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“Mi Lupita”
Hablé con la Catrina para que me diera permiso de ir a visitar a mi Lupita. No quise
esperar hasta el dos de Noviembre para ver de nuevo como abría el cajón de madera y
tomaba el retrato de nuestra boda con las manos temblando. Tampoco quise esperar a
que me prendiera el cigarro mientras me sirve el pan de muerto, el café con piquete, el
infalible pulque y sus inolvidables enchiladas verdes.
Cuando abrí la puerta de su cuarto la luna llena se veía desde la ventana y habían flores
de cempasúchil esparcidas en el piso y en la cama. Mi Lupita sonreía y se quitaba
despacio el vestido y la enagua, como si me estuviera esperando, como si supiera de mi
llegada. Su piel morena relucía entre las sábanas blancas y prendió con mis cerillos una
vela que jamás había visto, "¡ay mi lupita, cuando dejarás de buscarme y me darás por
perdido!".
Una sombra entró por la ventana, de nuevo sentí el filo plateado del puñal clavándose en
mi espalda… Macario, mi enemigo, ¡la tomó entre sus brazos y la besaba! Condenada
Lupita, hasta con los que maté me engaña.