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Con una superficie de 2.334.858 Km2 y una población que alcanza los 84 millones
de habitantes, la República Democrática del Congo (RDC) es el segundo país más
grande de África (tan grande como toda la Europa Occidental), uno de los más
poblados de dicho continente y con la mayor diversidad étnica. Además, es uno de
los más ricos en recursos naturales del mundo. Sin embargo, la expoliación colonial,
los conflictos internos y la geopolítica regional lo han dejado al borde de la
desintegración. Contar con uno de los minerales más estratégicos del futuro, lo ha
imbuido en una compleja puja de potencias. Como en la época de la trata de
esclavos, el África subsahariana es hoy el eje de la globalización. Provista de
recursos naturales abundantes, tierras agrícolas cultivables y mercados en
crecimiento. La República Democrática del Congo y China firmaron el "contrato del
siglo", un acuerdo de trueque moderno por el cual China se comprometió a invertir
en el Congo miles de millones de euros en infraestructura y minería a cambio de
cobre. Kinshasa, estrangulada por la deuda, es cuestionada por el FMI. Este
proyecto, implementado por la Oficina Congoleña de Correos y Telecomunicaciones
(OCPT, en francés), se deriva de una inversión de 60 millones de euros efectuada
por Kinshasa; el primer tramo de 22 millones proviene de un crédito otorgado por el
gobierno chino a título de ayuda para el desarrollo. Obligará a las empresas de
telefonía privadas a pagar regalías al Estado por su conexión al cable (los ingresos
podrían alcanzar unos 71 millones de euros anuales), marcando así la recuperación
de un servicio público con frecuencia desprestigiado. Lo cual no está exento de
dificultades, ya que la empresa VodapHone (capitales sudafricanos y británicos)
reclama insistentemente el derecho de atraque, es decir, el control de un punto de
entrada del cable en Moanda, arguyendo que fue la primera empresa en invertir en
el sector de la telefonía móvil y que ya cuenta con cuatro millones de abonados.
Mientras que las obras son confiadas a dos empresas gigantes, la China Railway
Engineering Corporation (CREC) y Synohydro Corporation, que se comprometen a
rehabilitar o a construir 3.000 kilómetros de rutas y de vías férreas, 31hospitales de
150 camas distribuidos en todo el país,145 centros de salud, 4 universidades y
50.000 viviendas sociales. Además, estos préstamos comerciales dan acceso al
financiamiento de la cooperación china propiamente dicha, reembolsables a muy
largo plazo y a tasas muy bajas. El “contrato del siglo” fue torpedeado en más
de una ocasión por el FMI, cuestión que para los empresarios chinos en el
Congo demuestra las intenciones de Estados Unidos de no dejar progresar
sus proyectos económicos”. Doce años después de firmado el “contrato del
siglo”, el resultado para China es muy exitoso. Controla la mayor parte de las minas
del país y, más importante aún, produce el 60% del Cobalto del Congo, siendo este
país más de la mitad de las reservas del mismo a nivel mundial. El mineral
estratégico en cuestión es llamado el “petróleo del futuro” porque con él se hacen
las baterías de los autos eléctricos, carrera por la que corren empresas
estadounidenses, europeas (especialmente alemanas) y China.
Washington busca instalar su ejército.
Tras el traumatismo de la operación “Restore Hope”, en Somalia (1992), Estados
Unidos intenta desarrollar su penetración militar en África. Pero la instalación del
comando estadounidense AFRICOM genera reticencias en las poblaciones y
gobiernos locales. AFRICOM se concentra principalmente en tres regiones: el
Sahel, el Cuerno de África, que acoge la única base militar permanente, de 1.800
hombres, en Djibuti, y, cada vez más, el Golfo de Guinea (que de aquí a 2020
podría proveer el 25% del petróleo estadounidense).
El objetivo de AFRICOM que más se promociona es la prevención de los conflictos
regionales, en comparación con el de hacer frente a la competencia china o el de
garantizar la provisión de materias primas, denunciados como “mitos” por Theresa
Whelan, ex subsecretaria de Defensa en Asuntos Africanos. Pero la [ex] secretaria
de Estado Hillary Clinton confirmó que el islamismo radical se había convertido para
Estados Unidos en el nuevo enemigo ideológico y militar, incluso en África. Sin
embargo, el contraterrorismo es una prioridad estadounidense, se trata de intervenir
en África para anticiparse a amenazas contra EE.UU. enfrenta desafíos importantes:
la “debilidad” del presupuesto en su primer año (266 millones de dólares de los 392
pedidos al Congreso), una tendencia a la incursión hacia la diplomacia y la
cooperación que los demás actores políticos y civiles viven como una usurpación y
la incertidumbre respecto de la orientación del equipo Obama.