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Una tarde Ximena Guerrero, Ikaro Valderrama y yo nos
reunimos para diseñar un encuentro de poetas en
diálogo con otros poetas, cuya poesía estuviera, a su
vez, en diálogo con otras artes. Así que realizamos
una convocatoria a la cual acudieron doce poetas.
Imaginamos un repositorio en donde los espectadores
pudieran ver con anticipación los poemas pregrabados
por el poeta, con una nota biográfica y un corto
comentario de los poemas. De esta forma, el encuentro
nos permitiría conversar con el público sin esperar a
los últimos cinco minutos después de la lectura.
5
O podemos considerar que tiene un origen divino y
acuñar esa voz como el otro lado del silencio, como
una verdadera experiencia mística.
6
Juan Daniel
Neira
Colombia
“
Mi sombra se pierde entre la noche
cuando el fuego no me sueña
”
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Juan Daniel Neira: una palabra que respira
FRANCIA ELENA GOENAGA
Directora del Departamento de Humanidades y Literatura
Universidad de Los Andes
La llama es un abismo,
un círculo sin forma,
un manantial
y un hoyo negro,
9
La presencia de Gaston Bachelard está de comienzo a
fin en el primer poemario de Neira. La vela y la llama
nos hablan de las presencias y ausencias que pasan de
un estado a otro en la disolución de los contrarios. No
es claro si se trata de la divinidad, porque la figura de
la amada toma formas diversas. Tal vez, la capacidad
creadora del amor sea lo que prevalezca.
Al morir la vela
el fuego renace
en el pábilo
de otro reino.
La muerte es ternura
cuando la vida es ternura
y ambas se confunden
en esa delicadeza.
10
Amor y vacío
son en Dios
un mismo canto,
11
Ni un solo rostro:
sólo la llama,
sólo el espejo.
El vacío
me disfraza
de lo creado.
12
Corazón de la hoguera,
hogar de multitudes,
el latir parejo
de una verdad sin forma,
un destino consumado
en la presencia de una llama.
13
Nado río arriba
por los ojos de la vela.
14
La llama es un abismo,
un círculo sin forma,
un manantial
y un hoyo negro,
15
La paz que buscaba
es ofrenda para la muerte.
Esta es la leña
que debe recibir el fuego.
16
Llama,
verbo diáfano,
celebración,
salud
y poesía.
Muerte,
vacío,
soledad.
17
Mi sombra se pierde entre la noche
cuando el fuego no me sueña.
18
La primera gota de agua
la dio el fuego.
19
¿Para qué sirve tu vida
si no usas tus huesos
como leña de su fuego?
rumi
El camino de la noche
no ha tenido más destino
que tu voz.
20
Columna de fuego,
pilar de humo.
Frontera
en donde el desierto acaba.
Aurora
en donde nuestro amor comienza.
21
He olvidado mi nombre,
el nombre de mis padres.
este fuego
es mi único recuerdo.
22
No amarro ya más ancla
que el corazón del fuego,
23
Ha caído el mayor velo.
Amar
es ver tu rostro.
Amar es desaparecer
en la presencia de tu amor.
24
Los seres débiles
tienen un más allá muy delicado
menos brutal
que los seres fuertes.
gastón bachelard
Al morir la vela
el fuego renace
en el pábilo
del otro reino.
La muerte es ternura
cuando la vida es ternura
y ambas se confunden
en esa delicadeza.
25
Si alguien pregunta:
¿Cómo alcanza un siervo la Gloria de Dios?
conviértete en la resplandeciente vela
que todo el mundo puede ver,
–Así–.
rumi
Silencio,
debo dejar que hables.
Pronuncia en mí tu amor,
tu presencia de vela encendida.
26
Fuera de ti
se marchita la inocencia,
en tu vientre intocable
encierras la niñez de mi alma.
27
El tiempo ha insistido
en sostenerte
como horizonte.
Te debo el derrumbe
de mis dioses y mis templos.
28
Tú,
el de diversos rostros,
el de las máscaras,
tú,
tú eres yo,
las aves,
los paisajes,
las palabras.
29
Puede que olvide
los corredores de mi casa,
la forma de unos labios
o el sonido del arroyo.
Nada garantiza
que haya aprendido
del comercio con mis sombras,
30
Tu palabra
sea mi palabra.
Yo no soy
ni luz ni sombra.
No soy más
que el umbral
de tu silencio.
31
Hay días en los que el fuego
decide morirse.
32
Felipe
Vaughan
Colombia
“
Cuando la llama de esta vela se consuma
”
la claridad lo habrá inundado todo
33
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34
Felipe Vaughan: el canto de las dunas
FRANCIA ELENA GOENAGA
Directora del Departamento de Humanidades y Literatura
Universidad de Los Andes
35
razón de amor que reúne cordialmente todas las formas
del logos.
36
colina para constatar el paso del tiempo, la conciencia
de la pequeñez de las cosas del mundo, «elevarse»
como hacían los estoicos para no olvidar que el
Imperio Romano también tenía una escasa medida
frente a la grandeza del cielo estrellado, del universo,
del infinito. Qué asunto tan urgente se nos ha vuelto
practicar el ejercicio cotidiano propuesto por Marco
Aurelio: «recordar que somos hombres», es decir
anthropos, y una vez hemos mirado hacia abajo
debemos levantar de nuevo los ojos al cielo y viceversa.
37
Viento, luna, no tarden…
Lluvias, cantos, no teman…
Diga la luz la entraña
de la tierra, la savia
diga que no ha olvidado
el curso de los astros,
las aguas de la vida
y el silencio de los pájaros
38
Así que un día cualquiera te dices a ti mismo
que todo ha sido en vano,
te dices tantas cosas que sabes que son falsas
y sientes miedo de la vida
y desconfianza
Tú morirás
pero tan sólo así
podrás volver a comenzar
39
Hora del alba en que la noche se abre
sobre el silencio de los cerros,
hora primera en que los pájaros despiertan,
las sombras se resguardan
y el sol comienza su oración.
40
Ya no hay virtud en la palabra
el tiempo se ha quebrado
y en los confines de la noche
crece el clamor de los desiertos
el canto de las dunas
y el abismo de las almas
41
Viento sin lumbre
la noche de los miserables.
Viento cortante
como el que en medio del desierto
incita a la locura al caminante,
al crimen al sediento
y a abandonarse en manos del destino
a quien habiéndolo perdido todo
no alberga ya deseos ni esperanza.
42
Esta palabra es tierra
barro que cobra forma entre tus manos
sueño que el fuego purifica
y que un ligero soplo
entrega al tiempo y a la vida
43
Yo volveré a mi rama,
contemplaré a lo lejos,
aguardaré en silencio
la llegada del invierno.
44
Cuando la noche haya caído escucharás
las voces de los muertos.
Verás los gatos en la calle, la hierba en los tejados,
la llama de una vela detrás de una ventana.
Arribarás puntual a la estación,
un sueño en tu maleta,
y aguadarás en vano la llegada de los trenes.
45
Ella contaba que en un sueño le había
hablado a Dios,
que había visto el sol ponerse en el océano,
a la ciudad arder
y a las palomas de los puertos fundirse
con el viento.
46
Estas palabras no son mías.
Son el rumor del viento
que hablaba en otro tiempo a mis ancestros,
son el llamado de mil voces ya extinguidas,
las huellas de un pasado
que el alma sabe inmemorial.
47
Calma como la noche se halla el alma,
calma como la luna sobre el silencio de las aguas.
48
Quizá en el reino de la noche
una pequeña estrella centellee,
abra sus diminutos párpados
para velar por ti, por mí,
por todos los hermanos.
49
50
Hugo
Mujica
Argentina
“
La nada que somos
”
es el todo que buscamos
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52 sido
Hugo Mujica: las formas del vacío
FRANCIA ELENA GOENAGA
Directora del Departamento de Humanidades y Literatura
Universidad de Los Andes
53
en sus aguas». Son formas del vacío el silencio y el
asombro, aunque «Lo perdido no fue el Paraíso. Lo
perdido es el asombro». Así los versos van horadando
nuestro interior, van creando su propio vacío para que
podamos en algún momento escucharlos.
54
poética que, aunque sea propia de un individuo,
no es personal. Esta es una de las características
de la poesía mística que se convierte en paradoja:
cómo la experiencia inefable experimentada por un
individuo no es personal. En este caso, el poeta es
como un árbol a través del cual pasa el viento, atento
a las sensaciones de su cuerpo y a los avatares de su
espíritu, de esto queda lo dicho a nosotros sus lectores,
y un poco de ese viento nos roza. Un ejemplo de este
fenómeno poético es este pequeño poema del té,
perteneciente a su libro Brasa blanca (1983), en donde
el silencio se llena de sibilantes y oclusivas:
55
(CONFESIÓN
56
EN PLENA NOCHE
y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.
Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,
57
XXII
Siempre sopla
más viento
que el que al pasar nos roza,
siempre se palpa
un adiós
en cada cuerpo
abrazado.
Es en el vacío
que lo que se va nos deja
donde se abre
lo que seremos,
es mientras pasa
que nos va llegando
la vida.
58
XLVI
59
OSADÍA
osar andar
sobre el saberse perdido.
60
LI
Alto y lejos,
apenas perceptibles,
golondrinas nómadas
surcan el aire.
61
XLVIII
Es el viento,
soplo a soplo,
el que transfigura
las nubes,
da a cada una su forma
y a cada forma
su instante;
soplo a soplo
se esboza y borra:
es el otro en cada otro
para ser él mismo en todo.
62
ORILLAS
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
63
III
Anochece
bajamar,
algún graznido,
restos que el mar abandona
en la arena
y esta soledad de ser
solo a medias.
Es la hora
de la melancolía,
la de la ausencia
de lo que nunca estuvo
y sentimos más propio:
lo que todavía de nosotros
no dimos a luz
en la vida.
64
LXIII
Hacia tierras
con más sol, una bandada
de pájaros
migra su destino.
65
VI
Hojarasca, tronco
o estiércol,
aire húmedo
y los hongos brotan.
66
HACE APENAS DÍAS
67
I
Anochece
y se van
replegando
los ruidos;
solitario,
un perro rengo
cruza la calle.
Anochece
y es en la quietud
donde la vida nos revela
lo que aprende de sí
mientras late nuestra vida.
68
NACE EL DÍA
Nace el día
bajo un cielo despejado,
69
I
Taja la noche
el relámpago
y en lo hendido
se apaga:
70
AMANECE Y CALLO
Amanece y
callo;
71
VII
en lo hondo,
en la oscura tierra,
las raíces se encuentran,
la sed las entrelaza.
72
EN ESTE VALLE
La noche
ya se escucha grillos
y ahora es el
viento
el que aleja o arrima el temblar
de lo que se inclina.
73
XIII
Silencio
y en el silencio
respira la noche,
respira silencio.
Por la ventana
entra
una brisa,
y súbitamente,
en ese paso,
nada sobra, nada falta.
74
II
Se enciende
el día sobre la desnudez
de los llanos
la neblina disuelve
su velo
y los sauces
emergen renacidos.
75
XLIX
ese salto
sin orilla desde donde darlo,
ese saltar al vacío
desde el que una vez
llegamos,
esa entrega
para la que nos fuimos
vaciando.
76
77