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Historia de Euro pa Oxford Historia de Europa Oxford

Editor de la colecci6n: T. C. W. Blanning


Editor de la colecci6n: T. C. W 7 Blanning

PLAN DE LA OBRA:

La Grecîa dâsica (publicado)


Robin Osborne La Grecia Chisica
Los romanos (publ. prevista: 2004)
500-323 a.C.
La alta Edad Media (pub!. prevista: 2004)
Rosamond McKitterîck
El cenit de la Edad Media (publ. prevista: 2004)
David Power Edici6n de Robin Osborne
La baja Edad Media (publ. prevista: 2003)
Malcolm Vale

El siglo XVI (publ. prevista: 2003)


Evan Cameron Traducciôn castellana de
Gonzalo G. Djembé
El siglo xvn (publ. prevista: 2003)
Joseph Bergin
El siglo XVIII (pub!. prevista: 2002)
T. C. W. Blanning
El siglo XIX (pub!. prevista: 2002)
T. C. W Blannîng

Europa 1900-1945 (publ. prevista: 2002)


Julian Jackson

Europa desde 1945 (publicado)


Mary Fulbrook

CRITICA OXFORD
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Barcelona UNIVERSITY PRESS
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La ciudad clâsica
Rosalind Thomas

Ciudadanos modélicos
Hacia 340, cierta mujer de nombre Neera fue perseguida en Atenas por
haber fingido ser ateniense de nacimiento y haberse casado con un hom-
bre de la ciudad. En realidad, Neera procedia de Corinto, segt'i.n su acu-
sador, y -lo que aumentaba a lin mâs la ruindad del caso- habla sida
esclava y posteriormente cortesana. A pesar de todo, el ateniense Estéfano
se habia casado con ella, presentândola camo una ciudadana genuina, del
mismo modo que a los hijos del matrîmonio; e incluse habîa arreglado
para Fano, su hija no ateniense y tan disoluta camo su esposa, las bodas
con un ateniense sefialado, que desempefiaba el cargo de arcon te basileo.
Al igual que Neera, Fano habîa participado en ciertos ritos especiales y se-
cretas del festival ateniense de las Antesterias: habia realizado ofrendas en
nombre de la ciudad y habia sido entregada en matrimopio ritual al dios
Dion iso. Los propios di oses, par tanta, estaban ofendidos ante esta viola-
ci6n de lo mâs sagrado, pues una no ateniense habia presidido los ritua-
les de la ciudad.
El discurso incriminatorio, atribuido tradîcionalmente a Dem6stenes
(LIX), acusaba a Neera de ser una extranjera y vivir bajo un matrimonio
ilegal; pero era mâs bien Estéfano, su <<marido)>, el auténtico objetivo del
ataque, y no precisamente de un ataque mener: segûn las leyes de Atenas,
un ateniense no podla casarse con una mujer nadda en otra polis y, si
concertaba un matrimenio con una esposa no ateniense, podia perder la
ciudadania; a su vez, los hijos de una mujer no ateniense tampoco eran
considerados ciudadanos. En cuanto a las actividades profesionales de Nee-
ra en Corirtto, no hadan mâs que completar el retrato de engafio y falsla y
27/43 acentuar el disgusto qUe debieron de sentir los jueces ante la idea de que
LA GRECIA CLÂSICA
LA CIUDAD CLÂSICA

la hija de una mujer tai hubîera sido el instrumenta de los antiguos ritos una persona libre. Quizà sea un casa extrema, pero el princîpio general se
religiosos de la ciudad. Corno se puede ver, un abîsmo separaba a las dos encuentra por igual en toda Grecia.
ciudades estado, Atenas y Corinto, muy cercanas entre si, con una lengua Tales modelas de ciudadania y diferencias entre ciudadanos se en-
comlln, biet?-es comunes y una cultura griega comUn; a pesar del tnifago cuentran en el mis mo corazôn de la sociedad griega. Y, de hecho, nuestro
de personas que enlazaba estas dos prOsperaS polis, los ciudadanos ate- término de ((politica» deriva, en Ultima instancia de la palabra helena po-
nienses y los corintios, asi camo sus mujeres, vivian en mundos separa- Utës, ((ciudadano, miembro activa de la polis)). La polis o ciudad estado era
dos, politica y legalrnente aislados el uno del otro. una comunidad de ciudadanos en la cualla propia polis, par ley, estaba
Y nada salvaba este abismo que escindia en âmbitos separados la encargada de regular las relaciones personales entre ellos. Todas las polis
movilidad individuai· de Estéfano o Neera y las rigidas re alidades politi- involucraban a sus ciudadanos, de un modo u otro, en el proceso de toma
cas de ambas ciudades. El ciudadano corintio pertenecia a una oligarquîa; de decisiones, independientemente de los matices de su constituci6n po-
su constitucién limitaba los derechos polîticos a una pequeiia minorîa Utica. De otra forma, podia no ser considerada siquiera una polis; en la
de propietarios, y el poder politico a un sector alin mas selecto, que se Antîgona de Séfocles (v. 737), Hem6n le espeta a Creonte que {(no existe
regla par una legislacién especifica. En cuanto al ciudadano ateniense, ciudad que sea de un solo hombre)). La literatura cl<isica que conservamos
est ab a sujeto a las leyes, expectativas y costumbres de la democracia ra- es ob ra, justamente, de miembros de unau otra polis, y todos sus analisis
dical y, por ello, a una constituci6n que concedîa amplios poderes po- del estado ideal-coma la Repûblica y las Leyes de Platôn, o la Politica de
liticos a un extenso cuerpo de ciudadanos varories, que se enorgulleda Aristôteles- se hasan en el modela de la polis. También los modelas po-
de lo generoso de sus libertades individuales. Uno y otro, pues, ten[an de- li ti cos experimentales partian del ideal ûltimo de la polis, aun cuando al-
rechos polîticos muy diferentes y se regian por una serie muy. dis tinta rededor de las dudades existian el estado tribal o éthnos y las diversas ligas
de obligaciones, leyes y restricciones; vivian, pnicticamente, en cultu- y federaciones que ofredan alternativas, de mayor o menor duracién y
ras diferentes. Las cîudades estado de Grecia eran ferozmente indepen- atractivo, al glorioso aislamiento de la polis autârquica. Y la înfluencia de
dientes y, con frecuencia, se enfrentaron gravemente con sus vecinos los pa trones dvicos era tan fuerte que incluso los subgrupos urban os imi-
mas pr6ximos. taban d lenguaje y la conducta del sistema polftico.
Dentro de la polis era una diferencia îgualmente importante la de si Muchas ciudad es estado inscribieron en piedra sus tratados, decretas y
uno era ciudadano o no; ella afectaba incluso a los derechos legales y a las leyes. Las inscripciones de Atenas son singularmente voluminosas, pues-
sanciones penales. Un casa extremo -y bru1:almente clara- podemos ta que la democracia exigia visibilidad, rendici6n de cuentas pUblicas y
hallarlo en las distinciones establecidas por el côdigo legal cretense pro- relevancia monumental para las decisîones duraderas de las institucîones
mulgado en Gortina en el siglo v. Las sandones por violacién y adulterio democrâticas y las normativas en que aquellas se encarnaban. Pero no son
dependian directamente de la condicién dvica de las dos personas invo- las Unicas: laya citada ciudad cretense de Gortina -que no era una de-
lucradas (asi coma de la relaciôn que los uniera). Un hombre libre, por mocracia- inscribi6 su vasto c6digo legislfl.tivo en la pared trasera de su
ejemplo, que violara a esdavos de su propiedad, debia pagar una rnulta teatro, para que toda el mundo pudiera leerlo. Si a toda ello le atiadimos
menor de tan solo l, 2 6 un mâximo de 24 ôbolos; pero un esclave que fue- las fuentes literarias, resulta que conocemos de forma sorprendentemen-
ra tan temerario coma para viol ar a una persona libre se enfrentaria a una te completa y precisa el funcionamiento detallado de muchisimas polis.
multa camo minimo cien veces mayor (2.400 6bolos). El adulterio con Las inscripciones son, en definitiva, un complemento esencîal de los
una mujer libre se tasaba en 600 6bolos, o en 1200, si se desarrollaba en la relatas hist6ricos y las elaboradas teorfas de PlatOn o Arist6teles (que se-
casa de un farniliar var6n; en cambio, el adulterio entre dos esclaves se pe- guîan un esquema muy personal). También proporcionan informaciôn
naba con la décima parte de la multa inferior, esta es, 60 6bolos. Este es el sobre muchas de las ciudades estado men os prominentes, poderosas u or-
tipo de diferencias que hallamos en el cédigo de Gortina; nos permiten ganizadas que Atenas. Nos revel an, entre otras cosas, que las regulaciones
comprender -no sin escalofrios- qué <walon> exacto se concedîa a los de las pôleis pequeiias no necesariamente eran me nos minucîosas o de fe-
habitantes de esta ciudad cretense: un esclavo ((valla>} cien veces menos que cha tardia. Cierto c6digo antigua hallado recientemente en Tasos (en el

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norte del Egeo ), por ejemplo, incluye normativas sobre la limpiez.a pUb li- Se cree que, en los primeras afi.os del periode arcaico, las comunidades
ca de esta polis, una isla con sus propias minas de plata, cercana a la costa se componian de todos sus habitantes; las dîvîsiones mas importantes de-
tracia y a las minas del Egeo septentrional. Deja ver, asimismo, una celosa bieron separar a los libres de los esclaves, o a los libres de los sîervos es-
supervisiOn urbana, asi camo un método astuto para persuadir a los ofi- clavizados por deudas, asi como a los nobles del resto. Es probable que la
ciales de que recaudaran las multas: de no hacerlo, se les multaba a elles. idea de la dudadania se definiera de un modo mâs concretamente politico
Entre varias regula cio nes y sanciones rigurosas sobre la construcciôn y cuando la ciudad estado y su sistema politico se perfeccionaron e institu-
excavaci6n de cisternas, este c6digo de principios del sigle v precisa que cionalizaron. En el siglo vm, la mayoria de asentamientos eran gobernados
por unos pocos arist6cratas, mientras que la mayoda de los habitantes ca-
Cada lino de los habitantes debe mantener limpia la calle de delante de su casa... redan por igual de derechos y de obligaciones de orden polîtico. Los «CÎU-
debe recoger toda la suciedad que provenga de las casas ose encuentre en la calle, dadanos)} derivan, tal vez, de lo que en primera instancia no eran mâs que
en cuanto el magistrado lo ordene; quien no cumpla estas ordenanzas legislativas los habitantes varones y libres, esto es, los que poseian y trabajaban la tierra;
debeni pagar a la polis un doceavo de estâtera cada dfa; los oficiales deben recau~ posteriormente la funciôn se especific6 hasta designar a los varones libres
darlo y quedarse la mitad ... No se permite que nadie suba a los tejados de los edifi- con derechos polîticos. Estos derechos se originaron en una cornpleja y
cios ptiblicos de esta calle para conternplar [tprocesiones?] ni se permite que nin- profunda transformaciôn del poder, las leyes y las estructuras a lo largo
guna mujer mire desde las ventanas. Par cualquiera de estos actas, quienes residan de los sigles vn y VI.
en el edificio debenin pagar a la polis una estatera par cada una de estas ofensas; los Todos los ciudadanos -sin distinci6n- cumplian una funciôn mili-
oficîales deberin recaudarla y quedarse la mitad. (SEG, vol42, 785).
tar esencial en la falange de hoplitas, puesto que la lucha hoplitica era un
modo de combate en el que, desde el siglo vu en adelante, tuvieron el mis-
Este es el tipo de nonnativas que las ciudades estado podian imponerse a mo peso en las filas de infanterîa tanta los ciudadanos ordinarios como los
sî mismas y considerar tan relevantes coma para hacerlas inscribir. En arist6cratas (véase la p. 99). Al con tarse en la falange induso con los gran-
Grecia se contaron un mînimo de 750 polis, de mayor o men or magnîtud, jeros, las ciudades estado desarrollaron un ideario que fomentaba el valor
y otras 500 en las colonias del Mediterrâneo y el Mar Negro: tan solo en de los ciudadanos y los animaba a luchar en la vanguardia;.Tirteo, poeta
Herôdoto, por ejemplo, se mencionan 159. Y todas establederon leyes y espartano de finales del siglo vn. exhortaba a los soldados con estas -pala-
regulaciones propias, de acuerdo con las diversas inquietudes y necesida- bras (fragm. 9 Diehl):
des locales.
En eso estriba el valor, y es ése en el munda el trofeo
mejor y mâs bello que puede un joven ganarse.
Sîrve al bien general, al estado y la masa del puebla,
Ciudadanos y ciudadania el hombre que, de pie en la vanguardia, se afirma
con terquedad y olvida del toda la huida infamante
Si las polis se constituyen, sobre todo, a partir de sus dudadanos, tqué y arriesga la vida y expone su ânimo fuerte ...
condiciones se requerian para ser uno de ellos? La cîudadania era un fac-
tor esencial de la identidad social, cultural y politica de los grieges, de una La funci6n militar directa e inmediata de los ciudadanos -defender al
forma tan activa que resulta e::ctrafia a la rnayorla de miembros de los mo- ejército frente a los enemigos- se une a su status poHtico, al par que se
dernes estados nacionales. El hecho de ser ciudadano esparcîata, ateniense identifican el honor personal con el de la propia polis. De aquî provîene
o corintio llevaba consigo una serie ~e profundas consecuencias cultura- la fuerza politica del conjunto de los ciudadanos, y el poder de su vota en la
les y politi cas; el hecho de pertenecer a unau otra polis situaba al ciuda- asamblea de la ciudad.
dano dentro del pequefio mundo de una Comunidad singular, con un tre- En el periode clâsico, la ciudadanîa fue un privilegia exclusive y celosa-
mendo poder para conformar su pro pia polîtica, religiôn o cul tura. rnente mantenido. Es singularmel)te conspicuo el casa de Esparta: en toda
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su historia, hasta finales del siglo IV, ofreci6 este privilegia a tan solo dos dida de los derechos de ciudadania era un castigo extremo· pero s
., . . • upose-
miembros de otras polis griegas (y ello a pesar de que, a principios del si- swn, sr a la hora de eJercerlos se acompafiaba de la desîdia, merecîa el
glo rv, sufri6 un descenso catastr6fico en el nûmero de ciudadanos). En la mîsmo desprecio.
cUspide de su imperia, Atenas endureci6las condiciones de la ciudadania En la Politica -el anâlisîs griego mâs completa de las cuestiones de ciu-
mediante la ley periclea de 451/450, que pas6 a exigir que tanta el padre dadanîa-, Arist6teles intentô unificar la definîci6n del concepto a partir
co mo la madre del candidata fueran atenienses, mientras que antes bas- de sus muy diversas manifestaciones en el mundo griego y, al final, opté por
taba con uno de ellos (detrâs del referido casa de Neera subyace un nue- una definici6n politica: dlamamos, en efecto, ciudadano al que tiene derecho
vo endurecimiento posterior). Los datas parecen indicar que solo a partir a participar en la funciôn deliberativa o judicial de la ciudad>> (1275b). En
de 430 Atenas otorg6 derechos de ciudadania a los extranjeros ricos o a e1lo incluia el Areopagita la facultad de participar en la ekklësîa 0 asam-
los benefactores extranjeros. Estas concesiones fueron objeto de buda blea, la congregaciôn de todos los ciudadanos en la que se delibera ba y de-
en las comedias de la década de 420 (coma veremos en relaci6n con Los cidîa sobre la guerra, la paz o cualquier otro tema. Pero la determinacién
acarnienses, de Arist6fanes), pero terminaron por resultar habitua! es en el de quién era ciudadano y quién no variaba considerablemente en las dite-
siglo IV, a medida que se desvaneda la confianza de los atenienses y se in- rentes ciudades estado. En general, para ser ciudadano era imprescindible
crementaba su deseo de favorecer a los extranjeros mâs ricos. Pero, aun ser hoplita y poseer y trabajar una finca rural; solo en la democracia radical
asi, hubiera sida impensable que la capital âtica ofreciera la ciudadania a de Atenas se concedi6 este derecho incluso a los desposeidos. Pero no todos
sus aliados del siglo v, camo posible mecanismo de refuerzo de la confe- los que tenîan plenos derechos en una democracia poseerian la misma
deraci6n; solo excepcionalmente, en 405/404, se hizo este ofrecimiento a condiciôn en una oligarquia (palabra que, literalmente, significa «gabier-
los ciudadanos de la isla de Samos, en una fecha en que los atenienses es- no de pocos>> ), ya que estos se reservaban para una minorîa; habitualmente,
taban perdiendo la guerra del Peloponeso y querian agradecer la lealtad para los mâs ricos. Esparta ocupaba una posiciôn singularmente rigida, pues
inquebrantable de los samoatas: <<en compensaciôn por los beneficias que no solo requerîa el nacimiento de padres espartanos, sino una determina-
han reportado a los atenienses, y considerando que ahora los tienen en da extensiOn de tierra y contribuciones regulares para varias ceremonias
gran estima y proponen nuevos beneficias para ellos, el consejo y el puebla comunitarias; si no se podian mantener estos pagos, es decir, si se bajaba
han decîdido que los samoatas serân considerados atenîenses y podrân de cierto nive! de riqueza, el ciudadano espartano perdia sus derechos.
regirse seglin sea de su preferencia)). Este decreta, una vez terminada la Pero la riqueza no bastaba para ser aceptado corna ciudadano: hubo
guerra, se qued6 en un simple reconocimiento honorifico: e~ imperia âti- muchas hombres ricos que, nacidos fuera de Atenas, residîan en la ciudad
co habia pisado sin contemplaciones la autonomia de muchas de sus alia- sin contar con tales derechos. Tanta en los procesos penales co mo en la
dos y ahora, al brindar esta posibilidad al conjunto de samoa tas, se cuida- co media de Atenas se acusa a muchas personas de pertenecer a Iinajes
ba de asegurarles que retendrîan su autonomia. Pero en el rnundo de la b<irbaros, porque este era uno de los métodos mâs eficaces de ponerlas en
Grecia clâsica ello implicaba una contradicciôn casi irresoluble: lc6mo se apuras. Asi, algunas p6leis exiglan que los ancestros ciudadanos se remon-
taran al menas a dos o tres generaciones, Pero las que velan mermar su

'
podia ser ciudadano leal de dos polis distintas? Ella ayuda a explicar, a su
vez, la rareza de este tipo de ofrecimientos. poblaci6n de ciudadanos podian optar por convocar a los posibles candi-
l La pérdida de la ciudadania se corroda con el nombre de atimîa, que datas para 1{Completar el cupo»: esa esperanza debian de abrigar, plausi-
queria decir, literalmente, «estar deshonrado>•. Del mismo modo, en un blemente, los menos favorecidos. Seglin el orador siciliano Gorgias, que
c6digo cretense del periode arcaico se designaba con el término de dchres- vivi6 en el siglo v, «asi camo son morteros los objetos hechos por los fa-
tos -«inlltih- a los sancionados con la inhabi1itaci6n para cargos pû- bricantes de morteros, son también lariseos [ciudadanos de la polis tesa-
blicos o la retirada de sus derechos polîtîcos. Algunos de sus ecos resue- lia de Larisa]los hechos por sus fabricantes>>, es decir, por los magistrados
nan todavia en el siglo v, en el discurso funeral de Pericles recogido en la (Aristôteles, Politica l275b ).
Historia de Tuddides; alli el politico declara que los atenienses consideran Dentro del conjunto de los ciudadanos de un estado, los mâs acomo-
idnlitile's» a los que no participan en la acci6n politica (IV, 40, 2). La pér- dados solian- tener mâs acceso a los puestos politi cos. En loque atafie a las

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oligarquîas, podîan ser gobernadas por un grupo muy reducido, que de~ ba a su vez la pérdida de los derechos de ciudadania y, en numerosas oca~
sempefiaba el poder correspondiente a un circula mis amplio de ciuda- siones, la expulsiOn en masa (el historiador Herôdoto fue uno de estos
danos; asî sucedla en Corinto, por ejemplo, don de solo rararllente se hace exiliados). Los ciudadanos podian ser degradados a residentes extranje-
menci6n a su asamblea. Vistas las diferencias entre los ciudadanos de una ros o a rang os peores; AristOteles, en uno de los pasajes mâs oscuros y sor~
u otra polis, por tanta, no es de extraflar que Aristôteles se las vîera y se las prendentes de la Politica, se pregunta incl usa si una polis continUa siendo
deseara para hallar una definici6n adecuada a todos los casas; las que re- la misma después de modificar su constituci6n. La cuestiOn no se plantea~
chaz6 destacaban sobre toda un factor esencial de la vida en las polis: que ria respecte de un estado nadonal maderno: Francia sigui6 siendo Francia
la ciudadanîa era un privilegia frâgil y podîa ser temporaL después de la RevoluciOn, independientemente de que pasara de ser una
Los ciudadanos esperaban que sus hijos compartieran su rango, y en monarquia a una democracia; en cambio, para Arist6teles era una eues~
varias polis -de las cuales Atenas se Il eva la palma- se sostenla la tradi- ti6n esen cial: la polis se identificaba casi por completa con el sector de los
ciôn de haber vivîdo siempre en la misma parcela de ti erra, lo que impli~ ciudadanos. Al tener un aparato estatal relativamente menor, ningUn <<po-
ca ba un vînculo muy estrecho, casi mistico, entre la tierra y los dudada~ der ejecutivo)) permanente mâs allâ de los esclaves pU.blicos y muy poca
nos. Esta tradid6n de los atenienses se enlaû, a su vez, con su firme burocracia, la polis era regida por sus ciudadanos, aun en los casas en que
convicci6n de ser un estado mâs civilizado, en tanta que mâs establecido una élite reducida copaba la mayorîa de cargos pUblicos; por ende, en tiem~
y men os <(mezclado)) que el resto de ciudades estado. Ella otorgaba al sec~ pos de revoluciém la definiciôn concreta de quîên era «ateniense•) o <1sa~
tor de los ciudadanos un tinte parecido allinaje aristocrâtico: un abolengo moata)) podla resultar conflictiva.
an ti guo y un mito de origen (sin perder de vista la ciudadanîa creada de En el golpe oligârquico que se apoderO de Atenas en 411, se convenci6
Apolodoro; véanse las pp. 55~56), quizâ como reacci6n a sus enemigos a la democracia para que va tara su pro pia disoluci6n, y el poder pasO a.
griegos rnâs poderosos -co mo Esparta, que contaba con excitantes rela~ man os de un grupo ciertamente mâs exigu a que se hada llamar ({los Cua-
tos y tradiciones sobre la invasiOn doria de Grecia-, pero también corna trocientos>>, y era el consejo representative de un grupo de ciudadanos
respuesta a la fragilidad de una ciudadanîa creada par decisiOn politica. conocidos coma ((los Quinîentos)>; inicialmente, se quiso ignorar a los
La ciudadanià, en suma, no era un derecho de nacimiento e inaliena~ cerca de 5.000 antiguos ciudadanos que podlan costearse una armadura
ble; era mâs bien una creaci6n legal y politica. Durante una revoluci6n, de hop lita (Tucfdides, VIII, 97). En contraste, la democracia radical del si~
por ejemplo, podla ser redefinida para extender sus derechos a una gran glo v, con unos 50.000 ciudadanos, induia a una dase de jomaleros, los
cantidad de nuevos ciudadanos, o para que los perdîeran algunos de los th etes, de los cuales al men os 5.000 caredan de propiedades, seglin un ora~
miembros antiguos, o para reducir el acceso al poder politico de mu~ dor. En su conjunto, el territorio âtico permaneci6 sin cambios bajo el
chos de ellos (vêase la p. 139~140). Tambiên podia perderse por otras ra~ poder oligârquico, pero los «atenienses» con plenos derechos cîvicos eran
zones; las causas mâs graves se refieren a la traici6n y la impiedad. En la un grupo mucho men or, y los decretas promulgados por el consejo en ese
Atenas del sigla rv, Esquînes dirigi6 un discurso contra Timarco, un poli~ periode -que se abrian con una referencia convencionalmente demo~
tica destacada, en el que intent6 que este perdiera todas sus derechas de crâtica al «consejo y el pueblo de Atenas•); véase mâs adelante- represen-
ciudadania por haberse prostituido en su juventud: ella demostraba que taban a un circula todavia mâs reducido. No es de extrafiar, par tanta, que
era capaz de hacer cualquier casa par dinero (véanse las pp. 40~41). En la cuestiôn de la estabilidad de la polis preocupara seriamente a los pell-
Esparta, los que came tian actas de cobardla o mostraban cualquier otro sadores griegos.
signa reputado como incorrecto perdian igualmente su ciudadanîa (y También se dïscuti6 enérgicarnente sobre un segundo problema: JDe~
pasaban aser designados con nombres ofensivos, coma par ejemplo trés~ bia aceptarse como ciudadanos a los que pertenecian a determinadas pro~
santes «los temblones» ). fesiones? lY qué debia hacerse con los comerciantes o con los !netecos
Desnaturalizaci6n de ciudadanos, naturalizaciOn de extranjeros, jura~ (residentes de visita, provenientes de otra ciudad, y con frecuencia mer-
mentes de fidelidad: toda podia ser subverti do en época de revoluci6n. Y caderes)? Uno de los riesgos denunciados por los pollticos y te6ricos an-
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sî esta implicaba redistribuir la ti erra, camo era frecuente, ella comporta~ tidem6cratas era que el <lrea de la ciudad en la que se concentraba el co-
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LA CIUDAD CLÂSICA 73

mercio tendîa aser mâs democnhica que el resto; ese era el caso del Pireo tado y se transmiti6 en parte a los magistrados, pero sin alterar los elemen-_)
. (el puerto de Atenas), donde se concentraba un gran nUmero de extran- tos bâsicos del sistema radical. Estos pueden resumirse en cuatro puntos:'>
jeros (véase la p. 34). De este modo, se sugiri6 con seriedad que tal vez las la extensiOn de los der echos de ciudadania a un gran nUmero de personas-,
polis debian mantener a los mercaderes alejados de sus centras ciudada- (incluyendo, co mo se ha visto, a los thëtes, con propiedades escasas o nu-!
nos, es decir, del agora politica y de la plaza del rnercado; Plat6n y Arist6- las); el hecho de que las decisiones pollticas estaban sujetas a la voluntad :'
teles llegaron incluso a proponer que debia crearse una segunda agora del dêmos, es decir, del puebla; que los lideres debîan rendir cuentas pU-
destinada exclusivamente al comercio. En la prâctica, era inevitable que se blicas en persona, delante del pueblo, ya fuera en la asamblea o en los tri-
mezclaran la politica y la economia, y solo conocemos unas pocas defini- bunales populares; y que se pagaba a los que desempefiaban un cargo
ciones expresas de ciudadania que procuraran la exclusi6n de los co- pûblica o judicial, con lo cual incluso los ciudadanos mois pabres podian
merciantes. Ahora bien, varias oligarquîas promulgaron decretas contra desarrollar una funci6n en el sistema democrâtica, a par lo men os la pa-
los ciudadanos que obtenian beneficias del comercio (Arist6teles, Politica breza no selo vetaba por completa. Camo afirma Pericles en la algo tibia
1316b). Cîerta normativa tebana, por ejernplo, exigia que un candidato a descripciOn de este prîncipio democrâtico incluida en el discurso funeral,
ocupar un puesto pllblico no hubiera desernpefiado ninguna tarea corner- (<si alguien esta en condiciones de prestar un servicio a la ciudad, nunca
cial durante al menos los Ultimes diez afios (Politîca 1278a), aunque uno encontrani obst<iculos debido a la oscuridad de su condici6n social, ni si-
puede imaginarse fâcilmente a los citados aspirantes buscândose un tes- quiera en caso de pobreza» (Tucidides, Il, 37, l).
taferro para proseguir con el negocio. Se trataba, por tanto, de un sistema directamen te democr<itico, en el
cual el pueblo ejerda su poder politico mediante su simple presencia y su
voto directo; no se escogîan representantes, como en las modernas demo-
cracias representativas. La mayorîa de cargos pûblicos eran elegîdos por
Aterras y Esparta sorteo, y no mediante elecciones (los generales son una excepci6n im-
portante a esta regla, come se vera mâs adelante). Ellugar mas id6neo
En la politica, el significado exacto de la ciudadania dependia, seglin se ha para que cada ciudadano expresara su voluntad era la ekklêsia, y en el si-
visto, de si una ciudad estado era una democracia radical (como Atenas), glo v todas las cuestiones rel evantes ~y también otras muchas secunda-
en la cual el poder politico recaîa sobre la rnasa del puebla, una oligarquîa, rias, que hoy considerarîamos propias de una comisi6n-, asi corno nu-
regida por un sector rnâs reducido de la poblaci6n o, por ûltimo, alguna merosas cuestiones sobre financiaci6n, se presentaron ante la asamblea; y
de las mUltiples posibilidades intermedias. En este epigrafe nos concen- su de~isi6n era inapelable.
traremos en Atenas, cuya constituciOn es la mâs documentada de la Gre- En una de las demostraciones mas famosas de su soberania, la asarn-
da chisica, y en Esparta,.que puede ser considerada a grandes rasgos como blea tom6, en 427, la brutal determinacî6n de castîgar la revuelta de la po-
una oligarquîa, a un cuando en términos formales poseia una constituci6n lis de Metilene con la masacre de todos sus ciudadanos varones y la venta
mixta con elementos monârquicos, democni.ticos y oligârquicos. La demo- como esclaves de sus mujeres e hijos. Duran te la noche, sin embargo, los
cracia ateniense fue radical y excepcional (de'hecho, es el modelo democrâ- ciudadanos empezaron a deplorar su decisiOn ~rnientras se concentra-
tico mâs radical que jamâs ha visto el mundo), y era criticada y terni da a ban y debatîan ansiosamente en el Agora y las calles y casas del centro de
la par por muchos no atenienses. Atenas- y se convoc6 para el dîa siguiente una asamblea de emergencia
Atenas se convirti6 en una democracia radical en la década de 460, para reabrir la cuesti6n. Se presentaron nuevos argumentas a favor y en
i' cuando el poder judicial anteriormente en man os del antigua consejo del contra de tai falta de misericordia, que han sido recogidos de forma bri-
1
; Areôpago fue transferido a los tribunales populares y la asamblea del pue- llante par Tucidides en dos discursos opuestos: el de CleOn, a favor del
bla. Después del desastroso final de la guerra del Peloponeso (431-404), y castigo inexorable, y el de Diôdoto, a favor de una sanci6n mâs mesurada
·. del terror fisico y emocional que se experiment6 bajo los dos regimenes (III, 37 -48); la mayoria optO por desaprobar la determinaci6n del dia an-
' olîgârquicos impuestos en 411 y 404, el poder de la asamblea qued6 recor- terior. Este era el significado de la autoridad y soberania del puebla: en el

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siglo v, la asamblea de ciudadanos tenta el poder de decidir y de imponer dadanos vivian en un radio de hasta dîez km del centro de Atenas, y que
las leyes efectivas, y a ella se llegaba después de los debates asamblearîos. la llanura del Âtica se extendîa a lo largo de 2.400 km 2). Los ciudadanos
Ella ilustra, a su vez, algo que muchas reprochaban: la naturaleza incons- que residian en granjas diseminadas par el Atica debieron de acudir con
tante del pueblo, pues un dia se resolvîa por una inidativa, al cal or de la men os frecuencia a la asamblea, quizâ combinando su asistencia con algUn
discusiôn, y al dia siguiente par otra, tras una reflexiOn mas sosegada. Y negocie o venta de la m<ixima importancia. Canocemos el casa, par ejem-
también es testimonio de la extraordinaria confianza y seguridad que am- plo, de una barberia cercana al Agora donde soHan reunîrse los habitan-
paraba a la asamblea duran te el siglo v; en este casa, el barca con la prime- tes de Decelfa, lo que parece implicar que no eran demasiados los dece-
ra arden de castigo no habia llegado todavia a su destina, por loque pu do liatas que se encontraban en Atenas al mismo tiempo. En una congregaciôn
ser rescindida antes de que fuera demasiado tarde. cualquiera, par tante, no puede decirse que la asamblea fuera representa-
Hacia el final de la guerra, el puebla tom6 la ley en sus man os e insis- tiva del total de los ciudadanos, pero ese es el inconveniente de la dema-
tiô en que ellos, justarnente por ser el puebla, podîan acusar y juzgar a los -cracia directa: no hay participaciôn cuando no hay presencia fisica.
ocho estrategas que, tras la batalla naval de las Arginusas, no lograron re- Otro corolario de la situaciôn an teri or fue que los ciudadanos ambicio-
cuperar los cuerpos de los fallecidos; y los ocho fueron condenados a muer- sos que deseaban persuadir a la asamblea sobre la bondad de sus propues-
te. Era una determinaciôn estrictamente ilegal, pero zquîén podia estable- tas tuvieron que aprender a movers·e coma oradores ante un pUbliee muy
cer los lîmites exactos de la soberanîa del pueblo? Segûn Jenofonte, «la numerosO. Ella hîzo necesario adquirir el manejo de las técnicas oratorias
multitud gritaba que era monstruoso que, por uno, no se dejara a la asam- con un cierto grado de profesionalidad, lo cual, de nuevo, tendfa a excluir
blea actuar segûn su voluntad» (Helénicas, I, 7, 12). Este ti po de decision es a los que no tenian acceso a tai aprendizaje. Asi, los lîderes politicos mâs
causaron que, en el sîglo IV, la democracia cediera la codificaciôn legislati- importantes necesitaban tiempo libre tante para ocuparse de los asuntos
va a un cuerpo especial de <(legisladores», que, si bien eran ciudadanos or- de la polis coma para perfeccionar su capacidad persuasiva: de hecho, en
dinarios, realîzaban sus deliberaciones apartados del caler de la asamblea, el sigla IV la palabra ateniense para designar a los politicos es justamente
para poder adoptar la necesaria distancia procedimental y emocional. Ella rhétOr (orador). De esta forma, el propio sistema democrâtico fue un aci-
quizâ no impîdiô que, en tiempos de guerra, se tomaran determinaciones cate para el desarrollo de las artes argumentativas y suasorias en Grecia.
tan graves co mo las de Metilene, pero evidenciaba el hecho de que la de- El prograrna de la asamblea era elaborada por el consejo (o boulJ), que
mocracia del siglo IV era consciente del enorme poder que el pueblo tenia podîa fùtrar los ternas de discusiôn y vetar las propuestas de ley, ademâs
en la anterior asamblea. de realizar tareas ejecutivas, como actuar en situaciones de emergencia o
Naturalmente, el conjunto de ciudadanos que se congregaba en la ekklë- recibir a los embajadores extranjeros. Co mo se ha visto en un ejernplo an-
sia para discutir las medidas de castigo contra Metilene no estaba forma- terior, los decretes aprobados por los atenienses solian comenzar con la
do cada dia por los mismos miembros; para empezar, el propio espacio de fôrmula «El consejo y el pueblo [es decir, la asarnblea] han deddido ... >>. La
la asamblea, en la Pnix, no perrnitia que se sentaran los 50.000 ciudada- asamblea podia proponer enmiendas, pero la preparaci6n de los ternas de
nÜs. Los câlculos mâs recientes estiman que la capacidad de la Pnix, en el debate por parte del consejo tenîa un efecto estabilizador antes de las con-
siglo v, debia de rondar los 6.000 asientos, y algunos mfls en el sigle IV; te- troversias de la ekklêsfa, subidas de tono y frecuentemente ruidosas.
nemos noticîas de quOrums de 6.000 personas, lo cual parece factible, y la La bouzi tenia una composiciôn democr<ltica: constaba de 500 hoU:l
suma de 6.000 votes parece haber si do el equivalente de una asamblea Ile- bre;--ete·gldo·s·I)-ira· Un solO- <ifiO, 5o de"Cada un:à·-·de ~as··~Hëî tfibwide Ate-
na. Ello implica, por tanto, que los poderes de la asamblea popular eran nas. A su vez, los contingentes tribales se escogîan de acuerdo con cuotas (
ejercidos par un grupo selecte, no par todos los ciudadanos. fi jas para cada uno de los demos -las comunidades locales del Atica-, \
La mayoria de los asistentes a una reuni6n concreta debian de ser, pre~ proporcianales a su tamafio; asf, Acarnas, el deme mâs grande, enviaba i
sumiblemente, los que vivian mâs cerca, en la propia ciudad o en las afue-
ras inmediatas, pues podlan combinar la asistencia a la ekklêsia con una
cada aiio al consejo 22 representantes, mientras que a los mâs pequefios les 1
correspondîan tan solo uno cada dos anos. A veces se postula que el con-
33/43 visita al mercado (debe tenerse en cuenta que cerca de un tercio de los ciu- sejo estaba formado, en gran medida, por los ciudadanos mâs ricos, de
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LA CIUDAD CLASICA 77

modo que las dases superiores estarîan seleccionando los ternas que se sas en grupos muy numerosos e impares (por ejemplo, 1.001), con miras
presentarian posteriormente en la asamblea; pero, par razones demogni- a evitar un posible empate y adecu<indose nuevamente al principio de que
ticas, resulta dificil imaginarlo en la pnktica: incluso si cada uno de los las decisiones debîan ser tomadas par grupos grandes. Todos los jueces
miembros del consejo servia en dos ocasiones -y ese era ellîmite esta- eran examinados con toda rigor antes, durante y después de su prestaci6n
blecido-, a lo largo de treinta allos se hubiera requerido la considerable anual y, en casa de estimarse alguna posible incorrecci6n, debian compa-
cifra de 7.500 consejeros, que ademâs tenian que ser mayores de 30 afios. recer ante los tribunal es.
En cambio, no habia mâs que unos 1.200 atenienses suficientemente ricos Sin embargo, presentar una acusacî6n penal implicaba ciertos riesgos
para contribuir mediante las liturgias (véase la p. 32). Debe tenerse en que, probablemente, disuadian de la idea a los ciudadanos mâs pobres: al-
cuenta, ademas, que el nombramiento final se realizaba por sorteo, pues- gunas causas se cerraban con una sanci6n financiera para el perdedor y, en
ta que se entendia que las elecciones eran un componente propio de las cualquier caso, los costes eran elevados. Seglln el principio te6rico, todo
oligarquias, y el consejo ateniense pretendîa representar una alternativa el munda debla po der acceder par igual al amparo de la ley, y la justi-
clara a los consejos oligârquicos. cia --el coraz6n de la polis- debia estar en manos de todos los ciudada-
Para la mayoria de los granjeros y propietarios rurales, este afio de ser- nos; pero sin una fiscalia pUblica, el sis tema pas6 a depender cada vez mas
vicio en el consejo podîa resultar muy inconveniente, y parece plausible de los sicofantas (calumniadores semiprofesionales de muy mala reputa-
que los miembros de los demos mas distantes pagaran a alguien para que ci6n)* ode los ciudadanos capaces de asumir las secuelas econ6micas deri-
ocupara su lugar en la ciudad (çuando menos, en los periodos de mâs se- vadas de perder un caso. En sus discursos, muchos de los lîtîgantes asegu-
siones). Pero a cambio del servicio se cobraba un sueldo, como correspon- ran que es la primera vez que comparecen ante un tribunal, una protesta
dia aunos verdaderos principios democrâticos; cabe suponer, por ende, que de inocencia que esperaban les granjeara la simpatia de los jueces.
de no existir una desobediencîa generalizada fueran muchos los atenien- En cambio, la oratoria si se _prt:)fe~i9_l!'!!!~Q__ç:?-Jû4~rn.el!te: a finales del
ses que acudieron a la bouli. Los mâs ambiciosos debieron intentar extraer siglo v sepodian~dqll~~i_~· ~~~~~s~_s aJog6grafo~ expertos, q~~ luego el ci-u-
el mâximo rendimiento a su afio de consejeria, camp haria cualquier po- diidallo PfeS~~taba- ante los tribunales expresandose en pri~~ra p~r;o-.
litico con aspiraciones y co mo hicieron algunos personajes destacados na; ·én-a rrililldo-gf!ego, erà lo nlâ.S parecici~ a contratar a un aboga.do de···
(CleOn, por ejemplo, o Dem6stenes), que estuvieron en el consejo en aiios renombre.Nadie se envaneda de ello, co mo es de esperar, puesto que mi-
que fueron clave para su carrera politica. Clara estâ que los mas am bi cio- naha el prîncipio de la igua:ldad ante la ley. Uno de los defensores pedîa
sos no abandonaron otros mecanismos de influencia politica: siempre disculpas de antemano, afirmando: <(perdonadme, si cometiera algUn error
que un ateniense rico debia defenderse en los tribunales, reclamaba el fa- de palabra, y pensad que ella se ha producido mâs por efecto de la inexpe-
vor del puebla de Atenas recurriendo al celo militar y patri6tico de su fa- riencia que por un deseo de injusticia»; sin embargo, habia comprado la
milia o a su contribucién a la ciudad median te lasliturgias, pero no al sim- redacci6n de su defensa al sagaz Antifonte (V, 5). Consiguientemente,los
ple hecho de haber servido en el consejo. ciudadanos mâs acaudalados se hallaban en una posici6n ventajosa ante

1
~ Estos tribunales populares eran caracteristicamente atenienses, y en- los tribunales y, de no ser que estos fueran duchos en las artimafias ret6-
1 carnaban el principio segûn el cuallos gobernantes de bian rendir cu entas ricas, podian manipularlos con éxito. Muchas de las oraciones forenses
l ante el pueblo. De hecho, los pleiteantes se dirigen a los miembros del ju- conservadas, escritas por log6grafos expertes, fueron pronunciadas par
'
· } rada como si estos fueran el pueblo o los representantes de toda la asam- personas de recursos frente a un jurado de ciudadanos corrientes, y de-
\ blea, y su poder era muy temido; eran designados con el nombre de di- fienden su postura partiendo de que han contribuido a las finanzas de la
\ kâstai, que literalmente equivale a «jueceS>>, y eso es lo que eran, puesto ciudad (coma acabarnos de ver) o basândose en los principios democrâ-
j que en esos tribunales no habia ningûn juez que presidiera la vista, como
{en los juicios modernos, y tampoco abogados. Procedentes de un grupo de "' Sicafanta procede del griego sykaphantes, «el que denuncia lill fraude con los higos» (la
; ciudadanos de mas de 30 allos, estimado en unas 6.000 personas, presta- exportacî6ll Hegal, por ejemplo, o el comercio coll higos sagrados), y pas6, ya en griego, a
~ ban juramento al inicio del allo y se repartian entre cada una de las cau- significar «calumniador, impostor:>>. (N. del t.)

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ticos, de éxito segura entré los jueces. En ûltirna instancia, los conflictos Como discordancia llamativa con lo anterior, no obstante, cabe rese-
procesales enfrentaban a los ciudadanos ordinarios contra la oratoria mas fiar que, duran te los siglos v y IV, !~-~-[~E~ral~-~.P-~an rep~~-~-:~ ~~:~:~~
experta, y a mediados del siglo IV esta divisiôn entre pleiteantes sin capa- go. La mayoria de los politicos mas influyentes del siglo v con taron con un
citaciôn retôrîca y oradores profesionales era cada vez mas conspîcua. l'e'Spaldo pllblico aftadido al formar parte de los diez generales elegidos
~Quiénes servîan co mo miembros del jurado? ~Solo los po bres? ~Los anualmente, asi coma con la influencia mâs personal que fueran capaces
ricos? tO acaso un os viejos safiudos, co mo en la co media Las avispas, de de ejercer en sus discursos <in te la asamblea. P.ericles es el caso mâs desta-
Aristôfanes? El sala rio que obtenîan solo alcanzab<l:_ para 1~ _subsiste~ci~, cado~_p1Jestq_qll_e _fi..!~_reelegido_cada_afio desdt+_44Jqa~ta stt __mtlertét;n-429.
no para el enriqu;~iffitento-;·y·-_en el sîgiO _iv se- tor~~aron medidas coi_Tiple)a·s E~--térmi~~s formales, el generalato es un resto. ((oligarqui~~)} ·q~e· pefVii
para Sarantizar que no se pÙdiera preve'r la composici6n de los juiadci:Sèll viô incluse en el entorno de la democracia del siglo v: nada obstaba a qu
Urlafedii-Cài1è~~-~-y_g:u~·~s-~-~--~_ie~b~o-~- J?-0 pudieran·ser·sobornados,-f1 un general siguiera en su cargo en tanta en cuanto fuera reelegido anual
t~abaj~ aft;~fido -y su jor_~~2__ ~u~_ql.l~ _e_~{Plo_(los tribunaleiSê î:eUiîiB.n cin- mente. El Viejo Oligarca observa con placer y un punta de sarcasme que
c-;--ve~~S-ffi'âS-qùliÏi-;tS'amblea), d~biô de s_çr de especial atractivo_paxaJ.9s el puebla ateniense habîa hecho una excepciôn a su costumbre de escciger
pob~es mas viejos )'el rest? dé Ciudadaflos sin _empleo re~ular. Pero !!2.h.~Y par sorteo a sus cargos pûblicos: quién dudaba de que era mejor luchar
que· exi:femar ei :àlz0ll8.Inieiiio funëiOn'alista; la inïsina ParOdia de Las avis- bajo el mando de alguien que sabla loque hada, y no a las Ordenes de un
pas p~reà~-i~9:ica:~ q~ë los _Itliembros del jurad_o ·disfrûùibaii dei-ejërcîcio general cualquiera, designado al azar. Lo~g_~~er~les eEa~,j!!_~!-~!!!.~I!!~)o
de su poder. Los atenie·nses· se aficionarOn a escuchar las Ofadone.dOfen- que la teoria ~en10crâtica intentaba evit~-~ desde un pri~cip_io: la ~~_s_t~11-H
ses.T~Cidides pane en boca del demagogo Cleôn, durante la discusiôn so- d8."de HdefeS. pOpUiatéS·-en Su mayClria ricos_y ?e or~genari~toc~âtico­
bre el castigo de Metilene, la denuncia amarga de que el puebla atenîense ·y
qu-e-oëllpatan· su~--~~~gos dê forma··contlnuilda e"XtêridiéraÏÏ correno· su
esta ((subyugado por e1 placer del oido» y no pierde ripio de los dîscursos, po~~- srse.·da~-a_ -~r ~aso-aeïiiguien:que èornbiliâiil, êOni'O.hiZO -PêfiêlêS~·-e1
co mo si estuviera asistîendo a un espectâculo pûblico (III, 38, 7). ge~~ralato ·cOrtl~~-·rill~~t~z oratoria y_ la capaddad de il1_Strüir~ cbnVellCer
En la Atenas democrâtica, se persigui6 sin descanso limitar el po der Yguiàr ai ·puébi~, ·e~-tOÜCéS ése -general, en la prâctica, c'asi venîa a presidir
de Cùalquiù per-s-?riâ 'Câùèfetà Y. obligarla a rèn_dir cuentaS ·_publi_c~~ -~~- - ~~rra-~îa. ·ruaaidëS8Iïrmo-;-·respeuo~de·Ia ..süptëïïUîda -de- Pèricles,- que--\
ro·s cargos_ qq~A-~~~·I!l_P~I~~~r~: A:S1, -io-s fu~c~i~-nariOs servian duran te tan «de nombre, aquello era una democracia, pero en realidad [eraJ un go-
solo un afto, y se les investigaba al principio y al final de su tenenda. No bierno del primer ciudadano)) (II, 65, 9). _J
se consideraba la profesionalizad6n coma un objetîvo deseable; antes al Mientras que los atenienses se enorgulledan de la libertad con la que
Contrario, es evidente que se desconfiaba seriamente de los eXpert os y se vivian, los espartanos se gloria ban de su disciplina militar y su superîori-
procuré evitar su formaciôn. La historia de las pôleis esta repleta de epi- dad ética. En una asamblea, los spartidtai -ciudadanos de Esparta- da-
sedias de desconfianza ante las personas con poder pûblico, Jo cual qui- ban la imagen de ser, mas que el resto de griegos, un ejército en época de
zâ se relaciona con el temor mis general de que una persona subvirtiera paz. El orador Is6crates dijo de Esparta que su régimen polîtico era (<se-
la constituciôn y se estableciera coma tirana. Frente a ella, los atenien- mejimte a un ejército bien organizado1) (VI, 81), y sus reyes fueron descri-
ses desarrollaron el arma del ostracism9: la asamblea de los·dudadanos tos por Aristôteles camo «generales heredîtarios de par vida)). En la capi-
podia condenar a qui en quisi;~~--~ ~~"~xilio- dë- diez afios; este mecanis- tallaconia no se desarrollô una mera oligarquîa, sino un sistema politico
mo tenia camo meta eliminar del panorama politico a una persona de- y social en el que la funciôn militar de los ciudadanos -presente en las
terminada, mas que a un grupo o una ideologia. Algunas de estas reser- otras ciudades estado- tomô la precedencia sobre cualquier otro aspec-
vas, sin embargo, se relajaron duran te el sig1o IV; coma los continuos y ta y determiné incluso la evoluciôn de la estructura social de la polis.
graves problemas financieros de Atenas (véase la p. 67) no favoredan el La asamblea_o apelld, por ejemplo, estaba abierta a los <<diez mih ciuda-
purisme democratico, finalmente se permitiô que uno de los cargos fi- danos esparciatas, los conocidos corno h6moioi o (dguaiesn. Consta que en
nancieros pudiera ser desempefiado por la misma persona de forma re- ocasiones se pronunciaron respecta de cuestiones importantes, después
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petida.
de escuchar los discursos pertinentes; votaron, por ejemplo, a favor de
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de clar ar la gu erra contra Atenas en 431. Pero no parece que los miembros de relaciones diplomâticas (Herôdoto, IX, 9-11), pero eran gente corrîente
la asamblea pudieran participar en las controversias, y menas todavia su~ dentro de un sistema que no les ofreda ningûn respaldo formai por par-
gerir enmiendas; lo mâs probable es que la eficacia militar de los spartùi- !! te de la asamblea.
!1
tai y su falange de hoplitas, reforzada por el sis tema educativo jerârquico, El sistema se completaba con los dos reyes y el consejo de los ancianos
debilitara cualquier intenta de 1<Ïnsubordinaci6m,. i -o gerousia-, pervivencia de un sis tema arcaîco. Los reyes, procedentes
En Esparta no hay huella de la concepci6n ateniense de que los cargos de familias diferentes y frecuentemente enfrentadas, son una caracterlsti-
pU.blicos debian rendir cuentas ante el puebla. Nada indica que su asam- ca anômala en las ciudad es esta do griegas. El hec ho de imponer limites a
blea ejerciera ningtin control o poder sobre los funcionarios, ni sobre los su poder parece haber Hamada la atenci6n de la mayorîa del pûblico grie-
ciudadanos encausados; tampoco hubo tribunales populares. De hecho, go, seglin indican las fuentes, y no dejaban de surgir tension es, camo he-
Arîst6teles introduce su definici6n de uciudadanm> con un comentario mas vista. Pero el verdadera poder y la influencia de cada uno de los mo-
sobre Esparta que parece dar a entender que no considera que los espar- narcas debi6 de depender ante toda de su carisma, sus cualidades militares
datas lo sean: admite que su definici6n {{es sobre todo la de un régimen y su relaci6n con el otro rey. En cualquier casa, las fuentes estuvieron mu-
democniticot>, y afiade que, en algunas polis, (<el puebla no tiene funci6n, cha mâs pendientes de los reyes que de los éforos y, en la época de la que
ni existe normalmente una asamblea (salvo la que se convoca expresa- tenernos mis datas (finales del siglo V y primera mitad del IV), se deduce
mente), y los procesos se reparten entre los distintos magistradosn (Polf- claramente que algunos reyes -y sobre todo Agesilao- ejercieron una
tica, 1275b ). Mâs adelante precisa que una caracteristica, oligârquica de la gran influencia sobre la politica de Esparta (véase el capitula 8). Ahora
capitallaconia es que <mnos pocos [tienen) poder para imponer la pena de bien, mientras los reyes sometîan algunas decisiones al vota de la asarn-
muerte ode destierrO>t (1294b ),lo cual es confirmado, a su vez, por las He- blea, no tenemos noticias de que la gerousia rindiera cuentas ante nadîe.
lénicas de }enofonte y su relaci6n de las primeras décadas del siglo IV. Des- Los rniembros de este consejo, veintiocho ancianos nombrados de forma
pués de que, en 378, cierto esparciata de nombre Esfodrias atacara el Pireo vitalicia, provenian en la prâctica de los sectores mâs privilegiados de la
sin haber sido autorizado a ello, los éforos abrieron un juicio en su con- sociedad espartana. Era un componente puramente ((oligârquico>>, y a un
tra, pero le dedararon inocente, a un cuando ni siquiera se present6 en la especialmente restringido: un pequefio consejo constituido por represen-
causa; pero el rey Agesilao habla dedarado que Esparta no podîa permi- tantes de familias selectas, con ampli os poderes penales, y que nunca evo-
tirse perder a un hombre coma Esfodrias (Helénicas V, 4, 32). Jenofonte, lucion6 hacia formas mas igualitarias.
que estaba al servîcio de Agesîlao, consider6 que este veredicto era {{el rnâs Aun asi, parad6jicamente, en otros âmbitos la sociedad espartana fue
injusto de los fallados en Esparta)), y puso sobre la mesa otros motivas adi- un modelo de igualdad. Algunas de sus caracterfsticas, que a ojos de un ob-
cionales: el hijo de Esfodrias rnantenia una relaci6n amorosa con el del servador moderno pueden parecer un exceso de control estatal, eran con-
rey (V, 4, 24; véanse las pp. 221-222). sideradas democrâticas por algunos griegos. El propio sistema educative
Los éforos, elegidos anualmente por el conjunto de la ciudadania, eran estatal, para empezar, era aberrante para la Grecia clâsica, puesto que no
los funcionarias ({democrâticos1~ del estado espartano y, en época de paz, solo estaba contralado por la ciudad, sinoque ademâs no hacia diferencias
ejercieron un gran poder sobre los re.yes. Sabemos, por ejemplo, que exi- -al menos en teoria- entre ri cos y pobres. La evoluci6n postrera de la sa-
gieron al rey Anaxandrides que tamara otra mujer, puesto que con la pri~ ciedad espartana clâsica es descrita por Jenofonte en su La repûblica de los
merano podia tener descendencia (Her6doto, V, 39-41); también llevaron lacedemonios, una ob ra impregnada de nostalgia, y par Arist6teles (Politica
a Esfodrias a juicio. En tanta que concesi6n al ciudadano corriente, quiza 1294b, par ejemplo ); ambos coinciden en que mantuvo la misma igualdad.
contribuyeron a mantener la cohesiOn de la polis, pero se les acus6 de es- En realidad, y sobre todo a finales del siglo v y principios delJV, sabemos
tar abiertos a aceptar ~obornos, debido a su pobreza (Arist6teles, Politica, que los spartiâtai rnâs acaudalados exhibian su riqueza de varias maneras;
1270b ), y no se ha podido establecer qué influencia tenian sobre los reyes. pero en loque atafie a los principios ideol6gicos de la polis, la igualdad im-
Los éforos tomaron algunas decision es relevantes, camo enviar tropas en perante en las falanges de hoplitas o los comedores militares se habîa ex-
secreto duran te las guerras Médicas, en un momento muy delicado de las tendido a toda el conjunto de los ciudadanos.

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La sociedad de Esparta, en suma, contiene muchas elementos que pa- ta en otras ciudad es estado, como para Esparta, que se consideraba la ma-
recen reminiscencias de un sistema arcaico, y se constata una fascinacién xima defensora de este ideal. Esparta liber6 a numerosas ciudades de sus
-tanta en los investigadores modernes coma en los mismos grieges- tiran os -incluida la propiaAtenas-, luchô valientemente contra los per-
par sus rasgos mâs rares, extravagantes o incluse estramb6ticos: el énfa- sas y, declar6 al iniciarse la guerra del Peloponeso, que buscaba liberar de
sis en la resistencia fisiéa, por ejemplo, o la supuesta pervivencia de an ti- Atenas a los grieges. De modo que el mismo ideal de libertad e igualdad
gues rituales de fertilidad e iniciaci6n. Tal vez el miedo continuado a una ciudadana, el igualitarismo, estaba presente a la par en las oligarquias y en
posible revoluciôn de los ilotas mesenios y lacedemonios --que consti- /las democracias. La ~{libertad}> se entendia como la libertad polî:tica por la )
tuian la verdadera base econ6mica de la sociedad (véase la p. 49)- haya ( cual cada comunidad tenia derecho a regirse por si mîsma, y no tanta como
desempefl.ado un papel mas importante en la evoluci6n de Esparta de lo \ un valor individual relativo a la vida privada.
que nos permiten imaginar las fuentes conservadas. Y en lo que respecta Tam_biéP:.. ~~~P-~~-Q_p_q!_t~ J~y _se _hall_~_p_o.~.. igual __en fl_~mocracias.y_oli­
a la educaci6n de las mujeres, y a su a parente libertad, lo cierto es que ella garqui~s: la idea_A~.. q~.<:.l~. P1?_1J._~__q_~P.î_a _go_Q_e.lJl~f-~~ _de__ &çu~nJQ_ ço_n_la.ley y
dejaba at6nitas al resto de p6leis. }enofonte compuso La repûblica de los su.s-pfo·~~di~ientos. Loque variaba era quién, o qué grupo, administraba
lacedemonios --que describe gran parte del fundonamiento del estado es- la-Iey,y-qu~rse-entendia exactamente por «le~). La palabra mas habituai
partano- con la intenci6n de explicar cômo habla llegado aser tan gran- para designarla, n6mos, era significativamente imprecisa, pues incluia re-
de; pero a la vez advîerte que, a principios del sigle N, Esparta ya no era la gulaciones escrifâSY"no escritas, reglas, normas y costumbres; esta im-
misma. La nostalgia que balla este opUscule hace difîcil determinar d6nde preciSl6n débi6 de se_i_-de alguna\1tilidad. L_Os aténie:rlSeS se gloriaban de re~-­
empiezan y dônde terminan el <Imita» y la <(realidad)): la sociedad espar- gîl:Sepë'fli"~{~ley» ·y:Vèllé;aban -~ 'S-~Îôn, qu·i~n la habla establecido con sus
data vivla representando las tradiciones que ella mîsma habla inventado, reformas. También Esparta volvia la mirada atrâs: hacîa Licurgo, el mitico
y las demas polis griegas le dieron crédite. Pero en lo que atafie a la es- legislador, a cuyas leyes se atenlan aunque, de hecho, no estaban escritas
tructura polîtica,la ciudad estado de Esparta era muy similar a las demas. (toda una ventaja). Her6doto sugiere que la grandeza de Espaqa se cimen~
Su constituci6n, por ejemplo, se pareda a la de las otras polis mucha mas taba en su respeto por el n6mos (VII,104), un concepto que, en este pasa-
que la de Atenas. Lo verdaderamente excepcional fue, por tanta, el domi- je, comprende tanta las costumbres, es decir, los hâbitos acrisolados en la
nic ejercido sobre los habitantt:s y el territorio de Mesenia: posible solo sodedad, cOmo la disciplina, su sistema educative. PlatOn, a sq vez, con-.
gracias a una sociedad guerrera muy desarrollada, exigia a su vez su rnan- sideraba que «no hay polis que pueda ser Hamada tal si no existen en ella
tenimiento. tribunales debidamente estableddos)} (Leyes, 766d). Uno de los rasgos
mas notables de las nad entes ciudades estado del periodo arcaico fue su
intenta de fi jar, casi desde su mismo origen, una legislaci6n estricta que
obligara a los manda tari os supremos a cumplir la voluntad de la polis y
La polis que·evitara los abusas de poder (aun cuando estas leyes fueran concebidas
por la élite con la intenci6n primordial de controlar a sus iguales).
A pesar de la diferente virulencia de las revoluciones, de los contrastes Todas las polis defendian con ufias y dien tes su independencia y, con
ideol6gîcos entre oligarcas y dem6cratas y, asimismo, de la varia da activi- frecuencia, tuvieron conflictos duraderos con sus vecinos, lo cual, en cier-
dad y composici6n de la ciudadania, es posible aislar algunas caracteris- ta sentido, ayuda a explicar la vitalidad de los logros culturales griegos.
ticas corn unes a todas las polis griegas. Los ciudadanos convivian con nu- Pero no debe exagerarse el grado de independencia: la propia de la ley in-
merosos extranjeros y esclaves; la exclusiOn de estos ponia de relieve los terior no siempre se combin6, ni podîa hacerlo, con una independencia
privilegias de aquellos. La concepci6n general de que toda polis era libre, total en las relaciones exteriores. Las polis mâs pequefias se vieron obliga-
e igualmente sus ciudadanos, fue eleva da a articula ·de fe y demostraciém das a entrar en el àrnbito de influencia de las mayores, ya fuera mediante
de la superîoridad de Grecia sobre los otros pueblos: ello valla igualmen- alianzas formales o por el simple dominio directe de la ciudad estado mas
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te para Atenas, donde los ciudadanos disfrutaban de una libertad inaudi- poderosa. Mégara, por ejemplo, Sit1,1ada en un emplazamiento clave de la
84 LA GRECIA CLÀSICA LA CIUDAD CLÂSICA Bs

ru ta que unîa la Grecia central y la meridional, se uni6 en varias ocasio- de 8.000 km 2 (en el Peloponeso suroccidental y la Laconia meridional),
nes a la Liga del Peloponeso, liderada por Esparta (y compuesta, asimis- que era cultivado par los ilotas, los esclavos de origen niesenio. Asimismo,
mo, por la poderosa Corinto, Tegea y, a las veces, la Élide, el resto de ciu- tanto Atenas co mo Esparta crearon confederaciones extensas y podero-
dades de la Arcadia y Beocia). Pero en otras muchas ocasiones cay6 bajo sas, hasta el punto de que la liga marîtima âtica se convirtiô e un verdadero
el control de Atenas (véanse las pp. 206 y 210). La independencia poli- imperia. En muchos aspectas, por tanta, es en las ciudades estado men os
tica de Mégara, camo sucediô con tan tas otras polis menores, no era mâs patentes donde podemos apreciar con mayor claridad las singularida-
que un espejismo. des notables, la individualidad, los puntos fuertes y las tension es de la po-
El ûnico recurso de estas polis era intentar escoger sus aliados, en lugar lis clâsica, asi co mo la naturaleza de su autogobierno.
de verse forzadas a ingresar en unau otra coalici6n. Platea, una polis de la La pr?J?ia trad\lcci6Il del concepto de poli~ P()f<<ciudad estado» pre-
Beocia meridional, se procuré la protecci6n deAtenas contra Tebas, su po- tende reflejà:l:e1-lieCho de que todas las polis s_e g91:?_e_i:naban a si mismas y
tente vecina, y desafi6 continuamente el dominio que esta ejercia median- ~ontaban con sus propias leyes, ejércitos (formados por los ciudadanos) .
te la confederaciôn de ciudades beocias. Logr6 la-independencia sufidente y procedimientos de toma de decisi6n. Los arreos, por tanto, eran los pro-
para ser la ûnica polis que envi6 tropas de ayuda a los atenienses en la ba- piOS'dë-Ull esiadO'-sêllCillO. Pero en' toâos los casas, salvando solo el de Ate~
talla de Maratôn; pero, dada su ubicaciôn geogrâfica, la cuesti6n de su nas, la polîs era ante todo una comunidad, y el sentimiento comunitario
lealtad era insoslayable. Te bas se esforz6 par atraerla al sena de la liga era cuando menos tan fuerte, o quizâ mâs aûn, que los componentes del
beocia, la conquist6 al comenzar la guerra del Peloponeso y, a la postre, la aparato estatal. La mayoria eran pequeflas, y sus habitantes tendfan a apre-
destruy6 ({en el afio noventa y tres a contar desde la fecha en que se hizo tujar~e en asentamientos tan compactos que un observador maderno los
aliada de Atenas>t, segûn precisa Tucidides (III, 68), vinculando su triste describiria mâs bien camo aldeas o pueblos comerciales. Un paralelo razo-
final con su relaci6n, larga pero infructuos_a, con la capital âtica. nable podria ser la imagen tipica de la ciudad medieval, seglin se refleja en
Al igual que sucede hoy dîa con la supuesta «independencîa>• de las na- las pinturas tardomedievales y protorrenacentistas: las murallas de la ciu-
cio nes modernas, la de las ciudades estado era tan solo una verdad a me- dad, el interior abîgarrado de casas y, tal vez, unas pocas casas diseminadas
dias: no siempre fueron tan libres coma hubieran deseado. Internamente, por entre los campos cultivados del exterior; el retrato debe completarse
no obstante, ademâs de una constituci6n y unas leyes propias, cada polis con el templo de la divinidad protectora, quizâ una ciudad ela de defensa
habia desarrollado su propîo culto religioso y una comunidad de ciuda- y la identidad politico-militar de la ciudadanîa antigua. Si bien Atenas tuvo
danos propia, y podla, en suma, forjar una cul tura propia.lncluso en el al- un desarrollo inusual, el de Esparta se asemejaba mâs al prototipico. Segûn
fabeto se daban importantes diferencias regionales: Atenas, par ejemplo, la tradici6n, contaba con diez mil ciudadanos, pero en la pnictica este nU-
estuvo usando uno compuesto de 22 letras hasta adoptar, ya a finales del mero se redujo a poco mâs de mil; para obtener su poblaci6n total es ne-
siglo v, el alfabeto jonio, de 24 caracteres. El helenismo, comûn y com- cesario afiadir a esta cantidad, moderadamente reducida, el total de mu-
partido por todas las polis, se. expresaba median te variaciones regionales jeres, hijos, esdavos y residentes extranjeros. El Luxemburgo actual tiene
y estatales sobre el misrno tema. una extensiOn de 2.600 km 2, muy similar a la del Atica; el tamafio de las
La propia Atenas -a la que se refieren la mayoria de los datas de que polis medianas y pequefias serîa semejante, mâs bien, a los principados de
disponen los historiadores-, e igualmente Esparta, fueron pôleis excep- San Marino o MOnaco. En cuanto al nUmero de ciudadanos de una polis
cionales. La mayoda contaban con un territorio limitado, que remediaba pequefla, no superarîa al de los miembros de la Câmara de los Cornunes
tan solo sus necesidades mâs bâsîcas; pero Atenas dominaba la extensa lla- del parlarnento britânico; el quOrum de 6.000 ciudadanos que se institu-
nura del Âtica (véase la p. 74), tal vez debido a su temprana expansiOn en yO para la ekklësîa ateniense no tenia parangOn en el ~undo clâsico.
el periodo arcaico. En este âmbito habîa numerosas comunidades locales, La polis fue excepcional por la intensidad y la singularidad de su vida
los demos, algunos de los cuales podrian haberse equiparado a pequeflas politica, y sobre toda por el énfasis en la ciudadania y sus deberes. Era a la
ciudades estado: Ramnunte, Marat6n, Torico o Acarnas. En cuanto a Es- vez una cornunidad y un estado, y los ciudadanos se subordinaban al bien
parta, que habîa conquistado Mesenia par completa, poseia un territorio comûn. De ahi las famosas palabras de Arist6teles: «el hombre es, par na~

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86 LA GRECIA CLÂSlCA LA CIUDAD CLÂSICA 87

turaleza, un animal social (politik6s)l> (Politica, 1253a). Q~iza fuera mejor, La misma razôn debi6 de llevar al Peri des de Tuddides a afirmar que los
por_tagto,_ tp1~u~Af.1?91!? _ çgn:w «Ci1J4<!4<ll1Îi!.~-~§.tadg>>; en c~~ïqU.i"êfCaso, si atenienses eran tés Hellâdos pafdeusis -un ejemplo para Grecia, la escue-
bien las dudas de Arîst6teles oscilaban entre considerar la polis compues- la de Grecia- con una fOrmula que expresa a la perfecci6n la subordina-
ta tan solo de sus ciudadanos varones, o de ellos m:is las familias y el resto ciôn de todos y cada uno de los ciudadanos a las necesidades colectivas y
de residentes, en los otros escritores griegos resuena m:is clare el acento so- loque se percibla coma- el bien co mUn (II, 41, 1).
bre la comunidad. E:p Sicilia, el general Nicias areng6 a sus desanimadas La Polftica de Aristôteles, redactada aproximadamente entre 340 y 320,
tropas, poco antes de sufrir la apabullante derrota de 413, dedarando que_ parece en ocasiones estar miranda atris con nostalgia hacia un sis tema
( ((dondequiera que acampéis, os convertiréis de inmediato _en_una ciudadn j --el de la ciudad estado- que se veia superado por los acontecimientos:
, (TuciêiidèS:\Tll, 77~ïll; flüs-eSci-ltOiëSaTitii;ô'S~-~Ti~~-;~f~rir;e·a1~s rn(;~- el creciènte poder de Macedonia, embrién de las nuevas monarquîas he~
tores de los acontecirnientos en términos de «los esparciatasn o 'dos ate~ lenîsticas; asi la han interpretado, cuando menos, algunos historiadores.
nienses>}, antes que de las ,mâs abstractas ''Esparta» o «Atenas». Antes que Pero basta fijarse en la marrera en que Arist6teles describe el sistema de la
nada, estaban los ciudadanos; en términos polîticos, es cierto que la polis polis para percibir su bu en estado de salud en el memento de redacciôn
equivalia al conjunto de estos. Si reflexionamos sobre las redes mâs gene~ de la obra; ese periodo de tensiôn, de transformacîones aceleradas, de ame-
rales y el resto de personas necesarias para el funcionamiento de una co- nazas a algunos componentes del estado clâsîco, era el mâs adecuado para
munidad, no hay duda de que su poblacién debe incluir a las mujeres, los reflexîonar, ordenar una masa de ejemplos y teorias individuales y produ~
nifios, los esclaves y los metecos u otros extranjeros; pero el primer lugar cir un anâlisis clara. De hecho, la polis, co mo instituci6n, perviviO mucha
pertenece a la definiciôn politica, mâs restringida. mâs allâ de 338, cuando la coaliciün griega fue derrotada por Filipo de Ma-
La ciudadania se asentaba, en definitiva, en el corazén mismo del pen- cedonia, o de la muerte de Alejandro; si jamlis recobr6 el poder que habia
samiento griego; para los teôricos preocupados por construit la polis ideal tenido, ya es otra cuestiôn.
o aumentar su estabilidad resultaba dificil pensar mâs allâ de esta con cep~
ci6n y, par tanta, entendîan que para reformar el estado bastaba con re~
format a sus ciudad~nos. Un os presupuestos sirnilares son los que sub~
yacen a la idea repetîda en varias pasajes de la Politica, segûn la cualla La actividad religiosa y la polis
constituciôn de una polis tenia U:na funciôn educativa; anteriormente, el
poeta Simônides habia afirmado que p6lis ândra didâskei, <da polis ensefia Los cultos religiosos articulaban, reflejaban y reforzaban los lazos de uniOn
a los hombres>> (fragm. 95 Edmonds). Cuando se asevera, modernamen- de la ciudad estado. Muchas historiadores antiguos (entre los que destaca
te, que los ciudadanos son educados par el estado, nos referimos a una Tucîdides), al igual que muchas fllôsofos, mostraron un escaso interés por
educaciôn de origen e.statal; pero este ti po de educaci6n, controlada o si- la vertiente religiosa de la existencia polîtica. Tai vez se debiera a que la in-
quiera proporcionada por el estado, no se dio en ningûn lugarde la an ti~ quietud predominante en el pensamiento polîtîco griego fue siempre cOmo
gua Grecia: solo mâs tarde, en el pèriodo helenistico, algunas ciudades. ta- lograr la estabilidad y evitar las revoluciones violentas; o tai vez el culto
maron a su cargo la responsabilidad de ensefiar gratuitamente a los hijos religioso, lejos de representar una autoridad alternativa, era una simple
de los ciudadanos. Esparta fue una salvedad, ya en el periode dâsico: «no sombra paralela a las estructuras politicas seculares, par lo cual no mere-
solo dedican la mayor y mas seria atenci6n a los niiios, sinoque se la dedi- da la pena centrar en él un analisis politico. En cualquier casa, la defini-
can oficialmenten (Aristôteles, Politica, l337a), a un cuando se trataba de ci6n e interpretaciôn de la polis mâs influyente hasta nuestros dias ha sido
un entrenamiento primordialmente atlético, con evidentes fines militares. la aristotélica: exclusivamente secular y politica, dejaba de lado los festi-
La polis era la maestra de los ciudadanos, por tanto, en el sentido de que la vales religiosos, las procesiones, el culto heroico y divino, los rituales re-
propia ciudad estado, sus insti.t~ciones politicas, su constituciôn y sus le- ligiosos de mayor o menor magnitud. Y sin embargo, todo ello era una
yes -adem;is de sus cuitas rehgwsos, coma veremos- era educativa, era
1 parte constîtutiva de la vida ciudadana tan importante camo las reunion es
39/43 esencial para la maduraci6n de la ciudadanla: era, en sî misma, cultura. de la asamblea; no podr:i obtenerse una imagen equilibrada del perîodo
88 LA GRECIA CLÂSICA LA CIUDAD CLÂ.SICA

cl3.sico si no se atiende tambiéll a la religiOn. Surginin dudas, claro esta, En el terreno religioso, la condici6n social de los ciudadanos seguia
respecta de si en las decision es polîticas particulares pesô mas el de ber re- siendo clave, y resultaba determina da-o reforzada- par la partîdpa-
ligioso o la pura pragmâtica politica, pero la vida comunitaria se cimenta- ciôn en ciertos ritos o la exclusiôn de ellos. El culto religioso era, por tan-
ba por igual en el culto y sus rituales que en instituciones politicas co mo to, la espina dorsal de gran parte de la vida dvica, y se vinculaba muy es-
la ekklësia o la boulJ. Los festivales religiosos fueron ocasi6n, por ejemplo, trechamente con la politica; tanto, que los cambios en la vida politica se
de representaciones y cert;imenes en los que tuvo cabida gran parte de la velan reflejados en las prâcticas religiosas. Asi, uno de los personajes de
poesia griega (incluyendo la de Homero), la mUsica, las tragedias, las co- Los acarnienses, de Arist6fanes, se burla de cierto principe tracio al cual
medias e incluse las competiciones atléticas. se le acababa de conceder la ciudadania ateniense porque «ansiaba 1corner
Todas las polis tenian templos dedicados a su di os patrono, y otras mu- rnorcillas en las fiestas Apaturias)). (vv. 145-146). En las Apaturias, las di-
chas capillas o altares de otras divinidades. Cada templo, cada dios o diosa, versas fratrias celebraban sacrificios rituales, al cabo de los cuales presen-
recibia sacrificios regulares de acuerdo con un calendario minuciosamen- taban a los hijos nacidos aquel afio; de hecho, las fratrîas desempefiaban
te establecido; y los momentos culminantes de la vida ciudadana --en un la funciôn de guardianes de la ciudadania ateniense, impidîendo que se
mu:rido sin sâbados ni dorningos- eran los festivales con que se honraba inscribiera en la tribu a los hijos ilegîtinios. Del misrno modo, cuando un
a los dioses. Las polis habîan desarrollado version es locales del culto a las ateniense optaba a un cargo pliblico, tenia que demostrar, co mo garante
divinidades mâs importantes, en una rnultiplicidad de rituales propios de su ciudadania, d6nde estaban los al tares con los que su familia honraba
que cornbinaban la veneraci6n de los dioses habituales del panteôn clâsi- a Zeus herkeîos, el '<Zeus defensor de la casa}), que se colocaba en el patio
co con los detalles y particularidades de cada localidad. Hera, por ejemplo, delantero, y Apolo patrôios, «Apolo ancestrah, y dônde las tumbas fami-
era la patrona de Samos, donde se le habia erigido un templo espectacular liares ([Arist6teles], Constituci6n de los atenienses, LV, 3). Algunos de los
y se le dedicaban los rituales samoatas; pero también era la patrona d·;,: Ar- cultos debîan ser observados solo por mujeres. Las Tesrnoforias, fiestas de
gos, y esta polis le habia levantado un altar importante en una zona estra- la fertilidad en ho nor de Dernéter, esta ban muy extendidas y solian ser ex-
tégica de un territorio en disputa. Atenea Poliade, la divinidad prote.:tora dusiva de las mujeres de los ciudadanos. Otros tipos de lealtad y perte-
de Atenas, tenia un santuario en la Acrépolis, pero hubo otras muchas es- nencia mâs generales, como los étnicos o tribales, también dejaron hue-
ta tuas y altares erigidos en su ho nor. Ha en las celebra cio nes religiosas. Herôdoto, por ejemplo, afirma que, a
Atenea,Apolo, Dioniso y las otras deidades olim picas eran veneradas en su modo de ver, los jonios son dos que celebran la fiesta de las Apaturias»
toda Grecia, aunque con rituales especificos de cada polis, desarrollados (1, 147). Esparta y las otras ciudades do rias glorîficaban y ponîan de relie-
de acuerdo con las singularidades del culto local. En Atenas, las Dionisias ve sus pretendidos orîgenes corn unes en las Carneas, en ho nor de Apolo,
Urbanas honraban a Dioniso mediante cert<imenes dramâticos (véanse un festival que incluia carreras, danzas frenéticas, himnos y certâmenes
las pp. 24, 144, 146 y 203), asi camo mediante rituales que reflejaban la musicales. La identidad de los ciudadanos, su participaci6n en la comu-
realidad de la democracia, por lo cualla cornedia se convirti6 en sâtira po- nidad y su pertenencia a subgrupos de la polis se expresaba y simbolizaba
litica. En otras partes de Grecia también se celebraban festivales sirnilares, con la intervenciôn en el culto religioso.
y en la misma Atica se organizaron las Leneas y las Dionisias Rurales, que El gran festival ateniense de las Panateneas es una buena rnuestra de
también comprendian representaciones dramâticas. También los héroes esta interconexiôn de prâcticas religiosas y jerarquîas y diferencias poli ti+
eran objeto de culto; solian estar relacionados con los mitos centrales del cas. Se celebraba hacia el mes de agosto; cada cuatro afios se organizaban
pasado o el origen de las ciudades. Esparta veneraba a Menelao y Helena; las Grandes Panateneas, cuyas competiciones atléticas y musicales atraian
Atenas a Teseo, uno de sus reyes y héroes legendarios, cuyos supuestos a contendientes y espectadores de toda Grecia. Su gran procesiôn se diri-
huesos fueron devueltos a la ciudad en 470, tras lo cual, para sefialar la im- gîa primero al Agora, hasta cruzarla y seguir luego de camino hacia la
portancia de este héroe, se instituyeron en su hon or las Teseas. La singula- Acrôpolis; tomaban parte en ella representantes de todos los atenienses
ridad de ca da polis, perceptible en otras esferas, dejô igualmente su hue- (de aqul el nombre de Pan-ateneas), induyendo a los ancianos, las mu je-
lla en los cultos religiosos. res y las jOvenes de las familias aristocf<iticas. Parece ser que se permitia

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incluse la participaci6n de algunas metecas y algunos esclaves, aunque Camo en el resto de âmbitos de la vida en la polis, la encargada de re-
con un papel claramente subordinado. Las mujeres de Atenas habian te ji- gular los detaJles del culte religioso era la propia ciudad estado. No habla
do el pepia, una clase de vestidura sin mangas que se ofrendaba a la estatua una distinciôn neta entre «iglesia}) y (<estado»: el mismo pueblo pautaba
de Atenea Peliade en la Acr6polis y representaba escenas de la giganto- los rituales religiosos, decidia quién debia atender a cada uno de elles y es-
maquia. Se trataba, en suma, de la ex:hibici6n orgullosa de los ciudada- tablecia el método de selecciOn de los sacerdotes, asi coma sus salaries y
nos, con cada uno de los sectores de la polis cuidadosamente repartidos emolumentos. De esta forma, la democracîa ateniense cre6 nuevos sacer-
en sus lugares correspondientes y la concurrencia adicional de metecos y dotes democrâticos, paralelamente a la pervivencia de los tradicionales, de
extranjeros que admiraran el desfik En el sigle v, cuando Atenas desarro- orîgen arîstocrâtico. Una ley ateniense del sigle IV, relativa a la procesiôn
116 su imperia mari timo, empez6 a exigir que sus aliados contribuyeran a de las Panateneas, detalla minuciosamente cômo se deben distribuir los
las celebraciones de la ciudad, aportando una vaca yuna armadura com- sacrificios entre la peblaci6n: por ejemplo, a diferencia de otros sacrificios
pleta de hoplita con ocasi6n de las Panateneas (y presentando ofrendas en propios de esas fiestas, los que tenian lugar ante el gran altar de Atenea Po-
las Grandes Dionisias); de este modo debîan simbolizar su lealtad y su- liade y Atenea nikë solo podîan ser realizados por los ciudadanos varones,
bordinaciôn. Los atenienses redamaron una aportaciôn similar de su co- y nunca por las mujeres que intervinieran en otros mementos del ritual.
lonia en Brea (Tracia): una vaca y una panoplia en las Panateneas, un falo Asimismo, cuando hada 340, en una explosiOn de alegrîa triunfalista y
en las Dionisias Urbanas. Las relaciones politicas, en resumidas cuentas, confianza, los ciudadanos de la polis eubea de Eretria organizaron unes
proyectaban su imagen sobre el cul ta religioso. Y la obligaci6n de las co- festejos espectaculares en hon or de la diosa Artemis, el decrete aprobado
la nias de participar en las celebraciones de su metr6polis de acuerdo con por el conseje y el pueblo se abre con la intenciôn de.celebrar las Artemi-
un formalismo preestîpulado no se limité a la Atenas imperial. En cierta sias (<con el mayor esplendor posible»: para ello se establecieron toda una
disposiciOn legal-bastante bien conservada- de principios del siglo v serie de premios, sueldos que garantizaran la subsistencia de los competi-
(h. 500-475), relativa a una colonia de locrenses orientales que se habla dores, procesiones y sacrificios. En este festival, el mâs importante de Ere-
asentado en Naupacte (en el extrema occidental del golfo de Corinto ), los trîa, los ciudadanos solemnizaron que Atenas los hubiera liberado de la
locrenses precisan las condiciones bajo las cuales regresarîan los coloni- expansi6n macedonîa, y el decreta se cierra con la decisiOn grandilocuen-
zadores en casa de que el nuevo asentamiento no prosperase: perderîan te de ~<inscribir esta determinaci6n en una este la de pie dra y situarla en
sus derechos camo ciudadanos, pero podrian participar coma extranjeros el templo de Artemis, para que los sacrificios y los festejos musicales en su
en los sacrificias y otras ceremonias de la metrO polis (véase Fornara, 47). honor se repitan de forma inmemorial, en tanto en cuanto el pueblo de
Pîerden la ciudadanfa, pero en el culto religioso perviven algunos vincu- Eretria sea libre, prOspero y autOnome>• (LSCG, 92).
los con la LOcride. Los metecos del Pireo, antes de establecer en Atenas el culto a una de sus
Dentro de la propia Atenas, también algunos subgrupos se encontra- divinidades de origen -co mo Bendis, la diesa tracia, o la egipcîa Isis-,
ban uni dos par razones de culto; los metecos .de Fenicia, por ejernplo, o solicitaron la autorizaci6n del puebla ateniense; y la veneraci6n de Ben-
los de Corinto, practicaban rituales espedficos. Y junto a las grandes ce- dis se naturaliz6 hasta el extrema de què pasO a engrosar el culte pU.blico
lebraciones de la polis, que comprendian al conjunto entero de los ciu- de los atenienses (a un cuando se desconoce el porqué de esta afinidad con
dadanes, se desarrollaban las tribales: las reformas de Clistenes hablan la diosa tracia). La celebraciôn de unos de los prim~ros festejos en honor
dividido la ciudadanîa en diez tribus, cada una de las cuales debfa hon- de Ben dis forma parte del entramado dramatico en el que se enmarca el
rar al héroe âtico que le habîa dado nombre. Del mismo modo, existie- principio de la Repûblica, de Platôn (la acci6n se sitUa en 410). También
ron aûn otras formas de cultes divin os o heroicos, propias de cada uno otros cultos no atenienses, aun que si grieges, fueron introducidos con la
de los demos; y no deben olvidarse las fratrîas, ya mencionadas con re- aprobaciôn oficial de los cîudadanos: el dios Pan, de orîgen arcadio, en-
laci6n a las Apaturias. La actividad religîosa, en resumidas cuentas, no gros6 el panteôn de la capital âtica después de aparecerse al mensajero que
tan solo expresaba la piedad, sino también la pertenencia a los diverses corria de Atenas a Esparta en el momento de la invasiôn persa delAtica, en
grupos.
41/43 490, y exigir su reconocimiento (Her6doto, VI, 105); en cuanto a Bôreas,
92 LA GRECIA CLASICA
LA Cl UDAD CLÂSlCA
93

el Viento del Norte,·se introdujo para agradecerle la ayuda contra los Ante una tal multiplicidad y jerarquîa de cultos, era inevitable que se
persas (Herôdoto, VII, 189). Asclepio, el dias sanador, al cual se habia diera un cierto grado de fusiôn. Los festivales y ritos se dirigîan a una se-
dedicado un gran santuario en Epidauro, llegô a Atenas en 420: el tràgi- rie de grupos entrelazados y entrecruzados que incluse podian llegar aser
co S6fodes le proporcion6 su primera residencia temporal. Otra de las mas extensos que la pro pia polis de origen. Algunos cultos, por ejemplo,
transformaciones posibles consistia en elevar un altar a una divinidad ya venian a formar un parasol que cubria a varias polis a la vez. Los comer-
existente, pero con un nuevo epiteto, que diera origen a un nuevo culto: ciantes y colonos grieges residentes en el privilegiado asentamîento de
otro corolario de las gu erras Médicas fueron los sacrificios ofrendados a Naucratis, en Egipto, observaban su religiôn de acuerdo con las costum-
Zeus eleuthérios («el Libertador))) tras la gran victoria de Platea (Tuddi- bres de algunas de las ciudades participantes (es el caso de Mileto, Egina
de~ Il, 71, 2). o Samos), pero también se habia erigido el Hellënion, un altar comûn que
Las cuestiones religiosas eran un tema siempre presente en las reunio- representaba la asociaci6n del colectivo griego de Naucratis, en oposiciOn
nes de la ekklësia. En elias llo se tenia en cuenta a ninguna autoridad reli- a los diferentes grupos de ciudadanos de cada una de las polis. Las doce
giosa ni a ningûn sacerdoi:e de cualesquiera santuario o altar, con la sal- ciudades jonias mas importantes tenian un PaniOnion comûn, un templo
vedad del onkulo de Delfos, al cual se podia consultar respecta de las en el que se celebraba un festival panjonio y que, a su vez, servîa co mo lu-
decisiones mâs importantes. Y los ciudadanos no solo regularon las pro- garde reuniOn para las discusiones politicas; simbolîzaba su identidad co-
pias actividades relîgiosas, sinoque también se ocuparon de castigar a los môn, paralela a las rivalidades y cultos particulares (Her6doto, I, 142-143 ).
que excedian los limites de lo considerado correcto: la incriminad6n for- La multiplicidad de cultes resulta especialmente llamativa dentro de la
mal dirigida contra S6crates le acusaba de introducir nuevos dîoses y co- pro pia polis. En el Atica, un ciudadano ateniense celebraba sus cultos lo-
rromper a la juventud (véase la p. 147). cales (los de su demo), pero también participaba en otros que se exten-
Algunas cîudades estado optaron por reforzar su albedrio y su autori- dîan por zonas mas amplias. Imaginemos a un ateniense que proceda del
dad sobre los ciudadanos mediante la invocaci6n de maldiciones y san- demode Maratôn, por ejemplo: Marat6n estaba integrada en un antigua
ciones religiosas colectîvas. La ciudad de Teos, en Jonia, promulgO h. 470 grupo de pueblos conocido camo Tetrdpolis («las cuatro ciudades}> ), que
maldiciones comunitarias, inscritas en piedra y dirigidas a la colectivi- habian desarrollado un impresionante calendario religioso con sacrificios
dad. Estas maldedan, por ejemplo, a quien utilizara veneno contra los tea- de muy antiguo orîgen. Pero este ciudadano participaba, a su vez, en los
nos (y a su familia); a quien impidiera la importaci6n de cereales o los ex- cultes de su fra tria y en los de su tribu, asi coma en los grandes festejos del
portara de nuevo; a quien causara cualquier perjuicio a Teos; a quien centra de Atenas. Ademâs, existian varias asociaciones religiosas privadas,
traicionara a la ciudad o diera cobijo aunos bandidos; y si alguien (<per- tanta de ciudadanos coma de no dudadanos, que veneraban aunou otro
judicara a la comunidad de los teanos o a los helenos o a los barbares, que héroe. De hecho, incluse los clubes con fines tan aparentemente laicos
muera, él y sus descendientes}>. Este reniego debîa pronunciarse en los tres como la bebîda comprendian, frecuentemente, elementos rituales, con sa-
festivales pUblicos mas importantes: el de primavera (las ~testerias) y los crificios y libaciones a alguna divinidad (a un cuando esta no era, sin duda,
dedicados a Heracles y Zeus. Se trata, sin duda, de un casa extremo y sin- su meta principal, ytendian a convertirse mâs bien en grupos de agitaci6n
gularmente directo, pero muchas otras ciudades invocaron a un dios con~ politica).
creto o publicaron sanciones religiosas para proteger determinadas deci- Los ritos de iniciaci6n ocupan un lugar aparte, que trasciende las dife-
siones politicas. Parece que esta practica fue mas frecuente antes de las rencias usuales de corte cfvico, politico o incluso étnico. Eran cultos vo-
guerras Médicas, pero no desapareci6 por complete en el periodo dâsico, luntarios, ((elegidos>), a los cuales cada persona se unia por una decisiOn
e incl usa en Atenas pu eden percibirse sus huellas. Para reforzar su auto- indîvidual, antes que por su pertenencia a cualquier polis, tribu u grupo.
ridad y el albedrio colectivo, la democracia ateniense habia desarrollado Uno de los mas importantes fue la veneraci6n de Deméter, en Eleusis, que
unos mecanismos politicos tan elaborados y efectivos que no necesitaba aceptaba a iniciados e iniciadas, personas libres o esclaves, atenienses y no
recurrir tan habitualmente a las sanciones religiosas, pero este desarrollo atenienses; también los Misterios de Samotracia, dedicados a los Kâbeiroi
politico era ciertamente excepdonal. o «grandes dioses}>, aceptaban iniciados de cualquier rango, aunque la rna-

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94 LA GRECIA CLÂSICA

yoria eran hombres. Otros cultos, rnayoritariamente de orîgen extranje-


ro -o percibidos de ese modo-, camo los dirigidos a Isis o a Dioniso,
atraîan una devoci6n que superaba en mucha los lîrnites de la comunîdad
y la polis. Pero con ella, justamente, ponian de relieve el modela mâs ha-
bituai: en la Greda clâsica, los rituales religiosos y los sacrificîos se ligaban
estrechamente a las jerarquias ciudadanas y, en su heterogénea multipli-
cidad, eran reflejo del regionalisme y particularisme de su sociedad.

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