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La Revelación Sobrenatural y Sus Características
La Revelación Sobrenatural y Sus Características
DIOS]
Introducción
El mensaje del Cristianismo: Dios se ha revelado en Cristo
Pues bien, este mismo Dios no sólo existe sino que también se ha
revelado. Esta es la gran noticia, el mensaje central del cristianismo que estudia la
Teología y que estudiaremos también nosotros al iniciar esta segunda unidad.
Obviamente, afirmar que Dios se ha revelado supone el hecho de su existencia.
De aquí que la Teología, en realidad, no se limita a afirmar la existencia de Dios o
a proporcionar argumentos que la respalden sino más bien, aborda en
profundidad el contenido de su Revelación: quién es Dios y cuál es su mensaje
para el hombre. Cabe notar, que el tipo de conocimiento que da la Teología
supera en grande medida al conocimiento que el hombre logra de modo natural o
puramente racional, porque La Teología radica fundamentalmente en el
acontecimiento o manifestación de Dios, es decir, el conocimiento teológico
viene de Dios y, por tanto, nos proporcionan certezas aún mayores y constatables
por la experiencia de fe, profundizadas con las fuentes de la Teología sobre
hechos acontecidos históricamente. Así, por ejemplo, con el uso de la razón el
hombre descubre a Dios como causa de todo lo creado. La Revelación de Dios me
comunica que es Padre. En realidad, decir que es Padre es una verdad del ser de
Dios más profunda y real que la afirmación de ser causa de lo creado.
1. CARACTERÍSTICAS DE LA REVELACIÓN
Padre Nuestro…” (v. 9; también Lc. 11,1; Mc 11,25). De igual modo sucede con las
verdades que se refieren a la Iglesia, a la Virgen, a los sacramentos, todos son
recibidos de lo que Dios ha revelado y que ha quedado plasmado en las Escrituras
y es testimoniado además por la Tradición viva de la Iglesia. El creer en ellas es
porque se cree a Jesús, a Dios.
Gracias, por tanto, a una decisión enteramente libre (placuit Deo), Dios ha
desvelado a los hombres el camino de la salvación eterna: se ha manifestado «a Sí
mismo y el misterio de su voluntad (cf Ef 1, 9)». Esta expresión de la Dei Verbum 2
indica que la Revelación, antes de hacernos conocer algunas realidades, nos pone
en presencia de Alguien: el Dios vivo en Jesucristo. El término paulino utilizado -
«misterio (sacramentum)»- evoca el entero proyecto salvífico divino que,
escondido por los siglos en Dios, se ha presentado a los hombres en Jesucristo al
llegar la plenitud de los tiempos; proyecto establecido por el que los hombres,
«por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo
y se hacen consortes de la naturaleza divina (cf Ef 2, 18; 2 P 1, 4)» (DV 2). Nos
encontramos ante una fórmula que expresa conjuntamente tanto la intrínseca
unidad existente entre la Revelación divina y la salvación de los hombres como, por
otra parte, el carácter cristocéntrico y trinitario de la Revelación.
Si Dios se ha revelado es, por tanto, por amor, para darse a conocer,
acercarse a los hombres e invitarles a un diálogo interpersonal entre un Yo y un
Tú de profunda amistad que necesariamente se ha de verter en obras de amor. Su
'palabra' es por eso una palabra 'amistosa' que tiene como precisa finalidad forjar
una comunidad de vida y de bien. La Biblia, lugar privilegiado de la palabra de
Dios, es en consecuencia algo más que un tratado teológico sobre Dios, el
Hombre y el mundo o una exposición de verdades trascendentes objeto de una
indagación intelectual: constituye el ámbito de un encuentro interpersonal,
existencial, dinámico del hombre con un Dios que revela su vida y sus designios,
que enseña los caminos de salvación, que llama a una felicidad imperecedera, que
busca amigos entre los hombres, que invita a una comunión de vida y que, por
todo esto, no cesa de instruir, exhortar e interpelar. Ella reclama, en
consecuencia, una lectura sapiencial y atenta, que al conocimiento intelectual
una la vivencia personal característica del diálogo de amor, que penetra
necesariamente la totalidad de la persona con sus facultades y afectos, y que
desemboca en aquella «fe obediencial» característica del que busca, con
sinceridad de corazón, cumplir «la voluntad del Padre que está en los cielos» (Mt
12, 50).
FUENTES DE LA REVELACIÓN
Pero, desde que caminaba por todo el pueblo elegido por Dios ya han
pasado más de dos mil años. ¿Cómo podemos saber nosotros sobre todo con
verdad lo que Dios ha revelado? ¿Dónde buscamos o por dónde debemos
empezar? En otras palabras, ¿en qué fuentes encontraremos la Revelación de
Dios? Para los cristianos, la Escritura es la Palabra de Dios y, en este sentido, se
convierte en una fuente principal de su automanifestación divina. Sin embargo,
por historia sabemos que la Escritura llega a nosotros gracias a la Tradición de la
Iglesia y ésta es históricamente anterior, lo que la hace también fuente de la
Revelación. Ambas, de este modo, se convierten inseparablemente en fuentes de
la misma Revelación divina de Dios.
1
S. IRENEo, Adv. haer. 3, 3, 1: PG 7, 848.
Antes de que los cuatro Evangelios tuvieran forma escrita existía una
tradición que se había desarrollado en la Iglesia primitiva sobre aquellas cosas
que Jesucristo había dicho y hecho. No se sabe con certeza porque esas
tradiciones asumieron la autoridad de ser "Evangelio" es decir, buena nueva
salvífica para toda la humanidad.
a) El "Depósito" en general:
2 Tim 1,13- 14: [13] Ten por norma las palabras sanas que oíste
de mí en la fe y en la caridad de Cristo Jesús. [14] Conserva el
buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros.
En el A.T. era claro como los bienes de que se han depositado en manos
de otra persona no le pertenecen. El depósito confiado a Timoteo es la doctrina
sobre el "salvador nuestro Jesucristo" (Tt 2,10: “que no les defrauden, antes bien
muestren una fidelidad perfecta para honrar en todo la doctrina de Dios nuestro
Salvador”). Cristo es el objeto del Depósito de la fe.
LA SAGRADA ESCRITURA
Testimonio divino y humano
2
Conc. Vaticano I, const. dogrn. Dei Filius, DS 3006.
3
CIC 68.
4
Cf Conc. Vaticano I, const. dogrn. Dei Filius: DS 3006.
18 Prof. Luis Enrique Pérez Guevara|
USAT
El texto citado de la Dei Verbum constituye, por otra parte, la síntesis de
una reflexión teológico-bíblica que, partiendo de los datos de la Sagrada
Escritura, se ha ido enriqueciendo gradualmente a lo largo de los siglos hasta
llegar a nuestros días. Su lectura, efectivamente, trae a la memoria no pocos
textos de la Escritura, de la tradición patrística y del Magisterio de la Iglesia, en
los que no es difícil descubrir la revelación emergente y la progresiva formulación
del misterio referente al origen divino de la Biblia. Analizaremos esas citas
bíblicas y los documentos de la tradición y del Magisterio, teniendo presente el
sentir de la antigua tradición judía.
5
Contra Apionem 1, 8. El texto afirma: «No existen divergencias entre nuestros escritos, porque solo los profetas han narrado
con claridad los acontecimientos lejanos y antiguos, por haberlos conocido por inspiración divina [ ... ]. Los hechos muestran
con cuánto respeto nosotros rodeamos nuestros libros. En tantos siglos, nadie se ha permitido un añadido, un corte, un
cambio. Para todos los judíos es natural pensar que en sus libros se encuentra el querer divino, respetarlos, y, si surge la
ocasión, morir por ellos con alegría».
6
Esta opinión sobre el concepto de inspiración en los antiguos escritores judíos es la que sostienen generalmente los
estudiosos del pensamiento antiguo. En el caso de Filón, se admite que este filósofo alejandrino, en dependencia de la
filosofía griega y, más en particular, platónica, concebía que los profetas y escritores inspirados habían estado enajenados de
sus potencias y facultades, por tanto, eran incapaces de entender lo que decían o lo que escribían.
USAT | Prof. Luis Enrique Pérez 19
Guevara
Inspiración en el Nuevo Testamento
El canon bíblico
Hay que tener presente tres elementos importantes (Cfr. Const. Dogm.
Dei Verbum, 11): que la Sagrada Escritura es Palabra de Dios, que su finalidad es
enseñar y trasmitir la Revelación, y que comunican la verdad salvífica a favor de
los hombres.
Interpretación histórico-literaria
Los géneros literarios: En primer lugar hay que tener en cuenta los
«géneros literarios», es decir, las formas de expresión que los autores han
utilizado en sus escritos, pues la verdad se presenta y enuncia de modo diverso
según que los libros tengan como fin, por ejemplo, narrar un hecho histórico, y
proclamar una enseñanza, o expresarse de modo poético. El sentido de lo
escrito por el autor humano depende precisamente de estos géneros literarios.
La cultura de la época: Para comprender exactamente lo que el autor
sagrado propone en sus escritos, también hay que tener muy en cuenta los
habituales y originarios modos de pensar, de expresarse o de narrar que eran
usuales en la época del escritor, así como las expresiones que entonces solían
utilizarse con mayor frecuencia en la conversación ordinaria.
Interpretación teológica
Si es necesaria la interpretación histórico-literaria, aparece como más
importante, la interpretación teológica, es decir, la investigación y estudio de las
verdades que Dios ha querido revelar a los hombres. Según la DV 12, «la Escritura
se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita, para sacar el
sentido exacto de los textos sagrados».
El juicio de la Iglesia
La razón última del triple vínculo que une Escritura y Tradición es por
tanto, el hecho que las dos son 'palabra de Dios'. La Escritura, concretamente, no
solo contiene la palabra de Dios, sino que es verdadera palabra de Dios en virtud
del carisma de la inspiración concedido a los escritores bíblicos; la Tradición es la
palabra de Dios transmitida íntegramente y auténticamente a la Iglesia gracias a
la sucesión apostólica y a la asistencia del Espíritu Santo. Por este motivo, «la
Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las
verdades reveladas» y considera que la Escritura y la Tradición «se han de recibir
y venerar con un mismo espíritu de piedad» (DV 9).
2 Sobre esto la Constitución Dogmática Dei Verbum afirma en su numeral 6: “Confiesa el Santo Concilio "que Dios,
principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las
criaturas"; pero enseña que hay que atribuir a Su revelación "el que todo lo divino que por su naturaleza no sea inaccesible
a la razón humana lo pueden conocer todos fácilmente, con certeza y sin error alguno, incluso en la condición pres ente
del género humano”.
3
Por ejemplo: Francisco de Asís (1182-1226, canonizado por Gregorio IX, el 16 de julio de 1228), Margarita María Alacoque
(1647-1690, canonizada por Benedicto XV el 13 de mayo de 1920) Sor Faustina de Kowalska (1905-1938, canonizada por
Juan Pablo II, el 30 de agosto del 2000). Actualmente, atrae particular atención las revelaciones de la virgen de Fátima a
los tres pastocitos y más aún el llamado tercer secreto de Fátima hecho público el 13 de mayo del 2000 por el secretario
de Estado Vaticano, el Card. Angelo Sodano a pedido de Juan Pablo II.