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La embriología es una ciencia que trata sobre el desarrollo de un embrión a partir de la fecundación

del óvulo a la fase de feto. Después de la escisión, la división celular, o mórula, se convierte en una
bola hueca, o blástula, que desarrolla un agujero o poro en un extremo.

En los animales bilaterales, la blástula se desarrolla en una de las dos formas en que se divide el reino
animal en dos mitades.

Si en la blástula el poro primero (blastoporo) se convierte en la boca del animal, es un protostome, si


el poro primero se convierte en el ano, entonces es un deuterostome. La mayoría de los animales
protostomes incluyen invertebrados, como insectos, gusanos y moluscos, mientras que el
deuterostomes incluyen los vertebrados. A su debido tiempo, los cambios de blástula en una
estructura más diferenciada llamada gástrula.

La gástrula con su blastoporo pronto desarrolla tres capas distintas de las células (las capas
germinales) a partir de la cual todos los órganos y tejidos se desarrollan:

 La capa más interna o endodermo, da origen a los órganos digestivos, pulmón y vejiga.
 La capa media o mesodermo, da lugar a los músculos, el esqueleto y el sistema circulatorio.
 La capa externa de células, o ectodermo, da lugar al sistema nervioso y la piel.

En los seres humanos, el término embrión se refiere a la bola de células que se dividen desde el
momento en el cigoto se implanta en la pared del útero hasta el final de la octava semana después de
la concepción.

Más allá de la octava semana, el ser humano en desarrollo se llama entonces a un feto. Los embriones
de muchas especies a menudo parecen similares entre sí en las primeras etapas de desarrollo. La
razón de esta semejanza se debe a que las especies tienen una historia evolutiva compartida.

Estas similitudes entre las especies se denominan estructuras homólogas, que son estructuras que
tienen la misma función o similar y un mecanismo de haber evolucionado de un ancestro común.

Muchos principios de la embriología se aplican tanto a los animales invertebrados, así como a los
vertebrados. Por lo tanto, el estudio de los invertebrados embriología ha avanzado el estudio de los
vertebrados, la embriología. Sin embargo, hay muchas diferencias también.

Por ejemplo, numerosas especies de invertebrados liberan una larva antes de que el desarrollo está
completo, al final del período larvario, un animal por primera vez llega a parecerse a un adulto similar
a su padre oa los padres.

A pesar de la embriología de invertebrados es similar en algunos aspectos de los animales


invertebrados diferentes, también hay un sinnúmero de variaciones. Por ejemplo, mientras que las
arañas proceder directamente desde el huevo hasta la forma adulta muchos insectos desarrollan a
través de al menos una etapa larval.

En la actualidad, la embriología se ha convertido en una importante área de investigación para


estudiar el control genético del proceso de desarrollo (morfógenos, por ejemplo), su relación con la
señalización celular, su importancia para el estudio de ciertas enfermedades y mutaciones y en las
relaciones de investigación con células madre.

En fecha tan reciente como el siglo 18, la noción prevaleciente en humanos embriología era
preformación: la idea de que el semen contiene un embrión - un preformado, bebé en miniatura, o
"homúnculo''''" - que simplemente se hace más grande durante el desarrollo.

La explicación competencia del desarrollo embrionario fue epigénesis'''', propuesta originalmente


2.000 años antes por Aristóteles.

De acuerdo con la epigénesis, la forma de un animal emerge gradualmente a partir de un huevo


relativamente sin forma.

Como microscopio mejorado durante el siglo 19, los biólogos pudieron ver que los embriones se
concretaron en una serie de pasos progresivos, y epigénesis preformación desplazada como la
explicación favorecida por los embriólogos.

Pioneros embriológicos modernas incluyen Gavin de Beer, Charles Darwin, Ernst Haeckel, JBS Haldane
y Joseph Needham, mientras que gran parte embriología temprana proviene de la obra de Aristóteles
y los grandes anatomistas italianos: Aldrovandi, Aranzio, Leonardo da Vinci, Marcello Malpighi,
Gabriele Falloppia , Girolamo Cardano, Emilio Parisano, Fortunio Liceti, Stefano Lorenzini, Spallanzani,
Enrico Sertoli, Mauro Rusconi, etc Otros contribuyentes importantes son William Harvey, Kaspar
Friedrich Wolff, Heinz Christian Pander, Karl Ernst von Baer, y August Weismann.

Después de la década de 1950, con el ADN estructura helicoidal destejerse y el aumento de los
conocimientos en el campo de la biología molecular , la biología del desarrollo surgió como un campo
de estudio que intenta correlacionar los genes con el cambio morfológico, y así intenta determinar qué
genes son responsables de cada cambio morfológico que se lleva a cabo en un embrión, y cómo estos
genes están regulados.

BIBLIO GRAFIA http://www.news-medical.net/health/Embryology-History.aspx

El óvulo es la célula más grande del cuerpo humano. Cada mes empieza su viaje
desde el ovario hasta el útero, a la espera de ser fecundado. Cuando madura,
en la Trompa de Falopio, son expelidos la mitad de los cromosomas, que se
reúnen en una pequeña célula llamado “cuerpo polar”, en el interior de la
pared del óvulo. De esta forma quedarán sólo los 23 cromosomas necesarios
para formar un nuevo ser humano.

Los espermatozoides son las células más pequeñas del cuerpo


humano (6 centésimas de milímetro) y se liberan unos 500 millones en el
momento de la eyaculación. Son los portadores incansables de la carga
genética masculina –23 cromosomas- que está contenida en su cabeza o
“acrosoma”. En la cola se halla su reserva energética o mitocondrias que le
permiten impulsarse durante muchas horas sin repostar de la secreción de las
Trompas de Falopio. Aproximadamente un millar de golpes de cola hacen
avanzar al espermatozoide un centímetro, y para nadar 10 centímetros,
necesita media hora, si no encuentra obstáculos. Necesitará unos veinte mil
latigazos de su cola para conseguir llegar al óvulo.

     De los 500 millones de espermatozoides que emprenden el viaje,


sólo unos pocos centenares llegan al óvulo, atravesando el extrecho orificio del
cérvix y los intrincados conductos de la Trompa de Falopio. Aquellos que logran
llegar, empiezan a actuar sobre la superficie del óvulo para intentar traspasarla: le
dan topetazos, la rozan con la cola y... de pronto, el óvulo empieza a girar sobre
sí mismo lentamente, como un cuerpo celeste en el espacio, como si estuviera
bailando la danza de la vida. El escenario es la Trompa de Falopio.

Por lo general, unos diez espermatozoides consiguen atravesar la


     
pared del óvulo, actuando como un taladro impulsado por su cola. Traspasan las
células nutrientes que lo rodean, con la ayuda de las enzimas de su capuchón o
acrosoma, e incluso se cree que estas le ayudan a entrar. Sólo uno, el ganador,
consigue penetrar en el plasma celular del óvulo para depositar en él su valiosa
carga genética. En ese momento, la composición química de la pared del óvulo
cambia para bloquear el paso a los demás espermatozoides. Entonces se
produce la fusión del material genético masculino con el femenino, almacenado
en un núcleo en el interior del óvulo. Es el momento de la concepción de un
nuevo ser humano, y ocurre normalmente antes de transcurrir 24 horas. A partir
de ese momento existe un embrión de ser humano distinto de sus padres y de
cualquier otro ser.

     “Cada uno de nosotros comienza a existir en un momento preciso


en el que toda la información genética necesaria y suficiente es recogida por una
sola célula, el óvulo fecundado, y este es el momento de la fecundación. No hay
la menor duda de ello, y sabemos que esta información está inscrita en un tipo de
registro que llamamos ADN.”

Dr. Jérome Lejeune (Premio Nóbel de Biología)

      Unascuantas horas después, el óvulo se divide por primera vez en


dos células, cada una de las cuales contiene la carga genética de sus
progenitores: un genoma nuevo y único en la historia. El óvulo fecundado o
zigoto avanza lentamente hacia el útero impelido por millones de cilios de la
Trompa de Falopio. El nuevo ser es humano (tiene 46 cromosomas) y está vivo
(es capaz de reemplazar las células de su cuerpo cuando éstas mueren); sólo
necesita alimento y tiempo para crecer hasta ser adulto.

     Dos días y cuatro células visibles. La célula se mueve


vigorosamente, dividiéndose una y otra vez cada 12 a 15 horas. Esta actividad
frenética continuará durante los tres o cuatro días que el zigoto (óvulo fecundado)
permanece en la Trompa de Falopio. El racimo de células está inmerso en
células nutrientes que alimentan al hambriento zigoto. En este tiempo corre el
riesgo de quedarse adherido a uno de los múltiples pliegues de la membrana
mucosa de la Trompa de Falopio y morir.

     A los cuatro días, el nuevo ser humano tiene ya 16 células y recibe
el nombre de “mórula”. En esta etapa es usado regularmente como material de
experimentación por los investigadores, para lo cual se ha acuñado
recientemente el término arbitrario de “pre-embrión” (por ser anterior a la
implantación). Sus células se denominan “células madre” o “germinales”, por su
capacidad para formar cualquier órgano o tejido del nuevo ser en gestación, que
es destruído por los científicos para manipular sus células con supuestos fines
“terapéuticos”.
  5º día, y el óvulo fecundado está llegando ya al útero por la Trompa
de Falopio. El nuevo ser comprende ya un centenar de células y se denomina
blastocito. Contiene un genoma único e irrepetible, que se irá expresando a lo
largo del desarrollo, proceso que durará toda la vida. Las células empiezan a
diferenciarse y se comunican con el organismo de la madre enviándole
“mensajes” en forma de sustancias químicas (hormonas, neurotransmisores,
proteínas, enzimas) propias de un ser humano individual.

  Al 6º o 7º día, el blastocito llega al útero y se desprende de su pared


exterior a fin de poder seguir desarrollándose e implantarse en la matriz. El
interior compacto del blastocito se hace líquido, para preparar el saco amniótico,
y se distinguen ya el nuevo ser (arriba) y la incipiente placenta (abajo). Durante
esta fase de morfogénesis, las células embrionarias se multiplican, se desplazan,
adquieren diversas funciones, ejercen fuerzas y tensiones, y emiten y reciben
señales. Todas estas actividades están regidas por la información contenida en la
molécula de ADN presente en cada célula, que le informa exactamente de lo que
debe hacer.

  8 días y el blastocito “aterriza” en el útero. Está compuesto de unas


200 células que ya son distintas entre sí. Desarrolla ahora un “mucus” u hormona
protectora (en azul) que impide el rechazo por parte del organismo de la madre,
pues el embrión es un ser distinto de la madre, aunque no ajeno a ella, como lo
serían los órganos transplantados. El moco del blastocito forma una especie de
santuario para el embrión que lo protege del sistema inmunitario de la madre. 

Por influencia de la fecundación artificial, se considera que la implantación del


embrión en el útero marca el comienzo del embarazo, aunque el embrión es el
mismo ser antes que después de la implantación. En la fecundación natural, el
embrión está dentro de la madre desde el momento de la concepción.
  11 días y un milímetro de diámetro: el blastocito penetra hondo en la
pared del útero (endometrio) para asegurarse el alimento, del que le privan las
píldoras post-coitales. El embrión se hincha y sus células se dividen unas dos
veces al día. En el duodécimo día ya tiene unas 2.000. En esta fase, el embrión
continúa “comunicándose”, más aún, con la madre a través de hormonas,
neurotransmisores... etc. Que pasan al organismo materno para hacer que éste
se adapte a la presencia del hijo. Sin esta comunicación, el organismo de la
madre rechazaría al nuevo ser por tener éste un patrimonio genético en un 50%
extraño a la madre (el del padre). La hormona Gonadotropina Coriónica Humana
(hCG) informa a los ovarios de que se ha producido el embarazo y que no
necesita más ovulaciones ni proseguir la menstruación. Es esta hormona la que
detectan las pruebas de embarazo. También se da una aumento de la hormona
progesterona, producida ya por la propia placenta del embrión, para hacer que
crezca el endometrio.

  3 semanas y 2 mm de largo: Algunos consideran éste el momento de


la individualidad del nuevo ser, a partir del cual no suele dividirse en gemelos. La
capa germinal externa (la piel del embrión) está hendida por la canaladura del
tubo neural. El abultamiento de arriba es el rudimentario cerebro (prosencéfalo)
de donde empiezan a emerger nervios. Más abajo se aprecia el rudimentario
corazón. Se pueden observar tres capas celulares distintas a partir de las cuales
se empiezan a formar todos los órganos corporales. Ahora deben coordinarse
para funcionar como un todo orgánico, y el embrión “pone a prueba” cada día a
sus recién combinados sistemas para asegurarse de que todo funciona según el
plan del ADN.

   4 semanas y 6 mm de largo: El embrión muestra los claros


rudimentos del cerebro y la espina dorsal. Entre los días 18 y 25, su corazón
empieza a bombear sangre al hígado y a la aorta. El abultamiento de arriba son
los arcos branquiales y rudimentario pulmones. Comienza el desarrollo de los
ojos y de las vértebras, desapareciendo gradualmente la cola. Entre las vértebras
aparece tejido conjuntivo y muscular, así como haces nerviosos que formarán la
red nerviosa corporal. Ya son millones las células del pequeño organismo.

  5 semanas y 10 mm: A partir de esta semana, su crecimiento se


acelera a razón de 1 mm diario. Se vislumbra ya su corazón y su hígado, debajo
de la cabeza en la que se distingue claramente el primitivo ojo. A los lados
empiezan a insinuarse los brazos. Desarrolla ahora un repertorio complejo de
actos reflejos. En su espalda se observan las incipientes vértebras, y delante de
él se extiende la placenta, que progresa rápidamente hacia el endometrio y los
vasos sanguíneos. Por ella, el embrión absorbe los nutrientes de la sangre
materna y desecha sus productos metabólicos. Se ha descubierto recientemente
que el embrión envía ahora células-madre a la médula materna, donde se
implantarán para producir linfocitos (defensas) que aumentarán la inmunidad de
la mujer para todo el resto de su vida y compensarán el descenso inmunitario
producido en las primeras fases de gestación para evitar el rechazo del embrión.
Estas células-madre que el feto “regala” a la madre siguen presentes en la mujer
hasta 30 años después del parto. Así, se puede decir con propiedad, que “un hijo
es para toda la vida”.

  6 semanas y 15 mm: Ocurre el “avivamiento”, es decir, el embrión


empieza a moverse. En sus ojos se distingue la retina y el cristalino. El embrión
produce su propia sangre a partir del saco vitelino, y su corazón bombea ya a un
ritmo de 140 a 150 pulsaciones por minuto, el doble que su madre. La energía del
corazón alcanza el 20% de la de un adulto y ya se le puede hacer un
electrocardiograma. También se pueden registrar sus ondas cerebrales. Flota en
su saco amniótico conectado a la matriz por medio de la placenta (mancha
inferior derecha) para recibir el alimento y el oxígeno que aporta la sangre
materna. La placenta también actúa como una barrera para proteger al embrión
de infecciones y de sustancias tóxicas (fármacos, etc.) provenientes de la madre.
Sin embargo, otros no son filtrados y pueden causar malformaciones y muerte al
niño en gestación.
 6 semanas y media (2 cm.): El embrión es visible ya por ultrasonido y
se le puede hacer la primera ecografía. Empiezan a formarse la manos y se
distinguen ya las orejas y nariz. Las células cerebrales toman contacto unas con
otras y algunas forman ya haces nerviosos primitivos. Cada minuto se crean
100.000 nuevas células nerviosas, y en el momento del nacimiento el niño
contará con un billón de neuronas. Se forman las huellas digitales en manos y
pies.

  8 semanas (4 cm y 13 gr): Todos los órganos están ya en su sitio y


se irán desarrollando y perfeccionando durante los meses restantes. En
cincuenta días ha pasado de una sóla célula a muchos millones, todas
perfectamente programadas para sus funciones específicas. Ahora el riesgo de
malformaciones y aborto empieza a disminuir. Es sensible al tacto y al dolor. El
corazón lleva latiendo dos semanas y ya se pueden detectar sus latidos. A partir
de ahora el embrión empieza a denominarse “feto”.

2 meses. Nada libremente por el líquido amniótico, recorriendo el saco


amniótico una vez por segundo con brazadas de nadador. Puede formar ya un
puño para agarrar un objeto si se le pone entre las manos. Mueve fácilmente la
cabeza, los brazos y el tronco, y con estos movimientos expresa sus gustos y
aversiones, dando scudidas y patadas bien colocadas. Ya tiene un ciclo de
dormir y despertar. Su tálamo (centro de la sensibilidad y el dolor) empieza a
registrar actividad nerviosa y aparecen en su piel los nervios sensitivos y
nociceptores.
  Dos meses y pico. Descansa en su santuario como en una cápsula
espacial, flotando en el líquido amniótico. Está satisfecho y feliz, con todas sus
necesidades cubiertas por la madre Naturaleza. Según los hallazgos de la terapia
de regresión, este estado es lo más parecido a una experiencia mística, como
estar en el Paraíso. Le molesta mucho que le manipulen, y si se presiona o
pellizca el vientre de la embarazada, se aleja deprisa.

 9 semanas: Todos sus órganos funcionan. Músculos y nervios se


van sincronizado. Mueve los brazos y piernas, da volteretas y nada en el líquido
amniótico. Oye ruidos y los recuerda. Si le pinchan, siente dolor. Se distinguen
sus ojos con retina, cristalino y párpados. Ya entreabre los ojos. Se han
desarrollado los pies y los dedos de los pies.

 9 semanas. Todos sus órganos funcionan. Los músculos y nervios


están sincronizados. Las ecografías le muestran a veces chupándose el dedo y a
veces con hipo. Traga, y mueve la lengua. Si se le toca la palma de la mano, la
cerrará en forma de puño (realziado experimentalmente). Nada por el saco
amniótico y da volteretas.

  10 semanas (2 meses y medio). Aparecen las uñas y las huellas


dactilares. Se despierta cuando lo hace su madre y se duerme también con ella,
pues su cerebro ya está funcionando. Está tranquilo cuando ella está serena, y
siente su ansiedad cuando ella la tiene. Reacciona inmediatamente a cualquier
amenaza, como se puede ver en el vídeo “El Grito Silencioso” donde una niña de
10 semanas huía del instrumental abortista y aumentaban sus pulsaciones de
140 a 200 por minuto. Al ser descuartizada por el aparato de succión, abría la
boca, echando su cabeza para atrás como en un grito silencioso.

  11 semanas (3 1/2 cm y 20 gr): Su cuerpo da sacudidas y se mueve,


hipa y flexiona los diminutos brazos y piernas. Es muy expresivo, frunciendo a
veces el ceño y chupándose el pulgar. Gira la cabeza y abre y cierra los
pequeños labios. Todos sus órganos están funcionando, así como el cerebro. El
nuevo hígado, bazo y médula ósea sustituyen ahora al saco vitelino en la
producción de la sangre fetal.

12 semanas (3 meses): Todos los sistemas de órganos están


funcionando. Respira, traga, digiere y orina. Es capaz de fruncir el ceño, bizquear
y hacer muecas. Es muy sensible al dolor, y da un respingo cuando se le pincha
o al oir algún ruido. Busca una posición más cómoda cuando se le perturba.
Traga más rápido el líquido amniótico si se le inyecta una sustancia dulce, y deja
de tragar si es amarga o agria, y ¡hasta hace una mueca! Se le puede enseñar, a
través de señales acústicas, a anticipar un estímulo doloroso y retroceder antes
de que ocurra. Pero no hay dos criaturas de la misma edad que reaccionen igual;
ya tienen su individualidad.

En esta etapa adquiere los reflejos básicos: si se acarician sus párpados,


bizquea, y acariciando sus labios empieza a succionar (realizado
experimentalmente en el útero).

  15 semanas y 12 cm.: comienzan a perfilarse los rasgos faciales. La


frente está creciendo, con los vasos sanguíneos muy marcados bajo la piel. Los
ojos están cerrados y no volverán a abrirse hasta que el feto tenga 7 meses. Los
brazos ya son lo suficientemente largos para que las manos se agarren la una a
la otra. Desde las 13 semanas ya tiene cuerdas vocales y se le ha oído hasta
llorar. Ya empieza a tener vello y los pelos de la cabeza y cejas se hacen más
gruesos.
 4 meses y 16 cm de largo: Sus órganos se van perfeccionando y
creciendo, mientras recibe su alimento por el cordón umbilical. Ya sueña y se
pueden registrar sus ondas alfa. Percibe la luz y los sonidos y si se le enfoca con
un fetoscopio lumninoso, se tapa los ojos. La música muy alta le hace ¡taparse
los oídos! Es sensible a la música y le gusta oir cantar a su madre y la música
melódica. El rock le pone muy nervioso, así como las voces de sus padres
cuando se pelean, y empieza a patalear furiosamente. Es muy sensble al tacto; si
se le cosquillea accidentalmente el pericráneo durante un examen médico,
mueve la cabeza deprisa.

  4 meses y una semana: Su carita ya está formada y sólo le falta


perfeccionarse. Está ya cubierto de un vello llamado “lanugo” que le protege de
infecciones cutáneas reteniendo la grasa cutánea protectora. Se forman ahora
las uñas y tiene ya formadas las huellas dactilares. La madre ya siente, a veces,
los movimientos del niño. A esta edad ya están formados los órganos sexuales,
en los niños con precursores de espermatozoides, y en las niñas con los cinco
millones de óvulos contenidos por los ovarios, que serán suficientes para toda la
vida de la mujer.

  4 meses y medio (24 cms): Los órganos genitales se aprecian ya con


toda claridad, en los niños el pene y en las niñas el clítoris. En los ovarios y
testículos están ya los primitivos óvulos y espermatozoides. El feto da patadas y
gira sobre sí mismo; agarra y se estira, con movimientos deliberados y
coordinados. La madre ya puede sentir los movimientos del feto. Entre la semana
12 a la 18, el desarrollo del niño se ve especialmente afectado por el alcohol.
Este es muy peligroso para el desarrollo del cerebro que está ocurriendo en esta
etapa, pudiendo causarle malformaciones, enfermedades, y hasta la muerte.
También el tabaco produce un retraso en el desarrollo del tejido fetal por falta de
aporte de oxígeno, consumido por el tabaco.
  5 meses: Es muy sensible a los ruidos; se asusta con los portazos y
responde a sonidos que un adulto no detecta. La música armoniosa le tranquiliza
y se duerme. Si oye música clásica, adquirirá habilidades musicales que podrá
desarrollar después de nacer, como fue el caso del pianista Rubinstein.

 5 meses y medio: Durmiendo en su Paraíso, vive su desarrollo en


íntima conexión con los sentimientos de su madre. Su “radar emocional” detecta
también las neurohormonas producidas por el temor materno, que afectan al
ambiente intrauterino poderosamente. En estudios sobre abortos espontáneos,
se ha descubierto que todas las madres sentían fuertes temores de diversos
tipos.

  5 meses y medio: El niño ya está formado y perfeccionando todas


sus estructuras. Por el cordón umbilical recibe el alimento y oxígeno de su madre
y expulsa sus deshechos. Los vasos sanguíneos del cordón umbilical están
embebidos en una sustancia firme y gelatinosa que impide que se formen nudos
que pudieran cortar el flujo sanguíneo. El niño empieza ya a ser viable fuera del
seno materno y se dan cada vez más casos de cinco-mesinos que salen
adelante. Da patadas y se mueve coordinada y libremente por el saco amniótico.
La madre siente ya sus movimientos y también su hipo, en una especie de
calambres. El feto reacciona y salta ante los ruidos altos y alarmantes.

18 semanas (6 meses): Se chupa el dedo para dormirse y se le ha


oído hasta llorar. Empiezan a funcionar las glándulas sebáceas y sudoríparas y
su piel se recubre de un ungüento protector llamado “vernix caseoso”. Está ya
formado, y sólo le resta crecer y perfeccionarse. El agua fría le desagrada
mucho, y si se le inyecta en el vientre de la madre, el feto patalea enérgicamente.
Ya tiene su propio sistema inmunológico que le protege de virus y bacterias. A
esta edad se consideraba, desde Aristóteles, que ocurría el “avivamiento” o inicio
de la vida, pues hasta entonces no lo sentía la madre. Sigue siendo legal
abortarle.  

 6 meses y 24 cm: Hecho un ovillo en el saco amniótico, cada vez


tiene menos espacio para moverse. Está ya completamente formado y sólo
necesita crecer un poco más para salir a la luz. Ya es viable fuera del vientre
materno. Reconoce la voz de su madre y de su padre y reacciona a todos los
ruidos, pataleando cuando le desagradan. La música clásica le encanta,
especialmente Mozart y Vivaldi, que le hace tranquilizarse. Por el contrario,
Brahms, Beethoven y la música Rock le hace patalear enfadado.  

   7 meses: Ya está casi preparado para nacer, con todas sus


estructuras, órganos y hasta cejas. Su comportamiento es como el de un recién
nacido, considerando su limitación de espacio. Oye perfectamente todo lo que
ocurre a su alrededor: el latido del corazón y los ruidos estomacales, así como la
voz de su madre, de su padre y los sonidos “de fuera”, entre ellos la música. Por
el latido del corazón de su madre sabe cómo ella se siente y si es regular, se
siente seguro y tranquilo. Es capaz de interpretar sus pensamientos y
sentimientos, por lo cual algunos investigadores deducen que ya tiene
consciencia y personalidad. El prestigioso Dr. Dominick Purpura (director de la
revista Brain Research) sitúa el comienzo de la consciencia entre el 7º y 8º mes
de gestación. Señala que en este momento, los circuitos neurales del cerebro
están tan desarrollados como en un recién nacido. Ya utiliza sus cuatro sentidos.

 8 meses y 45 cm: Ya está perfectamente formado y no aparece


ninguna estructura ni función nueva hasta el momento de nacer. Sólo va
creciendo y madurando, mientras va produciendo gran cantidad de anticuerpos.
En esta etapa digiera casi 4 l. De líquido amniótico por día, y lo elimina por medio
del cordón umbilical. Por ello, y ya desde el 6º mes, es especialmente peligroso el
consumo de alcohol. La corteza cerebral está lo suficientemente madura para
sustentar la consciencia. A partir de los 8 meses el niño ya sueña, pues los
registros electroencefalográficos empiezan a detectar ondas alfa, propias del
sueño REM. El niño ya recuerda o retiene sus evocaciones, como ha demostrado
el Dr. Stanislav Grof.

  9 meses: Ya está listo para nacer, pues no cabe apenas en el saco


amniótico. A esta edad suele pesar entre 3 y 4 kg. Y su corazón bombea 1140 l.
De sangre por día. Se coloca cabeza abajo para encajarse en el canal del parto,
y él mismo decide cuando nacer, dando una señal química al organismo de la
madre para dar comienzo al parto.

¡YA ESTOY AQUI! Ya respiro yo solito. He nacido a vuestro mundo


pero soy el mismo de ayer. Sólo ha cambiado mi ambiente, pero soy el mismo
niño dentro que fuera del vientre. Mi desarrollo seguirá a lo largo de toda mi vida,
tanto física como psicológicamente.

  El amor se hizo carne y habitó entre nosotros.

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