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Carta y Palabras de Kiko para Pentecosteìs 2020 Definitivo
Carta y Palabras de Kiko para Pentecosteìs 2020 Definitivo
Año 2020
Queridos hermanos:
La fiesta de Pentecostés era una fiesta para Israel que, después de haber
salido de la esclavitud de Egipto, había recibido en el monte Sinaí la Torá, es
decir, el libro de la Ley, que recoge los 5 primeros libros de la Biblia: Génesis,
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La Torá es una palabra hebrea que
significa ‘camino’, ‘ley’; esta Torá se resume en las dos tablas de la Ley, en los 10
mandamientos. Cuando Dios aparece sobre el monte Sinaí marca el camino de la
vida, que es: “Escucha, Israel: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con todas tus fuerzas”; y junto a éste: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo”: son las dos tablas que aparecen como lenguas de fuego que iban a
posarse sobre la piedra.
Pero ya los profetas habían dicho que en el tiempo del Mesías, Dios no
escribiría más sobre piedras su Ley, el camino de la felicidad y de la vida, sino que
Dios mismo habría mandado su Espíritu sobre los hombres y este Espíritu habría
escrito la Torá, el camino de la vida, en el corazón del hombre. Por eso, los
hebreos se reúnen el día de Pentecostés para conmemorar la fiesta de la Torá, la
fiesta de la Ley. Todos los hebreos se reúnen esta noche en Israel para celebrar la
fiesta de la Torá, del rollo de la Ley, haciendo una procesión con el rollo. Los
hebreos ponen en un armario en la sinagoga los rollos de la Torá, como nosotros
ponemos la Biblia.
El Espíritu Santo nos hace hijos de Dios, nos hace amigos de Dios, nos hace
santos, nos permite poder amar en la dimensión de Dios, como Dios ama.
Nosotros hombres amamos de una forma limitada, porque por el miedo que
tenemos a la muerte, cuando el otro con sus defectos nos hace mal, nos mata, no
podemos amarlo, tenemos que hacer una violencia contra él: no le hablamos, le
golpeamos, nos enfadamos, no podemos soportar que nos esté destruyendo. No
podemos. Entonces la gente que se enfada, si están casados, se divorcian,
porque no pueden tolerar esta prepotencia en su vida. La gran novedad del
cristianismo, que ha hecho Jesucristo, es que no se resiste al mal, sino que toma
sobre sí los pecados y esto aparece como un tipo de amor nuevo, algo
sorprendente. Nadie sabía que aquel hombre crucificado fuera el mismo Dios,
que Él estaba tomando sobre sí el ser rechazado, lo acepta y va a morir en la
cruz, y el mal que le están infligiendo, lo ofrece al Padre como rescate. El Padre
ama mucho al Hijo y no puede ver que el Hijo sufra, pero el Hijo ofrece este
sufrimiento por los mismos que le están matando, de forma que del rechazo, del
pecado, Dios saca la salvación: el rechazo de Dios lo transforma en nuestra
salvación.
Nosotros, en esta noche, esperamos que Dios nos dé este amor, porque si
no tienes este amor -cuando el otro, por ejemplo, en tu casa tu hermano te hace
algo, toma algo que es tuyo y tú no tienes paciencia, no eres capaz de no
resistirse al mal, nosotros no somos corderos- pero si tienes este amor es
distinto. Dice San Pablo que los cristianos son todos los días como ovejas llevadas
al matadero, es decir, que todos los días nos encontramos con acontecimientos,
con hechos pequeños o grandes en los cuales tenemos que ofrecer nuestro
cuello como una oveja en el matadero. Si hoy hemos tenido un litigio, algún
problema, para amar al otro hemos tenido que morir a nosotros mismos.
Esto es un problema grande en nuestra vida, por eso nuestra vida es una
cosa muy seria, porque somos libres y podemos condenarnos. El Espíritu Santo
no nos quita la libertad, absolutamente, es más te hace todavía más libre para
pecar, para hacer el mal. En cualquier momento podemos hacer cosas horribles,
en nuestra libertad. Pero para eso El Espíritu Santo viene con sus dones, el don
de la sabiduría para tener discernimiento y poder descubrir las trampas del
demonio. A todos nosotros el demonio nos puede engañar, dándonos sobre todo
la descomunión, que en el fondo nos hace dudar de que Dios nos ame, tomando
ocasión de los sufrimientos de la cruz. Toma la cruz y le da una luz oscura,
mientras que el Espíritu Santo ilumina nuestra cruz, la hace gloriosa. El don de
inteligencia y de ciencia para entender quiénes somos y dónde vamos, el don de
consejo para poder hacer la voluntad de Dios, el don de piedad para poder tener
gusto por las cosas de Dios, tener amor a Dios. Sin el don de la piedad, la liturgia
te parece un aburrimiento. Piedad significa amor a las cosas santas, a las cosas
divinas, un amor que nos viene dado desde el cielo. El pecado te quita el gusto
por las cosas divinas, porque te lleva a amar al mundo. El don de fortaleza y de
temor de Dios, el santo temor, es decir, entender que somos libres y que
podemos pecar gravemente. El don de temor te da horror al pecado. Nosotros
tenemos estos dones del cielo, el Espíritu Santo viene con los dones necesarios
para nuestra salvación.
Y con los dones nos da también sus frutos, de los que habla San Pablo en
la carta a los Gálatas 5,22: “El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia,
afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”.
Por eso, ánimo, tenemos todos necesidad del Espíritu Santo, ésta es una
fiesta grande, fiesta de la Iglesia, es la fiesta del nacimiento de la Iglesia. Gracias a
la Iglesia vosotros habéis encontrado al Señor, sin la Iglesia no estaríamos aquí.
Ésta es la fiesta más grande, la vigilia de Pentecostés es un fruto de la Pascua:
Cristo ha subido al cielo, ha ofrecido al Padre sus llagas gloriosas y el Padre ha
mandado su Espíritu Santo.
Nosotros hemos visto, sin embargo, qué bueno ha sido el Señor con
nosotros, que nos ha dado de su Espíritu, que nos ha dado la comunión: viejos y
jóvenes. Tenemos todos una comunión nueva que no es un fruto psicológico,
sino una obra del Espíritu Santo en medio de nosotros.
¡Los designios del amor de Dios para nosotros! Como comunidad nos ha
salvado; es algo bellísimo, impresiona muchísimo ver una comunidad unida; es
decir sois un testimonio. Individualmente, quizás, sois un desastre, pero unidos,
como comunidad, sois un espectáculo. Un espectáculo porque un grupo que se
mantiene unido es dificilísimo, porque somos todos distintos y es facilísimo
destruir la comunión, hay divisiones, envidias o se hace una comunión ficticia de
aquellos que se reúnen para cenar, etc. pero con el tiempo siempre acaba
deteriorándose.
Los Papas han dicho que el Camino Neocatecumenal viene del cielo para la
salvación de la Iglesia: tienen este carisma de discernimiento. Nosotros somos
todos privilegiados porque Dios ha mostrado en nosotros esta obra, que no es
nuestra, porque la comunión la construye Jesucristo, constantemente, gracias al
Espíritu Santo, por lo que nos da esta lengua única que es la comunión de los
santos, que es maravillosa y que nos permite perdonarnos. “Amaos como yo os
he amado”, es decir, aceptando que el otro tenga sus defectos, como Cristo ha
aceptado nuestros pecados y los ha perdonado. El mundo no puede perdonar, le
parece una locura perdonar, porque si se perdona se continúa a hacer el mal y no
soporta que exista el mal, está escandalizado.
Esperemos que todos recibamos la potencia del Espíritu Santo: esta lengua
de fuego sobre la cabeza que no nos hace estar tranquilos, pensando que tanta
gente no conoce a Jesucristo, gente sola, tantísima gente que está en el infierno.
Nosotros tenemos este don inmenso de haber encontrado al Señor. El que ha
encontrado al Señor Jesucristo y tiene el Espíritu Santo dentro, no está nunca
solo; aunque una mujer se quede viuda está unida al Señor: dos en una sola
carne.