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Responsabilidad precontractual

Compagnucci de Caso, Rubén H.

Publicado en: LA LEY 03/10/2006 , 1 • LA LEY 2006-E , 1380 • LLP 2007 (marzo) , 163 •
Obligaciones y Contratos Doctrinas Esenciales Tomo IV , 531

Sumario: SUMARIO: I. Introducción. — II. Los tratos preliminares. — III. Tratos y oferta de
contrato. — IV. Obligaciones de las partes. — V. La buena fe in contrahendo. — VI. Deberes de
información, secreto y protección. — VII. Deber de mantener y conservar los elementos
materiales. — VIII. Deber de no hacer abandono abrupto de los tratos. — IX. Confianza tutelable.
— X. Abandono de las negociaciones sin justa causa. — XI. La existencia de un daño.

VocesVoces: CONTRATO - RESPONSABILIDAD PRECONTRACTUAL - PRECONTRATO - DILIGENCIAS


PRELIMINARES - OBLIGACIONES DE LAS PARTES
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Como lo indica el título la responsabilidad precontractual o también llamada "in contrahendo",


tiene su origen en los senderos y etapas anteriores a la configuración del acuerdo contractual.
Ha sido y es un tema de controversias doctrinarias, no solamente en su propia esencia o
naturaleza, sino en la determinación de su campo de ubicación. Se discute dónde se lo debe
encuadrar, si dentro de la responsabilidad contractual o en el amplio terreno de lo aquiliano (1).
De lo que no nace ninguna dubitación es que, como bien señala Diez Picazo, "por el hecho de
relacionarse o de entrar en contacto las partes asumen unos determinados deberes. Quedan
obligados a comportarse con la buena fe necesaria y observar en los tratos la lealtad que exigen
las convicciones éticas imperantes"(2).
II. Los tratos preliminares
La cuestión sobre la responsabilidad precontractual está muy vinculada al desarrollo de la propia
vida del contrato. Aquello que se inicia con las conversaciones y los tratos preliminares sigue en el
perfeccionamiento del acuerdo y concluye con el cumplimiento
y consiguiente extinción de la relación jurídica (3).
La primera de esas etapas o como dice algún buen autor: "la fase inicial en el iter de la
contratación", está integrada con los tratos preliminares, conversaciones previas, "pourparlers" en
el agradable sonido francés, y como en general es posible afirmar, resultan los primeros contactos
que, por otra parte, concluyen con el acuerdo final o bien con la ruptura frustrante de esos
contactos (4).
Estos antecedentes no son ni resultan indispensables, ya que muchas contrataciones se realizan de
manera instantánea y sin que la preceda ninguna negociación previa. Bastará con el encuentro de
las voluntades en igual dirección, ya que como lo define el art. 1137 el contrato contiene siempre:
"el acuerdo sobre una declaración de voluntad común".
En cuanto a la forma, y tal lo dispone el art. 974 del Cód. Civil, la libertad es la que rige, y las partes
pueden elegir la que mejor les plazca; por ello las tratativas se producen oralmente, o son hechas
por escrito, sin perjuicio de que el contrato se exteriorice en la forma escrita, ya sea en
instrumento público o privado (5).
Normalmente los tratos derivan, en su primera fase, en la oferta donde se exterioriza la voluntad
de convenir con el destinatario de dicha declaración; aunque algunos autores han considerado la
situación, nada corriente, de que esa oferta preceda a los tratos. Ante ese fenómeno en la
doctrina española, Moreno Quesada juzga con alguna prisa, que ello no es posible ya que emitida
la oferta sólo resta una camino cerrado que se simplifica en dos posibilidades: aceptarla o
rechazarla (6). Sin embargo y apartándome de la estimable opinión citada, no observo dificultades
para que, encontrándose la propuesta pendiente, las partes puedan discutir las variantes y amplias
posibilidades que tienen para mudar deseos y verificar inquietudes.
III. Tratos y oferta de contrato
La oferta de contrato, es un acto jurídico unilateral recepticio que tiene por finalidad la formación
de un contrato (7). Es que la voluntad se exterioriza para dirigirse a otra persona con una finalidad
preestablecida y especial.
Por otra parte, los tratos preliminares llevan como destino propio: preparar el terreno para la
propuesta; en esta etapa no existe el propósito de vincular a las partes e incluso puede ocurrir que
esas conversaciones versen sobre aspectos circunstanciales o secundarios donde no esté presente
la verdadera esencia contractual (8).
En la doctrina italiana tiene fama y buena difusión la tesis de Faggela, quien en los primeros años
del siglo XX había señalado que para la formación del contrato era necesario pasar tres etapas: la
primera, la de los tratos preliminares o de la discusión; la segunda, la fase de reflexión donde las
partes analizan las opiniones previas y preparan una propuesta; y la tercera, la de emisión de la
oferta contractual. Faggela sostuvo que la fase precontractual se inicia con la oferta, ya que ese
momento constituye la base y sustento del vínculo jurídico (9).
Este autor indica que en esos momentos pueden darse consecuencias negativas y positivas. Las
negativas se sustentan en las facultades que tienen las partes a abandonar las negociaciones,
retirar la oferta o revocarla. Y las positivas en que, en determinadas circunstancias, esos hechos
realizados en la primera de las etapas pueden derivar en una responsabilidad precontractual;
cuando la ruptura de las tratativas se realiza de manera anormal, o bien se viola una especie de
acuerdo tácito que manda continuar la relación.
Puedo adelantar que la tesis de Faggela que fuera seguida por Saleilles en Francia, y Spota en la
Argentina, resultó superada por nuevas concepciones que brindan -a mi modesto juicio-, una
mayor precisión para explicar este tipo de responsabilidad (10).
IV. Obligaciones de las partes
Los que intervienen en estos tratos y deliberaciones previas deben observar diferentes deberes de
conducta que se convierten en verdaderas obligaciones.
Si bien no hay reglas precisas en su delimitación, importantes autores han señalado que se pueden
considerar las siguientes: a) un comportamiento acorde con la buena fe objetiva "in contrahendo";
b) mantener el secreto sobre todo aquel elemento que sea confidencial; c) cumplir con la
información necesaria;
d) mantener y conservar los elementos materiales que resultan el substrato del futuro acuerdo; y
e) no hacer abandono de los tratos en forma abrupta y acausada (11).
V. La buena fe in contrahendo
Es casi una obligada referencia lo que dispone el art. 1337 del "Codice" italiano: "Le parti nello
svolgimento delle trattative é nella formazione del contratto devono comportarsi secondo la
buona fede". Disposición que no se encuentra en los códigos del siglo XIX, ni aun en muchos de los
del siglo pasado. El legislador italiano con una visión amplia y moralizadora, alerta sobre la manera
y modo en que las personas deben conducirse en la vida previa a la formación del contrato.
Sin embargo, no todos los autores le prestan aquiescencia, muy por el contrario algunas voces se
manifiestan no conformes con la disposición. A pesar de las objeciones, el profesor Bessone
formula una afirmativa digna de tener en cuenta, dice: El art. 1337 es una fórmula: "a prima vista
povera di contenuti, que si rivela assai ricca di potenzialità"(12).
Considero que en nuestra legislación el
art. 1198 del Cód. Civil puede ser justamente aplicable, porque aunque no se ubique
esencialmente en el supuesto, la amplitud normativa permite su traslado a un terreno vecino,
como es el de las tratativas previas al contrato.
Viene al caso la tesis de Ihering que, a su vez recibiera amplia acogida en el Código Civil alemán
(B.G.B.), donde se impone la obligación de indemnizar ante declaraciones de voluntad nulas por
un error imputable y falta de seriedad notoria (13). Y ello es aplicable a los supuestos de: contrato
nulo por imposibilidad genética de objeto, o es ilícita la prestación conocida o que debía conocer
alguna de las partes, o bien el contrato realizado por un representante que carece de poder o no
tiene las facultades suficientes para obrar (14).
Se puede extraer y deducir que el principio del "Treu und glauben" germano, se alarga y cubre
todas las etapas del contrato, desde las tratativas hasta su cumplimiento y completa extinción.
Claro está, y sobre ello hay coincidencias plenas en que dicho deber no puede impedir la libertad
que tienen las partes para no concretar el acuerdo que dé vida al contrato, ya que como bien
afirma Cuadrado Pérez: "Por el hecho de acceder a negociar sobre un contrato, las partes inmersas
en esta fase preliminar no se comprometen a llevar hasta el final los tratos y lograr un acuerdo. Si
así fuera se estaría entorpeciendo gravemente el tráfico, ya que nadie se aventuraría a comenzar
una negociación"(15).
Para el supuesto queda planteado si la buena fe a la que se alude debe tener un sentido subjetivo
u objetivo. Es decir si se trata de la llamada "buena fe legitimante" como situación socio jurídica
donde alguien, de acuerdo a las circunstancias, se encuentra persuadido del derecho que esgrime;
o bien la "buena fe ob causante", aquella que hace a la buena conducta en las relaciones jurídicas,
el ser leal, cumplir y desear cumplir con la palabra empeñada (16).
La balanza se inclina hacia la segunda de las características de la buena fe. Como bien enseña el
profesor Galgano: "La buena fe tiene un sentido completamente diverso del que se otorga cuando
se habla en materia de posesión, u otras normas que en materia de invalidez de contratos o de
simulación dejan a salvo los derechos de terceros de "buena fe". En estos casos la buena fe alude a
un estado subjetivo que implica ignorancia de lesionar el derecho de otro". En cambio, agrega el
egregio profesor de Milán, "cuando se alude a la buena fe precontractual se contempla el deber
que vincula a las partes de comportarse con corrección y lealtad para lograr un ordenado
desenvolvimiento del tráfico jurídico"(18).
De todas maneras no resulta simple ni sencillo determinar "a priori" cuál es el estándar de
comportamiento, ni tampoco establecer un criterio de generalización objetivo un modelo que
establezca cuándo hay o no buena fe en el decurso de los tratos preliminares.
Es por ello que algunos autores, como Stella Richter y Carlos Cuadrado, exigen el mantenimiento
de un carácter adaptable a las diversas circunstancias económicos sociales particulares, y al tipo
contractual elegido sobre el que se está debatiendo (18). De esta regla derivan algunos deberes
como los de: información, secreto, protección, y además el de no abandonar sin razones valederas
las negociaciones.
VI. Deberes de información, secreto y protección
El obrar leal y probo impone como primera derivación el deber que tienen ambas partes de
informarse de todas aquellas circunstancias ignoradas o que resulte de gran dificultad conocerlas.
Y ello por la trascendente razón que de esa manera les permite tomar decisiones o tener un
panorama amplio para seguir o no adelante con la negociación.
Informar, como dicen Osola y Vallespinos, "...es sinónimo de noticia o de mensaje. Expresión que
vincula el contenido de una cosa significada a un individuo receptor"(19).
Y en el tema bajo análisis es imprescindible que en las materias que no pueden ser conocidas
mediante el ejercicio de una diligencia corriente se comuniquen tanto las causas posibles de
invalidez del contrato como aquellas que, en la concreción del acuerdo, puedan perjudicar los
intereses de alguna de las partes.
En esa dirección Stiglitz sostiene que lo de informar es una obligación legal, pues "se funda en una
regla accesoria de conducta cuyo contenido consiste en cooperar desde la etapa de las
tratativas..."(20).
Otra de las conductas que impone la regla de la buena fe es la de guardar secreto sobre todas las
que son cuestiones reservadas que hacen a la propia negociación, pero que deben mantenerse en
la órbita de las partes. Es que hay información confidencial que sólo hace a la futura relación
jurídica; y a la que se accede por la vía de estos encuentros, la discreción y el decoro necesarios
imponen no divulgar estos detalles (21).
Y para cerrar este epígrafe, y por obra de la doctrina alemana, se impone también consagrar el
deber de protección no sólo al patrimonio, sino también a las personas de quienes intervienen en
los tratos preliminares (22).
VII. Deber de mantener y conservar los elementos materiales
En el contenido amplio del principio de la buena fe se encuentra del deber que tienen las partes de
custodiar y de conservación de los elementos materiales que hacen al substrato del objeto
contractual.
De esa manera se ha juzgado que si uno de los participantes, y en el decurso de las negociaciones,
pretende inspeccionar las mercaderías que serán objetivo del negocio futuro, y daña a esos
elementos, su responsabilidad es precontractual (23).
VIII. Deber de no hacer abandono abrupto de los tratos
Esta es la base de sustento de la responsabilidad precontractual, y donde es necesario poner el
mayor de los cuidados y la prudencia suficiente para no incurrir en extravíos y exceso en el campo
de este tipo obligacional.
Y ello porque la libertad que tienen los particulares para iniciar conversaciones, como para
abandonarlas, hay que cuidarla a fin de salvaguardar el derecho de renunciar o no contratar. Es un
principio reconocido a favor de quienes inician y mantienen conversaciones el que puedan desistir.
Ello, claro está, en la dimensión que no se menoscaben los derechos de los demás.
Como mejor afirma el profesor Galgano: "Si considera contraria alla buona fede una imprevista e
ingiustificata rotura delle trattative, intervenuta nel momento in cui l'altra parte aveva motivo di
fare affidamento sulla futura conclusione del contratto ed aveva, perciò, effettuato delle spece per
fare frente all'adem-pimento dell obbligazioni contrattuali... o aveva rinunciattto ad altre
contratti"(24).
Y por otra vez es posible observar que cuando alguien inicia y prosigue negociaciones sabiendo
con antelación que no va a concluir con el contrato, altera y violenta el principio de la buena fe. O
bien, como enseña Cuadrado, si un contratante cree en la validez del acuerdo hasta su concreción,
pero, habiendo pasado el tiempo, lo abandona por descubrir la existencia de una causa de nulidad
imputable a la otra parte, por su culpabilidad será responsable, sin que medie la exigencia de una
actitud dolosa (25).

El problema central es poder establecer una regla o, por lo menos, algunas pautas con cierta
precisión para determinar cuál es el criterio a fin de juzgar la falta en la ruptura de las tratativas.
La doctrina más especializada y, después de razonamientos diversos y complejos, llega a proponer
tres elementos para su juzgamiento; son: a) la confianza tutelable; b) justa causa en el abandono;
y la siempre necesidad de sufrir un daño.
IX. Confianza tutelable
Confiar es poder pensar que otro obrará bien, es tener fe en la conducta ajena; y cuando se
entabla este tipo de relaciones previas dicha "fiducia" guía a las partes, ya que si es de otra
manera los tratos concluyen y se frustra el acuerdo final. A veces esta situación de confianza surge
o va creciendo durante las tratativas, en tiempos que son más o menos prolongados, lo que
siempre configura una situación de hecho que da cada circunstancia particular.
En la doctrina italiana se ha considerado que es irrelevante la mayor o menor duración de la
relación, ya que, como enseña Benatti, no es correcto tener en cuenta lo avanzado del desarrollo,
ya que la "confianza tutelable" sólo aparece, para este autor, cuando se contemplan los elementos
esenciales del negocio concreto (26).
Aunque no existe un criterio estable para su determinación, ya que las opiniones oscilan entre
quienes creen que se debe referir a la conclusión eficaz del negocio concreto, mientras otros
piensan que la confianza está referida al buen comportamiento serio de las partes y correcto
desarrollo de los tratos preliminares (27).
La profesora Asúa González insiste en que para su configuración es necesario tomar elementos
externos y objetivos que en ciertas ocasiones se pueden calificar como de "casi-compromiso".
Tomándose en cuenta: el estado de las conversaciones, el tipo de prestación, las características de
los contratantes, etc. (28).
X. Abandono de las negociaciones sin justa causa
Por otra vez se vuelve al interrogante ya planteado, aunque en este caso hay que establecer un
parámetro para fijar si hubo o no una causa justa y razonable para el retiro de las tratativas.
En principio resulta posible desechar creer que las simples opiniones en el marco de los elementos
subjetivos sirvan para justificar la conducta; no es posible pensar que las pretendidas mejores
condiciones económicas, u oportunidades imperdibles, puedan dar base y apoyo al abandono
abrupto de la relación.
Es mejor recurrir a las medidas del buen obrar o buen comportamiento, de conformidad a cánones
de orden objetivo; tal como en Roma se usó la figura del "buen padre de familia" para el análisis
de la conducta culpable, es razonable reflexionar sobre el comportamiento de un hombre medio o
corriente, o como dice la doctrina alemana, el del "buen comerciante", o buen profesional (29).
Un ejemplo corriente de mal comportamiento está dado por aquel que, a sabiendas y con
anticipación a los tratos, sabe que no contratará ni tiene ningún interés en hacerlo. Por otra parte
se ha justificado la ruptura cuando, por ejemplo, "las conversaciones para realizar una permuta
son alegadas por una parte en razón de que la otra dejó de hacer las obras a que se había
comprometido"; o bien "cuando se descubre una causa de nulidad que afecta al futuro
contratante"(30).
Si bien el tema merece mayores razones, creo que para juzgar el caso concreto es necesario
comenzar por el respeto a la libertad de los particulares y su derecho a lo que algunos autores
denominan "redistribución del riesgo" y "equilibrio de intereses"(31).
Los que promueven estas conversaciones tienen debido conocimiento de que puede o no terminar
en la conclusión del acuerdo, y que hay un gran margen de arbitrariedad para el desistir de los
tratos. La cuestión es que ese abandono no sea doloso, o culposo, o se lo puede juzgar como un
obrar de mala fe (32).
Un fallo de la Casación Italiana juzgó que "...quien se aparta de las negociaciones no puede alegar,
como justa causa de su abandono, la existencia de circunstancias que ya conocía al comenzar los
tratos o que eran cognoscibles en caso de haber empleado una diligencia ordinaria"(33).
XI. La existencia de un daño
Es este un requisito de la responsabilidad civil en general, sea contractual o extracontractual. Sin
daño no hay responsabilidad. En ello la jurisprudencia se expide y lo resuelve de manera uniforme
y, es también la opinión pacífica de la doctrina de los autores. Por otra parte pareciera que la
cuestión no merece mayor desarrollo ni disquisiciones minuciosas a esta altura de las
investigaciones jurídicas (34).
Claro está que en este tipo de responsabilidad el tema adquiere algunas características
particulares que merecen cierta atención. Dice Diez Picazo: "en la responsabilidad precontractual
el daño a resarcir debe haber sido originado por la situación de confianza y guardar con ella una
estrecha relación. Por ello, no son resarcibles, aunque la ruptura de las conversaciones no
presenten causa de justificación, los gastos que se han llamado especulativos o que constituyen un
riesgo implícito de todo negocio"(35).
En el distingo añoso de la doctrina alemana, entre el daño al interés positivo y el daño al interés
negativo (negativas vertrauensinteresse), son estos últimos los únicos que integran el
resarcimiento en la responsabilidad precontractual (36).
El daño al interés negativo o interés de confianza se integra por todos aquellos costos que integran
la frustración de la expectativa contractual y constituyen los gastos inútiles que tienen causa en la
negociación. En este ítem se suma el llamado daño emergente o pérdida de capital, como el lucro
cesante o impedimento de ganancias; aunque este último mitigado por el tipo de resarcimiento.

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)

(A) La responsabilidad precontractual o también llamada "in contrahendo", tiene su origen en la


doctrina germana del Siglo XIX, y muy especialmente en las ideas de Rudolf Von Ihering. Todos los
autores citan la célebre monografía: "Culpa in contrahendo oder Schadensertsatz bein nichtigen
oder nicht zur Perfection gelangten Vergrägen", que fuera traducida al francés como: "De la culpa
in contrahendo et de dommages et intêrets dans les conventions nulles ou restées imparfaites",
Ed. Chavalier Marescq, trad. par Mealeneure, Paris 1893. La base de sustento de esta
responsabilidad está, según Ihering, cuando es posible imputarle la causa de nulidad a uno de los
contratantes que causa daños al otro que confió en la validez.

(1) La cuestión de si se trata de una responsabilidad contractual o extracontractual, es un tema


central en la doctrina tanto nacional como extranjera. E incluso es posible afirmar que fue lo que
abordó Ihering, y cuya respuesta es bien conocida. Su importancia es innegable, pero no resulta
tratado en este trabajo monográfico.

(2) DIEZ PICAZO, "Fundamentos del derecho civil patrimonial", Ed. Civitas, 5ª ed., Madrid 1996, t. I,
p. 271. ASUA GONZALEZ, "La culpa in contrahendo", Ed. Univ. Del País Vasco, Bilbao 1989, p. 25.
BREBBIA, "Responsabilidad precontractual", Ed. La Rocca, Buenos Aires, 1987, p. 46 y siguientes.

(3) LOPEZ DE ZAVALIA, "Teoría de los contratos. Parte general", Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1984, 3ª
ed., V. I, p. 181. COBAS Manuel O., "Responsabilidad precontractual", en el libro: Derecho privado
(Homenaje al doctor Alberto J. Bueres), Ed. Hammurabi, Buenos Aires, doctor Oscar Ameal, Coord.
Dora Gesualdi, Buenos Aires, 2001. ZATTI - COLUSSI, "Lineamenti de diritto privato", Ed. Cedam, 8ª
ed., Padova, 2001, p. 398. TORRENTE-SCHLESINGER, "Manuale de diritto privato", Ed. Giuffre, 16
edic., Milano 1999, p. 483, N° 309. MAZEAUD H. y L.- TUNC, "Tratado teórico práctico de la
responsabilidad civil contractual y extracontractual", Ed. Ejea, Trad. Alcalá Zamora, Buenos Aires,
1961, t. I, V. I, p. 165, N° 116.

(4) CUADRADO PEREZ, "Oferta, aceptación y condición del contrato. Estudia Albornotiana".
Publicación del Real Colegio de España, Bologna 2003, p. 33 y sigtes. MEDICUS DIETER, "Tratado de
las relaciones obligacionales", Ed. Bosch, Barcelona 1995, trad. Martínez Sarrión, t. I, p. 59.
CAZEAUX - TRIGO REPRESAS, "Derecho de las obligaciones", Ed. Platense, 3ª ed., La Plata. 1987, t.
I, p. 364, N° 232.

(5) REZZONICO J. C., "La forma jurídica y su dimensión histórica", en LA LEY, 1980-D, 1212. DE LOS
MOZOS, "La forma del negocio jurídico", en A.D.C. 1968-746. ROCA SASTRE-PUIG BRUTAU, "La
forma en el negocio jurídico", en "Estudios de derecho privado", Ed. R.D.P., Madrid 1948, t. I, p.
89. COMPAGNUCCI DE CASO, "El negocio jurídico", Ed. Astrea, Buenos Aires, 1992, p. 207, N° 68.

(6) MORENO QUESADA, "La oferta de contrato", Ed. Nereo, Barcelona 1963, p. 16.

(7) ALTERINI A. A., "Contratos", Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, p. 268. APARICIO J. M.,
"Contratos", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1997, V. I, p. 233, N° 204. AUBERT JEAN LUC., "Le
contrat", Ed. Dalloz, Paris 1996, p. 32, afirma: "L'offre exprime une volonté de conclure un contrat.
Elle correspond à une volonté très fortement caractérisée: La proposition ferme et précise de
conclure tel contrat determiné".

(8) NATTINI, "Cenni critici sulla cosi della responsabilita precontrattuale", en Rivista de Diritto
commerciale 1910-239.

(9) FAGGELA, "Il periodo precontrattuale e la responsabilita precontracttuale", Ed. Soc. Cartieri
Centrale, Roma 1918, 2ª ed., p. 3 y siguientes.

(10) SPOTA, "La responsabilidad precontractual", en J.A. 46-975. Del mismo autor: "Prueba del
contrato de locación de obra", en JA, 1942-II-707. SALEILLES, "De la responsabilité
précontractuelle", en Rev. Trimestrelle de Droit civil 1907-697.

(11) MENGONI, "Sulla natura della responsabilita precontrattuale", en Riv. de diritto coomerciale
1956-II-362. ASUA GONZALEZ, "La culpa in contrahendo", cit., p. 59.

(12) BESSONE M., "Trattative, recesso e danno", Ed. Giuffrè, Milano 1969, p. 27.
(13) MEDICUS, "Tratado de las relaciones obligacionales", cit., t. I, p. 59, N° 14, enseña que el
B.G.B., no tiene una regla general sobre la responsabilidad por culpa en las negociaciones
contractuales, pero aplica el principio en una serie de casos que se ofrecen el texto. Están
consagrados en los parágrafos: 122, 129, 309, y 663 del Código civil alemán.

(14) ASUA GONZALEZ, "La culpa in contrahendo", cit., p. 31. BREBBIA, "Responsabilidad
precontractual", cit., p. 47 y siguientes.

(15) CUADRADO PEREZ, "Oferta, aceptación y conclusión del contrato", cit., p. 43.

(16) DE LOS MOZOS J. L., "El principio de la buena fe. Su aplicación en el Derecho español", Ed.
Bosch, Barcelona 1956, p. 45. COMPAGNUCCI DE CASO R. H., "El principio de la buena fe en las
relaciones jurídicas de derecho privado", en el libro: "Tratado de la Buena fe en el derecho", Dtor.
Marcos Córdoba, Coord. Lidia Garrido, y Viviana Kruger, Ed. LA LEY, Bs. As. 2004, p. 173. NICOLAU
Noemí, "El rol de la buena fe en la moderna concepción del contrato", en el libro cit., p. 324 y
siguientes.

(17) GALGANO Francesco, "Diritto civile e commerciale", Ed. Cedam, Padova 1999, t. I., V. II, p.
457.

(18) CUADRADO PEREZ, "Oferta, aceptación...", cit. p. 46.

(19) VALLESPINOS Gustavo - OSSOLA Federico, "La obligación de informar", Ed. Advocatus,
Córdoba 2991, p. 50.

(20) STIGLITZ Rubén, "La obligación precontractual contractual de información. Deber de consejo",
en LA LEY, 1997-B, 766. VENINI, Juan Carlos, "Responsabilidad precontractual. Deber de
información", en ED, 172-82. PIZARRO, Ramón D., "El deber de información en los contratos
informáticos", en Rev. de Der. Priv. y com., Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe 1993, N° 3, p. 232.
AMEAL Oscar - COMPIANI, María Fabiana y otros, "La obligación de informar", en Iuris, Rosario
2000, V. X, p. 48.

(21) El art. 2-302 de los "Principes of European Contrats Law", elaborados por el profesor Ole
Lando (Copenhaghe 1976), dispone: "If confidential information is given by one party in the course
of negotiations, the other party is under a duty not to disclose that information or use it for its
own purposes whether or not a contract is subsequently concluded. The remedy for breach of this
duty may include compensation for loss suffered and restitution of the benefit received by the
other party".
(22) En la jurisprudencia alemana se registra el caso de una mujer que sufrió un daño en una de
sus piernas al caérsele un tapiz mientras los estaba examinando. Se consideró que el dueño del
negocio era responsable contractualmente del perjuicio.

(23) SCONAMIGLIO, "Commentario del codice civile, a cura de Scialoja y Branca", Ed. Zanichelli,
Bologna-Roma 1970, (art. 1337), p. 207.

(24) GALGANO Francesco, "Diritto privato", Ed. Cedam, Padova, ps. 550/ 551.

(25) CUADRADO PEREZ, "Oferta, aceptación...", cit., p. 53. ASUA GONZALEZ, "La culpa in
contrahendo", cit., p. 208, refiere a la vulneración de las obligaciones de información. TORRENTE -
SCHLESINGER, "Manuale", cit., p. 484, N° 310. DIEZ PICAZO, "Fundamentos", cit., T. I, ps. 271/ 272.
En los Principes of European Law, proyectado por el prof. Lando, se dispone: "A party is free to
negotiate and is not liable for failure to reach un agreement. However, a party who has negotiate
or broken off negotiation contrary to good faith and fair dealing is liable for the losses caused to
the other party. It is contrary to good faith and fair dealing in paticular for a party to enter into or
continue negotiations with no real intention of reaching un agreement with the other party"

(26) BENATTI, "La responsabilità precontrattuale", Ed. Giuffrè, Milano 1963, p. 290. DIEZ PICAZO,
"Fundamentos", cit., t. I, p. 278. ASUA GONZALEZ, "La culpa in contrahendo", cit., p. 221.
LORENZETTI R., "La responsabilidad precontractual como atribución de los riesgos de los
contratos", en LA LEY, 1993-B, 712.

(27) GALGANO, "Diritto privato", cit., p. 551.

(28) ASUA GONZALEZ, "La culpa in contrahendo", cit., p. 221. BREBBIA, "Responsabilidad
precontractual", cit., p. 55.

(29) ASUA GONZALEZ, "La culpa in contrahendo", cit., p. 222.

(30) DE CUPIS A., "Il danno. Teorìa generale della responsabilità civile", Ed. Giuffrè, Milano 1966, p.
96. BENATTI, "La responsabilità precontrattuale", cit., p. 55.

(31) DIEZ PICAZO, "Fundamentos", cit., t. I, p. 277. BENATTI, "Responsabilità precontrattuale", cit.,
p. 55.

(32) DE CUPIS, "Il danno", cit., ps. 102/ 103, explica: "L'art. 1337 codice civile, stabilisce che le
parti, nello svolgimento delle trattative e nella formazione del contratto, devono comportarsi
secondo buona fe, vale a dire che esse, nella fase che corre tra l'inizio delle trattative e la
conclusione del contratto, sono reciprocamente tenute ad un comportamento conforme alla
buona fede".

(33) Cass. Italiana, 29- XI- 85, en Foro Italiano 1985.

(34) VINEY G. et JOURDAIN P., "Les conditions de la responsabilité", en "Traité de droit civil", dirigé
par J. Ghestin, Ed. L.G.D.J., 2ème. ed., Paris 1998, p. 4, N° 247. TERRE-SIMLER-LEQUETTE, "Droit
civil. Les obligations", Ed. Dalloz, 7ème. ed., Paris 1999, p. 504, N° 536.

(35) DIEZ PICAZO, "Fundamentos...", cit., t. I, p. 279. BUSTAMANTE ALSINA J., "Teoría general de la
responsabilidad civil", Ed. Abeledo-Perrot, 9ª ed., Buenos Aires, 1997, p. 103, N° 158. CAZEAUX-
TRIGO REPRESAS, "Der. de las oblig.", cit., t. I, p. 366, N° 232.

(36) LARENZ K., "Derecho de obligaciones", Ed. R.D.P., trad. Santos Briz, Madrid 1958, t. I, p. 195,
dice que el daño al interés negativo es el que "Obliga a indemnizar a otro por haber confiado éste
infructuosamente en la validez de una declaración dada o en el cumplimiento de un contrato. No
está obligado a indemnizarle la ganancia que la otra parte hubiera tenido en caso de haberse
perfeccionado el contrato". HEDEMANN J. W., "Derecho de obligaciones", en el "Tratado de
derecho civil", de Lehman-Hedemann, Ed. R.D.P., trad. Santos Briz, Madrid 1958, T. III, p. 125,
según este autor, el daño al interés negativo es que nace por confiar en la validez del contrato.
LLAMBIAS J. J., "Tratado de derecho civil. Obligaciones", Ed. Perrot, Buenos Aires, 1973, 2ª ed., t. I,
ps. 296/297, N° 242.

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