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Larry Laudan se propone mostrar en este breve volumen que el relativismo [epistemológico],
que exhibe muchos adeptos en la actualidad, no constituye a pesar de todo «una posición
filosóficamente coherente»; mostrar, en definitiva, que las críticas que dicha posición dirige a
las pretensiones de la ciencia de conocer progresivamente el mundo, están comprometidas
con una base teórica «plenamente equivocada».
A continuación explicitamos las tesis del discurso relativista que hemos juzgado
fundamentales, para luego dar nuestra apreciación personal con respecto a las mismas y a la
valoración que merecen según Larry Laudan. Empecemos, pues, con las tesis:
1. Toda noción de progreso cognitivo, para que sea viable, exige un alto grado
deacumulación entre teorías científicas anteriores y posteriores (32).
3. Todo lo que podamos decir sobre el mundo, va más allá de lo que nos viene dado por
nuestros sentidos, pues todas las observaciones están cargadas de teorías (53).
6. Las reglas o criterios metodológicos de la ciencia son enteramente subjetivos, esto es,
no reflejan «hechos substantivos», y por tanto, la ciencia misma está
sin «fundamentos fiables», ya que el método científico es lo que distingue a la ciencia
de otras actividades moldeadoras de creencias (119).
8. La actividad científica posee una objetividad aparente, pues los científicos no sólo
tienen intereses asociados a su situación profesional como científicos, sino que su
actividad científica está también impulsada por intereses «no cognitivos de poder,
prestigio e influencias» (172).
Pues bien, ya hemos enumerado las tesis o planteamientos que hemos considerado
fundamentales en el discurso relativista desarrollado en la obra de Laudan. La pregunta ahora
es: ¿en qué consiste la incoherencia o, más aún, la plena equivocación de la epistemología
relativista, según Laudan? El relativismo epistemológico «es incoherente por
autorreferencialidad». Dicho con otros términos, el relativismo se autorrefuta a cada paso;
además de que algunas de sus convicciones centrales son un tanto «confusas».
Ahora bien, ¿no tiene la posición relativista ningún mérito, nada salvable hay en ella? Las tesis
de la inconmensurabilidad, del holismo, de la infradeterminación, de la carga teórica de las
observaciones, etc., comportan aspectos plausibles. No debemos rechazar estos argumentos
globalmente, pues, como digo, en ellos se puede encontrar aspectos que resultan ser
razonables. En esto los relativistas se asemejan a los escépticos, pues ésta también, aunque
siendo una posición igualmente inconsistente, tiene reflexiones bastantes clarificadoras y
oportunas. ¡Quién, pues, negará que gracias a los relativistas y a los escépticos se han
alcanzado logros significativos en el desarrollo del pensamiento occidental! Sus críticas, por
ejemplo, muchas veces han ayudado a replantear cuestiones que se creían lo suficientemente
fundamentadas. Laudan, a este respecto, pienso, no hace suficiente justicia a los relativistas,
pues en su volumen leemos: “me he esforzado todo lo posible para hacer de este relativista un
ser inteligente y muy competente desde el punto de vista argumental” (13). Laudan subestima
la importancia de la posición relativista.