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12 Ingleses Envenenados
12 Ingleses Envenenados
Esta historia de la señora Prudencia Linero comienza con los eventos que rodearon su
deseo de viajar a conocer al papa que era más bien una promesa hecha a su marido en
su lecho de muerte. Mientras el arco finalizaba sus días en la mar para aparcar en la
ciudad de Nápoles Italia la señora Prudencia Linero presencio el avistamiento de un
ahogado con la sorpresa propia de alguien que tiene el mismo temor que respeto por la
muerte a diferencia de los demás pasajeros quien a la vuelta de unos minutos lo habían
olvidado mientras ella seguía pensado en aquella pobre alma que habían dejado atrás.
Al llegar a el puerto de Nápoles recordó a su tierra natal Riohacha con la misma calor
sofocante y el similar olor a alentó de cangrejos podridos similar que emanaba del patio
de su casa debido a las cercanías con el muelle de Riohacha al acercarse más podía
observarse a los familiares, hijos, amigos esperando a sus compañeros de viaje con
cierta melancolía ve al tumulto y el espectáculo que brindaba la muchedumbre entre
todas las personas que allí estaban observo a un señor con vestimenta parecida a la
usada por los magos quien de los bolsillos de sus pantalones sacaba puñados de pollitos
los cuales por ser mágicos seguían caminado incluso después de todas las pisoteadas
sufridas. Al pasar de las horas la muchedumbre dejo solamente desolación solo sentada
en su baúl de madera se encontraba doña Prudencia Linero humedecida por el sudor
producto del calor bochornoso del verano italiano, siendo la única pasajera que aún
estaba allí, esperaba ser recogida por el cónsul quien había sido advertido de la llegada
de Prudencia mediante un telegrama enviado por su hijo 2 días antes la amabilidad
primera del oficial había desaparecido impotente de ver a la señora posada en su baúl
con su rosario en mano y oraciones sin fin se acercó a ella y le dijo: