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Tabla 3.1. Independencia de Estados en los siglos XIX y XX según regiones del mundo.
BBGiOmS mi MUNDO
AAOS ÁMÉ/OCÁ Eimm AStA AJmCA OCEANÍA
1808 Iberoamérica Balcanes
Báltico
1918 Europa C « m f i l
yOríantal ^
1990 Ex-Yugo^ivit
EX'Ch^eoslovaqtita (Melanesia,
--. .....
Ex-ilntánSovMtlca Micronosiaí
dependientes del poder central, pero capaces de articular sus propias redes de
poder locales.
Esas diferentes nacionalidades tenían u n pasado político diverso, pues mien-
tras armenios, georgianos o bálticos conocieron la independencia política en pe-
riodos breves, en los restantes casos eso no había ocurrido. Pero con la profundi-
zación de la crisis económica y social, acentuada en la década de los ochenta, y las
posibilidades de expresión que permitió la perestroika, se produjo el surgimiento
(sólo en unos pocos casos re-surgimiento) de fuerzas nacionalistas centrífugas,
casi siempre lideradas por antiguos cuadros del Partido Comunista, que basaron
su influencia en la protesta por lo que consideraban abandono del gobierno cen-
tral y la reivindicación del control de sus recursos naturales, principalmente. En
el caso de las repúblicas del antiguo Turquestán ruso, en Asia Central, el malestar
fue también utilizado por incipientes movimientos islamistas, que tras la inter-
vención en Afganistán consideraron al poder soviético como enemigo del Islam. El
proceso de descomposición llegó a su fase final cuando a los anteriores se sumó un
nacionalismo central, con el resurgimiento de la madre Rusia y el cuestionamien-
to de la URSS que hizo el presidente de esa república, Boris Yeltsin. Ese naciona-
lismo ruso integró "todas las pulsiones propias de los nacionalismos: identificacio-
nes etnocéntricas y discursos cívicos, versiones radicales y moderadas, peculiares
relaciones con modernizaciones y descolonizaciones, intereses propios de unas u
otras élites, discursos compensatorios..." (Taibo, 2000: 208).
Tras la autoproclamada secesión de los Estados Bálticos en agosto de 1991 y
la creación de una difusa Comunidad de Estados Independientes que reunía a
las restantes 12 repúblicas, la desaparición oficial de la Unión Soviética en di-
ciembre de ese año supuso el nacimiento de 15 Estados soberanos, apadrinados
en unos casos por las potencias occidentales y bajo una permanente influencia
rusa en otros. Con una estructura socieconómica en plena mutación y sin tra-
dición de autogobierno, iniciaron una dura y compleja transición, acompañada
de ciertos conflictos armados internos, sobre todo en el Caucase y en algún otro
caso como el de Tayikistán, "teatro de una guerra desarrollada en u n frente in-
visible" (Marcu, 2007: 148).
En el caso de Yugoslavia, la artificialidad de u n Estado construido en gran
parte a base de fragmentos de imperios (austrohúngaro y otomano) sólo permitió
su estabilización tras la Segunda Guerra Mundial, con el estatus de neutralidad
logrado por Tito y la construcción de u n Estado federal constituido por seis re-
públicas, en su mayoría bastante homogéneas desde el punto de vista étnico-cul-
tural (Serbia, Croacia, Eslovenia, Montenegro y Macedonia), aunque desiguales
en términos socioeconómicos por su diverso nivel de industrialización, junto a
una central, Bosnia-Herzegovina, de mayor diversidad interna pero en la que
convivieron de forma pacífica durante décadas eslavos de diferentes creencias y
orígenes. Las regiones autónomas de Kosovo y Voivodina, dentro de la república
serbia, habitadas por minorías de origen albanés y húngaro respectivamente,
completaban el mapa político del país
XLE E L N U E V O M A P A GEOPOLÍTICO D E L M U N D O 143
llar sus propias redes de La desaparición de Tito y la crisis del modelo socialista autogestionario,
tanto en el plano político como económico (el P I B cayó u n 30% en los años
lítico diverso, pues mien- ochenta), j u n t o al final de la Guerra Fría y de su estatus de país neutral entre
pendencia política en pe- la OTAN y el Pacto de Varsovia, dieron alas a la reaparición de movimientos
ido. Pero con la profundi- nacionalistas radicales, que cuestionaron frontalmente la situación heredada
icada de los ochenta, y las y alentaron de nuevo u n enfrentamiento serbo-croata que había resultado
30 produjo el surgimiento sangriento en los años cuarenta. E l apoyo alemán y la aquiescencia occidental
lacionalistas centrífugas. a la proclamación de independencia de Croacia y Eslovenia, en junio de 1991,
Comunista, que basaron dio vía libre a una guerra con Serbia que en estos dos casos resultó breve y
andono del gobierno cen- se zanjó con la secesión, pero que concentró su devastación en la república de
rales, principalmente. E n Bosnia, allí donde la heterogeneidad y la mezcla cultural eran mayores, a l i -
Asia Central, el malestar mentando u n confiicto que permaneció activo hasta los acuerdos de Dayton,
mistas, que tras la inter- en 1995 (Reguera, 1993; Veiga, 1995; Woodward, 1995; Taibo, 1998; Flores ed.,
mo enemigo del Islam. E l 2002).
ios anteriores se sumó u n La violenta reactivación de los fantasmas balcánicos (Kaplan, 1993) hizo
lusia y el cuestionamien- surgir en ese periodo cinco nuevos Estados, que dibujaron u n mapa inédito en
oris Yeltsin. Ese naciona- términos históricos: Serbia-Montenegro, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Bos-
ionalismos: identificacio- nia-Herzegovina. Pero la semilla del enfrentamiento civil y el apoyo externo
1 y moderadas, peculiares otorgado a ciertos etnonacionalismos (Connor, 1994), nunca satisfechos, que a
ereses propios de unas u partir de argumentos irredentistas o de opresión nacional promovieron nuevas
38). divisiones, saldadas con la separación de Montenegro respecto de Serbia (2006)
ticos en agosto de 1991 y y la declaración unilateral de independencia de Kosovo (2008), que en la actua-
pendientes que reunía a lidad reconoce una tercera parte de los Estados del mundo, entre ellos E E U U y
a Unión Soviética en d i - parte de la U E , no han logrado estabilizar u n área donde ese tipo de reivindica-
soberanos, apadrinados ciones no ha desaparecido.
1 permanente influencia En el caso de Checoslovaquia, otro Estado-tapón entre Alemania y la URSS
ena mutación y sin t r a - surgido en 1918, que hubo por ello de padecer desde su nacimiento las reivin-
transición, acompañada dicaciones alemanas (Sudetes) y rusas (Rutenia ucraniana), el proceso resultó
Cáucaso y en algún otro incruento. E n el seno de u n Estado federal constituido en 1968 (tras la revuelta
^•rollada en u n frente i n - antisoviética de la primavera de Praga), que en 1990 alcanzó la democracia
multipartidista tras la llamada revolución de terciopelo, las repúblicas checa y
tado construido en g r a n eslovaca llegaron a u n acuerdo pacífico de disociación que se materializó con el
y otomano) sólo permitió inicio de 1993, entre una República Checa, más occidentalizada y desarrollada,
il estatus de neutralidad frente a una República Eslovaca más atrasada y con mayor peso de las estruc-
constituido por seis r e - turas anteriores.
lunto de vista étnico-cul-
)nia), aunque desiguales
idustrialización, j u n t o a
3.2. C L A V E S I N T E R P R E T A T I V A S D E L A FRAGMENTACIÓN
interna pero en la que
le diferentes creencias y 'V o - - . i POLÍTICA :...c-.-v .,í,,
a, dentro de la república A la hora de considerar las causas de este proceso, debe cuestionarse la su-
ingaro respectivamente. puesta evolución hacia u n mundo sin fronteras que anuncian los paladines de
la globalización, puesto que integración y fragmentación no resultan tendencias
144 R I C A R D O MÉNDEZ GUTIÉRREZ D E L V A L L E
3.3. P R I N C I P A L E S E F E C T O S S O B R E E L M A P A GEOPOLÍTICO
D E L MUNDO
En una obra de amplia difusión en la que esbozaba u n panorama del mundo
de su tiempo, cuya primera edición se publicó en 1968, Fierre George finalizaba
el texto afirmando: "Hace medio siglo se consideraba que el centro de inestabi-
lidad del mundo estaba en los Balcanes. Parece razonable pensar que el mayor
riesgo de inestabilidad hoy sería el de una halcanización del Tercer Mundo"
(George, 1970: 296). Lo ocurrido desde entonces no parece haberse alejado de-
masiado de esa advertencia si tenemos en cuenta que los 126 integrantes de
Naciones Unidas en ese año han pasado a ser 192 y que 12 de los 66 nuevos
miembros se localizan en los archipiélagos de Oceanía, por otros 11 en África, 11
también en Asia y 9 en América Latina. Las repúblicas exsoviéticas y los nuevos
Estados europeos, además de algunos microestados de reciente incorporación
(Monaco, Liechtenstein, Andorra...) completan la cifra total. Estas simples ci-
fras pretenden ser tan sólo u n punto de partida en relación con dos aspectos que
se derivan de ese proceso de multiplicación: su contribución a exacerbar los con-
trastes interestatales asociados a la simple escala y, sobre todo, el debate sobre
su contribución a la estabilidad o inestabilidad del mundo actual.
En relación al primero de tales aspectos, la tabla 3.2 sintetiza el peso relativo
de los diferentes Estados, ordenados de mayor a menor valor en cada uno de
los indicadores considerados y agrupados en cuatro grandes conjuntos. De este
modo, la cuarta parte ^ que representan aquellos países con u n territorio más
extenso reúne el 87,29% de la superficie continental del planeta, proporción que
asciende al 87,89% en el caso de la población y hasta el 92,10% en el del pro-
ducto interior bruto; su influencia relativa en los organismos internacionales se
ve incluso aumentada, pues el 25% de los Estados que mayor aportación hacen
al presupuesto de esta Organización representan el 97,59% de sus ingresos to-
tales. En este último aspecto, que resulta menos analizado que los anteriores,
puede destacarse que apenas seis países (EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido,
Francia e Italia) contribuyen a las arcas de la O N U con u n 65,22% de las aporta-
ciones totales, cifra que asciende al 78,27% si se añade la contribución de otros
cinco (Canadá, España, China, México y Corea del Sur).
En el extremo opuesto, que es el que ahora más interesa destacar, u n total de
96 Estados del mundo, que son la mitad de los existentes, apenas reúnen el 2,5%
de la superficie continental y algo más del 3% de la población del mundo, pero
A l considerar los 192 E s t a d o s del mundo, c a d a uno de los cuatro intervalos considerados inclu-
ye u n total de 48 países, agrupados según el orden que les corresponde de m a y o r a menor para
cada indicador, v a r i a b l e e n c a d a caso. Como se t r a t a de v a l o r a r t a n sólo el grado de concentra-
ción y no l a i m p o r t a n c i a r e l a t i v a de países concretos, el hecho de que el orden no coincida en
función de l a v a r i a b l e considerada no p l a n t e a ningún inconveniente, sino a l contrario. P a r a los
tres primeros indicadores los datos corresponden a l año 2008 y l a aportación a l presupuesto
de Naciones U n i d a s es l a aprobada e n ese año p a r a 2009.
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SU aportación conjunta a la riqueza total es de t a n sólo el 1,1% y algo similar
ocurre si se considera la que hacen a los presupuestos de la O N U (1,4%). En este
caso, u n total de 53 países tienen asignada una cuota que representa el 0,001%
del presupuesto final asignado para 2009, que alcanzó los 2.498,6 millones de
dólares (Secretariado de Naciones Unidas, 2008). Es decir, existe una igualdad
formal de los miembros que componen la Organización, que se ha visto progre-
sivamente desmentida por unas cifras que ponen de manifiesto la existencia de
disparidades t a n acusadas, que conllevan de forma inevitable unas relaciones
de poder marcadamente disimétricas.
-í- , í i
Tabla 3.2. Fragmentación y desequilibrios interestatales en el sistema mundial.
% Estados % Superficie % Población % PIB % Aportación ONU
25 87,29 87,89 92,10 97,59
50 97,53 96,86 98,90 98,57
75 99,79 99,90 99,99 99,95
100 100 100 100 100
Fuente: Banco Mundial, Secretariado de Naciones Unidas y elaboración propia.
En el segundo de los aspectos a considerar, la aparición de u n número cre-
ciente de Estados-nación debería suponer u n factor de estabilización dentro del
sistema mundial si se atiende a determinados argumentos nacionalistas, al eli-
minarse así posibles factores de tensión actual derivados de reivindicaciones
identitarias. Pero, frente a esa interpretación, son hoy clara mayoría quienes
valoran de forma crítica esta tendencia al considerar que el proceso genera, en
la práctica, unos efectos desestabilizadores, pues ha posibilitado en las últimas
décadas el nacimiento de Estados con importantes limitaciones materiales para
ser viables y con escasa capacidad de autogobierno efectivo que permita el cum-
plimiento de aquellas funciones básicas que los legitimen, debido a su escasa
dimensión territorial, demográfica o económica. Algunos de ellos también están
aquejados por una notable fragilidad y falta de cohesión interna, que limita el
sentimiento de adhesión o pertenencia por parte de sus ciudadanos, alimentan-
do en ocasiones una espiral de nuevas reivindicaciones secesionistas que pue-
den parcelar aún más el mapamundi político en el inmediato futuro (Dussouy,
2001).
En relación con este debate abierto en los últimos años sobre el sentido y los
efectos de estos procesos de destrucción y reconstrucción estatal, han cobrado
creciente interés algunas líneas de investigación entre las que parecen de es-
pecial significación dos de plena actualidad: la aparición y progresivo aumento
de los ahora denominados Estados fallidos, que pueden considerarse un factor
de riesgo para las relaciones internacionales, junto al paralelo desarrollo de
los conocidos como paraísos fiscales, efecto y causa a la vez de la desregulación
y desestabilización del sistema financiero internacional. A estas dos temáticas
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puede añadirse una tercera, constituida por los territorios de la droga, que int(
gra las áreas de producción y consumo a través de una serie de rutas que tam-
bién transitan otros trancos ilícitos y que resulta una buena síntesis de algunos
de los procesos analizados en los dos últimos capítulos, que se traducen en la
expansión de las zonas grises y los espacios del desorden aparente, componente
indispensable para comprender en su globalidad el nuevo orden geopolítico. ^
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Somalia 9,8 9,9 9,7 8,5 I J 9,5 10 9,9 9,9 10 10 9,8 114,7
Zimbabwe 9,8 9,1 9,1 10 9,7 10 9,8 9,8 9,9 9,7 9,5 7,6 114,0
Sudán 9 9,8 9,9 9 9,6 7 9,8 9,5 9,8 9,7 9,5 9,8 112,4
Chad 9,3 9,4 9,8 7,8 9,3 8,3 9,8 9,6 9,5 9,9 9,8 9,7 112,2
Rep.Dem.Congo 9,7 9,6 8,9 8,1 9,3 8,3 8,6 9,2 9 9,7 8,7 9,6 108,7
Irak 8,7 8,9 9,7 9,1 8,6 7,6 9 8,4 9,3 9,7 9,6 10 108,6
Afganistán 9,3 8,9 9,6 7,2 8,4 8,3 9,8 8,9 8,8 9,9 9,1 10 108,2
Rep.Centroafricana 8,9 9 8,5 5,7 9,1 8,4 9,3 9,3 8,9 9,6 9,5 9,1 105,4
Guinea 8,5 7,1 8,2 8,6 8,9 8,7 9,8 9,2 9 9,4 9,2 8 104,6
Pakistán 8,3 8,6 9,6 8,3 8,8 6,4 9,1 7,5 8,9 9,5 9,6 9,5 104,1
Costa Marfil 8,6 7,8 9 8,4 8,1 8,3 9,1 8 8,5 8,5 8,5 9,7 102,5
Haití 9,3 5,8 7,3 8,6 8,2 8,9 9,2 9,5 8,5 8,4 8,3 9,8 101,8
Birmania/Myanmar 9 8,8 8,9 6 9,5 8,2 9,5 9 9 8,4 8,7 6,5 101,5
Kenia 9 9 8,6 8,3 8,8 7,5 9 8 8,2 8 8,8 8,2 101,4
Nigeria 8,5 5,3 9,7 8,3 9,5 6,6 9,2 9 8,6 9,4 9,6 6,1 99,8
Etiopía 9,4 8 8,2 7,7 8,8 8,3 7,9 8,2 8,5 7,5 8,8 7,6 98,9
Corea del Norte 8,5 6 7,2 5 8,8 9,6 9,8 9,6 9,5 8,3 7,8 8,2 98,3
Yemen 8,8 7,9 7,7 7,4 8,9 8,2 8,3 8,5 7,7 8,4 9 7,3 98,1
Bangladesh 8,9 6,9 9,4 8,4 9 8 8,5 8 7,6 8 8,9 6,5 98,1
Timor oriental 8,4 9 7,3 5,7 6,8 8,4 9,4 8,4 7 9 8,8 9 97,2
ESTADOS FALLIDOS
156 R I C A R D O MÉNDEZ GUTIÉRREZ D E L V A L L E
Tabla 3.4. Evolución de Estados con mayor valor del índice, 2004-2009.
Puesto índice 2004 índice 2009
delito (fraude fiscal, corrupción, blanqueo de dinero...), que supone apenas una
parte minoritaria de su actividad. Pese a las comprensibles dificultades para
evaluar en términos cuantificables esa actividad, se estima hoy que los paraísos
fiscales representan en torno a la mitad de las actividades internacionales de
los bancos, es decir, alrededor del 50% de los depósitos generados y de los prés-
tamos concedidos en cualquier parte del mundo corresponden a bancos ubicados
en ellos (Chavaigneux y Palan, 2006: 16). También reciben hoy el equivalente
a una tercera parte de la inversión exterior directa realizada por las empresas
transnacionales, proporción que ha crecido de forma significativa desde el 25,5%
que suponía en 1990 (UNCTAD, 2009).
Esa progresiva ampliación de sus funciones resulta de la conjunción de di-
versos factores, que sólo cobran pleno sentido cuando se consideran de forma
conjunta y a diferentes escalas. Pueden aquí destacarse aquellos que parecen de
especial importancia.
A escala local, y desde el punto de vista de la oferta, ha supuesto una exitosa
estrategia de supervivencia para una serie de microestados que serían econó-
micamente inviables por su escasez de otro tipo de recursos, lo reducido de sus
mercados y, en numerosas ocasiones, las dificultades añadidas por su insulari-
dad. Aunque constatar que existe actualmente medio centenar de Estados in-
dependientes que no alcanzan los 10.000 kilómetros cuadrados de superficie y
otros tantos que no superan el millón de habitantes no supone ningún determi-
nismo que conduzca a la aplicación de esta estrategia, sin duda supone un caldo
de cultivo favorable para este tipo de iniciativas.
Pero a esto debe sumarse la creciente demanda surgida en las últimas dé-
cadas, que ha apoyado su existencia y que debe observarse a escala global. Así,
la desregulación del sistema financiero internacional, impulsada por la globa-
lización neoliberal, ha eliminado controles para todo tipo de transacciones, los
medios electrónicos han permitido operar a través de la red, en tiempo real y
durante los 365 días del año, mientras el desarrollo de una ingeniería financiera
destinada a multiplicar todo tipo de productos, algunos de notoria opacidad, ha
hecho el resto.
Finalmente, una parte al menos de los poderosos del mundo ha alimen-
tado la multiplicación de este tipo de territorios o, en todo caso, ha aceptado
su existencia y legitimado su funcionamiento de hecho, pese a las repetidas
denuncias sobre sus efectos cada vez más perniciosos sobre la economía mun-
dial. Confluencia de intereses o complicidad manifiesta, el resultado ha sido
la conversión de estos lugares en piezas necesarias para la expansión, en las
últimas décadas, de lo que Husson (2008) califica de capitalismo tóxico, con
efectos negativos de indudable gravedad desde varios puntos de vista. Aun-
que todo intento de sistematización supone, como contrapunto, cierto efecto
simplificador, pueden destacarse aquí cinco consecuencias que justifican la
necesidad de incluirlos en cualquier panorámica sobre el orden geopolítico
actual. ' .v: : - - v ' - í - - - - . , ^ . ..-v-• • / í - : f r m r-MK-;
168 R I C A R D O MÉNDEZ GUTIÉRREZ D E L V A L L E
que permite aportar los recursos financieros necesarios a los grupos armados estableciendo nuevas reL
y, al tiempo, favorece la conexión entre éstos y las redes mafiosas, que junto al ya existentes con anteric
tráfico de drogas también participan en el tráfico de armas y otros. "Las drogas de uno de estos espacios
son utilizadas con (y como) armas desde las épocas más lejanas, lo que consti- lugares, generando impac
tuye sin duda una explicación suplementaria al temor que inspiran" (Chouvy y za a p a r t i r de una persp
Laniel, 2004: 11). Por otra parte, tampoco es casual que las principales áreas de 3.9 de manera esquemáti
cultivo, tanto en Asia como en América Latina, se sitúen sobre fronteras incier- Por una parte, en los p
tas, poco controladas por los diferentes Estados limítrofes, donde estos grupos el cultivo de la planta co
irregulares operan con mayor libertad. mación en laboratorios cL
Puede tomarse como ejemplo el caso de l a producción del opio y la heroína para su transporte hacia
asiáticos, cuya lógica geopolítica resulta evidente. Si en el siglo X I X la produc- través de países de transí
ción de opio estuvo controlada por monopolios coloniales británicos y franceses, adecuarlo al modo en que
que forzaron la apertura del mercado chino a la producción procedente de la circuito, que teje una red
India e Indochina en las llamadas guerras del opio (1839-1842 y 1856-1860), destino principal en los p
más tarde fue la propia China —en especial sus regiones meridionales de Yun- también abastece mercad
nan y Sechuán— quien se convirtió en principal productor, controlando el 85%
del total mundial a comienzos del siglo X X (Chouvy, 2002). Su aparición en el
Figura 3.9. Tráf
Triángulo de Oro se produjo tras el bloqueo marítimo durante la Segunda Gue-
rra Mundial, que impidió la llegada a los mercados del opio de China, la Indo-
china francesa e Irán, e incentivó su cultivo en las altas mesetas situadas en la Cultivo
frontera entre Birmania, Tailandia y Laos, donde la instalación de las guerrillas
nacionalistas del Kuomintag —con apoyo de Estados Unidos—, tras su derrota
en la guerra civil china, incentivó una producción de la que obtenían parte de PAÍS
PRODUCTOR
su financiación. SECUNDARIO
Este proceso, alimentado desde sus inicios por consideraciones geoestratégi-
cas, convirtió a la región en primera productora mundial hasta que en la década
Cultivo
de los 80, la guerra contra la URSS en Afganistán reactivó el cultivo en otra re-
gión donde Irán era el país productor y consumidor por excelencia hasta su pro-
hibición en 1955, mientras en Pakistán, Turquía y Afganistán tenía una impor-
tancia muy limitada. De nuevo los intereses geoestratégicos, la desarticulación Consumo
del país en términos políticos y socioeconómicos, junto al apoyo estadounidense
directo e indirecto (tras el golpe de Estado del general Zia-ul-Haq en Pakistán),
Rentas adrarías
gestionado por la CIA, a algunos grupos locales directamente financiados por el
opio, dieron u n vuelco a esa situación y convirtieron a Afganistán en indiscuti-
ble productor hegemónico (McCoy, 2003), t a l como se ha analizado en páginas
anteriores. , .. , . . ^. > ^
c) Las redes del narcotráfico y sus efectos sobre el mapa geopolíti- Fuente elaboración propia.
co
Como es sabido, el proceso de globalización ha densificado extraordinaria-
E l flujo de l a droga a
mente las redes de fiujos, materiales e inmateriales, que interconectan los di-
que alcanza volúmenes
ferentes lugares, ampliando su escala, diversificando su contenido y, a menudo,