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12 ingleses envenenados

Esta historia de la señora Prudencia Linero comienza con los eventos que rodearon su
deseo de viajar a conocer al papa que era más bien una promesa hecha a su marido en
su lecho de muerte. Mientras el arco finalizaba sus días en la mar para aparcar en la
ciudad de Nápoles Italia la señora Prudencia Linero presencio el avistamiento de un
ahogado con la sorpresa propia de alguien que tiene el mismo temor que respeto por la
muerte a diferencia de los demás pasajeros quien a la vuelta de unos minutos lo habían
olvidado mientras ella seguía pensado en aquella pobre alma que habían dejado atrás.
Al llegar a el puerto de Nápoles recordó a su tierra natal Riohacha con la misma calor
sofocante y el similar olor a alentó de cangrejos podridos similar que emanaba del patio
de su casa debido a las cercanías con el muelle de Riohacha al acercarse más podía
observarse a los familiares, hijos, amigos esperando a sus compañeros de viaje con
cierta melancolía ve al tumulto y el espectáculo que brindaba la muchedumbre entre
todas las personas que allí estaban observo a un señor con vestimenta parecida a la
usada por los magos quien de los bolsillos de sus pantalones sacaba puñados de pollitos
los cuales por ser mágicos seguían caminado incluso después de todas las pisoteadas
sufridas. Al pasar de las horas la muchedumbre dejo solamente desolación solo sentada
en su baúl de madera se encontraba doña Prudencia Linero humedecida por el sudor
producto del calor bochornoso del verano italiano, siendo la única pasajera que aún
estaba allí, esperaba ser recogida por el cónsul quien había sido advertido de la llegada
de Prudencia mediante un telegrama enviado por su hijo 2 días antes la amabilidad
primera del oficial había desaparecido impotente de ver a la señora posada en su baúl
con su rosario en mano y oraciones sin fin se acercó a ella y le dijo:

- Es inútil que siga rezando, hasta dios se va de vacaciones en agosto.


Le advirtió que lo mejor que podía hacer era pasar la noche en un hotel que
seguramente el cónsul abriría el lunes que podía llamar, en cualquier
directorio encontraría el número, no siendo más la embarco en un taxi para
que este la llevara al menos a un hotel decente, la ciudad estaba desolada
casi fantasmal como si la única persona allí fuera el taxista al llega al hotel fue
recibida por un maletero muy amable quien le ayudo a conseguir una
habitación y la llevaría hasta su lugar de morada al 4to piso al abrirse el
ascensor pesado que al fin estaría cómoda diviso a 17 ingleses durmiendo
todos en la estancia no soporto ver sus rodillas blancas la incomodidad fue
demasiada pidió estar en otro piso pero el maletero le hizo la advertencia de
que en el 5to piso no había cocina pero tenían contrato con una pequeña
fonda cercana al salir del ascensor la una patrona la recibió para indicarle
donde estaría su habitación donde había una cama doble donde Prudencia
pudo soltar el llanto que había reprimido que contuvo por días el desahogo la
dejo sumida en un sueño interrumpido por el golpeteo a la puerta de la
habitación era la matrona quien le advertía que bajara a desayunar o podría
quedarse si comida, doña Prudencia bajo a comer mientras las barreras del
idioma no la dejaban o le permitían comprenderse con la hermosa mesera
quien pacientemente le ayudaba un cura pobre quien había sido misionero
en el ecuador le ayudo siendo interprete con en español poco entendible al
menos pudo pedir algo comestible el cura comía solo cebollas con pan y
rogaba porque le invitaran un café su aliento era tan incómodo como era de
esperarse pero al tener habito fue alguien con quien podía conversar.
Mientras se dirigía al hotel a escabullirse en la soledad y tranquilidad de su
habitación noto el clima fresco de la mañana acompañado del ambiente
festivo que traen las vacaciones de la ciudad nada igual a la desolada Nápoles
que la recibía el día anterior ya en la entrada del hotel un grupo de personas
acompañadas del ruido ensordécete de las sirenas de ambulancias quienes
se llevaban a los 17 ingleses inmóviles, pasmados, a matrona explico que se
habían intoxicado con la sopa de ostras de la cena y quien se le ocurría toar
sopa de ostras en agosto, expresó, Prudencia Linero se dirigió a su habitación
y rezo 17 rosarios uno por cada alma penante de los ingleses, no sabemos si
conoció al papa su objetivo final pero los acontecimientos presenciados
durante la travesía de esta señora de 72 años le darían experiencias únicas a
sus 72 años. FIN

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