la
diversidad, la equidad, la igualdad. Ramillete marchito de palabras
vaciadas y de circulación casi obligatoria en discursos de derechas e
izquierdas. En docentes progres. En trabajadores comunitarios. En
profesionales varios. En militantes y artistas.
Trabajar en lo otro implica desplegar cierta posibilidad de
incomodarse, conmocionarse, conmoverse, fragilizarse. Implica el
desafío de interpelar la lógica de expulsión, de exclusión, de
enfrentamiento, de conquista.
Ya en su libro Vigilar y castigar Michel Foucault despliega una serie de
acciones ejercidas por las disciplinas. Plantea que el arte de castigar
utiliza cinco operaciones:
compara,
diferencia,
jerarquiza,
homogeneiza,
excluye,
por tanto, normaliza.

¿Qué serie de operatorias políticas sobre lo otro, traducidas en


acciones cotidianas podemos establecer?
Acciones posibles que se sitúan como modos de relación en los cuales
lo otro queda:
asesinado, ultrajado, enterrado, violado, aniquilado, ultimado,
vejado, arrasado, silenciado, reprimido, lastimado, atacado,
lesionado, confinado, degradado, herido, azotado, desfigurado,
esclavizado, tiranizado, abusado, destruido, menospreciado,
sancionado, nivelado, sojuzgado, rechazado, sometido, recluido,
oprimido, perseguido, desaparecido, prohibido, descalificado,
cosificado, acallado, agobiado, dominado, injuriado, humillado,
archivado, mortificado, anulado, tildado, rebajado, subestimado,
ridiculizado, amonestado, adaptado, castigado, integrado, demorado,

128
fichado, examinado, marcado, reprendido, vigilado, clausurado,
agotado, depuesto, reducido, custodiado, patrullado, disipado,
escoltado, deshonrado, maltrecho, disfrazado, desechado, banalizado,
relegado, señalado, avasallado, reprobado, molestado, aplazado,
derrotado, cancelado, sospechado, derogado, temido, criticado,
desvanecido, apagado, devaluado, maliciado, ninguneado, obstruido,
desplazado, maldito, contrarrestado, acabado, avergonzado,
entristecido, acongojado, recelado, sujetado, desviado, asimilado,
comparado, adecuado, denigrado, amoldado, dudado, abrumado,
invisibilizado, neutralizado, tachado, desclasado, educado,
compensado, acondicionado, igualado, totalizado, homogeneizado,
escindido, interpretado, vulnerado, incluido, desterrado, vencido

Estrategias biopolíticas que se encarnan en cuerpos


institucionalizados, en dinámicas institucionales, en modos de
relación instituidos, en automatismos cotidianos.

Interferencias
¿Cómo escapar de lo “ya pensado” para inventarnos en las urgencias
de las prácticas cotidianas? ¿Cómo escapar a los discursos de la clase
dominante para pensar el dolor de lxs olvidadxs? ¿Cómo inventar
pensamientos “con la fuerza del hambre ?
Algunas sensibilidades políticas pueden hacerse lugar. Algunas
herramientas conceptuales pueden ocurrir cada vez que el abismo se
presenta, cada vez que las injusticias muerden algunas existencias,
cada vez que trabajar con el dolor que insiste en la vida se vuelve
insoportable.
Muchas prácticas históricas de resistencias nos desafían a inventar
dimensiones de posibilidad allí donde sentimos que el abismo nos
traga, allí donde nos encontramos burlados por aquellos conceptos
que creíamos suficientes a la hora de intervenir. Escriben Guattari y
Deleuze en Qué es la filosofía: “El devenir sensible es el acto a través
del cual algo o alguien incesantemente se vuelve otro (sin dejar de
ser lo que es), (…) mientras que el devenir conceptual es el acto a
través del cual el propio acontecimiento común burla lo que es. Éste
es la heterogeneidad comprendida en una forma absoluta, aquél la
alteridad introducida en una materia de expresión. El monumento no
actualiza el acontecimiento virtual, sino que lo incorpora o lo encarna:
le confiere un cuerpo, una vida, un universo.

129
Así es como Proust definía el arte-monumento a través de esta vida
superior a la «vivencia», de sus «diferencias cualitativas», de sus
«universos» que construyen sus propios límites, sus alejamientos y
sus acercamientos, sus constelaciones, los bloques de sensaciones
que arrastran, universo-Rembrandt o universo-Debussy. Estos
universos no son virtuales ni actuales, son posibles, lo posible como
categoría estética («Un poco de posible, si no me ahogo»), la
existencia de lo posible, mientras que los acontecimientos son la
realidad de lo virtual, formas de un pensamiento-Naturaleza que
sobrevuelan todos los universos posibles, lo que no significa decir que
el concepto antecede de derecho la sensación: incluso un concepto de
sensación tiene que ser creado con sus propios medios, y una
sensación existe en su universo posible sin que el concepto exista
necesariamente en su forma absoluta.”
El desafío de acompañar cuerpos desarmados, ojos vaciados de
sentido, de paco, cuerpos marcados por cinturonesmadres, lágrimas
secas, agotadas, existencias desgarradas...
Excluídxs,
olvidadxs,
desposeídxs,
desclasadxs,
prisionerxs,
pobres.
Una voz se pronuncia: “El psicoanálisis es decisión de rodear con
palabras angustias sin representación. La política es decisión de
alojar preguntas que estallan cada vez que se entrevé lo
insoportable.”
Injusticias cotidianas, dolores que interpelan, desafíos de alojar algo
de lo insoportable, de interrogarlo, de rodearlo con palabras.
Cuidado con las palabras
(dijo)

tienen filo
te cortarán la lengua
cuidado
te hundirán en la cárcel

130
cuidado
no despertar a las palabras

acuéstate en las arenas negras


y que el mar te entierre
y que los cuervos se suiciden en tus ojos cerrados
cuídate
no tientes a los ángeles de las vocales
no atraigas frases
poemas
versos
no tienes nada que decir
nada que defender
sueña sueña que no estás aquí
que ya te has ido
que todo ha terminado

Alejandra Pizarnik (Textos entre 1956-1960. En: Madame Lamort).

Bibliografía
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//laempresadevivir.com.ar/jornadas-debate-no-mataras-indice-de-la-
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Belli, G. (1988) La mujer habitada. Ed. Seix Barral, Madrid, 2010.
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Caracas, Monte Ávila, p. 116. 1996.
Blanchot, M. (1999) La comunidad inconfesable, trad I. Herrera,
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131
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Derrida. Revista Pensamiento de los Confines Año VIII Número 12,
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Del Barco, Oscar (2004) No matarás. Publicado originalmente en
Revista mensual La Intemperie Política Cultura. Córdoba, 2004.
Jouve, H. (2004) 1) La guerrilla del Che en Salta, 40 años después.
2) Tiempo de cárcel. Revista Intemperie Nº 15 y 16.
Percia, M. (2008) Políticas de la desmentida. Revista Pensamiento de
los Confines Año XIII Nº 22, julio 2008, Buenos Aires.
Rozitchner, L. (2006) Primero hay que saber vivir. Del Vivirás
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www.elhistoriador.com.ar

Filmografía
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Blaustein, David (1996) Cazadores de utopías.
Blaustein, David (2000) Botín de guerra.
D'Angiolillo, Luis César (2007) Norma Arrostito, la Gaby.
Di Tella, Andrés (1994) Montoneros, una historia.
Gleyzer, Raymundo (1972) Ni perdón ni olvido. 1972, la masacre de
Trelew.
Mascaro Cine (2006) Gaviotas blindadas, historia del PRT-ERP. Parte
1 y 2.
Pigna Felipe (2005) Programa Lo pasado pensado. Reportaje a
Firmenich.

Imagen extraída de www.leonferrari.com.ar

Lotería

132
V. Nicolás Koralsky
“En esa sociedad pacificada por el Azar, los otros advienen como
conexiones disyuntivas, pluralidad contaminante de muchas
conductas, concurrencia de lo incompatible, variaciones llamadoras
de diferencias. Los otros como desvíos, torceduras, exageraciones,
negativas; cómplices de un esquema regulador de reacciones,
avatares, circunstancias, que gobiernan el desquicio humano.
Diversidad que nada ni nadie completa o domina. El sorteo como fuga
del cálculo previsto, habilidad que posterga lo definitivo, final que no
se suspende sino que se extiende ilimitado, deriva, rumbo de viento,
sentido de agua. Abatimiento del acto solitario. Soledad visitada por
innumerables acciones ajenas.
El Azar delira en todas partes, indivisible”
Marcelo Percia
Todos los hombres son un mismo hombre. De vez en cuando, se
repite la historia y, muy pocas veces, se la recuerda: Genocidio.

Escribir obliga a revolver y a revolverse, si bien muchas veces no se


puede localizar eso que se revuelve en nosotros. De lo que vengo a
escribir es de eso que hace sentir que cualquier masacre, luego de un
tiempo, entra en un anecdotario de la historia que solo queda en una
enumeración de genocidios, como hechos históricos muertos, en la
que uno olvida que en cada hombre y en cada mujer hay algo
sagrado.

No hay trato más imprudente ante la muerte que la humanización


expresada en números: la cifra fría que indica que 50.000.000
habitantes originarios del continente americano fueron “barridos” en
la colonia. Fueron barridos, como se barre el suelo antes de una
fiesta, como se barren las migas luego de una gran comilona. Esos
barridos han sido el registro fiel de nuestra incipiente humanidad, en
la que la limpieza y la higiene hacen juego con el orden y el progreso.

Las estadísticas compactan: bloquean la brutalidad de la muerte. No


se asesinaron 6.000.000 de judíos: se asesinó a todo un mundo
capaz de entrar en una de esas vidas. Cuando alguien querido muere,
la conmoción que esto provoca nos parte de dolor. ¿Cuánta vida hay
en un solo ser viviente y hablante? ¿En cuánto nos partiría la muerte
de treinta mil?

133
El dolor de la muerte. La historia de aquellos que marcan una
ausencia, una ausencia que reclama: “No hay cuerpo propio en el
dolor”.

Lo que lastima en la ausencia no son los que se han ido, sino lo


impersonal de esos cuerpos que no están. Todo lo impersonal del otro
es lo sagrado y solo eso.

Un cuerpo atraviesa todos los cuerpos cuando lo hace a través de sí


mismo. No se mataron 6.000.000 de judíos. Se mató uno y, después,
se lo mató otras cinco millones novecientas noventa y nueve mil,
novecientas noventa y nueve veces más.
Puede lavarse una singularidad aplicando la fría despersonalización
que habilita el discurso de la ciencia: poner en estadísticas el horror.
Cuando el horror queda esquematizado en dígitos que, por sus
magnitudes, nos sobrepasan, termina por no pasarnos nada. No lo
podemos hacer hablar.

Si los muertos no pueden registrarse con los parámetros de la


pérdida de un equivalente universal, todo queda minimizado,
descartado, desechado. Ante la tragedia, el dinero se valida como
único enunciado, y todo queda sometido a esa variable. Si puede ser
medido por la variable dinero, ese enunciado infiere una verdad. El
dinero desprecia la vida.

Una catástrofe trasciende primero por el número de caídos y, luego,


por el número que supone en pérdidas económicas. Con los
genocidios, sucede algo parecido. El sentido común de la clase media
se inscribe en el equivalente universal. En el generalizador universal,
el patrón común es siempre el dólar, ese agente unificador de las
economías domesticadas. El sueño de ganar la lotería es una forma
de habitar las clases medias. Pero ¿qué le pasa a un cuerpo cuando
es simplemente una estadística?

Lotería militar
El ejército del Azar

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La idea del sorteo resonaba insistente en algún lugar de mi cabeza.
Me taladraba una voz sugestiva: “pero el sorteo es la suerte de que
no te toque”. De golpe, me di cuenta de que esto era el resultado de
una asociación desprevenida con mi infancia. Entre los primos y los
hermanos de mi familia, circulaba la tensión, el terror de ser
beneficiado: sensaciones a las que nos remitía la idea del sorteo.

Sorteo y milicia
El sorteo y ese infortunio de tener que hacer la colimba. El sorteo
para cumplir con el ejército. El sorteo para devolverle a la Nación ese
algo que las instituciones habían filtrado en nuestros cuerpos, en
nuestras ideas, en la emoción de ver la bandera flameando en algún
lugar perdido del globo. El sorteo para devolver los “dones” que había
impuesto el kit nacionalizador de la lógica estatal.

El sorteo era el Azar puesto en ejercicio para servir a la Patria: el


sorteo como fórmula reguladora de masculinidades. A través de
varias generaciones, especialmente en algunas minorías, la colimba
había sido un problema para muchos. De todo esto, el miedo, mi
miedo, y el respeto al Azar. Recuerdo cómo con amigos, y no tan
amigos, pasábamos tiempo planeando estrategias para escapar
cuando llegase el momento del sorteo. Escucho voces que me
recuerdan la eficaz incompetencia que producía tener el pie plano, la
salvación que significaba ser miope, la dilación por estudio, la
esperanza que surgía después de ser diagnosticado con una torcida
escoliosis. Entre las estrategias que ideábamos para zafar y ante la
inevitable suerte de tener la obligación de hacernos hombres
(obligación/derecho de derecha), con uno de mis compañeros de
alegrías fugaces, teníamos planificada la mejor opción: para acortar
la duración de este infortunio al máximo (tres meses), iríamos a la
base militar argentina en la Antártida. Lo irremediable de la
circunstancia era considerado una oportunidad para pensar que, en
ese lugar remoto que escuchábamos en los cuentos desde niños,
ocurriría el encuentro con la intensidad de lo desconocido. El frío no
era sufrimiento cuando lo comparábamos con el maltrato que
imaginábamos que se extendía en el resto de las Fuerzas. No faltaba
algún que otro personaje cercano que, mientras confesaba sus
fantasías de desviado, se conmovía con el morbo de tener tantos
hombres juntos y de (des)quitar lo macho del macho.

135
No recuerdo bien como papá salió ileso de esa experiencia. Quizás,
no lo recuerdo porque implicaría soportar entender el tráfico de
influencias que en las provincias se movilizaba, así como los favores
que después se debían devolver al poder.

Cuenta la historia, según una de las madres (de uno de los tantos
que éramos nosotros), que, en el interior, en el invierno del ‘92 —
que no es el verano neoliberal del ‘98 en las costas de la zona norte
de Buenos Aires—, se haría el sorteo para ingresar al servicio militar.

Uno de nosotros, con 18 años, cursaba el sexto año de la Escuela


Técnica y estaba en óptimas condiciones para ingresar a la armada.
Mientras se preparaba para ir al cole, empezó a sentir ese cosquilleo
nervioso que se despierta en el centro del estómago. Al partir,
nuestra mamá lo saludó como nunca con un beso fuerte. Lo abrazó
llena de nostalgia. Le deseó buena suerte.(Las madres conocen el
dolor de esos hijos; los padres celebran una nueva oportunidad para
vigorizar esos cuerpos especiales, sensibles por demás).

La encargada de (des)armar esas vidas era la Lotería Nacional. El


sorteo sucedió durante la mañana mientras, nosotros estábamos en
las aulas. La lógica de la suerte de la lotería militar identificaba a su
ganador con las últimas tres cifras de la identidad transformada en
documento nacional.

La escena
Radio prendida. Madre ansiosa. Nervios bullen. En la casa, sonó el
teléfono gris con disco colorado y unos noventa centímetros de
cordón espiralado. Éramos nosotros, del otro lado, que llamábamos
desde el teléfono público de la escuela. En los altavoces de ambos
aparatos, se acoplaba el sonido de la cadena nacional. El espacio-
tiempo a través del dispositivo se volvía uno. Madre e hijo, uno.
Nosotros, uno. Un número, otro número y el último número. La
suerte había sido echada. Había un ganador. Uno de nosotros había
sido el desafortunado.

Mamá. Amargura. Tristeza. Llanto.

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Nosotros. Bronca. Impotencia. Miedo. Azar. Intentábamos ser
hombres y contener las lágrimas porque los muchachos no lloran. Las
estrategias que habíamos planeado no servían de reparo.

¿Qué podíamos exigirle al Azar?


Unos dos años después, uno, que somos todos, en el interior, en la
localidad de Zapala, en Neuquén, a solo tres días de su ingreso al
grupo de artillería, moriría brutalmente asesinado por la torpeza del
poder. Un cuerpo sumiso. Un joven adolescente. Un cuerpo suave. Un
número más. El cuerpo del golpeado sería un baño de sangre; El
cuerpo del que se encargaría de dar los golpes también. Algunos
cuerpos pueden desaparecer en el fondo de los cuarteles.
Omar
Carrasco.
Algunas sensibilidades son insoportables, ¿Quién habla en
este cuerpo?

Referencias Bibliográficas
-Adorno, T.W. y Horkheimer, M. (1969): Dialéctica del Iluminismo,
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1969.
-Agambem, Giorgio (1998): Homo Sacer I, Valencia, Editorial Pre-
Textos, 1998.
-Beckett, Samuel (1971): El innombrable, Madrid, Alianza Editorial,
2012.
-Borges, Jorge Luis (1944): “La lotería en Babilonia”, en Ficciones,
Madrid, Editorial Alianza, 1974.
-Ferreri, Marco (1973): "La grande bouffe" La gran comilona. Prod:
Films 66, Mara Films, Capitolina Produzioni Cinematografiche.
-Levi, Primo (1987): “Si esto es un hombre”, Barcelona, Editorial
Océano, 2011. -Marx, Carlos (1973): El Capital (Crítica de
la economía política), Tomo 1, México, Fondo de Cultura Económica,
1973.
-Percia, Marcelo (2006): “Suerte de Existir”, en Campo Grupal 77,
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-Percia, M. (2011): Inconformidad, Buenos Aires, Editorial la Cebra,
2011.

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-Sloterdijk, Peter (2000): Normas para el parque humano, Madrid,
Siruela, 2000.
-Weil, Simone (1957). “La persona y lo sagrado”, en Confines 02,
Buenos Aires, La marca, Noviembre 1995.

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