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CHACHACHA

El cha-cha-cha es un baile de origen cubano, creado a partir del danzón y el son montuno.

Fue creado por el compositor y violinista cubano Enrique Jorrín en 1953. Al principio se le llamó
neo-danzón, para luego ser llamado cha-cha-cha, debido al ruido que los bailarines hacían en el suelo al
hacer el chasse. Recientemente se ha decidido que su nombre sea cha cha.

Hay diferentes formas o estilos de baile. El Estilo internacional del cha-cha-cha proviene de estudios
realizados por el profesor de danza Pierre Monsieur y su pareja Doris Lavelle, quien visitó Cuba en 1952
para investigar los ritmos cubanos. La escuela inglesa, partiendo de estos estudios creó el Cha cha
internacional.

Una de las observaciones de Pierre fue que era mejor empezar el baile buscando el acento del último
cha. Es decir, que en vez de empezar al baile en el primer tiempo del compás, había que empezar a
bailar en el segundo.

Desde el comienzo, la escuela inglesa mantuvo el movimiento de caderas del original cha, lo que evita
que en este baile haya subidas y bajadas. Desde los años 50 hasta ahora, pocas modificaciones se han
introducido, por lo que es uno de los bailes de competición más parecidos a sus orígenes sociales.

Walter Laird fue otro gran maestro, que en las décadas de los 60 y 70 desarrolló prácticamente toda la
coreografía y técnica del cha cha de competición actual.

La diferencia fundamental del cha deportivo con el social está en la energía del baile. Los movimientos
del estilo internacional se realizan de una forma más brusca o enérgica, perdiendo la suavidad y
sensualidad del movimiento de caderas del cha cubano.

El Baile

El compás del cha es de 4x4, con una velocidad de 30-32 bares por minuto, y el patrón es S-S-Q-Q-S. El
conteo 2-3, 4-y-1, o mejor: 2-3, cha-cha-1.

Este conteo de debe a que hay que salir en el tiempo 2 del compás musical. Para salir al compás se
puede hacer un paso previo con derecha adelante si eres chico (izquierda atrás si eres chica) o también
se puede hacer un simple cambio de peso. Para comprobar que se lleva el ritmo, se tienen que escuchar
dos golpes del tambor, que van casi juntos, justo cuando se está haciendo el chasse. Es decir, esos
golpes de tambor son el tiempo 3 y 4 del compás, aunque el cuarto está sincopado para acentuar el
último cha. Insisto en esto porque suele traer problemas a aquellos que han aprendido el cha social con
el típico 1-2, 1-2-3.

Lo primero que hay que dominar es la energía que tiene el movimiento rápido de caderas del chasse.
Para ello, hay que concentrarse en doblar las rodillas ligeramente hacia dentro y estirarlas rápidamente,
y siempre procurando que el torso este quieto.

Por lo demás, el baile es el más fácil de aprender de los cinco latinos de competición.

En la mayoría de los pasos, el peso va primero en la punta del pie, apoyando el tacón después, aunque
muchas veces es solo punta sin tacón.

Las piernas deben ir rectas cuando apoyan en el suelo, se doblan para dar el paso pero al pisar deben
estar rectas. Una pierna sólo puede estar doblada si no se tiene el peso cargado en ella.

Normalmente este ritmo se adapta mejor a piezas musicales enérgicas, como los cha que podemos
encontrar en el latin rock, que son más enérgicos que los tradicionales cha cubanos, más melódicos y
suaves. Lo importante, como siempre, es que tengan el ritmo muy marcado y constante.

El baile se puede socializar fácilmente. Es decir, que muchas figuras del estilo internacional, se pueden
adaptar al baile social.

ENRRIQUE JORRÍN

Nació en Candelaria en 1926. Fue un músico, compositor, violinista y director de orquesta cubano.
Aunque si por algo es conocido es por crear el chachachá que compuso en 1951.

Cuando el futuro compositor tenía una temprana edad, su familia se mudó al barrio El Cerro de La
Habana, donde Jorrín viviría por el resto de su vida. A la edad de 12 años, comenzó a mostrar un
interés particular por la música y decidió aprender a tocar el violín. Luego cursó estudios musicales en el
Conservatorio Municipal de La Habana.

Se inició como violinista en la orquesta del Instituto Nacional de Música de Cuba, bajo la dirección de
González Mántici. En 1941, se convirtió en un miembro de la Danzonera Hermanos Contreras. Fue ahí
donde empezó a interesarse por la música popular. A continuación, se unió a la famosa charanga
Antonio Arcaño y sus Maravillas.

A principios de la década de 1950, mientras era miembro de la Orquesta de América, creó un nuevo
género de música de baile que se conoció como el cha-cha-chá.

Vivió en México de 1954 a 1958. En 1964, realizó una gira por África y Europa con su orquesta. De 1964
en adelante, grabó extensamente para el sello discográfico EGREM.

Recibió en México un disco de oro acreditativo de las ventas de sus números más exitosos, cuando se
celebraban los 25 años de la aparición del chachachá.

En 1974, organizó una nueva charanga, en la que incluyó al cantante Tito Gómez y al pianista Rubén
González. Esta orquesta está todavía en activo en La Habana e incluye muchas canciones de Jorrín en su
repertorio activo.

En 1951 compuso el primer chachachá. Entre sus obras musicales más conocidas se encuentran: La
engañadora, El alardoso, El túnel, Nada para ti, Osiris y Me muero.

Su muerte, a los 60 años, el 12 de diciembre de 1987 privó a la música cubana de uno de sus
compositores más notables.

La engañadora: La engañadora, apelando a la letra del cha-cha-chá, cuenta la historia de una joven
con distribución anatómica colosal que asistía al salón de baile sito en los altos de las esquinas de Prado
y Neptuno, y a quien “todos los hombres la tenían que mirar”, para descubrirse después, ¡oh,
decepción!, que “en sus formas sólo relleno hay”. El cha-cha-chá se generalizó prontamente por Cuba y
América Latina.
FELIX RAFAEL HERRERA ALTUNA

Félix Reyna: director fundador de la Orquesta Estrellas Cubanas

Félix Rafael Herrera Altuna (como reza en la inscripción de nacimiento correspondiente), realizó estudios
musicales con su progenitor y con el maestro Isidro Cintra, quien despertó en aquel joven espigado el
interés por el violín. Con posterioridad, se incorporó a orquestas con formato tipo charanga, radicadas
en Trinidad, la ciudad que lo viera nacer y crecer.

En 1935, comenzó a trabajar como violinista en una orquesta típica, en la que conoció los diferentes
géneros de la música popular cubana, y al mismo tiempo, estudiaba piano, guitarra (instrumento con el
cual hacía los arreglos), armonía y solfeo.

En 1946, se trasladó para La Habana, donde integró la orquesta del flautista José Antonio Díaz. Después,
ingresó a la Radiofónica de Arcaño, y en 1950, se desempeñó como violinista de la emblemática
Orquesta Fajardo y sus Estrellas.

En 1952, fundó su propia agrupación, que duró un breve lapso, y luego, formó parte de la Orquesta
América, del maestro Ninón Mondéjar, con la que viajara a México.

Entre 1954 y 1958, permaneció en ese país latinoamericano, donde tocó con la Orquesta de Enrique
Jorrín. De regreso a Cuba, retornó a la Orquesta Fajardo y sus Estrellas, con la que viajó a Nueva York
para actuar en el Waldorf Astoria, en el Palladium y en el Club Hispano-Cubano, junto a las orquestas
Afro-Cubans, de Machito, y las de Tito Puente y Tito Rodríguez.

De su estancia en la Orquesta de Fajardo y sus Estrellas, evocaría con no disimulada emoción:

«Aquello se estremeció. Estaba Jesús López en el piano, Israel López en el bajo, Tata Güines en la
tumbadora, Ulpiano Díaz en las pailas, Sergio Calzado y Rafael Brito eran los cantantes, Elio Valdés y yo
en los violines y otros más, con el maestro José A. Fajardo en la flauta [...]».

Reyna regresó a Nueva York con esa prestigiosa agrupación en 1959, esta vez con Barbarito Diez como
vocalista. Actuaron en el Teatro Puerto Rico. En 1959, fundó la Orquesta Estrellas Cubanas, de la que
fuera director y violinista hasta su lamentable deceso.

Los fundadores de la Orquesta Estrellas Cubanas fueron: Félix Reyna, Elio Valdés, José Ferrer, Julián
Guerrero, Dámaso Morales, Raúl Valdés, Ulpiano Díaz, Filiberto Peña, Gustavo Tamayo y Sergio Rudy
Luis Calzado.

Sobre su forma sui generis de componer, Reyna comentó: «Por lo general, sale la melodía y después, el
texto. No obstante, tengo letras sin musicalizar, como poemas que han brotado de golpe. Siempre leí
mucha poesía romántica. Trabajo por inspiración, en la calle se me ocurren ideas, cuando oigo a los
demás, por vivencias personales. Hay de todo. Más tarde, hago cambios, según lo necesite el giro
melódico o rítmico [...].».

Entre su fecunda producción intelectual y espiritual podríamos reseñar:

Angoa, El niche, El lápiz no tiene punta, La escoba barrendera, En tu corazón, Los jóvenes del silencio,
Muñeca triste, Nada que decir, Ocho de junio, Pa’bailar, Qué lindo es mi danzón.

Si no estás tú, Silver Moon, Vuela la paloma, Y se llama Cuba, Jibacoa y Si te contara. Este último, en
tiempo de bolero, se lo inspiraría la mujer que —con el discurrir del tiempo— sería su esposa.

Todos esos números musicales, devenidos clásicos de la música popular cubana, integran el repertorio
de la Orquesta Estrellas Cubanas, que hoy dirige el violinista Gilberto Valdés.

Bibliografia: http://www.losbailesdesalon.com/inter/cha.html

https://www.cibercuba.com/bio/musico/enrique-jorrin-oleaga

baile : https://www.youtube.com/watch?v=aWpJyQdTcqs

https://www.youtube.com/watch?v=OW_Fv3qfqsE (La engañadora)

https://www.youtube.com/watch?v=fTclWpvhJgA (Agua de clavelito) Jhony pacheco

https://www.youtube.com/watch?v=0zZdz2Rqjeo ( 8 de junio) Felix herrera

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